Caso Cáncer

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Caso Cancer

Avir Kagan era un médico en el Brooklyn's Jewish Chronic Disease


Hospital (JCDH) en el año 1963 cuando recibió una solicitud
inesperada: Participaría el en un experimento en el cual se
inyectaría a pacientes enfermos crónicos, células cancerosas vivas?
El dijo no, pero otros colegas aceptaron. En 1964 una enorme
controversia se desencadenó, y los miembros del hospital fueron
comparados con los médicos nazis que habían realizado brutales
experimentos en los campos de concentración. Cómo pudo suceder
que 22 pacientes recibieran inyecciones de células con cáncer sin
su conocimiento?. En el 40º aniversario de este escándalo, qué es
lo que nos puede enseñar este hecho acerca de la ética en la
experimentación en humanos?.

El profesional que encabezó este experimento, Chester M.


Southam, era un investigador clínico muy respetado en el memorial
Sloane Kettering Cancer Center  que estaba estudiando los
aspectos inmunológicos en el cáncer. Él había inyectado células
cancerosas a cientos de pacientes con cáncer, generando nódulos
que crecieron durante varias semanas antes de reducirse. Por otro
lado inyecciones similares en voluntarios sanos mostraron rechazos
mucho más rápidos (1).Estos hallazgos sugirieron que los pacientes
con cáncer carecen de inmunidad contra su enfermedad, pero
Southam quería asegurarse que éste fenómeno no era atribuible
solamente a su estado muy debilitado. Así que busco pacientes con
enfermedades crónicas que no tenían cáncer.

Southam se acercó a Emanuel E. Mandel, director del Departmento


de Medicina en el Jewish Chronic Disease Hospital. Mandel aceptó
cooperar y fue el que invito a Kagan a participar. Cuando Kagan
rehusó, Mandel incorporó a un médico residente para realizar las
inyecciones. A pesar de que algunos detalles de lo ocurrido no
están claros, algunos hechos son claros.. Veinte y dos pacientes
recibieron una inyección de "suspensión celular". Nunca se
mencionó la palabra "cáncer" a los pacientes. Más tarde Southam
justifico esta omisión en dos formas. El creyó, primero, que no
existía riesgo de que se desarrollara un cáncer, y segundo, que la
palabra cáncer causaba reacciones "defensivas o raras" en los
pacientes, por lo cual la palabra fue omitida en beneficio de los
pacientes (2).

Cuando Kagan y sus colegas supieron que este experimento estaba


siendo ejecutado, renunciaron al Jewish Chronic Disease Hospital.
Mientras tanto, William A. Hyman, un miembro del directorio del
hospital se alarmo y le inicio un juicio al hospital para obtener las
historias clínicas de los pacientes. Fue este juicio el que alertó a los
medios lo que trajo como consecuencia en el más importante
debate sobre la ética médica desde los juicios de Nuremberg sobre
los médicos Nazis (2). Ciertamente fue Hyman y otros críticos al
Jewish Chronic Disease Hospital, quienes llamaron a los
experimentos de Southam como "actos que pertenecen mas
apropiadamente a Dachau" (1).

Hyman ganó su juicio pero hubo otro procedimiento legal- una vista
judicial en 1964 ante la New York University- que mostró más
claramente los aspectos éticos que estaban en discusión. El Fiscal
General del estado de New York revocó la licencia médica de
Southam y de Mandel. Lo más importante del caso del Estado fue
que los investigadores no habían obtenido de los pacientes un
consentimiento informado válido. Southam declaro que había habido
un consentimiento verbal. Pero de acuerdo con el Fiscal "un numero
importante de los pacientes carecían de la suficiente capacidad
mental o física de comprender lo que se les decía o lo que se les
estaban haciendo" y que esos pacientes habían sido engañados (1).

Cuáles eran los criterios habituales para los consentimientos


informados en esa época?
No sorprende que Hyman haya realizado una analogía con los
Nazis. Como procedimiento legal contra los médicos Nazis en el
juicio de Nuremberg en 1946, la justicia de USA diseño el Código
Nuremberg para la experimentación humana, que estipulo que "el
consentimiento voluntario humano es absolutamente esencial". Más
tarde Kagan admitió que sus objeciones no habían estado basados
en el Código, sin embargo (3), él y sus críticos habían simplemente
creído que los experimentos eran "moralmente equivocados" (1).

Durante la audiencia el Fiscal General no pudo ocultar su enojo


declarando que "todo ser humano tiene el derecho inalienable de
determinar que es lo que se debe hacerse”

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