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JULIO CANESSA-FRANCISCO

BALART,
Pinoch
senso nacional. Geniart. Santiago. 199L ~-- - 1- 1- -.’-

Un desilusionado Samuel Johnson escribía hace dos siglos que “la historia de la
Humanidad es poco más que una narrativa de designios que fallaron y de esperan-
zas que resultaron frustradas”.
Haciendo excepción a esa norma, cualquier cl,,,,, ,ru,u, ,.-”, .,,
c u IllLII

realmente objetivo, debería forzosamente concluir que la historia de su país en el


último cuarto de siglo ha consistido precisamente en lo contrario: designios que
fueron exitosos y esperanzas que resultaron colmadas.
jCómo es que una cortina propagandística, en Chile y en el resto del mundo,
ha podido ocultar o, al menos, ensombrecer esa evidencia?
Pues cuando al término del Gobierno Militar, el 11 de marzo de 1990, sus
conductores pudieron decir, urbi et orbi, ”Misión Cumplida”, ello a nadie se le
antojó una exageración. Menos aún lo parece hoy día, después de transcurridos
ocho años desde entonces, por cuanto el país, bajo el legado político, económico
y social de aquella administración, ha continuado funcionando de una manera que
es mirada desde el exterior con admiración, cuando no con envidia.
Ello no ha obstado a que, paradójicamente, persistan las expresiones de
denostación y crítica a quien encabezó el proceso. Nace inevitablemente, entonces,
la necesidad de averiguar cómo puede explicarse que tras una obra exitosa su
principal autor sea objeto de tantos ataques.
Este libro hace un aporte fundamental a dicha tarea. Y cumple, desde luego,
con la exigencia que en sus ensayos puso el sabio Montaigne a la buena Historia, a
la cual definió como ”la escrita por quienes tuvieron parte principal en los aconte-
cimientos que describe”.
Adennás, este documentado ensayo histórico de Julio Canessa y Francisco
Balart Ile:;a precisamente en un F)articular momento de algarabía política interna.
Pues a ratos parece que las voces Ide los justos y los discretos fueran inaudibles; son
los más vociterantes quienes se disputan la escena y la palabra para resaltar
supuestas carencias, deficiencias y atrocidades ocurridas en las décadas recientes.
Con enorme apoyo propagandístico están logrando, así, descontextualizar el perío -
do del Gobierno Militar casi por completo, destacando sus sombras y oscureciendo
sus luces, presentando verdaderas caricaturas de la real obra consumada por aquél.
Pues bien, precisamente el libro que tenemos entre manos nos presenta clara,
detallada y objetivamente el contexto histórico-político que rodeó y al cual obede-
cieron los acontecimientos vividos entre 1973 y 1990. Sus autores no vacilan en
rastrear raíces explicativas hasta muy atrás; incluso, cuando es el caso, hasta la
época de la propia independencia nacional.
Para algunos, por otra parte, este Chile actual en marcha, coherente, organiza-
do, progresista, es motivo de desesperación política y hasta intelectu al. Y en medio
de ella proclaman, o más bien denuncian, que estaríamos en presericia de sólo un
mito, un engaño comúnmente compartido, pues permanecería zasi intacta la
estructura básica de Chile del Gobierno Militar, “de la dictadura”, de modo que lo
que creemos o denominamos ”Chile democrático” no sería tal. No pasaría de ser
una creación propagandística. No existiría.

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Pero el Chile actual, progresista y democrático, en verdad existe. Para compro-
barlo, como dice la cripta del gran urbanista europeo del Renacim'iento, "circums-
pice": basta mirar en derredor. Por doquier está, visible y ostensible, la democracia
real, con sus libertades; sus contradicciones y su diversidad. Ella se gestó durante el
Gobierno Militar y ha acreditado su fortaleza ya a lo largo de ocho años después de
terminado aquél.
iQué significa todo ello? Ni más ni menos, que nos encontramos ante un nuevo
consenso nacional, como los que existieron en los demás períodos de estabilidad y
progreso (l e nuestra historia patria.
Y est;a vez, como otras, tal cosa acontece tras un paréntesis disruptivo c1ue no
logró que1brantar la columna vertebral de la nación.
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sobre todo en el último tiempo, ya casi con el carácter de un lugar común, que
"Pinochet divide al país"? ;No es, precisamente, todo lo que vemos en torno
nuestro, un testimonio de que él unió al país en un esfuerzo común? iNo habrá sido
que él permitió a Chile reencontrarse con su destino histórico? iCómo, si no, se
explica esta continuidad ininterrumpida, que ya se mantiene durante casi una
década después del término del Gobierno Militar, del esfuerzo fructífero que preside
el quehacer ns--;---i'
a L i u i iai:
En las páginas que siguen están las respuestas a esas interrogantes. Ellas no
consisten en afirmaciones apriorísticas, sino que emanan fluid;imente y por sí solas
de argumenta(iiones razonadas y documentadas.
,,. ,
Ambos autores poseen una solida tormacion en el campo de la Historiografía
I . I

y de las Ciencias Políticas. El amplio rango de las referencias bibliográficaspone de


manifiesto una labor esforzada y acuciosa.
Desde luego esta obra, a diferencia de otros ensayos históricos. desborda el
período al que se refiere y lo contextualiza. Comienza p(i r donde debe comenzar y
nos explica, de partida, cómo y por qué pudo Chile llegar al estado lamentable de
país quebrantado e invertebrado que exhibía en 1973.
A través del texto comprenderemos cómo la naturaleza de la acción político-
partidista, ese verdadero "gobierno de los partidos" o "partitocracia" a que conducía
la Constitución de 1925, derivó indefectiblemente en la pérdida de los consensos
que son esenciales para estructurar una convivencia nacional civilizada y estable.
Afortunadamente, el país mantenía en el interior de su urdimbre social una
estructura menos aparente que la de carácter político-partidista,pero más fuerte que
ésta e indemne frente a la degradación que la demagogia y el violentismo habían
provocado en los partidos. Aquella estructura fue la última reserva que impidió el
desmembramiento final. Y fue capaz, cuando todos los demás aglutinantes del ser
nacional fallaban en la tarea, de mantenerlo cohesionado.
En efecto, quedó demostrado, como nos dicen los autores, que "las Fuerzas
Armadas no son sólo el brazo armado del Estado, sino la columna vertebral de la
nación".
La pérdida del consenso que hizo necesario recurrir a esta última reserva "no
ocurrió en el vacío", evidentemente. Canessa y Balart, por tanto, resuelven empren -
der la búsqueda de las verdaderas raíces del mal.
Queda así en claro que la cuasi-desintegraciónchilena de 1973 no se inicióen 1970
ni sólo merced a la acción de la Unidad Popular y a su inspiración marxista-leninista.
Hubo antes, en efecto, quienes prepararon el camino. Casi permitían anticipar-
lo algunas reflexiones de distinguidos cientistas políticos, ya a fines de la década de

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los 60. Fiel ejemplo es la afirmación, publicada en 1968, de un importantedirigente
del PDC: “La Democracia Cristiana, que es cristiana y democrática, está más cerca
del comunismo en sus fines que cualquier otro partido chileno”.
Sorpresa, desde luego (io había dejado de serlo a la altura del 1968?) para
tantos que en 1964 votamos por la Democracia Cristiana como “alternativa frente
al comunismo”.
Así, este libro nos va proporcionando a lo largo de sus documentadas páginas
los por qué de muchas coas. Lo hace en forma reposada y metódica. Debe leerse,
por tanto, con calma y reflexión, porque hay depositado aquí un impresionante
bagaje de información y documentación inédita, mucha parte de la cual ha sido
inexplicablementedesatendida u olvidadas hasta ahora.
El lector no podrá menos de concluir que está haciendo una inversión reditua-
ble: quedará en condicionesde comprender mucho mejor todo aquello que, sin esta
lectura, suele aparecérsele como inexplicable o contradictorio bajo la versión
predominante, que es la que ha sido impuesta por la extrema izquierda nacional e
internacional. Pues si nos atuviéramos a ésta, nos resultaría incomprensible que
quienes fueron partidarios del Gobierno Militar sigan gozando hoy en Chile de un
notable respaldo electoral y hasta alberguen en expectativas de alcanzar el Poder
Ejecutivo en una futura elección. Igualmente inexplicable sería que los adversarios
del Gobierno Militar, llegados al poder en 1990, no hayan introducido cambios
sustantivos al modelo que él mismo les legó. Tampoco podría comprenderse que en
tantas otras naciones se adopten políticas económicas, previsionales y laborales
imitativas de las propiciadas por el régimen que encabezara Pinochet. Y, en fin,
menos todavía se explicaría que este vituperado ”dictador” hubiera terminado
conduciendo el país a una democracia respresentativa, no sin antes haberse some-
tido él mismo a un veredicto electoral que le resultó adverso y cuyo resultado acató.
En definitiva, pues, la tesis central de la obra, es decir, aquella de que el
desenvolvimientode la nación a lo largo de su historia ha sido presidido por grandes
consensos, con sólo paréntesis disruptivos; y que la experiencia encabezada por
Augusto Pinochet ha sido representativa de uno de los primeros, resulta adecuada-
mente probada; el régimen militar no fue un paréntesis entre consensos democráti-
cos: representó, por el contrario, el término de un paréntesis revolucionario y
traumático, introducido por los experimentosdenominados “revolución en libertad”
(1964-70)y “revolución socialista con sabor a empanadas y vino tinto” (1970-73),
y restableció el consenso.
Veinticinco años después de haber iniciado esa tarea, ella sigue rindiendo sus
frutos. Chile es hoy una democracia internacionalmente reconocida; su convivencia
interna es estable, su desarrollo material es sostenido.
Sin perjuicio de ello, resurgen hoy fuerzas que pretenden introducir un nuevo
paréntesis disruptivo. Pero si algo hemos aprendido los chilenos de nuestra historia,
debiéramos evitar que éste se vuelva a generar.
Para, precisamente, aprender más de nuestra historia, nada mejor que exami -
narla desde todos sus ángulos y en todas sus versiones. A este efecto, la completísi-
ma obra de Julio Canessa y Francisco Eadart proporciona la visión seria y documen-
tada que ningún analista, deseoso de formarse un juicio cabal sobre los
acontecimientos chilenos del último cuarto de siglo, e inclusode antes, puede dejar
de considerar.

HERMÓCENES PÉREZ DE ARCEIBIETA

Recensiones 277

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