Cantar de Mio Cid-Wikipedia
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de Desconocido
Género Épica
Ambientada en Siglo XI
Idioma Español antiguo
Formato Manuscrito
Argumento y estructura
Estructura externa
Argumento
Características y temas
El Cantar de mio Cid se diferencia de la
épica francesa en la ausencia de
elementos sobrenaturales (salvo, quizá, la
aparición en sueños del arcángel San
Gabriel al protagonista, el episodio del
león que se humilla ante el Campeador, el
brillo de las espadas Colada y Tizona, y la
extraordinaria calidad de Babieca),[5] la
mesura con la que se conduce su héroe y
la relativa verosimilitud de sus hazañas. El
Cid que ofrece el Cantar constituye un
modelo de prudencia y equilibrio. Así,
cuando de un prototipo de héroe épico se
esperaría una inmediata y sangrienta
venganza, en esta obra el héroe se toma
su tiempo para reflexionar al recibir la
mala noticia del maltrato de sus hijas
(«cuando ge lo dizen a mio Cid el
Campeador, / una grand ora pensó e
comidió», vv. 2827-8) y busca su
reparación en un solemne proceso judicial;
rechaza, además, como buen estratega,
actuar precipitadamente en las batallas
cuando las circunstancias lo
desaconsejan. Por otro lado, el Cid
mantiene buenas y amistosas relaciones
con muchos musulmanes, como su aliado
y vasallo Abengalbón, que refleja el
estatus de mudéjar (los «moros de paz»
del Cantar) y la convivencia amistosa y
tolerante con la comunidad hispanoárabe,
de origen andalusí, habitual en los valles
del Jalón y Jiloca por donde transcurre
buena parte del texto.[6]
Estilo
Los rasgos más característicos del estilo
del poema épico del Cid son su sobriedad
retórica, su realismo y un uso consciente
de una lengua arcaizante propia de los
cantares de gesta y que constituyó de
hecho una lengua artificial identificada
con este subgénero narrativo hasta el
siglo xiv, como muestra el tardío Cantar de
las mocedades de Rodrigo. El hispanista
alemán Karl Vossler señala en Algunos
caracteres de la cultura española que el
Cantar "tiene una fisonomía muy original,
muy castellana y humana, alejada del
modelo francés". Edmund de Chasca
destaca como rasgos de su estilo «la
precisión y el significado formal de cosas
concretas empleadas como elementos de
una construcción».[30]
El epíteto épico
El Campeador
El manuscrito
Existe un ejemplar único acéfalo
(manuscrito al que le falta el comienzo, en
codicología) que actualmente se
encuentra en la Biblioteca Nacional en
Madrid y se puede consultar en la
Biblioteca Digital Hispánica y en la
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Además del folio inicial, le faltan otros
dos, de unos cincuenta versos cada uno,
después de los versos 2337 y 3507. Las
tres lagunas pueden reconstruirse por
medio de las prosificaciones de las
crónicas. La primera laguna se transcribe
en dos: la Estoria de España y la Crónica de
Castilla. En la Estoria de España mandada
escribir por Alfonso X el Sabio se dice así:
Et él después que ovo
leídas las cartas, como
quier que ende oviese
gran pesar, non quiso ý
ál fazer, ca non avié
plazo más de nueve días
en que saliese. Enbió por
sus parientes e por sus
vasallos, e díxoles cómo
el rey le mandava salir
de su tierra e que non le
dava de plazo más de
nueve días, e que querié
saber d’ellos cuáles
querién ir con él o
cuáles fincar. Minaya
Álvar Fáñez le dixo:
“Cid, todos iremos
convusco e servos
hemos leales vasallos”.
Todos los otros dixieron
otrosí que irién con él
donde quier que él fuese,
e que se non quitarién
d’él nin le desamparién
por ninguna guisa. El
Cid gradeciógelo
estonces mucho, e
díxoles que si Dios le
bien feziese, que gelo
galardonarié muy bien.
Otro día salió el Cid de
Bivar con toda su
compaña…[31]
En la Crónica de Castilla se dice más o
menos lo mismo, pero conservando
algunas rimas asonantes por una mala
prosificación:
El autor y la fecha de
composición
En virtud del análisis de numerosos
aspectos del texto conservado, los críticos
literarios lo atribuyen a un autor culto, con
conocimientos precisos del derecho
vigente a finales del siglo XII y principios
del XIII, y que podría estar relacionado (por
su conocimiento de la microtoponimia)
con la zona aledaña a Burgos, Medinaceli
(actual Soria), la zona fronteriza de
Castilla con Aragón, la Alcarria o el valle
del Jiloca.[28] Los filólogos, sin embargo,
como Diego Catalán, basado en la
interpretación de la estructura social, o
Francisco Marcos Marín, a partir de datos
lingüísticos que apoyan la existencia de
una versión previa, lingüísticamente más
arcaica, con vestigios de la -d < -t de la
tercera persona, por ejemplo, defienden la
necesidad de una versión anterior, no
conservada, escrita a mediados del
siglo xii.
Ediciones
Tomás Antonio Sánchez, "Poema del
Cid", en Colección de poesías castellanas
anteriores al siglo XV, vol. I. Madrid,
1779, pp. 220-404.
Adaptaciones modernas
El erudito mexicano Alfonso Reyes Ochoa
hizo una versión en prosa moderna en
1919; el filólogo y poeta de la Generación
del 27 Pedro Salinas adaptó el Cantar al
castellano moderno en verso en 1926.
Otras versiones rítmicas posteriores en
verso está firmadas por Luis Guarner
(1940), el medievalista Francisco López
Estrada (1954), fray Justo Pérez de Urbel
(1955), Matías Martínez Burgos (1955),
Camilo José Cela (1959) y Alberto Manent
(1968). En prosa, fuera de la ya citada de
Alfonso Reyes, existen las versiones de
Ricardo Baeza (1941), de Ángeles Villarta
(1948), de Fernando Gutiérrez (1958), del
mexicano Carlos Horacio Magis (1962) y
de Enrique Rull (1982).[39]
Véase también
Literatura española en la Edad Media
[...] un cúmulo de
aspectos
consustanciales al
Cantar en todos
sus niveles [...]
conducen a
fecharlo sin
apenas dudas en
las cercanías de
1200.
Bibliografía
Fuente principal
El Cid (película)
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