El Rol de La Politica Fiscal en Episodio
El Rol de La Politica Fiscal en Episodio
El Rol de La Politica Fiscal en Episodio
Pablo G. Bortz1
Resumen
I. Introducción
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Los países emergentes suelen atravesar recurrentemente eventos de elevada
presión cambiaria caracterizados por caídas de reservas, subas de tasas de interés
y devaluaciones. La experiencia argentina muestra numerosos ejemplos, como
podemos ver incluso en la experiencia reciente. En tales circunstancias, es común
escuchar economistas y otros analistasaconsejando disciplina fiscal, reducción del
gasto público y del déficit fiscal. Según estos analistas éstas son las medidas de
política apropiadas para adoptar en tales contextos, a fin de reducir la tasa de
interés, “enviar señales de tranquilidad, confianza y responsabilidad” a los mercados
financieros, “solidificar las fuentes del crecimiento”, y sentar las bases para
eventuales períodos futuros de prosperidad.
Esta postura no carece de referencias bibliográficas. El rol de la política fiscal
pasa a un segundo plano (o tercero o cuarto) en el paradigma económico
predominante, donde la política monetaria ocupa un rol clave. La idea central se
basa en que la austeridad fiscal disminuye los fondos disponibles (o encarece su
costo) para la inversión privada, efecto que se conoce como crowding-out; razón
para controlar el crecimiento del gasto público. La excepción se encuentra cuando la
economía no reacciona ante niveles bajos (incluso cercanos a cero) de la tasa de
interés, situación conocida como “trampa de liquidez”.
En una versión aún más extrema, en los últimos años se desarrolló la teoría
de la “austeridad fiscal expansiva”, según la cual una política fiscal contractiva
(principalmente por el lado de los gastos, más que por los impuestos) es la política
apropiada para implementar en situaciones recesivas o de incertidumbre, a fin de
estimular el gasto privado. Este argumento fue utilizado para justificar la austeridad
fiscal durante la crisis europea.
Sin embargo, es factible enumerar varias objeciones a estas ideas. La
evidencia empírica que sostiene el argumento de la austeridad fiscal expansiva fue
refutada, inclusive por organismos internacionales como el Fondo Monetario
Internacional (FMI), debido a que los multiplicadores fiscales son significativamente
positivos, es decir, aumentos en el gasto generan incrementos más que
proporcionales en el producto. Más aún, la literatura encuentra que el efecto
expansivo de la política fiscal es incluso mayor en situación de recesión o crisis.
También se observa que los episodios fuertemente recesivos pueden dar lugar a
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prolongados periodos de estancamiento o de crecimiento débil, fenómeno conocido
como “histéresis”. En tal sentido, el efecto expansivo de la política fiscal en
momentos recesivos es justamente el que sentaría las bases de un sólido
crecimiento futuro, al contrario de lo que sostienen sus críticos.
Este capítulo busca aportar a esa literatura, al presentar evidencia sobre el
impacto de la política fiscal en situaciones de crisis cambiarias. Con este objetivo, se
presenta evidencia preliminar sobre el rol que tuvo la política fiscal en el carácter
diferencial de esas crisis cambiarias, en el sentido de que pudo haber morigerado (o
revertido) el impacto recesivo inherente a las devaluaciones, subas de tasas de
interés y stress financiero. Para ello, se reconstruye una base de datos de episodios
de crisis cambiarias, separándolas de acuerdo a su carácter recesivo o no-recesivo.
También se recaban datos de política fiscal para esos mismos países, a fin de
responder la pregunta clave de este capítulo: ¿Cuál es el impacto de la política fiscal
en episodios de crisis cambiaria?
Esta presentación estará divididaen cinco secciones, además de esta
introducción. La segunda sección comentará la literatura sobre los efectos del gasto
público sobre el nivel de actividad, tanto de carácter teórico como trabajos empíricos.
En la tercera sección presentaremos la muestra, el abordaje metodológico, las
variables a evaluar y las fuentes de información. En la cuarta sección incluiremos la
evidencia empírica. Allí analizaremos mediante gráficos centrados en los eventos
clasificados como crisis, si es posible distinguir una dinámica deferencial entre las
tipologías de crisis producto de la presencia o no de una política fiscal expansiva.
Por último, en la quinta sección, presentaremos las conclusiones.
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A partir de la década de 1970 se revirtió el consenso en la corriente principal
del pensamiento económico en relación a los efectos multiplicadores del déficit
público, y de sus componentes: el gasto y la recaudación impositiva. Los modelos
macroeconómicos keynesianos preponderantes hasta la fecha defendían la
relevancia del impacto expansivo del gasto público (cuanto menos en el corto plazo).
Sin embargo, a partir de la Crítica de Lucas (Lucas, 1976), se enfatizó la importancia
de incorporar las respuestas optimizadoras de los agentes ante las decisiones de
política, lo que en el contexto de los modelos imperantes llevaban a cuestionar los
efectos expansivos de la política fiscal, ya que implicarían aumentos de deuda que
deberían ser eventualmente afrontados por los agentes económicos. Según esta
visión, los individuos tienen en cuenta esta política y ajustan sus decisiones de gasto
en concordancia, reduciendo su consumo a fin de ahorrar el monto que les será
cobrado en concepto de impuestos para pagar en algún momento la deuda pública
(Barro, 1974; 1989). Este argumento, bautizado Equivalencia Ricardiana (por estar
inspirado en un párrafo de Ricardo (1821), aunque de forma errónea), equivale a
postular un efecto multiplicador nulo del déficit fiscal (Chinn, 2013).
Una postura empírica aún más refractaria al impacto positivo del gasto público
se encuentra en Alesina y Ardagna (2010), sustento teórico de los planes de
austeridad implementados en la Eurozona a partir del 2010. Estos autores sostienen
que los ajustes fiscales caracterizados por reducciones del gasto público (más que
por aumentos de impuestos) son mucho más efectivos al estabilizar el cociente
deuda/PBI y al evitar la profundización de las recesiones, en base al estudio de una
serie de casos. Alesina y Ardana (2010, p.37) identifican numerosos episodios en los
que ajustes del gasto para reducir el déficit fiscal fueron seguidos de recuperaciones
y expansiones sostenidas. Esta evidencia es favorable a la existencia de un
multiplicador fiscal negativo.
No obstante, en el ámbito académico, el dogma económico preponderante es
el llamado Nuevo Consenso Macroeconómico (NCM), donde el principal instrumento
estabilizador es la política monetaria (Romer, 2010). En los modelos básicos del
NCM, un aumento del gasto público financiado con endeudamiento implica una
caída en la riqueza de los hogares por el mismo argumento que en la equivalencia
ricardiana: se espera una caída del ingreso futuro esperado dado que el gobierno
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deberá eventualmente subir los impuestos. Esto lleva a que los individuos reduzcan
su consumo privado pero que aumenten la oferta de trabajo para recomponer su
riqueza, aumentando por ello el producto (Dullien, 2012). Se deduce, así, la vigencia
de la relación negativa entre el gasto público y el consumo privado postulada por los
modelos de ciclo económico real (RBC, por sus siglas en inglés; ver Baxter y King,
1993). Además, el efecto positivo sobre el producto no deriva de un estímulo a la
demanda, sino de un aumento en la oferta laboral.
Análisis posteriores en esta línea concluyen que la respuesta del consumo
privado y de la actividad económica ante aumentos discrecionales del déficit fiscal
dependen de la política monetaria. Si el déficit fiscal genera mayor inflación, la tasa
nominal de interés debe subir a fin de mantener constante la tasa de interés real,
anulando o atenuando el impacto positivo sobre el producto (Carlin y Soskice, 2014,
p. 509). Distintas reglas de política monetaria conducen a distintos resultados de la
política fiscal, de acuerdo a la flexibilidad de precios y a la elasticidad de consumo y
ocio en la función de utilidad de los individuos, o sea a la respuesta de la oferta
laboral (Woodford, 2011). En este contexto, la magnitud del multiplicador fiscal
puede variar entre cercana a cero o mayor a la unidad.
“Si bien pueden darse multiplicadores más grandes de acuerdo a
modelos Nuevo Keynesianos, estos podrían ocurrir solo en el caso de
un grado suficiente de acomodamiento monetario ante un aumento en
la actividad real; y en general, esto requerirá que el banco central
acepte una tasa mayor de inflación” (ibid., p. 15).
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positiva del consumo privado ante aumentos en el gasto público, en contradicción
con los postulados teóricos de RBC y de los modelos Nuevo Keynesianos originales
(Kühn et al, 2010).
La crisis del 2008 y las respuestas de política han fortalecido los argumentos
a favor tanto del impacto positivo del gasto público, como de los efectos negativos
de las llamadas “consolidaciones fiscales”, que no son otra cosa que los
tradicionales programas de ajuste fiscal en medio de episodios recesivos. Incluso el
FMI, en el volumen 2010 de su publicación insignia World Economic Outlook (FMI,
2010), y los investigadores de dicho organismo (Guajardo et al, 2014) retrucaron las
conclusiones del mencionado trabajo de Alesina y Ardagna (2010), al verificar un
impacto recesivo de las políticas de consolidación fiscal. De hecho, Blanchard y
Leigh (2013) reconocen los errores de subestimación del multiplicador fiscal
contemplados en los programas de ajuste aplicados en los países de la Eurozona
durante la crisis de comienzos de la década de 2010.
Esta nueva literatura infiere en tal sentido una nueva perspectiva sobre
multiplicadores fiscales, que es particularmente relevante para este trabajo. Esta
perspectiva, presente también en Gechert y Rannenberg (2014), Gechert, et al
(2015) y Qazizada y Stockhammer (2015), resalta la importancia del contexto
macroeconómico en el que se encuadra la política fiscal. En particular, el
multiplicador fiscal (y sobre todo, el del gasto público) es mayor en recesiones que
en expansiones, según encuentran estos estudios. Gechert y Rannenberg (2014)
realizan un meta-análisis de la literatura empírica y concluyen que en una recesión el
multiplicador del gasto público es 0.6 a 0.8 unidades mayor que en una expansión,
mientras que Qazizada y Stockhammer (2015) encuentran que, mientras en
episodios normales (expansivos) el multiplicador es cercano a la unidad, en
recesiones aumenta hasta 3 unidades, o sea que un aumento del gasto del 1% lleva
(ceterisparibus) a un aumento del 3% del PBI.
Una política fiscal expansiva en circunstancias adversas puede ayudar a
reducir la volatilidad macroeconómica y a sentar las bases para un crecimiento
futuro sostenido, dada la existencia de procesos de histéresis. Los mismos se
refieren al efecto perdurable de shocks (positivos y negativos) que tienden a afectar
las posibilidades mismas de crecimiento sostenido, en vez de tener un impacto
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meramente temporal sin repercutirsobre las capacidades productivas. La existencia
de procesos de histéresis es muy relevante dentro de las teorías del crecimiento
liderado por la demanda (ver entre otros Setterfield, 1997). También hay
contribuciones desde el mainstream que reconocen la importancia de este concepto
(Blanchard y &Summers, 1986). Más recientemente,los impactos negativos de la
crisis del 2008 sobre las capacidades productivas dieron un nuevo impulso a la
aplicación empírica de ese concepto vinculado a la política fiscal(Ball,
2014;Blanchard et al, 2015;Fatas y Summers, 2016).
Este capítulo trata de realizar un aporte en dicha dirección, al diferenciar entre
crisis cambiarias recesivas y no recesivas, evaluando la política fiscal en esos
episodios de consecuencias distintas. Es conocido que episodios de crisis
cambiarias (particularmente devaluaciones abruptas del tipo de cambio, pero no
limitadas a estas) tienden a generar recesiones, ya sea por su impacto distributivo
(con devaluaciones transfiriendo ingresos de un sector de la economía a otro), su
impacto sobre las condiciones crediticias, etcétera. Sin embargo, hay episodios de
presión cambiaria (como serán definidos más adelante) que no han terminado en
recesiones.
En las secciones siguientes se aporta evidencia del rol de la política fiscal
para suavizar el impacto recesivo de la presión cambiaria. A partir de un conjunto de
literatura heterodoxa sobre crecimiento tirado desde la demanda, es posible afirmar
que son los aumentos del gasto público lo que consiguen moderar (o eventualmente
revertir) el impacto negativo de un shock cambiario, pudiendo sentar las bases para
un crecimiento más sólido en el futuro, al evitar la destrucción de capacidades
productivas que ocurren en recesiones (Serrano, 1995; Setterfield, 1997; Dutt, 2006;
Zezza, 2012; Boyer, 2012).
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El criterio de identificación de crisis que utilizaremos surge de combinar la literatura
empírica de crisis cambiarias, por un lado, y la literatura de ciclos económicos y
recesiones, por otro.
En relación al abordaje metodológico sobre la clasificación de crisis del sector
externo, haremos uso de un índice de presión cambiaria que combina la variación de
tipo de cambio, reservas y tasas de interés (Girton & Romper, 1977; Eichengreen et
al, 1997).
El índice de presión cambiaria está compuesto por la variación porcentual mensual
del tipo de cambio, la variación del diferencial entre la tasa de interés doméstica y la
tasa de interés de la Reserva Federal, y la variación de reservas internacionales.
Cada uno de estos componentes está ponderado (dividido) por su respectivo desvío
estándar (ver cuadro 1).
Este es un índice estándar en la literatura, que conceptualiza un episodio de crisis
cambiaria de forma más amplia que aquellos que solo incluyen como indicador la
variación del tipo de cambio3.
Asimismo, un evento será clasificado como crisis cambiaria si supera cierto umbral
preestablecido. Siguiendo a Zeolla y Bastourre (2016) haremos uso de la
metodología de umbrales móviles. Este criterio de clasificación mejora
sustancialmente la detección de eventos en países con una historia
hiperinflacionaria, como los de nuestra región, debido a que acota la elevada
volatilidad nominal al entorno del evento que considere la ventana. El umbral móvil
propuestovendrá dado poruna media más tres desvíos estándar del índice de
presión cambiaria, para cada país,en una ventana móvil de 60 meses (5 años).
Por un lado, en el cuadro 1 a continuación se presenta de manera analíticael índice
de presión cambiaria, sus componentes, los ponderadores de las variables y criterio
de clasificación de eventos según la metodología de umbrales móviles.
3
Existen otras clasificaciones que incluyen solo reservas y tipo de cambio, como también solo tipos de cambio
(Kaminsky, 2006).
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1 et , j 1 (it , j i fed ,t ) 1 Rt , j
EMPIt ; j
ej et , j ij it , j i fed ,t Rj Rt , j
Por otro lado, tenemos el criterio de identificación de los efectos reales. Para ello
utilizaremos índices que indiquen la ocurrencia de una recesión. Aquí también la
metodología de referencia es la estándar en la literatura de ciclos económicos En
este caso consideraremos que hubo un impacto negativo sobre la actividad
económica si la tasa de crecimiento del PBI en “t” es menor que la tasa de
crecimiento promedio para unperíodo desde tres años antes de “t” y hasta dos años
después(Gupta, Mishra & Sahay, 2007). En el cuadro 2 a continuación se presenta
de manera analítica la clasificación de impactos reales de una crisis.
PBI (t 3), j
PBI t , j
imp. real 1
( t 2), j
si
PBI t , j PBI (t 3), j
( t 2), j
PBI (t 3), j
imp. real 0 PBI t , j
( t 2), j
si
PBI (t 3), j
( t 2), j
Nota: PBI=producto bruto interno, ∆=diferencia temporal periodo anterior; t=años, j=países
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mensual, pero los impactos reales vienen dado por frecuencia trimestral, siguiendo
la metodología usual se consideróel trimestre del mes en el que se detectó tanto la
crisis en la actividad económica como el periodo de crisis cambiaria. Cuando
ninguna crisis cambiaria se detecte, el periodo será clasificado como “tranquilo” más
allá de lo que ocurra con los indicadores de actividad. Si se detectó una crisis
cambiaria pero los impactos reales no fueron significativos, el periodo será
clasificado como “crisis cambiaria no recesiva”. Por último,si se detectó una crisis
cambiaria e impactos reales será clasificado como “crisis cambiaria recesiva”. Este
criterio de clasificación se sintetiza en el cuadro 3 a continuación.
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Cuadro 3: Tipología de eventos
Crisis Impactos
Tipo de evento
cambiaria reales
Tranquilo No Si o No
Crisis cambiaria No
Si No
recesiva
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Este el índice de la aseguradora MSCI que pondera los rendimientos de un conjunto de países clasificados
co o ercados e erge tes . Ver https://www.msci.com/emerging-markets
11
Corea del Sur MSCI Uruguay Latinoamérica
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fiscal sobre el PBI, la transformación del resultado fiscal de superavitario a
deficitario, la variación en el gasto público y la participación del gasto público sobre
el PBI.
En todos los gráficos, la línea punteada caracteriza la dinámica de las variables para
la clasificación “periodo tranquilo” (EMPI=0), la línea gris la “crisis cambiaria no
recesiva” (EMPI=1) y la línea solida negra con marcador circular la “crisis cambiaria
recesiva” (EMPI=2). El periodo “T=0” corresponde al momento en que ocurrió el
evento clasificado como uno u otro tipo de crisis. La dinámica anterior y posterior
presentada corresponde al promedio de cada variable para todos los países y todos
los periodos.
En el grafico 1 se presenta la dinámica de la inflación anual. Como se observa, la
elevada inflación está asociada a las crisis cambiarias más graves. Típicamente, la
presencia de una inflación muy elevada corresponde a fuertes crisis de balance de
pagos y los eventos de hiperinflación. Para el caso de las crisis cambiarias no
recesivas, se observa como la aceleración de la inflación sucede con posterioridad a
la crisis, es decir, la devaluación. Esto muestra el típico efecto de inflación cambiaria
en nuestra región. Al considerar sólo los periodos tranquilos vemos que para toda la
muestra, la inflación promedio igualmente es elevada: en términos anuales se
encuentra por encima del 40%.
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Grafico 1: Dinámica diferencial de la inflación
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Grafico 2: Dinámica diferencial del ratio déficit sobre PBI
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Grafico 3: Conteo de eventos con déficit fiscal
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política fiscal de expansión del gasto público, lograron compensar los impactos
distributivos negativos de la devaluación.
Grafico 4: Dinámica diferencial del gasto público real. Variación % anual.
Nota: Promedio simple del gasto para una ventana promedio de tres trimestres descontada
la inflación.
Nótese, además, que el comportamiento diferencial del crecimiento del gasto público
no sólo se observa en su variación, sino también en proporción del PBI (ver gráfico
5).
En el caso de las crisis cambiarias no recesivas, durante el periodo de crisis y en los
periodos posteriores el gasto se expande en relación al PBI total, sumado a que se
da en un contexto en donde el nivel de producto no se vio afectado. Para los
periodos siguientes, el nivel de gasto/PBI se mantuvo por encima de los periodos
tranquilos de manera persistente. En el caso de las crisis cambiarias recesivas se
observa un efecto expansión del cociente de gasto/PBI, sin que haya una expansión
del gasto real. Como sabemos que este último está cayendo, la mayor proporción
del gasto sobre PBI sólo puede implicar que la caída en la actividad más que
compense la reducción del gasto. Este es el típico ejemplo del efecto multiplicador.
del gasto. Por ello, en los periodos siguientes el gasto continúa cayendo, tardando
hasta seis periodos en revertir hacia los niveles normales de los periodos tranquilos.
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Grafico 5: Dinámica diferencial del gasto público sobre PBI.
V. Conclusiones
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Sin embargo, la evidencia empírica que presentamos en este trabajo nos permite
extraer conclusiones opuestas al pensamiento predominante. En efecto, se destacan
tres ideas centrales.
Primero, se registra un comportamiento diferencial entre aquellas crisis que tuvieron
impactos reales significativos y aquellas que no, permitiéndonos afirmar que la
distinción entre crisis cambiarias recesivas y no recesivas resulta relevante.
En segundo lugar aparece la cuestión de la política económica tendiente a la
consolidación fiscal. Aun considerando como objetivo de política la reducción del
déficit fiscal en términos del PBI, se observa que cuanto mayores son los efectos
reales de las crisis cambiarias, mayor es la dificultad de reducir el déficit tanto en
magnitud como en su persistencia en el tiempo.
En tercer lugar, existe una fuerte asociación entre aquellas crisis cambiarias no
recesivas y la presencia de una política fiscal expansiva. En el caso de las crisis
cambiarias recesivas se registra una desaceleración del gasto en el periodo previo a
la crisis dando lugar a una recesión en un contexto de elevada presión cambiaria. En
cambio, para las crisis cambiarias no recesivas el gasto público real va en la
dirección opuesta: no solo no se desacelera sino que se expande durante el periodo
de stress cambiario, incluso por encima del crecimiento del gasto durante el periodo
tranquilo.
En este sentido, dado que los países en desarrollo sufren continuas crisis cambiarias
debido a su configuración estructural, se hace preciso revisar las discusiones sobre
el rol del gasto público al momento que la crisis se produce y durante sus periodos
posteriores. Una política distinta a las recomendaciones de los organismos
internacionales, en especial la de consolidaciones fiscales, resulta mucho más
efectiva para moderar los efectos negativos de las crisis de balance de pagos sobre
la actividad económica corriente.
Referencias
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Ball, L. (2014). Long-term damage from the Great Recession in OECD countries,
European Journal of Economics and Economic Policies: Intervention, 11 (2), 149-
160.
Boyer, R. (2012). The four fallacies of contemporary austerity policies: the lost
Keynesian legacy. Cambridge Journal of Economics, 36(1), 283-312.
Dullien, S. (2012). Is new always better than old? On the treatment of fiscal policy in
Keynesian models, Review of Keynesian Economics, Inaugural Issue, 5-23.
20
Fatás, A. y Summers, L. (2016). The permanent effects of fiscal consolidations,
NBER Working Paper No. 22374.
Girton, L., & Roper, D. (1977). A monetary model of exchange market pressure
applied to the postwar Canadian experience. The American Economic Review, 537-
548.
Gupta, P., Mishra, D., &Sahay, R. (2007). Behavior of output during currency
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Kühn, S., Muysken, J. y van Veen, T. (2010). The adverse effect of government
spending on private consumption in New Keynesian models, Metroeconomica, 61
(4), 621-639.
21
Romer, D. (2010).Advanced Macroeconomics, 4ta edición, New York: McGraw-Hill.
22
Apéndice
23
Cuadro 5: Detalle de variables, fuente de información y tipo de
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