Carlos Miranda
Carlos Miranda
Carlos Miranda
No obstante, a mi juicio, hay una razón más profunda para explicar las
barricadas. Dicha razón se relaciona con las limitadas posibilidades que tiene
la ciudadanía de influir en la toma de decisiones en una democracia que lo
único que nos ofrece es votar cada cierto tiempo, pero no nos permite ser
realmente escuchados.
De este modo fue el propio sistema político el que legitimó acciones que
rayan en el vandalismo, porque la ciudadanía aprendió que su único camino
para mejorar su situación es molestar y actuar de forma disruptiva, ya que
durante muchos años la protesta pacífica que no molesta a nadie, no tuvo
buenos resultados.
No pretendo con este escrito hacer una apología de las barricadas, pero
obviamente es muy difícil condenarlas cuando lo que las motiva es la
situación económica desesperada de las familias en un sistema político que no
tiene mecanismos para resolver esa desesperación de otra manera.
Por eso quienes critican estas formas de actuar, lo hacen desde su posición de
comodidad o desde su ignorancia o -incluso- desde un sentimiento de derrota
tan profundo que ya ni siquiera se atreven a luchar y ven en toda forma de
lucha un acto sin sentido.
Quienes critican las barricadas olvidan que cuando las urgencias son ahora y
nuestro sistema político no posee mecanismos rápidos de resolución de
conflictos, ni tampoco es sensible a la protesta pacífica, entonces la barricada
aparece como una opción legítima para muchas personas.