El Aborto Provocado
El Aborto Provocado
El Aborto Provocado
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Muchos de los que escriben y predican sobre asuntos de ética médica, por no
ser médicos, no han vivido la intimidad del problema. Por eso, de ordinario, su
enfoque es hecho con lente especulativa. No hay que olvidar, a propósito, que
el moralista, para ser imparcial, debe acudir a los hechos y analizarlos en su
dimensión existencial, en su cruda realidad. Para quienes ejercemos la
medicina, en especial la ginecobstetricia, el embarazo indeseado y todos los
conflictos que de él se derivan tienen connotaciones particularmente humanas
que nos colocan en situación de privilegio para analizar con autoridad el tema.
La solicitud de aborto, que suele ser el paso siguiente cuando se hace evidente
una gestación indeseada, no sólo enriquece nuestra experiencia sino que
también pone a prueba nuestro buen juicio y la consistencia de los valores y
principios morales que nos acompañan.
Aspectos sociales
Se sabe que las complicaciones del aborto inducido, sobre todo las
relacionadas con sepsis, suelen adquirir una gravedad inusitada. La
pelviperitonitis, la peritonitis generalizada y el choque séptico, no sólo cobran a
su favor muchas vidas, sino que, para evitar que sean más, obligan a que se
disponga de onerosos recursos médico - quirúrgicos67.
El conflicto de conciencia de que he hablado gira alrededor del valor que pueda
concedérsele al ser humano en cierne: ¿ Es éste una vida humana? ¿Debe
asignársele un status o estatuto moral según la etapa de su desarrollo?
Intentemos encontrar respuesta a tan delicados interrogantes.
La ética médica que sigue una línea ortodoxa conservadora -y que podría
llamarse hipocrática- reposa en el principio de respetar la vida humana desde
sus inicios. Inevitablemente surge aquí otra pregunta: ¿En qué momento se
inicia la vida humana? No es difícil aceptar que es éste el quid del problema.
De ahí que a tal interrogante se le hayan dado múltiples respuestas algunas
tratando de hermanar lo biológico con lo ético, que es lo que pretende hoy la
bioética. Ante la incapacidad de la biología para despejar satisfactoriamente
esa tremenda duda, la filosofía ha acudido en su ayuda. No se piense, por eso,
que el asunto ya está resuelto.
Según este criterio biológico1 Grobstein acepta que sólo cuando se llega a los
periodos 4 y 5 el feto ha adquirido sus plenos derechos. Cuando se alcanza la
viabilidad, es decir, la capacidad para sobrevivir desconectado de la placenta1
se adquiere status o valor social. Como vemos, tal enfoque se presta para
alimentar el pluralismo ético que existe en torno del aborto. Como dicen C.
Wood y A. Westmore: "El status ético del embrión en sus primeras etapas está
determinado por la conciencia y el estado intelectual y emocional de cada
persona"21. El filósofo Daniel Callahan, reconocida autoridad en asuntos de
bioética, cotidiana que ha dirigido durante muchos años The Hastings Center
Nueva York, epicentro de la bioética mundial, asume una posición moderada al
aceptar que el feto no califica como una persona y, por lo tanto, carece de un
status moral pleno. El fe para él es una forma valiosa e importante de vida
humana, lo qi le lleva a aceptar que tiene una especie de estado moral parcial
En el primer capítulo, cuando hablé de los principios moral básicos que deben
guiar a la persona para obrar correctamente mencioné la importancia que
tiene la moral objetiva o leyes que dicta la sociedad. Lo que éstas prescriben,
complementado c( lo que dicte la conciencia de la persona, o moral subjetiva,
ha sido posible que los actos queden enmarcados dentro del espacio ético.
2. Código Penal.
"Artículo 343. Aborto. La mujer que causare su aborto o permitiere que otro se
lo cause, incurrirá en prisión de uno a tres años. A la misma sanción estará
sujeto quien, con el consentimiento de la mujer, realice el hecho previsto en el
inciso anterior.
"Del Juramento. Artículo 22. Velar con sumo interés y respeto por la vida
humana, desde el momento de 'a concepción (subrayado fuera de texto)y, aun
bajo amenaza, no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las
leyes humanas". Es indispensable comentar este artículo, que forma parte del
juramento aprobado por la Convención de Ginebra de la Asociación Médica
Mundial en septiembre de 1948, juramento acogido por los redactores de la Ley
23. No obstante que ésta fue promulgada en 1981, los redactores no tuvieron
en cuenta la enmienda que al juramento le hiciera la 22a Asamblea Médica
Mundial reunida en Sidney, Australia, en agosto de 1968, y que modificó el
parágrafo que nos interesa en los términos siguientes: "Velar con el máximo
respeto por la vida humana, desde su comienzo (subrayado fuera de texto)y,
aun bajo amenaza, no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las
leyes humanas "23. Hago esta llamada de atención por cuanto, como ya vimos
atrás, el quid biológico y moral del aborto provocado gira alrededor del
momento en que comienza la vida humana.
"De las relaciones del médico con la sociedad y el Estado. Artículo 54. El
médico se atendrá a las disposiciones legales vigentes en el país y a las
recomendaciones de la Asociación Médica Mundial, con relación a los
siguientes temas: 6. Aborto. Parágrafo Primero. En caso de conflicto entre los
principios o recomendaciones adoptadas por la Asociación Médica Mundial, y
las disposiciones legales vigentes, se aplicarán las de la legislación
colombiana".
Es fácil observar que en este listado se incluyen todas las razones que pueden
arguirse para solicitar el aborto. En ml concepto, las circunstancias ay d
podríanjustificar plenamente el aborto; las b y c, con algunas reservas. Las dos
primeras (a y b) caen en el grupo del llamado "aborto terapéutico", la c) en el
de "aborto piadoso" y la d)en el de "resarcimiento o reparación".
Aborto terapéutico
5. Por lo tanto, donde la ley permite el aborto terapéutico, la operación debe ser
ejecutada por un médico competente en la materia y en un lugar aprobado por
las autoridades del caso.
6.Si un médico estima que sus convicciones no le penniten aconsejar o
practicar un aborto, él puede retirarse siempre que garantice que un colega
calificado continuará dando la asistencia médica.
1. Factores objetivos
1. Factores subjetivos
• Aceptación de la paciente.
• Consideraciones financieras.
• Consideraciones sociales.
7. Cáncer del útero. Según el tipo histológico y el estado clínico del cáncer se
adoptará la conducta. Algunas veces no se tendrá en cuenta el embarazo y se
procederá como si no existiera. Podrá entonces irradiarse el órgano afectado o
se podrá extirpar el útero haciendo abstracción de que está ocupado por un
embrión o un feto sanos
Las situaciones 7,8 y 9 son sui generis, pues aquí se considera que lo que se
practica es un "aborto indirecto", que no tiene la connotación moral que poseen
los abortos directos. Por eso la Iglesia católica lo encuentra licito si las
condiciones del llamado "principio de la causa de doble efecto" se cumplen en
su totalidad; la ley penal, por su parte, no lo tiene en cuenta, pues se considera
que el fin no es causar la muerte del embrión o del fetto, sino salvar la vida de
la madre.
Aborto piadoso
Aborto piadoso
El aborto que pudiera practicarse por las razones expuestas atrás (terapéutico,
piadoso y por resarcimiento), es de excepcional ocurrencia. En relación con el
aborto por embarazo indeseado, o impertinente, aquél es de verdad
insignificante. Por su frecuencia inusitada. el que constituye el gran problema
sanitario, jurídico y moral que he esbozado atrás, es el embarazo indeseado.
Se estima que 50 millones de mujeres en el mundo solicitan el aborto cada año
por esa causa. Frente a tamaño desafío, la Federación Internacional de
Ginecología y Obstetricia (FIGO) se pronunció al respecto en 1990 en un
artículo titulado "El aborto, una crisis en progreso". Transcribo algunos apartes:
"(...)Ni la censura social ni la legal afectan la incidencia. Sin embargo. los que
sí se elevan son las consecuencias y los resultados"."(...) El aborto puede ser
solicitado por mujeres que ya tienen su familia completa y no pueden tener más
hijos o por mujeres jóvenes, adolescentes, ansiosas de posponer sus
embarazos. Trágicamente, para mujeres que no han comenzado a tener familia
existe el peligro de que queden infértiles, cuando sobrevienen las
complicaciones de procedimientos negligentes. Aquellas más vulnerables a la
morbilidad o a la muerte son generalmente las más pobres, las que tienen
menos opciones.
"Sin embargo, aun usando solamente la esterilización (el método más eficaz
para evitar embarazos) la Planificación Familiar por sí sola no elimina la gran
demanda de solicitudes para interrupción de embarazos indeseados.
Ese es, precisamente, el conflicto que vivirnos a diario los médicos, pues nos
toca ejercer en una "sociedad abortista", como llama a la actual el eticista
español Marciano Vidal68, sociedad que apela esperanzada a nuestros
servicios profesionales.
Ante esta realidad, ¿cuál debe ser la actitud ética del médico? ¿Debe respetar
y acatar el principio moral de autonomía de la paciente? ¿Es válido moralmente
el aborto a la luz del principio de beneficencia, que es el que rige el actuar ético
del médico?
Tres son las actitudes que puede asumir ante la solicitud de que se ponga fin al
embarazo, por ser indeseado:
1. Actitud conservadora o de repulsa. La sola insinuación desencadena rechazo
y pone fin a la consulta. Creo que la formación del médico actual, más aún si
ha estado en contacto con la bioética, no se presta para postura tan radical.
Quien actúa así es supérstite de una ética natura-lista, cerrada,
deshumanizada.
Quisiera señalar los pasos que podrían seguirse en el proceso "relación médico
- paciente" atinente con la solicitud de aborto:
Cuando el doctor Hill habla de que el aborto podría estar justificado si con él se
va a aliviar el sufrimiento de la paciente, la familia y la sociedad, toca lo
referente al principio de beneficencia, de tanto compromiso para el médico.
Algunas veces 'a8 circunstancias que rodean el caso lo llevan a uno al
convencimiento de que si no se practica el aborto, la mujer y los que la rodean
sufrirán un grave daño emocional y aun tísico. Aquí entra en conflicto el
principio de beneficencia (bien para la madre y la familia) con el de no
maleficencia (daño al feto). El médico, en su leal saber y entender, sabrá cuál
de los dos es para él deber prima facie.
Epilogo
Como señalé al principio de este capítulo, el tratamiento del tema del aborto
provocado es un asunto supremamente delicado, razón por la cual muchos
médicos y muchos eticistas prefieren no embarcarse en su discusión. Yo me he
atrevido a hacerlo porque omitir el análisis del problema en un libro sobre ética
médica sería motivo de frustración entre los lectores y demostración de
ignorancia y cobardía. A riesgo de causar escándalo en algunos sectores, me
he sentido obligado a registrar mi pensamiento al respecto, animado sólo por el
deseo de dejar abierta una discusión que pueda contribuir a la solución de tan
complejo y doloroso asunto. Por lo menos, espero que aquellos colegas que
me lean reflexionen con espíritu crítico sobre él. De esa manera ejercitarán su
conciencia para, llegado el momento, tomar la decisión más sabia. Bien
sabemos que la conciencia es nuestra propia voz interior, independiente de
sanciones y recompensas externas, como dice Erich F'romm77. En particular,
aspiro a que mis colegas de especialización, los ginecobstetras, tan
involucrados en este asunto, encuentren en estas páginas una orientación que
les ayude a tomar el mejor camino. No ignoran ellos que las decisiones éticas
en el campo de la ginecobstetricia son en extremo difíciles y delicadas78, más
que en cualquiera otra especialidad médica.
Por su parte, Vidal manifiesta: "Como en casi todas las cuestiones de moral, en
el problema del aborto lo principal no es el juicio estrictamente <moral», sino la
realidad que suele escapar de un restringido horizonte. Lo más importante no
es condenar el aborto, sino elevar el nivel moral de la humanidad a fin de que
la realidad del aborto no tenga por qué tener cabida en nuestro mundo"80.
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