Flexibilizando El Mercado de Trabajo

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FLEXIBILIZANDO EL MERCADO DE TRABAJO

(CON LO QUE CONCLUYE NUESTRA TRILOGÍA SOBRE EL MERCADO DE TRABAJO)

En nuestro último artículo, al hablar de las políticas activas de empleo, mencionábamos que el
objetivo de los gobiernos al aprobar reformas laborales es flexibilizar el mercado de trabajo.

Normalmente, "flexibilizar el mercado de trabajo" se utiliza como eufemismo de "abaratar el


despido". Sin embargo, como suele ocurrir, no todo es tan sencillo, así que una buena forma
de finalizar nuestra trilogía sobre el mercado de trabajo podría ser analizar este concepto.

En términos económicos, cuando hablamos de "flexibilidad", hablamos de "capacidad de


adaptación". Si nos referimos a la flexibilidad de la empresa, estamos hablando de la capacidad
de esta para ajustarse a las necesidades de los consumidores y adaptarse a los cambios del
entorno.

Por ejemplo, si hablamos de flexibilidad productiva, nos estamos refiriendo a la capacidad que
tiene la empresa para alterar su producción sin incurrir en elevados costes:

 la flexibilidad del producto hace referencia a la capacidad para incrementar y/o


reducir la gama de productos de la empresa y adaptarlos a las necesidades específicas
de los clientes.

 la flexibilidad de volumen hace referencia a la capacidad para variar el nivel de


producción de la empresa, aumentando o disminuyendo la velocidad de su ciclo de
explotación.

 la flexibilidad de las líneas de producción hace referencia al grado de división del


trabajo entre trabajadores y bienes de capital que permita maximizar el volumen de
producción.

Pero, dado el tema de nuestro artículo, la que nos interesa es la flexibilidad laboral o
flexibilidad del mercado de trabajo. Si, como hemos dicho, flexibilidad quiere decir capacidad
de adaptación, el término flexibilidad laboral tiene también unas claras connotaciones
ideológicas, en este caso de carácter liberal.

Así, si los liberales adoran los mercados, a los que consideran perfectos y eficientes, flexibilizar
el mercado de trabajo implica eliminar todas las rigideces que lo constriñen y que le impiden
actuar como un mercado eficiente. Por tanto, flexibilizar el mercado de trabajo supondría una
desregulación radical del mercado, eliminando las leyes y disposiciones que tienden a proteger
al trabajador (tales como las indemnizaciones por despido o las trabas para tramitar un
expediente de regulación de empleo).

Pero para comprender mejor qué implica la flexibilidad laboral y de qué manera puede
implementarse, lo mejor es ver qué formas puede adoptar...
1.- Flexibilidad numérica o externa: hace referencia a la capacidad de la empresa para ajustar
el número de empleados o de horas de trabajo contratadas a las fluctuaciones de la demanda.
Una empresa gozará de flexibilidad numérica cuando el número de trabajadores disponibles se
corresponda con el número de trabajadores necesarios en cada momento.

Tradicionalmente, es el tipo de flexibilidad en el que se centran las peticiones de los


empresarios españoles cuando se dirigen al gobierno. Puede conseguirse a través de medidas
como la eliminación de las exigencias requeridas para el despido de los trabajadores o
el incentivo de la contratación temporal (de hecho, las sucesivas reformas laborales aprobadas
por los ejecutivos españoles han incidido especialmente en ambas medidas).

2.- Flexibilidad funcional o interna: hace referencia a la capacidad de la empresa para adecuar
las competencias de los trabajadores a los cambios tecnológicos y a las exigencias de los
consumidores y del mercado. La flexibilidad interna debe permitir a la empresa reubicar a los
trabajadores rápidamente y sin fricciones entre diferentes actividades y tareas.

Las medidas que persiguen la flexibilidad interna son aquellas que favorecen la movilidad
funcional y geográfica, la distribución irregular del tiempo de trabajo, la modificación
sustancial de las condiciones de trabajo o la suspensión del contrato y/o reducción de la
jornada de trabajo por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción. Son
medidas muy positivas en la medida en que permiten hacer frente a las oscilaciones de la
demanda sin recurrir al despido y preservando el capital humano del que dispone la empresa,
aunque en muchos casos no dejan de ser costosas para el trabajador.

Al margen de las posibles medidas gubernamentales, la empresa también tiene que decir
mucho a la hora de apostar por la flexibilidad interna, favoreciendo la formación continua y el
reciclaje de los trabajadores y la integración del personal en la empresa (por ejemplo, a través
de la agilización de los canales de comunicación interna, la dotación de mayores espacios de
participación en la empresa, la búsqueda de un proyecto de empresa compartido por los
trabajadores, etc.).

3.- Flexibilidad financiera: hace referencia a la capacidad de la empresa para establecer una
estructura salarial acorde con los resultados obtenidos y el desempeño efectivo de los
trabajadores.

Una de las medidas más habituales que buscan garantizar la flexibilidad financiera son las
propuestas que pretenden vincular el salario de los trabajadores a la productividad en vez de a
la inflación. En el ámbito de la empresa es muy común apostar por medidas de flexibilidad
financiera, por ejemplo en aquellos salarios que dependan del cobro de comisiones o en
el establecimiento de incentivos en función de las ventas obtenidas (seguro que a todos se os
ocurren casos cercanos, por ejemplo en la estructura salarial de los trabajadores de grandes
cadenas comerciales como El Corte Inglés).

Para tener una visión más completa de la flexibilidad, resumamos todos estos conceptos en un
gráfico, como hicimos en las anteriores entradas dedicadas al mercado de trabajo:

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