Normativa de Francia Ley Sapin Ii
Normativa de Francia Ley Sapin Ii
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Más de veinte años después, Francia vuelve a hacerlo, poniendo énfasis en la transparencia de sus
empresas. Sin embargo, en esta ocasión se intenta ir más allá, estableciendo la obligatoriedad de un
programa de Compliance contra la corrupción, no sólo a las empresas radicadas en Francia, sino
también a las filiales de grupos empresariales situadas en el extranjero, por la repercusión que
tienen para la matriz.
La Ley Sapin II, la versión francesa de la FCPA norteamericana de 1977 o de la Ley de Soborno del
Reino Unido de 2010, supone un texto amplio y cubre diversas materias concernientes a la lucha
contra la corrupción, entre las que cabe mencionar:
Se encuentra presidida por un juez designado por decreto presidencial, aunque se pretendía estar
bajo la plena autoridad judicial, pero la Asamblea Nacional se resistió en todo momento.
La Agencia tiene funciones de apoyo y difusión, así como recomendaciones a las empresas en lo
que respecta a corrupción, tráfico de influencias, extorsión, malversación y favoritismo. Además,
supervisa los planes de prevención y realiza inspecciones in situ. Para ello, cuenta con un Comité de
Sanciones que impone sanciones administrativas, aunque carece del poder sancionador en lo que
respecta al programa de Compliance.
Se ha criticado que la Agencia sólo cuente inicialmente con poco más de setenta empleados, lo que
podría conllevar una incapacidad para cumplir eficazmente sus funciones.
A partir de la mencionada ley, las empresas tienen la obligación de prevenir la corrupción mediante
un programa de Corporate Compliance, siempre que reúnan los siguientes requisitos:
Se introducen uno de los marcos de protección más fuertes. La ley expresamente exige que los
denunciantes sean “personas desinteresadas y de buena fe” y que tengan conocimiento de primera
mano de los hechos. Se garantiza su anonimato castigando con penas de multa y prisión a los
divulgadores.
A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos y España, la Ley Sapin II apoya financieramente,
pero sin incentivo, a los denunciantes en una cantidad determinada por la autoridad independiente.
Sin embargo, se exige que el denunciante agote la vía interna, comunicando los hechos en primer
lugar a la empresa, permitiendo que ésta reaccione rápidamente ante las acusaciones. Una vez
agotada esta instancia, tendrá abierta la posibilidad de comunicarlo a la Agencia.
c. Evaluaciones de riesgo de corrupción
d. Diligencia en la selección de terceras partes tales como clientes, proveedores e intermediarios
e. Controles contables adecuados tanto interna como externamente
f. Formación y capacitación a trabajadores en posición de riesgo alto
g. Lista de sanciones disciplinarias
h. Auditorías internas del programa
Aproximadamente unas mil seiscientas empresas quedan afectadas por la Ley Sapin II, ya que es
fundamental el cumplimiento de los siguientes requisitos:
a. Tener más de 500 trabajadores o formar parte de un grupo de empresas cuya matriz esté en
Francia y emplee al menos a 500 trabajadores,
b. Tener un volumen de negocios bruto superior a 100 millones de euros conforme los tres últimos
ejercicios.
La ley obliga también a las personas físicas, es decir directores y ejecutivos, ya que, en caso de
incumplimientos, serán responsables personalmente.
Francia obligó en 2013 a los grupos de interés (lobbies) a inscribirse en un registro nacional para
poder intervenir en la Asamblea Nacional y el Senado. También se exigía a los legisladores indicar
en sus informes los nombres de todos los grupos de interés a los que habían prestado audiencia.
Sin embargo, con la nueva ley ésta obligación de inscripción ya no se restringirá al plano legislativo,
y se ampliará a las administraciones públicas, tanto central como local.
Esta tendencia se inició mucho antes, en 2008, la UE implementó un Registro de transparencia de
lobbies en el cual constan más de cinco mil organizaciones operando sólo en Bruselas y más de
doscientas entidades domiciliadas en España inscritas, entre las que cabe mencionar a Telefónica,
Repsol, Endesa o Mercadona, universidades y Colegios Profesionales.
Se introduce la posibilidad de que sólo las personas jurídicas puedan llegar a acuerdos de
enjuiciamiento diferido (CJIP) o su homólogo norteamericano Deferred Prosecution Agreement.
Estos acuerdos, si bien suponen toda una novedad en Francia, no dejan de ser el centro del debate
entre partidarios y detractores. Los mismos son celebrados a instancia del Ministerio Público antes
de iniciar la persecución por un delito.
El acuerdo de los mismos está condicionado:
b. Al pago de una multa proporcional a los beneficios obtenidos, abonada a la tesorería francesa
pero limitada al treinta por ciento de la facturación anual de la empresa teniendo en cuenta los tres
últimos ejercicios.
El acuerdo debe ser validado por el Tribunal superior, luego de ser sometido a audiencia y debate.
Cabe destacar que no implica admisibilidad de culpa y no se inscribe en el registro de antecedentes
penales lo que permite a las empresas no ser excluidas automáticamente de los procesos de
contratación pública.
Estos acuerdos alinean aún más a Francia con los Estados Unidos y el Reino Unido al permitir dar
una solución más rápida para las empresas sin recurrir a procedimientos penales de larga duración
y excesiva exposición.
Sólo la práctica dirá si estas medidas conducen a un mejor cumplimiento por parte de las empresas
en pos de la transparencia en los mercados, y si los acuerdos de composición promovidos por el
Ministerio Público se convierten en un instrumento eficaz.
Si bien muchas cuestiones aún están en duda, tales como el peligro de una doble imputación y la
suficiencia de las facultades de la Agencia Francesa Anticorrupción, Francia ha sido uno de los
pocos países de la UE que ha propiciado una ley tan innovadora que marca un hito en la regulación
de la transparencia y el gobierno corporativo, no sólo a empresas radicadas en el país, sino también
a las filiales en el extranjero.