Medicina en El Renacimiento
Medicina en El Renacimiento
Medicina en El Renacimiento
MEDICINA EN EL RENACIMIENTO
La medicina alcanzó gran desarrollo en el Renacimiento, fue un periodo de
transición de la Edad Media a la Edad Moderna un amplio movimiento cultural que se
produjo en Europa Occidental, que de acuerdo con Sarton ocupa el periodo
comprendido entre los años 1450 – 1600. La época del pensamiento anatómico: de la
anatomía, la cirugía y la anatomía patológica, algunos referentes de esta época fueron
Vesalio, Leonardo da Vinci, Paracelso, Servet, Paré, entre otros. Un impulso para el
estudio anatómico venía también del arte, de pintores y escultores que, con ese espíritu
humanista, querían conocer el cuerpo humano para representarlo en toda su belleza.
PATOLOGÍAS
En aquellos tiempos, las condiciones de salud no eran las adecuadas, la higiene
era deficiente, la suciedad y las aglomeraciones humanas trajeron irremediablemente
plagas de piojos, chinches, etc., que eran portadores de infecciones. Algunas de las más
importantes enfermedades infecciosas que adquirieron carta de naturaleza en el
Renacimiento y cuyo mejor conocimiento se fraguó en esos años fueron: la sífilis, el tifus
exantemático, la muerte negra, la viruela, y la difteria.
Morbo galico o sífilis, que se relacionó con el Nuevo Mundo, recibe este nombre
debido a Girolamo Francastoro (1483 – 1553) y su poema Syphilis sive morbus gallicus
(1530). Es una de las “nuevas enfermedades” descriptas en el renacimiento, desde el
primer momento hubo controversia en torno a su origen americano o europeo. La
propagación de la sífilis llego a ser tan extensa, que aún se creía que se propagaba de la
misma forma (proximidad con la persona contagiada) se desconocía la naturaleza
sexual de esta enfermedad, por lo que no causaba ningún tipo de estigma social. Las
actitudes sociales cambiaron rápidamente cuando la gente empezó a comprender que
la sífilis se transmitía a través de las relaciones sexuales. Girolamo sugirió dos formas
para el tratamiento de la sífilis.
Por un lado el uso de un medicamento procedente de América, el Guayaco o Palo
Santo originario de América Central y del Sur el Guayaco que fue introducido a Europa
por los médicos españoles, durante las dos primeras décadas del siglo XVI gozó de un
enorme prestigio como antisifilítico, junto con la raíz de China y la Zarzaparrilla.
Por otro lado el tratamiento que correspondía fundamentalmente a los cirujanos
ya que se trataba de una enfermedad con manifestaciones externas. Este correspondía
exclusivamente con el uso de mercurio, los cirujanos barberos trataban las ulceras
sifilíticas con ungüentos contundentes en la piel con mercurio y grasa; o bien
introduciendo al enfermo en una estufa donde se quemaba cinabrio esta terapéutica
resultaba extremadamente dolorosa. Algunos médicos a pesar, de conocer la toxicidad
de algunos preparados de este metal, comenzaron a administrarlo por vía oral.
Esta última forma fue la que permaneció prácticamente hasta principios del siglo
XX de una forma más ensayada y pautada.
El tifus exantemático o también llamado “tabardillo” llegó a Europa en 1489,
traído por soldados que habían estado luchando en la isla de Chipre, y una mayor
veracidad poseen los datos que lo describen en el ejército de los Reyes Católicos que
sitió la ciudad de Granada en 1489. Fue llamado por los médicos renacentistas
españoles morbus lenticularis, tabardillo y pintas, por las lesiones dermatológicas
«semejantes a las picaduras de pulga». Este era transmitido por el piojo verde que
cursaba con fiebre, manchas rojas en la piel de los brazos y del tronco, delirio, heridas
gangrenosas y un desagradable olor de carne podrida.
En 1665-1666, la Muerte Negra mató al 20 por ciento de la población de Londres.
Mientras que la Muerte Negra vino de Asia, las personas que viajan desde Europa a otras
partes del mundo también exportaron algunos patógenos mortales. Antes de que los
exploradores españoles desembarcaran en las Américas se infestaron de influenzas,
sarampión y viruela. Los emigrantes transmitieron estas enfermedades a los nativos
americanos que no tenían inmunidad contra ellas, haciéndolas particularmente
mortales. La Viruela contribuyó al declive del Imperio Azteca, en lo que ahora es México,
los síntomas eran fiebre muy altas, erupciones cutáneas y complicaciones cerebrales,
después de la llegada del virus con los conquistadores Españoles en el 1519. Más de
tres millones de Aztecas sucumbieron a la enfermedad. Gravemente debilitados, los
Aztecas fueron vencidos fácilmente. La viruela también causó la muerte de un
Emperador Inca y eliminó gran parte de la población Inca del Oeste de Sudamérica. El
virus de la viruela y otras infecciones mataron a millones de personas dentro de los 100
años de la llegada de Colón. La viruela fue la responsable del fallecimiento o la
desfiguración de una de cada diez personas en Europa.
Acerca de la difteria ha de señalarse que los nuevos conocimientos adquiridos
en el siglo XVI permitieron separarla como una nueva entidad morbosa y situarla
dentro del grupo de enfermedades que afectaban a la garganta. Se ha dicho que existía
en la antigüedad y para ello han servido de apoyo las descripciones de enfermedades
que cursaban con afección de garganta y asfixia, que pueden consultarse en las obras
de Hipócrates, Galeno y Areteo de Capadocia. El médico español Juan de Villarreal, dejó
una gran narración de la difteria laríngea en De signis, causis, essentia, prognostico et
curatione morbi suffocantis, publicada en 1611, a la que hay además que añadir el
mérito de haber comprobado en la necropsia de estos enfermos la presencia de una
membrana asfixiante que recubría la laringe, con lo que, de este modo, asoció la
enfermedad con su lesión anatómica.
También se prestó atención a las enfermedades del alma, que pasaron de ser
consideradas acción del diablo o de la delincuencia, a ser tratadas como trastornos
naturales.
TRATAMIENTOS
El tratamiento contra esos males eran, a menudo, a base de sangrías, lo que
responde a una visión algo rudimentaria de la enfermedad. Para ellos, las enfermedades
eran alteraciones de los humores. Si quitaban sangre, sacaban los humores que las
provocaban. Estas se practicaban en el ángulo del codo o en una zona en particular, con
sanguijuelas, pero aquello no funcionaba, y probablemente se causaban muchas
muertes. La medicina azteca combinaba el conocimiento adquirido mediante la práctica
con elementos de magia y religión. El saber medico se transmitía de padres a hijos.
También se lo enseñaba en los templos.
Algunos médicos se especializaban en el tratamiento de enfermedades. Otros se
dedicaban a la cirugía. Conocían jugos vegetales que adormecían a los pacientes antes
de las operaciones y usaban cabellos para coser las heridas. Los aztecas conocían unas
setenta enfermedades o condiciones médicas y tenían tratamientos para ellas,
consistían en la aplicación de medicinas de origen vegetal, animal o mineral. Les
atribuían propiedades curativas a más de 130 plantas y mantenían jardines botánicos,
donde cultivaban vegetales traídos de otras regiones y estudiaban sus propiedades.
Estos tratamientos se complementaban con rituales de purificación, plegarias o
el uso de amuletos. Creían que los dioses enviaban ciertas enfermedades a modo de
castigo.
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