La Tentacion Vive en El Tercero - Eneida Wolf
La Tentacion Vive en El Tercero - Eneida Wolf
La Tentacion Vive en El Tercero - Eneida Wolf
SINOPSIS
PRÓLOGO
NEREA EN PARÍS
DE CUANDO FLORIAN LA CONOCIÓ
CON EL TANGA HEMOS TOPADO
FLORIAN ESCRIBE… COSAS SUCIAS
CUESTIÓN DE ÉPOCAS
HAY MUCHOS PECES EN EL MAR
BAJO EL CIELO DE PARÍS
LA BUHARDILLA DE FLORIAN
BONNIE AND CLYDE
MALDITA NEREA
COQUETEAR ES UN ARTE
CARRETERA Y MANTA
POR LA BOCA MUERE EL PEZ
MON AMOUR
EL PASADO ES COMO UN DÍA MALO
LOS HOMBRES NO ESCRIBEN ROMÁNTICA
PAS MAL
YO, YO MISMO Y MI PEZ
AUR REVOIR, CORDURA
NEREA LO SABE TODO
DICEN QUE DICEN
AMOUR
NEREA Y SUS NEURAS
NO JUEGUES CON FUEGO
SOY FAMOSA
DÍAS PERROS
SE LE LLAMA TOCAR FONDO
UN ASUNTO DELICADO
HERMANAS
DÉJÀ VU
RUTINAS
EL PRIMER DÍA DEL RESTO DE MI VIDA
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS
SINOPSIS
PRÓLOGO
NEREA EN PARÍS
CUESTIÓN DE ÉPOCAS
LA BUHARDILLA DE FLORIAN
MALDITA NEREA
COQUETEAR ES UN ARTE
CARRETERA Y MANTA
PAS MAL
AMOUR
SOY FAMOSA
DÍAS PERROS
UN ASUNTO DELICADO
HERMANAS
DÉJÀ VU
RUTINAS
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS
GRACIAS POR COMPRAR ESTE LIBRO
vecino equivocado?
enamorarte.
LA TENTACIÓN VIVE EN EL
TERCERO
E. WOLF
PRÓLOGO
de vecino.
No se está nada mal aquí, cerca de la plaza de la Bastilla, en un
típico barrio parisino de gente que ha vivido aquí toda la vida, que
los domingos compra en el mercadillo; donde al anochecer suena el
cobrado sentido.
Dicen, dicen... Y yo no respondo. Si salgo al balcón, veo un par
otra ciudad, ni a ningún otro distrito ni a ningún otro piso, salga bien
o mal.
1
NEREA EN PARÍS
NEREA
Desde que era una niña he sufrido con ellas. El primer día de
curso, cuando mi madre me dejaba en la guardería, lloraba a mares.
Sin embargo, desde que ponía un pie en la clase o me subía al
—¿Qué pasa?
de animal herido.
clavo saca otro clavo? Eso es lo que tienes que hacer tú. Estás en
cuando cruza los brazos y me lanza esa mirada de «me estás dando
la razón» con la ceja levantada.
—Cuando te enamoras, lo sabes y punto.
que no, que nunca lo estuve, que lo que teníamos era el mero cariño
de haber sido amigos durante tanto tiempo, y que me gustaba esa
la perfección.
—¿Seguro?
—Te queda perfecta.
español que aterriza por aquí. Su madre era una republicana que
Alicia a lo lejos.
Hay hermanas que saben cómo decir las cosas, y luego está
Alicia, que no tiene tacto.
Nada de eso.
estoy segura de que dirá que el chico es guapo pero nada del otro
mundo, porque ella liga con hombres muchísimo más atractivos.
inquilino?
—Es el nieto de madame Hervé. No me dijiste que había muerto.
—Puede ser.
se me ve el plumero.
—Un placer, chicas. Por cierto —añade antes de bajar por las
escaleras—, el tanga suele estar sobrevalorado.
esperanza.
huesos hasta que la voz de Ali hace que despierte de esta breve
ensoñación.
demasiada cafeína.
digno de una sesión fotográfica, con sus tres mesitas de madera, las
dos sillas enclenques y un letrero en la fachada roja muy cuqui. Por
El tal Toni la saluda de vuelta con una sonrisa. Tiene un bulbo por
nariz, los ojos diminutos y las mejillas sonrosadas. A simple vista
emocionante.
Ella sonríe mientras me entrega una de las copas que Toni le deja
en la barra.
—¡Por nosotras!
Al brindar, las copas suenan un poco, pero enseguida se difumina
con el ambiente de fondo. Estoy en París con mi hermana. Oh, là là,
DE CUANDO FLORIAN LA
CONOCIÓ
FLORIAN
apartamento en el centro.
existir.
sigue entera.
—Dios, ¡madre mía! Lo siento mucho. ¿Estás bien?
—No.
Gruño mientras alzo la vista hacia esa inconsciente que casi me
rompe la nariz. Puede que lo esté. No soy médico, así que evito
hacerme un diagnóstico.
Al mirarla, me doy cuenta de que es una inconsciente preciosa,
poco?
—Iba cargada y la he empujado sin más. Lo siento, las
pata.
Bueno, no me cae del todo mal. No desde que supe...
Vaya, que le tengo hasta simpatía.
placer, vecino.
elevada.
Esto en Montmartre no pasaba. Nunca tuve ningún problema con
recuerdo a la última.
Mentira. Jeanette, que se fue, hará seis meses.
Nos hemos dado un tiempo. Dijo que necesitaba respirar durante
palma de mi mano, con ella estoy cómodo, y sí, puede también que
matices.
insospechados.
Puede que ella sea igual, o incluso peor.
Dios no lo quiera.
reloj.
Lo recojo del suelo. Después del ataque ha quedado algo
que puede quedar bien ahí: así me recordará que no compre ningún
reloj cuando piense en volver a hacerlo. Hay un gancho, no me
el amarillo.
Ya puedo volver a lo mío.
meses.
real no. Además, es raro. Nerea... ¿De dónde habrá salido? Podría
ponerle Concepción, es un nombre típicamente español. O
tirantes junto con seis o siete masáis ligeros de ropa, bastante más
de trabajo.
Me ha hecho prometer que esta noche iba a contarle por qué me
quedo durante más tiempo en París. Todavía no ha vuelto, así que
del piso es que hay un patio de luces interior, cosa que lo hace
mucho más luminoso de lo que uno espera. Allí hay un diminuto
Me pregunto si...
él.
agarrarlo.
plástico.
Eso es tener mala suerte y lo demás son tonterías.
—¿Perdona?
Dios, esto está pasando de castaño oscuro. Es hora de retirarme,
lo tengo claro.
Entro dentro del piso y cierro la puerta del lavadero como si se
durante la mudanza.
Tengo que relajarme, y cuando lo haya hecho, bajaré, le pediré
Ahora que lo pienso, lo más rápido para hacer y más bueno son
los coulants. Si el vecino prueba uno, me va a perdonar ipso facto.
Lo primero que ven mis ojos es el tanga negro sujeto por la pinza,
que alarga hacia mí. Esa es una de esas situaciones de «tierra,
trágame». Puede que la peor que haya vivido. Y encima parece que
mi oído.
unas risas.
crispa.
planta.
Ahora que me fijo, no es feo. Tiene la cara algo alargada, barba
bueno.
«Está buenísimo, idiota», pienso sin decirlo.
investigación.
He querido sonar importante y misteriosa.
—¿Cartas de quién?
antes de hablar.
tomando el pelo?
—¡Claro que no! Perdona, pero yo no he dudado de que tú seas
Florian Monet.
expandió a Cuba. Vivían allí hasta que ocurrió lo del hundimiento del
Maine y el Tratado de París, y volvieron a Tarragona. Parece ser que
francesa.
—Interesante. ¿Podría leer esas cartas?
—Tregua, vecina.
»Ah, la próxima vez que se te caiga un tanga o unas bragas, me
las pides.
apartamento.
¿Qué digo?
—Buenos días —respondo como una idiota.
O todos.
reconozco.
En cuanto llegue, voy a pedirle explicaciones.
4
que me he comido.
Si es que a quién se le ocurre intentar recoger un tanga con una
pinza y un palo de escoba... Desde luego, es un episodio digno de
tiene unas cartas del mejor poeta francés que ha existido: August
Perrault.
¡Por favor!
—¿Florian? ¿Hola?
Oigo a Tim detrás de la puerta elevando la voz. Le estoy abriendo
encendida?
—No...
Pero no se lo digo.
copa de vino?
aperitivo o una buena cena; nada que ver con otros que son unos
verdaderos hooligans.
preguntas eso?
—Es que he leído una novela con tintes de comedia romántica de
snack.
—¡Qué dices! Estoy mejor que nunca. De hecho, puede que sea
—Es que casi todas son mujeres menos Félix, que juega en la
otra liga.
qué le vamos a hacer. Eso no quita que yo, ahora mismo, sea un
hombre libre.
—Muy libre, sí, pero los dos sabemos que te cuesta un mundo
salir por ahí. Eres un ermitaño, Flo, un druida que no sale de su
durante un buen rato. Y resulta que yo soy uno de los escritores que
más le gustan. Tiene un libro mío en la estantería.
—Que no, solo estoy estudiando tener algo puramente físico con
la vecina. Experimentar, ya sabes.
tema.
Todo lo de sus ligues también es algo peliagudo: no porque no
tenga éxito con las mujeres, sino porque lo dejan con demasiada
facilidad.
—No, al final tenías tú razón. Era una actriz que quería salir en mi
cuenta.
que nunca has ido. Vamos, Flo, que está aquí abajo. Si te cansas, te
esperándola.
muy enfadado que esté con Jeanette por habernos dado este
«tiempo», por mucho que me ponga Nerea y por muy delicioso que
esté su coulant, no voy a hacer nada al respecto porque soy así.
Porque a mí no me lo parece.
quiere sentir todo eso. ¿Por qué crees que todo el mundo va a ver
esas películas y triunfan en taquilla? ¿Por qué crees que siguen
cualquier cosa, pese a no tener nada que ver con lo que yo estaba
cuenta.
CUESTIÓN DE ÉPOCAS
NEREA
matices. Mis relatos favoritos antes de irme a la cama eran los que
se basaban en algún personaje histórico. Papá solía tirar mucho de
ellos porque tenía poca imaginación. Así, pronto descubrí que esa
alivio dada mi situación actual, pero no. Eso supone aceptar que
casi toda mi vida ha sido una mentira; que lo que yo creía que era
amor no era más que una mera ilusión, algo parecido pero sin serlo.
enamorado.
siempre ha tenido de mí; que soy una empollona, una monja, una
también.
Vale, sí, era de las que lo hacía con la luz apagada y se limitaba a
la pose del misionero. ¡Pero es que ni mi ex ni yo teníamos una
pasión descontrolada! Siento que mi cara entra en combustión
—Sí, sí. ¿Cuándo van a tener los resultados del cotejo de letra?
Antes de empezar a investigar nada, hay que asegurarse de que
sus amistades.
—Sin duda, ese descubrimiento sería todo un hallazgo. Incluso
podríamos afirmar que conocemos a la mujer que inspiró Poemas
en la orilla.
—Sería un sueño.
se me hincha de regocijo.
—Y tanto. En fin, primero nos tiene que llegar ese informe. Va a
ser un placer trabajar con usted, señorita Abril —dice al estrecharme
la mano.
—Llámeme Nerea.
Para un arqueólogo, esperar es el pan de cada día. Todas las
cosas llevan su tiempo, deben hacerse minuciosamente, pues, si no,
Vivir.
Estoy en París, lejos de mi casa, en una investigación que puede
catapultarme hacia el paseo de la fama de los descubridores. Es mi
«se acabó la buena chica». Eso mismo: se acabó esa Nerea que
escondía su pudor bajo ropas anchas y recatadas, esa que se
sigo subiendo por esa misma calle hasta que esta cambia de
nombre a Petit-Pont. Luego a la derecha, desde donde por fin diviso
el Sena y, a cierta distancia, Notre Dame. Pero antes, en el número
37 de la rue de la Boucherie, entro en la mítica Shakespeare &
acaricia.
—Espero que intentes tirarme alguna de esas inestables librerías
mientras duermes?
Desvío la mirada hacia él. Florian tiene un libro en la mano y una
sucediera.
—Ya lo creo, lleva toda la vida obsesionada con este país.
Sospecho que en otra vida fue una francesa muy patriota. En serio,
París.
—Cuando Alicia vino a estudiar aquí ni siquiera tuvo que
tenerlas?
—En algún sitio tienen que estar, a no ser que las destruyeran.
Sigue frotándose el mentón con fuerza, y habla en un tono similar
deducción brillante.
esconderlo?
—Hombre, en aquella época dudo mucho que la gente tuviera
parece muy completa. Por mucho que me pese, Florian tiene razón:
empiece a leer.
El viaje en metro de vuelta me lo paso pensando en Florian y en
la cena.
paralela a la de su habitación.
Un segundo... ¿se está cambiando?
quedándose en calzoncillos.
demás, tonterías.
¿Va a...?
me digo a mí misma.
Entonces siento algo que parece agua bajo mis pies...
¿Qué cojones?
6
FLORIAN
arriba.
Después de poner un pequeño cubo para recoger el agua con
Nerea me la crea sin quererlo yo, y supongo que sin quererlo ella.
Llamo al timbre. Espero un minuto y vuelvo a llamar. Al fin abre la
el suelo.
piedra.
—¿Por? Oh, merde! —exclama al bajar la mirada hacia su escote
—. Ahora vengo.
Corre hasta abrir una puerta que deduzco que debe de ser su
pantalones vaqueros.
Vale, sí, claro que soy un poco cotilla, pero es que trabajo en
casa y a veces me aburro.
—¿Yo? Por favor, para nada. Como si no tuviera nada mejor que
hacer.
Sucio mentiroso que soy.
Nerea se relame los labios mirándome a los ojos por fin. Tiene un
aspecto travieso que a mí me encanta, una especie de belleza
etérea y a la vez terrenal con la que podría llevar a cabo todas mis
fantasías.
—Claro, claro —dice sin creerme—. Dime, Florian, ¿por qué
pasado.
—Puedes hacerlo mejor.
quien tiene que vivir mi vida, no él. ¿Te gusta lo que haces?
Nerea asiente con una sonrisa cálida, como deben de sonreír las
hadas.
—Me encanta. Escarbar en el pasado es, en cierta manera,
—Lo que has dicho es muy bonito. ¿Me dejas que lo escriba en
mi próximo libro? Te pondré en las dedicatorias, lo prometo.
uno?
—No, gracias, no tengo hambre. Acuérdate de que el fontanero
—¿De veras?
Ella asiente con los ojos un poco borrosos, igual que si se hubiera
echado algún colirio y se le hubiesen quedado aguados.
—En el colegio los chicos se acercaban a mí para conseguir el
mechón de pelo mojado que le tapa medio ojo, algo que quizás
tampoco debería hacer. Pensaba que ella me rehuiría, me apartaría
e incluso diría algo así como «qué haces» o «no me toques», pero
absolutos.
Asiente sin dejar de mirarme. Es curioso cómo hemos llegado
respuesta.
Antes de abrir la puerta y salir de allí, me hace una pregunta.
—Está bien.
Me gustaría cruzar la distancia que nos separa y hacer algo que
Besarla hasta averiguar a qué saben esos labios rosa pálido, algo
descarnados.
¿En qué piensan las mujeres? Estoy seguro de que eso era una
mensaje.
«Oye, Tim, ¿cuándo sabes que a una mujer le gustas?».
responde él.
Ya sé que hace mil años que no ligo con una mujer, lo sé. De
hecho, dudo que alguna vez lo hubiera logrado, porque fue Jeanette
nada.
«Define “íntimo”».
«Para acostarse con una mujer hay dos vías: la fácil, cuando
ellas quieren algo de una sola noche y les importa poco tu nombre,
sacar un libro que estoy seguro de que llegaría a ser un jodido best
seller. Incluso podría optar a algún premio internacional.
barco a la izquierda.
He pensado en quejarme, pero no estoy en condiciones de
las películas de Marvel, el que está casado con Elsa Pataky, cuyo
homo sapiens?
escoger un libro.
Plan de conquista:
—¿Florian?
—Sí, soy yo. ¿Tienes la puerta bloqueada?
irse de fiesta.
—¿Quieres venir? Detesto a Jacob, el pintor que la organiza,
mundo.
—¿Del mundo?
la pequeña plaza.
—¿Qué muro?
—El que hay en ese parque. Está escrito «te quiero» en todos los
idiomas.
—Qué bonito.
Bajo un fondo azul, todos los «te quiero» del mundo aparecen
—T’estimo.
observar cada tienda, cada edificio y la vista que cada vez es más
bonita y más alta desde la colina.
más cuadros.
Nada más entrar, un chico que se parece a Idris Elba con veinte
años menos se nos acerca con una expresión de desconcierto.
delante.
—Vaya, no soy invisible. ¡Menuda decepción! —exclamo.
—Ahora lo entenderás.
salude de manera efusiva con tres besos y nos diga lo guapos que
LA BUHARDILLA DE FLORIAN
FLORIAN
—Ya llegará. Por cierto, ¿tú quién eres? —le pregunta a Nerea.
frases pasivo-agresivas.
Nerea.
interesante!
Nerea.
Esa es una buena pregunta.
¿recuerdas?
—Tim, la verdad es que preferiría no acordarme. Creo que tú
—Es mi sino. Por cierto, soy Timotheé, amigo del colegio de Flo.
—Yo soy Nerea, su vecina. Oye, ¿y por qué no te presentas
buen pie.
—No me los está poniendo a mí, se los está poniendo a Nerea.
—Igualmente, Tim.
Sé qué es lo que está pensando ahora mismo mi amigo. Que
cómo demonios lo he hecho para traerla aquí, que qué diantres
trabajo, porque no pienso vivir con mis padres otra vez. Así que no
es tanta la diferencia. Mis amigas tienen su vida, una incluso se
casó el verano pasado. Cada vez nos vemos menos... Supongo que
—No, mi pez.
llevárselo.
—¿A los peces se les da de comer?
—Claro que sí, si están en una pecera sin algas que produzcan
plancton.
—¿Sabes pintar?
—No, qué va, lo hago fatal. Es el ambiente bohemio que se
NEREA
—¿De qué?
América?
Vale, me he pasado tres pueblos, pero son los primeros
me recuerdo a mí misma.
—Oye, Flo...
¿Se lo digo o no? Diantres, quiero hacerlo. Es la única persona
que me hace algún caso en mi investigación. Cuando hablo del
—Dime.
—¿Quieres venir?
el cómo llegó a ser un famoso escritor. Tan famoso tampoco es, todo
hay que decirlo. Todavía le queda mucho para estar al nivel de Ken
Follet. No se lo diré, pero a mí personalmente me gusta mucho más
parece tener una suavidad extrema que hace que tengas ganas de
acariciarlo.
—termino diciendo.
—¿Que si se acostaron? ¿Para qué quieres saber eso?
—Como todo en este país. Qué manía con esto de comer a las
doce del mediodía. A mí es que me encanta dormir, y los sábados
no me levanto hasta esta hora.
—Nosotros también.
—¿Y no desayunáis? Pero si sois unos yonquis de los croissants,
los otros países o a las demás culturas. De hecho, hago yoga cada
día y medito.
—Vaya.
—¿Aquí vivió Perrault? —pregunto al ver los tres pisos que tiene
y el patio interior.
madre.
bien.
—No te preparan para eso. Muchos libros sobre cómo ser un
buen padre, pero poco se habla de cuando los hijos alza en el vuelo
y te quedas solo.
soy.
De mí.
de una de las cartas que quizás nos dé alguna pista sobre eso.
pista?
—Eso espero. Pero como todavía no vivía aquí, creo que va a ser
difícil.
—Un segundo... ¿Su primer beso bajo un olivo? Dice que cada
—¿Al olivo?
—Sí.
eso.
—¿Qué esperas encontrar? —pregunto cuando empieza a mirar
de que él muriera.
—Sujétame esto.
—. No es posible.
Ay, la leche. No me lo puedo creer, ¡no me lo puedo creer! Es una
—Te lo dije.
carta.
universidad y analizarla.
Parece pensárselo durante unos instantes, pero luego asiente.
MALDITA NEREA
FLORIAN
Voy a ir a la cárcel.
Madre mía, allí no voy a durar ni cinco minutos, que yo soy
escritor, no matón. Voy a ser el juguete sexual de alguien mucho
preocupado.
—Estoy bien. Llamaba para una consulta legal. Una consulta
hacer.
—Sí.
has llevado?
Mi hermana es muy intuitiva. Ya de pequeños acaba siempre
amiga.
—¿Por qué piensa que soy tu novia?
apuntándome directamente.
—¿Cuál es el veredicto? ¿Cuánto nos puede caer?
frunce el ceño.
—¿Qué pasa? ¿Qué es lo que dice?
—No lo sé, mi bisabuela tenía una letra horrenda que no
entiendo.
—Déjame a mí.
Querido Pierre:
Creo que no nos despedimos aquella noche porque en el fondo sabíamos que
no sería un auténtico adiós. Yo también pienso en ti, tus besos siguen
quemándome en los labios. En la soledad de mi cuarto los rememoro demasiadas
veces y los anhelo con angustia y pesar.
He convencido a mi padre de pasar el verano en Mougins con mi prima, no
preguntes cómo. Querido, si hay alguna oportunidad de volver a vernos, es esta.
Pero no me hagas promesas que luego no cumplirás, no, no me escribas más ni
me digas nada. Si te veo allí, si coincidimos de nuevo, sabré que todo lo que
hemos pasado ha sido tan especial para ti como lo ha sido para mí. Si no lo
haces, guardaré tus besos dentro de mi alma y seguiré queriéndote hasta
marchitarme.
Tuya siempre,
Eugenia
¿Cómo era?
—Yo no la conocí, y mi madre tampoco, porque murió cuando ella
demasiado objetiva.
—¿Y eso?
se desprende de la carta.
No me creo un experto en dibujar las siluetas de los personajes
defectos y virtudes, y por mucho que una persona sea un ser de luz,
la sociedad es un agujero negro y acaba exprimiéndolo de tal forma
estando ausente.
dar. ¿Tú?
Ahora que lo pienso, así es. No hace tanto que nos conocemos y
crítica feroz.
Cuando llego a casa me pongo inmediatamente a escribir esa
novela romántica que tengo entre manos. Y es que cada vez es más
fácil: la trama la tengo ya hecha con todo lo que me pasa con Nerea,
COQUETEAR ES UN ARTE
NEREA
para que me caiga bien, pero demasiado sincera para que me caiga
mal.
Jodido chocolate, qué bueno que está. Yo iba a beber un poquito
chocolate.
—Bien, muy bien. O muy mal, no lo sé. Esta semana voy a tener
platónico.
aquí.
—Isidro no cuenta.
¿no?
—Por supuesto que sí, tiene una memoria de elefante, la jodida.
Se acuerda hasta de las veces en las que he dicho que nunca más
terminarme el mojito.
—Tengo una teoría: las que dicen eso están muy insatisfechas
Saluda, Nerea.
—¿Cómo va todo?
—Muy bien. ¿Qué tal? ¿Te has adoptado bien? Adaptado,
como mucho.
—Por supuesto, venía a menudo a ver a mi abuela. Supongo que
baño.
también a Alicia.
¡nadie!
Subo las escaleras apretando los dientes, con la mandíbula
¿Tiene los ojos preciosos? Los tiene vistos así, sin las gafas.
Diría que hoy son de un color miel con motas doradas brillantes que
—Sí.
—Perdona.
Entonces saca el pañuelo de su bolsillo y me seca la mejilla
—¿Mañana? Escribir.
—¿Y pasado?
puede ser una experiencia religiosa, que te cambie la vida, etc., pero
no es para mí. Y mi hermana trabaja.
—¿Tienes coche?
—Sí, señor.
Antes de cerrar la puerta, vuelve a secarme la otra mejilla con el
hermana.
Aquello me dolía.
Y luego dicen que por qué los franceses tienen fama de ser
irresistibles.
12
CARRETERA Y MANTA
FLORIAN
—Yo alucino, ¿qué diantres le ven? —me quejo en voz alta antes
de que nos traigan el desayuno.
Tim se ríe por lo bajo mientras niega con la cabeza. Ha venido a
chorradas? Sigo sin entender esta relación extraña que tienes con tu
monsieur.
—Claro que no. Somos amigos, creo. No lo sé.
románticas.
—Por supuesto que sí. En realidad, cuando no soportas a alguien
—¿Por qué?
—Entiendo. ¿Y tú?
—¿Yo qué?
no quiera serlo.
inspiro.
ñus.
—Que está bien en África, rodeada de animales. Literalmente
francesa.
—Así que tienes coche de verdad. —Es lo primero que menciona
al verme—. Citroën tenía que ser. ¿Puedo poner el equipaje en el
maletero?
—Claro, yo ya lo he metido. Nos vamos cuando quieras.
—Ahora mismo, entonces.
Después de cerrar el maletero, se sube en el asiento del copiloto
y se pone el cinturón.
—Vámonos. En teoría hoy no puedo circular por la ciudad, así
en número par unos días y las impares otros días para bajar la
contaminación. De todas maneras, no creo que nadie me pare.
Merde.
—Sí, es que...
—¡Madre mía! Michel Delpech. Pero si es el Nino Bravo francés.
censura de la época.
—Son de mi hermana, antes compartíamos coche.
pesadilla.
—Zaz, esta me gusta, luego la ponemos. A Edith Piaf, de
llegar?
a ciento veinte.
—Una vez lo puse a esa velocidad y el coche se recalentó. No
menos de cien?
viajar sola, aunque sean solo dos días. Hay gente que sí, y de
verdad, sería genial que yo pudiera y me gustara, pero no soy un
alma solitaria.
—No he dicho lo contrario. ¿Por qué asumes que, de las dos, ella
es «la guapa»?
Me mira con el ceño fruncido, como si estuviera diciendo
tonterías.
—¿Yo?
—No, se lo decía al del coche que me acaba de adelantar.
incomode un poco.
No, estoy mezclando Los vigilantes de la playa con Salvar a
Wally.
cuello dolorido.
Me masajeo las sienes para relajarme un poco.
mientras bosteza.
—Sí. Tengo que ir al baño con urgencia.
—Yo también.
Carretera y manta, es lo que se dice. Los párpados me pesan y
tengo las piernas entumecidas del viaje. Todo eso, sin embargo, se
me pasa cuando la idea de pasar dos días a solas con Nerea cruza
por mi cabeza.
13
Quizás por eso valoro tanto que alguien me ayude con mi trabajo,
que se interese realmente por él, porque nadie había hecho antes
algo parecido, nadie había creído en mí.
Como Florian.
Puede que por eso y porque estoy muy cansada tenga ganas de
darle un abrazo. Sí, es raro, ahora mismo le abrazaría muy fuerte y
le daría las gracias por haberme traído a pesar de haber ido a diez
ella.
habrá una habitación libre. Pero les invitaremos a cenar por las
molestias.
con la cara más agria que el vinagre, y sé que el hotel más cercano
te parece bien.
una habitación con dos camas, pero ¿qué sabrá ella del punto en el
que estamos? Podríamos ser judíos ortodoxos radicales y no poder
dormir en la misma cama siendo un matrimonio.
—Perfecto.
El hotel es una de esas enormes casas de campo que
Me preocupa que esté tan callado y que tenga los ojitos muy
cerrados..., o eso creo. Sus gafas de enormes dimensiones lo
—Dime.
—Mi libro no va bien. Quería escribir acerca de la catedral de
Notre Dame a raíz del incendio, pero parece que Victor Hugo va a
¿Me lo das?
No podría negarme ni aunque quisiera, y la verdad es que me
hace una ilusión especial que mi autor favorito escriba sobre una
investigación que estoy llevando.
—Hecho.
—Si todavía no te la he dicho.
—Voy a dejar que lo leas y lo supervises, no te preocupes.
—Desde luego que no. Dicen que hay que separar al artista de la
habitación.
Es una chorrada, soy consciente de ello. Esto no es una comedia
—Me da igual.
apriete el pecho.
—Voy al baño.
Lo digo a velocidad de metralleta y me dirijo hacia
cabeza.
Él está tumbado en la cama mirando la pantalla del móvil. No
estómago.
dándole la espalda.
se tratara de un mantra.
Hay un dicho que dice que por la noche todos los gatos son
pardos, y puede que tengan mucha razón. Por la noche, casi todos
MON AMOUR
FLORIAN
Hasta ahora.
Lo he sufrido en mis propias carnes y ahora estoy más perdido
que un esquimal en el desierto. Lo estoy sufriendo, mejor dicho.
animado.
Que no quedara ninguna otra habitación en un mes donde no hay
que la luz a una polilla. Se le notan los pezones bajo la tela, cosa
muy sugerente.
Ni dormir.
Cierro los ojos en cuanto se despierta y se aparta de mí despacio
dándome la espalda.
serio, nunca lo había pasado tan mal y había estado tan bien. Puede
tarde o temprano.
Nerea es esa canción que escuchas por primera vez y que no
—Sí.
Necesito agua fría con urgencia para bajar el hormigueo que se
privada y que los dueños viven en la parte de arriba, así que pocas
cosas de Perrault quedan en ella. Más bien una vitrina y poco más.
—¿Y me lo dices ahora? —pregunto cuando echamos a andar
hacia el pueblo más cercano, a tres minutos.
croissants.
mirada.
que sería el autor de esos tomos que vas a cualquier casa y seguro
que tienen un ejemplar en alguna estantería.
También pensaba que saldría con una chica que francesa con la
vuelve loco.
Cada día un poco más, cada día mucho más.
—¿Su idilio con Eugenia? Porque ella era la niña bien de una
buena familia que estaba soltera e iba a casarse con otro. O porque
para él fue un pasatiempo y carecía de importancia. La verdad es
a la última página.
—Cada pareja es un mundo, mi madre solía decir eso. No creo
—También era otra época, con otras normas sociales mucho más
estrictas. A lo mejor, si hubieran vivido en el siglo veintiuno, habrían
terminado juntos.
yo mismo tengo.
Eugenia en su diario.
Me mira con los ojos muy abiertos, y sé que tengo las de perder.
Resignado, trepo por el árbol buscando algún hueco en el tronco,
—No creo que vayamos a tener tanta suerte esta vez —anuncio
al descender de él—. A lo mejor no hay nada aquí.
—Tiene que haber algo. Eugenia... Dios, estuvo viéndose con él,
¿sabes? Una vez al año, viajaba hasta Mougins y se encontraba
El instinto me dice que sí, porque si tuvo un idilio con ella, alguna
cosa tendría, como las cartas. O puede que las quemara todas,
inferior del maletero una pequeña pala que hay junto a las
algo.
de madera.
— cuando dice eso. En el fondo los dos sabemos que hay muchas
probabilidades de que todo lo que haya en la caja sea cierto. La
gente mira al pasado para conocerse un poco a sí misma, por eso
¡Basta, por favor! Sí, puede que también sea atractivo, pero no
tendría una aventurilla con él jamás de los jamases.
hacer caca.
—No es verdad.
»Será mejor que se sientes. Hay algo muy fuerte que puede que
seguridad.
tranquiliza a la par.
familiar.
—Dispara.
—La bisabuela fue la amante de Perrault.
Alicia se acicala el cabello mojado mientras me escucha,
impasible.
—Eso era de esperar, leyendo las cartas.
—No digo que no lo sea, pero yo seguiré con mi vida. Creo que
con quien deberías hablar es con la abuela. ¿Crees que ya
sospechaba algo?
—¿La abuela? No es que hable demasiado bien de su madre.
Puede que sí, puede que por esa razón le guarde rencor.
—¿Por haberse enamorado más allá de las convenciones
—Lo sé. Más bien creo que hay algo más. Quizás sabía que tenía
un amante y sentía que estaba traicionando a su «padre», sin saber
que no era su verdadero padre. ¿Odiarías a mamá si lo tuviera?
está. Todo lo que ella quiere, lo consigue, y los demás nos jodemos.
Sé que acabo de llegar y que debería tranquilizarme un poco,
volver a habituarme a compartir casa con ella, pero me cuesta.
La vuelta a París con Florian fue, en gran medida, silenciosa y un
cuándo, ni nada que secundara esa idea, pero no hizo falta para que
despistado y cabizbajo.
averiguado?
—De momento no hay nada seguro. Pero gracias por interesarte.
aporrear su puerta.
¿Estás ocupado?
un hombre.
de culto, series de culto, cine indie; de los que no miran Netflix. Sí,
Lo único que vi fue que un hombre algo mayor que ella frecuentó su
—Claro.
Tiene uno de esos perfiles de estatua romana que tanto admiro
—¿Estás cansado?
llevaba al videoclub los sábados, y una semana cogía ella y otra yo.
musculoso.
se han cumplido.
—Qué pena. En fin, me conformaré con vivir en su museo. Y a
Alicia, como dice que nada cambiará para ella, no le tocará nada de
nada. Sigo sin creerme que se haya acostado con un tipo casado.
¿Cómo puede ser así de sexy? Porque lo es, lo admito, lo es. Voy
a ir directa al infierno por pensar estas cosas y tener sueños
tan intensa que te empuja a hacer cosas que jamás harías. A veces
es el preludio de algo mucho mayor.
sí que lo es.
—¡Ya está! —exclamo después de soplar—. Se me ha hecho
veces por tradición: porque los hemos escuchado tantas veces que
forman parte de nuestra cultura y no los pensamos ni los
reflexionamos. Otras, porque pensamos que queda bien decirlo. La
desgracia de conocer.
También conocido como Paul, el exmarido de mi hermana.
—Tengo prisa. Adiós, Paul —pronuncio con rapidez, sin dejar que
que podría ser uno de ellos con un descaro bastante impropio en mí.
Milagrosamente, lo fui después de mandarle el manuscrito.
—Ya no sé cómo decirte que los pantalones de corte ancho no se
llevan.
Es lo primero que dice cuando me siento en la butaca de delante
—¿Debería saberlo?
—Sí. Tina es la que decide si sí o si no. Es la Beyoncé de los
supuesto.
—Acepto si me subís un cinco por ciento el porcentaje.
MARGOT: Mamá dice que tienes novia. Le he dicho que los milagros solo
ocurren una vez en la vida.
vintage de cerámica del suelo como los ladrillos que cubren la pared
le dan un toque estético, agradable a la vista. Esto y los pancakes
aux fruits rouges hacen de ella un sitio digno de frecuentar.
la mesa.
—Llegas tarde. Sabes que detesto estar esperando a alguien en
plantado.
estabas haciendo?
—Saint-Claude no es Mordor...
—A mí nunca se me ha insinuado.
—Porque yo soy más guapo que tú, admítelo.
amigo.
Beyoncé.
Asiente, pensativo.
realidad y la ficción.
—¿Y ella lo sabe?
—No. Por supuesto que no. No lee ese tipo de libros, he estado
en su casa y lo sé.
—¿Y si lo hace?
admitir.
Creo que por eso me jode tanto verla, justo cuando vuelvo a
rojo que le llega hasta las rodillas y una cinta de pelo a juego. El rojo
le sienta de maravilla, en contraste con su piel algo bronceada, tan
hueco.
—Las dos tenéis vuestro carácter. La verdad es que no tengo un
tipo establecido, me han gustado muchas chicas diferentes. ¿Yo me
parezco a Isaac?
Parpadea varias veces y niega con la cabeza.
—En el blanco de los ojos.
información.
—¿Estás bien? Te noto algo tensa.
Pasamos a la acción, creo que ya la tengo en el bote.
—¿Interrumpo algo?
La voz de su hermana Alicia me devuelve a la tierra. Ambos nos
giramos hacia ella a la vez.
poder dormir esta noche. Me bajo los pantalones. Está tiesa a rabiar.
Subo y bajo la piel mientras me muerdo el labio inferior, pensando
en sus pechos, en tocarlos. Me la imagino aquí, en mi cama, de
PAS MAL
NEREA
oro.
A mi regreso del mercado que tanto empeño Alicia ha puesto en
que vaya, estoy metiendo la llave en la cerradura cuando escucho el
timbre del teléfono. Es el fijo, así que solo puede ser mamá.
París.
—¿Mamá?
botella de vino.
—Ten cuidado, no vayas descalza.
la cocina.
—Tranquila, mamá. Por cierto, hay algo que debo contarte. Luego
te llamo, ¿vale?
de colgar.
Con la sensación agridulce que me ha dejado en la boca,
solo quince minutos de película. Creo que por eso casi pierdo la
tarde que llevo. Pero eso no es nada con lo que estoy viendo a
ponérseme tumefacta.
No, no quiero llorar, pero joder. Siento como si toda la furia del
—¿Nere? ¿Hola? ¿Por qué huele tanto a vino? Creo que acabo
de pisar un trozo de foie gras...
Trago saliva y me siento en el sofá con la mirada desviada hacia
de nada.
—Te acuestas con muchos tíos, ¿no?
—No.
Me escuece mucho.
¿Un par de meses?
—Vaya, si yo llevo tres meses en París. ¡Podrías haberme
insinuado algo! ¿Te das cuenta del ridículo que he hecho? Dios, no.
No puedo parar, soy un martillo de demolición que se rebela
contra el obrero.
—¿Ridículo? No te entiendo.
algo alzada.
—Nunca lo has hecho. ¿Alguna vez te has puesto en mi lugar?
del sofá.
—Lo que más me jode es que sigas siendo «Alicia La Perfecta»
cuando pasas de los demás. ¡Te importamos un pepino! Al menos tu
callaste.
—Estábamos hablando de un caso hipotético, no real...
historia ella hubiera sido la víctima. Puede que yo sea la que alza la
parar.
Yo mucho más.
ayuda.
nada, que se acuesta con quien quiere sin pensarlo, que no mide
sus consecuencias.
tiene sus cosas y detestaría que me dieran largas, porque iría para
largo, y porque por teléfono no es lo mismo.
qué aspecto tiene, lo sé, solo yo, que soy una apasionada de los
prominente y los ojos entre un color miel y uno ambarino con motas
doradas que jamás había visto y que, cada vez que los miro, me
todo.
—¿Cambio de look?
discusión.
—Alicia se tira al vecino de enfrente. Los he pillado dándose el
lote.
—¿Y?
¡Me lo quita todo! Y encima nadie le dice nunca nada. Mis padres,
personas del mundo, Florian era una de las que no habían caído
Me quedo alucinada.
¿Acaba de mandarme a la mierda?
todos los demás, porque Alicia les presta más atención que a ti. Has
creado esta ficción de que ella es mejor que tú para ampararte en el
—No tiene nada que ver. Estás mezclando peras con limones.
dentro.
No me siento mejor. La verdad es que me siento fatal, pero no
voy a dar marcha atrás. De hecho, no creo que pueda aguantar
culata», me digo.
Ya, pero Florian no tiene razón, lo ha sacado todo de contexto, y
me refiero a lo de estar celosa de... ¿Clement? ¿Cómo voy a estar
examen de es positivo.
18
es.
—¿Mamá?
—Ya era hora de que hablaras conmigo. ¿Qué te pasa? Llevas
eso?
cuentas nada...
refilón.
—Apenas la viste, mamá. Y no es mi novia, somos amigos.
algo, Florian: yo, cuando era joven, estaba enamorada del chico
más guapo de mi calle. Era alto, con el pelo rubio ondulado que
solía peinarse hacia atrás y que nos traía a todas locas, e iba con
sabes qué?
—Que no te gustó.
—Si dices eso, seguro que me gusta. Otra cosa te voy a decir,
Florian: pelearse es bueno. No todos los días ni con frecuencia, por
—¡Censura, mamá!
Después de preguntarme sobre Margot, yo haberle dicho que vi a
su ex y ella haberlo insultado de forma elegante y no tan elegante,
nos despedimos.
Sé qué es lo que debo hacer. Ir a buscar a Nerea y resolverlo.
Quizás hasta debería decirle que mi enfado radica principalmente en
que no me valora, que me siento mal porque no me tiene en cuenta,
Qué marrón.
Voy a subir porque total, si no es ahora, será más tarde. Cuanto
—¿Está Nerea?
—No. Se ha marchado esta mañana.
—Pero...
—Ha cogido la maleta con todas sus cosas y mi padre acaba de
decirme que se ha mudado a otro piso. No sé más, ayer nos
peleamos —dice mientras intenta quitarse la negrura de los
párpados.
Me quedo muy quieto, asimilando lo que acaba de decir. Quizás
despacho, en la universidad.
tienen la una contra la otra. Bien, ¿y ahora qué se supone que debo
hacer? ¿Ir a la Sorbona y buscarla? No sé por qué me como la
libro.
Me gusta pasear por París. Aunque haya pasado por las mismas
calles más de una vez, siempre acabo descubriendo cosas nuevas:
que me gusta.
romance y con final feliz. Por eso creo que fue inevitable que ella
misma buscara ese «fueron felices y comieron perdices» al crecer,
ella. «Y qué más». Y el príncipe no sabe qué más decir, pese a que
pareció muy lógica cuando lo vi, pero ahora temo que me quede
callado y que no sepa expresarlo como a él le pasó.
quiere alquilar.
—¿Por qué?
—Dice que quiere que viva allí una hija que está en Londres, una
haces aquí?
triste.
Resopla y niega con la cabeza.
Frunzo el ceño.
Ah, claro, la discusión que tuvimos.
ver una pequeña cicatriz que tiene en el extremo del ojo derecho.
desacompasada.
Sus ojos están muy abiertos y me observan igual que ese ciervo
asustado que te cruzas en la carretera, expectante a los
subir al Everest.
Dios, tengo que besarla, este es el momento. No sabe lo que
un par de veces.
ha jodido el momento.
—Sí, un segundo, que lo tengo aquí —dice Nerea algo
sonrojada.
perjudicado.
Diantres, no ha salido como me esperaba. A lo mejor no era el
hablamos».
Antes, esas cosas me parecían lejanas, de gente que era
sábado por la tarde y aquí estoy, con una taza de café en la mano,
sentada en la butaca más cómoda que hay en el mundo —y más fea
—, deleitándome con ellas.
dado a mamá. Eso hace que piense en la primera vez que me topé
—Bonjour.
debajo de las orejas decorados con unos aretes dorados y lleva una
boina que le da un toque chic desenfadado.
serie, del tipo que suelen tener las femmes fatales en las películas.
—Sí.
quejo y se la encajo.
—Margot Monet. La hermana de Florian —añade—. ¿Puedo
pasar?
Dios, parezco un poco idiota. ¡Que es su hermana! Dios, claro
—¿Florian te lo ha pedido?
—Sí. ¿Por qué te extraña? Eres su novia. Lo que me extraña a
lo sé.
—El profesor con el que he llevado la tesis me lo ha alquilado. —
amigos, de veras.
Margot suelta una carcajada que me inquieta.
¿Se parecen? Qué va. Florian es más alto, tiene la nariz más
grande y... los mismos ojos, sí. Y el mismo atractivo desconcertante.
plan de sábado.
Mientras camino bajando las escaleras, me pregunto qué clase
demasiado... actual.
pasados.
es autobiográfico.
Diez páginas después, me he terminado la copa y llevo encima
un cabreo monumental.
de la inundación.
No es posible.
Sí, sí lo es.
Ah, que esto no es lo peor, que siguen besándose y van más
allá.
¡M !
más cercana.
y yo gimo.
que viví —solo fueron unos meses—, o más bien conviví con Alicia.
negaré que sí, que no estaba incómoda y que el piso era chulo, y
tener a Florian abajo lo hacía todo un poco más especial.
melancólica.
Ya está, la puerta del piso de Florian. Vengo a cantarle las
—¿Alo?
—Ajá.
—Mencionó algo sobre una exposición de arte en Montmartre.
—Tontísimo —confirmo.
Au revoir.
—Adiós, y gracias.
Siento que he hecho todo este trayecto para nada. ¡Si está al
Es Alicia.
preocupada está por mí, que me llama una sola vez y ni siquiera
acaban de disiparse.
—¿Nerea? —susurra, percatándose de que estoy aquí—. Nerea,
espera.
Miro el reloj, más por costumbre que por interés en saber los
minutos que han pasado desde que hemos entrado en la
exposición.
estómago.
—No, he pensado que para qué, si luego iba a atiborrarme aquí.
Oh, ya salen —anuncio al percatarme de que un par de camareros
hablar conmigo.
de escenas tórridas...
—Tendrías que habérselo contado, en eso tiene razón —dice
estabas pensando?
No creo que quiera responder a eso.
—No sale tu nombre, nadie va a saberlo jamás. Celia me sonaba
bien.
—¡Da igual! A esto se le llama invasión de la intimidad. Eres un
mi cara.
—Evitar que me pegues.
—Suéltame, esto es una invasión de la intimidad. Otra. ¡Te odio,
caso.
—¡Eres imbécil! Podría costarme con quien me diera la gana,
¿sabes?
—Con Clement no.
—¡Me da igual Clement!
—¡Por fin lo admites! Vamos, Nerea, los dos sabemos que en
realidad eres una frígida y que nunca te has puesto a cuatro patas.
Eso último lo susurro muy cerca de su oído. Tan cerca que siento
—Estirada.
—¡Capullo!
—Envidiosa.
que por eso escribí ese libro: porque no dejaba de pensar en ella, de
ansiosa por dar otro beso, y otro. No puedo parar; no cuando cuelo
las manos por debajo del vestido y la alzo, haciéndola encajar con
mi cadera.
No sé si es real o si estoy en un mundo paralelo, cumpliendo
despeinándome.
Si tenía dudas acerca de ser correspondido, acaban de disiparse
Corrección: lo está.
Claro que sí, y mucho.
—Joder, joder...
boca.
—Te he cogido una copa, creo que la necesitas.
terminar de un trago.
—La necesitaba, sí —admito—. Más bien la necesito ya. Dios,
Tim, no sabes...
—Sí sé.
Me toco los labios con las yemas de los dedos para volver a
olvida hasta la coreografía. Con ella siento que estoy bailando por
primera vez. Tengo esa emoción de cuando vas a hacer algo por
primera vez, ese miedo implícito que no puedes evitar. Y ahora que
algo siente.
—¿Eso es un cumplido?
Asiento cuando sonríe.
—Que no se te suba a la cabeza. Me voy a casa, estoy muy
hambriento. Te llamo más tarde.
Positivo.
Esto quiere decir que August Perrault fue mi bisabuelo, que tuvo
profesor Dupont.
registrada. Será por algo, ¿no? Pues claro que sí, por supuesto que
sí.
me apoyaba.
Dios mío, ¿en qué estoy pensando? He metido la pata. Creo que
me gusta Florian, a pesar de que en invierno lleve pantalones de
ellas.
¿Eso me convierte a mí en Lois Lane?
No quiero pensarlo.
¡Pero es mi amigo! Él me escucha, me ve, me canta las cuarenta.
menos.
«¿Podrías decirle a tu hermano que es un maleducado?».
Maldito vino.
«Qué capullo».
«Puede ser, pero la mayoría seguro que fueron líos de una noche
nada, pero hoy no. Así que ni corta ni perezosa, me levanto del sofá,
de las que hacen eso, le planto cara a las cosas, digo las verdades
sobre el libro.
Me falta el aire, siento que me ahogo un poco, pero subo las
Florian me gusta.
Mentira. Ya me había avisado mucho antes, con señales
«Porque me apetecía».
«Porque tenía que publicar algo».
Esas son las frases que dirá si quiere escurrir el bulto. Pero no
voy a dejar que haga eso. Lo miro a los ojos un segundo, aunque a
mí me parezca una eternidad, y después, sin ningún disimulo, le
respiración, ver las motas doradas de sus ojos iluminar cada jodido
pensamiento que se me ocurre. Llega a rozarme la nariz con la
AMOUR
FLORIAN
ese libro, ha sido porque necesitaba una vía para mostrar todo lo
que no decía, lo que me guardaba para mí y callaba.
Sus labios suaves, el aliento cálido y su sabor agridulce mezclado
algo, y solo saco aire. Ella no deja que termine y vuelve a juntar
sus labios hinchados y sus ojos entonados y sé que sus ganas son
iguales a las mías. Le agarro la cara, jadea en mi boca, la invado
con mi lengua.
Sé que los besos son mucho más de lo que me había imaginado,
hago fricción.
Necesito tocarla, olerla y saborearla.
quito, tirando hacia abajo, y toco sus labios húmedos mientras sigo
imaginar.
Quiero muchas cosas, pero la realidad es que estoy a cien. Ella
el que jadea.
—No aguanto más. Voy a hacértelo aquí mismo, chérie.
Le quito la camiseta de un plumazo, pero me tomo mi tiempo
para quitarle el sujetador; primero una tira, luego la otra. Finalmente
demasiadas vueltas.
—Lento.
¿Cuánto tiempo hará desde su última vez? Desde su ex.
¿Tuvieron sexo post ruptura, o fue algo limpio? Ella dijo que no
que es Nerea no es cualquier otra. Esto hace que todavía sea más
especial.
sonido de su risa.
La quiero, es así. La quiero así, y cuando se enfada, y cuando me
tira el libro.
poco más. Luego llego hasta sus manos y las alzo, entrelazando los
dedos con los suyos mientras permanezco dentro de ella, en lo más
profundo, y dejo que sean sus caderas las que lleven el ritmo.
celestial.
—Córrete, Nerea.
Un hilo de sudor cruza mi frente, pero no me detengo, porque
todos los músculos de la vagina se contraen en torno a mi polla. Su
mueve, queriendo bajar, tocar con los pies el suelo. Salgo de ella,
sintiéndome dolorosamente abandonado y me subo los calzoncillos
y los pantalones.
Ella busca su ropa interior y se viste en silencio.
No me gusta que lo haga. No hemos terminado. Le acaricio la
puedo hacerlo».
¿A qué se refería? ¿A estar conmigo? ¿A hablar? ¿A seguir?
pregunta de por qué había escrito ese libro era porque me gustaba.
Aunque sea más que eso.
de lo normal.
Sería absurdo generalizar y decir que las mujeres y yo casi nunca
Admito que fue una buena época, pero no volvería a ella. Hay
mucho mejor, que no puede haber época más feliz que aquella.
No es mi caso. Pienso que no me haría feliz volver a aquello,
Y tengo muy claro que estoy viviendo la vida que quiero, y que es
Nerea lo que me hace feliz.
Ne me quitte pas.
No me dejes.
Es un segundo.
Es cuestión de un momento insignificante en el tiempo
comparado con todos los demás que ya he vivido. De todos los
en ello.
Me he acostado con Florian, Florian Monet. El vecino de abajo.
perdido la cabeza solo por un beso, y han sido más de uno, de dos y
una posesa.
enloquezco de esta forma. Puede que para Florian eso sea siempre
así, que sea...
deseaba besarme.
—Son seis con cincuenta.
Ha sido la peor clase que he dado con diferencia. Los alumnos, por
suerte, parecían estar todavía más ausentes que yo —he oído por
ahí que alguien montó una fiesta en su casa noche—, así que voy a
poder redimirme.
El periodo grecorromano no va a entrar en el examen.
—Eres Nerea, ¿verdad?
Al fin.
—Muchas gracias, Igor. ¿Eres ruso?
—No, soy francés. Mi padre lo era. ¿Puedo invitarte a comer?
club sándwich.
Estoy empezando a sospechar que en el centro de París no hay
restaurantes feos.
—Y dime, ¿cómo has acabado enseñando en la Sorbona?
Me encojo de hombros.
—El profesor Dupont me ofreció el trabajo y acepté. No es que
ciudad?
la universidad.
—Soy escritor.
—¡No me digas! —exclama Igor, entusiasmado—. ¿Algo que
conozca?
—No lo conozco.
—El anterior fue La esencia dormida.
imaginaciones mías?
—Gracias.
roja.
¿Me está llamando cobarde? Lo está haciendo.
sepa.
—No hui. Me marché.
mesa.
pasáramos a mayores.
Esto último lo dice con la voz algo más grave que durante la
discusión, mirándome fijamente. Noto cómo la piel se me eriza en
¡Dios, no!
Hago un esfuerzo para respirar hondo y que mis sentidos se
silla.
corriendo.
—¡Nerea!
que paro.
¿Me está siguiendo? Por el rabillo del ojo veo que sí.
—¿Qué? —respondo sin aliento, cruzándome de brazos.
que esto está siendo una locura, que no sé cómo reaccionar porque
nunca me había pasado algo tan... ¡intenso!
No lo sé.
en la sien.
quiere.
—¿Por qué huyes de mí? —pregunta cuando se aparta para
respirar.
El nudo que se me forma en el estómago impide que al abrir la
mundo.
—¿Por qué piensas que va a hacerte daño? Las galletas no, yo.
No voy a mentir, era algo que necesitaba, y mucho. Ese nudo que
hace semanas me atenaza las entrañas empieza a desaparecer
temes que algo falle, que esa simbiosis haga aguas en la página
siguiente. Sí, eso mismo espero de él, que decaiga la lectura y todo
se venga abajo. Pero de momento no ocurre, y yo ya quiero cerrar el
a soberbia. Se creen que por decir que la rutina les ahoga son más
libres o están más vivos que los demás. No entienden que la rutina
es lo único que puede dar certeza a esta vida ya de por sí caótica.
¿Que no quieres trabajar cada día en el mismo sitio, en el mismo
tiene que haber de todo en esta vida, pero sí me molesta que a los
que nos guste la rutina se nos mire mal. Y yo tengo el peor trabajo
del mundo para un hombre costumbrista, soy consciente de ello.
Todavía lo necesita.
esperado.
Yo me encojo de hombros ante tal afirmación.
—Es mi hermana. Tiene un gusto pésimo para casi todo, pero la
—¿Con qué?
—¿Y tu hermana?
besarte. Que la novela que haya sacado sea un roman à clef [2] creo
reiré de todos esos que dicen que cómo puedes pasarte toda una
vida con la misma mujer.
No saben nada. No, no saben que no es la misma, o sí, pero no.
mullida y perfecta.
—El profesor me ofreció trabajo en la universidad. ¿Sabes lo
me gusta.
—Creí que querrías volver a tu ciudad.
esperándome.
—¿Eso quiere decir que no tengo que preocuparme de que te
marches?
ciudad.
—¿Yo? ¿Perseguirte?
eso?
ruego.
erice.
—Luego te daré la sorpresa de tu vida, chérie. No quiero
adelantar acontecimientos.
Esta vez la beso sin prisas, sin miedo a que se escurra de entre
recuperamos el aliento.
—¿Esta tarde tienes algo que hacer?
¿no?
cambiarme de ropa.
—Genial, te mando la dirección por mensaje.
de los que enganchan; esos que muestran las ganas que tenemos
de volver a la cama, pero me abstengo de hacerlo. Todavía con el
ellas, pero nunca había pensado en el amor allí, bajo la estéril luz
cuando te tocaba por vez primera, como todas las primeras veces —
que suelen ser durante la infancia— se sentía magnífica, rompedora
luminosidad que logra hacer irrisorias a las demás. Todas ellas son
SOY FAMOSA
NEREA
—Es que soy yo, ¿sabe? Mire, ¡soy yo de verdad! ¿Cree que
de hombros.
—Y yo qué sé, estudié lenguas muertas, no Derecho. ¿Quiere la
revista, o no?
Al final me la quedé porque sentía una mezcla de miedo y
emoción al respecto, y una no sale todos los días en las revistas, a
típico que le enseñas a tus nietos cada dos por tres para
o no, era a media tarde, pero Flo me dijo que me lo pasaría bien,
siendo amable.
—Sí. Ni siquiera sé por qué me han invitado.
—Bisnieta.
—Ya, da igual. Yo lo soy de Olga Métlenvna, la pintora casada
con otro artista. Francia no tiene nobles, así que somos lo más
parecido a ellos. ¡Oh, un fotógrafo! —exclamó al ver un hombre que
muy flexible.
Me preguntó bastante sobre mi vida. Omití el hecho de tener una
—¿Quién es Florian?
Esa era una muy buena pregunta.
Asentí.
Hablamos con gente que no conocía, que me presentaron y de
cuyos nombres ya no me acuerdo. Me sentía achispada y contenta,
me hubiera mirado. Quería pensar que no, que la cosa no habría ido
así, que Céline y todos los demás habrían mostrado el mismo
interés, pero sospecho que no.
Horas más tarde, ya tenía mi cuenta de Instagram casi vacía de
van mucho. Disfruta tú. ¿Quién habías dicho que era Céline?
Florian no quiere saber nada de esto, lo sé. No me lo ha dicho
de arte.
—Mm.
—Estaba muy pálida.
reportaje?
Iba a decírselo cuando estuviera todo confirmado, pero es una
distracción perfecta.
poniendo de moda.
¿Perrault? No. Yo me estoy poniendo de moda. Yo he hecho el
contenta porque se haya percatado. Hace tan solo una semana que
—Pelota.
Está guapísima con una blusa de seda atada por la espalda con
regalo.
Es un libro, uno de esos muy monos de la historia de la moda que
curiosidad.
Sí, lo reconozco, es un hombre de anuncio. Alto, musculado en
mirada inquisitiva.
«Nerea»?
entonces.
Dios, creo que es la primera vez que me mareo por culpa del
restaurante, le cuento que llego tarde a una cita con mon petit ami y
que es especial por ser la primera.
Maxim’s.
DÍAS PERROS
FLORIAN
alguien me dijera: «Florian, por favor, eres más francés que una
ya te habías marchado.
—Estás borracha.
—No, no.
blanco.
—No las he contado, papá. ¿Puedo pasar? Ya me he disculpado.
¿Es que estás celoso?
y me niego.
—¿Celoso de qué? Estoy enfadado porque has pasado de
por la trituradora.
—¿El qué?
—Lo nuestro.
No ha sido fácil decirlo, y con toda probabilidad mañana me
arrepentiré, pero eso es lo que hago siempre, tomo las decisiones
—Te dejo porque te has vuelto una frívola, porque te importa más
de pánico en ella.
—Estás sacando las cosas de contexto.
son así.
—Yo no soy así, Flo.
piso.
mirada.
—No sabes cómo me duele.
quiero por su propio bien. ¿Qué clase de chalado hace eso? Yo,
pero que tengo miedo de que un día llegue a diluirse hasta el punto
todos los demás hombres a los que presta atención, de que se haya
olvidado de mí.
Arriesga su corazón.
Porque puede que no lo diga en voz alta, que me esconda en la
sensorial única.
NEREA
mí.
Una nueva oleada de lágrimas nacidas del dolor y la cólera
—¿Nerea?
—¿Estás bien?
chupado.
—No.
hecho un desastre, tengo mejor aspecto que ella, pero una arcada
apartamento.
—Es mejor esto que seguir mareada durante toda la noche. Voy a
sofá.
delante.
—Florian me ha dejado.
cómoda.
—Lo siento. Os he escuchado.
Espero a que diga algo más, a que le dé la razón o algo parecido,
quererme.
Escuchar eso no hace que desaparezca mi dolor, pero sí que
sirve para apaciguar un poco mi ira. Por primera vez, Alicia se está
comportando como un ser humano normal. Con eso me refiero a
tener sentimientos y sacarlos de dentro.
—Vale.
Cuando éramos muy pequeñas, recuerdo que Alicia tenía
—Sí.
No puedo dormir. Sigo pensando en que Florian me ha dejado y
ni siquiera estábamos saliendo. No tiene sentido, yo no me he
No sé por qué he dicho eso. Ha sonado muy mal, pero aun así no
he podido evitar preguntarlo. Podría haber dicho su nombre, pero he
—No lo hago. Tendría que haberlo hecho yo, pero soy incapaz,
así que le he hecho daño para que lo hiciera él. Soy un poco
cobarde, ya lo sé.
No soy la única que se siente en la mierda. Eso, lejos de
aliviarme, me entristece un poco. Puede que yo tenga muchos
defectos, pero cuando tengo que ser honesta conmigo misma, suelo
serlo.
Sí, puede que me cueste un poco, como lo de no estar
muy bien, pero no. Todo lo que me ha dejado ver es una careta que
parece llevar delante de todos y que se ha quitado esta noche.
Crecimos juntas durante años, sabía que su helado favorito era el
¿Y ahora? No lo sé.
verdad.
—Gracias, Nere.
A lo mejor puedo tener una segunda oportunidad con mi
mano.
***
hablando.
Pero no.
post-it en la nevera.
Qué irónico.
cita, eso solo fue el detonante. Estoy segura de que no soporta que
suena: es Céline.
Leches, se me había olvidado su existencia.
Mejor.
—¿Por dónde?
—¡Por el Café de Flore! Ayer te hiciste la difícil con Jean Pierre.
huelga en la universidad.
Una hora después llego al Café de Flore, en el boulevard Saint-
Germain. Veo que está lleno y que hay una especie de evento.
Trago saliva y me doy cuenta de que Céline no me estaba diciendo
¿sabes?
soy así. Me cuesta un mundo dejarme llevar. Luc puede ser un cielo
ahora mismo.
¡Maldito Florian! No me hago a la idea de que se haya terminado,
a lo mejor porque ni siquiera había empezado. Quiero decirle lo que
Ya está.
Me siento idiota. Tengo ganas de gritarles que pueden irse todos
a tomar viento fresco, pero no lo hago. En vez de eso, salgo del café
—¿Nerea?
—Hola, mamá. Oye, ¿podrías venir a recogerme al
aeropuerto? Se me ocurre que puedo volver a casa por unos días.
UN ASUNTO DELICADO
FLORIAN
sus libros son borrados del mapa, desaparecen de las librerías igual
los nuevos. Esa idea absurda, esa quimera de que cuando uno
toque la lotería.
esforzarse?
Y esa máxima decidí que la extrapolaría todos los ámbitos de mi
vida, porque al igual que cuanto más libre era escribiendo, más me
gustaba del resultado, cuanto más libre era de decidir sobre todos
los aspectos de mi vida, más feliz me sentía. Aunque eso implique
dicho que había dejado a Nerea, o a Tim, que ahora mismo me mira
radical.
hermana.
—Precisamente porque es su hermana tiene que contárselo ella.
No tienen la mejor relación del mundo, así que no pienso
decente.
—¿Y no puedes pedir que te lo renueven?
—Mi casera no quiere. Acaba de casarse su único hijo y quieren
terminado de entender.
—Me ha dicho que se queda en África, que le han ofrecido un
trabajo en uno de los parques naturales y que ha aceptado.
¿Puedes creértelo?
—Me lo creo y me alegro. Oye, pero tú y ella ya habíais cortado,
¿no?
—De facto, sí. Nos habíamos dado un tiempo, pero vaya, era una
—No hace falta, esta vez el golpe no ha sido mortal. ¿Has venido
a ver a tu hermana?
muda.
Hay cosas que todavía duelen, ya lo sé, pero se me ha hecho
Le seco una lágrima que le cae por la mejilla con el dedo índice y
doy gracias por que este milagro se esté produciendo.
—¿Qué te dijo?
Sopla con desgana y pone los ojos en blanco.
prefiere que las cosas se queden como están. Me pidió las cartas
para quemarlas, imagínate. Y que no se lo contase a nadie.
—Lo sé. No quiero ser como ella. Negar la realidad de los demás
ahora mismo. Hay muchas cosas de las que nos hace falta hablar.
—Tengo mucho miedo por ella. —Lo dice en voz alta de golpe y
frente.
idiota?
—Gracias, Florian. Necesitaba que alguien me lo dijera. ¿Tú
cómo estás?
capítulo.
perfección.
por comerle la boca. Nerea ha vuelto y sigo loco por ella. Sigo
quererla abrazar otra vez y repetirle que todo está bien hasta que se
lo crea, quitar ese halo de tristeza de su rostro; que vuelva a reír con
nada de mí), yo... —Hace una pausa y baja los ojos, avergonzada,
boca.
No creo haber besado nunca con tanta desesperación y ansias,
ahora mismo seamos cordiales el uno con el otro, sin más; que
va a durar?».
pudor.
No sé cuándo pienso que es una buena idea acariciarla por
de golpe.
Lo hago una y otra vez, sintiendo alivio y ansiedad al mismo
tiempo. Lo hago apretando su labio inferior con los dientes mientras
HERMANAS
NEREA
que esas?
Volver a mi antiguo cuarto hizo que recordase lo mucho que me
gustaban chorradas como las bolas de agua con cosas dentro, esas
haber hecho.
El nudo en la garganta que tenía desde hacía días se intensificó,
regaló por mi décimo cumpleaños con su paga del mes, hizo que
olvidado coger.
Es lo que tiene reencontrarte con tu ex y que se os vaya de las
manos la situación.
omite algo.
—Estaré allí.
—No sufras, que no tengo nada mejor que hacer a esa hora.
Parece que está enfadado.
impuesta.
Hay un silencio que hasta a mí se me hace eterno. Se dicen
cosas que no escucho, supongo que más cerca, entre susurros,
dejado el piso.
Intenta darme conversación, pero yo no la quiero.
Mis padres vendrán para la operación. Nunca les había visto tan
salón más que una estantería para poner los libros, una repisa
entera del baño y otras cosas.
alquiler excesivo.
Esta vez es distinto.
nunca había vivido sola y aprendí algunas cosas. Por ejemplo, que
nunca debes fiarte de creer que has apagado la luz del salón y que
no debes olvidarte de hacer la compra.
—Lo sé, fue penoso. Unos días antes le había dicho que no
quería ni verle. Estaba segura de que lo que sentía por Clement era
real. Los humanos somos extraños a veces, porque André acudió a
le quería.
es.
original.
Sí, Alicia, más delgada y asustada, traga saliva y abre la boca.
mañana, por eso me fui. Fue entonces que el doctor me explicó los
dice con la voz queda—. ¿Sabes por qué vine a París a estudiar
hice porque lo sabían hasta las piedras. Me dolía más que la gente
así que les mandó a todos sus amigos una foto mía desnuda. Eso sí
eso.
teníamos que ser, pero que no éramos. Mierda, creo que necesito
una copa.
Estoy abrumada por tanta sinceridad, con los dedos rígidos de
tanto apretarlos.
Tarragona.
mismo.
Yo sé que soy muy directa en mis opiniones, y a veces no pienso
en que el otro podría discrepar, pero tampoco soy un ogro.
pero no tanto.
Ay, yo qué sé, ahora mismo ni sé qué pensar.
—¿Cómo fue?
Tras lanzar otro suspiro, me lo cuenta.
—Acababa de perder su trabajo, discutía mucho con su mujer.
atractivo.
—Lo peor fue que seguía encontrándomelo, era inevitable. Eso lo
hizo todo más difícil. Tiene gracia, porque meses más tarde, cuando
merece un brindis.
Me levanto del sofá y saco una botella de champán. No lo miro
igual después de haberme cogido alguna que otra cogorza. Ahora
sé cuál es mi límite.
—¿Un brindis por qué?
DÉJÀ VU
FLORIAN
No hay tercera.
Recuerdo que una profesora de inglés nos dijo una vez en clase
que tanto los españoles como los franceses y los italianos
tendíamos siempre a decir las cosas tres veces de manera distinta,
guardo las llaves dentro del bolsillo de los vaqueros, no llevo nada
más.
azotea.
No es un lugar concurrido. De hecho, creo que es la primera vez
que lo piso, y es... fantástico. Se ven todos los tejados de París,
geranios rojos...
mesa plegable y dos sillas del mismo estilo. Su cara me ofrece una
expresión abierta, casi dolorosa. vestida con un vaporoso y ancho
vestido de manga corta con flores azul marino y escote en pico que
nunca le había visto antes, muy bohemio. Lleva los labios pintados
de rojo.
vestido.
—Era una posibilidad. Dicen que la venganza se sirve en plato
frío.
—Admito que he llegado diez minutos tarde para hacerte sufrir un
Perrault.
—Entonces, todos esos modelos... ¿qué?
abrumador.
Ella me coge la mano derecha y lleva la palma a sus labios,
que quería que me acompañases tú. También quería vivir esa fama
contigo, no te creas, pero no lo hiciste, me apartaste. No intentaba
—Entiendo.
—Dime, chérie.
con los que sientes que se te encoge el corazón y sabes que vas a
reconciliarnos.
—Espero no volver a hacer de Bonnie and Clyde.
hablado de mí?
—Por supuesto que iré. ¿Sabes lo difícil que va a ser caerle bien
a tu madre después de que conozca al yerno perfecto?
historia.
—¿Va a ser más tolerante? ¿Me estás diciendo que voy a tener la
simpatía de tu padre?
—Ajá.
—Eso es bueno.
oscuros con motas de color miel que preceden las más dulces y
fieras fantasías.
susurro en su oído.
con la mano.
¿verdad?
—Por supuesto, es de lo más original. ¿Qué clase de relación
sobrevive a eso?
aliento cálido.
—Te quiero.
31
RUTINAS
NEREA
en un libro, me lo leí.
No fue porque me pareciese curiosa la historia de cómo dos
personas podían llegar a destruirse aun queriéndose como se
feminista. Leí otros libros del autor, y en todos ellos refleja a una o
varias mujeres que no son perfectas, que tienen grandes defectos.
Hudson, les queda todo bien, hasta no tener pelo, y Alicia es una de
las que pertenecen a ese pequeño círculo privilegiado.
—Bien. No me acostumbro a esto.
me acerco a ella.
—Normal, han pasado siete días. Solo siete días. El médico dijo
que esperases dos semanas.
de parir, pero solo el cero coma uno por ciento lo está, entre ellas
Pilar Rubio o Kate Middleton.
—Al menos no ha salido un ser de tres kilos de mi vagina. Eso
incluido.
—¿Y los que nacen con cesárea?
pobre Clement.
Ella pone los ojos en blanco y dice que no, enfurruñándose.
—No es lo mismo. Las parturientas conservan el pelo y tienen
Cruzo los dedos mentalmente para que Alicia, de una vez por
todas, confíe en alguien, porque de eso se trata, de confiar. Ese es
su gran problema.
—Gracias, Nerea.
momentos han sido más cualitativos que los malos. Puede decir que
Clement.
por eso mi favorita de todas es Notting Hill. Ambos son dispares, sí,
nosotros mismos.
Me acerco a él y me pongo de puntillas para alcanzar sus labios.
poco.
—¿Adónde me llevas?
Me coge de la mano y entrelaza sus dedos con los míos mientras
morirme.
—A mi segundo lugar favorito de la ciudad.
—¿Después de Montmartre?
—Exacto.
siempre ha sido mucho más relajada que en otros lugares. Sí, soy
consciente de que era otra época y que las cosas no eran tan
traían al pairo.
—¿En qué estás pensando? Espero una respuesta a la altura tipo
«en ti».
para el libro.
—Cuéntamela —incido, ávida por saberla.
decir que él podía dejarla sin nada, tanto a ella como a tu abuela,
incluso negar su paternidad, y si eso sucedía, tu abuela habría
me es conocida.
zampando.
—Dime.
Nerea es real como la vida misma. Es una métèque en París,
de viejo, de las paradas que hay al lado del río. Siempre había
juegos para niños en esa plaza.
—Sí, lo era. Cada martes iba a la peluquería del barrio, los jueves
casa a comer.
esperaba.
—Igual que tú tenías pensado tener un affaire con un francés
—¿Tan atractivo?
—Sí. ¿Qué? Tú mismo dijiste que era perfecto, hay que admitir
tú no encajabas en él —resumo.
—¿Y qué ideal era ese? Deja que lo adivine; una chica parisina.
—Touché.
Siempre me han atraído más los papeles de Meg Ryan que los de
Kate Hudson, y ambas son rubias.
tiene por un lado hasta cuatro pisos, pero cuando doblas la esquina,
la parte trasera solo tiene dos. Está cubierto de enredaderas verdes
hoy.
Trago saliva con dificultad al imaginarme a Nerea desnuda con el
tanga negro puesto.
días».
—Qué mala eres.
un compañero agradable.
—No es una buena idea. Mi hermana está en esa fase de «odio a
todo el mundo». Comprensible, por otro lado.
—Me contó lo de su exmarido. ¿Por qué los tíos a veces sois tan
gilipollas?
que las mujeres. Otra cosa es que vosotras seáis más discretas.
—Vaya, que lo hacemos mejor —resuelve de forma triunfal—. Si
alguna vez tienes la tentación de engañarme, dímelo, pero no lo
—No lo sé, puede que no, o a lo mejor sí. Depende de cuál sea el
problema. Si algo he aprendido de Alicia es no juzgar demasiado
rápido las acciones de los demás. Lo que no soportaría nunca es
a matarme, esta mujer quiere matarme. Antes el sexo era solo sexo,
—Te parecerá ridículo, pero creo que nunca me había sentido tan
nunca.
nombre.
Florian. Mi nombre antes era vulgar. En sus labios se convierte en
divino.
NEREA
sabía que echaba de menos: a los que fingen saber mucho de arte,
a los que están por el postureo, a los que entienden mucho pero
haciéndonos un selfie.
Yo me alegré.
—Una colección muy ecléctica —menciona Tim.
—Insisto, insisto. Y pensar que hace casi tres años que tú, Nerea,
entraste en esta misma galería... ¡y ahora vais a casaros!
El tiempo pasa volando, tiene razón. Y no pasa en balde. En unas
ceño fruncido.
—En el parque Montsouris, en el Pavillon.
De pequeña tenía ese sueño de casarme por todo lo alto con una
secundario.
Lo miro a él. Tiene los ojos más bonitos del mundo, un aire
por mí, y que se enamoró del mar. Ahora dice que no podría vivir
Navidades.
Sigo sin haber subido a la torre Eiffel y sin haber visitado la mitad
de los monumentos importantes, pero para eso tengo el resto de mi
vida.
obra suya.
la cena.
—Ni hablar. ¡Si nos quedamos en casa de mi hermana!
las sorpresas.
—Tu hermana está metida en el ajo. Solo diré suite nupcial. Y no
separe?
Me sonrojo al recordarlo.
¡Dios! ¿Cómo olvidarlo?
—Yo también.
mudo, que no tiene cura pero es la cura para todos los males, que
es locura, que te cambia para siempre, que no se mira, sino que se
recíprocamente.
También se han dicho muchas cosas de París, pero nada importa
salvo lo que uno sabe con certeza de ella. Podría decir que París es
para mí el olor a página de libro viejo, el sonido de un acordeón en
FIN
AGRADECIMIENTOS
Muchas gracias a ti, lector@, por tener este libro en tus manos y
leerlo.
Una historia como la aquí narrada requiere tiempo, paciencia,
mucha imaginación y la inestimable ayuda de mi correctora Elena,
que como siempre ha hecho un trabajo impecable.