Trabajo de Comunicación

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PLANIFICACIÓN

RESEÑAS:
TODAS LAS SANGRES
La novela se inicia con el suicidio de don Andrés Aragón de Peralta, jefe de la familia
más poderosa de la villa de San Pedro de Lahuaymarca, en la sierra del Perú. Su muerte
anuncia el fin del sistema feudal que hasta entonces ha predominado en la región. Don
Andrés deja dos hijos: don Fermín y don Bruno, enemigos y rivales, quienes en vida del
padre se habían ya repartido sus inmensas propiedades.
El conflicto principal gira en torno a la explotación de la mina Apar’cora, descubierta
por don Fermín en sus tierras. Don Fermín, prototipo del capitalista nacional, quiere
explotar la mina y traer el progreso a la región, a lo que se opone su hermano don
Bruno, latifundista tradicional y fanático católico, que no quiere que sus colonos o
siervos indios se contaminen de la modernidad, que según su juicio corrompe a las
personas.
Con la llegada de un consorcio internacional –la Wisther-Bozart– se inicia la disputa por
el control de la mina de plata. Don Fermín no puede competir ante la gigante
transnacional y se ve obligado a venderle la mina, que desde entonces adopta el nombre
de Compañía Minera Aparcora. Ante la necesidad de abundante agua para el trabajo de
la mina, la compañía muestra interés por las tierras del pueblo y de las comunidades
campesinas aledañas, obligando a que se los vendan a precios irrisorios; para ello cuenta
con la complicidad de las autoridades corruptas. La compañía actúa como una fuerza
desintegradora que hace de todo para conseguir el máximo lucro, sin importarle los
perjuicios que causa a los pobladores. Se inicia entonces un proceso de convulsión que
lleva a la movilización del campesinado liderado por Rendón Willka, un comunero
indio que ha vivido en la capital del país donde ha aprendido mucho. Bajo sus órdenes
estallan levantamientos que son reprimidos sangrientamente por las fuerzas gobiernistas
pero que son el anuncio de la rebelión final.
FUENTE: https://escritores-del-mundo.fandom.com/es/wiki/Todas_las_sangres

EL SEXTO
La novela empieza con el ingreso del joven Gabriel a la prisión de El Sexto, en pleno
centro de Lima, donde oye los cánticos de los presos políticos: los apristas cantan a todo
pulmón «La marsellesa aprista» y los comunistas el himno de «La Internacional».
Gabriel es un estudiante universitario involucrado en una protesta contra la dictadura
que rige al país y por ello es conducido al pabellón destinado a los presos políticos,
situado en el tercer piso del penal. Es introducido en una celda, que compartirá en
adelante con Alejandro Cámac Jiménez, un sindicalista minero de la sierra central, preso
por comunista.

Cámac se convierte para Gabriel en el guía y consejero en ese submundo donde se


encuentra «lo peor y lo mejor del Perú». La cárcel está dividida en tres niveles: en el
primer piso se encuentran los delincuentes más peligrosos y prontuariados; en el
segundo están los delincuentes no avezados (violadores, ladrones primerizos,
estafadores, etc.) y en el tercero se encuentran, como ya queda dicho, los presos
políticos. Gabriel va conociendo uno por uno a los presidiarios. Pedro es el líder de los
comunistas y Luis el de los apristas; estos últimos son los más numerosos (más de 200,
frente a 30 comunistas). Destacan también el aprista Juan o «Mok’ontullo» y el
comunista Torralba. Otros «políticos» como el «Pacasmayo» y el piurano Policarpo
Herrera se consideran apolíticos y aducen estar en prisión por venganzas personales. De
entre los delincuentes del piso inferior Gabriel conoce a los que son los amos del Sexto:
Maraví, el negro Puñalada y el Rosita, este último un travestido. Otro grupo lo
conforman los vagos, algunos de los cuales son pintorescos, como el negro que enseña
su pene, «inmenso como el de una bestia de carga», a cambio de diez centavos; pero
otros son verdaderos espantajos humanos, víctimas de la burla y el sadismo de los más
avezados, como el Pianista, el Japonés y el Clavel.

Lo ocurrido en torno a Clavel ejemplifica en su máxima expresión el horror carcelario.


Clavel es un muchacho homosexual quien luego de ser violado por los presos, es
encerrado por Puñalada en una celda obligándolo a prostituirse, todo ello con la
complicidad de los guardias y las autoridades penitenciarias. Clavel termina por
enloquecer.

Otra escena nos permite conocer el alma bondadosa de Gabriel. Cuando el Pianista
agoniza en el pasillo víctima de los maltratos sufridos, Gabriel, con ayuda de
«Mok’ontullo», lo recoge, lo regresa a su celda y lo abriga con su ropa.
Inesperadamente se acerca el Rosita ofreciendo ayuda y protección al Pianista. Pero éste
aparece muerto al día siguiente y algunos presos acusan a Gabriel de ser responsable de
su muerte, presumiendo que las ropas que le regaló habían atraído la codicia de los
vagos quienes en el forcejeo para quitárselas lo habrían ahorcado. Esto provoca una
disputa entre apristas y comunistas; los primeros acusan a los segundos de provocar el
incidente, para enredar a «Mok’ontullo» con Rosita, y así ensuciar la trayectoria de
quien era considerado como la esperanza del partido, por su juventud y entusiasmo. Este
incidente provoca una serie de discusiones entre los militantes de cada partido. Los
apristas se consideran los verdaderos representantes del pueblo peruano y acusan a los
comunistas de estar al servicio de Moscú; por su parte, los comunistas acusan a los
apristas de ser intrigantes y actuar solo como instrumentos de la clase oligárquica para
frenar la revolución auténtica. Ante tal discusión, Gabriel no tiene reparos en decir
abiertamente que no comulga con ideologías y disciplinas politizadas que, según él,
limitan la libertad natural del ser humano. Los demás comunistas le responden que es un
idealista y soñador, y que le faltaba compenetrarse más con la doctrina del partido.

Mientras tanto, el Clavel continua siendo prostituido en su celda, lo que conmueve y


repugna a los presos políticos. El más afectado es «Pacasmayo», quien para colmo es
presa de una extraña enfermedad que le hace enrojecer el rostro, ante la indiferencia del
médico de la prisión, quien se limita a decirle que solo es un mal pasajero. El piurano
también demuestra abiertamente su aversión hacia todos los actos homosexuales y de
violencia sexual que se practican en la cárcel. Los líderes de los presos políticos se
ponen de acuerdo y solicitan una entrevista con el Comisario del penal; asimismo le
envían un petitorio donde exigen que se ponga fin al tráfico sexual y se trasladen a otra
prisión al Puñalada, Maraví y Rosita. Firman la solicitud Pedro, Luis y Gabriel (este
último en nombre de los universitarios e independientes). El Comisario llama a todos
ellos a su despacho; luego de leer el petitorio, lo rechaza iracundo, aduciendo que la
cárcel era precisamente para eso, para que los presos se jodieran entre ellos, y que
debían estar más bien agradecidos los políticos de que no fueran encerrados en el primer
piso, lo cual sería, según él, el verdadero castigo, por traidores a la patria. Luis y Gabriel
no se contienen y responden digna y airadamente; ante lo cual el Comisario llama a los
guardias y ordena que los golpeen y los devuelvan a sus celdas.

Poco después fallece Alejandro Cámac en brazos de Gabriel. En los últimos días su
salud se había quebrantado y perdido la visión de un ojo. Todos los políticos, apristas y
comunitas rinden homenaje a quien consideran un gran luchador social. Pedro da un
vibrante discurso. El cadáver es sacado y los presos lo despiden cantando a toda voz sus
himnos respectivos. El teniente es enviado a acallar a los presos, pero no logra su
cometido. La muerte de Cámac coincide con la del Japonés, víctima del hambre y los
golpes; ambos cuerpos son sacados del penal en el mismo camión.

Otro suceso que conmueve a Gabriel es el ocurrido en torno a Libio Tasaico, un


muchacho serrano y sirviente, de 14 años, quien llega a la cárcel acusado por su patrona
de robarle una joya costosa. Esa misma noche Puñalada y otros negros violan al
muchacho, quien amanece llorando desconsoladamente. Gabriel trata de calmarlo; lo
lleva a su celda y le cuenta sobre la vida de su pueblo situado también en las serranías,
donde los hombres son valientes y no lloran a pesar de latiguearse en las festividades
patronales. Libio siente entonces alivio al encontrar a una persona que le habla con el
idioma del corazón. Poco después la patrona del muchacho avisa que ya encontró la
joya perdida y pide que le entreguen a Libio, pero éste no quiere regresar donde ella.
Gabriel le convence entonces para que se vaya de la prisión y lo despide
afectuosamente, dándole la dirección de un amigo donde lo alojarían y darían trabajo.
Este último incidente convence a Gabriel que el negro Puñalada debía morir y pide al
Piurano que lo asesine. El piurano promete hacerlo y se consigue un enorme cuchillo.
Una noche, Gabriel escucha los gritos de Pacasmayo; al asomarse por la baranda, lo ve
arrojarse desde lo alto contra las rejas de la celda del Clavel, rompiéndose el cuello. No
repuesto de la impresión, al poco rato Gabriel escucha al Puñalada gritando de dolor y
lo ve desplomarse sangrando, con un enorme corte en el cuello. Gabriel cree al principio
que es obra del piurano pero éste se acerca y le asegura que otro se le había adelantado.
El teniente, el cabo y los guardias irrumpen y encuentran al negro exhibicionista con un
cuchillo en la mano; asumen que es el asesino del Puñalada y lo arrestan. También
llevan como testigos a Gabriel y al piurano; Gabriel cuenta a los policías que
Pacasmayo se quitó la vida al no poder soportar el abominable espectáculo del
muchacho prostituido, pero el cabo supone que el motivo más probable sería un
sentimiento de celos por el maricón, lo cual indigna a Gabriel y al piurano. Ambos son
devueltos a la cárcel, pero cuando atraviesan el patio se les acerca «el Pato», un
inspector, quien pistola en mano amenaza al piurano y lo insulta, llamándolo cholo
asqueroso. «El Pato» era un soplón o delator al servicio del gobierno y como tal odiado
por los presos políticos; el piurano no soporta la ofensa y con un movimiento veloz saca
su cuchillo y le da un tajo en el cuello. «El Pato» se desploma muerto ante la
estupefacción de todos. Gabriel sube al tercer piso y anuncia a toda voz el suceso; todos
celebran y dan vivas al piurano. El relato termina cuando, al amanecer siguiente,
Gabriel despierta al escuchar una voz que llamaba a los presos desde la puerta de la
prisión, imitando al Puñalada. Era un negro joven, que relevaba así al amo fallecido.
FUENTE: https://escritores-del-mundo.fandom.com/es/wiki/El_Sexto#Resumen

YAWAR FIESTA
La novela relata una de las costumbres más tradicionales de las comunidades indígenas
del Perú: la “corrida india”, que se celebra todos los años el 28 de julio, aniversario de
la fundación de la República del Perú. La corrida india es un evento espectacular donde
un toro debe enfrentarse, en un pampón, a unos cien o doscientos indios a manera de
toreros o capeadores espontáneos, y del cual son parte otros elementos como la música
de los wakawak`ras, (trompetas de cuerno de toro), cánticos populares (huaynos), el
consumo de aguardiente, el uso de dinamita para matar al toro, e incluso la muerte de
muchos indios, despanzurrados por el cornúpeta. Esta tradición se ve amenazada por
una orden proveniente de la capital, que la prohíbe pues la considera una práctica
“bárbara”. Ante la negativa de los indios para acatar la orden, las autoridades buscarán
la manera de permitir las corridas pero “decentemente”: contratan un torero profesional
que lidiará a la manera “española”. Con ello quitan la esencia misma de la fiesta, pero
esta finalmente se realiza, imponiendo los indios su tradición ante los ojos de los
principales del pueblo. Cabe señalar que en este relato de Arguedas no se menciona al
cóndor atado al lomo del toro, que actualmente es la variante más conocida del yawar
fiesta.
FUENTE:
https://escritores-del-mundo.fandom.com/es/wiki/Yawar_Fiesta_(novela)#Argumento_li
terario

LOS RÍOS PROFUNDOS


Con el título Los ríos profundos (Uku Mayu, en lengua quechua) parece que el
propósito de José María Arguedas fue doblemente metafórico. Por una parte, la más
obvia, hace alusión a la profundidad de los ríos que nacen en la región andina y
descienden a los valles con un caudal inmenso, lo que viene a simbolizar un canto al
paisaje, elemento fundamental en esta novela. Por otra parte, menos evidente, parece
que José María Arguedas quiso simbolizar la cultura indígena como una corriente
subterránea que fluye bajo la parte visible del río, es decir, el autor quiso hacer
referencia a las raíces culturales del pueblo andino.
El argumento de Los ríos profundos es relativamente sencillo. El protagonista en un
muchacho adolescente de catorce años. En la novela se relata su proceso de
transformación a marchas forzadas desde esa adolescencia a la madurez.
La historia comienza con la llegada de Ernesto y su padre, un abogado itinerante, a la
ciudad de Cuzco, donde visitan a un pariente adinerado al que le solicitan trabajo, sin
ningún éxito. El pariente, a quien apodan El Viejo, es retratado como un ser mezquino
que explota a las personas que trabajan en sus haciendas. En vista del fracaso, padre e
hijo reemprenden su viaje en busca de trabajo y vagan por sucesivos pueblos en los que
el padre encuentra trabajo a duras penas y pasan por algunas penurias.
Finalmente, para que Ernesto no suponga una carga para el padre mientras encuentra un
empleo, decide dejarlo en un internado dirigido por unos religiosos en la localidad de
Abancay mientras él reemprende su viaje itinerante en busca de clientela.
A partir de ese momento, el grueso de la novela se centra en la vida de Ernesto en el
internado y en la población de Abancay, donde conocerá a varios indios que
inicialmente le resultan hostiles y será testigo de la miseria en que viven. Ernesto
paseará por calles en las que resulta fácil encontrar prostitutas y en el colegio conocerá a
algunos compañeros que abusan sexualmente de las indias, aunque también a quien las
defiende de este tipo de agresiones.
En definitiva, Ernesto conocerá en primera persona una realidad que hasta entonces
había pasado junto a él de forma tangencial: la de la pobreza de los indígenas andinos.
Sin embargo, Los ríos profundos no solo trata de proporcionar una visión crítica del
conflicto social con los indígenas del Perú, sino que en cierto modo es una novela en la
que se describe un viaje iniciático, el de Ernesto, que se ve abocado a madurar a pasos
agigantados al enfrentarse a un mundo para el que no estaba preparado.
Uno de los momentos álgidos de la novela se produce cuando las mujeres salen a la
calle a protestar porque no se les ha entregado la parte de sal que les corresponde y
tratan de asaltar el almacén. Ernesto se unirá a esta manifestación y será severamente
castigado por los sacerdotes del colegio, ya que consideran que lo que hizo Ernesto fue
ayudar a cometer un robo. La rebelión de las indias es rápidamente reprimida por los
soldados, quienes castigan a varias de las mujeres azotándolas públicamente.
La vida en el colegio y la relación entre los alumnos y los sacerdotes se tensa en varios
momentos, produciéndose peleas e incluso huidas de algunos alumnos que abandonan el
internado sin que vuelva a saberse nada de ellos.
Otro de los momentos más importantes de la historia es cuando Ernesto rompe su
amistad con dos de los internos por defender a las indias de sus comentarios soeces. Esa
pelea supone el momento en el cual termina de producirse la transformación total de
Ernesto en alguien capaz de asumir la responsabilidad que conlleva ser una persona
íntegra.
Una epidemia de tifus será la causa de que Ernesto abandone el internado. Recibe por
carta la autorización de su padre para dejar el colegio y regresar con su familia, en este
caso, a casa de su pariente apodado El Viejo, hasta que su padre pueda hacerse cargo de
él. Con esta despedida del colegio y vuelta a sus orígenes, se cierra un ciclo de ida y
vuelta en ese camino iniciático del protagonista, pero con una visión crítica de la
sociedad que ha conocido y de la importancia de luchar por un sentido de la justicia.
Los ríos profundos de José María Arguedas, cosechó un gran éxito de crítica no solo en
Perú, sino en el resto de Hispanoamérica. Esta novela destaca, más que por el uso de
una técnica narrativa moderna (más bien es un relato costumbrista) por su
extraordinario lirismo y por el retrato psicológico de Ernesto, el protagonista
adolescente. La reflexión sobre la realidad social de los indios y su relación con el
mundo occidental está presente en todo el relato y queda retratada de forma magistral.
Uno de sus mayores aciertos es mostrar la extrañeza inicial del protagonista cuando es
testigo de cómo funciona la realidad que le rodea y como, poco a poco, esa realidad
desgarradora le obliga a tomar partido aun cuando ese deseo suyo de encajar en el
mundo de los indios esté abocado al fracaso. Los ríos profundos es, sin lugar a dudas,
una novela esencial para comprender la literatura y la realidad hispanoamericana, una
obra profunda como su título, y de una perfección formal indiscutible.
FUENTE: https://cicutadry.es/los-rios-profundos-jose-maria-arguedas/

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