Resumen Edipo Rey - Obra
Resumen Edipo Rey - Obra
Resumen Edipo Rey - Obra
Edipo Rey de Sófocles es una de las obras clásicas del teatro griego,
cuya importancia es capital para la civilización occidental. Además de
constituir una pieza maestra desde el punto de vista teatral, Edipo
Rey representa una serie de conflictos humanos y valores sociales
que son considerados arquetípicos desde el punto de vista psicológico
y sociológico. Veamos de qué se trata.
Personajes
Edipo, rey de Tebas
Un sacerdote de Zeus
Creonte, cuñado de Edipo
Coro de ancianos tebanos
Corifeo
Tiresias, adivino
Yocasta, reina de Tebas
Un mensajero
Un pastor, criado de Layo
Otro mensajero
Análisis
Como género dramático Edipo rey es, ante todo, una tragedia. Por
principio, la trama gira en torno a un elemento fundamental: el ser
humano no puede escapar de su destino. Sea del tipo que sea, el
destino se representa en la cultura griega como un sino ineludible,
inevitable. Conozcamos ahora cómo Sófocles construye esta idea
para haberse convertido en una obra referencial no solo de la Antigua
Grecia, sino de la civilización.
Estructura
La obra de Edipo Rey se estructura en un solo acto, respetando el
principio de unidad de tiempo y unidad de acción, del cual Aristóteles
hablara en su poética. Aunque la obra contiene ocho episodios, todos
estos se suceden y concatenan uno con el otro en una sola línea
temporal.
Destino y conocimiento
Hemos dicho que la tragedia griega se fundamenta en la
representación del destino como un sino ineludible. Es eso lo que
experimentan tanto Edipo como Layo y Yocasta. Cada uno de ellos, al
conocer el oráculo, ponen todo su esfuerzo en torcer su fortuna y
evitar el desenlace terrible. Al hacerlo, apenas se aseguran que todo
ocurra tal como ha sido profetizado. Habrá quienes, en el mundo de la
psicología, llamen a esto "profecía autocumplida".
Sófocles
Sófocles es un dramaturgo griego que nació en Colono en 496 y murió
en Atenas en 406 a.C. Destacó en la escritura del género teatral
conocido como “tragedia”, gracias a lo que ganó más de una docena
de competencias dramatúrgicas celebradas durante las fiestas
dionisíacas.
De qué se trata
El destino inevitable
El destino de Edipo, presentado de manera tan drástica por Sófocles, ha conmovido a
los lectores y espectadores teatrales durante siglos, ya que toca las cuestiones
fundamentales de la humanidad. Edipo es abandonado de niño por sus padres porque
quieren escaparse del cumplimiento de un mal oráculo. Ignorante de su origen, el niño
sobrevive y crece como el heredero de una casa real vecina y pronto recibe la misma
profecía divina. Precisamente su desesperado intento de huir de esta maldición hace que
Edipo, sin sospechar nada, se convierta en el asesino de su padre y el esposo de su
madre. Gracias a sus facultades sobresalientes, al final tiene que descubrirse a sí mismo.
En la obra Sófocles no solo hace que la voluntad de los dioses triunfe sobre la
intervención humana, sino que también evidencia los límites de la cognición humana:
incluso el más brillante entre los hombres solo al final se dará cuenta de su propio papel
central en el desarrollo de esta tragedia. La cuestión de hasta qué punto nuestro libre
albedrío nos permite actuar libremente frente a los acontecimientos fatales conmueve
también al hombre moderno. Muchos de los temas que se abordan en Edipo rey siguen
siendo actuales hoy día, o mejor dicho, son eternos.
Ideas fundamentales
Edipo rey es uno de los dramas más importantes de la historia cultural occidental y es
considerado la obra principal de Sófocles.
Aristóteles describió esta obra como el ejemplo ideal de tragedia.
La obra se basa en el mito de Edipo, a quien le profetizaron que mataría a su padre y
tendría hijos con su madre.
Al inicio de la tragedia, la ciudad de Tebas, de la que Edipo es rey, se encuentra
agobiada por una maldición divina.
Como condición para levantar la maldición, el oráculo de Delfos exige la condenación
del asesino de Layo, el rey anterior.
Edipo, sucesor de Layo y esposo de su viuda Yocasta, inicia de inmediato una extensa
investigación para dar con el asesino.
Edipo piensa que es hijo de la pareja real de Corinto.
Cuando surgen dudas sobre su origen, varias personas tratan de impedir que Edipo siga
buscando a sus verdaderos antepasados.
Pero Edipo insiste implacablemente en el esclarecimiento de la verdad. Finalmente, se
entera de que es hijo de Layo, a quien mató en una pelea sin conocerlo.
Yocasta no soporta la vergüenza de ser al mismo tiempo la madre y la esposa de Edipo
y se ahorca.
Edipo se saca él mismo los ojos porque ya no puede ver su vergüenza y su presunta
culpa ante la verdad revelada.
Esta tragedia de Sófocles ha conmovido durante siglos el corazón de las personas y se
sigue representando regularmente hasta la fecha.
Resumen
La maldición sobre Tebas
El rey Edipo sale de su palacio en Tebas y se encuentra con una muchedumbre
encabezada por un sacerdote que le pide que remedie la plaga que pesa sobre Tebas
como maldición divina, ya que, desde que Edipo liberó a la ciudad de un monstruo, la
Esfinge, tiene la fama de ser el mejor y más brillante de los hombres y que por ello,
además, es evidente que disfruta de la ayuda de los dioses. Edipo replica que ya ha
enviado a su cuñado Creonte al oráculo de Delfos para que averigüe cómo puede
eliminar la maldición. Poco después se presenta Creonte, quien recuenta que en Delfos
recibió la respuesta del dios Apolo a su clamor: la maldición que asola a Tebas y a su
pueblo se levantará tan pronto como el asesino de Layo, que todavía se encuentra en el
país, sea localizado y haya sido ejecutado o desterrado de Tebas. Layo fue el predecesor
de Edipo en el trono real.
“¡Oh hijos, descendencia joven del antiguo Cadmo! / ¿Por qué estáis aquí sentados en esta
plaza / en actitud suplicante adornados con ramas? / La ciudad está llena de incienso, a la vez
que de cantos de súplica y gemidos. / Hijos, puesto que no considero justo enterarme de esto /
por mensajeros, o por otros, he venido en persona, yo, / el llamado Edipo, famoso entre
todos””.
Cuando Edipo llegó a Tebas, resolvió el acertijo que planteó la Esfinge y liberó a la
ciudad del terrorismo de esta bestia. En agradecimiento por la liberación, los tebanos
convirtieron a Edipo en el heredero del trono del rey Layo, que había sido asesinado
recientemente. Edipo tomó como esposa a su viuda Yocasta. Con el correr de los años,
procreó cuatro hijos con ella. Ahora, de repente, la ciudad parece estar bajo una
maldición.
“¡Ea, oh el mejor de los mortales! ¡Endereza la ciudad! / ¡Ea! Ayuda y protégete, porque esta
tierra ahora / te elogia como su salvador por lo que lograste antaño””.
“Hablas con razón. Pero ningún hombre podría / obligar a los dioses a algo que no quieran””.
Edipo rechaza esta acusación como una provocación. Tiresias le dice, además, que vive
en incesto con Yocasta. En consecuencia, Edipo sospecha de una conspiración de
Creonte para derrocarlo. Pone en duda el don visionario de Tiresias: después de todo, a
pesar de sus habilidades, Tiresias no había logrado liberar a la ciudad de la Esfinge, sino
que fue él mismo, Edipo, quien lo había conseguido. Tiresias responde a Edipo que es él
quien está verdaderamente ciego y le pronostica un amargo final. El vidente se va y deja
la profecía de que el asesino de Layo es alguien nacido en Tebas, que es culpable de
parricidio e incesto y que eso se revelará ese mismo día. Pero incluso el coro no le da
crédito; después de todo, Edipo liberó a los ciudadanos de la Esfinge y se aferran a él en
tanto no se pruebe claramente su culpabilidad. Además, no pueden imaginar cómo un
hombre con tanta inteligencia y virtud, como lo es Edipo, podría ser condenado por
semejante atrocidad.
“¡Ay, ay! ¡Qué malo es saber cuando eso no es provechoso / para el que sabe! Yo lo sabía
bien, pero / lo olvidé. De lo contrario, no habría venido aquí””.
Entonces, aparece Yocasta para mediar en el pleito entre su esposo y su hermano. Tanto
ella como el coro le piden a Edipo que cese su ataque contra Creonte. Pero Yocasta
también quiere saber qué provocó toda la disputa. Edipo le relata la acusación del
vidente y sus sospechas sobre Creonte. A lo cual Yocasta le asegura que el arte de la
profecía humana no es confiable. Le admite que también a su anterior esposo Layo le
habían profetizado que lo mataría su hijo; en cambio, lo habían matado unos ladrones en
un cruce de caminos. Añade que el hijo, al que la pareja real había abandonado en aquel
entonces por temor al oráculo, de todos modos no habría podido sobrevivir con los pies
atravesados y atados. Así evitaron que fuera parricida.
“Yo no quiero afligirme a mí mismo ni a ti. ¿Por qué / indagas en vano? Por mí no te
enterarás””.
“Después de esto, solo ultraja a Creonte, lanza a mi boca / inmundicias: ningún mortal será
aniquilado peor que tú””.
Yocasta quiere dar por satisfecha la investigación, pero Edipo insiste en mandar llamar
a ese sirviente. Por propio deseo, a ese sirviente lo habían empleado como pastor muy
lejos de la ciudad después de que Edipo sucediera a Layo. Entonces aparece otra vez el
coro, que habla en defensa de la omnipotencia de los dioses: con toda seguridad, un
criminal no podría escapar de su justo castigo. En caso contrario, sería inútil servir a los
dioses. Si la predicción de los dioses hecha a través del oráculo con respecto a Layo no
se cumpliera, eso significaría una desgraciada pérdida de poder para los dioses.
Mensaje de Corinto
Se presenta un mensajero de Corinto y le anuncia a Edipo que los corintios quieren
designarlo rey, ya que su padre Pólibo ha muerto a causa de su vejez. Yocasta está
encantada, porque ahora Edipo ya no tiene que temer el parricidio profetizado. En
general, piensa, las predicciones de los videntes resultarían cada vez más engañosas y
sin sentido. Pero Edipo aun teme que, en Corinto, al menos pueda perpetrar incesto con
su madre Mérope. El mensajero de Corinto le explica que él no es hijo biológico de la
pareja real. Relata que fue él mismo quien, en ese entonces, llevó al bebé Edipo con la
pareja sin hijos. Al niño se lo había dado un pastor, un criado de Layo. Según se
comprobó, se trata del mismo pastor al que Edipo había mandado llamar y que fue el
único que sobrevivió a la lucha en la que Layo perdió la vida. Yocasta le implora a
Edipo que no prosiga con el asunto; pero él insiste en traer claridad sobre su origen y
ella entra apurada al palacio. El coro expresa la esperanza de que el origen de Edipo sea
noble, incluso quizá divino.
El escalofriante final
Un criado informa lo sucedido en el palacio real de Tebas después de estas revelaciones:
Yocasta se suicidó. Corrió hacia el palacio, desesperada y tirando de sus cabellos se
dirigió hacia el dormitorio y cerró la puerta tras de sí. Ahí, le reclamó su destino al
difunto Layo. Después, Edipo entró en el palacio con gran agitación, exigió una espada
y preguntó por Yocasta. Ninguno de los hombres quiso darle información, pero los
dioses deben haberle mostrado el camino. Impetuosamente abrió la doble puerta del
dormitorio y allí encontró a Yocasta, ahorcada. Con un fuerte grito, soltó a la mujer de
la cuerda y la tendió en el suelo. Después tomó los broches de oro de su túnica y se sacó
los ojos con ellos. Gritó que sus ojos ya no podían ver el mal que se había cernido sobre
él y que él mismo había causado. Una y otra vez se picó los ojos hasta que la sangre le
corría a raudales por la barba. Edipo y Yocasta fueron alguna vez realmente felices,
comenta el criado, pero ahora solo les ha quedado la deshonra y el sufrimiento.
“Es evidente que en el odio cedes; pero será difícil para ti / cuando pase la ira: las naturalezas
como la tuya / son, con razón, a las que más les duele soportarse a sí mismas””.
El ciego Edipo es conducido fuera del palacio. Acatando su propio veredicto sobre el
asesino de Layo, Edipo exige ahora que lo expulsen de Tebas. El coro se lamenta al ver
a Edipo que se había infligido sufrimiento adicional cegándose a sí mismo. Edipo
insiste en que no tenía otra opción y preferiría también ser sordo. Cuando aparece
Creonte, que mientras tanto se ha apoderado del gobierno de Tebas, Edipo le pide que lo
destierre del país. Pero Creonte quiere esperar primero el veredicto del dios Apolo.
Edipo le pide que cuide a sus dos hijas, Antígona e Ismene; sus hijos podrían cuidarse
a sí mismos, pues son hombres. Cuando Creonte le lleva a las niñas, Edipo las abraza y
lamenta su destino deshonroso, antes de que las conduzcan de regreso a casa.
“¡Ay de mí! Parece que acabo de implicarme a mí mismo, / sin saberlo, en terribles
maldiciones””.
El coro advierte que se reflexione sobre el destino de Edipo, quien pudo resolver el
enigma de la Esfinge, obtuvo mucho poder, fue envidiado por todos y ahora ha tenido
que sufrir semejante desgracia. Ningún mortal debería considerarse dichoso hasta que
llegue al final su vida sin haber sufrido.
Planteamientos de interpretación
Antecedentes históricos
La cuna del teatro en Europa
Los fundamentos del drama, tal como los establecieron los antiguos griegos, determinan
parcialmente hasta hoy las convenciones del teatro en el ámbito cultural occidental. Los
comienzos de esta forma de literatura se pueden encontrar en las festividades religiosas
en el marco del culto a Dionisio. Estas fiestas estaban marcadas, al principio, por danzas
y cantos, y más tarde, por recitaciones dramáticas. Se dice que en el siglo VI a. de C. el
griego Tespis desarrolló por primera vez los elementos de la tragedia para estas
ocasiones festivas. Él enfrentó al coro con un actor y, así, abrió la posibilidad de un
diálogo y una acción dramática; el poeta Esquilo introdujo un segundo actor en las
escenas, y Sófocles, después, incluso un tercero. Desde el punto de vista temporal, este
último se encuentra entre los otros dos grandes dramaturgos griegos, Esquilo
y Eurípides.
Origen
Según el poeta Homero, ya alrededor de 800 a. de C. los griegos conocían, en general,
la historia de Edipo. Más tarde los tres grandes poetas griegos escribieron dramas al
respecto, pero solo se ha conservado la trilogía de Edipo de Sófocles. La tragedia
de Edipo rey es la primera parte de la trilogía, pero solo se representó como segunda
obra. Varios años antes se había representado Antígona, cuyo contenido representa la
conclusión de la trilogía. La parte de en medio es Edipo en Colono, que describe el asilo
de Edipo en Atenas. En la competencia de poetas Sófocles presentó 30 veces la
tetralogía de obras prescrita por los estatutos de la competencia y por lo menos 18 veces
ganó el primer lugar. Nunca quedó en tercero, es decir, nunca fue el último; sin
embargo, con Edipo rey solo ocupó el segundo lugar. Se dice que Sófocles escribió en
total 123 obras, pero solo siete de sus tragedias se conservaron íntegras. Una razón de la
pérdida de la mayoría de los dramas es que estos se representaban una sola vez en el
marco de las festividades en honor del dios Dionisio. Es posible que en el prólogo
de Edipo rey se encuentre una alusión a la peste que devastó a Atenas en el año 430 a.
de C. y en la que el estadista Pericles, que era amigo de Sófocles, murió en 429 a. de C.
Hasta hoy no hay información confiable sobre la fecha exacta de la representación de la
tragedia.
Sobre el autor
Sófocles nació en 497 o 496 a. de C. en la aldea de Colono, cerca de Atenas. Su figura
es el centro de numerosas leyendas. Hasta nuestros días solo han llegado pocos datos
biográficos confiables sobre el curso de su vida relativamente larga para esa época. Su
padre Sófilo era un rico fabricante de armas y Sófocles recibió una buena educación. A
causa de su estatura, su habilidad atlética y su talento musical, supuestamente interpretó
de adolescente la canción de acción de gracias con motivo de la victoria de los griegos
sobre los persas en la batalla naval de Salamina en el año 480 a. de C. En 471 o 470 a.
de C., presentó sus primeros cuatro dramas para la competencia de poetas en las
festividades dionisiacas y, en el primer intento, obtuvo el segundo lugar. En 468 a. de
C., ganó por primera vez esta competencia, y lo logró en comparación directa con el
famoso Esquilo. Por su edad y sus convicciones, Sófocles se encuentra entre Esquilo y
Eurípides, el último de los tres grandes poetas. Con Esquilo, Sófocles aprendió, según
su propia admisión, la escritura de las obras. Al parecer escribió unos 130 dramas, de
los cuales, sin embargo, se conservan muy pocos, entre ellos, la trilogía tebana
de Antígona, Edipo rey y Edipo en Colono.