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U4. Concursal

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BOLILLA 4.- JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA CONCURSAL. PRINCIPIOS COMUNES.

DERECHO
INTERNACIONAL CONCURSAL. INCIDENTES.-

COMPETENCIA CONCURSAL
La legislación concursal tuvo la necesidad de regular sobre la competencia del juez concursal, apartándose de las normas
contenidas en los Códigos locales. En nuestro país, el art. 1388 del Código de Comercio de 1889 (art. 1522, CCom. de 1862) disponía
que la competencia le correspondía al juez de comercio. Actualmente, en razón de la materia, en la ciudad de Buenos Aires la
competencia concursal está a cargo de los jueces comerciales, aunque el deudor no sea comerciante; en Mendoza y en Córdoba
existen juzgados concursales que entienden en la materia, y en las demás jurisdicciones locales la competencia concursal queda a
cargo de los jueces civiles y comerciales.
También históricamente se había planteado la controversia de determinar si el concurso debía recaer sobre jurisdicción
federal o en la ordinaria. Se sostuvo que la Ley de Quiebras es de carácter nacional y exclusivamente federal, porque la dicta el
Congreso, conforme el inc. 11 del art. 67, CN, y porque el ejercicio de tal poder ha sido prohibido a las provincias (art. 108, CN). Y
de la misma manera se sostuvo que la competencia sobre dichos temas recaía también sobre jurisdicción federal, considerándose
inconstitucionales las leyes que le otorgan competencia a las provincias (leyes 48 y 927); entendiéndose que es materia federal no
reservada conforme los arts. 100 y 67, inc. 11, CN. Quizá la tesis, confundida, se apoyaba en el hecho de que en los Estados Unidos la
materia falimentaria es federal —no legislación común—, por lo que su aplicación corresponde a jueces federales. La posición que
prevaleció legislativamente es la que entiende que siendo la Ley de Quiebrasintegrante del Código de Comercio, es materia de
la jurisdicción ordinaria, El art. 3º, LCQ, prescribe que la jurisdicción —"competencia", reza el artículo— recae sobre la
justicia ordinaria.

Corresponde delimitar las diferencias existentes entre jurisdicción y competencia, entendiéndose a la segunda como la
medida de la primera que es una potestad estatal. La función jurisdiccional del Estado es delineada a través de diversas
jurisdicciones, y los jueces, quienes ejercen aquella función estatal, se encuentran delimitados en cuanto al ámbito de actuación a
través de la competencia. Se define a la competencia como la capacidad que la ley reconoce a un juez para ejercer sus funciones
respecto de una determinada categoría de asuntos.

REGLAS DE COMPETENCIA
Respecto de la competencia territorial, el art. 3º, LCQ, dispone las reglas aplicables en materia concursal, las cuales deben
ser observadas por el juez ex officio como presupuesto procesal de admisibilidad de la demanda concursal. También la ley contiene
reglas especiales de competencia para los casos de concurso en caso de agrupamiento (art. 67, párrafo primero, LCQ), concurso del
garante (art. 68, LCQ) y cuando se trate de una extensión de quiebra.
Atento a que la materia concursal, incluida su competencia, es de orden público, NO puede prorrogarse la competencia
territorial resultando inaplicables las reglas locales al respecto. En el supuesto de competencia territorial, si la incompetencia no se
plantea oportunamente se aplica el principio de la perpetuatio iurisdictionis, es decir que debe seguir entendiendo válidamente el juez
que previno aunque de hecho no sea, en razón del territorio, el competente.
La competencia concursal es excluyente, ya que ante el juez concursal se sustanciarán las cuestiones patrimoniales
contra el concursado; y aquellas acciones contra terceros promovida por el oficio concursal, haciendo asi desplazamiento de los
jueces ordinarios.
La base de la competencia territorial está dada en general por el domicilio de los sujetos procesales, en el concurso ello
no varía. La principal pauta de competencia la configura el domicilio del concursado, aunque no precisa concretamente el tema
sobre el domicilio comercial o el domicilio civil o ni siquiera domicilios legales, sino que se desarrolla el tema a partir de ciertas
nociones especiales de domicilio cuando no se refiere directamente al domicilio real. También para atribuir competencia al concurso
de las sociedades en que el Estado es parte, se utiliza la noción de domicilio legal. Cabe reconocer que en el art. 3º, LCQ se emplean
diversos vocablos con distintos alcances respecto al domicilio, ya que se hace referencia a la sede de la administración de los
negocios, sede de la administración del establecimiento principal, lugar de la administración, pero además concretamente se refiere a
domicilio, lugar del establecimiento o explotación principal o lugar de la actividad principal

1. Deudor persona humana


En el inc. 1º del art. 3º, LCQ, se determina que en caso de personas de existencia visible —personas humanas—
la competencia en el concurso estará en cabeza del juez del lugar de la sede de la administración de los negocios del
deudor, y, a falta de éste, el del lugar de su domicilio.
Por domicilio del deudor debe entenderse el real. El inc. 2º del mismo artículo determina que si fuesen varias las
administraciones, entiende el juez del lugar de la principal y si ésta no pudiese determinarse seguirá entendiendo el juez
que previno.
Por sede de la administración debe entenderse el lugar desde donde se dirigen los negocios del deudor in malis,
no la sede de sus negocios, pues una cosa es la administración del negocio y otra el negocio en sí, como actividad
económica, que sería el establecimiento principal, cuando allí estuviese el mayor volumen negocial del concursado. Si hay
varias administraciones, la competencia corresponde al juez del lugar del establecimiento principal. Si no pudiese
determinarse cuál es el principal, entenderá el juez que previno.

2. Deudor persona jurídica


Para las constituidas regularmente, incluidas aquellas en que el Estado sea parte, la competencia corresponde
al juez de su domicilio.El domicilio que determinara la competencia concursal, es el lugar(ciudad o pueblo) que figura en el
estatuto o sede social. La sede social es la dirección precisa de una ciudad determinada. El contrato social puede limitarse a
expresar la ciudad en la que la sociedad tiene su domicilio, pero debe inscribirse la sede social. Es decir que el domicilio de
la sociedad es el de la sede social inscripta, por lo que, modificado éste y no inscripto, subsiste el anterior por

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inoponibilidad a terceros por falta de publicidad registral (art. 12, LGS). Si existen sucursales, será competente, atento a
la accesibilidad y el carácter secundario de aquéllas, el juez que corresponda al lugar donde se encuentra la casa matriz, por
lo que la existencia de sucursales no afecta la competencia concursal.
Cuando la persona jurídica, no estuviese constituida regularmente, entenderá el juez de su sede, o en su defecto
el del lugar del establecimiento o explotación principal. Es competente el juez del lugar de la dirección principal de los
negocios (sede) o donde se lleve a cabo la principal actividad de la sociedad (establecimiento principal). En este supuesto,
puede faltar la prueba preconstituida de la sede social, y, en su defecto, del lugar del establecimiento o explotación principal,
por lo que, provocada la cuestión de competencia, incumbe al deudor el onus probandi, y frente a la ausencia de toda prueba
puede estarse a la afirmación del acreedor.
Un problema que ha motivado soluciones jurisprudenciales ha sido el del domicilio ficto, siempre haciéndo
prevalecer la realidad por sobre la apariencia, como excepción al art. 3º, inc. 3º, LCQ. El domicilio ficto incluye al domicilio
simulado, es el de la sociedad que se constituye e inscribe en un lugar pero toda su actividad se realiza en otro; el domicilio
fraudulento, que es el que persigue perjudicar a los acreedores, al colocar su situación concursal y su patrimonio lejos del
alcance de aquéllos; y el domicilio falso o irreal, que es consecuencia de la omisión de registrar debidamente los cambios
que pudieran suceder en el domicilio (negligencia).
Se sostuvo que el juez competente en el caso de sociedades regulares es el que corresponde a su inscripción
comercial, salvo que se trate de domicilio ficticio o haya sido constituido al solo efecto de dificultar la acción de los
acreedores o para eludir la competencia de determinados tribunales, pero si dicho cambio no intenta sustraer la
responsabilidad obligacional y se debe sólo a una adecuación domiciliaria, corresponde estarse al último domicilio
inscripto.
En caso de que una sociedad tenga doble matriculación la competencia del juez del concurso estará
determinada por el domicilio real, ya no en el domicilio legal, pues en aquél tiene su administración y negocios. Pero como
en realidad lo que se denomina "doble matriculación" se traduce en que la sociedad ha mudado su domicilio, completando
para ello los trámites ante los registros de la jurisdicción originaria y de la de destino generalmente el domicilio real
coincidirá con alguno de los domicilios inscriptos.

3. Deudor domiciliado en el extranjero


En caso que el deudor se domicilie fuera del país, en el concurso local que se abra, será competente el juez del
lugar de su administración en el país y en caso que no la tuviese, el del lugar del establecimiento, explotación o
actividad principal, según el caso.
En el caso de varias administraciones se aplicará el inc. 2º del art. 3º, LCQ, pero se considerará la principal en el
país y en su defecto el establecimiento principal. Cuando no exista administración local o no pueda determinarse la
administración principal en el país cuando exista pluralidad de ellas, se aplicará la regla subsidiaria, pero cuando no
existan o no puedan determinarse, en caso de existir varios, el establecimiento, la explotación o la actividad principal,
indefectiblemente la competencia deberá recaer sobre el juez que previno.
Teniendo sólo bienes, por lo que corresponde entender al juez del lugar de los bienes (lex rei sitae), pero si los
bienes se encuentran en diferentes jurisdicciones se aplicará el principio de prevención. Esta misma solución debe
aplicarse para las sociedades off shore no inscriptas en el país y sin actividad sino sólo con bienes en el territorio local.

4. Concurso del patrimonio del fallecido


Entendemos aplicables las mismas reglas que para las personas humanas, aunque el causante haya dejado de
serlo. Contrariamente, se sostuvo que la competencia debe corresponderle al juez del último domicilio real, conforme el
art. 2336, CCyCN, respecto de lo cual no habría problema si el de cujus no tuviese actividad comercial, pero en caso
contrario importa el lugar comercial, por lo que deben aplicarse las reglas de los incs. 1º y 2º del art. 3º, LCQ, que abarca
ambos casos. Al respecto se plantea el problema de la colisión de los fueros de atracción (arts. 2336, CCyCN, para el
sucesorio, y 21 y 132, LCQ, para el concurso), negando la posibilidad de acumulación (art. 188, CPCC)
La ley prevé el caso de que se produzca la muerte del fallido, pues se aplica el art. 105, párrafo primero, LCQ,
sin que se afecte el trámite, sustituyendo los herederos al causante, debiéndose unificar necesariamente la personería.

5. Competencia en la quiebra indirecta y en la conversión


En los casos de quiebra indirecta decretada, estando en trámite un concurso preventivo, por aplicación del
principio de unidad se prescribe que seguirá actuando el mismo juez. La misma solución se impone en la conversión de
la quiebra en concurso preventivo, pues ésta debe ser solicitada ante el juez que entiende en la falencia declarada.

6. Competencia en caso de extensión de quiebra


Entiende para decidir la extensión, el juez de la quiebra principal y luego continuará tramitando ante el juez
que corresponda entender en el concurso donde se posea prima facie el activo más importante; y en caso de duda sigue
entendiendo el juez que previno. En el supuesto del art. 160, LCQ, la competencia para extender la quiebra corresponde al
juez de la quiebra principal sin tener en cuenta consideraciones particulares de los socios que pudiese hacerla variar.
Decretada la quiebra por extensión, entenderá en todos los procesos falenciales en aplicación del principio de unidad,
el juez que sea competente, según las reglas del art. 3º, LCQ, respecto del sujeto que, prima facie, tenga el activo más
importante.
En caso de dudas sobre el activo más importante seguirá entendiendo en todas las quiebras el juez que
previno, es decir el de la quiebra principal. Iguales reglas se aplican si aquellos a los cuales se les extiende la quiebra se
encontraban ya concursados.

7. Competencia del concurso en caso de agrupamiento


El art. 67, primer párrafo, LCQ, determina la competencia en este supuesto especial. Se prescribe que la

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competencia corresponde al juez que debe entender en el concurso de la persona integrante del grupo que tuviese el
activo más importante conforme surja del último balance. Cuando ningún integrante del grupo está obligado a llevar
balances, entendemos que deberá primar la regla del patrimonio más importante. En caso de dudas, debe entender el
juez que previno.

8. Concurso del garante


El juez competente en el concurso del garante es el del deudor principal, pues el mismo art. 68, LCQ, determina
que la petición, para que tramite junto con la de su garantizado, debe hacerse ante el juez ante el cual tramita aquel
concurso.
No sólo se determina en la norma una competencia territorial sino que también se dispone que corresponde que
recaiga sobre el mismo juez, sin aplicar las reglas de la competencia según el turno.

9. Cuestiones de competencia
Para dilucidar las contiendas de competencia deben seguirse las reglas locales de los Códigos rituales. Para
resolver dichas cuestiones deben tenerse en cuenta primero la exposición de los hechos y después el derecho que se
invoca como fundamento de la pretensión, cuando se adecúe a aquéllos.
El juez debe hacer el examen de su competencia ex officio en la primera oportunidad.Así debe hacerlo ante la
presentación del deudor en concurso preventivo o peticionando su propia quiebra. La competencia es presupuesto
procesal del concurso por lo que se traduce en un recaudo de admisibilidad de la demanda. De la misma manera, deberá
hacerlo ante el pedido de quiebra instado por acreedor; sin embargo, en estos casos tiene dos oportunidades más para resolver
su competencia, esto es, ante la declinatoria opuesta por el propio deudor al contestar la vista en la antequiebra o luego de la
declaración de quiebra a través de la declinatoria
Nada obsta a que se plantee la inhibitoria ante el juez que se crea competente. La declaración de incompetencia,
tanto de oficio como a petición de parte, es consecuencia dilatoria del proceso concursal, y lo único que produce es la
remisión del expediente a otro juzgado, incluso cuando se encuentre en otra jurisdicción

CONCURSO EXTRANACIONAL

El derecho privado internacional se ha desarrollado en virtud del incremento de las relaciones económico-jurídicas que
exceden el territorio de un Estado, lo que se ha incrementado notablemente en los últimos años. Así un deudor, extendiendo sus
operaciones fuera de su país, puede contraer obligaciones en el extranjero y tener allí también parte de su patrimonio. Ello ha llevado,
atento a las diferentes jurisdicciones involucradas, al desarrollo de los sistemas de unidad y pluralidad concursal internacional,
los que resultan independientes del principio de unidad que rige los concursos en el derecho interno.
El problema del concurso extranacional no ronda, como veremos, en torno de la territorialidad o extraterritorialidad del
concurso sino en la pluralidad o unidad de procedimiento, destinados a resolver la insolvencia que se ha extrapolado
internacionalmente.

1. Sistemas de concurso extranacional


Se han dado diversas teorías para solucionar el problema internacional del concurso.
El de la territorialidad es el sistema que le otorga fuerza jurisdiccional interna a la sentencia de quiebra, es
decir, dentro del territorio donde fue dictada. Sistema íntimamente relacionado con el de la pluralidad procesal
falimentaria.
En cambio, la extraterritorialidad era el sistema surgido a partir de la aplicación de los estatutos personales y
contemporáneamente por el sistema de unidad falimentaria que extrapolan todos o algunos de los efectos de la quiebra
dictada en un Estado a los demás donde el deudor tenga bienes.
No debe confundirse la extraterritorialidad con la unidad, porque existiendo aquélla puede haber un único
juicio con efectos universales (unidad) o pluralidad de ellos asegurándose la disponibilidad internacional de los
remanentes.
El sistema de unidad, también nominado como de universalidad, en el ámbito internacional supone un solo
proceso y ley aplicable. El el sistema falimentario sería que internacionalmente también se adoptara la unidad concursal,
pero es utópico pensar en la unificación total, porque cada legislación mirará la situación económica, social y política de su
país. Este sistema de unidad tiene un marcado efecto extraterritorial.
El sistema de la pluralidad es el que ha primado internacionalmente y se fundamenta en los principios dados
para justificar la territorialidad de las leyes en general. Importa distintos procedimientos simultáneos en todos los
Estados donde el deudor tenga bienes susceptibles de estar afectados a concurso. Los sostenedores de la pluralidad
dicen que la quiebra, considerada en su verdadera naturaleza, tiene por objeto el patrimonio y los bienes del deudor, más
que la persona del fallido, razón que justifica la aplicación de la ley del territorio donde el bien o los bienes están
situados. Tiene principal relevancia en estos casos la lex rei sitae, la ley del lugar donde el bien está situado.
En nuestro país han triunfado legislativamente, respecto del concurso extranacional, la pluralidad de concursos.
La solución adoptada termina siendo correcta en la práctica, pues un procedimiento idéntico se seguirá en la nación
extranjera, y si la ley argentina adoptase un principio opuesto, no haría sino favorecer a los acreedores del concurso
extranjero a costa de los de la quiebra formada en el país. Por ello, sólo obedeciendo a un espíritu de estricta conveniencia,
se puede dejar pasar una norma que contiene un desquicio jurídico.
El sistema dogmático que debe utilizar la legislación concursal internacional es el de la extraterritorialidad,
fundándose ello no sólo en el fundamento de las necesidades del comercio internacional y de la extraterritorialidad del hecho
generador de la insolvencia, sino en la unidad y universalidad que significa la quiebra como instituto, lo que importa el

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reconocimiento internacional del estado de quiebra y no de la sentencia que la declara, por lo que nada impediría que
existiesen una o varias quiebras simultáneas. Aplicándose el sistema de extraterritorialidad, sólo teniendo en cuenta las
previsiones de los acreedores para dar sus créditos, si sólo tuvieron en cuenta el patrimonio local corresponden juicios
plurales, y si lo han hecho sobre una previsión internacional cabe la unidad procesal de la quiebra.

2. Sistema argentino. Antecedentes


Históricamente el derecho argentino se inclinó por el sistema de la territorialidad. El antecedente remoto de la
norma contenida en la ley concursal tomó como fuente para tratar el tema en el Código de Comercio de 1859 para la
provincia de Buenos Aires. La misma norma se sucede en las restantes reformas con algunas variaciones formales hasta la
reforma de 1983 que se hace al art. 4º de la ley 19.551 por la ley 22.917.
La reforma de 1983 por la ley 22.917, modificó el segundo párrafo del artículo de 1972. En uno se prescribe
expresamente que el efecto de prioridad del acreedor local se aplica ante la existencia de concurso en el extranjero, es decir
que debe haber pluralidad de concursos y quiebra en el país (no concurso preventivo), por lo que el acreedor no debe ser
pagadero en el extranjero sino perteneciente a un concurso fuera del país, volviéndose al sistema de la ley de 1933. Se agrega
también la regla de reciprocidad.
Finalmente, en 1995 se dispone que la reciprocidad fijada en 1983 no debe ser acreditada por titulares de créditos
con garantía real.

3. Art. 4º, ley 24.522


En el orden local, actualmente, el concurso extranacional en la legislación argentina queda normado por el art.
4º, LCQ, y por los Tratados de Montevideo de 1889 y 1940 (Tratado de Derecho Comercial Internacional). Es decir que
cuando haya elementos internacionales y no se trate de países vinculados a través de los Tratados de Montevideo (arts. 31,
CN) entran en juego las normas de derecho internacional privado contenidas en la ley concursal (arts. 2º, inc. 2º, 3º, inc. 5º, y
4º, LCQ).

3.1. Extraterritorialidad de la sentencia concursal extranjera


La ley se enrola en un sistema de extraterritorialidad parcial de la sentencia concursal extranjera,
conjugado con el sistema de pluralidad de procesos, como veremos más adelante (art. 4º, primer párrafo, primera
parte, LCQ). La existencia de la sentencia concursal extranjera permite abrir el concurso en el país.
No puede el concurso extranjero incautar bienes en el país, ni pueden discutirse preferencias de acreedores
locales sobre bienes en el país y es válido el pago hecho al acreedor local. Las relaciones locales entre acreedores
locales y deudor concursado se rigen exclusivamente por la ley local. Ello, en virtud de que se considera al
patrimonio del fallido existente en el país garantía exclusiva de los acreedores locales.

El efecto que produce la apertura de concurso en el exterior lleva implícito el reconocimiento de la


extraterritorialidad del hecho generador del concurso.
No resulta necesaria para abrir el concurso en el país la comprobación de la existencia del estado de
cesación de pagos, cuando existe concurso abierto en el exterior; la sentencia resulta un presupuesto objetivo de
iniciación del concurso en el país (act of bankruptcy). Se trataría de una suerte de reconocimiento de origen
único entre ambas quiebras, aunque no es una unidad pura porque existe pluralidad de proceso y de juez; es una
aplicación, aunque con extraterritorialidad, del principio unitario en materia falimentaria.
Dicha sentencia debe ser reconocida en el proceso nacional a través de los mecanismos procesales
estipulados, autenticidad, legalización y traducción en su caso, sin que ello implique un exequátur. No es la
sentencia extranjera, una vez reconocida, la que abre la quiebra local, sino la sentencia que dicta el juez local,
siendo esta última y no aquélla la que confiere por sí misma condición ejecutoria a la quiebra local.

Respecto del tipo de proceso que debe ser abierto en el extranjero, entendemos que puede tratarse de
cualquiera tendiente a resolver la crisis patrimonial que tenga carácter concursal aunque su procedimiento no sea
legislado en el país. En cuanto al proceso a abrirse en el país, únicamente procede la quiebra.
La legitimación activa para abrir una quiebra en el país invocando el concurso extranjero corresponde
al propio deudor y al acreedor cuyo crédito debe hacerse efectivo en el país (acreedor local). Al acreedor
extranjero, si existen bienes de su deudor en el país, le queda la posibilidad de solicitar la quiebra del mismo,
acreditando la existencia del estado de cesación de pagos.
En cuanto a la legitimación pasiva, debe tratarse de un sujeto concursable en el país conforme el art. 2º,
LCQ, y en el caso de que el domicilio del sujeto pasivo sea extranjero deberán además existir bienes en el país.
No procede la aplicación de la norma en los casos en que el concurso sea declarado en el extranjero respecto de un
deudor con bienes en el país pero sin créditos pagaderos en él, pues dándose dichas circunstancias habrá una sola
liquidación, pasando los bienes al concurso extranjero.

3.2. Regla de las preferencias nacionales y pluralidad de concursos


Debe entenderse por acreedor extranjero aquel relacionado con el deudor a través de un crédito que
tiene exclusivo domicilio de pago en el extranjero. Si existe domicilio de pago alternativo en el país, será
considerado local.
La regla de preferencias nacionales o la prioridad del acreedor local por sobre el extranjero, o la
disponibilidad internacional de los remanentes, ha ido variando en el derecho interno nacional.
En principio, y hasta 1972, primaba el acreedor local por sobre todo acreedor (local o extranjero) que
estuviese dentro de un concurso abierto en el extranjero (pluralidad concursal necesaria); con la ley 19.551 en

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1972 esa preferencia se extendió a todo acreedor pagadero en el extranjero y no a aquellos incluidos en concurso
en el extranjero, pues no se exigía pluralidad concursal. Sin embargo, en 1976 (aplicándose al caso la ley 11.719),
en fallo de primera instancia (in re "Lital") se interpretó que aun con las leyes anteriores a la 19.551 la preferencia
nacional se aplicaba, existiera o no concurso en el extranjero, entendiendo que el fundamento del privilegio no se
relaciona con ningún concurso extranjero sino con la concurrencia de créditos pagaderos en el extranjero y en el
país, ante un concurso local.
Con la reforma de 1983, en principio, existe dicha preferencia cuando el acreedor pertenece a un
concurso abierto en el extranjero, sea el crédito pagadero en el país o en el extranjero, y no para todos los
acreedores "extranjeros", entendiéndose que para aplicar la regla de las preferencias nacionales es necesaria la
existencia plural de concursos. Pero agregando la reforma la regla de reciprocidad para los acreedores pagaderos
en el extranjero no vinculados a concurso fuera del país, y cuando aquélla no quede acreditada, igualmente jugará la
preferencia local.
Como primera medida, la regla de preferencia local se aplica siempre que exista pluralidad de
concursos internacionales.
También debe afirmarse que la preferencia local sólo entra en juego cuando exista una quiebra local y
cuando ella culmina por pago total —único caso donde existe saldo— y no en el caso de concurso preventivo
donde no hay posibilidad de existencia de saldo alguno. Igualmente, reconocemos que el caso tiene escasa o nula
aplicación práctica, pues en la realidad las quiebras liquidativas jamás tienen saldos.
Y para hacer efectivo el derecho del acreedor perteneciente a un concurso extranjero sobre el saldo de
la quiebra local, es necesario que éste tenga la posibilidad de verificar su crédito para así pasar a ser acreedor
concursal concurrente, controlar el procedimiento y finalmente cobrarse sobre el saldo, en igualdad con los
acreedores del concurso local.
En cuanto a los créditos con garantía real sobre bienes locales pero con domicilio de pago en el
extranjero, se ha sostenido su inejecutabilidad falimentaria, aunque se la ha admitido en una ejecución dentro de
un concurso preventivo. La regla de preferencias locales se aplica también frente a créditos con garantías reales.

3.3. Reciprocidad
Se impone una regla de reciprocidad por la cual sólo actuarán en paridad con los acreedores en el
concurso local créditos pagaderos en el extranjero no vinculados con concurso en el extranjero, cuando el
acreedor extranjero acredite que en el lugar donde su crédito es pagadero la legislación no hace distingos por el
origen del crédito afectando a un acreedor pagadero en el país.
En este caso no importa pluralidad o concurso único, pues lo que resulta relevante es que el acreedor
extranjero no pertenezca a un concurso abierto en el extranjero. Creemos ésta la interpretación correcta, pues la
existencia de plurales concursos no lleva implícito que el acreedor pertenezca a alguno de ellos y lo contrario
importaría detraer concursalmente al acreedor, pues no podría insinuarse en el concurso local y no se encuentra
relacionado —por no haber concurrido o no haber sido admitido— con ningún concurso extranjero
En definitiva el acreedor extranjero que acredite reciprocidad de trato actuará en el concurso local en
igualdad de reglas con los acreedores locales.
La aplicación de la regla de reciprocidad, es decir, la acreditación de ésta, puede hacerse tanto en un
concurso preventivo como en la quiebra, pero la inexistencia de reciprocidad sólo posterga al acreedor
extranjero respecto del local en el caso en que exista quiebra o cuando el concurso preventivo termine en quiebra,
pues solamente en ella es donde existirá saldo.
Se ha discutido si aquel acreedor extranjero que no acredite la reciprocidad queda excluido del
concurso local o si debe verificárselo y sobre él hacer pesar la regla de preferencia nacional, pues la exclusión
sólo se limita a concurrir en paridad con los acreedores locales. Nos inclinamos por la segunda opción, pues
entendemos que la regla de preferencia local también resulta aplicable para aquellos acreedores extranjeros
que no se relacionen con un concurso extranjero y no acrediten reciprocidad de trato.
En 1995 se incorpora la innecesariedad de acreditar reciprocidad alguna para los acreedores extranjeros
titulares de créditos con garantía real. El agregado se realiza en el último párrafo del artículo cuando debió hacérselo
en el párrafo tercero, cuando se legisla sobre el efecto de la reciprocidad. Así lo determina el Proyecto del Ministerio
de Justicia de 1997.

3.4. Paridad de dividendos


Se regula el caso del acreedor verificado como quirografario en el concurso local que, después de
abierto el concurso, percibe parte de su crédito en el exterior. Se busca equiparar a los acreedores que
reclaman en la quiebra local con aquellos que persiguen el cobro de su crédito también en el extranjero,
independientemente del concurso nacional. Y aquí no importa si el acreedor es local o extranjero; lo importante es
el cobro de su crédito en el exterior. Así, lo que el acreedor cobre en el extranjero, luego de abierto el concurso en
el país, debe ser imputado al dividendo a cobrarse, es decir que dicha suma se deduce de aquél.
No se produce el mismo efecto para el caso de que el pago se haya hecho antes de la apertura del
concurso local, porque ante dicha circunstancia queda reducido el crédito que se verifique en el concurso.
El sistema de paridad de dividendos sólo es aplicable en la quiebra liquidativa donde existe un proyecto
de distribución, porque allí es donde existe la posibilidad de dividendos que deban empardarse.
La ley sólo se refiere a los acreedores quirografarios, aunque se ha entendido injusta la limitación,
impulsándose que la norma abarque a todo tipo de créditos.

4. Tratados de Montevideo
A partir de la reforma constitucional de 1994 los tratados internacionales tienen jerarquía supralegal, por lo que

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cuando existan elementos internacionales en algún concurso, primariamente se aplicarán los tratados internacionales,
cuando estén involucrados países signatarios y subsidiariamente la ley interna con reglas de alcance internacional.
Los únicos tratados internacionales que vinculan a la Argentina con naciones extranjeras en materia concursal son el
Tratado de Montevideo de 1889 (suscripto por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, ratificado por
sus gobiernos con excepción de Brasil y Chile, posteriormente hubo adhesión de Colombia) y el Tratado de Montevideo de
1940 (suscripto por Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Colombia, Bolivia y Perú, aunque sólo fue ratificado por los tres
primeros).
El de 1889 modificó el sistema del Código de Comercio para con los países signatarios abandonándose el sistema de
pluralidad, incorporando cláusulas del sistema de unidad y otras de territorialidad. Impone el conocimiento en las
quiebras a los jueces del domicilio comercial del fallido. En caso de que existan establecimientos independientes en
distintos territorios se aplica la pluralidad. El sobrante pertenece al fallido en caso de una sola quiebra y a los acreedores
de otro estado en caso de pluralidad.
El de 1940, como el anterior, contiene disposiciones que siguen la unidad y otras la pluralidad, con alguna
prevalencia del primer sistema, estableciendo ciertos efectos extraterritoriales de la quiebra como la posibilidad de trabar
medidas cautelares en otros países. La competencia se le asigna al juez del domicilio del deudor y tanto en el caso de
pluralidad de concursos como en el de quiebra única se aplica la regla de las preferencias locales.
Respecto de las relaciones internacionales entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, adquiere virtual
importancia la integración efectuada a través del Mercado Común del Sur (Mercosur), donde se busca la armonización
legislativa entre dichos países.
Se propuso tratar como locales a todos los acreedores pagaderos en los Estados miembros, lo que importaría la
derogación de la acreditación de reciprocidad.

● HONORARIOS EN LOS CONCURSOS


El derecho al cobro de honorarios por los trabajos realizados tiene rango constitucional como parte de la garantía de inviolabilidad de
la propiedad (art. 17 CN) se plasma cuantitativamente a través de la regulación judicial.

La ley 25.563 reduce aún más dichos emolumentos para el caso del concurso preventivo. Se ha buscado a través de estas
morigeraciones de honorarios que éstos no constituyan lastre que impida que la empresa concursada se recupere o que sean
desproporcionados respecto del dividendo a percibir en la quiebra pero siempre debe tenerse en cuenta que estos procesos son
dispendiosos, atento a los funcionarios que necesariamente deben intervenir

1. OPORTUNIDAD DE LA REGULACIÓN
Nace a partir del comienzo de la actividad procesal generadora de éstos, pero se necesita de aquéllas para su cuantificación. Dichos
emolumentos son consecuencia de la imposición de costas general que se hace en el proceso concursal, la cual recae sobre el
concursado son considerados como prededucibles.

Art. 265 LCQ, determina taxativamente en qué momento deben regularse judicialmente los honorarios de los funcionarios del
concurso. En el concurso preventivo se regula al homologarse el acuerdo, en la quiebra al aprobarse el proyecto de distribución
final y en cada complementario que haya, o al concluir el proceso por avenimiento, y en cualquier momento que concluya, por la
causa que sea, el concurso preventivo o la quiebra.

Corresponde regular honorarios al declararse el cumplimiento del acuerdo, al producirse el desistimiento voluntario o sancionatorio en
el CP, el desistimiento de la quiebra por el deudor, cuando se revoque la sentencia de quiebra, en el caso de conclusión de la quiebra
por pago total, clausura por falta de activo o inexistencia de acreedores, conclusión por carta de pago, al rechazarse la presentación en
CP o la petición de quiebra.

En todas las incidencias planteadas en el proceso en que no proceda la regulación de honorarios prevista para los incidentes por el
art. 287 LCQ, corresponde regular los honorarios de la sindicatura cuando el concurso sea vencedor en costas, si el concurso
carga con las costas la regulación será GLOBAL al finalizar el proceso

2. ESCALAS DE REGULACIÓN
El juez del concurso, PREVIO a determinar los honorarios de los profesionales del concurso, debe determinar expresamente la base
regulatoria, para que pura justipreciar la regulación realizadas.
Deben determinarse teniendo en cuenta el derecho a la retribución de cada titular atento el devengamiento de dichos honorarios por la
actividad profesional desarrollada y teniendo en cuenta el principio de proporcionalidad respecto de la labor propia y en relación con
la de los demás profesionales.

En principio la pauta es el ACTIVO CONCURSADO, en el CP el prudencialmente estimado, y en la quiebra el efectivamente


liquidado.
La regulación sobre la escala arancelaria que hace la ley concursal EXCLUYE la aplicación de las leyes locales sobre la materia,
aunque podría admitirse la integración con ellas en casos no previstos específicamente. También entendemos que deben regularse los
honorarios de las ETAPAS PRECONCURSALES teniendo en cuenta las leyes arancelarias locales.

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La ley determina los parámetros entre los cuales deben regularse los honorarios de los funcionarios, al síndico, su asesor letrado, al
apoderado de la sindicatura, en actuaciones extrajurisdiccionales, al letrado del deudor en el CP o pedido de propia quiebra y al
abogado del acreedor que peticionó la quiebra.

No deben incluirse en dichos topes, por tener previsiones legales específicas a los coadministradores (Arts. 269 y 270 LCQ), al
comité de acreedores y sus asesores (Art. 260), a los enajenadores (Art. 261) y a los valuadores (art. 262)

El art. 271, segundo párrafo LCQ, habilita al juez a no respetar los mínimos, cuando sea desproporcionada la regulación que
correspondería respecto de los trabajos efectivamente realizados.
Consecuencia del principio de proporcionalidad que impone a los jueces dejar de lado los topes legales para conceder una
regulación justa.

El caso del letrado del síndico, art. 257 LCQ, los honorarios del patrocinante son a su exclusivo cargo, SALVO que dicha
contratación sea autorizada por el juez concursal y entonces serán gastos prededucibles, en cuyo caso formarán parte de la
regulación total e incidirán sobre los topes establecidos por ley.

La posición contraria entiende que en cualquiera de los dos casos, los honorarios del letrado del síndico integran la regulación total
influyendo en los topes legales, produciéndose en consecuencia una disminución de los gastos concursales.
El funcionario obtendrá siempre la misma regulación, sólo que la que se haga para su letrado, será determinada conforme y
manteniendo relación con los emolumentos estimados para la sindicatura, sin ser incluida en la regulación total, por lo que el concurso
nunca se vería perjudicado. En caso de estar dichos honorarios del letrado a cargo del concurso, dicha regulación no afectará tampoco
al concurso, sino a los titulares de los restantes honorarios, pues siempre aquél queda resguardado por los topes legales. Las escalas
legales son impuestas para los honorarios a cargo del concurso.

La ley dedica el art. 272 LCQ, a la apelabilidad de la regulación de honorarios, por los titulares y el síndico.

La determinación es APELABLE por parte del deudor en el CP, avenimiento, al concluir el CP, al concluir la quiebra por pago
total o cartas de pago. Aquí adquiere importancia la consulta de los honorarios por la alzada, aun cuando nadie haya apelado, en
los casos en que el deudor no está habilitado para apelar, pudiendo solamente reducirlo o confirmarlos pero nunca aumentarlos por no
haber habido interés del interesado. También la alzada puede revisar la base patrimonial tenida en cuenta por el juez para regular los
emolumentos.

- ACUERDO HOMOLOGADO
Art. 266 LCQ forma en que se determinarán los honorarios en caso de homologación del acuerdo en el CP. Son igualmente aplicables
para los casos en que el concurso haya culminado por el procedimiento del art. 48 LCQ

La escala va del 1% al 4% del activo estimado.


Base es el activo prudencialmente estimado por el juez. Bases lo que le informe la sindicatura, generalmente se toma el activo
determinado en el informe general, aunque excepcionalmente se tendrán en cuenta la denuncia realizada por el concursado al
momento de su presentación y los cambios de valores que pudiesen darse desde el momento en que se considera el activo hasta el auto
regulatorio.

Doble parámetro no puede superar el 4% del pasivo verificado, tope máximo. También la norma determina que la regulación NO
puede ser inferior a DOS sueldos de secretarios de primera instancia. Y aunque el tope supere el 4% del activo o del pasivo, debe ser
respetado atento el fundamento de la norma: DIGNIFICAR LA LABOR PROFESIONAL.
Ley 25.563, casos de activos importantes, cuando éstos superen los cien millones de pesos, los honorarios no pueden superar el 1%.
NADA impide que se aplique en este caso el tope del 4% del pasivo, por lo que el agregado estaría de más.

Art. 289, in fine, LCQ, los honorarios correspondientes al síndico en los pequeños concursos por la etapa de cumplimiento del
acuerdo serán del 1% de lo que se pague a los acreedores, regulación que deberá hacerse al decretarse el cumplimiento del acuerdo.
Regulados los honorarios en la resolución homologatoria del acuerdo, éstos se hacen exigibles a los noventa días de dicha sentencia o
juntamente con el pago de la primera cuota concordataria (Art 54).

- QUIEBRA LIQUIDADA.
Art. 267 LCQ, pautas para la regulación de honorarios en caso de liquidación en la quiebra, ya sea el caso de distribución final o
distribuciones complementarias, siendo también aplicable la norma para los casos de pago total. También se aplica para los casos de
conclusión de la quiebra por carta de pago y por avenimiento, casos en los que también se tendrá en cuenta el activo- realizable- no
realizado y las etapas efectivamente cumplidas.

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Base regulatoria es el activo realizado y se debe entender por activo liquidado el producto bruto de la liquidación de los bienes.

Activo realizado: deben quedar incluidos aquellos bienes incluidos en concurso especial, conforman el activo concursal y ella es la
razón de ser de la reserva que debe hacer el juez de las sumas resultantes del concurso especial (Art. 244).
Por ello no corresponde una regulación de honorarios autónoma de los funcionarios en el concurso general. SÓLO deben reservarse
las sumas estimadas por los emolumentos referidos a la liquidación.

En igual sentido, se entendió que los bienes gravados con derechos reales de garantía o con privilegios especiales forman parte del
activo e integran el capital computable a los efectos de las regulaciones.
En sentido contrario se sostiene que deben ser excluidos los bienes realizados mediante concurso especial, de cuyo producido SÓLO
pueden detraerse los gastos y honorarios que señala el art. 244. Se resolvió que el activo realizado es aquel liquidado en el concurso
con participación de los beneficiarios de los honorarios a regularse; no se computan los realizados en concursos especiales, salvo los
excedentes producidos una vez satisfechos los créditos en cuyo beneficio se formó el concurso especial, y en la medida en que se
incorporaron a la masa general sujeta a distribución.

La ley impone regulaciones entre el 4% y el 12% del activo realizado, no pudiendo igualmente ser inferior a TRES sueldos de
secretario de primera instancia de la jurisdicción.
Resulta aplicable nuevamente el art. 271 2do párrafo LCQ:

Resulta aplicable al caso el inciso 2° del art. 268 LCQ, que habilita a que las regulaciones consuman el total del activo líquido, en
caso de bienes vendidos en concurso especial los emolumentos se harán efectivos sobre las reservas realizadas en dichos emolumentos
se harán efectivos sobre las reservas realizadas en dichos procedimientos, y el resto siendo crédito prededucible concurrirá a prorrata
con las demás acreencias que contemplen la misma preferencia.

En el caso de distribuciones complementarias no es necesario respetar los pisos establecidas por la ley si ellos ya fueron tenidos en
cuenta al momento de realizarse la distribución final.

- CLAUSURA DEL PROCEDIMIENTO DE QUIEBRA.


Segundo inciso del art. 268 LCQ, pautas para la determinación de los honorarios de los profesionales, en los casos de clausura del
procedimiento de quiebra por falta de activo o de acreedores, sin imponer topes ni bases de cálculo, esto último por ser inexistente en
dicho supuesto; o no hay activo realizado o no hay pasivo que justifique la realización de activo.

El juez puede tener en cuenta, como pauta: cuando no haya activo, excepcionalmente el pasivo verificado; cuando no haya pasivo,
valorará el activo, y cuando ambos son inexistentes, el crédito en virtud del cual se solicitó la quiebra.

Quiebra SIN activo: el pasivo es indiferente si el activo es tan bajo que no cubre los créditos del art. 232 LCQ, aunque puede ser
igualmente tenido en cuenta- el pasivo- al momento de determinar los honorarios, evaluando si se consumen o no todos los fondos o
su incidencia sobre los restantes créditos prededucibles respecto del prorrateo que debe hacerse con ellos.

Imposición de costas en general se resolvió que éstas deben ser impuestas al fallido, y no al peticionante de la quiebra, el acreedor
que obtuvo favorablemente la declaración de quiebra e incluso fue verificado, fue procesalmente triunfante, mientras que el litigante
vencido es el deudor y tampoco puede admitirse que las costas sean compartidas con el deudor, pues en tal caso el acreedor tendría
derecho a repetir contra el fallido sólo la parte proporcional de lo abonado. Se ha resuelto que el síndico puede reclamar sus
honorarios al peticionante de la quiebra, sin perjuicio del derecho de repetición que le asiste a éste contra el fallido condenado en
costas. Otra postura dice que se deben imponer costas al peticionante
Entendemos que debe aplicarse la primera tesis: las costas deben imponerse al fallido, pero teniendo el síndico posibilidad de cobro
contra el acreedor peticionante, la retribución de la función pública del síndico es trasladada por el Estado al sector privado y ésta
debe asegurarse.

Cuando se clausure la quiebra por inexistencia de acreedores, debe evaluarse concretamente la labor particular de cada uno de los
profesionales.
Debe ponderarse principalmente si la inexistencia de acreedores se produce por no haberse insinuado o porque insinuándose no han
sido admitidos en el pasivo concursal.
Por un lado, se entendió que éstas se imponen al fallido, atente haberse comprobado la existencia de los presupuestos concursales que
habilitaron su apertura, por otro se sostiene que deben ser impuestas al acreedor peticionante de la quiebra, que la hizo decretar e hizo
tramitar un juicio inconducente.

- CONTINUACIÓN DE LA EXPLOTACIÓN DE LA EMPRESA EN QUIEBRA.

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Art. 269 y 270 LCQ, la ley determina la regulación del síndico y del coadministrador. Se vinculan con las utilidades obtenidas en
la administración con un tope del 10% del resultado neto de explotación, sin tener en cuenta el producto de la realización de los
bienes.

Se ha entendido que el resultado neto obtenido en la explotación, está aludiendo a la ganancia producida que surja del estado de
resultados neto de explotación que se practique al momento de finalizar la gestión respectiva. En caso de inexistencia de
utilidades las remuneraciones será determinadas por el juez, teniendo el cuenta la labor efectivamente desarrollada. El juez por auto
fundado puede apartarse de ello y fijar el pago de una cantidad fija al coadministrador sin depender del resultado de la explotación o
concurriendo con éste. También puede determinar el pago por períodos a ambos funcionarios. Esta última es la forma más común en
la praxis judicial para estos casos.

- INCIDENTES
La ley se aparta del principio de inaplicabilidad de las leyes locales en materia de aranceles sentado en el art. 271 LCQ y hacer
regir estas leyes y sus estipulaciones respecto de los incidentes de revisión y verificación tardía de créditos.
Consideran como monto del proceso principal la cuantía del crédito insinuado y verificado.

Tomo como base el crédito insinuado y verificado pudiendo diferir el uno del otro. Por nuestra parte, entendemos que debe
considerarse el monto total verificado, en el caso en que no se haya admitido una parte importante del crédito insinuado corresponde
tener a aquél como base por ser el que marca el valor económico del incidente, lo que deberá ser evaluado en cada caso en particular.

Un tema controvertido es el derecho de la sindicatura a una regulación autónoma de honorarios en los incidentes de revisión y
verificación tardía de créditos. Una postura entiende que la labor de la sindicatura en la etapa eventual de créditos no difiere de la
tempestiva, por lo que sus honorarios quedan incluidos en la regulación global en la oportunidad del art. 265, sin importar que las
costas hayan sido impuestas al acreedor. Por otro lado, la posición que adopta Graziabile, sostiene que los honorarios deben ser
regulados en los incidentes para que sean soportados por el acreedor condenado en costas y no diferidos al concursado juntamente con
los del proceso general, beneficiándose a aquél, a quien le será menos gravoso litigar

REGLAS PROCESALES CONCURSALES.


I. DISPOSICIONES PROCESALES.
Art. 273 LCQ, normas procesales particulares, aplicables al concurso en general, disponiendo algunas excepciones en el resto del
cuerpo legal.
Ninguno de los principios del proceso concursal, quedan previstos expresamente en la ley concursal. Sería correcto hacer referencia a
“normas genéricas”.
La ley busca la autosuficiencia procesal del concurso. Art. 278 LCQ, hace aplicables los Códigos Procesales locales
supletoriamente.

Se aplica primero la ley concursal; para las situaciones no previstas, debe aplicarse por analogía otra normas concursal y
finalmente, si la situación no puede resolverse concursalmente debe acudirse a los Códigos locales en la medida que sean compatibles
con el concurso.

1) aplicación de normas procesales de la ley de concursos


2) aplicación analógica de dichas normas para casos no previstos
3) aplicación de los códigos procesales: cuando sea compatible con la rapidez y economía del concurso y también se aplicarán
las normas formales de los códigos procesales, cuando, aunque afecte la celeridad concursal, la cuestión no pueda ser
resuelta de otra manera. Salvo que se contradigan con el concurso y la cuestión pueda solucionarse dejándose de lado la
norma.

1. PERENTORIEDAD DE LOS PLAZOS. TIEMPO PROCESAL CONCURSAL.


Inc. 1° del art. 273 LCQ, los plazos concursales son perentorios y, en caso de no determinarse uno especial, se considerará de cinco
días, salvo que el juez, determine ampliarlo o reducirlo. El vencimiento del plazo produce el decaimiento del derecho al ejercicio de
un determinado acto procesal.

Directamente relacionada con la preclusión, el vencimiento de un plazo perentorio hace perder el derecho que se ha dejado de usar
oportunamente. La perentoriedad está relacionada con la improrrogabilidad de los plazos. No pueden, en principio, prorrogarse los
plazos por acuerdo de los interesados, ni por petición del juez. Entrará en juego cuando los plazos sean disponibles por las partes, ello
ocurre cuando en el trámite incidental o en aquellas acciones relacionadas siempre que no se trate de un plazo perentorio.

No pueden, en principio, prorrogarse los plazos por acuerdo de los interesados, ni por petición al juez.

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Entrará en juego cuando los plazos sean disponibles por las partes, ello ocurre en el trámite incidental o en aquellas acciones
relacionadas siempre que no se trate de un plazo perentorio.

No puede, en principio, prorrogarse los plazos, salvo el caso del art. 11, in fine, LCQ y los supuestos previstos para la etapa de
liquidación en la quiebra.
La celeridad ha llevado al legislador a procurar un sistema de términos y plazos especiales, los cuales pueden ser fijados directamente
por la ley o determinados por el magistrado.

Plazos procesales en su generalidad son legales, también ciertos actos procesales deberán cumplirse en el día fijado.
La última parte del art. 273 LCQ, le impone al juez hacer cumplir estrictamente todos los plazos de la ley hace que la perentoriedad
lo afecte, importando mal desempeño de su cargo, aunque tiene la posibilidad de prorrogar los plazos cuando exista causa justificada;
si ésta no existe, el plazo es perentorio incluso para el juez.

El juez puede evaluar la existencia de causas que justifiquen la prórroga de plazos.


Inc 2° del art. 273 LCQ, determina la forma del cómputo de los plazos. Se contarán en días hábiles SALVO que una disposición
legal especial determine que dicho cómputo se efectúe en días corridos o cuando los plazos estén expresados en meses o años.

En principio los plazos comienzan a correr a partir del día hábil siguiente a su notificación. Los actos también deben desarrollarse
dentro de las horas hábiles.

El plazo de gracia procesal en general se ha admitido, excepciones en aquellos casos en donde un plazo arranca cuando termina
otro, situación en la cual, el término de gracia desordenaría el proceso concursal.
La aplicación de dicho plazo extraordinario choca con la economía y celeridad concursal. Ya dijimos en virtud de dicha regla ritual
local, los actos que se realicen dentro de las dos primeras horas (CABA, en Bs.As son 4 horas) del día posterior hábil al vencimiento
del plazo son válidos.

2. APELABILIDAD RESTRINGIDA. SISTEMA RECURSIVO CONCURSAL


Incisos 3° y 4° del art. 273 LCQ “apelabilidad concursal restringida”. La apelación se encuentra restringida y se funda en evitar
dilaciones y perturbaciones al normal desarrollo del proceso; sus excepciones se fundan en la natural realización de los fines de la
revisión y a fin de evitar un daño grave a los intereses afectados por la decisión errónea del juez.
Si bien la apelación sí se restringe, devienen admisibles los restantes recursos legislados por los Códigos locales.

Se han admitido la revocatoria y la aclaratoria, no afectan la celeridad del proceso concursal. También debe admitirse la apelación
subsidiaria de la revocatoria, la queja por denegatoria de la apelación, pues ninguno afecta las perspectivas del art. 278 LCQ.
Cuando estemos ante sentencias definitivas corresponde admitir los recursos extraordinarios.

El primero de los incisos impone la inapelabilidad como regla y el segundo admite la existencia de excepciones, y prescribe, que
cuando se admite la apelación se lo hace en relación y con efecto suspensivo, aunque la ley impone casos en que se concede en efecto
devolutivo.

Casos en los que se admite la apelación:


- art 13 segundo párrafo
- art. 16 segunda parte
- art. 17 segundo párrafo (con efecto devolutivo cuando apela el deudor)
- art. 24 segundo párrafo (con efecto devolutivo)
- art. 51 tercer párrafo (con efecto devolutivo cuando puede apelar el deudor)
- art. 58 segundo párrafo
- art. 59 quinto párrafo
- art 61
- art 63 segundo párrafo
- art. 65 segundo párrafo
- art 96 cuarto párrafo (con efecto devolutivo)
- art 103 segundo párrafo (con efecto devolutivo)
- art 117 cuarto párrafo
- art. 118 in fine
- art. 144 inciso 7° b) (con efecto devolutivo)
- art. 191 in fine
- art. 206 segundo párrafo
- art 214

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- art 232 segundo párrafo
- art. 255
- art 272
- art 281 según párrafo con efecto devolutivo
- art 285
También la ley impone un efecto suspensivo especial, al cual llamamos relativo, porque hace igualmente continuar la producción de
ciertos efectos en los casos de los arts. 61 (quiebra por nulidad del acuerdo) y 63 (quiebra por incumplimiento del acuerdo) como la
incautación, administración de bienes, continuación de la explotación de la empresa y sobre el contrato de trabajo.

El principio de inapelabilidad ha sido interpretado restrictivamente por la jurisprudencia, que ha entendido que la regla no alcanza a
aquellas cuestiones que excedan el trámite ordinario del proceso concursal.
La ley concursal es específica respecto al recurso de apelación pues impone que el mismo es admisible cuando ella expresamente lo
prevea, en los demás casos no lo es, imponiéndose un sistema cerrado al respecto.

Para que proceda la apelación la ley concursal no debe prever otro medio impugnativo y la aplicación de las normas locales, atento
la regla de reserva, no debe afectar la celeridad concursal

3. SISTEMA DE NOTIFICACIONES
Publicación edictal, arts. 27, 28, 74, 89, 218 inc. 4°, la citación de las partes, el traslado de incidentes, se notifican por cédula y las
restantes notificaciones se harán ministerio legis, tácitamente o “por nota”.
Art. 26 LCQ prescribe el mismo principio respecto de las notificaciones e impone al deudor y sus representantes comparecer en
Secretaría los días de nota desde la interposición de la demanda.
FUNDAMENTO: la celeridad del proceso concursal, con la notificación ministerio legis se ahorra el tiempo natural que demanda el
diligenciamiento de las cédulas.
Todos son citados por cédulas y después quedan notificados opes legis, en forma ficta, de las demás resoluciones.

La notificación es el acto procesal mediante el cual se hace conocer a las partes o terceros una resolución judicial, la situación, es una
especie dentro de aquélla, importa hacer conocer a una persona, sea o no parte en el proceso, su deber de comparencia ante la
autoridad judicial por ser de necesidad a sus intereses o de conveniencia para el mismo proceso.

Emplazamiento: el llamado que se hace a una persona para que comparezca a juicio dentro de un plazo determinado, quedaría
incluido dentro de la citación.

Intimación o requerimiento: comunicación que se hace a alguien con un mandato judicial para que cumpla un acto o se abstenga de
hacer alguna cosa, bajo apercibimiento de sufrir las consecuencias disvaliosas de su omisión o acción.
En este último caso sólo el juez podrá determinar la notificación por cédula, cuando ello se condiga con la rapidez y economía
concursal, aplicando así las leyes locales.

La jurisprudencia ha determinado que las sentencias dictadas en incidentes concursales deben notificarse personalmente o por cédula

La doctrina por una parte ha entendido que deberá tenerse en cuenta que en las situaciones no reguladas expresamente, en las que
corresponde la aplicación de las normas procesales locales y éstas impongan la notificación por cédula habrá que acudir a este tipo de
notificación. Frente al conflicto entre la rapidez y la seguridad jurídica cede, en principio el régimen procesal concursal y debe dársele
preferencia al sistema local aplicable supletoriamente. En caso de duda debe estarse al resguardo del derecho del interesado a una
notificación efectiva.

El Superior Tribunal Bonaerense indica que determinada la forma de notificación por el juez y consentida ella, queda incorporada
definitivamente al proceso e imposible de sustraerla del mismo por haberse ocurrido la preclusión. En cambio, cuando se está ante
una situación expresamente prevista y normada por la ley especial, no es dable alterar el modo de notificar una resolución respecto de
la cual la ley prevé el modo de anoticiamiento.

Ley concursal impone la forma de notificación de las resoluciones dictadas en el proceso concursal- principal o incidental- sin
posibilidad de aplicación de los Códigos locales, admitiéndose que el juez concursal modifique excepcionalmente esa forma de
anoticiamiento, en auto consentido por las partes, requiriéndose expresamente que se ordene la notificación por cédula.

Surge que la notificación por cédula procede siempre que así lo disponga la ley concursal o decisión del juez del concurso o cuando la
notificación automática importe la violación de la garantía constitucional de defensa en juicio.

4. CONSTITUCIÓN DE DOMICILIO PROCESAL

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El inciso 6° del art. 273 LCQ, el domicilio procesal constituido subsiste hasta la constitución de uno nuevo o hasta la conclusión del
concurso. Cuando no se cumpla con la carga de constituir procesalmente un domicilio, o éste se constituye en un edificio
inexistente o que desapareciere después, se lo tendrá por constituido en los estrados judiciales, sin necesidad de declaración ni
intimación previa.
Misma solución cuando el edificio que deshabitado o se altere o suprimiere la numeración. El domicilio que se constituya en el
principal subsiste en los incidentes.
La carga les corresponde al deudor, a los acreedores, al síndico y a todo aquel que intervenga procesalmente en el concurso.

El síndico debe tener domicilio constituidos, no sólo en la lista de sorteo sino en cada uno de los expedientes, pudiendo ser el
mismo u otro, incluso se ha admitido la constitución de más de un domicilio para la recepción de los pedidos de verificación cuando la
envergadura del concurso y la cantidad de acreedores así lo amerite; la designación del contador se notificará por cédula al domicilio
constituido por el profesional, y tendrá tres días para aceptar el cargo.

La constitución del domicilio en los estrados importa que las notificaciones se practicarán todas “por nota”. Siempre existe la
posibilidad de constituir domicilia procesal y hacer cesar los efectos de la notificación ministerio legis.

5. REMISIÓN DE EXPEDIENTES
El inciso 7° del art. 173 LCQ, dispone prohibitivamente la remisión del expediente concursal a otra sede jurisdiccional.
Sólo se refiere al expediente principal y no así a los incidentes, pues éstos, tramitan por separado.
Esta prescripción legal se funda atendiendo el continuo movimiento procesal que se produce en el concurso.

La ley prescribe que puede remitirse el expediente excepcionalmente para dilucidar una causa penal por un término no mayor de
cinco días, quedando a cargo del juzgado que lo requirió la obtención de testimonio y otras constancias que permitan su devolución
en término.

Para los casos en que no pueda remitirse el expediente, puede disponer el juez, como director del proceso, la remisión de fotocopias
certificadas por Secretarías, salvo que ello sea dificultoso por su extensión. Aunque igualmente se encuentra el legajo de copias.
Otra solución sería que el juez oficiante que necesita el expediente directamente solicite la información necesaria al juez concursal,
quien podrá cumplir con ello por intermedio de un informe de Secretaría.
En el caso de apelación, no debería remitirse el expediente a la alzada sino que deberían informarse actuaciones al respecto.

6. DIFERIMIENTO ARANCELARIO DE LOS TRÁMITES.


La ley determina el diferimiento del pago de ciertos gastos que se producen dentro del proceso concursal.
No tiene mucho que ver con las reglas procesales sino que más bien son arancelarias-fiscales. Lo único que hace la ley es diferir el
pago, no excluirlo

El inciso 8° del art. 273 LCQ, dispone que los trámites ante los registros de la propiedad u otros necesarios para la protección de la
integridad del patrimonio, se hacen sin pago previo, el cual se transfiere para la etapa distributiva de la quiebra considerándselos
como créditos prededucibles. Igual norma se aplica a los informes necesarios para la determinación del activo o el pasivo. Queda
incluida en la norma la publicación edictal en la quiebra, no así la del concurso preventivo. También debe diferirse el pago de todo
tipo de tributos.

7. CARGA DE LA PRUEBA.
El inciso 9° del art. 273 LCQ, la carga de la prueba en cuestiones contradictorias se rige por las normas comunes a la naturaleza de la
relación de que se trate.
Las cargas probatorias no deben afectar la inquisitoriedad del trámite del proceso concursal, pero el oficio concursal tampoco debe
suplir la carga probatoria impuesta a las partes.

Tal previsión legal no presenta problemas en la incorporación concursal de créditos civiles y comerciales, pero podría carias en los
supuestos de créditos laborales, aunque ahora, los juicios laborales seguirán su curso o se iniciarán en sede de los tribunales del
trabajo. Sin embargo dichas sentencias también deberán pasar por el tamiz de la verificación de créditos.
Para los casos donde se juzguen relaciones laborales, el juez concursal debería aplicar la regla in dubio pro operario, sin embargo
ello afectaría la naturaleza del proceso concursal.

Distinción que hace Graziabile: En principio las cargas probatorias no deben afectar la inquisitoriedad del trámite, del proceso
concursal, pero el oficio concursal tampoco debe suplir la carga probatoria impuesta a las partes.
De una manera funcionará este principio dentro de la etapa tempestiva de verificación, siendo de la misma manera para la
determinación concreta del activo, primando la inquisitoriedad, pero muy distinta será en la etapa eventual de verificación y en

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general en aquellos incidentes que se planteen donde es imprescindible respetar las cargas de la prueba para que no se vea afectada la
imparcialidad jurisdiccional.

In dubio pro operario, hace que deba el empleador desvirtuar las afirmaciones del empleado acreedor, en el proceso concursal,
donde la multisubjetividad que el mismo importa, es imprescindible hacer respetar las cargas de la prueba para que no se vea afectada
la imparcialidad jurisdiccional.
Cuando la orfandad de prueba que por parte del trabajador impide analizar la cuestión en base al principio de la primacía de la
realidad no puede admitirse el crédito en el pasivo concursal

8. CADUCIDAD DE INSTANCIA.
Art. 277 LCQ, reglas concursales de caducidad de instancia.
La ley concursal no reglamentada la caducidad de la instancia, lo que lleva a aplicar los ordenamientos locales, el inicio del plazo, la
suspensión e interrupción se rigen por los Códigos de rito. Se trata de un plazo NO perentorio pero improrrogable, si bien no
puede ser alongado por petición de parte, pero sin declaración judicial que la decrete, los actos posteriores son válidos e interrumpen
el plazo. El cómputo de la feria judicial, en el orden nacional y en el bonaerense, se excluye la feria judicial para el cómputo de los
plazos corridos. Puede ser decretada a petición de parte interesada o de oficio.

No hay perención en el principal, pero si caduca a los TRES meses en las restantes actuaciones e incidentes, incluido el
anteconcurso. Sin perjuicio de las especiales prescripciones respecto de las acciones revocatorias, de extensión de quiebra y de
responsabilidad, donde se determina que la instancia en estos casos caduca a los seis meses. El cómputo de los plazos, atento a que se
trata de meses, se entiende que se computan corridos y no por días hábiles judiciales.

Por un lado, se entiende que, no existiendo concurso, la perención en cuanto al plazo, se rige por las normas locales y no por el art.
277. Graziabile no está de acuerdo con tal argumentación, ya que la ley concursal regula específicamente la etapa preconcursal, por lo
que la misma debe ser incluida en la previsión que hace la norma analizada cuando se refiere a las “demás actuaciones”, pudiendo ser
éstas incidentales concursales o pertenecientes al anteconcurso.

Para Graziabile la caducidad es procesal, se aplican los códigos rituales, pero su término es determinado por la ley concursal.

9. LEGAJO DE COPIAS.
Art. 279 LCQ, se dispone la existencia de un expediente concursal mellizo, paralelo o duplicado, llamado “legajo de copias”.
Es destinado a las consultas públicas, con el fin de salvaguardar las actuaciones judiciales originales.
Constituye falta grave del secretario la omisión de mantenerlo actualizado. Estará formado por las copias fundamentales del
expediente y las que la ley especialmente disponga.

Todas las copias glosadas en él deben llevar la firma de las personas que intervinieron.
Los interesados aparte de la copia que exige el art. 120 CPCCN deberán acompañar una más para el legajo. El hecho de que dicha
copia, la correspondiente al legajo no sea acompañada, no importa rechazar la petición sino diferir su resolución hasta tanto se cumpla
con la omisión.

La ley prevé expresamente copia para la demanda de concurso preventivo, pedidos de verificación en el concurso preventivo,
impugnaciones a los pedidos de verificación, informes individuales, observación fecha inicial del estado de cesación de pago,
inventario de los bienes desapoderados y pedidos de verificación en la quiebra.

PROCEDIMIENTO INCIDENTAL.
Incidente toda cuestión contenciosa que pueda surgir durante el desarrollo del proceso y guarde algún grado de conexidad con la
pretensión o petición que constituye el objeto de aquél. Art. 280 y ss.

Clasificación de los distintos incidentes GARAGUSO:


- incidentes genéricos: arts. 280 y ss LCQ todas las cuestiones que guarden relación con el objeto principal del concurso y no
tengan asignado un procedimiento especial.
- incidentes específicos: donde queda incluida toda aquella cuestión que tenga relación el con objeto principal del concurso y
cuyo trámite haya sido reglado especialmente por la ley.
- incidentes comunes procesales de los códigos procesales: donde incluiremos todas cuestión estrictamente procesal que se
suscite en el principal o en incidentes, las cuales debe tratarse conforme al procedimiento previsto por las normas procesales
locales.

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1. INCIDENTES GENÉRICOS. APLICACIÓN Y CARACTERES.
El art. 180 LCQ regla residual de tramitación de las cuestiones relacionadas con el proceso principal. Allí se ventilarán todas las
pretensiones que se susciten en el concurso y relacionadas con éste, que no tengan trámite especial. Se trata de juicios abreviados de
conocimientos pleno cuya sentencia, considerada definitiva, hace cosa juzgada material o sustancial, por lo que tiene efectos intra y
extraconcursales.
La ley en el art. 286 dispone la acumulación ab initio de todas las cuestiones, conocidas por el accionante, que deban tramitar por la
vía incidental. Bajo pena de rechazarse in limine las que se entablen con posterioridad.

2. TRÁMITE ESPECIAL.
El incidente promovido por el deudor, los acreedores, el síndico o por cualquier tercero que vea afectado un derecho propio. Art. 281
con la demanda incidental se ofrecía de la cual quiera valerse el incidentista, y acompañarse la documental.

En caso de no acompañarse toda la documentación en poder del incidentista u ofrecerse toda la prueba, precluye la oportunidad
procesal siendo improcedente la ampliación de la demanda.
Presentada la demanda el juez hará un previo análisis formal y podrá admitir o rechazar in limine el incidente cuando sea
manifiestamente improcedente.
En el primer caso (admitir) correrá traslado a la parte contraria, para que en diez días conteste la demanda; ello implicará la
admisión del incidente. Dicho traslado se notificará por cédula. Si no se hubiere constituido domicilio se notificará “por nota” y si
importa la citación de un sujeto al proceso se notificará por cédula al domicilio real. La contestación de la demanda debe, al igual
que la demanda, acompañar la documental y ofrecer la restante prueba y contener las exigencias por las leyes locales.
NO procede la oposición de excepciones previas y el allanamiento que haga el deudor incidentado no obliga al juez.
Trabada la litis, arts. 282, 283 y 284 LCQ, se regula la etapa probatoria del incidente. Plazo máximo del período de prueba de 20
días, pudiendo el juez desechar aquella que sea improcedente en forma patente, o sea de imposible producción. Incumbe a las partes la
carga de la prueba.

Está habilitado el juez para clausurar la etapa vencido o no el plazo, declarando la negligencia de la prueba pendiente de
producción por considerarla innecesaria o mandando a producir como medida para mejor proveer aquella que no se haya producido y
crea necesaria para dilucidar el pleito.

La ley dispone que la prueba debe realizarse en audiencia única, para producir en ella toda la prueba necesaria, las absoluciones de
posiciones (es admisible cuando se trate de intereses personales del concursado) y las testimoniales.

Art. 284: restringe a cinco el número de testigos admisibles. Salvo que se requieran más atento a la complejidad de la causa y los
hechos controvertidos, los que deben ser ofrecidos juntamente con la demanda.

Art. 283: regula la prueba pericial, podrán ser 1 o 3 los peritos dependiendo de las circunstancias. En caso de que sea uno será
designado por el juez y cuando se determinen tres, podrán las partes proponer dos en un escrito conjunto, sustituyendo así a dos de los
tres designados oficiosamente.

No prevé la ley la actuación de la sindicatura en los incidentes genéricos cuando éstos no hayan sido iniciados por aquélla. Es
indudable la necesidad de la participación del síndico, y entendemos que ésta debe producirse.

Art. 277 la instancia en los incidentes perime a los 4 meses

3. RECURSOS
Procedencia del recurso de apelación en dos casos, el rechazo in limine del incidente y la sentencia que le pone fin,
determinándose expresamente el efecto devolutivo en el primer caso y el efecto suspensivo en el segundo por aplicación del inciso 4°
del art. 273 LCQ. Notificación ficta o ministerio legis.
Toda otra resolución dictada en el trámite del incidente es inapelable, sin perjuicio de la segunda parte del art. 285 LCQ, admite
que se solicite su revocación en la alza al momento de fundar la apelación concedida contra la sentencia, importando ello, una especie
de recurso diferido, aunque sin necesidad de apelación previa.

4. HONORARIOS
Deben regularse honorarios teniendo como base el monto del crédito insinuado y verificado, aplicándose la escala correspondiente
a los incidentes contenida en las legislaciones locales.
CSJN “Caso Sanfilippo” imponía que se regularan los emolumentos profesionales conforme a la escala de las leyes locales
correspondiente a los juicios de conocimiento.

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Proveer la regulación de honorarios del síndico independientemente de la regulación global determinada en la oportunidad del art.
265 LCQ, cuando las costas sean impuestas al incidentista no concursado.

5. COSTAS
La ley concursal nada determina en cuanto a la imposición de costas.
Se aplica como regla el principio del vencimiento y del vencimiento parcial y mutuo. También se aplican las excepciones
contenidas en los Códigos Procesales, la eximición que determine el juez siempre que encuentre mérito para ello, cuando se trate de
cuestiones dudosa de derecho, allanamiento real, incondicionado, oportuno, total y efectivo. Excepción en el art. 76 CPCCN, cuando
el demandado no ha dado lugar a la demanda y se allanare a ella.

Situaciones especiales en los incidentes de revisión y de verificación tardía. Primero corresponde imponer las costas al acreedor,
incidentista, cuando la revisión sea promovida por haberse declarado inadmisible su crédito por insuficiencia probatoria y ésta haya
sido subsanada en el incidente sólo con prueba documental, la cual pudo haberse acompañado en la oportunidad del art. 32 LCQ.
Es decir que el incidente se inicia por exclusiva negligencia del acreedor.

Incidente de verificación tardía, la jurisprudencia ha entendido mayoritariamente que el acreedor soporta las costas de su
insinuación tardía, seguramente influida por la la legislación italiana donde se lo dispone expresamente.

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