Bleichmar Cap 3 Fobias Por Identificación

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3

fOBJAS POR IDENTIFICACION

~¿.
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1
!r Que un síntoma pueda producirse sobre la base del proceso
de identificación,· es algo que Freud desarrolló con bastante
recisión en sus escritos.1 • 2 Sin embargo, y resulta llamativo,
f ~o es una de sus hipótesis más difundidas sobre la teoría de .
l las neurosis o · la producción de síntomas. .
f El estudio de los miedos y fobias en la infancia nos ha
f conducido .reiteradamente a tener que recurrir a esta idea en
¡ la producción sintomal. La frecuencia con que un mismo te-
1
r mor o gama de aprensiones así como sus específicas formas
1

t de evitación se· reproducen en una misnia familia, hace difí-


1 cil no apelar a las nociones de inducción y/ o a las de iden-
f
tificación para su explicación.
1 Hemos observado que tanto puede reprodücirse el temor,
un miedo determinado -a la luna, a los trenes, etc.-, es de-
cir, la creación de un objeto fobígeno por medio del meca-
1
1
nismo de la identificación, como el conjunto de procedimien-
1 tos evitativos: restricciones, inhibiciones y prohibiciones que
¡ también se conocen como fobias o rasgos de carácter fóbico. 3 • 4

¡ 1
2
S. Freud, La interpretación de los sueños, St. Ed., vol. IV.
S. Freud, Psicología de las masas y análisis del yo, St. Ed., vol.
XVIII.
f a S. Freud, Análisis de la fobia de un niño, St. Ed., vol. X. "La his-
teria de angustia evoluciona cada vez más hacia la fobia. Al final, el enfer-
[ mo puede haber quedado libre de angustia, pero sólo a costa de inhibiciones
y restricciones a las que hubo de someterse. En la histeria de angustia se
desarrolla desde un principio una labor psíquica encaminada a ligar de nue-

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Por otra parte, otros autores han reconocido también el pa.
pel de la identificación como generador de trastornos fóbicos.'
Una de las mayores ventajas para el agrup~ento de los
fenómenos fóbicos sobre la base del mecanismo de producción
lo encontramos justamente en este punto. Fenómenos aparen.
temente tan dispares como un temor aguqo y repentino a un
objeto inofensivo, así como una prolongada historia. de timi-
dez e inhibiciones múltiples ~l llamado carácter fóbico-
pueden responder a procésos de formación similares.
l ,.
La relación entre síntoma e identificación se halla clara-
mente expuesta por Freud en Psicología de las Masas y Aná-
lisis del Yo (1921), aunque ya en 1900 había explicado las
características de la identificación histérica. Esta fue una de
las primeras descripciones de Freud sobre el papel de la iden-
tificación en el síntoma histérico dando cuenta del fenómeno
llamado de contagio mental o imitación. La identificación no
1
es una simple imitacjón sfuo una ·apropiación basada en la
:¡ presunción de una etiología común. Este elemento común es
una fantasía inconsciente.

vo psíquicamente la angustia liberada, pero esta labor no puede alcanzar la


retransformación de la angustia en libido, ni enlazarse a los mismos com:ple-
jos de los que la libido procede. No le queda más camino que impedir todas
las ocasiones de desarrollo de la angustia por medio de una defensa psíquica
tal como una precaución, una inhibición, o una prohibición, y estas defensas
son las que se muestran como fobias y forman, para nuestra percepción, la
esencia de la enfermedad."
4 Para algunos autores que se ocupan de precisar una semántica psi-
coanalítica, como J. Bleger: "La fobia por definición incluye ya la evitación
del objeto o la situación temida", Psicología de la conducta, Centro Editor
de América Latina. Buenos Aires, 1969.
5 G. Pearson, Trastornos emocionales en los niños. Ediciones Beta, Bue-
nos Aires, 1%3: "Si el niño quiere mucho a la otra persona, puede incorporar
el miedo que ésta experimenta como parte de su identificación con la perso-
na amada pues los niños expresan su amor por medio de la identificación.
Si el niño siente mucho temor por la otra persona, puede aceptar el miedo
que ésta sufre con el fin de no indisponerse con ella. En este caso, mostrará
dicho miedo solamente cuando la pei:sona temida esté presente. Desde luego
ambas actitudes deben ser corregidas por medio d.el conocimiento creciente
:. 1'
" de la realidad y por medio del proceso constante que tiene lugar en todo
1
niño de someter lo que oye a lo que ha observado por sí mismo. Sin em-
bargo, las identificaciones son generalmente demasiado estables para ser
afectadas por el conocimiento de la realidad" (p. 103).

56

-
La teoría .freu~iana sobre la ~~ón de la identificación
roducción smtomal es la s1gu1ente:
en 1a P
. T1n el seno de la dinámica edípica, la identificación se efec-
l) s;;. .
túa con:
) Un atributo o rasgo (en este caso el síntoma) del ob-
a jeto rival con el propósito de conseguir una equivalen-
cia que permita sustituirlo y conseguir el objeto in-
cestuoso, obteniendo, a su vez, el castigo por el deseo
prohibido. Ej.: Dora se identifica con la tos de la Sra. ¡
.
K. El síntoma expresaría, a la vez, la inclinación eró- !
r
tica hacia el padre y el castigo por la sustitución
1
deseada. "¿No querías ser tu madre? Ya lo has conse-
f· guido, por lo menos ya experimentas sus mismos su-
¡ frimientos."
,,.. b) Un atributo del objeto deseado. En este caso la iden-
tificación ha ocupado el lugar de la elección de objeto,
¡¡
tnµ1sformándose ésta, por regresión, en una identifi-
1 cación. Ej.: Dora imita la tos de su padre. Esta li
¡ identificación se hallaría· al servicio de la represión y l

bajo el régimen de los mecanismos del inconsciente. En li
ambos casos la identificación no es sino parcial y alta- ··1
¡1
mente limitada, contentándose con tomar un solo rasgo 11

de la persona-objeto.
li
2) Independientemente de todo lazo libidinal con el otro la ¡:
./
identificación se realiza, por equivalencia parcial, con un
rasgo común de la problemática de la otra persona. Ej.: 11

·¡
en un grupo de adolescentes una de ellas recibe una carta
de amor y sufre un ataque . . Las demás compañeras, cono-
.cedoras del secreto, y en el deseo de colocarse en la mis-
ma situación, son víctimas de igual ataque.

Freud concibe los tipos 1 a) y b) como el mecanismo com-


pleto de la formación de los síntomas histéricos y al tipo 2)
en ausencia de toda catexis sexual de aquel con el que se
produce la identificación como el prototipo de la "identifka-
ción histérica".

57

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.,-...··'
Pareciera que el calificativo de histérica, tanto para la
identificación resultante del conflicto edípico como para la
que se realiza con un rasgo parcial de la persona-objeto, con
exclusión de todo lazo libidinal, se basa en el hecho de que
en ambos casos se utiliza para expresar una · comunión sexual
subyacente.
Creemos que en estos tipos de identificación es importan.
te destacar su carácter parcial y altamente limitado a un ras.
go. · Por medio de esta dialéctica se pueden producir síntomas
fóbicos. Por lo tanto, en la elucidación del síntoma poco apor-
ta el ·análisis de las cadenas asociativas relaciop.adas con el
·objeto fobígeno para descubrir qué cualidades de éste podrían
haberlo organizado como tal. El objeto no vale por sus nexos
metafóricos o metonímicos con otro objeto al que estaría re-
emplazando sino porque es parte, en tanto rasgo, de otro con
el que se realiza la identificación. El síntoma es "opaco" a la
~
búsqueda de la significación propia, lo que no quiere decir 'l
que el análisis se agote en el señalamiento del rasgo homólo-
go. Muy por el contrario, lo que está sustentando esa simili-
tud es un proceso que se refiere a la identifica<?ión con la
posición del otro en la estructura edípica, y el punto pertinen-
te de análisis es entonces todo ese juego intersµbjetivo.
Ejemplifiquemos lo anterior: Bettina, -10 .años, soñaba
repetidamente con peligro en las carreteras, amenazas de cho-
ques, gigantescos camiones que se le venían encima (su estan-
cia transcurría· en Caracas, ciudad peculiar por sus autopistas,
caminos de cornisa y tráfico endemoniado). El contenido de
sexualidad edípica era bien claro, y Bettina lo aceptaba a ve-
ces hasta divertida. Un hecho vino a darme otra pista: la
madre de Bettina no sabía conducir y temía aprender. En
una ciudad en que el transporte público es casi nulo, la señora
viajaba siempre en taxi o la transportaba el marido. A Betti-
na se le. señaló esta situación, su deseo de que papá también
se ocupara de ella como se ocupaba de mamá y .esa condición
podía conseguirse mediante los temores, que promovían en
su padre una actitud protectora.
Poco tiempo después de señalársele esta identificación en
forma sistemática, un día Bettina viene contenta y dice:

58
-En la playa estuve manejando el volante y los pedales,
lo único que me faltan son los cambios.
-Te animaste.
-Sí, yo me senté en el lugar de papá y mi papá en el de
rnarná y él me ayudaba· con los cambios.

vernos que su posición edípica no ha variado (ni es nece-


·o). Bettina sigue compitiendo con su madre, pero ahora
~dentificada de su rasgo fóbico, ganando en autonomía co-
mo sujeto. .
María Celina, 9 años, teme y huye de las invitaciones so-
·aies, prefiere la quietud hogareña y antes de los cumple-
c~os presenta una ligera disnea: A su madre le ocurre lo mis-
1

~o. No es en la investigación de los celos fraternos, o de la


represión del exhibicionismo, o de las "fiestas" en su enlace ,
¡
¡•
simbólico con alguna otra situación como llegamos a la com-
prensión del síntoma, sino simplemente por el análisis de la
~
dinámica edípica, que desenmascara la equivalencia del sín-
toma.
La identificación edípica como fuente sintomal obviamen-
te no queda limitada a las fobias, sino que abarca toda la gama
de la sintomatología psiconeurótica. Ahora bien, en la litera-
tura psicoanalítica encontramos otras referencias en cuanto
al papel de la identificación en la formación de estructuras
patológicas: la identificación melancólica, el proceso de for-
mación del carácter y la identificación primaria.

Identificación y carácter
La caracterología psicoanalítica constituye una de las ramas
más jóvenes del psicoanálisis, el cual se inició en el estudio
de los fenómenos que son ajenos al yo y que no encajan
debidamente en el modo habitual de conducta, es decir, el
carácter. Pero posteriormente también sostuvo que el modo
habitual del yo 6 puede resultar comprensible desde un punto
1
'I
6 Ya tendremos ocasión de discutir por qué el yo no es solamente una 1
representación ilusoria del sujeto y cómo Laplanche al hablar del yo función
sigue escrupulosamente a Freud.

• r
de vista genético como dependiente de circunstancias de orden
inconsciente, y que actos involuntarios comunes obedecen al
mismo determinismo que los trastornos de la voluntad. r
Uno de los factores que impulsaron el estudio en esta ?'
1
dirección fue la necesidad de encontrar razones a las resis.
tencias. Se descubrió el hecho de que aunque una persona
no sienta en el momento ningún temor, alguna vez estuvo
asustada ante una exigencia pulsional y que este temor sigue
presente y operando inconscientemente dentro de ella, razón
por la cual debe elaborar resistencias a expresar cualquier co..
sa que pueda tener relación con tales experiencias, actitud que
se extiende como característica habitual en su vida diaria.
Así se desarrolló el "psicoanálisis del carácter", el análisis por-
menorizado y la génesis histórica de ciertas actitudes emplea-
das como defensa.
Así se describen los rasgos de carácter como elaboraciones
secundarias de síntomas neuróticos, y es interesante constatar
que Fenichel agrega "en su mayor parte de síntomas de his-
teria de angustia en la infancia". 7
Algunas actitudes neuróticas del carácter se constituyen
como adaptaciones a las neurosis. El yo intenta desenvolverse
lo mejor posible dentro de una neurosis ya constituida. El
carácter así formado actúa en su conjunto como una defensa
para preservarse de nuevos síntomas. Estos rasgos se deno-
minan de tipo reactivo y Fenichel describe las evitaciones
(actitudes fóbicas) y las de oposición (formaciones reactivas).
Ahora bien, cuando se realiza la evitación sistemática de
una situación, actividad o sentin1iento, se produce una inhibi-
ción. La inhibición aparece como una manifestación pura de
contracatexis, pues llega a suprimir de tal modo el deseo que
éste no alcanza a desarrollarse. Es el caso del que se aparta
de "hacer deportes" porque no encuentra en su ejercitación
ninguna satisfacción; por lo tanto, gran parte de la esfera del
desarrollo físico queda detenida, pero aparentemente sin dis-
tonía para el yo.

7 O. Fenichel, Teoría psicoanalítica de las neurosis, Nova, Buenos Aires,


1957 (p. 594).

--
interesante destacar la diferencia entre evitación e in-
.~~ cuando se está en la etapa de la situación evitada,
hib c~ n~ierta una gama muy amplia de reacciones: molestia,
1
ésta esodio, que ponen en marcha el mecanismo de mante-
terllor,aparte, pero es a costa de un trabajo psíquico. En el
nerse de la inhibición, la s~tuación o sentimiento perturbador
caso sconoce, no existe
· para e1 yo, no tiene
· re1evancia.
· L as
se de d 1 , . . .
·nb"biciones e caracter comienzan como evitaciones, como
1
:Wcias allí donde existe la creencia de que el placer que se
~~endrá está vinculado con un peligro o daño para el yo.

Las inhibiciones más frecuentes. son:


_ las de orden social, por ejemplo, el sujeto se aísla y
evita el contacto interpersonal por temor a rubori-
zarse, por la intensidad de sus impulsos exhibicionis-
tas en juego;
1
_ las motrices: falta de habilidad, rigidez muscular;
1 _ las psíquicas: la célebre oligotimia, en que toda la
J
1
inteligencia comienza a· presentar señales de debilidad
i
'
cuando contra ella trabajan motivos de carácter afec-
tivo (la comprensión produce angustia o culpa) ; si la

'
t
!
¡
i
curiosidad se halla inhibida por una escoptofilia sádi-
ca, se bloquea el pensamiento y el placer del conoci-
miento;
- las del habla, por sexualización de la función.

En todos estos casos, se ve claramente que la inhibición


es el aspecto defensivo exitoso frente a un conflicto subya-
cente que ha sufrido una represión total.
Ahora bien, Fenichel señala que, sin embargo, hubo un
segundo factor que vino a promover el desarrollo de una psi-
cología del yo, que fue un cambio fundamental operado en
el cuadro clínico de las neurosis. "La fórmula según la cual
en la neurosis, lo que ha sido rechazado irrumpe bajo una
forma ajena al yo, ha dejado de ser válida, por cuanto la for-
ma no es ajena al yo, hasta el punto de que el fracaso de la

61
defensa es menos manifiesto, a menudo, que la elaboración
de la misma." 8
Quizá no sea un cambio en la línea de las neurosis lo que
ha ocurrido, sino que el enfoque de observación y compren-
,- sión de los fenómenos ha cambiado. La escisión del yo en
el proceso defensivo 9 inaugura, desde Freud mismo, esta nue-
' .y,
va orientación, en el sentido de que el conflicto y la defensa
son constituyentes de la misma estructura del· yo, en lugar
de funcionar como un aditamento extraño.
Sin embargo, lo que llama la atención del planteo es que
si bien Fenichel considera que este cambio debe ser buscado
en el método y la manera en que el yo admite, rechaza o mo-
difica los reclamos pulsionales y que el método depende de lo
que en su medio ambiente se le enseñó respecto a la manera
de enfocar sus exigencias -y además, sostiene que los cam-
bios en las neurosis reflejan los cambios que ha sufrido la
moralidad-, no menciona los procesos de identificación co-
mo transmisores de estos cambios.
Sin embargo, pensamos que sus ideas sob~e el carácter,
aunque antiguas, dan cabida a la identificación, en el sentido
de que en realidad "el carácter se superpone a la concepción
del yo". Y que el carácter no es solamente una serie de de-
fensas, sino algo más, formas de pensamiento, de reacción,
que si bien no pueden llamarse defensas, no deben, de ninguna
manera, considerarse independientes del deseo y sus vicisi-
tudes.
O sea que el "yo función" y la combinación de las modali-
dades defensivas ponen el sello, la marca distintiva que se
denomina carácter.
Freud 10 abunda en referencias al- papel nodular de la
identificación en la formación del carácter. Describe dos tipos
de identificación en este proceso:

8 Obra citada, p. 593.


9 St. Ed., vol. XXIII.
10 El yo y el ello, Cap. III, St. Ed., vol. XIX.

62

-
1~

) El modelo de Ja identificación roelancólka se e\.tiende j


ª más allá de las afecciones depresivas. La sombra del
objeto recayendo sobre el yo se superpone a la renun-
cia sexual durante la declinación del Edipo que con-
duce a una sustitución de las cargas · de objeto por
identificaciones y a la estructuración del superyó. ·

pero si bien la identificación con .los padres a la salida del


diPº tiene que ver fundamentalmen~e con el rol sexual de
E da uno, este rasgo sexual no parece reducirse a los compor- _
camientos estrictos de seducción, conquista y desarrollo de la 1
ta nducta amorosa, sino
· que 1a gran mayona ' de atn·b utos b.1en ;'
~·~¡dinales, bien yoicos o superyoicos del padre o de ·1a madre ¡111
:on incorporados modificando o modelando la estructura
del yo.
O sea que una vez instalado el padre como ideal mas-
culino, si es deportista, se considera que este rasgo pasa a in- ·
corporarse o desarrollarse como forma de alcanzar ese ideal.
El deporte quedará categorizado como emblema masculino.
Resultado de este proceso es una identificación perma- ·
nente, estructurante del sujeto en formación, que contribuye
0 posibilita la declinación edípica y se constituye en el núcleo
de las identificaciones -postedípicas. Se trata de una identifi-
cación secundaria, es ·decir, secundaria al abandono del objeto.

b) Freud propone también la posibilidad de una simul-


taneidad entre la carga de objeto y la identificación.
En este caso, .evidentemente, no se trata de una iden-
tificación primaria pues no existe indiferenciación de
ambos procesos, sino sólo simultaneidad,11 por lo tan-
to, podría interpretarse como identificaciones que
acontecen en pleno período edípico antes de . su decli-
nación.

El rasgo central en la organización del carácter es la cons-


tancia, lo estable de estas identificaciones que definen la per-

11 J. L. Donnet y J. P. Pinel, "El problema de la identificación en Freud",


L'lnconscient. N~ 7, París, 1968.

.63

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manencia del yo y su unidad. En el caso del carácter fóbico


éste se adquiere dentro del paquete de atributos con los que'
el niño se identifica como posesiones del objeto idealizado 0
amado que él quiere hacer suyos. La edad temprana en que
estas identificaciones tienen lugar y lo inconsciente del pro. '
ceso hacen imposible una discriminación de los rasgos fóbi-
cos como "neuróticos" o conductas no deseables.

Exigencias superyó Identificación Desequilibrio entre


exigencias del medio
y habilidades del yo

Conflicto Escarnio
Represión Burlas
·--~Inhibiciones del yo~-- Humillaciones

El carácter fóbico ha sido rotulado también personalidad


huidiza 12 • 13 o personalidad inhibida. Nos encontramos frente
a niños con una marcada timidez en_ el trato social, con ini-
ciativa escasa o nula. Reservados, no preguntan, no piden, no
expresan. Pasivos, siempre dudando, con falta de autonomía.
Nerviosos, inquieto~, suelen mordisquearse las uñas, se des-
hacen en lágrimas a la menor crítica, comienzan a temblar
cuando los reprenden. Rara vez juegan con otros niños; si
asisten a una reunión, permanecen alejados y como ausentes
del lugar. No desarrollan ninguna actividad física, evitan los
deportes y el contacto físico con otros niños y adultos. Cuando
alguien les habla, rara vez pueden soportar la mirada, bajan
la cabeza, se sobresaltan. Pueden sentirse irritados y depri-
midos, pero estos sentimientos sólo los manifiestan en la in-
timidad. Oscilan .entre expectativas grandiosas y grandes re-
alizaciones con respecto a sí mismos y temores permanentes
al fracaso, al ridí.culo, sintiéndose avergonzados de moverse,
de hacerse oír, de emitir opiniones. Suelen sentirse inferio-

12 J. Bleger, Psicología de la Conducta, Centro Editor de América La-


tina, Buenos Aires, 1969.
13 D. Liberman, La comunicación en terapéutica psicoanalítica, EUDEBA.,
Buenos Aires, 1962.

64

-
wadecuados. Prefieren permanecer en sus hogares dedi-
re~ 5 a actividades pasivas y evitar los lugares· donde hay mu-
ca a ºgente, tumulto, aglomeraciones.
cb Genera1mente se atienen. a l..a rutma
. y su d esempeno- es-
tar es mediano, pues si bien aspiran a destacarse, se asus-
co ante cualquier distinción. En los recreos permanecen ais-
tan
lados; en su casa se d e ¿·1can a 1eer o a ver te1ev1s1on.
.. ,
No manifiestan oposición abierta, sino que pueden mas-
arse obstinados, oposicionistas. no colaboradores, tozudos.
~n general justifican las inhibiciones por medio de rechazos
voluntarios. Hacen esfuerzos de devaluación defensiva de ob-
·etos o situaciones consideradas como peligrosas a través del
J''no rne gusta"", no es 1o que me interesa
. ""
, esas c<?sas yo no
las hago". El niño oculta los temores y las inhibiciones para
.mantener el balance narcisista.

l Déficit de funciones

Adoptando la perspectiva de la identificación, el déficit de


una función, rasgo o habilidad del yo puede no sólo ser la
consecuencia de una sexualización de la función o de la parte
1 del cuerpo que, al quedar convertida en zona erógena, sigue
l
¡
t
los mismos destinos que dicta el superyó para la pulsión se-
xual, regresión o supresión en su mismo origen. Puede ser un
proceso de no surgimiento, de no nacimiento del rasgo o la
función, por medio de la identificación con el otro, quien tiene
1
¡
ciega esa zona, · parte del cuerpo, actividad o función del yo,
i no desarrollada, desatendida.
t "La desatención produce algo similar a la falta original
r
l
de un receptor sensorial: no existe el objeto dado, que se ca-
rece de aquello que puede hacerlo captable como taL Proble-
ma importante para el analista acostumbrado a lidiar con lo
exaltado o reprimido, es decir, con lo existente en el psiquis-
mo, pero que no sabe bien qué hacer con lo que no se cons-
tituyó en el sujeto y que muchas veces, no reparando en que
se trata de un fenómeno de no surgimiento -pues lo con-

65

_.._ -.,,..~::º;:~<&_::: ~;-~~~S,;.d!.~-~~-4-~~':G:S.:~~~~:.:.~.~'kr~~_..f'~;-..: :."";,. -~4~.;~~~~:;,:~~~~;¿~...:

I"
.. . ,._,. r~-·,
1
trasta con su propio psiquismo-, lo considera· como del or.
den de lo reprimido".H
l Es decir que existe la posibilidad de que en el carácter
fóbico, los déficit se "hereden'~ por identificación. Pareciera
más habitual este tipo de trasmisión generacional para los ras.
gos fóbicos o déficit que son sintónicos para el yo, en el caso
de síntomas fóbicos.
Preferimos hablar de déficit primario cuando algo no se
ha desarrollado por identificación con aquel que carece de ese
rasgo o función, para diferenciado de inhibiciones que son
ausencias de algo que sí surgió, pero que por el conflicto y la
angustia se detiene en su desarrollo o se reprime.

Identificación primaria

El término primario parece aludir a un carácter arcaico,


inicial, una remisión a los orígenes. -En la dicotomía prima-
ria-secundaria, el punto de clivaje para el agrupamiento es el
complejo de Edipo, siendo las primarias aquéllas identifica-
ciones con las persunas de los padres 15 que tienen lugar antes
del retiro de la catexis de objeto como consecuencia del com-
plejo de castración. Mientras que las secundarias son secun-
darias a la -pérdida de objeto, que se prod\,lce como renuncia
ante la angustia de castración.
La identificación priinaria es un concepto en íntima re-
lación con el narcisismo y con la constitución del yo;_ se re-
fiere a los procesos ten1pranos que tienen lugar en el seno
de relaciones narcisistas, pudiendo atribuirse a la identifica-
ción primaria todos los atributos de las relaciones narcisistas,
1
1
incluso la problemátiCa de la frontera entre el yo y el otro.
11 No es nuestra intención entrar en la polémica de la data-
bilidad y en el grado de delimitación yo-otro inicial para que
una operación como la identificación se realice. Evidente-
mente, un esbozo de este límite debe estar trazado para que

14 H. BJeichmar, El narcisismo (aparecerá próximamente).


15 S:- Freud, El yo y el ello, St. Ed., vol. XIX.

- 66

,_-,; .. -- -· -,

._.
. . úe un clivaje dentro-fuera, susceptible de pJ'oporcionar
se jJlSlll .
rocesos incorporativos y a 1as pnmeras
. f antas1as
, ora-
1i
s lo~, xnfnimo de términos necesarios para su articulación
Jes, ~enguaje de la pulsión oral: 'qui~ro met~r esto dentro
1
en ~, quiero expulsar esto fuera de mí' ".16
1

de F;eud define la identificación primaria como la "manifes-


. , n más temprana del enlace afectivo a una persona", des-
~ci~ñando un importante papel en la prehistoria del comple-
~.rn~e Edipo. Pone el acento en la sobrestimación del padre
JO r el niño pequeño y su deseo de ser él, y reemplazarlo en
podo comprobando que aspira a conformar el propio yo aná-
to ,
gamente al otro tomado como modelo.17
10
El niño vive en una "magia del gesto, de las palabras, de
las acciones". Tratad~ imitar todo lo que hace la mamá, todo
lo quiere líacer solo, "déjame, yo sé", y esta flamante autono-
rnía encierra el esbozo de una real independencia del objeto,
al superar la posición pasiva en la acción concreta que el 11iño
despliega. Pero conserva la fusión, al sentir que conducién-
dose igual que, moviéndose igual que, tapando el frasco igual
que, él es el otro. El camino- de la autononrla pasa por la
identificación con el objeto autónomo, el objeto poseedor de
un saber. Saber que en época t~mprana es un saber hacer. 18

Dialéctica de ser el otro


Las ·p ostulaciones de Lacan 19 sobre el origen del yo a partir
de la asunción de la imagen del semejante y de la sujeción del
niño al deseo del otro agregan sólidos fundamentos a este

16 Víctor Korrnan, Teoría de la identificación y psicosis, Nueva Visión,


Buenos Aires, 1977. ·
17 S. Freud, Psicología de las masas y análisis del yo, St. Ed., vol.
XVIII.
18 Se trata de un período en que el niño, en su afán incorporativo, se
fusiona parcial o totalmente con el objeto, haciendo surgir el" sentimiento de
que son uno solo. Por otra parte, desde el punto de vista de su desarrollo
cognoscitivo, el predominio de un pensamiento representativo que basa sus
leyes en una causalidad mágico-fenomenista, permite el desarrollo de la cre-
encia de que el imitar tal o cual aspecto o rasgo del padre o de la madre im-
plica convertirse en ellos.
19 J. Lacan, Lectura estructuralista de Freud, Siglo XXI, México, 1971.

67

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.,; • .:::. ..'!!'.... •...:·· .•

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. !

planteo. La identificación especular se caracteriza por el he.


cho de que al ser la imagen en su exterioridad la que anticipa
ortopédicamente la unidad del yo, dejará la marca indeleble ¡
de la alienación y del origen in1aginario del yo a partir del '
otro. No sólo el yo sino también el deseo humano se hallan
marcados desde su impronta: por el otro imaginario, es decir '
el objeto libidinal, y por los representantes del mundo sirn.
bólico que preexisten al sujeto y lo determinan.
En la dinámica narcisista de las relaciones duales que la
identificación especular inaugura, se articula una serie de
enunciados:

1) Ser el objeto del deseo de los padres.20


2) Ser igual a la imagen que admira la mirada de ellos,
lo cual está relacionado con lo anterior.
3) Ser igual a la imagen que admira la mirada de aque-
llos que ellos admiran.

·.
1;
1
i
Todo lo cual implica, para su consecuc10~, una identifi-

i
'

1
cación con el otro, o sea, el dese::o de conformar el propio yo
" tomando como modelo al otro. Si el niño hace suya, en una
f: anticipación estructurante, la imagen del otro y es a él a quien
~ 1!H se dirige buscando las claves que determinan sus deseos, ve-
' '¡!I:"· mos que tanto la fundación y el desarrollo de las instancias
endopsíquicas como la·naturaleza de la relación de objeto pri-
mitiva están basados en el proceso de identificación. La iden-
tificación y la relación de objeto coexisten sin diferenciación,
11
constituyendo la trama misma de este campo intersubjetiva
inicial.
Volviendo a la identificación primaria, Freud 21 sostiene

:!O Si bien el objeto fundamental del deseo del niño es la madre, hasta
el descubrimiento de la diferencia de sexos, como apuntó Freud, no existiría
una valoración distinta para el padre o la madre desde la subjetividad del
niño. En este punto cabría toda una discusión sobre cuál es la posición del
tercero para el niño, antes de la significación sexual.· Lacan sostiene que su

; ¡l¡I
valor se halla definido desde la madre. Piera Aulagnier, agrega el matiz de
"el otro sin pecho". Grunberger, en una postura muy interesante, acuña la
1
noción de "tríada narcisista". 1
21 El yo y el ello, Cap. III, ohra cit.

68

-.·
. ''Esta identificación n~ parece constituir el resultado o
que·nl ce de una carga de objeto, pues es directa e inmediata
dese e~or a toda carga de objeto". En este párrafo se preci-
y ant 00 mayor claridad las características de dicha identifi-
san. ~n· 1) se realiza antes del p~ríodo en que pueda darse la
cactoió~ 0 carga del objeto; 2) no constituye el resultado o
e}ec;nlace de una pérdida de aquél; 3) es preedípica, carece 1
~esla articulación simbólica y del espacio triangular que per-

;ten que carga e identificación· no se dirijan a un mismo


objeto. . d - 1 . , d .d .f. ., . .
Tanto s1 a optamos a noc1on e 1 entl 1cac1on pnmana
orno la de identificación especular, en su carácter de meca-
c isrnos formadores básicos del yo, se trata de ideritificacio-
n es masivas y totales con el objeto. Estas identificaciones
;ueden incluir desde síntomas fóbicos groseros hasta sutiles
,,.
formas evitativas de pensamiento. Además, en el campo nar-
cisista que tales identificaciones delimitan, los rasgos fóbicos
que el otro posee son sintónicos al sistema y están dotados
de una catexis que los eleva al rango de valor y no de defecto.
Así como existe "Su Majestad ·el Bebé para los padres, para
el niño todos los rasgos de mamá y papá son 'emblemas re-
ales'". Los objetos son sentidos como omnipotentes y gran-
diosos y el niño trata de fundirse con ellos, de ser parte del
objeto amado y viceversa, así como también imitando la ac-
ción del otro --conforme a lo sustentado por la creencia má-
gico-fenomenista- obtendrá una equivalencia del ser. El efec-
to imaginario del proceso identificatorio gira en tomo a la
idea de que incorporando el objeto se logra la unidad con éste,
se adquieren sus características.
Un ejemplo de identificación con la imagen que admira
la mirada de aquellos que él admira es el siguiente: Katy, de
4 años, niña sumamente despierta y con gran desarrollo de
lenguaje: sus padres la adoran y es motivo de calurosos co-
mentarios por sus "hazañas" conceptuales y sus chistes ver-
bales. Sufre de una fobia a la luna y consultan por este sín-
toma. Se realizan entrevistas familiares a las que acude su
hermanito Diego, de dos años. Diego comienza a temer a la
luna. El niño considera que este temor es una distinción que

69
.~~ ;_ .:e¡_~ .··~~~:~_t:..;-::n-...\,;:~::._~ -~~ -- .:;.;,.~:O- ;.,..,.'.t: :;_.;{,-';..?;,_ •.!é_--:;

-~,
Katy posee y entre todas las -cualidades que la hacen admira.
ble, el niño desea ocupar la posición de su hermana mayor
en la valoración de sus padres, y- en consecuencia, también
hace suyo el temor a la luna por el cual _Katy hasta consigue
visitar a "una doctora simpática que tiene tantos juguetes''.
En el proceso de identificación veníamos distinguiendo
varios aspectos:

1) El objeto de la identificación.
- Si éste es incorporado globalmente como represen-
tación del sujeto. O sea, una identificación con el
objeto en su totalidad (primaria, sin discrimina- '~-
ción) .22
-O con un rasgo del otro, es decir una identificación
con un aspecto parcial (puede ser con_ una palabra,
una parte del cuerpo. una actitud, un mecanismo
de defensa, etc.) .

2) Resultado de la identificación.
- Identificación permanente, es decir, estructurante
(pueden ser las que organizan y fundan una instan-
cia o las que contribuyen a enriquecerla) .
- Identificaciones transitorias (identificación histé- /

rica).

Añora bien, un tercer punto a considerar es el mecanis-


mo o el proceso mediante el cual el yo asume una nueva
imagen o rasgo.
j, Las postulaciones lacanianas sobre la identificación es-
i pecular conducen a suponer que a través de la asunción de
1 una imagen se estructura una matriz o soporte de posteriores
identificaciones. Esta imagen primera provee de una unidad

22 Identificación total alude a la fantasía de fusión, a la total ausencia


de discriminación que gobierna todo el proceso, más que a la posibilidad de
una exacta correspondencia término a término que diera cuenta de una trans-
formación real. Transcurre en lo imaginario; el niño toma ·como imagen de
sí mismo la que tiene del otro.

70

·- .~-' _-;: - -~ .:.,

--
perficie y estaría profundamente ligada con la percep-
d~ó:ude caracteres formales exteriores. En este caso la iden-
c~. ción parece ser el efecto de una huella perceptual. Pos-
t ~rrnente, de acuerdo con los focos de catexización materna
1

teri~terna, el niño verá conducido su potencial identificatorio


h!ia aquellos procesos o :regiones que los padres recorten
o importantes para su desarrollo.
co rn

Identificación que aportan los padres


Este proceso está basado en el •sentido transitivo del verbo
'dentificar, reconocer como idéntico, sea cuando se reconoce
~n su naturaleza un objeto perteneciente a una determinada
clase, sea cuando se reconoce una clase de hechos como asi..
rnilable a otros. ·
Cada hijo como nuevo miembro de una clase, en este caso
la familia, es ubicado por la misma en alguna subcategoría
"l
0 sube1ase: . as nenas ,
" "los gran d es ".' "l a es t u d.iosa d e~ 1a f a-
rnilia", "el audaz", etc. Cuando los padres se refieren al niño,
rnuchas veces dicen que es un verdadero "González" y "real-
rnente se lo reconoce en la marca Pérez", recortando de la

'l
.f
polisemia de un significante como el apellido -que condensa
0 incluye tantos rasgos del sujeto o de la familia- uno que
es elevado al carácter de emblema identificatorio. Uno de es-
1 tos rasgos puede ser " e1 temeroso ,, , " e1 m1e . doso ,,, e1 ser f,o-
11

bico". En ocasiones esta marca se ha discontinuado y en


realidad se refieren a un abuelo o antepasado del cual el niño
sería el delegado actual. Es decir, la familia sobreimpondría
en el niño imágenes de otros, a través de los cuale·s éste recibe
1 una determinada identidad, un "ser característico".
Este proceso -el de reconocer en el niño un rasgo que
sugiere a la familia el recuerdo de otra identidad- actúa
como un inductor de ese rango en el niño pues éste pasa a
reconocer "su ser", su identidad, a través de la marca, del
rasgo rotulado por los padres.
La constitución del yo sigue paso a paso la sucesión de
las denominaciones mediante ·las cuales los otros nombran su
relación afectiva con el niño y éste con el mundo: denomina-

71

'""t.f_.~..,.;,7:- ·:! . ~,...,_-

I
.,,,-...
ciones que en forma sucesiva el futuro sujeto habrá de espe.
rar, aceptar o rechazar.
De esta sucesión, podemos aislar una otra manera, otro
procedimiento habitual por medio del cual el niño se estruc.
tura por el otro. En este caso la trama no es tan sutil, sino
que existe un esfuerzo deliberado, frecuentemente consciente
por parte del medio para el desarrollo y estimulación de ha-
bilidades en el niño, en que los padres se colocan como mo-
delos. Ellos proponen cómo desean que el hijo sea, se com-
porte, hable, sienta. El niño sabe que si logra adecuar su
papel al argumento requerido obtiene como recompensa:
amor, reconocimiento, favor. Esta narcisización de conduc-
tas, modo de acción, forrnas verbales, intereses, gustos, mo-
delan su imagen hasta el punto de que conforman su iden-
tidad.
Es sabido que aquel sujeto que denominamos un carácter
fóbico ha asumido sus restricciones, sus temores, sus inhibi-
ciones -por medio de justificaciones y racionalizaciones- co-
mo virtudes o formas de ser valiosas. Esta especie de "ideo-
!(, logía caracterial" será el modelo que se imponga al niño: se
considerará que la timidez es precaución; las inhibiciones cor-
porales o físicas, espiritualismo; el temor, adecuación a los
tiempos en que vivimos.2 ll

23 Pearson también distingue en las fobias por identificación dos pro-


cesos: uno automático, en virtud del cual el niño incorpora por amor, y otro
en que es posible reconocer una acción más específica e inductora por parte

de los padres.
"El ego del niño puede ser debilitado de otra manera. El niño apren-
de a tratar sus impulsos instintivos y los temores que siente por ellos,
1
mediante la identificación con sus padres. Si sus padres son inestables, el
niño se identificará con su inestabilidad, identificación que tiene como resul-
tado un control excesivo de los impulsos instintivos, en unas oportunidades,
y una excesiva indulgencia y directa expresión sin tener en cuenta la realidad
de la situación, en otras, de modo similar a como procede el padre inestable
controlando o siendo indulgente en demasía, de acuerdo con su propia fanta-
·sfa e ignorando la realidad. Los padres deben ser estables si desean que el
desarrollo de su hijo se realice adecuadamente."
"He expresado anteriormente que muchos niños se quejan de haber sido
atemorizados de1iberadamente contra ciertos objetos, por adultos o niños ma-
yores. Esto puede producirse de dos maneras: el adulto o el niño mayor tie-
nen fobias y por sus reacciones indican que el objeto es de temer, o tratan .

72

--
identidad fóbica

acerques a la gente desconocida, quédate al lado mío":


''Ѻ te
· nunciado no so'lo es una orden, smo
· que u b.1ca a la gente
este e potencialmente peligrosa, al niño como irremediable-
coillºte indefenso y al que habla como el único protector.
rn~ .
ente protector engañoso, porque a su vez tiene miedo.
Ag piera AuI agn1er· 24 d escnºb e mag1stra
. 1mente
. ·1a acc1on
. ' 1.den-
·fcatoria del discurso familiar sobre el niño, orientándonos
~ ~ia el estudio de los mensajes verbales emitidos por la fa-
~lia durante el período de la infancia como una vía privile-
;ada para el conocimiento de los rasgos que definen la iden-
tidad del yo.
Lo que caracteriza al medio fóbico es una sobrepreocu-
ación por la seguridad física y psicológica del niño, ubicán-
r
~olo en el lugar del que corre peligro, del que debe temer
algo. El yo del niño se constituye sobre la base de esta ima-
gen que el padre o la madre contribuyen a crear y que luego
definirán como su carácter: "_Julio es muy tímido".
En efecto, al niño se le leen sus acciones y atributos en
términos de categorías cargadas valorativamente ("eres ma-
lo", "eres tímido", "no vas a poder"). Cuando ulteriormente

deliberadamente de inculcar al niño el miedo hacia un objeto o situación con


propósitos maliciosos, o porque creen apropiado tener ese temor. Como el
niño aprende a controlar la situación causante de su miedo a través de su
identificación con el adulto o el niño mayor, se identificará también con los
miedos de esa persona. La madre que previene constantemente a su hija
sobre la peligrosidad de los hombres o que deliberadamente la predispone
contra ellos, puede esperar solamente que su hija terna a los hombres, en
detrimento de la posibilidad de una adaptación heterosexual. En lo posible,
ningún niño debe ser sometido a tales situaciones. Las reaccione.s excesivas
de ansiedad pueden ser prevenidas por la eliminación de las circunstancias
que causan un aumento de los temores del niño a las reacciones de sus pa-
dres hacia él, es decir, a la severidad del superego. El superego se forma
por la identificación con las imposiciones parentales. Si los padres son muy
severos con respecto a ciertas necesidades instintivas del niño, éste adoptará
su actitud y sentirá una ansiedad mayor, cuando perciba la excitación de sus
instintos, de la que sentiría si la actitud de los padres hubiera sido otra."
(Trastornos emocionales de los niños, Ediciones Beta, Buenos Aires, 1963.)
24 La violencia de la interpretación, Amorrortu, Buenos Aires, 1977.

73

-.,,....,. ·~'~ .,~:.: ·~:~ ......... > .....

1 :r-
el niño piense consciente o inconscientemente que es tímido I

se representará en tal carácter mediante aquellas acciones.


De este modo irá adquiriendo no sólo una identidad fó.
bica, sino un modo de funcionar que Hugo Bleichmar deno.
mina trasposición categorial,25 por la cual determinados
atributos y acciones singulares son trasladados a categorías
que atribuyen una identidad al sujeto.
En la trasposición categorial -inscripción de un signifi-
cante en un código de significados- reconocemos todo el peso
del lenguaje y de la palabra del otro, en una época de la vi-
da del niño en que la palabra no es arbitraria o relativa sino (

una especie de ley natural o la razón misma. ~


1
Una paciente decía, cuando se emocionaba o ponía ner- i
viosa y tenía palpitaciones: "me muero"; cuando percibía
f
contraídos los músculos de la garganta o sufría de angina:
"me ahogo"; cuando le dolía la cabeza: "me estalla la cabe-
za"; cuando no se concentraba suficientemente para una lec- 1
ción: "estoy tonta, me estoy poniendo tonta". Todos estos l
enunciados constituían ya creencias que cobraban autonomía i
a posteriori de las sensaciones que eran su punto de partida y t
acababan por literalizarse, creándose en la paciente la con- t
vicción de que se estaba muriendo, que se asfixiaba, que sufría
de debilidad mental, etc. Las palpitaciones, la contracción de
los músculos de la garganta y e] dolor de cabeza eran puros
significantes. que ella leía directamente bajo una significa-
ción coagulada.
Hay padres que sienten a sus hijos ante los acontecimien-
tos de la vida como si se hallaran ante un peligro mortal,
siempre vulnerables. Esto fue descripto por los autores klei-
nianos como la identificación proyectiva de la parte temerosa 1
.de los padres sobre el niño, descripción exitosa al dar cuenta
de un fenómeno de frecuente observación; pero este concepto,
\
si bien muy utilizado en la clínica, no contribuyó a sentar las
bases de una psicopatología intersubjetiva, y ya veremos có- 1'
mo el niño fqbico es considerado desde aquella perspectiva .
una vícti_m a de sus propias pulsiones sádicas~

25 El narcisismo (aparecerá próximamente).

74


¡f
¡t
l

).
de la enunciación identificatorla 26 !

¡teglas 1
. ., no sólo se le otorgan juicios sobre quién es él -los
0
M n~ados identificatorios- sino que en esos juicios se trans-
en.:~ reglas para la construcción de representaciones sobre
Jtll glas que nunca fueron formuladas ni pensadas como ta-
sí re 1 , . .
' ara quien as pone en practica.
les psería una s1tuac1on
· · 1ente a 1a que propone Choms-
· ' eqmva
en su gramática generativa: el sujeto llega a poseer ·un
k~ero finito de reglas para construir un número infinito de
~ ses, siendo estas últimas, en nuestra comparación, equiva- l·
1;:tes a ~os enunciados identificatorios que forman las re- !
resentac1ones del self. ·
p Las reglas existen como formas que el sujeto posee para
organizar la manera en que se representará. Así, por ejemplo,
un padre que, al llegar su hijo de la escuela y mostrarle las
calificaciones, repara y hace hincapié en las pocas materias
en que aquél no alcanzó un grado máximo, le está transmi-
~
tiendo una regla por la cual la observación se centra sobre
lo que falta para alcanzar la perfección.
Las reglas se aprenden en acontecimientos cotidianos apa-
rentemente triviales y es por este mismo carácter que pasan
desapercibidas en el papel esencial que desempeñan en la es-
tructuración del sujeto. Son reglas que le son desconocidas, ·
pero no en el sentido de que estén reprimidas por razones de
censura, sino porque consisten en las operaciones mismas bajo
las cuales funciona el psiquismo y que nunca estuvieron re-
presentadas como tales.
Veámoslas. En primer lugar tenemos la selección del có-
digo, la perspectiva, el parámetro de análisis, el sector temá-
tico, desde el cual se construirán representaciones. El sujeto
fóbico tiene un estilo codificador de la realidad, un campo
semántico básico con el que el sujeto lee permanentemente
cualquier acontecimiento exterior o vivencia interna. Para el

26 Buena parte de lo que sigue corresponde a una línea de investiga- ·


ción desarrollada por Hugo Bleichmar.

75

~> '):;...:.:

- 'Y?" -'
caso del sujeto fóbico, existe una tríada de significaciones Pti.
vilegiadas que son Amenaza-Amenazado-Aseguramiento, o Fuet.
te-Débil-Protector.
Los objetos y situaciones de la vida se definen y clasifican. t

según pertenezcan a uno u otro elemento de la tríada. El


sujeto fóbico entra en contacto con un preconcepto, con Un.
esquema previo, lo enfrenta preguntándose: "si es peligroso
o no, si es reasegurador''. El mundo y las producciones del
sujeto (fantasías, sueños, sentimientos) se dividen en neutros
peligrosos o tranquilizantes. Los atributos del objeto sirve~
exclusivamente para decidir en cuál de las tres categorías se.
rán ubicados, pero no crean esas categorías. Estas preexisten
al contacto con el nuevo objeto y condicionan a éste.
El estilo codificador de la realidad se acercaría a lo que
ha sido descripto como "estilo neurótico" 27 o estilo cogniti.
vo,28 aludiendo a un modo de funcionamiento del psiquismo ,
a una ·particular manera de vivenciar o experienciar .. Estas
nociones no se superponen al concepto de mecanismo de de.
fensa, y el ejemplo de las fobias puede ser ilustrativo para
su comprensión. Lo que caracteriza a un sujeto fóbico es la
evitación ante cualquier sentimiento o acontecimiento que le
resulte peligroso. El individuo fóbico se escapa, elude el en-
frentan1iento y de este modo equilibra el sistema psíquico
evitando la emergencia de ansiedad. Lo patognomónica y lo
que define una fobia es el mecanismo rígidamente empleado
de la evitación.
Pero podemos completar el cuadro agregando un elemen-
to adicional en su descripción y es el siguiente: el fóbico no
sólo evita sino que evita muy frecuentemente, evita en dema-
sía. El interrogante a plantearse es por qué el sujeto teme
tantas situaciones, por qué está siempre temiendo: teme la
autoridad, los sentimientos agresivos, el futuro, el menor sig-
no de enfermedad en su cuerpo. ¿Por qué una madre permite
que su hijo vaya en bicicleta, aun a riesgo de que se caiga

21O. Shapiro, Neurotic Styles, Basic Books, N. Y., 1965.


28 K. Goldstein y S. Blackman, Cognitive Style. Five .Approaches and
Relevant Research, John Wiley & Sons, N. Y., 1978.

76

¡
tiIIle y otra impide y hasta preconiza que es de buena
1
y se asel prevenir que "a su hijo lo atropelle un auto"? ¿Qué
j]'.l~dre ue hace que una madre tema y evite y la otra no?
es Jo}Jugo
q Bleich mar sostiene
. que 1o que caracteriza
. a 1 sujeto
.
. es la especial codificación del universo en términos de
fó~~coo y seguridad. No es sólo una reacción exagerada ante
1
pe 1echos peligrosos, es un filtro especial por el cual se di-
105 siona o evalúa una situación cualquiera como susceptible
,nener peligrosa. Es una específica reacción cognitivo-a/ectiva,
de ~ue el afecto displaciente, la ansiedad y el miedo surgen
1 pdoruna evaluación, de un juicio cognitivo por el cual se cate-
e l.
oriza algo como pe 1groso.
g Una incursión por la etología 29 puede ayudamos a aclarar
idea. Investigaciones en comportamiento animal han lle-
1
:do a describir mecanismos desencadenadores innatos (MDI).
~e trata de lo siguiente: el animal percibe, mediante una serie
de "esquemas", los acontecimientos importantes de la vida y
cuando un objeto perceptible o un proceso del mundo externo
"encaja" en uno de tales esquemas, la acción impulsiva co-·
rrespondiente se pone en marcha en forma automática.
Ahora bien, los MDI no son muy exactos y reciben la
precisión que los dirige hacia el objeto adecuado mediante un
tipo específico de aprendizaje. En el caso de la reacción de
fuga -que es innata en todas las especies- es necesaria una
señal especial dada por la madre para su desencadenamiento.
El grito de alarma materno "interpreta" el universo de la
realidad, fijado el peligro en un determinado animal enemi-
go. Basta una vez y el código se establece (imprinting). Los
MDI representan una especie de "teclado" sobre el cual el
medio ambiente toca el órgano de los impulsos. Ahora bien,
¿qué ocurre si este grito se pluraliza y repite frecuentemente?
El animal muestra una conducta "Il:eurótica" y huye ante cual-
quier estímulo.
El niño necesita más de una única experiencia para el
aprendizaje del peligro, pero también es el rostro o el grito

2~K. Lorenz y P. Leyhausen, Biología del comportamiento, Siglo XXI,


México, 1979 (p. 63).

77

.«: '...... , :~: =.. ;.~

• fr ·-
del adulto el que pone en marcha éste proceso. Ahora bien
ante un niño parado frente a una ventana se le puede: ¡)
señalar el peligro; 2) señalar el peligro y protegerlo retirán.
dolo; 3) aterrorizarse y gritar; 4) enojarse porque el pequeño t
comete travesuras; 5) amenazarlo con algún castigo o restric. t
·•'
·' ción; 6) castigarlo para que aprenda. A veces uno se pregunta '
,.
,. qué aprende a temer el niño, si la situación real de mayor 0
menor peligro objetivo o la, reacción materna. (El análisis
de niños fóbicos muestra lo persecutorio de las imagos ma.
ternas.) Creemos que investigaciones en este punto, período y
proceso mediante el cual la noción de peligro se instaura en
1~ el niño, pueden contribuir a la mejor comprensión de la ins.
¡~¡
¡
talación de un juicio clasificador de lo temible o inofensivo.
1; Una vez hecha la selección del código, se podrá funcionar
t.
en un sector amplio o restringido. Por ejemplo, si el cuerpo
es vulnerable, si los otros niños lo pueden desmayar de un
golpe, si él no puede con ellos, si se enferma fácilmente, si
puede soportar el dolor, etcétera.
Otra regla de la enunciación es la trasposición categorial
mencionada anteriormente. Tomemos el caso .del niño al que
se le presenta la condición masculina en la cual se encuentra f

su propio padre como la sede de la traición, el abuso, casi e]


asesinato. Al llegar a la pubertad el sujeto caerá de esta ma-
nera automáticamente bajo el dominio de una creencia que
siempre estuvo en su psiquismo, pero que requería el cumpli-
miento de determinada condición para su actualización, en
este caso, que accediera a un tipo de virilidad que lo confirma '
en esa identidad. ·
Se ve en este ejemplo cómo la regla de la enunciación
identificatoria prece~e a la representación específica que el
sujeto puede formarse. Los padres aportan a veces la regla
que luego el propio sujeto utilizará para la construcción de
sus propios enundados identificatorios, o sea que la influen-
cia del otro no se limita a lo que le dice. A manera de analo-
gía, los padres serían . como los fabricantes de juegos de en- r
caje. El sujeto que adquiere el juego podrá copiar los mode-
los que el folleto le propone, pero también con las piezas le
es dable crear nuevas combinaciones que al fabricante no se
urrieron. La fantasía del niño aporta el restó, pero con el
1~ ~~e dado por las formas de las piezas del juego. O sea que
btll~;ño
1 ~- creará fantasías,
. pero con "los mil ladrillos" que le
.
e aportados.
500
flasta aquí tenemos reglas de, organización de represen-
·ones en su aspecto temático, en su contenido .. Pero tam-
t~~01 en las reglas de enunciación identificatorias se encuentran
b1e . .
s IIlecan1smos de defensa. .
10
El niño que escucha el discurso de los padres no sólo in-
f ere un universo semántico en el que se privilegian determi-
1ados contenidos sino que también incorpora las operaciones
11
ue presiden la organización de los mismos.
q Creemos que esta función cognitiva, la atribución del ca-
rácter peligroso a los objetos y situaciones del mundo, se crea,
instala y desarrolla a través de ia identificación que hace el
niño con los procesos cognitivos parentales. O sea, la pre-
condición para el desarrollo de una fobia, el terreno previo, lo
que constituye la sustancia de la personalidad fóbica es este
especial modo cognitivo-afectivo . con el cual se "interpre~a"
tanto la realidad interna como externa. El dato primario, la
percepción misma está calificada c:Ie antemano como peligrosa
0 inofensiva y no se trata de un desplazamiento a posteriori
de una significación .-0 fantasía temida · sobre un dato inicial-
mente neutro. No es que el perro fue en el punto de partida
un objeto neutro, sino que en la apreciación inicial hubo "un
tono" que calificó a ese animal como digno de mantenerlo
lejos.
Pero la creencia fóbica constituye en realidad una doble
convicción: por un lado, sobre las cualidades del objeto fobí-
geno, pero por el otro, sobre las del propio .sujeto. Siempre
se ha hecho más hincapié en cómo un objeto deviene atemo-
rizante -los enunciados emitidos por las figuras significati-
vas para el sujeto, las experiencias traumáticas, los procesos
de generalización, de simbolización y de desplazamiento de-
fensivo-- sin que se hubiera reconocido suficientemente que
si el objeto despierta temor, es porque el sujeto se representá
a sí mismo como impotente, débil e indefenso frente a aquél.
La fobia puede comenzar entonces no por una perturbación
/

79

~'~·~.... ::.iy;,._~-'.~:'.;...- -.; ~::..~:r-_;;,.:;:,. ú·~-~- -- -=- .

r
de la representació~ del objeto, sino del propi? suj~to,. ya q'll (
ambas representaciones se constrnyen en obligatona mterd e ¡;
pendencia. Aquel que se siente poderoso visualizará los obje. ¡
tos como inofensivos. e. r
$

Por el contrario, las llamadas fobias normales de la infan. í


cia nos muestran las consecuencias de un yo imaginario viVid 1
como débil. El niño, ya con un desarrollo cognitivo suficient~ ·
capta -y además, los padres se lo hacen saber- sus limita:
dones frente al entorno, por lo que éste se le aparece colllo
peligroso. Es la representación de sí mismo como insuficien.
te, como poseedor de escasos recursos para manipular el mun.
do exterior, lo que convierte a cualquier cosa en amenazante
El sujeto es siempre alguien en términos de una posició~
en el seno de una estructura. Si varía la representación del
objeto, se modifica la de él y viceversa. El objeto no es débil
o poderoso en sí mismo sino en relación con el sujeto. Ejern.
plo: es la relación entre potro salvaje y domador, o entre toro e

y personaje hercúleo que lo doblega tomándolo por la~ astas.


En el terreno de la psicopatología esta relación entre sujeto y
objeto se evidencia en el acceso maníaco: la omnipotencia del
sujeto, al sentir que todo lo puede, le hace vivir el peligro
real proveniente de los objetos como inexistente.
La relación entre el sujeto y el objeto es frecuentemente
de complementariedad: amenazante:.amenazado, fuerte-débil.
Pero también puede serlo de identidad: el sujeto ve al objeto
a su imagen y semejanza: se ve a sí mismo como igual al
objeto.
Este estilo codificador, este especial color afectivo, esta ~
evaluación de los hechos de todo orden siempre inclinados
hacia lo temible del otro .y lo vulnerable del sujeto, pensamos
que se estructura sobre la base de procesos de identificación,
especialmente narcisista (primaria, especular), aunque inter-
vienen todos los tipos ·de identificaciones que forman el ca-
rácter.

Resumiendo, el niño puede identificarse:


a) con el objeto (en su totalidad, por su deseo de fusión
y de "ser el otro"). Por la idealización y ausencia de

-"
discriminación que gobierna esta identificación el niño
incorpora los miedos:
.q
,

¡
l) sea como estilo codificador de la realidad; n
,
¡
2) sea como síntomas; ¡'
b) con una posición dentro de la estructura:
l,
1) con el objeto rival (por competencia y rivalidad n
edípica); i¡
f
2) con el objeto de amor (sustitución de la relación J

de objeto por una identificación); ~
P
3) con el objeto que el objeto admira. ii
~

En todos estos casos, sea que el niño presente un síntoma, B
ea que desarrolle un estilo de personalidad o un carácter fó- ~
~ico, lo esencial es que su origen y organización están basados i
j
en la identificación. Dicha identificación, en el caso de deli-
nearse sobre la base de los conceptos de identificación prima-
i!
ria (Freud) o de identificación especular (Lacan) , es un pro-
ceso constitutivo, estructi..ll'ante de la instancia del yo y como
tal queda incorporado a su organización estable. Se trata de 1
una incorporación "sintomal silenciosa", es decir que los te- 9
mores no son producto de transacciones, ni remiten a un con.-
tenido latente oculto. La única discordia que contienen es la
de ser productos del exceso del discurso de los otros que el
niño ha incorporado como propio y creyendo en la bondad del
1
~
mismo.

l
Además, una vez que el niño se ha identificado . y funcio-
na ya con ese rasgo o con las reglas operatorias que definen ·
1
~
~
1
el estilo codificador, los padres cristalizan tales identificacio-
1
¡ nes por medio de enunciados promotores de identidad: "es ~1
¡,
1
muy tímido".
!
En el caso de tratarse de una identificación en el seno de ~
!!
~
la estructura edípica, es indudable que el motor de la identi- ¡¡
!I
t ;¡
ficación surge de la dinámica triangular, pero no es un conflic- ~
r
i to de fuerzas incluido en el contenido mismo del síntoma o ¡:
!
rasgo que éstos expresan, no es un producto de transacción t
entre el impulso y la defensa organizado en una serie de des-

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. ...":;.;,,.,_~-;;.~:;:-~·:...:~ ___ _.._.::¡~_.,.:
'á-_ ;~-.,, ~;;s: ·~.
.. . .

·--¡--- -·
plazamientos simbólicos, sino que tanto el síntoma como el
rasgo son incorporados ya como productos formados a través J
del proceso identificatorio. Estas aclaraciones nos parecen i
esenciales para el curso de la cura, pues como en el caso de r
Bettina, fueron las intervenciones sistemáticas so'Qre su lucha ;'
con la rival edípica las que disolvieron gran parte de sus re. 1

acciones fóbicas, sin tener que recurrir a la explicación de pro.


cesos defensivos o de simbolización, en el sentido clásico que
este término tiene en psicoanálisis.

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