Participacion Ciudadana.

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Instituto Nacional de Educación Diversificada

Nombre: Clarita Sucely Tzaj Chox

Profesora; Gladys Nohemí Moreno Gómez

Curso: Seminario Sobre Problemas Socio Económico De Guatemala

Grado: Sexto Perito Contador

Ciclo: 2023
Bibliografía
Participación Ciudadana
https://es.wikipedia.org/wiki/Participaci%C3%B3n_ciudadana
http://archivos.diputados.gob.mx/
https://www.mineduc.gob.gt/
La Ciudadanía
https://www.significados.com/ciudadania/
https://diccionario.cear-euskadi.org/ciudadania/
https://www.coe.int/es/web/compass/
https://beta.sis.gov.eg/es/egipto/sociedad/la-ciudadan%C3%ADa/concepto-de-
ciudadan%C3%ADa/
compromiso ciudadano
https://www.uab.cat/web/detalle-noticia/compromiso-social-de-los-ciudadanos-
1345680342040.html?articleId=1345648725457
https://www.ehu.eus/es/web/enplegua/competencias-transversales/compromiso-
social#:~:text=El%20concepto%20de%20compromiso%20social,y%20el%20sentido
%20de%20pertenencia.
Buen Ciudadano
https://www.iprofesional.com/actualidad/346299-que-caracteristicas-definen-a-un-
buen-ciudadano
https://humanidades.com/buen-ciudadano/
https://www.google.com/search?
q=buen+ciudadano+social&rlz=1C1GCEB_enGT1044GT1045&sxsrf=APwXEdcs306
gEOr7L0E8jZIGNluAMrCO9Q
%3A1683295774945&ei=Hg5VZM2rObCDkvQPpJOM6Ag&oq=buen+ciudadano+so
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https://www.politikumecuador.com/post/buen-ciudadano

https://www.google.com/search?
rlz=1C1GCEB_enGT1044GT1045&sxsrf=APwXEddGL89uu0rD6cNPJOI7ennbVgr
Q7w:1683295821597&q=Importancia+de+ser+un+buen+ciudadano&sa=X&ved=2
ahUKEwjE6_3Lrd7-
AhWwRTABHXDfDN0Q1QJ6BAgvEAE&biw=1242&bih=568&dpr=1.1

https://humanidades.com/buen-ciudadano/
Participación ciudadana

La participación ciudadana es la intervención de la ciudadanía en la toma de decisiones

respecto al manejo de los recursos y las acciones que tienen un impacto en el desarrollo de

sus comunidades. Es un legítimo derecho de los ciudadanos y para facilitarla se requiere de

un marco legal y de mecanismos democráticos que propicien las condiciones para que las

personas y las organizaciones de diversos sectores de la sociedad hagan llegar su voz y sus

propuestas a todos los niveles de gobierno.

El término participación social o ciudadana puede ser conceptualista desde diferentes

perspectivas teóricas, así puede referirse a los modos de fundamentar la legitimidad y el

consenso de una determinada población, por ejemplo: la participación democrática o

también puede referirse a los modos de luchar contra las condiciones de desigualdad social

y para cuya superación se necesita impulsar la participación. En la mayoría de las

definiciones de participación ciudadana, existen elementos en común: una mediación entre

sociedad y gobierno para que los distintos sujetos sociales intervengan, con base en sus

diversos intereses y valores, los cuales influyen en políticas públicas y en las estructuras de

gobierno, fundamentándose en el reclamo del derecho a la intervención en los asuntos que

les competen.

El Estado, al asumir los problemas e intereses de la sociedad, tiene la tarea de generar

políticas eficaces de desarrollo en diferentes ámbitos, considerando el derecho de la

ciudadanía para potenciar sus capacidades de control y responsabilidad, ya que el desarrollo

de una nación democrática se logrará únicamente con activa participación de todos los

sectores de la sociedad. Aquí es donde entran los "valores de la participación ciudadana",

que se clasifican en 3 Partes: responsabilidad, solidaridad, tolerancia.


Una ciudadanía bien informada sobre los problemas de la comunidad podrá participar

activamente en el logro del bienestar presente y futuro, ya sea colaborando con acciones

simples hasta involucrarse y ejercer sus derechos en favor de la solución de los problemas,

poniendo en práctica los valores de la participación ciudadana, pues una sociedad

responsable, solidaria y tolerante es una sociedad justa en todos los sentidos. Por ejemplo,

algunos sectores de la sociedad son los

siguientes: mujeres, niños y jóvenes, campesinos, pueblos

indígenas, trabajadores y sindicatos, ONG, comerciantes e industriales, universidades y pro

fesionistas.

La participación ciudadana es continuamente seguida por su lado opuesto, que es

el abstencionismo. El desánimo y la desconfianza puede ser generalizada entre la población

por la falta del contacto institucional con la sociedad, es decir por la falta del trato directo

institucional social. La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 21

indica que toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o

por medio de representantes libremente escogidos. Y en su artículo 29 indica que toda

persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que solo en ella puede desarrollar

libre y plenamente su personalidad. Estos artículos muestran claramente que la

participación y el desarrollo son derechos y deberes que impulsan la personalidad de cada

persona habitante de este país.

Desde la perspectiva normativa, el término de participación ciudadana puede restringirse a

aquellos casos que representan una respuesta, individual o colectiva, de la sociedad a una

convocatoria realizada por parte de las autoridades gubernamentales en aquellos espacios

institucionales que éstas designan o crean. O como la plantea, la participación ciudadana se


entiende como “toda forma de acción colectiva que tiene por interlocutor a los Estados y

que intenta –con éxito o no- influir sobre las decisiones de la agenda pública.”

Sin embargo, a pesar de este aparente acuerdo, la discusión del significado de participación

ciudadana apenas está tomando fuerza en nuestro país. Una de las nociones más frecuentes

es la que distingue dos formas de participación, por una parte, “una que se refiere a la

posibilidad de intervenir en la toma de decisiones” y por otra, la “que enfatiza la toma de

posición de un individuo, independientemente de su poder de intervención en las decisiones

públicas”. De acuerdo con esta noción, existe una clara separación entre dos formas de

participación: en una se tiene la posibilidad de intervención y en otra no, sin punto medio.

Por ejemplo, desde la perspectiva que privilegia la relación entre la participación y el

estado, Alicia Ziccardi afirma que uno de los principales problemas con los que se topa el

concepto de participación ciudadana es que “pretende abarcar todo un universo de

asociaciones o agrupaciones del ámbito social, independientemente de que tengan o no

como objetivo incidir en el espacio público estatal”. Para esta autora, la participación

implica forzosamente una vinculación entre las organizaciones civiles o ciudadanos y el

Estado, que permita una participación efectiva. Desde otra perspectiva, Silvia Bolos hace

referencia a dos formas básicas de participación; una que implica decisiones de los

ciudadanos en asuntos de interés público, como las elecciones, el plebiscito o

el referéndum, y otra que implica las prácticas sociales que responden a intereses, muy

particulares, de los distintos grupos que existen en toda sociedad. Lo importante para Bolos

es que “ya sea para tomar decisiones, para gestionar o para obtener respuesta a problemas

particulares, la participación debe ser vista como un proceso que incluye dos actores

centrales: el gobierno y la sociedad”. Dicho de otra manera, esta autora considera que las
actividades de los grupos sociales remiten a dos formas de participación; la que se realiza

con fines e intereses específicos, sin que incluya una demanda o una relación hacia las

instancias de gobierno (asociaciones tipo padres de familia, grupos juveniles, grupos de

autoayuda, grupos de salud alternativa, etc.), y toda una gama de asociaciones y

organizaciones agrupadas alrededor de demandas de diversa índole así como el conjunto de

Organizaciones no Gubernamentales (ONG), que pueden o no tener relación con las

instancias de gobierno y los partidos.

Una tercera posición sostiene que la organización de grupos e individuos que busca influir

en las políticas públicas debe por definición considerarse participación política. En este

sentido, Fernanda Somohano afirma que todo esfuerzo realizado por los ciudadanos que

busque influir en las decisiones de políticas públicas y en la distribución de bienes públicos,

sin importar el medio, “puede considerarse participación política, independientemente de

que quienes detenten el poder la acepten o no”. Somohano define la participación ciudadana

más por la intención y los mecanismos utilizados por la sociedad civil que por los

instrumentos que el Estado ofrece para ello.

Cabe mencionar que las anteriores definiciones no son exhaustivas, ya que su objetivo es

brindar un panorama concreto sobre el concepto de participación ciudadana. Sin embargo,

vale la pena aclarar que términos como transparencia y acceso a la información,

organizaciones de la sociedad civil y mecanismos de democracia participativa (o

semidirecta), como el referéndum, el plebiscito, la iniciativa y la consulta popular y la

revocación de mandato, son indispensables para entender la participación ciudadana en los

sistemas políticos contemporáneos.


La participación ciudadana implica que todos los individuos deben intervenir estrechamente

en las actividades económicas, políticas y culturales de la sociedad. La participación

ciudadana también se define como el “involucramiento e incidencia del ciudadano común

en los procesos de toma de decisiones que se relacionan con la satisfacción de las

necesidades sociales. Implica interacciones con el Estado y con otros actores sociales e

instituciones.

La participación ciudadana es un conjunto de maneras para que la población acceda a las

decisiones del gobierno de manera independiente sin necesidad de formar parte de la

administración pública o de un partido político. Se debe de tomar en cuenta que la

participación ciudadana no solo se refleja a través del voto, sino que existen múltiples

maneras de tomar parte en asuntos públicos. Ejemplos de esto pueden ser acciones como

expresión, deliberación, creación de espacios de organización y disposición de recursos por

medio de los cuales los ciudadanos se involucran en la elaboración y decisión de temas que

son de su interés. El término participación social o ciudadana puede ser conceptualizada

desde diferentes perspectivas teóricas, así puede referirse a los modos de fundamentar la

legitimidad y el consenso de una determinada población, por ejemplo, participación

democrática o también puede referirse a los modos de luchar contra las condiciones de

desigualdad social y para cuya superación se necesita impulsar la participación. 1 En la

mayoría de las definiciones de participación ciudadana, existen elementos en común: una

mediación entre sociedad y gobierno para que los distintos sujetos sociales intervengan, con

base en sus diversos intereses y valores, los cuales influyen en políticas públicas y en las

estructuras de gobierno, fundamentándose en el reclamo del derecho a la intervención en

los asuntos que les competen. 2 La participación ciudadana es continuamente seguida por
su lado opuesto, que es el abstencionismo. El desánimo y la desconfianza puede ser

generalizada entre la población por la falta del contacto institucional con la sociedad civil,

es decir por la falta del trato directo institucional. La Declaración Universal de los

Derechos Humanos en su artículo 21 indica que toda persona tiene derecho a participar en

el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos. Y

en su artículo 29 indica que toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que

sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad. Estos artículos muestran

claramente que la participación y el desarrollo son derechos y deberes que impulsan la

personalidad de cada persona habitante de este país.


La Ciudadanía

Ciudadanía se refiere al conjunto de derechos y deberes a los cuales el ciudadano o

individuo está sujeto en su relación con la sociedad en que vive. El término ciudadanía

proviene del latín civetas, que significa 'ciudad'. Por tanto, ciudadanía es la condición que

se otorga al ciudadano de ser miembro de una comunidad organizada.

La ciudadanía implica derechos y deberes que deben ser cumplidos por el ciudadano,

sabiendo que aquellos serán responsables por la convivencia del individuo en la sociedad.

Este concepto de ciudadanía está ligado al derecho, sobre todo en lo que se refiere a los

derechos políticos, sin los cuales el individuo no puede intervenir en los asuntos del Estado,

y que permiten la participación directa o indirecta del individuo en el gobierno y en la

consiguiente administración a través del voto directo para elegir o para competir por cargos

públicos de forma indirecta.

Uno de los requisitos de la ciudadanía para que los ciudadanos puedan ejercer sus derechos

políticos es la nacionalidad. Pero también existen personas que, a pesar de ser nacionales

de un Estado, no tienen los derechos políticos, porque pueden haber sido revocados o

denegados. Por ejemplo, los presidiarios no tienen derecho a votar, que puede obligatorio

para los mayores de 18 años.

La ciudadanía exige al individuo, como habitante de la ciudad (como dice la raíz de la

palabra), que cumpla sus deberes, y que, como individuo de acción, lleve a cabo sus tareas

para su bien y también para el desarrollo de la comunidad en la que vive, ya que los

problemas de la ciudad deberían ser una preocupación de todos los ciudadanos.


La ciudadanía se ejerce por las personas, los grupos y las instituciones que, a través de

la capacitación, es decir, a través del poder que tienen para realizar las tareas sin necesidad

de autorización o permiso de alguien.

Las acciones ciudadanas deberían causar cambios que conduzcan a evolucionar y

fortalecerse, participando en comunidades, en políticas sociales y en ONG (Organizaciones

no gubernamentales) de manera activa a través del voluntariado, donde se realizan acciones

de solidaridad para el bien de la población excluida de las condiciones de ciudadanía.

Estas últimas organizaciones complementan la labor del Estado, realizando acciones en

aquellas áreas a las cuales este no consigue llegar.

El término proviene del latín ‘civetas’, que significa ciudad. Por tanto, la ciudadanía se ha

definido como la condición que se otorga al ciudadano o la ciudadana de pertenecer a una

comunidad organizada.

La connotación más frecuente está ligada al Derecho, especialmente a los derechos

políticos, sin los cuales la persona no puede intervenir en los asuntos del Estado. Desde esta

perspectiva, la ciudadanía equivale al conjunto de derechos y deberes por los cuales las

personas se sostienen en su relación con la sociedad en la que viven.

Siguiendo las teorías de Richard Zapata, la ciudadanía ha sido concebida además de una

forma culturalmente homogénea que se ha usado para legitimar un sistema jerárquico en

donde el hecho de quienes quedan dentro puedan obligar a quienes quedan fuera a obedecer

sus leyes y decisiones.


Histórica y generalizadamente, uno de los requisitos de la ciudadanía ha sido

la nacionalidad. De hecho, la mayoría de los Estados de la Unión Europea continúan

subordinando la ciudadanía a este requisito.

Sin nacionalidad se priva a las personas de ejercer sus derechos.

Marshall señala que hoy, ser ciudadana o ciudadano de pleno derecho implica “desde el

derecho a un mínimo bienestar y seguridad económica hasta el compartir al máximo el

patrimonio social y a vivir la vida de acuerdo con los estándares imperantes en la

sociedad”.

En este camino, actualmente, los retos sociales y políticos que están generando la

globalización y el modelo económico imperante capitalista, han conducido a la denominada

‘ciudadanía global crítica’. Este concepto de ciudadanía superala restricción de las formas

de participación centradas en el derecho al voto. Las prácticas se amplían a la participación

activa de las personas y colectivos en la transformación social, a la reivindicación de

derechos y a centrar la acción de la ciudadanía en torno a las necesidades de las personas.

La ‘ciudadanía global crítica’ plantea un modelo que se basa en la plena consciencia de la

dignidad intrínseca al ser humano, en su pertenencia a una comunidad local y global. Desde

este enfoque, la persona ciudadana es responsable y comprometida, a nivel personal y

colectivo, con la transformación de la realidad local y global para construir un mundo más

justo, equitativo y respetuoso con la diversidad y con el medio ambiente, en el que todas las

personas puedan desarrollarse libre y satisfactoriamente.


Esta idea de ciudadanía tiene hoy su reflejo en la mayoría de los significados más comunes

del término, que se refieren a la relación jurídica entre el individuo y el estado. La mayoría

de las personas en el mundo son ciudadanos legales de uno u otro estado-nación, y ello les

da derecho a ciertos privilegios o derechos. Ser un ciudadano también impone ciertas

obligaciones en términos de lo que el estado espera de las personas sometidas a su

jurisdicción. Por lo tanto, los ciudadanos cumplen ciertas obligaciones con su estado y a

cambio pueden esperar la protección de sus intereses vitales.

Sin embargo, el concepto de ciudadanía tiene muchas más capas de significado que la de

ciudadanía legal. Hoy en día “ciudadanía” es mucho más que una construcción jurídica y se

refiere, entre otras cosas, a la sensación personal de pertenencia, por ejemplo, al sentido de

pertenencia a una comunidad que puedas moldear e influir directamente.

Una comunidad puede definirse a través de una variedad de elementos, por ejemplo, a

través de un código moral compartido, de un conjunto idéntico de derechos y obligaciones,

de la lealtad a una civilización común, o a través de un sentido de identidad. Desde el punto

de vista geográfico, el término “comunidad” generalmente se define a dos niveles

principales, diferenciando entre la comunidad local, en la que vive la persona, y el estado,

al que pertenece la persona.

La ciudadanía se define como un término derivado de la palabra patria, que es el lugar en el

que reside una persona, haya nacido o no en él. La ciudadanía, también, se conoce como

una relación recíproca entre los individuos y el Estado al que pertenecen, y les dan lealtad

para obtener más tarde un conjunto de derechos civiles, políticos, sociales y económicos.
Hay muchos puntos de vista sobre el concepto de ciudadanía, algunos lo ven como la

igualdad en derechos y deberes entre las personas de una nación, y otros dicen que la

ciudadanía es un sinónimo a la democracia, y algunos ven su derecho legítimo en gestionar

los asuntos del Estado, la participación política y el derecho a la autodeterminación. En lo

que nadie está en desacuerdo es que la ciudadanía es un conjunto de valores normativos que

representan el derecho humano a una vida segura y digna, a la justicia y a la igualdad en los

derechos sociales de cada individuo en la sociedad, independientemente de su sexo, religión

o secta; así como su derecho a expresar su opinión y a elegir a su representante en la

cúspide del poder político de su país.

En resumen, la ciudadanía es un marco que da cabida a todos, ya que preserva los derechos

de la minoría y de la mayoría dentro del concepto de ciudadanía integrada, y es la igualdad

entre los ciudadanos independientemente de los matices religiosos, sectarios, tribales,

raciales o sexuales. Todo ciudadano tiene todos los derechos y tiene todos los deberes, y la

verdadera ciudadanía no ignora las realidades de la estructura cultural, social y política de

la patria, no cambia las proporciones de sus componentes y no practica una falsificación de

la realidad; al contrario, trata esta realidad a partir de sus hechos fijos, ya que proporciona

el entorno correcto y fértil para formular la cultura de la patria que se forma a partir de la

interacción de las culturas de los pueblos de la patria.


Compromiso ciudadano

Según los resultados de esta investigación, la participación en organizaciones de

voluntariado y la importancia de participar en actividades que benefician al conjunto de la

población es mayor cuanto más alto es el nivel de estudios. Así, mientras el 6% de las

personas sin estudios participa de una manera activa en estas organizaciones, el porcentaje

asciende al 13% en el caso de las personas con estudios universitarios. El 87% de las

personas con estudios universitarios dan mucha importancia a participar en actividades que

benefician al conjunto de la población, mientras que el porcentaje de personas sin apenas

estudios que dan la misma importancia a estas actividades desciende hasta el 76%.

El nivel de estudios está claramente asociado a la actitud hacia los impuestos y el gasto en

políticas sociales. A medida que aumenta el nivel educativo, se observa una mayor

preferencia hacia el aumento de impuestos y el incremento del gasto en políticas sociales.

El 38% de las personas con estudios universitarios prefieren un mayor gasto social, a costa

de incrementar los impuestos y el 35% estaría en contra de esta medida, mientras que sólo

el 14% de las personas sin estudios o con estudios primarios está a favor de este aumento

de impuestos para incrementar el gasto social, con el 58% en contra.

La investigación también muestra una asociación entre el estado de salud y buena parte de

las variables de competencia cívica, así como a la actitud hacia los impuestos y el gasto en
políticas sociales. Las personas con un buen estado de salud consideran más importante

votar en las elecciones y seguir la actualidad política, y muestran un mayor de confianza en

el gobierno y los políticos. Cuanto peor es el estado de salud de las personas, menos

dispuestas están a que se incremente el gasto social mediante un aumento de los impuestos.

La edad y el sexo también influyen en las variables analizadas. El grupo de edad de 50-64

años es el más interesado en temas políticos y sociales. A partir de los 35 años de edad, los

ciudadanos son más favorables a una subida de impuestos y un mayor gasto en políticas

sociales, y tienen una mayor percepción de inseguridad hacia el futuro. En cuanto al

género, las mujeres consideran más importantes los valores cívicos, y en cambio los

hombres muestran un mayor interés por los temas relacionados con la política. Los hombres

son más partidarios que las mujeres de pagar más impuestos a cambio de un mayor gasto en

políticas sociales.

Basándose en todas las variables analizadas en el estudio, los investigadores han

desarrollado una tipología de los ciudadanos españoles, según la cual el 36% tiene un perfil

“comprometido”, es decir, son miembros activos de organizaciones de voluntariado,

consideran importante votar en las elecciones, seguir la actualidad política y participar en

actividades que beneficien al conjunto de la población, confían en el gobierno y en los

políticos y se muestran interesadas en participar en una comisión ciudadana sobre el gasto

en políticas sociales.

El 18% tiene un perfil “apático”, no se interesan por los asuntos políticos ni sociales, no

consideran importante el voto ni seguir la actualidad política, no desean participar en la


comisión ciudadana y no confían en el gobierno ni en los políticos. El grupo de ciudadanos

con un perfil “indefinido” asciende al 46%, y lo integran individuos que tienen entre “poco

y bastante” interés en los asuntos de participación social.

El compromiso ciudadano, es el ejercicio cotidiano de hacer realidad aquellos derechos y

obligaciones que se tienen como persona o como grupo. El compromiso ciudadano no se

trata solamente de exigir, sino también de cumplir con las obligaciones que nos

corresponde.

El compromiso social, junto con la ética, es señalado “como una parte importante de la

promoción de la ciudadanía consciente, en tanto que favorecen no sólo el pensamiento

crítico sino el acercamiento a la realidad social, planteado éste como una invitación para

construir y transformar” (Encajado et al., 2018, p. 106). En este sentido, es evidente el

potencial de la Universidad para convertirse en un modelo de referencia en el ámbito del

compromiso y de la responsabilidad social. 

Preparar profesionales en el siglo XXI supone formar personas por y para la comunidad,

tanto local como global. Consiste en la formación académica integral de ciudadanas

solidarias y ciudadanos solidarios, capaces de participar en el desarrollo humano sostenible

de su sociedad.

En concreto, una propuesta de educación para la sostenibilidad integraría la promoción de

distintos tipos de aprendizaje relacionados con: la comprensión crítica de la problemática

socio-ambiental global, nacional y/o local; las habilidades, estrategias, técnicas y

procedimientos para la toma de decisiones y la realización de acciones relacionadas con la


sostenibilidad; y la concepción moral y ética desde la que fomentar las nuevas actitudes y

valores coherentes con la sostenibilidad.

Respetar las leyes y normas que rigen la vida de la sociedad. Observar fielmente las normas

de tráfico. Ayudar en la conservación de la naturaleza. Mantenerse alejado de agresividad y

de la violencia.

Este sentido de ciudadano se modifica cuando, al término de la Edad Media, los filósofos

naturalistas sugieren que la libertad individual, en el mundo moderno, no depende de la

pertenencia a la comunidad.

Por el contrario, la antecede y la condiciona, idea que surge gracias al nacimiento del

Estado moderno y después de la Declaración de los Derechos Fundamentales del Hombre

que deja como consecuencia la Revolución francesa; haciendo que el concepto descanse en

estos derechos políticos, civiles y sociales.

Así, el ciudadano responde a una colectividad, a una pertenencia a la comunidad y que los

hace iguales gracias a esos derechos.

Un buen ciudadano debe estar informado acerca de los eventos actuales de su comunidad,

tanto en el plano político como económico, social y cultural, para así poder actuar y tomar

decisiones en base a datos.

 Un buen ciudadano se informa y luego analiza esa información, exigiendo pruebas y

argumentos. Formula sus propias opiniones y toma decisiones pensando no solo en el

beneficio personal sino también en la comunidad.


Un ciudadano es todo miembro activo de un Estado, que forma parte de una sociedad y

tiene derechos y obligaciones. Se suele utilizar este término para referirse a aquel que nació

o vive hace un tiempo determinado en un territorio.

Se considera que un individuo es buen ciudadano cuando trabaja para concretar los

objetivos del grupo en miras a la paz y armonía social. Es aquel que se involucra con

la comunidad en el ámbito social, económico o político, cumple sus obligaciones, asume

responsabilidades y respeta los derechos ajenos.

La ciudadanía se construye en un lugar y en una sociedad específica. Por eso, para ser un

buen ciudadano se requiere conocer la historia de ese lugar. Conocer la situación

geográfica, las riquezas culturales y naturales del lugar, sus puntos fuertes y debilidades

ayuda a formar la identidad del ciudadano.

Un buen ciudadano debe estar informado acerca de los eventos actuales de su comunidad,

tanto en el plano político como económico, social y cultural, para así poder actuar y tomar

decisiones en base de datos.

Se considera que un individuo es buen ciudadano cuando trabaja para concretar los

objetivos del grupo en miras a la paz y armonía social. Es aquel que se involucra con la

comunidad en el ámbito social, económico o político, cumple sus obligaciones, asume

responsabilidades y respeta los derechos ajenos.

Todos los puntos antes expuestos son, para mí, las cosas más importantes para ser un “buen

ciudadano” ya que cada uno de ellos cumple su objetivo que es para mí llegar a un mundo

utópico o en términos reales un mundo mejor. Sin embargo, hay que recordar que las
personas deberían ser siempre aceptadas, escuchadas y respetadas por todo el mundo. No

obstante, siempre habrá discusión y desacuerdo entre todos porque las perspectivas son

distintas. El objetivo de mi artículo no es juzgar o mucho menos criticar. Para mí, son

recomendaciones que nos harían mejor como ciudadanos y como sociedad en general.

Y no me mal interpreten: estos “pasos” no los tenemos que hacer de modo automático sino

poco a poco. Es importante disfrutarlos y ser felices haciéndolos sabiendo así que estamos

haciendo un bien en general y deberíamos sentirnos alegres por esto, porque estamos

cooperando para un mundo mejor.

Un buen ciudadano respeta las diversas creencias y religiones, orientaciones sexuales,

ideologías políticas y costumbres que existen en la sociedad. Además, la interacción con

personas que tienen opiniones y puntos de vista diferentes enriquece la visión y fortalece su

actitud crítica. Respeta los derechos humanos.

Alude al cumplimiento de deberes y a las normas. Implica el autocontrol, la honestidad, la

coherencia, la autonomía y la organización que permitirán cumplir las metas que uno se

traza como proyecto de vida y de país.

La ciudadanía se erige sobre un contexto de legalidad, por lo que todas las acciones de un

buen ciudadano se desarrollan de forma pacífica. Los buenos ciudadanos encuentran la

forma de participar en la comunidad y exigir los cambios necesarios a los organismos

gubernamentales sin ejercer la violencia. Además, un buen ciudadano rechaza la violencia

ejercida por otros, al denunciar los casos de los que es testigo.

Un buen ciudadano trabaja en un contexto de cooperación con sus conciudadanos y no se

limita a simples acciones individuales. La cooperación con otros ciudadanos permite lograr

modificaciones significativas para toda la comunidad.


Un buen ciudadano cuida el medioambiente en el que vive y puede formar parte de

organizaciones específicas de defensa del ambiente y de los derechos animales. También

puede realizar acciones diarias, como el tratamiento de residuos o el ahorro de agua y de

energía, que contribuyen al mantenimiento de un ecosistema limpio y equilibrado. Un buen

ciudadano no solo se limita a realizar estas acciones por sí mismo, sino que además las

fomenta en su comunidad.

El término participación social o ciudadana puede ser conceptualizada desde diferentes

perspectivas teóricas, así puede referirse a los modos de fundamentar la legitimidad y el

consenso de una determinada población, por ejemplo, participación democrática o también

puede referirse a los modos de luchar contra las condiciones de desigualdad social y para

cuya superación se necesita impulsar la participación.

Desde una perspectiva colectiva, el concepto participación aparece como aquella

intervención que requiere de un cierto número de personas cuyos comportamientos se

determinan recíprocamente

Desde la perspectiva de las ciencias sociales la participación es entendida como la

asociación del individuo con otro/s en situaciones y procesos más o menos estructurados y

donde el individuo adquiere un mayor ejercicio de poder en relación con determinados

objetivos finales que pueden ser conscientes para el individuo o significativos desde la

perspectiva del sistema social.


Anexo

Participación ciudadana

La ciudadanía

Compromiso Ciudadano

Buen Ciudadano
¿Qué es un líder?
Un líder es una persona que dirige a un grupo, desde un equipo hasta la población de un
territorio, y que tiene la capacidad de influenciar, estimular e incentivar a los integrantes
para dar lo mejor de cada uno, con el propósito de alcanzar los objetivos comunes.

El líder dirige y exige al grupo desde un lugar de igualdad, de acompañamiento y


de colaboración.

El líder necesita de alguien a quien transmitir la visión; necesita identificar las necesidades


de las personas o grupos de personas; y tomar decisiones que afectarán a sus seguidores.
Como tal, el líder está entrañablemente ligado a la gente que lo sigue.

Como tal, el líder está entrañablemente ligado a la gente que lo sigue. Pero, ¿cómo funciona
eso (o, quizás más importante, ¿cómo debería funcionar eso?) en el contacto diario entre
individuos? ¿Cuál es el rol del líder visto dentro del contexto de trabajo con sus seguidores?
Hay cuatro ejes que consideramos centrales para el trabajo del líder con sus seguidores:

 Escuchar a los seguidores;


 Responder a sus expectativas y preocupaciones;
 Motivarlos al pensamiento y a la acción a través de su propia visión o ideales; y
 Delegar trabajo.

El liderazgo es una negociación entre los líderes y sus seguidores. Ninguno de los dos
puede existir sin el otro. Los líderes prestan atención y también la captan. Aunque los
líderes son figuras dominantes, la interacción entre el líder y el seguidor es mucho más
compleja que una simple dominación: cada uno saca a relucir lo mejor del otro. El nuevo
estilo de liderazgo no es arbitrario ni unilateral, sino un impresionante y sutil recorrido de
energía en ambos sentidos, ya sea entre el maestro y sus músicos o entre el director general
de una organización y su personal. La negociación genera unidad. El director y la orquesta
son uno mismo…Ese enfoque unificado fluye a partir de la transmisión de una visión
Es una persona con la capacidad de influir a favor de la comunidad. Los líderes son
personas con ciertas habilidades y características definidas.

Por ejemplo, un buen líder habla con las personas que representa y promueve que se
solucionen los problemas usando el diálogo.

Existen características importantes en un líder, por ejemplo, el respeto, la responsabilidad y


la tolerancia. Para ser líderes, las personas necesitan tres grupos de habilidades que les
permiten manejar y orientar a sus representados. Estas habilidades son:
Habilidades humanas Habilidades técnicas Habilidades teòricas
 Reconocer públicamente  Usar y administrar de  Sabe cómo distribuir las
el trabajo de los buena forma, el dinero y actividades de su grupo
miembros de su grupo o los bienes de la comunidad. o comunidad.
comunidad.  Consigue apoyo o asesoría  Conocer la forma de
 Mantener a los con otros grupos o ordenar adecuadamente
miembros del grupo instituciones y mantienen todas las actividades y
animados a continuar una buena comunicación. los recursos.
trabajando por el  Buscar la forma pacífica de  Después de cada
desarrollo. resolver los conflictos en actividad, promover una
 Saber guiar a su grupo. su grupo o comunidad. Por evaluación con los
ejemplo, a través del uso miembros de la
del diálogo y escucha comunidad para darse
activa. cuenta de cómo va el
trabajo y con esto, poder
mejorarlo en las
próximas actividades.

El estilo de del líder depende de cómo la comunidad lo mire y acepte, se desarrolla a través
de la experiencia, la formación y la educación. Así podemos encontrar diferentes tipos de
liderazgo, por ejemplo:

Participativo: consulta con los Líder tradicional: hereda el


demás en un grupo, escucha y poder por costumbre o porque
toma en cuenta las opiniones algún familiar ha sido líder.
en sus decisiones.

Liderazgo
comunitario

Directivo: habla con los Líder transformador: promueve


integrantes del grupo y les dice cambios profundos en las
lo que espera de ellos, guía de personas, organizaciones y
trabajo. comunidades.
Bibliografía
¿Qué es un líder?
 https://concepto.de/lider/
 https://ctb.ku.edu/es/tabla-de-contenidos/liderazgo/funciones-de-liderazgo/
aprender-de-los-participantes-y-contribuir/principal
 Warren Bennis y Joan Goldsmith: Aprender a liderar
 Guía de trabajo 2 – participación ciudadana.

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