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Clínica de adultos

Miércoles 8:00hs
Parcial: 29 de septiembre
Final:

CONSIDERACIONES ACERCA DE LA CURA: PSICOTERAPIA Y PSICOANÁLISIS- MARÍA TERESA REYES

El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre la particularidad de la cura psicoanalítica, desplegando la


importancia de la pregunta de; sí el psicoanálisis es una terapéutica, ¿por qué no es como las otras?

La cura psicoanalítica no es en los mismos términos que parten del modelo médico. La concepción de la cura
analítica tiene una ética específica y diferente a las otras terapéuticas. El método analítico implica que un
sujeto descifre y revele aquellas palabras del Otro en las cuales, el sujeto estuvo alienado, sometido e
identificado, fijado a un punto que estuvo reprimido para él. Esto lo llevará a romper con la repetición
tanática y disponer de su economía para conducirse al camino del deseo.

 Consideraciones acerca de la Cura: Psicoterapia y Psicoanálisis.


El concepto de cura no es un invento del psicoanálisis pero, éste aportó una particularidad, a la praxis de este
concepto. La concepción psicoanalítica de la cura plantea una ética específica y diferente a la de las
psicoterapias y es lo que define al psicoanálisis como “una terapéutica que no es como las otras”.

Tanto el psicoanálisis como las psicoterapias operan sobre la realidad psíquica como factor esencial de la
constitución de los síntomas. Ambas utilizan el poder de la palabra como instrumento específico, reconociendo
así que hay una incidencia del Otro sobre el paciente. Es decir, un resto de efecto sugestivo e hipnótico. Pero el
abordaje clínico de las mismas se diferencia en el modo en que operan con esa realidad psíquica.

“... En psicoanálisis trabajamos con la transferencia misma...”.

¿Qué implica este acto? Freud, responde que se trata de instalar dos fases en la dirección de la cura.

“... en la segunda se libra batalla en torno de


“... en la primera, toda la libido es esforzada
ese nuevo objeto y, otra vez se libera de él
a pasar de los síntomas a la transferencia y
la libido...” (la transferencia misma es
concentrada allí...” (Él libra batalla con el
desbaratada, se desarma el poder sugestivo
auxilio de la sugestión del médico)
del Otro en el paciente).

El analizar la transferencia misma supone ir hacia el camino de desbaratarla. Por lo tanto, en las psicoterapias
que no analizan la operación transferencial, el terapeuta queda ubicado en ese lugar de modelo Ideal como un
amo para el paciente cuya conducta es inducida. El terapeuta se ubica así en un lugar de saber sobre lo que el
paciente necesita y, éste último, queda en posición pasiva.

La posición del analista responde a La Regla de Abstinencia que implica, en cambio, la dirección de no
responder desde el lugar de saber. Éste le dice al paciente “yo no sé y, por eso, es preciso que tú hables”. Abre la
dimensión del discurso al negarse a ser el que sabe sobre lo que le pasa al paciente. El analista rechaza utilizar
los poderes de la identificación al Ideal. La abstinencia implica no hacer de estos ideales el fundamento de su
práctica.

 Psicoterapia y Psicoanálisis. Consecuencias clínicas:


Las psicoterapias conciben al síntoma como signos de observación objetivada. La cura es pensada en términos
de desaparición de los síntomas que son pensados como conductas desadaptadas a la normatividad universal.
La cura es equivalente a la mejoría terapéutica (bienestar y armonía) y “es dada” por el terapeuta. Ésta implica
una identificación a los ideales normativos inducidos por el terapeuta que tiene papel de modelo. Su dirección
es bajo la persuasión o sugestión homologando la cura a la adaptación de los objetivos terapéuticos planteados
desde un discurso Amo que sancionará cómo debe vivir el sujeto de acuerdo al paradigma social.

1 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Para el psicoanálisis, la cura es una determinación particular del sujeto. No hay forma universal de cura. En tal
sentido, la cura es un nombre de la verdad del sujeto.

Para el psicoanálisis, el síntoma no es pensado como una conducta desadaptada en términos de su objetivación,
sino en su dimensión subjetiva (privilegiando la escucha sobre la mirada), es decir, el síntoma es aquello que
interroga al sujeto y que lo vive como cuerpo extraño, enigmático. Para Freud, la cura psicoanalítica no coincide
con la eliminación de los síntomas, sino que se trata de operar sobre las condiciones subjetivas que los
determinan y aclarar el deseo del sujeto.

 Viñeta clínica:
Se trata de un paciente que pide una entrevista porque “la mujer lo manda”, porque ella no está dispuesta a
continuar con él si sigue tomando cocaína. Anteriormente, fue a ver a un terapeuta que trabajaba con terapias
breves. Aquel terapeuta le organizó un programa de trabajo donde él puso mucha voluntad. Éste le señalaba
que él “era un paciente grave, drogadicto y alcohólico y que debía proponerse dejar la droga que era un síntoma
que había que focalizar”. El tratamiento consistía en que, en todas las sesiones, debía hablar de la droga, debía
armar listas de todo lo que la droga lo dañaba, debía evitar pasar por el lugar donde la conseguía, etc.

Los fines de semana, cuando cumplía las tareas terapéuticas y no consumía, podía premiarse con las cosas que
le gustaban; pero de lo contrario, tenían que castigarse, por ejemplo no podía ir a la casa de campo el fin de
semana. El paciente dice que el tratamiento lo ayudo por un tiempo, pero que luego “volvió a darse vuelta”.

Reflexionemos sobre los parámetros que se juegan en esta psicoterapia de base conductista. El terapeuta está
claramente en el lugar del Amo que le programa la vida, tiene un saber sobre lo que le pasa. Privilegiando el
valor de la “mirada" sobre la “escucha”, ya que, hasta este momento, la droga, para él, no tiene dimensión de
interrogación. Él viene porque la mujer lo manda, no por la droga. Mientras dura el efecto de la sugestión del
terapeuta y la “buena voluntad” de la conciencia del paciente, las cosas andan, pero por un breve tiempo. Este
método terapéutico no permite ningún despliegue de la subjetividad (desde el PSA). El paciente es definido
como un “Tú eres eso” (drogadicto, alcohólico, enfermo grave) sin armar ningún orden de pregunta ni posición
subjetiva frente a sus actos. Es decir, no aparece la pregunta de ¿Qué es la droga para este paciente?, ¿Qué le
hace síntoma actualmente?

Desde la perspectiva psicoanalítica, este caso, toma otro rumbo. La intervención apunta a sancionar lo que el
paciente dice: “ella lo mandó, sino, lo deja” y sobre qué piensa él de eso. En PSA se marca cómo dice que él toma
droga y que ella lo toma a él. Se abre, así, una dimensión sintomática de su relación a las mujeres. Él pide
análisis interrogándose por su lugar con la mujer sintiéndose impotente frente a ella.

Del hijo dice que le cuesta imponer límites, pero además, que con el hijo no ha tenido (él) límites: que lo ha
puesto a velocidades con el auto donde podría haberlo matado, que lo lleva a la “villa”, donde busca droga, que
se ha drogado con él. La intervención es que debe elegir entre venir a hablar en análisis o gozar ilimitadamente
frente al hijo. Decide analizarse porque no quiere “darse vuelta” más delante del hijo, no quiere exponer al hijo
y él no puede, ni entiende porque se droga (aquí la droga pasa a ser, por primera vez, un enigma sintomático
para él). Por otro lado, cuenta la historia con su padre. El padre era muy autoritario que no lo dejaba, en su
adolescencia, hablar con mujeres, ni salir. Hasta que un día la madre se “encamó” con el cura del colegio. Los
padres se separaron. Dice que el padre “se dio vuelta”, pasó a ser más permisivo. Él ve al padre darse vuelta, ve
a la novia darse vuelta, ve a los autos darse vuelta (en los accidentes), él “dado vuelta” viendo la escena.

La escucha analítica le permite desplegar su historia y abrir enigmas que no se planteaba. Se pregunta por su
relación a la droga y hacia dónde “eso” lo manda allí donde, a veces, se encuentra que no puede ser con su yo. Si
bien, su relación con la droga no la ha cortado totalmente, actualmente, como él dice, “no se da vuelta”, sino que
“da vueltas en el análisis por su historia y por temas que lo preocupan”.

El análisis implica un trabajo que produce efectos de verdad que lo sacan del desconocimiento. Operando desde
la transferencia, se intenta crear condiciones de un reordenamiento del goce para producir un cambio en la
posición del sujeto. Quiere decir que el sujeto puede ir más allá del destino que le fija el Otro, produciendo un
desanudamiento de las fijaciones en que se encuentra atrapada la satisfacción pulsional para poner esa energía
a disposición del yo.
2 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
EL SUPERYÓ ¿QUÉ PADRE ENCARNA?- MARÍA TERESA REYES

Habla del concepto de Superyó y su relación a la pulsión de muerte en su dimensión de moral masoquista que
lleva a la necesidad de castigo como lo insensato. El interrogante que guía el trabajo es la relación del
Superyó con el enfermar del sujeto.

 Introducción
Freud encuentra en su clínica que los neuróticos están sometidos a auto observación, autocríticas morales
y auto prohibiciones. Estos mandatos son fuentes de sufrimiento psíquico y no son justificables desde la
razón. Freud descubre una conciencia moral no asociada a lo justificable y se percata que hay una instancia
psíquica que influye sobre el sujeto en una auto observación con críticas y exigencias, y del cual el sujeto no
puede librarse. Estas exigencias serán funciones del Superyó conceptualizado por Freud en la Segunda
Tópica. Freud señala que la disolución del Complejo de Edipo es por efecto del miedo a la castración,
postulando al Superyó como instancia psíquica ordenadora de la vida pulsional. Sin embargo, para Freud ésta
no es la única cara del Superyó, conceptualizando otro aspecto que conlleva un orden no apaciguador y que
escapa a la trama significante.

 Desarrollo
En los años 20 Freud descubre que el sujeto encuentra en sus síntomas una satisfacción y estudiando los casos
de sueños traumáticos y los juegos de los niños, llega a la conclusión que estos casos no parecen responder a la
regulación del Principio del Placer tal como es concebida en la primera tópica.

Descubre el “automatismo de repetición” articulándolo a un nuevo concepto, el de pulsión de muerte. El


Superyó tiene una función esencial en cuanto a la resistencia a la cura, que será más allá del yo y a su pesar. La
energía psíquica ya no coincide con la energía de la libido, por lo tanto el quantum pulsional va a ser aquello
que no va a encontrar referencia a la representación (no significante).

Durante el trabajo analítico, las resistencias cobran una fuerza que se defiende por todos los medios contra la
curación y a toda costa quiere aferrarse a la enfermedad y el padecimiento. A una parte de esa fuerza se la llama
como conciencia de culpa y necesidad de castigo, y se localiza en la relación del yo con el Superyó.

El masoquismo, la reacción terapéutica negativa y la conciencia de culpa de los neuróticos son por
efecto de la pulsión de muerte y que el aparato está regulado por un más allá del principio de placer.

Hay aspectos irreductibles del síntoma sostenido en la resistencia del Superyó. Ya no se trata sólo de lo
inconsciente reprimido, ya que lo inconsciente ya no coincide con lo reprimido. Freud dice: “Todo lo reprimido
es inconsciente, pero no todo lo inconsciente es reprimido. También una parte del yo, cuya amplitud nos es
imposible fijar, puede ser inconsciente”

Freud ubica la función del Ideal del Yo. Este funciona como sustitución del perdido narcisismo del yo como
ideal. Es en este ideal del Yo que el Sujeto busca ahora la perfección narcisística perdida y se encuentra
padeciendo la exigencia del modelo del Ideal que conduce al Yo a otra satisfacción pulsional. El Ideal del Yo
intenta recuperar un goce perdido mediante una exigencia de goce. Se constituye a partir de la influencia crítica
ejercida, de la viva voz por los padres. El ideal funciona como condición de la represión, límite de la satisfacción
pulsional y como heredero del Complejo de Edipo sustituto de la voz paterna (padre simbólico) como
normatizador, efecto de la estructura del lenguaje que constituye la “propia imposibilidad interna” (castración).
El ideal del yo que primero estaba en el niño, después en los padres, después vuelve a internalizar en el
súper yo y algo de eso lleva a generar normas, reglas.

Entonces, el papel que luego toma a su cargo el Superyó es desentrañado primero por un poder exterior, por la
autoridad de los padres. Siendo sustituida la instancia parental por el Superyó el cual vigila, dirige y amenaza al
Yo exactamente como antes los padres al niño. ¿De qué se trata este poder exterior de los padres? ¿Qué dice Freud
cuando habla de padres? Padres, es un antes del padre (como ordenador simbólico, como padre muerto)

Es por la muerte del protopadre que se constituye la dimensión del padre como simbólico. El poder parental
exterior, parte se internaliza, se incorpora constituyéndose como ley simbólica del padre. Pero queda un resto
de este protopadre que queda como exterior al orden del lenguaje (lo no incorporado como padre muerto).
Este poder parental exterior al padre simbólico será encarnado en el Superyó.

3 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Freud lo sitúa en “Tótem y Tabú” que todo el padre terrible queda hecho simbólico. Resto real del padre
asesinado que aparece como espectro (presencia de lo vivo de la voz del padre) ordenando gozar. Es aquí
donde ubicamos la constelación del Superyó. La “instancia crítica de la conciencia moral” parece ser un
residuo inasimilable del asesinato del padre.

El Superyó es entonces la añoranza de lo peor del padre impreso en la figura impersonal del destino y
en imperativo del deber ser. El Superyó encarna el costado no legible de la ley paterna. Aquello de la ley que
debía alejarlo de la desmesura pulsional del ello lo conduce nuevamente allí.

Entonces, los caminos de la culpa por el asesinato del padre son dos: el deseo y por otro el goce. Por el lado del
deseo se recurre a la demanda del Otro por vía del amor (articulado a la metáfora paterna). Por el lado del goce,
la culpa se presentifica como muda imponiendo la compulsión del goce Superyoico. Lo inasimilable de la cosa
por vía de la culpa deviene necesidad de castigo.

 Servidumbres del Yo: El Superyó en afinidad al Ello


El Yo está en el aparato psíquico en posición de objeto dependiente de la instancia del Superyó y el Ello. El
Superyó se vuelve particularmente severo y desamorado, el yo desarrolla, en obediencia al Superyó,
elevadas formaciones reactivas de la conciencia moral. Esto es por la identificación inicial y por ser heredero
del Complejo de Edipo. Conserva su carácter de origen, proveniente del complejo paterno: contraponerse al yo
y dominarlo.

Freud piensa al Superyó como algo proveniente del mundo exterior (como la voz de los padres) articulando a la
trama de impresiones auditivas (lenguaje), pero también sitúa que su energía afluye desde fuentes interiores
situadas del ello, de donde la voz paterna toma su fuerza con que se impone. Esta otra cara está articulada a la
“viva voz” como lo “vivo” de la voz del padre. Es entonces desde el ello que las impresiones auditivas toman su
fuerza.

Freud ubica al Superyó como “abogado del mundo interior, es decir, del Ello y que no representa a la realidad
exterior”. Señala que el sometimiento del Yo a la severidad del Superyó se sostiene en el Ello, es decir, en lo
pulsional. El Superyó, abogado del mundo interior, o sea, del Ello, se opone al yo, verdadero representante del
mundo exterior o de la realidad. El Superyó exige al Yo el cumplimiento de su ideal y es la fuente del
padecimiento neurótico.

Hay dos caras del Superyó:


1. Lo simbólico, constitución de reglas, orden, sustitución.
2. Pulsional, respaldado en el Ello, resto de padre gozador.

 El Superyó: La voluntad prolongada del padre primordial.


Siempre se trata de lo mismo: una renuncia de lo pulsional impuesta por la presión de la autoridad que
sustituye y prolonga al padre. El Superyó como moral no ajustada a la razón es un mandato de goce que tiene la
forma de una exigencia cultural pero que es radicalmente una exigencia de satisfacción imposible. Este
imperativo de goce es impuesto por la voluntad del padre primordial.

En la entrega de padecimiento hay una satisfacción, porque se está entregando u ofreciendo a un otro con
padecimiento para ser querido. ¿Por qué seguimos sufriendo? Tiene que haber algo de satisfacción en ello, con la
compulsión a la repetición. El sujeto repite algo que le da padecimiento. Cuanto más renuncia el sujeto más
renuncias se exige. Hay algo de la exigencia cultural que también sostiene el empuje al goce. Es difícil a veces
sustraerse porque se cree que en eso se va a lograr todo, que se va a obtener la no castración.

El Superyó tiene un efecto de desmentido de la castración en tanto prohíbe al Yo lo que es del orden de una
imposibilidad interna por estructura. Es decir, en el mismo punto donde prohíbe es donde sitúa lo “imposible”
como “posible” y por eso es que puede prohibir.

El Superyó heredero del Ello, está en el lugar de la falla paterna. Se articula a la trama de impresiones auditivas
del ideal que exigen al sujeto lo imposible (gozar). El Superyó ejerce la autoridad parental en su función
prohibidora, haciendo de la renuncia pulsional un Deber, cuando esta renuncia se trata en verdad de un efecto
necesario por la estructura del lenguaje. En este sentido el Superyó tapona la castración con un sentido
absoluto.

4 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Esto explica la paradoja freudiana “cada renuncia a la satisfacción pulsional refuerza la severidad del Superyó”.
Leer esta frase como paradoja, es leer al Superyó como prohibidor de goce. Creemos a la luz de lo desarrollado,
que esta prohibición es en realidad una exigencia de goce. Lacan ubica el Superyó como un nombre del goce.

El Superyó es la ley, pero la ley insensata. Es un sentido absoluto condensador de goce. Ley que se presenta
para el sujeto como cuerpo extraño en el síntoma, como lo opaco del síntoma (cara no significante). Es decir,
que el Superyó está articulado al goce del síntoma.

El padre es el Superyó como destino, como imperativo categórico de goce articulado al mandato de gozar. Pero
algo queda sintomatizado articulado a la “necesidad de castigo”. La necesidad de castigo queda relacionada al
sufrimiento.

 La moral masoquista del Superyó: la necesidad de castigo.


El Superyó queda asociado en Freud al sentimiento inconsciente de culpa que se traduce como
“necesidad de castigo”. El Superyó conduce a una moral no ajustada por la razón. Esta moral implica una
ganancia de placer pulsional que está en contra del bienestar del sujeto y que es impuesta bajo la forma de una
conciencia moral que se presenta al servicio de la cultura “progreso a la espiritualidad” pero que no es sin
malestar.

Freud define al masoquismo moral resaltando que lo que allí importa es el padecer mismo. Este masoquismo
moral, tiene un componente erótico, se trata de otra satisfacción (más allá del principio del placer). El
masoquismo moral pone énfasis en el tiempo reflexivo del atormentarse. El acento no está puesto en que sea
otro el que ejerce castigo (masoquismo femenino), sino que lo importante es el sufrimiento mismo. Es esta
satisfacción en el sufrimiento la que queda articulada a la necesidad de castigo. Por la necesidad de castigo el
sujeto no se siente culpable sino enfermo.

 La necesidad de castigo es la moral del Superyó.


Freud ubica esta “necesidad de castigo” como propia de una ley insensata. Una moral que está al servicio del
propio bien del sujeto ni del bien social y sitúa que cuanto más renuncia el yo a lo pulsional la severidad del
Superyó es mayor aún.

El ser humano, mientras más limita su agresión hacia afuera, más un ser humano sujete su agresión, tanto más
aumentará la inclinación de su ideal a agredir a su yo.

¿Qué pasaría en el transcurso de un análisis? La estructura misma de la experiencia analítica implica un


proceso de vaciamiento de goce y de ubicación de su resto, en tanto se opera en la aproximación del objeto a
como inasimilable, es decir, como resto de goce, como letra. O sea, su aislamiento como causa misma del deseo.

 Conclusión.
La necesidad de castigo es la moral del Superyó. Es por la necesidad de castigo que el sujeto se enferma. Se trata
de un sentimiento de culpa que halla su satisfacción en la enfermedad. Por la necesidad de castigo el sujeto
no se siente culpable sino enfermo. El Superyó como moral no está al servicio del bien del sujeto, en tal
sentido funciona, como dice Lacan, como mandato de goce que tiene la forma de una exigencia cultural pero
que es radicalmente una exigencia de satisfacción imposible.

EL DISCURSO ACTUAL Y LAS RESPUESTAS DEL PSICOANÁLISIS- MARÍA TERESA REYES

La eficacia de la operación analítica se ordena a partir de una precisión en la lectura de los


acontecimientos de la cultura de la época.

 El discurso capitalista

5 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


La expansión del discurso científico queda unida bajo el dominio del discurso capitalista. Este discurso es una
forma modificada del discurso del amo (el antiguo).

Lacan ubica el discurso del amo como propio del discurso del inconsciente, en donde el significante uno (S1),
el significante del amo, está en el lugar del poder. El significante amo comanda el trabajo del saber. Como resto
de la operación es el producto del discurso: objeto a, que funciona como plus de goce. Que el sujeto ($) este en
el lugar de la verdad pone en evidencia la relación del sujeto con aquello que lo determina, el inconsciente en
tanto saber no sabido, y con la relación a la causa que implica la imposible adecuación estructural en tanto
el goce está perdido por la incidencia del lenguaje.

En cambio, en el discurso capitalista, el saber trabaja en la producción de objetos plus de goce, pero es un
saber sin amo, es decir, no está comandado por el S1. El saber ya no obedece, por eso es que Lacan propone
invertir el orden de las letras y las flechas del discurso amo.

Que el sujeto venga al lugar del amo significa, por un lado, que el saber que produce los objetos del mercado no
obedece al significante amo. En este discurso, el S1 se posiciona abajo y a la izquierda, lo que Lacan ubica como
Dios oscuro en el discurso universitario. Por otro lado, el sujeto se emancipa del S1 que lo representaba. No es
ya el amo (antiguo) el que gobierna en nombre de su nombre, sino que aparece el mercado como imperativo
contemporáneo. Es así como S1 y S2 quedan holofraseados, amo y saber coinciden (imperativo y mercado).

El discurso capitalista se caracteriza, entonces, porque el saber que trabaja en la producción de objetos plus de
goce no está comandado por el S1 (significante amo). En este sentido, el discurso actual no queda articulado al
Ideal normativo, sino que es el mercado mismo el que manda, ubicándose un vacío normativo que implica
una caída del Otro como lugar identificatorio correlativo de la declinación del Nombre del Padre que
promueve el axioma del “Todo Vale” y el rechazo a la castración.

Este discurso (en realidad no es un discurso en tanto no promueve el lazo social), produce una
desregularización de goce por la falta de barrera entre el $ y el a (distancia simbólica necesaria), es decir, que
el sujeto no queda bajo la égida de la castración sino bajo la primacía del imperativo superyoíco que empuja a
gozar en el consumir.

Entonces, si bien, el $ se ubica en el lugar dominante, es en realidad falsamente dominante. El sujeto se


encuentra sometido al mercado. El sujeto funciona como sujeto de consumo. La Gula de Goce ilimitada del
Superyó se impone al sujeto haciéndolo consumirse en el consumir, y cuanto más se satisface, más demanda.
Lo que gobierna ya no está en nombre del ideal (valores, partidos, ídolo), sino que está bajo la égida del
dominio de un vacío. Su efecto es una caída de los valores de la cultura que conlleva su consecuente disolución
en el anonimato.

La hazaña del discurso posmoderno es lograr sustituir lo que Lacan llamó objeto a, causa de deseo, por una
ficción renovada de lo que vendrá a colmar su falta. La producción de estos objetos tecnológicos conlleva la
necesidad de su consumición, es decir, que éstos consumen al sujeto ya que no pueden ser evitados.

Así, lo real es tomado por el estatuto del simulacro, imponiendo un tratamiento de lo real que permite producir
lo que debe satisfacer. La Posmodernidad mistifica lo real velándolo con la saciedad otorgada por el simulacro.
Es la Era que intenta taponar lo real bajo la orden del Superyó que dice: “todo es posible, consume-te”.

De este modo el discurso contemporáneo intenta lograr un nuevo tipo de universalización. Este Otro del
consumo, que es el Otro que hace “des - existir” al Otro del Ideal Normativo, intenta suturar lo real con la
gestión del goce, efecto de los objetos de consumo, intentando así reducir el síntoma, silenciarlo. Plantea así una
ficción que renueva la posibilidad de la relación sexual, es decir, afirma como posible la realización de
colmar la falta con el artilugio calculado de la imposición como necesaria de los objetos del mercado,
planteando así un rechazo a la contingencia.

El consumo de la producción tecnológica de la ciencia plantea que el Uno de la completud es posible, que la
falta puede colmarse, rechazando la no, relación sexual (castración) ya que todo es saciable, desde la
procreación, el cambio de sexo y hasta la clonación.

6 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


El discurso capitalista propone la ilusión del Sentimiento Oceánico en donde hoy en lugar del Dios
Todopoderoso (Ideal) está el Mercado productor de la infinitud de objetos tecnológicos poderosos que afirman
la completud del Uno. Pero ya no se trata de la comunión con dios, sino de la comunión con estos objetos
tecnológicos.

La vigencia del discurso freudiano sostiene que el malestar en la cultura es el efecto de las necesidades
insatisfechas articuladas a la ética del Superyó. Es así como el sentimiento oceánico conlleva el malestar de la
imposibilidad (ser uno con el ideal), mientras que en la cultura actual la consistencia propuesta por el mercado
y lo que Lacan a llamado aleatósfera propician un simulacro silenciando todo malestar. Esto marca una
diferencia con el planteo freudiano de los años 30.

El discurso religioso se trata de un discurso totalitarista que pretende restituir la declinación del Nombre del
Padre mediante la imposición de dogmas que están en lugar de la verdad y que, en algunos casos, aparecen
acciones de extremos fundamentalistas que producen estragos en nombre de la purificación, tratando de
restituir fallidamente a un padre mediante acciones de cualquier orden, en tanto “el fin justifique los medios”.

El texto de Freud “El Malestar en la Cultura” es vigente para dar cuenta de los aconteceres de la cultura
contemporánea. Podemos observar cómo aquellos ítems desarrollados por Freud con respecto al valor de la
cultura (Ideal, justicia, amor), como ordenador del lazo social, se muestran desfallecientes.

“El Otro no existe” como regulador social, en tanto, la cultura actual propicia un empuje a gozar (en vez de una
renuncia pulsional), la justicia está quebrantada y el valor del amor ha declinado. Es decir, que hay una caída de
los valores referenciales planteados por Freud. En este sentido, la cultura de la época freudiana es de un orden
distinto al actual en tanto que el rasgo de la cultura está caracterizado por un impasse ético como lo nombra J-
A Miller. Pensamos que esta relación del sujeto a este Otro contemporáneo que conlleva la modalidad de su
inexistencia como punto referencial, produce nuevas formas de padecimiento, que requieren de parte de un
psicoanalista, un trabajo arduo para hacerlo entrar en el dispositivo analítico.

En la época de Freud, el peso de los valores culturales implicaba al sujeto estar bajo la modalidad de la
prohibición y la culpa. El sujeto freudiano estaba regido bajo la égida del Superyó del imperativo categórico que
impone al sujeto una renuncia pulsional que cuanto más se satisface, más renuncia exige. El goce del Superyó
freudiano es la renuncia misma.

En la actualidad las nuevas manifestaciones del enfermar, muestran una acentuación de la conceptualización
del Superyó como empuje de goce. Ante la inexistencia del Otro como regulador del lazo social, (declinación
del padre) la instancia superyoica queda en la actualidad menos articulada a la función normalizante del Ideal
del Yo (que propicia una renuncia pulsional en pos del lazo social), promoviéndose una acentuación del
Superyó al servicio de la desmesura pulsional. En este sentido, hay un incremento en la clínica actual donde el
conflicto psíquico del sujeto no es estrictamente el mismo de la época freudiana.

Lo que se observa cada vez más en la clínica es un encuentro de un sujeto que nos convoca que ya no lo hace
bajo la forma de la demanda de amor, sino a la manera de una exigencia del objeto de saber del especialista
que, implica abstenerse de pasar por el inconsciente. Este sujeto que surge del efecto del contexto actual, no se
muestra dividido en el llamado sintomático, sino más bien concretizado a las identificaciones de los signos del
mercado. Se trata de un sujeto desubjetivizado, reducido a su propia imagen.

Estas identificaciones son vertiginosas y no están en relación al Otro como ordenador estabilizador, sino que
son desarticuladas. El conflicto psíquico se presenta cuando no es posible responder a la insignia propuesta
como imagen (yo Ideal).

La práctica del psicoanálisis tendrá que apuntar a sintomatizar al sujeto y ofertar la escucha del
malestar actual como posibilidad de hacer fracasar la forclusión subjetiva que conlleva la actualidad. El
porvenir del psicoanálisis depende de este obstáculo que el síntoma muestra. Los signos de la época afectan la
posición del sujeto frente al mismo. Sin embargo, el síntoma no deja de escribirse pero es la operación
analítica la que lo hace existir.

7 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


LA TRANSFERENCIA (DE FREUD A LACAN)- MARÍA TERESA REYES

Freud ya habla de transferencia en los Estudios sobre la Histeria (1895) situándola como “falso enlace”. En la
“Interpretación de los Sueños” aparece el concepto de “Transferencia” como una definición general de la
misma. Freud ubica allí, por primera vez, el concepto de transferencia de sentido, es decir, transferencia
como desplazamiento de acento psíquico. En este sentido, esta primera forma de transferencia freudiana, es
el proceso general de las formaciones del inconsciente (sueños, lapsus, chiste, etc...). El deseo se enmascara y se
apodera de significantes vaciados de sentido.

El estatuto psicoanalítico de la transferencia sólo lo logrará luego del fracaso con Dora (1905). Es acá donde
emerge la transferencia como concepto más preciso en PSA. Freud interroga, “... ¿qué son las transferencias?: son
reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida que el análisis avanza no pueden menos que
despertarse y hacerse conscientes, pero lo característico de todo el género es la sustitución de una persona
anterior por la persona del médico. (...) Toda una serie de vivencias psíquicas anteriores que no es revivida como
algo pasado, sino como vínculo actual con la persona del médico...”.

La transferencia psicoanalítica se produce cuando el deseo se aferra a un elemento muy particular que es la
persona del terapeuta. Ubicaremos, desde la lectura de Lacan, que esta “persona” es el significante del
analista, y no estrictamente su persona.

El psicoanalista, como significante, forma parte de la economía psíquica. Hay un lugar en la economía psíquica
que el analista viene a ocupar. En tal sentido, el psicoanalista es una formación del inconsciente. El analista
ocupará el lugar de ser los “restos diurnos”, desde la Teoría de los Sueños. “... El médico será insertado en una de
las “series” psíquicas que el paciente tiene ya formadas...”.

Freud lo formula como un fenómeno parasitario que perturba la continuación del trabajo analítico. Reconoce,
luego, que la emergencia de esta “patología” (neurosis de transferencia) es inevitable, puesto que el
deseo inconsciente es movilizado por la cura.

 La transferencia como obstáculo y como herramienta


El descubrimiento de Freud del Complejo de Edipo repercute en la manera en que entiende la transferencia.
Es precisamente por lo que se hace presente en otro lugar (ante el analista como lugar del Otro) que paciente y
analista se ubican en la “otra escena”, la escena del Edipo.

Esta otra escena que se desarrolla en la situación analítica posibilita que algo se represente y allí algo del
inconsciente se exprese. Esto que representa es una repetición que está en relación con el rechazo que ya
había realizado del deseo prohibido, que si buscamos en el pasado, lo que encontramos es el Edipo. Freud dice
que, en la transferencia, el sujeto revive las figuras parentales y la ambivalencia pulsional que
caracterizan dicha relación.

Distingue dos transferencias, una positiva y otra negativa, es decir, una transferencia de sentimientos de
ternura y amor, y otra de sentimientos hostiles. Freud piensa, aquí, la transferencia como repetición. Ubicar la
transferencia en estos términos hace de ésta un proceso que estructura el conjunto de la cura según el
prototipo de los conflictos infantiles y, ésto conduce a Freud a establecer una noción nueva, la de Neurosis de
Transferencia.

Desde el punto de vista de su función en la cura, Freud, clasifica la transferencia como un obstáculo que se
opone al recuerdo del material reprimido. Plantea que la transferencia no es por sí misma más que la
repetición. Pero también, señala su aparición como inherente a la cura misma. Freud advierte que el
mecanismo de la transferencia sobre el médico se desencadena en el mismo momento en que están a punto de
ser develados contenidos reprimidos. Es en este sentido, que la transferencia es una forma de resistencia y
señala, al mismo tiempo, la proximidad del conflicto inconsciente.

Con respecto al amor de transferencia, Freud señala que la demanda amorosa debe ser recibida sin obtener
respuesta de parte del analista.

8 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Entonces, doble aspecto de la transferencia, por un lado, la transferencia en la cura es testimonio del
inconsciente. Aquí la transferencia es pensada como herramienta en el tratamiento. La transferencia tiene el
valor de poder observar el funcionamiento del mecanismo inconsciente en la actualidad misma en la sesión. Por
eso, Freud, aconsejo interpretar luego que se ha instalado la transferencia. La emergencia de la transferencia
señala la activación de los procesos inconscientes. Pero, en otro sentido, Freud, señala que es un obstáculo
para la cura. Freud plantea que cuando las asociaciones del paciente se detienen es seguro que el analizante
piensa en el analista. La transferencia, en este sentido, interrumpe las asociaciones inconscientes. Lacan, en el
Seminario XI, sitúa la transferencia en un tiempo de “cierre del inconsciente”.

Es decir, la transferencia es conceptualizada como apertura y cierre al proceso de la cura en tanto


herramienta que posibilita analizar la repetición y como obstáculo que se identifica a la resistencia del
trabajo analítico.

Para Freud, analizar la transferencia consiste en el primer lugar en liquidar la transferencia negativa (hostil) y
la transferencia positiva erótica (amor) y, conservar la transferencia tierna y amable, en tanto, ésta última,
permite operar sobre el paciente con un resto de sugestión necesaria en el inicio de la cura, para promover el
despliegue de la cadena asociativa. Luego, en el transcurso del tratamiento, su análisis consistiría en desbastar
la transferencia, es decir, liquidarla para llegar al fin del análisis.

 La transferencia de sugestión
El poder del analista como lo recuerda Lacan, es el mismo poder del hipnotizador pero con una estricta
condición: que se abstenga radicalmente de hacer uso de él. Freud nos enseña que el poder de la
transferencia da al analista el único poder de analizar. En el tratamiento analítico la transferencia
misma es objeto de análisis.

Si bien, la transferencia queda relacionada a un margen de sugestión inherente en la operación analítica, Lacan,
se encarga de volver a marcar la diferencia situada por Freud, es decir, que la transferencia no es equivalente
a la sugestión. En la sugestión no reside el resorte de la transferencia analítica, aunque corresponda a ella en
parte.

 La Transferencia y el Analista
¿En qué lugar se encuentra el psicoanalista en la cura? - Se coloca en el lugar donde se dirige el síntoma.
El síntoma es siempre, un mensaje dirigido al Otro. Entonces, el analista, es el receptor del síntoma y el lugar
que le debe a la transferencia es el que le permite operar sobre el síntoma.

Si la transferencia se instala cuando la repetición triunfa sobre la rememoración, el analista, pide mediante la
“asociación libre” la rememoración. Por lo tanto, Freud, aconseja no responder satisfaciendo la demanda del
paciente porque produciría así la intensificación de la resistencia, ya que la transferencia se opone a la
rememoración y conduce a la repetición.

La transferencia sostiene la resistencia, justamente, por el amor que provoca. Freud dice, que este amor
transferencial es:
a) deducido, en parte, por la repetición de los antiguos amores infantiles.
b) el amor de transferencia no cede a la interpretación, quedando un resto reacio a la misma. Este
resto escapa a la repetición. Este resto queda articulado al analista como presencia, como cuerpo
real. Esto determina que la transferencia no es equivalente al concepto de repetición.
Freud dice que el analista debe apoderarse del síntoma y aclara que esa libido adherida a un objeto irreal
será desplazada a otro que es el analista.

 La Transferencia y el Más Allá del Principio del Placer


En “Más Allá del Principio del Placer”, texto de 1920, Freud ubica los tres tiempos freudianos en la dirección
de la cura:
1- Arte de interpretar, en donde podemos ubicar la época optimista de Freud. Él creía que era posible
hacer consciente lo inconsciente, es decir, llenar las lagunas mnémicas. Esta época coincide con su

9 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


concepción del inconsciente descriptivo y que concluye con los Escritos Técnicos. Hasta aquí, la
transferencia, no cubre todo el campo de la cura y, solo emerge, como inesperada y como repetición.

2- Análisis de la resistencia. Coincide con el concepto freudiano de inconsciente dinámico. La


transferencia se vuelve central y está planteada, fundamentalmente, como resistencia.

3- A partir de 1920 aparece un tercer período donde Freud, descubre la pulsión de muerte y
conceptualiza la causa de la repetición, la compulsión a la repetición articulada a la inercia psíquica
en la operación analítica.

Freud señala que lo reprimido es inconsciente pero no todo lo inconsciente es reprimido. Comienza a
construir la Segunda Tópica (Ello, Yo y Superyo) y ubica a las resistencias como diferentes, provenientes del Yo,
Ello y Superyo (Inhibición, Síntoma y Angustia).

 De Freud a Lacan: La Transferencia Simbólica, Imaginaria y Real


La transferencia aparece, siempre, como un concepto ambiguo, que se confunde con otros conceptos, en un
sentido, con la repetición, en otro, con la resistencia y con la sugestión en un tercer sentido. Esta confusión es
eliminada por Lacan. Este plantea que la transferencia es un concepto no superpuesto a la repetición. Lacan
ubicará distintas modalidades de la transferencia, planteando tres registros en que se juegan en la cura y que es
de gran importancia poder ubicar:

a) La Transferencia Imaginaria tendría que ver con la intersubjetividad paciente - analista y con la repetición
de imagos infantiles localizadas en la persona del analista. El analista está ubicado en el lugar del otro
semejante. Frente a la queja y sufrimiento neurótico, el analista, será el padre, madre, etc., para el paciente.
Diremos que en la dirección de la cura, no se trata, entonces, de responder identificándose con el personaje. No
se trata de responder encarnando el Ideal del yo. Pero rechazar el plano imaginario, es decir, no responder
como una madre, padre o el Ideal, no quiere decir, tampoco, que el analista no alojará ese lugar. Lo alojará pero
no lo actuará, se abstendrá. Cuando el analista responde intersubjetivamente se constituye una transferencia
salvaje, es decir una transferencia sin analista.

b) Transferencia Simbólica: dimensión propiamente analítica. El analista está como representante (supuesto)
del saber (inconsciente). La transferencia simbólica está articulada al concepto de Sujeto Supuesto Saber. El
analista está como receptor del mensaje en el lugar del Otro. Ocupando así un lugar (de escucha) de terceridad
que, como efecto estructural, se instala así en el lugar del saber no sabido, es decir, el lugar de saber
inconsciente. La transferencia simbólica hace a un principio que conlleva a la lógica misma del análisis y que
tiene que ver con el acto del analista de esa invitación que hace al paciente de “decir todo lo que se le ocurra”
sin retener nada. El SSS es una consecuencia lógica de este procedimiento y es el principio constituyente de la
transferencia analítica, ya que es el resorte que posibilita el despliegue asociativo.

c) La Transferencia Real. Tiene que ver con ese aspecto del analista como presencia no representada. Esta
presencia aparece cuando cae la imagen de éste. Cuando se presentifica algo de ese cuerpo extraño (libido)
apoderado por el analista, se presentifica en él mismo su lugar de objeto irreal. El analista queda articulado al
quantum pulsional como pura presencia de objeto. Cuando caen los ideales, la imagen del analista queda como
pura presencia sin imagen. Como objeto que sustituye los objetos de la fijación de la libido.

FINALES DEL ANÁLISIS - SOLER

Según Lacan, a la entrada tenemos al sujeto dividido, y a la salida sigue estando dividido. Ese es el problema,
que tenemos una división a la entrada que sigue estando allí a la salida.

Si uno hace un psicoanálisis es después de todo, porque espera un beneficio, entonces, ¿cómo se sitúa, en la
historia del psicoanálisis, el beneficio, lo que uno va a ganar lo que uno pagó? En Lacan hay una ganancia que
concierne a la posición del sujeto en todo caso una transformación que concierne a la posición del sujeto.
Pero esto no es todo. Hay una ganancia a nivel del saber y en ese sentido, Lacan, en esta serie está
completamente aparte.

10 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


La autora menciona que escribe el artículo para indicar que no hay una teoría del fin del análisis. Lo que
complica aún más las cosas es que en Lacan hay varias doctrinas del fin del análisis, no hay sólo una y además,
no sólo son varias sino que en ciertos puntos se separan. De todos modos querría decir algunas palabras sobre
la posición de Lacan en la historia del psicoanálisis. El no inventó el psicoanálisis, llega al mismo en un
momento en que éste es ya una práctica segura de sí, que tiene sus éxitos terapéuticos, seguros sus límites.

¿Cuál es su posición de entrada? De entrada él piensa que el psicoanálisis no es lo que debiera ser. Y piensa que
el psicoanálisis debe ser completado. Y esto es lo que él mismo ha titulado con una bella expresión: la
continuación invertida del proyecto freudiano. Es una continuación a la inversa porque ya no se trata de
descubrir que hay una pulsión de muerte, sino de preguntarse cómo, existiendo ésta, puede establecerse el
principio del placer.

¿A dónde fue Lacan a buscar esos fundamentos que le permitieron repensar el conjunto del campo? Esos
fundamentos los encuentra en las implicaciones del dispositivo analítico, y ese dispositivo es simple, es la dupla
asociación libre-interpretación. ¿Qué justifica esta prevalencia dada al dispositivo? El éxito del psicoanálisis, es
decir, los logros terapéuticos. Eso asegura y aseguró a Lacan que hay un real en juego en este dispositivo. Es por
eso que Lacan puede decir que lo importante no es el descubrimiento del inconsciente, sino que es la invención
del dispositivo que alcanza lo real.

¿Y el sufrimiento del paciente, qué hace el psicoanálisis lacaniano con eso? El sufrimiento está por todos lados.
Está a la entrada, porque aquél que demanda un psicoanálisis es aquel que sufre, dice Lacan. Está a lo largo de
todo el psicoanálisis bajo formas más o menos acentuadas en la transferencia, en el doble sentido de estar
apasionado y de padecer, de sufrir, de soportar. Este soportar está también del lado del analista a quien no se lo
reputa de sufrir en la experiencia, pero en fin, el soporta la transferencia. Este sufrimiento también está a la
salida, ya que la descripción de este momento para muchos analistas está connotado por un afecto particular
que es el duelo. El sufrimiento entonces está por todos lados, al punto que uno podría decir que el psicoanálisis
es un S.0.S. de sufrimiento, hablando de urgencia subjetiva. Lo que permite afirmar la tesis de Lacan es siempre
lo mismo: que este sufrimiento se trata por la palabra. Por la palabra que representa a un sujeto.

En los Escritos de Lacan hay 3 definiciones del fin de análisis. La autora desarrolla la definición del fin del
análisis que se encuentra en "Función y campo de la palabra y del lenguaje”:

1. La dialéctica no es individual y que la cuestión de la terminación del análisis es la del momento


en que la satisfacción del sujeto encuentra cómo realizarse en la satisfacción de cada uno. Es
verdad que no puede decirse que no haya aquí un toque de ideal sin embargo. ¿Qué es lo que matiza
este trazo de idealización? Es que esta definición está sostenida completamente por una elaboración de
la estructura de la palabra. Es un fin del análisis donde la apuesta es el reconocimiento del deseo en lo
que se juega de intersubjetividad en la palabra. “En la palabra, uno se remite al otro para volverse
idéntico a sí mismo".

La idea entonces de un fin de análisis que funcione como reconocimiento del deseo, se apoya sobre esta
estructura: que aquello que del deseo se da a escuchar va a ser ratificado de alguna manera, recibido en
la circularidad intersubjetiva y por ese hecho, reconocido. No hay palabra sin respuesta, así sea el silencio.

2. Sin embargo, Lacan no se queda con esta tesis y el otro momento en el que Lacan evoca un fin de la cura
es el que se encuentra al final de "La dirección de la cura", el fin de análisis que llamaré lacanofreudiano.
Freud nos da la división del sujeto y allí veía un tope, mientras Lacan veía la solución. Lo que le permite
decir que es una solución es que se trata de un imposible, es que Freud tropieza aquí con un imposible:
el de levantar la división del sujeto. Dicho de otra manera, ve allí una solución porque eso confirma ser
un tope que no es particular, que no es individual, que es ciertamente un límite, pero para todo sujeto.
Para decirlo de otro modo, Lacan puede decir que es una solución sólo porque se ha dado cuenta
del tope freudiano, dio cuenta de eso a partir de la estructura del lenguaje.
3. La tercera es la que se encuentra en la "Observación sobre el informe de D. Lagache" donde ya Lacan
nos describe un fin por destitución subjetiva. Evoca el término verdadero del análisis, donde el sujeto se
ve abolirse realizándose como deseo. Dice Lacan: "cuando ve figurar en el fantasma aquello delante de
11 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
lo cual el sujeto se ve abolirse". Es, evidentemente, ese famoso objeto que va a elaborar cada vez más a
partir de acá.

Lo que hay de común es que en todos los casos, para Lacan, el fin del análisis consiste en responder a una
pregunta por el ser, en encontrar la respuesta al ¿qué soy yo? En los tres casos está presente un fin sobre el “tú
eres”. En el primer caso es un "tú eres"' que se apoya en la palabra. En el segundo caso, en la "Dirección de la
cura” es un “tú eres" un poco particular, más bien un “tú no eres", es la imposibilidad de ser identificado al falo.
En el tercer caso es un "tú eres objeto". Además en los tres casos, hay que notar que ese "tú eres" consagra la
autonomía del sujeto (opuesto a autonomía; que se rige por un poder o una ley externa). En el primero donde el
sujeto se halla instituido por una palabra plena, en la medida en que es del Otro que le viene su ser,
heteronomía que habita en la intersubjetividad. En el segundo caso, es la heteronomía que habita el deseo en
tanto que el deseo es el deseo del Otro, y en el tercer caso es la heteronomía de ese objeto éxtimo al sujeto.

OBSTÁCULOS DE LA CLÍNICA. LA REACCIÓN TERAPÉUTICA NEGATIVA- PIASEK

En la reacción terapéutica negativa se distinguen dos vertientes: por un lado las condiciones que hacen a la
subjetividad, independientes del marco de un análisis, y por otra como se articula el fenómeno de la RTN en el
contexto transferencial de una experiencia clínica.

En cada fase de recuperación del paciente, hemos de luchar contra su inercia, que enseguida se contenta con
una solución incompleta. La resistencia es una fuerza que se defiende con todos los medios posibles
contra la curación y que se halla completamente resuelta a aferrarse a la enfermedad y al sufrimiento.

Freud en 1923 - Reacción Terapéutica Negativa. Descubrimos que tales personas reaccionan en un sentido
inverso a los progresos de la cura. Cada una de las soluciones parciales provoca una intensificación
momentánea de la enfermedad y durante el tratamiento empeoran en lugar de mejorar. La RTN es uno de los
nombres que le otorga Freud al mayor obstáculo con que se encuentra el progreso de la cura. Esta resistencia
a la curación, la situará en la articulación de la repetición y la pulsión de muerte.

Hay algo que se opone a la curación, la cual es considerada como un peligro. Predomina en ellos la
necesidad de la enfermedad y no la voluntad de curación. Se trata de un factor de orden moral, de un
sentimiento de culpabilidad que halla su satisfacción en la enfermedad y no quiere renunciar al castigo
que la misma significa. Pero ese sentimiento de culpabilidad permanece mudo para el enfermo. Lacan
sostiene que el modo como Freud abordó el masoquismo muestra una tendencia a retornar a lo inanimado.
Ahí Freud ubica la RTN como la tendencia a no haber nacido. La aspiración al reposo y a la muerte eterna.

La ética del PSA se trata de una reflexión acerca de cómo, si es posible, podemos cuidarnos de lo que sería una
experiencia moralizante, pedagógica, ordenadora, etc. Como hacer en la práctica para dar al deseo su lugar.
Porque el neurótico, de eso se trata lo que la clínica nos muestra con la RTN, se las arregla para desoír el propio
deseo, para escabullirlo. Una de las variantes eficaces la encuentra en la voz del Superyó, la cual lo protege al
decirle lo que debe hacer, de pensar en lo que él mismo puede desear.

Freud, en referencia a la necesidad de castigo, homologable al padecimiento de la interdicción en Lacan, dice


que es el peor enemigo de nuestros esfuerzos terapéuticos. Esta necesidad de castigo es satisfecha por el
padecer enlazado a las neurosis y se aferra a la enfermedad. Parece como si la necesidad de castigo
inconsciente participara en cualquier enfermedad neurótica.

Al escribir sobre las resistencias, ubica la del Superyó como la más oscura que, proveniente de la conciencia de
culpa o necesidad de castigo, desafía todo movimiento del análisis hacia la cura porque, a diferencia de las
reacciones que promueve la transferencia negativa, la RTN no provoca necesariamente ni la interrupción
del análisis ni hostilidad contra el analista, sino sencillamente, el no avanzar en la cura, gozar de la
enfermedad. Nos lleva a interrogar cuál sería la ética, qué responsabilidad le cabe al analista frente a la
emergencia de la RTN en la dirección de una cura. La acción eficaz del análisis consiste en que el sujeto
llegue a reconocer y a acercarse a nombrar su deseo.

12 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


MÉTODO- MILLER

 Capítulo I: introducción a un discurso del método analítico


Hay una tendencia a hablar de la ética del psicoanálisis respecto al final de análisis, y de la técnica respecto al
inicio del análisis. En el análisis, las cuestiones técnicas son siempre cuestiones éticas porque nos dirigimos al
sujeto.

Bienvenidas y acto analítico


¿Cómo recibimos a un paciente? Ya sea por razones de dinero, interés de iniciar una nueva investigación, una
nueva cura. Tenemos gusto por la novedad, y una tendencia al aburrimiento. El que viene a vernos como
analistas no es un sujeto, es alguien a quien le gustaría ser un paciente. El paciente puede ser designado por
otros, por la familia, médico, sociedad, instancias sociales que le dicen que ha de tratarse. Pero este no es el caso
en la práctica analítica, salvo en los niños que se trabaja con padres.

En el análisis, no hay paciente en rebeldía consigo mismo. El primer pedido en la experiencia analítica es la
demanda de ser admitido como paciente.

Precedencia: la primera avaluación es hecha por el paciente que avala su síntoma. Él llega al analista en la
posición de hacer una demanda basada en una auto-avaluación de sus síntomas, y pide un aval del analista
sobre la misma

El acto analítico ya está presente en esa demanda de avalar, en autorizar la auto-avaluación de alguien que
quiere ser un paciente. Todo paciente tiene el deseo de ser nuestro paciente, siendo ya por sí solo un candidato.
Quien pide un análisis puede ser autorizado por el analista a entrar en la experiencia. Aceptar o rechazar a un
paciente ya es un acto analítico. En la práctica lacaniana, todo aquel que quiere ser un paciente, es considerado
como un candidato, y el analista tiene que responder con un espíritu de responsabilidad muy profundo.

La práctica de las entrevistas preliminares no tiene sentido alguno fuera de este contexto. Ya se considera en
juego el acto analítico y la ética del psicoanálisis en el inicio mismo de la experiencia analítica. En la práctica
lacaniana las entrevistas preliminares son una consecuencia directa de cómo damos con una estructura de las
“bienvenidas”. Significa que el comienzo es aplazado, el analista se demora en iniciar el proceso del análisis
hasta que esté satisfecho, para poder autorizar la demanda de análisis y consecuentemente avalarla según
razones precisas

A través de las reformulaciones de la demanda del paciente-candidato que tienen lugar en el recorrido del
propio análisis se va dando la entrevista preliminar que puede durar hasta un mes. Si duran un año ya se llama
“preliminar permanente” y no permite el análisis en su rigor.

Finalidades, niveles de la práctica donde cada nivel entra en el siguiente, se superponen:


1. Avaluación clínica - (aval + evaluación)
2. Localización subjetiva
3. Introducción al inconsciente
Cómo están vinculados, el vínculo entre 1 y 2 es “subjetivación” y entre 2 y 3 “rectificación”

Las entrevistas preliminares se emplean en realidad como medio para realizar un diagnóstico preliminar. El
analista debe ser capaz de concluir de manera previa algo respecto de la estructura clínica de la persona
(neurosis, psicosis o perversión) ya que no hay ningún tipo de recubrimiento entre ellas.

 Capítulo II: diagnóstico psicoanalítico y localización subjetiva


En nuestro medio, cuando se habla de diagnóstico se piensa en el diagnóstico psiquiátrico, caracterizado casi
siempre por una supuesta objetividad. El diagnóstico psiquiátrico está constituido a nivel de la objetividad, y
puede parecer "mecanicista". Nosotros, en el campo analítico, estamos, contrariamente, del lado del sujeto. La
cuestión que se plantea es si hay o no un diagnóstico del sujeto, un diagnóstico constituido no sólo en la pura
objetividad sino a nivel del sujeto.

13 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


La ignorancia tiene una función operativa en la experiencia analítica. No la ignorancia pura sino de ignorancia
docta (no comprender demasiado rápido, no dar nada por obvio), de la ignorancia de alguien que sabe cosas,
pero que voluntariamente ignora hasta cierto punto su saber para dar lugar a lo nuevo que va a ocurrir.

La función operativa de la ignorancia es la misma que la de la transferencia, la misma que la de la constitución


del Sujeto supuesto Saber (se constituye a partir de la ignorancia, no del saber). A partir de esa posición el
analista puede decir que no sabe con anterioridad lo que el paciente quiere decir, pero supone que quiere decir
otra cosa. En esto, la suposición de saber no está vinculada al saber constituido -porque si hay saber
constituido, no hay ninguna necesidad de suposición, sino habla de una suposición de ignorancia.

De la avaluación clínica a la localización subjetiva: la subjetivación


Hay un vector que soporta todo esto, el vector del propio acto analítico, el vector del "sí" o del "no" del analista
avalando o rechazando la demanda de su paciente, de ser paciente de un analista. Hay un vector de
responsabilidad, un vector donde el paciente es, en realidad, un candidato y el analista un jurado. Cuando
hablamos del diagnóstico, en esta perspectiva, el sujeto es una referencia ineludible. Debemos respetar las
maneras de gozar.

En general, las personas que vienen al análisis se sienten "mal-hechos". Son los neuróticos los que se perciben
fundamentalmente mal-hechos. Cuando repetimos la frase de Lacan "no hay relación sexual", significa que eso
falta, es por eso que estamos mal-hechos.

Una cuestión fundamental del sujeto en análisis es: ¿a qué cosas tengo derecho? Sabemos que el derecho es
siempre una ficción simbólica y que, a pesar de serlo, es operativa en el mundo, estructura el mundo. Entonces
no se trata de hecho, y sí de símbolo, o sea, de derecho. El sujeto en la clínica es un sujeto de derecho, un
sujeto que establece su posición con relación al derecho, o sea, no se trata de un sujeto de hecho. Y si alguien va
a "observar" al sujeto, buscándolo en la objetividad, jamás lo encontrará. Decir esto equivale a decir que no se
puede separar la clínica analítica de la ética del psicoanálisis. Es la ética del psicoanálisis la que constituye, en la
experiencia analítica, al sujeto.

Localización subjetiva
Hay analistas que piensan que es de suma importancia observar al paciente: cómo se mueve, cómo se viste,
cómo se acuesta en el diván, lo que hace con su cuerpo durante la sesión, cómo entra, cómo sale. Lo esencial, no
es esa dimensión. Lo esencial es lo que el paciente dice. En nuestro método, debemos pasar, inicialmente, de
la dimensión del hecho a la dimensión del dicho, pero esto no basta, es esencial un segundo paso. El paso
siguiente es cuestionar la posición que toma aquel que habla con relación a sus propios dichos. Lo esencial es, a
partir de los dichos, localizar el decir del sujeto, lo que Lacan llamaba enunciación, que significa la posición
que aquel que enuncia toma con relación al enunciado.

 Capítulo III: introducción al inconsciente


Analista
- Introduce al malentendido (el alivio proviene del mismo y no de la empatía)
- Reformula la demanda
- Separa enunciado de enunciación
- Es el conductor
- Es el destinatario del discurso
- Dirige al paciente al encuentro del inconsciente y lo lleva al cuestionamiento
- Evalúa donde está el paciente y trata de realizar un cambio de posición

El deseo en la demanda de análisis


La localización subjetiva no es sólo una evaluación de la posición del sujeto, sino también un acto del analista,
un acto ético. El analista a través de la separación entre enunciado y enunciación, a través de la reformulación
de la demanda, de la introducción del malentendido, dirige al paciente en una vía precisa al encuentro del
inconsciente.

14 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Se trata de introducir al paciente en una primera localización de su posición con relación a su dicho. A aceptar
la asociación libre, quiero decir, a hablar sin saber lo que dice, a hablar buscando el sentido de lo que dice, o sea,
a abandonar la posición de Amo.

Un paciente que lo llama por teléfono para pedir una sesión a larga distancia, luego la tienen. En la segunda
sesión le dice que quiere anular el segundo encuentro (duración de la sesión 3 minutos). Después, a la salida de
este segundo encuentro, telefónico y pide volver al día siguiente, desciende comenzar un nuevo análisis.
 Primer tiempo: hacer el pedido.
 Segundo tiempo: anular el pedido hecho.
 Tercer tiempo: hacer de nuevo el pedido anulado, o sea, anular la anulación.

Si eso fue esclarecedor, podemos decir que es una reducción a la estructura de la neurosis obsesiva, porque ésta
no es sólo el síntoma de la duda o la oscilación, una imposibilidad de decidir o una impaciencia, sino una
división del deseo. Lacan decía que para constituir una repetición son necesarios tres tiempos. Es necesario una
afirmación, una anulación, y una anulación de la anulación. Lacan denomina a esto una manera de
retroceder ante el deseo. En una estructura en la que hay un tiempo de anulación, seguido de una anulación de
la anulación, la doble anulación no equivale a la afirmación inicial.

La rectificación subjetiva
Lo que Lacan llamaba rectificación subjetiva es pasar del hecho de quejarse de los otros para quejarse de sí
mismo. El acto analítico consiste en implicar al sujeto en aquello de lo que se queja, implicarse en las cosas de
las cuales se queja. Es un error pensar que el inconsciente sea el responsable de las cosas que por las cuales
alguien sufre, sería destituir al sujeto de su responsabilidad. Lacan llamaba rectificación subjetiva cuando en el
análisis el sujeto aprende también su responsabilidad esencial en lo que ocurre. El lugar de la responsabilidad
del sujeto es el mismo del inconsciente. Lacan, en el período más avanzado de su enseñanza, ya no habla de la
rectificación subjetiva sino de histerización del sujeto.

LA ANGUSTIA: EL ACTING OUT Y EL PASAJE AL ACTO- TERESA REYES

El Acting Out y el Pasaje al Acto son dos instancias de la clínica psicoanalítica que debemos pensarlas en el
marco de la transferencia como modus operandi de la cura. Tanto el Acting Out como el Pasaje al Acto son
modalidades clínicas que permiten ceñir lo real en la actuación. Son dos lugares privilegiados para pensar algo
de lo real de eso, que queda fuera del discurso. Una verdad que no puede desplegarse sino a través de la
actuación que es el terreno que verdaderamente desafía la clínica. Aquello que es del orden de lo compulsivo en
la repetición.

Estas dos modalidades clínicas suponen en la cura un punto de detención que genera en el analista, la
dimensión de la duda en cuanto a cómo proseguir. El cuestionamiento de la posición del analista en términos de
deseo del analista, el problema del límite de la interpretación y, por lo tanto, una puesta a prueba de la
transferencia.

 ¿Cómo abordar desde la transferencia estas instancias clínicas?


El operar con estas dos modalidades de respuesta del sujeto implican momentos cruciales que revelan algo de
la estructura, allí donde estos modos de respuesta valen por lo real.

El término Acting Out surgió en la experiencia freudiana ligado al proceso analítico instaurado a partir de la
regla de Asociación Libre. Freud descubrió que el paciente no recordaba siempre lo olvidado y reprimido sino
que lo reproducía como acción. La actuación quedaba ligada a la repetición siendo su fundamento la resistencia.
La operación analítica consistía en mantener dentro de la esfera psíquica aquella que quedaba fuera del
recuerdo y que derivaba a la motricidad, es decir, a la acción.

Actúa en lugar de recordar. Dice Freud “el analizado no recuerda en general nada de lo olvidado y reprimido, sino
que lo actúa”. Pero a su vez, Freud descubre que este Actuar es un modo de recordar y se produce
inevitablemente en un análisis.

15 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Es en “Más Allá del Principio del Placer” que podemos encontrar en Freud que una cosa es la repetición y otra la
actuación donde tematiza la compulsión a la repetición. Lo cual reconceptualiza lo dicho en “Recuerdo,
Repetición Y Elaboración”. Por lo tanto, recuerdo y repetición se separan, una cosa es la actuación, por el lado
de la compulsión, y otra la repetición.

La actuación es una repetición, pero no en el relato. La actuación como compulsión queda adscripta al
margen del discurso, el margen de lo simbólico. La repetición, en cambio, es simbólica, es esencialmente
significante, y en ella está en juego una dialéctica entre lo idéntico y lo no idéntico. El retorno de lo mismo a
través de lo diferente.

La repetición se produce en el marco de la asociación libre en términos de significantes que retornan de lo


reprimido. La actuación, en cambio, supone la aparición en la escena de otra cosa que significantes, la aparición
del objeto. El objeto es algo que sale de la cadena significante, que es expulsado de la cadena discursiva. Freud
descubre, entonces, que hay algo del orden de la repetición y diferencia lo que causa la repetición de lo que
esta afuera de la repetición y que Lacan llama Objeto a.

- Lacan, en el Seminario XI, plantea una diferencia muy importante: En tanto la acción que está en juego
en el retorno no es retorno de lo idéntico en lo no idéntico (retorno de lo reprimido), sino que es
retorno de lo idéntico en sí, de eso que es siempre lo mismo. Lo absoluto del objeto imposible de ese
encuentro.
- Lacan, en el Seminario de la Angustia, plantea una relación esencial de la angustia con la acción como
tal: actuar es arrancar de la angustia su certeza.

Actuar es operar una transferencia de certeza que sólo la angustia puede dar al acto, esta certeza de la angustia
que no engaña, se refiere a que no se articula al equivoco significante. Esta surge cuando el sujeto se lee como
no siendo más que un cuerpo no reconocido por el Otro, es decir como resto, como desecho. La angustia no
engaña, ya que su imaginario es también real, aparece ante la presencia del objeto. Lacan dice que la angustia
es lo que en el interior del cuerpo existe cuando algo lo despierta, lo atormenta.

La angustia es entonces, frente a lo que el sujeto lee en el Otro, en su nivel yoíco, la sensación que tenemos de
reducirnos a nuestro cuerpo, cuando ninguna imagen suya se refleja en el espejo del Otro, cuando no somos
para el Otro más que un desecho (objeto arrojado en lo real).

Tanto Freud como Lacan ubican a la angustia en un lugar central de la estructura. En el lugar de la causa, de las
diferentes operaciones psíquicas, que son las diferentes respuestas del sujeto a la angustia. La angustia como
lugar central de la estructura es también llamada trauma por Freud, es decir, lo traumático como angustia de
castración.

 ¿Qué es lo traumático de la angustia de castración?


Es la castración del Otro S(A) en tanto deviene la aparición del Otro como deseante, es decir, el encuentro del
sujeto como a en la medida en que es producto de la operación de división del sujeto en el campo del Otro. Es la
posición de no saber quién se es para el Deseo del Otro, en tanto que el Deseo del Otro es la posibilidad de
existencia del sujeto. Esto tiene una consecuencia muy importante en lo tocante a la relación entre el objeto y el
deseo.

Para que el sujeto pueda actuar, para que haya acto del sujeto, el deseo, como deseo del Otro, debe operar. La
posibilidad de la constitución del sujeto como causa del deseo del Otro, es en tanto el Otro sea otro barrado,
deseante. El sujeto se identifica con ese objeto perdido por el Otro, esto es con la falta que habita en el Otro, en
tanto, Otro barrado.

Para que el sujeto se constituya como causa debería colocarse en la posición de objeto perdido del goce del
otro, es decir, perderse como objeto de goce y relacionarse con la falta del otro, pues dicha “posición de objeto
de goce tiende, justamente, a obturar la falta en la que habita el deseo”.

16 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


El sujeto entra al mundo como un cuerpo. Como un sujeto en lo real que debe ser marcado por el Otro,
simbolizado, para dejar de ser cuerpo y pasa a tener un cuerpo. Como el Otro no tiene todos los significantes,
porque está barrado, hay algo de ese cuerpo que no es nombrado totalmente. Hay un resto de ese cuerpo que
permanece como no sabido por los significantes del Otro. Esta falta del Otro es la imposibilidad de nombrar la
totalidad del cuerpo. Freud ubica en ese punto de falla de saber del Otro a la castración, a lo femenino y a la
muerte.

A esto que el sujeto no puede saber sobre él, en tanto el Otro no es otro del saber, Lacan lo llama, el Otro en
tanto cuerpo, es el cuerpo que representa la pérdida original del sujeto como la AUSTOSSUNG (expulsión),
cuerpo excluido de lo simbólico. Este cuerpo que no es nombrado por el Otro como saber, posiciona al sujeto en
la dimensión de la angustia, porque el sujeto en ese punto no sabe quién es.

La angustia, es la última pantalla de lo real. El sujeto, intenta localizar ese cuerpo que está más allá de la
representación, de lo simbólico, de lo significante, en un objeto imaginario como una manera de taponar la
angustia, la respuesta que encuentra es el fantasma que viene a ligar ese cuerpo expulsado de lo simbólico
(cuerpo real), a uno de los objetos de la pulsión parcial (como objeto localizado separado).

A lo largo de todo el Seminario de la Angustia, Lacan va a caracterizar el objeto a, como un objeto que no es
faltante ni sustituible, pero que puede funcionar como sustituto, el a, parte caída del cuerpo, es producido en la
relación del sujeto con el Otro. El fantasma, como pantalla de lo real, tiene una función de montaje del objeto
parcial como simulacro del a, en donde el sujeto construye cierta certeza, con relación a lo que del Otro aparece
como un deseo desconocido.

La angustia, es entonces la concurrencia del acercamiento del sujeto al deseo del Otro, respuesta insoportable
que introduce la castración del Otro en tanto que deseante y como tal, el fantasma, es la pantalla que defiende al
sujeto de ese deseo.

Cuando en el lugar donde debe aparecer la falta, donde el objeto a no puede ser representado, se hace presente
algo: “la falta, falta”, la angustia surge.

En este punto, Lacan trabaja la relación de la angustia con el UNHEIMLICHE. Se trata de una presencia
inquietante. Es una presencia que no se puede ver. Es la presencia de algo, que no aparece bajo la forma de una
representación, es el objeto a.

Lacan dirá que el fantasma es una pantalla que se pinta en la tela que oculta la ventana, para ocultar la visión
que ofrece la ventana. El marco es, pues, condición necesaria del fantasma. Entonces, el fantasma, es una
construcción que va a dar respuesta al enigma del deseo del Otro. ¿Qué hay detrás de esta pantalla? La
hendidura del deseo del Otro, es decir, su enigma. Por eso hay una relación intrínseca entre el marco y la
angustia. La hendidura es la barra que castra al Otro, lo que hace surgir al sujeto como deseante, lo que señala
su castración.

Diremos entonces, que el Pasaje al Acto y el Acting Out son dos respuestas frente a la angustia en el orden de la
acción y se diferencian del síntoma en que éste es una respuesta del sujeto que puede situar el a en el campo del
Otro, es decir, el síntoma es una vía que mediatiza el deseo y tramita la angustia.

En el Acting Out y el Pasaje al Acto se pierde la dimensión del sujeto, el deseo queda abolido, se pierde la
estructura metonímica, no hay percatación subjetiva de estas acciones, por lo tanto, el sujeto no se interroga
por las mismas. El síntoma está en la trama significante, mientras que estas acciones quedan por fuera de lo
simbólico. Tanto en el Pasaje al Acto como en el Acting Out, a diferencia de aquel, el sujeto queda sustraído a los
equívocos significantes. Estos comportamientos están en el lugar del decir, poniendo en juego aquello que no
puede ser dicho, lo que vale por lo real en la estructura, aquello que lo simbólico delimita como objeto a. Hay
entonces, una relación directa de estos comportamientos con el objeto a, resto de la relación del sujeto con el
campo del Otro.

17 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Estos comportamientos son entonces ininterpretables, ya que están fuera del discurso, quedan por fuera de lo
reprimido porque implican un más allá de la palabra y, por lo tanto, ponen en juego el a, que no aparece como
falta en el deslizamiento significante, como en el caso del síntoma.

El Acting Out y el Pasaje al Acto son dos modalidades clínicas de lo inimpronunciable y como tal son dos lugares
privilegiados para pensar la cuestión de lo real en el análisis.

 PASAJE AL ACTO
El Pasaje al Acto es una respuesta no fantasmática a la angustia, respuesta en el orden de la acción de carácter
desesperado que implica la angustia de no poder esperar del Otro. En el Otro hay respuesta a la pregunta del
sujeto por su deseo. Esto responde a la angustia suscitada arrojándose fuera de la escena, encarnando al objeto
no sabido por el Otro (objeto a) como objeto no parcial (no recortado, no limitado) encarnado en el propio
cuerpo.

El Pasaje al Acto es una caída de lo simbólico y, al mismo tiempo, una caída del espejo, ya que no hay
reconocimiento de ninguna imagen. Es una salida del marco, una salida de la escena en la medida en que el
sujeto se identifica al objeto a en esa función de desecho y se arroja de la escena.

El objeto cumple su función particular. Cae de la escena haciendo cesar la misma en el instante de su caída, ¿en
qué función está el Otro para que el sujeto realice un Pasaje al Acto? El Otro no cumple una posición de
intérprete en el sentido de que no escucha nada, es un Otro que está solidificado, en posición de omnipotencia
absoluta.

Lacan dice que el Otro está en posición de falo absoluto, en el sentido que es un Otro sin barrar, sin ningún
espacio para que el sujeto se constituya. Entonces, ¿a qué se identifica el sujeto? Simplemente a lo que queda de
eso, al desecho, que es el Objeto a en posición de resto. El sujeto para descompletar al Otro, se convierte en el
desecho, se arroja de la escena, del campo del Otro, es el intento de hacer desaparecer al Otro que lo goza,
intento de situar una falta en el Otro.

El Pasaje al Acto, es entonces, una respuesta no fantasmática a la angustia, es la puesta en acción de una oferta
sacrificial del sujeto, como objeto desecho, caído. Como intento de una reinscripción del sujeto, el sujeto al
arrojarse de la escena busca un “nacer de vuelta”. Se trata de empezar de nuevo con ese Otro, de buscar una
falta en el Otro que permita efectivamente inscribirse, ya que el Otro no daba ningún lugar a esto, por lo tanto,
el sujeto trata de inscribirse en lo real. Se va a otro lado, se escapa de la escena hacia “otro mundo”. Esto se
observa claramente en las fugas infantiles, donde son una manera de decir “aquí no tengo lugar para
inscribirme, entonces me inscribo en otro lugar”.

Lacan va a decir que el correlato esencial del Pasaje al Acto es ese dejarse caer, esa súbita puesta en relación del
sujeto con lo que él es como a. Se trata de un acto que, por analogía con el parto implica un precipitarse por la
ventana, acto paradigmático del melancólico en tanto la ventana, como metáfora de la laguna es tributaria de un
pasaje a otro mundo.

El Pasaje al Acto puede aparecer también en la dimensión de la cura misma, como un modo de interrupción del
tratamiento. La ruptura del análisis, como huida de la escena, está dada porque el sujeto queda en posición de
angustia por la relación con el analista, ubicado este como Otro absoluto. Dicho de otra manera, cuando el
analista no ocupa el lugar de la nada, es decir del Objeto a, este lugar es ocupado por el paciente.

El Pasaje al Acto, a diferencia del Acting Out, no sorprende al analista, se lo ve venir, es el punto final de algo
que se viene anticipando, aunque a veces no muy claramente. El caso de la joven homosexual es un buen
ejemplo para pensar dicho Pasaje al Acto y su anticipación. Si el Pasaje al Acto es la caída, la historia anterior es
un Acting desplegado a toda la historia que esta joven realizó frente a la mirada del padre. El pasaje al acto es
fallido, cuando después de una serie de actings que no tienen la respuesta que esperas te terminas yendo.

18 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


 EL ACTING OUT.
Lacan define al Acting Out como “algo” en la conducta del sujeto que se “muestra”. Dice, en el Seminario de la
Angustia: “El acento demostrativo, la orientación hacia el otro de todo acting debe ser destacado”. El sujeto se
pone a actuar sobre esta escena bajo la mirada del Otro, necesita del Otro en posición de espectador. Es decir,
muestra su caída en tanto se ubica como resto, pero la escena es mostrarse como resto y no serlo como en el
caso del Pasaje al Acto.

El Acting Out implica un resto que está más allá de la palabra, por eso es irrecordable, porque no pertenece a lo
reprimido, es del orden de lo indecible y pone en escena el objeto a como causa, eso que está más allá de la
palabra. Por eso cuando se dice Acting Out, se enfatiza el out, el afuera, lo que implica la salida del sujeto de la
cadena discursiva. Es un fuera de la cadena discursiva, un fuera del orden significante y, por lo tanto, lo que
pone en juego es aquello que no puede ser dicho por estructura; ese resto que está más allá de la palabra.

Es en este sentido que Freud opone el recordar al actuar. Diremos que se actúa aquello que no es del orden de
lo recordado. En ese sentido, el acting sería una reproducción del acto diferente de lo que conceptualiza Lacan
como repetición que es inherente al orden significante y por lo tanto, dicha reproducción evoca siempre una
representación faltante. Es entonces una problemática en la dialéctica del deseo en tanto no hay operación de
inclusión del a en el Otro, en la medida en que dicho Otro actúa como un muro inexpugnable.

El Acting Out es un mostrante del resto irreductible a la simbolización del Otro en el marco del sostenimiento
de la escena.

 Características Del Acting Out.


a. Siempre es una acción.
b. Aparece de forma brusca.
c. Rompe la cadena asociativa.
d. No interroga al sujeto. A diferencia con el síntoma no cuestiona su subjetividad.
e. Es la apuesta en acto del fantasma.
f. Lo importante de la escena es que es de carácter visual y lo que muestra es el resto.
g. No produce asociaciones.
h. Siempre se dirige al Otro que desfallece en su función como tal. Apela a una respuesta.
i. La función simbólica está desfalleciente.
j. Hay mantenimiento de la escena (se diferencia en esto del Pasaje al Acto).
k. Se trata de una escena teatral. En el acting lo que está en juego es un real del teatro. Lacan propone pensar
el teatro al revés de lo que se piensa en el teatro moderno, donde los actores bajan a la sala; sino más bien hay
que pensarlo como la presencia de los espectadores en el escenario.
Dicha mostración no se presta al deslizamiento del deseo sino que es una acción que se dirige al Otro y reclama
una respuesta al analista. En esta respuesta por la acción el a aparece como causa que se dirige al Otro y
reclama una respuesta del analista. Esto es el acting; la presencia del objeto en la escena y lo esencial es la
mostración del resto y no de la escena misma.

Si el acting pone en escena lo irreductible (el resto) no puede ser interpretado, interpretar los significantes de
la escena no reduce el acting, porque lo esencial, como dijimos, no es la escena, sino lo mostrante del resto. El
analista no debe intervenir con la interpretación pero sí responder con alguna intervención. Lacan se pregunta,
¿cuál es la posición del analista frente al acting?

En este sentido, el Acting Out es un out respecto al dispositivo analítico de la regla fundamental. Si el Acting Out
es pensado por Lacan como Transferencia Salvaje, plantea al analista el cómo domesticarla, ya que el acting se
dirige a él, es decir, lo que suele estar en juego en todo acting es la transferencia. El acting es un llamado al otro
como “amago a la transferencia” que es la Transferencia Salvaje, esto es una transferencia sin análisis. Concibe
en tal sentido, que el “el analista no es exterior al acting”, es decir, que marca el lugar del analista como
destinatario del acting. Por eso Lacan dice a los analistas que el “Acting Out tiene la necesidad de ustedes” y
“que es un amargo de la transferencia”.

19 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


El acting revela entonces dos situaciones a pensar:
a. El Acting Out denota un imposible para el sujeto, es una defensa de éste que implica un modo de
articularse al Otro. Es una demanda no articulada con el fin de que el analista interprete el señuelo que
el acting recorta para indicar el modo de resto en que está colocado el sujeto.

b. El acting, como búsqueda en la transferencia, intenta señalar un daño en la escena analítica, donde se le
demanda al analista su presencia, su lugar, lugar éste al que apunta dicho acting, porque si hay que
retomarlo, es porque se ha perdido. Hay un aforismo lacaniano con respecto a esto, “el analista es el
partero del Acting Out”. Es un modo de respuesta del paciente frente a la posición histérica del analista o
frente a la posición de éste como Otro absoluto, es decir, sería el efecto de la no escucha. Sitúa una
puesta entre paréntesis del proceso transferencial en la dimensión simbólica, es un pedido de
interpretación, un pedido al Otro que se encuentra desfalleciente y reducido a su función imaginaria y
vacilante en la transferencia del sujeto supuesto saber. Es una llamada al analista a sostener el
dispositivo analítico.

Si hay una transferencia salvaje, habría que diferenciarla de la analítica. El acto analítico transforma la
transferencia salvaje en analítica. El dispositivo del discurso analítico se instaura a partir de un acto del
analista. Y sólo hay transferencia analítica en tanto hay acto analítico. Cuando Lacan plantea el “acting como
una transferencia sin analista” es porque falla el acto del analista, o sea, que el acting es una respuesta en
análisis a la falta del acto analítico. El acting reclama del analista un acto que instale el discurso analítico.

No se trata de responder a la demanda de interpretación, sino que lo que permite domesticar la transferencia
salvaje es el deseo del analista. El analista debe sostener la dimensión de resto en la medida en que vaya
tomando sus señas, el acting servirá como herramienta en la dirección de la cura. Cuando el analista no
pesquisa lo que muestra el acting y actúa urgido, se pone a trabajar sin determinar qué objeto está en juego y se
comienza a dar sentidos, interpreta más y más los actings, respondiendo en forma creciente a la demanda. Se
produce así una imposibilidad de analizar. El acto analítico pone al sujeto a asociar libremente, instalando el
dispositivo del discurso analítico.

INHIBICIÓN, SÍNTOMA Y ANGUSTIA- FREUD

 Inhibición
Es una limitación de una función yoica, no necesariamente patológica. No es un padecimiento externo sino
una limitación. Por ejemplo, miedo/temor a hablar en público por temor a decir cualquier cosa.

 Síntoma
Es algo necesariamente patológico y se impone como un cuerpo extraño para él yo. Me pasa esto y no sé
porque me pasa y no lo puedo evitar. No es algo que sucede dentro del yo, es algo que se le impone al yo desde
otro lugar. Es la tramitación de un producto a través de un conflicto. Es un sustituto desfigurado de un deseo
inconsciente, al igual que las formaciones sustitutivas. Es el resultado de un proceso represivo.

La represión parte del yo, en determinado momento no quiso saber de determinado tema, pero el síntoma
como retorno de lo reprimido le excede al yo y aparece como un cuerpo extraño. Es una formación de
compromiso entre el represor y lo reprimido. El síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional que
en principio fue interceptada y que ahora sale a la luz desfigurada como un síntoma. Todo síntoma implica un
componente de satisfacción. Por ejemplo, no puede hablar en público pero decide estudiar derecho.

El motivo para la formación de síntoma es la angustia de castración.

 Angustia
Es un estado afectivo de carácter displacentero, que se acompaña de sensaciones corporales intensas y que en
sus formas extremas involucra taquicardia, sudoración extrema, dificultades respiratorias, ideas
perturbadoras. No importa cómo se manifiesta, la angustia es en el cuerpo. La angustia es un padecimiento,
sufrimiento, es algo que se siente.

20 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Tiene que ver con lo reprimido. Es un componente corporal, físico. Se siente en el pecho, pero es difícil definirlo.
Es una sensación indefinida, incierta. El cuerpo se hace presente, y uno psíquicamente tiene algo que tramitar
con esto. Es absolutamente real, aparece, irrumpe, está ahí

 La pulsión tiene dos componentes:


1. Representación: va al ICC, hay que negarle el acceso al CC y mantenerlo lejos de ella.
2. Monto de afecto:
- Suprimido: represión exitosa
- Mudar afectos coloreados

Angustia → tiene otro estatuto, es el resultado de un mecanismo psíquico, hay represión y después hay
angustia.

 La angustia es libido transmutada:


Con mediación de mecanismo psíquicos – neurosis de defensa → la represión es un paso previo a la angustia.
- Sin mediación de mecanismos psíquicos – neurosis actuales.

Angustia como reacción frente al peligro: En este nuevo texto plantea lo contrario, es la angustia la que genera
la represión.

 Dos tipos de angustia: automática y señal.


El yo es el genuino almácigo de la angustia, es donde emerge la angustia. La angustia cuando aparece como
social, le permite al yo movilizar mecanismos de defensa. Son estímulos externos. El problema es cuando los
estímulos son internos, porque de estos no se puede huir como se puede huir de los externos. Los estímulos
internos son estímulos pulsionales. Cuando determinada pulsión, displacenteras o inconciliable, cobra fuerza
en la vida psíquica el yo emite una señal de angustia → se moviliza la defensa, entre ellos la represión. Como no
se puede escapar, el yo utiliza la señal de angustia para reprimir el impulso libidinal. La angustia señal marca el
peligro, y este peligro es que haya más angustia, que se realicen los propios impulsos libidinales. El peligro es
que irrumpa pulsiones que el yo no pueda manejar, porque las investiduras libidinales son peligrosas porqué
tienen como consecuencia la castración (esto se da a partir de la teorización del complejo de Edipo). A partir de
la angustia de castración (amenaza) Freud reordena los cuadros psicopatológicos:

- Histeria: afección particularmente femenina. La angustia de castración es la posibilidad de la pérdida


del amor.
- Obsesión: es la angustia frente a la conciencia moral (superyó) que termina experimentándose como
sentimiento de culpa.
- Fobias: es donde se ve más claramente que la angustia es angustia de castración. En la fobia a los
animales es donde se ve más gráficamente porque es el temor. En las fobias sociales es el temor a que
los otros me vean de determinada forma.

La angustia señal, señala el peligro de la castración o la pérdida (trauma). Es una angustia “sana” que organiza
la defensa.

SOLUCIONES DE LA FOBIA. EL CASO DE LA FOBIA A LAS GALLINAS DE HELENE DEUTSCH-


MAZZUCA

La fobia a las gallinas, es publicada por Helene Deutsch en su libro del año 1951. Es conocido porque Lacan lo
menciona en su seminario 16, donde lo comenta desde la particular concepción sobre la perversión y la
neurosis desarrollada en ese seminario.

 La fobia en el seminario 16
Plantea las diferentes categorías clínicas, especialmente de la neurosis y perversión, ya que ambas son
decisivas para acceder a la concepción de la fobia como la entiende Lacan, la cual llega a su culminación la
elaboración de la teoría del objeto a.

21 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


El objeto a fue introducido en el seminario 10, la angustia como resto del proceso por el cual el sujeto se
constituye en el campo del Otro. No se ubica por delante del deseo, sino por detrás de él. Y no solo queda fuera
de lo simbólico, sino también más allá de lo imaginario, ya que no responde a la estructura del espejo. El objeto
a entonces, causa de deseo, es irreductible a lo simbólico y a lo imaginario.

La culminación del objeto a se da en el seminario 16. Acá, el objeto a, además de causa de deseo, asume la
función de plus de gozar. Es inherente a la estructura del Otro, eso conduce a Lacan al concepto inventado por
él, de “extimidad”, condensa los términos de exterioridad e intimidad: el objeto a está fuera de lo simbólico pero
se ubica en lo más íntimo de Otro.

Para Saussure “El significante representa al sujeto para otro significante”. La identificación responde a una
perspectiva lingüística, una cadena de significantes que se suceden. Se puede representar así: S S S. El Otro es el
lugar donde se inscriben los significantes, pero éstos no tienen otra estructura que la del encadenamiento, o de
la asociación que le otorga el sujeto. Pero Lacan hace una lectura lógica, no lingüística. Entonces, “el Otro
significante” no es sólo un eslabón en la cadena, sino que representa el conjunto de todos los otros significantes,
y así resulta una topología estratificada del Otro que Lacan representa de esta manera:

Es una estructura que sólo puede cerrarse con un conjunto vacío.


Ese conjunto vació representa el objeto a. Los diferentes objeto a:
pecho, heces, voz, mirada, etc., son objetos que por su estructura de
borde, se presentan a colmar ese vacío. “Estructura agujereada”
porque es vacío de significantes, o sea, exterior al Otro que se define
como el lugar del significante, pero se ubica en lo más íntimo de su
estructura.

El acceso de un ser viviente a la dimensión significante acarrea una pérdida de goce. El Otro, como lugar del
significante, está vacío de goce. Pero el lugar del objeto a, justamente por ser vacío y carecer de significado,
funciona como retorno al goce. Entonces, estructura y función están muy relacionadas.

 La perversión en el seminario 16
Estructura y función también está relacionada a la clínica. Lacan propone introducir la relación entre el objeto a
y la estructura agujereada. Dado que el objetivo de la perversión es hacer gozar al otro, devolverle el goce del
que está vació, define el Otro como aquel que se consagra a tapar el agujero del Otro, es decir, que el perverso
se ocupa de suplir la falla del Otro.

 La neurosis en el seminario 16
Si el perverso tiene como meta restituir el goce al Otro, el neurótico, en cambio, refuerza su prohibición.

Lacan primero aborda la subjetividad neurótica desde la repercusión de este objeto en lo imaginario. La
neurosis se presenta en las maniobras del sujeto en el registro especular, para proteger su narcisismo y hacerse
amar por el Otro. La trampa del neurótico es intentar mantener el espejo fijado en la posición narcisista, en la
cual aparece como amado por el Otro. Esta es una maniobra necesaria de derrotar en análisis, cuando está
destinada al analista como Otro. Esto implicaría mover el espejo y encontrar otras imágenes yoicas.

La dirección de la cura del neurótico debe apuntar a su construcción y al atravesamiento del fantasma para
acceder a un más allá de las identificaciones del sujeto. Lacan resume la trampa del neurótico como “querer ser
uno con el Otro”: si el neurótico se encuentra confrontado con problemas narcisistas, es solo en la medida en
que él pretende ser uno en el campo del Otro. Lacan sostiene que nunca hay unidad ni complemento con el otro
porque el objeto a se interpone e impide que haya coincidencia.

El objeto a en posición tercera, se interpone entre el sujeto y el Otro en el afán del neurótico de hacer Uno con
él. Esto conduce a lacan a plantear la oposición perverso- neurótico: mientras el perverso se enfrenta con la
imposibilidad derivada del objeto a en el nivel de la relación con el Otro, el neurótico se enfrenta con esta
imposibilidad en el nivel especular.

22 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


 Anaclitismo y narcisismo
Lacan presenta una concepción ampliada de la perversión y la denomina “anaclitismo”. Designa como
relación anaclítica aquella en que el sujeto tiende a tapar o enmascarar con el objeto a la falla en el
Otro. No se trata de una posición de dependencia con respecto al Otro. La castración, o el hecho de que la mujer
se distinga por no tener falo, resulta colmado por el objeto a.

En el primer tiempo del Edipo, el niño se ubica en el lugar del falo imaginario, como objeto del deseo de la
madre, responde a la estructura de perversión. En el segundo tiempo, cuando opera la castración, se extrae al
niño de ese lugar en el que había sido instalado como falo materno; pero si esta operación se cumple de manera
deficiente, el sujeto conserva cierto grado de identificación con el falo imaginario, lo cual abre posibilidades de
patologías neuróticas o perversas. (Lacan explica las manifestaciones patológicas en el adulto como
identificaciones con el falo materno). Sin embargo, mucho más grave es que el primer tiempo no se instale. Así
el niño queda expuesto a los efectos mortíferos de la pulsión, al no estar regulada por la libidinización de sus
cuerpos proveniente de la madre. El desarrollo normal exige el cumplimiento de los 3 tiempos.
1. significación fálica, el niño como falo de la madre
2. interviene el imago del padre para afirmar la operación de castración
3. amor al padre real, que facilita el camino para la identificación con él y la regulación del ideal del yo.

Entonces, vemos que lo simbólico presenta más de una cara: en una de ellas verifica la estructura agujereada,
en otra participa de la relación especial y se contagia con algunas de sus propiedades: unidad, armonía, orden.

 La fobia como plaga giratoria


La fobia constituye un desplazamiento temporal de uno al otro: se trata del impacto producido por el
narcisismo sobre una relación anaclítica previa, perturbando profundamente. Desde un punto de vista
estructural, Lacan define la superposición entre el objeto a y la imagen especular, lo cual es algo así como un
choque. Después de desarrollar la estructura de la perversión y el anaclitismo, y por otro lado, el narcisismo y la
neurosis, Lacan apunta a considerar qué ocurre cuando entra en relación una con la otra. Esta confluencia
nunca es armoniosa, son dos posiciones que se excluyen: la organización narcisista se opone y desplaza la
posición perversa.

La concepción de la fobia en el seminario 16 es ubicada como el primer eslabón en el tránsito hacia una
neurosis. Es con este esquema conceptual que Lacan lee el caso de la fobia a las gallinas de Deutsch. Hay un 1er
momento, previo a la fobia, perverso o anaclítico, sobre el cual (2do momento) opera la interferencia de un
conflicto narcisista, momento del desencadenamiento de la fobia, y finalmente (3er momento) el momento de
la constitución.

Las gallinas constituyen el objeto de una alta dedicación de la madre, porque las cría, cuida y particularmente
recoge sus huevos. Lacan dice que el niño se ubica en el lugar de gallina aspirando a proveer a su madre el
objeto que a está tanto le interesa, los huevos. Y produce la frase inconsciente “dado que tanto te interesan los
huevos es preciso que yo te los ponga”. Se trata entonces de devolverle al otro el objeto a. Este primer tiempo
de la fobia responde con claridad a lo que Lacan definió como relación anaclítica.

Cuando la fobia se desencadene en el tiempo siguiente. Un día el hermano mayor del niño (consiente del
ordenamiento de poder y las relaciones entre sexos de las gallinas) lo agarra de atrás y le dice “yo soy el gallo,
vos la gallina”. El niño dice que no quiere ser la gallina. Lacan se pregunta porque no quiere ser la gallina si, con
su madre, si quiere ser la gallina. Lacan dice que se debe al narcisismo. Lacan se pregunta: ¿qué paso, que
cambio, que elemento intervino para invertir el sentido de la situación para que, lo que antes le daba placer
ahora sea fuente de angustia? Lacan en la forma clínica de la fobia introduce la organización narcisista que
interrumpe en el paraíso anaclítico.

La presencia del objeto a resulta delatada por la angustia. Conflicto entre el objeto a y la imagen especular, que
encuentra la resolución en el tercer tiempo, el de la constitución de la fobia: “sustituir el objeto de la angustia
por un significante que atemoriza, porque respecto del enigma de la angustia la relación señalada como
peligrosa es tranquilizadora”. Lacan trata de un desplazamiento de lo imaginario a lo simbólico.

23 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Por lo tanto, para Lacan en el seminario 16, la fobia se motiva por la conmoción producida en una relación
anaclítica por el impacto de la organización narcisista. Esto conduce a Lacan a definir la fobia no como algo
permanente, sino como una placa giratoria que induce al sujeto desde una posición perversa a una neurótica.
Según Mazzuca, la fobia es la unión entre la perversión y algunas formas de neurosis.

 La fobia en la obra de Freud


Deutsch rodea los textos de Freud para delimitar la fobia. Habla de dos casos. En Juanito lo que está en juego,
dice, es la pulsión hostil contra el padre y el fantasma de ser castrado por él, que se desplaza hacia el caballo. En
el paciente ruso, “el hombre de los lobos”, la fobia proviene de la pulsión homosexual pasiva hacia el padre,
querer ser poseído sexualmente por él, que se expresa en el deseo inconsciente de ser devorado por el padre, y
se desplaza a la fobia a los lobos. Mazzuca dice que Deutsch transmite algo erróneo porque ignora lo que aportó
Freud al reconsiderar la fobia en “Inhibición, síntoma y angustia”.

Primera versión de la fobia de Juanito: Según Freud en su libro de 1909.

La fobia de Juanito en “Inhibición, síntoma y angustia”: Más allá del principio de placer, la compulsión a la
repetición y la segunda tópica. La pulsión tierna hacia el padre que conduce al pequeño sujeto a una posición
femenina y pasiva respecto de su progenitor. Ambos tipos de pulsiones, tierna y hostil, conducen en el
desarrollo normal al encuentro con la angustia de castración, a partir de la cual, por el interés narcisista de
conservar el pene, el sujeto renunciará a los objetos incestuosos, pérdida que se verá seguida y compensada del
superyó, que recupera interiormente las figuras paternas que se ha desligado la libido. Ambas conducen a la
experiencia de la castración pero por caminos diferentes: la pulsión hostil se reinvierte en la amenaza de
castración por parte del padre rival; la tierna porque la realización en la posición pasiva, de la unión sexual con
el padre implica la castración como condición.

Esto lleva a Freud a establecer el papel central del complejo de castración en las neurosis, y especialmente, en
las fobias.

 El caso de fobia a las gallinas de Helene Deutsh


El análisis de Deutsch, al igual que Lacan, se centra en la experiencia traumática del ataque sexual por parte del
hermano mayor, que constituyó el desencadenamiento de la fobia (el hermano lo agarra y le dice “yo soy el
gallo, vos la gallina”). Esta experiencia constituyó su neurosis en la pubertad como su perversión.

Deutsch, muy próxima a la concepción freudiana, le otorga la pulsión femenina pasiva un lugar central, tanto en
el origen infantil, en el desencadenamiento de la fobia y en su constitución, como en el desarrollo de la cura. Se
destaca la carencia del padre, no la del significante del nombre del padre, sino la del padre temible que opera la
castración y del padre real, del tercer tiempo, cuyo amor estimula la identificación y la formación del ideal del
yo. Deutsch afirma la ausencia de la función del padre. En la historia podemos considerar que la presencia
dominante en la historia del sujeto de un hermano mayor, puede funcionar como sustituto del padre al mismo
tiempo que denuncia su ausencia.

La experiencia traumática enfrenta al sujeto con el conflicto entre aceptar su goce femenino pasivo y la angustia
de castración. Sin embargo, hay que hacer notar el narcisismo, no sólo por estar implicado en la castración
misma (donde el niño se interesa por conservar el pene), sino también por la rivalidad y la disminución de la
estima que sufre por parte del hermano. En ese momento Deutsch oscilaba entre cuál era el objeto de la fobia, si
los ataques del hermano o las gallinas. Dice que la evitación a los ataques del hermano se transformó en
evitación a las gallinas, hasta convertirse en una fobia.

Enfrentado a la angustia de castración, el sujeto rechaza el goce pasivo de sus pulsiones reprimidas. Es
interesante el modo en que Helene califica a la gallina como imagen especular: “la gallina es para él una especie
de espejo que refleja su tendencia femenina, cada vez que mira en ese espejo, es decir, siempre que ve una
gallina, padece el temor de sus propias tendencias instintivas, las cuales lo llevan al mismo resultado, la
castración.”

24 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Hay una diferencia respecto al miedo. De este paciente no se sabe a qué le teme que le hagan las gallinas, ni si
les teme, solo se dice que las asocia con su hermano. Ante su presencia sufría crisis de angustia, se reactivará el
recuerdo y la repetición de la crisis traumática. Esto se confirma porque la fobia desaparece junto con el
hermano, cuando dejó el hogar para continuar con sus estudios. Esta fobia se aproxima a una neurosis
traumática.

Este tipo de neurosis la situación traumática no opera por sí misma sino que su significado para el sujeto está
determinado por experiencias anteriores, especialmente infantiles y con componentes pulsionales reprimidos.
“Experiencias traumáticas pueden ser el estallido de una neurosis pero no es frecuente que sea la única causa
de la enfermedad”. En este caso, se trata de pulsiones anales pasivas según el analista, que el paciente rechaza
cc pero reconoce el efecto reprimido “el rechazo al juego con el hermano del gallo y la gallina era el cc rechazo
al rol pasivo, inconsciente deseado”. El trabajo del analista restablecer esa conexión a partir del recuerdo y
reconstrucción de la sexualidad infantil.

En cuanto a la sexualidad infantil, el niño se dedica a completar a la madre ofreciéndole el objeto de goce fálico,
se identifica con una gallina y le da huevos. Como Lacan deja de lado el componente de goce, excluye la
satisfacción pulsional anal que Deutsch destaca “el niña manipula su ano reteniendo las heces o poniendo
huevos fecales en las esquinas de la casa”. En la latencia esta representación pulsional fue olvidada y el niño
representa una formación reactiva, era extremadamente limpio y da la impresión de que renunció a sus
placeres anales. Pero sin embargo, las prácticas onanistas retornan con un carácter genital, continúan teniendo
como meta el goce genital anal (presionaba el pene para adelante para obtener sensaciones anales.

De este modo, la escena traumática y la fobia luego, manifiestan el retorno de la satisfacción pasiva y la
repetición del rechazo que la reprime. “El paciente reprime todos los impulsos homosexuales por temor a su
pasividad, prefieren establecer mecanismo fóbicos antes que sufrir la irrupción de estos impulsos.”

La inclinación al goce pasivo se desplaza en la risa por las cosquillas que siente en la zona donde el hermano lo
abrazó (abrazo que trajo los deseos inconsciente pasivos del paciente. A su vez era un rechazo violento a esa
tendencia pasiva). Recuperar la posición activa le permite al sujeto aceptar su homosexualidad: pudo mantener
su actividad sin renunciar a su masculinidad o genitales masculinas, y por el otro, a realizar una elección
narcisista de objetos, es decir, al establecer relación con hombres jóvenes pudo disfrutar pasivamente de esas
experiencias identificándose con esos hombres.

Deutsch dice respecto al pasaje de lo heterosexualidad a la homosexualidad: sus fantasías se centraban en su


madre quien tenía un pene en su imaginación. Fue con la experiencia del hermano que hubo un cambio en la
elección de objeto. La imagen de la mujer con pene indica la no elaboración de la castración y la desmentida.

El problema del sujeto se expresa en pasividad y actividad, no en heterosexual u homosexualidad. La resolución


de la fobia es la elijación de las inhibiciones para el ejercicio de la homosexualidad a partir de la plena asunción
de una posición activa. Luego de un sueño el sujeto puede elaborar sus fantasías sádicas y da acceso a sus
tendencias activas. Deutsch dice que al finalizar el análisis el paciente “se convirtió en heterosexual”. No resulta
claro si esto ocurrió en análisis.

LA NEUROSIS OBSESIVA EN LA ELABORACIÓN LACANIANA- MAZZUCA

 La elaboración lacaniana de la neurosis obsesiva


Lacan busca desde su inicio el retorno a los conceptos freudianos. Con respecto a la neurosis obsesiva, se
corresponde con lo que Lacan llama la recuperación de las estructuras freudianas (perversión, psicosis y
neurosis histérica y obsesiva). El término estructura tiene varios sentidos: No se trata del nivel descriptivo de la
clínica y además los diferentes componentes están relacionados entre sí. Pero también asume las
connotaciones que este término recibió del estructuralismo. Más adelante, se desplaza el acento de la
lingüística a la lógica y topología, y por ende la estructura resulta definida en función de las nociones de estas
dos disciplinas.

25 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


El retorno a Freud y a sus conceptos no implica volver a los enunciados de Freud para simplemente repetirlos,
sino hacer una elaboración y transformación a partir de nuevos conceptos y teorías, agregando sobre todo la
instancia de la subjetividad.

Esta modificación que pone el acento en la instancia del sujeto, y no en la instancia del yo, llevando así a un
resultado diferente que comprende las estructuras clínicas como diferentes modos de constitución del sujeto,
diferentes modos de ser sujeto, e implican distintas posiciones del sujeto en relación con los diferentes
componentes de la estructura.

De esto resulta la posibilidad de nuevas distinciones en el uso de la clínica, ya que diagnosticar una estructura
no es lo mismo que diagnosticar un trastorno: es distinto estructura obsesiva, a neurosis obsesiva, es distinto
estructura psicótica, a psicosis.

Con respecto a la dupla neurosis/carácter, Lacan los pone en continuidad pero a la inversa de como lo hicieron
los post-freudianos: trata los rasgos del carácter como si fueran síntomas, analizando así ciertas conductas,
como las conductas obsesivas, que Lacan analiza como síntomas. En Lacan, la diversidad clínica dentro de la
neurosis obsesiva vuelve a ocupar el primer plano.

Según el autor, se pueden observar dos momentos de la clínica en la teoría de Lacan. Una al comienzo de su
enseñanza que produce un retorno a las estructuras freudianas, luego pasando a una relativa a la definición de
síntoma desde los goces y distintos tipos de síntoma.

 La relación con el Otro en la obsesión


Estructuras subjetivas, demanda y deseo
Los primeros seminarios corresponden con la introducción de la perspectiva estructuralista de Saussure que
hace Lacan sobre la teoría de Freud. Incorpora la distinción entre lenguaje y habla, y el significado como efecto
de la articulación entre significantes, y más adelante, el concepto de metáfora y metonimia.

En la elaboración de la neurosis obsesiva, el período más importante es entre los seminarios 4 y 6, ya que
predomina la estructura de la palabra sobre la del lenguaje: toma en cuenta la relación del que habla con su
interlocutor y deja de lado la relación entre significantes.

Con este modelo se introduce la dialéctica de la necesidad, demanda y deseo. El registro simbólico impone al
sujeto dirigirse al otro para satisfacer sus necesidades, y sólo puede formular el pedido a través de significantes
que existen previamente en el Otro, y es por esto que el sujeto depende del Otro tanto para satisfacer la
necesidad como para disponer de los significantes con los que demanda. El Otro, y sobre todo la madre que es
la primera en ocupar ese lugar, queda posicionado en omnipotencia, en lugar de amo.

Pero el significante de la demanda, nunca coincide con una necesidad exactamente, entonces la frustración se
impone como estructura y así surge el deseo: es el intento de recuperar la parte perdida de la necesidad en su
pasaje a través del significante de la demanda. El deseo no coincide con el significante porque siempre lo
desborda, está más allá de cada demanda particular, pero más acá de la demanda de amor.

A partir de estos conceptos, la estructura obsesiva se presenta por Lacan en términos de demanda y deseo en
relación del sujeto con el otro y el Otro. Un término que entiende distinto a como lo plantea Freud es la
destructividad del obsesivo: entiende su predominio en la estructura obsesiva, pero sostiene que no se la tiene
que entender como una tendencia natural sino inmersa en el lenguaje. No es un impulso para destruir al otro,
sino que se formula verbalmente y se articula con el anhelo de muerte del otro como se ve claramente en el
hombre de las ratas: “si hago tal cosa, mi padre y la dama morirán”

La ambivalencia obsesiva queda planteada como una demanda de muerte del Otro, y una demanda de amor que
va en el sentido contrario. A esto Lacan lo llama “el callejón sin salida de la estructura obsesiva”: no tiene
solución en la medida en que se trata de dos términos contradictorios se impone la lógica de la
imposibilidad porque la satisfacción de uno, impide el cumplimiento del otro. Esto se expresa también en el
modo de pedir del obsesivo, que resulta insoportable para el otro.

La dialéctica Hegeliana
26 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
Antes de la perspectiva estructuralista, Lacan analizó la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo. “¿Qué espera
el obsesivo? La muerte del amo, ¿de qué le sirve esa espera? Se interpone entre él y la muerte. El amo está en
una relación mucho más abrupta con la muerte, nada tiene que esperar sino su propia muerte, pues nada puede
esperar de la muerte del esclavo. En cambio, el esclavo, tiene mucho que esperar de la muerte del amo, más allá
de la muerte del amo, será preciso que afronte la muerte como todo ser plenamente realizado y que asuma su
ser para la muerte. Un obsesivo no asume su ser para la muerte, sino que está en suspenso. Esto es lo que hay
que mostrarle”.

Vemos como el anhelo a la muerte se vuelve la vivencia temporal del obsesivo, colocándolo en posición de
espera: coloca en el Otro a su amo, y espera su muerte como si fuera el esclavo porque tiene la creencia falsa de
que cuando muera podrá vivir de otra manera (o podrá comenzar a vivir). Con esto Lacan hace referencia a la
posición del sujeto en la estructura, que es una posición inconsciente reconocible en la clínica.

La posición de espera es una coartada del obsesivo para no comprometerse con su deseo, atribuyéndole
al otro el impedimento de su conducta para no tener responsabilidad en su propia vida, para no correr
el riesgo del deseo.

Además de creer que el impedimento proviene del Otro, también usa la creencia de su propia impotencia: cree
que no puede para postergar su deseo o evitar encontrarse con el deseo del otro.

La reducción del deseo a la demanda


Otra manera de evitar el deseo del Otro es reducir el deseo a la demanda, y esto implica anular el deseo, y esto
puede ocurrir en cualquiera de las formas de la demanda: en el pedido, orden, exhortación autorización o
prohibición, etc., y es por esto que el obsesivo está constantemente pidiendo permiso para hacerse autorizar
por el Otro, o al contrario esperando sus prohibiciones. Se hace pedir, y se ocupa de satisfacer la demanda del
Otro, le encanta que le pidan porque es su forma de sostener al Otro.

Otro modo de reducir el deseo a la demanda es hacerse prohibir, entonces el obsesivo tiene por deseo el
hacerse prohibir. Así, se genera un deseo imposible de cumplir pero no extinguido.

Toda demanda de obsesivo tiene en el fondo la demanda de muerte, y esto es lo que produce el callejón sin
salida que plantea Lacan: cumplir la demanda, cumplir la muerte del otro, implicaría también la destrucción del
Otro, pero a su vez el Otro tiene que mantenerse, porque es lo que articula la demanda (sin el Otro la demanda
deja de existir). Entre estos dos extremos se encuentra el deseo, que se sostiene por más que esté anulado.

Para evitar el deseo del Otro, el obsesivo lo reduce a la demanda, pero también puede llegar más lejos y
matar el deseo: hacer que el otro deje de desear. Esto es lo que ocurre en las relaciones amorosas con un
obsesivo.

Existen otros dos caminos para sostener al Otro en la demanda, que tiene relación con el objeto anal (sé que
tengo algo que puedo elegir dar o no al otro):

 El desafío: el obsesivo se pone tareas difíciles, con obstáculos a vencer y que se empeña a llevar a cabo,
pero lo que se pone en juego no es el logro, sino el reconocimiento del Otro. Pero en realidad, estas
proezas nunca implican un acercamiento al deseo verdadero, sino siempre en áreas alejadas, y así se
constituye una forma de evitarlo.
 El regalo: es el centro de las conductas oblativas

El hombre de las ratas en el esquema L


El autor señala la distribución que hace Lacan a partir de los dos ejes del esquema lambda: el eje imaginario
(donde se ubican las relaciones narcisistas del yo y del ideal del yo), el eje simbólico (se localiza la relación del
sujeto con la palabra del Otro).

En el eje simbólico se ubica una cadena de palabras y remite a las fallas del padre: por un lado, la falta de fe en
el matrimonio del padre (no se casó con la chica pobre que amaba, sino con la mujer rica que su familia quería;
y el hombre de las ratas está en ese mismo dilema) y por otro lado, el abuso de confianza con el militar con

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quien el padre quedó en deuda (que se repite en la deuda que tiene él mismo por sus quevedos). Estos dos
aspectos forman parte del delirio de las ratas que es el motivo de consulta.

También está el eje imaginario que compone la estructura obsesiva, en el cual se reconocen las figuras del
padre y la mujer, ambos amados y odiados. Aquella cadena de palabras se cruza con la trama de los fantasmas
donde se ubican la sombra del padre muerto, y el ideal de la dama de sus pensamientos.

La insatisfacción y la imposibilidad del deseo


Lacan ya no busca subrayar la reducción del deseo a la demanda del obsesivo, sino que se centra en la
estructura misma del deseo. La imposibilidad y la insatisfacción son características estructurales del deseo,
que se acentúan diferente en las neurosis: en la histeria, el sujeto persiste la insatisfacción para sostener el
deseo. Mientras el histérico acentúa el lugar del Otro como lugar del deseo, el obsesivo promueve la relación
con el objeto como condición absoluta.

En la histeria, el sujeto se acerca, busca para que su deseo se ponga en juego, y siempre en relación con algún
Otro. En cambio la imposibilidad del obsesivo, implica el alejamiento de todo lo que implica que el deseo esté en
juego. Por eso, las neurosis obsesivas muy avanzadas implican restricciones muy graves hasta la paralización.

La histeria acentúa el deseo, que es siempre el deseo como deseo del Otro, y la neurosis obsesiva acentúa la otra
vertiente del deseo que es la del objeto, el fantasma, quedando esta en primer plano.

 El seminario 10: el objeto y el fantasma


Desde este punto de la teoría de Lacan, accede a un nuevo componente de la estructura además del significante:
el objeto a. Es un objeto que carece de representación tanto en el significante como a nivel imaginario,
entonces la única manifestación que implica la presencia del objeto a es la angustia.

El objeto a está por detrás del deseo no es lo mismo que los conceptos que ya estaban, y es un concepto original
lacaniano.

El sujeto se constituye como tal una vez que accede al lenguaje, y que se presenta el Otro (A) que lo precede. En
lo temporal, el Otro precede al sujeto, y en la constitución del sujeto, queda un resto, algo de este que no queda
enmarcado en el significante: eso es el objeto a. También es un producto del lenguaje, ya que es un resto que
queda a partir del contacto con este mismo.

Al igual que el resto de los objetos, el objeto anal también es un objeto que se separa del cuerpo.

Asumir la castración es asumir la pérdida del falo, y cada una de estas separaciones implica angustia.

En el seminario 10, el objeto a asume 5 formas: oral, anal, fálica, escópica (mirada) e invocante, todas ellas
responden a la estructura de separación en relación con la constitución del sujeto en el lugar del Otro.

El objeto anal es predominante en la neurosis obsesiva.

El objeto anal
Desde el seminario 5, una característica del deseo obsesivo era la oblatividad en la medida en que el objeto anal
asume el significado de regalo: es lo que se da, el don. Las heces ocupan una función muy significativa, como el
objeto a, porque entra en la subjetivación por la vía del Otro, porque el Otro (la madre al principio) lo demanda.
El excremento se introduce por medio de la demanda del Otro, y por ende es una forma del objeto a.

“se le pide al niño que retenga. Que inicie la introducción del excremento en el dominio de la pertenencia al cuerpo,
haciendo de él una parte del cuerpo, considerada, al menos durante cierto tiempo, como algo que no se debe
alienar. Luego se le dice que suelte siempre bajo demanda. El sujeto siente de todas formas cierta aprehensión de
perder, resulta entonces por un instante reconocida.”.

Esta oposición es el origen de la ambivalencia característica del obsesivo. El objeto anal es el primer soporte
de la subjetivación, porque es la razón por la cual el sujeto es requerido a manifestarse como tal: tiene

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entregar lo que es como resto a lo simbólico. A diferencia del nivel oral, en el anal se reconoce en un objeto que
lo representa.

La inhibición que es un rasgo esencial del obsesivo, tiene por contraria la compulsión, en la cual el sujeto no
puede inhibir, es decir no puede retener. Es a partir de la recurrencia que el sujeto obsesivo intenta recuperar
el origen, reencontrar la causa de todo el proceso pero como la causa, es justamente el objeto último (de deseo,
objeto a) sigue buscando el objeto, con sus tiempos de suspensión, falsos caminos, falsas pistas etc., para hacer
que la búsqueda sea indefinidamente larga (y así nunca llegar al deseo).

La estructura obsesiva en los otros niveles de constitución del deseo


Para entender la obsesión se debe tener en cuenta la relación del objeto anal con otras formas de objeto, con las
otras formas de a. El objeto anal simboliza la castración, es la imagen de la pérdida del falo (porque es una
evacuación exigida).

A nivel fálico, el objeto es negativo, hace referencia a un agujero que separa el deseo del goce y a diferencia del
nivel anal, no hay nada que pueda funcionar como objeto de un don (de donar). Entonces, en el encuentro con el
Otro sexo el don es a partir del nivel anal, y no del fálico.

En la estructura obsesiva, hay algo que mantiene al sujeto en el borde de la castración, utilizando al objeto anal
como tapón.

El objeto mirada y la imagen como objeto


Al nivel escópico también se produce un desplazamiento para detener al sujeto antes de la angustia de
castración. Lo que ofrece el obsesivo al Otro, es su propia imagen. La imagen especular entra en función análoga
porque está en posición correlativa al estadio fálico.

Si el obsesivo considera que el amor toma esa forma exaltada de amor idealizado, que representa la negación
de su deseo, es porque cree que lo que se ama de él es la imagen. Acá es donde aparece la ambigüedad: ¿qué es
ese amor idealizado que se encuentra en toda observación de un obsesivo? Lo que el obsesivo considera que
uno ama, es una determinada imagen suya, y esa imagen es la que él le da al otro. Persiste en mantener esa
imagen de él, por ende, todo lo que hace lo percibe como un juego que beneficia al otro.

Esto es algo que el sujeto obsesivo usa para sostener que nunca se le permite manifestar su deseo en acto.

 El seminario 16: el saber y el goce


Neurosis en el registro del narcisismo
Lacan plantea en un principio la perversión en relación con el Otro, y su oposición, la neurosis en la imagen
especular. Ambas se tratan de imposibilidades: el perverso intenta hacer volver el goce al Otro, y el neurótico se
enfrenta con la imposibilidad de lograr conjunción entre el objeto a y la imagen especular.

Neurosis en el registro del goce: elección, eclosión y desencadenamiento


Lacan abandona el registro narcisista de la neurosis y explora la estructura neurótica y sus formas histeria y
obsesión con los mismos conceptos con los que antes se propuso explorar la perversión: a nivel de la relación
con el Otro.

Toma en cuenta tres términos que deben ser distinguidos:

 Elección de neurosis. Hay una elección de la forma de neurosis y además entre neurosis y psicosis, pero
no es el sujeto el que elige, sino que la cuestión consiste en el modo en que se presentaron los deseos en
el padre y la madre, y cómo a través de esto han ofrecido al sujeto el saber, goce, y objeto a. En eso
consiste la elección de neurosis (mal denominada).
 Desencadenamiento de la neurosis. Término que se aplica al comienzo de la neurosis infantil y también
la de adulto. Es posterior a la elección.
 Eclosión de la neurosis. Este término tiene como referencia la historia infantil, ya que ocurre en
situaciones prematuras con respecto a la función sexual. Es el momento de intrusión de goce
autoerótico. A diferencia del primer término, este sí implica una elección real, una elección entre el
punto de imposibilidad introducido por la proximidad de la conjunción sexual, y la proyección de la
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imposibilidad en términos de insuficiencia. Si bien es una elección, es una elección forzada o
condicionada, ya que al estar muy prematuro, es conducido hacia la segunda alternativa de elección.

La histeria y neurosis obsesiva


El obsesivo pone el acento en la prohibición del goce, en cambio en la histeria en promover el goce.
Toma como referencia del obsesivo la posición del hombre, y en la histeria la de la mujer.

El obsesivo rechaza tomarse por un amo, porque lo que le importa es la relación del amo con el goce, relación
de la cual sabe que lo único que queda es el objeto a. Entonces, el goce sólo es algo que nunca se iguala, nunca se
consigue. Encuentra el goce únicamente en la deuda.

La histérica promueve el goce como absoluto, porque el goce no puede ser alcanzado. Es por esto que rechaza
cualquier otro goce que sea disminuido con respecto al goce absoluto.

El sujeto supuesto saber y la sublimación


Lacan retoma la dialéctica del amo y de la mujer para explorar la distinción entre obsesión e histeria pero desde
la perspectiva de sujeto supuesto saber. El obsesivo se refiere al modelo del amo: no se toma por amo, pero
supone que éste sabe lo que él quiere. La histérica en cambio, aunque no se toma por mujer, obtiene su
referencia de la mujer. Al igual que el amo referencia para el obsesivo, la histérica tampoco sabe nada “está
interesada, cautivada por la mujer en la medida en que cree que la mujer es la que sabe lo que necesita para el
goce del hombre” (y lo mismo el obsesivo con el amo, pero que sabe lo que quiere él).

A pesar de esto, tanto obsesión e histeria se sostienen en la creencia del sujeto supuesto saber. Otro rasgo
común es la dificultad para la sublimación por la relación de suposición con el saber.

 Los seminarios 17 y 18: El Edipo y la castración


Parte de este seminario consiste en establecer la relación que marca Freud entre padre y castración para
evidenciar que este mito constituye el relato que intenta explicar el origen de la castración.

Lacan considera que la castración no proviene del padre, sino que es un efecto del acceso al lenguaje. Lacan
rechaza el mito de la horda de Freud, porque entiende que toda sociedad tuvo un momento matriarcal antes del
momento patriarcal, por ende, no encajaría la horda.

Ambas versiones del Edipo por Freud, tienen la finalidad de dar cuenta del acceso del goce a la madre a partir
de la muerte del padre y prohibición que lo reprime, pero, según Lacan, nadie parece haber notado la diferencia
entre estas dos. Con respecto al mito de la horda, Lacan plantea que oculta la paradoja del goce del que los hijos
están excluidos al principio pero siguen estándolo al final. Con el asesinato del padre no logran ese goce, sino
que refuerza la prohibición.

Hay una manera histérica y otra obsesiva de la evitación por la castración: en la histérica se uniteraliza la
castración del lado del otro, la histérica necesita a alguien castrado. La forma obsesiva se sustrae de la
castración no existiendo, asume la deuda de su padre entonces no existe por sí mismo. De esta manera, la
neurosis obsesiva se opone a la histeria cuya estructura se entrelaza fundamentalmente, no con el yo y la
conciencia en una inflación de lo imaginario, sino con el inconsciente y la elaboración de saber.

HISTERIA Y FEMINIDAD: DE FREUD A LACAN- SCHEJTMAN

En la perspectiva freudiana se promueve un acercamiento entre histeria y feminidad, mientras que en la


enseñanza de Lacan, la posición histérica y la posición femenina se mantienen apartadas y en oposición.

 Histeria y feminidad en Freud: la histeria, característica de la feminidad (afirmación)


En los textos anteriores a 1900, Freud aproxima la natural pasividad de la posición femenina a la
condición pasiva del trauma sexual infantil planteado como causa de la histeria.

“La histeria presupone necesariamente una vivencia displacenteras primaria, de naturaleza pasiva. La pasividad
sexual natural de la mujer explica su predilección por la histeria”. “La importancia del elemento activo de la vida
sexual como causa de las obsesiones, y de la pasividad sexual para la patogénesis de la histeria, parece revelar la
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razón del nexo más íntimo de la histeria con el sexo femenino y de la preferencia de los hombres por la neurosis de
obsesiones”.

Luego Freud saca el acento de la cuestión del trauma pasivo pero sigue sosteniendo una naturaleza femenina
pasiva. La histeria surge de la represión de los componentes masculinos, fálicos o activos.

Hablando sobre el cambio de zona erógena anal a genital: “En este cambio de la zona erógena rectora, así como
en la oleada represiva de la pubertad, que por así decir, elimina la virilidad infantil, residen las principales
condiciones de la proclividad de la mujer a la neurosis, en particular a la histeria”.

“La histeria en general reintroduce en la mujer un fragmento de quehacer sexual que existió en la infancia y al
cual en esa época se le podía discernir un carácter masculino por excelencia [...] En toda una serie de casos, la
neurosis histérica responde a un sesgo excesivo de aquella típica oleada represiva que hace nacer a la mujer por
remoción de la sexualidad masculina”.

En Inhibición, síntoma y angustia, Freud propone para las posiciones femenina e histérica una idéntica
causa de angustia. En el caso de la mujer, la situación de peligro de la pérdida de objeto es la más eficaz. Más
que de la ausencia o de la pérdida real del objeto, se trata de la pérdida de amor de parte del objeto. La pérdida
de amor como condición de angustia desempeña en la histeria un papel semejante a la amenaza de castración
en las fobias, y a la angustia frente al superyó en la neurosis obsesiva.

El complejo de Edipo en la mujer. Propone tres salidas femeninas propuestas respecto del encuentro con la
castración: retiro de la sexualidad, complejo de masculinidad, feminidad normal. Al sostenerse de la
envidia del pene, conducen las mujeres hacia un destino histérico: el deseo insatisfecho.

 Histeria y feminidad en Lacan: oposición entre histeria y feminidad (negación)


Según Lacan la histeria denuncia la castración del amo. La verdad del amo es la castración, el amo es un
semblante y en todo orden establecido hay un punto de verdad que implica una falta, ausencia, castración
misma. El sujeto histérico articula su ser como una denuncia al otro queriendo ir a buscar esa verdad oculta en
el orden establecido que es la castración.

No hay que tan fácilmente creer que la histeria en transferencia es simple. Hay muchos actings para maniobrar.
Hay que prestarse a ser objeto del fantasma. El sujeto histérico produce un amo, convoca al otro y produce los
giros discursivos.

SEMINARIO 3
Lacan plantea que volverse mujer y preguntarse qué es una mujer son cosas diferentes. Si la histérica se
pregunta qué es ser mujer, esta pregunta es un modo neurótico de preguntarse. El preguntar neurótico se
soporta de una respuesta anticipada que puede ser abordada en términos de identificación o de fantasma.
Fantasma que queda definido como respuesta anticipada y singular del sujeto, que previene de encontrarse con
el punto de la estructura en que lo simbólico no responde.

La histérica formula su pregunta identificada con un hombre, al tiempo que cede la posición femenina a alguna
otra mujer que pueda encarnar para ella el misterio de la feminidad.

Ubicamos la histeria del lado del rechazo a lo femenino, tanto como en la neurosis obsesiva. Podemos ubicar la
estructura histérica. La pregunta que formula el ser del histérico es la pregunta por la feminidad ¿qué es ser
una mujer? La pregunta que el sujeto histérico dirige al otro es esta. Si se formula como pregunta es porque no
tiene la respuesta a priori. Sin embargo, el sujeto histérico que pregunta esto sostiene ya una respuesta
anticipada en términos de identificación: a nivel del fantasma.

Por ejemplo: Dora responde esto identificándose con su padre en tanto su padre desea a una mujer que si sea
mujer (ella no es, rechaza ese lugar y se lo cede a la señora K). La figura del padre con la que se identifica es
respecto a la cual se va hacer la pregunta por lo femenino. La identificación es viril en el sujeto histérico. En la

31 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


histeria el hombre es un relevo, es un hombre de paja. Es la excusa para preguntarse por la mujer. Al sujeto
histérico le interesa qué es una mujer.

Si el padre de Dora es impotente, ¿cómo se relaciona con su amante? El fantasma es lo que viene a responder la
pregunta por el deseo del otro, por mi ser en el deseo del otro, ¿qué soy para el deseo del otro? Es un modo de
responder vía un objeto de la pulsión, hacerme hacer por el otro (ver, escuchar, cagar) porque soy eso para el
deseo del otro. En el caso de Dora, si el padre es impotente pero tiene una amante, va a suponer que se tiene
que relacionar con ella. No tienen sexo pero algo hacen, y eso que hacen explica su fantasma y sintomatología,
porque lo que hacen tiene que ser hecho por vía oral. Lacan dice que es él quien le hace sexo oral a la señora K
porque es impotente y trata de suplirlo con otros medios de satisfacción. El padre de Dora chupa a una mujer. Si
Dora se identifica con el padre, entonces la mujer para Dora es un objeto a ser chupado (en el fantasma de
Dora). Si ser mujer es dejarme chupar, mejor que la mujer sea otra. La histérica hace de hombre.

El sujeto histérico se exceptúa del conjunto de las mujeres para que exista, porque si pertenezco se desarma.
Sustrayéndome sostengo el conjunto de las mujeres, y sabiendo como desea el hombre, quedó en una posición
de terceridad asegurando una posición privilegiada, que es que mi deseo nunca sea satisfecho..

No se trata tanto de la identificación viril sino de la detención. La detención es una demora sufriente, falta de
despliegue de la pregunta histérica. “La histérica se caracteriza por no tomarse por la mujer”

En el fantasma, cada histérica responde que es ser una mujer, identificada o detenida ante el testaferro que
media en su relación con la otra, mientras que deja a su cargo (a cargo de la otra mujer que nunca es
cualquiera) la encarnación de lo femenino. Por ejemplo, Dora adora a la señora K, sostenida por la
identificación con los personajes masculinos de la opereta vienesa que monta.

Lacan plantea que la mujer se sirve de la relación con un partenaire hombre. En lugar de posicionarlo como
base identificatoria o testaferro, el hombre sirve de relevo para que la mujer se convierta en ese Otro para sí
misma, como lo es para él.

En el fantasma, cada histérico responde qué es ser una mujer identificada o detenida ante el testaferro (el
hombre) que media su relación con la otra, le permite acceder. Esa terceridad que es la otra mujer es
fundamental, porque quien ocupa el lugar de la mujer es quedar en lo que no tiene respuesta, la castración.

Creencia neurótica, identificaciones


 Mujer: objeto, pasivo, castrado.
 Hombre: sujeto, activo fálico.

Un sujeto histérico padece la significación fálica, un determinado orden cultural, padece y sostiene la creencia
en el patriarcado. Si entiendo que una mujer es el lugar de la castración, no voy a querer ser mujer. Para que el
deseo siga no tiene que satisfacerse, hay que seguir sosteniendo el deseo sin objeto puntual, siempre deseo de
otra cosa. Todo intento de responder al deseo por vía de la demanda es el aplastamiento. El sujeto obsesivo no
quiere que haya deseo, es una demanda clave y articulada, quiero eso dámelo o decime que quiero y listo, el
histérico si, con el costo de su propia insatisfacción. Ejemplo de Dora, si el señor K le dice mi mujer no me
importa, se rompe esa terceridad porque ella queda puesta en el lugar de la señora K.

SEMINARIO 20
Lacan distingue entre goce fálico y el Otro goce propiamente femenino. Ubica la histeria del “lado hombre” de
las fórmulas de la sexuación.

La histérica estaría del lado del goce fálico, del cual ella posee su versión particular como “goce del demasiado
poco de gozar”, goce de la privación. Este goce del Otro es localizado generalmente en la histérica en el nivel del
padre ideal o de la otra adorada. La queja histérica encuentra así un trampolín ideal para realizarse.

Del Otro lado se ubica la feminidad. Su relación con el goce es como goce de la ausencia del goce del Otro.

SEMINARIO 7

32 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


La cuestión del goce. El deseo insatisfecho es el goce de la privación. El sujeto histérico goza de privarse de
una satisfacción. Gozo de privarme, quiero caviar pero si me lo das no lo voy a comer. Parece algo pasivo,
pero en realidad es una cuestión activa del goce. Es un goce fálico porque es un goce del idiota, siempre lo
mismo. Es un goce tonto que se repite en sí mismo en una cosa solitaria. Su sacrificio se dirige como una
denuncia al otro, todo lo que el otro tiene para ofrecer es insuficiente. Porque si se produce saber se genera la
castración, entonces el sujeto histérico quiere un saber que no dice nada de su propia posición de goce. Busca
un amo para castrarlo, para señalar que está castrado, mientras se sustrae de toda satisfacción posible.

Como analista, hay una vacilación calculada como estrategia: no semblantear al amo sino revelar un poco la
castración uno mismo. Hay que ir más allá del padre. En análisis se trata de ceder ese lugar y que se encuentre
con las particularidades de su goce particular, acercarse más a eso.

La histeria y la feminidad: goce que no sea fálico. El goce de la privación en el sujeto histérico sostiene el ideal
de un goce absoluto. Yo me privo de satisfacciones porque denuncio que lo que el otro me da es insuficiente,
tiene que haber otra cosa que sí alcance. Me privo porque creo que hay un otro no castrado que sí me puede dar
lo que yo creo. Puede haber un otro no castrado, y eso si me va a satisfacer (en realidad no lo hay). Es pretender
que no exista la castración, y no hay tal cosa. Sosteniendo su síntoma como una denuncia cree que hay algo que
podría ser suficiente.

Dirección de la cura: dejar de exceptuarse tanto entendiendo que toda satisfacción implica la castración.
Pagar con la propia satisfacción para sostener un lugar que hace existir al otro castrado.

 El más allá de la histérica... en la histeria (negación de la negación)


El autor plantea la siguiente cuestión: ¿No habrá en la enseñanza de Lacan alguna vía que permita suponer que
“no-todo” en una histérica se aviene al lado hombre de las fórmulas de la sexuación? Quiere buscar un nexo para
re enlazar a la histérica con la feminidad.

Para responder al nexo: negación de la negación. Lacan plantea que una histérica no podría serlo “del todo”,
por mucho que se empecine en su histeria siempre será no toda histérica. ¿Por qué? Porque por ser mujer, por
tener un cuerpo de mujer, lo real del sexo femenino introduciría aquello que conduce a una histérica más allá
de la histeria.

HISTERIA- PESKIN

La histeria es un referente para los otros cuadros clínicos: perversión, neurosis obsesiva, psicosis. Es la entidad
inaugural y la que se algún modo crea el PSA.

El tema clave en la histeria es la femineidad. La pregunta que caracteriza a la histeria es ¿Qué es una mujer?
Incluso si quien la formula es un hombre. Aunque el discurso esté soportado por un hombre, está referido a la
misma pregunta que la mujer se hace sobre la femineidad.

Este cuadro tiene como fondo la totalidad de los principios psicoanalíticos ya que es fundante de la práctica y la
teoría. La segunda cuestión tiene que ver con el llamado discurso histérico o discurso de la histérica.

Las estructuras se nos manifiestan en el modo que se presentan en la clínica y como discursos. De todas
maneras, existe el concepto de estructura histérica. El concepto de estructura es la respuesta que se da a nivel
significante, a nivel del sujeto con relación al deseo o a la pulsión. Es entonces una respuesta posible para es
sujeto al deseo o a la pulsión. La característica que tiene la histeria es que si bien da una respuesta, al mismo
tiempo abre pregunta. Cualquier respuesta, como los síntomas, el acting out o las conductas habituales en el
despliegue histérico son maneras de responder preguntando. Hacen una afirmación interrogativa. Se trata de
una medio pregunta, porque pregunta afirmando y la parte que hay una interrogación es la que queda a
33 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
disposición de la intervención del analista. Es la que el analista tiene que tomar interpretando la afirmación
que la histérica está pretendiendo hacer con su síntoma, o con su conducta o con su acting out.

¿Qué pregunta? El interrogante es monótonamente el mismo ¿qué es una mujer? Pero se sostiene en
diferentes modos de afirmación, que implican diferentes formas clínicas. Pueden tratarse de arrasadoras
y llamamos histérica a una persona que arrasa y que de alguna manera, por ejemplo, identificada en una
posición fálica aparenta a ser autosuficiente, capaz de destruir muchos corazones y personajes que se le
acerquen. También la calificamos de fálica o decidida cuando se deja llevar por su deseo que en cierto modo por
no haber podido aún madurarlo, es una demanda. La demanda es una versión manifiesta del deseo,
preconsciente y tiene la distorsión dado por componente yoico narcisista, lo que hace que en definitiva
toda demanda sea de amor. En cambio, el deseo en sí es consiente y tiene claves de ciframiento simbólico que le
dan mucha mayor especificidad que la demanda y puede no ser amor sino de la mayor diversidad de cuestiones
concebibles, que solo parecen revelarse de tanto en alguna lúcida interpretación (requiere de desciframiento).
Entonces, cada mujer tiene su deseo que no es tan sencillo de descifrar ni tan servil al otro.

Hay otras formas clínicas que se presentan al modo de lo que Freud llamaba necesidades de estima, las
histéricas enamoradizas que demandan amor, que son sumisas, masoquistas, serviles que no arrasan a nadie y
que de alguna manera están más dispuestas al máximo masoquismo con tal de ser tenidas en cuenta y amadas.

La problemática del falo se juega más con relación a que el otro lo tiene y están dispuestas sostener por este
dispositivo de enamoramiento la integridad fálica del otro. Si ella asume ser la identificada con el falo, ella sería
la fálica. Si el falo lo pone en el otro, no se trata de la histérica fálica, pero esa necesidad de estima tiene una
tenacidad que es altamente llamativa. Ninguna, persiguiendo al objeto de amor, parece tan débil como se
presenta, porque esto es una afirmación: está dispuesta a dar su vida para sostener la integridad del otro como
portador del falo. Un otro completo (no se resignar a renunciar a una satisfacción amorosa).

Hay ciertas formas clínicas que tienen que ver con homosexualidades, tanto masculinas como femeninas. Según
la lectura del caso de la joven homosexual, surge esa hipótesis de que la homosexualidad femenina sería del
orden de la histeria. Si bien se configura como una conducta homosexual y se muestra como una actividad
homosexual, presenta ciertos límites en cuanto a poder ser considerada una perversión. La mayor parte de las
homosexualidades femeninas sean desarrolladas en formas de histeria (algunas son perversas), porque el sexo
débil de la perversión es el masculino. La mujer no sería tan propensa a la perversión salvo por estos caminos
que son formas de identificación viril extremas frente a cierto tipo de contingencia en la formación de la
estructura.

Si tomamos ese historial, lo que resalta es el rechazo a la caída de la función del padre que se muestra en
términos parecidos a la perversión por el rechazo al padre, pero sustituido por una intensa identificación viril
por la propia histérica. Ese deambular tenía más que ver con la asunción identificatoria en un padre que cae en
su función. Y eso no lo soporta, en particular se destaca la mirada de ojos irritados del padre que induce un
pasaje al acto, un intento de suicidio arrojándose al foso del tranvía.

También hay formas histéricas en el hombre, como el donjuanismo o ciertos personajes que se pueden
presentar como nenes de mamá que sostendrían alguna cualidad de dificultad en cuando a resolver su posición
sexuada aunque sean neuróticos. Conservarían algún apego muy particular a la figura de la mujer idealizada,
donde se ubica la configuración fálica en la madre. En esos casos aparecen como dependientes o incluso con
inclinación hacia una conducta homosexual, siendo en realidad neuróticos y heterosexuales, y parecen
amanerados.

A veces las formas histéricas se apoyan en una cierta apariencia unisex que por vía de las actitudes corporales o
apariencias como delgadez, gordura, un peinado o ciertos modos de conducta, logran sostener la ambigüedad
que cuestiona la diferencia sexual, con lo cual se objeta la castración de un modo sutil nunca tan francamente
como en la perversión.

Volviendo al elemento central de objeción neurótica de la castración (hombre o mujer). Por diferentes razones
se puede llegar a una misma actitud: en la mujer sería la envidia del pene y en el hombre el temor a la
castración. Se evidencia una intolerancia a la existencia de que alguien presente una falta, sea el propio

34 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


sujeto u otro idealizado. Esta lógica de sexos bastaría una excepción para relativizar el universal de la ley, sui
hubiera una excepción, el histérico buscará hacer regir la excepción para su caso.

Lacan luego realiza una nueva fórmula sobre la sexuación. Una serie de formulaciones lógicas muy particulares
que afirman una configuración paradójica para definir posición masculina y femenina, cosa que es importante
porque la histérica se nos manifestó habiendo aceptado la castración y sin embargo está de algún modo
buscando siempre algo que aparecería más allá como una mujer definible como tal y que posea la atribución
fálica.

La pregunta qué es una mujer no acepta la solución de sexuación que la cultura ofrece. Ya que esta sexuación
deja a la mujer como una categoría no definible de un modo tan homogéneo como la categoría de hombre. La
mujer como categoría no existe. Solo existe como la que expresa la ausencia de la categoría. En cambio, si
existe el conjunto que agrupa al hombre.

La histérica trabaja no solamente para hacer completo al otro sino para crear un saber, que no lo puede crear
por sí misma, e induce la creación de ese saber en el otro, ella se pone en un lugar desde el que intenta
aprovechar ese saber.

Hablará de cuestiones básicas sobre el discurso, el de la histérica y el del analista.

Los discursos son ecuaciones que tienen 4 términos ubicados en diferentes lugares. Cada lugar es una espacio
donde se va a ir ubicando: arriba de la barra a la izquierda es el espacio del agente, el que se ubique allí es el
que promoverá ese discurso, arriba de la barra a la derecha es el del otro, aquel sobre el cual se efectiviza este
discurso, debajo de la barra a la izquierda es el lugar de la verdad y debajo de la barra hacia la derecha es el
lugar de la producción.

Lacan ubicará ahí los diferentes tipos de matemas (símbolos que remedan las fórmulas lógicas o matemáticas
de álgebra y rotándolos por los lugares en la secuencia conservada van a ir configurando diferentes discursos).
Son 4:

 Objeto a: plus de goce (goce no resuelto por el significante)


 S1: significante ordenador de la estructura (un nombre del Padre)
 S2: significante del saber o significante de que existe otro, el saber cómo configuración inconsciente
porque le otro con mayúscula es la base del inconsciente.
 S/: el sujeto (la raya va en el medio de la S no sé como hacerlo)

El cuatro caracteriza el pensamiento de Lacan. 4 son los matemas, los lugares posibles y los discursos (el amo,
el universitario, el analista y el histérico), toman la idea de las tres profesiones imposibles de Freud: gobernar,
enseñar y analizar, a lo que se agrega el tema de la histeria. Aparecen también el cuarto término de muerte en el
Edipo, el cuarto nudo con relación al síntoma, y los cuatro conceptos fundamentales. El número orientador para
Lacan es el 4.

Como agente se ubica el que está organizando ese discurso al influir a alguien. En realidad, los hechos más
importantes que caracterizan el discurso de producen por debajo, cada uno juega en una dimensión manifiesta
de localizarle uno con relación al otro lo que va aconteciendo debajo de la barra es lo que el analista lee
teóricamente como un saber psicoanalítico de lo que ahí sucede, que es la dimensión comparable al
inconsciente, a lo que permanece velado pero es eficaz.

En el discurso histérico la que se ubica en el lugar de agente, la causante, y ¿a quién dirige su pregunta a medio
preguntar? ¿Qué hace con sus síntomas?, etc. la dirige hacia el significante amo, que es otro de los nombres del
padre S1, es aquel que soporta, el que parece ser el padre, que parece ser el dueño, el maestro, no apunto a
cualquier personaje sino a lo que ella localizaría como el lugar magno para obtener una respuesta. No solo se
presenta la ambición fálica sino también el efecto de la transferencia (SSS).

Lo reprimido, encubierto por este discurso, es el objeto a, la verdad que ella esconde. El objeto a es el fruto de la
castración, es el objeto perdido en la castración que funda el deseo, pero eso queda tapado porque ella pretende
dirigir una pregunta manifiesta que esconda la verdad de la castración.
35 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
Este es el motivo por el cual ¿qué es una mujer? Insiste. La respuesta es la que no tiene condición viril pero es
una respuesta objetada y vuelve a insistir la apelación increpante, es un reclamo.

Volviendo a las formas de objeción de la castración, basta con ver la clásica seducción femenina: como la mujer
diseña su vestuario para mantener oculta su castración. Esto retoma a Freud y lo que este discurso histérico
formaliza y trae para enseñarnos es qué esconde la mujer detrás de los velos que van configurando su
vestuario. Lo que trata de ocultar es este objeto a de la castración. ¿Y qué produce como discurso? Un saber.

Esta producción promueve el PSA. Cuando la histérica despliega su discurso produce un saber y si este es
tomado por alguien. Con él puede hacer libros. Es fácil escribir sobre la histeria porque la propia histérica
provee todo lo que haga falta: trabaja para analista, le lleva los sueños, se acomoda bien y viene bien al
análisis, salvo en casos que emerge el odio por la desilusión que le produce que no se le brinde el falo anhelado.
Está dispuesta a producir todo esto. Especialmente si este no revela la falta. Estamos ante un punto crítico
porque la verdad combinada von el lugar de lo real, es el punto magno de la angustia. Que se revele ese objeto a
dominante no le gusta demasiado.

Generalmente, alrededor de la histérica veremos aparecer alguna sombra de la mujer absoluta, fálica, siniestra,
esa de la que se afirma que no existe. Pero cuando veamos aparecer la mujer, no la tachada sino la completa, va
a manifestarse como una figura siniestra. La falicización es la opción de la mujer para velar toda falta. Se abren
dos opciones: la angustiosa falta y la opción de refutarla como si se pudiera ser mujer sin falta. Estas cuestiones,
más las demandas narcisistas, la furia de la envidia cuando aparece la desilusión amorosa, relativizan la idea de
docilidad y de facilidad.

¿Qué tiene que ser el analista con este discurso de la histérica?

En el lugar del agente se ubica el analista. Se pone como semblante de a, es decir que el discurso del analista se
promueve a partir de que este permanezca en una inmutabilidad, o en silencio, o con apariencia que promueva
la presentificación del objeto a. Lacan plantea que alguien puede ser semblante del objeto a. el modo más
sencillo puede ser el silencio. Otra manera es con la escucha orientada como silenciosa. Uno puede tener la boca
cerrada y la oreja abierta. La apertura enigmática de la oreja puede actuar como objeto a. los discursos hay que
entenderlos como recreados y en una rotación continua, no se sostienen en una sola posición son relanzados a
cada instante.

También puede aparecer un blanco o algún síntoma transitorio. O angustia, síntomas, acting out, pasajes al acto
o proceso analítico.

Entonces, en el lugar del agente en el discurso del analista está el objeto a en el lugar del otro, sobre quien
incide el agente ubicamos al sujeto: invierte la fórmula del fantasma. El sujeto sostiene una relación distante y a
la vez cercana con el objeto a- al invertirla, nos encontramos con que el objeto a presiona al sujeto. El sujeto en
la vida suele tratar de sostenerse en esta posición fantasmática. A cualquier neurótico le gusta sentarse a mirar
tranquilo lo que fuese, prefiere permanecer lejos del objeto a.

El análisis invierte como discurso del confort del sujeto de encontrarse con el alivio del otro. Esta modalidad de
poner el objeto a en esta posición con relación al sujeto es la misma actitud en que se conduce un perverso. Lo
única que diferencia la actitud del analista de la del perverso es su ética, pero la mayor eficacia analítica es
promover la angustia en el otro igual que el perverso.

Si se logra la operación del análisis, se van a producir dos fenómenos: uno es que el S2 va a ir a parar al lugar de
la verdad (cuando ese tiene éxito) y el S1 va a aparecer como producción del discurso. Esto quiere decir que
durante un lapso, mientras haya tenido éxito, vamos a saber de la verdad, pero esto es un hecho fugaz que
genuinamente se denomina insight, que es un modo de caracterizar una proximidad entre un saber posible y
una verdad que revela al sujeto.

El insight es un hecho fugaz y luego ya no es verdad. La verdad siempre se dice a medias, y el saber es siempre
transitorio porque caduca no bien se formula. En plural hay saberes posibles pero lo real supera cualquiera de
ellos, por eso la verdad en última instancia está ligada a lo real y el saber le da configuración lógica a esa
relación entre la verdad y lo real.
36 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
El otro hecho importante es la producción del S1. Cuando uno somete a un sujeto al análisis si tenemos éxito, se
va a revelar quién es el amo para ese sujeto. Vamos a darnos cuenta de que es lo que organiza como referencia
mítica o real su subjetividad. Se revela como una producción implícita a los efectos de la transferencia en
análisis.

Vemos dos efectos de la transferencia: la búsqueda continua de la creación de un saber ligado a la verdad y la
aparición del S1 como determinante del sujeto. Si en el lugar del agente del discurso está el analista y en el
lugar del otro sobre quien opera el discurso está el analizante, la que es mandada a hacer para ubicar su
condición subjetiva es la histérica, que viene a ser la que está dispuesta a articular su posición discursiva con
esta propuesta.

Ella no sabe qué se va a prestar a algo que puede no satisfacerla y si supiera que va a sufrir quizás no aceptaría,
sin embargo, por razones propias de las tendencias del deseo histérico, del goce o repetición, suele prestarse
aun sabiendo dele eventual sufrimiento, ilusionada con un final amoroso.

Esto se va revelando cuando en el curso de análisis vaya mostrándose que este no promete amor sino la
aceptación de un saber sobre la verdad y esa verdad es la aceptación de las pérdidas, sean ilusiones,
omnipotencia, aspirar a otro sexo, etc., cuestiones que irán apareciendo en momentos hostiles de transferencia.

En principio el S1 queda ubicado en el analista que va a tapar lo feo, las primeras evidencias son la idealización
del analista y la creación de un personaje más ligado al hombre que busca o a la mujer que lo sabe todo. En
ambos casos es admirable por su modo de ser. Hay una idealización al objeto a. ahí es donde al analista
adquiere mucho poder.

El trabajo del analista no es para disfrutar de los placeres de un amo, sino de sufrir la desgracia sublimada de
semblantear el objeto denigrado.

La pregunta de la histeria que no debe perderse es ¿qué es ser mujer? Esta pregunta define al otro sexo, porque
habría un sexo que es definible desde la lógica, el del hombre o lo fálico que define a lo masculino, y hay otro
sexo que es indefinible en términos lógicos por atribución positiva de un rasgo evidente en la imagen o en la
localización inicial del goce en la infancia. La lógica de la sexuación se apoya en la investigación sexual infantil y
en las experiencias corporales más tempranas. Eso sería un real determinante de la elección sexual, es un
encuentro entre la oferta cultural de sexuación posible y las vivencias e imágenes de los primeros goces
corporales. Se presenta como lo contrapuesto, como lo abierto, lo enigmático, o como lo que va a estar más
ligado a una dificultad de definición. Siguiendo las preguntas freudianas sobre la femineidad, Freud dijo que lo
de la mujer no se puede descifrar, que es un continente negro, inexplorado y no puede resolverlo teóricamente.

Lacan dice que se abren infinitos conjuntos parciales para tratar de abarcar la dificultad de una mujer plena.
Por eso hay que tomar una por una de las mujeres.

Muchas van cambiando de análisis. Lo que verifica recorridos son los cambios de ropaje como manera de
asumir diferentes grupos posibles por ejemplo las histéricas madres, varoniles, estudiosas, de las amigas, etc.
pueden verse tomar diferentes ropajes que va dando la cultura, pero esos subconjuntos no se arman un
conjunto cerrado. No es que no haya maestras, o madres, o hermanas, sino que en algún momento para
resolver la pertenencia y la creación del grupo que abarque a todas las mujeres, van adhiriendo
ilusionadas a diferentes grupos.

Especialmente el tema de la maternidad es un camino que forzó a la mujer, generando encomienda social, y
como son un grupo abierto hay una demanda socio cultural que les encomiendo temas de los más extraños
como cuidar enfermos, enfermeras, ocuparse de los chicos, la maternidad misma, etc. Algunas mujeres no
aceptan encasillarse en esos subgrupos, pero los mandatos sociales son fuertes. No es solo la presión
social que empuja a las mujeres a esos subgrupos, sino su propia búsqueda. Como ningún grupo puede definir
eso, entonces hay que ir probándolos todos y fracasando sucesivamente.

El tema de la femineidad es una de los más difíciles de tratar en análisis y generalmente tiene una solución más
individual y enigmática que en el hombre.

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Aquella mujer que logra hacer algo con lo que es, es la que logró hacer algo con esto que implicaría hacer
aceptado la castración, lo que indica haber sublimado el objeto a, que haya encontrado algún lugar donde
ponerlo que no sea siempre velado por el discurso histérico. Las mujeres por esta configuración y por esa
ausencia de conjunto, serían más aptas para ser psicoanalistas porque estarían más dispuestas a semblantear el
objeto a, siempre y cuando se fascinen con el falo. Depende de que sepan aprovechar una aptitud en tanto
acepten su condición femenina de un modo radical (en términos freudianos, no fascinado por la envidia del
pene) y asuman en algún modo de posición de estar ligadas al enigma del otro sexo, siempre femenino, sea para
hombres o mujeres. Aun la histérica que está del lado de los hombres, bien fálica, sostiene el otro sexo como
enigma, aunque ella tenga que mirarse a ella misma para descubrir que ese otro sexo, pero ella lo juega como
en otro lado.

 Histeria en los hombres


No solo hay histerias masculinas, sino también presentaciones típicas (nenes de mamá, donjuanes).

Hay que pensar lo que fue propuesto como bisexualidad por Freud. La pregunta por la femineidad está en el
hombre que huye de esa precinta posicionándose como obsesivo. Los obsesivos tratan de manejar a distancia
de las mujeres y ellos son los principales adjudicadores de las encomiendas sociales, colocándolas en la
castración.

Preguntas que le hacen a autor paja (página 251 hasta el final)

FRAGMENTO DE ANÁLISIS DE UN CASO SOBRE LA HISTERIA-FREUD

 Cuadro clínico
En este fragmento del caso de una mujer histérica busca ilustrar el modo en que la interpretación de los sueños
se utiliza en el análisis, y además es utilizado por Freud para exponer sus opiniones sobre los procesos
psíquicos de la histeria.

El padre de la muchacha, Dora, de 18 años informa lo que Freud denomina como “un cuadro muy desfigurado
del curso de la enfermedad”. Si bien F pide siempre que se le relate la biografía de la enfermedad, no alcanza
nunca para orientarse en el análisis, porque los enfermos son incapaces de dar sobre sí mismos un informe
completo. Podrán informar de manera coherente sobre un período de la vida, pero después se empobrece
cuando es sobre otro período dejando siempre lagunas, con secuencia de hechos incierta. La incapacidad de dar
un relato ordenado sobre su propia historia no es sólo característica de la neurosis.

En el análisis se deberá poner atención tanto a las condiciones sociales del enfermo como a los datos somáticos
y los síntomas patológicos. El interés estará dirigido a las relaciones familiares de los enfermos sobre todo, no
solo para observar si hay antecedentes hereditarios, sino también para observar los vínculos.

En el caso de Dora, están presentes en la historia sus padres y su hermano un año y medio más grande que ella.
La persona dominante era el padre, por su inteligencia, carácter y rasgos de vida que son lo que proporcionaron
el armazón en torno al cual se constituyó la historia infantil y patológica de Dora.

Cuando empieza el tratamiento, el padre de Dora tenía cerca de 50 años, buena posición económica, y relación
muy tierna con ella. La ternura se había acrecentado por las numerosas enfermedades del padre desde que
Dora tenía 6 años. A esa edad se trasladaron a un pueblito (Freud lo llama “B”) porque tenía mejor clima y
favorecía al padre con sus enfermedades.

Mejoró de la tuberculosis, pero después tuvo una ceguera por desprendimiento de retina (veía, pero poco), más
adelante tuvo un ataque de confusión, parálisis y perturbaciones psíquicas, y a partir de esto va con Freud para
que lo diagnostique. También se atendió la hermana del padre, y Freud menciona que el hermano del padre
también tenía problemas de salud.

Según lo que mencionaban el padre y Dora, y sin conocer a la madre, Freud se armó una imagen de ella: mujer
con poca cultura, poco inteligente, muy concentrada en la economía doméstica desde que su marido se enfermó
y se distanció de ella. Tenía lo que Freud llama “psicosis de ama de casa”. Su única ocupación era mantener todo
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limpio y ordenado constantemente. La relación de Dora con la madre era inamistosa: Dora no le hacía caso y
la criticaba mucho.

El hermano de Dora era 1 año y medio más grande que ella, y hasta poco antes de empezar a atenderse era el
modelo al que ella apuntaba, pero en el último tiempo la relación se había vuelto distante. Él, cuando había
peleas familiares, trataba de alejarse de estas y si tenía que tomar partido se ponía del lado de la madre.

Dora presenta síntomas neuróticos desde los 8 años. Además, de muy chica tuvo enfermedades infecciosas que
no tuvieron secuelas pero cuenta a Freud que esas enfermedades siempre comenzaban en el hermano de
manera leve, y luego las tenía ella de manera más fuerte. Tuvo migrañas desde los 12 años, y a los 16
desaparecieron. También tenía tos nerviosa que perduraba todavía cuando empieza tratamiento. Se trataba de
un nerviosismo que ocasionaba estos síntomas, y se trató con varios tratamientos de distinto tipo que no
tuvieron resultado. Dora renunció a los médicos y se burlaba de su incapacidad de curarla. Incluso cuando fue a
Freud estaba con mucha resistencia, y lo hizo solo porque el padre la obligó.

Fue por primera vez con Freud cuando tenía 16 años, porque tenía síntomas de tos y afonía. Le dio una cura
psíquica que después frenó, porque este síntoma desapareció espontáneamente. Al invierno siguiente a
comenzar, su tía murió y ella se quedó unos días con su tío y sus primas, y allí le dio apendicitis. Un año después
se mudaron a Viena porque la salud de su papá. Para ese momento, Dora estaba sana pero tenía una alteración
de carácter muy fuerte. No estaba satisfecha con su vida: enfrentaba a su padre hostilmente, no se entendía con
su madre que la perseguía para que hiciera las tareas domésticas y buscaba evitar lo social. A veces iba a
reuniones para damas y cultivaba sus estudios ahí.

Sus padres encontraron en su escritorio una carta en la cual se despedía de ellos porque no podía soportar más
la vida. Su padre estaba convencido de que ella no quería suicidarse pero igual quedó impresionado. Decidió
llevarla a tratamiento cuando ella se desmayó un día que estaban hablando padre e hija y después de ese
episodio ella tuvo amnesia.

El padre le comentó a Freud que se hicieron muy amigos de un matrimonio, la familia K. La señora K lo cuidó a
su padre en la enfermedad, y el señor K siempre fue muy amable con Dora hasta el punto de pasear con ella y
darle regalos pero nadie vio ahí algo reprochable.

Se fueron a un lago de vacaciones con ellos Dora y su padre. Dora se iba a quedar varias semanas porque
cuidaba a los hijos de los K, y el padre se iba a volver en solo unos días, pero cuando su padre se estaba yendo
Dora decidió volverse con él. Dora le comentó que se volvía porque el señor K en una caminata por el lago le
hizo una propuesta amorosa, pero cuando el padre y tío de Dora fueron a increparlo por lo que había hecho, el
señor K y empezó a culpar a Dora de tener intereses sexuales y de leer “la fisiología del amor”.

Dora pidió a su padre que rompa relación con los K, incluso con la señora K a quien Dora admiraba mucho. El
padre no quiso porque consideraba que la historia del lago era un invento de Dora, y porque tenía una amistad
muy fuerte con la señora K, quien era muy desdichada con su marido. El papá de Dora tampoco era feliz con su
mujer entonces esa amistad los reconfortaba a los dos.

Llevó a Dora a tratarse con Freud con la idea de que la “ponga en buen camino”.

Los síntomas mencionados por Dora (tos nerviosa, afonía, desazón) se presentaban desde antes del trauma,
empezando en la infancia. Entonces, para no abandonar la teoría planteada con Breuer, en este caso Freud
tendría que buscar en la infancia el trauma que dispararía la histeria.

Dora cuenta también otra escena con el señor K. Dora tenía 14 años, y el señor K la invitó a ir a ver unos festejos
de la iglesia. le pidió que lo espere en la puerta que daba a la escalera mientras él bajaba las cortinas, y después
en vez de pasar por el espacio que había, la estrechó a Dora contra él y le dio un beso en la boca.

Freud considera que esta situación en una muchacha de 14 años generaría una excitación sexual, pero en Dora
produjo un profundo asco. Empujó al hombre y corrió a la calle. Después de eso el trato con el señor K
prosiguió, pero sin que ninguno aluda de nuevo a esa escena y ella lo guardó en secreto hasta que se lo contó a
Freud.
39 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
Freud plantea que desde esta escena la reacción de Dora es claramente histérica: él denomina como histérica
cualquier reacción que frente a una situación de excitación sexual provoca sentimientos de displacer.

Entonces, tenía 3 síntomas:


 Asco
 Sensación de presión en la parte superior del cuerpo
 Horror a los hombres

Con respecto al trato con el señor K, Dora afirmaba completamente haber cortado todo con el hombre, y
siempre traía a sesión el enojo con su padre. No podía perdonarle que continuase tratando con el señor K y
particularmente con la señora K. Si bien el padre había dicho que la señora K era una amiga, Dora estaba
convencida de que eran amantes, y estaba segura porque no había lagunas en su memoria en nada que pudiese
confirmar ese punto:
 La relación con los K se profundizó realmente cuando la señora K comenzó a ser la única cuidadora del
padre de Dora, y la madre se mantenía alejada de él.
 El padre de Dora y la señora K empezaron a dormir juntos en un cuarto de hotel cuando se fueron las
dos familias de vacaciones.
 Un día estaban la señora K y el padre de Dora solos en el bosque, y justificaron el encuentro diciendo
que el papá de Dora se quiso suicidar ahí y que la señora K lo salvó.
 Cuando volvieron a B, el papá de Dora iba todos los días a ver a la señora K.
 El papá le hacía grandes regalos, y para encubrirlo se volvió particularmente cariñoso con la madre de
Dora y con ella misma.
 Cuando abandonaron su ciudad, el trato entre ellos siguió durante un tiempo. El papá fingía síntomas de
nuevo hasta que volvía solo, y desde allá le mandaba cartas muy alegres a su familia.
 Cuando decidió quedarse en Viena y no volver, Dora se enteró que los K también se habían mudado. En
ese momento, Dora se encontraba a menudo con el señor K, y él la seguía con la mirada y una vez hasta
la siguió.

Dora le reprochaba a su padre eso, e incluso entendía que ella misma había sido “entregada al señor K” como
precio por las relaciones entre su padre y la señora K. Se observaba que detrás de la ternura que sentía por su
padre había una gran furia. Otras veces entendía que la idea de que “fue entregada” eran exageraciones suyas
(los dos hombres nunca habían cerrado un pacto formal en el cual se la trataba a Dora como objeto), pero el
padre eludía el conflicto. Si alguien le hubiese llamado la atención sobre el peligro que corría Dora, “con
seguridad habría respondido que podía confiar en su hija, que un hombre como K nunca podría ponerla en
peligro” o que Dora era tratada por el señor K como niña.

Siempre que en el tratamiento psicoanalítico emergen pensamientos correctamente fundados, es un momento


de confusión para el analista, pero pronto se advierte que tales pensamientos son usados por el enfermo para
encubrir otros que se quiere sustraer de la crítica y conciencia. En este sentido, los reproches que Dora dirigía a
su padre estaban envueltos por autor reproches del mismo contenido: es verdad que el padre no quería
aclararse la conducta del señor K hacia ella para poder seguir con la señora K, pero ella hizo exactamente lo
mismo se volvió cómplice de la relación desvirtuando todos los indicios que dejaban ver su verdadera
naturaleza. Sus reclamos comenzaron solamente en el episodio del lago, antes había hecho lo imposible para
encubrir la relación de su padre con la señora K, por ejemplo, nunca iba a verla cuando sospechaba que su papá
estaba ahí.

La última gobernanta de la casa de Dora le abrió los ojos sobre la relación de su padre y la amante, y quiso
incitarla a que se ponga en contra de ella. Dora y la gobernanta se llevaban muy bien, hasta que Dora se
enemistó con ella e insistió para despedirla. No quería reconocer que era llamativa la relación entre su padre y
la señora K. Además, notaba que el motivo por el cual la gobernanta buscaba denunciar esa relación era porque
estaba enamorada del papá de Dora (en presencia de él era amorosa y servicial). Lo que más molestó a Dora no
fue todo lo mencionado, sino notar que la gobernanta dirigía todo su amor hacia su papá y no hacia ella.

El papel que tenía la gobernanta hacia Dora, era el mismo que tenía Dora con los hijos de los K: los acompañaba
a pasear, los cuidaba, y les sustituía el interés faltante de su propia madre hacia ellos (la señora K). Esta actitud
demuestra su consentimiento tácito hacia la relación entre su padre y la señorita K, porque todos esos años
40 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
había estado enamorada del señor K. En un principio lo negó, pero “cuando la abundancia del material
emergente hizo difícil desconocerlo” aceptó que podría haber estado enamorada del señor K en B, pero que
después del episodio del lago ese amor quedó superado. De todas maneras, los reproches que le hacía a su
padre de haber hecho oídos sordos a ciertas cuestiones y de haber arreglado las cosas cómodamente para su
propio enamoramiento, eran en realidad reproches sobre sí misma.

Según la teoría de Charcot, las personas con mutismo histérico escriben para comunicar como si fuera el habla,
y esto mismo hizo Dora. Decía que en los primeros días de su afonía la escritura le fluía con particular facilidad.
Además, el señor K le escribía mucho cuando viajaba hasta el punto de a veces ser la única que se enteraba que
día volvería, antes incluso de la señora K. Se podría pensar que el hecho de entablar correspondencia con el
ausente (con quien no puede hablar), es igual que tratar de hacerse entender por escrito cuando se ha perdido
la voz. Se puede interpretar simbólicamente la afonía de Dora de la siguiente forma: cuando el amado estaba
lejos, renunciaba a hablar ya que había perdido valor el habla porque no podía hablar con él, pero la escritura
cobraba importancia porque era el único medio para comunicar con el ausente.

Frente a esto, Freud no busca plantear que toda histérica con afonía tenga un amante a quien no puede hablar,
sino que busca esclarecer lo siguiente: todo síntoma histérico requiere la contribución de la parte
psicológica y también de la somática. No se puede producir sin la transición somática a partir de un proceso,
ya sea normal o patológico, en el interior de un órgano del cuerpo. Luego se repite si posee un significado
psíquico, un sentido. El síntoma histérico (físico) toma prestado el significado de lo psíquico, no lo trae
por sí solo.

Teniendo en cuenta esto, Freud plantea que otro reproche que le hacía Dora a su padre (la simulación de
enfermedad para irse a ver a la señora K) es también un reproche a sí misma, y a sus estados patológicos
anteriores, y también otros del presente. No había duda que ella tenía en vista un fin que pensaba alcanzar con
su enfermedad, y este fin no podía ser otro que el de hacer que el padre se aleje de la señora K: como no lo
lograba pidiéndoselo al padre, capaz lo lograba causándole un espanto (como lo hizo con la carta que dejó en su
cuarto) y en caso de que tampoco sirviera, por lo menos se vengaría de él. F está convencido que se hubiese
curado enseguida si el padre le juraba que dejaba a la señora K, pero si el padre no cedía, no iba a renunciar a su
enfermedad.

Las acusaciones contra el padre se repetían constantemente, y al hacerlas, tosía de manera continua entonces F
pensó que ese síntoma tenía relación con el significado referido al padre.

Según una regla corroborada por F, al menos un síntoma de la histeria significa la realización de una fantasía
sexual, mientras que el resto no están sometidos a esa restricción en su contenido, podría significar otra cosa.

Se presentó la posibilidad de atribuir a la tos un significado de situación sexual fantaseada cuando Dora insistió
en el que la señora K solo amaba a su papá porque era un hombre bien posicionado económicamente, pero
Freud nota que esa frase ocultaba la contraria: el padre era un hombre sin recursos. Esto se podía entender
únicamente a nivel sexual. El padre era impotente (sin recursos en lo sexual).

Una vez que Dora corroboró esto por su conocimiento consciente, Freud le mostró la contradicción que tenía
ella en su discurso al pensar que la relación de su papá y señora K era amorosa si el padre era impotente. Dora
respondió que sabía que había más de una formas de satisfacción sexual.

Freud le hizo notar que con esa afirmación, estaba pensando en otros órganos distintos a los genitales para el
acto sexual, como por ejemplo lo que ella tenía irritado: garganta y cavidad bucal. Entonces, con su tos (que
surge a partir de un cosquilleo en la garganta como cualquier tos) Dora se está representando una situación de
satisfacción sexual entre las dos personas que ocupaban su mente constantemente. La tos desapareció cuando
esto fue esclarecido para Dora. Dora recuerda cuando era chica estar chupándose el dedo y tocando el lóbulo de
la oreja de su hermano. Después también recuerdo estar amamantándose y que la madre le tocaba el lóbulo a
ella el origen de la fantasía de succión tiene esta historia completamente inocente.

 Primera hipótesis del caso de Dora


La raíz de su preocupación compulsiva por la relación del padre y la señora K era inconsciente. Actuaba más
que como una hija como una mujer celosa, como se habría esperado que actúe la madre. Por otro lado, si es
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acertada la idea de la fantasía en referencia a la tos, ocupaba en esa fantasía el lugar de la señora K. Se
identificaba con dos mujeres amadas por el padre, la que ama ahora, y la que amó antes. Entonces, se sentía
inclinada hacia su padre en mayor medida de lo que querría admitir, porque estaba enamorada de él.

Su disposición infantil hacia su padre, la hacía sentirse atraída por él, y las enfermedades que él contrajo
produjeron que se acreciente esa ternura. Además, el padre sólo admitía de ella los cuidados que le
proporcionaban. Frente a esta información sabemos que, cuando apareció la señora K, fue Dora y no su madre
la suplantada.

Cuando Freud propuso a Dora la idea de que había un enamoramiento por su padre desde la infancia, Dora dijo
que no lo recordaba pero se comparó con una prima suya (a la que ella se comparaba habitualmente) que
mencionó “odio a mi mamá y si se muere me caso con mi papá”. Freud toma esto como un “sí” desde el
inconsciente de Dora. Dora estaba enamorada de su padre pero no lo exteriorizó durante muchos años.

Considera que el amor hacia su padre que tenía en la infancia resurgió recientemente, y entiende que ocurrió
como una manera de sofocar el amor por el señor K, lo usó a modo de no tener que notar conscientemente ese
primer amor de la adolescencia que se había vuelto penoso.

Freud plantea otro punto. “Tras el itinerario de pensamientos hipervalentes que la hacían ocuparse de la relación
de su padre con la señora K. se escondía, en efecto, una moción de celos cuyo objeto era esa mujer, vale decir, una
moción que sólo podía basarse en una inclinación hacía el mismo sexo”.

Tanto en varón como en niña se observan en la pubertad indicios de inclinación hacia el mismo sexo (promesa
de eterna reciprocidad, amistad apasionada con compañera de escuela etc.). En circunstancias favorables, la
corriente homosexual se seca después pero si no se obtiene dicha en la relación con el sexo opuesto, se
despierta de nuevo.

En el caso de mujeres histéricas que la libido dirigida a un hombre fue sofocada, se refuerza la libido dirigida
hacia la mujer. Considera que esto tiene una importancia particular para entender la histeria masculina pero no
continúa teorizando porque el análisis de Dora terminó antes de poder ver estas circunstancias.

Si recordamos la gobernanta con la que vivió y mandó a echar porque no le daba bola, y también habla de la
ruptura con una prima con la que siempre se había entendido particularmente bien: se cortó la relación cuando
Dora no quiso acompañar a su padre al lago, e invitaron a esta prima, quien sí aceptó. Todo esto llevó a
preguntarle sobre su relación con la señora K.

Ahí Dora contó que vivieron ambas con mucha confianza durante mucho tiempo. Compartían dormitorio
cuando Dora se quedaba en la casa de los K (sacando al señor K del cuarto), era confidente de la mujer en todas
sus dificultades matrimoniales, hablaban de todo. Entonces Freud se pregunta cómo llegó Dora a amar al
hombre del que su amiga le dijo tantas cosas malas.

Cuando Dora hablaba de la señora K, lo hacía alabando su cuerpo, con un tono de enamorada más que de rival
vencida, y también comentó en una ocasión que estaba segura que los regalos que le hacía su papá los elegía la
señora K, y nunca dijo palabras malas sobre esta mujer.

Cuando Dora denunció el episodio del lago con el señor K, este mismo reaccionó diciendo que Dora no puede
reclamar respeto porque lee “semejantes libros”. Esos libros, Dora los había leído porque la señora K le habló
sobre ellos. Entonces, la señora K la traicionó en ese momento. Dora notó nuevamente como esta mujer, como
la gobernanta, no la amaba por sí misma, sino porque amaba a su padre y la mandó al frente con los libros con
tal de seguir la relación con su papá.

Entonces, Freud supone que los pensamientos de Dora que la ocupaban de la relación entre su padre y la
señora K no estaban destinados sólo a sofocar el amor por el señor K, sino también ocultar el amor por la
señora K. Dora se decía a sí misma que su padre le había sacado a esa mujer, y demostraba que no dejaría que
esa mujer posea al papá, cuando en realidad el fin era lo contrario, que no dejaría a su padre poseerla a ella.
Estos celos femeninos estaban acoplados inconscientemente con los celos que sentiría un hombre, y estas

42 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


corrientes de sentimientos varoniles han de considerarse típicas de la vida amorosa inconsciente de las
histéricas.

Cuenta dos sueños que tienen que ver con lo mismo que venimos hablando.

La siguiente sesión Dora entra y le dice “¿Sabe usted doctor que hoy es la última vez que vengo? Me
propuse aguantar hasta año nuevo pero no aguanto más la espera para la curación” y le dijo que tomó la
decisión hace 14 días.

Freud le hizo notar que parecía una gobernanta, porque dan un preaviso de 14 días cuando renuncian. Dora le
respondió que había una gobernanta en dio el preaviso en la casa de los K cuando fue al lago, y le contó que esa
señora tenía una actitud rara hacia el señor K: no lo saludaba, lo ignoraba, pero él tampoco la trataba muy bien
a ella.

Dos días antes de lo del lago, la gobernanta llamó a Dora para hablarle en un cuarto aparte, y le comentó que el
señor K se le acercó una vez que su mujer estaba ausente, y le dijo que “su mujer no le importaba” y ella cedió,
pero después él no le dio más atención. La gobernanta no renunció en ese momento, pero cuando les contó a
sus padres la situación la obligaron a renunciar.

Freud le hizo notar que el enojo hacia el señor K con lo del lago no fue por el actuar en sí, sino por celos: usó con
ella la misma frase que con la gobernanta (“nada me importa mi mujer”), y también aparece la identificación
con la gobernanta cuando le cuenta a sus padres (como lo hizo ella) la situación que vivió, y ahora se despide de
Freud también como una gobernanta. El motivo por el cual esperó Dora para contarle a sus padres fue porque,
al igual que la gobernanta, tenía esperanza de que el señor K vuelva a ser tierno con ella, que la trate como
debía y no como a una gobernanta.

Freud le hace notar en este punto a Dora que se toma la relación con el señor K mucho más en serio de lo que
admite, y que posiblemente ella creyó que el señor K se quería divorciar para casarse con ella, y las relaciones
de su papá y la señora K le daban la seguridad de que la mujer querría separarse de él también.

Después de esto Dora se despidió muy cálidamente, con deseos para el siguiente año, y no volvió a
terapia.

PÉRDIDA Y CULPA EN LA MELANCOLÍA - SOLER

En la actualidad, los progresos de la farmacología modifican la concepción de la enfermedad. Se reduce la


melancolía a los trastornos del “humor”. Al utilizar este término se elimina la causalidad subjetiva.

En PSA: no podemos avalar la exclusión del sujeto en el campo de la enfermedad mental. Abordamos el llamado
“humor” como consecuencia de la posición del sujeto.

Soler trata la melancolía como parte de los efectos de la forclusión. La forclusión es rechazo del inconsciente,
la causa primera de la psicosis.

Fenómenos de la melancolía en dos grupos:


1. Mortificación
2. Delirio de indignidad

El episodio melancólico se desencadena ante una pérdida, invocada u observable en los hechos. Freud dice que
se pierde un objeto. Binswanger dice que las pérdidas desencadenantes son diversas. Lo que domina el cuadro
clínico es una vivencia de pérdida tan fundamental que a menudo hará desaparecer toda idea de defensa.

La pérdida introduce al sujeto en algo que va mucho más allá del sentimiento de pérdida, va a fenómenos de
mortificación bien reales. La modificación libidinal se traduce en conducta de desapego respecto de los objetos,
en repliegue sobre la persona, involucionando sobre el propio cuerpo.

43 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Este repliegue de la libido se observa también en la hipocondría. Pero en la melancolía se le añade un plus: un
daño que se extiende más allá de la libido de objeto, y que involucra a la vida misma y a la conservación del
organismo.

Lacan plantea que hay una negatividad esencial del lenguaje que procede al asesinato de la cosa: el lenguaje
introduce a la falta en lo real e implica una sustracción de vida.

El melancólico es un sujeto para quien ya no opera la condición de complementariedad y cae bajo la exclusiva
acción de la negatividad del lenguaje. Lo que retorna en lo real es la castración forcluida.

En la melancolía, la forclusión del falo condiciona una doble serie de fenómenos: de negativización y de
positivización del goce. La función fálica tiene el efecto de articularlas mientras que en la psicosis las disocia.

El melancólico subjetiviza la pérdida como dolor moral. No es solo un sujeto que vive desposeído de la libido y
que cree carecer de todo aquello que de valor a la vida, sino también es un sujeto para quien la falta adopta la
significación de culpa: delirio de indignidad. El sujeto eleva la falta a la culpa y toma la culpa a su cargo.

Lacan no habla de dolor moral sino del dolor de existir. El falo, significante del goce, hace de significante de la
vida y media entre la falta del Otro y el ser del sujeto, aliviando a éste del sentimiento de existir. Entre este
sentimiento de existir y el sentimiento de culpa opera la incidencia de una posición subjetiva que hace asumir
el mal.

Las modificaciones libidinales de la melancolía (de mortificación y de delirio de culpabilidad) son


fenomenológicamente distintas pero están coordinadas en el plano estructural como efectos de y como
respuesta a la forclusión.

Cuando el sujeto melancólico delira de culpa e insiste en insultarse, no sólo sitúa al mal en posición de causa
sino que no duda de que se trata de una culpa inmensa y única que lo convierte en el mayor culpable de todos
los tiempos: “megalomanía de la culpa”.

El delirio melancólico se reduce a un único postulado causal, machacado, un mea culpa obsesionante, repetido
incesantemente. El sujeto melancólico tiene una certeza sobre su ser.

El insulto alucinatorio es ejemplo del retorno en lo real. El hecho de que sea un auto insulto no cambia nada, el
insulto es significante en lo real, en el límite de toda significación. No es el sentido de la palabra lo que importa.
Cualquier significante puede ser injuria para el sujeto, con solo que quiera fijar su ser, del que no hay
significante. No hay significante salvo el falo. La forclusión condiciona el ascenso invasor de la injuria que da
nombre al ser fuera del Otro. Es una figura de goce.

 Paralelo entre melancolía y paranoia


- Melancolía hace patente el fenómeno de la mortificación. Este fenómeno aparece en paranoia también pero
suele pasar desapercibido.
- Lo dañado es la relación de objeto, hay un repliegue sobre la propia persona que puede tomar formas
diversas. En la paranoia esto pasa desapercibido porque se le da toda la importancia al delirio, pero es
importante saber distinguir.
- La diferencia entre melancolía y paranoia se impone en la etapa de subjetivación de ese daño primario. El
melancólico asume la culpa, el paranoico la carga sobre el Otro. El sujeto melancólico se difama mientras
que el paranoico está del lado del buen derecho, del orden.
- El paranoico identifica el goce en el lugar del Otro. El melancólico lo encarna fuera del lugar del Otro y cree
encarnar lo inmundo e innombrable, no se alcanza por el verbo sino en el límite de lo simbólico, por el
insulto, y se realiza en el silencio del acto (por el suicidio).

La manía se presenta como lo inverso de la melancolía. Sin embargo, las dos corresponden a la misma
causa (forclusión) y al mismo mecanismo (retorno en lo real). En las dos triunfa la instancia negativa del
lenguaje en forma de excitación mortal (manía) o en forma de abatimiento mortífero y pasaje al acto
(melancolía).

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La dificultad que se le plantea al análisis con el sujeto melancólico se debe al rechazo del inconsciente. El
psicoanálisis procede por elaboración y subjetivación. El rechazo del inconsciente se opone a esto.

 ¿Qué lugar para el analista? - Soler


La autora presenta un ejemplo de una estabilización de una psicosis bajo transferencia. Es una psicosis
revelada desde hace 12 años, con un automatismo mental marcado. NO LO RESUMÍ PORQUE ES UN EJEMPLO.

EL TRABAJO DE LA PSICOSIS - SOLER

Freud reconoció en Schreber, que el delirio tenía una tentativa de curación que nosotros confundimos con la
enfermedad. Lacan reconoce la forclusión como la causa significante de la psicosis. Mientras en el trabajo de la
neurosis, la transferencia supone un vínculo libidinal con un Otro hecho objeto, en el delirio es el propio sujeto
quien toma a su cargo los retornos en lo real que lo abruman, no el retorno de lo reprimido (como el neurótico).

Que se hable de pre psicosis antes del desencadenamiento, y de posteriores estabilizaciones, indica que la
forclusión es susceptible de ser compensada en sus efectos, con formas que no se reducen exclusivamente a la
elaboración delirante.

La psicosis sigue siendo lo que era para Freud: una enfermedad de la libido. El trabajo de la psicosis será
siempre para el sujeto una manera de tratar los retornos en lo real, de operar conversiones, manera que civiliza
al goce haciéndolo soportable.

Las soluciones mejores observables son las que echan mano a un simbólico de suplencia consistente en
construir una ficción, y conducirla hasta un punto de estabilización, obtenido mediante lo que Lacan llamó
metáfora de suplencia: la metáfora delirante. Schreber construye una versión de la pareja original, distinta a la
versión paterna, donde el exceso encuentra un sentido y una legitimación en el fantasma de procreación.

Schreber inventa un orden del universo curativo de los desórdenes del goce cuya experiencia él padece, donde
el Nombre del Padre forcluido no promueve la significación fálica, aparece una significación de suplencia: ser la
mujer de Dios. Con la ventaja de que el goce se localiza sobre la imagen del cuerpo y la significación de
castración de goce queda excluida en beneficio de un goce de la relación con dios.

Civilizar la cosa por lo simbólico es también la senda de ciertas sublimaciones creacionistas. No todas las
sublimaciones son del mismo tipo, pero las que proceden por la construcción de un nuevo simbólico cumplen
una función homogénea a lo que es el delirio para Schreber.

Existen otras operaciones que no recurren a lo simbólico, sino que proceden a una operación real sobre lo real
del goce no apresado en las redes del lenguaje. Se opera con el lenguaje de tal modo que el Otro queda
evacuado, y se procede a una verdadera forclusión del sentido.

En la línea del tratamiento de lo real por lo real, tenemos los pasajes al acto. Son antinómicos de la sublimación
creacionista, pero no la excluyen. Del daño causado en acto al cuerpo propio y también a la imagen del
semejante, la mutilación real emerge en proporción a la falta de eficacia de la castración, y ello hasta el punto de
adquirir a veces un alcance diagnóstico.

EL SUJETO PSICÓTICO EN EL PSICOANÁLISIS - SOLER

La psicosis y la neurosis difieren por su intensidad y principalmente por su estructura. “El inconsciente
está estructurado como un lenguaje”. Esto explica el hecho de que el síntoma se descifra, lo cual no puede
realizarse fuera del lenguaje, y que al descifrarse, cambia. Decir estructurado como un lenguaje, no quiere decir
que es solo lenguaje. El síntoma es una manera de gozar según Freud.

Goce es esa satisfacción paradójica que se enlaza al síntoma a despecho del displacer. Goce es la palabra que
designa ante todo la satisfacción correlativa de la perversión, pero también la motivación por el más allá del
placer, cuyas mismas paradojas requieren la invención de la no menos paradójica pulsión de muerte.

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El mecanismo que Freud individualizó respecto de la neurosis es la represión, que implica una sustracción de
satisfacción pulsional. Expulsado, de todos modos sigue estando presente (latente) en las asociaciones del
paciente por metonimia, y es correlativo a un efecto de pérdida, denominado castración de goce. La forclusión
es la falta radical de un significante, no es una sustitución, sino una falta, un agujero. Recae sobre el
significante del nombre del padre.

El sujeto psicótico testimonia un defecto. En la psicosis nunca falta la constatación de un sentimiento de la


muerte. Pero los mismos sujetos no dejan de padecer fenómenos de exceso de goce. Exceso significa un sentir
demasiado insoportable. Por un lado la instancia de muerte, por el otro, el goce no regulado, aparece en la
superficie misma de los fenómenos.

Se trata de saber dónde puede colocarse el psicoanalista en la estructura para un sujeto psicótico. La tesis de
Freud es que el psicoanalista no puede hacer nada por el sujeto psicótico, porque el psicoanálisis supone la
transferencia, y el sujeto psicótico no tiene otro objeto de amor que él mismo, o cuando hay una restauración de
la relación de objeto, esta se efectúa según el modo de la persecución. Pero lo cierto es que hoy los
psicoanalistas tratan la psicosis. También está probado que los psicóticos se dirigen al analista. Para que el
destinatario haga posible el psicoanálisis tiene que dar ocasión a la interpretación. Lacan dice que lo que
construye la transferencia y da paso al psicoanálisis es el lazo entre intérprete y sujeto.

El psicoanálisis concierte a un sujeto -no a un yo, y más precisamente por el sesgo de su palabra, en la cual la
interpretación apunta, más allá de los enunciados del yo, a la enunciación del inconsciente del sujeto e
intrínsecamente al goce reprimido que en ella retorna. La relación significante de interpretación en el
psicoanalista condiciona la relación libidinal del objeto. Podemos situar esta estructura en el grafo de las
relaciones del sujeto con el Otro de la palabra. El vector de la interpretación va del Otro intérprete al sujeto
analizante, mientras que el vector del amor de transferencia va del sujeto al Otro.

En la psicosis no se realiza esta condición. La flecha de la libido de transferencia o bien se repliega


automáticamente sobre el sujeto, poniendo término a la relación, o bien la certeza psicótica la supone
precediendo del Otro y yendo hacia el sujeto.

En la erotomanía el sujeto está seguro de que el Otro lo ama, mientras que en la percepción está seguro de que
lo odia. El rasgo común es la presuposición de que la libido viene del Otro y que el sujeto ocupa el lugar del
objeto al que se dirige la voluntad de goce de este Otro. Esta es la primera inversión de la transferencia. Pero
hay otra, correlativa ¿quien interpreta? Reaparece la solidaridad entre ser intérprete y ser objeto, pero en una
estructura invertida, quien descifra es el sujeto y el interpretado es el Otro.

3 posibilidades para el lugar que le queda al analista:


1. el Otro de la voluntad de goce que toma al sujeto por objeto, en forma de persecución o de erotomanía
2. o quedará ubicado bajo el significante del Ideal, que en la paranoia desempeña un papel importante. El
analista puede ser también ese otro de recurso, pero hay que agregar que el sujeto mismo es lo primero
que se postula como garante del orden, que se aloja bajo este significante del ideal, y en este aspecto el
analista idealizado no será sino su doblete simbólico, en una suerte de identificación al revés.
3. El lugar del semejante, del testigo, el del que escucha, que toma nota, que comprende supuestamente y
se apiada. Lugar donde está excluida la posibilidad de que se modifique al sujeto.

Lo que modifica al sujeto es la interpretación. Esta emana de él.

El psicoanálisis presta su significante, su nombre de psicoanalista, y también su presencia delirante. Pero esto
no es todo: de él se espera una maniobra. El analista no puede operar esta maniobra sino desde el lugar del
Otro, que es el partenaire de las elaboraciones espontáneas del sujeto. El analista será interpretado en todas sus
palabras e intervenciones, será vigilado y asignado un lugar. Pero desde ahí, siguiendo el hilo de la
problemática singular del sujeto, a veces podrá maniobrar a fin de orientar la construcción persecutoria o las
exigencias erotomaníaco por las sendas de lo soportable.

Al operar en sujetos neuróticos o perversos, el psicoanálisis es a la vez revelación y elaboración de un goce


reprimido, lo que para nosotros quiere decir ya metaforizado, no todo. La cura irá de símbolo a la revelación de
plus de goce que en él se anuda. Si el sujeto psicótico es presa de fenómenos de goce que surgen por fuera de la
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cadena significante, se tratará más bien de obtener un influjo de lo simbólico sobre este real, con el efecto de
negativización consiguiente. El goce no va a ser revelado en la arquitectura significante del síntoma, tendrá que
ser, más bien refrendado. El movimiento irá de lo real en exceso hacia el símbolo, lo que justificaría el término
de “contrapsiconanalisis” del psicótico.

Hay otras soluciones de la psicosis además de la elaboración simbólica, pero estas dejan de lado al
psicoanalista. Son las de sublimación y la obra, también las tentativas de acto. Por ejemplo, las mutilaciones del
cuerpo, que se orientan a la negativización del goce demasiado real.

LA PÉRDIDA DE LA REALIDAD EN LA NEUROSIS Y PSICOSIS- FREUD

 Neurosis: el yo, en vasallaje a la realidad, sofoca un fragmento del ello (vida pulsional).
 Psicosis: el yo, al servicio del ello, se retira de un fragmento de la realidad (contenido objetivo).

Lo decisivo para la neurosis sería la hiperpotencia del influjo objetivo. Lo decisivo para la psicosis, la
hiperpotencia del ello. La pérdida de realidad se da de antemano en la psicosis, mientras que la
neurosis la evita.

Sin embargo, hay una contradicción. En cada neurosis se perturba de algún modo el nexo del enfermo con la
realidad, ya que es para él un medio de retirarse de esta.

La contradicción sólo subsiste mientras tenemos en vista la situación inicial de la neurosis, cuando el yo, al
servicio de la realidad, emprende la represión de una moción pulsional. Esto todavía no es la neurosis misma.
La neurosis consiste en los procesos que aportan un resarcimiento a los sectores perjudicados del ello, en la
relación contra la represión y el fracaso de esta.

El aflojamiento del nexo con la realidad es la consecuencia del segundo paso de formación de la neurosis. La
neurosis es el resultado de una represión fracasada.

Génesis de la psicosis

El primer paso arranca al yo de la realidad, y el segundo paso quiere compensar la pérdida de la realidad, no a
expensas de una limitación del ello como en la neurosis, sino por creación de una realidad nueva.

Tanto en las neurosis como en las psicosis, el segundo paso sirve al afán de poder del ello. Expresan la rebelión
del ello contra el mundo exterior, expresando su displacer o su incapacidad para adaptarse al apremio de la
realidad. La neurosis y la psicosis se diferencian más en el primer paso, el introductorio.

Esta diferencia se expresa en el resultado final: en la neurosis se evita un fragmento de la realidad,


mientras que en la psicosis se lo reconstruye.

En la psicosis, a la huida inicial le sigue una fase activa de reconstrucción. La psicosis desmiente la realidad y
procura sustituirla. En cambio, en la neurosis, la obediencia inicial es seguida por un posterior intento de huida.
La neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada de ella.

Una conducta normal o sana es aquella que, como la neurosis, no desmiente la realidad, pero, como la psicosis,
se empeña en modificarla. Esta conducta adecuada a fines lleva a efectuar un trabajo que opere sobre el mundo
exterior, sin producir alteraciones internas.

En la psicosis, el re modelamiento de la realidad tiene lugar en los sedimentos psíquicos de los vínculos que
hasta entonces se mantuvieron con ella, en las huellas mnémicas, las representaciones y los juicios que se
habían obtenido de ella hasta ese momento. El vínculo con la realidad nunca había quedado concluido sino que
se enriquecía y variaba continuamente mediante percepciones nuevas.

A la psicosis se le plantea la tarea de procurarse percepciones que correspondan a la realidad nueva, y esto se
logra de manera radical: por vía de la alucinación. El fragmento de la realidad rechazado se va imponiendo
cada vez más a la vida anímica.
47 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
Tanto en neurosis como psicosis, la tarea que debe suceder en el segundo paso fracasa parcialmente porque no
puede crearse un sustituto para la pulsión reprimida (neurosis), y la subrogación de la realidad no se deja
verter en los moldes de formas satisfactorias.

En la neurosis, el acento recae en el segundo paso, en el fracaso de la represión, mientras que el primer paso
puede lograrse. La neurosis se conforma con evitar el fragmento de realidad correspondiente y protegerse del
encuentro con él. De todos modos, en la neurosis también hay intentos de sustituir la realidad indeseada por
otra más acorde al deseo. Esto se da en un mundo de fantasía. De este mundo la neurosis toma el material para
las neoformaciones de deseo. El mundo de fantasía en la neurosis es simbólico.

En la psicosis, el acento recae sobre el primer paso, que es en sí patológico. El mundo de la fantasía desempeña
el mismo papel que en la neurosis, la diferencia está en que el nuevo mundo exterior, fantástico, de la
psicosis quiere reemplazar a la realidad exterior.

LA ANGUSTIA EN LA PS ICOSIS - SOLER

La angustia está en la intersección entre neurosis y psicosis. En la psicosis se trata de una carencia
simbólica (nombre del padre), e imaginaria (carencia del significante del falo), con consecuencia en lo real.
¿Qué le falta a un sujeto que no dispone de la metáfora paterna? Le falta un significante de su ser. En la teoría
lacaniana, el falo es considerado como el significante del ser.

Todo problema de un ser hablante, es el de ubicar lo real de su existencia y de su ser en el espacio de discurso
que le permite encontrar un sitio, un sitio en el discurso y un significante posible.

Otra idea es: “Lo que es forcluido en lo simbólico vuelve en lo real”. Es decir, lo que falta en lo simbólico, lo que no
tiene significante en lo simbólico, vuelve en lo real. “Volver en lo real” en Lacan quiere decir volver fuera de la
cadena significante. Es decir que algo vuelve en lo real cuando la cadena se rompe y eso puede aparecer a nivel
de lo percibido de maneras muy diversas.

Un sujeto que no puede subsumir su existencia y su ser bajo el significante del falo, constata que algunos
significantes pueden surgir en la alucinación para subsumir de manera violenta su ser. Por eso es una respuesta
sin pregunta. Por ejemplo, en el caso de Schreber, en un momento crucial de su delirio se encuentra cara a cara
con Dios, lo que oye es “Luder” que significa “carroña”. Se trata de un significante que apunta a su ser pero a su
ser de viviente real. Y nada mejor que apuntar al ser, en tanto que el ser escapa a lo simbólico porque es algo
real.

Podemos ver que a veces un sujeto se puede angustiar, las voces pueden angustiar. En el caso de Schreber,
podemos observar que, sin embargo, hay algo que lo angustia más, y es que las voces desaparezcan. El
momento de angustia, es cuando piensa que dios y las voces que lo preceden se van a retirar y entonces él va a
caer como un objeto sin Otro. Eso nos indica bien, creo, que la aparición de la alucinación verbal ya hace
respuesta a algo, y que quizá atempera algo. Incluso cuando son voces terribles.

La perplejidad es el sentimiento de la inminencia de una respuesta. La inminencia precisamente de algo que


funcionaría como respuesta. En la clínica ver este momento de perplejidad anterior a la alucinación, donde
podemos probar que el momento alucinatorio ya es una resolución del momento de perplejidad.

La perplejidad es pariente de la certidumbre de una manera que podemos articular claramente: en la


perplejidad no se sabe (enigma), no se sabe lo que significa el mundo que toma sentido, pero no se duda de que
el mundo toma sentido. Hay en la perplejidad, simultáneamente, conjunción de enigma y certidumbre.
Certidumbre de un sentido, pero de un sentido enigmático. En la perplejidad ya hay un matiz de angustia. Pero
la autora cree, que la serie “perplejidad - respuesta alucinatoria”, ella misma en su conjunto se ubicaría del lado
de la respuesta en lo real. Y finalmente se desencadena perplejidad y respuesta alucinatoria. ¿Cuando? cuando
de una manera o de otra el sujeto se encuentra con la pregunta sobre su ser, sobre su existencia (¿qué quiere?
¿Que eres? ¿Que existe?).

48 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


¿Por qué un neurótico no encuentra nunca esta pregunta? Porque en un neurótico la pregunta ya tiene su
respuesta en la cadena del inconsciente. Pero encontrarse con la pregunta por el ser o la existencia cuando falta
el significante del ser o de la existencia, cuando hay una forclusión, es encontrarse con un real (psicosis).

 El desencadenamiento de la psicosis
Lo que interpreta a partir de Lacan, cuando la aparición de un padre desencadena, no es porque aparece en el
mundo, en el campo de las relaciones fenoménicas de la realidad. Se trata de un padre que aparece en lo real, el
mismo, en la medida en que aparece fuera de la cadena debido a la falta de la metáfora paterna. Un padre que
aparece en lo real porque aparece como significante fuera de la cadena de la metáfora.

Entonces, la falta de los significantes “padre” y “falo” confronta al sujeto psicótico precisamente con
algo de lo “real”.

Lacan en su tesis dice que el lenguaje es un operador. Es decir, que el lenguaje no sirve solo para expresarse,
para comunicar. El lenguaje es un operador, algo que transforma al pequeño viviente. Lo desnaturaliza. Entrar
en la palabra produce una transformación. Son las transformaciones de las necesidades instintuales en lo que
Freud descubrió cuando hablo de las pulsiones.

El lenguaje transforma las necesidades naturales en pulsiones, que son toda otra cosa y en la operación algo se
pierde. Hablar introduce en el ser hablante el sentido de la muerte y la finitud. Lacan, traduce esto diciendo que,
entrando en el lenguaje, se pierde algo de la vida. En el caso de Freud, se produce el eje del deseo.

Entonces, de la operación del lenguaje resulta una sustracción real bajo lo simbólico, y una fragmentación. El
instinto desaparece, quedan las pulsiones en plural. A estas operaciones podemos llamarla “operación
castración”.

La castración es a nivel de lo imaginario la idea de perder, perder un trozo que puede ser imaginario, real,
simbólico, pero perder un trozo de algo. Esta operación que la autora la llama “primaria”, opera en todas las
estructuras clínicas.

Por ejemplo, se puede ver que Schreber pretende que goza de manera infinita, es decir, sin caer bajo el corte
significante, vemos que el goce cae bajo el corte producido por el significante.

Todo esto, es para decir que, debemos de dejar de decir que “falta la falta en la psicosis”. Lo que debemos
buscar, más bien, son los modos específicos de la falta como marca significante presente. De este modo
entendemos que lógicamente el psicótico no es un sujeto fuera de la angustia. El sujeto psicótico está más
expuesto a la angustia en la medida en que hay un doble determinante de la angustia. Existe la angustia
de la pérdida, hay todo un eje de “angustia de perder”, de perder un objeto, de perder un nombre, de perder una
ubicación. Pero también, la angustia puede producirse, como dice Lacan, en la situación contraria por algo que
tapa el agujero. En el caso de “cuando falta la falta”.

La forclusión puede situarse como un significante que falta, pero donde falta un significante lo real se presenta.
El agujero simbólico se presenta también con un lleno real y por ello la forclusión constituye precisamente un
punto de angustia fundamental.

¿Qué es lo que le falta al psicótico? Lo que le falta con el Nombre del Padre es la solución. En Lacan es
patente que el Nombre del Padre no es una causa de castración, sino la solución. No es que el Nombre del Padre
hiciera desaparecer la castración, eso es imposible, pero la metáfora paterna permite dar un arreglo viable al
problema de la castración.

La Falta del Nombre del Padre, más encuentro con los reales (o lo real), más encuentro con la coyuntura
de la angustia.

Los psicóticos están más expuestos a la angustia. Distinto del neurótico donde está menos expuesto y parece
que las soluciones o más bien la respuesta, la manera de soportar lo que hay de imposible de soportar en la
angustia es siempre idéntica. Estas maneras son más variadas en la psicosis que en la neurosis. En la neurosis,

49 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


el neurótico huye, trata lo real como imposible. En las psicosis el tratamiento de los puntos de angustia es
diverso.

En el psicótico existe el tratamiento vía el delirio, es decir, mediante una elaboración mental a la vez
imaginaria y simbólica, una elaboración mental que permite minimizar un poco al sujeto y extraerlo del punto
de angustia (no funciona con todos). Otras personas, recurren a un modo de tratar lo real de la angustia vía lo
real: pasaje al acto. Los pasajes al acto también son maneras de tratar el punto de angustia, ya sea que se trate
de pasajes al acto en contra del sujeto o en contra de otros. Otra vía de tratamiento, la autora la llama,
“evitamiento”. Todas las maneras que un sujeto puede encontrar de maniobrar la realidad para evitar la
coyuntura angustiante. Una cuarta vía, que es la más favorable a la vez para el sujeto y para los demás, es la vía
creadora. No es una casualidad que el sujeto más expuesto a lo real sea también el sujeto que tenga más
aptitud para la creación, puesto que la represión neurótica que pone la pantalla del Otro frente a lo real no
favorece la invención, sino el recurso a los significantes ya presentes. Muchos grandes creadores son psicóticos
a nivel estructural. Se entiende precisamente que es lo que el agujero de la forclusión favorece inventar donde
no hay nada, inventar un nuevo significante o nuevos objetos.

DE “LA NEGACIÓN” AL SEMINARIO 3 - SCHEJTMAN

 Mi madre no es
Entramos en la negación a partir de un sueño de un paciente de un paciente, el cual vio a alguien pero no sabe
quién es. Freud le pregunta “¿quién es la última persona que podría ser?” y el paciente responde “mi madre no
es”, y Freud concluye “entonces es su madre”. Si el paciente cae en la trampa de contestar lo que cree
improbable, según Freud ha confesado lo correcto. Freud dice que en el “no es mi madre”, lo reprimido, es mi
madre, sale a la conciencia a condición de que se deja de negar. Lo reprimido irrumpe en la conciencia
agregando un no, la negación es un modo de tomar conciencia de lo reprimido. En el mejor de los casos el
paciente dice “si es mi madre”, eso es una aceptación intelectual, que acepta la negación pero no la represión.

Las formaciones del inconsciente son modos en donde lo reprimido se manifiesta. La negación, como
forma del retorno de lo reprimido, no supone un levantamiento de la represión, solo es un indicie de su
fracaso.

 Negación: enunciado y enunciación


Hyppolite (filósofo) propone establecer tres niveles distintos o tres tiempos que conviene distinguir para
hallar allí una lógica.

Por un lado, la negación de la enunciación (negación de la posición de enunciación, donde se ubica la negación
freudiana), y por otro, la negación de enunciados, negación de contenidos. Resta solo explicar el tercer nivel de
Hyppolite. La Verneinung (negación freudiana), como negación de la enunciación, se halla en el segundo nivel,
mientras que la negación interna al juicio, es decir la de contenidos y el juicio en un sentido amplio, en el
tercero.

El juicio (tercer nivel), para Freud, es algo que se origina en un movimiento primario (primer nivel), que podría
pensarse de este modo: “quiero introducir esto dentro de mí o quiero expulsar esto de mí.

Según Hyppolite, se trata de “un primer mito del fuera y adentro”. Un mito de la constitución del aparato
psíquico. Lo que introduzco en mí, constituye el dentro, lo que expulso constituye el fuera. Lo que queda dentro
ha sido efecto de una afirmación primordial. En tanto, quedar fuera es efecto de una expulsión primordial. Lo
que queda bajo el registro de la afirmación primordial, va a quedar del lado del aparato, constituyéndolo, y lo
otro afuera, del lado exterior.

Esta primera polaridad “inclusión-expulsión”, según Freud, termina por corresponder a la oposición de los dos
grupos pulsionales que hemos supuesto. Es decir, Freud está trabajando aquí, con la dualidad pulsional: pulsión
de vida-pulsión de muerte. La afirmación pertenece al Eros, y la negación a Tánatos.

Según Hyppolite es importante destacar la asimetría que Freud establece entre la afirmación y la negación. La
afirmación, para Freud, es sustituto o equivalente de la unificación que Eros promueve. Mientras que la de la
50 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
negación afirma que sería sucesora de la expulsión. La negación freudiana, se encuentra en un “nivel de
historia” distinto de aquel de la pareja originaria “inclusión-exclusión”.

La afirmación, en ese movimiento originario, no se contrapone a la negación. La idea de Freud es que a la


afirmación primordial se le opone, no la negación, sino la expulsión primordial. La negación es sucesora,
secundaria, respecto de ese primer movimiento. La disimetría subrayada por Hyppolite implica que para negar
algo, aquello que es negado tuvo que ser afirmado en un tiempo anterior. Esto es, que solamente es posible
negar aquella que ha entrado en el aparato y fue afirmado.

Lo que cae bajo la afirmación primordial tendrá ciertos destinos, y lo que caiga bajo la expulsión tendría otros.

 Los tres tiempos de la represión


Podemos poner en relación la constitución del psiquismo, a partir de ese primer tiempo lógico pulsional
(expulsión / afirmación), con la primera fase de la represión, la fijación, nombrada años después represión
primaria.

Luego, a la negación, le correspondería, la tercera fase de la represión, el retorno de lo reprimido. Y, finalmente,


deberíamos ubicar, a la represión propiamente dicha, o secundaria como la nombra años después, como el
antecedente necesario de la negación, puesto en sentido estricto, no hay retorno de lo reprimido sin represión.
Así tendríamos:

 El seminario 3
Pasamos ahora al seminario 3 de Lacan. Lacan dice que en lo inconsciente, no todo está tan solo reprimido, es
decir, desconocido por el sujeto luego de haber sido verbalizado, sino que hay que admitir, detrás del proceso
de verbalización, una afirmación primordial, una admisión en el sentido de lo simbólico, que puede a su vez
faltar. De esta manera, para Lacan, para que algo sea reprimido, primero tuvo que haber sido admitido en
el aparato, en lo simbólico en sus términos.

A esa inscripción en lo simbólico, Lacan la llama afirmación primordial. Lo que hacemos, desde la perspectiva
de Lacan, es suponer un nivel estructural, de inscripción de significantes. Porque es necesario precisar que en
esta operación originaria, son significantes los que se admiten en lo simbólico y también significantes los que se
rechazan. Afirmación de estos significantes en un tiempo primario, significantes que luego podrán, llegado el
caso, ser reprimidos y finalmente retornar de la represión.

Esto quedaría así: Bejahung (afirmación primordial) → Verdrangung (represión secundaria) → retorno
de lo reprimido

 ¿Hay Bejahung en la psicosis?


Lacan propone que esa admisión en el sentido de lo simbólico “puede a su vez faltar”. ¿Podría entonces para
un sujeto no haber simbolización primordial?

Lacan baraja esta posibilidad: “previo a toda simbolización hay una etapa, lo demuestran las psicosis, donde
puede suceder que parte de la simbolización no se lleve a cabo”.

Entonces no es que falta la Bejahung, sino que puede ocurrir que parte de ella no ocurra. También puede ser
que algo primordial en lo tocante al ser del sujeto no entre en simbolización, y sea, no reprimido, sino
rechazado. El autor entonces remarca que hay simbolización, lo que sucede es que algo puede faltar o ser
expulsado o lo que sea, pero sin simbolización no habría sujeto.

51 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Incluso para el campo de las psicosis supondremos la afirmación o bejahung. El psicótico es un ser hablante y
como tal habita el lenguaje. Entonces, es un significante determinado el que no es admitido en lo simbólico
en la psicosis. Este es el significante nombre-del-padre.

 Verwerfung
Lacan nombra Verwerfung, en el seminario 3, a la expulsión primordial, ubicándola de esta manera en el lugar
de la ausstossung, como contracara de la afirmación primordial (bejahung). O sea, Freud llama ausstossung a
la expulsión primordial, y Lacan le cambia el nombre a Verwerfung.

Lo que interesa ahora es diferenciar el modo de retorno de aquello que fue expulsado originariamente del
aparato por la Verwerfung, del retorno de lo reprimido, el modo de retorno de lo que ha caído bajo la
Verdrangung (represión propiamente dicha o secundaria). Lacan lo plantea de esta manera: lo que cae bajo la
acción de la represión retorna, ya que siempre está ahí y se expresa de modo perfectamente articulado en los
síntomas y en multitud de otros fenómenos.

¿Qué quiere decir que lo reprimido se expresa de modo articulado? Que no fue expulsado de lo simbólico, como
lo rechazado primordialmente, sino que se articula en una cadena significante. Es decir, lo que tomó el camino
de la Bejahung (afirmación primordial), pudo ser reprimido, pero como la represión es una operación que se
cumple en el campo de lo simbólico, podrá retornar en ese campo.

En cambio, lo que cae bajo la acción de la Verwerfung, tiene un destino totalmente diferente, ya que se trata de
una expulsión, de una no admisión al registro simbólico, y por lo tanto el retorno no se producirá en lo
simbólico. Para Lacan, aquello que fue expulsado de lo simbólico va a retornar en lo real.

 Verwerfung... del nombre-del-padre


No hay estructura subjetiva en la que “el programa”, el Otro, se halle completo. No hay remedio, la “instalación
del programa”, para cualquiera de las 3 estructuras comporta, además de la inscripción de significantes, la
imposibilidad de inscribirlos todos. Esto es, que algunos queden fuera, Verwerfung. Obviamente no es sin
consecuencias cuáles significantes se inscriben y cuáles no. Así, para la psicosis, no hablaremos entonces
solamente de Verwerfung, o de forclusión, como finalmente la llamará Lacan, sino que tendremos que hablar de
forclusión del nombre-del-padre.

 Retorno en lo simbólico y retorno en lo real


Aquello que fue cercenado en lo simbólico por la Verwerfung va a retornar en lo real de la alucinación.
Efectivamente, la alucinación es elaborada aquí, no como una formación del inconsciente (retorno de lo
reprimido) sino del lado de lo que retorna en lo real. Lo reprimido es un saber, aunque un saber no sabido. Así
es como definimos al inconsciente, como un saber no sabido.

Un saber que insiste en hacerse oír, aunque no se quiera saber nada de él.

La verwerfung es explícitamente abordada por Lacan como una operación que recae sobre significantes. Es
decir, son significantes los rechazados de lo simbólico en la psicosis, y estos retornan en lo real. Pero debe
indicarse enseguida que en lo real no se encuentran únicamente estos significantes que quedan fuera, la
entrada a lo simbólico también supone la pérdida radical, original del objeto.

Además, está el objeto perdido por el hecho de hablar. El objeto pierde en el tiempo mítico en el que el sujeto es
sumergido en el baño del lenguaje quedando, también fuera de lo simbólico en una relación de exterioridad
íntima, o lo que lacan llama extimidad.

Así, podríamos decir que Lacan reserva el término ausstossung para lo que queda en lo real, pero no del lado
del significante, sino del lado del objeto. Es decir, mientras que la verwerfung se restringiría a la operación que
deja fuera de lo simbólico determinados significantes, la Ausstossung se refiere a la operación por la cual se
pierde originariamente el objeto, el cual Lacan denomina objeto a.

¿Por qué Lacan habla de Verwerfung y no de Ausstossung en el seminario 3? Porque en el seminario 3 es del
lado del significante, es decir, en relación con la inscripción o no del nombre-del-padre, que se logra oponer
neurosis y psicosis. Es por ello que es acentuado el “lado significante” de la operación de rechazo, representado
52 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
por la Verwerfung. Mientras que podría decirse que del lado de la Ausstossung, tanto en neurosis como en la
psicosis el objeto se pierde originariamente por el hecho de habitar el lenguaje, el significante lo mata.

Para articular ambas operaciones, en la neurosis, donde se inscribe el nombre-del-padre y no es rechazado, esa
pérdida inicial del objeto va a tener una inscripción simbólica. El nombre-del-padre, por su operación
metafórica, redobla en la neurosis esa pérdida fundamental del objeto: redoblamiento que inscribe esa pérdida
en términos fálicos, lo que permite que el deseo neurótico encuentre su razón en el falo y se normalice. En la
psicosis, donde el nombre del padre es tomado por la Verwerfung o sea expulsado, la pérdida del objeto no es
redoblada simbólicamente, con las consecuentes dificultades que eso conlleva para la normalización de la
función del deseo.

 Dos estados del significante


En principio, lo real para Lacan es aquello que excede la simbolización, que queda fuera de la simbolización. En
este primer movimiento, este mito del dentro fuera afirmación expulsión, tanto para la neurosis como para la
psicosis, la Bejahung o afirmación constituye el mundo simbólico de un sujeto, mientras que la Verwerfung
constituye como tal lo que es expulsado, lo real. Aquello que haya estado sujeto a la Bejahung, sufrirá diversos
destinos, lo afectado por la Verwerfung primitiva sufrirá otro.

Es decir, el significante que toma el camino de la Bejahung será admitido como tal en lo simbólico, podrá ser
reprimido y retornar luego a nivel de lo simbólico de las formaciones del inconsciente, mientras que aquel
significante que caiga bajo la acción de la Verwerfung retornará en lo real.

Establecidos los dos campos, el de lo simbólico y el de lo real, y los dos modos de retorno, podríamos proponer
dos estados posibles para el significante. Podemos, encontrar al significante en lo simbólico (patria). O en el
exilio de lo real. No es lo mismo el significante en lo simbólico que el significante en lo real.

Si decimos que la patria del significante es lo simbólico, señalemos que es para tal estado del significante, que
vale la definición que Lacan luego establecerá: “un significante es lo que representa a un sujeto para otro
significante”.

Solamente “en su patria”, el significante, encadenándose, se articula con otro produciéndose la significación.
Esto ocurre únicamente con los significantes en tanto se encuentran en lo simbólico, de este modo distintos
destinos significaría ser reprimidos, en un síntoma, en un lapsus, en un sueño, etc.

Además tenemos otro estado del significante que da testimonio de los trastornos del lenguaje que presenta la
psicosis. Se trata del significante en lo real, aislado de la cadena.

La significación, en estos neologismos (palabras inventadas que suceden en la psicosis) remite, vuelve sobre sí
misma, y esto es efecto del desencadenamiento del signo. Se trata de significantes que no remiten a otros en
una cadena. Esto es lo que explica el peso tan particular del neologismo. Del estado de des-encadenamiento
puede suceder de dos maneras, en forma de fórmula, estribillo, donde se vacía totalmente de significación, o en
forma de intuición delirante, donde está tan pleno de significación que ya no significa nada.

Distinguidos los dos estados del significante, conviene ahora pensarlos en disyunción. Un mismo significante
no puede, a la vez, haber admitido en lo simbólico y ser rechazado a lo real. En el origen hay Bejahung o
Verwerfung (respecto de un sólo significante). Por ejemplo, en el caso del nombre del padre, si hay Bejahung
hay neurosis o perversión, si hay Verwerfung hay psicosis.

Las diferencias entre las estructuras subjetivas están en qué significantes se inscriben y cuales son
rechazados.

PUNTUALIZACIONES PSICOANALÍTICAS SOBRE UN CASO DE PARANOIA (DEMENTIA


PARANOIDES) DESCRITO AUTOBIOGRÁFICAMENTE. - FREUD

 Caso Schreber (1912)

53 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Freud, en 1912, empieza a pensar el tema de la pulsión, narcisismo. Los mismos pacientes lo van llevando a
cuestionarse determinadas cosas. Este caso es puntal para trabajar el tema del narcisismo y homosexualidad.

Cuando habla de homosexualidad en aquel momento, se refiere a la elección de un otro que sea idéntico. Y el
narcisismo era tomar al propio sujeto como objeto, da cuenta de una indiferenciación entre yo y el otro. El sí
mismo tomado como objeto, la libido vuelve sobre la misma persona. El narcisismo primario es intermedio
entre el autoerotismo y cuerpo fragmentado, y el reconocimiento de la relación de objeto.

Narcisismo secundario: hay un momento donde el sujeto se defiende de algo insoportable volviendo la libido a
sí mismo (defensa).

 Memorias de Schreber
Nace en 1842. Abogado, hijo de un Señor Schreber médico ortopedista muy importante (hijo del prestigioso).
Ideaba elementos muy invasivos para que las personas tengan una postura perfecta. Todo delirio tiene un
grado de verdad, dice Freud. Podemos observar que el padre manipulaba su cuerpo con los elementos
ortopédicos, con el objetivo de disciplinar.

Freud no trabaja con el paciente, sino sobre el diario de su delirio, sus memorias.

Los delirios empiezan con un sueño, el hermano se suicida. Cuando se casa empiezan las primeras ideas
hipocondríacas.

A los 42 años es elegido para la cámara baja del parlamento, tiene un ataque grave de hipocondría y es atendido
por un médico importante, Flechsig, le dan el alta y queda terriblemente agradecido (la pareja también queda
muy agradecida), queda muy pegado a ese médico. El médico lo diagnostica como hipocondría grave.

A los 51 lo nombran presidente de la cámara de apelaciones, entre que lo nombran y asume tiene 2 sueños:
1 de volver a enfermar (volver a encontrar a ese médico) y otro sueño (que hermoso sería ser mujer en el
momento del coito) y esa idea lo desarma, lo asusta y desencadena el delirio.

Entre la primera y la segunda enfermedad, pasaron 8 años los cuales él describe como hermosos, pero con la
única frustración de no haber podido tener hijos.

Al poco tiempo de asumir el cargo, aparece la segunda enfermedad, un insomnio que lo llevó de vuelta a la
clínica de Flechsig. El médico pasa a ser el perseguidor. Schreber siente que el cerebro se le emblandece y él se
va a meter en el mismo, que Flechsig, va a cometer el asesinato del alma (un “almicidio”). A medida que se va
instalando el delirio, comienza a aparecer alucinaciones: que muere y su cuerpo está podrido, que su le entran
cosas por su pene, que Dios le habla, los demonios lo persiguen, que los humillan diciendo “Miss Schreber”
porque él había fantaseado ser mujer al momento del coito.

Hay 3 componentes fundamentales del delirio de Schreber: papel de redentor (común en la paranoia),
mudanza en mujer (primero apareció esto en Schreber, no destinado a un fin divino, sino que tenía que ver con
ser entregado al abuso sexual, vinculado al “almicidio”) y relación con Dios.

Fleching quiere hacerle el almicidio, quedarse con su alma (Schreber lo consideraba de esa manera).

Como a todos los profetas se lo convoca en una lengua fundamental que solo él puede entender, para una
misión redentora que tiene que ver con la mudanza de hombre en mujer. No quiere pero tiene que hacerlo. Será
un proceso de muchos años o decenios durante los cuales, se le destruirán los órganos y se le reconstruirán por
los rayos divinos. Mientras sea hombre, será inmortal, pero sólo podrá llegar a la bienaventuranza cuando sea
mujer. Previo a eso será fecundado por los rayos divinos y dará a luz a una nueva camada de hombres
schreberianos.

Tiene alucinaciones, imagina estar muerto y perdido, alucinaciones olfativos, pene retorcido, es terrorífico y
siniestro.

54 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE


Inicialmente la mudanza en mujer no está relacionada con un fin divino sino con una injuria, para ser sometido
a la violación de un hombre que luego lo dejará morir. El principal persecutor sexual es el Dr. Flechsig, y cree a
Dios como su aliado. El delirio persecutorio se agrava por las voces que se burlan de él diciéndole “Srta.
Schreber”. Luego piensa a Dios como aliado de Flechsig, quienes perpetúan el almicidio, pero él dice tener al
universo como aliado que lo protege.

Intentó matarse en la bañadera, empieza a tener la idea de que dios le habla, los demonios lo persiguen.

Se expone extremamente al frío para dejar de escuchar esas voces que lo humillan.

Hay un momento de viraje, y es que él de ser perseguido por el médico pasa a ser elegido de Dios para salvar a
la humanidad, pasa a ser la causa de un mundo entero. De lo persecutorio entra en la megalomanía, en el ser
elegido (engrandecimiento del yo de la persona). Schreber da vuelta el delirio insoportable a cambio de
cambiar el mundo, pero para eso debe ser mujer, pero ser mujer es algo impuesto por alguien superior. Este
cambio a mujer “es algo a lo que él debe sacrificarse”.

La mudanza en mujer pasa a ser una imposición que tiene que soportar para sacrificarse por el mundo. Pasaron
por su cuerpo nervios femeninos y de él iban a salir hombres nuevos.

Él era estéril, no podría tener hijos y no podía continuar el apellido porque el hermano murió.

El orden del universo pide su emasculación, que deje de ser hombre.

Es un delirio megalómano, que a Freud la lleva a la idea de narcisismo. Al retirar la libido de los objetos, esa
libido des inviste la realidad, Schreber no quiere ni saber de esa realidad y la libido vuelve al yo. Freud dice que
ese narcisismo está entre un cuerpo fragmentado y el reconocimiento del objeto, en donde lo que se busca en el
otro es lo idéntico a sí mismo.

Lenguaje de órgano: el cuerpo está siendo tomado por el otro, sensación de hipocondría delirante sobre el
propio cuerpo (delirios: me sacaron el corazón, no tengo pulmones). Todo delirio se arma con un grano de
verdad (padre que manipula los cuerpos, el delirio hipocondríaco). Padre poderoso, reconocido que busca
disciplinar en la apropiación directa del cuerpo del chico.

En el consultorio de Fletching tenía cerebros en frascos de formol, algunos dicen que Schreber lo vio y por eso
decía que se le van a apropiar del cerebro. Fletching decía que uno método para estos delirios era la castración,
cortar el pene, convertir en mujer (el otro goza con él).

Schreber habla de los nervios de dios a los cuales dice estar conectado. Schreber ejerce atracción hacia los
nervios de Dios que no entiende a los humanos vivos porque solo sabe relacionarse con muertos y comienza su
plan contra él. Mientras que Schreber mantenga relación con los nervios de Dios ningún hombre podrá llegar a
la bienaventuranza (goce erótico concebido a los hombres cuando mueren). Se burla de Dios, pero sólo él puede
hacerlo. Los demás deben venerarlo.

Idea de voluptuosidad que Dios le exige, se relaciona con el sueño de duermevela, Schreber se cree “la mujer de
Dios”:
1. Indignación viril
2. Injuria hostil
3. Propósito divino. Reconciliación con la idea de ser mujer.

Freud relaciona los dos sueños para explicar el avance de la libido homosexual (constitutivo de la identidad
sexual en las personas). En ningún momento se dice que será el Dr. Flechsig quien abusará de él. Pero se vuelve
persecutorio por el lugar que ocupaba previamente, además en él se encarna al padre y al hermano de
Schreber. Y se une a los sueños: en el duermevela ser mujer sometida al acoplamiento, y que vuelva la primer
enfermedad: donde fui muy cercano de del Dr. Flechsig.

Schreber en sus memorias se describe como “un hombre que ha sido criado en unos principios éticos tan
rigurosos”. Y que a lo largo de toda su vida se hayan impuesto una contención acorde a esos principios.
55 – VACAS, BONANI, BELETZKY, TRIMARCO MAGNOLLE
Se narra una situación en que una vez la mujer que nunca se iba de su lado, se va a su casa a pasar la noche y
descansar. Esa noche Schreber tiene una “tormenta de libido” y múltiples poluciones (eyacula muchas veces en
una misma noche, más de lo normal) asociadas a representaciones homosexuales inconsciente. Al otro día no
quiso ver a la mujer. Y esto marcó un antes y un después en su relación.

3 transformaciones del delirio:


1. Flechsig: Dios
2. Abuso: Fin superior
3. Ahora: en un futuro remoto

Freud acentúa la importancia de los personajes para la persona. Flechsig es, en última instancia, representante
del vínculo amoroso con el padre y el hermano.

Hijo del médico ortopedista D. Gottlob Moritz Schreber, muy prestigioso por haber creado un método educativo
y de alimentación. Además Gottlob se puede confundir con GOTTLIEB que en alemán es “amor a Dios”.

Para Freud la relación con Dios (Dr.F) es la relación con el padre: de veneración, respeto, admiración, etc. Para
cualquier niño su padre es dios.

El deseo femenino es la forma más típica del complejo infantil. El padre, que suele aparecer como perturbador
de la satisfacción sexual infantil autoerótica, en el desenlace del delirio celebra un dios. Dios/Padre no reprime
la sexualidad sino que la exige, le da lugar.

Narcisismo: este delirio megalómano, vuelta sobre sí mismo donde es el redentor y perseguido de ese amado,
retoma la idea del narcisismo. Hay algo de la libido que vuelve al yo al retirarse de los objetos. El deseo de
convertirse en mujer lo quiebra, esa libido des inviste la realidad y vuelve hacia el yo.

Si hay un narcisismo secundario, debe haber habido uno primario. Entre un cuerpo fragmentado del
autoerotismo y el reconocimiento del objeto, donde lo que se busca en este otro es algo idéntico a sí mismo.

El objeto amado se convierte en perseguidor (Flechsig): para explicar los delirios en la psicosis hay que partir
de esa frase, de YO LO AMO intensa y exageradamente hasta tenerlo en la mesa de luz, enfermarse para verlo.
No un amor tranquilo, un amor loco que no se puede soportar. Entonces al “Yo lo amo” se le aplican
transformaciones:

 En el delirio de persecución el yo lo amo se transforma en “él me odia y me persigue”. Lo que se


contradice es el verbo, yo lo amo-yo lo odio, y como él me odia me persigue. Mecanismo de la
proyección: interpretar algo que viene de adentro como si viniera de afuera. Le suponemos al otro una
cierta intencionalidad para conmigo
 Erotomanía: el que todos quieren demandas eróticas con el sujeto. Lo que se contradice es el objeto: del
yo lo amo-yo LA amo. Ella entonces por proyección me ama a mí
 Delirio celotípico: yo lo amo es-ELLA LO ama y yo no lo soporto
 Delirio megalómano: se contradice toda la proposición. Yo no amo a nadie porque solo me amo a mí
(Schreber).

Schreber es la antesala de “Introducción al Narcisismo”.

Ok.

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