Universidad Mayor de San Andres: Facultad de Ciencias Jurídicas Y Políticas Carrera Derecho
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Tesis de Grado
LA PAZ - BOLIVIA
2005
UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS
FACULTAD DE DERECHO Y CICENCIAS POLÍTICAS
CARRERA DE DERECHO
BIBLIOTECA
“Todo tipo de reproducción del presente documento siempre hacer mención de la fuente del autor y del
repositorio digital para evitar cuestiones legales sobre el delito de plagió y/o piratería”.
La dirección de la Biblioteca
“TODO ES DE DIOS
a mi madre...
porque ella
se lo merece todo.
AGRADECIMIENTO
MUCHAS GRACIAS
INDICE
Resumen.--------------------------------------------------------------------------------------Pág. xiii
Introducción -------------------------------------------------------------------------------- 1
A. Limitación temática, temporal y física -------------------------------------------- 1
B. El problema de investigación ------------------------------------------------------- 2
C. Justificación del problema----------------------------------------------------------- 2
D. Objetivo general---------------------------------------------------------------------- 3
E. Objetivos específicos----------------------------------------------------------------- 3
F. Formulación de la hipótesis---------------------------------------------------------- 4
G. Marco referencial---------------------------------------------------------------------- 4
H. Metodología---------------------------------------------------------------------------- 4
I. Variables-------------------------------------------------------------------------------- 6
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS-------------------------------------------- I
I. Libros------------------------------------------------------------------------------ II
II. Artículos de revistas científicas------------------------------------------------ IX
III. Códigos y Leyes------------------------------------------------------------------ X
IV. Diccionarios y Enciclopedias-------------------------------------------------- XI
APÉNDICES---------------------------------------------------------------------------- XII
Apéndice A: Carta De Derechos Del Paciente----------------------------------- XIII
Apéndice B: Código De Nuremberg----------------------------------------------- XVI
Apéndice C: Declaración De Helsinki de la Asociación Médica
Mundial---------------------------------------------------------------- XIX
Apéndice D: Propuestas y Directrices Internacionales
para la Investigación Biomédica en Sujetos Humanos---------- XXVI
Apéndice E: Informe Belmont----------------------------------------------------- XXXIII
Apéndice F: Declaración de Lisboa de la Asociación Médica Mundial
sobre los Derechos del Paciente------------------------------------ XLIX
Apéndice G: Convenio sobre Derechos Humanos y Biomedicina------------ LIV
ÍNDICE
TABLAS Y GRÁFICOS
Escala de Likert N° 1, afirmación N° 1: Tabla.---------------------- 161
Gráfico-------------------- 161
Es objetivo del presente trabajo plantear un Anteproyecto de Ley en Materia Penal, que
regule de manera específica la instrumentación del “Consentimiento Informado”, con el
propósito de optimizar la relación médico-paciente en un verdadero estado de seguridad jurídica
para las partes.
INTRODUCCIÓN.
B. EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN.
1
La teoría del Consentimiento Informado parte de la premisa de que una adecuada información posibilita las
elecciones del paciente. Al respecto podemos encontrar algunas aproximaciones en la ley 728 (Código de Ética
Médica) en sus artículos 8, 13 y 14.
C. JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA.
Estas faltas contra los derechos de los pacientes ocasionan demandas penales en contra de
los profesionales médicos por Lesiones Graves y Leves; Lesiones Gravísimas y/o por Homicidio
Culposo4.
2
“Artículo 7 (C.P.E.).- Toda persona tiene los siguientes derechos fundamentales, conforme a las leyes que
reglamenten su ejercicio: a) A la vida, la salud y la seguridad;...”
3
“Artículo 6 (C.P.E.).- ...II. La dignidad y la libertad de la persona son inviolables. Respetarlas y protegerlas es
deber primordial del Estado.”
4
“Código Penal, artículo 260, “Homicidio culposo”.
Código Penal, artículo 270, “Lesiones gravísimas”.
Código Penal, artículo 271, “Lesiones graves y leves”.
5
“Seguridad Jurídica: Condición esencial para la vida y el desenvolvimiento de las naciones y de los individuos que
las integran. Representa la garantía de la aplicación objetiva de la ley, da tal modo que los individuos saben en cada
momento cuáles son sus derechos y sus obligaciones, sin que el capricho, la torpeza o la mala voluntad de los
gobernantes pueda causarles perjuicio. A su vez, la seguridad limita y determina las facultades y los deberes de los
poderes públicos. Como es lógico, la seguridad jurídica sólo se logra en los Estados de Derecho, porque, en los de
régimen autocrático y totalitario, las personas están siempre sometidas a las arbitrariedades de quienes detentan
el poder.” (“Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales” de Manuel Osorio; pág. 906. 24a Edición
actualizada, corregida y aumentada por Guillermo Cabanellas de las Cuevas. Editorial Heliasta. Buenos Aires,
Argentina, 1997.)
De manera que de inicio se establece claramente lo que es el Consentimiento Informado,
cómo debe ser elaborado, sus requisitos mínimos así como sus formalidades para luego proponer
una Norma en materia penal, que regule la instrumentación de éste documento, por todo
profesional médico que ejerza legalmente la medicina dentro de los límites del territorio
nacional.
D. OBJETIVO GENERAL.
E. OBJETIVOS ESPECÍFICOS.
F. FORMULACIÓN DE LA HIPÓTESIS.
G. MARCO REFERENCIAL.
El marco teórico agrupa teorías y doctrinas, tanto civiles como penales, para establecer el
fundamento de la doctrina del “Consentimiento Informado”.
Finalmente el marco jurídico tiene una característica peculiar: es escasa en nuestro país,
por no decir que no existe. De manera inaceptable para la época en que nos toca vivir, nuestro
ordenamiento jurídico no contempla (con honrosas excepciones como el Código de Ética Médica
o la Ley de Transplantes de Órganos, Tejidos y Células) este tema de vital importancia como es
el “Consentimiento Informado”, permitiendo que se vulneren derechos personalísimos que, en
teoría, son bienes jurídicos tutelados por el Estado. Paralelamente encontramos que estos temas
están normados en los ordenamientos jurídicos de la mayoría de los países de nuestro continente.
H. METODOLOGÍA.
Método Deductivo: Es aquel que parte de datos generales aceptados como válidos y que,
por medio del razonamiento lógico, pueden deducirse varias suposiciones8.
6
“El Pequeño Larousse Ilustrado”, Pág. 418. Ediciones Larousse, S.A. de C.V. México D.F. 1997
7
“El Pequeño Larousse Ilustrado”, Pág. 431. Ediciones Larousse, S.A. de C.V. México D.F. 1997
Método Dialéctico: Método teórico general que permite comprender la estructura y
dinámica del objeto así como descubrir la contradicción que es fuente de su automovimiento y
desarrollo. La comprensión de las relaciones contradictorias internas del objeto permite describir
el paso de los cambios cuantitativos a los cualitativos que determinan que el fenómeno sea lo
que es9.
Las actitudes están relacionadas con el comportamiento que mantenemos en torno a los
objetos a que hacen referencia. Desde luego, una actitud es solo son una indicadora de la
conducta, pero no la conducta en sí. Por ello, las mediciones de actitudes se interpretan como
“síntomas” y no como “hechos”. Las actitudes tienen diversas propiedades, entre las que
8
POVEDA, José Luis. “Técnicas de Investigación Orientadas a la Tesis”. Pág. 6. Editora Presencia Srl. La-Paz1999.
9
PAINEMAL, Eusebio. “Métodos de Investigación Científica” versión preliminar. Pág. 14.Universidad NUR. Santa
Cruz 2001
10
HERNÁNDEZ SAMPIERI, Roberto; FERNÁNDEZ COLLADO, Carlos; BAPTISTA LUCIO, Pilar. “Metodología de
la Investigación”. Págs. 307 y 308. Tercera Edición. Ed. Mc Graw-Hill Interamericana. México D.F. 2003.
destacan: dirección (positiva o negativa) e intensidad (alta o baja); estas propiedades forman
parte de la medición.”11
I. VARIABLES.
11
HERNANDEZ SAMPIERI Roberto, FERNANDEZ COLLADO Carlos, BAPTISTA LUCIO Pilar. “METODOLOGÍA
DE LA INVESTIGACION”, capítulo 9 pág. 367. Tercera Edición. Mc Graww-Hill Interamericana. México D.F. 2003.
CAPÍTULO 1
12
TABLA VIII: “Si le arrancó un miembro y no se avino con él, aplíquese talión”.
13
MAZZEAUD Henri, León y Jean. “Lecciones de Derecho Civil”. Tomo II, Pág. 15. Ediciones Jurídicas Europa
América. Buenos Aires 1978.
14
CODIGO DE HAMMURABI: Ley 218. – “Si un médico hizo una operación grave con el bisturí de bronce y lo ha
hecho morir, o bien si lo operó de una catarata en el ojo y destruyó el ojo de este hombre, se cortarán sus manos”.
Ley 219. – “Si un médico hizo una operación grave con el bisturí de bronce e hizo
morir al esclavo de un muskenun, dará otro esclavo equivalente”.
Ley 220. – “Si operó una catarata con el bisturí de bronce y ha destruido su ojo,
pagará en plata la mitad de su precio”.
Ley 221. – “Si un médico curó un miembro quebrado de un hombre libre, y ha hecho
revivir una víscera enferma, el paciente dará al médico cinco siclos de plata”.
Refiriéndonos específicamente al tema del “Consentimiento Informado”, históricamente
indicaremos que hasta bien entrado el siglo XVIII15, los médicos gozaban de una
impunidad casi completa, y son escasísimos los casos en los cuales debieron justificar sus
acciones profesionales ante un tribunal. Los cirujanos, por el contrario, se vieron mas expuestos
a éste tipo de percance en razón del estatuto artesanal de su destreza16.
Martin S. Pernick17 intentó secuenciar el grado de sensibilidad social que despertaron las
prácticas médicas en torno a la noción de información y a la de consentimiento a lo largo de los
dos últimos siglos. Para ello se abocó al estudio de historias clínicas pertenecientes a los grandes
hospitales norteamericanos y a los casos judiciales más sonados. Estableció así tres periodos
bien diferenciados: el primero, que va desde 1780 hasta 1890, está marcado por la “negligencia”;
el segundo, de 1890 a 1920, signado por la agresión física o la “coacción”, y el tercero, de 1945
a 1972, por la aparición del “consentimiento voluntario” y del “consentimiento informado”.
La novedad que aportó el segundo período estudiado por Pernick estuvo constituida por
las denuncias de víctimas involuntarias de las cirugías que acusaban a sus médicos de agresión o
coacción (battery) y ya no de negligencia (negligence, malpractice) como en el período anterior.
15
CECCHETO, Sergio. “Consentimiento Informado. Antecedentes históricos, oscuridades terminológicas y escollos
de procedimiento”, compilado por BLANCO, Luis Guillermo en su obra “Bioética y Bioderecho”, capítulo III, pág. 91
y ss. Editorial Universidad. Buenos Aires, 2002.
16
GRACIA, D.: “Fundamentos de Bioética”, págs. 151 a 155. EUDEMA, Madrid, 1989,
17
PERNICK, M. S.: The Patient’s Role in Medical Decisionmaking: A Social History of Informed Consent in Medical
Therapy, en President’s Commission for the Study of Ethical Problems in Medicine. 1987. Pp. 1 a 35. (U.S.A.)
Algunos profesionales operaban sobre los cuerpos de sus pacientes sin que mediara un
conocimiento o consentimiento expreso y, por tanto, los jueces entendieron que esa violación del
principio de permiso lesionaba la autodeterminación de los pacientes así como hubiera
lesionado los derechos de cualquier otro hombre, disminuido o no por una enfermedad. La
nueva doctrina de la agresión hizo que los expertos tuvieran que subordinar su accionar al mayor
beneficio del paciente pero sin intervenir por ello sobre su cuerpo sin permiso.
En un primer momento apareció la necesidad de requerir el mero asentimiento del
paciente. El primer gran antecedente data en realidad de 1914 y fue dictado en la causa
“Schoendorff vs. Society of New York Hospital”. En dicho precedente judicial se sostuvo que
“todo ser humano adulto y sano mentalmente, tiene derecho a determinar qué es lo que él hará
con su propio cuerpo, debiendo responsabilizarse al cirujano que practique una operación sin el
consentimiento de su paciente”. En el caso se trataba de una mujer operada de un fibroma. En
realidad, en el caso se hacía alusión simplemente al mero asentimiento del paciente. Como se
puede ver, en este tema también encontramos el origen del concepto en el Derecho Anglosajón.
En 1931 el Ministerio de Sanidad del Reich alemán dictó una regulación concerniente a
nuevas terapias médicas y experimentaciones con sujetos humanos, en la cual se reconocía el
derecho del paciente, o bien de su sustituto legal, a otorgar su “claro e indubitable”
consentimiento para participar en ensayos clínicos y experimentos programados. Si bien ésta
normativa de avanzada no fue aplicada en territorio alemán durante los años de la Segunda Gran
Guerra en los campos de concentración y exterminio, ni con grupos sociales específicos (gitanos,
judíos, izquierdistas, etc.), colaboró para que el Tribunal de Nuremberg, una vez finalizada la
contienda, se esforzara por establecer principios básicos en la materia, a fin de resguardar los
aspectos morales, éticos y legales involucrados en las investigaciones con seres humanos.
Entre los años 1969 y 1972 distintas causas judiciales norteamericanas lograron derrumbar
el criterio con el cual el cuerpo médico había manejado durante siglos la información a
suministrar a los pacientes. La práctica profesional indicaba tradicionalmente que tanto la
18
CODIGO DE NUREMBERG (PUNTO 1): “El consentimiento voluntario del sujeto humano es absolutamente
esencial. Esto quiere decir que la persona afectada deberá tener capacidad legal para consentir; deberá estar en
situación tal que pueda ejercer plena libertad de elección, sin impedimento alguno de fuerza, fraude, engaño,
intimidación, promesa o cualquier otra forma de coacción o amenaza; y deberán tener información y conocimiento
suficientes de los elementos del correspondiente experimento, de modo que pueda entender lo que decide. Este
último elemento exige que, antes de aceptar una respuesta afirmativa por parte de un sujeto experimental, el
investigador tiene que haberle dado a conocer la naturaleza, duración y propósito del experimento; los métodos y
medios conforme a los que se llevará a cabo; los inconvenientes y riesgos que razonablemente pueden esperarse; y
los efectos que para su salud o personalidad podrían derivarse de su participación en el experimento. El deber y la
responsabilidad de evaluar la calidad del consentimiento corren de la cuenta de todos y cada uno de los individuos
que inician o dirigen el experimento o que colaboran en él. Es un deber y una responsabilidad personal que no
pueden ser impunemente delegado en otro”.
cantidad como la calidad de información a compartir con los enfermos debían ser seleccionadas
por el propio médico, en tanto que él era el que sabía qué cosa era mejor para el paciente. Solo
podía exigírsele por tanto aquella información razonable, es decir, aquella que la mayoría de los
médicos proporcionaría en situación semejante (criterio de la práctica profesional). En el corto
tiempo señalado, sin embargo, distintos juicios entendieron que si bien resultaba imposible
exigir una información médica detallada y completa, no era absurdo exigir una información
suficiente. Esto es, que la persona enferma contara con elementos suficientes como para arribar
por sí sola a una decisión libre, y sin que se le escondieran datos que, de conocerlos, podrían
hacer variar su elección (criterio de la persona razonable).
El otro impulso que recibió la doctrina del consentimiento informado fue ajeno a la esfera
judicial (Common Law). Diego Gracia anota en su obra “Los derechos de los Enfermos” que
hacia 1972 ese ámbito empezó a dar muestras de agotamiento y fueron las leyes estatutarias
(Statutary Law) las que tomaron el relevo. Hacia 1982 treinta Estados norteamericanos ya habían
elaborado legislaciones sobre Consentimiento Informado, sin embargo el movimiento nacional e
internacional de enfermos consiguió en paralelo con ellas dar forma a códigos de derechos para
proteger a esta llamativa “minoría” de consumidores de servicios sanitarios.
El primer paso en éste sentido data de 1970 en Estados Unidos, y se trata del documento
de la National Welfare Right Organization denominado “Bill of Welfare Rights” (Carta De Los
Derechos De Salud), en la cual se pone de manifiesto los derechos básicos de un paciente como
son: la no-discriminación basada en raza, color o credo; libre acceso a los servicios
indemnizatorios de salud o ha recibir una explicación de porque se le niega tal asistencia. La
Asociación Americana de Hospitales a continuación aprobó una Carta de Derechos del
Paciente19 (v. Apéndice “A”), que el Departamento Federal de Salud, Educación y Bienestar
recomendó al año siguiente que fuera adoptada por todos los hospitales y demás centros
sanitarios. Conviene señalar que los trece puntos de esta normativa no hacían más que
especificar de distintas maneras el derecho general a la información y al consentimiento del
enfermo. Se reconocía allí al “Consentimiento Informado” como un nuevo derecho humano (no
ya como una especificación del clásico derecho a la salud), que debía sumarse a los ya
existentes a la vida, a la libertad, a la propiedad, y en íntima relación con otros derechos
19
American Hospital Association: A Patients Bill of Rights, AHA, Chicago, 1973.
fundados en la autonomía personal: el derecho a la privacidad y a la muerte digna. De ésta
manera el lenguaje hipocrático caracterizado por el principio de beneficencia, dio paso a un
lenguaje de derechos apoyado en el principio de autonomía.
Un año más tarde, la Comisión del Presidente para el Estudio de los Problemas Éticos en
Medicina, Biomedicina e Investigación sobre el Comportamiento (creada por el Congreso
Norteamericano en 1978), dio a conocer su informe en tres volúmenes sobre la doctrina que nos
ocupa, destacando que el procedimiento tenía una naturaleza ética afirmada en el principio
de autodeterminación de las personas adultas y capaces, más allá de su tradicional y acordado
carácter jurídico-político20.
20
President’s Commission for the Study of Ethical Problems in Medicine and Biomedical and Behavioral Research.
Making Health Care Decisions. The Ethical and Legal Implications of Informed Consent in the Patient-Practitioner
Relationship, U.S. Government Printing Office, Washington, 1982. (U.S.A.)
sufrió diversas actualizaciones. En su apartado I (Principios básicos, arts. 9, 10 y 11), se deja
constancia de que cualquier investigación con seres humanos debe ser “precedida por la
información adecuada a cada voluntario y contar además con el “consentimiento voluntario y
consciente del individuo” -también denominado “Permiso Consciente”-, “del tutor legal en
caso de incapacidad legal, y de un pariente responsable en caso de incapacidad física o mental o
cuando el individuo es menor de edad, según las disposiciones nacionales en cada caso” (Ver
Apéndice “C”). La Propuesta de Directrices Internacionales para la Investigación Biomédica
en Sujetos Humanos (OMS y CIOMS, 1982) reafirma el contenido de la Declaración de
Helsinki II, pero opta por la expresión “Consentimiento Informado y dado libremente luego
de haber sido informado adecuadamente”. (Artículos 6 y 8)21 (Ver Apéndice “D”).
En cuanto a las fuentes históricas de este modelo, ellas reposan básicamente en la historia
del derecho y la filosofía, y curiosamente no en la historia de la ética médica. Dentro de estas
fuentes, vale la pena resaltar la trascendencia de las obras de los filósofos JOHN LOCKE22 e
IMMANUEL KANT23. LOCKE contribuyó al desarrollo del concepto de autonomía como
fundamento para estructurar una importante limitación a la actividad intervensionista del Estado.
De esta manera se pudo predicar que el Estado no podía interferir en el ámbito del ejercicio
individual, de los derechos básicos (vida, salud, libertad y propiedad) sin previa autorización de
su titular (relación entre el ciudadano y el Estado).
21
OMS y CIOMS: Propuestas y Directrices Internacionales para la Investigación Biomédica en Sujetos Humanos.
22
JOHN LOCKE, Ensayo sobre el gobierno civil, traducido al español por Armando Lazaro Ros, Madrid, Ediciones
Aguilar, 1969. Citado por: CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado del paciente en
la responsabilidad médica”, N° 200 Pág. 367. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
23
IMMANUEL KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 7a ed., traducido al español por M.
García Morente, Madrid, Espalsa-Calpe, 1981. Citado por: CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El
consentimiento informado del paciente en la responsabilidad médica”, N° 200 Pág. 367. Ed. Temis, Santa Fe de
Bogotá, Colombia, 1997.
CAPÍTULO 2
2.1.1. DEFINICIÓN.
Messineo sostiene que el "negocio jurídico" es una especie de acto jurídico, al cual define
como "una declaración de voluntad (privada), o un conjunto de declaraciones (privadas),
dirigidas a la producción de determinados efectos jurídicos, (aunque no clara y enteramente
previstos por quien emite la declaración y concebidos por él como efectos meramente o
predominantemente económicos y prácticos), que el ordenamiento jurídico reconoce y garantiza
de ordinario en los límites de la correspondencia, o coherencia, entre ellos y la voluntad que
persigue tales efectos, y en cuanto se trata de efectos no ilícitos."25 El mismo autor define al
Negocio Jurídico como “un acto jurídico realizado consciente y voluntariamente por un sujeto
24
KAUNE ARTEAGA, Walter. “Contratos”, tomo I, págs. 32 y ss. 4ta Edición. Editorial Jurídica Temis. La-Paz
Bolivia, 1996.
25
MESSINEO, Francisco. "Manual de Derecho Civil y Comercial", Trad. de Santiago Sentís Melendo; prólogo de
Vittorio Neppi. Tomo II, Núm. 34 Pág. 338. : EJEA. Buenos Aires, 1979.
(por lo general capaz de obrar) del cual nacen efectos jurídicos, porque el sujeto al realizarlo,
quiere determinar un resultado; y tal resultado se toma en consideración por el derecho”26.
Para Mazzeaud el contrato es una convención por la cual una o más personas, se obligan
hacia otras varias a dar, hacer o no hacer alguna cosa. En consecuencia entendiéndose como una
convención generadora de derechos es por consiguiente una especie particular de la convención.
Para Pothier el contrato es una especie de convención por la cual una o varias personas se
obligan hacia una o varias otras a dar, hacer o no hacer alguna cosa. La convención es un género
amplio que comprende todos los acuerdos de voluntades, destinados a tener un efecto jurídico27.
Capitant28 define el contrato como un acuerdo de voluntades, entre dos o más personas
con el objeto de crear entre ellas vínculos de obligaciones.
Messineo define al contrato como el acuerdo de dos o más partes para constituir,
modificar o disolver entre ellos una relación jurídica patrimonial.
“Artículo 450 (Noción). - Hay contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo
para constituir, modificar o extinguir entre sí una relación jurídica”.
El contrato es, pues, un negocio jurídico bilateral capaz de crear, reglamentar, transmitir,
modificar o extinguir una relación jurídica de cualquier naturaleza entre las partes que concurren
a su celebración, y no solo es eficaz en lo que se refiere a vínculos de naturaleza personal (de
contenido patrimonial o extrapatrimonial) entre las partes, esto es, derechos de créditos (lo que
se llama eficacia personal del contrato), sino que también puede afectar el estado de los derechos
reales (la llamada eficacia real del contrato).29
26
MESSINEO, Francisco. “Manual de Derecho Civil y Comercial”, Trad. de Santiago Sentís Melendo; prólogo de
Vittorio Neppi. Tomo II, Núm. 33 Pág. 332. EJEA. Buenos Aires. 1979.
27
POTHIER, Robert Joseph. “Tratado de los Contratos”. Bibliográfica Argentina. Buenos Aires. 1948.
28
CAPITANT, Henri. “Introducción al estudio del Derecho Civil”. 3° Ed. Pedone. París 1912.
29
MELICH-ORSINI, José. “Doctrina General del Contrato”, Número 6, págs. 18 y 19. Editorial Jurídica
Venezolana. Caracas. 1985.
2.1.2. ELEMENTOS DE FORMACIÓN DE LOS CONTRATOS.
El contrato para su formación, según el artículo 452 de nuestro Código Civil, requiere de
cuatro requisitos:
2.1.2.1. El Consentimiento.
Rivas Martínez la define como aquel poder complejo reconocido a la persona para el
ejercicio de sus facultades sea dentro del espacio de libertad que le pertenece como sujeto de
derechos, sea para crear reglas de conducta para sí y en relación con los demás, con la
consiguiente responsabilidad en cuanto actuación en la vida social31.
30
Christian Larroumet, Teoría general del contrato, trad. De Jorge Guerrero, vol. I, Santa Fe de Bogotá, Editorial
Temis S.A.. 1993, pág. 87. Citado por CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado del
paciente en la responsabilidad médica”, N° 21 Pág. 20. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
31
RIVAS MARTINEZ, Juan José. “Disposiciones y estipulaciones para la propia incapacidad”, Págs. 187-356 en
Ponencias presentadas por el Notario Español en VIII Jornada Notarial Iberoamericana, Veracruz, (México),
1998. Colegios Notariales de España, Madrid, 1988, Pág. 195. (Citado por Leonardo Pérez Gallardo en “Lecturas de
Derecho de Obligaciones y Contratos”, Pág. 150. Librería Editorial Juventud. La-Paz Bolivia. 2000. )
jurídicas; y 2° El poder de esa voluntad referida al uso, goce y disposición de poderes,
facultades y derechos subjetivos. Los que se han creado en torno a las figuras más típicas. La
primera, considerada también como autonomía privada en sentido estricto (autonomía de la
voluntad) referida a la esfera del negocio jurídico. La segunda, concretada en el ámbito del
ejercicio de los derechos subjetivos32.
32
PEREZ GALLARDO, Leonardo. “Lecturas de Derecho de Obligaciones y Contratos”, Pág. 150. Librería Editorial
Juventud. La-Paz Bolivia. 2000.
33
PEREZ GALLARDO, Leonardo. “Lecturas de Derecho de Obligaciones y Contratos”, Pág. 155. Librería Editorial
Juventud. La-Paz Bolivia. 2000.
34
PEREZ GALLARDO, Leonardo. “Lecturas de Derecho de Obligaciones y Contratos”, Pág. 195-196. Librería
Editorial Juventud. La-Paz Bolivia. 2000.
aquella se proyecte al actuar, sino personales en cuanto forman parte de nosotros mismos,
teniendo, consiguientemente, un contenido ideal inmaterializado35.
Como recuerda Pedreira Andrade, durante mucho tiempo se estimó que no era preciso el
consentimiento, considerándose que este debe presumirse en la actuación en beneficio del
operado, y aún se exigió la actuación quirúrgica del médico a pesar de la oposición del
paciente, para no incurrir en delito de omisión del deber de socorro. Opinión que, para el autor,
merece una enérgica revisión.” 37
La manifestación de la voluntad puede ser, según el artículo 453 de nuestro Código Civil,
expresa o tácita:
35
PEREZ GALLARDO, Leonardo. “Lecturas de Derecho de Obligaciones y Contratos”, Pág. 158. Librería Editorial
Juventud. La-Paz Bolivia. 2000.
36
CIFUENTES, Santos. “Derechos Personalísimos”, pág. 318-319. 2a Edición actualizada y ampliada. Editorial
Astrea. Buenos Aires, Argentina, 1995.
37
Pedreira Andrade, El derecho a la salud en España, JA, 1991-I-1970. (Citado por: Santos Cifuentes. “Derechos
Personalísimos”, pág. 319. 2a Edición actualizada y ampliada. Editorial Astrea. Buenos Aires, Argentina, 1995. )
a) Es Expresa cuando la voluntad se manifiesta en forma verbal, escrita o mediante
signos inequívocos, a través de una conducta positiva y actual (por ejemplo el comerciante que
expone su mercadería).
b) Es Tácita cuando resulta de la conducta de una de las partes en relación con ciertos
antecedentes que hacen presumir al común de la gente que se quiere la realización de un
determinado acto jurídico (por ejemplo la tácita reconducción del contrato de arrendamiento o
anticresis).Para que el consentimiento haga surgir el contrato plenamente válido y no sea
susceptible de nulidad o anulabilidad, debe provenir del acuerdo de dos o más voluntades de
partes dotadas de capacidad de entender y de querer y de capacidad de obrar, y que esté exento
de vicios, es decir que la voluntad de las partes no haya sido influenciada en su formación por
elementos perturbadores, pues la voluntad viciada no crea obligaciones
Estos vicios del consentimiento, que pueden ser causa de anulabilidad en unos casos y en
otros de nulidad de los contratos son: Error, Dolo y Violencia.
El Error debe ser: Determinante, es decir que ese falso conocimiento de la realidad es el
que induce al consentimiento del paciente, el mismo que no se hubiera realizado de no mediar
aquel; Esencial, se refiere a la materia sobre la cual recae el error, el médico diagnostica mal y
consecuentemente aplica o sugiere un tratamiento equivocado; Reconocible, hace referencia a la
posibilidad abstracta de advertir el error ajeno, reconocer esa falsa apreciación de la realidad, el
error del paciente que consintió. La contraparte, usando de la normal diligencia, habría podido
observar el error, aunque de hecho no lo haya observado, de lo contrario el error es asimilable y
la ley no concede ninguna defensa.
“Artículo 474 (Error Esencial).- El error es esencial cuando recae sobre la naturaleza o
sobre el objeto del contrato”.
2) Sobre la identidad o sobre las cualidades del otro contratante, siempre que
aquella o éstas hayan sido determinantes del consentimiento”.
“Artículo 482 (Dolo). – El dolo invalida el consentimiento cuando los engaños usados
por uno de los contratantes, son tales que sin ellos el otro no habría contratado”
c) Violencia: Domat define a la violencia como "toda impresión ilícita que lleva a una
persona contra su voluntad y por el temor de un mal considerable, a prestar su consentimiento
que no habría dado si la libertad hubiera estado separada de aquella impresión".38
Es la coerción grave, irresistible e injusta ejercitada en contra del paciente, que impide
que surja el consentimiento. es la presión ilícita ejercitada para arrancar la voluntad del paciente,
que solo expresa su consentimiento por temor a algún mal considerable, como el de perder su
vida o sufrir deterioro en su salud o calidad de vida.
38
DOMAT, Jean. “Les Loix Civiles Dans Leur Ordre Naturel”, Libro I, título XVIII, sec. II.I en Ouvres Complétes
de J. Domat (ed. Remy, Paris, 1835), 4 vols.
La Violencia, puede ser física o moral. Es física, denominada también “fuerza”, cuando es
de tal naturaleza que priva al sujeto del uso de su voluntad, quien actúa sin querer ni entender e
impide que surja el consentimiento, por lo que de acuerdo a la teoría bipartita adoptada por
nuestra legislación estaríamos ante un acto nulo, es decir que es causa de nulidad.
Es moral cuando está conformado por amenazas y vías de hecho, que se constituyen en
una presión irresistible que hace prever un sufrimiento futuro inminente, donde el violentado si
bien actúa con voluntad, ésta se encuentra coartada y la persona solo acepta para librarse del mal
que teme. Es causa de anulabilidad.
2.1.2.1.4. Capacidad.
Nuestro Código Civil en el artículo 519 reconoce la fuerza de ley del contrato entre las
partes de la siguiente manera:
“Artículo 519 (Eficacia del Contrato).- El contrato tiene fuerza de ley entre las partes
contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento mutuo o por las causas autorizadas
por la ley”.
El artículo 454 establece que el individuo es libre para contratar, fijar las condiciones,
crear contratos innominados, modificar y disolver el contrato:
I. Las partes pueden determinar libremente el contenido de los contratos que celebren y
acordar contratos diferentes a los comprendidos en éste código.
II. La libertad contractual está subordinada a los límites impuestos por la ley y a la
realización de intereses dignos de protección jurídica”.
Capacidad es la aptitud legal que tiene todo sujeto para adquirir derechos subjetivos,
ejercitarlos y contraer obligaciones. Se supone vinculado a la capacidad de obrar al Derecho de
Disposición en la forma que considere el titular del derecho subjetivo sin que exista otra
limitación que la impuesta por la ley, las buenas costumbres y la moral.
I. Los actos por los cuales una persona dispone sobre todo o parte de su cuerpo están
prohibidos cuando debiendo ejecutarse en vida del donante, pueden ocasionar una lesión grave
y definitiva a su integridad física o son de otra manera contrarios al orden público o a las
buenas costumbres.
II. En la donación de órganos que se van a transplantar en vida del donante, serán
necesarios, para la ejecución quirúrgica, el informe previo y el control por una comisión que
designará el Colegio Médico.
III. Una persona puede revocar siempre los actos de disposición sobre su propio cuerpo.”
“Artículo 6.- Las ablaciones de órganos, tejidos y células de personas vivas solo pueden
practicarse en personas mayores de veintiún años, cuando no le ocasionen menoscabo a su
salud, disminución física que afecte su supervivencia o le originen un impedimento
considerable, debiendo previamente contar con su consentimiento expreso, libre y voluntario,
39
KAUNE ARTEAGA, Walter. “Contratos”, tomo I, págs. 116. 4ta Edición. Editorial Jurídica Temis.
La-Paz Bolivia, 1996.
debidamente registrado en Notaría de Fe Pública, el mismo que deberá quedar documentado en
la institución hospitalaria.”
2.1.2.1.5. Incapacidad.
La regla es que todas las personas tienen capacidad y la excepción las constituyen las
incapacidades, así lo determina el artículo 3 de nuestro Código Civil, arriba mencionado.
A) Incapacidad de Obrar.
“Incapacidad Total de Obrar” es la falta de aptitud legal que tienen algunas personas
(como las personas por nacer, los menores impúberes y los interdictos judiciales o enfermos
mentales) para ejercitar por sí mismas sus derechos subjetivos y realizar actos jurídicos. Un
paciente con incapacidad total de obrar no podrá emitir por sí mismo su Consentimiento
informado.
40
KAUNE ARTEAGA, Walter. “Contratos”, tomo I, págs. 117. 4ta Edición. Editorial Jurídica Temis. La-Paz Bolivia,
1996.
“Incapacidad Parcial de Obrar” es la falta de aptitud legal para ejercitar determinados
actos jurídicos como realizar sobre sus bienes actos de disposición. Se tiene la capacidad física
de querer y entender, pero en razón de no haber cumplido con la edad requerida por el
legislador, no tiene capacidad de disposición de sus bienes, así como tampoco la capacidad de
disposición sobre su propio cuerpo en arreglo a la Ley 1716 (Ley de Donación y Transplante de
Órganos, Células y Tejidos).
Los menores de edad, salvo lo dispuesto en los parágrafos III y IV de éste artículo y las
excepciones legales.
II. Los actos civiles correspondientes a los incapaces de obrar se realizan por sus
representantes, con arreglo a la ley”...
2.1.2.1.6. Representación.
41
KAUNE ARTEAGA, Walter. “Contratos”, tomo I, págs. 83. 4ta Edición. Editorial Jurídica Temis. La-Paz Bolivia,
1996.
“Artículo 467 (Eficacia).- El contrato realizado por el representante en nombre del
representado en los límites de las facultades conferidas por éste, produce sus efectos
directamente sobre el representado”.
I. El esposo o esposa por su cónyuge, los padres por los hijos y viceversa, el hermano
por el hermano, los suegros por sus yernos y nueras y viceversa, podrán demandar, contestar y
reconvenir siempre que no se tratare de acciones de carácter personalísimo, pero con protesta
de que el principal, hasta antes de la sentencia, dará por bien hecho lo actuado en su nombre;
prestará fianza de estar a las resultas.
El objeto del contrato es la prestación debida (dar, hacer o no hacer), es decir el objeto de
la obligación; y nuestro Código Civil, en el artículo 485, expresa acerca del objeto lo siguiente:
“Artículo 485 (Requisitos). - Todo contrato debe tener un objeto posible, lícito y
determinado o determinable”.
Mazzeaud define al objeto del contrato como “la operación jurídica que las partes
pretenden realizar”.
La imposibilidad debe ser real absoluta y no relativa, es decir que todas las personas sin
excepción alguna, se encuentran imposibilitadas de poder cumplir con una determinada
prestación, entonces el contrato es nulo. La imposibilidad relativa no configura invalidez del
contrato.
Existe diferencia entre lo que es un acto ilícito y lo que es un acto imposible. Todos los
actos tipificados por la ley penal constituyen ilícitos, pero no obstante, de ser vedados
penalmente, son posibles de ejecutar. Igual sucede con los actos inmorales o contrarios al orden
público. Un acto se torna imposible de realizar cuando se contrapone a las leyes de la naturaleza,
por ejemplo tocar el sol con las manos.
El hecho prometido debe ser lícito, de acuerdo con la ley, la moral y las buenas
costumbres. El acto es ilícito cuando vulnera un bien protegido en resguardo de la sociedad.
La ley ejercitando una función reguladora de las relaciones sociales, provee a que el
arbitrio de los ciudadanos en su desenvolvimiento no se ponga en pugna con el interés de la
sociedad y por eso circunscribe su campo dentro de confines determinados refrenando la
voluntad de los contratantes en todas aquellas manifestaciones que reputa dañosa a la
convivencia social y a las necesidades e intereses patrimoniales. En caso de que no se cumpla
directamente la obligación, existiendo la valoración económica, se puede obtener el
cumplimiento por equivalencia.
Al respecto Machado en su exposición y comentario del Código Civil argentino señala.
“La prestación objeto del contrato,... además, debe ser susceptible de apreciación pecuniaria, ha
de presentar para el acreedor una ventaja también apreciable en dinero, sin la cual no tendría
acción para pedir la ejecución de la promesa hecha,... un simple interés de afección no sería
suficiente para darle una acción”.
La idea de interés pecuniario esta excluido de los requisitos del objeto de la obligación en
nuestra legislación.
El hecho debe ser, por lo menos en su especie, Determinado o Determinable.
2.1.2.3. Causa.
La causa de la obligación, denominada por nuestra legislación así como por la italiana
como “causa del negocio jurídico”, es el elemento técnico que regula la interdependencia de
las obligaciones y procura imponer el equilibrio de las prestaciones imponiendo en ellas un
cierto hálito de justicia conmutativa y de equidad.42
42
KAUNE ARTEAGA, Walter. “Contratos”, tomo I, págs. 142 y 143. 4ta Edición. Editorial Jurídica Temis. La-Paz
Bolivia, 1996.
subjetivo aún en los actos jurídicos que pertenecen a una misma categoría y que persiguen las
partes al contratar. No es un elemento técnico sino volitivo.
En cuanto a error en el móvil, la doctrina coincide en señalar que es irrelevante, toda vez
que éste no afecta al contrato. La falta o inexistencia del móvil o causa del contrato no reviste
importancia, ya que se presume su existencia. Siempre habrá un motivo interior, personal que
impulsó a contratar. Admitir la invalidez por error en el móvil sería atentar contra la estabilidad
del contrato. El único caso en el que el error en el móvil tiene relevancia es cuando se lo ha
pactado como condición del contrato.
Oudot43, citado por Kaune, hace las siguientes interrogantes para distinguir el
consentimiento, el objeto, y la causa en un determinado contrato:
¿Por qué ha querido?, que sirve para indagar la existencia de la causa del negocio.
Para averiguar el móvil psicológico que se traduce en el fin concreto y mediato, Kaune
propone una cuarta interrogante: ¿Para qué ha querido?, cuya respuesta permitirá establecer el
móvil psicológico que impulsó a las partes a contratar.
Son las solemnidades con las que se tienes que realizar ciertos contratos, ante determinada
autoridad, ante determinados testigos y repitiendo fórmulas sacramentales.
43
KAUNE ARTEAGA, Walter. “Contratos”, tomo I, págs. 156. 4ta Edición. Editorial Jurídica Temis. La-Paz Bolivia,
1996.
Se conoce como formalismo al régimen en virtud del cual la ley establece requisitos que
deben observarse en la formación de algunos contratos. La forma es el modo a través del cual se
expresa la voluntad, es el aspecto exterior sin el cual no podría expresarse.
Estas formalidades pueden ser "Ad Solemnitatem", es decir las que dan la esencia y
validez del contrato; y "Ad Probationem”, que se exige solo para efectos de prueba.
En éstos contratos solemnes se exigen la forma no solo para efectos de prueba sino de
validez, como un requisito esencial para su formación, así como lo es el objeto o el
consentimiento. Al respecto el artículo 493 parágrafo I de nuestro Código Civil expresa:
“Artículo 493 (Formas Determinadas).- I. Si la ley exige que el contrato revista una
forma determinada, no asume validez, sino mediante dicha forma, salvo otra disposición de la
Ley”.
Los contratos que deben ser celebrados observando las solemnidades son, según el
artículo 491 de nuestro Código Civil:
“Artículo 491 (Contratos y Actos que Deben Hacerse por Documento Público).- Deben
celebrarse por documento público:
El contrato de donación, excepto la donación manual.
La hipoteca voluntaria.
La anticresis.
La subrogación consentida por el deudor.
Los demás actos señalados por la ley.”
El artículo 492 del mismo cuerpo legal, manda que la expresión de la voluntad en algunos
contratos, debe ser necesariamente por escrito bajo sanción de nulidad.
“Artículo 492 (Contratos y Actos que Deben Hacerse por Escrito). - Deben celebrarse
por documento público o privado los contratos de sociedad, de transacción, de constitución de
los derechos de superficie y a construir, y los demás actos y contratos señalados por la ley”.
“Artículo 493 (Formas Determinadas).- II. Fuera del caso previsto en el parágrafo
anterior si las partes han convenido en adoptar una forma determinada para la conclusión de
un contrato, esa forma es la exigible para la validez”.
Las formalidades “Ad Probationem”, están dadas por formalidades que constituyen en
algunos casos el único y en otros el principal medio de prueba. Si partimos de la prohibición, de
utilizar otros medios de prueba, que no sea el escrito, en los contratos cuyo valor sobrepasa una
suma razonable, debemos concluir que todo contrato en esas condiciones necesariamente, debe
ser celebrado por escrito, de lo contrario su existencia no podrá ser probada, considerándolo
inexistente jurídicamente, esta situación nos lleva ala conclusión de que nuestro sistema es
formalista.
2.1.3. TEORÍA DE LAS NULIDADES.
A través de la evolución jurídica, se han elaborado dos teorías acerca de las nulidades:
La teoría BIPARTITA de las nulidades, que solo comprende los actos nulos y los
anulables. Esta es la teoría que ha adoptado nuestro actual Código Civil.44 (Libro Tercero, Parte
Segunda, Capítulo VIII del Código Civil).
La NULIDAD produce la invalidez absoluta del acto por no contener los requisitos
esenciales de formación ó los elementos accidentales elevados por las partes a la
categoría de esenciales; ó el consentimiento está viciado; ó provienen de contratantes
incapaces; ó cuyo objeto no existe; ó tiene causa ilícita; ó transgrede normas jurídicas
imperativas. Es por eso que se considera un acto “inexistente” o “absolutamente nulo”, en cuanto
sería comparable a la nada, y como tal, por la carencia de ese elemento para su existencia
orgánica, él no será susceptible de superar su originaria deficiencia de vida y de adquirir algún
día existencia en el mundo del derecho.
44
KAUNE ARTEAGA, Walter. “Contratos”, tomo I, págs. 282 y 283. 4ta Edición. Editorial Jurídica Temis. La-Paz,
1996.
Son nulidades “Textuales” aquellas previstas por ley en forma concreta y expresa para
cada caso, como las señaladas por el artículo 549 de nuestro Código Civil, en sus primeros 4
incisos:
1) Por faltar en el contrato, objeto o la forma prevista por la ley como requisito de
validez.
2) Por faltar en el objeto del contrato los requisitos señalados por ley.
3) Por ilicitud d e la causa y por ilicitud del motivo que impulsó alas partes a celebrar el
contrato.
Messineo se refiere a la nulidad textual: “En materia de nulidad textual la ley parte
evidentemente de la premisa de que el contrato constituye algo orgánico, porque hace depender
su nulidad de la falta de aunque sea un solo elemento suyo, aunque los demás elementos no
falten”45.
El 5° inciso del artículo 549 de nuestro Código Civil se refiere a las nulidades virtuales,
que son las transgresiones a las disposiciones contenidas en normas imperativas, así por ejemplo
el mandato que generalmente es un contrato consensual, para ser utilizado en la celebración de
ciertos negocios que son formales, debe observar las mismas formalidades que se exige para
aquellos, porque de lo contrario tales contratos serán nulos por efecto de las nulidades
virtuales.46
45
MESSINEO, Francesco: “Doctrina General del Contrato”, II, Capítulo XIV, N° 2, B), pág. 265. Versión española.
EJEA. Buenos Aires, 1952.
46
KAUNE ARTEAGA, Walter. “Contratos”, tomo I, págs. 298 - 302. 4ta Edición. Editorial Jurídica Temis. La Paz
Bolivia. 1996.
“Artículo 549 (En los demás casos determinados por ley). –
La anulabilidad prescribe como acción a los cinco años, pero como excepción es
imprescriptible y puede oponerse en cualquier momento. En el caso de incapacidad, el cómputo
del tiempo para la prescripción se computa desde el momento en que ella desaparece; en el error
y en el dolo se computa éste tiempo desde que éstos son descubiertos; y en la violencia desde el
momento que ella cesa.
II. Se exceptúan los casos de incapacidad en los cuales corre a partir del día en que se
levanta la interdicción o el menor cumple la mayoridad, y los casos de vicios del consentimiento
en los cuales corre desde que cesa la violencia, o se descubre el error o el dolo”.
Contrato de Adhesión es aquel que se caracteriza por no permitir el libre debate entre las
partes acerca del contenido del contrato. Es una de las partes la que redacta la totalidad de las
47
KAUNE ARTEAGA, Walter. “Contratos”, tomo I, pág. 284 y 285. 4ta Edición. Editorial Jurídica Temis. La Paz
Bolivia. 1996.
cláusulas, estableciendo las condiciones y efectos, la otra parte solamente se “adhiere”, y si no
está de acuerdo debe renunciar a celebrar el contrato; quedando excluida, de ésta manera, toda
posibilidad de regateo y discusión entre las partes. Esta es la principal característica que
diferencia al contrato de adhesión del tipo tradicional de contrato denominado “Contrato
Paritario”, en el cual funciona plenamente el principio de “Autonomía de la Voluntad”, por el
que se discuten y establecen las cláusulas y condiciones del contrato en el momento mismo de su
celebración, mediante la libre y pareja cooperación de los contratantes.48
Dereux, explica acerca de éste tipo de contratos: “la doctrina que creemos justa es un
principio contractual. Pero, a diferencia de los autores clásicos, nos esforzamos por eliminar de
ésta materia toda ficción y no tener en cuenta sino las voluntades reales de las partes. Así somos
conducidos a considerar en los contratos por adhesión dos especies de cláusulas: las cláusulas
esenciales, que son generalmente verbales o manuscritas, y las cláusulas accesorias, que son
generalmente impresas. La mayor parte de las veces, ambas partes aceptan a sabiendas y
libremente las cláusulas esenciales. En cuanto a las otras, el adherente conoce o comprende mal
su tenor y el alcance que pueden tener si las toma a la letra; las considera como destinadas
simplemente a precisar o completar las obligaciones que resultan de las cláusulas presentadas a
él como principales y no como debiendo de una manera disimulada desnaturalizar o modificar
gravemente lo esencial del contrato. En consecuencia, a nuestro juicio, las cláusulas
accesorias no deben producir efecto jurídico contra el adherente, si no es que tienen por
resultado, precisar o completar las cláusulas esenciales, pero no si vienen a producir una
metamorfosis subrepticiamente en la esencia del contrato”, continúa “Como se ve, según
nosotros, los actos por adhesión son contratos y sus efectos deben determinarse por la común
voluntad de las partes; pero por esto mismo, es preciso respetar la jerarquía que, en la
declaración de voluntad de los contratantes, existe entre las diversas cláusulas de un contrato. El
respeto del espíritu de las cláusulas esenciales debe dominar todo... Tenemos a la vista una
48
MELICH-ORSINI, José. “Doctrina General del Contrato”, Número 51 y 52, pág. 63. Editorial Jurídica
Venezolana. Caracas. 1985.
49
“Deis Troits sur les Lettres missives”, tomo I, Número 29, pág. 54.
póliza de seguro. Consideraremos, por ejemplo, lo que es relativo al pago de la prima. Una
cláusula manuscrita indica que el asegurado deberá pagar 32 francos por año. Después, diversas
cláusulas impresas nos hacen saber que la prima es pagadera en cuatro fracciones iguales, al
principio de cada trimestre, que deberá pagarse en las oficinas de la compañía y que el asegurado
tendrá un plazo de gracia de quince días. Hemos creído hasta ahora que tanto para la compañía
de seguros cuanto para el asegurado, lo importante era sobre todo saber lo que éste último debía
pagar. ¿Debe desembolsar 32 francos, o 50 francos o 100 francos?, esto nos parece
particularmente importante aún para el asegurador que debe recibir ésta prima. Por el contrario,
nos parece de interés secundario para ambas partes que ésta suma sea pagada en cuatro o tres
veces o en un solo pago, y también que fuese pagada en las oficinas de la compañía o en el
domicilio del asegurado... En los contratos por adhesión llamamos cláusulas esenciales aquellas
que el oferente y el adherente, en vista de las circunstancias del contrato, han debido considerar
como esenciales para ambas partes y solo éstas pueden engendrar efectos jurídicos esenciales.
Las otras, consideraciones al menos por una de las partes como accesorias, no deben producir
sino efectos accesorios...”50
Los elementos que suelen caracterizar el contrato de adhesión son: 1) que exista una oferta
de carácter permanente hecha a persona indeterminada; 2) que el objeto de la oferta consista en
un servicio de utilidad pública que el oferente suministra en una situación de monopolio legal o
de hecho (transporte, luz, gas, etc.); 3) que el contrato esté por lo general pre-redactado en un
documento impreso, de modo que los destinatarios se limitan a dar su adhesión al contrato.51
Josserand expresa “La ley no exige en ninguna parte que el acuerdo contractual vaya
precedido de una libre discusión, de largo trato; sobretodo ningún texto exige que las dos
partes tengan una intervención igual en la génesis del contrato; todo lo que se pide es que ambos
interesados consientan, que exista acuerdo entre ellos, al objeto de hacer nacer las obligaciones.
Ni la igualdad económica, ni la igualdad verbal son condiciones para la validez de los contratos,
bastando para dicha validez la igualdad jurídica. La prueba la tenemos en que la donación que
50
Revue Trimestrielle de Droit Civil, année 1910, tomo IX, págs. 503-541.
51
MELICH-ORSINI, José. “Doctrina General del Contrato”, Número 52, pág. 64. Editorial Jurídica Venezolana.
Caracas. 1985.
es, de hecho, obra exclusiva del donador y cuyas condiciones no podría discutir el beneficiario,
es, no obstante, un contrato según la opinión unánime”52.
Como observa además Messineo, sería erróneo pensar que el contrato de adhesión es un
fenómeno de patología económica. Es mas bien un producto de la técnica organizativa, que
tiende ha hacer constantes ciertas cláusulas, como resultado de experiencias anteriores o de
exigencias del buen funcionamiento de una organización. El contrato de adhesión básicamente
busca eliminar las dificultades que presentan las negociaciones con los clientes y contribuye,
desde el punto de vista económico, a acelerar la conclusión de los contratos y a facilitar y
garantizar el intercambio de bienes y servicios que necesita una sociedad desarrollada.53
52
JOSSERAND, Louis. “Derecho Civil”. EJEA. Buenos Aires. 1951.
53
MELICH-ORSINI, José. “Doctrina General del Contrato”, Número 52, pág. 64. Editorial Jurídica Venezolana.
Caracas. 1985.
54
MELICH-ORSINI, José. “Doctrina General del Contrato”, Número 52, pág. 64 y 65. Editorial Jurídica
Venezolana. Caracas. 1985.
55
BORDA, Guillermo A. “Manual de Contratos”, Número 71, pág. 55 Decimoctava edición actualizada. Editorial
Perrot. Buenos Aires – Argentina. 1998.
La Ley Aquilia creó la actio legis aquilae que fue una acción para obtener la
indemnización del perjuicio sufrido y ésta indemnización comprendía el damnum emergens y el
lucrum cesans.56
El daño injustamente causado era la figura más general del delito privado y la fuente más
importante de las obligaciones nacidas ex delicto. Puede definirse el damnum iniuria datum
diciendo que es el acto ilícito realizado por una persona, con o sin intención de dañar, que irroga
un perjuicio a otra.57
Para que un hecho se constituya en delito, de acuerdo a la Ley Aquilia, debía cumplir con
cuatro elementos:
*El daño debía ser causado por la acción de un cuerpo sobre otro cuerpo (corpore
corpori).
“Era menester una acción positiva que haya provocado el daño, no bastando la simple
omisión.
56
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Pág. 286. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
57
ARGUELLO, Luis Rodolfo. “Manuel de derecho romano”. N° 140-c, pág.356. 3ª edición corregida, 5ª reimpresión.
Editorial Astrea. Buenos Aires, 1997.
58
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 286-287. 1ª Edición. Editora
Arthyk Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
59
ARGUELLO, Luis Rodolfo. “Manual de derecho romano”. N° 140-c, págs. 357-358. 3ª edición corregida, 5ª
reimpresión. Editorial Astrea. Buenos Aires, 1997.
Se necesitaba, además, que la acción fuera consecuencia de una iniuria60, esto es, no
debida al ejercicio de un derecho o por autorización del propietario, ni por necesidad o legítima
defensa.
Se requería, así mismo, que la acción fuese producida por dolo o al menos por culpa,
aunque ésta fuese mínima (in lege Aquilia et levissima culpa venit).
También se exigía un damnum corpore corpori, es decir, que el daño fuera consecuencia
directa del esfuerzo físico empleado por el autor sobre la cosa misma.
Por último, era necesario que hubiere un nexo causal entre la acción y el daño irrogado”.
La actio legis Aquilae se configuró como una acción mixta, de carácter penal, al conducir
al pago de una pena, y al tender a la reparación del daño causado. La acción de la ley Aquilia,
era también aplicable en materia contractual si existía una relación obligatoria entre la víctima y
el autor del daño, en cuyo caso concurría, electivamente, con la acción del contrato. Así, cuando
un depositario hubiere destruido o deteriorado injustamente la cosa entregada en custodia, podía
ser perseguido por el depositante por medio de la actio legis Aquilae o por la actio depositi
directa.61
60
“Se entendía por injuria (iniuria), en su más amplio sentido, todo lo contrario a derecho (non iure factum). En su
acepción específica, era una lesión física o corporal infligida a una persona, o cualquier otro hecho que importara un
ultraje u ofensa.” (ARGUELLO, Luis Rodolfo. “Manual de derecho romano”. N° 140-d, pág.358. 3ª edición corregida,
5ª reimpresión. Editorial Astrea. Buenos Aires, 1997.)
61
ARGUELLO, Luis Rodolfo. “Manual de derecho romano”. N° 140-c, pág.358. 3ª edición corregida, 5ª reimpresión.
Editorial Astrea. Buenos Aires, 1997.
decir, que el Derecho Romano no llegó a establecer un principio general de Responsabilidad
Civil.62
“Responsabilidad” proviene del latín responsus, participio pasado del verbo respondere
que significa "garantizar", por tanto “Responsabilidad” importa un deber que, como respuesta
adecuada, soporta quien ha causado un daño, perjuicio o detrimento. El responsable tiene que
indemnizar a la víctima.63
Se parte de la idea del daño como un mal, como un disvalor, algo que nos quita lo que era
nuestro, de lo cual gozábamos o nos aprovechábamos, que era nuestra integridad física o
psíquica; o bien del uso y disfrute de los bienes que componen nuestro patrimonio, que están
unidos a las posibilidades de acrecentamientos o nuevas incorporaciones de bienes o valores.
62
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Pág. 287. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
63
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Pág. 283. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
64
El principio fundamental de la Bioética es el de “No Maleficencia”, que postula que el fin es siempre el bien del
paciente, que en El “Juramento Hipocrático” se expresa como la beneficencia y al mismo tiempo la no-maleficencia,
en su punto 2 y 3 que a la letra dice:
“2. Adoptaré prescripciones facultativas a favor del enfermo y conforme a mi competencia y diagnóstico,
pero cuidaré de aplicarlos sin perjudicar a nadie, ni de forma injusta.
3. Tampoco daré ninguna medicina mortal, ni siquiera cuando me lo pidan y, además, no daré consejos al
respecto. Tampoco facilitaré a ninguna mujer un abortivo.”
65
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Pág. 283. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
Responsabilidad significa la calidad o condición de responsable y la satisfacción de
reparar y satisfacer por sí o por otro toda pérdida, daño o perjuicio que se hubiere ocasionado;
esto implica que una persona acepta de suyo las consecuencias de un acto realizado por él con
capacidad, libertad y voluntad. Se debe determinar quién es el responsable, cuál ha sido la acción
u omisión infractora del contrato o el acto ilícito, la naturaleza jurídica de la misma, los motivos,
la culpa del sujeto, la existencia del daño y la adecuada relación de causalidad entre el acto y el
daño causado.
66
CASTELLON PRADO, Juan José. “Responsabilidad Civil y Penal del Médico en Bolivia”. Pág. 30 3ra Edición.
Editora “J.V.” Cochabamba, Bolivia. 1999.
67
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 290-291. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
Si la acción u omisión es involuntaria, es decir si el sujeto no hubiera querido realizar
dichos actos, o aunque queriéndolos no ha previsto sus consecuencias, de igual manera éste debe
responder por los daños ocasionados y repararlos.68
“Artículo 984 (Resarcimiento por Hecho Ilícito).- Quien con un hecho doloso o culposo,
ocasiona a alguien un daño injusto, queda obligado al resarcimiento”.
La doctrina establece que para que exista responsabilidad, el acto realizado debe ser
“antijurídico”. La omisión se constituye en un antijurídico cuando existe la obligación de evitar
un daño, obligación impuesta por la ley o por la naturaleza del oficio o de la profesión del
sujeto.69
68
CASTELLON PRADO, Juan José. “Responsabilidad Civil y Penal del Médico en Bolivia”. Pág. 31. 3ra Edición.
Editora “J.V.” Cochabamba, Bolivia. 1999.
69
CASTELLON PRADO, Juan José. “Responsabilidad Civil y Penal del Médico en Bolivia”. Pág. 31. 3ra Edición.
Editora “J.V.” Cochabamba, Bolivia. 1999.
sufrir graves alteraciones psíquicas, no puede ser declarado culpable y, por consiguiente, no
puede ser responsable penalmente de sus actos, por mas que estos sean típicos y antijurídicos. El
concepto de imputabilidad o de capacidad de culpabilidad es, pues, un tamiz que sirve para
filtrar aquellos hechos antijurídicos que pueden ser atribuidos a su autor y permite que, en
consecuencia, éste pueda responder por ellos70.
“Artículo 17 (Inimputabilidad).- Está exento de pena el que en el momento del hecho por
enfermedad mental o por grave perturbación de la conciencia o por grave insuficiencia de la
inteligencia, no pueda comprender la antijuricidad de su acción o conducirse de acuerdo a esta
comprensión.”
70
MUÑOZ CONDE Francisco, GARCIA ARAN Mercedes; “Derecho Penal Parte General”, pág. 327. Editorial Tirant
Lo Blanch. Valencia, 1993.
71
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 292. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
En el ejercicio profesional, las personas toman a su cargo la responsabilidad por los daños
emergentes de ese ejercicio o actividad. Por ese ejercicio legal, un profesional adquiere una
responsabilidad específica a la que llamamos “Responsabilidad Profesional”.
En Estados Unidos, si bien no se utiliza el distingo como tal, hay coincidencia en que el
médico, salvo un contrato especial, no promete el éxito de la operación o tratamiento; sólo
asegura que él posee conocimientos y arte como el promedio de sus colegas y que lo aplicara
cuidadosamente. El médico puede específicamente contratar un resultado y responde cuando el
no se obtiene.
72
CASTELLON PRADO, Juan José. “Responsabilidad Civil y Penal del Médico en Bolivia”. Pág. 33 y 38. 3ra Edición.
Editora “J.V.” Cochabamba, Bolivia. 1999.
73
MAZEAUD-TUNC, "Tratado teórico-practico de la responsabilidad civil delictual y contractual”, t.I, vol. I. pág
126. Ed. Ejea, 1977, trad. Luis Zamora y Castillo.
PENNEAU, J. "La responsabilité medicale" pag.22. Ed. Sirey, Paris, 1977,
Si bien hay discusiones sobre la autoría de la clasificación, es Demogue quien la presenta
sistemáticamente en el mundo jurídico. En su tratado de las obligaciones nos introduce en la
terminología de "obligaciones de medio y de resultado", señalando que en éstas últimas el
deudor promete un resultado y en las otras no. En Demogue y sus fieles seguidores en la doctrina
francesa, la clasificación tiene las siguientes características.
En primer lugar tiene una pretensión fundamentalmente didáctica, puesto que sirve para
explicar las posiciones que asume el deudor antes que para ordenar el sistema jurídico, como
luego veremos. Es una construcción doctrinaria.
En segundo lugar, nace en relación con los contratos, aunque luego se la considera una
clasificación general de las obligaciones.
En tercer lugar, se considera que las de resultado son la regla y las de medio la excepción.
Los hermanos Mazzeaud y Andre Tunc, son un segundo hito en la elaboración doctrinaria
del distingo. Señalan que la terminología es un tanto ambigua y la sustituyen por la de
obligaciones determinadas y obligación general de prudencia y diligencia, a las que suman las
obligaciones de garantía.
La pretensión aquí no es sólo didáctica, sino que tiene funciones probatorias y
determinativas de objeto de la obligación. Por esta razón se la entiende como una clasificación
general de las obligaciones aplicable tanto al régimen contractual como extracontractual.
Asimismo, ya no son una dispersión de las obligaciones de hacer, sino que también se pueden
aplicar a las de no hacer y a las de dar. También consideran que las de resultado son la regla y
las de medio una excepción.
Su aporte más interesante refiere al estudio interno del distingo. Señalan que hay que
distinguir los hechos, en los que siempre que se propone un resultado hay una diligencia
involucrada para obtenerlo, de la perspectiva jurídica. Esta toma en cuenta la sicología de las
partes, la normalidad de que la diligencia del deudor alcanzará normalmente para conseguir un
resultado, y le otorga a ello virtualidad obligatoria.
Sin embargo, la separación no es tajante, ya que admiten ciertos grados de resultado, que
tendrán importancia en el momento probatorio, y que corresponden a verificaciones empíricas.
Resulta ello muy claro en el ejemplo que ponen los autores respecto del distinto resultado que
persiguen el banco respecto de los objetos que se colocan en sus cajas de seguridad y el amigo
que ha recibido cosas en custodia. La apreciación de que en el primer caso hay una obligación
"incomparablemente mayor", surge de haber restablecido un diálogo entre las valoraciones
normativas y las emergentes de la práctica.
El criterio de distinción entre uno y otro subtipo es la aleatoriedad del resultado. El azar
está en las obligaciones de resultado, en una mínima expresión que se revela en la posibilidad de
eximirse por la invocación del caso fortuito. En las obligaciones de medio el azar es constitutivo,
y no depende del grado de diligencia del deudor.
El profesor Bueres ha profundizado estas nociones con impecable rigor lógico y aportando
variaciones originales al tema.
Admite74 la denominación clásica, comparte la idea de que se trata de una clasificación
general de las obligaciones aplicable a los ámbitos contractual y extracontractual; apuntala el
valor normativo y no meramente didáctico de la distinción; asiente con la idea de que las
obligaciones de resultado son mayoría.
En el primer aspecto coincide con los Mazzeaud en que en el plano real no hay diferencias
puesto que siempre hay medios y fines; admite Bueres que ello mismo ocurre si se analiza la
estructura institucional de la obligación, en la que se admiten fines y medios. La diferencia está
en la estructura funcional de ambas categorías. Al respecto se señala que el objeto de toda
obligación es un plan o conducta del acreedor para satisfacer el interés del deudor, adoptando
expresamente la noción de Philippe Heck y Diez Picazo. El interés forma parte del objeto de la
obligación, puesto que la obligación es siempre un cauce de fines, un instrumento de
cooperación social. En los deberes de medios, el interés definitivo perseguido es aleatorio, de
donde el deudor cumple con la aportación del esfuerzo o actividad debidos. Este concepto se
diferencia del expresado por los Mazzeaud, puesto que admite la presencia del interés, si bien en
el aspecto estructural, que condiciona los medios debidos, los que ya no son cualesquiera medios
sino aquellos reconocidos como aptos para perseguir el interés, aunque no se lo alcance. Con una
pretensión taxonómica distingue un interés primario que son los medios debidos y un interés
final aleatorio. En las obligaciones de resultado, el interés primario se diluye, cobrando presencia
determinante el fin ultimo.
74
BUERES, Alberto, "El objeto del negocio jurídico", Pág. 155; Ed. Hammurabi, B. Aires. 1986.
La base de la distinción está en el alcance del cumplimiento. Agrega Bueres75 que si en las
de resultado se persigue un fin preciso y determinado y no hay posibilidad de eximirse
mostrando la falta de culpa, se trata de una imputación objetiva de responsabilidad. De modo
que las obligaciones de resultado dan lugar a un régimen de imputación objetiva, con la sola
eximente del caso fortuito, mientras que las de medios presuponen una imputación subjetiva, con
la eximente de falta de culpa y casus.
Armonizando sus ideas, cabría afirmar que en la responsabilidad contractual impera la
imputabilidad objetiva, ya que son mayoría las obligaciones de resultado. El papel relevante de
la clasificación es respecto de su operatividad para fijar el factor de atribución de
responsabilidad.
El otro aspecto que resalta Bueres76 es que la cuestión procesal es contingente, que no hay
una necesaria vinculación entre éste distingo y la carga de la prueba.
75
BUERES, Alberto. “Responsabilidad civil de los médicos", pág. 40 y ss., Abaco, 1979.
76
BUERES,Alberto."Responsabilidad civil de las clínicas y establecimientos médicos", pag.129. Ed. Abaco, 1981
El fin último, la curación, es resultado mediato no comprometido. Se produce una escisión
entre la noción de resultado y la de ventaja económica, afirmándose que el resultado debe
entenderse como "el éxito final de la actividad del profesional, pero no también en el sentido que
tal resultado deba constituir una ventaja económica"77.
Esta tesitura parece ser la adoptada en el Código Civil italiano de 1942, que en su
Artículo 2230 señala que el contrato tiene por objeto una prestación de obra intelectual.78 En el
sistema italiano, el código no disciplina el contenido concreto del mentado resultado, sino que el
mismo se deja librado a la legislación complementaria y la costumbre.
Algunos autores79 admiten la distinción, pero luego señalan que no se puede deducir de
ella una idea simplista. Los medios ofrecidos por un famoso especialista difieren de los que
ofrece un médico hospitalario o un médico de cabecera. Los medios no son los mismos y hay
que admitir ulteriores subdivisiones.
Hay que admitir que si bien el criterio es realista en cuanto admite la resistencia
ontológica al distingo, esfuma la utilidad de la clasificación. Ello ocurre porque si no es idónea
para ordenar la realidad sino que es ordenada por ella, no se advierte cuál es su razón de ser.
Hernández Gil80, seguido por Guillermo Borda81, sostiene una conocida categoría sobre el
objeto de las obligaciones, en la que distingue un factor constante, que es la conducta del deudor
y un factor variable que son las cosas. En forma análoga aplica este criterio a la distinción,
señalando que toda prestación es una actividad, es sólo conducta, el interés final no forma
parte del objeto en forma constante. En las de resultado el fin forma parte de dicho objeto. De
77
MESSINEO, Francesco, "Manual de derecho civil y comercial". T.V. Pág. 241. Ed. Ejea, 1979.
78
En España MARTINEZ CALCERRADA, Luis, "Derecho Médico". Vol. I, pag.131. Tecnos, 1986, sostiene que toda
actividad contractual del médico es de resultado en el sentido de asistencia o cuidados médicos; también
REZZONICO, Luis M. "Estudio de los contratos en nuestro derecho civil", pag.635. Depalma 1969; HEDEMANN,
Justus. W., "Tratado de derecho civil, vol. III, der de obligaciones", pag.412. Rev. Der. Privado, Madrid, 1958.
79
PRINCIGALLI, A.M "La Responsabilitá del medico", Pág. 39. Jovene, 1983.
80
“Derecho de obligaciones”, Pág. 124. Madrid, 1983.
81
"Tratado de Derecho Civil Argentino. Obligaciones”, T.I. pág. 18. 3a Edición. Ed. Abeledo-Perrot. Buenos Aires.
esta manera se diferencia de todos aquellos autores que señalan que el interés es intrínseco aún
en las obligaciones de medios.
MARTON,82 dice que todas son obligaciones de resultado, en las llamadas de medios el
resultado es mediato. De ésta manera el resultado está siempre presente, inmediata o
mediatamente. Ello se contrapone aunque no lo diga el autor, a la clasificación misma y su
utilidad.
Para unos la clasificación es un subtipo de las obligaciones de hacer, mientras que para
otros es una división general, no sólo igual sino superior a aquella, puesto que tiene aptitud para
ordenar los factores de atribución.
Para unos tiene aplicación en el ámbito de los contratos, mientras que para otros es
aplicable también en el ámbito extracontractual.
Para unos el principal efecto es distribuir la carga de la prueba, mientras que para otros
este aspecto es contingente.
Para unos el efecto principal es fijar la imputabilidad subjetiva u objetiva. Para esta
corriente, el incumplimiento de la obligación de medios contiene una imputación culposa,
mientras que las de resultado es objetiva. Para otros, la clasificación no tiene demasiada relación
82
"Obligations de résultat et obligations de moyens", Revue trimestrielle de droit civil, 1935, pag. 510.
83
"Tratado de derecho civil-Obligaciones” T.I. Pág.209. Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires.
con estos temas puesto que siempre hay imputabilidad subjetiva; en las de resultado hay una
presunción de culpa.
Para algunos los medios son asépticos y para otros están orientados al interés.
En materia civil el dolo puede tener dos acepciones, y en ambas la conducta está
calificada por la conciencia de la antijuricidad del acto. 84
1°. Como vicio de la voluntad, es una conducta intencional que lleva a otro al error y,
consecuentemente provoca un consentimiento viciado.
En el dolo como vicio de la voluntad, hay una conducta ilícita que viola el deber de actuar
de buena fe y que mediante un ardid lleva a la otra parte al error. El error puede ser voluntario,
auto error, o bien provocado ilícitamente por un tercero mediante una acción dolosa.
El dolo califica una conducta que, junto con otros presupuestos, integra una figura, a la
que se asignan diferentes sanciones.
Si la conducta dolosa tiene por efecto privar a uno de los contratantes de intención, se
configura un error-vicio de la voluntad. La sanción es aquí la anulabilidad. Pero no se trata de
una reparación, sino de una consecuencia de la falta de uno de los presupuestos del
consentimiento pleno.
84
Brebbia, "Hechos y Actos Jurídicos", Astrea, 1979, t.I, pág. 403.
Si la conducta dolosa no quita al consentimiento de su presupuesto, pero conduce a un
equivoco dañoso hay dolo incidente. Aquí la reparación es el resarcimiento de daños, tratándose
de una responsabilidad pre-contractual.
Para muchos autores todas las distinciones realizadas en el ámbito penal, carecen de
aplicación en el orden civil85.
En materia civil se afirma que sólo el dolo directo es delito civil, mientras que el dolo
eventual es un cuasidelito86.
85
PEIRANO FACIO, Jorge, "Responsabilidad extracontractual", Temis, Bogota, 1979, pág. 315.
86
ALTERINI, Atilio, "La responsabilidad civil", Abeledo Perrot, Bs.As., 2da ed.1979, pág. 98; LLAMBIAS,
Obligaciones IV, A. num 2314.
87
Tratado de Derecho Civil, Obligaciones, Abeledo Perrot, Bs.As., 1982, t. IV-A- pág. 9; ALTERINI, Atilio, "La
responsabilidad civil", Abeledo Perrot, BS.AS., 2da ed.1979, pág. 96)
con la voluntad de dañar, y no es admisible el dolo eventual88 Otros autores admiten aquí el dolo
eventual89.
Se caracteriza por el asentimiento del agente al resultado delictivo que se le aparece como
probable; también se le llama dolo condicionado. Como no se actúa para dañar, sino que se obra
representándose la posibilidad de daño, no le serian atribuibles todos los daños porque no entran
en la previsión. En el dolo eventual se exige:
88
CREUS, Carlos, "Derecho Penal-Parte especial", Astrea, Bs.As., 1983, pág. 520; SANCINETTI, Marcelo, "Teoría
del Delito y disvalor de acción", Hammurabi, Bs.As., 1991, pág. 310).-
89
CARRERA, Daniel, "Defraudación por infidelidad o abuso", Astrea, Bs.As., 1973, pag.24.
CAPÍTULO 3
TIPICIDAD Y ANTIJURICIDAD EN EL
CONSENTIMIENTO INFORMADO
3.1.1. CULPA
Existe culpa cuando por negligencia, descuido, falta de precaución o por imprudencia, no
se ha obrado como se hubiese debido hacerlo, provocando así un daño, pero sin que medie un
propósito deliberado. No se cumple con el deber jurídico pre-existente simplemente por que el
obligado no ha tenido la precaución o el cuidado de adoptar medidas previsoras.91
90
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 298. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
91
CASTELLON PRADO, Juan José. “Responsabilidad Civil y Penal del Médico en Bolivia”. Pág. 34 3ra Edición.
Editora “J.V.” Cochabamba, Bolivia. 1999.
El Código Penal boliviano da una noción de culpa en su artículo 15:
2) Tiene como posible la realización del tipo penal y, no obstante ésta previsión, lo
realiza en la confianza de que evitará el resultado”
La culpa puede ser civil ó penal92. Durante mucho tiempo la doctrina del Derecho Civil,
ha discutido si la culpa civil y penal son conceptualmente idénticas o si por el contrario, existen
entre ellas diferencias esenciales.
92
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 299-300. 1ª Edición. Editora
Arthyk Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
93
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 299-300. 1ª Edición. Editora
Arthyk Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996
“Artículo 16.- I . Se presume la inocencia del encausado mientras no se pruebe su
culpabilidad”
En conclusión, la culpa es, tanto civil como penalmente, la omisión de la diligencia o acto
debido, aunque tenga finalidades distintas y comprometa la responsabilidad según diversos
grados y sin perjuicio de que la misma se aprecie en forma más o menos rigurosa y se presuma o
no.
b) Imprudencia. Es una conducta positiva consistente en una acción de la cual había que
abstenerse o en una acción que ha sido realizada precipitadamente. Clásicamente se menciona
como ejemplos de conducta imprudente al conductor de automóvil que ingiere bebidas
94
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 298. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
95
CASTELLON PRADO, Juan José. “Responsabilidad Civil y Penal del Médico en Bolivia”. Pág. 33-35 3ra Edición.
Editora “J.V.” Cochabamba, Bolivia. 1999.
alcohólicas antes de conducir; al médico que inyecta al paciente antes de verificar previamente si
éste es o no alérgico al medicamento.96
96
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 298. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
97
CASTELLON PRADO, Juan José. “Responsabilidad Civil y Penal del Médico en Bolivia”. Pág. 33-34 3ra Edición.
Editora “J.V.” Cochabamba, Bolivia. 1999.
98
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 299. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
99
LUNA YAÑEZ, E. Alberto. “OBLIGACIONES Curso de Derecho Civil”. Págs. 299. 1ª Edición. Editora Arthyk
Producciones. La-Paz, Bolivia. 1996.
simplemente se lo hacía responsable por razones de seguridad, dirigidas a la prevención de
males futuros.
BORDA. "Tratado de derecho civil argentino. Obligaciones". t. I. p. 93. Nº 90. 3º Ed. Perrot. B. A., 1971).
100
101
CORDOBA RODA, Juan. “Una nueva concepción del delito - La doctrina finalista.” Ariel, 1963, pág. 27-31.
AGUIAR, Henoch. “Culpa: Criterios de apreciación, en Homenaje a Dalmacio Vélez Sársfield - Estudios de
Derecho Civil” Córdoba, 1936, Universidad Nacional de Córdoba, pág. 43.
que la culpa es un apartamiento de las exigencias de la vida cotidiana, también se ha dicho que la
conducta culposa es un desprecio de los valores102.
Ese déficit en el actuar sugiere un menosprecio por aquellos bienes que protege el
ordenamiento; amparo éste que no se evidencia en la norma sancionadora (primaria), sino en la
norma secundaria.
Los romanos consideraban la culpa como una omisión imputable al deudor, pero sin que
haya habido de su parte intención de perjudicar al acreedor.
102
JORDANO FRAGA. "La responsabilidad contractual". p. 118. Ed. Civitas. Madrid. 1987.
103
PETIT, Eugene, “Tratado elemental de derecho romano”, Pág. 602. Ed. Albatros, Buenos Aires, 1980, trad. de
Fernández González.
La culpa leve es la que no comete un buen administrador. Para evaluarla se ofrecían dos
modalidades; o bien se la juzgaba respecto de la conducta "normal", prefijada en un modelo
abstracto que era el de un buen padre de familia (bonus pater familias); ora se la consideraba
respecto de las costumbres personales del deudor, exigiéndole a éste la diligencia que pone en
sus propios negocios (diligentiam cualem suis rebus adhibere solet). La primera se denomina
culpa leve apreciada en abstracto, y la segunda culpa leve considerada en concreto.
En España, Martínez Pereda Rodríguez105 dice que en el Código Penal la culpa grave es
denominada imprudencia temeraria, mientras que la culpa leve y la reglamentaria son faltas.
Respecto de la primera cita una sentencia del Tribunal Supremo, del 28-2-83, en la que dice que
se caracteriza por la inobservancia de la más racional cautela, por la omisión de todas las
precauciones que el evento exigía o, al menos de las más elementales y rudimentarias, por la
104
COLMO, Alfredo, “Tratado teórico-práctico de las obligaciones en el Derecho Civil argentino. De las
obligaciones en general”, Ed. Jesús Menéndez, Buenos Aires, 1920, Pág. 89.
105
MARTÍNEZ PEREDA RODRÍGUEZ, José Manuel. "La responsabilidad penal del médico y del sanitario", pág. 84.
Ed. Colex. .Madrid, 1990.
imprevisión, ligereza y descuido, en el que no hubiera incidido el menos previsor, cauto y
diligente de los hombres.
Con referencia a la culpa levísima, dice Martínez Pereda Rodríguez, que es la imprudencia
simple, y se caracteriza porque no hay una infracción de los Reglamentos, pero no se ha actuado,
con la más exquisita diligencia, no se han extremado las precauciones propias del caso.
3.1.4. DOLO
Cuando se equipara la culpa grave con el dolo, puede afirmarse que la conducta dolosa se
configura con la mera representación del resultado dañoso. Corresponde hacer las siguientes
aclaraciones:
- Causar un daño a otro puede ser una intención exclusiva o bien un simple medio para
procurar otros fines.
106
(ALTERINI, Responsabilidad civil", num 108, ORGAZ, La culpa, num 21).
El dolo califica una conducta que, junto con otros presupuestos, integra una figura, a la
que se asignan diferentes sanciones.
El dolo es una trasgresión jurídica efectuada con conciencia, con engaño, artificio o
maquinación fraudulenta.107 Cuando se entiende a la antijuridicidad como subjetiva, el dolo
integra la misma, pero cuando se la aprecia como contradicción primaria del acto con el
ordenamiento jurídico, el dolo se independiza.
Otros autores en cambio, mantienen siempre el resultado. Se dice que la voluntad, sólo
puede dirigirse a ocasionar un resultado en cuanto se lo representa como cierto; la simple
indiferencia bastará para hacer configurar el dolo. En cambio, si se trata de un resultado posible,
o probable, la indiferencia creará responsabilidad por culpa.
Es decir que en la culpa hay falta de previsión frente a un resultado probable. En cambio
en el dolo hay siempre una previsión; puede ser una intención de causar un resultado, o bien una
indiferencia frente a un resultado que se prevé como cierto.
El dolo, al igual que la culpa, admite graduaciones de las cuales surgen diversas especies:
dolo directo, dolo indirecto o de 2do. grado y dolo eventual, destacadas por la doctrina penal y
que parece ha olvidado la doctrina civil.
107
MORELLO, Mario, Prologo a la obra de CARRANZA, Jorge, "El dolo en el derecho civil y comercial"
La clasificación apuntada es la efectuada sobre la base de "su determinación" y admite
además de las especies recordadas, las siguientes:
Aquí el resultado es querido inmediatamente por el autor. Para Llambias108 el dolo directo
se caracteriza porque el sujeto actúa para provocar el daño, por lo que le son atribuibles todos los
perjuicios que aparezcan en el horizonte de esa previsión; absorbe la voluntad de todo lo que
aparecía vinculado necesariamente con la producción del resultado previsto.
3.1.4.1.2. Dolo Indirecto ó de Segundo Grado
En este caso el autor no persigue el resultado pero admite las consecuencias necesarias de
su proceder; la intención es mediata, por lo que se le designa como dolo mediato.
Se caracteriza por el asentimiento del agente al resultado delictivo que se le aparece como
probable; también se le llama dolo condicionado. En el dolo eventual se exige:
108
Tratado de Derecho Civil, Obligaciones, Abeledo Perrot, Bs.As., 1982, t. IV-A- pág. 9; ALTERINI, Atilio, "La
responsabilidad civil", Abeledo Perrot, BS.AS., 2da ed.1979, pág. 96)
109
Jimenez de Asua, Luis, "Tratado de Derecho Penal", Bs.As., Losada, 1963, t.V
b) el consentimiento en que se produzca y,
Como no se actúa para dañar, sino que se obra representándose la posibilidad de daño, no
le serian atribuibles todos los daños porque no entran en la previsión.
En la culpa con representación, el resultado es también probable, pero el agente espera
poder evitarlo y se habría abstenido de obrar si se hubiese representado como seguro ese
resultado.
Para la doctrina tradicional, el delito puede ser imposible porque el sujeto yerra sobre la
naturaleza de los medios empleados (empleo de azúcar como veneno) o sobre el objeto del delito
(hacer fuego sobre un cadáver) y, naturalmente, sobre ambos a la vez110.
Este supuesto delito sólo existe en la mente del sujeto, como consecuencia de un error. El
individuo cree estar cometiendo un delito, cuando ejecuta, en realidad, un hecho lícito. Por tanto,
no solo falta en el caso la referencia a un tipo penal, sino, también, a todo problema de idoneidad
o inidoneidad de la tentativa (cfr. JIMENEZ DE ASUA, “El iter criminis y la tentativa”, en El
Criminalista, Vol. IV, 1951, Pág. 238)111.
110
FONTAN BALESTRA, Carlos. “Derecho Penal introducción y parte general”. Pág. 391. Decimosexta edición. Ed.
Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1998.
111
FONTAN BALESTRA, Carlos. “Derecho Penal introducción y parte general”. Pág. 393. Decimosexta edición. Ed.
Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1998.
3.1.7. DELITOS PROPIOS DE OMISIÓN.
Son aquellos en los que la acción típica se describe como una conducta pasiva; desde el
punto de vista natural la acción es un “no hacer”. Por lo tanto lo que se castiga es el “no hacer”,
el mandato que se desconoce es el que impone un determinado hacer, o sea, en estos delitos el
autor desobedece un mandato imperativo112.
Ocurre que se dan casos en los que el derecho espera , de ciertos sujetos, una determinada
conducta que considera necesaria o útil para impedir una modificación del mundo exterior
constituida por la vulneración de un bien jurídico o su puesta en peligro, cuyo ataque ha sido
prohibido, reforzándose dicha prohibición con la amenaza de la pena. En ellos, si el sujeto de
quien se espera la conducta impeditiva del curso causal que conduce al resultado constitutivo del
atentado al bien jurídico, no la realiza, viola el mandato prohibitivo de dicho atentado, es decir,
lo viola con su omisión113.
Nuestro Código Penal sanciona en el artículo 13 bis los delitos de comisión por omisión:
“Artículo 13 bis. (Comisión por Omisión).- Los delitos que consistan en la producción
de un resultado sólo se entenderán cometidos por omisión cuando el no haberlos evitado, por la
infracción de un especial deber jurídico del autor que lo coloca en posición de garante,
equivalga, según el sentido de la ley, a su causación.”
El artículo 262 de nuestro Código Penal tipifica el único delito de omisión impropia de la
siguiente manera:
112
CREUS, Carlos. “Derecho Penal parte general”. N° 175, Pág. 147. Editorial Astrea. Buenos Aires, 1988.
113
CREUS, Carlos. “Derecho Penal parte general”. N° 176, Pág. 148. Editorial Astrea. Buenos Aires, 1988.
“Artículo 262 (Omisión de Socorro).- Si en el caso del artículo anterior el autor fugare
del lugar del hecho u omitiere detenerse para prestar socorro o asistencia a las víctimas, será
sancionado con privación de libertad de uno a cuatro años.
La pena será de privación de libertad de seis meses a dos años, cuando el conductor de
otro vehículo no se detuviere a prestar ayuda o socorro al conductor u ocupantes del vehículo
accidentado, agravándose la pena en una mitad, si el accidente o la omisión de asistencia se
produjeren en lugar deshabitado”.
3.1.9. PRETERINTENCIONALIDAD:
DELITOS PRETERINTENCIONALES Y DELITOS
CALIFICADOS POR EL RESULTADO
En estos delitos el autor actúa con dolo en pos de un resultado y al desplegar su conducta
produce otro resultado, más vulnerante de los bienes jurídicos que aquel que inicialmente
persiguiera. Para esos casos la ley penal designa una pena “especial” o una pena “agravada”.
Estas penas son congruentes con el criterio de la responsabilidad subjetiva en cuanto el resultado
más grave puede ser atribuido a título de culpa114. Queda claro que si falta la posibilidad de
atribución del resultado más grave en esos términos (cuando no fue “previsible”), la figura
compleja es inaplicable y al autor solo se le podrá punir en la medida prevista por el tipo que
corresponde a la acción ejecutada dolosamente115.
3.1.10. LA ANALOGÍA
114
CREUS, Carlos. “Derecho Penal parte general”. N° 244, Pág. 216. Editorial Astrea. Buenos Aires, 1988.
115
CREUS, Carlos. “Derecho Penal parte general”. N° 244, Pág. 216. Editorial Astrea. Buenos Aires, 1988.
116
MUÑOZ CONDE, Francisco. GARCIA ARAN, Mercedes. “Derecho Penal Parte General”. Pág. 381. Editorial
Tirant lo Blanch. Valencia 1993.
La analogía, utilizada frecuentemente en la aplicación del derecho privado, es vedada en
materia penal117.
En lo penal, la analogía ofrece un enfoque distinto que en el resto de los sectores del
orden jurídico; mientras en éstos se persigue resolver los conflictos jurídicos mediante la
aplicación de normas que contemplan situaciones semejantes o análogas, en el orden penal lo
que se hace es sancionar como delitos hechos no descritos en la ley, sobre la base de una
extensión extralegal de lo ilícito penal: se crean delitos.
En el orden penal la ley contiene la descripción de las acciones delictuosas de las únicas
acciones punibles; las demás carecen de relevancia en el orden penal. Es la limitación impuesta
por el principio nullum crimen sine praevia lege poenale118.
117
FONTAN BALESTRA, Carlos. ”Derecho Penal. Introducción y Parte General”.Pág. 120. Decimosexta edición
actualizada por Guillermo A. C. Ledesma. Editorial Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1988.
118
FONTAN BALESTRA, Carlos. ”Derecho Penal. Introducción y Parte General”.Pág. 120. Decimosexta edición
actualizada por Guillermo A. C. Ledesma. Editorial Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1988.
119
FONTAN BALESTRA, Carlos. ”Derecho Penal. Introducción y Parte General”.Pág. 246-247. Decimosexta edición
actualizada por Guillermo A. C. Ledesma. Editorial Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1988.
entregando así el instrumento eficaz para evitar la aplicación analógica de la ley. Se impone con
ello una peculiar modalidad en la redacción de la ley penal: previsión por medio de tipos
autónomos no extensibles120.
a) Nulla poena sine lege previa. (ninguna pena sin ley penal previamente promulgada).
Este principio supone la prohibición de la retroactividad de nuevas y más severas leyes penales.
b) Nulla poena sine lege scripta (ninguna pena sin ley penal escrita). Prohíbe el derecho
consuetudinario y su aplicación en el ámbito penal, para la creación o agravación de tipos.
c) Nulla poena sine lege stricta (ninguna pena sin mandato expreso textual de la ley).
Esta función persigue limitar la aplicación de la ley en medida en la medida en que es rechazada
la analogía.; también aquí se impone la ley penal que describe y da comunicabilidad a los tipos
penales.
120
FONTAN BALESTRA, Carlos. ”Derecho Penal. Introducción y Parte General”.Pág. 104. Decimosexta edición
actualizada por Guillermo A. C. Ledesma. Editorial Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1988.
121
FONTAN BALESTRA, Carlos. ”Derecho Penal. Introducción y Parte General”.Pág. 105. Decimosexta edición
actualizada por Guillermo A. C. Ledesma. Editorial Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1988.
CAPÍTULO 4
Considero que la anterior aseveración no es del todo cierta ya que una conducta omisiva
no revela “per se” una intención, y es normalmente una figura culposa; salvo que, mediante esa
actitud se pretendiera consumar una lesión o un homicidio, caso en el cual se trataría de una
acción dolosa cometida a través de actos omisivos. Si mediara la convención previa, que
considera el autor citado, se trataría de la violación de la palabra empeñada. Si el
incumplimiento es parcial, no siendo un abandono total, no es posible hablar de dolo, sino de
culpa contractual.
122
MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad civil del médico, cit., pág. 182.
123
MOSSET ITURRASPE, “Responsabilidad civil del Médico”. pág. 182, nota 5.
atención. Estos supuestos implican un defecto de conducta, un dejarse estar; la intención de
incumplir es un grado más.
Si se prueba que medió incumplimiento con intención de dañar, tarea que pesa sobre el
acreedor, estaremos ya ante un supuesto de malicia.
Los casos de dolo o malicia son realmente escasos en la casuística jurisprudencial, por lo
que no se ahondará más en esta cuestión que por otra parte no ofrece mayores complicaciones.
Sobre la base de las enseñanzas de Petit, consideramos que estrictamente ello es así
solamente cuando la relación medica tiene su génesis en un cuasi contrato, ya que a ellos se hace
referencia al mencionarse las obligaciones de confianza. Sin perjuicio de esto, entendemos que
en las convenciones en que adquiere primacía la confianza, como las derivadas del ejercicio de
la medicina, se vislumbra la necesidad de postular la exigencia de conductas aptas para
conformar tales situaciones, y por lo tanto, la recurrencia al modelo de la culpa leve en abstracto.
En el marco típico de una sociedad personalista el médico, como la gran mayoría de los
profesionales "liberales", ocupaba un lugar de privilegio en el orden social y su profesión era
considerada un "arte". Los jueces y los tratadistas del derecho se veían inhibidos de penetrar en
tan delicada cuestión: no querían obstruir el "Progreso de las ciencias" intimidando a los
profesionales con cuestiones de responsabilidad.
La doctrina francesa del siglo XIX elaboró en congruencia con esa postura, una idea
relativa a la existencia de una culpa especial: la culpa profesional.
Se hacía una distinción capital en materia de culpa. Si el médico había faltado a las reglas
de prudencia exigibles a toda persona, respondía por culpa. Pero si había faltado a las reglas de
orden científico, propias de su profesión, se trataba de una culpa especial, típica "profesional",
en ese caso no respondía sino por una culpa grave o lata124.
Los jueces comenzaron a liberarse de los tabúes que otrora los inhibían, y a observar la
carencia de fundamento normativo de la mentada culpa especial.
124
MAZZEAUD-TUNC,”Tratado Teórico-Práctico de la Responsabilidad Civil, Delictual y Contractual”. Tomo I, vol.
II, pág. 166. Ed Ejea, 1977. Traducción de Luis Zamora y Castillo).
125
MAZZEAUD-TUNC,”Tratado Teórico-Práctico de la Responsabilidad Civil, Delictual y Contractual”. Tomo I, vol.
II, pág. 170. Ed Ejea, 1977. Traducción de Luis Zamora y Castillo).
Además, la propia determinación de la culpa específicamente profesional advenía
dificultosa, puesto que sus límites son borrosos cuando se pretende identificarlos en la práctica.
En los casos de especial dificultad técnica se admite entonces una excepción al principio
de que todo deudor responde por culpa leve; se responde solamente cuando ésta es grave o por
dolo126.
Lacassagne la definió así: “La responsabilidad médica es la obligación para los médicos
de sufrir las consecuencias de ciertas faltas por ellos cometidas que pueden comportar una doble
acción, civil y penal”.
Debe entenderse bajo este concepto la responsabilidad que afecta al médico por sus actos
u omisiones que puedan considerarse culpables, ya sea por imprudencia, descuido, ligereza; por
error en la prescripción de medicamentos; en la ejecución de operaciones; en la emisión de
juicios científicos; en las actuaciones periciales ó, en fin, en cualquier acto en que intervenga en
calidad de facultativo.
126
MESSINEO, Francisco. “Manual de Derecho Civil y Comercial”. Traducción de Santiago Sentís Melendo; Prólogo
de Vittorio Neppi. Tomo IV, Pág. 235. Editorial Ejea. Buenos Aires, 1979).
4.4.1. TIPOS DE RESPONSABILIDAD MÉDICA
Así, la ética médica se define como el conjunto de reglas y principios que rigen la
conducta moral y profesional de los médicos. La ética profesional no es más que la traducción
de las normas generales de la moral humana que el médico debe aplicar a su profesión. Es decir,
que el médico incurrirá en esta especie de responsabilidad, si infringe las reglas que rigen la
conducta moral o profesional.
127
Artículo 1° (Ley 728, Código de Etica Médica). – “El ejercicio de la medicina implica un compromiso moral,
individual y colectivo de los médicos con los individuos y la Sociedad, e impone deberes y responsabilidades
ineludibles cuya contravención dará lugar a sanciones disciplinarias por parte del Colegio Médico, al margen de las
penalidades establecidas por la ley del país”.
128
La Ley 728 (Código de Etica Médica), reúne las normas deontólogicas que el médico debe observar en su
interrelación con los enfermos (artículos 4 al 21), con la sociedad (artículos 22 al 37) y con los médicos entre sí
(artículos 38 al 44).
El término Lex Artis proviene del latín que significa " LEY DEL ARTE", o regla de la
técnica de actuación de la profesión que se trate. Ha sido empleada para referirse a un cierto
sentido de apreciación sobre si la tarea ejecutada por un profesional es o no correcta o se ajusta o
no a lo que debe hacerse.
Por su parte la doctrina española nos ha definido la Lex Artis como la aplicación de las
reglas generales médicas a casos iguales o parecidos o la actuación conforme a cuidado
objetivamente debido.
El médico y el profesional sanitario, sin embargo, para actuar dentro de la «Lex Artis»
siempre independientemente de las circunstancias que rodean el caso concreto, deberán
dominar las materias estudiadas en su carrera, es decir, tener los conocimientos necesarios y
exigibles para poder ejercer la medicina sin temeridad, lo que llevaría al enfermo a agravar su
dolor con peligro de su salud y de la propia vida.
El fundamento legal de la “Lex Artis” se obtiene a través de los peritajes médicos. El juez
ha de valerse de quienes tengan conocimientos técnicos y científicos sobre el particular para
establecer si el médico actuó bien o no, es decir, si faltó o no al deber objetivo de cuidado.
Pero resulta que esta situación es de carácter estrictamente relativo por varias
circunstancias:
El deber del médico es procurar al enfermo los cuidados que requiera según el estado de la
ciencia, para ello aplicará las normas o principios de la experiencia médica científica,
entendiendo todo lo anterior con un criterio valorativo de la corrección del concreto acto médico
ejecutado por el médico. Ello obliga a una actuación de los profesionales, muy semejante con las
lógicas y prudentes desviaciones del caso. Si el médico actúa conforme a lo anterior, podemos
afirmar que actúa y se ciñe a la lex artis.
Para que se cumpla la lex artis se debe tener en cuenta en el acto médico:
Una operación quirúrgica se ajustaría a la lex artis, cuando se ajusta a la técnica que es
aceptada por la indicación y no seria contraria al cuidado debido. Si un cirujano opera y no lo
hace con una técnica que es correcta, sin existir la previa indicación, podemos decir que no ha
observado la medida que estaba presente, por lo que queda en entredicho su actuación en
relación con la lex artis.
La lex artis señala las reglas técnicas para cada tipo de acto médico semejante, si bien
estas reglas o procedimientos clínicos deben atemperarse al caso concreto, pues nunca hay dos
pacientes iguales. El factor reaccional de cada individuo es distinto, por lo que el contenido de la
lex artis es variable, si bien el núcleo principal es inamovible y definido antes de darse el acto
médico, pero conociendo ya el tipo de situación en que se va a desenvolver el médico. El
profesional tendrá que ceñirse al núcleo principal de su actuación, sin embargo se considera
admisible un cierto margen de libertad del clásico procedimiento si se trata de investigar, de
hacer progreso científico, pues de otra manera la medicina estaría inmóvil, desde tiempos
remotos, sin posibilidad de avanzar científicamente.
a) En primer lugar, si incurre en una infracción a cualquiera de las leyes penales, se hace
acreedor a la sanción correspondiente y en ello no figura para nada la calidad especial de que lo
inviste el ejercicio de su profesión; es solo criminalidad común.
b) En segundo lugar puede, además, ejecutar un hecho ilícito cometido con ocasión o en
función de sus actividades especiales.
Los delitos que se tipifican en nuestro Código Penal (por lo tanto los delitos en los cuales
se debe tratar de tipificar el acto ilícito del médico) aplicables al desempeño de la profesión
médica son los siguientes:
Delitos contra las Vida y la Integridad Corporal: Artículo 260 “Homicidio Culposo”.
La responsabilidad civil es la que proviene de un hecho o de una omisión que causa daño
a otro y lleva consigo el resarcimiento de los daños causados y de los perjuicios provocados.
Puede ser contractual y extracontractual. La primera se origina del incumplimiento de
obligaciones nacidas a través de un contrato. La segunda se origina en el daño al patrimonio de
otra persona con quien no existe vínculo contractual y que se origina en una conducta que rompe
el deber de diligencia, cuidado y prudencia de las personas en sociedad.
I. Los actos por los cuales una persona dispone sobre todo o parte de su cuerpo están
prohibidos cuando debiendo ejecutarse en vida del donante, pueden ocasionar una lesión grave
y definitiva a su integridad física o son de otra manera contrarios al orden público o a las
buenas costumbres.
II. En la donación de órganos que se van a trasplantar en vida del donante, serán
necesarios, para la ejecución quirúrgica, el informe previo y el control por una comisión que
designará el Colegio Médico.
III. Una persona puede revocar siempre los actos de disposición sobre su propio cuerpo”.
“Artículo 482 (DOLO). - El dolo invalida el consentimiento cuando los engaños usados
por uno de los contratantes, son tales que sin ellos el otro no habría contratado”.
I.- El perjudicado puede pedir, cuando sea posible, el resarcimiento del daño en especie.
En caso diverso el resarcimiento debe valorarse apreciando tanto la perdida sufrida por la
victima como la falta de ganancia en cuanto sean consecuencia directa del hecho dañoso.
II.- El daño moral debe ser resarcido solo en los casos previstos por la ley.
I.- Si son varios los responsables, todos están obligados solidariamente a resarcir o a
indemnizar el daño.
II.- Quien ha resarcido o indemnizado todo el daño, tiene derecho a repetir contra cada
uno de los otros en la medida de su responsabilidad. Cuando no sea posible determinar el grado
de responsabilidad de cada uno, el monto del resarcimiento o de la indemnización se divide
entre todos por partes iguales”.
“Artículo 6º.- Las ablaciones de órganos, tejidos y células de personas vivas sólo pueden
practicarse en personas mayores de veintiún años, cuando no le ocasionen menoscabo a su
salud, disminución física que afecte su supervivencia o le originen un impedimento
considerable, debiendo previamente contar con su consentimiento expreso, libre y voluntario,
debidamente registrado en Notaría de Fe Pública, el mismo que deberá quedar documentado en
la institución hospitalaria”.
“Artículo 9º.- El donante vivo como el receptor deberán ser ampliamente informados de
las características de la operación. En caso de no existir oposición respecto a la intervención
quirúrgica a llevarse a cabo, deberá consignarse este acuerdo en documento firmado por las
partes interesadas. Si hubiera impedimento físico del receptor para firmar, lo hará su
representante legal”.
“Artículo 13º.- Para efectuar cualquier procedimiento médico o quirúrgico que entrañe
riesgo (terapéutico convulsionante u otros) o que signifique mutilación (amputación, castración,
etc.), el médico deberá requerir el consentimiento del paciente o en caso de incapacidad mental
o legal de éste, de sus familiares o apoderados responsables, lo que podrá exigir se haga por
escrito o en presencia de testigos, salvo situaciones de urgencia y ausencia de aquellos en que
dentro de lo posible deberá contar con la aquiescencia de uno o mejor, dos médicos llamados en
consulta”.
“Artículo 14º.- Ningún cirujano podrá operar a menores de edad sin previo asentimiento
de los padres o tutores, a menos que la vida o habilitación futura del paciente exija una
intervención inmediata”.
En nuestro Código de Salud, Decreto Ley 15629 de 18 de julio de 1978, sólo tipifica la
responsabilidad del médico relacionada al Consentimiento Informado cuando de transplantes se
trata de la siguiente manera:
- Con la salud y la vida humanas no se puede llegar a ninguna transacción, base del
contrato;
- Los deberes y derechos están impuestos por normas legales, que conforman el estatuto
de la profesión médica, y no pueden nacer de un contrato;
Según Santos Cifuentes130, “la vida no es una cosa y, por tanto, no debe confundirse con
todo aquello exterior que le sirve de sustento. Hay que evitar, según Marías, el riesgo que
acecha constantemente al pensamiento tradicional, en todos sus niveles: la “cosificación”131.
Tampoco el cuerpo es una cosa. Superada está la idea de De Maistre de que el hombre es una
inteligencia servida por sus órganos, o sea, que tiene cuerpo del cual se sirve. El hombre es
inteligente y es corpóreo. El cuerpo no es algo exterior, separable mecánica o materialmente,
distinto o independiente del hombre. No es cosa, no es res; no es una realidad per se. Es la
condición que imprime corporeidad a la vida humana. El hombre es corpóreo, porque
fundamentalmente es desde y por su cuerpo”.
El sostener que existe una responsabilidad contractual del médico nada tiene que ver
con la circunstancia de que los bienes sobre los cuales recae la operación jurídica se encuentren
fuera del comercio humano. En efecto, el cuerpo de una persona viva al no ser cosa es un
substrato de la personalidad, pertenece a ésta, sin constituir nada independiente frente a ella. Al
no ser cosa no podría ser objeto de un contrato, ya que éste importa que una parte se obligue a
dar, hacer o no hacer una cosa, pero el paciente no entrega su cuerpo, sino que solicita al médico
un determinado servicio, que efectúe algo con su mayor diligencia, prudencia y cuidado, con el
fin último de obtener una mejoría en su salud; no es el objeto del acto la persona en cuanto tal,
129
“El daño injustamente causado (“damnum iniuria datum”) era la figura mas general del delito privado y la fuente
más importante de las obligaciones nacidas ex delicto. Puede definirse el damnum iniuria datum diciendo que es el
acto ilícito realizado por una persona, con o sin intención de dañar, que irroga un perjuicio a otra”. (ARGUELLO,
Luis Rodolfo. “Manual de Derecho Romano”. N° 140-c, pág. 356. 3a Edición corregida, 5a reimpresión. Editorial
Astrea. Buenos Aires, 1997.)
130
CIFUENTES, Santos. “Derechos Personalísimos”, págs. 290 y ss. 2a Edición actualizada y ampliada. Editorial
Astrea. Buenos Aires, Argentina. 1995.
131
Marías, La estructura corpórea de la vida humana, en “Revista de Occidente”, año I, 2a época, n° 12, may. 1963,
p.168 (Citado por Santos Cifuentes en su obra “Derechos Personalísimos”, págs. 290. 2a Edición actualizada y
ampliada. Editorial Astrea. Buenos Aires, Argentina. 1995.)
sino que el objeto del contrato es un servicio, una actividad, un hacer algo, una prestación
profesional que recae en beneficio del paciente.
Otro de los aspectos que concentra el interés de los autores es el de fijar los criterios para
establecer cuándo hay una obligación de medios y cuándo hay una obligación de resultado.
La doctrina se preocupó por encontrar criterios conceptuales clarificadores. Podemos
identificar algunos que pueden ser llamados objetivos. Entre ellos, el más difundido y antiguo es
el que se basa en el contenido de la obligación de medios. En éste sentido, Demogue utilizó la
noción de “álea” para señalar que en algunos casos no se puede garantizar el resultado.
En la actividad médica el álea es la reacción orgánica del paciente. Siguiendo esta idea, se
han identificado en el contrato médico algunos tipos de prestación exclusivamente técnica que
no se complica con el álea y que son de resultado; cuando se trata de mecánica y no de medicina:
transfusión sanguínea; emisión de dictámenes y certificados, análisis clínicos salvo que sean
extremadamente delicados; prótesis dentales; suministro de prótesis (se distingue el suministro
de la adaptación, que es de medios). En ésta línea, el Tribunal Supremo Español entendió (sent
4-2-50) que cuando no se obliga a prestar la actividad sino el resultado de la misma (dictámenes
jurídicos) hay locación de obra.
Esta idea es relativa, puesto que hay transfusiones y dictámenes que son complejos, por lo
que no puede hacerse una división tajante entre el diagnóstico y la exploración132. Lo mismo
puede decirse respecto de los exámenes. Generalmente se concentran en algún aspecto
específico de una totalidad que es el paciente y se hacen en poco tiempo; la propia solicitante no
suele querer pagar un examen exhaustivo por los altos costos que demandaría él poder hacer una
afirmación clínica que excluya otras posibilidades; de modo que cuando el examen adquiere
cierta complejidad su certeza depende de los medios empleados, del costo y del tiempo, por lo
que no es una obra en el sentido técnico de la palabra. Además, las consecuencias serían difíciles
de admitir; si se considerara una obligación de resultado, y el solicitante fuera un matrimonio
132
MONTES, Cristóbal. "Contrato de servicios médicos". Pág. 73. Ed. Civitas.
que requiere del médico la evaluación de la salud de un niño antes de adoptarlo, podría
reclamarle al galeno por la falta en descubrir una enfermedad en el niño.
Otros autores han fijado líneas divisorias subjetivas, que se concentran en la posición del
acreedor, tomando en cuenta los derechos de la víctima, interdependencia de las partes.
Otros se han basado también en el interés del acreedor. En los casos en que hay una
finalidad curativa es de medios, y si no la hay es de resultado.
133
ATAZ LOPEZ, "Los médicos y la responsabilidad civil", Pág. 170. Ed. Montecorvo, 1985.
En la cirugía estética se aplica este criterio, distinguiéndose entre cirugía reparadora "que
tiene por finalidad reparar verdaderas enfermedades congénitas o adquiridas" y la cirugía estética
que "tiene por finalidad reparar las desgracias de la naturaleza" y sólo esta última supone una
obligación de resultados134.
De esa finalidad no tendría porqué desprenderse un mayor rigor. Además, como lo han
señalado los autores, la estética tiene finalidad también curativa, terapéutica, sobre todo en el
hombre contemporáneo en que la estética se ha convertido en un factor decisivo del equilibrio
psíquico. Bueres135, acepta esta distinción, pero luego dice que "un oportuno mejoramiento
estético es beneficioso –prácticamente siempre- para la salud física del asistido". Parece señalar
dicho autor que en la estética se persigue un resultado "feliz", porque de lo contrario el paciente
no se sometería al acto quirúrgico. Esta constatación no es exclusiva de dicha tipología
terapéutica puesto que siempre hay la esperanza de que todo salga bien cuando uno se somete a
una operación, sea cual fuere ésta. Si el médico le informa que el balance riesgo-beneficio es
adverso, el paciente no acepta el tratamiento.
Este dato tiene relación con el propio difusor del distingo, Demogue, quien planteó el
tema dentro del debate sobre la unidad del fenómeno resarcitoria. La tesis dualista, como es
conocida, sostenía que la culpa y el dolo eran fuente de obligaciones indemnizatorias en el
134
CRISTOBAL MONTES, Javier. "Responsabilidad civil médica y hospitalaria", Pág.136. Madrid, 1987.
135
"Responsabilidad civil de los médicos", pág. 372. Abaco, 1979.
136
MENGONI, L. "Obbligazioni di risultato e obbligazioni di mezzi (studio critico) Rivista del Diritto commerciale,
1954, pag. 185 y ss. BOFFI BOGGERO, Luis, "Tratado de las Obligaciones", T.2, pag. 212. Ed. Astrea, Bs. Aires.
RIPERT-BOULANGER, "Tratado de Derecho civil según el tratado de Planiol", T. IV. Pág. 465. Ed. La Ley, Bs.As.
ámbito extracontractual, mientras que en las convenciones eran un efecto del incumplimiento.
De ello se derivaba un disímil régimen probatorio, puesto que en el caso del contrato el acreedor
sólo debe probar el incumplimiento y no la culpa, que es, como dijimos, un efecto de éste. Por el
contrario, en el supuesto aquiliano debía evidenciarla como causa generadora del delito.
137
Demogue lo dice expresamente en su obra "Dés Obligations en géneral". T.V. parágrafo 1237. París, 1925.
138
CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado del paciente en la responsabilidad
médica”, N° 21 Pág. 21. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
Pero aún en el caso de que se considerase que un contrato de prestación de servicios de la
salud es solemne, no por ese hecho podría pensarse que la voluntad de las partes expresadas solo
en forma verbal, carece de importancia dentro de la formación del contrato. Una cosa es, que en
los contratos solemnes, no baste el simple acuerdo de voluntades para que se entienda celebrado
el contrato, y otra, que el acuerdo de voluntades pierda su papel como motor de la celebración
del contrato. Dicho de otra forma, si bien es cierto que, tratándose de contratos solemnes, con el
mero acuerdo de voluntades no hay contrato, también lo es, que aún cumpliéndose la
solemnidad, de todas formas el acuerdo de voluntades continúa siendo esencial, ya que lo que se
plasma, por ejemplo, en un escrito, es precisamente el acuerdo de voluntades. Muchas veces la
formalidad se exige por el legislador para proteger la voluntad de los contratantes o de uno de
ellos y, por lo tanto “tiene por objeto el respeto de la voluntad”139.
139
Christian Larroumet, Teoría general del contrato, trad. De Jorge Guerrero, vol. I, Santa Fe de Bogotá, Editorial
Temis S.A.. 1993, pág. 83. Citado por CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado del
paciente en la responsabilidad médica”, N° 21 Pág. 22. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
140
Christian Larroumet, Teoría general del contrato, trad. De Jorge Guerrero, vol. I, Santa Fe de Bogotá, Editorial
Temis S.A.. 1993, pág. 89-90. Citado por CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado
del paciente en la responsabilidad médica”, N° 21 Pág. 23. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
el contrato de prestación de servicios de la salud, y la responsabilidad contractual que puede
surgir entre quienes hagan las veces de partes en el contrato.
Pero aún suponiendo que la falta de una solemnidad conlleva a la inexistencia contractual
de un acuerdo verbal de voluntades, lo cierto es que si el médico, por su culpa, causa daño al
paciente, su responsabilidad de todas formas subsiste, pero será de naturaleza extra contractual.
La voluntad jurídica del paciente exteriorizada al inicio del contrato es suficiente para
facultar al médico o profesional de la salud a realizar todos los actos requeridos por aquel. En
consecuencia, la responsabilidad que pueda derivarse para las partes es generalmente
contractual.
Con relación a la confianza, debemos señalar que es cierto que ella debe ser uno de los
fundamentos de la relación médico-paciente y, en general, de la relación profesional-usuario del
servicio, pero esa confianza no es absoluta como para pensar que el paciente renuncia a su
derecho a saber cuáles tratamientos o procedimientos le pueden aplicar, en qué consisten, si son
invasivos o no y por lo tanto qué incomodidades le pueden generar, cuáles riesgos puede correr,
141
CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado del paciente en la responsabilidad
médica”, N° 26 Pág. 41. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
cuál es la incapacidad, etc. Tampoco puede afirmarse que en virtud de la confianza otorgada al
médico, el paciente renuncia a sus creencias y opiniones respecto de todo aquello. Como opina
Fernández Hierro142, el consentimiento inicial no es un consentimiento a priori y total.
El debate en torno a si la voluntad inicial del paciente faculta al médico para realizar todo
acto posterior tendiente a la curación o mejor manejo del problema de salud del paciente, debe
plantearse no poniendo en tela juicio la ética y la capacidad profesional con que se presta el
servicio ni la buena intención por parte del profesional (porque generalmente se da por
descontado que la tiene), ni la relación de confianza sino, si asiste o no al paciente el derecho de
tomar decisiones que puedan afectar su vida o su salud y la calidad de las mismas así tenga la
mayor confianza en el profesional que le atiende.
142
Fernández Hierro, Responsabilidad civil médico-sanitaria, Pamplona, 1983 Págs. 51 y 52. Citado por CASTAÑO
DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado del paciente en la responsabilidad médica”, N° 26.1
Pág. 42. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
143
Ley 728: “Artículo 13. – Para efectuar cualquier procedimiento médico o quirúrgico que entrañe riesgo
(terapéutico convulsionante u otros) o que signifique mutilación (amputación, castración, etc.) el médico deberá
requerir el consentimiento del paciente o en caso de incapacidad mental o legal de éste de sus familiares o
apoderados responsables, lo que podrá exigir se haga por escrito o en presencia de testigo, salvo situaciones de
urgencia y ausencia de aquellos en que dentro de lo posible deberá contar con la aquiescencia de uno o mejor dos
médicos llamados en consulta”.
paciente para aplicar los tratamientos médicos y quirúrgicos que considere indispensables y que
puedan afectarlo física o psíquicamente, salvo en los casos en que no fuere posible.
Por lo tanto es necesario contar con la voluntad del paciente para aplicarle todo
procedimiento que pueda afectarlo física o psíquicamente, porque el consentimiento inicial para
perfeccionar el contrato no es suficiente para facultar al profesional para realizar todos los actos
de experto tendientes a lograr la finalidad perseguida por el usuario del servicio.
Podemos sustentar la necesidad de contar con la voluntad del paciente para aplicarle todo
procedimiento o tratamiento, a pesar de existir un consentimiento inicial entre las partes,
haciendo un símil con el “Mandato” donde podemos inferir que para estos efectos el paciente
hace las veces de mandante y el médico de mandatario. El paciente le encomienda al galeno el
manejo ordinario de su problema de salud, de acuerdo con lo informado previamente por el
experto ( mandato general), para la cual bastará el consentimiento inicial; pero, de requerirse la
aplicación de un tratamiento o procedimiento que pueda afectarlo física o psíquicamente, se
necesitará contar con su voluntad para poder aplicarla (mandato especial)144.
Aún en el caso de otorgarle el paciente a su médico la facultad inicial de hacer lo que más
le convenga, requerirá ser autorizado para alterar el curso normal del tratamiento, de acuerdo a
lo señalado por el parágrafo II del artículo 811 de nuestro Código Civil: “II. El mandatario no
puede hacer nada más allá de lo que se le ha prescrito en el mandato”.
Para tratar de entender por qué el médico o profesional de la salud debe contar con la
voluntad jurídica del paciente para aplicarle cada tratamiento o procedimiento que pueda
afectarlo físicamente o psíquicamente, acudimos a la teoría de la celebración de contratos
144
Código Civil Boliviano: “Artículo 810. – (Mandato General) I. El mandato general no comprende sino los actos
de administración. II. Si se trata de transigir, enajenar o hipotecar o de cualquier otro acto de disposición, el
mandato debe ser expreso. La facultad de transigir no se extiende a comprometer.”
sucesivos145. Es decir, como la relación profesional de la salud-paciente, generalmente se cumple
por etapas (examen clínico preliminar, diagnóstico, terapia, rehabilitación, etc.), para realizar
cada una de éstas etapas debe otorgarse un nuevo consentimiento. Así se evita que las
prestaciones a cargo de las partes sean indeterminadas al momento de celebrarse el contrato y,
por lo tanto, el profesional sabrá para que actos está facultado y cuáles son sus obligaciones; el
paciente también podrá saber las suyas, como por ejemplo, cuánto dinero se obliga a pagar por la
aplicación de un tratamiento.
Pero al recurrir a esta teoría no se tiene en cuenta que en el desarrollo de cada una de esas
etapas puede requerirse la aplicación de algunos procedimientos que al comienzo de las mismas
no se ven como necesarios, lo que nos sitúa en el mismo problema de la imprevisibilidad y de la
indeterminación de prestaciones del inicio de la relación contractual. Adicionalmente pensamos
que si dentro de la relación médico-paciente se puede deducir la intencionalidad de las partes de
establecer un vínculo continuado, no se justifica escindir esa relación en varios contratos cuya
menor solución de continuidad podría crear la confusión sobre la clase de responsabilidad que
podría generarse por las partes.
145
CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado del paciente en la responsabilidad
médica”, N° 28 Pág. 49. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
146
Citado por Javier Fernández Costales en El contrato de servicios médicos, Madrid, Ed. Civitas S.A., 1988, pág.
142. A su vez citado por CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado del paciente en la
responsabilidad médica”, N° 21 Pág. 23. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
4.7. CONTRATO DE ADHESION147.
El usuario de los servicios médicos, de ésta forma, padece un gran déficit informativo, y si
a ello le adicionamos la necesidad de asistencia médica, es evidente que queda en una situación
de desigualdad frente a la contratación, sobre todo si se tiene en cuenta que nos referimos a áreas
asociadas con lo más preciado de todo ser humano, como es su salud e integridad psicofísica.
147
CASTAÑO RESTREPO, WEINGARTEN, LOVECE, GHERSI. “Contrato médico y consentimiento informado”,
Capítulo II (Características fundamentales de la contratación profesional) Págs. 23-27. Ed. Universidad. Buenos
Aires, Octubre de 2001.
A ésta situación de minusvalía real y concreta debemos adicionarle la poderosa influencia
de la publicidad, que, lejos de cumplir una función orientadora, se convierte en un factor de
inducción a determinado comportamiento, cuando, al lograr que se obtenga una imagen
favorable, de bienestar, seduce a la realización de contratos de atención médica sin la debida
reflexión.
El individuo enfermo, temeroso por su salud y quizá por su vida, se presenta con
frecuencia como débil, desvalido, dependiente y fácilmente manipulable por el profesional, en
cuya actuación confía y que determina que el enfermo se ponga en sus manos149, lo que provoca
una conducta de sumisión del paciente frente al médico. Es sabido que cualquier enfermedad,
por mínima que sea, sume al sujeto en un estado de indefensión y debilidad psíquica, colocando
al profesional en una situación de poder150.
148
LLAMAS POMBO, Eugenio. “La responsabilidad civil del médico”. Pág. 150, nota 156. Ed. Trivium. Madrid 1988
149
Gitrama González, M.: “En la convergencia de dos humanismos: Medicina y Derecho. Sobre el contrato de
servicios médicos”. Pág. 279. Ed. ADC, 1977. : ”El médico tiene la autoridad que significa garantía de ser veraz y
estar en lo cierto. De ahí lo persuasivo de su posición, de consuno autoritaria y balsámica, apta para lograr de su
paciente un insight psicoterapéutico, una comprensión definitiva de su situación y de sus posibilidades de cura”.
150
GALBRAITH, John K. “La anatomía del poder” Ed. Plaza y Janes. Madrid, 1985.
Las acciones del facultativo tienen un fin y un objetivo que es curar, paliar y/o mejorar la
calidad de vida del paciente, pero la confianza depositada por el paciente en el profesional que lo
asiste es fundamental ya que en sí misma es curativa.
Todas éstas razones nos llevan a concluir que el modelo prevalente del contrato de
servicios médicos es el de adhesión.
Desde la segunda mitad del siglo XX, juntamente con los contratos masificados, que
aparecen como respuesta a una forma de producción y comercialización, coexisten los contratos
de adhesión individual, que son los contratos típicos que se celebran con profesionales, y que
reposan fundamentalmente en la desigual posición jurídica en que quedan situadas las partes.
Es ésta posición asimétrica, de desigualdad, en la que el paciente asume el rol del más
débil frente al poder científico del facultativo desequilibrante de la relación contractual, la que
nos permite encuadrarla dentro de esta moderna estructura de adhesión de modalidad individual.
El resultado es que en éstos contratos de adhesión desaparece la libertad de configuración
del contenido del contrato, eminentemente científico. Surge aquí la figura del asentimiento151,
por el cual el profesional propone y el paciente, al no estar científicamente capacitado para
calificar el contenido y tomar decisiones, se limita a aceptar esa situación.
Los derechos personalísimos son una conquista del ser humano desde su “esencia"153, de
muy reciente data. Por otra parte, como consecuencia de largas investigaciones y de la
revolución de la medicina tecnológica, se ha posibilitado, por un lado, el “reemplazo” de ciertos
órganos vitales –que genera una mayor esperanza de vida para la humanidad-, lo que sin duda
depende de la solidaridad de otros seres humanos que estén dispuestos a donar dichos
154
órganos , y, por otro, la supervivencia por medios mecánicos a la espera de una evolución
favorable (v. gr., los estados de profunda inconsciencia, también denominados “situación
vegetativa”).
151
LIPARI, Nícolo. “Derecho privado. Un ensayo para la enseñanza”. Pág. 336. Publicaciones del Real Colegio de
España, Zaragoza, 1989. “No se trata de un acto volitivo, sino de un hecho meramente cognoscitivo de una de las
partes. En otros términos, faltaría en tales hipótesis la formación de un verdadero y propio acuerdo en sentido
técnico-jurídico”
152
CASTAÑO RESTREPO, WEINGARTEN, LOVECE, GHERSI. “Contrato médico y Consentimiento Informado”.
Capítulo VII, págs. 79-91. Editorial Universidad, Buenos Aires, 2001.
153
VERGARA, Leandro: “Derechos personalísimos, distinción con los derechos individuales”, en Ghersi, Carlos A.:
“Derecho Civil. Parte General”, pág. 198. 2ª ed., Ed. Astrea, Buenos Aires, 1993.
154
GHERSI, Carlos A. “Responsabilidad por prestación medico – asistencial”, Cap. IX “Responsabilidad médica por
extirpación, implantes y trasplantes de órganos”, pág. 265. 2ªEdición. Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1993.
4.8.1. FUNDAMENTOS ÉTICOS
La obligación de optar por conductas encaminadas a lograr el alivio del paciente, expresa
el principio de beneficencia, a la cual caben las siguientes categorías:
155
Beauchamp T y Childress J. Principles of biomedical ethics. New York, Oxford University Press, 1989.
156
Gracia D. "La relación clínica". Revista. Clínica Española. Vol. 191. Nº 2, junio, 1992.
Simón Lorda P. “El consentimiento informado y la participación del enfermo en las relaciones sanitarias".
Medifam. Vol. 5. Nº 5. Sept-Oct. 1995.
2- Lo que el paciente considera beneficioso;
Los tres requisitos básicos que deben ser satisfechos para que pueda hablarse de
autonomía son: a) la acción autónoma no puede ser forzada; b) el sujeto debe tener acceso a
opciones reales; y c) poseer la información relevante.
157
Gracia D. "Fundamentos de Bioética". Ed. EUDEMA. Madrid, 1989.
El respeto de la autonomía del paciente, obliga a honrar al paciente como ser libre,
informarle de los riesgos y conveniencias del proceder. Contribuye para crear una comunidad
terapéutica donde la verdad amalgama a ambos sujetos. Los conceptos bioéticos pueden ser
considerados de manera objetiva, como procede el científico ocupado del mundo físico o
mensurado de acuerdo con los sentimientos de los actores y de la sociedad que los cobija, dando
lugar a juicios éticos y conductas morales cuya aplicación puede pretenderse universal o relativa
a diversas sociedades y épocas.
Resulta claro, entonces, que el esencial derecho de disposición de la propia vida, del
cuerpo y del cadáver es un derecho humano personalísimo.
158
CIFUENTES, Santos. “Elementos de Derecho Civil. Parte General”. Pág. 59 y ss. Ed. Astrea, Buenos Aires, 1993.
GOLDENBERG, Isidoro. “Daño a los derechos de la personalidad”, en “Derecho de Daños”, Obra homenaje al Dr.
Jorge Mosset Iturraspe, Pág. 335. Ed. La Rocca, Buenos Aires, 1989.
4.8.3. DERECHO AL LIBRE DESARROLLO DE LA
PERSONALIDAD
Una persona autónoma es un individuo que tiene la capacidad de deliberar sobre sus fines
personales, y de obrar bajo la dirección de esta deliberación. Respetar la autonomía significa dar
valor a las consideraciones y opciones de las personas autónomas, y abstenerse a la vez de poner
obstáculos a sus acciones a no ser que éstas sean claramente perjudiciales para los demás.
Mostrar falta de respeto a un agente autónomo es repudiar los criterios de aquella persona, negar
a un individuo la libertad de obrar de acuerdo con tales criterios razonados, o privarle de la
información que se requiere para formar un juicio meditado, cuando no hay razones que
obliguen a obrar de este modo159.
“Artículo 22. - Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad
social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta
de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos,
sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.
2) En la Carta de Derechos del Joven en Puerto Rico (Ley Núm. 167 de 26 de julio de
2003)
“Artículo 3. Política Pública.- Se crea la Carta de Derechos del Joven del Estado Libre
Asociado de Puerto Rico, con plena conciencia y responsabilidad de lograr el máximo
desarrollo y bienestar pleno de la juventud desde sus 13 hasta 29 años de edad, y sin menoscabo
de las leyes vigentes tendrá los derechos que aquí se establecen y le son conferidos.
159
Extraído del “Informe Belmont”.
1. Carta de Derechos.
La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) con sede en Ginebra, Suiza, define la salud
como: "Un completo estado de bienestar físico, mental, emocional y espiritual, en constante
equilibrio a través de la vida de los seres humanos".
Según esta definición, la salud es un derecho inalienable para todos los seres humanos que
habitan el planeta Tierra. Les corresponde a los gobiernos de todos los países del mundo, el que
se defina aquellas políticas públicas a seguir y que se desarrollen las estructuras idóneas para que
se garantice la accesibilidad a los servicios de salud a la población en general.
Si el paciente tiene problema para escuchar u otro problema especial, o habla otro idioma,
se deberá tener cuidado de lograr que el paciente entienda toda la información necesaria.
Si el paciente rechaza, será informado de los posibles riesgos médicos de este rechazo.
El paciente tiene derecho de cambiar sus médicos tanto general como especialista si otros
médicos calificados están disponibles.
4.9. CUANTIFICACIÓN DE LOS DAÑOS POR MALA
PRAXIS MÉDICA160
No es que los daños ocasionados por los médicos merezcan un tratamiento especial
distinto al común de los casos. Lo que sucede es que por lo general, y obviamente, siempre que
recaiga condena, los perjuicios a indemnizar tienen características comunes que suelen
presentarse en la generalidad de los casos.
Así por ejemplo, en la inmensa mayoría de los casos, por no decir en todos, cuando está
en juego la responsabilidad civil de los profesionales de la salud, es por que se han causados
daños a la persona, y como es sabido, el capítulo de los daños a las personas es uno de los más
conflictivos del Derecho de Daños.
160
Dr. ROBERTO A. VASQUEZ FERREYRA (de nacionalidad española), perteneciente a la SIDEME (Sociedad
Iberoamericana de Derecho Médico)
casos bien se puede decir que no existe relación de causalidad adecuada entre la no obtención del
consentimiento informado y el resultado final que obedece al riesgo propio del tratamiento. Y
sabemos que no corresponde indemnizar aquellos daños que no guarden un nexo adecuado de
causalidad con la conducta de aquél a quien se imputa la responsabilidad.
En todo caso, la indemnización podrá fijarse teniendo en cuenta que la lesión ha recaído
sobre un derecho de la personalidad al que podemos llamar como de autodeterminación. Pero
obviamente que no es lo mismo indemnizar el resultado final o el daño final sufrido por el
paciente como consecuencia del tratamiento médico (aún cuando no haya habido culpa
profesional) que indemnizar la lesión al derecho a la autodeterminación.
Incluso los médicos pueden llegar a probar a través de una pericia psicológica, que el
paciente de haber sido correctamente informado y haberse obtenido así su consentimiento,
igualmente se hubiera sometido a dicha práctica. De esta manera aún acreditada la ausencia del
consentimiento informado, no podría generarse responsabilidad alguna.
En este sentido el Tribunal Supremo Español, en sentencia del 23 de abril de 1992 tiene
establecido que ". la no advertencia al paciente de los riesgos de la intervención y sus
alternativas hace que sea el cirujano quien asuma los riesgos por si solo, en lugar del paciente o
de la persona llamada a prestar su consentimiento tras una información apropiada". De esta
jurisprudencia se deduce que al no haberse desarrollado adecuadamente la información,
corresponde a los profesionales cubrir las responsabilidades que la intervención conlleve.
No existe fundamento jurídico alguno para trasladar los riesgos de un acto médico en el
paciente al profesional, por el solo hecho de que éste no haya obtenido el consentimiento
informado del primero.
En sentido semejante al que propiciamos, Castaño de Restrepo afirma que "en nuestro
concepto, el nexo de causalidad entre el hecho culposo - es decir la aplicación del tratamiento o
procedimiento no informado adecuadamente o no asentido debidamente por el paciente o por
sus responsables (violación de reglamentos, imprudencia) -, y los daños generados por él,
corresponde probarlo al paciente, si nos atenemos a los principios tradicionales de la
responsabilidad civil médica o por la prestación de servicios de la salud... Será el juez en cada
caso quien debe evaluar la credibilidad de la versión del paciente al afirmar que, de haber
sabido los riesgos u otros aspectos relacionados con el tratamiento o procedimiento y de
habérsele preguntado sobre la aplicación del mismo, lo hubiese rechazado".
Por supuesto que tampoco se puede perder de vista la situación en la que probablemente
se encontraría el paciente de no haber sido asistido, aún cuando dicha asistencia no ha sido
prestada previo a la obtención del Consentimiento Informado.
Otro problema que puede presentar el tema propuesto es el del hallazgo médico. Este se
presenta cuando en el curso de una intervención quirúrgica, el cirujano encuentra que el paciente
tiene otra dolencia que requiere también su intervención, siendo que ésta última no era conocida
por el paciente y por supuesto no pudo haber sido informado al respecto ni mucho menos dado
su consentimiento.
De todas maneras siempre queda el recurso de consultar a los parientes del paciente que
muchas veces se encuentran esperando fuera del quirófano ó esperar a obtener un nuevo
Consentimiento Informado del paciente si el caso no reviste urgencia.
La pérdida de una oportunidad o chance constituye una zona gris o limítrofe entre lo cierto
y lo incierto, lo hipotético y lo seguro; tratándose de una situación en la que media un
comportamiento antijurídico que interfiere en el curso normal de los acontecimientos de forma
tal, que ya no se podrá saber si el afectado por el mismo habría o no obtenido una ganancia o
evitado una pérdida de no haber mediado aquél; o sea que para un determinado sujeto había
probabilidades a favor y en contra de obtener o no cierta ventaja, pero un hecho de un tercero le
ha impedido tener la oportunidad de participar en la definición de esas probabilidades.
En muchos de estos casos lo que lamentablemente mató al paciente fue su propio estado
de salud y no el accionar médico, aún cuando este haya sido negligente.
Por ello lo que correspondería determinar - en el peor de los casos - a los efectos de la
indemnización es la chance de curación o de sobrevida que le fue privada al paciente por el
accionar eventualmente irresponsable del demandado. Pero siempre teniendo en cuenta que la
muerte, igual pudo haber ocurrido en tiempo más o menos prematuro a causa del mal
preexistente.
Obviamente que la indemnización por pérdida de chances será siempre inferior a la que
corresponda al padecimiento final que sufre el paciente como consecuencia del desarrollo de la
enfermedad que lo aqueja.
En estos casos, el dictamen pericial cobra singular importancia, sobretodo en cuanto
deberá determinar cuál era la expectativa de curación que tenía el paciente de no haber existido
negligencia por parte de los médicos.
Un tema muy importante a la hora de cuantificar los daños en los casos de responsabilidad
civil médica es el de las eventuales incapacidades preexistentes.
Decimos que es común que el paciente posea una incapacidad previa por cuanto en
muchos casos de responsabilidad médica, el motivo que ha generado el acto médico es
precisamente la atención de esa incapacidad previa.
Debe tenerse en cuenta además que el médico actúa sobre un hecho inicial que el paciente
trae y que es su propia enfermedad: causalidad natural, y que de ordinario la consecuencia de su
evolución es irreversiblemente el daño, en cualquiera de sus formulaciones, esto es, dolor,
lesiones y hasta el fallecimiento.
161
CASTAÑO RESTREPO, WEINGARTEN, LOVECE, GHERSI. “Contrato médico y consentimiento informado”.
Capítulo III, págs. 29-41. Ed. Universidad, Buenos Aires, Octubre de 2001.
Existen distintos tipos lógicos de conducta médica.
b) Arbitrariedad: es la elección que carece de rigor científico. Se actúa dentro del marco
de la ciencia médica, pero sin considerar las circunstancias condicionantes del paciente y su
patología.
162
OMS: “Programme Europeen de Legislation Sanitaire”, Comité Consultatif. Pág. 4. Lyon, 11-13 Juin, 1985.
“Rev. D’Etat”, pág. 387, 25 Juin 1985.
Cada ciencia tiene su propio campo y sus principios científicos deben ser admitidos por el
Derecho; por ende, son vinculantes para el magistrado. Es decir, se encuentran legitimados
científica y jurídicamente, pues el juez carece de capacidad para comprender el contenido
específico de la medicina, que, como ciencia, tiene su propia lógica y sus particulares métodos
de investigación.
Estos caminos alternativos constituyen una base científica objetiva para que el médico
evalúe su aplicación a determinada patología. Una enfermedad puede ser objeto de varios
tratamientos, todos con valor terapéutico, y no puede exigírsele al médico la sujeción a un
método en particular163. Lo importante es que el método o tratamiento debe aparecer
objetivamente como uno de los considerados para esa enfermedad, de acuerdo con las reglas de
la ciencia médica164 para casos similares descritos en obras científicas, y del cual pueden
esperarse determinados resultados.
163
MEMETEAU, Gerard. “La responsabilité civile médicale en Droit Comparé francais et quebecois”. Université
Mc Gill, Montreal, 1990.
164
BARREIRO, Agustín Jorge. “La imprudencia punible en la actividad médico-quirúrgica”. Ed. Tecnos. Madrid 1990.
4.10.2. LAS CAUSAS DEL DAÑO: LA PATOLOGÍA, EL
MÉDICO Y EL ENTORNO
De los tres supuestos, sólo los de arbitrariedad y autoritarismo pueden dar lugar a que el
daño acaecido sea atribuido a la responsabilidad del profesional. Por el contrario, si el médico
obra dentro de la discrecionalidad científica, tanto en su aspecto objetivo como en el subjetivo,
esa conducta no puede ser considerada jurídicamente como antecedente de un resultado dañoso a
fin de efectuar la atribución de responsabilidad (independientemente de que el daño pueda
“resultar efectivamente” de esa conducta médica, pues entonces se tratará de un supuesto de
revisión científica, ya que rompió con la causalidad-saber)
b) con el acaecimiento del daño que se produce por el curso irreversible de la enfermedad,
es decir que el tratamiento resulta inocuo y el accionar del médico deviene irrelevante en el
proceso causal de la patología, la que igualmente hubiera sucedido sin su intervención. En ese
caso, su accionar no está ligado causalmente con el diagnóstico o con el tratamiento aplicado, ya
que no tiene ninguna incidencia en la producción de la consecuencia, lo que hace que el daño sea
asumido por el paciente, que es quien introdujo la verdadera causa.
165
Ello no quiere decir que pueda ser atribuidos al ente asistencial, hospitalario o sanitario, a la empresa de
medicina prepaga, etc.
En cambio, el obrar profesional que se aparta de los parámetros de la ciencia médica no
detiene la causalidad. Es el médico quien, a través de un comportamiento arbitrario o autoritario,
introduce causalidad (por acción u omisión) en la generación del daño, que aparece así como la
consecuencia natural y necesaria de su conducta impropia.
Esta línea de razonamiento nos lleva a afirmar que no hay resultado dañoso reparable si su
causa ha sido un obrar discrecional, en la medida en que se verifica una adecuación causal de la
ciencia con el obrar médico, en todas sus fases de actuación, por lo que el daño se coloca fuera
de su ámbito.
La edición de 1984 del Manual de Ética del Colegio de Médicos Americanos define al
Consentimiento Informado de la siguiente manera: "El Consentimiento Informado consiste en la
explicación a un paciente atento y normalmente competente de la naturaleza de su enfermedad,
166
HIGHTON Elena I. y WIERZBA Sandra M. "La relación médico-paciente: el consentimiento informado" pág. 11.
Ed. Ad-Hoc, 1991.
así como del balance entre los efectos de la misma y los riesgos y beneficios de los
procedimientos terapéuticos recomendados, para a continuación solicitarle su aprobación para
ser sometido a esos procedimientos. La presentación de la información al paciente debe ser
comprensible y no sesgada; la colaboración del paciente debe ser conseguida sin coerción; el
médico no debe sacar partido de su potencial dominancia psicológica del paciente".
a) La primera, trasladar la responsabilidad por los resultados derivados del actuar del
médico u otro profesional en salud al individuo titular del bien jurídico que manifestó su
consentimiento, siempre que aquel ejecute su conducta de acuerdo a lo informado a quien
consiente.
b) La segunda, legitimar la conducta del médico u otro profesional en salud, al recibir una
autorización del titular del bien jurídico individual para intervenir en la órbita privada, que el
ordenamiento jurídico garantiza para el ejercicio de este derecho.
Se deberá tomar en cuenta que el Consentimiento Informado deberá ser específico para
cada procedimiento. Los formularios generales no son aceptables ni ética ni legalmente.
167
L. MELENNEC, Traité de droit medical. Le contrat medical et la responsabilité civile de médicin, Paris, 1982,
pág. 33; KORNPROBST, Les eléments constitutis du contrat soins medicaux, pág. 56; H. ANRYS, La responsabilité
civile médicale, Bruselas, 1974, pág. 64; GITRAMA, “En la convergencia de dos humanismos: medicina y derecho”,
en Anuario de Derecho Civil, 1977, pág. 285. Citado por: CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El
consentimiento informado del paciente en la responsabilidad médica”, N° 29 Pág. 50. Ed. Temis, Santa Fe de
Bogotá, Colombia, 1997.
Con esta distinción se puede explicar cómo, a pesar de que el paciente emita su voluntad
para que un profesional de la salud lo revise y le realice3 el examen clínico preliminar y la
anamnesis correspondiente, de esa voluntad no siempre se puede inferir la intención del paciente
de facultar al médico para que le aplique cualquier procedimiento o tratamiento, ya que para ello
se requiere, como regla general, el asentimiento del paciente. En consecuencia, si entre el
médico y el paciente suele existir una relación continuada, esta requiere para subsistir, de una
información también continuada y del asentimiento en igual forma de las partes, para aplicar los
procedimientos que vayan siendo requeridos.
Dado que el derecho que tiene el paciente a ser informado y a decidir, se desprende, en
primer lugar, del ejercicio de otros derechos fundamentales, especialmente del derecho a la
libertad, se impone concluir que en virtud del ejercicio de esos derechos, el paciente tiene, por lo
menos, dos alternativas básicas: aceptar el tratamiento o procedimiento (asentimiento); o
rechazarlo (disentimiento).
Lipari, citado por Ghersi168, al referirse al asentimiento sostiene: “no es un hecho volitivo
de las partes, sino es un hecho meramente cognoscitivo de una de ellas. En otros términos,
faltaría, en tales hipótesis, la formación de un verdadero y propio acuerdo en sentido técnico
168
CARLOS A. GHERSI, CELIA WEINGARTEN y otros, Contrato de medicina prepagada, Buenos Aires, Editorial
Astrea, 1993, págs. 93 y 94. Citado por: CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado
del paciente en la responsabilidad médica”, N° 29.1. Pág. 51. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
4.11.2. ESTÁNDARES DE INFORMACIÓN
Las dificultades de los pacientes para encontrar un perito médico que se preste a sostener
esta posición frente a los otros colegas ha llevado paulatinamente a los Tribunales a aplicar un
segundo modelo.
La base jurídica de éste modelo es que sólo la persona interesada es la apropiada para
recibir la información, valorarla y, como consecuencia de ella, consentir o rechazar un
tratamiento. El papel del médico es el de seleccionar o elegir la información que transmite, pero
pensando cuáles son los datos o información media que un paciente normal o “razonable”
desearía conocer. En este punto los Tribunales han determinado que esa “información media”
para un “paciente razonable” debe hacer mención a los siguientes extremos:
* Riesgos materiales: los más comunes y los más graves, así como la frecuencia, al
menos, de los más graves.
* Complicaciones: las más comunes y las más graves y la incidencia, al menos, de las más
graves.
Junto a esto algunos tribunales han señalado que la información deberá ser suficiente, pero
que tampoco hay que proporcionar un “minicursillo” de medicina al paciente.
La principal ventaja de este modelo respecto del anterior, es que no es necesario que el
paciente presente a un perito que sostenga y defina cuál debió ser la información recibida, ya que
el jurado está compuesto por seis “personas razonables” capaces de establecer esto. La
resolución del jurado estaba siempre del lado del paciente demandante. El éxito garantizado de
la demanda, estimuló a los pacientes a la denuncia ante el más mínimo daño sufrido.
En este modelo se solicita al médico que se coloque en el lugar de cada paciente, con el
fin de proporcionarle una satisfactoria información individualizada. Deberá establecer cuál es la
información que cada paciente desearía recibir y conocer. Este es el modelo de más difícil
aplicación, ya que en el juicio el Tribunal investiga si ese paciente concreto habría aceptado o no
el tratamiento de haber contado con la información que necesitaba.
4.11.3. CONSENTIMIENTO EN CIRCUNSTANCIAS
ESPECIALES
4.11.3.1. Urgencias
b) Menores de edad.
En la primera y segunda situación será el representante legal el que debe intervenir, con
las limitaciones legalmente establecidas para el tutor.
En la tercera situación nos encontramos con un problema parecido, pero el médico debe
buscar el consentimiento de un representante legal que no está nombrado.
En cualquier caso, debe quedar claro que en ausencia de un consentimiento personal por
incapacidad del paciente y ausencia de un representante legalmente capacitado, el médico, podrá
tomar una decisión en beneficio del enfermo o de lo que él crea que es mejor para el paciente.
Evidentemente no está exento de responsabilidad penal o civil, sobre todo si la decisión que se
toma es por omisión.
De acuerdo con ello, hay que reconocer determinados límites al deber de información que
pueden sistematizarse de la siguiente manera:
A tenor del artículo 8 del Convenio sobre Derechos Humanos y Biomedicina, entendemos
que el deber de informar, así como la exigencia del consentimiento, ceden sólo en aquéllas
situaciones en que "la urgencia no permite demoras por poderse ocasionar lesiones
irreversibles o existir peligro de fallecimiento", es decir, cuando el paciente no está en
condiciones de recibir la información y/o de prestar su consentimiento ni es posible acudir a sus
familiares. Esto rige estrictamente por el período de tiempo en que concurra tal situación, de
modo que, tan pronto se haya superado, debe informarse inmediatamente al paciente, según se
ha dicho con anterioridad. Entonces las situaciones de emergencia pueden considerarse una
"justa causa" para no realizar el consentimiento informado, porque en estas situaciones se
pondera al valor vida por sobre el de libertad ya que sin vida, no hay posibilidad de libertad.
4.11.4.2. Pronóstico Fatal
En este supuesto es ineludible la valoración de los valores en conflicto, sobre todo cuando
concurre con el deseo expresado por el paciente de conocer su verdadero estado de salud. Debe
hablarse aquí de necesidad terapéutica.
AI hilo de este supuesto, deben tenerse en cuenta el artículo 10 del Convenio sobre
Derechos Humanos y Biomedicina que, después de establecer en el apartado 2, a modo de regla
general, que "toda persona tendrá derecho a conocer toda información obtenida respecto a su
salud", prevé en su apartado 3 que "de modo excepcional, la ley podrá establecer restricciones,
en interés del paciente, con respecto al ejercicio de los derechos mencionados en el apartado
anterior".
Recogiendo este criterio, el artículo 10.2 del “Convenio sobre Derechos Humanos y
Biomedicina” (ver Apéndice G) consagra tal excepción o límite al decir que "deberá respetarse
la voluntad de una persona a no ser informada", debiendo quedar este extremo debidamente
documentado.
4.11.5. ¿QUIÉN DEBE OTORGAR EL CONSENTIMIENTO?
b) Titularidad. Se debe ser dueño de aquello sobre lo que se dispone. En este caso
hablamos de la titularidad para disponer sobre el propio cuerpo.
d) Licitud del objeto y de la causa. Se refiere a la licitud de la cosa sobre la que recae la
acción y la finalidad de la misma. En el ejercicio médico será la búsqueda de la propia salud y la
conservación de la vida humana.
e) Forma Suficiente. El consentimiento deberá tener una forma externa para que sea
conocido por los demás; esta publicidad la adquiere cuando se hace expreso, en forma verbal o
escrita.
En el caso de los menores de edad, serán los padres los que ejerzan la patria potestad,
hasta la mayoría de edad o la emancipación de sus hijos, ejerciéndola siempre en beneficio del
menor. Serán ellos los que consientan ante un acto médico siendo previamente correctamente
informados. Si no existen los padres, el tutor o representante legal ejercerá la guarda del menor.
En el caso de enfermos mentales legalmente incapacitados será su tutor o representante
legal el que tome la determinación.
Existe discusión en la doctrina respecto al nexo de causalidad que debe existir, entre la no
información al paciente o la no obtención de su voluntad jurídica para aplicarle un
procedimiento o tratamiento y los daños y perjuicios generados por el mismo (así sean riesgos de
carácter terapéutico), para efectos de poderle endilgar al profesional o a la institución
responsabilidad, sea penal y/o civil.
Dalcq sostiene que de lo que se trata en estos casos es de averiguar quién debe asumir los
riesgos cuando no existiendo culpa del médico en la producción del daño, dicho médico actuó
sin informar al suficientemente al paciente y, por lo tanto, sin contar con su voluntad en forma
idónea. Dalcq finalmente apunta que cuando el médico actúa sin obtener la voluntad
debidamente informada del paciente, asume unilateralmente los riesgos aunque no exista culpa
en la producción del daño169.
169
ROGER O. DALCQ, Traité de la responsabilité civile, Bruxelles, Maison Ferdinand Larcier Éditeurs, 1967, págs.
380 y ss. Citado por: CASTAÑO DE RESTREPO, María Patricia. “El consentimiento informado del paciente en la
responsabilidad médica”, N° 35 Pág. 64. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1997.
CAPÍTULO 5
LEGISLACIÓN COMPARADA
Analizaremos solo aquellas leyes que estipulan la obligación del médico en obtener el
“Consentimiento Informado” de sus pacientes en países de Europa, Norte América, Sud América
y Oceanía, donde su gran representante es Australia.
5.1. ESPAÑA
1. Toda intervención en el ámbito de la salud requiere que la persona afectada haya dado
su consentimiento específico y libre y que haya sido informada previamente, de acuerdo con lo
que establece el artículo 2.
4. Todo paciente o usuario tiene derecho a ser advertido sobre la posibilidad de utilizar
los procedimientos de pronóstico, diagnóstico y terapéuticos que se le apliquen en un proyecto
docente o de investigación, que en ningún caso podrá comportar riesgo adicional para su
salud...”
“Artículo 29. 3. Deberá recogerse el consentimiento libre y explícito del individuo sujeto
de experimentación o de quien tenga el deber de cuidarlo en caso de que sea menor o
incapacitado. Previamente se la habrá informado de forma adecuada de los objetivos, métodos
y beneficios previstos del experimento, así como de los riesgos y molestias potenciales. También
se le indicará su derecho a no participar en la experimentación y a retirarse en cualquier
momento, sin que por ello resulte perjudicado”.
5.2. ALEMANIA
5.3. DINAMARCA
En el artículo 6 (1) y 7 (1) del Capítulo 2 de la Ley No. 482 del 1 de Julio de 1998, sobre
los Derechos de los Pacientes, se regula la provisión de la información necesaria al paciente
acerca de su enfermedad, del tratamiento propuesto, de los riesgos y efectos colaterales de estos
tratamientos, así como la necesidad de contar con el Consentimiento Informado del paciente para
poder iniciar o continuar un tratamiento médico
“Artículo 7. (1) El paciente tiene derecho a obtener información sobre su estado de salud
y sobre las posibilidades de tratamiento que se le ofrecen, incluyendo todo lo relacionando al
riesgo de complicaciones y efectos colaterales”.
5.4. FRANCIA
“Artículo 5. - (Regla general). No podrá llevarse a cabo intervención alguna sobre una
persona en materia de salud sin su consentimiento informado y libre.
“Artículo 4.- Salvo en caso de urgencia, el médico debe informar al enfermo de los
efectos y consecuencias derivados del tratamiento. Obtendrá el consentimiento del paciente, en
particular cuando las acciones que propone conllevan un riesgo serio.
El médico no puede sustituir por el suyo propio el concepto de calidad de vida que tiene
su paciente.”
“Principio 22 - Consentimiento
1. Cuando un adulto, aún sujeto a una medida de protección, es de hecho capaz de dar su
consentimiento libre e informado a una intervención determinada en el campo de salud, la
intervención puede únicamente ser efectuada con su consentimiento. La aquiescencia debería
ser peticionada por la persona facultada para intervenir.
5.6. MÉXICO
“Artículo 80: En todo hospital y siempre que el estado del paciente lo permita, deberá
recabarse a su ingreso autorización escrita y firmada para practicarle, con fines de diagnóstico
o terapéuticos, los procedimientos médico-quirúrgicos necesarios de acuerdo al padecimiento
de que se trate, debiendo informarle claramente el tipo de documento que se le presenta para su
firma.
“Artículo 100 fracción IV: Se deberá contar con el consentimiento por escrito del sujeto
en quien se realizará la investigación o de su representante legal en caso de incapacidad legal
de aquel, una vez enterado de los objetivos de la experimentación y de las posibles
consecuencias positivas o negativas para su salud”.
Los diferentes Estados, como dijimos anteriormente, emitieron sus propias leyes que
regulan la aplicación del Consentimiento Informado (Informed Consent) en diferentes áreas de la
medicina, siguiendo los lineamientos establecidos por el Código de Regulaciones Federales; así
por ejemplo tenemos al Estado de Georgia, que, a través del capítulo 31-9 del “Código de
Georgia” (ver apéndice G), regula la obligación que tiene el profesional médico de informar al
paciente acerca de los posibles riesgos colaterales que presentan los tratamientos o
procedimientos médicos en su aplicación. A este capítulo se puede denominar la “Ley del
Consentimiento Informado de Georgia” (numeral 31-9-1 del mencionado Código de Georgia):
“31-9-1 (Código de Georgia). – Este capítulo se conocerá y podrá ser denominado como
el Consentimiento Informado médico de Georgia”.
Otro aspecto importante tratado en este capítulo del Código de Georgia es la obligación
que tiene el médico de informar a su paciente y obtener su consentimiento acerca de cualquier
procedimiento quirúrgico bajo anestesia general, anestesia espinal o anestesia regional o
cualquier proceso de diagnóstico por amniocéntesis; así como de cualquier procedimiento de
diagnóstico que utilice la inyección endovenosa de cualquier material de contraste en los
términos siguientes:
c) Los riesgos razonablemente prudentes de: Infección, reacción alérgica, pérdida severa
de sangre, pérdida de la función de cualquier extremidad u órgano, parálisis total o parcial,
paraplejia o cuadriplegia, desfiguración a causa de la cicatriz, daño cerebral, daño cardíaco, o la
muerte;
“766.103 (1) Esta sección se conocerá y será llamada como la "Ley de Florida sobre el
Consentimiento Informado".
5.8. COLOMBIA
La Ley Nacional 17.132, indica que la conformidad escrita será necesaria cuando se trata
de intervenciones quirúrgicas o de operaciones de amputación, ablación o implante de órganos.
En esta disposición legal, el consentimiento del paciente integra el acuerdo de voluntades y cabe
al médico respetar la voluntad del paciente, excepto en condiciones extremas, donde esté en
juego la vida de aquél y no pueda dilatarse la decisión; en tales casos, el médico puede proceder
aún en contra de la voluntad del paciente y / o de su familia, pues de otro modo se violarían los
deberes médicos y se estaría aceptando de modo indirecto e impasiblemente una muerte o
suicidio. El consentimiento carece de eficacia si la causa de la operación fuese ilícita como en
casos de aborto o esterilización sin haber agotado todos los recursos de conservación de los
órganos reproductores, excepto indicación terapéutica perfectamente determinada.
5.10. URUGUAY
El consentimiento como derecho del paciente a decidir respecto a todo acto médico
aparece en el Decreto 258/92. La norma alude al “libre consentimiento informado”:
“Artículo 5º. - El médico debe informar adecuadamente al enfermo respecto a cuanto este
le consulte, con veracidad y objetividad atendiendo a las circunstancias del caso. Al respecto,
procurará obtener el "libre consentimiento informado" del enfermo o sus representantes legales
antes de realizar las acciones médicas necesarias, teniendo en cuenta que no pueden emitir
consentimiento valido los menores de 21 años de edad (Art. 280 del Código Civil) y demás
incapaces, salvo las excepciones legalmente previstas”.
“Artículo 37. - El paciente tiene derecho a recibir toda la información necesaria para
autorizar con conocimiento de causa, cualquier tratamiento o procedimiento que le practiquen.
En dicha información se deben mencionar los posibles riesgos y beneficios del procedimiento o
tratamiento propuesto, salvo en los casos de emergencia con riesgo vital inmediato”.
El 12 Noviembre 1996 se dicta la Norma No. 31 de 1996 para “La Salud Mental”, por
medio de la cual se determina el cuidado y tratamiento de personas con enfermedades mentales y
el resguardo de sus derechos.
El Vaticano, a través del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios,
publica en 1995 la “Carta de los Agentes Sanitarios”, a pocos meses de que la Pontificia
Academia para la Vida, fuese instituida (11 Febrero 1994) por el Papa Juan Pablo II.
Esta “Carta de los Agentes Sanitarios” expone directivas explícitas acerca de los
complejos problemas implicados en la inseparable relación entre medicina y moral; de ahí que
éste documento ofrezca una síntesis orgánica y exhaustiva de la posición de la Iglesia Católica
sobre todo aquello que pertenece a la afirmación del valor primario y absoluto de la vida.
Esta “Carta de los Agentes Sanitarios” también se pronuncia sobre el tema del
Consentimiento Informado en los puntos 72, 73, 74 y 77 bajo el título de El consentimiento
informado del paciente:
72. Para intervenir médicamente sobre un enfermo el agente de la salud debe tener su
consentimiento expreso y tácito.
170
Cf. Pío XII, A los médicos del Instituto G. Mendel, 24 nov. 1957, en Acta de la Sede Apostólica 49 (1957) 1031.
171
“No se puede hacer del enfermo objeto de decisiones que no son tomadas por él, o, que no estando en grado de
hacerlo, tampoco aprobaría si tuviese la capacidad. La “persona”, principal responsable de la propia vida, debe ser
el centro de cualquier intervención de asistencia: los otros están presentes para ayudarla, no para sustituirse por
ella” (Pont. Cons. “Cor Unum”, Algunas cuestiones éticas relativas a los enfermos graves y moribundos, 27 julio
Además, la relación sanitaria es un contacto humano: diagonal, no de objetos. El
paciente “no es un individuo anónimo” sobre el cual se aplican los conocimientos médicos, sino
“una persona responsable, a la que debe hacerse copartícipe del mejoramiento de la propia
salud y del logro de la curación. Es una exigencia moral colocar al paciente en condiciones de
elegir personalmente y no a la de someterse a decisiones y elecciones que otros han tomado por
él”172.
Para una elección deliberada con pleno conocimiento y libertad, désele al paciente la
percepción exacta de su enfermedad y de las posibilidades terapéuticas, con los riesgos, las
dificultades y de las consecuencias que comportan173. Esto significa que al paciente se le pida
un consentimiento informado.
73. Relativo a la presunción del consentimiento se hace una distinción entre paciente con
capacidad y paciente incapaz de comprender y de querer.
74. En cuanto a los familiares, éstos deben ser informados acerca de las terapias
ordinarias, e involucrados en las decisiones sobre las terapias extraordinarias y opcionales.
1981, en Enchiridion Vaticanum, 7. Documento oficiald e la Santa Sede 1980-1981. EDB, Bologna 1985, p. 1137, n. 2.
1. 2.)
172
Juan Pablo II, Al Congreso mundial de médicos católicos, 3 oct. 1982, en Insegnamenti V/3 (1982) 673, n. 4.
173
Cf. Juan Pablo II, A los participantes de los dos Congresos de Medicina y Cirugía, 27 oct. 1980, en
Insegnamenti III/2 (1980) 1008-1009, n. 5.
77. Ante todo el consentimiento del paciente. Este “debe ser informado de la
experimentación, de su objetivo y de sus eventuales riesgos, de modo que él pueda dar o refutar
el propio consentimiento con pleno conocimiento y libertad. El médico tiene sobre el paciente
sólo aquel poder y aquellos derechos que el mismo paciente le confiera”174.
Tal consentimiento puede presumirse cuando sea en beneficio del paciente mismo; es
decir, cuando se trata de experimentación terapéutica.
5.13. BOLIVIA
“Artículo 13.- Para efectuar cualquier procedimiento médico o quirúrgico que entrañe
riesgo (terapéutico convulsionante u otros) o que signifique mutilación (amputación, castración
u otros), el médico deberá requerir el consentimiento del paciente o en caso de incapacidad
mental o legal de éste, de sus familiares o apoderados responsables, lo que podrá exigir se haga
por escrito o en presencia de testigos, salvo situaciones de urgencia y ausencia de aquellos en
174
Juan Pablo II, A los participantes de los dos Congresos de Medicina y Cirugía, 27 oct. 1980, en Insegnamenti
III/2 (1980) 1009, n. 5.
que dentro de lo posible deberá contar con la aquiescencia de uno o mejor, dos médicos
llamados en consulta.”
“Artículo 14.- Ningún cirujano podrá operar a menores de edad sin previo asentimiento
de los padres o tutores, a menos que la vida o habilitación futura del paciente exija una
intervención inmediata”.
“Artículo 6.- Las ablaciones de órganos, tejidos y células de personan vivas sólo pueden
practicarse en personas mayores de veintiún años, cuando no le ocasionen menoscabo a su
salud, disminución física que afecte su supervivencia o le originen un impedimento
considerable, debiendo previamente contar con su consentimiento expreso, libre y voluntario,
debidamente registrado en Notaría de Fe Pública, el mismo que deberá quedar documentado en
la institución hospitalaria”.
“Artículo 9.- El donante vivo como el receptor deberán ser ampliamente informados de
las características de la operación. En caso de no existir oposición respecto a la intervención
quirúrgica a llevarse a cabo, deberá consignarse este acuerdo en documento firmado por las
partes interesadas. Si hubiera impedimento físico del receptor para firmar, lo hará su
representante legal”.
Si bien otros países, tanto de nuestro continente como del resto del mundo, han tomado
posiciones vanguardistas al legislar la instrumentación del “Consentimiento Informado”, no lo
hicieron desde el punto de vista penal que, según pienso, es la forma más efectiva de resguardar
estos derechos personalísimos de los pacientes.
Por esto veo la necesidad de elaborar un proyecto de Norma que regule la instrumentación
del Consentimiento Informado en materia penal, para llenar el vacío actual en nuestra economía
jurídica.
CAPÍTULO 6
INVESTIGACIÓN EXPLORATORIA
Las personas que se encuentran en calidad de “pacientes”, la gran mayoría de las veces
ignoran sus derechos o la manera de hacerlos respetar y por eso no los defienden. Por su parte
los médicos, que si bien conocen los derechos de sus pacientes no los respetan en la dimensión
que estos deben ser respetados, muchas veces siguiendo modelos de naturaleza
“paternalista”donde el médico creía tener la razón y que su paciente siempre debía acatar lo que
él decidía.
Para ésta investigación exploratoria planteamos la siguiente hipótesis: “Tanto los médicos
como los pacientes tienen la necesidad de contar con una ley específica que regule la
instrumentación del Consentimiento Informado”.
e) Establecer si los médicos, y los pacientes, sienten la necesidad de contar con una ley
que regule la implementación del “Consentimiento Informado”.
f) Establecer si los médicos creen que los procesos por negligencia carecen de
fundamento la mayoría de las veces, o son movidos por afanes materiales o
emocionales.
h) Averiguar si los pacientes son informados por los médicos acerca de su patología y/o
tratamiento para luego pedirles su consentimiento.
La recolección de datos se realizó de manera personal en dos grupos diferentes entre sí:
médicos y pacientes, entre el 19 de septiembre y el 29 de octubre de 2004, en el Hospital
General y en diferentes consultorios privados de la ciudad de La Paz.
7) La instrumentación del Consentimiento Informado debe estar regida por una ley
especial.
Las afirmaciones 7 y 9 determinan si los médicos tienen la necesidad de contar con una
ley que regule la implementación del “Consentimiento Informado”.
ENCUESTA
La presente Encuesta tiene por objetivo determinar la posición del profesional médico en
relación al Consentimiento Informado, como parte de una investigación para la Facultad de
Derecho de la U.M.S.A. Gracias por dispensar unos minutos de su valioso tiempo.
Especialidad............................ Fecha...............................
Por favor lea con detenimiento cada afirmación y ponga una (x) en la actitud que Ud. Crea que
corresponde con la suya.
4) Los derechos del paciente son: a la vida, la salud, la muerte, recibir información, libre
desarrollo de la personalidad, y es deber del médico respetarlos
7) La instrumentación del Consentimiento Informado debe estar regido por una ley especial.
8) La mayoría de los procesos contra médicos, por negligencia médica, generalmente no tienen
fundamento.
1) Yo, como ciudadano(a) boliviano (a) tengo los derechos personalísimos a la vida
y a la salud.
6) Debe existir una ley que obligue a los médicos a mantenerme informado(a)
constantemente y a obtener mi consentimiento expreso cada vez que se me tenga
que someter a algún procedimiento o tratamiento.
La afirmación N° 6 mide la necesidad percibida por el paciente de contar con una ley
especial para la instrumentación del Consentimiento Informado.
ENCUESTA
Por favor lea con detenimiento cada afirmación y ponga una (x) en la actitud que Ud. Crea que
corresponde con la suya.
1) Yo, como ciudadano(a) boliviano (a) tengo los derechos personalísimos a la vida y a la salud.
4) La información que recibo de los médicos sobre mi enfermedad el tratamiento que debo
seguir, es clara y entendible.
6) Debe existir una ley que obligue a los médicos a mantenerme informado(a) constantemente y
a obtener mi consentimiento expreso cada vez que se me tenga que someter a algún
procedimiento o tratamiento.
En Desacuerdo 1 2 2 100
Muy en Desacuerdo 0 0 0 0
120
100 100
80
Frecuencia
Frecuencia
60 51
Porcentaje
43,1
40 39,2
22 20
20
8 15,7
1 0
0 2 0
Muy de De Acuerdo Neutro En Desacuerdo Muy en Total
Acuerdo Desacuerdo
Tendencia
Se observa una tendencia positiva (suma de las tendencias de acuerdo y muy de acuerdo)
de 82,3 % (42 médicos de los 51 encuestados), que reconocen como cierta la afirmación # 1.
Escala de Likert 1, afirmación N° 2: “Es deber del médico mantener constantemente
informado, de manera comprensible, al paciente o sus representantes respecto al diagnóstico o
tratamiento propuestos”.
En Desacuerdo 1 2 2 100
120
100 100
80
Frecuencia
Series2
60
51 Series1
49
40
35,3
25
18
20
7 13,7
1 0
2
0 0
Muy de De Acuerdo Neutro En Desacuerdo Muy en Total
Acuerdo Desacuerdo
Tendencia
Existe una tendencia positiva de 84,3 % (43 médicos de los 51 encuestados), que
reconocen como cierta la afirmación # 2.
Escala de Likert 1, afirmación N° 3: “Es indispensable la autorización del paciente (y/o
su representante), aunque no esté debidamente informado, para cualquier procedimiento de
diagnóstico o tratamiento”.
120
100 100
80
Frecuencia
Frecuencia
60
51 Porcentaje
40
29,4 29,4
25,5
20 13 15 15
8 15,7
0
0 0
Muy de De Acuerdo Neutro En Desacuerdo Muy en Total
Acuerdo Desacuerdo
Tendencia
Tabla de contingencia
N°5: El paciente, o su representante, tiene derecho a elegir
cuando se trata de su vida y de su salud.
Muy de De En Muy en
Acuerdo Acuerdo Neutro Desacuerdo Desacuerdo TOTAL
N°4: Los derechos de De
los pacientes son: a la Acuerdo 4 12 4 2 0 22
vida, a la salud, a la En
muerte, a recibir Desacuerdo 0 0 0 1 0 1
información, al libre Muy
desarrollo de la De Acuerdo 8 7 3 0 0 18
personalidad, y es Muy en
deber del médico Desacuerdo 0 0 0 0 0 0
respetarlos. Neutro 0 2 5 3 0 10
Total 12 21 12 6 0 51
60
51 51 Los Derechos de los pacientes
son. a la vida, a la salud, a la
50
muerte, a recibir
información, al libre
Frecuencia
40 desarrollo de la personalidad;
y es deber del médico
30 respetarlos. (Afirmación N° 4)
22 21
18
20
12 12
10 El paciente, o su
10 representante, tiene derecho a
3
1 0 0 elegir cuando se trata de su
0 vida y de su salud.
(Afirmación N° 5)
Muy de Acuerdo Neutro Muy en Desacuerdo
Tendencia
ELABORACIÓN: ARTURO RÍOS PAREDES
La tendencia es positiva, como promedio de ambas series tenemos 71,56 % (36 médicos
de los 51 encuestados), que reconocen como ciertas las afirmaciones # 4 y 5.
Escala de Likert 1, afirmaciones N° 6 y N° 8:
Tabla de contingencia
N° 8: La mayoría de los procesos contra médicos, por
negligencia médica, generalmente no tienen fundamento.
Muy de De En Muy en
Acuerdo Acuerdo Neutro Desacuerdo Desacuerdo Total
Muy de
Acuerdo 2 1 0 0 0 3
N° 6: El médico, De
por su formación Acuerdo 6 14 1 0 0 21
profesional y Neutro 4 0 2 2 0 8
conocimiento, En
siempre tiene la Desacuerdo 0 2 6 3 0 11
razón. Muy en
Desacuerdo 1 1 4 2 0 8
Total 13 18 13 7 0 51
40
Frecuencia
30
21
18
20
13 13 La mayoría de los
11
8 7 8 procedimientos contra
10
3
médicos, por negligencia
0 médica, generalmente no
0 tienen fundamento.
Muy de De Acuerdo Neutro En Desacuerdo Muy en Total
(Afirmación N° 8)
Acuerdo Desacuerdo
Tendencia
ELABORACIÓN: ARTURO RÍOS PAREDES
Tabla de contingencia
N° 9: Es necesaria una ley basada en el Consentimiento
Informado que proteja a los médicos contra procesos
infundados.
Muy de De En Muy en
Acuerdo Acuerdo Neutro Desacuerdo Desacuerdo Total
Muy de
Acuerdo 1 0 0 0 0 1
N°7: La De
instrumentación del Acuerdo 3 24 2 2 0 31
Consentimiento Neutro 2 2 1 0 0 5
Informado debe estar En
Regida por una ley Desacuerdo 0 0 0 0 0 0
especial. Muy en
Desacuerdo 11 0 0 3 0 14
Total 17 26 3 5 0 51
60
51 51
50 La instrumentación del
Consentimiento Informado
40 Debe estar regida por una ley
Frecuencia
31
especial. (Afirmación N° 7)
30 26
20 17
14
10 5 5
3 Es necesaria una ley basada en
1 0 0 el Consentimiento Informado
0 que proteja a los médicos contra
Muy de De Acuerdo Neutro En Desacuerdo Muy en Total procesos infundados.
Acuerdo Desacuerdo (Afirmación N° 9)
Tendencia
Esta afirmación tiene una tendencia positiva, el promedio de ambas series es de 73,52%
(37 médicos de los 51 encuestados), que reconocen como ciertas las afirmaciones # 7 y 9.
Escala de Likert 2, afirmaciones N° 1 y N° 2:
Tabla de contingencia
N° 2: Mis derechos personalísimos a la vida y a la salud están
jurídicamente protegidos por el Estado Boliviano.
Muy de De En Muy en
Acuerdo Acuerdo Neutro Desacuerdo Desacuerdo Total
Muy
N° 1: Yo, como de Acuerdo 7 8 18 0 9 42
ciudadano (a) De
boliviano (a) Acuerdo 0 4 4 1 0 9
tengo los derechos Neutro 0 0 0 0 0 0
personalísimos En
a la vida y Desacuerdo 0 0 1 0 0 1
a la Salud. Muy en
Desacuerdo 0 0 0 0 0 0
Total 7 12 23 1 9 52
60
52 52
30
23
20
12
9 9 Mis Derechos personalísimos
10 7 a la vida y a la salud están
jurídicamente protegidos por
0 1 1 0 el Estado Boliviano.
0 (Afirmación 2)
Muy de Acuerdo De Acuerdo Neutro En desacuerdo Muy en Total
Desacuerdo
Tendencia
Tabla de contingencia
N° 4: La información que recibo de los médicos sobre
mi enfermedad y/o el tratamiento que debo seguir, es clara y
entendible.
Muy de De En Muy en
Acuerdo Acuerdo Neutro Desacuerdo Desacuerdo Total
Muy de
N° 3: Los médicos Acuerdo 0 3 0 0 6 9
que me atienden De
NO me informan Acuerdo 0 10 2 0 1 13
de la enfermedad Neutral 0 5 7 0 0 12
que tengo y del En
tratamiento que Desacuerdo 1 12 4 0 0 17
debo seguir. Muy en
Desacuerdo 0 1 0 0 0 1
Total 1 31 13 0 7 52
60
52 52
Los médicos que me atienden
50
NO me informan de la
enfermedad que tengo y del
tratamiento que debo
40 seguir, (Afirmación N° 3)
Frecuencia
31
30
20 17
13 12 13 La información que recibo de
9 los médicos sobre mi
10 7 enfermedad y/o tratamiento
que debo seguir, es clara y
1 0 1 entendible. (Afirmación N°
0 4)
Muy de De Acuerdo Neutro En Desacuerdo Muy en Total
Acuerdo Desacuerdo
Tendencia
ELABORACIÓN: ARTURO RÍOS PAREDES
En Desacuerdo 0 0 0 100
120
100 100
80
Frecuencia
Frecuencia
60 52 Porcentaje
48,1
40
36,5
25
19
20
8 15,4
0 0
0 0 0
Muy de De acuerdo Neutro En Desacuerdo Muy en Total
Acuerdo Desacuerdo
Tendencia
120
100 100
82,7
80
Frecuencia
Frecuencia
60 52
43 Series1
40
20
7 13,5
1 1 0
0 1,9 1,9 0
Muy de De Acuerdo Neutro En Desacuerdo Muy en Total
Acuerdo Desacuerdo
Tendencia
La tendencia aquí observada es positiva del 96,2 % (50 pacientes de los 52 encuestados),
que reconocen como cierta la afirmación # 6.
6.6. RESULTADOS. (De acuerdo a los objetivos específicos
planteados)
5. El médico cree que los procesos por mala praxis instalados en su contra la mayoría de
las veces carece de fundamento.
6. El médico necesita contar con una ley que regule la instrumentación del
Consentimiento Informado.
8. Los pacientes no reciben toda la información necesaria por parte de los médicos
tratantes sobre su enfermedad y sobre el tratamiento.
9. Los pacientes saben que deben emitir su consentimiento informado antes de cualquier
procedimiento.
10. La población necesita una ley específica que regule la correcta instrumentación del
Consentimiento Informado.
Estas conclusiones permiten confirmar la hipótesis inicial de esta Investigación
Exploratoria: “TANTO MÉDICOS COMO PACIENTES TIENEN LA NECESIDAD DE
CONTAR CON UNA LEY ESPECÍFICA QUE REGULE LA INSTRUMENTACIÓN DEL
CONSENTIMIENTO INFORMADO”.
70,5
70,08
70
69,5
Porcentaje
69
68,08
68
67,5
67
Médicos Pacientes
DISCUSIÓN
7.1. CONCLUSIONES
SEGUNDA. La falta, en nuestro ordenamiento penal, de una ley específica que regule la
relación médico-paciente a través del procedimiento denominado “Consentimiento Informado”,
genera inseguridad jurídica en dicha relación, porque el Estado deja de tutelar los Derechos
Personalísimos del paciente como ser el Derecho a la Vida; el Derecho a la Salud y el Derecho a
la Autodeterminación de la Voluntad.
TERCERA. Esta inseguridad jurídica afecta a los médicos cuando estos corren el riesgo
de ver dañada su imagen y reputación, debido a que la mayoría de los procesos entablados en
contra suya, por sus pacientes, bajo las tipificaciones de “Lesiones Graves y Leves”; “Lesiones
Gravísimas” u “Homicidio Culposo”, carecen de fundamento, o responden a intereses
económicos del paciente.
CUARTA. Al no existir una ley específica que regule la instrumentación del
“Consentimiento Informado”, los médicos consideran que este procedimiento no es obligatorio;
por lo que actúan sin respetar los Derechos Personalísimos de sus pacientes al no otorgar a estos
la debida, clara y constante información, y sin obtener de ellos el respectivo Consentimiento
Informado, tomando por sus pacientes las correspondientes decisiones.
QUINTA. Los médicos conocen que es su deber brindar información precisa, entendible
y constante a su paciente sobre su enfermedad, para luego obtener de éste la aceptación basada
en esta información proporcionada, antes de realizar algún procedimiento de diagnóstico o
quirúrgico, o algún tratamiento farmacológico o simplemente informar las características de la
enfermedad.
SEXTA. Tanto médicos como pacientes, saben que estos últimos son titulares de
Derechos Personalísimos, como el Derecho a la Vida; el Derecho a la Salud; el Derecho al libre
Desarrollo de la Personalidad; y a la vez los pacientes consideran que estos derechos no son
totalmente tutelados por el Estado Boliviano, así como tampoco son respetados por sus
respectivos médicos.
DÉCIMA. Se debe contar en nuestro país con un solo modelo del documento
denominado “Consentimiento Informado”, a partir del cual todo médico y/o institución que
presta servicios en el sector salud elabore su propio documento afín a su especialidad o servicio
prestado.
7.2. PROPUESTA:
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
La presente Ley nace como respuesta a esa realidad social actual que vive la relación
médico-paciente, colocando la posición de cada una de las partes actoras en su justo lugar,
obedeciendo a tendencias y doctrinas actuales acerca de los Derechos Personalísimos del
paciente así como la mejor manera de que el profesional de la salud dispense sus servicios a su
paciente sin dañarlo.
Uno de los efectos consecuentes de esta Ley será efectivizar el deber supraconstitucional
que tiene el Estado de tutelar jurídicamente, de manera integral, los derechos de sus ciudadanos.
SEGUNDO.- El facultativo actualmente se desenvuelve bajo el Principio de
Beneficencia, es decir que el médico, basado en sus conocimientos, decide lo que es bueno para
su paciente. Es por este Principio que el médico no permite la participación de su paciente en la
relación que surge entre ambos, no procede a explicarle sus acciones y mucho menos solicitar su
consentimiento para actuar. Esto lesiona el Derecho de Autodeterminación del paciente.
“Artículo 15.- (Culpa). Actúa culposamente quien no observa el cuidado a que está
obligado conforme a las circunstancias y sus condiciones personales y, por ello:
...2) Tiene como posible la realización del tipo penal y, no obstante esta previsión, lo
realiza en la confianza de que evitará el resultado”
Por tanto los efectos colaterales, lesiones, e incluso la muerte sobreviniente en el acto
médico, no previstas en la información otorgada al paciente, son considerados imposibles de que
ocurran por sí solos como consecuencia del acto médico en cuestión, porque el médico
responsable nunca las tuvo presentes ni por experiencia ni por conocimientos.
Dicha característica de imposibilidad es certificada por cualquier otro profesional que ante
el mismo caso tampoco consideraría como posibles tales consecuencias al acto médico. Además
de que la doctrina médica actual tampoco prevé tales consecuencias como posibles para siquiera
mencionarlas.
Si como consecuencia del acto médico se producen tales lesiones, efectos colaterales o la
muerte del paciente, que nunca fueron mencionados como posibles en el proceso del
Consentimiento Informado, estamos ante delitos por culpa y no por dolo, por carecer este tipo de
los elementos constitutivos que lo convertirían en dolo, además de considerar que el acto médico
en cuestión fue llevado a la práctica por el correspondiente médico con el propósito de aliviar un
mal o salvar la vida de su paciente, y nunca con la intencionalidad de causarle daño o mal.
Estos derechos son la base que sostiene la doctrina del Consentimiento Informado,
doctrina que pretende evitar la lesión de estos mismos derechos por parte del facultativo en la
relación médico-paciente.
Por estos motivos merece una atención especial el paciente psiquiátrico en virtud de
posibilitar una tutela efectiva de sus Derechos Personalísimos.
CUERPO DE LA LEY
Artículo 2.- (Del Propósito). Esta Ley contribuirá para asegurar el respeto a la vida, a la
salud, a la dignidad y a la autonomía del Paciente; así como optimizar la relación entre el
paciente y el médico basada en confianza y confidencialidad.
Artículo 3.- (Del Alcance). Esta Ley será aplicable a todas las relaciones “Médico-
Paciente” en territorio boliviano, tanto privadas como pertenecientes a cualquier sistema de
seguro de salud estatal, privado o semi-autárquico.
CAPÍTULO 2. DE LA TIPIFICACIÓN
Artículo 5.- (Imprudencia). Conducta positiva consistente en una acción de la cual había
que abstenerse o en una acción que ha sido realizada precipitadamente en el cumplimiento del
acto médico, o cualquier otro acto en el área de la salud, cuya consecuencia sea un perjuicio en
la salud del paciente.
Artículo 7.- (Tutela Jurídica). El paciente tiene derecho a recibir del Estado efectiva
tutela jurídica de su derecho a la Vida, a la Salud y a la Autodeterminación.
Artículo 8.- (Autodeterminación). El paciente tiene derecho a elegir, de manera libre y sin
ningún tipo de presión, y poner en práctica sin ingerencia alguna, lo que el considere
conveniente para su salud y consecuentemente para su vida.
Artículo 9.- (De la libertad del paciente). El paciente tiene derecho a la libre elección de
su médico, hospital, clínica, tratamiento a seguir y en cualquier otro aspecto relacionado con su
salud y consecuentemente con su vida.
Artículo 13.- (Del derecho a conocer a su médico). El Paciente tiene derecho a conocer la
identidad de los médicos, de las enfermeras, y de otros implicados en su cuidado como
estudiantes, residentes, y demás aprendices.
Artículo 14.- (Del derecho a conocer los costos del tratamiento). El paciente tiene
derecho a conocer las implicaciones financieras inmediatas y a largo plazo de las opciones de su
tratamiento.
Artículo 17.- (Del rechazo a ser informado). El paciente tiene derecho a rehusar toda
información sobre su salud, pronóstico, diagnóstico, tratamiento y cualquier otra información
pertinente y consecuentemente a su vida. En tal caso el médico responsable debe informar solo
lo indispensablemente necesario a los familiares en vínculo más cercano, o a su tutor, a fin de
obtener el correspondiente Consentimiento Informado.
Artículo 22.- (De la libertad del paciente para decidir). El médico, antes de obtener el
consentimiento informado de su paciente, le debe otorgar tiempo suficiente y oportunidad de
realizar todas las preguntas que vea por conveniente, las cuales deberán responderse a
satisfacción de la persona, o de su tutor.
Artículo 24.- (Del idioma). Tanto la información como el Consentimiento Informado del
paciente se realizarán en el idioma o lengua de origen de éste.
Artículo 26.- (De la función del testigo). Luego de que se lea y explique la información
escrita y después
de que el paciente, o su tutor, ha otorgado su “Consentimiento Informado”, el testigo deberá
firmar y fechar personalmente este formulario, certificando que se procedió a informar y explicar
de manera adecuada y que aparentemente fue comprendida por el paciente, o su tutor, quien dio
voluntariamente su “Consentimiento Informado”.
Artículo 29.- (De la capacidad para consentir). El paciente deberá tener capacidad legal y
ser mayor de 18 años de edad para consentir; deberá estar en situación tal que pueda ejercer
plena libertad de elección, sin impedimento alguno de fuerza, fraude, engaño, intimidación,
promesa o cualquier otra forma de coacción o amenaza.
Artículo 30.- (De la incapacidad del paciente). Si un paciente está incapacitado para
poder emitir de alguna manera su “Consentimiento Informado”, lo hará por él su familiar en
vínculo más cercano o su tutor, previa información continua, completa y clara, y solo mientras
dure el motivo que incapacita al paciente.
Artículo 32.- (De la labor negligente del representante legal o tutor). Si el médico responsable
considera que el pariente correspondiente próximo al paciente con incapacidad de emitir por sí
mismo su Consentimiento Informado, o el tutor, efectúa sus deberes con respecto al
consentimiento de una manera que es obviamente perjudicial para el paciente o para el
resultado del tratamiento, el médico puede efectuar el
tratamiento, con la opinión favorable de otro médico especialista, siempre que este profesional
no haya participado anteriormente en el tratamiento del paciente en cuestión y no sea llamado
para participar en tal tratamiento en el futuro.
Artículo 33.- (Del Hallazgo Médico). Si el paciente se encuentra incapacitado para decidir
por sí mismo por hallarse en una operación quirúrgica o en algún procedimiento similar, o bajo
los efectos de anestésico u otros similares que anulan su conciencia, y se produjera un “hallazgo
médico” que no compromete la vida del paciente o su recuperación, se deberá esperar a que éste
recupere su capacidad para emitir otro Consentimiento Informado acerca de dicho hallazgo. Si
tal incapacidad es permanente, o se pone en riesgo la vida del paciente o su óptima recuperación
futura, se procederá a informar a su familiar en vínculo más cercano, o a su tutor, y a obtener el
correspondiente Consentimiento Informado.
Artículo 39.- (De la facultad del paciente para retirar su Consentimiento Informado).
El paciente puede, en cualquier momento de su tratamiento, retirar su Consentimiento
Informado, sin perjuicio de su relación con su médico o institución responsable.
Artículo 44.- (De la negativa del paciente a ser tratado médicamente). El paciente tiene
derecho a negarse a recibir tratamiento y a que se le expliquen las consecuencias de esta negativa
para su salud, sin perjuicio de las medidas que corresponda adoptar frente a patologías que
impliquen riesgo cierto para la sociedad que integra.
Artículo 45.- (De los derechos del paciente que se niega a ser tratado médicamente). En
caso de tal negación, el paciente tiene derecho a otros cuidados y servicios apropiados que el
hospital proporcione o de ser transferido a otro hospital. El hospital debe notificar a los pacientes
de cualquier política que pueda afectar la decisión del paciente dentro de la institución.
Artículo 46.- (De las consecuencias para el paciente que emitió el Consentimiento
Informado). El paciente, o su familiar en vínculo más cercano, o su tutor, que después de
analizar la información provista por el médico u otro profesional en el área de la salud emitió su
Consentimiento Informado, acepta solamente los efectos y consecuencias resultantes
mencionados en esa información, liberando de la consecuente responsabilidad al médico o
profesional de la salud correspondiente.
CAPÍTULO 8. DE LA FORMA.
Artículo 50.- (De la minoridad). Los pacientes menores de 18 años de edad no pueden
emitir personalmente su “Consentimiento Informado”. La persona que sostiene la autoridad
paternal, o en su caso el tutor, recibirá toda la información necesaria para emitir por el paciente
dicho Consentimiento Informado.
Artículo 51.- (De la participación del menor de edad). Si el paciente menor de edad está
en condiciones de entender lo referente a su salud y de poder dar a conocer sus decisiones
correspondientes, podrá participar con sus padres, o tutor en la emisión del Consentimiento
Informado.
Artículo 56.- (De la información al paciente que rechaza usar sangre o sus derivados).
El rechazo del paciente para recibir sangre o sus derivados estará relacionado al estado actual de
su enfermedad y sobre la base de la información recibida de su médico acerca de las
consecuencias de omitir administrar sangre o sus derivados como parte del tratamiento.
Artículo 61.- (De la libertad del paciente). La libertad de las personas es un bien
jurídicamente protegido por el Estado y garantizado por la Constitución Política del Estado, por
lo tanto ninguna persona podrá ser internada en una institución de salud mental contra su
voluntad.
c) “Por autorización judicial” solo para pacientes con incapacidad legal o presuntos
incapaces de tomar o entender los alcances de esta decisión de internación, en casos de
enfermedad psiquiátrica que aconseje aislamiento, con el fin de mantener al paciente en
observación y/o para preservar los intereses de la sociedad. La orden judicial debe
necesariamente ser previa a la internación.
Artículo 67.- (De los responsables del enfermo psiquiátrico). Es muy importante saber
que mientras no se produzcan la incapacitación y constitución de la tutela del internado, y exista
la imposibilidad de encontrar a los familiares del paciente, los responsables de su tratamiento en
el hospital psiquiátrico tienen la consideración legal de guardadores de hecho y, como tales, el
Juez puede requerirles en cualquier momento para que informen sobre la situación del paciente
en cuestión y puedan establecerse, así mismo, las medidas de control y vigilancia que considere
oportunas.
Artículo 68.- (Del informe al juez por internación en caso de necesidad extrema). El
informe elevado al correspondiente juez por el médico responsable de la internación, debe
indicar las circunstancias en que se produjo, el diagnóstico provisional, el tratamiento ya
administrado y el que se prevé administrar.
Artículo 69.- (Fuga del paciente). En el caso de fuga, ésta debe ser comunicada de
inmediato al Juzgado de Primera Instancia que autorizó el ingreso, y se informará además si
concurren circunstancias que aconsejen la urgente localización del paciente para que continúe
bajo tratamiento hospitalario.
1. Para el alta del paciente, prevalece siempre la voluntad de éste, aun esté en contra de la
opinión del especialista responsable, en cuyo caso debe registrarse en la historia clínica del
paciente.
2. Si el especialista responsable considera que no procede el alta del paciente, aunque éste
lo solicite, informara y pedirá la intervención de la autoridad judicial competente.
3. La alta médica, si no existe oposición de nadie con interés legítimo, sólo corresponde
al médico responsable del tratamiento del enfermo, sin que deba ser cuestionada por el Juez en
caso de internación por “Auto de Internamiento”, quien sí debe ser informado al respecto.
4. Si existe oposición de alguna persona con interés legítimo será necesaria la intervención
judicial competente correspondiente.
CAPÍTULO 13. DEL ACCESO A LA HISTORIA CLÍNICA.
Artículo 71.- (Del acceso del paciente a su Historia Clínica). Los pacientes mayores de
18 años de edad tendrán derecho al acceso a sus respectivas historias clínicas, y a cualquier tipo
de archivo que contenga información respecto a su salud y que estén guardadas en hospitales
públicos o privados, clínicas, consultorios privados y otros establecimientos de salud públicos o
privados, sin necesidad de requerimiento judicial. Los menores de edad y los pacientes incapaces
lo harán a través del familiar en vínculo más cercano o de su tutor.
Artículo 72.- (Restricción del derecho del paciente a acceder a su Historia Clínica). El
Derecho que tiene el paciente a acceder a su historia clínica puede, sin embargo, ser restringido
excepcionalmente en interés del paciente y en opinión de su médico responsable u otra persona
con interés legítimo.
Artículo 74.- (Decisión del Juez competente). Si no existe oposición del médico
responsable o de terceros legitimados, en ningún caso se evitará de manera alguna el libre e
irrestricto acceso del paciente a información sobre su salud contenida en cualquier tipo de
documento como la Historia Clínica o cualquier otro.
Artículo 77.- (Casos especiales). Los datos del paciente pueden revelarse sin su
consentimiento solo para la protección de un interés de la sociedad, peligro de la salud o vida del
mismo paciente y peligros para la salud pública, así como por requerimiento legal, casos en los
que necesariamente se informará al paciente qué información fue revelada, el motivo y
destinatarios de tal revelación.
Artículo 81.- (Del abuso a pacientes campesinos e indígenas). Todo médico, o cualquier
otro profesional en el área de la salud, que en su trato profesional discrimine, maltrate o abuse
psicológica o económicamente a campesinos o indígenas de cualquier parte del territorio
boliviano, será sancionado con dos a cuatro años de prisión y la suspensión del permiso para
ejercer la medicina por el mismo lapso de tiempo más un año.
Artículo 82.- (De la Repetición). Cualquier paciente que fue sometido innecesariamente a
un tratamiento o procedimientos quirúrgico o de diagnóstico innecesarios y con el solo afán de la
ganancia económica, puede demandar a su médico la Repetición además de todos los intereses
de ley.
Artículo 83.- (Derechos de actuar del paciente en contra de su médico). Todo paciente
tiene derecho a iniciar proceso penal contra su médico por negligencia, imprudencia e impericia,
siempre que el pretendido delito del médico pueda ser adecuadamente subsumido en los tipos
penales correspondientes.
Artículo 84.- (Del Abogado de Oficio). Todo paciente que carezca de recursos
económicos para contratar a un abogado y defender así sus derechos vulnerados en la relación
médico-paciente, tendrá derecho a contar con abogados de oficio designados por la respectiva
autoridad judicial.
2. Si las lesiones, o incluso la muerte del paciente, cuya ocurrencia de ninguna manera
estaba prevista como posible en el correspondiente Consentimiento Informado, el juez deberá
previamente tipificar como negligencia, imprudencia o impericia los delitos imputados al médico
o profesional en el área de la salud.
Artículo 90.- (Del delito de actuar sin el Consentimiento Informado del Paciente).
2. Todo cirujano que realice cirugías que importen extirpación, amputación, mutilación,
que produzcan alteración física y/o fisiológica, además de daño psicológico parcial o
permanente, sin haber obtenido previamente el correspondiente Consentimiento Informado serán
considerados culpables de toda lesión resultante o muerte del paciente y serán sancionados con
las penas correspondientes a los delitos de negligencia, imprudencia y/o impericia
correspondientes, sin importar perjuicio del proceso de resarcimiento civil que pueda instalar el
paciente o su tutor.
Artículo 92.- (De las lesiones provocadas por negligencia, imprudencia o impericia). Si
las lesiones físicas o psíquicas derivadas del actuar médico son otras o diferentes a las planteadas
en la información previa al Consentimiento Informado, el médico será sancionado por
negligencia, imprudencia o impericia, según sea el caso.
Artículo 93.- (De las lesiones resultantes por el uso de anestésicos). Si los efectos
colaterales, efectos secundarios o lesiones producidas por el uso de anestésicos son diferentes a
los mencionados en la información provista por el anestesista encargado para lograr el
Consentimiento Informado del paciente, será sancionado según sea el caso por negligencia,
imprudencia o impericia.
Artículo 94.- (Del delito de usar anestésicos sin el Consentimiento Informado del
paciente).
1. Si el anestesista encargado del procedimiento quirúrgico o de diagnóstico procede a
anestesiar de cualquier forma y en cualquier grado a su paciente, sin antes haber informado y
mucho menos haber obtenido el Consentimiento Informado de su paciente, será considerado
culpable de toda lesión resultante o muerte del paciente y serán sancionados con las penas
correspondientes a los delitos de negligencia, imprudencia y/o impericia correspondientes, sin
importar perjuicio del proceso por daños y perjuicios que pueda instalar el paciente o su tutor.
Artículo 96.- (Del resarcimiento civil). Todo paciente, o su tutor, tiene derecho a exigir a
quien corresponda el correspondiente resarcimiento civil por daños y perjuicios por cualquiera
de los delitos mencionados en esta Ley.
Además del resarcimiento civil a que se hace mención en el parágrafo anterior, el médico,
o cualquier otro profesional en salud, responsable del daño al paciente, debe hacerse cargo del
costo económico total de todo el tratamiento para la recuperación del paciente dañado sin excusa
ni demora, y si el paciente dañado no tiene expectativas de recuperación debe hacerse cargo de
igual manera de todo el costo económico que implica el mantener a dicho paciente hasta su
muerte, incluidos los gastos de defunción.
Artículo 97.- (De la conducta del paciente). El paciente, o su familiar en vínculo más
cercano o su tutor, que emitió el correspondiente Consentimiento Informado deberá cumplir al
pie de la letra todas las indicaciones de su médico responsable para desligarse de toda culpa.
Primera.- (Vigencia). La presente Ley entrará en vigencia plena noventa días después de
su publicación y se aplicará a todas las causas que se inicien a partir del vencimiento de este
plazo.
Cuarta.- (Modificaciones).
1. Modifíquese el Artículo 257 del Código Penal, cuya disposición queda redactada en los
siguientes términos:
“Artículo 257°.- (Homicidio Piadoso). Se impondrá la pena de reclusión uno a tres años,
si para el homicidio fueren determinantes los móviles piadosos y apremiantes las instancias del
interesado, y sin contar con el Consentimiento Informado del paciente; con el fin de acelerar
una muerte inminente o de poner fina graves padecimientos o lesiones corporales
probablemente incurables, pudiendo aplicarse la regla del artículo 39 y aún concederse
excepcionalmente perdón judicial”.
2. Los artículos 260, 270, 271, 273 y 292 del actual Código Penal, no tienen aplicación
para los efectos de esta Ley, para lo que prevalecerán sus propias sanciones.
GLOSARIO
Fármaco.- Cualquier sustancia que se toma por boca, se inyecta en el músculo, la piel, un
vaso sanguíneo o una cavidad corporal, o que se aplica de forma tópica, para tratar una
enfermedad o proceso.
Patología.- Estudio de las características causas y efectos de las enfermedades tal como se
observan en la estructura y función del cuerpo.
Salud.- Estado de bienestar físico, mental y social junto con la ausencia de enfermedad u
otra patología. No es un estado estático; el cambio constante y la adaptación al estrés dan lugar a
la homeostasis.
Artículo 3.- (De la función de oficio del juez). En el caso de internamiento por “Auto de
Internamiento”, el Juez, de oficio y cada seis meses como mínimo, recabará información de
psiquiatra forense por él designado sobre el paciente a fin de evaluar la necesidad de proseguir
con el internamiento o su finalización.
Artículo 7.- (Determinación de los vínculos de parentesco). Para efectos de esta Ley y en
resguardo de los derechos del paciente, se determina la siguiente prelación de parentesco que va
del vínculo más cercano al vínculo más lejano, quienes a su oportunidad asumen de hecho la
representación del paciente, en lo que a su salud respecta y solo en caso de que el paciente se
encuentre imposibilitado de emitir por sí mismo su consentimiento informado:
a) El Cónyuge.
d) Los hermanos, con preferencia los de doble vínculo sobre los unilaterales y entre estos
los maternos sobre los paternos.
f) El suegro y la suegra.
CAPÍTULO 4. DEL FORMULARIO DEL
CONSENTIMIENTO INFORMADO.
Artículo 8.- (Del contenido del Consentimiento Informado). Cada médico elaborará de
manera individual, según su especialidad y de acuerdo a su paciente, el correspondiente
formulario del Consentimiento Informado sobre la base del siguiente protocolo:
3) Detallar en forma clara y precisa los riesgos colaterales que pueden presentarse, ya sean
los típicos como los infrecuentes o de escasa ocurrencia.
4) Molestias previsibles.
Artículo 9.- (De la cuantificación del daño por omitir el Consentimiento Informado
para el resarcimiento por daños y perjuicios). En materia civil, no obtener el Consentimiento
Informado del paciente no se constituye en la causa del daño resultante, por lo tanto la
indemnización podrá fijarse teniendo en cuenta que la lesión ha recaído sobre el derecho de
autodeterminación del paciente.
Artículo 10.- (De la determinación del grado de gravedad del delito según la Lex Artis
para el resarcimiento por daños y perjuicios). Se deberá establecer cuál fue el procedimiento
que realizó el médico, u otro profesional en el área de la salud, y compararlo con el
procedimiento que hubiera realizado cualquier otro médico, u otro profesional en el área de la
salud, en condiciones similares. Tanto mayor grado de gravedad revestirá el delito en cuestión
cuanto más alejado se encuentre del procedimiento realizado por cualquier médico en similares
condiciones.
Artículo 11.- (De la determinación del grado de gravedad del delito según la “Pérdida
de chance” para el resarcimiento por daños y perjuicios). El juez establecerá cuáles eran las
expectativas de vida o de recuperación de la enfermedad que aquejaba al paciente, de acuerdo a
informe pericial solicitado de oficio, antes de ser sometido a tratamiento o procedimiento
quirúrgico o de diagnóstico. Mientras mayores eran las posibilidades de vida, sobrevida o
recuperación, mayor será el grado de gravedad del delito.
Artículo 13.- (De la competencia). Solo el juez competente es quien puede restringir el
derecho que tiene el paciente de acceder a la información sobre su salud. Dicha restricción en
ningún caso será total.
Artículo 14.- (De la solicitud de restricción). El médico responsable del paciente y/o
alguna otra persona que demuestre interés legítimo, podrá solicitar al juez competente restrinja el
derecho de libre acceso a la información del paciente en cuestión, demostrando el motivo por el
cual se debe tomar esa medida.
En caso de pacientes psiquiátricos que tienen disminuidas sus facultades mentales, el juez
de oficio determinará el grado de dicha restricción así como de la persona que recibirá solo
información necesaria.
5. - BEAUCHAMP, T y CHILDRESS, J.
“Principles of biomedical ethics”
Oxford University Press, New York, 1989.
36.-LIPARI, NÍCOLO.
“Derecho privado. Un ensayo para la enseñanza”.
Publicaciones del Real Colegio de España, Zaragoza, 1989.
42.- MAZEAUD-TUNC
"Tratado teórico-practico de la responsabilidad civil delictual y contractual”
Traducción de Luis Zamora y Castillo.
Editorial EJEA, Buenos Aires, 1977.
3. - LANTOS, JOHN
“Informed Consent. The Whole Truth for Patients?”
CANCER SUPPLEMENT, Volume 72, N° 9, November 1, 1993.
5.- OMS
“Programme Europeen de Legislation Sanitaire”
Comité Consultatif.
Lyon, 11-13 Juin, 1985.
REVISTA D’ETAT, pág. 387, 25 de junio de 1985.
4. El paciente tiene el derecho de tomar decisiones acerca del tratamiento antes y durante
el curso de éste, así como de rechazar un tratamiento o un plan recomendado de cuidado hasta lo
permitido por la ley y la política del hospital y de ser informado acerca de las consecuencias
médicas de esta acción. En caso de tal negación, el paciente tiene derecho a otros cuidados y
servicios apropiados que el hospital proporcione o de ser transferido a otro hospital. El hospital
debe notificar a los pacientes de cualquier política que pueda afectar la decisión del paciente
dentro de la institución.
7. El paciente tiene derecho a que todos los informes y expedientes que pertenecen a su
cuidado se deban tratar como confidenciales por el hospital, excepto en casos tales como abuso
sospechado y peligros para la salud públicos así como por requerimiento legal. El paciente tiene
derecho a que el hospital acentúe el secreto de esta información cuando cualquier parte de ésta
quiera ser utilizada como información.
10. El paciente tiene derecho a pedir y de ser informado de la existencia de los lazos del
negocio entre el hospital, las instituciones educativas, otros abastecedores del cuidado médico, o
los pagadores que pueden influenciar el tratamiento y el cuidado del paciente.
12. El paciente tiene derecho de contar con la continuidad razonable del tratamiento
cuando sea apropiado y de ser informado por los médicos y otros responsables de las opciones
disponibles y realistas de atención y tratamiento de pacientes cuando el cuidado del hospital no
sea lo apropiadamente adecuado.
13. El paciente tiene derecho a ser informado sobre las políticas del hospital y las prácticas
que se relacionan con el cuidado, el tratamiento, y las responsabilidades del paciente. El paciente
tiene derecho de ser informado acerca de los recursos disponibles para la resolución de
conflictos y agravios tales como comités de ética, los representantes de los pacientes, u otros
mecanismos disponibles en la institución. El paciente tiene derecho de ser informado acerca de
los cobros del hospital para los servicios y los métodos disponibles del pago.
CÓDIGO DE NUREMBERG
Experimentos médicos permisibles. Existen pruebas de gran peso que nos muestran que
ciertos tipos de experimentos sobre seres humanos, cuando se mantienen dentro de límites
razonablemente definidos, son conformes con la ética general de la profesión médica. Quienes
practican la experimentación humana justifican su actitud en que esos experimentos
proporcionan resultados que benefician a la humanidad y que no pueden obtenerse por otros
métodos o medios de estudio. Todos están de acuerdo, sin embargo, en que deben observarse
ciertos principios básicos a fin de satisfacer los requisitos de la moral, la ética y el derecho:
2. El experimento debería ser tal que prometiera dar resultados beneficiosos para el
bienestar de la sociedad, y que no pudieran ser obtenidos por otros medios de estudio. No podrán
ser de naturaleza caprichosa o innecesaria.
4. El experimento deberá llevarse a cabo de modo que evite todo sufrimiento o daño físico
o mental innecesario.
5. No se podrán realizar experimentos de los que haya razones a priori para creer que
puedan producir la muerte o daños incapacitantes graves; excepto, quizás, en aquellos
experimentos en los que los mismos experimentadores sirvan como sujetos.
6. El grado de riesgo que se corre nunca podrá exceder el determinado por la importancia
humanitaria del problema que el experimento pretende resolver.
10. En el curso del experimento el científico responsable debe estar dispuesto a ponerle fin
en cualquier momento, si tiene razones para creer, en el ejercicio de su buena fe, de su habilidad
comprobada y de su juicio clínico, que la continuación del experimento puede probablemente
dar por resultado la lesión, la incapacidad o la muerte del sujeto experimental.
APÉNDICE “C”
DECLARACIÓN DE HELSINKI
Principios éticos para las investigaciones médicas en seres humanos adoptada por la: 18ª
Asamblea Médica Mundial Helsinki, Finlandia, Junio 1964, y enmendada por la: 29ª Asamblea
Médica Mundial Tokio, Japón, Octubre 1975; 35ª Asamblea Médica Mundial Venecia, Italia,
Octubre 1983; 41ª Asamblea Médica Mundial Hong Kong, Septiembre 1989; 48ª Asamblea
General Somerset West, Sudáfrica, Octubre 1996; y la 52ª Asamblea General Edimburgo,
Escocia, Octubre 2000.
A. INTRODUCCIÓN.
2. El deber del médico es promover y velar por la salud de las personas. Los
conocimientos y la conciencia del médico han de subordinarse al cumplimiento de ese deber.
8. La investigación médica está sujeta a normas éticas que sirven para promover el respeto
a todos los seres humanos y para proteger su salud y sus derechos individuales. Algunas
poblaciones sometidas a la investigación son vulnerables y necesitan protección especial. Se
deben reconocer las necesidades particulares de los que tienen desventajas económicas y
médicas. También se debe prestar atención especial a los que no pueden otorgar o rechazar el
consentimiento por sí mismos, a los que pueden otorgar el consentimiento bajo presión, a los que
no se beneficiarán personalmente con la investigación y a los que tienen la investigación
combinada con la atención médica.
9. Los investigadores deben conocer los requisitos éticos, legales y jurídicos para la
investigación en seres humanos en sus propios países, al igual que los requisitos internacionales
vigentes. No se debe permitir que un requisito ético, legal o jurídico disminuya o elimine
cualquiera medida de protección para los seres humanos establecida en esta Declaración.
10. En la investigación médica, es deber del médico proteger la vida, la salud, la intimidad
y la dignidad del ser humano.
11. La investigación médica en seres humanos debe conformarse con los principios
científicos generalmente aceptados, y debe apoyarse en un profundo conocimiento de la
bibliografía científica, en otras fuentes de información pertinentes, así como en experimentos de
laboratorio correctamente realizados y en animales, cuando sea oportuno.
12. Al investigar, hay que prestar atención adecuada a los factores que puedan perjudicar
el medio ambiente. Se debe cuidar también del bienestar de los animales utilizados en los
experimentos.
15. La investigación médica en seres humanos debe ser llevada a cabo sólo por personas
científicamente calificadas y bajo la supervisión de un médico clínicamente competente. La
responsabilidad de los seres humanos debe recaer siempre en una persona con capacitación
médica, y nunca en los participantes en la investigación, aunque hayan otorgado su
consentimiento.
16. Todo proyecto de investigación médica en seres humanos debe ser precedido de una
cuidadosa comparación de los riesgos calculados con los beneficios previsibles para el individuo
o para otros. Esto no impide la participación de voluntarios sanos en la investigación médica. El
diseño de todos los estudios debe estar disponible para el público.
18. La investigación médica en seres humanos sólo debe realizarse cuando la importancia
de su objetivo es mayor que el riesgo inherente y los costos para el individuo. Esto es
especialmente importante cuando los seres humanos son voluntarios sanos.
20. Para tomar parte en un proyecto de investigación, los individuos deben ser
participantes voluntarios e informados.
22. En toda investigación en seres humanos, cada individuo potencial debe recibir
información adecuada acerca de los objetivos, métodos, fuentes de financiamiento, posible
conflictos de intereses, afiliaciones institucionales del investigador, beneficios calculados,
riesgos previsibles e incomodidades derivadas del experimento. La persona debe ser informada
del derecho de participar o no en la investigación y de retirar su consentimiento en cualquier
momento, sin exponerse a represalias. Después de asegurarse de que el individuo ha
comprendido la información, el médico debe obtener entonces, preferiblemente por escrito, el
consentimiento informado y voluntario de la persona. Si el consentimiento no se puede obtener
por escrito, el proceso para lograrlo debe ser documentado y atestiguado formalmente.
23. Al obtener el consentimiento informado para el proyecto de investigación, el médico
debe poner especial cuidado cuando el individuo está vinculado con él por una relación de
dependencia o si consiente bajo presión. En un caso así, el consentimiento informado debe ser
obtenido por un médico bien informado que no participe en la investigación y que nada tenga
que ver con aquella relación.
24. Cuando la persona sea legalmente incapaz, o inhábil física o mentalmente de otorgar
consentimiento, o menor de edad, el investigador debe obtener el consentimiento informado del
representante legal y de acuerdo con la ley vigente. Estos grupos no deben ser incluidos en la
investigación a menos que ésta sea necesaria para promover la salud de la población
representada y esta investigación no pueda realizarse en personas legalmente capaces.
25. Si una persona considerada incompetente por la ley, como es el caso de un menor de
edad, es capaz de dar su asentimiento a participar o no en la investigación, el investigador debe
obtenerlo, además del consentimiento del representante legal.
27. Tanto los autores como los editores tienen obligaciones éticas. Al publicar los
resultados de su investigación, el investigador está obligado a mantener la exactitud de los datos
y resultados. Se deben publicar tanto los resultados negativos como los positivos o de lo
contrario deben estar a la disposición del público. En la publicación se debe citar la fuente de
financiamiento, afiliaciones institucionales y cualquier posible conflicto de intereses. Los
informes sobre investigaciones que no se ciñan a los principios descritos en esta Declaración no
deben ser aceptados para su publicación.
C. PRINCIPIOS APLICABLES CUANDO LA INVESTIGACIÓN
MÉDICA SE COMBINA CON LA ATENCIÓN MÉDICA
28. El médico puede combinar la investigación médica con la atención médica, sólo en la
medida en que tal investigación acredite un justificado valor potencial preventivo, diagnóstico o
terapéutico. Cuando la investigación médica se combina con la atención médica, las normas
adicionales se aplican para proteger a los pacientes que participan en la investigación.
29. Los posibles beneficios, riesgos, costos y eficacia de todo procedimiento nuevo deben
ser evaluados mediante su comparación con los mejores métodos preventivos, diagnósticos y
terapéuticos existentes. Ello no excluye que pueda usarse un placebo, o ningún tratamiento, en
estudios para los que no hay procedimientos preventivos, diagnósticos o terapéuticos probados.
30. Al final de la investigación, todos los pacientes que participan en el estudio deben
tener la certeza de que contarán con los mejores métodos preventivos, diagnósticos y
terapéuticos probados y existentes, identificados por el estudio.
31. El médico debe informar cabalmente al paciente los aspectos de la atención que tienen
relación con la investigación. La negativa del paciente a participar en una investigación nunca
debe perturbar la relación médico-paciente.
....
Nota de Clarificación del Párrafo 29 de la Declaración de Helsinki.
La AMM reafirma que se debe tener muchísimo cuidado al utilizar ensayos con placebo y,
en general, esta metodología sólo se debe emplear si no se cuenta con una terapia probada y
existente. Sin embargo, los ensayos con placebo son aceptables éticamente en ciertos casos,
incluso si se dispone de una terapia probada y si se cumplen las siguientes condiciones:
EN SUJETOS HUMANOS
• que se invita a cada persona a ser participante de una investigación, y los objetivos y
métodos de la investigación;
• los beneficios que razonablemente podrían preverse en favor del participante o de otras
personas, como resultado de la investigación;
• todo riesgo o molestia previsible que pueda afectar a la persona, asociado con su
participación en la investigación; todo otro procedimiento o tratamiento que pudiese ser
tan ventajoso para el participante como el procedimiento a tratamiento que se somete a
prueba;
• que se ofrecerá terapia gratuita en caso de lesiones de tipo específico relacionadas con la
investigación;
• dar al posible participante una oportunidad plena de hacer preguntas, y estimularlo a que
lo haga;
• como regla general, obtener de cada posible participante un formulario firmado como
prueba de su consentimiento informado, y
Pauta 4: Incentivos a Participar.- Se puede pagar a los participantes por las molestias
sufridas y el tiempo empleado, y se les deben rembolsar los gastos en que puedan haber
incurrido en relación con su participación en actividades de la investigación; pueden también
recibir servicios médicos gratuitos. Los pagos, sin embargo, no deben ser tan elevados como
para inducir a los posibles participantes a consentir en forma irreflexiva a tomar parte en la
investigación ("incentivos indebidos"). Todos los pagos, reembolsos y servicios médicos que se
proporcionen a los participantes en una investigación deben ser aprobados por un comité de
ética.
• uno de los padres o tutor legal de cada niño ha otorgado su consentimiento en calidad de
apoderado;
• se harán todos los esfuerzos necesarios para garantizar el imperativo ético de que el
consentimiento de las personas debe ser informado,
• los protocolos de investigación deben haber sido examinados y aprobados por un comité
de evaluación ética que cuente entre sus miembros o consultores con personas que están
cabalmente familiarizadas con las costumbres y tradiciones de la comunidad.
Pauta 10: Distribución Equitativa de los Costos y los Beneficios.- Las personas o
comunidades a las que se invitará a participar en actividades de investigación deben
seleccionarse de tal manera que exista una distribución equitativa de los costos y los beneficios
de la investigación. Se requiere una justificación especial para invitar a personas vulnerables y,
si se las selecciona, se deben aplicar con particular estrictez medidas para proteger sus derechos
y bienestar.
PROCEDIMIENTOS DE EVALUACIÓN.
Pauta 15: Obligaciones del País Patrocinador y del País Anfitrión.- La investigación
patrocinada por una institución extranjera implica dos obligaciones éticas:
Los códigos consisten en reglas, algunas generales, otras específicas, que guían en su
trabajo a investigadores o a evaluadores de la investigación. Estas reglas son con frecuencia
inadecuadas, para que sean aplicadas en situaciones complejas; a veces están en mutuo conflicto
y son, con frecuencia, difíciles de interpretar y aplicar. Unos principios éticos más amplios
deberían proveer las bases sobre las cuales algunas reglas específicas podrían ser formuladas,
criticadas e interpretadas.
Esta declaración contiene una distinción entre investigación y práctica, una discusión de
los tres principios éticos básicos, y observaciones sobre la aplicación de estos principios.
La expresión "principios éticos básicos" se refiere a aquellos criterios generales que sirven
como base para justificar muchos de los preceptos éticos y valoraciones particulares de las
acciones humanas.
Entre los principios que se aceptan de manera general en nuestra tradición cultural, tres de
ellos son particularmente relevantes para la ética de la experimentación con seres humanos: Los
principios de respeto a las personas, de beneficencia y de justicia.
Supuesto que los problemas relacionados con la experimentación social pueden diferir
substancialmente de los relacionados con bioquímica y ciencias de la conducta, la Comisión
declina específicamente determinar ningún modo de proceder sobre este tipo de investigación,
por el momento. Al contrario, la Comisión cree que el problema debería ser tratado por uno de
sus grupos sucesores
El respeto a las personas incluye por lo menos dos convicciones éticas: Primera, que todos
los individuos deben ser tratados como agentes autónomos, y segunda, que todas las personas
cuya autonomía está disminuida tienen derecho a la protección.
Una persona autónoma es un individuo que tiene la capacidad de deliberar sobre sus fines
personales, y de obrar bajo la dirección de esta deliberación. Respetar la autonomía significa dar
valor a las consideraciones y opciones de las personas autónomas, y abstenerse a la vez de poner
obstáculos a sus acciones a no ser que éstas sean claramente perjudiciales para los demás.
Mostrar falta de respeto a un agente autónomo es repudiar los criterios de aquella persona, negar
a un individuo la libertad de obrar de acuerdo con tales criterios razonados, o privarle de la
información que se requiere para formar un juicio meditado, cuando no hay razones que
obliguen a obrar de este modo.
Algunas personas necesitan protección extensiva, hasta tal punto, que es necesario
excluirles del ejercicio de actividades que pueden serles perjudiciales; otras personas necesitarán
protección en menor grado, no más allá de asegurarse de que pueden ejercer actividades con
libertad y de que pueden darse cuenta de sus posibles consecuencias adversas. El grado de
protección que se les ofrece debería depender del riesgo que corren de sufrir daño y de la
probabilidad de obtener un beneficio. El juicio con el que se decide si un individuo carece de
autonomía debería ser reevaluado periódicamente y variará según la diversidad de las
situaciones.
2. Beneficencia
Se trata a las personas de manera ética no sólo respetando sus decisiones y protegiéndolas
de daño, sino también esforzándose en asegurar su bienestar. Esta forma de proceder cae dentro
del ámbito del principio de beneficencia. El término "beneficencia" se entiende frecuentemente
como aquellos actos de bondad y de caridad que van más allá de la obligación estricta. En este
documento, beneficencia se entiende en sentido más radical, como una obligación. Dos reglas
generales han sido formuladas como expresiones complementarias de los actos de beneficencia
entendidos en este sentido: (1) No causar ningún daño, y (2) maximizar los beneficios posibles y
disminuir los posibles daños.
La máxima hipocrática "no causar ningún daño" ha sido durante mucho tiempo un
principio fundamental de la ética médica. Claude Bernard la aplicó al campo de la investigación,
diciendo que no se puede lesionar a una persona a costa del beneficio que se podría obtener para
otros. Sin embargo, incluso evitar daño requiere aprender lo que es perjudicial; y en el proceso
para la obtención de esta información, algunas personas pueden estar expuestas al riesgo de
sufrirlo. Más aún, el juramento hipocrático exige de los médicos que busquen el beneficio de sus
pacientes "según su mejor juicio".
Aprender lo que producirá un beneficio puede de hecho requerir exponer personas a algún
riesgo. El problema planteado por estos imperativos es decidir cuándo buscar ciertos beneficios
puede estar justificado, a pesar de los riesgos que pueda conllevar, y cuándo los beneficios deben
ser abandonados debido a los riesgos que conllevan.
Algunos han argüido que tal investigación es inadmisible, mientras otros han señalado que
esta limitación descartaría mucha experimentación, que promete grandes beneficios para los
niños en el futuro. Aquí, de nuevo, como en todos los casos difíciles, las distintas demandas que
exige el principio de beneficencia pueden entrar en conflicto y exigir opciones difíciles.
3. Justicia
¿Quién debe ser el beneficiario de la investigación y quién debería sufrir sus cargas? Este
es un problema que afecta a la justicia, en el sentido de "equidad en la distribución", o "lo que es
merecido".
Se da una injusticia cuando se niega un beneficio a una persona que tiene derecho al
mismo, sin ningún motivo razonable, o cuando se impone indebidamente una carga. Otra manera
de concebir el principio de justicia es afirmar que los iguales deben ser tratados con igualdad.
Sin embargo, esta afirmación necesita una explicación ¿Quién es igual y quién es desigual?
¿Qué motivos pueden justificar el desvío en la distribución por igual? Casi todos los
comentaristas están de acuerdo en que la distribución basada en experiencia, edad, necesidad,
competencia, mérito y posición constituye a veces criterios que justifican las diferencies en el
trato por ciertos fines. Es, pues, necesario, explicar bajo qué consideraciones la gente debería ser
tratada con igualdad. Existen varias formulaciones ampliamente aceptadas sobre la justa
distribución de cargas y beneficios. Cada una de ellas menciona una cualidad importante que
establece la base para la distribución de cargas y beneficios. Estas formulaciones son: (1) a cada
persona una parte igual, (2) a cada persona según su necesidad individual, (3) a cada persona
según su propio esfuerzo, (4) a cada persona según su contribución a la sociedad, y (5) a cada
persona según su mérito.
Las cuestiones de justicia se han relacionado durante mucho tiempo con prácticas sociales
como el castigo, contribución fiscal y representación política. Ninguna de estas cuestiones ha
sido generalmente relacionada con la investigación científica, hasta este momento. Sin embargo,
ya fueron presagiadas en las reflexiones más primitivas sobre la ética de la investigación con
sujetos humanos: Por ejemplo, en el siglo XIX y a comienzos del siglo XX, generalmente eran
los enfermos pobres quienes cargaban con los agobios propios del sujeto de experimentación,
mientras los beneficios derivados del progreso del cuidado médico se dirigían de manera
especial a los pacientes de clínicas privadas. Posteriormente, la explotación de prisioneros como
sujetos de experimentación en los campos de concentración nazis, fue condenada como caso
especial de flagrante injusticia. En este país (USA), en los años cuarenta, el estudio de la sífilis
de Tuskegee utilizó negros de áreas rurales, en situación desventajosa para estudiar el curso que
seguía aquella enfermedad al abandonar el tratamiento, una enfermedad que no era sólo propia
de aquella población. A estos sujetos se les privó de todo tratamiento ya demostrado efectivo a
fin de que el proyecto no sufriera interrupción, y esto mucho tiempo después de que el uso de
este tratamiento fuese una práctica generalizada.
Confrontados con este marco histórico, se puede apreciar cómo las nociones de justicia
tienen importancia en la investigación con sujetos humanos. Por ejemplo, la selección de sujetos
de investigación necesita ser examinada a fin de determinar si algunas clases ( e.g., pacientes de
la seguridad social, grupos raciales particulares y minorías étnicas o personas aisladas en
instituciones) se seleccionan de manera sistemática por la sencilla razón de que son fácilmente
asequibles, su posición es comprometida, o pueden ser manipulados, más que por razones
directamente relacionadas con el problema que se estudia.
Finalmente, cuando una investigación subvencionada con fondos públicos conduce al
descubrimiento de mecanismos y modos de proceder de tipo terapéutico, la justicia exige que
estos no sean ventajosos sólo para los que pueden pagar por ellos y que tal investigación no
debería indebidamente usar personas que pertenecen a grupos que muy probablemente no se
contarán entre los beneficiarios de las subsiguientes aplicaciones de la investigación.
C. APLICACIONES
1. Consentimiento Informado
El respeto a las personas exige que se dé a los sujetos, en la medida de sus capacidades, la
oportunidad de escoger lo que les pueda ocurrir o no. Se ofrece esta oportunidad cuando se
satisfacen los criterios adecuados a los que el consentimiento informado debe ajustarse.
Aunque nadie duda de la importancia del consentimiento informado, con todo, existe una
gran controversia sobre la naturaleza y la posibilidad de un consentimiento informado. Sin
embargo, prevalece de manera muy general el acuerdo de que el procedimiento debe constar de
tres elementos: información, comprensión y voluntariedad.
La información sobre los riesgos no debería nunca ser ocultada para asegurar la
cooperación de los sujetos, y a sus preguntas directas sobre el experimento deberían siempre
darse respuestas verdaderas.
Se deberían tomar medidas para distinguir aquellos casos en los que la manifestación
destruiría o invalidarla la investigación de aquellos otros en los que la revelación causaría
simplemente inconvenientes al investigador.
Puesto que la habilidad del sujeto para comprender es una función de inteligencia, de
madurez y de lenguaje, es preciso adaptar la presentación del informe a sus capacidades. Los
investigadores tienen la responsabilidad de cerciorarse de que el sujeto ha comprendido la
información. Puesto que siempre existe la obligación de asegurarse de que la información en
cuanto se refiere a los riesgos a sujetos es completa y comprendida adecuadamente, cuando los
riesgos son más serios, la obligación también aumenta.
Las personas que se escogen deberían ser aquellas que entenderán con mayor probabilidad
la situación del sujeto incapaz y que obrarán teniendo en cuenta el mejor interés de éste. Se
debería dar a la persona que actúa en lugar del sujeto, la oportunidad de observar los pasos que
sigue la investigación a fin de pueda retirar al sujeto de la misma, si esto parece ser lo más
conveniente para éste.
Del mismo modo, incentivos que ordinariamente serían aceptables pueden convertirse en
influencia indebida si el sujeto es especialmente vulnerable.
Se dan presiones injustificadas cuando personas que ocupan posiciones de autoridad o que
gozan de influencia especialmente cuando hay de por medio sanciones posibles- urgen al sujeto
a participar.
Sin embargo existe siempre algún tipo de influencia de este tipo y es imposible delimitar
con precisión dónde termina la persuasión justificable y dónde empieza la influencia indebida.
Pero la influencia indebida incluye acciones como la manipulación de las opciones de una
persona, controlando la influencia de sus allegados más próximos o amenazando con retirar los
servicios médicos a un individuo que tiene derecho a ellos.
Así como el principio de respeto a las personas está expresado en los requerimientos para
el consentimiento, y el principio de beneficencia en la evaluación de la relación riesgo/beneficio,
el principio de justicia da lugar a los requerimientos morales de que habrán de ser justos los
procedimientos y consecuencias de la selección de los sujetos de la investigación. La justicia es
relevante en la selección de los sujetos de investigación a dos niveles: el social y el individual.
La justicia individual en la selección de los sujetos podría requerir que los investigadores
exhibieran imparcialidad, así, ellos no deberían ofrecer una investigación potencialmente
beneficiosa a aquellos pacientes por los que tienen simpatía o seleccionar solo personas
"indeseables" para la investigación más arriesgada. La justicia social requiere que se distinga
entre clases de sujetos que deben y no deben participar en un determinado tipo de investigación,
sobre la base de la capacidad de los miembros de esa clase para llevar cargas y en lo apropiado
de añadir otras cargas a personas ya de por sí cargadas. Por tanto, debe ser considerado un
problema de justicia social que exista un orden de preferencia en la selección de clases de sujetos
(ejemplo, adultos antes que niños) y que algunas clases de sujetos potenciales (ejemplo, los
recluidos en centros psiquiátricos o los prisioneros) puedan ser utilizados como sujetos de
investigación solo en ciertas condiciones.
Se puede cometer una injusticia en la selección de los sujetos, incluso si cada uno de los
sujetos es seleccionado con imparcialidad por los investigadores y tratados equitativamente en el
curso de la investigación. Esta injusticia procede de sesgos sociales, raciales, sexuales y
culturales que están institucionalizados en la sociedad. Por tanto, incluso si cada uno de los
investigadores trata a los sujetos de la investigación equitativamente y los Comités Éticos tienen
cuidado de asegurar que los sujetos han sido seleccionados de forma justa, en una institución
particular pueden aparecer patrones sociales injustos en la distribución global de las cargas y
beneficios de la investigación. Aunque instituciones individuales o investigadores pueden no
estar preparados para resolver un problema que está omnipresente en su ambiente social, ellos
pueden aplicar justicia a la hora de seleccionar los sujetos de la investigación.
Adoptada por la 34ª Asamblea Médica Mundial en Lisboa, Portugal, Septiembre / Octubre
1981 y enmendada por la 47ª Asamblea General Bali, Indonesia, Septiembre 1995
INTRODUCCIÓN
La relación entre los médicos, sus pacientes y la sociedad toda ha sufrido importantes
cambios en los últimos años. Aunque el médico siempre debe actuar de acuerdo a su conciencia
y en el mejor interés del paciente, se deben hacer los mismos esfuerzos a fin de garantizar la
autonomía y justicia con el paciente. La siguiente Declaración representa algunos de los
derechos principales del paciente que la profesión médica ratifica y promueve. Los médicos y
otras personas u organismos que proporcionan atención médica, tienen la responsabilidad
conjunta de reconocer y respetar estos derechos. Cuando la legislación, una medida del gobierno,
o cualquier otra administración o institución niega estos derechos al paciente, los médicos deben
buscar los medios apropiados para asegurarlos o restablecerlos.
PRINCIPIOS
a) Toda persona tiene derecho, sin discriminación, a una atención médica apropiada.
b) Todo paciente tiene derecho a ser atendido por un médico que él sepa que tiene libertad
para dar una opinión clínica y ética, sin ninguna interferencia exterior.
c) El paciente siempre debe ser tratado respetando sus mejores intereses. El tratamiento
aplicado debe ser conforme a los principios médicos generalmente aprobados.
d) La seguridad de la calidad siempre debe ser parte de la atención médica y los médicos,
en especial, deben aceptar la responsabilidad de ser los guardianes de la calidad de los servicios
médicos.
f) El paciente tiene derecho a una atención médica continua. El médico tiene la obligación
de cooperar en la coordinación de la atención médicamente indicada, con otro personal de salud
que trata al paciente. El médico puede no discontinuar el tratamiento de un paciente mientras se
necesite más tratamiento indicado médicamente, sin proporcionar al paciente ayuda razonable y
oportunidad suficiente para hacer los arreglos alternativos para la atención.
3. Derecho a la autodeterminación
4. El Paciente inconsciente
c) Si el representante legal del paciente o una persona autorizada por el paciente, prohíbe
el tratamiento que, según el médico, es el mejor para el paciente, el médico debe apelar de esta
decisión en la institución legal pertinente u otra. En caso de emergencia, el médico decidirá lo
que sea mejor para el paciente.
6. Procedimientos contra la voluntad del paciente.
7. Derecho a la información
d) El paciente tiene el derecho a no ser informado por su solicitud expresa, a menos que lo
exija la protección de la vida de otra persona.
e) El paciente tiene el derecho de elegir quién, si alguno, debe ser informado en su lugar.
8) Derecho al secreto
Toda persona tiene derecho a la educación sobre la salud para que la ayude a tomar
decisiones informadas sobre su salud personal y sobre los servicios de salud disponibles. Dicha
educación debe incluir información sobre los estilos de vida saludables y los métodos de
prevención y detección anticipada de enfermedades. Se debe insistir en la responsabilidad
personal de cada uno por su propia salud. Los médicos tienen la obligación de participar
activamente en los esfuerzos educacionales.
a) La dignidad del paciente y el derecho a su vida privada deben ser respetadas en todo
momento durante la atención médica y la enseñanza de la medicina, al igual que su cultura y sus
valores.
c) El paciente tiene derecho a una atención terminal humana y a recibir toda la ayuda
disponible para que muera lo más digna y aliviadamente posible.
Cada Parte adoptará en su legislación interna las medidas necesarias para dar aplicación a
lo dispuesto en el presente Convenio.
Artículo 2. Primacía del ser humano. El interés y el bienestar del ser humano deberán
prevalecer sobre el interés exclusivo de la sociedad o de la ciencia.
175
El texto ha sido tomado de la publicación “Bioética & Debate” ( año II, N° 5), del Instituto Borja de Bioética de
Barcelona.
Este proyecto de convenio fue aprobado y suscrito por representantes de 20 países, miembros del Consejo de
Europa, en una reciente reunió n celebrada en Oviedo, España, el 4 de abril de 1997.
CAPÍTULO II. CONSENTIMIENTO.
3. Cuando, según la ley, una persona mayor de edad no tenga capacidad, a causa
de una disfunción mental, una enfermedad o un motivo similar, para expresar su
consentimiento para una intervención, ésta no podrá efectuarse sin la autorización de su
representante, una autoridad o una persona o institución designada por la Ley. La
persona afectada deberá intervenir, en la medida de lo posible, en el procedimiento de
autorización.
Artículo 7. Protección de las personas que sufran trastornos mentales. La persona que
sufra un trastorno mental grave sólo podrá ser sometida, sin su consentimiento, a una
intervención que tenga por objeto tratar dicho trastorno, cuando la ausencia de este tratamiento
conlleve el riesgo de ser gravemente perjudicial para su salud y a reserva de las condiciones de
protección previstas por la ley, que comprendan los procedimientos de supervisión y control, así
como los de recurso.
1. Toda persona tendrá derecho a que se respete su vida privada cuando se trate
de informaciones relativas a su salud.
Artículo 12. Pruebas genéticas predictivas. Sólo podrán hacerse pruebas predictivas de
enfermedades genéticas o que permitan identificar al sujeto como portador de un gen
responsable de una enfermedad, o detectar una predisposición o una susceptibilidad genética a
una enfermedad, con fines médicos o de investigación médica y con un asesoramiento genético
apropiado.
Artículo 17. Protección de las personas que no tengan capacidad para expresar su
consentimiento a un experimento.
1. Sólo podrá hacerse un experimento con una persona que no tenga, conforme
al artículo 5, capacidad para expresar su consentimiento acerca del mismo, cuando se den las
siguientes condiciones:
ii) Que los resultados previstos del experimento supongan un beneficio real y
directo para su salud.
iii) Que el experimento no pueda efectuarse con una eficacia comparable con
sujetos capaces de prestar su consentimiento al mismo.
1. Cuando la experimentación con embriones «in vitro» esté admitida por la ley,
ésta deberá garantizar una protección adecuada del embrión.
Artículo 21. Prohibición del lucro. El cuerpo humano y sus partes, como tales, no
deberán ser objeto de lucro.
Artículo 22. Utilización de una parte extraída del cuerpo humano. Cuando una parte
del cuerpo humano haya sido extraída en el curso de una intervención, no podrá conservarse ni
utilizarse con una finalidad distinta de aquélla para la que hubiera sido extraída, salvo de
conformidad con los procedimientos de información y de consentimiento adecuados.
Artículo 23. Contravención de los derechos o principios. Las Partes garantizarán una
protección jurisdiccional adecuada con el fin de impedir o hacer cesar en breve plazo cualquier
contravención ilícita de los derechos y principios reconocidos en el presente Convenio.
Artículo25. Sanciones. Las Partes deberán prever sanciones apropiadas para los casos
de incumplimiento de lo dispuesto en el presente Convenio.
CAPÍTULO IX. RELACIÓN DEL PRESENTE CONVENIO
CON OTRAS DISPOSICIONES.
Articulo 27. Protección más amplía. Ninguna de las disposiciones del presente
Convenio deberá interpretarse en el sentido que limite o atente contra la facultad de cada Parte
para conceder una protección más amplia con respecto a las aplicaciones de la biología y la
medicina que la prevista por el presente Convenio.
Artículo 28. Debate público. Las Partes en el presente Convenio se encargarán de que
las cuestiones fundamentales planteadas por los avances de la biología y la medicina sean objeto
de un debate público apropiado, a la luz, en particular, de las implicaciones médicas, sociales,
económicas, éticas y jurídicas pertinentes, y de que sus posibles aplicaciones sean objeto de
consultas apropiadas.
-El Gobierno de una de las Partes, una vez informadas las demás Partes,
2. Sin perjuicio de las disposiciones específicas del artículo 29, todo Estado
miembro del Consejo de Europa, así como toda Parte en el presente Convenio que no sea
miembro del Consejo de Europa, podrá hacerse representar en el seno del Comité cuando aquél
desempeñe las tareas confiadas por el presente Convenio, y si dispone de voto en el mismo.
7. Toda enmienda entrará en vigor, con respecto a las Partes que la hayan
aceptado, el primer día del mes siguiente a la expiración de un período de un mes a partir de la
fecha en que hayan comunicado al Secretario general su aceptación cinco Partes, comprendidos
al menos cuatro Estados miembros del Consejo de Europa. Para toda Parte que lo acepte
posteriormente, la enmienda entrará en vigor el primer día del mes siguiente a la expiración de
un período de un mes a partir de la fecha en que la mencionada Parte haya comunicado al
Secretario general su aceptación.
CAPÍTULO XIV. CLÁUSULAS FINALES.
3. Toda declaración hecha en virtud de los dos apartados precedentes podrá ser
retirada, en lo que se refiere a cualquier territorio designado en dicha declaración, mediante
notificación dirigida al Secretario general. La retirada surtirá efecto el primer día del mes
siguiente a la expiración de un período de tres meses a partir de la fecha de recepción de la
notificación por el Secretario general.
a) toda firma;