Cuento

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1.

El zar y la camisa - León Tolstói


Un zar estaba enfermo y dijo: - Daré la mitad de mi reino a quien me cure.
Entonces, se reunieron todos los sabios y empezaron a discutir cómo curar al
zar. Nadie sabía que hacer. Sólo un sabio afirmó que se podía curar al zar. - Si se
encuentra a un hombre feliz -dijo-, se le quita la camisa y se le pone al zar, éste
se curará. El zar mandó que buscaran a un hombre feliz por todo su reino, pero
por mucho que sus emisarios cabalgaron por todos sus territorios, no pudieron
encontrarlo. No había ni uno que estuviese satisfecho de todo. Uno era rico,
pero estaba enfermo; otro gozaba de buena salud, pero era pobre; otro era rico y
gozaba de buena salud, pero su mujer era malvada, o bien sus hijos; todos
tenían algún motivo de queja. Un día, a última hora de la tarde, el hijo del zar
pasaba junto a una pequeña isba y oyó a alguien que decía: - Gracias a Dios he
trabajado bastante, he comido cuanto necesitaba y ahora me voy a la cama.
¿Qué más puedo pedir? El hijo del zar se alegró, ordeno que le quitasen la
camisa a ese hombre, que le diesen una cantidad de dinero a modo de
compensación, todo el que quisiera, y que llevaran la camisa al zar. Los
emisarios fueron a ver al hombre feliz y quisieron quitarle la camisa; pero ese
hombre feliz era tan pobre que ni siquiera tenía camisa.

Este cuento pertenece a Libros rusos de lectura que publicó León


Tolstói (1828 - 1910) en 1872, el primer proyecto en su país para
proveer de material pedagógico a las escuelas.

De esta manera, cumple una labor didáctica. Intenta enseñar a los


jóvenes que la verdadera felicidad radica en la percepción que se
tiene sobre las cosas y no en los bienes materiales o circunstancias
que rodean a las personas.

2. Una fábula taoísta - Julio Trujillo


En el Lieh Tzu se cuenta que un hombre, que había perdido su hacha,
sospechaba que se la había robado el hijo de su vecino. Su modo de andar, su
talante y su manera de hablar lo señalaban como el ladrón. Sus acciones, cada
uno de sus movimientos y, de hecho, su conducta en general indicaban con
claridad que él y no otro había robado el hacha. Con el tiempo, sin embargo,
mientras cavaba en su jardín, el dueño se encontró con el implemento perdido.
Al día siguiente, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, no halló ningún rastro
de culpa en sus movimientos, ni en sus acciones, ni en su conducta en general.

El escritor mexicano Julio Trujillo (1969) se ha dedicado


principalmente a la poesía. En este breve relato, hace referencia al
Lieh Tzu, una de las tres obras principales del taoísmo filosófico. A
través de esta anécdota, intenta explicar cómo el ser humano es
capaz de determinarse frente a ideas erróneas y juzgar a alguien sin
tener argumentos válidos.
3. Los árboles - Franz Kafka
Pues somos como troncos de árbol en la nieve. Aparentemente yacen en un
suelo resbaladizo, así que se podrían desplazar con un pequeño empujón. Pero
no, no se puede, pues se hallan fuertemente afianzados al suelo. Aunque fíjate,
incluso eso es aparente.

Franz Kafka (1883 - 1924) es considerado uno de los escritores más


importantes de la literatura moderna. Su obra es bastante
autobiográfica y muestra al individuo frente a las dificultades de la
vida. Al ser de origen judío en la Europa de comienzos de siglo, tuvo
bastantes problemas para encajar en la sociedad del periodo.
Además, sufrió de tuberculosis desde su juventud, por lo que padecía
de una salud delicada.

Por medio de una metáfora, intenta demostrar la resistencia humana


frente a las adversidades. Esto será característico en varias de sus
obras, pues ante los problemas de la vida, siempre pareciera haber
una solución o una raíz que permita aferrarse.

4. El burro y la flauta - Augusto Monterroso


Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo una Flauta que ya nadie tocaba,
hasta que un día un Burro que paseaba por ahí resopló fuerte sobre ella
haciéndola producir el sonido más dulce de su vida, es decir, de la vida del Burro
y de la Flauta.

Incapaces de comprender lo que había pasado, pues la racionalidad no era su


fuerte y ambos creían en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados
de lo mejor que el uno y el otro habían hecho durante su triste existencia.

El escritor Augusto Monterroso (1921 - 2003) se hizo reconocido a


nivel mundial como el creador del microcuento, género que pretende
reducir al mínimo de elementos una historia.

En este relato breve, el autor postula que la racionalidad no tiene por


qué necesariamente ser el camino adecuado en todas las situaciones
de la vida. Hay muchas veces en que el azar puede crear
oportunidades maravillosas para una criatura tan simple como un
burro, del que nadie espera nada. Por ello, depende de cada quién
aprender a vislumbrar el potencial que puede llegar a tener cada cosa
que sucede.

5. Instrucciones para llorar - Julio Cortázar


Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar,
entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la
sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste
en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de
lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento
en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia
usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de
creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos
golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el
llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia
adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de
preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

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