El Lenguaje Del Perdon Trias
El Lenguaje Del Perdon Trias
El Lenguaje Del Perdon Trias
TEXTOS DE DERECHO
FICHA DEL TEXTO
EDITORIAL ANAGRAMA
BA.RCELONA
PROLOGO
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puesta sobre todo en las referencias a Hegel del segundo a ella, no ha pasado en vano.) El lenguaje, como la filo-
Heidegger (también de él venía la demora en «las pala- sofía, de la que es expresión, enuncia lo que ha sucedido
bras»: er-fahren y fahren, Ruhe, Meinung y meitten en re- ya. ¿Y qué es lo que ha sucedido? La violencia, la lucha.
lación con mein y en confrontación wahr-nelunen, das la guerra, la revolución: espíritu, sí, pero espíritu de ne-
Bekannte en confrontación con erkennt, etc.), y en la gación, «la marcha triunfal de la negación, de Hegel a
apertura al sentido religioso (tomada la palabra en sen- Sartre», como la ha lJamado Paul Ricoeur. «El lenguaje
tido muy amplio), de lo que se escribía, por entonces, a -escribe el autor interpretando a Hegel- debe retirar-
propósito del joven Hegel, en tanto que, por su parte, se ante la acción práctica de la guerra, para reaparecer,
Heidegger ya babia llamado onto- y teo-lógica, a la lógica como negociación, como expresión de perdón, como de-
hegeliana. manda de paz, después del conflicto.» El mal está ahí, la
La lectura hegeliana de Trias es puesta en relación di- conciencia o Gewissen se sabe pecadora. ¿Qué cabe, en-
recta con su preocupación filosófica en torno al amor, y tonces, hacer? Para el existencialismo, nada: saberse pe-
sobre la idea de éste, la del lenguaje y la del perdón se cador, sin posibilidad de perdón, porque no hay Dios. Eu-
mueve el libro todo. Por lo que se refiere al amor, Trías genio Trías nos había dicho ya. casi al principio del Ji.
nos muestra, a través de la estructura dislocada del dia- bro, que «sólo el amor es capa7 de un genuino perdón
crónico pensamiento de Hegel, que en su filosofía tem- de los pecados». La Fenometzología sustituye el amor por
prana, que es cuando realmente pensó, por modo filosó- el lenguaje. El lenguaje es el poder -supremo- de nom-
fico, el amor, desde la base de una incoada intersubjeti- brar. Por el lenguaje el hombre se reconoce. se confiesa
vidad, no pasó a pensar, a la vez, la alteridad; y cuando, pecador, y pide perdón.
después, concibió la alteridad, fue a través de la expe- «Pedir perdón.• Eugenio Trías escribe estas palabras,
riencia opuesta a la amorosa, de la violencia y el trabajo, con las que concluyo: «Silenciosamente ha deslizado He-
la lucha y la guerra. El proyecto primero, de crear una gel aquí la problemática frankfurtiana, añadiendo un paso
·filosofía de la vida y del amor., fue sustituido por la decisivo. Estamos de nuevo en el reino del amor conci-
formidable construcción de la «filosofía del espíritu», liador. Hegel ya no habla aquí de amor. Pero esa mutua
como si el amor --escribe Trías- «poco o nada tuviera petición de perdón por la finitud de la acción de cada uno,
que ver con el espíritu». Leer la Fenomenología desde la constituye el acto adecuado para consumar el acto amo-
sombra de este ausente concepto (Del Deseo, IJ) es una roso.» Sin invocar el amor. pero moviéndose en su ámbi-
experiencia apasionante, que el autor nos brinda, y las pá- to, Hegel piensa que en el «lenguaje del perdón» se en-
ginas (Del Poder, III) en las que se pregunta lo que hu- '"Uentra la síntesis suprema.
biera sido esa otra filosofía hegeliana, dan verdaderamen-
te que pensar. Y puesto ya en esta vena. Eugenio nos co-
munica su confesión filosófico-cordial rundamcntal, la de José LUIS L. AR,\1\Gl!RF':N
que «vivir y amar es, en sustancia, la misma cosa».
La segunda idea capital del libro es la del lenguaje.
(La filosofía lingüística, por poco o nada que Trías deba
6 7
Este texto fue presentado, con el título El lenguaje
del perdón (Hegel o el alma que quiso saber todas las co-
sas), como tesis doctoral, dirigida por el catedrático don
Emilio Lledó, en la Facultad de Filosofía y Lletras de la
Universidad Central de Barcelona, Departamento de Filo-
sofía, ante un tribunal constituido por los catedráticos
don Francisco Gomá, don José María Valverde, don Xavier
Rubert de Vcntós y don Ramón Valls. Fue calificada con
la máxima puntuación, Summa cum laude. El acto tuvo
lugar el 4 de febrero de 1980.
Nah ist
Und schwer zu fassen der Gott.
Wo abcr Gefahr ist, wachst
Das Rettende auch.
lm Finstern wohnen
Die Adler und furchtlos gehn
Die Sohne der Alpen über den Abgrund weg
Auf leichtgebauten Brücken.
Drum, da gehauft sind rings
Die Gipfel der Zeit,
Und die Liebsten nahe wohnen, ermattend auf
Getrenntesten Bcrgen,
So gib unschuldig Wasser,
O Fittische gib uns, treuesten Sinos
Hinüberzugchn und wiederzukehren.
HOlderlin, Patmos
PREFACIO
15
grandes concepciones fenomenológicas. La razón de esa
Primera parte
imposibilidad debe verse en las graves decisiones y com-
promisos ontológicos contraídos en el pasaje de su filo- .,
El problema de la acc1on
sofía de la vida frankfurtiana a su filosofía del espiritu
de los tiempos de Jena.
16
1 DEL AMOR
l.
19
La respuesta canónica a esta pregunta es la siguiente: vitalista para alcanzar un cprinctpto de razón» compati-
Hegel abandonó la vía intuitiva, romántica e irracional- ble con su nueva concepción del absoluto: una vía de su-
peración simultánea del kantismo y del schellingismo.l
Del yo al nosotros de Ramón Valls Plana, Estela, 1971 (sobre la Se afirma con frecuencia que Hegel pudo muy bien
Fenomenología del espíritu; con un prólogo de Emilio Uedó), abandonar estos principios en razón de una profundiza-
Exploración de la alteridad de Víctor Gómez Pin, La Gaya Cien- ción en los mismos. Ahondando en la experiencia inter-
cia, 1977 (sobre las primeras categorías de la Lógica), me per- subjetiva, tratando de determinar conceptualmente esa
miten suponer en el lector un conocimiento previo de las lineas
generales evolutivas y sistemáticas del pensamiento de Hegel. experiencia, desglosando lo que masivamente había con-
La reciente -y excelente- edición y traducción de los Escritos cebido de un modo metafísico y místico en sus escritos
de juventud (Berna y Frankfurt), a cargo de José María Ripalda, frakfurtianos, pudo Hegel alzarse a principios filosóficos
Fondo de Cultura Económjca, 1978, no hace sino corroborarme más sobrios y rigurosos. ¿Se trata de un abandono o de
el interés de la filosofía española por Hegel. Así mismo la apari-
ción, también reciente, de traducciones de obras generales sobre una profundización, de una sustitución o de una prolon-
Hegel como el Ree:came11 de /legel de J. N. Findlay, Grija]bo, gación coherente y consecuente? ¿Fue la propia lógica
1969 y el Hegel de Walter Kaufmann, Alianza Editorial, 1972. Por de la experiencia amorosa -que abrió a Hegel a la pro-
no citar los Tres estudios sobre Hegel de T. W. Adorno, Taurus, blemática de la alteridad, de la intersubjetividad-, lo que
1969. Fue, quizás, Antoruo Escohotado, con su libro La conciencia determinó a este filósofo a rectificar los principios des-
infeliz (sobre la filosofía de la religión de Hegel), quien en cierto
modo abrió brecha en este interés creciente por el filósofo aJe. de los cuales pensaba en Frankfurt?
mán. La aparición, en 1966, de la Fenomenología, traducida por Sólo el contacto vivo con los textos del período de
Wenceslao Roces (traducción susceptible de perfeccionamiento, Frankfurt y de Jena nos permitirá recorrer la germina-
pero correcta en términos generales), permitió un primer encue~ ción lógica de unas ideas que está por ver si contradicen
tro integro, en lengua castellana, con ese texto tan difícil. Apa-
reció en Fondo de Cultura Económica. Sobre estas bases me los asertos iniciales o si los abren a complejidades y di-
permito, en el presente texto, plantear una cuestión que presu- ficultades crecientes a medida que el pensamiento se en-
pone ciertos conocimientos básicos sobre el pensamiento de He- frenta con la experiencia viva.3
gel y su evolución como pensador. Para la correcta intelección Se da la paradoja de que Hegel piensa en Frankfurt
de la interpretación que voy a hacer de los escritos frankfur-
tianos de Hegel, confróntese, especialmente, George Lukács, El jo- el amor como instancia conciliadora de todas las oposi-
ven Hegel, Grijalbo, 1963, una investigación de orientación mar- ciones, pero no alcanza a temati7.ar el carácter intersub-
xista extraordinariamente bien construida y mejor desarrollada;
así como el texto clásico de W. Dilthey, Hegel y el Idealismo, 2. Véase Dilthey, obra citada; sobre la constitución del idea-
Fondo de Cultura Económica, 1956 (segunda edición en alemán, lismo alemán hasta Hegel, el clásico trabajo de N. Rartmann,
1925). Utilizaré, para los textos de Hegel del período de Frank- La filosofía del idealismo alemdn, primer tomo, Fichte, Schelling
furt, la edición de Eva Moldenhauer y Karl Markus Michel, so- y los Romdntioos; segundo tomo, Hegel; traducción en Editorial
bre la base de la edición de las Obras completas de 1832-1945, Sudamericana, 1960 (Die Pllilosophie des deutschen /dealismus).
publicada en Suhrlcamp Verlag (tomo J, Friilte Schriftetl, prime- 3. El recorrido será, como se verá, selectivo. Me ceñiré a
ros escritos). En Jo sucesivo citaré el texto alemán con s imple unos pocos textos, con el fin de concentrar en ellos toda la aten-
indicación de la página de la edición citada. La traducción, salvo ción. Multitud de riqulsimos textos frankfurtianos y del periodo
alguna variante, será la de José María Ripalda anteriormente se- de Jena serán dejados de lado por razón de economía. O sólo
ñalada. serán tomados en consideración lateralmente.
20 21
jetivo de la experiencia amorosa, subrayando el momen- 2.
to de la fusión e indistinción sobre el momennto de la
diferenciación; 4 y de que en Jena, cuando se abre a la
comprensión de la alteridad, tematizando la intersubje- Hegel piensa el amor desde el horizonte de la inter-
tividad, pierde el amor su carácter de principio metafí- subjetividad. Pero ese pensamiento no le lleva a explorar
sico. La razón de esa paradoja es la siguiente: Hegel des- con detalle las dialécticas que se producen en la rela-
cubre la alteridad y la intersubjetividad como experien- ción -amorosa- entre sujetos. El horizonte de la refle--
cia negativa en Ja lucha a muerte y bajo el signo de la xión es la búsqueda de una conciliación entre Jos seres
violencia absoluta. Es el caso que, en la Fenomenologla, vivientes. Puede afirmarse que Hegel comienza su refle-
queda indeterminada la cuestión de si la instancia con- xión allí donde en la Fenomenología concluye. O para de-
ciliadora -el saber absoluto-- constituye una restaura- cirlo en sus palabras: se planta de un pistoletazo en el
ción, convenientemente mediada, del principio amoroso absoluto. «La verdadera unificación, el amor propiamen-
frankfurtiano, o por el contrario deriva de la experiencia te dicho, se da sólo entre seres vivientes que igualan en
de la lucha a muerte, de la negatividad y violencia abso- poder y que, en consecuencia, son enteramente vivientes
lutas. uno para el otro, sin que tengan aspectos recíprocamente
Cuando Hegel piensa el amor, se le escapa la expe- muertos.» 5 Sustituyendo vivientes por sujetos espirituales
riencia de la alteridad y no alcanza la comprensión de lo autoconscientes, sustituyendo asimismo amor por saber
intersubjetiva; cuando Hegel piensa la alteridad y la in- absoluto, encontraríamos el mismo nivel de experiencia
tersu.bjetividad, abandona las ideas de amor y vida y pro- que en la Fenomenología corresponde a la figura en que
fundtza en las relaciones negativas (violencia, lucha a concluye el espíritu, en que éste alcanza el saber abso-
muerte). Hegel, pues. concibe el amor sin pensar a la vez luto (la figura del «lenguaje del perdón» ).6 El texto cita-
la alteridad: concibe la alteridad a través de la experien- s. Wahre Vereiningung, eigentliche Licbe findet nur unter Le-
cia opuesta al amor (lucha a muerte); un texto juvenil bendigen statt die and Macht sich gleich und also durchaus
nos dará la pista de esta disociación hegeliana. En él se füreinander Lebendige, von keiner Seite gegeneinander Tote sind.
advierte el núcleo de sus ideas acerca de la alteridad. Ese Págs. 245-246 (alemán); 262 (castellano). Repárese en la expresión
die an Macht sicl1 gleicl1, iguales en poder. La desigualdad impide
núcleo lo constituye su reflexión sobre el crimen. la consumación amorosa; a continuación plantea Hegel el pro-
En lo que sigue intentaré mostrar en vivo estas parti- blema de la desigualdad de poder en términos económicos: ¿Qué
cularidades del complejo, rico, a la vez que dislocado, sucede cuando uno de los amantes es rico y el otro es pobre;
pensamiento de Hegel. cuando, en tanto que propietarios, no son iguales?
6. Intento, en este texto, recomponer el itinerario que llevó
a Hegel, desde esta intwci6tt acerca de la unión de los sujetos
iguales en poder en el amor, a la reflexión de esa unión a través
de la serie de mediaciones que, a partir del período de Jena, apa-
recen como necesarias para alcanzar -racionalmente- la inme-
4. Véase el texto que, a continuación comentaré titulado diatez. Lo que aquí es inmediatez sustancial deberá reaparecer,
El amor y la propiedad, págs. 261-266 de la traducción' de Ripal- al final de este trabajo, como inmediatez restituida desde la sub-
da; edición alemana. Die Liebe, págs 244.250. jetividad.
22 23
do constituye una reflexión incluida en un fragmento que repensar la reconciliación en términos de saber absoluto.
lleva por título El amor y la propiedad. En el amor en- No es casual ni azaroso el hecho de que Hegel alumbre
cuentra Hegel la plena conciliación de lo escindido y la por vez primera una concepción unitaria, sintética y con-
exclusión de toda oposición. No es, por ello, entendi- ciliadora de todas las oposiciones en su reflexión sobre el
miento, que tolera que lo múltiple siga siendo múltiple, amor. En el amor, puede decirse, se produce la fragua
ni razón, que Opone su determinación a lo determinado misma del pensamiento hegeliano del absoluto. La "pre-
en general; el amor «no es nada limitador, nada limitado, gunta que deberá formularse es si esa matriz o esa cuna
nada finito». Eso infinito no es, como se ve, razón, sino es abandonada al cumplirse los «años de aprendizaje»
«sentimiento»; «pero no un sentimiento particular». En fenomenológicos; y si efectivamente es abandonada, por
el amor «Se cancela la reflexión en una ausencia comple- qué profunda razón lo es. ¿Mantendrá implícito el saber
ta de objetividades, quitándole a lo opuesto todo su carác- absoluto la experiencia amorosa aquí intuida y comenza-
ter ajeno». De este modo «la vida se reencuentra a sí mis- da a pensar? ¿O, por el contrario, el silencio hegeliano
ma sin carencia alguna». 7 respecto al amor en el texto fenomenológico habla de una
Sin embargo, Hegel añade que en el amor subsiste lo modificación radical del punto de vista mantenido en este
separado, «pero ya no como separado, sino como unido». texto juvenil? La cuestión tiene suficiente gravedad para
La oposición entre los amantes se mantiene, pero se halla evitar trivializarla en la cuestión «académica» acerca de
superada en una unidad que los concilia, sin suprimir, si Hegel fue y dejó de ser luego, no fue nunca o fue siem-
con todo, las diferencias. Pero son diferencias en el seno pre «romántico». El problema no es el «romanticismo».
mismo de la unión conciliadora. Esa síntesis, sin embar- El problema que aquí está en juego es el amor. El amor
go, no es reflexiva, sino vital. En virtud de ella, «lo vivien- en su vertiente experiencia! y en la reflexión genuinamen-
te siente a lo viviente».8 te filosófica que puede posibilitar.9
Puede afirmarse que en estos textos se halla la matriz Hegel dice, entre otras bellas y profundas refiexiones,
conceptual que, en la Fenomenología, permitirá a Hegel
9. Sobre la conexión de Hegel con c1 roman ticismo, véase el
7. . ..sie schliesst alle Entgegensetzungen aus, sie ist nicht clásico y excelente estudio de Jeao Wahl, Le malhe11r de la cons-
Verstand, dessen Beziehungen das Mannigfaltige immer als Man- cietlCe dans la pllilosopi!Íe de Hegel, París, 1951, segunda edición.
nigfaltiges lassen und dessen Einheit selbsi Entgegensetzungen El tratamiento exhaustivo que j1acc de Ja «Consciencia desven-
sind; sie ist nicht Vernunft, die i1zr Bestimmen dem Bestimmen tur:.lda», figura desde la cual lee Wahl la Fenomer10logía, del mis-
schlechthin entgegensetzt; sie ist nichts Begrenzendes, níchts Be- mo modo como otros la leen desde la dialéctica del amo y del
grenztes, nichcs Endliches; sie ist ein Gefühl, aber nicht ein ein- esclavo, muestra la fecundidad de «leer» la Fenomenologla desde
zelnes Gefühl... ... die Liebe ... die Reflexion in volliger Objektlo- cualquiera de las figuras nucleares de la misma; no es mal mtb-
sigkeit aufhebt, dem Entgegensetzten allen C1!arakter eines Frem- todo el que postula esa unilatemlidad conscientemente asumida;
dem raubt und das Leben sich selbst ohne weiteren Mangel findet po,r lo mismo, intentaré, en el presente, partir de otras unilate-
(edición alemana, pág. 246; edición castellana, pág. 262). ralidades. Pretender evitarlas es inútil : cualquier «mónada», en
8. ltt der Liebe ist das Get rennte noch, aber nicht mehr als Leibniz, on Hegel, nos da una «perspectiva» de la totalidad. Lo
Getrenntes ( sondern) als Eíniges, und das Lebendige fühl das interesante de Hegel es que esas mónadas son figuras vivientes
Lebendige (edición alemana, pág. 246; edición castellana, pág. 262). en el tejido texual de la Fenomenología.
24 25
que ce) amor es más fuerte que el miedo». Y añade: cNo so de la experiencia intersubjetiva que hace la conscien-
teme (el amante) a su temor sino que, acompañado por cia hasta volverse espíritu absoluto? 11 ¿Brota la concilia-
él, cancela las separaciones, preocupado de que pudiera ción final del espíritu consigo mismo en el saber de una
encontrar una oposición resistente o incluso inamovible. experiencia amorosa o de un vencimiento del miedo desde
El amor es un dar y un recibir mutuo ... ». Hegel conclu- la dialéctica interior al propio miedo {paz por el terror)?
ye con una cita de Romeo y Julieta («cuanto más doy, ¿Determina este giro la sustitución de los vivientes por
tanto más tengo») que nos da una pista fundamental para los sujetos espirituales, del amor por el saber? ¿Está en
saber la fuente empírica sobre la cual está pensando.l0 la base misma de la experiencia espiritual pensada por
¿Mantiene Hegel en la Fenomenología esta idea pri- Hegel el miedo como componente «formador• que permi-
morosa de que el amor es más fuerte que el miedo? ¿O te la consolidación de un mundo espiritual, de un «espf-
es, por el contrario, el miedo (Furcht), bajo todas sus for·- ritu mundial»? ¿Queda lugar en esa experiencia al amor
mas -angustia desesperada, temor, temblor, devastación, o, por el contrario, queda bloqueada la experiencia amo-
miedo ante la muerte, etc.- lo que determina todo el cur- rosa en este giro reflexivo hegeliano? ¿A qué se debió ese
giro, a qué internas dificultades, complejidades y vacila-
. 10. . .. dem~ die Liebe ist stiirker als die Furcll!; sie fíirclltet ciones? Las respuestas las daremos ateniéndonos a los
1hre Furclll mclzt, aber vm1 illr begleitet l1ebt sie Trennungen auf, textos del propio Ht~gel, evitando buscarlas en el contex-
mir der Besorgnis, cine widerstellettde, gar cizze feste Entgcgcn-
setzung zu finden; sic ist em gegenseitiges Nehmen und Ceben ... to biográfico o histórico: son los textos los que nos de-
Julia i11 Romeo: je meltr icll gcbe, deslo mehr llabe icll, etc. ben sugerir, connotativamente, biografía y presente histó-
E l miedo al miedo acompaña al amante en la cancelación de rico; no a la inversa.
las oposiciones, con lo que dicho miedo se anula a sí mismo: el
amante no teme su propio miedo porque, en compañía de ese
temor, logra vencer las oposiciones. Un pensamiento realmente
profundo, que más adelante Hegel abandonará. Buscará un ven-
cimiento del miedo a través del propio miedo. un vencimiento 3.
del miedo que logre anular las oposiciones. Pero no será ya el
miedo al miedo nacido en la expericncitl amorosa, sino el miedo
al miedo nacido en la experiencia del reconocimiento entre auto. A Hegel no se le escapa el momento de la direrencia-
consciencias propietarias. Creo que este miedo al mil.'UO consli. ción, de la alteridad, en la experiencia amorosa: «En el
tuye la base fenomenológico vivencial dl· la negación de la nega- amor, lo separado !>ubsiste todavía, pero ya no como se-
ción. La experiencia del miedo que Hegel piensa a partir de Jcna
aparece desnudamente polarizada por el miedo a la muerte; pero parado.» 12 Ahora bien, en estos textos de Frankfurt todo
ese miedo no estará patentizado por la experiencia amoro~a sino
por la lucha. ¿Hubiera podido Hegel alcanzar una reflexión so- 11. Sobre el miedo y In angustia ante la muerte como hori-
bre él miedo al miedo en la /uclta a partir de In experiencia nmo- wntc de experiencia que está en la base de la Fenomenolt>gia, el
ro'ia? Desgraciadamente, en Frankfurt no pensó en la posibilidad extraordinario estudio de A. Kojcvc, L'idée de la mor/ dans la
de que hubiera violencia en el seno mismo de la experiencia amo- plzilosopllie de llegel, en lntroduction d la lecture de Hegel, Galli-
rosa. De ahí que la violencia irrumpiera, dcsnudamente, fuera mard, París, 1947.
del contexto de una reflexión sobre el amor, a partir del período 12. In der Liebe ist das Getremlle nocll, aber niclll melzr als
de Jcna. Getre zmtes (sondem) als Einiges: no como separado sino como
27
el énfasis está en la unificación, en )a conciliación. Al no Quisiera plantear la siguiente hipótesis: porque Hegel
tematizar la diferencia y la alteridad, cae Hegel en rígi- no piensa a la vez el amor y la intersubjetividad, se le
das dicotomías, como lo muestra el texto en el estudio alumbrará ésta fuera de la experiencia amorosa (precisa-
que hace de la dialéctica del amor con la materia y del mente en el odio y la discordia). Al pensar el amor sólo
amor con la propiedad.13 Puede decirse que en estos tex- desde la unión, sin pensar la diferencia en el amor, el
tos frankfurtianos Hegel no se abandona a la alteridad. abismo de la separación en el seno mismo de la expe-
No ha descubierto al otro ni ha abierto su filosofía al riencia amorosa se ve dislocado entre una reflexión de la
pensamento del otro: no ha alcanzado una subjetividad diferencia fuera de esa experiencia y un afán sintético
que se constituye en la relación con el otro, en la intersub- que sólo puede concebirlo llevando esa enajenación has-
jetividad. Eso será su gran descubrimiento del período de ta las úl timas consecuencias. Como si sólo la violencia
Jena. absolu ta permitiera alumbrar otra vez lo que más pudie-
Ha pensado Hegel el amor, pero, salvo el atisbo indi- ra parecerse a una experiencia conciliadora.
cado, no hay indicio de exploración de la alteridad. Cu- Hegel recorre esta vía satánica - un verdadero descett-
riosamen te, como se verá, la irrupción de la alteridad y sus ad inferos- por razón de que no puede concebir la
de la experiencia intersubjetiva -en las que se fragua la diferencia, en toda su plenitud y su riquez..a de matices,
reflexión sobre el espíritu- supondrá el abandono del en todo su abismo, su horror y su destructividad, inserta
privilegio de la experiencia amorosa como determinante. en una verdadera experiencia amorosa. Hegel no alcan-
Se pensará el amor también en Jos textos prefenomcnoló- z..a a determinar el amor como fuego devorador. Será el
gicos de Jcna; pero no será el amor el que abrirá a la ex- odio, la discordia, la lesión mutua la que sustituya al
periencia intersubjetiva y propiamente espirituaL No será amor como principio general metafísico y físico en el
el amor sino la violencia, la lucha a muerte por el reco- cual se alumbra la diferencia, la experiencia de la alte-
nocimiento. ridad.
Hegel es «romántico» en Frankfurt si por romanticis-
unido, aun cuando sub~iste separado. Hegel prefigura aqul lo mo entendemos la confusión de amor y de pasión, o la
que su concepto de Au{ltt!b1mg, supéración, que cancela Jo sepa. subsumción de la expl!riencia amorosa en lo que cons-
r~do . prcscrv~ndolo y n~antcniéndolo, logrará pensar. La cxpe. tituye tan sólo uno de sus momentos. la experiencia pa-
r1encH1 hcgcltana no C!>ta, en este punto, lejana de la del inicio sional. Pero ésta posee dos dimensiones articuladas. La
del poema Palmos de Hüldcrlin que he transcrito como cita ini.
cial de eMe trabajo: • Y los que más se aman habitan Cerca. lan- pasión es anhelo de unidad metafísica mas allá de cual-
guidl'cicndo / sobre montaiias muy separadas• ( ..sobre las mon. quier diferenciación (Ttistán e holda, en Wagner, quie-
tañas más separadas• ). Todo el poema transcribt..: esa t..:xpcrkncia ren suprimir nombres y conjunciones: todo cuanto les
de cercanía y separación: entre Jos que más se aman, entre el separa) y es destrucción de cuanto se oponga a esa u nión
poeta Y el Dios (que está cerca y es difícil c.Jc apr.c sar, de aprchcn.
der, de captar [fassen]). devastadora («paranoia de la destmcción del mundo)), la
13. Edición castellana, pág. 261 (Puesto que este amor, por llama Freud). La experiencia amorosa mantiene, superan-
mor de lo muerto... ); edición alemana, pág. 245 (Wcil diese Líe- do, la pasión: abre al sujeto pasional a la experiencia
he... ). E l tema de la •propiedad• se abordará más adelante. verdadera de la alteridad; a la intersubjetividad. En esa
28 29
experiencia se vuelve a ganar lo que pareciera perderse los textos frankfurtianos como lugar de discordia y de
con la pasión: el ser amado en su dimensión de alteri- zozobra. Hegel no se aclara con Jesucristo. De ahí la con-
dad; y, con él también su mundo rea1.14 fusión del texto que a continuación se comentará; de ahf
En Hegel prevalece, en Frankfurt, este anhelo pasio- también el interés revelador y profundo de lo que en
nal (amoroso) del Uno metafísico y la correlativa disolu- ese texto se debate: el debate que Hegel libra consigo
ción de toda objetividad y realidad. Aspira a que ese im- mismo. 15
pulso o sentimiento tenga el poder de integrar, en consu-
mación, esa objetividad, elevándola. Pero Hegel no tema-
tiza el momento destructivo que es la otra cara de esa
consumación unitiva. Se abrirá a esa destructividad más
allá de la pasión amorosa. Será su modo singular de su-
perar el •romanticismo». Opondrá al angelismo de éste
(su catarismo) un satanismo implícito en el mismo: des-
plegará, pues, la propia dialéctica romántica.
Encontrará, sin embargo, un obstáculo infranqueable
en Frankfurt para alcanzar esta vía original: en su refle-
xión sobre el amor hará la experiencia de una reflexión
sobre el crimen. Y ante la cuestión acerca de cómo res-
ponder ante la agresión, se abrirá Hegel a su más genuina
experiencia de pensador.
Pero en el seno de esa pregunta -qué es cmejor-, re-
peler una agresión con agresión u cofrecer la otra meji-
lla- se encontrará Hegel con la figura obsesionante que
desde el comienzo de su existencia filosófica le persigue:
la figura de Jesucristo. Con él libra, ya desde el período 15. Dichter Beruf, Vocación de poeta, de Holderlin, donde
de Berna, una batalla similar a la de Jacob con el ángel. se contrapone a Baco la figura del •ángel del día•, des Tages
Ese «ángel del día• que cantaba Holderlin comparece en Engel, el Maestro, cque, como Baco, tiene también derecho a la
conquista•. Del período de Berna hay una hermosa Historia de
Jesús de Hegel, Tauros, Madrid, 1975, con una excelente intro-
14. El presupuesto crítico desde el que reflexiono está expli- ducción de Santiago González Noriega. Hegel vacila en sus es·
citado en mi libro Tratado de la pasión, donde llevo a cabo un critos antetiores a Frnnkfurt entre una valoración de Jesucristo
primer esbozo crítico del pensamiento del joven Hegel, que en desde la moral kantiana y una condena del cristiamsmo como
este texto continúo. El presente texto debe considerarse en con- religión positiva. En Frankfurt sigue abierto el debate, pese a
tinuación lógica con e l desarrollo djscursivo de este libro citado que, en plenas tensiones internas, resuelve en Jesucristo, el alma
(publicado en Taurus, Madrid, 1979). En ese libro, sin embar. bella, principio vital y amoroso encarnado, las oposiciones (del
go, está determinada la pasión en su diferenciación con el deseo, concepto de positividad pasa al concepto, más rico y profundo,
pero no está, todavía, diferenciada la pasión del amor. de destitto).
30 31
11 DEL CRIMEN en él Hegel piensa, desde la metafísica del amor, en lo
absolutamente opuesto al amor; desde la metafísica de la
vida, en lo más opuesto a la vida:
«lo ajeno se produce solamente con el abandono de
la vida unificada, la vida que no está ni regulada por le-
yes ni es opuesta a la ley; esto se produce solamente al
atentar contra la vida, al matarla. La destrucción de la
vida no conduce a un no-ser de ésta, sino a una separa-
ción; la destrucción consiste en que se la transformó en
enemiga. Ella es inmortal, y al ser inmolada aparece como
su temible fantasma que reivindica todas las ramas de
la vida y da rienda suelta a sus Euménides. La ilusión del
crimen de destruir una vida ajena y de incrementar así
l.
la propia se disipa, pues aparece en escena el espíritu in-
corpóreo de la vida dañada, revuelto contra el crimen,
como Banquo ... » 3
En otro texto del período de Frankfurt, un parágrafo Hegel, en este contexto, piensa en el criminal como
de la gran obra de esos años, El espíritu del cristianismo
sujeto determinado por su acción. El criminal es solida-
y su destino, lleva a cabo Hegel una apasionante reflexión
rio de su acción criminal, que no le abandona una vez
sobre el crimen.1
consumado el crimen.• Pensaba el criminal, dice Hegel,
Dicha reflexión tiene como trasfondo la metafísica de
la vida y del amor que hemos sorprendido en el texto an- do, que «en el futuro toda la metafísica caerá en la moral, de lo
teriormente comentado.2 Interesa este fragmento porque que Kant dio sólo un ejemplo con sus dos postulados prácticos,
sin agotar nada ......
l. En la edición castellana de Ripalda, págs. 322-335, El cas- 3. Nttr durch ein l/eraugshegen au.s dem eitligen, ~veder durclz
tigo en cuanto destino suscitado por el Jtombre; en la edición ale- Gestze regulierten noclz gesetzwidrigen Leben, dtlrch Toten des
mana citada, pág. 342 (Das verbreclten des Menschen, der unter Lebens wird ein Fremdes gesc1zaffen. Vemiclztung des Lebens ist
einem Schicksal befangen betraclttet wird ... ) hasta pág. 359 (pun- nicht eitt Nicltt-Sein desselben, sondern seiue Trennutzg, und die
to y aparte). Vernichtung bestetht darin, dass es zrun Feitzde umgeschaffen
2. Decimos metafísico por cuanto Hegel, en la Hnea indaga- worden ist. Es ist unsterblich, und getotct ersc1zeint es als sein
da por Kant de una 41metafísica futura•, intenta hallar, a partir schreckendes Gespenst, das alle seine Zweige geltend macltt, seine
del 41primado de la razón práctica•, un principio absoluto que su- Eumeniden losliisst. Die Tiiuschung des Verlnecllens, das fremtfes
pere las antinomias críticas del propio Kant o que alcance una Leben ztt zerstOren und sich damit erweitert glaubt IOsst sich
unidad sintética más allá de la dualidad del conocimiento y del dahü¡ auf, dass der abgesclliedene Geist des verletzten Lebens ge.
ser. En el amor y en la vida halla ese principio. gen es auftrirt, wie Banquo ... » (edición nlemana, pág. 342).
En el «primer programa de un sistema del idealismo alemán» 4. Confróntese esta reflexión hegeliana con la que efectúa
(texto escrito conjuntamente por Hegel, Holderlin y Schelling), Nietzsche en Also sprac1z Zaratl!ustra, en el capítulo sobre «El
se afirma, en la primera línea del fragmento que nos ha llega. pálido criminal•: este criminal, una vez consumado el crimen,
32 3.3
habérselas con una vida ajena, cpero la que destruyó fue Esa conciencia de lo perdido que -por razón de la
la propia». Al matar al otro, en cierto modo se mató a sí culpa o de la mala consciencia- se constituye en anhelo
mismo. En el período de Jena, en la Fenomenología, He- de lo perdido, hace sentir al culpable su propia carencia,
gel determinará la subjetividad -su carácter reflexivo, su propia falta. Podríamos decir: siente lo que le falta
mediado y relativo al otro- a partir de esta misma expe- en la misma medida en que siente su falta. Eso que le
riencia. Aquí Hegel piensa el crimen, pero no determina falta -esa falta- es «una parte de sí mismo, aquello que
todavía la subjetividad. Piensa el crimen desde un princi- debiera haber estado en él y no está; este hueco no es
pio superior a la dualidad sujeto-objeto, a saber, vida y un no-ser, smo la vida reconocida y sentida como lo que
amor. El crimen es principio separador en el seno mismo no está•.'
de la vida. Pero ésta restaura lo diferenciado, mediante Ahora bien, por la vía de la ley o del destino no pue-
la culpa, la maJa conciencia y la expiación de la culpa. de llegarse más lejos que a esa consciencia desventurada.
Hegel piensa que esa restauración se produce, en una Pero Hegel piensa que algo hay encima de cualquier ley,
primera aproximación, en virtud de la ley o del destino. encima de cualquier destino, algo que sobrevuela las opo-
La ley, al recaer sobre el criminal, devuelve a éste la po- siciones y dicotomías entre la ley y lo que está fuera de
sibilidad de reconciliarse de nuevo con la vida; lo mismo la ley, entre el mandamjento y su infracción. Algo que
el destino, al perseguir al criminal. Hegel piensa esta res- trasciende el orden legal y moral-positivo, algo que no
tauración en términos dialécticos que anticipan sus aná- deriva de ningún mandato, de ningún «imperativo cate-
Hsis fenomenológicos: górico». Eso es el amor. Hegel, en efecto, ve en el amor
«En el momento en que el criminal siente la destruc- la realización de una metafísica que lleve hasta las últi-
ción de su propia vida (al sufrir el castigo) o se reconoce mas consecuencias el primado de la razón práctica y evi-
(en la mala conciencia) como destruido, comienza el efec- te las rígidas contraposiciones y dicotomías en que los
to de su destino, y este sentimjento de la vida destruida principios morales construidos por el kantismo sumen al
tiene que transformarse en un anhelo por lo perdido.• 5 hombre concreto.' Del mismo modo como el amor, como
se vio, supera las dualidades de la reflexión (entendimien-
queda 'fiiado en su acto criminal hasta tal punto que en él y sólo to y razón), asimismo resuelve en un principio unitario
en él reconoce su identidad. Como se verá, en la Fenomenologla, las dicotomías de la razón práctica y la escisión entre el
una vez reconocido el carácter reciproco del acto delictivo (to. horno phaenomenon y el homo noumenon. En buena exé-
dos somos criminales, todos somos pecadores), se alcanza, a tra-
vés de la confesión mutua del crimen, un pasaje al orden del 6. .. .das Mangelnde wird erkannt als sein Teil, als das, was
lenguaje como única vfa de absolución. En estos textos busca in ihm sein sollte und nicht in ihm ist; diese Lücke ist nicht ein
en el amor una instancia superadora; en lugar del amor, emer- Nich-Sein, sondem das Leben als nicht-seiend erkannt und ge-
gerá en la Fenomenología el lenguaje. fühlt.
S. Von da at1, wo der Verbrecher die Zerstiirung seines eige- 7. Véase Lukács, El joven Hegel, págs. 161 y ss. («Estudio crí-
nen Lebens fühlt (Strafe leidet) oder sich (im bosen Gewissen) tico de la ética de Kant»). Lo único que añade la moral kantiana
als zerstOrt erkennt, hebt die Wirkung seines Sichcksals an, und a la moral heterónoma y positiva, al decir del Hegel del período
dies Gefiihl des zerstorten Lebens muss eine Sehnsucht nach dem de Frankfurt, es que ésta tiene su amo fuera de sí, mientras que
verlorenen werden (edición alemana, pág. 344). el sujeto moral kantiano lo lleva dentro.
34 35
gesis del evangelio y de san Pablo, Hegel, que en este pe- bo intelectual. Una cuestión suficientemente grave y pro-
ríodo de Frankfurt busca en el cristianismo un princi- funda como para conmover toda la trayectoria mental
pio de religión viva y «DO positiva», comprende que el y probablemente vital de Hegel.' La cuestión la plantea
«nuevo mandamiento» del amor no es propiamente man- Hegel con absoluta llaneza y sencillez:
damiento ni imperativo, sino un principio vital que tras- «Quien sufre una agresión injusta puede defenderse,
ciende el orden de la ley y del pecado. puede afirmarse y afirmar su derecho, pero también pue-
Puede afirmarse que Hegel alcanzó su propia proble- de dejar de defenderse.» 9
mática filosófica, la que maduraría en Jena y especialmen- He aquí la cuestión. Aparentemente bien sencilla, bien
te en la Fenomenología, a partir de una reflexión sobre cotidiana y reconocible. De hecho una cuestión de suma
la idea cristiana de amor como idea suprema con rela-
ción a la ley. Sólo el amor, en efecto, es capaz de un ge-
8. En el capítulo II de El joven Hegel hay una excelente ca-
nuino «perdón de los pecados». La Fenomenología es, en racterización de la crisis que atraviesa Hegel entre 1797-1800 (pe-
cierto modo, un «camino de desesperación», en la medi- ríodo de Fran.kfurt). Las cartas de Hegel a sus amistades dan
da en que la consciencia itinerante es el horno viator, el testimonio de ello. A una amiga de su hermana, Nanette Endel,
alma pecadora del cristianismo. Sólo a través del perdón le habla de su nueva ciudad, Frankfurt, en los siguientes térmi-
nos: «... y como creo que sería un trabajo del todo ingrato el dar
mutuo, de la confesión de la propia culpa y de la recon- aqui un .ejemplo a los hombres, y que san Antonio de Padua con-
ciliación general de todos con todos es posible alcanzar siguió seguramente más predicando a los peces de lo que con-
el reencuentro con el Dios vivo de la comunidad, cuya seguiría yo aqui con una vida ejemplar, be decidido, tras madura
aprehensión -difícil, aporética- constituye el saber ab- reflexión, no pretender mejorar a ninguno de estos hombres, sino,
soluto. Sin embargo, como se verá, en la Fenomenología, por el contrario, ponerme a aullar con los lobos ... ~>.
«Ponerme a aullar con los lobos.» La expresión no puede me-
Hegel produce una inflexión del sentido y de la valora- nos de recordamos el homo homini lupus de Hobbes, su caracte-
ción de los temas que en este texto se tratan que es de- rización del estado de naturaleza, del bellum omnium contra om-
cisiva para aquilatar hasta qué punto Hegel mantiene o nes. La relación entre los hombres es, prioritariamente, de agre.
modifica radicalmente sus asertos frankfurtianos. El tex- sión mutua; a las agresiones sufridas sólo cabe responder con
agresión. Hegel, como señala Lukács, se plantea el problema de
to que ahora se va a interpretar, que prosigue el pasaje la inserción del individuo en una sociedad -burguesa- donde
ya citado, constituye una casi literal anticipación del fi- predominan las relaciones «positivas»; y trata de hallar una so-
nal del capítulo «Moralidad» (lenguaje de la convicción - lución al conflicto por la vía íntima, a través del amor. En Ber-
alma bella- lenguaje del perdón) de la Fenomenología. na, en cambio, buscaba la solución por la vfa político-pública,
a través de una reimplantación del concepto heleno de polis y
de ciudadano público. Lukács, obra citada, págs. 130 y ss., lleva
a cabo, además, una interesante confrontación entre la filosofía
2. del amor del Hegel frankfurtiano y la concepción materialista del
amor que, años después, sustentará el primer grao disidente del
hegelismo, Ludwig Feuerbach.
9. Wer einen ungerechten Angrift leidet, kann sich wehren
En el contexto de esta reflexión sobre el crimen, des- und sich und sein Recht behaupten, oder auch sich nicht wehren ...
liza Hegel una cuestión que probablemente decide su rum- (edición alemana, pág. 347).
36 )7
gravedad en la vida de cada uno y en la reflexión que que tiene de su derecho y su falta de fuerza para sostener-
cada uno puede hacer de si mismo, de su propia vida. lo en la realidad; no lucha por ello y su destino es su falta
Alguien sufre una agresión injusta. He aquí el dato de voluntad.» 11
inicial, el punto de partida. ¿Qué hacer, cómo responder De hecho, en el curso de su reflexión Hegel pasa de
a esa acción? ¿Cuál es la respuesta adecuada correcta una valoración equitativa de ambas reacciones a una va-
justa? ' ' loración desigual: el que responde a la agresión con agre-
Ante la agresión injusta caben dos opciones. Al suje- sión está en su derecho; el que sufre pacientemente la
to paciente de la acción se le abre un clarísimo dilema: agresión también; pero demuestra falta de fuerza y vo-
o responde a la agresión con agresión, afirmando su de- luntad. El otro es más valiente o es valiente a secas:
recho; o deja de responder, no defendiéndose. frente a la resignación al destino opone su resistencia al
Hegel dice que en la respuesta a ese dilema comienza destino. Hegel se decanta, pues, en favor de quien respon-
el destino del sujeto. Podríamos decir que en la respues- de con agresión a la agresión, prefiere la acción a la pasi-
ta a ese dilema comienza el destino de Hegel como pen- vidad, la respuesta activa al sufrimiento inactivo:
sador. «Al encararse al peligro no hay sometimiento al desti-
cCon su reacción, sea paciente dolor, sea lucha, co- no, puesto que se entra en el campo de lucha donde un
mienza su culpa, comienza su destino. » 10 poder se opone al otro, y se toma partido contra uno de
Hegel examina ambas reacciones. Una s~ría la reac- los dos. La valentía ... es superior al sufrimiento pacien-
ción moral, fundada en derecho; otra la que sugiere la fi- te, porque, aun cuando se sucumba, se ha tenido presente
gura de Jesucristo (si os agreden en una mejilla, ofreced esta posibilidad, se ha asumido, pues, conscientemente la
ta otra mejilla). Ambas reacciones parecen válidas: culpa.» 12
cEn la lucha persevera en su derecho y lo reafirma·
en el sufrimiento paciente no abandona tampoco su dere: 11. ... im Kampf hiilt er atl seinem Rechte fest und behauptet
a; auch im Dulden gibt er sein Rech nicht auf; sein Schmerz i.st
cho. Su dolor es la contradicción entre el conocimiento der Widerspruch, dass er sein Reclll erkennt, aber die Kraft nich
hat, irr der Wirklicllkeit es testwhalten; er streitet nich dafür,
10. .. .mir seiner Reaktion sie sei duldender Schmerz oder und sein Schicksal ist seine Willenlosigkeit ... (edición alemana,
Kampf, fiingt seine Schtdd, sein schicksal an: con su reacción pág. 347).
sea .paciente do.lor, sea lucha, comienza su culpa, comienza s~ 12. Wer fUr das kiimpft, was in Gefalzr ist, hat das nicht ver-
desuno. He aqw las dos reacc1ones posibles, enfrentadas, dulden- /oren, fiir was t"' streitet. Aber dadurc1t, dass er sich in Gefahr
der Schmerz, paciente dolorJKampf, lucha. Asumir, vencer, su- begibt, hat er sic1t dem Scllicksal unterworfen, denn er tritt auf
perar (auflleben), el. ~estino significa superar la culpa, cargar con den Kampfplatz der Macht gegett Macht und wag sich gegen ein
la culpa, responsab1hzarse, hacerse para sí con la significación Anderes; die Tapferkeit aber ist grosser als schmerzendes Dul.
del acto (o de su omisión). Sólo el alma bella, como se verá rea- den, weil jene, wettn sie auc:l& unterliegt, diese Méiglichkeit vorher
lizará ~ste ptincipio moral (en la Fenomenologta, el sujeto ~oral erkannte, also mit Bewusstsein die Sclluld übernahm ...
se punfica en el alma bella de toda particularidad, pero sólo en La superioridad de la valentía estriba en que la valentía que
un~ figura ~terior, conciüaci.ón del alma bella y de la conciencia Hegel considera implica el conocimiento previo de la posibilidad
activa y beligerante, se alcanza la entelequia del acto moral (edi- de reaccionar ante la agresión mediante el sufrimiento paciente.
ción alemana, pág. 347). Esto significa lo siguiente: el sujeto que responde a la agresión
38 39
De hecho, el que actúa asume, al igual que el que su- al Dios vivo hacerse Lógos: encarnarse en la comunidad
fre pacientemente, la culpa del otro y la suya propia; cabe humana, pecadora.O
preguntar sin embargo si el que sufre pacientemente asu- En la Fenomenología la conciencia activa supera a la
me la culpa de su omisión; en todo caso, el que actúa conciencia que juzga, la cual es metamorfosis de la cons-
sabe que hubiera podido no actuar (a la manera de Ar- ciencia que asume el papel del sufrimiento paciente (el
juna al comienzo del Bagavad'hita), que incluso hubiera alma bella). La conciencia activa que se confiesa está por
deseado no actuar y que, al actuar, es culpable de su ac- encima, en la jerarquía espiritual, del alma bella. En cam-
ción y de su pecado, pero que el no actuar no le exime bio, en el texto que comentamos, una vez Hegel ha valo-
de la culpa y del pecado de su omisión (o cobardía). rado la acción por encima de la pasividad, la respuesta
Todo aquel que actúa peca: he aquí una idea, si no la a la agresión con agresión por encima del sufrimiento
idea, central y nuc1ear, como veremos, de la Fenomenolo- paciente, da un giro inesperado a su reflexión y halla una
gía del espíritu. Desde esa idea, que recoge una experien- figura superior a ambas en el alma bella. 14 De hecho, esa
cia bien concreta y cotidiana, puede comprenderse la con- superación es posible en razón de que Hegel, en el exa-
:::epción hegeliana de la dialéctica infinitud-finitud. Toda men de la acción y de la pasividad, piensa menos en el he-
acción es finita; en su limitación, en su determinación cho determinante de actuar y más en la razón legal de la
está su pecado, su falta. Pero sólo en acción, en obra, es actuación: discute, en efecto, sobre si tiene más derecho
posible que el infinito sea real, espíritu real, alcance la el que actúa o el que no actúa. Lo que parece ll~marle la
Wirklichkeit, la efectividad. Toda acción, en tanto finita, atención es la cuestión del derecho y su superactón en el
recubre un crimen, es pecaminosa y culpable; debe ser amor. Pero por un momento, en el texto comentado, pa-
expiada. Esa expiación se realiza, en la Fenomenología, rece pensar, independientemente del derecho, en la acción
en la consciencia concreta y material de esa acción, en la como algo superior a la no-acción. Esa superioridad ra-
expresión verbal, confesional, 1ingüística de esa acción. dica en ]a valentía, en la fuerza y voluntad que expresa:
Será el lenguaje de la confesión de la propia culpa -la una cuestión que no es subsumible en términos de dere-
petición y mutua donación de perdón- lo que pennitirá cho, o que no permite discriminación desde el punto de
vista del derecho.
En cualquier caso, en este texto, aparece por vez pri-
con agresión -el •valiente·• aquí considerado por Hegel- hubie-
ra podido no responder a la agresión. Si responde es porque in- 13. Véase la última parte de este trabajo, «El lenguaje del
tuye una superioridad moral en responder que en no responder. perdón•.
La mejor ilustración de lo que aquí quiere significar Hegel yo la 14 Para una confrontación entre ambas concepciones hege-
verla en el conflicto íntimo de Arjuna al comienzo del Bagavad' liana~ del alma bella la de Frankfurt y la de la Fenomenología,
hita y en los consejos que le da el dios, señalándole que es su- véanse las certeras páginas de Jean Hyppolite, Génesis y estruc-
perior la acción a la no.acción, pese a saber todas las razones tura de la fenomenología del espíritu de Hegel, trad. castellana,
por las cuales puede abandonarse la lucha. El valiente, si aban- Península Barcelona (edición francesa, 1946, París), en el segun-
dona la lucha, es por dolor, por compasión, por conocimiento de do capítulo de la sexta parte. Téngase .en. cuenta .especialm~nte
lo que hace y del móvil del obrar del otro; no es, pues, por co- la novelita incluida en A?ios de aprend1za¡e de Wtlhelm MetSter
bardía y falta de fuerza (edición alemana, págs. 347-348). de Goethe, titulada Las confesiones de un alma bella.
40 41
mera la fra~a misma de la experiencia intersubjetiva en En Jena logrará Hegel concebir en esa contradicción
la que genrunará la noción de espíritu: el campo de lu- (en la que la vida está en lucha consigo misma) la fragua
cha entn;: agresores o contendientes, el campo de batalla misma del espíritu. ~ste se alumbra así que un sujeto
enn:e. SUJetos que ponen su vida a prueba en la acción vivo es capaz de poner toda su vida absoluta e incondi-
pumtlVa: cionalmente a prueba, asumiendo esa contradicción, en-
. «La pasividad doliente se ve atada solamente a su pér- frentándose consigo mismo en una lucha a muerte con
dida Y no opone a ésta una plenitud de fuerza. Pero tam- otro que es su propia mismidad reflexiva y objetiva. Esa
bién el sufrimiento de la valentía es un destino justo contradicción no es asumida en este texto, lo que lleva
puesto que el va1iente se ha internado en el campo del p~ a Hegel a buscar en otra parte, a saber, en el alma bella,
der y del derecho.» as la plena conciliación de lo escindido (conciliación que ni
Sin embargo, ese internamiento es insuficiente: el cam- el derecho ni la pasividad doliente son capaces de consu-
p~ de la l~cha por los derechos, lo mismo que el sufri- mar). Sólo que esa alma bella se inclina objetivamente
mtento pastvo, es un cestado antinatural». El derecho es hacia la figura de la pasividad doliente: la Fenomenolo-
algo pensado, un universal; en él está pensado el agresor gía lo demuestra, y el texto que vamos a comentar oscu-
como un pensamiento diferente; casí se darían dos uni- ra y paradójicamente lo insinúa también, dando un ses-
versales _que se ca~celarían mutuamente y que, sin embar- go misterioso a este fragmento en su conjunto, en el cual
go, perststen. De 1gual manera, los combatientes se opo- las confusiones y vacilaciones que en él expresa Hegel
n~n en cuanto entidades reales, en cuanto seres vivientes demuestran la alta tensión de los problemas que está
diferentes; la vida está en lucha con la vida, lo que de planteando y las dificultades que con ellos se encuentra.
nuevo, es contradictorio». 16 '
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simplemente juzga sin actuar, rebelándose, contra la ac- sufrimientos que recibe. En vez de solidarizarse con la
ción y por lo mismo contri el espíritu.11 agresión particular sufrida, se solidariza con todas las
Ya en este texto frankfurtiano se insinúa, sin embar- agresiones posibles que puede recibir. Y considera mere-
go, lo que esta actitud del alma bella tiene de huida del cerlas cargando sobre sus espaldas co~ todos lo~ críme-
escenario real en donde encarna el espíritu: nes, c¿mo si ella, que los recibe, los hubtera come~tdo per-
«El hombre que suelta aquello a lo cual algún otro sonalmente. A esta luz aparece la figura contradictona Y
se aproxima con hostilidad, que deja de llamar ~uyo al paradójica de Jesucristo. .
objeto que algún otro llega a tocar, se salva del dolor de cTodos los sufrimientos que así le resultan son JUStos
la pérdida, se salva de ser manipulado por el otro o por entonces; son su destino dedichado que ella (el alma)
el juez, se salva de la necesidad de manipular a otros.• 19 misma ha suscitado conscientemente, y su honor es su-
Ni que decir tiene que estas consideraciones estarían frir con justicia, puesto que se ha ele~ado tanto por en-
impUcitarnente contenidas en su reflexión sobre el sufri- cima de estos derechos, que ha quendo tenerlos como
miento paciente. No se ve decisivamente en qué, pues, el enemigos.» 10 • h
alma bella trasciende una actitud sobre la que Hegel se Hegel insinúa que el amor, en esa negac1ón que ace
había pronunciado líneas atrás. No hemos rebasado la del derecho, se eleva tan por encima de éste•. que acaba
actitud cobarde de quien no hace suya (ni se comprome- por tenerlo como enemigo (pasando, a los OJOS ?e é_ste,
te con) la agresión sufrida. Si el criminal no puede za- como algo reprobable). El texto anticipa la consctencta a
farse de su crimen, que es suyo y sólo suyo, puede afir- este respecto de un Dostoyevsky.
marse que el agredido no puede zafarse de esa acción re- El riesgo de elevarse tan por encima del derecho o del
cibida y de la respuesta, de acción o de omisión, a que destino que ese renuncie a la vida» y se produzca un ·~
esa recepción ]e compromete. El alma bella, por lo que tirarse por completo al vacío» -riesg~ que será descnto
se ve, quiere desolidarizarse de ese hecho. Para ello ex- en la Fenomenología como consustancial al alma bella-
trema esta dialéctica y termina por hacer suyos todos los tiene su lado positivo en un efectivo vencimiento Y supe-
ración de la ley y del destino. «El hombre, al colocarse
18. AJ igual que en el texto frankfurtiano, el alma bella de frente a sf mismo el destino en su forma más co~plet~
la Fenomenología se eleva por encima del campo de lucha entre se ha elevado ipso facto por encima de todo destmo.•
poderes donde juegan los sujetos activos. Pero en eUo estriba,
al decir de Hegel en la Fenomenología, la insuficiencia de esta 20. ...alle Schmerten, die ihr daraus ent~telten, sind .alsdann
figura: en haberse elevado demasiado y en no abandonarse a la gerecht und sind jettt ihr unglückliches Schtcksal, das sre selbst
difer,..ncia (diferencia que sólo es real en las luchas cpoder con- mit Bewusstsein gemacht hat, und ihre Ehre ist es. ger;ht ~
tra poder»). leiden denn sie ist über diese Rechte so sehr erhaben, ass su!
19. Derjcrtige, der das fahren Iasst, dem eitr anderer feitrdse- sie z.d Feiuden haben wollte (edición alemana, pág. 349).
lig sich nalu, das sein zu nennen aufhOrt, was der an.dere an- 21 •El infortunio puede llegar a ser tan grande que s~ de:-
tastet, entgeht dem Schmerz über VerltlSt. er entge1tt dem Behan- tino · ue está en la autoaniquilación a través de la .renuncta a a
deltwerdell durch den anderen oder durch den Richter, er entgeht vida', fo lleve basta el punto de tener que retirarse ~or completo
der Notwendigkeit, den anderen zu behaudeln (edición alemana, al vacío• (edición castellana, pá.g. 328);. Das Ungl~ck k~nn so
pág. 349). gross werde?t, dass ihne sein Schicksal, drese selbsttotung m Ver-
Jt- 41
E_sta elevación, I?ediante la cual se constituye la subjeti- to del mismo ha sido tocado y el ofensor no ha menos-
VJClad, se produc1rá, en los textos prefenomenológicos de cabado así ningún derecho suyo.» 23
Je~a, en la lucha a muerte entre los sujetos propietarios Un corazón así, sin embargo, está cabierto a la recon-
mxembros de una famiJia. ciliación, ya que es capaz de reasumir de inmediato toda
El alma bella alcanza, así, Ja libertad suprema que relación viviente. de retomar las relaciones de la amistad y
es el «atributo negativo de la belleza del alma».n Ésa li- del amor, ya que no ha herido en sí mismo vida alguna•.Jt
bertad, e~ Jena, se alumbrará directa e inmediatamente En Jena abandonará totalmente este punto de vista.
en el honzonte del campo de batalla, sin atenderse a esta En primer lugar, la lesión de unos a otros será necesaria:
figura reJigiosa para consolidarse. En Ja Fenomenología sin esa lesión no puede alumbrarse ninguna subjetividad
se entrecruzarán ambas reflexiones: la libertad del cam- absoluta. Sólo la negatividad alumbra al sujeto; sólo en
po _de b~talla -la del señor, primero, la del sujeto revo- la experiencia lesiva, en la violencia, puede alcanzar la
Juclo~an~, después- abocará, al concretarse, en la liber- consciencia un desapego absoluto e «ideal• de cuanto
tad tnterror de un sujeto moral que tiene en el calma siente y ctiene• como ser existencial, viviente. En segun-
bella. ~1 ~omento de su máxima liberación subjetiva, do lugar, esa lesión, llevada hasta sus últimas consecuen-
pero ~su~usmo de su máxima pérdida de la mundanidad cias, resolverá la lucha a muerte entre familias en una
constitutiva de la esfera espiritual. reconciliación espiritual en el pueblo: de los padres de
«La Jibertad suprema -la posibilidad de renunciar a familia enconados en guerras interminables locales será
todo para conservarse- es el atributo negativo de la be- posible pasar a una unificación popular que los trueque,
lleza_ del alma. Pero "el que quiere salvar su vida, la per- por así decirlo, en padres de la patria. Entonces será el
derá (Mat~o 10, 39). Es así como la suprema culpa se espíritu del pueblo, no el amor, lo que unifique y concilie
p_uede asoc1ar con la suprema inocencia, como la eleva- lo escindido y violado. En lo que sigue será necesario re-
Ción por encima de todo destino se hace compatible con correr los textos hegelianos donde esta decisiva inflexión
el su~remo, con el más desgraciado de los destinos. Un de su pensamiento se produce.
corazon que de esta manera se ha elevado por encima 23. Die hochste Fieiheir ist das negativc Attribut der SchOn-
de _la~ condiciones jurídicas, que no está atado a nada heit der Seele, d.ll. die Moglichkeit, auf allcs "verzichl zu tun,
Objetivo, no tiene nada que perdonar al ofensor, puesto um siclt zu erhallcn. Wer aber sein Lelzcn rettcn will, der wird
que ha abandonado su derecho tan pronto como el obje- I!S vcrlieren. So tSt mit dcr ltochsten Sclzildlosigkeit die lli5clrste
Schuld, mil der Frhabenlteit über alles Sclticksal das hi:ichste,
tmglücklicltste Scllicksal vereinbar. Ein Gamitt, das so iiber die
Rechtsverlzii.ltnisse erlzaben, von keinem Objcktivcn befangelt ist.
zicl!~un . auf Lebe~r so weit treibt, dass er siclr ganz ins Leere hat dem Beleidiger nichts zu verzeihen, denn dieser Izar ihm kein
zuruckvehen muss. El texto sigue asf: Judem siclz aber so d Recht verletz.t, demz es hat es aufgegeben, wie sein Objekt an.
Menscl&. das vo~lstii.!!digste Sclticksal selbst gegeniiberset::t, :~ getastet wurde (edición alemana, pág. 351).
llat er stch tuglerclz uber alfe Sclricksal erltoben (edición alemana 24. Es ist fiir die Verso/mung of{en, denn es ist i1zm moglich,
pág. 350). , ~ogleicT1 jede lebendige Bezieiiung wieder aufzuneltmcn, in die
_22. Die lli:iclrst~ !'reilzeit ist das negative Attribut der Sclzon- Verhii.lhlisse der Freundschaft die Liebe wicder einzutreten, da
l!eu der Seclc (edición alemana, pág. 350). es in sich kein Leben verletzt Jtat.. . (edición alemana, pág. 351).
48 49
4. resulta de esa experiencia nihilizadora en la que se cons-
tituye, frente a la sustancia, el sujeto. Que esta via re-
flexiva está plenamente adecuada a la experiencia mo-
El último texto comentado de Hegel muestra a las cla- derna del amor y de la libertad prueba su verdad históri-
ras la incompatibilidad entre el amor y la lesión mutua. ca; que puede contestarse y criticarse desde una reflexión
El .amor es sólo conciliación mutua. La lesión es, siempre, donde amor y libertad, interconexos, abran al sujeto a
les1ón contra la vida y el amor. No hay alternativa: o se la experiencia de la positividad del «Otro•, prueba su in-
ama o se agrede; o se sigue al amor o se actúa con vio- suficiencia ontológica. La contradicción entre verdad his-
lencia. EJ derecho, la ley, el juicio, no restauran lo vio- tórica e insuficiencia ontológica sólo puede pensarse des-
lado o agredido; responden a la agresión con agresión. de principios últimos que expliquen las claves y las sig-
Sólo el amor puede superar violencia y agresión, pero en nificaciones de las épocas del mundo. De momento sólo
la medida en que no se contamina con nada que impli- es posible constatar estas cuestiones, sin resolverlas.
que lesión alguna a lo vivo. :E.sta es la reflexión de Hegel
en Frankfurt: la que justamente abandonará en Jena.
Ahora, en Jena, se tratará de explorar qué pasa así que se
produce una lesión concreta y efectiva y se responde con 5.
una lesión correlativa. ¿Qué sucede en el seno de la lu-
cha y agresión recíproca? Hegel responderá: la vida se
pone a prueba, el riesgo de perderla se hace nminente; En los textos comentados del período de Frankfurt,
pero en el seno de esa experiencia del riesgo de la vida, Hegel construye sus reflexiones sobre el amor en base a
se alcanza, con Ja consciencia de ese riesgo, la libertad dos fuentes de experiencia. En primer lugar la relación
del sujeto. Sujeto y libertad se constituyen en el seno de de amor-pasión entre amantes que la referencia a Romeo
esa experiencia. Los términos sacrificados serán vida y y Julieta, en el texto Amor y propiedad, confirma. En se-
amor. gundo lugar, el amor tal como es pensado y sentido en
Hegel ha pensado asf, implícitamente, las antinomias la experiencia cristiana. Podrfa decirse que el Hegel de
que un determinado pensamiento hace de términos tales Frankfurt cruza en sus reflexiones el concepto implícito
como amor y libertad. Se había insinuado que Hegel pen- de amor-pasión y el concepto cristiano de ágape. En es-
saba por amor lo que, ateniéndonos a una tradición es- tos textos, sin embargo, no se piensa expresa y temáti-
tablecida, podía concebirse corno amor-pasión: un amor camente en la dimensión institucional y objetiva del amor.
q~e no hace la experiencia de la alteridad. Se podría aña- En cierto modo todo el orden de lo objetivo-institucional
dir que, al no hacer la experiencia reflexiva de la alteri- constituye ese resto de upositividad» que el amor debe
dad en el seno de la reflexión sobre el amor, Hegel alum- asumir y superar disolviendo. Esto queda muy claro cuan-
bra. al «Otro» en ~1 seno de una dialéctica negativa, en el do Hegel, en el texto Amor y propiedad, se enfrenta con
honzonte de la VIOlencia. Y decide con ello el curso de la espinosa cuestión de las propiedades respectivas de
cierta idea establecida de libertad: libertad como lo que los amantes. No ve que pueda solucionarse por la vía ju-
50 51
ríclica esta cuestión sin desnaturalizar el sentimiento amo- en las posesiones familiares; el trabajo, en las herramien-
ros?, pero parece dudar también de que éste se baste tas; la memoria, en el lenguaje. Lo que interesa a Hegel
por sí m.ismo para superar la «positividad» que expresan es la dialéctica entre lo ideal y lo real, entre lo universal
las prop1edades, en las cuales subsisten elementos «sepa- y lo singular, en donde se inscriben estas instancias y sus
rados» de los amantes que no terminan por unificarse. «términos mediadores», así como las dialécticas cruzadas
Ahondando en esta cuestión, puede entenderse el giro entre las tres potencias y sus concreciones correspondien-
objetivista con que vuelve a abordar la problemática amo- tes. No es posible entretenerse aquí en un detallado co-
rosa en los cursos de 1803-1804, en los que la vaga e in- mentario de este texto apasionante. tlnicamente se va a
diferenciada metafísica del amor es concretada. En esos tomar en consideración la dialéctica que lleva del deseo
textos Hegel desglosa el «amar• en conceptos precisos, a la posesión familiar y de la familia tomada como un
efectuando una auténtica reducción analítica de esa no- todo a la multiplicidad de familias enfrentadas. En el
ción. Distingue, corno se verá a continuación, términos seno de esa dialéctica se advertirá la transferencia del
tales como «deseo•, «Sexualidad•, •amor entre los cón- amor a la esfera objetiva, la concreción del amor en re-
yuges•. Ya no se habla de •amantes» en abstracto. Pien- laciones múltiples en el seno familiar, el alumbramiento
sa en particular en la institución matrimonial. Y sobre de la subjetividad en el enfrentamiento entre familias 1 la
todo en la familia. De ahí que se demore en todas las re- constitución del espíritu popular en la superación de esos
laciones intern.~s a ]a familia, entre esposo y esposa, en- enfrentamientos.
t:e _padres e hiJOS, etcétera. Puede advertirse el enrique-
Cimiento que se opera mediante esta objetivación de la
problemática amorosa que aparece transferida a lo que
~ás adelante, llamará Hegel la esfera del «espíritu obje~
ttvo». En el texto que se va a comentar, el término englo-
bador de todas estas relaciones es la familia con sus pro-
piedades. Pero antes de entrar en él convendrá conside-
rar desde qué nueva concepción lleva a cabo Hegel esos
análisis.
En este texto, que en ocasiones se ha editado con el
título de Primera filosofía del espíritu, Hegel conceptúa
el absoluto como espíritu, sólo que ese absoluto difiere
respecto al de la Fenomenología en que no es todavía es-
píritu mundial sino espíritu del pueblo (Volksgeist). Para
Hegel son tres las potencias (Poten<.en) que constituyen
ese espíritu, sus raíces y sus facultades primarias, sus
poderes podríamos decir. Esas potencias son el deseo el
trabajo y la memoria. El deseo se concreta y se objetiva
52 53
III DE LA FAMILIA
decide la cuestión apelando a las conocidas querellas en-
tre idealistas subjetivos, objetivos y absolutos, a las alian-
zas y ententes entre este u otro personaje: Jena signifi-
caría la asunción hegeliana del punto de vista absoluto
de Schelling frente a las «filosofías de la reflexión• de
Kant, Fichte, Jacobi.2 No voy a negar estas obviedades.
únicamente quiero añadir algo que suele pasarse por alto
a la hora de enjuiciar la evolución de un pensador: el
orden de dificultades teóricas reales en que se encuentra,
la encrucijada en que puede de pronto hallarse; y el poso
vital que en esas dificultades y aporías de su reflexión se
revela. En la medida en que me baso únicamente en tex-
1. tos, abstrayendo de la biografía concreta del filósofo, qui-
siera que fuesen éstos los que revelaran, con los cambios
de sentido, las razones implícitas de esos cambios de sen-
En filosofía. como en tantas cosas de la vida l á tido.3
boles no de· ¡ b • os r-
1 . Jan ver e osque. En esto son responsables
c~sl p~o)Jos filó~ofos: con su estilo enmascaran lo esen- Planty-Bonjour, con introducción y notas, en PUF, 1969 (La pre-
a . . o csenctal es, por lo general, muy sencillo Pero miere philosophie de l'esprit ). La traducción de los textos corre,
e~unf~r ~o sencillo ~ignifica arriesgarse a ser tacha.do de pues, a mi cuenta. En la edición alemana citada hay, además de
Slmp I . ca or. No quiero con ello abundar en el con 'unto este texto y otros del período de Jena, un comentario general de
ele tópJc~s que suelen pesar sobre el lenguaje hege/iano Gerbard Gohler (Kommentar zu Hegels fr/.lhcn politischen sys-
remen, más una antología de interpretaciones clásicas sobre es.
pero SJ eseo centrar el problema de fondo que llevó ~ tos escritos, de Rosenzweig, Marcuse, Lukács, Ilting, Habermas,
Hegel a abandonar la filosofía de la vida d 1 Riedel, y una amplia bibliografía. De estos estudios interesa para
construir su filosofía del espíritu ' AcadéYm.ec amor y a el texto que aquí comentaremos el excelente estudio de Haber-
• t amPnle se
mas, Arbeit und lnteraktion (Trabajo e interacción), en el cual
l. En este cap1tulo y en el , · -· . este filósofo construye su filosofía de la sociedad a partir de
texto que suele deno · _proxJm? cemrc mi discurso al las ctrcs potencias• a que Hegel hace referencia y con las cuales
nominación que aqu(~;::v:;:;;:era fzlosofla del espíritu (d.e.. construye su primera filosofía del espíritu.
blicado como anexo a la Jenaer os) Y. que s.uele aparecer pu. 2. Para el pasaje de Frankfurt a Jena, véanse los capítulos
anexo lo constituven las leccionesR:!"lf~loso.rJiue 1805-1806. Dicho correspondientes del varias veces citado libro de Lukács.
1803-1804. Utilizaré la edición alema ~~ ad asc!o~ Hege~. en Jena en 3. Para seguir la evolución de Hegel, léase la Corresponden-
politische Systemc Ullstein 1974 (J 1 e r ard GOhler, Frühe cia, según el texto establecido por Jobannes Hoffmeister (hay
sophie,. Ausarbe~tu;tgen zur ·G~istespl:r':s~~~:krv~::t~~3-~:0ll!hil0: traducción francesa de Jean Carr~re, en tres tomos, Ed. Galli.
losophze des Getstes; págs. 293-335) No ha . 04. Phz- mard; edición alemana, Briefe von r.md an Hegel, Meiner. Ham.
de este apasionante texto H · Y ~raducetón castellana burgo). Para una biografía de Hegel, la clásica de K. Rosenkranz,
· ay una traducc1ón francesa de Guy
Hegels Leben, BerUn, 1844, reimpresa en Dannstadt, 1963. Así
54
55
La interpretación que voy a sostener del pasaje de gunta: ¿Cómo puede el esclavo alcanzar la libertad? A lo
Frankfurt a Jena vendrá dada por la cuestión con que que Hegel responderá: mediante el trabajo.
Hegel se debatía en los textos comentados de Frankfurt Violencia reciproca, trabajo y libertad: éstos son los
Y qu_e arrojaba el siguiente problema acuciante: ¿Qué es temas que, en Jena, sustituyen al amor y a la vida. ?b-
«meJor•, responder a una agresión con agresión o bien viamentc, Hegel pensará también en el amor y en la v1da,
comportarse pasivamente ante una agresión? Como ya in pero de forma subsidiaria, subordinada a los te~as pre-
sinué, es la reflexión sobre el crimen la que decide de viamente citados. Dicho de otra manera: los SUJetos no
antemano el rumbo seguido por Hegel en Jena. alcanzan mediante amor el absoluto, sino mediante eman-
Implícitamente los textos de Jena que aquí se comen- cipación de las cadenas que los esclavizan. Sólo a través
tarán, la llamada Primera filosofía del espíritu y la Feno- de la lucha a muerte y del duro camino de la emancipa-
menologla, se preguntan lo siguiente: ción será posible alcanzar el espíritu absoluto. En las Lec-
¿Qué ocurre si se responde pasivamente a una agre- ciones de Filosofía de la Historia, Hegel, de manera ro-
sión? tunda, expresará la ecuación entre e!>píritu y libertad.
¿Qué ocurre si se responde activamente? El giro es tanto más sorprendente cuanto que, desde
. La respuesta hegelia_na es la siguiente: si a una agre- ese instante, el amor quedará confinado a la esfera espi-
SIÓn. n_o se ofrece suficiente resistencia, si a una acción ritual más baja, más ligada a la naturaleza: la esfera fa-
h~~ICida no s.e responde con una acción igualmente ho- miliar. Sólo en la sociedad civil, primero, en el Estado,
micida, el pactente de la acción se ve abocado o a morir en último lugar, será posible alcanzar esa conciliación
o a convertirse en esclavo. de lo escindido que Hegel buscaba en Frankfurt. Para He·
La posibilidad de volverse esclavo por haber sido co gar a la plena conciliación será preciso llevar hasta el ex-
barde en el campo de batalla, conduce a Hegel a una in- tremo absoluto la dialéctica liberadora, tanto por vía de
flexión reflexiva según la cual pasan a primer plano los la lucha a muerte como por vía del trabajo. Sólo en la
problemas de la lucha a muerte (por el poder y por el Ilustración y la Revolución francesa, como veremos, co-
reconocimiento) y de la libertad. mienza a gozar el espíritu esa satisfacción. Pero entonces
A 1? filosofía del amor le sucede, pues, una filosofía cobrará todo su relieve y pertinencia nuestra pregunta:
de la l~bertad; al problema central de la relación amorO- ¿Será posible recuperar la perspectiva conciliadora del
s? le Sigue el pr?blema central de las relaciones de agre- amor una vez constituido el sujeto libre? ¿Será pensable
SIÓn: a la filosof!a del amor le sucederá una filosofía que una conciliación liminar de libertad y amor? ¿Cómo pien-
expl~ca el deverur del espíritu desde y a partir de la vio- sa Hegel el estado de consciencia y de obj~tivid_ad que su-
lencia. cede a la revolución, el estado postrevoluc10nano? La exé-
En la Fenomenología, Hegel planteará una nueva pre- gesis del capítulo Moralidad será, en este sentido, el pun-
to álgido de nuestra exposición.
Por el momento, los textos prcfenomenológicos de
mi~mo el también clásico estudio de R. Haym, Hegel und seine Jena muestran el abandono de la problemática amorosa
Zett, Bcrlin 1857, reimpreso en 1962, Hildesheim/ Olms. a la esfera objetiva de la familia, donde alcanzan, por lo
56 57
demás, plena concreción, bifurcándose en una amplia canzará en Jena a concebir la libertad desde esas premi-
gama de relaciones (sexualidad, amor, paternidad y filia- sas: se le revelará como negatividad absoluta, como es-
ción); asimismo muestran la irrupción del campo de lu- píritu. La filosofía de Hegel es el m~s consecuente .i~ten
cha entre los sujetos propietarios (padres de familia) to, hasta hoy, por concebir el espíntu como negau~dad
como el lugar mismo de desvelamiento del sujeto libre, _ de todo orden sustancial: como sujeto que revoluc1ona
premisa de constitución del espíritu del pueblo. Hegel toda sustancialidad. Que estas premisas bloqueen o no
arranca de Hobbes, podría decirse, para llegar hasta Rous- la posibilidad de pensar un amor y una libertad concre-
seau: el homo homini lupus se traspasa dialécticamente tas y encarnadas es algo que aquí únicamente podremos
en la volonté general. insinuar. Hegel piensa en un espíritu desencarnado que
sólo mediante la negación de su sustancia se alza al ele-
mento de libertad que Jo constituye: su verdadera sus-
tancia resulta de esa negatividad o es ne~ación absoluta Y
2. reflexiva; su sustancia es negar: determinar, delimitar, es-
tablecer, poner. La crítica a Hegel debe comenzar por un
cuestionamiento de la asimilación de positividad y cosa
Del amor pedía Hegel, en Frankfurt, la disolución de muerta; debe ganar un concepto de positividad y de su~
toda positividad. Positivo y muerto era para Hegel la mis- tancia que no reduzca éstas a la inmediatez que el esp•-
ma cosa. El amor era vida, pero una vida que no aloja ritu niega para alcanzar libertad. . ..
ba en sí nada ajeno ni extraño: ninguna diferencia, por Del amor pedía Hegel, en efecto, la dtsolucton de. to~a
tanto. Estas asunciones deciden la vla idealista recorrida posi tividad o cosa muerta. En Frankfurt parcela atnbUJr-
por Hegel. Lo grave y lo sintomático de Hegel consiste sc tal poder al amor, de modo que éste f ucra instanc.ia
en haberse abierto al más consecuente idealismo a partir absoluta y conciliadora capaz de reincorporar tod~ _lo a~e
de una reflexión sobre el amor y la vida. Puede anticipar- no y escindido en el uno vital. Pero en una reflexton sm·
se lo siguiente: Hegel piensa implícitamente el amot· como tomática sobre amor y propiedad se encontró con un eno-
negatividad absoluta, pese a que, en los textos frankfur- ,ioso problema. Se concretaba así: ¿~ué pasa c~ando los
tianos, no emplea la noción de absoluta negació~t que de- amantes son desiguales en sus propiedades? Cterto que
terminaría el rumbo de su filosofía desde Jena. No con- Ja propiedad es «cosa muerta», letra muerta frente al
cibe la experiencia amorosa desde y a partir de la dife- principio de vida que es el amor; y, sin embargo, el pro-
rencia entre sujetos positivos y sustanciales.4 Tampoco al- blema se le hace a Hegel bien dificultoso. Imaginemos dos
amantes, ol uno rico y el otro pobre. Hegel busca en el
4. Sólo «:1 primer gran critico de Hegel, Fcuerbach, se alza a cregalo» una superación del orden legal y contractual
una concepc1ón del amor de esta naturaleza. Sobre la transición
de Hegel n la izquierda hegeliana, a partir de las lecciones del
viejo Schelling (en las que intentaba una vía cpositiva• frente revolutionare Bruclt im Denken des neunzehnten Jahrhunderts.
al negativismo hegeliano), véase el clásico estudio histórico de Marx und Kierkegaard), traducción castellana de Emilio Estiu,
Karl Lówith, De Hegel a Nietzsche (Von Hegel w Nietzsche. Der en Ed. Sudamericana, 1968.
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propio de las relaciones entre propietarios: el amante miento•.' Sólo en el seno de ese combate se alcanza una
rico se adelanta al temor que su propiedad despierta «al disolución absoluta que permite al ser finito -viviente-
cancelar él mismo su derecho de propiedad frente al aman.. alzarse a un principio absoluto (que Hegel llamará espi-
te, ofreciéndole su propiedad como regalo. Los regalos ritual). No será, pues, la vfa amorosa sino la via conten-
son enajenaciones de una cosa que no puede, en absolu- ciosa la que alumbrará el absoluto y pondrá las premisas
to, perder su carácter de objeto. Solamente la sensación de una conciliación. Dicha conciliación, sin embargo, tras-
del amor, la fruición, es común. Lo que es un medio de la cenderá el universo amoroso-familiar. Se producirá en
fruición, lo que es algo muerto, es sólo propiedad ... •·' una esfera diferente, a la que Hegel denominará espíritu
En Jena, al examinar la tercera potencia del espíritu, del pueblo?
la posesión y la familia, retoma Hegel implícitamente la El poder del amor se verá, pues, limitado por su pro-
cuestión donde la dejó en el texto de Frankfurt. Se trata pio carácter natural. Sólo una instancia superior a la ~a
ahora de probar en concreto el poder unificador del amor. turaleza y a la vida podrá alzarse, con poder, a un pnn-
¿Hasta dónde alcanza el poder del amor? La respuesta cipio absoluto de unión: será el espíritu. J:.ste se contra-
de Hegel diferirá de la que había dado, vacilante, en pondrá, desde entonces, a naturaleza y vida. La vida será
Frankfurt: el amor tiene poder en la medida en que sub- una objeción al espíritu, algo objetable, objetivo, que el
siste Jo natural, en el orden familiar. Pero la positividad espíritu se verá en la necesidad de «arrie~g~r~. No se~ a
d.e. las posesiones. familiares sólo pierden su carácter po- través de la vida como se alcanzará a la d1v1mdad comun,
Slhvo así que amesga la totalidad de la vida familiar en sino a través del riesgo de la vida. Hegel piensa a fondo
una lucha a muerte en la que el sujeto defiende con todo la frase evangélica: «Quien quiere conservar la vida, la
su ser, frente al agresor, todas sus posesiones. Es en la perderá, quien alcanza a perder la vida, llegará a ganar-
lesión mutua entre miembros de distintas familias como la.• • Lo que en ello está en juego es la libertad. El evan-
se logra disolver la sustancialidad de las posesiones fa- gelio dice: la verdad os hará libres; san Juan define a
miliares, al arriesgarlas todas ellas -y con ellas la vida Dios como amor: «Dios es amor.. El problema de fondo,
entera propia y de todos Jos miembros de la familia- en hegeliano, cristiano, humano, podría formularse así: ¿Es
un combate que Hegel califica de «lucha por el reconocí- compatible el amor y la libertad? ¿Cómo pueden pensar-
se amor y libertad como principios compatibles? En la
transición entre Frankfurt y Jena parece como si Hegel
S. En Amor y propiedad, edición castellana de Ripalda 265
(~éase sobre todo la últiiJ.la nota, que incluye un texto del ' pro- dudara de que la vía amorosa pudiera compatibilizarse
pro Hegel). Geschenke smd Entiiusserungen einer Sache die con la vfa emancipadora. Quien ama se halla, como Jesu-
schlechterdings den Charakter eines Objektes nicht verÍieren
kann; '!ur das Gefühl der Liebe, d~r G~nuss ist gemeinschaftlich,· 6. Véase Anhang tur Jenaer Realphilosophie, Dritte Potent
~as ~lttel .des G~us~e;S ist, tot tst, rst nur Eigentum, und da des Besittes und 4er Famílie, págs. 318 y ss.
d1e L1ebe mchts Emse1t1ges tut, so kann sie nichts nehmen was 1. Obra citada, Der Volksgeíst, págs. 327 y ss. .
auch i~ d~r Beff!iiChfigung, in der Vereinigung der Herr;chaft 8. Como se vio, esta frase evangélica era ya un tema doml·
noch em Mlttel, em Etgentum bleibt» (edición Moldenhauer y Mar- nante en los escritos de Frankfurt, donde es citada y comentada
kus, pág. 249, nota: recoge un texto de Hegel tachado). ampliamente.
60 61
cristo, en la dificil tesitura de contestar o no contestar a sado metafísicamente en Frankfurt. El recorrido de es-
~n agresión con agresión. ¿Qué hará? ¿Repelerá la agre- tas relaciones abre el espíritu a la esfera familiar, a la
sión u ofrecerá la otra mejilla? Parece como si Hegel pen· crercera potencia•, como Hegel la llama en ese texto. El
sara de pronto en el precio que se paga ofreciendo la otra deseo animal es pensado del mismo modo como será pen-
mejilla. Ya lo había insinuado en Frankfurt: el paciente sado, en general, el deseo en la Fenomenología: como el
se veía sometido a su destino; era, pues, esclavo de su des- anticipo mismo de la consciencia. El sujeto tiene ante sf
tino. En Jena Hegel dirá rotundamente: quien no contra- un objeto que enerva su deseo; pretende destruirlo y sa-
agrede, se ve en el riesgo de convertirse en esdavo en tisfacerse de esta suerte, sin conseguirlo cumplidamente.
siervo. Hegel, sin embargo, queda fijado en esta reOe~ión El deseo nunca se satisface: su objeto reaparece una vez
sin acertar a comprender una vfa compatible entre el amor destruido, y con él de nuevo el sujeto que desea y el pro-
Y la r~spue~ta valeros~ a una agresión, entre el amor y pio deseo. El proceso es infinito, tiene que ver con el
una vJOiencJa compatible con el propio desarrollo del regressus nunca alcanzado del deber-ser fichteano. Sólo
amor. Como buen alemán, pasa de un extremo a otro, en el deseo humano se alcanza una supresión absoluta y
a?urando. u.na vía de reflexión a costa de la vía opuesta, real del objeto por obra de la consciencia. En la relación
sm aperctbJr cuántos matices quedan entre ambas vías sexual, en efecto, la dialéctica del deseo animal se ve cor-
por recorrer. Hegel fija su reflexión en la dialéctica es- tada en su regreso al «infinito malo• por la tangente de
clavitud-libertad, como hijo que era de la revolución fran. la conciencia. El sujeto sexual humano, en tanto es cons-
cesa Y del espiritu ilustrado. Sólo la consumación de la ciencia, aloja al objeto deseado en su interior, librándolo
libertad podría abrirle, acaso, a un pensamiento acerca de la destrucción, a la vez que consumando una destruc-
del amor conciliador. Pero la pregunta será entonces si ción absoluta de lo meramente natural que le hacía ser
no es «?ema~iado tarde•. ¿Es compatible un estado post- objeto del deseo. Al ser consciencia, el sujeto humano
revolucJOnano con una moralidad fundada en e] amor sexual, el hombre y la mujer, el esposo y la esposa, cons-
c~mciliador? ¿Es el Estado postrevolucionario marco po- tituyen un ser independiente y para-sí que aloja en su
stbl~ de un orden amoroso y pasional? ¿O es, por el con- consciencia al otro. Se alumbra, pues, la relación inter-
trano, el resultado y el fruto del absoluto sacrificio de subjetiva. Ese alojamiento en la consciencia garantiza el
toda vida pasional, de toda experiencia amorosa? carácter duradero de la relación, fundando la posibilidad
del matrimonio.
«Los dos sexos se hacen seres conscientes el uno para
el otro, seres para sí, subsistentes; cada uno de ellos existe
3. en el ser para sí del otro y cada uno es consciente de sf
y es para sí en la conciencia del otro, es decir en la exis-
tencia y el ser para sí del otro. Y la relación entre los se-
El amor se desglosa, en el texto citado, en deseo ani- xos es de tal índole, que en el ser de la conciencia de cada
mal, sexualidad, amor entre esposos y relación entre pa- uno de ellos es cada cual uno con el otro, es decir, es una
dres e hijos. Hegel piensa en concreto lo que había pen- relación ideal. El deseo se libera así de la referencia al
62 63
goce; deviene un ser-uno inmediato de ambos en su ser tersubjetividad, fundada en la prioridad de la relación
para sí absoluto: el deseo se convierte en amor. Y en esta sobre los términos que la constituyen: donde lo decisivo
intuición de sf mismo, el goce se encuentra en el ser de es el prefijo «inter•. Sin embargo, en esas relaciones amo-
la otra conciencia. La misma relación se convierte enton- rosas, matrimoniales, si bien -podrfa decirse- «en sf»
ces en el ser de los dos esposos y deviene una relación tan se consuma una relación absoluta y espiritual, todavía
duradera como su ser: esta relación se convierte en ma- falta el momento del •para si»: dichas relaciones mantie-
trimonio.,. 9 nen un momento sustancial-vital que impide la consuma-
Este texto, profur·.do, hermoso, lleno de matices, inten- ción absoluta de la relación entre sujetos. La consciencia
ta e~~licar de forma concreta, realista y viva Jo que la da aquí sus primeros pasos en su emancipación de lo
tradic1ón hasta Kant pensaba en términos secos de con- «natural»; pero se halla todavía hundida en ese elemen-
trato y ley: idea esta contra la que se revuelve Hegel lf- to. En la Fenomenología estas reflexiones tienen concre-
neas des pués. No, el matrimonio no es contrato, no nace ción en los primeros pasos del espíritu, en su forma ética:
de.J orden de la ley sino del orden de la vida. El pensa- el espíritu diferenciado según la naturalidad de la dife-
rruento, en este punto, es idéntico al sostenido por Hegel rencia sexual; es decir, como se verá, el espíritu griego.
e~ Frankfurt, ga~a?do en riqueza y profundidad lo que No será, pues, en este texto, en la esfera amoroso-fa-
p1erde en romantiCISmo. Profundamente, dice Hegel que miliar, donde se alcance la plena constitución de la cons-
el ser de Jos esposos se resuelve en su relación, Jo cual ciencia intersubjetiva. Pero de momento hemos estable-
es tanto como pensar la relación como categoría central cido sus premisas naturales:
frente a la sustancialidad e independencia de los términos «Porque en el matrimonio cada uno existe mutua-
en relación: la relación funda esos términos, no a la in- mente en la conciencia del otro, cada uno existe, pues,
versa. Parece, pues, que en este texto se abre Hegel a lo mutuamente en el otro según su entera singularidad. Y
que no pudo pensar concretamente en Frankfurt, la in- Jos esposos se dan una existencia enteramente común en
la cual son uno, no por referencia a cualquier singulari-
.. 9.. ...es macht .. di~ beiden Geschlechtcr zu Bewusstseienden dad y a un fin particular, sino unos en tanto que indi-
furerna.~der, z~ Furs~ehseienden, Bestel1enden, oder so, dass in
dem Fursichseu; des Andenz jedes (es) selbst ist, dass jedes in viduos y según la totalidad en la cual pertenecen a la na-
d~!" .Be~sts~~m de~ Andern, d.h. it1 seiner Existem, in seinem turaleza.• 10
Furstchsem, srch sem er bewusst, für sicll ist; rmd die Gesch-
lechstsbez.iehung wird eine solc1te, irt welcller in dem Sein des 10. lndem in ihr jedes gegenseitig, in dem Bewusstsein des
Be:wusstseins eines jeden, jedes selbst Eit1S mit dem Andern ist Atzdern ist, so ist jedes in dem Andern gegenseitig a1s seine ganze
oder ei'!e ideale (Beziehung). Die Begierde befreit sich so vo~ l!intelheit, und die Gatten gebe (sich) eine ganz gemeinsame
d~r Be_zzehu'!g auf den Ge:nuss; sie wird w einem tmmittetbaren Existenz, in der sich nicht in die V erbindung auf irgendeine Ein-
E~nsser.n berder m dem absoluten Fürsiclrsein beider, oder sie telheit, einen besonderen Zweck, sondern als Individuen nach
~vzrd l1ebei und der Genuss ist in diesem Anschauen seiner selbst der Totalitiit, in der sie der Natur angehoren, Eine.s sind (edición
rn den:z Sern des f!ndern Bew.ussts~ins. Die Beziehung selbst wird alemana, pág. 318). Sigue a este pasaje la consideración de que
auf dreselbe (Werse) das Sem berder und eine so bleibende als el matrimonio es sagrado; en consecuencia, no puede concebirse
das Sein beider, oder sie wird zu r Ehe (edición alemana págs como un contrato, ya que una relación viviente no puede forma-
317-318). . . lizarse en los secos términos jurídicos (idea que se mantiene
64 65
Esta pertenencia a la naturaleza constituye, como se La dialéctica entre los esposos se resuelve, pues, en
puede adivinar, el límite mismo de esta relación inter- una unidad escindida de ellos mismos que los retiene
subjetiva. Pese a que se halla ya alcanzada una unidad como momentos evanescentes e ideales (superados, su-
entera y total, que a su vez es singular, queda una limi- primidos). Tal es la reflexión hegeliana sobre la relación
tación natural que impedirá, sin embargo, la consuma- entre los padres y los hijos: éstos son, como se verá a
ción de la unión. De hecho, aunque los esposos son una continuación, poco menos que la tumba de lo~. padres.
sola consciencia en sí y en el otro, subsiste la diferencia La positividad de la relación entre padres e hiJOS será
natural, sexual, que impide una transparencia absoluta sacrificada a la negatividad que esa relación reviste des-
entre los dos: la unión plena y concreta no se consume de el punto de vista de la consciencia. De hecho, todo el
entre ellos, no se realiza en la unión, sino en el resultado texto comentado parte de esa premisa que decide la re-
y fruto de esa unión, en el hijo, que será otra conscit>n- flexión hegeliana del deseo natural, de la sexuali~d, del
cia, la que resulta de la voluntad de unión de ambos es- amor, de la paternidad y la filiación. En la .me~tda en
posos: que se reflexiona desde y a partir de la conc1enct~, pre-
cEn esta unidad viva del ser de ambos, en el cual sentida, anticipada, constituida, en todo es~e matenal ~e
se ha intercambiado la conciencia de cada uno, de ma- experiencia, sólo se percibe el lado negat1.v~ que revis-
nera que uno es su propia conciencia y la conciencia te. De hecho, se piensa el deseo como negatiVIdad porque
del otro, la conciencia es necesariamente el término me- es anticipo de la consciencia; se piensa a] niño como
dio en donde el uno y el otro se separan y en donde negatividad respecto a los padres porque en él ven éstos
a la vez son la unidad subsistente: este término medio su propia consciencia objetivada, suprimida. Le importa
en el cual se reconocen como uno --en tanto es la su- a Hegel la consciencia, tanto aquf como en la Fenome-
presión de su oposición- y en el cual son, de nuevo, nología: quiere pensar el absoluto shellingeano desde la
por esto mismo, opuestos, es decir, seres existentes por conciencia de la filosoffa crítica (Kant, Fichte).0 La di-
sf. El lado del término medio en el cual se reconocen
como uno y como superados es necesariamente una con-
ciencia, pues sólo son uno en tanto son una conciencia. in der sie eins sind, ihre existierende Einheit. Diese Mitte, worin
Es el hijo en el cual se reconocen como en una concien- sie sich für Eins ~ Aufiehobene ihres Gegensatzes- erkennen
und (in) welchem sie sich ebendarum wieder entg~gengeset~
cia, como uno y por eso mismo como superados. Los pa- sind, (sind sie) als Fürsichseiende. Die Seite der M&tte, won.n
dres contemplan en el hijo su propia supresión ... » 11 sfe sich als Eins und als Aufgehobene erkennen, is~ no~endtg
ein Bewusstsein, denn sie sind nur als Bewusstse&n E~; es
ist das Kind, in welchem sie sich als in einem Bewus.stse&n, als
desde los escritos de Frankfurt y que Hegel nunca abandona, Eins erkennen und ebendarin als Aufgehobene; und Ste schauen
ni implícitamente en la Fenomenología, nl explícitamente en su in ihm dies ihr Au(gehobenwerden an (edición alemana, págs.
¡p:an obra de madurez, la Filosatfa del derecho). 318·319). .
11. In diesem lebendigen Einssein beider, in ( dem) das Be. 12. La operación de la conciencia es oponer, desdoblar, di-
wusstsein eines Jeden sich ausgetauscht hat und es als sein (eig- vidir, negar; pero ella misma es una unidad; es cap~! por tanto,
nes) und das Bewusstsein des Andern (ist), ist das Bewusstsein de soportar la división, de mantenerse en la opos1c1ón y supe.
ebenso notwendig die Mitte, an der sich beide abscheiden und rarla. En el prólogo a la Fenomenología se destaca esta dif.e.
66 67
mensión sustancial y positiva de estas figuras sólo inte- supresión».13 Hegel lo expresa rotundamente: los padres
resan a Hegel en tanto son lo inmediato que debe ser ne- engendran en el hijo «SU propia muerte» en razón de que
gado para alcanzar la consciencia plenamente constitui- «despiertan al niño a la conciencia». 14 La conciencia de
da; que obviamente no se alcanza en esta esfera natural los padres se realiza en el hijo, se hace en él concreta y
de la familia, como en seguida se verá. objetiva: cultura real, viva; pero al precio de su propia
supresión. Ese proceso de transferencia de la conciencia
co¡:tstituye la educación: «Educando al hijo, los padres
colocan en él su conciencia ya devenida o realizada y
4. engendran su propia muerte, puesto que despiertan al
hijo a la conciencia». Con ello puede decirse que «la
conciencia ha llegado a ser un otro, hijo para los padres,
La relación entre padres e hijos no consume la unión padres para el hijo. Y la educación consiste en que la
absoluta. Ofrece a Hegel el patrón mismo de una rela- conciencia puesta en el hijo como un otro que lo que
ción unilateral, esa suerte de relación que en la Feno- es ella misma deviene la propia conciencia del hijo»,
menología aparece una y otra vez y tiene en la relación con lo que el hijo se eleva por encima de la naturaleza
amo-esclavo su matriz. La unilateralidad de la relación inorgánica; «en la educación, la unidad inconsciente del
entre padres e hijos consiste en que aquéllos ponen en hijo se suprime; se articula en sí y deviene la conciencia
éstos su conciencia, «contemplando en ellos su propia formada (educada). La conciencia de los padres es la ma-
teria a costa de la cual la conciencia (del niño) se forma
o educa. Los padres son para el hijo un oscuro presenti-
reccia de la conciencia respecto a la intuición intelectual del miento desconocido de si mismo; suprimen el ser-en-sí
absoluto; en las dialécticas liminares del espíritu, la conciencia simple y compacto del niño. Lo que le dan, ellos lo pier-
(activa) soporta la diferencia frente a la «bella alma» que se den; mueren en él: en efecto, lo que le dan es su propia
sumerge en la pura presencia de lo divino. La Fenomenología conciencia». 15 No se consume, pues, una relación entre
está construida desde esta concepción nueva que anticipan los
textos de Jena, especialmente el que aquf comentamos. La Fe-
nomenologla es Ja ciencia que investiga esa actividad espontánea 13. Und sie schauen in ihm dies ihr Aufgehobenwerden an:
de la conciencia que le lleva hasta el saber absoluto de un modo contemplan en el hijo su propio devenir-sup.erados (suprimidos).
gradual y determinado (y no a través de un salto metafísico en 14. Jndem sie es erziehen, setze11 sie ihr geworden.es Bcwus-
la indiferenciación originaria, como en Schelling y los románti- stsein in ihm, und síe erzeugcn ihren Tod ... (edición alemana,
cos). Hegel considera que la conciencia reflexiva (kantiana) es pág. 319).
capaz, por sí misma, de alcanzar el conocimiento de la cosa en 15. Hier ist das Bewusstsein sích selbst ein Anderes geworden,
sí, del absoluto. Basta para ello que la dejemos en libertad o den Eltern das Kind, die Eltern dem Kinde; und die Erziehung
que asistamos a su propio crecimiento espiritual, a sus años de des Kirules ist, dass das (in) ihm als ein Andres, als es sclbst
andanzas y aprendizaje. El problema de la conciencia consiste ist, gesetzte Bewusstsein sein eignes werde (alemán, 319). «In
en adecuar su «saber» (el conocimiento que ella tiene de sí} con der Erziehung hebt sich die bewusstlose Einheit des, Kindes auf;
su objeto. En el curso de esta experiencia llega a reconocer que sie glieder sich in sich, sie wird zum gebildeten Bewusstsein;
ese objeto es ella misma o que ella es a la vez sujeto y objeto. das Bewusstsein der Eltern ist seine Materie, atcf deren Kosten
68 69
iguales, equilibrada y nivelada, de manera que lo que ticular la eventual lesión a la familia de una de sus pro-
hace un sujeto con el otro y consigo mismo lo haga el piedades; en seguida se verá por qué. Entramos en el pa-
otro consigo y con csu» otro: tal será, como se verá, el rágrafo de la «lucha por el reconocimiento», prefigura-
presupuesto de un adecuado reconocimiento entre las ción de Jas reflexiones sobre la lucha a muerte y sobre
consciencias de sí. En el análisis del espíritu ético (griego) señorío y esclavitud en la Fenomenología.
hundido en la naturaleza, Hegel recuperará estos apasio-
nantes análisis sobre las relaciones internas de los miem-
bros de la familia. Y el resultado de esos análisis será,
con una salvedad, el mismo que aquí: las relaciones in-
terfamiliares no alcanzan esa plenitud de la relación in-
tersubjetiva que Hegel pedía a los amantes en los textos
frankfurtianos y que Hegel pedirá a la comunidad postre-
volucionaria en la Fenomenología. 16 Será preciso aban-
donar el elemento familiar para alcanzar relaciones más
plenas. Lo que Hegel analiza a continuación es la familia
considerada como una totalidad concreta en donde el
individuo se reconoce por entero, identificándose con
dicha totalidad. Al examinar la familia como totalidad,
aparece la alteridad respecto a ese todo, que obviamente
es otra familia, una familia diferente. La aparición de va-
rias familias abre a la reflexión las relaciones posibles en-
tre ellas y en particular las relaciones de agresión, lesión,
violencia que pueden suscitarse. Hegel examina en par-
70 71
IV DE LA GUERRA ENTRE FAMILIAS ler la agresión de un rival a una cualquiera de esas I?ose-
siones singulares, el poseedor se al1.a sobre el ~acter
cosista de sus posesiones, y, al arriesgarlas (y amesgar
su propia vida), las idealiza, las convierte en algo espiri-
tual en un «haber• de la consciencia. Pierden, pues, su
fini¡ud y limitación. La lesión, el ultraje es sentido como
algo que afecta a la consciencia, a la ident~dad misma
de la familia; es, como dice Hegel, «un ultraJe absoluto,
un ultraje a él (el singular) considerado como un todo, un
ultraje a su honor»: .
«El singular sólo es consciencia en tanto que cada ~m
gularidad de su posesión y de su ser aparece re_fer~da
a su esencia total, en tanto que es tomada en su mdife-
l. rencia en tanto que pone cada momento como siendo
él mi;mo; pues esto es la conciencia, el ser ideal del
mundo.• 2
El pasaje que se va a comentar muestra a las claras De ahí que «la lesión de una de sus singularidades sea
el cambio operado en Jena respecto al período de Frank- infinita•. En consecuencia, «la colisión sobre cada sin-
furt. El absoluto no se revela en la relación entre los gularidad es una lucha por el todo•.3 El ataque, la agre-
amantes sino en la relación agresiva entre rivales. Es sión a lo singular (la posesión) conduce, pues, a una lu-
la rivalidad, no el amor, lo que disuelve la totalidad de cha total, a una guerra absoluta entre rivales. Por vez
cuanto subsiste en el sujeto de «positividad». Eso «po- primera se revela en este texto lo que, ?e ahora en ade-
sitivo• es, ahora, lo natural, lo vital. La vida misma lante, especialmente en la Fenomenologra, será la forma
en que está hundida la consciencia es aquello que ata y inmediata de manifestarse el absoluto verdadero, el mar-
esclaviza a ésta, de manera que sólo arriesgándose a per- co mismo de su primitiva revelación: el campo de bata-
derla puede alzarse a la libertad. El problema de la gue- lla. El absoluto se revela en la guerra. Ello determinará
rra aparece como determinante: la lucha a muerte entre
familias rivales, entre «padres de familia• (como sugie- 2. Der Einzelne ist nur ein Bewusstsein, insofem jede Einzel-
re agudamente Kojeve).1 Sólo una relación así es capaz heit seines Besitzes und seines Seins an sein ganzes. W~en gek-
de disolver el carácter sustancial y cosista de las «pose- nüpft erscheint, in seine lndifferenz aufgeno~me~ rst, msofem
siones familiares•. El padre de famiJia idealiza y espiri- er jedes Moment als sich selbst setzt, denn dres rst ~as Be~us
stsein das Id( eell-) Sein der Welt. Die Verletzung emer serne~
tualiza esas posesiones, considerándolas momentos de su Eim;elheiten ist daher une,tdlich; sie (ist) eine ~salute. ~eler.
conciencia (de la consciencia de ]a totalidad orgánica y digung, eine Beleidigung seiner als eines Ganzen, eme Bele1d1gung
concreta que es la familia tomada como unidad). Al repe- seiner Ehre (edición alemana, pág. 322).
3. Und die Kollision um jedes Einzelne ist ein Kampf um
l. Kojcve, obra citada, págs. 513-514. das Ganze (eclición alemana, pág. 322).
72
73
una profunda concepción de la guerra, la guerra pensada De hecho, ya el lenguaje permite una inmediata ele-
desde la idea de absoluto, la idea de guerra absoluta, to- vación de lo singular a lo universal, una idealización de
tal.• Por el momento importa señalar la inflexión profun- la cosa preparada por la memoria. Como se verá, la F~
da de la problemática del absoluto: no es en el amor sino nomenologia instrumenta las tres potencias aquí deter-
~la guerra ?onde éste se revela. Sólo la guerra permite minadas -trabajo, deseo, lenguaje- mostrando implí-
disolver lo smgular y alzarlo de forma inmediata a la citamente la dialéctica de las mismas. Pero Hegel pien-
universalidad. Para producirse ese alzamiento ha sido ne- sa que, al nivel primero de autoconstitución del espíritu,
cesario que el sujeto singular que recibe la agresión arries- no es lenguaje, que procede de una facultad teorética, sino
gue, con la propiedad entera, su vida misma y se eleve la confrontación, que es una relación práctica, la que po-
a la condición de consciencia pura de sí que tiene, fren- sibilita el alumbramiento del absoluto. Ese alumbramien-
te a sí, otra consciencia pura de sf. De hecho, en esta to permite la constitución de una relación verdaderamente
confrontación, todas las cosas o haberes son inmediata- intersubjetiva. La intersubjetividad, en efecto, muestra su
~ente referidas al sí-mismo de la conciencia, a mí, per- primera aparición en el campo de lucha, en la relación
diendo su carácter físico y sustancial: •La cosa la de- de lucha a muerte entre rivales. No se alumbra mediante
terminidad no es ya considerada en tanto que v~or, en palabras, sino mediante acciones. Y esas acciones no son
tanto que c~sa; es, más bien, enteramente aniquilada, cualquier tipo de acción, sino lesiones y agresiones. Es
enteramente Ideal. Sólo subsiste el hecho de que Ia cosa la relación de lucha a muerte, agresión y contra-agresión,
está referida a mí, de que yo soy una conciencia y de la que abre la dimensión espiritual y el absoluto verda-
que la cosa ha perdido su oposición frente a rní».s Esta dero. No es, pues, en el amor, en el seno familiar, donde
coyuntura determina el reconocimiento, )a confrontación nace la verdadera intersubjetividad. Como se vio, en fa-
pura de dos consciencias, de dos yos, purificados de toda milia la intersubjetividad o se enajena en una conciencia
referencia sustancial: •Los dos adversarios, que se reco- externa -el hijo-- o incurre en el desnivel de una con-
nocen y quieren saberse reconocidos mutuamente como ciencia que crece frente a otra que se extingue. Pero ante
esta totalidad de las singularidades, se enfrentan en tan- la muerte, en el campo de batalla, las dos consciencias
to que son esta totalidad».6 se purifican hasta ser puras consciencias, sin rastro vital
alguno, o en pura prestancia a perder todo rastro vital.
4.. Sobre este tema, el excelente libro de André Glucksmann, El reconocimiento, en consecuencia, no se produce, no
El drscurso de la guerra, traducción española en Ed. Anagrama
Barcelona, 1969. ' puede demostrarse «por medio de palabras, de promesas
5.. Das. Ding, die Best~mm!heit kommt als Wert, als ein Ding o de amenazas, porque el lenguaje no es más que la exis-
gar. nrcht m !Jetracht; es rst vrel"!ehr ganz vernichtet, ganz ideell,· tencia ideal de la conciencia. Aquí, en efecto, se oponen
es tSt nur dzeses, dass es auf mrch bezogen ist dass ich ein Be. dos adversarios reales», mientras que los sujetos lingüís-
wusstsein bin, (dass es) seinen Gegensatz gegen mich verloren ticos son ideales.' En la Fenornenologfa, al igual que en
hat {.edición alemana, págs. 322-323).
6. :tts diese Totalitilt treten beide, die sich als diese Totalitiit 7. Dies kann keiner dem Andern durch Worte, Versic1Jerwt-
der Ernzelnen gegeneinander anerkennen und anerkannt wissen gen, Drohungen oder Versprechen enveiscm. denn die Sprache i.~t
wollen, gegeneinander auf (edición alemana, pág. 323). nur die ideelle Existenz des Bewu.sstsei,ts; llier aber sind Wirkliche,
74 75
este texto (en el «lenguaje del pueblo») se alcanza en el lectual. No es el amor lo que alumbra el absoluto, sino
lenguaje, sin embargo, la plena consumación conciliadora el espíritu. Y éste tiene su fragua en la experiencia mds
del espíritu: en el lenguaje que sucede a la lucha a muer- opuesta al amor, en la rivalidad y lucha a muerte. Es esa
te. El lenguaje debe retirarse ante la acción práctica de experiencia la que abre a Hegel a una reflexión sobre la
la guerra, para reaparecer, como negociación como ~ intersubjetividad. Mientras en Frankfurt no había Hegel
presi~n de perdón, como demanda de paz, despu~s del tematizada la relación intersubjetiva, no había alcanzado
co~flzcto. De momento, sin embargo, el lenguaje debe a pensar la intersubjetividad derivada de la experiencia
deJar paso al conflicto: sólo asf podrá emerger como amorosa, ahora se le descubre en la relación de conflic-
le.n~a~c probado por la lucha, lenguaje verdaderamente to. En este texto se ve con claridad por qué Hegel no
dralectrco. pudo alzarse a esta concepción: el propio Hegel reconoce
Este conflicto entre rivales, entre familias rivales, se un límite -natural, vital- al poder del amor. Algo es,
res~~lve, al pensar de Hegel, en el esplritu del pueblo, pues, más poderoso que el amor, a saber, la violencia. De
espmtu r_eal, absoluto, en e] que se alcanza el pacto en- la relación violenta puede esperarse un reconocimiento
tre los d1versos padres de familia, que empiezan a ser entre las autoconsciencias. Es en esa relación donde las
entonces «padres de la patria». Hegel todavía no concibe consciencias se constituyen la una para la otra, y lo que
en este texto el espíritu absoluto como Weltgeist como revela esa constitución recíproca y mutua es el reconoci-
espíritu mundial. Pero de momento ha puesto la~ bases miento. La violencia recíproca permite, pues, el recono-
para .una reflexión de alto vuelo sobre la constitución del cimiento recíproco. La intersubjetividad se produce bajo
espíntu absoluto a partir de la experiencia de la lucha la modalidad del •reconocimiento• entre autoconsciencias
a muerte entre las consciencias de sí. Con ello nos situa- que arriesgan cuanto natural, vital o sustancial todavía
mos en el umbral mismo que permite comprender la gran «tienen•, «poseen•. Hegel no vuelve a pensar en la re-
obra hegeliana que corona este período de Jena, la Feno- lación amorosa una vez se adentra en el orden de expe-
menologla. En Jo que sigue, nuestra atención se centrará riencia marcado por la lucha por el recoitocimiento. En
en esta obra. el espíritu no hay lugar al amor. Veremos si esto mismo
Queda, pues, establecida la inflexión, de grandes y gra. sucede en la Fenomenologla.
ves consecuencias, que Hegel ha dado a su rumbo inte-
d.i. absolut Entgegengestzte, absolut Fürsichseiende gegeneinan- Hegel, pues, reconoce la mayor validez de la conduc-
d~r, u~d i.hre Beziehtmg ist schlechthin eine praktische selbst ta activa frente a la pasiva en caso de agresión. Se olvida
eme wtrkltclze... Sie müssen daher einander verletzten (edición del calma bella• y de Jesucristo. Sólo si se responde a la
alemana, pág. 32~). Hegel es, en este pasaje, rotundo: la prueba agresión con agresión se está en condiciones de ser cons-
n? puede produc1rse por palabras, pues el lenguaje es la existen. ciencia. Se evita así el hundimiento en lo sustancial, la
era ideal de la consciencia; pero aquí están enfrentados dos se.
res absolutamente para-sf, absolutamente opuestos. dos seres rea- esclavitud. Ya en este texto de Jena se pone de manifies-
l~ (cfectrvos):. su relación es, sin paliativos, una relación prác- to el riesgo de caer en la esclavitud a poco que no se lleve
trca, real (efcctrva) Deben, pues, herirse, lesionarse mutuamente. hasta el final la lucha. De ahí que Hegel afirme la necesi-
76 77
dad de la ofensa y la contraofensa: cdeben lesionarse el alcanzarse la esfera de la consciencia de sí {que •en sí-
uno al otro•, cdeben forzarse a ir hasta la muerte•. Si es el espíritu, como se dice en la Fenomenología) queda-
uno de Jos dos ese detiene en sí mismo antes de la muer- se rebasado el orden pasional-amoroso, confinado en el
te, si únicamente le demuestra que se compromete a la marco clauso y limitado del universo familiar. Desde
pérdida de una parte de sí o de la totalidad de sus pose- ese instante la guerra, el reconocimiento y cuanto form~
siones, arriesgándose a ser herido pero sin comprometer parte de la existencia espiritual, pierde su ligazón orgám-
su vida entera, entonces es para el otro, de manera in- ca y estructural con el amor, que sólo será u~a ~gura
mediata, una no-totalidad; no es absolutamente para-sí; evocada, memorizada, presupuesta. Los contendien..es no
deviene esclavo del otro. Si se detiene en sí mismo antes pelean para ganar ningún corazón femen.ino, mn~na
de la muerte y cesa el combate antes de la muerte, en· dama; no luchan por defender sus respectivas famthas.
tonces no se ha demostrado como totalidad ni ha sido A la inversa, la defensa de la familia y la. eventual c~n
reconocido como tal por el otro•.' quista de la dama es la ocasión, la astucia del espí?tu
Interesa señalar que en este texto la lucha a muerte para que la consciencia se libre de todo apego ~ lo vttal,
mantiene relación dialéctica con la familia, de manera que amoroso y sustancial. Desde que surge el espíntu, ya no
guarda conexión •de vecindad• con la experiencia amo- cuentan las diferencias naturales entre los sexos, ya no
rosa. De hecho los rivales luchan por defender sus res- hay hombres ni mujeres. Sólo hay consci~ncias. En la
pectivas familias, si bien en esa lucha trascienden el ele- Fenomenología el deseo es muy pronto olvt~d~. Impor-
mento familiar. Y bien: esa trascendencia habla de una ta el desarrollo de la conciencia y el reconoctmtento. La
superación de la experiencia amorosa como soporte de sexualidad se determina, espiritualmente, en la eticidad
esas relaciones de rivalidad y de violencia. Como si al griega; renace, pues, en el espíritu; pero sólo en ~us .co-
mienzos. En seguida el espíritu supera su determmac1ón
8. Dies Anerkennen der Einzelheit der Totalitiit führt also natural y rebasa la dualidad de leyes ~ c~racter~s, mar-
das Nichts des Todes (herbei); jeder muss von dem Andern er- cada por la diferenciación sexual, en la mdtferencJa del Sí
kennen, ob er ein absolutes Bewusstsein sei; a) Jeder muss (sich)
in eine solche Beziehung gegen den Andern setzen, wodurch dies mismo (Selbst) que se alza por sobre esas determinacio-
an den Tag kommt; er muss ihn verletzen, und jede kann (inso- nes inmediatas. Hegel ha pensado el espíritu como espíri-
fern) nur von dem Andem wissen, ob er ( eine) Totalitiit sei, als tu sexuado en sus formas primeras, primitivas e inme-
indem er ihn bis auf den Tod treibt; und jeder erweist sich diatas de manifestarse. Pero el espíritu es libertad. Lo
ebenso nur als Totalitlit für sich, indem er mit sich selbst bis cual debe entenderse como emancipación de toda tara o
auf den Tod geht. Wenn er an sich selbst innerhalb des Todes
stehen bleibt, sich dem Andern nur erweist als Verlust eines traba sexual y amorosa. Es un espíritu revolucionario, en
Teils oder des ganzen Besitzes daransetzend, a1s Wunden, nicht la medida en que Hegel ha concebido implícitamente .el
das Leben selbst, so ist er für den Andern unmittelbar eine Nicht. sujeto revolucionario como el. qu7 rebasa cu~nto subsis-
Totalitii.t; er ist nicht absolut für sich; er wird klave des Andern. te de ñsico y sustancial en s1 nusmo. El sujeto r7volu-
Wenn er an sich selbst innerhalb des Todes stehen bleibt, und
den Streit vor dem Toten aufhebt, so hat er weder sich als TO- cionario es pura autoconsciencia libre, sin sexo, s~n ca-
talitii.t erwiesen, noch den Andern als solchen erkannt (edición rácter físico, sin determinación particular alguna, sm pa-
alemana, págs. 324-325). tria, sin olor, es puro pueblo. Es más que pueblo, al me-
78 79
nos en la Fenomenología, es espíritu mundial. Hegel da
Segunda parte
una interpretación coherente de la historia en que su
pensamiento se inscribe, del espíritu de la modernidad
El problema de la libertad
en el que éste se constituye en la violencia recíproca ab-
soluta y en la superación de toda sustancialidad.
80
I DEL DESEO
1.
8-1 85
que gozan de mayor audiencia y predicamento se echa a Podría afirmarse que la Fenomenología se articula en
faltar el recorrido --que se nos antoja, como veremos, tomo a tres lineas de fuerza marcadas por la presencia
decisivo- de la potencia teorética, memoria-lenguaje, la invisible, a veces visible, de estas tres potencias. Ya en la
cual o es desestimada o no es suficientemente destacada, certeza sensible, Hegel llama al lenguaje cdivino poder•
pese a que la Fenomenologia da pruebas y pistas sufi- y de él deriva la primera superación de la singularidad in-
cientes para considerarla como una potencia de igual, si mediata y su mutación en universalidad: a saber, en el
no mayor, relevancia respecto a las otras dos.5 La teoría instante en que digo, o mejor, escribo la frase •el ahora
hegeliana del lenguaje, que aquí no podremos estudiar en es dia•.' Como se verá, el lenguaje aparece implícitamen-
detalle, constituye uno de Jos puntos más atractivos y
menos tratados en las exégesis tradicionales de este au-
tor.6 La necesidad de pensar el lenguaje de otro modo a sólo fue conocido a partir de la célebre interpretación de Karl
R. Popper en La sociedad abierta y sus enemigos, obra en la cual
como suele ser pensado en las filosofías del lenguaje he- Hegel fue considerado enemigo de la razón y de la sociedad
gemónicas, de un modo concreto y vivo, merece la más abierta, cosa que en las últimas partes C:e este texto implícita-
atenta consideración. La atención preferente de las exé- mente refutaré. Las críticas de Popper, siendo válidas respecto
gesis habituales por las reflexiones existenciales o labo- a Platón y Marx, no lo son en absoluto respecto a Hegel. La
autoridad moral de Popper en la corriente positivista y analítica
rales de Hegel, el espectro de Marx como discípulo de He- hizo que Hegel fuese desconocido por esta tendencia, con lo
gel, éstas y otras pueden ser las causas de este sintomá- que no pudo bajo ningún concepto reflexionarse desde ella la
tico olvido y de esta falta de atención.' interesante teoría del lenguaje hegeliano. Creo que el dogmatis-
mo de la teoría del lenguaje de autores como Carnap lo hubiera
imposibilitado por principio. Hoy, cuando esta tendencia comien.
Fenomenología un Jugar de Aufltebung de las unllateralidades de za a iniciar una saludable autocritica, puede dicha tendencia
las fi)o-;ofías del trabajo (marxismo) y de las filosofías de la abrirse al chivo expiatorio que fue Hegel (y un libro como el
finitud (e:óstencialismo). Heide-gger, en Sendas perdidas, lleva a de Findlay lo prueba) con criterios de apertura.
cabo un comentario sobre la introducción a la Fenomenología de 8. cHay que preguntarle, por tanto, a ella misma (la concien.
Hegel que, aunque desde sus propios Y. conocidos pres~pu~tos, cia ingenua): ¿Qué es el esto? Si lo tomamos bajo la doble fi.
confirma también Jo que acabo de dec1r: nada pueda dummar gura de su s.er como el ahora y el aqui, la dialéctica que lleva
más a un filósofo que otro filósofo. De todas formas, Kojeve en él cobrará una forma tan inteligible como el esto mismo. A
construye desde Hegel, mieootras que Heidegger construye sobre la pregunta de ¿Qué es el alrora? contestaremos, pues, por ejem-
(y contra) Hegel. Pensar a fondo la relación entre Hegel Y Hei- plo: el ahora es la noche. Para examinar la verdad de esta cer.
degger, más allá incluso de la critica de éste, es algo que mere. teza sensible, bastará un simple intento. Escribiremos esta ver-
cería ser realizado con todo rigor. dad; una verdad nada pierde con ser puesta por escrito, como
5. Convendría cotejar, además de los textos ya comentados no pierde nada tampoco con ser conservada. Pero si ahora, este
de Jena, la Enciclopedia donde, en el capítulo Ratón del esplritu mediodia revisamos esta verdad escrita, no tendremos más re-
subjetivo, se analiza la memoria y el lenguaje. medio que decir que dicha verdad ha quedado ya vacia.» Hegel
6. Véase, especialmente, la última parte de este texto (e El hace que la verdad se exprese, de palabra o por escrito, pero de
lenguaje del perdón"). manera tal que quien la expresa, el sujeto del enunciado, sea la
7. Por no decir la dogmática ignorante que prosperó entre conciencia ingenua (no la conciencia filosófica, el «para nosotros•
positivistas lógicos y filósofos anallticos durante decenios res- de la Fenomenología). Sintomáticamente esta forma interrogativa
pecto a Hegel, que era tan denigrado como desconocido, o que de proceder se hace explícita al comiemo mismo de la experien.
86 87
te en las dialécticas del reconocimiento entre las auto- lución. Volvf a recorrer la Fenomenologf.a y se me con-
consciencias independiente y dependiente y explícitamen- firmó esa ausencia y comencé a concebir la idea de una
te en el orden espiritual, en la experiencia del extraña- lectura de la Fenomenología desde ese concepto ausente.
miento cultural y de forma decisiva en la preparación ¿Qué sería leer la Fenomenología desde y a partir de un
«teorética» del estallido revolucionario; por último, el len. concepto que en ella no está presente? ¿Hasta qué pun-
guaje reaparece en la cumbre misma del espíritu a pun- to esa ausencia era, sencillamente, una indeterminada no-
to de alcanzar su conciliación consumada; y hasta puede presencia o una deliberada -consciente o no conscien·
afirmarse que es en el lenguaje -y no en la esfera de las te- exclusión? ¿Qué sería leer la Fenomenología desde
otras dos potencias- donde se efectúa el concreto y final un concepto, ausente, que se me antojaba de pronto la
momento de la conciliación espiritual, preparándose en él sombra misma desde la cual ese texto se revelaba signi-
el desvelamiento conceptual del lagos, su revelación 16- ficativo? En primer lugar, en el prólogo hallaba cierta
gica.9 alusión a Dios entendido como juego de amor consigo
mismo, pero eso no dejaba de ser una formulación apro-
ximada y prestada que Hegel hacia suya tan sólo de pa-
sada.'0 En segundo lugar me asombraba, al contacto con
2. los textos del período de Jena, que incluso en el análisis
del deseo y de la vida hubiese desaparecido el «amor» Y
que sólo incidentalmente aparecía en el análisis de las
Este trabajo tiene su origen en una observación for- relaciones entre esposos en el estudio del espíritu en su
tuita e ingenua que en seguida se me reveló llena de sen- forma ética.11 Y sobre todo me cautivó una expresión,
tido. Después de leer los escritos hegelianos del período llena de belleza, con la cual evitaba Hegel, acaso por fide-
de Frankfurt, traté de recordar la Fenomenología del es- lidad al concepto antiguo, pagano-griego, de amor, el tér-
píritu, que previamente conocía, llamándome la atención, mino susodicho en ]a relación entre los esposos: hablaba
si mi memoria no me fallaba, la ausencia casi completa Hegel, en efecto, de la «piedad» entre los esposos.U Que
del término «amor» en dicho texto. Dada la abundancia
y prodigalidad con que ese término aparecía en esos tex- 10. cla vida de Dios y el conocimiento divino pueden, pues,
tos frankfurtianos, comencé a sospechar si esa ausencia expresarse tal vez como un juego d~ . amor co.nsigo mismo;. Y
no encerraba una oscura, inconsciente o voluntaria reso- esta idea desciende al plano de lo edificante e mcluso de lo JD·
sulso si faltan en ella el dolor, la paciencia y el trabajo del ne.
gativo.• (ein Spielen der Liebe mit .sicl1 selbst). .
cia fenomenológica, en .el texto transcrito, y al final del capítulo 11. Donde, sin embargo, se afirma que la relaCión amorosa
Espíritu, cuando la conciencia alcanza al fin el Absoluto (preci. no es ética (es decir, espiritual sustantiva) en la medida en que
samente a través de la confesión lingüistica de la verdad de la se mantiene en el plano natural.
«conciencia activa"). 12. El término alemán es PieClit (die Pieuit des Mannes und
9. La Lógica, en efecto, según expresa el propio Hegel, de. der Frau gege~zei~1ander; die PieHit der Eltern und Kinder gegen·
termina los contenidos de verdad que están implícitos eo la pro. einander: piedad recíproca entre hombre y mujer y entre padres
pia estructura del lenguaje; revela el núcleo conceptual de éste. e hijos).
88 89
esta evanescente aparición del amor en el espíritu hundi- compatibilidad entre libertad y amor, entre la experien-
do en la eticidad, en lo natural, se tornara pura y simple cia de la libertad y la experiencia amorosa? ¿Qué se en-
desaparición así que dicho espíritu hacía la experiencia tiende por libertad? ¿Qué entiende Hegel por libertad? 14
moderna del extrañamiento de sí, de la ilustración, revo- Y la respuesta la encontré en la Fenomenología, que
lución y moralidad postrevolucionaria me pareció enton- se me iluminó de pronto como lo que es, odisea del es-
ces plenamente comprensible. píritu, y por consiguiente de la libertad.15 Un camino di-
¿A qué se debía esa ausencia cargada de sentido? ¿Por fícil, espinoso, un calvario, un vía crucis, camino de duda
qué Hegel había dejado de pensar en el amor? ¿Conside- desesperada, camino de devastación. Entendí que libertad
raba acaso a éste suficientemente caracterizado con las era para Hegel liberación, emancipación, libertad de; en
alusiones citadas al mismo? ¿Es que el amor tiene poco una palabra: negatividad. Sólo que absoluta. Entendí que
o nada que ver con el esplritu? para Hegel libertad era negación absoluta de toda alteri-
Fue esta última pregunta la que me determinó a es-- dad, idealismo absoluto, subjetivismo radical. El empeño
cribir este trabajo. La sospecha de una incompatibilidad más profundo y dramático por desustancializar el uni-
de fondo entre el concepto hegeliano de espíritu -que verso. La transcripción en conceptos de lo que en la efec-
él mismo reconocía el concepto más alto concebido por tívidad pretende consumar toda revolución. Y el intento
la modernidad- y el concepto de amor me parecía algo
inq uietante. 0 14. Se trata de una polarización tanto más efectiva cuanto
¿Qué busca, qué desea, qué quiere el espíritu, cuál es que entronca directamente con la orientación práctica de la con-
su voluntad, su objetivo, su finalidad y su propósito; cuál ducta; es un sobreentendido, una creencia en sentido de Ortega
y Gasset: la libertad constituye lo impensado desde donde, al
su esencia y su sustancia? Las Lecciones de filosofía de parecer, podemos comenzar a pensar. Fundar un concepto de
la historia me dieron respuesta a estas preguntas: el es- libertad postrousseauniano (que debería inspirarse en sugerencias
píritu es libertad en su esencia, busca y quiere libertad, prerousseaunianas) es una de las tareas de la filosofía del futuro.
la libertad es su fin y su propósito, espíritu y libertad 15. Hegel, filósofo de la libertad ¿Pero no habíamos conv~
son términos convertibles. nido en cons.iderar a Hegel •cl gran reaccionario», el filósofo ins.
pirador de toda filosofía del Todo, y por consiguiente de todo
¿Habrá, pues, me preguntaba, cierta incompatibilidad totalitarismo en el arte de pensar y de obrar, en pensamiento y
entre esa libertad pensada por Hegel, que reconocía como en poUtica?
el concepto moderno de libertad, el que hoy dia impera Mi posición al respecto, como se irá viendo, es la siguiente:
todavía cuando se pronuncia esa palabra, el desvelado por 1) Hegel hipostasió el sujeto libre pensado por Rousseau y
• practicado• por la revolución francesa al nivel de la ontología;
Rousseau y la Revolución francesa, el refrendado por pero alcanzó, en el capitulo Moralidad. un sujeto positivo más
Marx, con las rectificaciones del caso y por cuantas re- allá de la libe rtad abstracta y negativa de ambas experiencias
voluciones se hayan efectuado en su nombre; cierta in- de pensar y hacer.
2) Hipostasió, por consiguiente, al nivel ontológico el sujeto
absoluto (negativo y positivo) en donde dcbfa encarnar el orden
13. El coru::epto que en este texto y en textos anteriores in- objetivo postrevolucionario (un orden liberal y democrático). Fra.
tento constru.ir, a modo de concepto definitorio de la modernidad guó su concepción metafísica a partir del modelo del •espíritu
es el concepo de espiritu desencarnado. ' objetivo•.
90 91
por pensar la v~a?ilidad de un orden sustancial surgen- Es, en efecto, el primer pensador que piensa al otro como
te de esa negatiVIdad absoluta, un orden compatible y dato fundamental absoluto de toda reflexión epistemoló-
acorde a esa libertad. gica. Frente a Kant, que sólo pensaba frente a la subje-
Que esta vía de reflexión implicaba la supresión de tividad la e cosa en si», Hegel piensa que esa cosa, a poco
toda al_teridad, la mediación absoluta, me hizo compren- que la consciencia trasciende el plano de la sensibilid~d,
der el mmenso orgullo de esa generación bonapartista a de la percepción y del entendimiento, es a su vez ~ubJe
la que H~gel perteneció, como Fichte, como Beethoven, tividad es consciencia de sf enfrentada como obJeto a
como Julien Sorel, para la cual «todo era posible• por- la cons'ciencia de sf. Hegel piensa por vez primera que el
que al fin la razón del sujeto se había hecho mundo y objeto de la consciencia de sí es otra consciencia de sí,
h~bía configurado un orden social carente de sustenta- de manera que es sujeto también y que esa alteridad fun-
ct.ón natural o feu_dal. Había allí algo grandioso y titá- da la mismidad, o que la consciencia de sí se alcanza a sf
n_JCo, algo prometetco que se me iluminaba desde los úl- en el retorno desde la otra consciencia a ella, al saberse
timos textos de Goethe, desde el acto último del Fausto otra respecto a la alteridad de la consciencia de sí que
o bien desde las producciones musicales de Beethoven. ' tiene enfrente: en la experiencia del saberse «otro del
Pero había en ello también algo satánico, algo asf como otro». Ese movimiento es, para Hegel, la absoluta nega-
la más perfecta consumación de Jo que san Juan llamaba ción o mediación. No pudo, pues, alzarse a una reflexión
superbia vitae: la máxima voluntad de rebeldía e in~u de la intersubjetividad que preservara el carácter puesto,
~rec~i?n c?ntra el orden vital, con toda su carga de in- sustancial, positivamente diferente de los sujetos en reJa
JU~ttcta e 1mperf~cción, que al durar de los siglos, acom- ción. Pensó la intersubjetividad en la medida en que pen-
~anados de una mdolente providencia divina, habían de- só por vez primera la alteridad: pero como lo negativo
Jado como sedimentación un mundo social y cultural cua- respecto a la consciencia de sf. Pensó al otro como lo que
siorgánico. me niega, y a mí mismo como negación del otro; en últi-
Esta idea de qu~ la Fenomenología es cdel Espíritu• ma instancia pensó el yo como negación absoluta de mí
en t~nto éste es «libertad», determina, pues, Ja exégesis en el otro y del otro en mi: retomo, por vía negativa, a
q_ue mtento aquí hacer de dicho texto, en el cual se irá mí mismo por negación de negación.
~en do 1~ marcha. ascendente de esa libertad, de ese espí- Esta concepción negativista explica la ausencia del
n tu, su msurrecc1ón frente a toda alteridad sea la alte- concepto de amor; y la interpretación del deseo como
ridad vital, l~ ~Jt.eridad de la consciencia ajdna, )a alteri- instancia negativa respecto a su objeto. No voy a demo-
dad de la Dtvimdad Inmutable, la alteridad del poder rarme en ]o que creo establecido en la primera parte.
del Estado y de la riqueza, la alteridad del sustrato orgá- Me limitaré a cefiinne a una exégesis de los análisis h~
nico-sustancial del pueblo y finalmente la alteridad res- gelianos del deseo, complementarios a los de la primera
~ectiva de la conciencia del deber y de la conciencia ac- filosofía del espíritu, en la medida en que preparan el
tiva. tema sobre el cual quisiera luego llamar la atención: la
. Esta negación es tanto más sorprendente y sintomá- reflexión hegeliana sobre la lucha a muerte.
tica cuanto que Hegel descubre y explora la alteridad.
92 93
3. cLo primero que el espíritu sabe de sí, en su forma de
individuo humano, es que siente. Aquí todavía no hay
ninguna objetividad. Nos encontramos determinados de
Uno de los puntos más interesantes y discutibles de este y de aquel modo. Ahora bien, yo trato de separar de
Hegel lo constituye su filosofía del deseo. En los textos mí esa determinación y acabo contraponiéndome a mí
comentados de la primera filosofía del espíritu se han mismo.» 17
podido ya trazar las líneas maestras de esta concepción. De forma profunda piensa Hegel el estado en que el yo
P~ra decirlo de una forma sencilla y contundente: Hegel se halla sumido cuando siente; se ve sometido a determi-
p1ensa el deseo desde la libertad. 16 Esta perspectiva es naciones exteriores que le solicitan y muestran su insufi-
tanto más explícita en la Fenomenología cuanto que toda ciencia, el hecho de que no puede bastarse a sí mismo:
ella es el recorrido de la progresiva elevación del espíritu hambre, frío, deseo sexual, un haz de marcas y de prue-
a la libertad, que es su elemento. El deseo se cruza en el bas do que el espíritu no es libre, no es independiente,
camino de esta ascensión como la primera preformación no se basta ni satisface a sí mismo. De ahí que se sienta
del espíritu, a la vez que como el estadio en que el espí· «mal» consigo mismo, en contradicción consigo mismo.
ritu se halla mayormente hundido en Jo que le ata y es- «Así mis sentimientos se convierten en un mundo ex-
claviza. Pero en el propio deseo puede percibiese la in- terior y otro interior. A la vez surge una peculiar man~
consciente voluntad del espíritu por librarse de cadenas ra de mi determinación, a saber, que me siento defe~
y cautiverios. El espíritu aparece, en la Fenomenologfa, tuoso, negativo, y encuentro en mí una contradicción,
para nosotros y en sí, es decir, sistemáticamente (pero no que amenaza deshacerme. Pero yo existo. Esto lo sé, y
ante la conciencia finita que hace el recorrido fenomeno- lo opongo a la.negación, al defecto. Me conservo y trato
lógico) con la figura de la conciencia de sl. En tanto la de anular el defecto; y así soy impulso. El objeto a que el
conciencia de sf es a la vez en sf, para otro (otra cons- impulso se dirige es entonces el objeto que me satisface,
ciencia .de sí) y para si, en esa figura está ya presente, que restablece mi unidad. Todo viviente tiene impulsos.
como d1ce Hegel, el concepto de espíritu, si bien no está Así somos seres naturales; y el impulso es algo sensi-
todavía presente en la conciencia itinerante. Y bien: la ble.• 11
autoconsciencia es, primero de todo, sujeto descante. En Hegel desglosa el momento negativo del sentir la ca-
la introducción a las Lecciones de filosofía de la historia, rencia de algo que al sujeto le hace falta, y la respuesta
Hegel pone de manifiesto este carácter primerizo del de- del sujeto por alcanzar ese objeto y satisfacerse, resta-
seo en la constitución del espíritu, así como la esclavitud bleciendo la unidad. El momento de la carencia revela
el cautiverio en que el espíritu se halla en ese primer e;. un agujero ontológico en el sujeto: se siente en contra-
tadio: dicción consigo y ve el objeto de su anhelo y su propio
16. Hegel düerenda entre independencia y libertad. Pero de 17. Introducción a las Lecciones de Filosofla de la Historia,
momento el concepto de libertad que estoy utilizando tiene un traducida por José Gaos, cRevista de Occidente», Madrid, 4.• cdi·
senti?o y una significación más genernJ, explicitada en la Intro- ción, 1974, pág. 63.
dttcctón a las Lecciones de la Filosofla de la Historia. 18. Obra citada, ibídem.
94 95
anhelo como algo que amenaza con deshacerle. El instin- de hacerlo enteramente suyo, ese objeto vuelve a apare-
t~ de cons~rvación le conduce entonces a apropiarse, m~ cer, y con él de nuevo la consciencia carente que desea y
d1ante un rmpulso, de ese objeto. Y así, una vez dcstrui- el deseo mismo. Hegel repite en la FePtomenología los
do.éste, como se dirá en la Fenomenología, restablecer la análisis de la primera filosofía del espíritu; pero simpli-
umdad. fica la dialéctica: en vez de internarse por la esfera fa-
Todo este análisis está determinado por el principio miliar, cuyo tratamiento reserva para el análisis del es-
de ~onservación. Para mantenerme en el ser, podríamos píritu hundido en lo natural (la eticidad), concluye su
decir, ~ebo zafarme de la carencia que en mí constato y análisis con una frase categórica que ya había sido anti-
del obJeto que me solicita. Debo librarme de mi menes- cipada en los textos comentados: el único objeto que
terosidad y del objeto externo que me reclama. El prin- satisface a la conciencia de sf es otra conciencia de sí.
cipio de conservación convoca el anhelo de libertad. Pue- No habla en este contexto de la relación sexual ni del
de afirmarse ~ue la re~exión hegeliano del deseo, en ge- amor, pero obviamente están implícitos, en el laconismo
neral la reflextón hegehana sobre el espíritu, está dcter- de esta frase, unos análisis que, sin embargo, aparecerán
mi~ada por esta conexión. Es el miedo y ]a amenaza a en la figura de la eticidad.
desmtegrarme lo que me lleva a zafarme del objeto ex-
terno y a gozar de él, destruyéndolo; y a renglón seguido
restaurar mi unidad.
. Esta perspect~va en que Hegel se sitúa, la del princi- 4.
pio de conservación, desde la cual piensa la libertad Oi-
bertad que emerge del miedo y de la amenaza de desinte-
gración de la unidad primaria del sujeto), nos da la pis- Si se recuerda ahora aquel hermoso texto frankfur-
ta fundamental para entender la sorprendente teoría del tiano en donde Hegel afirmaba taxativamente que «el
dese~ que Hegel expone en la Fenomenología. El deseo se amor es más fuerte que el miedo•, podemos darnos cuen-
conc1be, en este texto, como la ciega voluntad de una ta de la honda transformación que se ha operado en la
autoconsciencia hundida en el elemento vital por alcan- reflexión hegeliana. No sólo ese aserto queda invalidado,
zar la unidad del yo mediante una destrucción sistemá- sino que todo aquello que prepara, según la primera filo-
tica de cuanto amenaza y coarta o pone en cuestión di- sofía del espíritu, la emergencia del amor, «deseo ani-
eh~ ~nidad. 19 El suj~to d~scante anhela el objeto que le mah>, «sexualidad», está interpretado desde la premisa
sohc1ta; pero su satisfacctón consiste en destruir ese ob- inversa: es el miedo y la amenaza Jo que determina la
jeto, aniquilarlo, consumirlo. En tanto ese objeto es na- dialéctica del sentimiento y del impulso, del deseo y la
tural y la unidad de la conciencia descante se ve incapaz satisfacción. El hecho de que en el texto Hegel no ha-
bla del amor es, a este respecto, revelador. En el texto
antes comentado de la primera filosofía del espíritu se
19. Véase un análisis crítico más detallado de Ja teoría del pensaba el amor como negativo respecto al deseo natu-
deseo de la Fenomenología en mi libro Tratado de la pasión Tau.
rus, Madrid, 1979. ' ral y a su objeto: ya la sexualidad trascendía esa esfera
96 97
~ . - LI:NCU.\J11 DEL l'rRilOS
Y consumaba esa negatividad al fundarse en la concien-
cia de sí de los esposos. En el amor el término medio amar, apegarse a algo-- es, pues, algo objetable desde el
era esa conciencia de sí constituida, o cuasi-constituida. punto de vista de esa idea de libertad. Que entonces la
El miedo era vencido por el amor, podría decirse, sólo libertad sólo se consume plenamente en el acto de la ab-
Y en la medida en que los amatztes eran consciencias de soluta negación, en la muerte, es algo que parece inevi-
si libres e independientes. Pero en esa misma medida se table. En la primera filosofía del espíritu llegó Hegel a
ponía de manifiesto la contradicción -irresoluble en la esta consecuente teoría. En la Fenomenología halla en la
propia esfera amoroso-familiar- de esa conciencia de conciencia angustiada de la muerte y en el absoluto ries-
sí, cuya unidad sólo se hallaba en otra consciencia de sí go, temor y temblor ante la muerte, un término medio
(el hijo). entre la negación abstracta (muerte física) y la positivi-
Toda la doctrina hegeliana del deseo está basada en la dad vital. Podría decirse que Hegel piensa, pues, en una
idea de la carencia y negatividad del sujeto que desea. libertad que se materializa en la muerte en vida: la de
Como si Hegel hubiera retenido del Eros platónico única- aquel que ha dejado de desear, sentir, amar y sólo vive
";lente la idea de Eros como hijo de escasez y de recurso, en el horizonte de la angustiosa asunción de la muerte. Y
stn alcanzar la profunda idea platónica de Eros como ins- que en ese horizonte disuelve su propio ser y, mediante
tanci~ cuya sa?sfacción no consiste tanto en recuperar servicio, obediencia y trabajo, disuelve el ser que tiene
la umdad perd1da, cuanto en «engendrar y parir en la Be- enfrente. Pues una nueva potencia culmina este proceso
lleza». En la medida en que engendrar, parir da como re- emancipador, a saber, e] trabajo, sobre el que más ade-
sult~do un hijo que es pensado como «tumba» de los pro- lante llamaremos la atención.
gemtores, Hegel se obstruye esta segunda vía con la cual La modernidad, anticipada por Hegel, no hace sino re-
alcanzar una concepción de Eros más profunda y englo- correr estas ideas: deseo como esclavitud del espíritu
badora. que sólo quiere libertad; angustia ante la muerte como
Para Hegel esa menesterosidad del sujeto descante actitud existencial, manifestada en la lucha a muerte en-
que le hace perseguir un objeto externo es índice de es- tre las autoconsciencias, donde se revela la libertad abs-
clavitud. Algo que desde luego no es obvio. Nuestra fini- tracta; poder como aquello que se cobra de esa libertad
tud Y c~rencia indica únicamente que no somos sujetos abstracta (señorío); trabajo como formación emancipa-
autárqu1cos en el sentido de independientes. Pero es erró- dora de la conciencia esclava; y libertad determinada
neo identificar libertad e independencia, o interpretar li- como fruto de esa emancipación laboral. Marxismo y exis-
bertad como independencia, como autosuficiente, como tencialismo no hacen s1no reducir analíticamente uno de
autarquía. Esta identificación no es característica única- estos multiformes aspectos de la filosofía hegeliana, ga-
mente de Hegel: es el tributo de este pensador a la ideo- nando un concepto de libertad tan preciso como simpli-
logía de la modernidad. En tanto se pretende alcanzar un ficado, si no simplista.
s.uj~to ~utárquico, independiente, autosuficiente, cualquier
hmJtaCJón ~xtema es. concebida negativamente, como algo
que esclav1za al SUJeto. Desear -pero también sentir,
98
99
S. En la Introducción a las Lecciones de filosofía de la
historia, Hegel lleva a cabo una determinación del con-
cepto de espíritu que complementa la enunciada. El es-
El capítulo autoconscien.cia verifica cuanto hemos adu- píritu no es una cosa abstracta sino «algo enteramente in-
cido. Todo el problema, desde el inicio del itinerario que dividual, activo, absolutamente vivo: es una consciencia,
hace la consciencia, reside en que ésta tiene frente a sí pero también su objeto».23 En seguida veremos cómo la
algo subsistente e independiente. Sólo con la figura de la conciencia, en la figura «autoconsciencia», hace la expe-
autoconsciencia puede decirse que, por vez primera, eso riencia doble de ser «autoconsciencia» y «autoconsciencia
que se enfrenta a la conciencia le es adecuado; no depen- viva» (sintetiza las ideas de «autoconsclencia» y «vida»).
de ésta en consecuencia de nada externo o ajeno sino de Veremos también qué internas contradicciones acarrea el
ella misma: alcanza, pues, independencia. Por eso dice proceso que lleva a esa síntesis. «La existencia del espí-
Hegel que aJ llegar a ]a figura de la autoconsciencia «he- ritu -añade Hegel- consiste en tenerse a sí mismo por
mos entrado en el hogar regio de la verdad». 20 Cierto que objeto. El espíritu es, pues, pensante.» No encuentra su
esa verdad es, de momento, «en sí y para nosotros»; la contenido fuera de él mismo sino que «Se hace su propio
conciencia debe hacer la experiencia de esa verdad, reco- objeto».24 De ahí que sea, según su naturaleza, libre: «Así
rriendo todos sus momentos. Pero de todos modos Hegel como la gravedad es la sustancia de la materia, así -de-
mismo confiesa que en la autoconsciencia, por razón de bemos decir- es la libertad la sustancia del espíritu.» 25
que ella es para ella misma tanto yo como objeto, sin te- Esta idea, idéntica a la de la Fe~tomenología, es decisiva:
ner que buscar éste fuera de sí misma, «está presente ya la sustancia del espíritu es libertad. Esto significa: 1)
para nosotros el concepto de espíritu».21 Y al espíritu lo que el espíritu es sustancia; 2) que la sustancia es liber-
define a continuación como «esta sustancia absoluta» que tad. Hegel da un giro radical al concepto tradicional de
existe «en la perfecta libertad e independencia de su con- sustancia, al concepto que se mantiene en todas sus va-
traposición».22 De momento importan estas determinacio- riantes de Aristotelcs a Spinoza (pese a que Aristóteles
nes fundamentales del espíritu; cuando nos enfrentemos pensara la sustancia como energe;a y enteléquia; pese a
con las figuras espirituales propiamente dichas (en las que Spinoza pensara la sustancia como pura actividad).
que ]a conciencia hace la experiencia de lo espiritual) Para Hegel la sustancia misma es libertad, la «cosa en sí»
aparecerán nuevas determinaciones que enriquecerán las es libertad: su «en sí» es ser «para sí». Eso es tanto como
precedentes. decir que su esencia es actividad; no es una sustancia
que «es» en sentido estático, cosista, establecido, sino que
20. Mit dem Selbstbewusstsein sind wir also nun in do,s ein· se hace a si misma y por sí misma, o que se resuelve en
heimische Reicll der Wahrlleit eingetreten. un hacerse: «Cuando se dice, en efecto, que el espíritu
21. Hiermít ist schon dér Begriff des Geistcs für wts vohan-
dell (eclición a lemana, pág. 113).
22. Diese absolute Substanz ... in der vollkommenen Freiheir 23. Texto citado, pág. 62.
tmd Selbsttindigkeit ihres Gegensatzes ... (edición alemana, pág. 24. Texto citado, pág. 62.
113). 25. Texto citado, pág. 62.
tOO 101
es, esto tiene, ante todo, el sentido de que es algo aca- llega a la figura de la autoconsciencia. Vida es, para He-
bado.. P~ro es algo activo. La actividad es su esencia .• y gel, infinitud independiente del objeto de la conciencia,
e~o Significa ~ar que la sustancia espiritual es nega- donde ésta queda hundida, corno si hubiera traspasado
c.Ión de todo lo fiJO y acabado, de toda «esencia» en sen- a lo real sus propias determinaciones sin saberlo. La vida
t~do estático: «Su libertad no consiste en un ser inmóvil es el espejo mismo, sólo que objetivo, externo, de la auto-
sm'? en una contin~a negación de lo que amenaza anula: consciencia que no alcanza a reconocerse como tal.77 Es
la hbertad. Productrse, hacerse objeto de sí mismo saber la dialéctica conciencia-vida la que, como hemos señala-
de. sí, es la tar~a del espíritu. De este modo el e~píritu do, determina el surgir del deseo. Al final de esa dialéc-
eXIst~ para sí miSmo. Las cosas naturales no existen para tica ya comentada la autoconsciencia se sabe «autocons-
sf rmsmas.» 311 ciencia viva» y sabe al fin que lo único que le puede sa-
Es esa «naturaleza» (espíritu extrañado de sí enajena- tisfacer es «Otra autoconsciencia». En la medida en que
do) aquello que el espíritu trata de negar, o d~ negarse, esa dualidad de la autoconsciencia y de la vida se mantie-
con e.J fi~ de alcanzar su esencia libre. La idea motriz de] ne, la conciencia hace la experiencia de dicha dualidad,
hegehamsmo es ésta: IJevar el proceso espiritual hasta su ora afirmándose en el momento autoconsciente (y por
fin; ~ ese ~n es la progresiva transparencia del espíritu consiguiente en la libertad entendida como independen-
consigo. mJsmo, el reencuentro gradual con su esencia y cia) ora afirmándose en la vida (y por consiguiente en la
sustancia: En el orden práctico esto significa: llevar el esclavitud o dependencia). Entramos en el más célebre
proceso hberador (revolucionario) hasta su fin, de manera parágrafo de la Fenomenologia, el de la dominación y ser-
que se revele la sustancia misma del espíritu 0 que esa vidumbre. Y entramos en él con asunciones de enorme
sustancia se determine desde el espíritu. Tod~ el proceso gravedad, tales como las identificaciones de Indepen-
que !leva a este fin (que es el orden postrevolucionario) dencia-Señorío-Autoconsciencia versus Dependencia-Servi-
cons1ste en un proceso ~mancipador en el que el espíritu dumbre-Vida. Que la vida sea una objeción, algo objeta-
va e~contrando progresrvamente su esencia y su sustancia ble por objetivo, a la libertad, nos da una pista funda-
perdidas. El momento del extravío viene protagonizado mental para entender la filosofía hegeliana a partir del
por la natur~leza. Y de un modo inmediato, por ]a vida. período de Jeoa y el desvío radical de su filosofía frank-
Pues la VIda es, ni más ni menos, la determinación furtiana. Vida (y por ende amor) es algo que hunde a la
que alcanza el dato natural de la conciencia cuando ésta autoconsciencia en la servidumbre. La libertad se alcan-
za negando la vida. O como dirá en la Fen·omenologia,
. ~6. Texto cita_do, pág. 63. La dife!"encia con las filosofías pre.
cnt1cas de la a~1ón es~ri~a en que no está determinado en ellas
arriesgándola. Es la muerte, no la vida, la que determina
el momento crítJeo-subJeUvo del für sich (para 0 por sf). Véase la espiritualización, la que hace posible al sujeto ser li-
a este respecto, ~1 excelente estudio de Antonio Escobotado U~ bre: el juego con la muerte. Es en el miedo y en la an-
teoría áe la acet6n, Cuadernos de La Gaya Ciencia 11 Barcelo.
na. l9n .. (E~t.e .teitto c~nsti tuye la introducción de' un' texto de
extra~rdinano mt~és, mcomprensiblemente inédito -por razo 27. Sobre la determinación filosófica de Ja vida en la Feno.
nes aJ.enas al prop1o autor- titulado La física como sistema de menología y en otros textos begooanos, véase el estudio de Mar-
la 16gtca.) cuse, Omología de Hegel Martínez Roca, Barcelona, 1970.
102 103
gustia ante la muerte como el esclavo comienza a librar-
se de sus cadenas. En el vencimiento del miedo está la 11 DEL PODER
fuerza de la que se espera libertad. En algo más radical
que la experiencia de un miedo eventual, en la pura flui-
dificación de todo lo sustancial-vital en virtud del temor
y del temblor, de la angustia y de la desesperación ante
la presencia de la muerte, que es el único Señor, el Poder
podríamos decir. El concepto hegeliano de poder se ilumi-
na, como veremos, desde esta reflexión. Que desde luego
no es obvia: en Frankfurt decía Hegel que •el amor es
más fuerte que el miedo•.
1.
110 111
expiar, también absolutamente, las violaciones de la li- teres similares al objeto del sujeto descante: seres hun-
bertad ajena: pedir perdón por las ofensas cometidas so- didos en la vida. El objeto está determinado para la con-
bre el supuesto de que, sumergidos en la tempestad, en ciencia «Como vida» y el movimiento u operación de la
el diluvio revolucionario, todos fuimos asesinos todos autoconsciencia consiste en «extirpar de sf todo ser inme-
fuimos culpables. Pues todos actuamos. Y en la ~edida diato», tanto en el otro como en uno mismo. «Cada uno
en que actuamos, salimos de nosotros mismos para obrar de ellos está cierto de sí mismo, pero no del otro.» 7 De-
respecto a Jo que nos era externo. Y eso externo eran los ben, pues, probar quién es, de verdad, aquel cuya certe-
otros. Esa obra no fue verbal, fue práctica. Y del orden za se adecua a la verdad. Deben llevar esa prueba al te-
de la negación abstracta, del orden de la agresión de la rreno en que emerja cuál de las dos es, en verdad, auto-
violencia. Ahora estamos en aquel punto en que ese' orden consciencia y no simple objeto vital: quién puede demos-
de la agresión y de la violencia aparece en el horizonte trar que la percepción del objeto como algo inesencial,
del espíritu. Puede decirse que aquí nace propiamente el propia de la forma de certeza de cada uno de ellos, es ver-
espíritu: se libera de su hundimiento en lo vital. dadera o es falsa. Será verdadera si en la prueba uno se
El espíritu es espíritu de la violencia. Y la violencia comporta como ser inesencial, vital, en vez de mostrarse
es violencia del espíritu. Para Hegel no hay violencia autoconsciencia; será falsa en la medida en que el objeto
verdadera que no sea violencia espiritual. La violencia creído como pura vitalidad sin autoconsciencia muestra
nace del reconocimiento, en tanto veo mi propio yo ena-
jenado en una vida ajena. Debo, pues, arremeter contra
esa vital~dad que soporta mi propia imagen especular. sichselb.~lgreiclfdurch das Ausschliessen alles andern aus sich
Debo arnesgarme a matar, a cometer asesinato. En tanto (edición alemana, pág. 115).
Was Anderes für es ist. ist als umwesentlicher, mit dem Cha-
lo, mismo hace el otro conmigo, en tanto su hacer y el rakter des negativen bezeichneter Gegenstand (edición alemana,
m1o son recíprocos, nace de aquí la lucha como lucha in- pág. 115).
tersubjetiva y por ende espiritual: lucha entre sujetos. Es tritt ei" Individuum, einem lndividuum gegenüber auf (edi-
Como dice Hegel: «un individuo surge frente a otro in- ción alemana, pág. 115). Hay ironía en el uso del término cindi-
dividuo». El duelo a muerte entre individuos (o entre viduo» es de-cir, el que no está dividido, el que no puede estar
dividido, el que se presenta o entra en escena como individuo,
pueblos individuales) constituye el horizonte que permite como plenitud y compacidad. Pero sabemos •nosotros. que eso es
la constitución del espíritu. simple apariencia: cada uno de los •individuos• está escindido en
su esencia: tiene en el otro su verdad, que queda fuera de si
mismo.
7. So unmittelbar auftretertd sind sie füreinander in der Wei-
4. se gemeiner Gegenstiinde; selbstandigc Gestalten, in das Sein des
Lebens -denn als Lebn hat siclt hier der seiende Gegenstand
bestimmt- versenkte Bewusstsein, welclle für einander die Be-
«Un individuo surge frente a otro individuo.• 6 Se re- wegung der absoluten Abstraktio'?, atle~ unmitt_elbares Sei!l zu
velan el uno para e) otro como seres externos, con carac- vertilgen, wtd nur das reirt negattve Sem des stclts~lbstg_letclten
Bewusstseins zu sein, noclt nicht vollbracht, oder Stclt emander
6. Dtti S,.lbstbewusstsein ist zuniichst einfaches Fürsichsein, noch niclrt als reines Fürsichsein, das heisst, a1s Selbstbewus-
112 113
cuán poco apego tiene dicha autoconsciencia a la vida. Del deseo a la violencia recíproca vemos, pues, des-
«Pero la presentación de si mismo como la pura abs- plegarse la potencia deseo que en la primera filosofía del
tracción de la conciencia de sí consiste en mostrarse como espíritu se complementaba con una exploración del pa-
pura negación de su manera de ser objetiva, o consiste saje de la esfera familiar a la esfera social o •espíritu
en mostrar que no se está apegado a ningún ser-ahí de- del pueblo». Ya en ese texto estaba anticipada la más
terminado, ni a la singularidad universal del ser-ahí en célebre de las figuras fenomenológicas, la dialéctica del
general; mostrar pues, que no se está apegado a la vida.• señor y del esclavo. Ese texto lleva a explorar otra de
En consecuencia, «cada uno tiende a la muerte del otro•, las tres potencias del espíritu, el trabajo, cuya Jínea de
lo cual implica, por parte del sujeto de esa operación, cel fuerza conducirá, como veremos, hasta la figura feno-
riesgo de la propia vida». Ambas autoconsciencias ese menológica del ser útil, correspondiente a la Ilustración.
prueban la una a la otra por medio de la lucha a vida o Más adelante estas dos potencias se complementarán con
muerte». Deben necesariamente comprometerse en esta la tercera, el lenguaje. Debe recordarse que en la primera
lucha, pues «deben elevar su certidumbre de ser para sf filosofía del espiritu la acción violenta recíproca era hacer
a la verdad, en el otro y en sí mismas. Sólo mediante el acción, operación, Tun: un término que reaparece en la
riesgo de su vida puede conservarse la 1ibertad...•. Y aña- Fenomenología. Puede, pues, afirmarse que la intersubje-
de Hegel: cel individuo que no ha puesto en juego su vida tividad, y con ella el espíritu, despunta en Hegel en la
puede ser reconocido como persona (en sentido jurídico); violencia recíproca, si bien ya es presentida en el deseo.
pero no ha alcanzado la verdad de este reconocimiento Y ese despunte se produce por vía práctica y no teoréti-
como reconocimiento de una conciencia de sí indepen- ca: con las manos o con las armas, no con palabras. Los
diente. Parejamente, cada individuo debe tender a la sujetos verbales deben callar. Ese silencio viene marcado
muerte del otro, del mismo modo como arriesga su prc>- por el lenguaje de las armas: dialéctica de la violencia
pia vida; pues el otro no vale más para él que él mismo•.' que enmudece a los adversarios y desvela la verdad de
una relación intersubjetiva fundada en la rivalidad mu-
tua. Sólo después, post festum, reaparecerá el lenguaje.
stsein dargestellt haben. Jedes ist wohl seiner selbst gewiss aber Será lenguaje fundado en la evocación de la violencia
nicltt des andern, und darum hat seine eigene Gewissheft von pasada; y por lo mismo lenguaje que expresa la voluntad
sich noch keine Wahrheit (edición alemana, pág. 115).
8. Die Darstellung seiner aber als der reinen Abstraktion des del espíritu cde curar sus heridas sin dejar cicatrices•.
Selbstbewusstseins besteht darin, sich als reine Negation seiner Será el lenguaje del perdón mutuo el que abra la posi-
gegenstandlichen Weise zu zeigen, oder es tu teigen. an kein bes- bilidad de un orden posterior a la violencia, un orden
timmtes Dasein geknüpft, an die allgemeine Eintelheit des Da-
seiii.S ilberlraupt nicht, nicht an das Leben geknüpft tu sein (edi-
ción alemana, pág. 116).
... geht also jeder au den Tod des Andern... denn jenes wolll als Person anerkamlt werderr; aber es llat die Wahrlzelt die-
schliesst das Daransetzendes eiguen Lebens in sich... dass sic sich ses Anerkanntseins als eines selbstiindigen Selbstbewusstseins
ni~ht errei~ltt- Ebenso muss jedes auf den Tod des Andern gehen,
selbst und einander durch den Kampf auf Leben und Tod Qe-
wiihren ... (edición alemana, p¡íg. 116). wte es sem Leben daransetzt,· denn das Andre gilt ihm nicht
Das lndividuum, welches das Leben nicht gewagt hat, kann mehr als es selbst (edición alemana, pág. 116).
114 115
postrevolucionario. El concepto hegeliano del lenguaje Jesucristo). Podría decirse: extirpa la violencia ínsita en
presupone esa violencia prelingüística capaz de abrir el todo amor-pasión mediante el bisturí «pacifista» del alma
espacio mismo del entendimiento lingüístico. De ahí el bella cristiana. La pasión habla del anhelo metafísico de
carácter literalmente dia-léctico de ese lenguaje, que no unión; pero los amantes saben inconscientemente que
está fundado en el liberal contraste de pareceres sino en esa unión es consumación destructiva. La otra cara de la
el mucho más real y humano desencadenamiento del noche de amor de Tristán e lsolda es la muerte a dos;
riesgo y de la guerra: lenguaje de paz que todavía deja la otra cara de la vía unitiva es, en el catarismo, el sui-
sentir la fatiga del trabajo bélico. Pues de un trabajo se cidio lícito de los perfectos; una novela como el Werther
trata, como Hegel lo hace notar en un pasaje de la Eti· muestra en vivo esta dualidad unitiva y destructiva. Ro--
cidad. meo y Julieta ilustran esa misma tragedia de la pasión.
y bien: el amor añade a la pasión una reconciliación con
la alteridad, una salvaguarda de la diferencia, un goce en
la diferencia -en el cuerpo del otro, en la realidad y el
5. «mundo» del otro. El amor no puede existir, en tanto ge-
nuino amor, sin pasión. Pero la pasión por sí sola, el
llamado amor-pasión, no garantiza tampoco el amor.
La limitación de la filosofía hegeliana debe verse en Pensar la dialéctica amor-violencia, en todas sus di-
no haber alcanzado una síntesis entre sus concepciones mensiones y con la diferencia sexual que en esa dialéctica
frankfurtianas y fenomenológicas. Como ya decíamos en está en juego es algo que, obviamente, puede pedirse a
la primera parte, Hegel, al pensar el amor, no concibió un pensador postwertheriano. Hegel superó malamente el
la violencia entre los sujetos amorosos (los amantes). No romanticismo porque no se perdió en él, como Goethe.
llegó al concepto de una violencia interna a la relación No hay texto alguno delator de una experiencia como la
amorosa. Pensó en un amor sin violencia cuya antino- que registra el Werther (y que el «clásico» Goethe pudo
mia mayor se veía en la cuestión acerca de la correcta evocar y hasta superar en esa novela excepcional que se
respuesta a una agresión. Vio la figura vital y amorosa llama Las afinidades electivas). La generación de Hegel
suprema en el alma bella no contaminada de ninguna he- vivió la doble sacudida de un principio de libertad pro-
rida que hubiera podido salir de su mano. En Jena invier- bado por el riesgo absoluto de la vida en la lucha a muer-
te esta concepción y piensa en una conciliación espiritual te del pueblo en armas; y de un principio de amor-pasión
que implica la necesaria lesión y contra-agresión de los probado por idéntico riesgo absoluto de la vida en el sui-
sujetos recíprocos en la dialéctica del reconocimiento. cidio por la única causa que mereda, al sentir románti-
Pero ese espíritu, esa reciprocidad, no se ordenaba jerár- co, poner la vida a prueba: la causa amorosa, desenca-
quicamente al amor sino a la libertad. La concepción denante de suicidios y de duelos. Como si el romanticis-
frankfurtiana del amor, decíamos, muestra un sincretis- mo interiorizara en el sujeto individual lo que la revolu-
mo no acabado de sintetizar entre el amor-pasión (alu- ción francesa babia exteriorizado en el orden objetivo Y
sión a Romeo y lulieta ) y el ágape cristiano (alusión a social; como si el romanticismo reflexionara en la intimi-
116 117
dad y en la lírica, lo que la revolución francesa había ex-
perimentado en el orden público-político y en la épica. Tercera parte
Hegel basculó, entre Berna y Frankfurt, entre esos dos
puntos de vista: fundar un hombre público a partir del Tragedia y acción
estado griego redivivo por la revolución; salvar el hom-
bre íntimo y privado en el amor del deshuello de la r~
volución y la resaca postrevolucionaria.9 Pero no llegó al
fondo de la cuestión en su comprensión del romanticis-
mo. No vio hasta qué punto en el amor había idéntica
pólvora que en la experiencia revolucionaria. Por eso sólo
pensó la violencia -y con ella la intersubjetividad- cuan-
do abandonó su concepción amorosa. Pero con ello no
logró «superar» el romanticismo desde dentro, según
como cntcnc11a el propio Hegel una correcta «refutación•.
La concepción hegeliana de la violencia se resiente, pues,
de Jo mismo que su juvenil concepción del amor. A un
amor sin violencia, falto de fuerza para cargar con toda
la positivídad, sucede una violencia sin amor falta de
fuerza para vivificar un proyecto de sociedad postrevolu,.
cionaria en libertad fundada en una auténtica fuerza mo-
ral.
118
l.
121
Seliges Griechenland! Du Haus der Himmlischen alle hogar perdido y de destierro determina, pues, toda la ge-
Also ~~ wahr, was einst wir in der Jugend geh.Ort? ' neración en la que crece y se forma Hegel. Grecia es la
Festlrcher Saal! Der Boden ist Meer! Un Tische die Berge religión estética: un pueblo cuyo mundo objetivo está
Wahrlich zu einzigen Brauche vor alters gebraut! .z ' impregnado de lo divino, donde no hay desgarrón entre
interioridad y exterioridad, entre lo infinito y lo finito,
Pero a continuación preguntaba, ¿dónde están los tro- sino que ambos se unifican en formas sensibles adecua-
nos, los templos, las copas llenas de néctar, los himnos das al contenido que expresan, sin que entre ellas y éste
compuestos para agradar a los dioses? Y varias estrofas exista desproporción ni desajuste.5 En un sentido más
después confesaba con melancolía: rotundo y declarado que su amigo Holderlin, Hegel, en
las Lecciones sobre estética, no se limitará a confesar que
Aber Freund! wir kommen zu spiit. Zwar leben die Gotter «hemos llegado demasiado tarde» para ]a religión esté-
Aber über dem Haupt droben in anderer Welt...3 '
tica; afirmará que el arte es, para la consciencia racional
Schiller se preguntaba si era posible una poesía inge- y científica moderna, cuna forma de pasado».6 Hegel ha-
nua como la griega, una poesía que brotara espontánea- brá hecho de la necesidad virtud, proclamando la supe-
mente del propio mundo formal y lingüístico sin necesi- rioridad del concepto científico sobre la idea corporeiza-
dad de mediarla con pensamiento, reflexión, cultura. Se da, de la filosofía sobre el arte.
s~ntfa demasiado racional, moderno, «sentimental»; como
s1 s~ obrar poético fuese efecto de largas meditaciones re-
fle~vas y de actos de voluntad, perdiendo así esponta-
neidad. Mas, ¿cómo encontrarse con el arte y con la poe- 2.
sía en un medio donde no había bellas imágenes sensi-
bles y suprasensibles, imágenes de cosas que fuesen a la
vez figuras de dioses? La excepcionalidad de Goethe, a Hegel parece responder a Holderlin cuando, en la Fe-
este respecto, le resultaba altamente significativa, en tan- nomenología, describe con las siguientes palabras la mí-
t? veía en su r~ciente amigo un espíritu griego nacido en sera condición en que subsiste el sueño juvenil de reen-
tierras germánicas, en el destierro! Esta conciencia de carnar, a través de la revolución, la antigua Grecia:
cLas estatuas son ahora cadáveres cuya alma vivifi-
. 2. ¡Ob ctichosa Grecia! ¡Morada de todos los celestiales!/ ¿Es cadora se ha esfumado, así como los himnos son palabras
c_1erto entonces lo que escucharnos en la juventud?¡¡Sala de de las que ha huido la fe; las mesas de los dioses se han
f1estal lE! suelo es ma~l ¡Y las montañas, mesas,fConstruidas
desde ant1guo para ocas1<~nes señaladas!... (Trad. E. T.) quedado sin comida y sin bebida espirituales y sus jue-
. 3. i P~ro !'losotros, amtgo mío, Hegamos demasiado tarde. Los
dioses aun VIVen/ pero encima de nuestras cabezas, en otro mun- 5. Véase un magnífico compendio de estas ideas presentes
do. (Trad. E. T.) en los escritos teóricos de Schiller y en los escritos juveniles de
4. Véase sobre todo la justamente famosa carta de Schiller Hegel en las primeras páginas de la obra ya citada de Lukács,
a Gc;>ethe del 23 de agosto de 1794, en donde se esbozan temas que Teorla de la novela.
Schtller elaboraría en su obra Poesfa ingenua y poesla sentimental. 6. Véase la introducción de las Lecciones sobre estética.
122 123
gos y sus fiestas no infunden de nuevo a la consciencia existencia efectiva. No se sentían extrañados de sí mis-
la gozosa unidad de ellas con la esencia. A las obras de mos ni de su suelo nutricio, no tenían por qué buscar
las musas les falta la fuerza del espíritu que veía brotar ninguna patria trascendental perdida. Vivían, pues, libres
del aplastamiento de los dioses y los hombres la certeza en el marco limitado de sus costumbres y de sus bellas
de sí mismo. Ahora, ya sólo son lo que son para nosotros formas. Se daban espontáneamente sus propias institu-
-bellos frutos caídos del árbol, que un gozoso destino ciones, sin conciencia de dárselas desde y a partir de nin-
nos alarg~, c~do una doncella presenta esos frutos; ya gún desgarro subversivo, revolucionario. Eran institucio-
no hay m la v1da real de su existencia, ni el árbol que nes democráticas que no precisaban pacto ni contrato al-
los sostuvo, ni la tierra y los elementos que constituían guno, ni subversión de orden social para manifestarse
su sustancia, ni el clima que constituía su determinabi- como tales. La pregunta, es, pues, cómo y por qué razón
lidad o el cambio de estaciones del año que dominaban surge la escisión entre conciencia de si y sustancia, la des-
el proceso de su devenir.» 7 garradura entre el espíritu de la vida y la vida del espí-
De toda esa belleza nos queda tan sólo «el obrar exte- ritu. Se trata, pues, de preguntar por la genealogía del
rior que limpia a esos frutos de algunas gotas de lluvia espíritu moderno. A ese espfritu le llama Hegel, con pre-
o de algunos granos de polvo» y el mero interés racional cisión genial, cultura. Pero antes de formular esa pre-
y arqueológico por clos elementos muertos de su existen- gunta conviene ver si en el propio suelo nutricio de los
cia exterior, el lenguaje, lo histórico, etc.»; todo ello no griegos puede encontrarse el germen de esa enfermedad
para penetrar en su vida, como anhelaba Holderlin, sino que es, propiamente, el estigma negativo del espíritu.
«solamente para representárselos dentro de sb.'
Entre Grecia y nosotros la historia ha establecido una
diferencia abismal infranqueable. La plenitud ética y es-
tética de la vida griega fue desgarrada. Y de ese desgarrón
nació la consciencia moderna que Hegel intenta captar.
Incluso el sueño del retorno a Grecia, en la medida en
que nació del sueño revolucionario, es fruto de esa cons.
ciencia tardía y moderna que nace del desgarrón. Por eso
hay lugar a sueño y a nostalgia, a conciencia de la sus-
tancia perdida y a dolor por lo que no se tiene ni se
goza. En Grecia la conciencia estaba hundida en la sus-
t~cia. Vi~an .los sr!-egos su bella vida ética sin desgarra-
nnento, sm distanc1a entre su consciencia y su propia
124 125
que se sumía la autoconsciencia para alcanzar indepen·
I DE LA ARMONlA dencia y libertad. Esa autoconsciencia, que hemos consi-
derado en la parte segunda, era ya espíritu cen si» y cpara
nosotros». Faltaba que la propia conciencia itinerante hi-
ciera la experiencia de lo espiritual. Para ello debía, prime-
ro de todo, independizarse de la subsistencia y co~ei?ad
del ser en-sí, mediante deseo y lucha por el reconocmuen-
to. Luego debía concretar la libertad alcanzada median-
te la emancipación laboral: determinar el mero pensa-
miento abstracto de la libertad hasta darle un contenido
concreto. Estoicismo, escepticismo y consciencia desven-
turada son las figuras de la conciencia en la que ésta se
halla sumida en lucha con todo aquello que desde fuera
1. de ella misma le determina. Al final de esa lucha logra
tener conciencia de que todo lo que está fuera de ella, el
ser, se halla en unión con ella misma, con el yo. Enton-
El espíritu hace su aparición en la Fenomenologia ces la autoconsciencia se aprehende a sí misma como ra-
como sustancia ética} Lejos quedan ya las dialécticas en zón, es decir, unidad de yo y ser, de autoconsciencia y con-
ciencia. Esa unidad de yo y ser la 1lama Hegel categoóa.
1. En la obra del periodo de Jena sobre el derecho natural
(Ueber die Wissenschaftlichen Behandlungsarten des Naturrechts, Con la razón la conciencia -una vez independiente y li-
seine Stelle in der praktischen Philosophe und sein Verhaeltnis bre de toda exterioridad- comienza a comportarse posi-
zu den pOsitiven Rechtswissenscltaften). concibe Hegel el ab» tivamente con contenidos que, paulatinamente, va reco-
luto como sustancia ética, a partir de una confrontación critica nociendo como contenidos propios.1 De hecho, al princi-
con la moral kantiana. "2tica y eticidad hace referencia a Sitten
(Sittliclzkeit), costumbres, mores, de donde proviene también
moral (pero en Hegel Moral y Moralidad -Moralitiit- posee 2. Véase en la Fenomenologla, edición alemana, la parte S().
un sentido netamente diferenciado de etica y Eticidad, como se bre la V ernunft, Razón, que resuelve las antino~ias .de _la ~uto.
irá viendo). El espíritu es, en efecto, inmediatamente sustancia consciencia (cuya culminación encarna la ~on~CieDCUl mfeli~ o
ética: ése es su primer momento, ésa es su primera determina- desventurada). La relación de la autoconscu:ncaa con su objeto
ción; determinación inmediata y sustancial. El espíritu es, al fi. era negativa; la de la razón comienza a ser positiva; Ja aut~ns
nal, sujeto moral : ésa es su determinación final, en la que la ciencia, en la figura de la consciencia desventurada, se aJ!enaba
inmediatez ha sido absolutamente mediada, en la que la sustan- en los contenidos, sin reconocerlos como contenido~ propios: se
cia ha devenido sujeto (y el sujeto ha determinado desde sí perdía en la esencia inmutable, sin captar esa esenc1a como pro-
mismo su propio contenido, su propio e mundo• ); en la que la pia; se desdoblaba entre una c~n~ciencia de ~o inmut~b~e Y ~a
positividad primera ha sido negada y de esa negación ha brotado consciencia de Jo mudable y fmtto, reconociéndose urucamente
una nueva positividad, por reflexión de la negación en sí misma: en esta última. La razón se muestra confiada con contenidos que,
una positividad autodeterminada desde el sujeto absoluto. En lo en su experimentación cientifica del mundo, va ft!!Contran~o:
que sigue iremos recorriendo este movimiento del espíritu, ate. paulatinamente reconoce esos contenidos como conterudos propios.
n'éndonos al texto hegeliano de la Fenomenologfa.
127
126
pio cree «encontrárselos• (momento de la razón observa- craneal que esconde la verdadera cosa en sí, que es el es-
dora).3 Poco a poco descubre que eso que se encuentra, píritu.• Y espíritu es cosa común: la obra que resulta de
el nuevo mundo que descubre, la América de los descu- la actividad común, la exterioridad en donde se efectúa
brimientos geográficos y la Naturaleza de los descubri- la expresión activa de la interioridad subjetiva.5 Esa ex-
mientos científicos, lo mismo que toda interioridad físi- terioridad es, a su vez, subjetividad; esa coseidad se re-
ca, el subsuelo y los abismos de los océanos, de los cuer- vela como subjetividad. El espíritu queda, pues, caracte-
pos, de los cráneos, todos esos tesoros escondidos son rizado, en una primera aproximación, como la cosa en sf
sus tesoros, la ocasión o el pretexto para desplegar sus que es a la vez para sí, para otro y para todos.
propias leyes racionales, el horizonte trascendental que En la transición entre las experiencias positivas de la
permite el despliegue de sus propias categorías. Que son, razón teorética con respecto a sus propios contewdos y
todas ellas, resumibles en la categoría, es decir, en la uni- las experiencias negativas de la razón práctica y sus con-
dad de yo y ser, de sujeto trascendental y cosa en sí. En tenidos respectivos (el paso del individualismo de la con-
cuanto a esa cosa en sí, se presenta como lo más resis- ciencia científica moderna al individualismo de la concien-
tente y obstinado a esa conciencia de la unidad, como la cia práctica moderna) Hegel lleva a cabo una determi-
prueba de fuego del idealismo trascendental: el hueso de nación del concepto de espíritu en la que conviene de-
toda filosofía idealista. Pero a Ja postre el propio hueso morarse, pues complementa las determinaciones señala-
se muestra envoltura fenoménica del espíritu, armazón das ya y nos permite entender de forma literal las inves-
tigaciones de la primera figura del espíritu, la sustancia
3. Véase la figura de la Beobachtende Vernunft, Razón obser- ética. Será, pues, interesante seguir estas determinacio-
vadora (págs. 144 y ss., .edición alemana). La razón cree encontrar
(zu fínden) Jos contenidos de su observación fuera de ella; de nes.
hecho es ella, Ja razón, la que se encuentra a si misma a través
de esas observaciones. Las leyes que cree. ver, objetivamente, en
la naturaleza, las clasificaciones que establece de las especies vi.
vientes, las leyes generales de los hechos físicos, son produccio-
nes de sí misma, son leyes que establece y cuya fuente de cons.
titución están en ella. La naturaleza es el pretexto para que la
razón reconozca sus propias legalidades, es el pretexto de su pro- 4. Para el frenólogo cel hueso craneano tiene la significación
pio texto: el libro abierto de la naturaleza, escrito en caracteres d.e ser la realidad inmediata del espíritu•. Hegel invierte el jui·
matemáticos, como decía Galileo, muestra la textualidad y la es- cio del frenólogo (el espíritu es un hueso) y afirma en conse.
critura que produce la propia razón. Hegel, en este capitulo so- cuencia: el hueso es la inmediatez crasa del espíritu. Hay que
bre la razón, concibe la ciencia moderna como producto de la destruir esa inmediatez para liberar al espíritu de ese caput mor-
razón, como obra de la razón. Da, pues, a la ciencia un estatuto tuum que es el hueso craneano. ,
productivo: es ella la que concibe y produce el mundo, pese a S Al reconocimiento del espíritu como cosa comun, obra
creer encontrar en éste leyes objetivas y externas al sujeto. He- comÓn, se llega a través del pasaje de la razón teorética a. la
gel lleva hasta las últimas consecuencias la reflexión kantiana so- práctica; ésta se expresa inmediatamente en ,forma de conscien-
bre la razón teorética. Como veremos, lleva así mismo hasta las cia individualista en la que el momento comun no está, todavia,
últimas consecuencias la reflexión kantiana sobre la razón prác- determinado; subsiste informe, a modo de vacía necesidad o de
tica. •curso del mundo» (o cley de todos Jos corazones•).
128 129
5. - UJNCtlo'Jl! lli!L PERDÓN
2. pues, que es reconocida en s( por este objeto. Ella es en-
tonces espíritu que tiene la certidumbre de tener su uni-
dad consigo mismo en el desdoblamiento de su concien-
El mundo ético es un mundo donde la cosa no es ya cia de sí y en la independencia de dos conciencias de sí•.•
el pretexto neutro que permite a la razón teorética encon- Ahora bien, este espíritu que ahora aparece, por vez pri-
trarse a sí misma y experimentar sus propias categorías, mera, en la conciencia itinerante, debe desplegar ante
sino la cosa común (causa común) en donde la razón prác- esta conciencia sus determinaciones. Y ello sólo puede
tica reconoce en la realidad efectiva (en las cosas) el re- producirse de forma gradual. Pero ya en el punto en que
sultado de su propio obrar. cLa conciencia no quiere ya esa conciencia se halla es posible, como Hegel hace de
encontrarse inmediatamente, sino producirse a sí misma hecho, anticipar los rasgos generales del concepto de es-
por medio de su propia actividad. Ella misma es para píritu, el cual, en su forma inmediata, aparecerá como
ella misma el fin de su operación, mientras que en la ob- «sustancia ética».
servación ella sólo tenia que habérselas con cosas.» 6 Con En tanto la cosa es la «obra común•, el espíritu tiene
ello cla conciencia de sí ha encontrado la cosa como Sf que habérselas con la sustancia en que ese obrar de todos
misma y se ha encontrado a sí misma como cosa»? Esto y cada uno decanta, que es el orden del ethos, de las cos-
significa: en la actividad la conciencia de s( se objetiva tumbres, de las mores: leyes y tradiciones que resultan
y se hace externa a ella misma, se hace ccosa»: objeto de la obra común de progenitores y antepasados (pa-
para otro u otros. En el trabajo se hace útil; en el inter- dres de la patria, legisladores primitivos) y que son actua-
cambio se consuma esa exterioridad; en el lenguaje, visto lizadas y determinadas por la acción, tanto individual
desde el lado de la actividad, la palabra se objetiva y como social, de los miembros vivientes de la comunidad
pasa a otros, a quienes oyen la palabra. Este momento (polis o civitas). Como dice Hegel, todo este orden cristali-
de la coseidad es conservado al alcanzarse el orden espi- za en la cvida de un pueblo•:
ritual. Pero así mismo, en ese orden, esa coseidad es cEn la vida de un pueblo el concepto de la actualiza-
a la vez autoconsciencia de sí. De ahí que cel objeto con ción de la razón consciente de sf alcanza su perfecta rea-
el cual la conciencia de sí se relaciona positivamente es lidad.» 9 En un pueblo, en efecto, reconozco en el otro
él mismo una conciencia de sí; este objeto es en la for- --en su ser y en su obrar- a la vez su identidad sustan-
ma de la coseidad, es decir, es independiente; pero la
conciencia de sí tiene la certidumbre de que este objeto 8. Der Gegenstand, auf welchen es sich positiv bezieht, ist da-
her ein Selbstbewusstsein; er ist in der Form der Dingheit. d.h. er
independiente no es para ella nada extranjero; ella sabe, irst selbsUindig; aber es hat die Gewissheit dass dieser selbstiin.
dige Gegenstand kein Fremdes für es ist; e; weiss hiemit dass es
6. Das Bewusstsein will sich nicht mehr unmittelbar findeo, an sich von ihm anerkannt ist,· es ist der Geist, der die G~wissheit
sondern durch seine Tiitlgkeit sich selbst hervorbringen. Es selbst hat itz der Verdopplung seines Selbstbewusstseins und tn der
ist sich der Zweck seines Tuns, wie es ihm im Beobachten nur Selbstiindigkeit beider seine Einheit mit sich selbst zu haben (edi-
um die Dinge zu tun war (eclición alemana, pág. 201). ción alemana, pág. 202).
7. Das Selbstbewusstsein fand das Ding als sich, und sich als 9. In dem Leben eines Volks hat in der Tat der Begriff der
Ding (edición alemana, pág. 202). Venvirklichung der selbstbewussten Vernunft.
130 131
cial conmigo (conciudadano, compatriota) y su perfecta bres, que sólo son para-sí, que sólo son cindividuos».12
otreidad, independencia (lo que él hace en su negocio, en De una etapa histórica donde predomina el orden fami-
su obra privada, se diferencia de lo que hago yo en tan- liar (natural) pasamos a una etapa histórica donde, de
to que ciudadano privado). A la vez, intuyo en el otro la desgarradura de ese orden, surge lo que Hegel, en la
cla unidad completa con él» como cla independencia del Filosofía del derecho, llamará «Sociedad civil». Del ciuda-
otro»!° Con una visión profunda de la sustancia de un dano público griego o romano-republicano en donde su
pueblo determinará, más adelante, Hegel el espíritu del identidad pasaba por la armonía entre su ser familiar y
pueblo como la «esencia que se sacrifica». Esencia una, su ser ciudadano (veremos hasta qué punto pudo man-
en efecto, en tanto todos parten, incluso para su pro- tenerse esa armonía), pasamos al ciudadano imperial y
pia actividad, del sustrato común popular que los en- moderno en el que su ciudadanía pública se ha perdido,
vuelve (la «sustancia fluida universal» de que habla en lo mismo que su identidad familiar, subsistiendo única-
este texto que comentamos). Pero esencia que se sacri- mente su realidad laboral, la que le constituye en ciuda-
fica, en tanto «cada uno» coge de esa sustancia lo que cen dano privado, en burgués. Sin embargo, como veremos,
propiedad» le pertenece o conviene y la trabaja a su como este texto insinúa también, el ciudadano privado,
modo y según los designios e intereses que determina su sumergido en el egoísmo de su propio proyecto (empre-
propio proyecto (el momento de ese sacrificio queda de- sa, negocio, trabajo) realiza, inconscientemente, un finco-
terminado por el paso de la sustancia fluida universal, mún y contribuye al «bienestar general». Más adelante
orden familiar, a la atomización romano-burguesa del estudiaremos la reflexión hegeliana, inspirada en Adam
cuerpo social en la multiplicidad de propietarios y de su- Smith, sobre ese momento desgarrado en que el espíritu
jetos laborales): sacrifica la unidad sustancial del cuerpo social en un ato-
cLa razón está presente como la sustancia fluida uni- mismo activista (un atomismo de la actividad que dina-
versal, como la coseidad simple e inmutable•: he aquí el miza el marco abstracto y cosificado del atomismo «de la
orden espiritual-natural que históricamente protagoniza propiedad» estipulado por el imperio romano). En el con-
Grecia y sistemáticamente encama la esfera familiar. 11 texto presente Hegel anticipa sus reflexiones sobre el «po-
«... esta coseidad se irradia en una multitud de esen- der de la riqueza» como aquella «masa espiritual• que
cias perfectamente independientes, como la luz se refrac- conduce del «poder del estado» al estallido revoluciona-
ta en innumerables puntos luminosos para sí que son las rio. Para Hegel «el trabajo del individuo para sus propias
estrellas•: he aquí el orden que resulta de la desgarradu- necesidades es tanto una satisfacción de las necesidades
ra de la sustancia ético-familiar: la vieja república grie- de los otros como una satisfacción de sus necesidades per-
ga deja paso a la sociedad de sujetos independientes, li- sonales; el individuo sólo alcanza la satisfacción de sus
necesidades personales gracias al trabajo de los demás».
10. . .. die vollstii~tdige Einbeit mit ihm.. . in der Selbstiindig·
keit des Andem (edición alemana, pág. 203).
11. Die Vernunft ist als die flüssige allgemeine Substanz, ols 12. .. . welche ebenso in viele vollkommen selbsti:i.ndige W esen
die unwar~delbare einfache Dingheit vorhanden ... (edición alema- wie das Licht itz Sterne als unziilzlige für sich leuchtende Punkte
na, pág. 203). zerspringt ... (edición alemana, págs. 203-204).
132 l33
El hombre singular, en su trabajo singular, •cumple ya lo completo y consumado sería, pues, la idea total de es-
un trabajo universal, pero sin tener conciencia•.0 Hegel píritu hegeliana en su dimensión objetiva: un espíritu
incorpora la célebre teoría de Adam Smith de la emano que es la obra común, la obra de todos, primero como es-
invisible•: una astucia de la razón práctica, que es incons- píritu de un pueblo, finalmente como espíritu mundial,
ciente para el indviduo, permite que éste, llevado de su como Weltgeist.
egoísmo y pasión privada, contribuya al bienestar gene-
ral. Ahora bien, ese trabajo se completa en la esfera esta.
tal en la cual el individuo realiza cel trabajo universal
como su propio objeto, del cual es ahora consciente».14 3.
En este texto se preparan los largos desarrollos fenome-
nológicos en donde Hegel explica el desgarramiento del
cuerpo social en razón del conflicto latente entre «poder La cosa en sf kantiana se descubre, pues, ante la ra-
de la riqueza» (sociedad civil) y «poder del estado» (es- zón práctica que intuye lo espiritual (aunque todavía de
tado todavfa «natural» o «ético•), asf como se preparan forma individualista) como «la cosa de todos•, causa co-
también los análisis sistemáticos de la Filosofia del dere- mún o «asunto entre manos» que tiene cada uno para sí
cho. Como veremos más adelante, ese estado en el cual pero que constituye a todos al modo de un sustrato cuasi-
conscientemente se alcanza a concebir, desde la subjetivi- orgánico. Ese sustrato lo constituye el ethos, la costum-
dad, el orden universal, restaurándose desde la razón lo bre, de donde arranca la acción, tanto privada como gu-
que era en Grecia y en las repúblicas romanas obra de bernamental, tanto burguesa como estatal, y adonde esa
la espiritualidad natural, del ethos, será para Hegel el acción revierte en forma de coseidad u obra. Esa rever-
estado moral, el estado que corresponde a la moralidad sión hace de ]a obra común el precipitado real ( wirklich)
del sujeto postrevolucionario: un orden en el cual se rea- de aquellas tres potencias de que hablaba Hegel en el tex-
liza desde el sujeto lo que en otro tiempo se produjo es- to comentado de Jena: cosa en común es la herramienta,
pontánea y sustancialmente. El momento de la negativi- que pasa de mano en mano, uniendo, a través de su co-
dad, de] desgarramiento, del extrañamiento de la sustan- seidad, el relevo generacional de maestros artesanos y ofi-
cia ha sido necesario para consumar, mediante razón, lo ciales; cosa en común es la propiedad, bienes de la famj.
que se dio inmediatamente como naturaleza. Ese círcu- tia que ésta actualiza a través de sus peculiares negocios
e inversiones, su trabajo privado, que hace del miembro
13. Die Arbeit des Individuums für seine Bedürfnisse ist eben- de la familia un miembro de la sociedad civil, del cual
sosehr eine Befriedigung der Bedürfnisse der andero als seiner trabajo se enriquece la nación, cumpliéndose así un in-
eignen, un die Befriedigung der seinigen erreicht els nur durch consciente trabajo colectivo; cosa común es, sobre todo,
die Arbeit der andern ... (edición alemana, pág. 204). el lenguaje, el lenguaje del pueblo, cuya materialización
... der Einzelne in seiner einzelnen Arbeit schon eine allgemeine son las leyes no necesariamente escritas, las disposiciones
Arbeit bewusstlos vollbringt (edición alemana, pág. 204).
14. . ..so vollbringt er auch wieder die allgemeine als seinen efectivas, conscientes e inconscientes, las costumbres.
bewussten Gegenstand (edición alemana, pág. 204). «Esta unidad del ser para otro o del "hacerse cosa", y del
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ser-para-sí, esta sustancia universal habla su lenguaje uni- cía, sin necesitar siquiera fe o creencia en ninguna ley ni
versal en las costumbres y en las leyes de un pueblo.» 15 en ningún legislador trascendente. Puede, pues, decirse
Veamos ahora cómo ese espíritu del pueblo puede que su vida y su conciencia se confunden, o que el espí-
vivir sustancialmente, es decir, en armonía y consonan- ritu se hace vida o es espíritu de vida de forma inme-
cia entre la cosa común (sustancia) y la autoconsciencia diata; o que la vida se hace espíritu o es vida espiritual
(individual y activa) de la cosa. Un pueblo así habla el también de forma inmediata. Un orden así da lugar a un
lenguaje universal de las costumbres y de las leyes que pueblo donde lo ético es predominante y también lo es-
él a sí mismo se da, sin saber cuándo se las dio: se limita tético: lo espiritual está inmediatamente presente, ética-
a actualizar, en su palabra viva, en su acción concreta, ese mente, en leyes consuetudinarias; estéticamente, en for-
código lingüístico, sin cuestionar esa palabra ni ese có- mas y figuras sensibles. Ese pueblo es, al decir de Hegel,
digo, sin introducir, entre código y mensaje, entre ley y al sentir, compartido por Hegel, de toda su generación,
acción, entre obra común y obra individual, ningún hiato, el «bello mundo ético'' encarnado en la antigua Grecia.
ninguna desgarradura. La virtud del ciudadano de un Hegel sabe, sin embargo, que «la razón debe necesa-
pueblo armónico en donde sustancia y autoconsciencia riamente salir de esta condición dichosa, pues es sola-
están perfectamente acopladas será «Vivir conforme a las mente en sí o inmediatamente cómo la vida de un pueblo
costumbres de dicho pueblo», compendio y cifra de vir- libre es el orden ético rea1».17 Pero la verdad absoluta de
tud y sabiduría al decir de los sabios de la antigüedad. 16 esa sustancia debe sufrir una mediación racional para
En un pueblo así no hay escisión entre la sustancia efec- consumarse, hasta producir mediante conocimiento (filo-
tiva del mismo (costumbres, leyes) y la autoconsciencia sofía) lo que en Grecia se dio espontáneamente. En cuan-
de esa sustancia. El individuo no siente su hábitat espi- to al precio de ese pasaje, es algo que en su momento se
ritual como un hogar extraño, no posee la moderna con- podrá entrever.
ciencia enrarecida de que el propio hogar es un destie-
rro. Un pueblo así vive una «Condición feliz», vive en
plena «Confianza» respecto a sus propias mores. La ciu-
dad, obra común de todos, es sentida y concienciada como 4.
ciudad propia, propiedad de todos, cosa de todos. Vive,
pues, en espontánea unidad de sustancia y autoconscien-
En un pueblo como el griego «la diferencia entre la
15. Diese Einlteic des Seins für Anderes oder des sich tum
conciencia de sf y ]a esencia es perfectamente transparen-
Dinge Machetts, und des Fiirsicltseins, diese allgemeine Substant te».18 En el seno de esa esencia hay diferencias, como en
redel ihre allgemeine Sprache in den Sitten und Gesetzen seines
Volks (edición alemana, pág. 204). 17. Die Vernunft muss aus diesem Glücke heraustreten; denn
16. Die weisesten Manner des Altertums haben darum den nur 1111 si.ch oder unmittelbar ist das Leben eines freien Volks die
Ausspruch getan: dass die Weisheit und die Tugend darin bes. reale Sittlichkeit... (edición alemana, pág. 205).
tehcn, den Sitten seines Volkes gemass zu Jebcn (edición alemana, 18. Der Untersclzied des Selbstbewusstseins von dem Wesen
pág. 205). ist also vollkommen durchsiehtig (edición alemana, pág. 246).
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seguida se verá; pero son diferencias no contingentes sino Y Hegel repite: celias son». Si se pregunta a un suje-
sustanciales, en el seno de las cuales está el espíritu en- to ético por qué obra como lo hace, cuál es la razón de
tero como espíritu; son, como Hegel dice de forma ex- su obrar, de su acción, dirá que hace lo que hace porque
presiva, masas: «n;tasas espirituales». Esas masas espiri- es justo, porque así está mandado obrar o hacer; o si obra
tuales (determmaciOnes legales de la sustancia espiritual) mal, sabrá que recae sobre él un castigo que le viene de
son -figuras celestes sin defectos que conservan en sus di- afuera, sin reflejarlo en su autoconsciencia en términos
ferencias la inocencia intacta y la armonía de su esen- de culpa o remordimiento de conciencia. Su obrar, bue-
cia».19 Ello es así por razón de que cada una de esas ma- no o malo, justo o injusto, es espontáneo, como espontá-
sas diferenciadas refleja, en su diferencia, la unidad de neas son las leyes que determinan ese obrar.
sustancia y autoconsciencia que estipula el espíritu ético. No hay, pues, en esa conciencia cavilación ni duda,
No son diferencias que impliquen distancia ninguna en- no hay conflicto interior entre deberes, entre razones para
tre la autoconsciencia y la sustancia, sino diferencias ins- obrar o para dejar de obrar; no hay conflicto interior
~ritas en la propia sustancia y que por tanto afectan por porque no hay una interioridad que ha objetivado fue·
tgual a la autoconsciencia ligada a esa sustancia. Esa afec- ra de sí, como algo extraño y susceptible de «examen ra-
ción dará lugar, sin embargo, a una forma de autocons- cional», las leyes espontáneas que el pueblo hace, des-
ciencia peculiar (la autoconsciencia de la ley de una de hace y rehace a través de sus costumbres. Se trata, pues,
esas masas claras y transparentes dejará en el umbrío de un pueblo armónico, en tanto la autoconsciencia no
recinto del «no saber», en lo que al sujeto individual se se ha extrañado del contenido de su propio Sí-mismo, de
refiere, la autoconsciencia de la ley opuesta). En un pue- la sustancia en donde enraíza su ipseidad. Un pueblo así
blo como el griego cla conciencia de sí es igualmente re- no es bamletiano ni tiene •problemas de identidad• ni
lación clara y simple con estas leyes. Ellas son; nada más sensación de destierro trascendental. Vive su hogar, su
puede decirse ... Para la Antígona de Sófocles valen como patria como hogar y como patria trascendental, sin per-
el derecho divino, el derecho no escrito e infalible: cibir desgarro entre conciencia y sustancia, entre inte-
rior y exterior, entre razón y acción. Hegel, en el capítulo
No hoy ni ayer sino siempre sobre el mundo ético, redondea estas anticipaciones y re-
Vive ese derecho y nadie sabe cuándo se manifestó.• capitula su reflexión sobre el contenido de las masas es-
pirituales que determinan ese pueblo (ley oscura y ley
19. . ..siclz selbst klare unentzweite Geister, makellose himm- clara), mediante la siguiente reflexión:
lisclte Gestalten, die in ihren Unterschiedeu die unentweihte Vns- cEI reino ético es en su subsistencia un mundo in-
cltuld und Einmütigkeit ihres Wesens erhalten (edición alemana,
pág. 246). maculado, que no está alterado por ninguna escisión. Su
20. Das Selbstbewusstsein ist ebenso einfaches klares Ver- movimiento es un calmo devenir, el pasaje de uno de sus
halt;"iS zu ihnen. Sie sind, und weiter nichts, .. So gelten sie der poderes (ley clara y ley oscura) al otro, de suerte que
Antrgone des Sopllokles als der Gotter ungeschriebnes und un- cada una recibe y produce el otro. Lo vemos dividirse en
trügJiches Recht.
nitcltt etwa jetzt und gestern, sondern immerdar dos esencias y en sus realizaciones efectivas, pero su opo-
lebc es, und keiner wiss, von wannen es erschien. sición es más bien la confirmación de una de las esen-
138
cias por la otra.• 21 Se trata ahora, por tanto, de exami- ca consigo misma, escindida en dos masas espirituales,
nar qué son esas esencias, esas «masas espirituales• que con sus respectivas leyes. Nada, dice Hegel, perturba de
exhibe la sustancia ética o el espíritu del pueblo que vive hecho una comunidad, un pueblo informado por esos
cla bella vida ética•, es decir, el espíritu griego. principios, mientras no se pase a la acción. Es la acción,
como en seguida se verá, lo que desgarra desde dentro la
sustancia ética, hundiendo esa armonía en los abismos de
la tragedia. El paso a la acción desencadena la tragedia.
5. Se trata, pues, de reflexionar sobre la apasionante teoría
hegeliana de la tragedia. Pero antes será preciso remontar-
nos a la no menos apasionante teoría hegeliana de la ac-
Lo dicho vale como caracterización general del espí- ción.
ritu griego. Sólo resta añadir que esas masas espirituales
en que se escinde la sustancia ética son Ja ley clara y la
ley oscura, la ley que rige el orden político de la ciudad
y la ley que rige el orden familiar. La ley clara es la ley
humana, ley creada por el propio hombre y mediante la
cual se rige el sujeto en su comportamiento como ciuda-
dano. Se actualiza mediante el poder del gobierno. Es
una ley pública y reconocida por todos. Frente a esa ley
está la ley divina, la que preside esa comunidad ética na-
tural que es la familia. Ambas leyes dirigen el comporta-
miento entero del sujeto ético, que pasa de ser miembro
de una familia (sometido a la ley oscura) a ser miembro de
la ciudad (sometido a la ley clara). Esa doble ley constri-
ñe diferentemente al hombre y a la mujer, en la medida en
que ambas leyes son personificadas por la determinación
natural que divide al sujeto en sujeto masculino y feme-
nino. Nada parece perturbar esa sustancia ética annóni-
21. Das sittliche Reich ist auf diese Weise in seinem Besteben
eine unbefleckte durch keinen Zlviespalt verunreinigte Welt. Eben-
so ist seine Bewegung ein ruhiges Werden der einen Macht des
.selben zu andem, so dass jede die andere selbst erhi:ilt rmd her-
vorbringt. Wir sehen sie nvar in zwei Wesen und deren Wirk-
licltke~t sich teilen; aber ihr Gegettsatz ist vielmehr die Bewiihrung
des Ernen durch das Andere (edición alemana, pág. 260).
140 141
II DE LA TRAGEDIA explicado, organizado. AJ final del capítulo sobre la ra-
zón teorética el sujeto ha logrado integrar en el pensa-
miento el mundo entero. Pero sufre entonces ese sujeto
el drama fáustico, constatando que sólo se ve rodeado
de esqueletos, cráneos de calavera, objetos muertos, li-
bros. Como Fausto, quiere vivir, dejar el color gris de
las teorías y arrimarse al verde árbol de la vida. Y en-
tonces, otra vez, se produce un pasaje a la acción: el
sujeto quiere probar vitalmente, en la práctica, lo que
buscó y encontró mediante observación y teoría. A través
del placer busca un primer despegue de su vida teorética:
abrirá la puerta del gabinete y se encontrará con Mar-
garita. Pero esa acción es todavía individual, es una ac-
1. ción del sujeto individual enfrentado al mundo.1 Poco
a poco el mundo se le mostrará como la cosa común de-
terminada por la acción de todos y también por la suya
¿Qué significa pasar a la acción? Vimos en las dos propia.1 La acción sólo es espiritual cuando es reconocida
primeras partes de este trabajo hasta qué punto la filo. como determinada por el obrar común. Entonces la ac-
sofia hegeliana podía pensarse como una filosofía de la
l. Véase el capítulo Die Lust und die Notwendigkeit (edición
acción. En el dilema ante.una agresión sufrida cabía no alemana, págs. 207 y ss.), El placer y la necesidad, de la Feno-
responder o responder. El paso a la acción era respuesta. menologla, donde se hace refe-rencia -y se cita- al primer Faus.
Y la autoconsciencia se constituía como subjetividad in- to de Goethe (las escenas iniciales de Fausto, su discípulo Wag.
dependiente y libre mediante el paso a ]a acción. La ner, el espíritu de la tierra y Me.fistófeles).
acción, en términos de respuesta a la agresión, permit1a 2. Poco a poco, en efecto: el r.ecorrido hegeliano es, como
siempre, moroso; Hegel se demora en diversas figuras de la con.
al sujeto pasar la prueba suprema del reconocimiento. ciencia individualista o mdividualista-romántica, desde la quijo-
En virtud de la acción desplegada en el combate lograba tesca (la virtud) o la justiciera (ley del corazón) hasta la extre..
constituirse como sujeto independiente; en virtud de la madamente individualista y activista del •reino animal del espf·
acción desplegada en el trabajo diario lograba determinar ritu•; cada una de estas figuras de la conciencia individual se
su independencia abstracta logrando formación, Bildung, destaca desde un fondo, todavía informe, de la conciencia co-
lectiva que primero es cvacía necesidad•, luego cley de todos
cultura (trabajando y cultivando su obra se trabajaba y los corazones•, luego •curso del mundo•, etcétera. De este modo
cultivaba). Nuevamente, en el capítulo sobre la razón, individuo y colectividad van reuniéndose y reconociéndose mu-
tiene lugar un primer pasaje a la acción. La razón encuen- tuamente e·l uno en la otra hasta determinarse en perfecta jun.
tra el mundo, al que positivamente se enfrenta, en sus tura y acoplamiento en la sustancia ética, primera figura espe-
cíficamente espiritual. Vamos pasando, por tanto, de la acción
propias categorías de pensamiento, hasta ser toda ella un del individuo frente o sobre la sociedad a la acción del individuo
libro viviente donde el mundo entero se halla clasificado, inserto en un marco social (un pueblo).
142 143
ción es propiamente ética. Y bien, sólo la acción ética es bierno, combatiente o súbdito, obrará de una u otra
propiamente acción.3 Pasar a la acción significa, en pro- manera. ¿Cómo, pues, un pueblo así, a partir de un de-
fundidad, determinar, desde la cosa común, la manifes- terminado desarrollo de su propia consciencia colectiva,
tación, exteriorización o expresión de la subjetividad in- da lugar a lo que llamamos tragedia? ¿Cómo es posible
dividual. que la tragedia surja en un medio tan armonioso? La res-
Acción ética es la acción del sujeto (griego) que sigue puesta implícita de Hegel a estos interrogantes es sor-
fielmente el ethos que determina su obrar. Pero he aquí prendente y genial: precisamente en un medio así puede
que en esa impoluta sustancia ética aparece una doble surgir la tragedia; incluso la afirmación podría hacerse
·inscripción, un doble mandamiento, una doble ley. En más rotunda: sólo en un medio así puede tener lugar lo
principio nada perturba el desarrollo de esa acción: se- que se concibe como tragedia.•
gún si uno es hombre o mujer, según si es niño, adoles-
cente, hombre cabal, padre de familia o bien jefe de go-
144 1-J5
dividualismo sucede el colectivismo. La vida griega es ar- terminaciones que derivan de una de las dos leyes que di-
moniosa al precio de que ningún individuo se afirme ra- viden el cuerpo social son las únicas especificaciones que
dicalmente en su acción.s ¿Qué sucede cuando un indi- pueden hacerse respecto al individuo: o es miembro de la
viduo griego, un miembro del espíritu sustancial, pasa a familia y se comporta en calidad de tal; o es miembro
la acción y se afirma, como tal individuo, en la acción? de la polis y se comporta como tal.'
¿Es tal cosa posible? Ahora bien, puede suceder que las disposicion~s q~e
No es posible en el sentido crítico-moderno de un en- se siguen del cumplimiento de la ley oscura (las obhgaclo-
frentamiento, de una objetivación o de un extrañamiento nes familiares) entren en contradicción con las que se
del todo colectivo. Eso será la característica del espíritu siguen del cumplimiento de la ley clara (obligaciones ci-
desgarrado de sí, del espíritu cultural moderno. Pero viles). Y puede suceder , entonces, que el individ~o ~-vea
en Grecia no hay cultura, en lo que cultura implica ena- abocado a afirmarse o en una ley o en otra. Ese md1v1duo
jenación, distancia, autodesgarramiento: enfrentamiento está de antemano determinado sustancialmente o espe-
del yo respecto a la cosa común.6 Pasar a la acción a tra- cificado por una de ambas leyes, en razón del lugar ob-
vés de la afirmación individual significa, por tanto, en jetivo que se le asigna desde el principio (ante to?o, se-
Grecia, afirmar una de las dos masas espirituales a costa gún si el individuo en cuestión es hombre o muJer; en
de la otra, abogar por la ley cJara a expensas de la ley segundo lugar, según si es padre, madre, e~~oso, es~osa:
oscura o viceversa. Significa que el individuo se afirma hermano, hermana en el orden oscuro fam1har; segun :;¡
en aquello que sólo puede ser en tanto que miembro del es rey o aspirante a rey, combatiente o simple ciuda-
espíritu sustancial, en tanto que griego. No es todavía dano ateniense en el orden claro de la ciudad). No puede
ni persona abstracta ni individuo en sentido cristiano-mo- elegir, no puede distanciarse críticamente de esas espe-
derno. Es miembro de la sustancia espiritual, marcado cificaciones y abrir así espacio a una elección libre: no
por determinaciones espirituales hundidas en lo natural. hay lugar a libre albedrío en el espíritu sustancial ni hay
En tanto que individuo es, ante y sobre todo, hombre o lugar, tampoco, a culpabilidad en sentido cristiano-mo-
mujer, ante y sobre todo hermano o hermana, jefe de derno. Por lo mismo, el individuo no puede dudar. Le
gobierno o aspirante al lugar del rey. Estas u otras de- viene dado por su determinación espiritual-sustancial lo
que debe hacer; y eso que debe hacer lo. b~~e. No tiene
5. l!sta es una de las principales tesis hegelianas sobre Gre- distancia que le permita pensar en las posJb1hdades. de su
cia (Der Wahre Geist, die Sittlichkeit; el espíritu verdadero, la acción no puede pre-ver lo que puede sucederle Sl obra
eticidad; edición alemana, págs. 250 y ss.). de la :Oanera que obra: debe obrar de una determinada
6. Para un análisis preciso y riguroso del significado de cul-
tura en Hegel, véase Hyppolite, obra citada, el capítulo consagra.
do al comentario de Der sich entfremdete Geist; die Bildung; el 7. Las determinaciones hegelianas de la doble ley, la ley cla-
espíritu extrañado de sí; Ja cultura. Cultura implica enajenación; ra. y 1:1. ley oscura son suficientemente conocidas y han sido abun-
la unidad sustancial de autoconsciencia y esencia se pierde en la dantemente tratadas en todos Jos comentarios al parágrafo Die
cultura. Cultura se opone a esa unidad natural: cultura se opone sittliche Welt, das menschilclle und gottlic1te Gesett, der Mann
a naturaleza. El término Bildung, cultura, formación, aparectó en und das Weib. Véase especialmente Hyppolite y Valls Plana, obras
la dialéctica laboral (ce} trabajo forma•. bitdet). citadas.
146 147
manera, sin alternativa posible. Y en ello estriba la tra- acción trágica. En el segundo no hay ya lugar a la tra-
gedia: en su desconocimiento (no saber) de que al obrar gedia, pues el sujeto individual sabe en unidad cuál es
de una determinada manera puede, a la vez que cumplir el orden sustancial que tiene enfrente. Pero entonces se
una orden (clara u oscura), infringir otra (clara u oscu- siente extraño en tanto que autoconsciencia. De la ac-
ra). J:.l ignora que al cumplir con su deber (matar a Cli- ción trágica se pasa a un orden de conflicto entre la
temnestra; sacrificar a la hija, Ifigenia) está, a la vez, autoconsciencia y la sustancia, entre el individuo auto-
cometiendo delito. ti no sabe que al afirmarse indivi- consciente y el todo social. En las figuras prácticas de
d~almente en una acción, a la vez cumple una ley e in- la razón pueden verse cuáles son esas figuras del drama
fringe otra _ley. Ignora que aquella acción que, desde el moderno: Fausto, Don Quijote, el héroe de los Bandidos
punto de v1sta de una ley, puede calificarse éticamente de Schiller, etcétera.
virtucsa, es, de~d~ el punto de vista de la otra ley, eva-
l~ada como debctlVa. La acción trágica, al profundo de-
Cir de Hegel, sólo es posible cuando el sujeto de esa ac-
ción hace lo que cree que debe hasta donde alcanza su 3.
saber, ei?' ignorancia de que al hacer lo que hace co-
~ete delito desde aquel sector de la ley que precisamente Actuar o no actuar, ésa es la cuestión. Pero entién-
Ignora. Se halla sometido, desde el punto de vista de la dase bien: la cuestión hamletiana y modema, una cues-
sustancia, a una doble ley; desde el punto de vista de tión que azuza y embiste al sujeto moderno en términos
la autoconsciencia, a un saber entre penumbras, una mez- de ser y no-ser. En cuanto a la rafz y origen de esa mo-
cla de saber y de no saber. No consigue unificar el todo dernidad, puede hallarse en el cristianismo, en la figura
sustancial en unidad para su propia autoconsciencia sino de Jesucristo, la bella alma de los escritos juveniles, un
que ~sta, hundida como está en lo sustancial, en el ~thos, genuino punto de partida. ¿Qué es más moral, responder
despterta de forma penumbrosa como conciencia viva de a una agresión con agresión o devolver la otra mejilla?
una de las do~ masas _espirituales a costa de la otra, que Todo el problema de la acción, el hecho de que la ac-
queda en la Ignorancia. Ahora bien, en el momento en ción sea problema, tiene como marco el cristianismo y
que logre unificar ambas masas en su autoconsciencia la modernidad. A un antiguo no se le hubiera pasado por
s~rirá un extrañamiento entre la totalidad de esa sustan- la cabeza. La figura de Hamlet sólo es concebible en el
c~a, c~nvertida entonces en objeto, y su misma autocons-
occidente cristiano y moderno. Introducir entre la orden,
ctencia. Tal es el drama espiritual: o bien percibe la auto- paterna o materna, y la decisión, en lugar de la acción,
consciencia la sustancia ética dividida en dos masas co- la duda y la reflexión, la autoconsciencia, eso es propio
br~ndo con:<;ciencia de una de las dos y manteniend~ en de cristianismo y modernidad.' Ello significa que el su-
~a ~gnorancta la. otra, o bien logra a.lcanzar en unidad ob-
Jet'tva ambas masas, pero al precio del extrañamiento en- 8. En un sentido complementario traté este tema en mi libro
tre el sujeto individual autoconsciente y su realidad sus- Drama e identidad, eo el análisis de la tipología csaturn.iana» y
tancial. En el primero de los casos, la acción se vuelve de las antinomias entre lucidez y acción. Todo mi libro Drama
148 149
jeto se distancia del mundo en que vive, de las órdenes Hegel para narrar esta aventura-desventura del extraña-
que recibe de ese mundo, sean paternas, sean cívicas, miento del Sí-mismo respecto a la sustancia objetiva en
sean familiares, y las examine de forma distanciada y que se halla, malamente, contenido. En un mundo así
crítica, como si esas órdenes fuesen algo objetivo, sepa- no hay Jugar ya a la acción trágica, que presupone una
rado, aunque sea mínimamente, de la intimidad del su- conciencia partida en donde luces y sombras, saber y
jeto. Esa mfnima e imperceptible distancia del sujeto no saber, se relevan en la autoconsciencia del sujeto, im-
con los contenidos que pueden determinarlo, que pueden pidiéndole tener sentido alguno de culpa. En lugar de
llevarlo a elegir y a resolverse, se desvela en realidad la tragedia, que habla de esa partición de la sustancia
como un abismo de negatividad, como el desfondamien- en masas y de ese juego de luces y de sombras; en lugar
to mismo de esa unidad uterina de sustancia y autocons- de una acción trágica que se muestra a la vez virtuosa y
ciencia en que el sujeto vivía, adormecido y sólo a me- delictiva, acción justa y criminal (así la acción de An-
dias lúcido, en la antigua Grecia. Lo que el sujeto gana tígona, de Creonte, de Orestes, de Clitemnestra, de Aga-
en lucidez lo pierde en vivacidad, en espontánea uni- menón respecto a Ifigenia, etcétera); en lugar de todo
dad de vida y espiritualidad. Todas las enfermedades, los ello surge una autoconsciencia escindida de la sustancia
males de la subjetividad moderna radican en esa dis- ética, que poco a poco va negando todas las determina-
tancia entre el Sí-mismo y el ser, entre la ipseidad y el ciones sustanciales de la misma y sustituyéndolas por
esse: la rotura de la bella unidad que el medioevo sólo determinaciones autoconscientes y racionales. Este pro-
pudo restaurar en la trascendencia del ipsum esse sub- ceso desemboca inevitablemente en la revolución política,
siste~zs. Entre Yo y ser se aloja, pues, la duda, la inde- en la que el todo social se vuelve subjetividad, voluntad
cisión, la indeterminación, el vaporoso reino de la posi- libre, enfrentándose a cuanto subsiste de eticidad, de
bilidad en donde hunde sus rafees el libre albedrío. Per- costumbre y tradición en e) tejido o contexto social.
dida la espontaneidad para siempre, el sujeto puede lle- Como dijeron Goethe y Napoleón en su célebre entre-
var el desgarramiento de Jo sustancial hasta las últimas vista y recuerda Hegel en las Lecciones de la filosofía de
consecuencias. El segundo capítulo del Espl.ritu sirve a la historia, la poUtica es el género trágico de la moderni-
dad, lo que hace las veces de tragedia en un mundo don-
de no hay lugar a lo que propiamente debe entenderse
e identidad es un intento de explorar, por vfa ensay{stica, la figura por tragedia. Puede afirmarse que en la modernidad la
hegeliana del espíritu extrañado de sí mismo. Lo que en ese li- acción deja de ser acción ética. En la medida en que se
bro llamo tragedia es el momento del absoluto extrañamiento en
que el sujeto vive la experiencia de la ruptura entre acción y plantea el problema de la libertad (y la acción como pro-
autoconsciencia. Mientras tal ruptura DO se produce hay drama blema), la acción ética, fuente de la acción trágica, deja
(drama de acción, conflicto entre pensamiento y acción, confla. paso a la acción moral, la acción que se halla deter-
gración de móviles de acción, connicto entre causas y efectos de minada por la propia subjetividad autoconsciente, libre
acción), pero DO hay tragedia. Uso, pues, en dicho libro, el tér- al fin de toda determinación sustancial, natural o «mo-
mino tragedia en un sentido diferente del uso normativo y del
que se desprende del uso que hace Hegel en el capitulo que aquí ral» (en el sentido de mores, ethos, costumbres). 1hica
analizamos. es a costumbre lo que moralidad, en el diferente sentido
150 1e; 1
empleado por Hegel, es a libertad {por tanto, contra las Voluntad el principio colectivo que se ha perdido al re-
costumbres en lo que tienen de eticidad natural y sus- negar del mundo de lo ético. Voluntad que quiere Volun-
tancial). Veamos a continuación cómo se produce este tad en reflexividad sólo cumplida como voluntad de to-
pasaje de antigüedad a modernidad, de eticidad a mora- dos' como voluntad popular, general. No ama ese sujeto
lidad: cómo el espíritu llega a extrañarse de su propio nad~ que le limite sustancialmente, es un suj~to ~esc~s
contenido, produciendo una fisura entre su ipseidad tado sin apego a tradición, costumbre o patna•. sm CIU-
(Selbst) y su contenido sustancial. dad, sin parentesco. Si es verdad que el amor tiene~~
base natural, si ya en la esfera ética, en tanto es espin·
tual, pierde el amor su prerrogativa metafísica, si en .la
misma esfera familiar, en tanto es masa de la sustancta,
4. pierde el amor su carácter determinante (esa esfe~ es
espiritual, algo superior, por tanto, a naturaleza y vida),
entonces puede decirse que en la esfera cultural en que
La tragedia en su versión moderna tiene su raíz, por el sujeto hace la experiencia del máximo extrañamiento
tanto, en la escisión entre sujeto y sustancia. El ego de todo lo natural y sustancial se ha superado cuanto
siente el mundo que le envuelve y circunda, del cual emer- vestigio quedaba de sentimentalidad y afección. eróti~a,
ge, en el cual arraiga, al cual se ve abocado, como algo amorosa. Ni siquiera la dualidad sexual que esttgmattza
extraño, un poder extraíio. Toma distancia crítica respec- en lo ético la espiritualidad, mediati7.ando de forma na-
to a su propio mundo y se siente a si mismo expatriado, tural-vital la acción trágica, posee, en el mundo del ex-
desterrado. Perdida la patria trascendental en la que vive, trañamiento cultural moderno, ninguna prerrogativa. Crí-
sólo puede recuperar una patria trascendente, fuera del tica y lucidez significan negación de lo sustancial y lo
mundo, en el nimbo de la ensoñación, de la utopía, o en vital· negación de los vestigios de familia que mantenían,
proyección anticipada del futuro. El mesianismo cristia- cvoc~dos Jos momentos amorosos todavía preponderan-
no nutre esta conciencia desgarrada que ahora reapare- tes en l~s dialécticas de la autoconsciencia. El sujeto
ce en el seno mismo del espíritu, a modo ele espíritu moderno se construye por negación de toda base sustan-
autoextrañado de sí. El yo se siente sólo en este mundo cial vital: emerge de la negación de la esfera familiar, qu~
y termina por disolver la representación de una presen- ya no actúa como esfera activa sino tan sólo como fi-
cia divina que es proyección de su propio desamparo, gura recordada. La dialéctica familia-ciudad deja p.aso .a
empuñándose a sí mismo como Yo puro y desustanciali- la dialéctica sociedad civil-estado. Y la autoconsctencia
zado que tiende a recuperar, de las entrañas de sí mismo, desgarra cada polo de esta dialéctica desde el opuesto,
del fondo de su propia mismidad, un mundo sustancial el poder del estado desde el poder de la riqueza, final-
perdido como naturaleza espontánea, sólo recuperable a mente el poder burgués desde el poder del gobierno re-
partir de presupuestos racionales. Ese yo no quiere ya volucionario popular que suprime )a desigualdad de. las
nada que sea masa sustancial, sólo se quiere a sí, su riquezas. Lo que surge de todo este proceso. es un sujeto
Voluntad al fin reconocida y purificada. Y busca en esa no determinado por marcas naturales o ético-naturales,
152 153
donde lo famiUar ya no es determinante, donde las dia- sacrificado. Le falta el momento del sacrificio, en el que
lécticas de la ley oscura y de la ley clara han perdido su la esencia pierde su carácter inmaculado, inocente, im-
preponderancia. De plantearse la cuestión amorosa sería poluto, su unidad simple, y se diversifica en una multi-
en sentido cristiano, en el sentido de la afección espiri- plicidad innumerable de átomos sociales (individuos). En
t~al entre sujetos puramente espirituales que han hun- una primera aproximación esos átomos aparecerán como
dido en la nada todo contenido sustancial y sólo subsis- figuras abstractas sin vida, puntos estáticos sin contenido
ten como subjetividades libres: amor entre soledades. vivo: serán personas abstractas ligadas entre sí por re-
¿Es tal cosa posible? ¿Tiene algún sentido el amor cris- laciones jurídicas. Puros propietarios que no han llegado
tiano, el dgape? ¿O es necesidad del cristianismo intro- a actualizar, mediante acción real, sus propiedades. Se-
d~cir ';~na medi~ción amorosa trascendente como lugar rán ciudadanos romanos. El momento del verdadero sa-
dialécttco de un1ón y restauración de subjetividades que crificio, que teológicamente corresponde al reino del Hijo,
ha~ perdido todo contenido sustancial? ¿Es, pues, com- del Dios que se hace hombre y muere crucificado (o del
patible el amor con la libertad, el abismo de la subjetivi- Dionisos Bacheios cuyo cuerpo es despedazado por las
dad, la soledad trascendental y una comunidad fundada ménades), se encarna en el libro abierto de la historia
en el amor? ¿O es, por el contrario, la razón lo que sus- en forma de sociedad civil o de «poder de la riqueza».
tituye como vínculo al amor, una razón que ha perdido La riqueza es lo liquido: expresa la «liquidez» de las
toda base o sustento pasional? ¿Puede el espíritu amar? relaciones sociales, frente a la rigidez estática de las re-
Preguntas que inevitable y legítimamente uno puede ha- laciones familiares y políticas. La circulación de la ri-
cerse al recapacitar sobre la época del mundo que con queza, el intercambio, el comercio, la división infinita
todo rigor recapacita y totaliza Hegel bajo el nombre de del trabajo, todo ello compone una analítica objetiva del
Espíritu extrañado de sl. cuerpo social que descompone el tejido de éste en micro-
células encerradas en la particularidad y el egoísmo de su
trabajo y negocio. Es, pues, ese poder de la riqueza, como
en seguida se verá, lo que prepara el gran vuelco revolu-
S. cionario mediante el cual la sustancia ética se vuelve
pura subjetividad. En esta clara y lúcida percepción de
la riqueza como negatividad -y por ende como momento
Grecia, síntesis de familia y ciudad (poder de los an- subjetivo-- se acredita Hegel como pensador de la mo-
cestros, ley oscura y poder del gobierno, ley cJara), ab- dernidad. Supo captar que el poder de la riqueza explica
sorbe en esa síntesis la individualidad o el momento es- el paso de una sociedad marcada por tradiciones y cos-
piritual del para-si. Carece de una esfera determinada tumbres a una sociedad subvertida por ilustración y re-
definida, en donde el para-sí se constituya libre e ind~ volución.
pendiente y configure, en el tejido espiritual, una autén- El «espíritu de la negación », lo mefistofélico objetivo,
tica «masa espiritual». Carece, en efecto, de «sociedad debe verse en este espíritu de la riqueza que descom-
civil». Grecia es esencia espiritual que todavía no se ha pone el tejido comunal hasta trocarlo en la moderna so-
154 155
ciedad: ello explica el paso de la Gemeinschaft a la G~ Cuarta parte
sellschaft. El carácter •satánico• del dinero estriba en esa
naturaleza espiritual-negativa (subjetiva) que lo caracte- El problema de la riqueza
riza. La negatividad de la riqueza halla su culminación
en la negatividad absoluta en que el sujeto enriquecido,
una vez ha disuelto, en razón de su dinero, todo vínculo
sustancial, llega a la más profunda esencia de sí mismo
y se reconoce como puro sujeto, pura autoconsciencia,
puro Sí-mismo, ipseidad que no posee otra propiedad
que aquella que alcanza mediante trabajo o que obtiene
mediante intercambio. Ser sólo propietario de riqueza,
concebir la posesión como riqueza significa robar a toda
cosa poseída su sustancialidad, su carácter de símbolo
heráldico familiar o de distintivo de honor en el orden
del poder del estado. El propietario pasa a ser entonces
puro poseedor de su Sí-mismo. Objetivamente, pues, una
sociedad donde la riqueza, el poder de la riqueza, pre-
valece sobre el poder del estado, es una sociedad en la
que los últimos vínculos ético-sustanciales se han disuel-
to. En lo que sigue será preciso demorarse en la reflexión
hegeliana sobre la revolución francesa, en la que se lleva
a efecto la subversión absoluta de la sustancia y la emer-
gencia, absoluta y total, de la subjetividad, que no es
ya el Sí-mismo coronado como señor del mundo o rey
absoluto, sino el Sf-mismo que se sabe obra común, cosa
de todos, transparente a la autoconsciencia popular, ob.
jeto de la voluntad general.
156
Uno de los aspectos más sugestivos de la filosofía he-
geliana lo constituye la implícita teoría del poder que
puede leerse en la Fenomenología. Aparentemente el po-
der hace referencia a un sujeto de poder reconocido como
poder dominante. A ese sujeto de poder se le llama camo•
o cseñor del mundo»; se le llama crey absoluto•. Ahora
bien, la gran novedad hegeliana, el giro Ctlpernicano que
introduce en las teorias del poder, consiste en señalar la
intrínseca vinculación de la esencia del poder con ese
hecho tan simple que constituye el nombre del sujeto
que encarna el podcr.1 Hegel desprende la naturaleza del
l. Esto se percibe en la dialéctica del reconocimiento entre
amo y esclavo (el esclavo da nombre al señor, le llama señor) y,
sobre todo, en la dialéctica entre la conciencia autoextrañada y
el e poder del Estado•: la conciencia del valido o cortesano con-
cede al poder del Estado nombre propio, le llama «rey•. Hegel
considera, en el análisis de esa dialéctica, al lenguaje como la
«efectividad del extrañamiento o de la cultura». Seria interesante
confrontar esta teorfa hegeliana del poder con la teoria nietzschea-
na (la •voluntad de poder• ). En la Genealogfa de la moral, el no-
ble se da a s{ mismo el nombre de forma espontánea, impUcita,
a través de la evaluación moral, seg(m la cual identifica espontá-
neamente «bueno•, «noble•, cfcliz•. Se da, pues, el nombre de
«poderoso• a sí mismo. Sólo cuando entra en escena la concien-
159
poder de] nombre que a éste se asigna, desplazando la clérigos y tercer estado, me llaman como lo que soy,
cuestión de la cosa a la palabra, o bien mostrando que la dicen de mf ser el Sol que desparrama su luz sobre todas
cosa tiene su secreta esencia en la palabra que la enuncia. las cosas, el principio energético que da vida a la nación,
Esto significa girar la atención del sujeto que encama que derrama riqueza y bienestar, el genuino cuerno de la
el poder al sujeto que lo reconoce y que llama a aquel abundancia que reproducen en lienzos y en decorados
primer sujeto «Señor•, camo» o «rey•. Hegel viene a de- los pintores que reconocen mi naturaleza luminosa. Por
cirnos que lo importante, respecto al poder, es el hecho eso puedo afirmar al fin cel estado soy yo.,. Hegel analiza
de que ese poder sea nombrado, pues al ser nombrado con verdadero rigor el proceso de esta reflexión del me-
es de {acto reconocido. Sin tal reconocimiento, sin tal dium pasivo que constituye el estado (poder del estado)
nombre, no hay poder. Por tanto, el sujeto del poder se hasta saberse a sí mismo sujeto, hasta hacer pender el
desdobla en un objeto pasivo al cual se nombra e inter- «predicado» (eres el rey de todos los franceses) de un
pela, sobre el cual recae la designación y en un sujeto sujeto (soy el rey Sol). Esa reflexión invierte la premisa
activo (o efectivo) que es quien habla, designa, nombra. que decía ce} estado eres tú» en la consecuencia «YO soy
En cierto modo este último es el verdadero suJeto del el estado; el estado soy yo». El lenguaje es la potencia
poder, aquel «objeto» sobre el cual debe recaer la aten- fundamental para alcanzar los más sutiles mecanismos
ción de todo estudioso o teórico del poder. Ello significa del poder. En el Lenguaje hace el esclavo la experiencia
promocionar, como sujeto de poder de una teoría del del reconocimiento, logrando, en dialéctica con la poten-
poder, al sujeto lingüístico capaz de llamar a alguien cia Trabajo, su emancipación e independencia, cuando
•señor•, «rey» o «amo». El problema estriba en que el así alcanza a reflejar sobre sí el juicio lingüístico que hace
nombrado sólo puede nombrarse a si mismo, sólo puede recaer sobre un objeto exterior. El lenguaje empieza a
seberse sujeto, desde la exterioridad de quien le nombra: entrar, como potencia espiritual, en la puerta del espíritu
soy señor en ]a medida en que el esclavo me llama se- en vías de consumación. Desde el instante en que el su-
ñor; me puedo considerar a mí mismo señor del mundo jeto extrañado de sí se hace sujeto efectivo nombrando
y dios (como en el caso de Calígula) en tanto quienes al poder del estado en términos de sujeto, llamando a
me rodean, todos mis súbditos, me recuerdan a todas ese poder rey, dándole nombre propio y singular, puede
horas que soy el emperador, el señor de todas las cosas, decirse que el espíritu entra en su propia patria, que no
el verdadero y único dios de esta tierra. Soy rey abso- es la patria ingenua donde la palabra era inmediatamente
luto en tanto poetas y aduladores, cortesanos y nobles, obra, donde era Orden -clara u oscura- que de forma
gnómica o sentenciosa obligaba a la acción, sino palabra
cia sacerdotal queda determinado lo e bueno• por negación: bue. pronunciada por un sujeto que, sin embargo, reserva para
no es, entonces, lo que se opone- a cmalo.., siendo «malo» cuan- si un soliloquio desde donde juzgar a ese Otro de sí-
to hace r.efercncia a la conducta noble espontánea. En este sen. mismo que halaga o adula al rey en el cual, sólo a medias,
tido puede decirse que Hegel piensa el poder desde la conciencia se reconoce.
esclava y sacerdotal, desde la •conciencia vil». En la dialéctica
entre conciencia noble y conciencia vil, es esta última la que tiene Pero algo a cambio da el poder constituido por el
despliegue espiritual, no la primera. lenguaje, el poder subjetivado en un este singular, el po-
160 161
6. - LENGUAJI! 01!1. PI!IUIÓN
der del Rey (Luis XIV). Y eso que se da a cambio es po- patente: yo doy lo más íntimo que tengo, transfiero mi
der, sólo que un poder dado, un poder regalado, una nombre en su nombre, borro mi nombradía en favor de
dádiva de poder.2 Que el sujeto encarnado en nombre pro- su propio renombre; y lo que obtengo a cambio es ri-
pio responda a la apelación mediante donación de ri- queza. Riqueza, o sea haberes, propiedades, cosas, obje-
queza mueve al sujeto así obsequiado a agradecimiento; tos en los cuales siento mi más íntima identidad e ipsei-
pero mueve también a restricción mental, a crítica ya dad. Eso que tengo o que obtengo es un bien parcial,
revuelta. He aquí la dualidad, propia del sujeto de cul- finito; pero en él hago la experiencia de lo que soy y de
tura (del espíritu extrañado de sí), instalada en el suje- quien soy. En esos bienes finitos me sé independiente
to que da nombre propio al poder desde fuera de éste. y libre. Y bien, trabajo esos bienes, los elaboro, los in-
El sujeto que nombra al sujeto del poder recibe a cam- dustrializo, los intercambio. Tengo poder incluso para
bio poder en forma de riqueza. El intercambio se estipula dar trabajo a otros o para ganar, en e] intercambio de
objetivamente así: yo le doy nombre a :eJ, le doy renom- lo que excede mis propias necesidades, riqueza en forma
bre y fama, canto su gloria o pinto sus hazañas, le re- de beneficio; y en consecuencia más poder. Pero poder
cuerdo, como cortesano que soy, noble o pintor de cá- de la riqueza. Un poder en el que no puedo ignorar su
mara, que :E.l es e] rey de todos los fran ceses, de todos procedencia otorgada por quien me lo entrega en dádiva
los ingleses o de todos los españoles: rey absoluto de y que liga mi propia mismidad con la finitud dispersa
un pueblo o nación que en :e1 se constituye como espíri- de las cosas. Termino sintiéndome, en consecuencia, cosa
tu objetivo independiente. Independencia que pende de entre las cosas; como veremos: cosa sin esencia, cosa
un solo Nombre, el que yo le doy. A cambio obtengo vaciada de esencia. Pero antes será preciso internarse en
dádiva en forma de riqueza. Constituyo, pues, mediante la profunda reflexión hegeliana sobre la «riqueza de las
mi lenguaje el «poder del estado», la masa espiritual en naciones», sobre la economía política, sobre la «Sociedad
la que la obra de todos se hace unidad, aglutinada en tor- civil».
no a un Uno o Monarca; que sin embargo no es más
que un Nombre; o si se quiere decir así, una cifra: el
catorceavo rey llamado Luis. El poder depende de un
nombre. Y ese nombre me da a cambio riqueza. El in-
tercambio es, pues, del orden de nombre por riqueza.
Yo doy graciosamente al rey un nombre, alienando mi ser
y mi individualidad en el servicio y mi pensamiento ob-
jetivo en el lenguaje de la adulación. El me da dadivo-
samente poder en forma de riqueza. Pero el desnivel es
2. He resumido aquí la dialéctica entre conciencia noble y
conciencia vil respecto a las dos masas en que queda determi-
nada la sustancia espiritual en tanto que sustancia : poder del
estado y poder de la riqueza.
162 l63
1 DE LA RIQUEZA DE LAS NACIONES ca.3 E.sta es pensada por Hegel a partir de una teoría
física y de una teoría teológica! Lo económico (el poder
de la riqueza) es comparable al agua (repárese en la ex-
presión «liquidez• tan propia de la economía). EJ agua
es, para Hegel, cla esencia que siempre es ofrendada y
sacrificada», frente al aire que es cla esencia permanente,
puramente universal y transparente». La imagen es la
de un caudaloso rfo que se diversifica en miles de afluen-
tes. O el de una fuente (con cuerno de la abundancia,
Neptuno y náyades) en la que el chorro inicial, arriba
del conjunto monumental, se desparrama por miles de
rincones en aparente espontaneidad.5 La segunda imagen
1.
es teológica. No está explicitada, pero se desvela en mul-
titud de textos, ya en la propia Fenomenología. El aire,
la sustancia es el Bien (esencia igual a sí misma). El agua
es «la esencia espiritual pasiva o el universal en tanto
He aquí la frase clave con que Hegel define Ja esfera que se abandona y permite a los individuos to~ar en
económica de la sociedad: la esencia bondadosa que se ellos la conciencia de su singularidad; es la esenc1a nula,
sacrifica. Es e) momento en e) cual la esencia espiritual
se pone en tanto que esencia, precisamente por razón de
que se sacrifica, por razón de que se muestra como ne- 3. Véase a este respecto la introducción de Hegel al capitulo
gatividad. 1 En el escrito sobre el Derecho natural concibe sobre Der Geist, el espíritu. .
4. Por una parte se sirve Hegel de los cuatro elementos, ~U'e,
Hegel el absoluto como un absoluto de naturaleza trd- agua, tierra, fuego; por otra, de las tres personas de la San~suna
gica.2 Y Jo trágico consiste en su naturaleza sacrificial. El Trinidad. El aire corresponde a l padre (que está en los ctelos);
espíritu absoluto es trágico porque, por naturaleza, es es- el agua al hijo (momento bautismal), el fuego al espíritu (el pa-
píritu absoluto que se sacrifica. Eso significa: pierde su ráclito que se difunde en lenguas de fuego). El momento ígn-:o
(la e fuerza del fuego•) se presenta como retorno de la sustancta
unidad inmaculada sustancial y se divide a sí mismo, al sujeto, como • revolución y terror». . .
diversificándose en una multiplicidad dispersa de unos S. Zuerst ist die einfache Substanz. selbst rn der unmrttelba-
atómicos que son «para sí» en tanto surgen de esa división ren Organisation ihrer daseienden noch unbegeist~ten Momente
sustancial. Eo esa división se constituyen en sujetos. El •u betrachten. -Wie die Natur sich in die allgemernen Elemente
momento del sacrificio viene especificado o inscripto en ~uslegt, worunter die Luft das bleibende rein allgem~ine durch-
sichtige Wesen ist, -das Wasser aber das We~en, ~as 1mmer. auf-
el cuerpo vivo de una colectividad como esfera económi- geopfert wird -, das Feuer ihre beseelende .Emhett, .w~lc~e thren
Gegensatz. ebenso immer auflost als ihre Eü;fachhet! tn thn ent-
l. Das sich aufopfernde giitige Wesen (edición alemana, pági- z.weit -die Erde endlich der fest.e Knoten d1eser Gl1ederung und
na 348). das Subjekt dieser Wesen wie ihres Proz.esses, ihr Ausgehen und
2. El derecho natural, obra citada, capítulo 3. ihre Rückkeltr ist ... etc. (edición alemana, pág. 279).
164 165
el mah.6 Como veremos, «esencia nula» significa vaciado esto o lo otro llegándose a la más espectacular subdi-
de sustancia, pérdida de esencia. Es el mismo vacío que , d .•
visión de trabajos productivos y de formas e comerciO.
siente Mefistófeles en su interior y lo convierte en espíritu El momento del ser para otro viene dado por la na-
de negación, de contradicción. Es lo diabólico. Pero des- turaleza del trabajo dividido, según la cual trabajo para
de otro punto de vista es el reino del hijo, es Jesucris- darle a otro lo que a éste le falta, y recobrar a cambio
to, donde lo divino-sustancial (el padre) se ha autoinmo- lo que a mí me falta. El momento del retorno se produce
lado en tanto que divinidad independiente y trascendente, en la satisfacción de mi necesidad. Ser para otro es, pues,
se ha encarnado, se ha hecho finitud, se ha hecho cosa cualquier objeto que sea producto de un trabajo ~ue
y finalmente ha sido sacrificado, crucificado y muerto. sea trabajo para otro. En ese ser para otro del objeto
«Esta absoluta disolución de la esencia es a su vez per- fluidifica éste su carácter rígido de cosa en sí, se de-
manente (sigue Hegel); mientras que la primera esencia termina no tanto por lo que es (madera, papel, alfiler)
es fundación, punto de partida y resultado de los indi- cuanto por lo que sirve a otro, por su naturaleza útil.
viduos que son puramente universales en ella, la segunda, Como veremos, esta determinación es decisiva para en-
por el contrario, es, por una parte, el ser para otro, sa- tender esa desustanciación total que produce una socie-
crificándose; por otra parte, el incesante retorno a sí dad donde lo económico absorbe todas las demds esferas
mismo en tanto que singular, su devenir para si cons- espiritual-sociales (familia, poder del estado).9
tante.» 7 La doctrina hegeliana de la esencia nos daría, en la
El momento de la diversificación o división tiene un Lógica, las adecuadas categorías para pensar la economía
nombre de pila, a saber, división del trabajo, división de política. La esencia es, por naturaleza, esencia que se
la nación en clases. Unos cultivan la tierra, otros indus- sacrifica, es el reino del Hijo. Marx, implícitamente, pen-
trializan los productos de la tierra y otros comercian los só El Capital desde la doctrina de la esencia hegeliana. 10
productos de agricultores e industriales. Y unos producen Economía o reino del Hijo. En efecto: el Padre es
aquél del que sólo sabemos su Nombre. Nos referimos a
6. In jmcr Form dcr Einfachlleit ist das erste, als das sich él nombrándolo, reconociéndolo como Jo que es, a saber:
selbst gleiche, tmmittelbare und umvandelbare Wescn aller Be.
wu.sstsein das Gute, -die tmabhiingige geistige Macl1t des Ansich,
bei der die Bewegwzg der fürsichseienden Bewusstseins nur bei- 8. Sobre la estratificación social según la concebía el joven
herspielt. Das Andere dagcge11 ist das passive geistige Wcse~t. oder Hegel durante el período pre-fcnomenológJco de Jena, véase su
das Allgemeine, insofem es sicl1 preisgibt rmd die Individuen de~ obra Sistema de la eticidad. System der Sittlicllkeit (hay traduc.
Bewusstsein ilrrer Em::elhcit siclt an ihm neltmen liisst; es ist das ción al francés en Payot, París, 1976). .
nichtigc Wesen, das Schlcchte (edición alemana. págs. 279-280). 9. En este capitulo y en el siguiente enlazaremos las ~Jaléc
7. Diese absolute Au{~elostwerden des Wesens ist selbst blei- ticas del poder de la riqueza que desembocan en el len~aJe. del
bmd; wie das erste Wcsen, Gnmdlage, Ausgangspwtkt 1md Resul- de~garramiento y de la vanidad de la cultura, c::on ~as d1aléct~cas
tar der lndivicluet~ tmd dirse rein allgcmeitt darin sind, so ist das de la ilustración que desembocan en la determtnac1ón del objeto
zweite dagegen eilzerseits das sich aufopfemde Scin für anderes, como ser-para-otro, como útil. De este modo ircmo.s preparando
anderer~eits eben clarwn dcren bestiindigc Rückkelzr zu sic/1 selbst la determinación histórico·conceptual de la revolución.
als das Einzclne rmd illr bleibe11des Fürsichwerden (edición ale lO. Obviamente no podremos tratar esta apasionante conexión
mana. pág. 280). en este trabajo.
166 167
el que da. De ahí que le pidamos el pan nuestro de cada po social.12 Y lo que puede verse a través de esa ciencia
día En general sólo sabemos de El en tanto lo reconoce- (toda ciencia es un lugar desde donde ver el universo,
mo~ mediante e]. nombre que le damos y en tanto le una perspectiva monadológica) es un cuerpo social di-
pedtmos. La oración es, por eso, apelación (Padre Nues- vidido en infinitésimas células que contribuyen al bienes-
tro) Y demand~ ~an nuestro de cada día). Y el padre tar general creyendo satisfacer su propio egoísmo}l El
ofrece, como dad1va, su propio hijo (que es hostia, ofren- egoísmo es el motor, la pasión privada que lleva al tra-
da, p~n ben~e.cido ), _como aquel que es dado para dar, bajador, al comerciante, al negociante a buscar un be-
de qu1en recibrmos. ?lenes en forma de dádivas o gracias. neficio. Pero mediante una astucia de la razón (término
Pero de hecho el hiJO es ya el que recibe, el que obtiene hegeliano que conceptúa la célebre mano invisible de
el padre lo que él es, eJ que se siente amparado y even- Adam Smith) ese egoísmo, esa pasión privada, redunda
tualmente desamparado por el padre. El mundo del hijo en lo universal y produce un beneficio público.14 Sucede
es el mundo de la economía.U El capital es fuente de vida: en el hombre privado Jo que en una escala histórica su-
como un caudaloso río se diversifica en miles de afluen- cede con los grandes hombres, que al decir de Hegel son
tes, da~do riq~eza y poder al propietario, trabajo a quien seres movidos por su pasión egoísta, ya que «nada gran-
n? lo t_1e~e, bienes de todo orden al conjunto de la na- de en el mundo se ha producido sin pasión•, pero que
CIÓ~, Vl~tlendo, dando alimentos, proporcionando lujos. han logrado intuir en su proyecto de ambición, de honor
satisfaciendo goces y necesidades. Para ello es necesario o de riqueza un fin objetivamente universal, que, sin
que eJ cucrp_o soc~al p~e~da su compacidad sustancial y
se vuelva fluJdo, d1Vers1f1cado, atomizado en mónadas in-
finitas o sustanc_ias laborales que intercambian sus pro-
12. Analítica trascendental en sentido kantiano; pero obje-
ductos .. La doctn_na de Adam Smith sobre la riqueza de tiva, por cuanto en Hegel Jos niveles críticos son repensados des-
las naciOnes sostiene la concepción hegeliana de la eco- de la cosa en sí. Analítica. por cuanto exhibe el cuerpo categorial.
nomía a modo del basso ostinato sobre el cual éste cons- social dividido y sacrificado (escindido en una multiplicidad de
truye uno de los más atractivos aspectos de su doctrina. individuos). El momento económico corresponde al Verstand, ese
poder divino de dividir y analizar. Sucede al momento sustancial
pre-cconómico de la comunidad primitiva (Grecia) y sólo alcanza
la síntesis en el orden postrevolucionario. El segundo momento
es •dialéctico• en el sentido en que la dialéctica prepara el mo.
2. mento especulativo. De ahí que algunos hegeliano-marxistas (así
Adorno, por ejemplo) intenten mantenerse en el momento de la
negatividad, evitando el cierre conclusivo de un orden post~ev<?lu.
cionario (que para ellos sólo es pensable como orden totahtano).
~a economía política es anatomía y fisiología de la 13. Sobre las relaciones de Hegel con Adam Smith, véase El
soctedad, es la analítica trascendental objetiva del cuer- jove~t Hegel de Lukács, obra citada, especialmente el capítulo so-
bre ocel trabajo y el problema de la teleología•.
11. ~~. reino del padre correspondería al Ancien Régime, el rei- 14. El concepto de astucia de la razón (List der Vernunft)
no del ~IJO ~1 orden burgués, el reino del espíritu al orden posl- aparece en la introducción, ya citada, a las Lecciones de la filoso-
revoluctonano. /fa de la historia de Hegel.
168 169
embargo, les era opaco a su consciencia.u Adam Smith nía• convirtiéndola en astucia de la razón. 11 Hasta qué
piensa la sociedad civil desde estos presupuestos: punto es cierta la idea de Marx de que Hegel, pese a su
«Del mismo modo que cada individuo trata, hasta don- idealismo, se halla a la altura de los tiempos modernos,
de está en su mano, de emplear su capital en el sosteni- es decir de una sociedad donde lo económico se ha vuel-
miento de la actividad o industria del propio pais, enca- to deter~nante de todas las demás esferas sociales, pue-
minando esa actividad hacia productos que puedan tener de comprenderse respecto al rendimiento que Hegel hizo
el mayor valor, también todos los individuos en con- de las lecciones aprendidas de Adam Smith en la ela-
!unto, se esfuerzan necesariamente por conseguir que los boración de las categorías esenciales mediante las cuales
m~os anuales de Ja sociedad sean los mayores posibles. pensó el espíritu.l1 J:.ste, como hemos dicho, se constitu-
Es Cierto que, por lo general, nadie se propone fomentar ye en sociedad civil cuando pierde la ~~dad ~~ple sus-
el interés público, ni sabe hasta qué punto Jo está fomen- tancial y se vuelve esencia que se sacrifica, dwrsl6n. Esa
t~ndo. Al preferir dar apoyo a la industria del pais más división es, ante y sobre todo, división del trabajo. Adam
bten que a la extranjera, se propone únicamente buscar Smith comienza su célebre libro sobre la riqueza de las
su propia seguridad; y encaminando esa actividad de ma- naciones diciendo:
nera que sus productos sean del mayor valor, busca úni- cEl mayor adelanto realizado en la capacidad produc-
camente su propia ganancia, y en éste, como en otros tiva del trabajo, y la parte mayor de la habilidad, des-
muchos casos, una mano invisible lo lleva a fomentar treza y discernimiento con que es dirigido y ~plicado e?
una finalidad que no entraba en sus propósitos. Ni si- todas partes, parecen haber sido consecuencia de la dJ-
quiera saldría perdiendo siempre la sociedad porque no visión del trabajo.» 19
entrase en esos propósitos. Buscando su ,propio interés, Y lleva esta idea a ilustración mediante un golpe de
fomenta frecuentemente el de la sociedad con mayor efi- efecto magnífico, que electiza y determina la lectura de
cacia que cuando se lo propone realmente. Yo nunca he todo el libro. En vez de llevar al lector a una fábrica de
visto que quienes pretendían promover con sus activida- tejidos o a la explotación de una mina, nos conduce a
des el bien público hayan hecho muchas cosas buenas. donde menos se puede esperar, allí donde, de forma más
Esa pretensión no es, desde luego, muy corriente entre expresiva, puede demostrarse su tesis acerca de la infi-
los comerciantes y no son necesarias muchas palabras nita división que sufre el trabajo en la sociedad pre-
para disuadirles de tal cosa cuando la intentan.• 16 sente.
Un texto, como se ve, soberbio por su ironía y por su Nos traslada a una fábrica de alfileres.20
sagacidad. Hegel, muy a la alemana, ontologiza esa «iro-
17. Del mismo modo puede afirmarse que Nietzs~he ootologi.
15. Introducción a las Lecciones de filosofía de la historia· 1.ó las astucias del prfncipe determinadas por Maqwavelo en su
He_gel está pensando en Napoleón como ejemplo vivo de individu~ concepto de cvoluntad de poder».
umversal. 18. Véase Marx, Manuscritos económico-filosóficos, tercer Ma.
16. Adam SmHb, La riqueza de las naciones traducción del nuscrito.
;~~és de Amando Lázaro Ros, Aguilar, Madrid, ' 1956, págs. 376- 19 Adam Smith, obra citada, pág. 9.
20 Adam Smith, obra citada, págs. 9 y ss.
170 171
A la luz de las impresiones que esta obra debió de- retorno para-sí de todo este proceso. Con ello puede de-
jar en Hegel puede entenderse la pertinencia de muchos cirse que el mundo objetivo ha quedado ple~amente
pasajes dialécticos que no resultan obvios a primera vis- desustancializado y negado. Pero a su vez, el SUJeto pro-
ta pero que formalizan, con verdadero rigor histórico- ductor, extrañado ya de su naturaleza al cultivarse y « tr~
espiritual, este pasaje de la unidad simple (ser) al para-sí bajarse», ha confirmado su formación y su desnatu~ah
(momento «egoísta • que siempre, en Hegel, se anticipa zación al reconocerse a sf mismo como sujeto económtco.
o se concreta en el Uno negativo dividido en una multi- No es ya simple servidor del Padre o Rey, hijo queman-
plicidad dispersa de átomos fí sicos o de «individuos• ). tiene con el orden feudal-patriarcal, en calidad de señor
La Fenomenología, lo mismo que la Lógica, se escJarecen feudal o cortesano, un vínculo uterino. Es hijo que ha
desde la economía: Hegel hizo en cierto modo una eco- sacrificado al Padre, manteniendo tan sólo el nombre de
nomía pensada en términos teológicos (modelo trinitario) éste mediante la efectividad lingüística. Pero que se ha
Y una teología pensada en términos económicos (en grie- em~ncipado del poder del estado hasta constituir un
go, «hijo» e «interés» están significados con el mismo auténtico tercer estado en la esfera económica, en la que
término). el poder viene dado por el dinero. Y el dinero, ~omo sabe
El modelo que ofrece la sociedad civil es el de una todo ilustrado, cno tiene olor». Poder económico es, en-
plurali~ad dispersa de átomos económicos (agricultores, tonces, poder sin sustancia, poder que ha perdido. to~o
mdustnales y obreros, comerciantes) sumidos en el «para carácter sustancial, como podía ser la sangre, el hnaJe,
si» de su pasión privada egoísta, que trabajan sin sa- el orden consuetudinario. Pero no es siquiera el poder
berlo por Jo universal, en una actividad dispersa que in- que cobra a cambio la consciencia noble de su servicio;
conscientemente, en virtud de mano invisible o astucia no es ese reconocimiento de retorno que obtiene en tér-
de la razón, redunda en el bienestar general. minos de «honor». Poder económico es poder que ha di-
Ahora bien, esa negatividad que encarna Jo económi- suelto todo lo sustancial y que se ha obtenido a través
co, ese momento de la división y del «mal», hace que el de esa negación absoluta en la que nada es sino lo que
cuerpo social se desgarre en miles de miembros escindi- resulta del hacer: todo lo que se tiene, el poder, es efec-
dos, que sólo se reconcilian mediante el intercambio a to de una actividad subjetiva desustancializadora. Pero
través de la actividad «para otro». De hecho, en )a p~o ese hacer no es cualquier hacer sino aquel que alcanza a
ducción e) en sí social se diversifica en múltiples traba- hacer que la cosa sea deseada por otro, sea apetecible
jos, en el intercambio el en sí de cada producto elaborado para otro, de modo que tiene más poder quien más sabe
se vuelve para otro. La cosa pierde, así, su sustancialidad; adivinar la demanda de ese otro para el cual se hace lo
el trabajo la ha hecho pasar del orden natural al cultu- que se hace: quien mejor entiende el mercado. Ni aristo-
ral, de lo crudo a lo cocido, )a ha enajenado de su na- cracia de la tierra o del linaje ni del servicio o del ho-
turaleza originaria; el intercambio ha dado a cuanto que- nor, ni siquiera meritocracia de talentos o capacidades,
daba de en sí en la cosa su golpe de gracia, al convertirla sino burguesía: poder de aquel que sabe responder a la
en útiJ: algo que es en sí en tanto es para-otro; el consumo demanda del otro mediante provisión de la cosa que es
ha revertido sobre el sujeto productor o comerciante el en-sí-para-ot ro: creador, pues, de objetos útiles. La filo-
172 17}
sofí~ que a es~ talante espiritual corresponde es la Ilus- 11 DE LA ABYECCION
t~actón: una ftlo~ofía que determina la cosa por su uti-
lidad, como en-si-para-otro. Mediante esa determinación
todo el mund? objetivo queda subvertido y subjetivado.
Pero por lo mtsmo queda también el sujeto convertido en
suprema abye~ción : puro «objeto útil», tanto el monarca
c?mo todo qwsque. La utilidad define entonces las rela-
ciones de los suje~os ~ los objetos, las relaciones sociales
se. produce~ _en termmos de relaciones entre cosas, feti-
chtsm~ ant1c1p::tdo plenamente por Hegel en su análisis
de la Jlustrac10n.
1.
174 175
obteniendo de esa satisfacción un beneficio para sí. Sabe medida en que sabe astutamente satisfacerle, se convierte
entonces su astucia. No engaña propiamente al otro. Sen- en señor; cuanto más complace al otro, cuanto más es-
cillamente, le da Jo que le pide. Pero eso que le da im- clavo es del otro, cuanto más mediado o mediatizado está
plica una devolución, un beneficio. Y ese beneficio propio por ese Otro que resume todos los otros (el mercado),
es el fin de su actividad, e] fin que pretende mediante su en mejores o más óptimas condiciones se halla para al-
donación. El otro sabe esa intención y participa de idén- canzar poder. En este punto puede verse en todo su rigor
tica astucia. Hegel dice, «la riqueza reparte la abyección la sabiduría hegeliana respecto a la sociedad moderna,
con su cliente».3 ¿En qué estriba, pues, esa abyección? su idea de que el poder está en manos del esclavo y no
Lo ~ue tiene el propietario, lo que sabe que es suyo, del señor. Y no tanto en razón del sacrificio del goce en
su hac1enda, sus bienes, sus tesoros, son recibidos. Han el trabajo, que sólo conduce a preparar, mediante la in-
sido obtenidos por herencia o dádiva. Herencia de padres dependencia (tematización del para sí) el presupuesto del
o antepasados; dádiva del señor, del noble. En última poder sino mediante esta satisfacción de la demanda aje-
instancia proceden del Padre, del Señor, del Rey. El actual na qu~ hace del sujeto un productor de objetos para otros
propietario es siempre hijo: súbdito del padre de la pa- y que hace al sujeto saberse a su v~z. ser-par~-otro. La
tria, señor de ]a nación, propietario de toda la sustancia abyección reside en esta naturaleza utrl del sujeto Y del
nacional; hijo de un padre que le da lo que ahora tiene objeto, en saberse útil. Abyección que engendra, como
como legado, herencia. Pero al sentirlos suyos los funde dice Hegel, «la más profunda rebeldfa». El sujeto sólo
con su proyecto personal, los hace objetos de su «volun- podrá librarse de esa cosificaci?n. ~niversal negá~d~la,
tad propia» y los «trabaja». Inicia así el proceso de tra- es decir, interiorizando en la sub]etlv1dad lo que objetiva
bajo y de intercambio, del que resulta el beneficio. Ahora en el trabajo, el intercambio y la satisfacción de la d~
bien, lo que obtiene no es Nombre (que sólo lo tiene el manda: pasando de la condición de burgués propietano
Padre o Rey), ni tampoco reconocimiento (honor). Ob- a la de partisano revolucionario.
tiene poder, pero un poder especial, de una naturaleza De hecho, el orden económico implantado, conver-
muy peculiar. Sabe que puede en la medida en que lo tido en esfera económica de lo social, subvierte todos los
que tiene es convertido en objeto de la propia actividad valores, todo «lo que se llama ley, bien, derecho»: todo
y voluntad; y en la medida en que sabe hacer del objeto «es desintegrado y se va al abismo».4 El dinero tiene el
de su voluntad algo que puede ser «querido» por otro. poder (en tanto signo del poder de la riqueza, en tanto
Y ese otro es aquí el cliente; o en términos abstractos, expresión de ese poder) de disolver todas las cosas, mu-
el mercado. Es, pues, esclavo del deseo del otro; en la tar todas las condiciones, realizar una sofistiquería ac-
tiva, real, objetiva y práctica que alcanza lo que la mera
3. ~er Reic~t!'lm teilt als mit dem Klienten die Verworfenheit
(abyecctón) {edictón alemana, pág. 292). La conciencia de esta ab-
yección compartida da lugar a que el espíritu de rebeldía (Empij- 4. Indem das reine /eh selbst sich ausser sich und r.errissef'!
rung) que caracteriza al sujeto del poder de )a riqueza se con. anschaut, ist in dieser Zerrissenheit r.ugleich alles, was Ko_ntr-
vierta en arrogancia (Uebermut): an die Stelte der Empijrung tritt nuiti:it und Allgemeinheit hat, was Gesetr., gut und recht 1tersst,
der Uebermut. auseinander und zu Grunde gegangen; (edición alemana, pág. 291).
176 177
palabra escéptica o sofística no logra alcanzar. A la hege- Shakespeare había intuido ese carácter poderoso del ca-
mo~1ía del dinero se corresponde un lenguaje universal ballero Don Dinero:
sofístico, en donde todos los valores quedan ya teorética- c¡Oro! ¡Oro maravilloso, precioso! ¡No, oh Dioses, no
mente subvertidos, donde bien y mal, ley y delito, de- soy hombre inconsecuente que haga plegarias inconse-
recho y desafuero, todo queda invertido y revertido.' De cuentes! ... Un poco de él puede volver lo blanco, negro;
hecho, el dinero consiste en la abstracción absoluta de lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo
todas las marcas y poderes subsistentes con carácter sus- viejo, joven; Jo cobarde, valiente ... » 6
tancial, tales como linaje, sangre, riqueza, •olor». El di- Eso mismo reconoce Diderot en El sobrino de Rameau,
nero no tiene olor. En él el orden sustancial cualitativo obra que sirve a Hegel para ilustrar ese lenguaje del des-
queda abstraído e impera sólo el quanto. De hecho ya garramiento en el cual, por efecto del poder de la riqueza
(reflectido en el sujeto de cultura universal), todo queda
transmutado y subvertido.
S. Ese lenguaje es el lenguaje del desgarramiento. A partir «Este amarillo esclavo -sigue Shakespeare- va a atar
de este momento Hegel sigue los pasos (y cita textualmnnte) ese y desatar lazos sagrados, bendecir a los malditos, dar pla-
texto apasionante de Diderot que es Le neveu de Rameau (Gar-
nier-Fiammarion, París, 1967). El sobrino de Rameau subvierte za a los ladrones y hacerlos sentarse entre los senadores,
todos los valores, lo que parece bueno es mostrado en su dis- con títulos, genufle~iones y alabanzas; él es el que hace
curso como malo y viceversa; pero acto seguido invierte de nue- que se vuelva a casar la viuda marchita y el que perfuma
vo ese juicio. Semeja por todo ello a un músico que va pasando y embalsama como un día de abril a aquellas que revol-
a través de diferentes melodías. En un momento del diálogo, en verían el estómago al hospital y a las mismas úlceras.•
efecto, interpreta en el piano piezas distintas, dando a cada una
el tono, el gesto y el •sentimiento• que le corresponde. Seria in- Las mismas consideraciones hace el sobrino de Ra-
teresante estudiar el espíritu de la música mo:zartiana en esta co- meau sobre quienes detentan el poder en la sociedad fran-
nexión histórico-espiritual trazada por Diderot-Hegel. Léanse a cesa en la que vive y a los cuales cínicamente dice envi-
este respecto las cartas de Mo:zart. En Mozart, como en el len- diar, confesando lo que nadie se atreve a confesar, dando
guaje del desgarramiento, alcanzamos una sensibilidad ecuménico.
cosmopolita, donde se pueden simultanear todas las lenguas, pa- palabra a la abyección que le constituye en c;ujcto que
sar del italiano al francés, del francés al alemán, del mismo modo envidia y desea esa misma abyección que reconoce en los
como en lenguaje musical puede pasarse de la ópera seria a la otros. En él queda subvertido todo el orden moral: sabe
ópera bufa, de un instrumento a otro instrumento, de un género que lo que desea es abyecto, pero no por eso deja de
a otro género. Obras como Cosí fan tutte, el Figaro y Don Gio-
vanni corresponden a esta espiritualidad característica del cien- envidiarlo. Sabe su abyección. Y a diferencia del hipó-
guaje del desgarramiento•, en el que todos los valores son sub. crita, llega a confesarla, a hacerla palabra. Palabra, len-
vertidos. Queda, eso sí, como único valor -allll1ntico valor na- guaje que Hegel llama «lenguaje del desgarramiento».
cido de la transvaluación de todos los valores- el valor estético Lenguaje que corresponde al cinismo objetivo del «poder
de esa música sublime. Queda también cierta nostalgia de una
esencia abandonada, cierto rousseaunianismo de trasfondo que
puede emerger de pronto y alzarse en forma de noble consenti-
miento. Pero en Mozart todo queda anegado en una sublime sen- 6. Shakespeare, Timón de Atenas. Citado por Marx en el pri-
sualidad de contornos claros. mer tomo del Capital.
178 179
de la riqueza,. que vio el joven Marx en sus análisis de y naciones tiene su raíz en la economía. Pero sabe, so-
economía y filosofía.' bre todo, que esa disensión no es de la misma naturaleza
Shakespeare tennina con las siguientes palabras di- que la guerra entre individuos previos a la implantación
rigidas al Oro: «Vamos, fango condenado, puta común de la condición laboral. La guerra debe ser pensada, una
de todo el género humano que siembra la disensión entre vez lo económico se ha hecho preponderante, de otro
la multitud de las naciones.» modo a como es pensada antes de nacer el sujeto laboral.
De Platón a Rousseau, pasando por el joven Hegel, se Una cosa es la lucha a muerte entre «Señores»; otra es
ha visto en el aumento de la riqueza -y por consiguien- la «guerra• que surge de la emancipación del esclavo:
te en el monto de lujos, comodidades y creación de «ne- la guerra entre sujetos libres. Esa guerra tiene otro nom-
cesidades artificiales»- la ra1.ón de la disensión entre bre: revolución. En ella no luchan los sujetos por una
individuos y naciones. Platón intenta remediarlo median- independencia que ya tienen, sino por alcanzar la adecua-
te un estado que controle desde arriba la división del ción entre su subjetividad particular y la subjetividad
trabajo y asigne a priori una distribución en castas he- universal. Pero lo que inmediatamente prepara y predis-
reditarias de trabajos y oficios, una especie de sociedad pone al espíritu para esa revolución es, justamente, sa-
hindú gobernada por monarcas filosóficos, donde la casta berse a sí mismo sujetado al reino y a la hegemonía de
estuviera especificada por la actividad parcial de cada la utilidad, saberse sujeto cde utilidad pública», saberse
uno. Rousseau cree que esa «dec;igualdad de las fortunas• «cosa» en un sentido más profundo que cuando se habla
puede paliarse mediante la implantación de )a única so- de «cosificación»: saberse cosa que vale en tanto satis-
beranía indh;sible que es la «Voluntad general», Ja cual, face la demanda de otro (del mercado). Eso significa que
desde su poder absoluto, distribuirá equitativamente las lo que valgo (el poder que obtengo con la riqueza) está
fortunas. Uno de Jos grandes pasos que dio Hegel para en función de mi capacidad de exponer a mercado libre
llegar a ser el filósofo de la modernidad por excelencia el fruto de mi trabajo. Dicho de otra manera: hago lo
residió en librarse de estos puntos de vista privilegiadores que hago, pero sometido a la demanda de un otro que
de la esfera política sobre la económica, y en consecuen- no es este o aquel sujeto singular concreto, sino cualquier
cia en haber abandonado su visión juvenil crítica respecto otro, con tal de que realmente obtenga el producto que
al paso de la ciudad antigua democrática o republicana al le ofrezco. Lo que entonces yo consigo es dinero a cam-
imperio del hombre privado.• Haber entendido lo que se bio, o para decirlo barrocamente, Oro. Y ese oro es «pros-
gana mediante ese momento negativo acredita a Hegel tituta común» en la medida en que nace de una actividad
como pensador de la modernidad. mía que satisface a cualquier cliente, independientemente
Hegel sabe, también, que la disensión entre individuos de que ese cliente sea o no sea de mi agrado e indepen-
dientemente de que el trabajo que él (en su calidad ge-
7. Marx, Manuscritos económico-filosóficos. neral de Mercado) me pida me plazca o no me plazca.
8. Véase el estudio de Hegel (período de Berna) titulado La
diferencia entre la religión positiva cristiana y la religión llena de Me debo, pues, al Otro y obtengo de él lo que obtengo.
fantasía ele los griegos (eclición de Ripnlda en castellano, págs. Entonces me siento esclavo de ese Otro, sometido a sus
148 V SS.). exigencias y con ánimo de revuelta. Me siento, por una
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parte, reducido a abyección, me siento el más vil de los neral conciliador de todas las cosas. El titulo Amor y
mortales, una prostituta, en tanto no hago lo que quiero propiedad de uno de esos fragmentos parece enunciar,
en elección de mi actividad, de mi sentimiento, de mi en unidad, Jo que se va percibiendo como dilema: amor o
placer, de mi objeto erótico, sino que hago lo que hago propiedad. El abandono de la ruta mental iniciada en
para satisfacer la demanda de un cliente abstracto cuyo Frankfurt, la sustitución de Amor y Vida por Espíritu, la
nombre, color u olor a priori ignoro. Por eso mismo me determinación de éste desde las experiencias de la lucha
siento iracundo, con ánimo de librarme de esa abyec- a muerte, del odio entre los sujetos, la ecuación espíritu
ción: odio al cliente, odio mi actividad, odio a mi mismo, y libertad, la comprensión de que el espíritu «quiere»
me encuentro mal conmigo mismo o, como dice Hegel, libertad porque «Se quiere a sí mismo» y es en su esen·
«en desigualdad conmigo mismo», me siento encarnación cia libertad, la preponderancia de ese espíritu de libertad
del mal, algo que a mí mismo, a mi propio Símismo, pro- en la modernidad, el hecho de que el espíritu así enten-
duce repugnancia.9 Me siento como algo excremental. He· dido constituye el concepto adecuado a los tiempos mo-
gel no llega a decirlo en estos términos, pero casi puede dernos, donde la sustancia ha devenido al fin sujeto:
afirmarse que lo dice. Me revuelvo, pues, a la vez contra todo ello muestra el cambio de rumbo que se vio obli-
mí mismo y contra el otro, quiero destruir cuanto hago, gado Hegel a tomar para poder pensar el mundo espiri·
mi hacer mismo, mi obra, mi identidad. Y en una primera tual o espíritu del mundo de la modernidad.
orgía destructiva, abro mi corazón a través de la boca y El amor aparecia, en los escritos de Jena, confinado a
pronuncio en forma de lenguaje esa orgía de la destruc- la esfera familiar. En los análisis de la familia, en el
ción. A esa orgía ]a llama Hegel «lenguaje del desgarra- capítulo sobre el espíritu sustancial o Grecia, Hegel dice
miento». taxativamente que el vinculo amoroso, en tanto es todavía
natural, no pertenece al orden del espíritu. La familia,
en lo que tiene de masa espiritual, no se realiza o cum-
ple en el amor. Lo universal -característica del espfri.
2 tu- sólo se alcanza por parte del miembro de la familia
en la relación de éste con la familia como totalidad: en
la relación del individuo familiar con otro individuo fa-
Si ahora volvemos sobre nuestros propios pasos des- miliar, pero en tanto el otro es únicamente pensado como
de la altura de los tiempos que Hegel determina en su familiar, como partícula de la especie, género o estirpe
análisis sobre el espíritu extrañado de si, podemos dar- universal que es la familia en tanto que totalidad. De
nos cuenta y calibrar la honda transformación que se ha ahí que se abstrae de ese individuo cuanto rebase su na-
producido desde aquellos fragmentos juveniles en que turaleza familiar, el que sea buen ciudadano o el que se
Hegel determinaba como Vida y Amor el principio ge- gane o no se gane bien la vida. Sólo lo considera como
miembro de la familia. Pero esa relación sólo alcanza
9. Es característica de la «conciencia Vil» hallarse ceo des. plena espiritualidad en el instante en que muere, siendo
igualdad consigo misma»; de ahí nace su «espíritu de rebeldíb. a este respecto indiferente que muera en el lecho por
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enfermedad, en el combate como héroe o como cobarde. ción, que lo que lleva a que los sujetos se «reconozcan•
El sujeto familiar realiza su espiritualidad familiar en es, primero de todo, una lucha a muerte, el principio del
tanto le rinde pompas fúnebres, sea quien sea el miembro odio recíproco y de la consiguiente violencia recíproca:
familiar, sea cual sea el poso de la actividad realizada. veo en el otro objetivada mi propia muerte, veo en el
Es la mujer quien de algún modo alcanza esa espiritua- otro el espejo de mi mismo en tanto que ausente, en tan-
lidad en el horizonte de la masa espiritual familiar} 0 to que sujeto negado.
Podría, sin embargo, pensarse que el concepto de Amor En el punto en que ahora estamos vemos profundi-
y Vida usado en Frankfurt se acopla con restricciones zarse mucho más la herida abierta en la lucha a muerte
al orden de experiencia pensado por Hegel en su concep- por el reconocimiento. Ahora no es la presencia del otro
ción del espíritu hundido en lo sustancial, en tanto ese Jo que suscita odio. Ahora soy yo mismo quien alcanzo
amor era concebido como principio conciliador que une a sentir respecto a mi mismo sentimiento de odio, estoy
y ata a los amantes, en términos acaso emparentados con en desigualdad conmigo mismo, me reconozco a mi mis-
el Eros platónico, que es vínculo de unión, lazo unitivo, mo abyecto y «Conciencia vil», me sé sujeto en relación
de todos los seres vivientes. En una sociedad armónica de odio consigo mismo. En tanto me aprehendo a mf
como la griega donde el vínculo entre ancestros y vivien- mismo como ser para otro, como tWl, en tanto aprehen-
tes, entre padres e hijos, hermanos y hermanas, esposos do a cuanto me rodea, personas o cosas, como mundo
y esposas, entre familia y ciudad, entre poder de gobierno objetivo instrumental, esplendor del scr-en-sí-que-es-p_ara-
y manes y penates es armónico, en una sociedad asf po- otro, no puedo sino odiar todo cuanto me rodea al tiem-
dría pensarse que el amor posee ese rasgo de principio po que me odio a mí mismo: yo soy objeto adecuado de l.a
vita l unitivo y animador con que el amor era pensado abvección que reconozco en los demás. Todos son mts
en Frankfurt. Con restricciones, digo, por cuanto Hegel clientes. vo soy cliente para los demás, el mundo es pura
abandonaba al pensar en Frankfurt sobre el amor sus prostituci An generalizada donde se han perdido todos los
concepciones utópicas juveniles de una Grecia rediviva, vínculos sustanciales y sólo triunfa o tiene poder el que
eso que hemos llamado «el sueño juvenil» de su genera- alcanza a prostituirse más racionalmente. El que tiene
ción. Pero es una evidencia que en el instante en que el ese poder sabe inconscientemente la vileza que está en la
espíritu se abre a la experiencia de la negatividad, se raíz de su poder. En consecuencia compra cuanto puede
hace extraño de sí mismo, la problemática vital-amorosa satisfacerle. A la luz de estos análisis hegelianos puede
queda abandonada. Y el sentido de ese abandono es la entenderse retrospectivamente por qué el deseo fue pen-
honda comprensión hetreliana de que en la sociedad mo- sado por Hegel como pulsión destructiva y tanática: en
derna, anticipada por Roma y el cristianismo, no hay lu- razón de que, en una sociedad donde sólo veo en los
gar a vínculos amorosos. Y que esos vínculos son sólo otros eventuales clientes, donde sólo el que puede com-
espirituales. Eso quiere decir, en una primera aproxima- prar es poderoso, el goce consiste en actuali~~r e~e poder,
esa capacidad de compra, en la cual actualización com-
10. Véase Die sittliclre Welt, do.s menscltliche und gottliche Ge- pruebo que el otro es el reflejo de mi propia vileza Y
setl, der Mann und das Weib (edición alemana, págs. 251 y ss.). abvección, un objeto útil, un ser prostituido. De aquf a
184 185
pensar, con Marx, que la burguesía ha introducido en la sabe abyecto y vil, porque h~ce la experiencia de adentrar
familia la prostitución generalizada en tanto lo que de- en la consciencia racional esos sentimientos, se hace pro-
termina matrimonio, amor y placer es el poder de com- gresivamente interesante. Hegel pensó ese proceso como
pra, hay sólo un paso: el paso histórico que va de Hegel necesario, a lo que puede decirse que •necesario» signi·
a Marx. fica el resultado a postetiori de una suma de azares que
En una sociedad asf Eros se vuelve inevitablemente la razón alcanza a comprender. Hegel no pensó la razón
perverso, como perverso es el lenguaje que formaliza ese como razón paciente o sufriente sino que pensó el pro-
mundo subvertido. Perversión que se manifiesta en la ceso racional como inmanente al proceso histórico. No
furia destructiva de cuanto puede ser deseado, el objeto voy a discutir este punto que desvfa la cuestión debatida
~el des~, en tanto se percibe inmediatamente lo que en este trabajo.11 Me limitaré a decir que Hegel se quedó
t1ene de Imagen especular de la abyección propia. El de- fijado en ese momento de la modernidad que alcanzó a
se~ está mediatizado por la abyección, de manera que el determinar como espíritu, sin alcanzar a rebasarlo, acaso
objeto deseado, este hombre, esta mujer, reducido a la porque no pudo, acaso porque no supo, acaso porque no
calidad de útil (de igual densidad ontológica que esta acertó a replantear las cuestiones frankfurtianas en el
col o esta zanahoria) es accesible a m1 en la medida en seno de sus investigaciones sobre el espíritu de la mo-
que puedo comprarla, en la medida en que acredito mi dernidad.
poder haciendo valer mi poder de compra, en la medida
en que, aun llamándola esposa o llamándole esposo, digo
en el fondo de mi corazón «mercancía» o «cliente». He-
gel, evidentemente, no llegó a pensar las cosas en estos 3.
términos, pero aquf me importa más lo que hoy puede
leerse e~ el apasionante texto de la Fenomenología que
lo que literalmente pudo decir. Y sobre todo, importa Quizás puede decirse que Hegel se abrió a un pensa-
saber lo que Hegel puede anticipar para una comprensión miento inaugural de la modernidad, mientras que hoy pue-
en profundidad del espíritu de la modernidad en su for- de pensarse el cierre, epistemológico y ontológico, que
mación presente: en una sociedad donde el reino del ser ese pensamiento -y esa modernidad- ha producido.
en-sí-para-otro, el reino de la utilidad, se ha vuelto he- Hoy, en efecto, se ha desplegado cumplidamente el ger-
gem~nico hasta niveles y entresijos que ni Hegel ni sus men de realidad y pensamiento o de razón y mundo que
seguidores (Marx incluido) hubieran podido acaso ima- fue categorizado por Hegel. Hoy el espíritu de) mundo
ginar. ha consumado la conversión de todas las cosas en seres
Ese mundo de la abyección y la vileza general es, al en-sí-para-otro, en utilidades. -esa es una de las verdades
pensar de Hegel, un mundo donde el espíritu alcanza de nuestro mundo. La que obliga entender nuestro mun·
por lo mismo profundidad, pudiéndose decir en términos
niet7scheanos, que lo que pierde en vivacidad y en espon-
11 Sobre el concepto de razón paciente, véase mi libro Tra.
taneidad lo gana en interés, o que el espíritu, porque se tado de la pasión.
186
187
do como regido por el principio económico determinan- 4.
te que convierte sujetos y objetos en producciones de
un Increado llamado Capital. Pero ese mundo sólo se
entiende persiguiendo la necesidad lógica a la que espiri- Entraré ahora en la recta final de este trabajo. La
tualmente conduce ese vaciado trascendental de la sus- tesis que en él se defiende es la siguiente: Hegel piensa
tancia que produce lo económico, esa conversión de toda el absoluto a partir o desde categorías del espíritu obje-
cosa en cosa para un sujeto wliversaJ y del sujeto en su- tivo; piensa el absoluto como espíritu y el espíritu como
jeto para otro sujeto. Una reflexión sobre la Revolución libertad. El capítulo sobre la Revolución francesa y el
permitirá completar nuestro entendimiento del mundo Terror nos lo demuestra; el capítulo sobre la Moralidad
presente, un mundo determinado a la vez por el imperio postrevolucionaria lo ratifica. Se trata de alcanzar un
de lo útil y por el correlativo ascenso de la subjetividad concepto de libertad que unifique la relación del sujeto
revolucionaria. Que esa revolución fue pensada por Hegel con el mundo y la relación del sujeto consigo mismo.
en los términos en que debe ser pensada, en los únicos O que interiorice la relación negativa absoluta del sujeto
términos en que, hoy por hoy, puede pensarse la revolu- con el mundo en figuras morales en las que la conciencia
ción, a saber, como revolución que implica terror, en la prepara de nuevo una reconciliación positiva con el mun-
medida en que no resuelve el conflicto entre la voluntad do. Esa reconciliación efectiva se produce en la figura del
particular y la volonté general, como revolución que se clenguaje del perdón». El hecho de que Hegel se abra
concreta necesariamente en el triunfo del partido (o de a experiencias espirituales que trascienden la objetividad
la fracción) y en la conversión del «resto» del cuerpo -su apertura a las dimensiones estéticas, religiosas y fi-
social silencioso en «sospechosO», es algo que a continua- losóficas del espíritu- acredita a Hegel como pensador
ción iremos viendo. Pero Hegel llegó a algo más: a pro- susceptible de reinterpretación desde nuestras exigencias
poner implícitamente el único modelo social susceptible actuales. No es menos cierto, sin embargo, que esa aper-
de alcanzar un punto en donde el espíritu se girara de tura se halla contaminada por categorías de la «objetivi-
su labor negativa absoluta a la positividad: un orden so- dad» que han sido, previamente, ontologizadas. Hegel es
cial conforme a una sociedad que ha vivido y sigue per- el pensador de los tiempos modernos, del espíritu del
manentemente viviendo la doble subversión de la hege- tiempo; pero no alcanza, más allá de la verdad histórica
monía económica de Jo útil (capitalismo) y del horizonte que expresa, la verdad ontológica desde dónde elevar
de revolución-terror como marco desde el cual se cons- aquélla a un nivel superior de verdad. Los conceptos d~
tituye en tanto que sociedad. subjetividad y libertad son los conceptos de la modem•-
dad, que se resumen en el concepto de espíritu. Pero He-
gel no lleva a cabo una crítica de la modernidad desde
conceptos superiores que sobrevuelen el orden sociopoli-
tico. La modernidad se caracteriza, en efecto, por la hi-
póstasis de las categorías sociopoliticas al terreno de la
ontología: hace de la política una metafísica. Y bien, las
188 189
categorías politicas, cuya constitución genética muestra En las páginas siguientes se dará colofón a este trabajo
Hegel en la Fenomenología, se resumen en los principa- recorriendo el texto hegeliano en donde se analiza la re-
les conceptos constructivos de la ontología hegeliana. volución francesa y el terror, la moralidad, la convicción,
Esta crítica que hago a Hegel como representante cons- el desplazamiento, la bella alma y el lenguaje del per-
picuo del espíritu de la modernidad y de la filosofía ade- dón. Estos capítulos sirven de contrapunto a los análisis
cuada a ese espíritu no impide recuperar a Hegel como el efectuados sobre los textos frankfurtianos, donde pudi-
único maestro pensador lúcido de dicha modernidad, mos encontrar in nuce algunas de estas figuras fenomeno-
el único pensador capaz de presentar un modelo de so- lógicas.
ciedad acorde con la verdad histórica contemporánea. En
este sentido, frente a Glucksmann, pienso que sólo Hegel
alcanzó una idea constructiva sociopolítica capaz de sal-
var los escollos, las tentaciones, las inclinaciones totali-
tarias de los llamados «maestros pensadores». Hegel, en
efecto, se desmarcó muy pronto de la ilusión juvenil por
recuperar el concepto griego-revolucionario de pólis, la
idea de una comunidad donde el hombre fuese emincntt.'-
mente público. Ese sueño, que llevó a Holderlin a la lo-
cura, condujo a Hegel a una visión lúcida y realista del
bloque social de la modernidad, en el que era necesario
aceptar la vigencia simultánea de esferas como familia,
sociedad civil y estado sin privilegiar unilateral o ideoló-
gicamente una de cUas a costa de las demás. Vio como
única salida a la revolución un modelo moderado y equi-
librado de sociedad en el que el estado tuviera mayor par-
ticipación que la que el liberalismo pudiera asignarle ~n
la vida social y en que la sociedad civil mantuviera su
libertad sin pretender absorber la esfera de Jo económico
en lo estatal. Evitó así el totalitarismo en el que sus an-
tecedentes y consecuentes revolucionarios (Rousseau,
Fichte o Marx) incurrieron, todos los cuales mantuvieron
la idea nútica de reencarnar la pólis antigua a través de
la Razón.12
190 191
Quinta parte
El lenguaje del perdón
195
hegeliana estriba en haber sabido que el espíritu es abso- der de la riqueza ha roto cuanto ligamen unía al sujeto
luto en la medida en que es mundial: en tanto alcanza al organismo espiritual-sustancial, convirtiéndolo en puro
a negar absolutamente todos los contenidos ético-sustan- ser para sí. En esa experiencia ha alcanzado a la vez la
ciales a los que está unido como espíritu de un pueblo. sensación de libertad y el sentimiento de abyección. En
Que el espíritu es mundial significa que no está hundido efecto, se ha sabido libre de toda referencia trascendente
en este o aquel pueblo, en este o aquel sector social; que a un absoluto en el cual fundamentar el carácter de en sí
la libertad no es cde uno» ni «de algunos». Espíritu mun- de los sujetos y los objetos, de sí mismo. Del nombre del
dial significa espíritu difundido, a través de esa epidemia rey ha quedado sólo un lugar vacío; del Dios presente
propagada que fueron Las Luces, a través de ese enciclope- ante el creyente queda únicamente el hueco de una ausen-
dismo que hizo de cada individuo un filósofo, por «todo». cia ontológica. Todo el mundo de pronto se ha vaciado
Espíritu mundial es espíritu que llega a «todos», a «todo» de fundamentación, ha evacuado esencia, se ha vuelto
el pueblo», entendiendo aquí por pueblo «todos los su- falto de sustancia. Las cosas son sólo cosas, no imágenes
jetos».2 de lo divino y trascendente: el pan ha dejado de ser cuer-
Para un espíritu así la guerra no es duelo entre indi- po de Cristo y la sangre de Cristo ha dejado de presen-
viduos ni lucha local entre dos pueblos sino guerra abso- tarse como vino: sólo tiene el sujeto pan, vino, un trozo
luta. Eso significa que la guerra es revolución: algo que de madera, cosas que, en su crasa finitud sin fundamento
moviliza a la totalidad del cuerpo social, de tal manera ni sustancia, hablan de un mundo profanado donde el
que cada uno de sus miembros deja de ser y de sentirse sujeto retorna a la certeza sensible. Así mismo se ha com-
ligado a un cuerpo, a un estamento, a una masa espiri- prendido como ser finito sin dimensión trascendente,
tual, y comienza a sentirse como puro sujeto igual a to- homme maclzine, pedazo de carne tan sólo fortuitamente
dos los demás sujetos, sin otro contenido sustancial que bautizada.3
su propia subjetividad, su voluntad. Una voluntad que, Ahora, pues, el espíritu, se revuelve agresiva y auto-
sin embargo, es voluntad general, en la medida en que destructivamente contra esta general fmitización cosifi-
todos hacen la misma experiencia que yo hago. Nada sus- cada de sí mismo y de su entorno y quiere librarse de
tancial ata ya a nadie, ni las determinaciones vitales de ese residuo vacuo de coseidad que el orden ilustrado-
la familia ni las sustanciales del poder del estado. El po- burgués mantiene como agarradero ontológico vergonzan-
te. Quiere, pues, disolver esa mala realidad, mostrando
siste en esta apertura al espíritu mundial y en la correlativa re. la abyección en que incurre el sujeto al sentirse siervo
flexión sobr.e las condiciones mentales y prácticas que determi. de «otras cosas», en tanto se sabe a sí mismo como ser
nan el pasaje del Volksgeist (eticidad) al Weltgeist: el pasaje de en sí en razón de ser «para otros,. Arremete contra la
«un mundo» a «el mundo,.. coseidad que tiene en frente y finalmente contra la cosei-
2. En las Lecciones de filosofla de la historia entiende He.
gel el progreso del espíritu como progreso de la libertad: del Uno
es libre (despotismo) al algunos son libres (polis antigua), y por 3. A tal resultado se llega a través de la dialéctica entre la
fin al todos son libres (juicio preparado por la religión cristiana fe y la ilustración: la dialéctica que pr.epara la libertad absoluta.
y realizado por la revolución francesa). la revolución y el terror.
196 197
dad que le inviste carnalmente. En esa orgía quiere aca- sujeto revolucionario es revolucionario porque niega todo
bar con todo lo que subsiste como cadáver de la Idea. contenido sustancial, ético-sustancial, que desde fuera le
Y en esa arremetida general pretende aprehenderse como determina; hace suyo el extrañamiento cultural, y en vez
pura voluntad. pura subjetividad, puro Sí-mismo. Lleva, de vivir una conciencia doble o desgraciada entre su
pues, su extrañamiento hasta las últimas consecuencias, ipseidad de conciencia pura y su actividad de conciencia
una vez juzga desde su conciencia pura la vanidad de efectiva comprometida con el poder del estado y la rique-
vanidades que expenmenta como conciencia efectiva que za, vuelve a si todas esas determinaciones, las niega y se
quiso y deseó poder en forma de poder del estado o en afirma en esa negación: se determina como sujeto que
forma de poder de la riqueza. Lo que queda entre las sólo niega y que sabe que sólo niega. Entonces es volun-
manos de esa voluntad de poder es espuma de jabón, tad que desde sí pone contenidos a las cosas, en vez de
inanidad: un lenguaje inesencial que prueba su validez al recibirlos por afección o por pasión. Su pasión es su ser
mostrar lo vacío que es todo. En vano se buscará un re- para sí, su voluntad emancipada de toda exterioridad, pa-
torno a la naturaleza y el sentimiento. Lo que de verdad sión por Símismo, egoísmo trascendental. Ego que pre-
se producirá es un retorno a la subjetividad según la cual tende reconocerse sin embargo en todos los egos, en tan-
cuanto sea «tan sólo cosa» debe perecer. En esa orgía to se sabe uno con la voluntad de todos. Y allí hace la
destructiva todo lo finito debe ser descabezado, pasándose experiencia de que al destruir todo lo sustancial que le
por la guillotina cabezas que son de hecho cabezas de constituye se encuentra con todos los otros, con lo que
CC'bolla, col o zanahoria, destrozándose así todo el reinado debe destruirlos. Todos deben destruir absolutamente a
de lo útil. A ese momento del espíritu que retorna a sí todos; deben, pues, autodestruirse como primer acto de
mismo, que interioriza en la subjctiYidad, de forma ab- soberanía indivisa de la incorruptible volonté general.
soluta, lo que había buscado en la exterioridad del poder Este movimiento suicida que el idealismo trascendental
v de lo útil, lo llama Hegel, con extraordinario rigor, absoluto hegeliano pensó con categorías ontológicas y que
l.ibertad absoluca de la Revolución y del Terror. la revolución francesa hizo con armas bélico-políticas ter-
mina, pues, en el terror: el rostro revelado del vado on-
tológico.
2.
3.
Sujeto es, para Hegel. sujeto revolucionario. Libertad
es revolución. Toda su filosofía intenta pensar el ser des- Vemos, pues, al espíritu desgarrarse y desangrarse.
de el espíritu, definido como l.ibertad: sujeto que pone Una pesada atmósfera de cadáveres y sangre derramada,
desde sí su propio objeto. En consecuencia, Hegel pien- humo de pólvora, heridas y vendajes parece constituir
sa en conceptos el movimiento histórico que dio lugar a el macabro pUar sobre el cual se levanta el edificio espi-
la revolución francesa, ontologizando ese movimiento. El ritual. La muerte, único señor, va mostrando paulatina-
198 199
mente su siniestra faz. El espíritu se alza al cielo a través sensible). Esa libertad está vacía, carece de otro conte-
de un continuo trato con ella; sólo en el temblor abso- nido que el sujeto de voluntad que la constituye. Es so-
luto ante su presencia alcanza a probarse y fortalecerse. berana, pero de esa soberanía no nace ninguna positivi-
Todo hundimiento en el abismo de la nada es, sin em- dad, no surge acción concreta ni palabra determinada.
bargo, para Hegel, premisa de alzamiento. El encuentro Esa voluntad, que se reconoce a la vez de todos y de cada
con la calavera --con el hueso craneal- detenninó a la uno, pero sólo se sabe unión inmediata de esa universa-
razón teorética un ascenso hacia las delicias del placer, lidad y esa singularidad, comienza a probar su soberanía,
abandonando teorías grises y gustando el verde árbol de su poder, y en esa prueba se muestra negatividad pura,
la vida. Al encontrarse el espíritu abandonado en el jui- orgía destructiva. Niega cuanto no sea «voluntad gene-
cio «el espíritu es una cosa» se hallaba en las puertas ral» desde cada punto singular. El punto se sabe ya vo-
mismas de la salvación, pese a su hundimiento en celo luntad general, pero no se reconoce su naturaleza puntual.
peor». Hegel comparaba la situación con el pueblo judío, Se cree punto solar desde donde enunciar la voluntad de
siempre en las puertas de Ja salvación y enunciaba la todos, en ignorancia que el punto vecino hace la misma
idea de que el espíritu es tanto más fuerte cuanto mayor operación. Cada uno de los infinitos individuos que com-
es su capacidad por enajenarse y perderse. Esa enajena- ponen la nación revolucionaria se saben a sí mismos vo-
ción sólo alcanza a ser absoluta cuando «todos» los su- luntad general soberana. Arremeten cada uno de ellos, en
jetos (no «uno sólo» ni tampoco «algunos») hacen la prue- consecuencia, contra todos los demás. La anarquía uni-
ba de la enajenación absoluta, prueba en la cual se hun- versal que de esa confrontación resulta sólo puede resol-
den en la pura cosificación vana y sin esencia del reino verse en una precaria y apañada organización de la sus-
de la utilidad y llevan esa prueba al punto de romper tancia social disuelta en masas nacidas de esa acracia,
el nudo gordiano que los une todavía al dato externo del cada uno de cuyos individuos, sin embargo, lejos de reco-
en-sí encontrado, interiorizando en ellos mismos la vo- nocer su parcialidad y limitación, se creen representar la
luntad ya despertada en la actividad laboral. Esa volun- voluntad de todos, convirtiéndose así en fracción (en lo
tad siente la angustia de la Ubertad al saberse no adherida que modernamente será partido). Como el todo social re.
a nada que pueda determinarla externamente. Se aprehen- quiere un acto de gobierno encarnado en un sujeto indivi-
de como voluntad que se quiere a sí misma y que se tiene dual, la fracción resulta al fin coronada como señor del
por objeto: voluntad que quiere voluntad y cuyo conte- mundo o punto solar que, sin embargo, no quiere tener
nido de COJ;locimiento y acción es ella misma. La volun- nombre propio. Es la voluntad general el sujeto que tiene
tad, entonces, se vuelve libertad absoluta, libertad de un en el individuo fortuito su azarosa encarnación. Ese sujeto
sujeto que sólo tiene por sustancia su propia mismidad. individual que gobierna hace un acto de silenciamiento
Y bien, en esa aprehensión alcanza a saber que ese con- respecto a su particularidad, dice implícitamente de sí,
tenido está vacío o es indeterminado, en tanto es sólo re- de nobis ipsis silemus, dejando que a través de su boca
sultado de la negación de toda exterioridad sustancial fluya la palabra o ley de la voluntad general y soberana.
(poder del estado o poder de la riqueza, nombre del rey Ese es el momento del terror. Revolución y terror son,
u objeto útil, Dios gran arquitecto u objeto de la certeza pues, momentos necesarios en la constitución del sujeto
200 201
absolutamente libre. Pero el espíritu debe mostrar que problema moderno y hamletiano, el problema de la cons-
la libertad es algo más que la pura libertad que el sujeto ciencia extrañada de sí, no es qué hacer, en el sentido
tiene para ser guillotinado. En el crisol de la muerte ab- leninista, sino si hacer. El problema es hacer o no hacer
soluta y de la grande peur se forma, pues, el espíritu. nada, pasar a la acción o cruzarse de brazos, negar como
Pero ese holocausto es sólo el horizonte desde el cual vanidad los trofeos del triunfo, exponerse a ser recono-
el espíritu llega a las puertas de su salvación. Porque la cido como cobarde (cuando en verdad no se combate
última palabra de ese espíritu trágico no es negativa, no porque no se sabe por qué ha de combatirse). El proble-
es muerte, devastación, desolación, apocalipsis, fin del ma trasciende incluso los términos en que se plantea en
mundo, sino negación de ese último no, liminar, letal, en el Bagavad'hita, donde el desconsuelo del héroe y su vo-
el que el espíritu hace la experiencia de su absoluta li- luntad de retirarse del combate viene dado porque reco-
bertad. Y en este punto debe buscarse una manera de noce en el frente enemigo todos sus conciudadanos y
negar el no absoluto, decir no a ese último no en una familiares. Un espíritu moderno, expatriado, descastado,
afirmación y en un sí reconciliador, post festum, después que cuestiona su lugar trascendental en el orden familiar
de la tragedia. Esa es la búsqueda hegeliana: la persecu- social (¿Pero verdaderamente soy hijo de alguien?) plan-
ción de una salida al escollo de la muerte y de la revolu- tea el problema de la acción en términos que trascienden
ción, más allá de la orgía destructiva y de los impulsos el carácter trágico de la duda de Arjuna. La duda es
tanáticos. La conquista de una palabra que llegue a don- ontológica en el príncipe de Dinamarca y por. lo. mismo
de no llegan las tendencias suicidas y el masoquismo tras- no es duda trágica. Y la duda se plantea en termmos de
cendental, una palabra de conciliación y de perdón. hacer o de no hacer nada. Pero no hacer nada, en espí-
ritu moderno, significa algo, a saber, pensar. Un pensar
sin obra: posición del espíritu que nace con la moder-
nidad, es decir, con estoicismo y cristianismo; y que tie-
4. ne en el «hombre saturniano» su figuración icónica; Y
en la melancolía su posición natural de alma. ¿Por qué
hacer? Esta pregunta tiene, hoy más que nunca, relevan-
Pensar o actuar, ésta es la cuestión. Cuestión hamle- cia. En la medida en que la épica de la modernidad, lo
tiana, por cuanto el príncipe de Dinamarca abría el dile- que corresponde al espíritu trágico, lo político-revolucio-
ma ontológico, ser, no ser, desde el trasfondo de su do- nario, ha perdido todo valor, en la medida en que la
ble conciencia de príncipe vengador, ejecutante de la patria trascendental racional prometida se ha descubierto
orden del padre muerto y de conciencia pura, melancó- ligada inexorablemente a la absoluta destrucción y ~~.te·
lica, saturoiana, que cuestiona y pone en duda los móviles rror, entonces la épica retrocede a su fundamento trag1c0
de cualquier acción. Extrañado de sí mismo en tanto que y de ese retroceso surge, como exigencia, un nuevo. ho~
prfncipe, consciente de la vanidad de toda acción, inter- bre interior que hace de la intimidad de su conscJencta
cala entre su conciencia pura que piensa y su conciencia pura, del pensamiento, su pasión. Un individuo así carece
activa que lucha el aguijón del signo de interrogación. El absolutamente de vfnculos sustanciales, previamente sub·
202 20'}
vertidos. Es puro sujeto que piensa y que interioriza en DE LA ACCióN MORAL
su ser para sí la negatividad absoluta abstracta a que le
condujo la conciencia activa y efectiva de partisano re-
volucionario. Un sujeto así halla de nuevo en la intimidad
su problema y su sentido, su significación, su trascenden-
cia. De este modo el espíritu sale de su efectividad «que
se destruye a sí misma» para entrar «en otra tierra», en
la tierra de un pen!>amiento puro donde «el espíritu se
reconforta». El sujeto revolucionario se vuelve sujeto in-
terior, moral. En vez de realizar activamente la libertad
se limita a pensar la libertad, en vez de transformar el
mundo se limita a contemplarlo, en vez de ser práctico-
político, comprometido y francés, se vuelve luterano, pie-
tista, kantiano y germánico. l.
Una consciencia así, pura y afirmativa, frente a la ac-
tivo-negativa consciencia revolucionaria, se mantiene en
el ser, cons~rva la vida, pero ha sido disciplinada por el Con frecuencia se señala que en la Fenomenología del
único Señor, a través del temor absoluto. Piensa, pues, espíritu no hay un modelo de estado y sociedad post;e~o
en ese Señor absoluto y en profundas meditaciones busca lucionario; se afirma, con razón, que _acaso es el ~meo
un sentido a su conducta. Sólo que entonces se vuelve a texto donde esto es evidente. En ocas10nes se cons1dera
desgarrar entre ]a pureza del pensar y la compulsión a una laguna 0 insuficiencia importante del tex~o que e~ta·
un nuevo obrar y comprometerse apres la fete. Se plan- mos interpretando. Se da como razón las pos1blcs ~a~da
tea -y en ello radica su hondura- el problema de la ciones al respecto que Hegel pudiera tener; los clumtes
acción después de la tragedia, el problema de la acción alemanes» y «burgueses» de su ~ilosof_ía. Llego a pensa~
en el marco del orden postrcvolucionario. El problema de si esa ausencia no es una ausencta deliberada, o. que_ He
la acción moral. gel, a través de ella, quisiera decimos algo, sJlenclo~
mente que sin embargo no tuvo por qué llegar a dec1r.
Piens~ que Hegel, en la transición del text~ ?e la revo-
lución francesa a la moralidad, en esa trans1c1ón que al-
gunos juzgan sorprendente, algo importante quiso darnos
a entender algo más que el repetido sonsonete de que a
la revoluclón política france~a s~lo ??día re~ponderse
mediante una revolución intenor fllosof1ca en tterr~s ale-
manas Sí, eso quiso decir obviamente, y la alust?n. ~1
paso del espíritu «a otra tierra• hay que darle la stgruh-
205
204
cación referida.1 Pero pienso que hay algo más que un
puro lras\'ase .de nacionalidad y espiritualidad. O que ese el terror (o sólo habló de ello incidentalmente en un pa-
trueque d~be mterpretarse en un sentido que generalmen- saje), ello prueba que a Hegel le interesaba afirmar rotun-
te no se t1ene en cuenta y que, creo, es el sentido correc- damente la necesidad de modificar sustancialmente la ac-
to, además de ser aquel en que el texto hegeliano cobra titud espiritual, interiorizar cuanto en la revolución se
toda su fu~rza ~ su vigencia en la hora presente. había hecho efectivo y fundar un principio moral como
Hegel .stlencta el modelo concreto sociopo1ítico que premisa de una sociedad y de un estado adecuado a este
debe segutr a la revolución en razón de que considera con principio: sociedad y estado que no fuesen ya determina-
abso.luta sag~:idad, que antes de preparar ese modeÍo es ciones sustanciales de lo ético o alienaciones del espíritu
precrso modtfrcar sustancialmente la actitud interior el sino determinaciones de la esfera moral.
talante moral desde el cual, y sólo desde el cual, pu~de Hegel nos viene a decir que el sujeto que nace de la
~mp~zarse a pensar dicho modelo. O que una renovación experiencia revolucionaria es un sujeto moral. Moralidad
mterror_ Y moral. del hombre constituye el presupuesto aquí se opone a eticidad, en el sentido de que la determi-
nece~ano Y a prrori para poder llevar a cabo la a rdua y nación del sujeto no viene dada sino que es producida
ap_asronante tarea de recons truir un orden social y po- por él mismo; la acción del sujeto moral no es una ac-
lítico postrevolucionario. Por eso debe leerse el capítulo ción determinada por leyes dadas, claras y oscuras, cuyo
moralidad como el prolegómeno de la Filoso/la del de- promulgador se desconoce y se funde en la realidad sus-
recho, obr~ _de madurez en la que Hegel, que entretanto tancial en donde encarnan. La acción del sujeto moral
había modrf1cado su act itud interior según los presupues- no es, tampoco, una acción desgarrada entre las deter-
tos ava~zados por cst~ capítulo de la Fenomenologia, nos minaciones objetivas de las masas espirituales extrañadas
da al _fm una síntesJs de su visióo acerca del modelo por la autoconsciencia -estado y riqueza- que llevaron
de soc1e~ad . y estado que debe regir un país surgido de a ésta a revolverse contra ellas en el estallido revolucio-
la expenenc1a revolucionaria. nario. La acción moral parte de la subversión entera del
Las ~lusiones a Napoleón en este capítulo, en trevistas orden sustancial perpetrada por el sujeto que hace la
por algun exégeta, son indicio suficiente para pensar que experiencia de la libertad absoluta. La acción moral es,
Hegel pensaba en ese orden postrevolucionario.2 Si no pues, determinación de un su jeto que se sabe libre y que
habló de la ordenación en que podía estructurarse en sabe que su acción es universal. o que esa acción suya
concreto el mundo espiritual posterior a la revolución es a la vez e inmediatamente acción con validez cpara
Y en el modo como las «masas espirituales» pudieran todos los hombres». Acción moral es, pues. acción res-
reaparecer, sólo que disciplinadas por la revolución y por ponsable, acción en la que el sujeto carga con la even-
tual culpa que puede desprenderse de su acción en la
l. ~bre este terna_. corno en general sobre este pasaje de la medida en que sabe lo que hace y sabe por qué hace lo
r~voluctón a la morahdad, véansc Jos comentarios va-ias veces que hace. Con ello entramos en el terreno regio de la ra-
Citados de Hyppolite y de Valls Plana.
zón práctica o Moral, en confron~ación con aquella filo-
2.. V~se el c~mentario de Hyppolite a la figura de la buena
conctencta o conciencia activa sofía que proporciona a la teoría rousc;eauniano-revolu-
cionaria de la soberanía indivisa de la volonté general
206
207
un contenido positivo del que ésta, en su efectividad, actúa y se peca entonces contra la pureza del deber. Es
carece. Esa filosofía es la filosofía kantiana, que concede esa buena conciencia la que nos interesa aquí consid~
a la voluntad libre conciencia crítica: una filosofia que rar.
no se limita a establecer la voluntad general sino a pen-
sar el sujeto que hace la experiencia de saberse libre.
Kant añade a Rousseau el momento del saber; el sujeto
rousseauniano-revolucionario quiere libertad pero sin re- 2.
flexión sobre la honda transformación de la consciencia
que produce saberse libre. La Crítica de la razón prácti-
ca kantiana da a Rousscau la conciencia que a su mo- La última palabra crítica de Hegel respecto a la filo-
delo social falta, interioriza y piensa positivamente lo que sofía kantiana es la siguiente: el sujeto kantiano carece
la guillotina hacia negativamente. de un objeto que sea a la vez sujeto. Kant no llegó a
Ahora bien, en la experiencia de ese saberse libre en pensar en la intersubjetividad como verdadero sujeto. Tal
que el sujeto reconoce corno determinación de su obrar es, como hemos ido viendo, el gran hallazgo de la filoso-
una autodeterminación, un deber, que ya no es masa ob- fía hegeliana. En el terreno epistemológico ese sujeto se
jetiva espiritual sino poder propio interiorizado y sabi- enfrenta con una cosa en sf carente de subjetividad, sin
do, fundación subjetiva. aparece un conjunto de antino- consciencia ni autoconsciencia. El sujeto establece las pr~
mias reorridas por Hegel detalladamente que indican la misas del conocimiento de la cosa, produce los concep-
insuficiencia del planteamiento kantiano. 1 Esas antinomias tos mediante los cuales puede llegar a constituir, desde
muestran que el sujeto del deber, en tanto se queda fija- el fenómeno, un objeto. En el terreno moral el sujeto
do en la universal determinación de su deber, se ve en moral kantiano constituye desde sf mismo un principio
la necesidad de purificarse de todo contenido finito, limi- universal y necesario como determinación de la acción,
tado, natural, sensible. Esa moral termina siendo un for- pero ese deber no es refrendado por nadie que pueda
malismo de buenas intenciones en el que queda desmen- determinar la adecuación entre el principio y la acción.
tido el carácter efectivo que <.e exige de una subjetividad Sólo un legislador divino podría efectuar ese refrendo.
moral. Sólo la buena coucic11cia, que hace la experiencia Carece el sujeto moral kantiano de una subjetividad que
de sinteti7ar, en su propio com·cncimiento o com•icción, contraste los principios morales de actuación del mismo,
sentido del deber v acción, e\·ita la esterilidad inoperante un sujeto B, C o D que determine, desde fuera del suje-
de un moralismo corno el kantiano. En éste se llega al di- to A, la validez del entronque que éste hace entre el prin-
lema siguiente: o se sigue el deber y no se actúa, o se cipio universal y la acción particular. No estando pre-
sente esa infinidad de sujetos o de otros, capaces de va-
lidar o invalidar, con palabras, con pruebas, con acciones
3. Véase la primera figuro de la moralidad, la •concepción
moral del mundo», en la que Hegel mues tra las antinomias de -contrapruebas, refutaciones, contra-acciones- al suj~
la filosofía moral kantiana y el «de·splazamientO» (Versrellung) a to moral, queda éste fuera de combate. No hay modo,
que dan lugar. pues, de dirimir si su acción es moral o inmoral, adecua-
208 209
da o inadecuada, sincera o hipócrita. No hay en Kant otro frenda esa certidumbre con la certeza, esta vez reflexiva,
sujeto que contraste o pueda falsar los asertos del suje- de que es su yo originario lo que confiere un sentido es-
to. J!ste, en tanto vive en la contradicción entre su sen- pontáneo a su propio deber. Aquí el legislador divino ha
tido del deber y la multiplicidad de circunstancias que sido transferido a la íntima relación del yo consigo mis-
determinan cada caso, termina perdido en los recovecos mo. Y en ese recogimiento halla la presencia misma o voz
de una casuistica estéril anterior a la acción, o en una que espontáneamente le indica qué es lo que debe hacer
indeterminación obsesiva que aqueja de dubitación cual- en cada caso. Sabe además que debe actuar, o que el pri-
quier movimiento de la razón presta a decidirse y resol- mer deber de todos los deberes es hacer, por cuanto Ac-
verse. ción es lo que brota de esa íntima afección del Yo origi-
La inoperancia de esa consciencia, desgarrada en las nario consigo mismo. Es, pues, su yo un yo creador que
antinomias del deber y del hacer, de la universalidad de determina desde esa intimidad reflexiva cuanto sale de
la ley y de la particularidad de la naturaleza o de la sen- su boca o de sus manos, acciones y expresiones, obras y
sibiJidad, es correlativa a la carencia de un refrendo ob- palabras. Tal es la conciencia activa, primer personaje
jetivo que sea, a la vez que objetivo, subjetivo. Ese re- del drama que ahora veremos desplegarse, auténtico dra-
frendo, el verdadero tribunal crítico del sujeto moral, sólo ma moral.
puede ser otro sujeto, un sujeto que a su vez quiera cum-
plir el deber y hacer efectiva esa voluntad mediante ac-
ción. Sólo una conciencia que llegue a unir la universali-
dad del deber y la particularidad de la acción, cualifican- 3.
do ésta con aquélla en virtud de una interiorización si-
multánea del sentido del deber y de la exigencia de la ac-
tuación -simultaneidad sin la cual no sea realiza el acto Kant, al decir de Hegel, piensa al sujeto moral como
plenamente moral- puede llegar más lejos que el sujeto un sujeto mudo, perdido en dudas y antinomias internas
moral kantiano. Tal conciencia es necesariamente una a su propio pensamiento, pero que, al no sufrir el refren-
buena conciencia que sabe que lo que hace responde a su do y el contraste de otras subjetividades, no llegan a ex-
sentido del deber, el cual se halla determinado desde un presarse en palabras. No hay en Kant conciencia inter-
principio interno a ella misma, a saber, su más íntimo e subjetiva ni hay, por lo mismo, conciencia lingüística.
insobornable yo. Una conciencia así está convencida de Hegel añade ambas consciencias, que en realidad son una
que hace lo que hace porque está bien, y que ese bien y la misma. Siempre interroga a la conciencia de tal ma-
es bien en tanto responde a la voz inconfundible de su nera que pruebe ésta la verdad o falsedad de lo que sos-
ego más íntimo, voz interior que se le revela bajo la for- tiene expresándolo en palabras o por escrito. Ya en la
ma del interior convencimiento: «Hago lo que hago por- certeza sensible «hacía confesar» a ]a certeza sensible:
que debo hacerlo y sé que debo hacer lo que hago porque le hacía decir en palabras la verdad de lo que aprehen-
obro según mi más íntima y secreta convicción». Esa día corno «aquí» o «allá», «día» o «noche». El método es
subjetividad está cierta de hacer bien lo que hace y re- seguido por Hegel con absoluta consecuencia. Podría com-
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pararse con la situación analítica: la consciencia filosófi- ralidad? ¿Qué añade el lenguaje a la consciencia moral
ca cdeja hablar» a la conciencia ingenua y ésta termina activa convencida?
hilvanando sus experiencias en palabras. De hecho es la Añade objetividad, refrendo, pasaje a la consumación
propia conciencia la que dice lo que dice: la consciencia espiritual, a la plenitud de una relación que sea a la vez
filosófica únicamente le pide que hable, que se exprese, en sí y para sí. singularizada en este en-sf que es para-sí
que confiese. En la altura en que nos encontramos la con- y es para-otro (otro que es, a su vez, en-sí-para-sí-para
ciencia ingenua ya es pura consciencia de sí misma en otro). Prepara el acto, la entelequia espiritual. Ese acto
tanto sustancia espiritual libremente determinada, con es acción y lógos, lógos-acción, acción-lenguaje. Pero an-
lo que su palabra es ya máximamente adecuada a la pa- tes de entrar en la «Solución final» de este trabajoso dra-
labra de la consciencia filosófica. Y bien, Hegel también ma, será preciso demorarse en la reflexión hegeliana so-
«deja» que la consciencia activa, convencida de la mora- bre el lenguaje.
lidad de su acción, hable, se exprese. Sólo asf será posi-
ble probar la verdad objetiva -intersubjetiva- de su
convicción interior. Sólo así lo interior se volcará al ex-
terior.
La conciencia convencida de sí misma sabe que su
conciencia moral, por ser moral, es universal; y que el
yo intimo desde el cual se determina es un yo trascen-
dental que interioriza e inmanentiza la vaga trascenden-
cia del legislador divino. Ahora bien, sólo hay un modo
de que eso divino se haga patente y presente. A saber,
que se encame, se haga hombre, se haga lógos. Y lógos,
término que Goethe traduce por acción, es desde luego
también lenguaje. Llegamos al punto en que el espíritu
debe hacer la experiencia de su consumación, reconocié~
dose como lenguaje que expresa la acción y como acción
refrendada por la expresión y confesión lingilistica. Lle-
gamos al final del periplo de la consciencia itinerante. El
viernes santo fenomenológico prepara, en estos pasajes
de la moralidad, la pascua y el pentecostés de la revela-
ción del Dios-en-nosotros.
¿A qué se debe la intempestiva reflexión de Hegel so-
bre el lenguaje cuando prepara el momento de la recon-
ciliación espiritual? ¿Por qué comparece el lenguaje como
el segundo -y decisivo- personaje del drama de la mo-
212 213
11 DEL LENGUAJE la mala infinitud, tratando el objeto tan sólo negativa-
mente, sin alcanzar a hacerlo suyo. El deseo sólo se sa-
tisfacía cuando la autoconsciencia deseaba otra autocons-
ciencia, lo cual conducta del deseo a la lucha por el re-
conocimiento. Esa lucha abría la problemática del traba-
jo; enlazaba, pues, con otra de las tres potencias. En el
trabajo el sujeto deseante quedaba reprimido: su goce
era frustrado y transferido al amo, que alcanzaba a de-
sear y gozar los objetos cultivados por el esclavo. En el
goce del amo puede decirse que termina el camino del
Deseo. ~ste reaparece en las figuras inmediatas de cada
nueva preformación del sujeto espiritual (anticipado o
constituido). Reaparece en la apertura de la razón teoré-
l. tica a la razón práctica bajo forma de cplacer», en el reen-
cuentro inmediato del hombre con el mundo real-prácti-
co, una vez apropiado teoréticamente. Ese cplacer»,. sin
Dije al principio de esta interpretación de la Fenome- embargo, es respondido por la ruda y vacua necesidad
nologia que tendría presente como hilo conductor de la que continuamente lo limita y desmiente. Como espíritu
misma la triple linea de fuerza marcada por aquellas tres ético el deseo aparece, a modo de vinculo natural, no es-
potencias que en el texto de la filosofía del espíritu de piritual, entre los miembros de la masa familiar, subli-
Jena llamaba Hegel las potencias del espíritu. La pregun- mándose en amor y en piedad.
ta que ahora podí'mos hacer es la siguiente: ¿A dónde En cuanto a ]a violencia recíproca en que decanta el
nos ha llevado el recorrido de cada una de estas poten- deseo cuando enfrenta dos autoconsciencias en lucha por
cias? ¿Hemos encontrado en alguna de estas potencias el reconocimiento, hemos visto su avance y su consiguien-
indicios que pueden hablarnos acerca de la conciliación te espiritualización. De la violencia recíproca entre indi-
final y consumada que busca Hegel a través de su reco- viduos que quieren ser reconocidos sin reconocer al otro
rrido fenomenológico de la constitución del espíritu? hemos llegado a la violencia recíproca absoluta de «to-
¿Qué potencia realiza esa consumación? La respuesta a dos contra todos• en donde el sujeto, al fin colectivo,
esta pregunta tendrá, pues, respecto a la totalidad de este prueba de facto, por la vía de la revolución y del terror,
trabajo, el carácter de una conclusión. su libertad plenamente consumada. Esa violencia desvela
Reparemos en la potencia Deseo-posesiones de la fa- finalmente el rostro verdadero del poder, el amo absolu-
milia. Hemos visto cómo el deseo era una de las prime- to la muerte, a modo de objetivación progresiva del hori-
ras figuras que aparecían en lo que «en sí y para noso- zo~tc desde el cual se jugaba, desde un principio, la lu-
tros• era ya el espíritu, pero no «para la conciencia», la cha específicamente espiritual. Podría decirse que la ~ri
autoconsciencia. Esa figura, sin embargo, terminaba en mera palabra del espíritu era la violencia. ¿Es tambtén
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violencia la última palabra? Hegel nos muestra ahora un paso a una nueva esfera o masa espiritual en el que la
nuevo escenario para después de la tragedia, en el que sociedad aparecía determinada por la dualidad del poder
emerge una subjetividad letal capaz de interiorizar mo- del estado (residuo avejentado de la sustancia ética) y
ralmente lo que había sufrido políticamente. Hegel ha- el poder de la riqueza, masa que desgarraba y desangra-
bía dejado chablar» a la violencia, señalando la necesidad ba el tejido social, al tiempo que daba una determinación
de la mutua lesión de combatientes por el reconocimien- concreta a otra de las potencias del espíritu, la potencia
to, mostrando la insuficiencia del • lenguaje». Pero mues- trabajo-herramienta.
tra al final que el camino de la violencia lleva sólo a una De la herramienta apenas habla Hegel en la Fenome-
destrucción que es autodestrucción, a un homicidio que nología, pero el leitmotiv trabajo insiste una y otra vez
es suicidio. La última palabra espiritual no es crimen. de forma sinfónica. Lo vemos insinuarse en el prólogo
¿Cómo, pues, rebasar la violencia absoluta, mundial, a como •trabajo del negativo» a modo de especificación de
que parece abocado el espíritu que hace la experiencia la actividad propia del espíritu; se determina en la figura
de la absoluta libertad? ¿En virtud de qué potencia? Las del trabajo del esclavo, dialectizando con las figuras del
vías del deseo y de la violencia parecen obstruidas: dan deseo y de la lucha por el reconocimiento. El trabajo es
el basso ostinato, el fundamento y la base del espíritu, el modo concreto y determinado por lograr que la ind~
pero no poseen poder de unificación. Son negatividad y pendencia abstracta ganada en el campo de batalla se
herida, pero no conciliación, unión postrera. haga independencia concreta y viva, libertad. El esclavo,
La potencia deseo no permite conjeturar ninguna sa- negando determinadamente la cosa, se autonegaba de for-
lida conciliadora al espíritu. ma también determinada -a través del servicio y del te-
En cuanto a las posesiones familiares, quedan enclaus- mor- hasta llegar a ser sujeto cultivado, sujeto libre,
tradas en una masa espiritual que el espíritu, en la expc> que en un principio goza en puro pensamiento esa con-
riencia del desgarramiento romano-cultural, deja a sus es- ciencia de libertad, deviniendo estoico. El trabajo dina-
paldas, si bien en Roma la propiedad eleva al plano del miza, pues, las dialécticas de la libertad, llegando allí don-
primer Sí-mismo la posesión, dándole una «personalidad de no alcanzaba a llegar el deseo y la violencia. En el or-
abstracta». Pero el carácter vacuo, jurídico-formal, de la den burgués en que impera el poder de la riqueza, orden
persona1idad de esa propiedad dejaba en pura indeter- surgido de la descomposición de la sustancia ética, reapa-
minación azarosa los contenidos que malamente preten- rece el trabajo, esta vez al fin «en sociedad», bajo la for-
día formalizar. La posesión familiar, orgánicamente liga- ma de una colectividad de individuos libres en donde la
da al espíritu únicamente en su mostración sustancia] y esencia social se sacrifica. Cada uno de ellos realiza sin
ética, devenía así un orden cadavérico en donde se gana- saberlo un inconsciente interés general, a partir del más
ba «reconocimiento» al precio de la vida; el poseedor era obstinado egoísmo. Pero lo que de ese orden resulta era
«propietario,>, pero en ese reconocimiento abstracto nada un segundo «hueso» del espíritu, el objeto útil, sin que
quedaba inscripto de la determinación singular del con- por vía laboral fuese posible trascender el residuo de co-
tenido de su posesión. seidad del mismo. El trabajo lleva a constituir un objeto
Con ello la potencia deseo-posesión familiar dejaba que es en si y para otro. pero que no es a su vez sujeto,
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que no alcanza a ser «para si». Crea útiles y termina po- Absoluto es caqui» y es cahora» debe ser expresada me-
niendo al sujeto trabajador en la figura del útil, pero no diante enunciado lingüístico que exprese el contenido de
alcanza a reflectir en el para si del sujeto ese carácter la opinión. De este modo, el opinar, mero pensar propio,
del útil de ser en sí para otro. O sólo alcanza a introdu- pensar mío (opinar y mio se dice en alemán del mismo
cirlo en la forma inmediata y abstracta del mero cgoce• modo, Meinen), deja de ser pensamiento idiolectal y co-
en que ese proceso de intercambio de utilidades revierte mienza a ser lógos, lenguaje. Decir cel ahora es día•, es-
(momento del e consumo•). Lo máximamente espiritual, cribir la frase, es la primera operación mediante la cual
por vía laboral -por vía del deseo también- es ese con- podemos confrontar la certeza sensible. Para Hegel, la
sumo del sujeto social individualista. Pero ni esa utilidad confrontación pasa por esta expresión exteriorizada lin-
ni ese goce pueden resistir la reaparición de la violencia güística de lo que la conciencia desde su soledad tan sólo
recíproca, esta vez por via revolucionaria. «Opina». Sin lenguaje no hay reconocimiento, no hay con-
Ni la potencia deseo ni la potencia trabajo dan, pues, frontación; sin lenguaje no hay modo de traspasar del yo
ninguna pista para adentrarnos en el terreno de la con- al otro, del sujeto a la dureza exterior del objeto. Pero
ciliación espiritual. el lenguaje logra, como en seguida vamos a ver, que el
¿Y qué decir de la tercera potencia, la potencia len- sujeto deje de ser hueso o utilidad, pura coseidad, y co-
guaje? ¿Qué rendimiento hace ju~ar Hegel al lenguaje en mienza a su vez a expresarse, a animarse, a ser sujeto, a
la Fenomenología del espiritu? hablar.
Amo y esclavo mantienen una relación tal que el amo
es sujeto mudo que se limita a gozar o que tan sólo or-
dena al esclavo lo que debe constituir su trabajo y su ser-
2. vicio. Pero a la frase del esclavo «tú eres mi señor• no
hay otra respuesta que la de «Si, soy tu señor». El reco-
nocimiento es unilateral. Lo mismo cuando la conscien-
En Hegel cualquier situación, para ser reconocida y cia extrañada llama al poder del estado rey y acierta a
no tan sólo conocida, exige ser nombrada. Dar nombre a darle nombre, diciendo «tú eres el rey sol», el sujeto re-
las cosas es una acción; en este sentido el lenguaje es una flexiona sobre sí esa verdad pero, podríamos decir, no la
acción (Ttm). Dar al amo el nombre de amo, llamarle devuelve: lenguaje y reconocimiento son unilaterales.
«amo y señor», ese reconocimiento se prueba mediante A través de la Fenomenologfa vernos cómo se va cons-
la acción lingüística. Juzgar, dirá en el capítulo Morali- tituyendo, progresivamente, el sujeto y el objeto lingüís-
dad que aquí analizarnos, es también un hacer, un obrar, tico, y en consecuencia el lenguaje como medio de comu-
pese a que la conciencia que juzga a la conciencia que nicación entre las autoconsciencias. En el «lenguaje del
actúa pretende situarse fuera del campo de las luchas en- desgarramiento» la unilateralidad del sujeto y del obje-
tre sujetos de acción. En general el reconocimiento de to queda abolida, de manera que el sujeto que habla pa-
a lgo se produce mediante la expresión lingüística de re- rece ser a la vez el que habla y el interpelado, pasando
conocimiento. Así, por ejemplo, la indicación de que el inmediatamente de la emisión verbal a la audición, po-
218 219
niéndose en el doble lugar del parlante y del escucha. Juz- como el ser-ahf del espíritu. El lenguaje es la conciencia
ga al otro abyecto y vil, en tanto lo reconoce como escla- de sí, que es para los otros, que está presente inmediata-
vo de la riqueza y de lo útil, pero inmediatamente elogia mente como tal y que, como esta conciencia de sí, es con-
esa abyección y esa riqueza, las considera un bien supre- ciencia de sí universal. Es el Símismo que se separa por
mo, lo más envidiable y deseable, juzgando su primer jui- sí mismo de si, deviene objetivo como puro: Yo-Yo y
cio y dejando recaer sobre sf mismo esa abyección y vile- que, en esa objetividad, se mantiene como este Símismo
za detectada. El rocambole del lenguaje del desgarra- y al mismo tiempo se funde inmediatamente con los otros
miento, presente en El sobrino de Rameau, constituye la y es su conciencia de si. El Sf mismo se entiende a sí mis-
plataforma negativa y destructiva que permite abrir el mo tanto como es entendido por los otros, y el hecho de
horizonte de igualdad y nivelación entre los sujetos y los entender es justamente el ser ahi devenido Símismo.• 1
objetos, que son hablantes y escuchas. Poco a poco esos Este párrafo difícil, compendiado, donde Hegel sinte-
interlocutores aparecerán nivelados, pero todavfa separa- tiza y resume todas sus consideraciones sobre el lengua-
dos. El sujeto será, en el capítulo Moralidad, conciencia je, nos da la pista fundamental para entender que es el
moral que todavía es muda, o consciencia activa que se lenguaje la potencia que consume la reconciliación del es-
limita a hacer inmediatamente lo que está convencida píritu consigo mismo.
que debe hacer. En el instante en que esa conciencia con- En primer lugar dice Hegel que el lenguaje es el ser-
vencida de su acción se exprese, aparecerá una segunda ahí del espíritu. Lenguaje es espfritu existente, espíritu
consciencia que la juzgará despiadadamente. Pero en esta convertido en existencia, segunda persona de la Trinidad,
experiencia la nivelación se ha alcanzado. El lenguaje pue- lenguaje, lógos. Es Dios encarnado. Por tanto, en el len-
de al fin ser «establecido• como figura constituida del guaje Dios se hace presencia viva y real. Por eso «está
camino fenomenológico. Y bien: en ese punto de la Fe- presente inmediatamente como tal•. No es e] Dios tras-
nomenología nos hallamos. cendente de la consciencia desventurada, no es el Dios
EJ recorrido de esa figura del lenguaje de la convic- del deísmo ilustrado, sino Dios vuelto presencia en la
ción despejará nuestra pregunta: ¿Es acaso en la poten- autoconsciencia, pero presencia en la que se ofrece como
cia lenguaje donde puede encontrarse la conciliación final tal, no sólo como «presencia de la autoconsciencia•. Es
del sujeto espiritual? conciencia de sí que es para otro, pero, a diferencia del
l. Wir sehen hiemit wieder die Spracbe als das Dasein des
Geistes. Sie ist das für andre seiende Selbstbewusstsein, welches
utlmittelbar als solches vorhnnden und als dieses allgemeines ist.
3. Sie ist das sich von sich selbst abtrennende Selbst, das als reines
/ch=lch sich gegensti:indlich wird, in díeser Gegenstiindlichkeit
sich ebenso als dieses Selbst erhli.lt, wie es unmittelbar mit den
He aquí el pasaje entero que ahora debemos comen- Andern zusammenfliesst und ihr Selbstbewusstseiu íst; es ver-
tar: nimrnt ebenso sich, als es von den andern veruommen wird, Ul2d
das Vernehmen ist eben das zum Selbst gewordne Dasein (edición
«Asf una vez más vemos a] lenguaje manifestarse alemana, pág. 362).
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útil, ha determinado la coseidad de éste, ya que ese otro, dejar de hablar, dejar las palabras y pasar a los hechos.
esos otros, son a su vez autoconsciencias. El lenguaje al- Dejar la facultad teorética memoria-lenguaje y pasar a la
canza una nivelación plena de las autoconscicncias. Al- facultad práctica. Y esos hechos, esa acción, eran lesión,
canza lo universal. Pero a su vez preserva lo singular. El agresión y contragresión: acción destructiva. El lenguaje
que habla es un este singular, lo mismo que el que es- debía callar y debían hablar las manos, las armas, los
cucha. En el lenguaje se consigue el verdadero universal cañones y las bombas.
concreto, o es el espíritu encarnado, la tercera persona Pero ¿qué sucede después del desencadenamiento de
de la Santísima Trinidad: el espíritu de la comumdad; guerra y revolución, cuando se apaga el humo de los ca-
pues el lenguaje es comunitario. ñones y se exhalan los últimos quejidos de los muertos
La inmediatez en que el espíritu subsiste como len- en el campo de batalla?
guaje es inherente al espíritu en su mostración como fe- Nuevamente aparece el lenguaje. Después de la con-
nómeno. Por tanto, es intrínseca al modo de presentarse frontación viene de nuevo la palabra. Al puñetazo sucede
el espíritu en la Fenomenología, como espíritu encama- el parlamento. A la guerra civil la reconciliación !tablada.
do en esta conciencia finita (la del individuo sin forma¡ A la violencia recíproca la palabra que expresa la propia
que hace la experiencia de su autoconstitución espiritual). culpa y que perdona. Es en la figura del lenguaje del per-
Más allá de esa apariencia, el lengt.aje puede esconderse dón donde el espíritu alcanza su plena consumación.
en un reino «de puras sombras» donde se desprende de la
inmediatez y se presenta como lógos, como Pensamiento
Puro. El lenguaje, pues, es el objeto de la Fenomenología
del espíritu, siendo esta obra el camino y la propedéuti-
ca que conduce a la Lógica. Si un objeto puede afirmarse
que tiene la Fenomenología del espíritu, no es el trabajo
ni el deseo ni la lucha sino el lenguaje, es decir, el espí-
ritu bajo envoltura carnal, el espíritu existente y pre-
sente.
Ahora bien, ¿qué significación concreta y viva tiene
esta afirmación de que el lenguaje es la potencia en que
el espíritu hace la experiencia de la conciliación y de la
consumación de sí mismo?
¿Qué significa que allí donde ni el deseo ni el traba-
jo, ni la violencia recíproca -lucha entre individuos, re>
volución- alcanzan, llega en cambio el lenguaje?
El lenguaje mostraba su impotencia en el despunte
mismo del espíritu, en la constitución de las autocons-
ciencias enfrentadas en la lucha. Vimos que éstas df"bían
222 223
III DEL PERDON miento. Y el lector, el otro, el oyente, pudieron certificar
respecto a la adecuación entre su propio convencimiento
y la verdad. Ella sabe entonces que ha realizado cuanto
podía pedirse de ella en vista a constituir un acto moral
absoluto: al convencimiento añadió lenguaje; a la acción,
moralidad. Añadió moralidad a la acción, logrando con-
vencimiento; lenguaje al convencimiento, logrando así co-
municación nivelada con el otro. Pero hete aquí que in-
terioriza en su conciencia ese movimiento y se convierte
en alma beUa que sabe que lo que hace procede de un
absoluto divino que se le revela en palabras comunica-
bles. Dios está en ella, presente inmediatamente a su cons-
ciencia y revelado a través de las acciones que derivan
l. de su «genialidad moral» y de las palabras que comunica
a la comunidad perfecta de almas bellas. Se trata de un
«servicio divino solitario» que es al mismo tiempo «el ser-
Aquella conciencia activa que sabía que hacía lo que vicio divino de una comunidad». Todos los miembros de
debía era, aún, una conciencia muda. Se le exigía que su la comunidad de almas bellas se aseguran mutuamente
íntima conciencia de si misma se hiciera visible y patente, «la delicadeza de sus conciencias y de sus buenas inten-
que su interior se hiciera exterior. Para lo cual se decidió ciones». Todos ellos se" saben unos a otros corazones pu-
-como al principio con la certeza sensible- interrogar- ros, inmaculados, almas bellas, todos saben unos de otros
la. Se le pidió que diera expresión a su experiencia de la que hacen su propio convencimiento moral y dicen la voz
acción moral convencida. El alma activa finalmente con- interior del Dios que en ellos se revela. «Dios está presen-
fesó. Al confesar, al elevar a lenguaje su experiencia del te en su espíritu y en su corazón, en su Símismo.» La pa-
convencimiento, la particularidad sospechada de su yo labra es en ellos «el verbo de la comunidad que dice su
-sospechada por cualquiera que no fuese ella- se ele- propio espíritu». De este modo «la conciencia de sí se ha
vó a universalidad. Entonces la universaHdad que ella es- retirado a su intimidad más profunda». Tan profunda es
taba convencida de poseer tuvo un refrendo y una posi- esa intimidad, que la conciencia parece desaparecer en
bilidad de contraste: dijo a luz pública lo que hacía y esa presencia viva de Dios a través de sus palabras y sus
por qué hacía lo que hacía. Publicó su acción moral. Esa acciones, de manera que esas obras parecen proceder in-
publicación de la acción moral en forma de confesión mediatamente de un Otro que es, sin embargo, presencia
elevó la conciencia convencida a la majestad elevada del y patencia; un Dios atrapado en la conciencia, que sin
alma bella capaz de confesarse. De la conciencia conven- embargo conserva esa conciencia. Alcanzamos así una fi-
cida «para ella» se pudo pasar, mediante confesión lin- gura, el alma bella, que evoca la de la consciencia des-
güística, mediante publicación, al texto de ese convenci- venturada, pero cuyo drama y desdoblamiento se opera
224 225
8. - LENCUAJB DEL PI!R.IlÓN
en el seno de sf misma, en su intimidad, en el abismo del 2.
propio yo.'
¿Qué le falta a la alma bella para ser espíritu recon-
ciliado? Tiene aparentemente cuantos rasgos ha de tener, En el texto frankfurtiano quedó claro que al alma bella
lenguaje y acción comunitarios, reconocimiento, presen- le faltaba el momento de la acción. Superando la duali-
cia del absoluto. ¿Por qué, pues, Hegel no sitúa el alma dad de quien actúa y de quien sufre pasivamente, era sin
bella en la cúspide espiritual sino en el umbral mismo de embargo una figura que no se mancillaba; ninguna heri-
esa cúspide? da podía salir de sus manos; y sin embargo interioriza-
Una primera respuesta viene dada por el propio He- ba todas las agresiones que sobre ella podían perpetrar-
gel: se. Ahora Hegel es rotundo en su crítica del alma bella.
Al alma bella ele falta la fuerza de alienarse, la fuer- Pese a las cbuenas acciones• que derivan de su conven-
za de hacerse cosa y soportar el ser. La conciencia vive cimiento moral, le falta abandonarse a la diferencia y ha-
en la angustia de mancillar el esplendor de su interiori- cerse cosa, enajenarse en los otros, en vez de preservar
dad por la acción y el ser ahí, y para preservar la pureza un refugio a su belleza en la comunidad conventual de al-
de su corazón huye del contacto de la efectividad y per- mas bellas. Lo que le reprocha Hegel es precisamente su
siste en la impotencia obstinada, impotencia a renunciar incapacidad por exponerse a mancillarse mediante ac-
a su Símismo depurado hasta el supremo grado de abs- ción. Con lo cual adelanta Hegel la principal tesis sobre
tracción, a darse sustancialidad, a transformar su pensa- la acción de toda la Fenomenología: toda acción, por fini-
miento en ser y a confiarse en la diferencia absoluta».2 ta, es culpable y pecaminosa; pero por lo mismo es nece-
Lo que Hegel estuvo a punto de decir en Frankfurt saria.3 Sólo el sujeto que actúa, que agrede y contra-agre-
respecto al alma bella, sin atreverse a decirlo, emerge en de, puede alcanzar reconciliación, perdón, resurrección
este texto con toda su fuerza y dramatismo. Se trata, pues, en el cuerpo verdadero del espíritu. Hay, pues, que ensu-
de ver esta inflexión de significado que se produce cuan- ciarse las manos. Herir, ser herido, agredir, ser agredido.
do, en la Fenomenologia, reaparece el alma bella previa- Pero no cabe situarse fuera del mundo, despedirse bella-
mente tratada en los escritos frankfurtianos. mente del mundo al modo de Novalis, evaporarse de este
mundo suavemente.
l. El alma bella, edición alemana, págs. 364-365 (Das Gewissen El alma bella, perdida en la contemplación de sí mis-
a~o, in der Majestiit seiner Erhabenheit ... etc.). ma, pierde, pues, de vista el mundo, el campo de lucha
2. Es fehlt ihm die Kraft der Entiiusserung, die Kraft sich de la verdadera acción, el campo de referencia de la ver-
zum Dinge zu machen, und das Sein zu ertragen. Es lebt in der
Angst die Herrlichkeit seines Innern durch Handlung und Dasein dadera confesión lingüística. No es, pues, el alma bella
zu befleckett, und um die Reinheit seines Herzens zu bewahren. la que proporcionará la conciliación espiritual, no es en
flicht es die BerührÜng der Wirklichkeit, und beharrt in der ei-
gensimzigen Kraftlosigkeit, seinem zur letzten Abstraktion zuge. 3. La conciencia activa finalmente confiesa su mal y dice:
spitzten Selbst zz~ entsagen, und sich Substantialitiit zu geben, esto es lo que soy, Jch bin's. Reconoce pues el carácter finito y Ji.
oder sein Denken in sein zu verwandeln, und sich dem absoluten mitado de su acción; y reconoce que ese carácter es inherente a
Untersichiede anzuvertrauen (edición alemana, pág. 366). toda acción.
226 227
el alma bella donde alcanzaremos el acto moral consu- 3.
mado. El alma bella, en su patencia de lo divino, propor-
ciona uno de los dos aspectos de ese acto. Pero falta el Toda acción, en razón de que siempre es finita, puede
momento del chacerse cosa» y del cperderse en la dife- ser determinada negativamente, puede ser juzgada. Así,
rencia». Falta de nuevo la presencia de la conciencia ac- hasta la más grande acción del más grande de los hom-
tiva y convencida. A ésta hay que probar su convenci- bres, puede ser denunciada desde una conciencia que per-
miento, al alma bella es preciso arrancarla de su aisla- ciba móviles reales como egoísmo, afán de gloria, fama y
miento. De aquélla debe conservarse la finitud de la ac- vanidad. Ninguna acción puede librarse de algún juicio
ción, de ésta la universalidad divina de la presencia. Am- verdadero. La evaluación moral de una acción lleva, en
bas aparecen de pronto enfrentadas, en una pelea final consecuencia, a contrastar el convencimiento moral del
que es el prólogo de la definitiva conciliación. Ambas lu- sujeto de la acción con el juicio externo que puede re-
chan en el seno de la misma conciencia. El alma bella caer sobre esa acción y que, de rebote, recaerá sobre el
baja al mundo y juzga la maldad de las acciones peca- sujeto en términos de hipocresía moral. Alguien dice ha-
minosas y finitas de la conciencia activa. esta interiori- cer lo que hace para cumplir con su deber; en realidad
za ese juicio y espera algo recíproco del alma bella. Y sin lo que quiere es enriquecerse, o halagar su vanidad, o dar
embargo no encuentra, por respuesta, otra cosa que el rienda suelta a su ambición; dice defender su propiedad
empecinamiento del alma bella en su juicio, en la dureza y trabajarla para dar bienestar a su familia, a sus hijos;
de corazón de su juicio. El alma bella es entonces cora- en realidad hace lo que hace de tal manera que ese tra-
zón duro. l!ste es, dice Hegel, el máximo calvario del es- bajo implica violación de derechos de los demás y atro-
pfritu.4 pello. Nadie que actúe puede no estar expuesto a juicio.
Todo el que actúa es culpable; inocente sólo lo es la pie-
dra, pues alU donde hay vida hay culpa; ni siquiera una
planta es inocente. El hecho sólo de nacer nos hace in-
gresar en el pecado original, cel delito mayor es haber na-
4. El corazón duro termina separado de la comunidad. Es cido». La conciencia activa, en tanto es activa, peca. En-
el momento de máxima rebeldía del espíritu. Acaba en la locura. tonces ¿cómo puede reputarse moral? ¿Cómo puede li-
Es interesante esta conexión: más allá de la revolución, en el brarse de hipocresía? ¿Hay algún modo humano de actuar
seno del orden postrevolucíonario, la negación del espíritu co- moralmente y, sin embargo, trascender el juicio moral
munitario, la rebelión característica de una consciencia crítica o
judícativa se determina como locura. Más allá de la experiencia
condenatorio?
de la muerte absoluta, el mal se presenta, en el seno de la expe- Sólo hay un modo humano de lograrlo, al decir de He-
riencia moral que asume la condición mortal, como locura. Es gel, a saber, asumiendo el juicio externo del otro sobre
el momento de rebeldía del espíritu contra la moralidad de los uno mismo, interiorizando el juicio en forma de concien-
sujetos que se autodetenninan. Al terror sigue, pues, la concien. cia de culpa, responsabilizándose de ella, autodetermindn-
cia juzgante; y a ésta el terrorismo del corazón duro, último ava-
tar del alma bella y de toda inteligencia que no quiere cpartici- dose desde ella, mediatizando, por tanto, la acción moral
par• en el juego comunitario. con la conciencia de culpa y de pecado. Pero sobre todo
228 229
confesando, mediante enunciación, esa conciencia de cul- EPlLOGO
pa y de pecado. La acción moral exige un acto lingüísti-
co, a saber: pedir perdón.
Silenciosamente ha deslizado Hegel aquí la problemá-
tica moral frankfurtiana, añadiendo un paso decisivo. Esa
mutua petición de perdón por la finitud de la acción de
cada uno (por el autoreconocimiento del crimen perpe-
trado con cada acción) constituye el marco adecuado
para consumar el acto amoroso. El marco moral se ha
perfeccionado. Pero la dimensión física, vital y sustancial
del amor se ha perdido para siempre.
Hegel ha avanzado así en la comprensión del amor al
plantear, con mayor fuerza que en Frankfurt, el tema del
perdón de los pecados. Ahora no tiene por sujeto un En ese entretejido lingüístico en el que las conciencias
alma bella que carga con todas las culpas sobre sus espal- mutuamente reconocen a la vez la necesidad de la acción
das. Ahora Hegel plantea este problema en el seno de la y la culpa o limitación contraída en esa acción, en ese
relación intersubjetiva plenamente constituida a través lenguaje del perdón logra alcanzarse la dimensión _moral
del despliegue espiritual, de la relación laboral, de la re- del amor de la cual se espera brote y se deterrmne su
lación violenta y de la relación lingüística. En el acto de dimensió~ sustancial, concreta, cívico-política. El sujeto,
decirse unos a otros cperdón», en el acto de interiorizar que asume su naturaleza colectiva, determina desde sf el
la conciencia judicial, en el acto confesional-lingüístico orden intersubjetiva en el cual sustentarse. Ese orden
se alcanza, por la vía del lenguaje, una conciliación de to tiene en el lenguaje conciliador su soporte fund~mental.
dos con todos que es premisa y presupuesto de convi- En el lenguaje del perdón consigue He~el pr?duc1~ lo 5us-
vencia, principio de ordenación de la ciudad nacida de tancial desde el sujeto, restaurar la umdad mmed1ata del
las cenizas de la guerra civil revolucionaria y del terror. sujeto y de su mundo, convenienteme~te ~ediada por
El amor conciliador aparece, púdicamente silenciado, en todo el desgarramiento cultural-revoluc10nano del espí-
este final del Espíritu de la Fenometzologia hegeliana. Pero ritu extrañado de sí.
ese amor, al perder toda sustentación en diferencias físi- De hecho logra Hegel, de esta suerte, determinar mo-
cas y positivas, se ha sublimado y volatilizado tanto, que ralmente el amor, aun cuando no hable explícitamente
no es propiamente amor sino razón, lógos, premisa del sa- de amor en este capítulo sobre la Moralidad. Retoman-
ber absoluto. do el hilo de sus problemas frankfurtianos podríamos de-
Hegel ha profundizado en la dimensión ética y cívica cir que alcanza, en el sujeto moral, un marco desde don-
del amor al precio de sustraerle su carga física, vital y de pensar el amor desde y a partir la consumación de la
pasional. Ha sacrificado la dimensión estética (sensible) entelequia de acción-lenguaje en que se resuelve el ac~o
del amor para poder conceptuar la reconciliación moral. intersubjetiva reconciliador. En la palabra-acto de dectr-
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nos cperdón• unos a otros logramos a la vez interiorizar patentice las marcas y las diferencias naturales y sexua-
la culpa y comprender la necesidad de la acción, con su les en que sustentar el movimiento amoroso.
corolario de agresión y contra-agresión. Ese acto-palabra La dimensión moral del amor, con ser fundamental e
que se materializa en la petición de perdón puede consti- insoslayable, no agota enteramente la cuestión amorosa.
tuir el soporte firme desde donde construir un orden cí- La dimensión ftsica y pasional debe ser pensada y deter-
vico-político. Podría decirse (casi en sentido maragallia- minada a la vez que esta dimensión moral conciliadora.
no) que el lenguaje del perdón pone las bases constructi- Y en idéntico rango jerárquico. O mejor: en una concep-
vas de una cciudad del perdón• en la que desplegarse el ción sintética en donde ambas dimensiones logren unifi-
amor en su dimensión moral y cívica, el •amor cívico». carse. En Hegel prevalece el amor-razón (amor-acción y
Pero con ello la csuperación» de la dimensión físico- amor-lenguaje) sobre el amor-pasión (en todas sus varian-
inmediata del amor, la dimensión sustancial, vital, físico- tes, amor físico, enamoramiento anímico, amor-pasión
anímica, ligada a sexualidad, a sensación y a pasión, se propiamente dicho). Naturaleza y alma son momentos su-
ha consumado. Hegel reintroduce implícitamente el amor, perados y evanescentes del único sujeto metafísico, que
de forma velada, en la síntesis espiritual-comunitaria, pero es el espíritu. Por lo mismo, amor físico y amor-pasión
a costa del sacrificio de la fysis. La asunción metafísica son momentos superados y evanescentes de la síntesis mo-
de lo natural y de lo vital a inmediatez e indetermina- ral del amor racional cívico. En última instancia toda la
ción, la radical tergiversación metafísica hegeliana de lo unilateralidad hegeliana radica en haber subordinado de
cabstracto» y de lo «Concreto» (fundamento de su idea- forma injustificada naturaleza y alma a espíritu. Superar
lismo) alcanza así su monto de parcialidad más evidente. a Hegel significa erigir como sujeto antropológico y feno-
Queda, sin embargo, en el seno de esa unilateralidad, menológico desde donde plantear la cuestión metafísica
trabajado un concepto imposible de soslayar, el amor en el Alma en su doble dimensión natural, carnal y abierta
su dimensión moral, el amor en su formulación comuni- a lo espiritual (a la cuestión metafísica).'
taria, concebido lúcidamente como lenguaje conciliador,
como lenguaje del perdón, superador del cmal» (moral)
entendido como dureza del corazón y cierre verbal a la
apertura confesional. l. Este texto insinúa tan sólo estos conceptos constructivos
Hay que decir que esa determinación moral del amor desde los cuales la crítica a Hegel cobra toda su fuerza. En el
es el gran logro de Hegel en el dominio de:: su reflexión texto, de próxima publicación, El pensamiento de loan Maragall,
sobre el amor. Los compromisos ontológicos contraídos establezco el marco conceptual desde el cual puede efectuarse di.
cha crítica. A él me remito para una completa comprensión de
para soportar esa elaboración quedan, desde este pul'ztO lo que en este epílogo insinúo. En el Tratado de la. pasión trabajé
de vista, parcialmente justificados. la dimensión pasional del amor; en este libro he elaborado, a la
Pero esos compromisos determinan el elevadísimo pre- luz del planteamiento hegeliano, la dimensión moral; en el texto
cio, a todas luces innecesario, que se paga para consu- sobre El pensamiento de loan Maragall sintetizo ambos plantea.
mientns, esbozando el marco antropológico y ontológico desde el
marse esa formulación: el sacrificio absoluto del amor cual es posible pensar esa síntesis. El concepto central es el con-
ffsico y anímico, la demolición de toda inmediatez que cepto de Alma.
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INDICE
Prefacio 15
Primera parte
El problema de la acción . 17
I Del amor. 19
II Del crimen 32
111 De la familia . 54
IV De la guerra entre familias . 72
Segunda parte
El problema de la libertad . 81
1 Del deseo. 83
II Del poder . 105
Tercera parte
Tragedia y acción . 119
1 De la armonía 126
II De la tragedia 142
COLECCióN ARGUMENTOS
Cuarta parte
El problema de la riqueza . 157 1 Hans M~~g~~Ua Enzenaberpr
I De la riqueza de las naciones 164 Detalles
II De la abyección . 175 2 Roger v..n...t
Lacios. Teoria del libertino
Quinta parte 3 Georpa Mounln
El lenguaje del perdón . 193 Saussure. Presentación y textos
4 B•rrlngton Moore, Jr.
J De la acción moral 205
Poder poUtlco y teoria social
II Del lenguaje 214
5 holo C.ruao
III Del perdón 224
Conversaciones con L'vi..Strauss, Foucault y Lacan
Epílogo 6 Roger Mucchlelll
231
Introducción a la palcologia estructural
7 JOrgen Hllberrnaa
Respuestas a Marcuse
8 Anclr6 GluckamMn
El Discurso de la Guerra
9 Georpa Mounln
Claves para la llngOlstlca
1O Marthe Robert
Acerca de Kaflca. Acerca de Freud
11 Wllhelm Relch
Relch habla de Freud
12 Edmuncl lMch
Un mundo en explosión
13 Tlmothy R•laon
Los padres fundadores de la ciencia social
14 Renato de Fusco
Arquitectura como • masa medlum•
Prólogo de Oriol Bohlgas
f5 Je•n-Michel P•lmler
Introducción a Wllhelm Relch.
Ensayo sobre el nacimiento del freudo-marxlsmo
Prólogo de Ramón Garcla