Tom Campbell - La Justicia
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Tom Campbell - La Justicia
ISBN: 84-7432-948-5
Depósito legal: B. 33864-2002
Impreso en España
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El material reunido en este libro se ha ido gestando a lo largo de muchos años de en
señanza e investigación, principalmente en la Universidad de Glasgow, en los depar
tamentos de Política, Filosofía moral y Filosofía del derecho, y más recientemente en
la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Australia. Mis deudas con los
colegas y estudiantes de estas instituciones son demasiadas como para mencionarlas.
A unque la preferencia del autor por un análisis de la justicia basado en el mérito
resultará evidente para quien lea el libro, éste examina una amplia variedad de teorías
contemporáneas, incluidas aquellas que son profundam ente críticas con la idea mis
ma de justicia. Reciben una considerable atención las aplicaciones prácticas de estas
teorías en áreas específicas de interés político y legal, así como las conexiones ideo
lógicas con otras teorías. Uno de los intereses temáticos del libro es dem ostrar cómo
el análisis tradicional de la justicia puede ser reconfigurado para abordar problemas
sociales y políticos actuales.
El objetivo de la segunda edición es clarificar y ampliar el texto original y prestar
una atención más detallada al libertarianismo, al com unitarismo y al feminismo. Hay
ahora dos capítulos introductorios y un nuevo capítulo final. El análisis de Bruce
Ackerman en torno a la neutralidad ha sido incluido en otros capítulos. Los nuevos
capítulos tratan el trabajo de Robert Nozick, cuya contribución ha demostrado ser
notablemente duradera, Iris M arión Young, una feminista que se toma la justicia en
serio, y Jürgen Habermas, cuyo trabajo reciente ha tenido un gran impacto en las teo
rías políticas del derecho y la justicia.
Cam berra, diciembre 1999
Tom Campbell
¿Qué es la justicia?
Detrás de las diferentes perspectivas sobre la justicia que se trazaron más arri
ba, y más allá de ellas, se ubican ideologías políticas y sociales rivales, dife
rentes visiones del mundo que combinan compromisos sobre valores básicos
con un conjunto de presupuestos respecto de la naturaleza humana y de la so
ciedad. Las ideologías, tales como el liberalismo, el socialismo y el feminismo,
tienen un efecto muy importante sobre lo que se piensa respecto de qué es la
justicia y por qué es o no importante. La justicia adopta distintos ropajes en
diferentes ideologías políticas y estas ideologías adaptan la noción de justicia
de manera que se adecúe con mayor facilidad a su aspecto preferido.
La justicia podría verse también como ideológica en un sentido más espe
cífico y despectivo, popularizado por Marx, conforme al cual ofrece una falsa
visión de una situación ideal de igualdad y equidad que en realidad enmascara
y perpetúa relaciones de poder opresivas. Forma parte de la teoría marxista de
la explotación la idea de que la clase con poder económico en un tipo particu
lar de sociedad es mantenida en el poder en parte por la «falsa conciencia» de
aquellas clases que aceptan equivocadamente los ideales de la clase dominante
como si representaran los intereses de todas las clases. De este modo, la justi
cia en un sistema capitalista es la ideología de la clase dominante en el sentido
de que representa los intereses de los capitalistas y pretende legitimar falsa
mente las relaciones sociales y económicas existentes como si fueran institucio
nes objetivamente a favor de los intereses de todas las clases. Una asociación
similar entre las ¡deas de justicia y el fenómeno de la dominación masculina se
encuentra en muchas teorías de la justicia feministas.
Aunque no hay duda de que todos los conceptos morales y políticos for
man parte de la cultura y la retórica que sostienen las relaciones de poder
existentes, he señalado ya que el lenguaje de la justicia se usa con frecuencia
para criticar las relaciones de poder existentes, haciendo inverosímil argu
mentar que la justicia esconde siempre la legitimación del estatus quo, aunque
no hay duda de que a veces lo hace. Sin embargo, todas las teorías vigentes de
la justicia son ideológicas en el sentido débil de que están inmersas en una vi
sión particular del mundo. De este modo, es ilustrativo comparar las ideolo
gías libertaria, liberal del bienestar y comunitarista de la justicia, incluso si re
sulta que dichas ideologías no son todas igualmente autointeresadas.
La justicia libertaria pone el énfasis en los derechos individuales como
base irreducible para la organización social; la justicia se refiere al hecho de
que cada individuo debe obtener aquello para lo que tiene un título en virtud
del ejercicio de dichos derechos. Esta es la perspectiva adoptada por Robert
Nozick (ver capítulo 3).
En sustancia, tales derechos se agrupan en torno a la idea de autonomía e
independencia del individuo y la premisa de que todos los individuos pueden
elegir hacer lo que quieran en la medida en que no vulneren los derechos de
los otros. Para el libertarianismo, la justicia es una estructura normativa den
tro de la cual los individuos pueden perseguir sus propios objetivos sin vul
nerar los derechos de los demás. Es limitada, precisa y rigurosa. La justicia li
bertaria tiene más que ver con la libertad que con la igualdad, ya que pese a
tener un presupuesto fuerte de igualdad formal por el cual las personas son
iguales con respecto a su igual posesión de derechos idénticos, no sugiere que
el ejercicio de estos iguales derechos resulte o deba resultar en algo así como
una igualdad real de posiciones sociales y económicas; de hecho se presupo
ne lo contrario.
La ideología del liberalismo del bienestar, del que John Rawls puede ser
tomado como un representante moderado (ver capítulo 5), también concede
un lugar central a los derechos individuales, pero está más preocupado por la
justicia como una cuestión de distribución general de cargas y beneficios en
una sociedad en la que tanto los resultados como el procedimiento son varia
bles importantes. Aquí «bienestar» se refiere a la totalidad de la felicidad y el
bienestar de todas las personas y particularmente a la necesidad de aliviar los
sufrimientos de las personas pobres y desaventajadas. Para esta ideología, la
justicia se centra en la distribución de bienestar pero está bastante abierta con
respecto a la forma en que debería llevarse a cabo la distribución o al conjun
to de cargas y beneficios sociales y económicos a los que se aplica. Es indivi
dualista en cuanto a su compromiso con el valor de cada persona en particu
lar pero holista en el modo en que intenta alcanzar la justicia a través de la
gestión de la sociedad con vistas a que produzca una distribución general
equitativa de bienes y males dentro de un sistema de iguales derechos básicos.
A este respecto, el liberalismo del bienestar tiene algunas afinidades con la
teoría moral del utilitarismo, de acuerdo con el cual el criterio moral último es
la utilidad máxima, de modo que las decisiones morales se reducen a calcular
qué es lo que produce la mayor felicidad del mayor número, que en la prácti
ca significa priorizar el alivio del sufrimiento. La igualdad en la distribución
debe verse en el contexto de maximizar la realización de los deseos de todas las
personas, contexto en el que la igualdad en la distribución resulta ser un modo
de producir cuantitativamente el mejor resultado. Si las distribuciones son
consideradas justas en la medida en que son efectivas en lo que respecta la re
ducción del sufrimiento, el liberalismo del bienestar se transforma en lo que se
podría llamar socialismo liberal. Sin embargo, como veremos, Rawls está inte
resado en distanciarse de una filosofía puramente utilitarista.
Se debería notar que el utilitarismo, como teoría moral que hace hincapié
en el significado de las consecuencias de las acciones humanas y las organiza
ciones, puede sostener ideologías con muy diferentes propósitos en las que
no se ve que el énfasis en la igualdad tenga consecuencias igualitaristas, más
allá de la afirmación de que cada individuo cuenta por uno en el cálculo de
utilidad. El énfasis, en cambio, se ubica en la libertad individual en contextos
en los que existen oportunidades protegidas para un intercambio sin trabas
entre individuos, como el mecanismo principal para lograr la mayor felicidad
del mayor número. Podemos ver cómo funciona este utilitarismo en las teorías
económicas de la justicia, como la teoría de Richard Posner (ver capítulo 6),
y en varias formas de ideología política que a veces se citan como «racionalismo
económico». De esta manera, el utilitarismo aparece como una alternativa al
esquema de los derechos de Nozick que brinda la justificación para las pos
turas libertarias sobre el papel limitado del Estado.
Tanto el libertarianimso como el liberalismo del bienestar de Rawls se ba
san en presupuestos fuertes sobre la independencia y la autonomía individual
como el sustrato de la justicia. En este aspecto, dichas ideologías deben con
trastarse con otro conjunto de ideologías que ponen el énfasis en la prioridad
de la sociedad, la comunidad o el Estado por encima de la concepción de los
individuos como unidades que se pueden separar de su contexto cultural. La
etiqueta de «com unitarista» es un modo acertado y bastante extendido de
identificar posiciones que intentan alejarse del duro individualismo de los
derechos individuales y consideran que todos los valores están inmersos en
una particular cultura social o comunitaria, en el entendimiento de que todas
las culturas, incluso las individualistas, construyen un conjunto de valores
y expectativas dentro de las cuales tiene lugar toda interacción humana. La
«justicia», según esta visión comunitarista, se refiere al adecuado funciona
miento de un particular tipo de sociedad de acuerdo con sus propios valores
y su propia visión del mundo.
Como enfoque, el comunitarismo se distingue por su rechazo de las for
mas más extremas de individualismo, de acuerdo con el cual las sociedades
son simples organizaciones para promover los intereses de los individuos cu
yos valores y significado se establecen con independencia de la sociedad de la
que forman parte. El comunitarismo se vuelve más ideológico en un sentido
político estricto cuando adopta o bien la forma de un compromiso conserva
dor tradicional de preservar las relaciones sociales existentes, o bien la forma
de un movimiento activo comprometido con la creación de un ideal de co
munidad genuina. Las focmas más militantes de comunitarismo ideológico
pueden adquirir distintos matices, que incluyen visiones sobre la utopía so
cialista en la que la justicia viene dada por el hecho de que hay una igualdad
sustantiva real que se alcanza procurando que las personas tengan lo que ne
cesitan para ser miembros plenos e iguales de su sociedad, o un ideal feminis
ta en el que la opresión de género es eliminada y dominan valores cooperati
vos y de cuidado.
Estos y otros enfoques ideológicos opuestos de la justicia están todos re
flejados en las teorías que específicamente se discuten en este libro. Así, No
zick y, según algunas interpretaciones, también Dworkin son autores fácilmen
te identificables como libertarios. Rawls es un liberal del bienestar, aunque con
reformulaciones. Posner es un utilitarista económico. Marx es un tipo de co
munitarista. Young puede ser vista como una feminista con elementos tanto
del liberalismo como del comunitarismo. Estas divisiones ideológicas son im
portantes para entender e interpretar las teorías de la justicia, pero no son el
objetivo principal de este libro. El objetivo es, en cambio, ofrecer una expo
sición analítica así como algunas críticas filosóficas a las principales teorías ri
vales que tienen mayor relevancia en el mundo contemporáneo.
No se niega que debajo de las divergencias políticas a menudo subyacen
las ideas yuxtapuestas de la justicia como negativa o positiva, conservadora o
reformista, minimalista o maximalista. Y se reconoce que el análisis concep
tual de nociones políticas claves, tales como la de justicia, no puede aislarse
del desacuerdo ideológico. No obstante, se puede ganar mucho en claridad y
entendimiento en una discusión filosófica que inicialmente deja de lado el
desacuerdo ideológico evidente e intenta trabajar sobre los conceptos, distin
ciones y presupuestos implicados en diferentes teorías de la justicia. Cuando,
llegado el momento, asumimos finalmente una postura en temas ideológicos,
podemos aspirar a realizar elecciones que sean lúcidas e informadas. Encaradas
de este modo, las discusiones filosóficas de conceptos tales como el de justi
cia pueden revelar que los marcos conceptuales a menudo pueden separarse
de sus orígenes ideológicos y ser expuestos de una manera nueva dentro de
marcos ideológicos distintos. Esto muestra la variedad de elecciones de la que
disponemos mientras luchamos con la cuestión profundamente personal de
articular nuestro proprio punto de vista moral y político.
Todo análisis de la justicia debe ser capaz de dar cuenta de la inmensa varie
dad y complejidad de sus significados, aplicaciones y conexiones ideológicas,
e intentar mostrar la unidad que subyace a sus diferentes manifestaciones po
líticas sin minimizar el alcance del importante desacuerdo entre ellas. A falta
de la creencia ingenua en que existe un significado «verdadero» o «correcto»
de «la justicia», debemos proceder a dilucidar el despliegue real que realiza el
lenguaje de la justicia en toda su variedad hasta el punto en el que se tienen
que hacer elecciones estipulativas para llegar a un conjunto de distinciones
conceptuales claras y coherentes, que pongan de relieve la naturaleza de las
cuestiones políticas que están en juego. En este sentido, no habría un análisis
correcto de la justicia sino distintos análisis más o menos útiles.
En estas circunstancias puede resultar tentador caer en la técnica de reali
zar un análisis excesivamente vago y amplio que capte todos los distintos usos
de la palabra justicia tal como el término se usa en realidad, y luego pasar rá
pidamente a distinguir las diversas concepciones de la justicia que encierran
las distintas visiones rivales de la moral que coexisten dentro del concepto
amplio que funciona como una sombrilla que atrapa todo. El co n cep to , por
tanto, proporciona el «significado» de la justicia, mientras que las co n cep cio
n es enuncian los criterios de evaluación propuestos para determinar si ciertos
tipos de situaciones son justas o injustas. De este modo, el concepto de justicia
puede ser analizado como un conjunto de principios para valorar las institucio
nes sociales y políticas, mientras que las concepciones de justicia representan
diferentes visiones sobre el adecuado contenido de estos principios.
Rawls, por ejemplo, ve la justicia como un conjunto de principios para
«asignar derechos y deberes en las instituciones básicas de la sociedad» y defi
nir «la distribución adecuada de las cargas y beneficios de la cooperación so
cial» (1971, p. 4). En este contexto, el concepto de justicia significa «un equili
brio adecuado entre las demandas que compiten entre sí», mientras que una
concepción de la justicia es «un conjunto de principios relacionados para iden
tificar las consideraciones relevantes que determinan este equilibrio» (p. 10).
Alternativamente, dado que el punto de partida de Rawls no toma en
cuenta todos los usos a los que ha sido dedicado el lenguaje de la justicia, po
dríamos adoptar la perspectiva más tradicional de acuerdo con la cual el con
cepto de justicia se define como «dar a cada uno [o una] lo que merece», con
las distintas concepciones de la justicia indicando qué va a contar como lo que
merece una persona de acuerdo con diferentes visiones morales. Así, Miller
(1976) sostiene que «el estado de cosas justo es aquel en el que cada individuo
tiene exactamente aquellas cargas y beneficios que merece» (p. 20) y sigue di
ciendo que «las cuestiones importantes sobre la justicia surgen cuando trata
mos de establecer qué significa realmente el “m érito” de una persona» (p. 24).
De acuerdo con cualquiera de estas dos perspectivas, se puede asumir que
el análisis del concepto de justicia nos dice de qué se trata en la justicia de ma
nera aislada y filosóficamente considerada, mientras que los análisis de las di
ferentes concepciones de la justicia establecen qué es la justicia en términos
concretos, entrando así en el discutible campo del conflictivo e ideológico de
bate político. De esta formá', utilizar la distinción concepto/concepciones es
una estrategia común y, en alguna medida, esclarecedora e inevitable, pero tie
ne ciertos inconvenientes que, como veremos, se ven exacerbados por creen
cias bastante comunes acerca de la primacía de la justicia como valor político.
En particular, existe el peligro de que el concepto de justicia se vuelva de
masiado amplio y su distintivo ámbito moral quede en la sombra. Esto suce
de cuando la distinción concepto/concepciones se separa del uso efectivo del
lenguaje de la justicia, tal como aparece en los debates de los que los análisis
convencionales toman su material e ímpetu iniciales. Esto es particularmente
así en el nivel del «concepto» que a menudo no logra captar el contenido dis
tintivo de la conciencia de la justicia en contraste con otros ideales, tales como
el de humanidad o el relacionado con el logro de la felicidad. En efecto, cual
quier análisis que se propusiera captar la gama completa de usos en los que
aparece el lenguaje de la justicia se revelaría inmanejablemente abierto en
cuanto a sus propósitos, al contener el compendio completo de conceptos po
líticos fundamentales. Esta característica de estar sobredimensionado, que
tiende a ser el destino de todos los términos políticos con connotaciones emo
tivas esencialmente favorables, es un resultado frecuente y desafortunado de
1.1 aplicación de la distinción concepto/concepciones.
Con el fin de clarificar la naturaleza de los desacuerdos políticos, resulta
útil desarrollar un conjunto de conceptos que sean tan distintivos y precisos
tomo sea posible. Por tanto, es importante que al analizar el concepto de jus
ticia no se amplíe en exceso el campo de estudio hasta el punto de que se lle
gue a no poder distinguir la justicia de la suma de valores sociales y políticos.
I sto se puede hacer sin ignorar el discurso de la justicia en toda su extensión,
tal como se aplica en diferentes esferas, dado que en cada esfera distinguimos
los usos en sentido amplio o impreciso de aquellos que intentan usar el tér
mino «justicia» con connotaciones particulares. En este punto lo mejor es se
guir a Aristóteles en el Libro V de su Etica a N icóm aco donde, después de dis
tinguir entre justicia como «virtud completa» y justicia como «una parte de la
virtud» se concentra en esta última.
Además, la distinción concepto/concepciones puede llevar a malentendidos
si está basada en el presupuesto de que hay una línea clara de demarcación en
tre un concepto de justicia moralmente neutral, aunque altamente general, por
un lado, y concepciones específicas que encierran interpretaciones morales sus
tantivas del concepto general, por otro. Esta estrategia no ofrece la posibilidad
de que el concepto de justicia represente por sí mismo un punto de vista moral
distintivo que impone limitaciones sobre lo que razonablemente puede ser con
siderado como una concepción de la justicia. En este sentido, se debería consi
derar seriamente la posibilidad, por ejemplo, de que la justicia sea un concepto
inherentemente legal o liberal o masculino. De la otra parte, existe el peligro
de llegar a un análisis restrictivo del concepto de justicia que excluya visiones
políticas o filosóficas rivales sobre la base de consideraciones arbitrarias.
La eliminación de la excesiva generalidad con vistas al logro de un concepto
de valor relativamente neutral que entienda la justicia como una virtud políti
ca parcial, podría lograrse prestando una especial atención a los usos del len
guaje de la justicia que nos permiten seleccionar aquellas instancias en las que
el término «justicia» es usado en un sentido que claramente pretende distin
guirla de otros valores. Debemos notar, sin embargo, que los usos lingüísticos
a los que apelamos para establecer un concepto muy específico de justicia po
dría ser tendencioso o anticuado, y reflejar la experiencia y los prejuicios del
filósofo y su comunidad antes que la alegada neutralidad del discurso corrien
te característico. Algunos análisis del concepto de justicia que disponen de un
significado específico podrían a veces no ser otra cosa que artilugios para sus
traer del ámbito de la evaluación crítica un cierto conjunto de valores.
Por estas razones adopto en este libro dos niveles de análisis de las teorías
de la justicia. En el primer nivel, presento a los teóricos que en el ámbito de la
filosofía de habla inglesa actual son reconocidos generalmente como teóricos
de la justicia importantes y originales; sus teorías son presentadas en sus pro
píos términos y de acuerdo con sus propios presupuestos sobre el significado
y alcance de la justicia. Ninguno ha sido excluido sobre la base de que su teo
ría no sea realmente sobre la justicia sino sobre algo distinto a lo que errónea
mente se llama justicia, a pesar de que tan brutal tratamiento podría tener en
algunos casos una justificación filosófica. En un segundo nivel, sin embargo,
las teorías presentadas son sometidas a la crítica desde el punto de vista de un
análisis particular y controvertido de la justicia como un valor específico an
tes que como un valor de amplio alcance social y político.
El análisis específico que he adoptado en el segundo nivel es una combi
nación de lo que llamo elementos igualitaristas y de mérito. Por «igualitaris-
tas» entiendo que encierran un compromiso respecto de una idea sustantiva
de la igualdad que se aproxima a lo que normalmente se conoce como iguali
tarismo, conforme al cual cada persona debe disfrutar esencialmente de las
mismas o equivalentes circunstancias, pero en este caso es un presupuesto que
podría ser invalidado por consideraciones de mérito. Llamo a este presupues
to «igualdad antecedente» para indicar que es el punto de partida respecto del
cual deben justificarse los rumbos de cada uno. Por análisis de la justicia con
forme a «los méritos» entiendo un análisis que tiene en cuenta consideracio
nes de valor individual como factor necesario y fundamental en la determina
ción de qué es justo.
Se sigue de esto que hay una conexión necesaria entre justicia y mérito,
primero en el sentido amplio que de la justicia en todos sus aspectos tiene que
ver con tratar a las personas como seres de igual valor en el sentido de que sus
experiencias y acciones como criaturas sensibles y responsables tienen la mis
ma importancia intrínseca, y segundo en el sentido más restringido de que tal
tratamiento permite y requiere relacionarse con la gente de manera diferente
según sus méritos, es decir, según lo que merecen en virtud de su conducta.
U tilizando la distinción concepto/concepción, un análisis de los méritos (o
tal vez el análisis igualitarista y de méritos) significa que el concepto de justicia
presupone la igualdad antecedente como el punto de referencia inicial y re
quiere que las salidas desde este punto reflejen los méritos de las personas im
plicadas, mientras que las distintas concepciones de la justicia tienen que ver
con lo que cuenta como mérito. Esto desemboca en la afirmación general
de que un estado de cosas es justo si y solo si es un estado de cosas que re
fleja acertadamente la igual valía y el desigual mérito de las personas sensibles
y responsables.