Jhon Wolcott
Jhon Wolcott
Jhon Wolcott
Su madre murió cuando él era muy pequeño. No tiene recuerdos de ella, pero entre las cosas
viejas de su padre encontró lo que parece ser su diario; en el cual relata constantemente lo
bendecida que se sentía de ser madre y lo mucho que amaba a John. En determinado punto las
descripciones se tornan más concisas, van reduciendo en número y la caligrafía empeoran hasta
llegar al punto de encontrar textos inentendibles; para finalmente acabar con un montón de
páginas en blanco que dejan en evidencia la degradación física de Miranda.
Su padre nunca pareció recuperarse de la pérdida de su mujer: Cuando John le preguntaba por ella
guardaba silencio o evadía el tema; el solo recordarla era ya demasiado doloroso. Intento salir con
otras personas, pero ninguna llenaba el vació que había dejado Miranda. A pesar de que intentó
no mostrarse débil frente a su hijo, este terminó por notar que su padre no estaba bien; sin
embargo, prefirió no indagar mucho en tema. Ha día de hoy, Arthur se encuentra en cama, preso
de una enfermedad que le impidió continuar con su trabajo, con sus únicas esperanzas puestas en
la pronta muerte.
El señor Wolcott era policía y una inspiración para John; así que John tomo la decisión de seguir el
mismo camino que él. Mientras estudiaba en la universidad conoció a una joven de su misma
edad: Mónica Merril; quien, tras unos años de relación se convertiría en su esposa y juntos
tendrían una hija a la que llamarían Anabel.
John contaba con un cargo un tanto importante dentro de la policía; lo que le brindaba acceso a
información exclusiva y a casos complejos. Mónica era reportera, siempre buscaba documentar los
casos de su marido por lo interesantes que resultaban para la prensa. A John no le gustaba que su
mujer se entrometiera en esos asuntos por el peligro que conllevaba; sin embargo, Mónica
continuaba con los suyo.
Ha revivido ese momento en sueños muchas veces, y aun despierto siente que puede escuchar los
llantos de ambas. La culpa de haber podido salvarlas le carcome por dentro, y el dolor a menudo le
impide conciliar el sueño. Mientras tanto su padre es otra dolorosa carga con la que debe lidiar.
A pesar de todo, el recuerdo de su amada y de su hija le sigue manteniendo en pies: Los bellos
momentos que pasaron juntos son para él como un rayo de luz que ilumina el oscuro camino que
debe recorrer solo. Y aunque su padre este muy enfermo, sigue estando ahí y eso le consuela,
aunque sea un sentimiento agridulce. Por otro lado, comenzó a asistir a una capilla; pues, si bien
nunca fue un gran creyente, necesitaba algo a lo que aferrase para mantener la cordura.
Ha generado un fuerte repudio hacia los criminales y su único objetivo es sacar de las calles a
todos los que pueda, por los medios que haga falta; aun si dichos medios no son éticos.