I Parte
I Parte
I Parte
Capítulo I.
BENDICIÓN DE LAS FAMILIAS Y DE SUS MIEMBROS
40. La Iglesia, en su actuación pastoral, ha tenido siempre en gran aprecio la comunidad de vida
y de amor conyugal, fundada por el Creador e instituida por Cristo, el Señor, como un
sacramento del nuevo Testamento, así como un estado y orden de vida, a semejanza de su
misteriosa y fecunda unión con la Iglesia. De esta comunidad procede la familia, en la cual los
esposos tienen su propia gracia y vocación en el pueblo de Dios, a fin de que sean cooperadores
de la gracia y testigos de la fe y del amor de Cristo para sí mismos, para sus hijos y para los demás
familiares. Por esto la familia cristiana, como una Iglesia doméstica, cumpliendo la misión
recibida de Dios y ejerciendo su apostolado, está obligada a proclamar muy alto ante los hombres
las virtudes del reino de Dios en el mundo y la esperanza de una vida feliz.1
41. Para que los esposos y demás miembros de la familia fueran cada vez más aptos para asumir
y realizar más plenamente su propia misión, la Iglesia instituyó también la ayuda de algunos
sacramentales con los que la vida familiar, en determinadas circunstancias, fuera enriquecida con
la proclamación de la palabra de Dios y una peculiar bendición. Tales son fundamentalmente los
Ritos de bendición descritos en este capítulo.
1
Cf. Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, núms. 11 y
35; Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de los laicos, núms. 7 y 11; Constitución
pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, núms. 47-52.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
42. Siempre que una familia cristiana pide la bendición, o también cuando lo aconseja la atención
pastoral, es oportuno impartir esta bendición, con objeto de fomentar la vida cristiana en los
miembros de la familia. Para una mejor consecución de este fin, la celebración habrá de
acomodarse a las circunstancias concretas.
43. La bendición de la familia puede hacerse también dentro de la celebración de la Misa, según
el rito descrito en los núms. 62-67.
A. RITO DE LA BENDICIÓN
44. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo tanto el sacerdote como el diácono, y también
el laico, pero con los ritos y Preces previstos para el laico.
45. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de los miembros de la
familia, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre los
principales.
Ritos iniciales
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
O bien:
Todos responden:
Amén.
49. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras
semejantes:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Corintios.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Palabra de Dios.
51. O bien:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Efesios.
Palabra de Dios.
53. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
54. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la
lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
55. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias del momento o de la familia.
56. Terminadas las Preces, el ministro, según las circunstancias, invita a todos los presentes
a cantar o rezar la oración del Señor, con las siguientes palabras u otras semejantes:
Todos:
Padre nuestro...
Oración de bendición
57. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas sobre los miembros de la
familia; de lo contrario con las manos juntas, dice la oración de bendición:
R. Amén.
58. O bien:
R. Amén.
59. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a la familia reunida, sin decir
nada.
Todos responden:
Amén.
62. El sacerdote, al preparar la Misa, respetando las normas establecidas, hará libre uso de la
facultad de escoger las diversas partes de la Misa, atendiendo principalmente al bien espiritual de
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
63. Después de la lectura del Evangelio, el celebrante, basándose en el texto sagrado, debe
exponer en la homilía la gracia y obligaciones de la vida familiar en la Iglesia.
1
S. Congregación para el Culto divino, 15 de mayo de 1969, AAS 61 (1969), pp. 806-811.
2
S. Congregación para el Culto divino, 1 de noviembre de 1973, AAS 66 (1974), pp. 30-46.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
65. El celebrante, extendiendo las manos sobre los miembros de la familia, prosigue a
continuación:
R. Amén.
66. O bien:
67. Si parece más oportuno, la oración de bendición puede decirse al final de la celebración de
la misa, después de la invitación:
Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
68. Obedeciendo al mandato de Cristo, los pastores, entre los principales deberes de su actividad
pastoral, han de ser solícitos en visitar las familias cristianas y anunciarles la paz de Cristo, que
dio este encargo a sus discípulos: «Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa»
(Lc 10, 5).
69. Por tanto, los párrocos y sus ayudantes han de considerar que es de su particular
incumbencia visitar cada año a las familias que viven en su territorio, principalmente durante el
tiempo pascual. Es una ocasión magnífica de ejercer la función pastoral, tanto más eficaz cuanto
que les brinda la oportunidad de conocer a cada una de las familias.
70. Como quiera que la bendición anual de las familias en sus propias casas mira directamente a
la misma familia, esta bendición exige la presencia de sus miembros.
71. No debe hacerse la bendición de las casas sin la presencia de los que en ella viven.
73. Normalmente esta bendición se celebra en cada una de las casas; no obstante, por razones
de tipo pastoral y para reforzar la unidad de las familias que viven en el mismo edificio o
lugar, puede también celebrarse por varias familias a la vez, reunidas en un lugar adecuado. En
este caso se dirá la oración en plural.
74. El celebrante, respetando siempre las partes principales, a saber, la lectura de la Palabra de
Dios y la oración de bendición, adaptará las diversas partes a las diversas familias y a las
circunstancias del lugar. Además, en el transcurso de la celebración, atenderá con diligente
caridad a todos los presentes, especialmente a los niños, ancianos y enfermos.
RITO DE LA BENDICIÓN
Ritos iniciales
O bien:
Todos responden:
Y con tu espíritu.
76. El párroco, o su ayudante en el ministerio, dispone a los presentes a recibir la bendición, con
estas palabras u otras semejantes:
77. Luego uno de los presentes, o el mismo celebrante, lee un texto de la sagrada Escritura
seleccionado principalmente entre los que a continuación se proponen.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Mateo.
salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero
no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas
palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio
que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos,
soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su
enseñanza.
78. Pueden también leerse: Ef 4, 1-6; Col 3, 12-25; Hch 2, 44-47; Le 19, 1-10; Jn 1, 35-39.
79. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
80. O bien:
Sal 99 (100), 2. 3. 4. 5
81. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la
lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
82. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el celebrante puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias del momento o de la familia.
En tiempo pascual:
Tú que llenaste con la fuerza del Espíritu Santo la casa donde estaban
reunidos los discípulos,
— envía el mismo Espíritu a esta familia, para que goce de su paz y de
su alegría. R.
83. O bien:
R. Santifícanos, Señor.
84. Terminadas las Preces, el celebrante, según las circunstancias, invita a todos los presentes
cantar o rezar la oración del Señor, con las siguientes palabras u otras semejantes:
Padre nuestro...
Oración de bendición
85. El celebrante, con las manos extendidas sobre los miembros de la familia, añade a
continuación:
En tiempo pascual:
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
86. O bien:
R. Amén.
87. O bien:
Bendito seas, Dios, Padre nuestro, por esta casa, destinada por tu
bondad a que viva en ella esta familia. Haz que sus habitantes reciban
los dones de tu Espíritu y que el don de tu bendición ✠ se haga patente
en ellos por su caridad efectiva, de manera que todos los que frecuenten
esta casa encuentren siempre en ella aquel amor y aquella paz que sólo
tú puedes dar. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
88. Después de la oración de bendición, el celebrante rocía con agua bendita a los presentes y la
casa, diciendo, según las circunstancias:
Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió
con su muerte y resurrección.
R. Amén.
Que Dios colme vuestra fe de alegría y de paz. Que la paz de Cristo actúe
de arbitro en vuestro corazón.
Todos responden:
Amén.
91. En los principales aniversarios del matrimonio, como, por ejemplo, en el aniversario anual y
en los jubileos (XXV, L, LX), será oportuno tener un recuerdo especial del sacramento, mediante
la celebración de la Misa propia con las oraciones que indica el Misal romano.1
92. La bendición de los esposos puede hacerse dentro de la Misa, según los ritos descritos más
adelante, en los núms. 95-107; 108-115, o bien fuera de la Misa, según los ritos que se indican
más adelante, en los núms. 116-132; 133-135.
93. Fuera de los aniversarios, los esposos pueden también pedir la bendición en determinadas
necesidades o circunstancias de la vida, como pueden ser una reunión espiritual o una
peregrinación en común. Si se ha de bendecir a varios esposos a la vez, la oración de bendición
y la bendición final se dirán en plural.
94. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar, de los esposos y de las
familias, pueden adaptarse algunos de los elementos de estos ritos, respetando siempre los
principales.
95. En la liturgia de la palabra, de conformidad con las rúbricas, pueden tomarse las lecturas, o
bien del Leccionario para la celebración del Matrimonio,2 o bien de la Misa para dar gracias a
Dios, según el Leccionario de las Misas por diversas necesidades.3
96. Después de la lectura del Evangelio, el celebrante, basándose en el texto sagrado, debe
exponer en la homilía el misterio y la gracia de la vida matrimonial cristiana, teniendo en cuenta
las diversas circunstancias de las personas.
97. Luego el celebrante invita a los esposos a que oren en silencio y renueven ante Dios el
propósito de vivir santamente en el matrimonio.
98. Si los esposos presentan los anillos de su matrimonio, el celebrante dice esta oración:
1
Cf. Misal romano, Misas rituales, Por los esposos, 2. En los aniversarios del matrimonio.
2
Cf. Ritual del Matrimonio, núms. 142-180; Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 801-
805.
3
Cf. Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 943-947.
1
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
R. Amén.
Los anillos pueden ser honrados con la incensación.
R. Amén.
O bien:
R. Amén.
4
Cf. Ritual del Matrimonio, núms. 208-209.
2
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
101. Sigue la oración de los fieles, en la forma acostumbrada en la celebración de la Misa, o bien
la plegaria común en la forma aquí propuesta:
Padre santo, que eres llamado fiel, y que pides y premias la observancia
de tu alianza,
— llena de tus bendiciones a estos servidores tuyos, que recuerdan el
aniversario (vigésimo quinto, quincuagésimo, sexagésimo) de su
matrimonio. R.
3
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
103. En la liturgia eucarística se hace todo según el Ordinario de la Misa, excepto lo que sigue.
104. Después del Padrenuestro se omite el Líbranos, Señor, y el celebrante, vuelto hacia los
esposos, con las manos extendidas, dice:
Todos responden:
Amén.
105. Después de La paz del Señor, según las circunstancias y de acuerdo con las costumbres del
lugar, los esposos y todos los demás se dan la señal de paz y caridad, en la forma adecuada.
107. Al final de la Misa el celebrante bendice a los esposos del modo acostumbrado o con una
fórmula más solemne, por ejemplo, de la siguiente manera:
El diácono invita a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:
4
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
108. En la liturgia de la palabra, de conformidad con las rúbricas pueden tomarse las lecturas
del Leccionario por los esposos o de la Misa en acción de gracias.5
109. Después de la lectura del Evangelio, el celebrante, basándose en el texto sagrado, debe
exponer en la homilía el misterio y la gracia de la vida matrimonial cristiana, teniendo en cuenta
las diversas circunstancias de las personas.
110. Luego, según la oportunidad, el celebrante invita a los esposos a que oren en silencio y
renueven ante Dios el propósito de vivir santamente en el matrimonio.
5
Cf. Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 801-805, o bien núms. 943-947.
5
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
6
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Todos responden:
Amén.
113. En la liturgia eucarística se hace todo según el Ordinario de la Misa, excepto lo que sigue.
114. Después de La paz del Señor según las circunstancias y de acuerdo con las costumbres del
lugar, los esposos y todos los demás se dan la señal de paz y caridad, en la forma adecuada.
115. Al final de la Misa el celebrante bendice a los esposos del modo acostumbrado o con una
fórmula más solemne, por ejemplo, de la siguiente manera:
El diácono invita a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:
R. Amén.
R. Amén.
7
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
R. Amén.
116. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo también el diácono y el laico, con los ritos y
Preces previstos para él.
117. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de los esposos, pueden
adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre los principales. Cuando se
bendice a los esposos sin la presencia de la comunidad, el ministro puede emplear el Rito breve
que se halla más adelante, en los núms. 133-135.
Ritos iniciales
118. Reunida la comunidad, puede cantarse el salmo 33 (34) u otro canto adecuado. Terminado
el canto, el ministro dice:
Amén.
8
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
Amén.
121. El ministro, en los aniversarios del matrimonio, dispone a los esposos y a los presentes a
recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:
122. Luego el lector, o uno de los presentes, lee un texto de la sagrada Escritura, seleccionado
de preferencia entre los que se indican en el Ritual del Matrimonio y en el Leccionario por los
9
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
esposos o de la misa en acción de gracias.6 Se elegirán aquellos textos que parezcan más
relacionados con las circunstancias concretas de los esposos.
ICo 1, 4-8: En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Corintios:
Palabra de Dios.
123. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
6
Cf. Ritual del Matrimonio, núms. 142-180; Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 801-
805, o bien núms. 943-947.
10
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
alrededor de tu mesa. R.
124. Después de la lectura el ministro, según las circunstancias, explica brevemente el texto
sagrado y expone el misterio y la gracia de la vida matrimonial cristiana, para que los presentes
perciban por la fe el significado de la celebración.
Luego el ministro invita a los esposos a que oren en silencio y renueven ante Dios el propósito
de vivir santamente en el matrimonio.
125. Entonces el ministro, en los aniversarios del matrimonio, si los esposos presentan los
anillos de su matrimonio, dice esta oración:
R. Amén.
R. Amén.
11
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
O bien:
R. Amén.
Preces
128. Sigue la plegaria común. Entre las intecesiones que aquí se proponen, el ministro puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias concretas de los esposos o del momento.
7
Cf. Ritual del Matrimonio, núms. 208-209.
12
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Padre santo, que eres llamado fiel, y que pides y premias la observancia
de tu alianza,
—llena de tus bendiciones a estos servidores tuyos, que recuerdan el
aniversario anual (o: vigésimo quinto, quincuagésimo, sexagésimo) de su
matrimonio. R.
Oración de bendición
129. El ministro, con las manos extendidas, si es sacerdote o diácono, de lo contrario con las
manos juntas, dice la oración de bendición, eligiendo la fórmula según las circunstancias.
13
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
b) En otras circunstancias
R. Amén.
130. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, bendiciendo primero a los esposos
con las manos extendidas hacia ellos:
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
14
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
Todos responden:
Amén.
D. RITO BREVE
Todos responden:
134. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
Mt 10, 8-9: No
son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no
lo separe el hombre.
15
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
135. Luego el ministro, con las manos extendidas, si es sacerdote o diácono, de lo contrario con
las manos juntas, dice la adecuada oración de bendición, eligiendo la fórmula según las
circunstancias.
R. Amén.
b) En otras circunstancias
R. Amén.
16
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
136. Pueden darse varias ocasiones pastorales en que se ruegue a Dios por los niños ya
bautizados, por ejemplo, cuando los padres solicitan para ellos la bendición del sacerdote,
cuando se celebra alguna fiesta para los niños, cuando se inaugura el curso escolar, u otras
semejantes. Por tanto, esta celebración se ha de acomodar a las circunstancias de cada caso.
137. Los ritos que aquí se proponen pueden utilizarlos el sacerdote, el diácono y también el
laico, principalmente el catequista y el que tiene a su cargo la educación de los niños, con los
ritos y preces previstos para los laicos.
138. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias de las familias y de los niños,
pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre los principales.
139. Si se trata de bendecir a un solo niño, el ministro dirá en singular la oración de bendición
o, según los casos, empleará el Rito breve que se halla más adelante, núms. 172-174.
Ritos iniciales
140. Reunida la comunidad, puede cantarse el salmo 112 (113) u otro canto adecuado.
Terminado el canto, el ministro dice:
Amén.
141. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los niños y a los presentes, diciendo:
Tocios responden:
1
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Y con tu espíritu.
Todos responden
O bien:
Amén.
143. El ministro dispone a los niños y a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u
otras semejantes:
144. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada
Escritura.
2
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Marcos:
Le acercaban niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos los
regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
—«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que
son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el
reino de Dios como un niño no entrará en él.»
145. O bien:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Mateo:
3
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
147. El que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicando la
lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración. La alocución ha de
ser breve y acomodada a la capacidad de los niños, pero de manera que también los adultos
puedan sacar provecho de ella.
149. O bien:
Sal 99 (100), 2. 3. 4. 5
Preces
150. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias concretas de los niños o del momento.
4
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Se ofrecen dos esquemas, el segundo de los cuales es un modelo de Preces a las cuales los
niños pueden responder y también añadir sus propias intenciones.
A.
Invoquemos a Jesús, el Señor, que propuso, a todos sus seguidores la
sencillez y la docilidad de los niños como condición para entrar en el
reino de los cielos, y digámosle suplicantes:
151. O bien:
B.
Jesús, Señor, que acogiste y bendijiste a los niños, escucha con bondad
nuestras súplicas.
R. Te rogamos, óyenos.
5
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Oración de bendición
Señor, Dios nuestro, que de la boca de los niños has sacado la alabanza
de tu Nombre, mira con bondad a estos niños (a este niño/a esta niña)
que la fe de la Iglesia encomienda a tu providencia y, así como tu Hijo,
nacido de la Virgen, al recibir con agrado a los niños, los abrazaba y los
bendecía, y nos los puso como ejemplo, así también, Padre, derrama
sobre ellos (él/ella) tu bendición, para que, cuando lleguen a mayores
6
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
Señor Jesucristo, tanto amaste a los niños, que dijiste que quienes los
reciben te reciben a ti mismo; escucha nuestras súplicas en favor de estos
niños (este niño/esta niña) y, ya que los (lo/la) enriqueciste con la gracia
del bautismo, guárdalos (guárdalo/guárdala) con tu continua protección,
para que, cuando lleguen a mayores (llegue a mayor), profesen (profese)
libremente su fe, sean fervorosos (sea fervoroso/sea fervorosa) en la
caridad y perseveren (persevere) con firmeza en la esperanza de tu reino.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
154. Después de la oración de bendición, el ministro puede rociar a los niños con agua bendita,
diciendo, según las circunstancias:
Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió
con su muerte y resurrección.
Todos responden:
Amén.
7
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Jesús, el Señor, que amó a los niños, nos bendiga y nos guarde en su
amor.
Todos responden:
Amén.
158. Con ocasión de algún grupo que se reúne para preparar la próxima celebración del
bautismo, puede resultar oportuno invocar una peculiar bendición sobre el niño aún no
bautizado, igual que sobre un catecúmeno De este modo, en la práctica pastoral puede
proyectarse con más claridad el significado de la cruz que el ministro y los padres trazan sobre
el niño: con este gesto se expresa que el niño es protegido con la señal de la salvación, queda
consagrado a Dios y se dispone a recibir el bautismo.
159. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo también el diácono y el laico, principalmente
el catequista, con los ritos y Preces previstos para él.
Ritos iniciales
Amén.
161. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda al niño y a los presentes, diciendo:
8
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O bien:
Todos responden:
O bien:
Amén.
163. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras
semejantes:
9
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
164. Luego uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura,
seleccionado de preferencia entre los que se indican en los Rituales del Bautismo de niños y de
la Iniciación cristiana de los adultos y en el Leccionario del Misal romano.1 (11). Se elegirá la
lectura que parezca más apta para que los padres se preparen adecuadamente para el bautismo
de su hijo.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Marcos.
Le acercaban niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos les
regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
—«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que
son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el
reino de Dios como un niño no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
165. El que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles
la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
1
Cf. Ritual del Bautismo de niños, núms. 184-209, Ritual de la Iniciación cristiana de adultos,
núm. 388; Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 751-763.
10
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Preces
167. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias concretas del niño o del momento.
Jesús, Señor, que quieres que los nuevos hijos de la Iglesia sean
engendrados, no de la carne ni de la sangre, sino de Dios,
— haz que este tiempo de preparación para el bautismo sirva para una
más plena celebración de este sacramento. R.
11
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Oración de bendición
168. El ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo las manos sobre los niños, de lo
contrario con las manos juntas, dice la oración de bendición:
R. Amén.
169. El ministro y los padres hacen la señal de la cruz en la frente del niño, sin decir nada.
Jesús, el Señor, que amó a los niños, nos bendiga y nos guarde en su
amor.
12
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Todos responden:
Amén.
C. RITO BREVE
Todos responden:
173. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un pasaje de la sagrada Escritura, por
ejemplo:
174. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo las manos sobre el niño, de lo
contrario con las manos juntas, dice la adecuada oración de bendición:
Señor Jesucristo, tanto amaste a los niños que dijiste que quienes los
reciben te reciben a ti mismo; escucha nuestras súplicas en favor de este
niño (esta niña) y, ya que lo (la) enriqueciste con la gracia del bautismo,
13
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
R. Amén.
Fórmula breve
175. Según las circunstancias, el sacerdote o el diácono pueden emplear la siguiente fórmula
breve de bendición:
R. Amén.
14
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
176. Como atestigua el Evangelio, la gente presentaba niños a Jesús para que los bendijera y les
impusiera las manos. Los padres cristianos desean también vivamente que se imparta a sus hijos
una bendición semejante. Más aun, en las tradiciones de los pueblos es tenida en gran estima la
bendición impartida a los hijos por los mismos padres. Ello puede hacerse en determinadas
circunstancias de la vida de los hijos, o también cuando la familia se reúne para hacer oración o
para meditar la sagrada Escritura.
178. Por tanto, el rito que aquí se propone pueden utilizarlo los padres, el sacerdote o el diácono,
los cuales, respetando los principales elementos y la estructura del rito, adaptarán cada una de
sus partes a las circunstancias concretas del momento.
180. Si se ha de bendecir a un hijo enfermo, puede emplearse el rito que se halla en el capítulo
II, núms. 317-320.
RITO DE LA BENDICIÓN
Ritos iniciales
Amén.
182. Luego, si el que preside es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:
La gracia de Dios Padre, que nos ha hecho sus hijos adoptivos, esté con
todos vosotros.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
O bien:
Amén.
184. El que preside dispone a los hijos y a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras
u otras semejantes:
Con razón el salmo compara a los hijos con los renuevos de olivo
alrededor de la mesa familiar; ellos, en efecto, no sólo son signo y
anuncio de la bendición divina, sino que atestiguan la presencia eficaz
del mismo Dios, el cual, como dador de la fecundidad en los hijos,
multiplica el júbilo en la familia y aumenta su alegría. No sólo se debe a
los hijos el mayor respeto, sino que conviene que se les enseñe
oportunamente el amor y el temor de Dios, para que, conscientes de sus
obligaciones, vayan creciendo en sabiduría y en gracia, y, teniendo ya en
cuenta y poniendo por obra todo lo que es verdadero, justo y santo, sean
testigos de Cristo en el mundo y mensajeros de su Evangelio.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
185. Luego uno de los presentes, o el mismo que preside, lee un texto de la sagrada Escritura:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Mateo.
En aquel tiempo, le acercaron unos niños a Jesús para que les impusiera
las manos y rezara por ellos, pero los discípulos los regañaban. Jesús dijo:
—«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como
ellos es el reino de los cielos.»
Les impuso las manos y se marchó de allí.
186. O bien:
Palabra de Dios.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
187. O bien:
Palabra de Dios.
189. Según las circunstancias se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
Salmo responsorial Sal 127 (128), 1-2. 3. 4-6a (R.: 4; o bien: la)
O bien:
190. El que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles
la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
191. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias concretas del momento.
Padre lleno de amor, que tanto amaste a los hombres que entregaste a
tu Hijo único,
— protégenos y defiéndenos a nosotros, tus hijos, nacidos de nuevo por
el bautismo. R.
Oración de bendición
192. Los padres, según las circunstancias, haciendo la señal de la cruz en la frente de sus hijos,
dicen la oración de bendición:
R. Amén.
193. Los ministros, si no son los padres, dicen esta oración de bendición:
Señor Jesucristo, tanto amaste a los niños que dijiste que quienes los
reciben te reciben a ti mismo; escucha nuestras súplicas en favor de estos
niños (este niño/esta niña) y, ya que los (lo/la) enriqueciste con la gracia
del bautismo, guárdalos (guárdalo/guárdala) con tu continua protección,
para que, cuando lleguen a mayores (llegue a mayor), profesen (profese)
libremente su fe, sean fervorosos (sea fervoroso/sea fervorosa) en la
caridad. y perseveren (persevere) con firmeza en la esperanza de tu reino.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Jesús, el Señor, que amó a los niños, nos bendiga y nos guarde en su
amor.
Todos responden:
Amén.
Fórmula breve
El Señor te (os) guarde y te (os) haga crecer en su amor, para que andes
(andéis) como pide la vocación a la que has sido convocado (habéis sido
convocados).
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
197. Entre los deberes de los esposos cristianos y sus diversas formas de apostolado, además de
la educación de los hijos, tiene no poca importancia el ayudar a los prometidos a que se preparen
mejor para el matrimonio. Así, pues, los honestos esponsales de los cristianos constituyen para
las dos familias un acontecimiento singular, que conviene celebrar con algún rito especial y con
la oración en común, para invocar la bendición divina y llevar a feliz término lo que felizmente
comienza. Para mejor alcanzar este objetivo, la celebración deberá acomodarse a las
circunstancias del momento.
198. Cuando los esponsales se celebran en la intimidad de las dos familias, uno de los padres
puede presidir el rito de la bendición. Pero si se halla presente un sacerdote o un diácono,
entonces a ellos corresponde más adecuadamente el cometido de presidir, con tal de que quede
bien claro ante los presentes que no se trata de la celebración del matrimonio.
199. Por tanto, el rito que aquí se propone pueden utilizarlo los padres, el sacerdote, el diácono
o un laico. Éstos, respetando los principales elementos y la estructura del rito, adaptarán cada
una de sus partes a las circunstancias.
200. Esta celebración puede emplearse también cuando, comenzado ya el noviazgo, los
prometidos se reúnen para la catequesis que precede a la celebración del matrimonio. Pero nunca
se han de unir los esponsales o la peculiar bendición de los novios a la celebración de la Misa.
Ritos iniciales
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
Amén.
204. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición con estas palabras u otras
semejantes:
205. Luego uno de los presentes, o el mismo que preside, lee un texto de la sagrada Escritura.
Jn 15, 9-12: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Juan.
206. O bien:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Corintios.
Palabra de Dios.
208. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
209. El que preside, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para
que perciban por la fe el significado de la celebración y puedan distinguirla claramente de la
celebración del matrimonio.
Preces
210. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias concretas del momento.
Invoquemos a Dios Padre, que tanto ama a los hombres que los hace
hijos suyos en Cristo y los pone en el mundo como testigos de su amor.
Digámosle confiadamente:
211. Antes de la oración de bendición, de acuerdo con las costumbres de cada lugar, los que
contraen esponsales pueden expresar su compromiso con algún signo,por ejemplo, firmando un
documento, o con la entrega de los anillos o de algún otro presente.
212. Se pueden bendecir los anillos o los otros presentes de desposorio con la fórmula siguiente:
El Señor haga que de tal manera guardéis estos dones que os habéis
intercambiado que a su tiempo llevéis a término lo que os habéis
prometido con esta donación recíproca.
R. Amén.
Oración de bendición
213. El que preside, con las manos juntas, dice la oración; si es sacerdote o diácono, con las
manos extendidas:
R. Amén.
Señor Dios, fuente de todo amor, tu designio providente hizo que estos
prometidos se encontraran; te pedimos que a quienes imploran tu gracia
en este tiempo de preparación al matrimonio les otorgues la ayuda de tu
bendición, para que progresen en el mutuo afecto y se amen con amor
sincero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Todos:
Amén.
217. La bendición antes del parto puede darse a una sola mujer, principalmente en medio de su
propia familia, o a varias a la vez, en clínicas u hospitales. En este caso, las fórmulas se dirán en
plural.
218. La bendición de la mujer después del parto que aquí se propone, como quiera que tiene
aplicación únicamente en el caso de la mujer que no pudo participar en la celebración del
bautismo de su hijo, se hace en singular.
219. Los ritos que aquí se proponen pueden usarlos el sacerdote, el diácono o también el laico.
Éstos, respetando los principales elementos y la estructura del rito, adaptarán la celebración a las
circunstancias de las mujeres y de los lugares.
Ritos iniciales
Amén.
222. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a la mujer y a los presentes, diciendo:
Todos responden:
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Y con tu espíritu.
Todos responden:
O bien:
Amén.
224. El ministro dispone a la mujer y a los presentes a recibir la bendición con estas palabras u
otras semejantes:
225. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada
Escritura.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Lucas.
227. Según la oportunidad, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.
228. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la
lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
229. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias de la mujer o del lugar. Alabemos debidamente a Cristo, el Señor, fruto bendito
del vientre de María, que por el misterio de su encarnación ha derramado en el mundo la gracia
y la benevolencia, y digámosle:
Tú que no desdeñaste el seno de una madre, sino que quisiste que fueran
proclamados dichosos el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.
R.
Oración de bendición
230. El ministro, si es sacerdote o diácono, extendiendo, según las circunstancias, las manos
sobre la mujer, o haciendo la señal de la cruz en su frente, de lo contrario con las manos juntas,
dice la oración de bendición:
Señor Dios, creador del género humano, cuyo Hijo, por obra del
Espíritu Santo, quiso nacer de la Virgen María, para redimir y salvar a
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
231. Después de la oración de bendición, el ministro invita a todos los presentes a invocar la
protección de la Santísima Virgen María, lo que puede hacerse con la recitación o el canto de la
antífona:
En lugar de esta súplica pueden emplearse también otras plegarias, por ejemplo, la
antífona Madre del Redentor, el Avemaria o la Salve.
232. El ministro, si es sacerdote o diácono, vuelto hacia la mujer, concluye el rito, después de la
invitación: Inclinaos para recibir la bendición, u otra semejante, diciendo:
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
233. Si el ministro es laico, implora la bendición del Señor sobre la mujer y sobre todos los
presentes, santiguándose y diciendo:
R. Amén.
B. RITO BREVE
Todos responden:
235. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
236. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, extendiendo las manos sobre la mujer, de lo
contrario con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Señor Dios, creador del género humano, cuyo Hijo, por obra del
Espíritu Santo, quiso nacer de la Virgen María, para redimir y salvar a
los hombres, librándolos de la deuda del antiguo pecado, atiende los
deseos de esta hija tuya, que te suplica por el hijo que espera, y concédele
un parto feliz; que su hijo se agregue a la comunidad de los fieles, te sirva
en todo y alcance finalmente la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
R. Amén.
FÓRMULA BREVE
237. Según las circunstancias, el sacerdote o el diácono puede emplear la siguiente fórmula breve
de bendición:
R. Amén.
238. La bendición de la mujer después del parto se encuentra ya en el Ritual del Bautismo de
niños.1
Ritos iniciales
1
Cf. Ritual del Bautismo de niños, núm. 160.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Amén.
241. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a la mujer y a los presentes, diciendo:
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
O bien:
Amén.
243. El ministro dispone a la mujer y a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u
otras semejantes:
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
244. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada
Escritura.
Palabra de Dios.
246. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
247. Después de la lectura, el ministro explica brevemente el texto de la sagrada Escritura, para
que la madre y los presentes den gracias a Dios por el don recibido y para que todos, en la medida
que corresponde a cada uno, asuman con seriedad la responsabilidad de la educación cristiana
del niño.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
ACCIÓN DE GRACIAS
248. Sigue la acción de gracias común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el ministro
puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente
relacionadas con las circunstancias de la mujer o del lugar:
249. Luego todos cantan o rezan el Magníficat. Pueden emplearse también otros himnos que
expresen la acción de gracias.
Oración de bendición
250. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, de lo contrario con
las manos juntas, dice la oración de bendición:
Oh, Dios, autor y protector de la vida humana, que has concedido a esta
hija tuya el gozo de la maternidad, dígnate aceptar nuestra alabanza y
escucha con bondad lo que te pedimos: que guardes de todo mal a la
madre y a su hijo, que los acompañes siempre en el camino de esta vida
y que, a su tiempo, los acojas en la felicidad de tu morada eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
251. O bien:
R. Amén.
252. El celebrante, si es sacerdote o diácono, vuelto hacia la mujer, concluye el rito, diciendo:
R. Amén.
253. O bien, después de la invitación: Inclínate para recibir la bendición, u otra semejante, dice
con las manos extendidas:
R. Amén.
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
R. Amén
254. Si el ministro es laico, implora la bendición del Señor sobre la mujer y sobre todos los
presentes, santiguándose y diciendo:
R. Amén.
D. RITO BREVE
Todos responden:
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
257. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
lTs 5, 18: Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo
Jesús respecto de vosotros.
258. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, de lo contrario con
las manos juntas, dice la oración de bendición:
R. Amén
Fórmula breve
259. Según las circunstancias, el sacerdote o el diácono pueden usar la siguiente fórmula breve
de bendición:
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
260. Los ancianos cuyas fuerzas se van debilitando, tanto si viven en su propia casa como si
conviven juntos en algún hospital o residencia, necesitan de la ayuda fraterna de los demás, para
que sigan sintiéndose plenamente acogidos en la familia y en la comunidad eclesial. Esta
bendición tiende a que los ancianos reciban de los hermanos un testimonio de respeto y de
agradecimiento. Al mismo tiempo nosotros, junto con ellos, damos gracias a Dios por los
beneficios que de él han recibido y por las buenas obras que han realizado con su ayuda.
261. El rito que aquí se propone puede utilizarlo el sacerdote, el diácono o también el laico, los
cuales, respetando la estructura del rito y los principales elementos, adaptarán la celebración a
cada una de las circunstancias.
262. La bendición de los ancianos también puede hacerse, seleccionando algunos elementos de
este rito, como se indica más adelante en los núms. 280-288 dentro de la celebración de la Misa,
después de la homilía, o al final de la Misa, o cuando se lleva la sagrada eucaristía a los ancianos
que no pueden salir de casa,incluso cuando se la lleva un acólito u otro ministro extraordinario
de la sagrada comunión delegado al efecto según las normas del derecho, con los ritos y Preces
previstos para los laicos.
263. Si se ha de bendecir a uno o dos ancianos dentro de otra celebración de bendición, puede
emplearse la fórmula breve que se halla al final de estos ritos, núm. 292. plir con él lo previsto
por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
Ritos iniciales
Amén.
265. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los ancianos y a los demás presentes,
diciendo:
Todos responden:
Y con tu espíritu.
266. Si el ministro es laico, saluda a los ancianos y a los demás presentes, diciendo:
Todos responden:
O bien:
Amén.
267. El ministro dispone a los ancianos y a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras
u otras semejantes:
268. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada
Escritura.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Lucas.
269. Pueden también leerse: Si 3, 2-8; Si 25, 6-8. 13-16; Sb 4, 8-9; FIp 3, 20—4, 1.
270. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
271. O bien:
272. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la
lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
273. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias de los ancianos o del lugar.
Oh, Dios, que por tu misericordia revelaste tu Hijo a Simeón y Ana, que
aguardaban la liberación de Israel,
— haz que estos servidores tuyos vean con los ojos de la fe a tu Salvador
y se alegren con el consuelo del Espíritu Santo. R.
Tú que, por medio de tu Hijo, prometiste alivio y paz a todos los que
están cansados y agobiados,
— haz que estos servidores tuyos carguen con paciencia su cruz cada
día. R.
Oración de bendición
274. El ministro, si es sacerdote o diácono, extendiendo, según las circunstancias, las manos
sobre todos los ancianos a la vez o sobre cada uno en particular, o haciendo la señal de la cruz
en la frente de cada uno; de lo contrario, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Señor, Dios nuestro, que has concedido a estos fieles tuyos la gracia de
esperar en ti y de experimentar tu bondad, en medio de los vaivenes de
la vida, te bendecimos por haberles concedido abundantemente tus
dones a lo largo de tantos años, y te pedimos que vivan siempre con la
alegría de una juventud de espíritu constantemente renovada, que tengan
el necesario vigor corporal y que su conducta sea un hermoso ejemplo
para todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
275. O bien:
R Amén.
276. O bien:
Señor, Dios todopoderoso, que has dado a estos servidores tuyos una
dilatada ancianidad, concédeles tu bendición, para que sientan la dulzura
de tu compañía; que al recordar el pasado tu misericordia los consuele,
y al mirar hacia el futuro la esperanza los sostenga. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
R. Amén.
277. El celebrante, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo, vuelto hacia los ancianos,
la invitación: Inclinaos para recibir la bendición, u otra semejante, y añadiendo, con las manos
extendidas:
R. Amén.
Que él vaya delante de vosotros para guiaros y vaya tras de vosotros para
guardaros.
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
R. Amén.
278. Si el ministro es laico, implora la bendición del Señor sobre los ancianos y todos los
presentes, santiguándose y diciendo:
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Tú que, por medio de tu Hijo, prometiste alivio y paz a todos los que
están cansados y agobiados,
— haz que estos servidores tuyos carguen con paciencia su cruz cada
día. R.
281. El celebrante, extendiendo las manos sobre todos los ancianos a la vez, añade a
continuación:
Señor, Dios nuestro, que has concedido a estos fieles tuyos la gracia de
esperar en ti y de experimentar tu bondad, en medio de los vaivenes de
la vida, te bendecimos por haberles concedido abundantemente tus
dones a lo largo de tantos años, y te pedimos que vivan siempre con la
alegría de una juventud de espíritu constantemente renovada, que tengan
el necesario vigor corporal y que su conducta sea un hermoso ejemplo
para todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
282. Si parece más oportuno, al final de la Misa, después de la invitación Inclinaos para recibir la
bendición u otra semejante, con la que se invita a los ancianos a recibir la bendición propia, el
celebrante, con las manos extendidas sobre los ancianos, dice la bendición o la oración,
respondiendo todos:
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Amén.
Bendición
R. Amén.
Que él vaya delante de vosotros para guiaros y vaya tras de vosotros para
guardaros.
R Amén.
R. Amén.
R. Amén.
Oración
284. El celebrante, con las manos extendidas sobre los ancianos, dice:
R. Amén.
R. Amén.
286. Si el rito va unido a una más extensa celebración de la palabra de Dios, el texto de la sagrada
Escritura puede tomarse de entre los indicados en los núms. 268-271.
287. La plegaria común puede hacerse en la forma antes indicada en el núm. 273 y concluye
siempre, si el celebrante es sacerdote o diácono, con la siguiente oración, que se dice con las
manos extendidas hacia los ancianos:
Señor, Dios nuestro, que has concedido a estos fieles tuyos la gracia de
esperar en ti y de experimentar tu bondad, en medio de los vaivenes de
la vida, te bendecimos por haberles concedido abundantemente tus
dones a lo largo de tantos años, y te pedimos que vivan siempre con la
alegría de una juventud de espíritu constantemente renovada, que tengan
el necesario vigor corporal y que su conducta sea un hermoso ejemplo
para todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
288. Si el ministro es laico, dice la siguiente oración de bendición, con las manos juntas:
Señor, Dios todopoderoso, que has dado a estos servidores tuyos una
dilatada ancianidad, concédeles tu bendición, para que sientan la dulzura
de tu compañía; que al recordar el pasado tu misericordia los consuele,
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
D. RITO BREVE
Todos responden:
290. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
Sb 4, 8: Vejez
venerable no son los muchos días, ni se mide por el número
de años; canas de hombre son la prudencia, y edad avanzada, una vida
sin tacha.
Lc 9, 23: Dirigiéndose
a todos, dijo Jesús: «El que quiera seguirme, que se
niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo.»
291. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, según las circunstancias, extendiendo las
manos sobre el anciano, o haciendo la señal de la cruz en su frente, de lo contrario con las manos
juntas, dice la oración de bendición:
Señor, Dios todopoderoso, que has dado a este servidor tuyo una
dilatada ancianidad, concédele tu bendición, para que sienta ía dulzura
de tu compañía; que al recordar el pasado tu misericordia lo consuele, y
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
FÓRMULA BREVE
292. Según las circunstancias, el sacerdote o el diácono pueden usar la fórmula breve de
bendición:
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Capítulo II.
BENDICIÓN DE LOS ENFERMOS
293. Existe la antiquísima costumbre, que tiene su origen en la manera de obrar del mismo Cristo
y de los apóstoles, de que los enfermos sean bendecidos por los ministros de la Iglesia. Los
ministros, cuando visitan a los enfermos, deben observar diligentemente lo que se dice en el
Ritual de la unción y de la pastoral de los enfermos, núms. 87-90; pero sobre todo, les han de
poner de manifiesto la solicitud y el amor de Cristo y de la Iglesia.
294. En el Ritual de la unción y de la pastoral de los enfermos están previstas diversas ocasiones
en que se bendice a los enfermos, y en él se indican las fórmulas de bendición.1
295. El rito que aquí se describe puede utilizarlo el sacerdote, el diácono y también el laico, con
los ritos y Preces previstos para el laico; todos estos, respetando la estructura y los principales
elementos del rito, adaptarán la celebración a las circunstancias concretas de los enfermos y del
lugar.
I. RITO DE LA BENDICIÓN
Ritos iniciales
Amén.
298. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los enfermos y a los presentes,
diciendo:
1
Cf. Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 872-876.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
O bien:
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
O bien:
Amén.
300. El ministro dispone a los enfermos y a los presentes a recibir la bendición con estas palabras
u otras semejantes:
Jesús, el Señor, que pasó haciendo el bien y curando todas las dolencias
y enfermedades, encomendó a sus discípulos que cuidaran de los
enfermos, que les impusieran las manos y que los bendijeran en su
Nombre. En esta celebración, encomendaremos a Dios a nuestros
hermanos enfermos, para que los ayude a soportar con paciencia los
sufrimientos del cuerpo y del espíritu, sabiendo que si son compañeros
de Cristo en el sufrir, también lo serán en el buen ánimo.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
301. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada
Escritura, seleccionado de preferencia entre los que se indican en el Ritual de la unción y de la
pastoral de los enfermos y en el Leccionario de las Misas por los enfermos (14). Se elegirán
aquellos textos que parezcan más directamente relacionados con las condiciones tanto
espirituales como corporales de aquellos enfermos.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Corintios:
Palabra de Dios.
302. O bien:
303. O bien:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Marcos:
304. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
305. O bien:
306. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la
lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
307. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias de los enfermos o del lugar.
308. En lugar de la plegaria común, o además de la misma, pueden decirse las letanías que
figuran en el Ritual de la unción y de la pastoral de los enfermos, núms. 137 y 138:
Tú que mandaste a los apóstoles imponer las manos sobre los enfermos:
Señor, ten piedad.
309. O bien:
Oremos al Señor por nuestro hermano enfermo y por todos los que lo
cuidan y están a su servicio.
R. Te rogamos, óyenos.
R. Te rogamos, óyenos.
R. Te rogamos, óyenos.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Te rogamos, óyenos.
R. Te rogamos, óyenos.
R. Te rogamos, óyenos.
R. Te rogamos, óyenos.
R. Te rogamos, óyenos.
Oración de bendición
310. El ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo, según las circunstancias, las manos
sobre todos los enfermos a la vez o sobre cada uno en particular, dice la oración de bendición:
R. Amén.
Amén.
312. Si el ministro es laico, haciendo la señal de la cruz en la frente de cada uno, dice la oración
de bendición:
R. Amén.
R. Amén.
314. Después de la oración de bendición, el ministro invita a todos los presentes a invocar la
protección de la Santísima Virgen María, lo que puede hacerse con la recitación o el canto de
una antífona mariana, por ejemplo: Bajo tu protección, o la Salve.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
315. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo vuelto hacia los enfermos:
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
316. Si el ministro es laico, implora la bendición del Señor sobre los enfermos y todos los
presentes y, santiguándose, dice:
R. Amén.
317. Para la bendición de los niños enfermos, hay que adaptar a su edad los textos antes
indicados. En este formulario se proponen unas Preces y una oración de bendición especial para
ellos.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Preces
318. A las intercesiones que aquí se proponen el ministro puede añadir otras más directamente
relacionadas con las circunstancias del momento y de los enfermos:
Pidamos por estos niños a Jesús, el Señor, que ama y guarda a los
pequeños con especial predilección, diciendo:
Tú que, llamando a los niños, dijiste que de los que son como ellos es el
reino de los cielos, escucha con piedad nuestra oración por estos niños.
R.
Tú que dijiste que los misterios del reino se revelan, no a los sabios y
entendidos, sino a los sencillos, manifiesta a estos niños los signos de tu
amor. R.
Oración de bendición
319. El ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo las manos, según las circunstancias,
sobre todos los niños enfermos a la vez o sobre cada uno en particular, dice la oración de
bendición:
Señor, Dios nuestro, cuyo Hijo Jesucristo recibió con afecto a los niños
y los bendijo, extiende benigno tu mano protectora sobre estos
servidores tuyos (N. y N.), enfermos en su temprana edad; así,
recobradas sus fuerzas, y devueltos en perfecta salud a tu santa Iglesia y
a sus padres, puedan darte gracias de corazón. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
320. Si el ministro es laico, y principalmente cuando el padre o la madre bendicen al hijo enfermo,
haciendo la señal de la cruz en la frente de cada uno, dice:
R. Amén.
Todos responden:
322. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
323. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo las manos, según las
circunstancias, sobre el enfermo, o, si es laico, haciendo la señal de la cruz en su frente, dice la
oración de bendición:
R. Amén.
Fórmula breve
324. Según las circunstancias, el sacerdote o el diácono pueden usar la fórmula breve de
bendición:
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Capítulo III.
BENDICIÓN DE LOS QUE SON ENVIADOS A ANUNCIAR
EL EVANGELIO
325. Cuando los discípulos de Cristo —clérigos, religiosos, laicos— son enviados por los
legítimos pastores de la Iglesia para anunciar a las gentes el misterio de la salvación, es muy
conveniente celebrar un rito para implorar la bendición de Dios sobre los nuevos predicadores
del Evangelio, al tiempo que se recuerda a los fieles la naturaleza y eficacia de la actividad
misionera y se les anima a que con sus oraciones acompañen a los que, dotados de un carisma
especial, han de partir para anunciar el Evangelio.
326. El rito de la bendición puede realizarse en una adecuada celebración de la Palabra o también
en la celebración de la Eucaristía, como se indica más adelante.
327. Los ritos que aquí se proponen puede utilizarlos el presbítero, el cual, respetando la
estructura del rito y sus elementos principales, adaptará la celebración a las circunstancias de los
misioneros y del lugar. Si, como es aconsejable, preside el rito el Obispo, se harán las oportunas
adaptaciones.
Ritos iniciales
328. Reunido el pueblo, el celebrante, el diácono y los ministros, cada cual con sus vestiduras
propias, precedidos del crucífero y del diácono que lleva el libro de los Evangelios, se dirigen por
la nave de la iglesia hacia el presbiterio, mientras el coro, junto con el pueblo, entona un canto
adecuado.
329. Los que han de partir a anunciar el Evangelio forman parte de la procesión.
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
332. Luego el celebrante exhorta brevemente a los presentes para disponer su espíritu a la
celebración y explicar el rito; puede hacerlo con estas palabras u otras semejantes:
333. Todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego el celebrante prosigue:
Oh, Dios, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad, mira tu inmensa mies y envíale operarios,
para que sea predicado el Evangelio a toda criatura, y tu grey, congregada
por la Palabra de vida y sostenida por la fuerza de los sacramentos,
camine por las sendas de la salvación y del amor. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Todos:
Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
334. Luego los lectores o el diácono leen uno o varios textos de la Sagrada Escritura, de los que
se hallan en el Leccionario Por la evangelización de los pueblos (15), intercalando los convenientes
salmos responsoriales o bien espacios de silencio. La lectura del Evangelio ha de ser el acto más
relevante.
335. Antes de la proclamación del Evangelio, es muy conveniente que los misioneros sean
presentados a los fieles del modo siguiente: el diácono pronuncia sus nombres, indicando, si se
estima oportuno, el grado o función que ejercen en el pueblo de Dios, así como la Iglesia a la
que son enviados, por ejemplo:
336. Si entre los misioneros que han de partir figuran religiosos o religiosas, entonces, en lugar
del diácono, el superior o la superiora del Instituto notifica a los fieles sus nombres y cargos, así
como el lugar al que son enviados, diciendo, por ejemplo:
337. Cuando el diácono los llama, los misioneros responden con alguna expresión adecuada (por
ejemplo: Presente, o con algún signo (por ejemplo, poniéndose de pie).
338. Leído el Evangelio, el celebrante hace la homilía, en la cual explica las lecturas bíblicas y el
significado de la celebración.
Preces
340. Sigue la plegaria común, en la que todos piden por los misioneros que han de partir y por
las Iglesias a las que son enviados. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el celebrante
puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente
relacionadas con las circunstancias del momento o de los misioneros.
Digamos confiados:
Oración de bendición
341. El celebrante, según las circunstancias, imponiendo las manos conjuntamente sobre todos
los misioneros que han de partir, añade a continuación la oración de bendición:
Amén.
Entrega de la cruz
R. Amén.
343. Luego los misioneros se acercan uno a uno al celebrante, el cual les entrega la cruz, diciendo:
Recibe este signo del amor de Cristo y de nuestra fe; predica a Cristo, y
éste crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
El misionero responde:
Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
344. Según las circunstancias el celebrante pronuncia la fórmula de entrega de la cruz una sola
vez para todos, diciendo en voz alta:
Recibid este signo del amor de Cristo y de nuestra fe; predicad a Cristo,
y éste crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
O bien:
Amén.
345. El celebrante concluye el rito. Después de la invitación Inclinaos para recibir la bendición, u otra
semejante, vuelto hacia los misioneros y con las manos extendidas, dice:
R. Amén.
Jesús, el Señor, que prometió a su Iglesia que estaría con ella hasta el fin
del mundo, dirija vuestros pasos y confirme vuestras palabras.
R. Amén.
El Espíritu del Señor esté sobre vosotros, para que, recorriendo los
caminos del mundo, podáis anunciar el Evangelio a los pobres y sanar
los corazones desgarrados.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
Todos:
Amén.
347. Cuando la bendición tiene lugar dentro de la celebración de la Misa, al elegir el formulario
de la Misa hay que observar las normas siguientes:
a) en las solemnidades y en los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua se dice la Misa del
día;
b) en los domingos del tiempo de Navidad, del tiempo ordinario, en las fiestas y en las
memorias se dice o la Misa del día o bien la Misa Para la evangelización de los pueblos.
350. Terminada la segunda lectura, el diácono pronuncia los nombres de los que han de
partir, indicando, si se estima oportuno, el grado o la función que ejercen en el pueblo de Dios,
así como la Iglesia a la que son enviados, por ejemplo:
1
Cf. Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 848-851.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
351. Si entre los misioneros que han de partir figuran religiosos o religiosas, entonces, en lugar
del diácono, el superior o la superiora del Instituto notifica a los fieles sus nombres y cargos, así
como el lugar al que son enviados, diciendo, por ejemplo:
352. Cuando el diácono los llama, los misioneros responden con alguna expresión adecuada (por
ejemplo: Presente), o con algún signo (por ejemplo, poniéndose de pie).
353. La lectura del Evangelio la hace uno de los diáconos o de los presbíteros que han de partir
para las misiones Mientras se canta el versículo antes del Evangelio, el celebrante pone incienso;
luego, omitiendo la acostumbrada bendición del diácono, dice en voz alta al diácono y a todos
los misioneros:
Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
354. Leído el Evangelio, el celebrante hace la homilía, en la cual explica las lecturas bíblicas y el
significado del rito.
Oración de bendición
355. Después de la homilía todos se levantan. Los misioneros que han de partir se acercan al
celebrante y se quedan de pie ante él de manera que los fieles pueden ver el rito. El
celebrante, imponiendo conjuntamente las manos sobre ellos, dice:
R. Amén.
Entrega de la cruz
R. Amén.
357. Luego los misioneros se acercan uno a uno al celebrante, el cual les entrega la cruz, diciendo:
Recibe este signo del amor de Cristo y de nuestra fe; predica a Cristo, y
éste crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
El misionero responde:
Amén.
358. Según las circunstancias el celebrante pronuncia la fórmula de entrega de la cruz una sola
vez para todos, diciendo en voz alta:
Recibid este signo del amor de Cristo y de nuestra fe; predicad a Cristo,
y éste crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
O bien:
Amén.
Salmo 95 (96)
360. Sigue la plegaria común, en la cual se pide también por los misioneros que han de partir y
por las iglesias a las que son enviados.
361. Mientras se ejecuta el canto de ofertorio, algunos de los misioneros que han de partir llevan
oportunamente al altar el pan, el vino y el agua para la celebración de la Misa.
362. Si se estima oportuno, después que el celebrante ha dicho La paz del Señor, los misioneros
se acercan uno tras otro al altar para recibir la paz del celebrante.
363. Después que el celebrante ha sumido el Cuerpo y la Sangre del Señor, los misioneros que
han de partir, se acercan al altar para recibir la comunión bajo las dos especies.
364. Si la Misa no tiene bendición solemne propia, puede emplearse la fórmula siguiente.
El celebrante dice:
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Luego el diácono, según la oportunidad, invita al pueblo a recibir la bendición, con estas
palabras u otras semejantes:
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Jesús, el Señor, que prometió a su Iglesia que estaría con ella hasta el fin
del mundo, dirija vuestros pasos y confirme vuestras palabras.
R. Amén.
El Espíritu del Señor esté sobre vosotros, para que, recorriendo los
caminos del mundo, podáis anunciar el Evangelio a los pobres y sanar
los corazones desgarrados.
R. Amén.
Todos:
Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Capítulo IV.
BENDICIONES RELATIVAS A LA CATEQUESIS Y A LA
ORACIÓN EN COMÚN
365. El rito de bendición de las personas que en una Iglesia local son destinadas a impartir la
catequesis puede realizarse o en una adecuada celebración de la Palabra o en la celebración de la
Eucaristía, como se indica más adelante.
366. El rito que aquí se propone pueden usarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando
la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración a las circunstancias del
lugar.
Ritos iniciales
Amén.
Dios, Padre misericordioso, que quiere que todos los hombres se salven,
esté con todos vosotros.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
369. Luego el celebrante habla brevemente a los presentes para disponer su espíritu a la
celebración y explicar el rito; puede hacerlo con estas palabras u otras semejantes:
370. Luego, el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada
Escritura, seleccionado principalmente de entre los que se hallan en el Leccionario Por la
evangelización de los pueblos (17), o Por los ministros de la Iglesia(18), o bien:
Rm 10, 9-15: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Romanos.
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios
lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón
llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura:
«Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción
entre judío y griego, ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso
con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el Nombre del
Señor se salvará». Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?,
¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Palabra de Dios.
371. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
372. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles
la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
373. Sigue la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el celebrante puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias del momento o de los presentes.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Haz que todo el mundo conozca que tú, Padre, eres el único Dios
verdadero
—y que Jesucristo, tu Hijo, es tu enviado. R.
Oración de bendición
R. Amén.
R. Amén.
Jesús, el Señor, que prometió a su Iglesia que estaría con ella hasta el fin
del mundo, confirme vuestras obras y vuestras palabras.
R. Amén.
El Espíritu del Señor esté sobre vosotros, para que podáis ayudar a los
ministros de su Palabra.
R. Amén.
R. Amén.
377. De conformidad con las rúbricas, si se estima oportuno, puede emplearse la Misa Por los
laicos, con las lecturas propuestas en el Leccionario1.
378. Después de la lectura del Evangelio, el celebrante, basándose en el texto sagrado, debe
exponer en la homilía el significado de la celebración, teniendo en cuenta las diversas
circunstancias del lugar y de las personas.
Haz que todo el mundo conozca que tú, Padre, eres el único Dios
verdadero
—y que Jesucristo, tu Hijo, es tu enviado. R.
1
Cf. Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 826-866
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
381. Si se estima más oportuno, la oración de bendición puede emplearse al final de la celebración
de la Misa, después de la invitación:
U otra parecida.
Todos responden:
Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
382. Cuando los cristianos o los catecúmenos se reúnen en el Nombre de Cristo, en ese grupo,
según la promesa del Señor, está presente el mismo Jesús Resucitado. Del mismo Jesús brota
que los participantes en el grupo se sientan movidos a bendecir a Cristo y a invocarlo para
obtener el auxilio de Dios Padre y alcanzar así la finalidad para la que se reunió el grupo. Esto
acontece sobre todo entre los grupos que se reúnen para hacer la catequesis y la oración;
pero también en otro tipo de asambleas es conveniente que se dé comienzo con la oración
litúrgica y se reserve por lo menos algún espacio de tiempo para la plegaria. Por tal motivo,
la Ordenación general de la Liturgia de las Horas (cf. núm. 27) encarece a los laicos, dondequiera que
se reúnan en asambleas de cualquier signo (de oración, de apostolado, o por cualquier otro
fin), que reciten el Oficio divino, celebrando alguna parte de la Liturgia de las Horas: «Es
conveniente que aprendan, en primer lugar, que en la acción litúrgica adoran al Padre en espíritu
y verdad (cf. Jn 4, 23)», no olvidando que el «culto público y la oración que celebran atañe a
todos los hombres y puede contribuir en considerable medida a la salvación del mundo
entero». Si esto no fuese posible, es aconsejable, atendidas las circunstancias, iniciar la reunión
invocando al Espíritu Santo e implorando la bendición del Señor con el himno Ven, Espíritu
divino, o la antífona Ven, Espíritu divino, u otro canto apropiado. A continuación, tras una breve
lectura bíblica debidamente seleccionada, se concluirá la plegaria con una de las oraciones
colectas del Misal romano, tomadas principalmente de las Misas del Espíritu Santo, o de una de
las Misas de la semana VII del tiempo pascual, o de la Misa En una reunión espiritual o pastoral.
383. Al final de la reunión, puede tenerse una «celebración de bendición» con la fórmula de
bendición que pronuncia el que preside el grupo, como a continuación se indica.
384. La oración de bendición se omite cuando estas reuniones van seguidas de la celebración
eucarística.
385. El rito que aquí se propone pueden emplearlo el presbítero, el diácono, o también, con los
ritos para él previstos, el laico; todos ellos, respetando la estructura del rito, adaptarán la
celebración a las circunstancias del lugar.
RITO DE LA BENDICIÓN
386. El que preside dispone a los presentes para recibir la bendición, con estas palabras u otras
semejantes:
para que, por su Espíritu Santo, nos guíe hasta la verdad plena y nos dé
fuerza para hacer siempre lo que le agrada.
Preces
387. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común.
Entre las intercesiones que aquí se proponen, el que preside puede seleccionar las que le parezcan
más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.
Las palabras que nos ha dicho el Señor son espíritu y vida; pidamos que estas palabras de vida
eterna encuentren en nosotros unos oyentes que no se limitan a escucharlas, sino que las ponen
en práctica. Digámosle:
Cristo, Hijo de Dios, que viniste al mundo para proclamar el amor del
Padre a los hombres,
—auméntanos la fe, para que recibamos tus palabras como un signo de
su bondad paternal. R.
Cristo, que con tu Palabra iluminas nuestra mente y das inteligencia a los
ignorantes,
—haz que, escuchándote con un corazón sencillo, lleguemos a conocer
los misterios del Reino de los cielos. R.
—-haz que amemos y cumplamos cada vez más tu Palabra, para que
todos los cristianos, gracias a ella, tengamos un mismo pensar y un
mismo sentir. R.
Cristo, que con tu Palabra eres lámpara para nuestros pasos y luz en
nuestro sendero,
—haz que, oyéndote, corramos con el corazón ensanchado por el
camino de tus mandatos. R.
Cristo, que pronunciaste tu Palabra para que siga su avance glorioso para
salvación de los hombres,
—llénanos de esta Palabra hasta tal punto que nos presentemos ante el
mundo como mensajeros y testigos del Evangelio. R.
388. Cuando no se dicen las Preces, antes de la oración de bendición, el ministro, con estas
palabras u otras semejantes, invita a todos a orar, implorando el auxilio divino:
Oración de bendición
389. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos
juntas, dice la oración de bendición:
R. Amén.
R. Amén.
Capítulo V.
BENDICIÓN PARA DIVERSOS MINISTERIOS
ECLESIÁSTICOS
392. Este rito va destinado a aquellas personas que, sin haber recibido la institución de lectores,
cumplen la función de proclamar habitualmente las lecturas bíblicas en la celebración de la
Eucaristía y en las demás celebraciones litúrgicas.
393. El rito que aquí se describe pueden utilizarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando
la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración a las circunstancias de
las personas y del lugar.
394. Si se estima oportuno efectuar esta bendición dentro de la Misa, se hace después de la
homilía, siguiendo el rito descrito a partir de la presentación de quienes van a ser bendecidos
como lectores, suprimiendo la celebración de la Palabra de Dios, pues ya ha tenido lugar
anteriormente.
I. RITO DE LA BENDICIÓN
Ritos iniciales
395. Reunida la comunidad, se entona, según las circunstancias, un canto adecuado, terminado
el cual, el celebrante dice:
Amén
396. Luego el celebrante saluda a los presentes, empleando alguna de las fórmulas que propone
el Misal Romano.
397. El celebrante dispone a los que han sido presentados a recibir la bendición, con estas
palabras u otras semejantes:
398. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada
Escritura.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de los Hechos de los
apóstoles.
Palabra de Dios.
399. Pueden también leerse: I Co 12, 4-11; 2 Tm 3, 14-17; 2 Tm 4, 1-5; 1.,: 4, 16-22a; Lc 24, 44-48.
400. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
401. O bien:
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
402. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles
la lectura bíblica e invitando a los candidatos a ser diligentes servidores de la Palabra de Dios en
el ministerio que se les confía.
Preces
403. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición, puede hacerse la plegaria común,
en la cual se pueden añadir las siguientes peticiones:
Por estos nuevos miembros del grupo de lectores, para que proclamen
con eficacia la Palabra de Dios, contribuyendo a educar en la fe a los
niños y a los adultos, roguemos al Señor.
404. Cuando no se dicen las Preces, antes de la oración de bendición, el celebrante invita a todos
a orar, diciendo:
Oremos.
Oración de bendición
R. Amén.
406. Mientras se entona un canto adecuado, el celebrante entrega a cada uno el Leccionario.
(Adviértase que lo que se le entrega es el Leccionario y no el Evangeliario, propio del rito de
la ordenación de diáconos y obispos; a estos últimos el Evangeliario se les coloca sobre la
cabeza).
407. El celebrante bendice al pueblo, con las manos extendidas sobre él, diciendo:
Todos:
Amén.
409. Este rito va destinado a aquellas personas que, sin haber recibido la institución de
acólitos, cumplen habitualmente el oficio de ayudar en la celebración de la Eucaristía y en las
demás celebraciones litúrgicas.
410. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo el sacerdote o el diácono, los cuales,
respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración a las
circunstancias de las personas y del lugar.
411. Si se estima oportuno efectuar esta bendición dentro de la Misa, se hace después de la
homilía, siguiendo el rito descrito a partir de la presentación de los candidatos, suprimiendo la
celebración de la Palabra de Dios, pues ya ha tenido lugar anteriormente.
RITO DE LA BENDICIÓN
Ritos iniciales
412. Reunida la comunidad, se entona, según las circunstancias, un canto adecuado, terminado
el cual, el celebrante dice:
Amén.
413. Luego el celebrante saluda a los presentes, empleando alguna de las fórmulas que propone
el Misal romano.
414. El celebrante dispone a los que han sido presentados a recibir la bendición, con estas
palabras u otras semejantes:
415. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada
Escritura.
Palabra de Dios.
416. Pueden también leerse: Gn 14, 18-20; Pr 9, 1-6; Hch 4, 32-35; I Co 12, 31 — 13, 13; I Jn 3,
14-18; I Jn 4, 7-16; Mt 5, l-12a; Mt 25, 31-40; Jn 15, 12-16.
417. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
Salmo responsorial Sal 33 (34), 2-3. 4-5. 6-7. 10-11. 12-13 (R.: 9a)
418. O bien:
419. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la
lectura bíblica e invitando a los candidatos a servir al Señor y a los hermanos en el grupo litúrgico
de los ayudantes.
Preces
420. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común,
en la cual se pueden añadir las siguientes peticiones:
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
421. Cuando no se dicen las Preces, antes de la oración de bendición, el celebrante invita a todos
a orar, diciendo:
Oremos.
Oración de bendición
Oh, Dios, que has enviado al mundo a Jesucristo, tu Hijo, para salvar a
los hombres, bendice ✠ a estos hijos tuyos que hoy se presentan ante ti,
para que los hagas dignos de servir en el altar, y contribuyan, con su
bondad y alegría, a revelar la grandeza del misterio pascual de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
423. Mientras se entona un canto adecuado, el celebrante entrega a cada uno de los niños o
jóvenes la túnica o el alba.
colaboradores pueden recoger las ofrendas de los fieles con destino a los pobres y llevarlas
también al altar
425. El celebrante bendice al pueblo, con las manos extendidas sobre él, diciendo:
Todos:
Amén.
427. Este rito va destinado a aquellas personas que, por vocación y dedicación especial, se
ocupan en las comunidades cristianas de la acción caritativa y social en pro de los necesitados.
428. El rito que aquí se describe pueden utilizarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando
la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración a las circunstancias de
las personas y del lugar.
RITO DE LA BENDICIÓN
Ritos iniciales
429. Reunida la comunidad, se entona, según las circunstancias, un canto adecuado, terminado
el cual, el celebrante dice:
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
432. El celebrante dispone a los que han sido presentados a recibir la bendición, con estas
palabras u otras semejantes:
433. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada
Escritura.
Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta. ¿Es ése el
ayuno que el Señor desea, para el día en que el hombre se mortifica?,
mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo
llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste:
Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar
libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el
hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo,
y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora,
en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá
la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás,
y te dirá: «Aquí estoy.» Cuando destierres de ti la opresión, el gesto
amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento
y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu
oscuridad se volverá mediodía. El Señor te dará reposo permanente, en
el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto
bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña.
Palabra de Dios.
434. Pueden también leerse: Tb 12, 6-13; Mt 25, 31-46; Mc 14, 12-16. 22-26; Lc 9, 11b-17; Jn 13,
12-17.
435. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
y puro corazón. R.
436. O bien:
437. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles
la lectura bíblica e invitando a los candidatos a ser diligentes servidores de Cristo en los
hermanos.
Preces
438. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común,
en la cual se pueden añadir las siguientes peticiones:
439. Cuando no se dicen las Preces, antes de la oración de bendición, el celebrante, con estas
palabras u otras semejantes, invita a todos a orar:
Oración de bendición
R. Amén.
La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que
os améis unos a otros.
Capítulo VI.
BENDICIÓN DE LAS ASOCIACIONES DE AYUDA EN LAS
NECESIDADES PÚBLICAS
443. La Iglesia, fiel al Evangelio, fomenta y afianza con su actuación cuanto de bueno existe en
la comunidad humana. Aunque es tarea común de todo el pueblo de Dios aliviar las desgracias
e infortunios en las necesidades públicas, son muy dignas de encomio aquellas asociaciones que,
aunando sus esfuerzos, pueden prestar una ayuda más eficaz y procuran atraer a otros socios
con el fin de prestar así en un momento de agobio una ayuda más eficaz.
444. Con el nombre de asociaciones de ayuda en las necesidades públicas se entiende aquí aquel
tipo de asociaciones que tienen por objeto trasladar a los enfermos a centros médicos y
hospitalarios, extinguir incendios, contener inundaciones, etc., aunque estas asociaciones formen
parte de algún organismo establecido en la sociedad civil por la autoridad pública.
445. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo el sacerdote o el diácono.Estos, respetando la
estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración a las circunstancias de la
asociación y del lugar.
Ritos iniciales
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
448. El celebrante dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras
semejantes:
449. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada
Escritura. Se elegirá la lectura que parezca más directamente relacionada con los fines de aquella
asociación.
Mt 25, 31-46: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Mateo.
450. O bien:
Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta.
¿Es ése el ayuno que el Señor desea, para el día en que el hombre se
mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y
ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo
quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los
cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan
con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves
desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Palabra de Dios.
451. Pueden también leerse: Tb 12, 6-13; Si 3, 33—4, 11; Si 7, 36-39; Mc 2, 1-12; Lc 10, 25-37; Jn
13, 12-17.
452. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
Salmo responsorial. Sal 33 (34), 2-3. 4-5. 6-7. 10-11. 12-13 (R.: 9a)
453. O bien:
454. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles
la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
455. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común.
Entre las intercesiones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan
más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias de los socios
o del momento.
456. Cuando no se dicen las Preces, antes de la oración de bendición, el celebrante, con estas
palabras u otras semejantes, invita a todos a orar, implorando la ayuda divina:
Oremos, queridos hermanos, a Dios, que es amor, para que nos inflame
con el fuego de su Espíritu y nos haga fervorosos en el amor recíproco,
como Cristo nos ha amado.
Oración de bendición
Bendito seas, Señor, Dios de misericordia, que en tu Hijo nos has dado
un admirable ejemplo de caridad y por él nos has recomendado
vivamente el mandato del amor; dígnate colmar de tus bendiciones ✠ a
estos servidores tuyos, que quieren dedicarse generosamente a la ayuda
de los hermanos; haz que, en las necesidades urgentes, te sirvan
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
fielmente con una entrega total en la persona del prójimo. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
R. Amén.
Conclusión del rito
La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que
os améis unos a otros.
Capítulo VII.
BENDICIÓN DE LOS PEREGRINOS
460. Las peregrinaciones a los lugares sagrados, a los sepulcros de los santos y a los santuarios, ya
se hagan en la forma tradicional o de un modo nuevo, han de ser tenidas en gran estima en la
vida pastoral, ya que estimulan a los fieles a la conversión, alimentan su vida cristiana y
promueven la actividad apostólica.
462. Para conseguir esto más fácilmente, muchas veces será provechoso, con ocasión del
comienzo o del final de la peregrinación, organizar una adecuada celebración en la que se imparta
a los peregrinos una bendición especial.
464. Los ritos que aquí se proponen pueden utilizarlos el sacerdote o el diácono. Éstos,
respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán las celebraciones a las
circunstancias de la peregrinación y del lugar.
Ritos iniciales
465. Reunida la comunidad de peregrinos, según las circunstancias, se canta el salmo 121 (122)
u otro canto adecuado. Terminado el canto, el celebrante dice:
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
467. El celebrante dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras
semejantes:
468. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada
Escritura.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Corintios:
Palabra de Dios.
469. Pueden también leerse: Is 2, 2-5; Le 2, 41-51; Lc 24, 13-35; Hb 10, 19-25; 1P 2, 4-12.
470. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
471. O bien:
472. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles
la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
473. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el celebrante puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias de los peregrinos o del lugar.
Padre santo, que antiguamente fuiste guía y camino para el pueblo que
peregrinaba en el desierto,
—protégenos ahora que vamos a emprender este camino y haz que,
superado todo peligro, regresemos felizmente a nuestro hogar. R.
Tú que nos diste a tu Hijo único como el camino para llegar a ti,
—haz que lo sigamos con fidelidad y perseverancia. R.
Tú que nos diste a María siempre Virgen como modelo y ejemplo del
seguimiento de Cristo,
—haz que, teniéndola ante nuestra mirada, andemos siempre en una vida
nueva. R,
Oración de bendición
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
477. Reunida la comunidad de peregrinos, se entona, según las circunstancias, algún canto
adecuado, por ejemplo: Urbs lerusalem beata, u otro que se adapte al lugar y a las circunstancias.
Terminado el canto, el celebrante dice:
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Amén.
Todos responden:
Amén.
O bien:
479. El celebrante dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras
semejantes:
480. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada
Escritura.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del primer libro de las Crónicas:
Palabra de Dios.
481. Pueden también leerse: Lc 24, 28-35; Jn 5, 1-15; Jn 9, 1-38; Hch 8, 26-35; Hb 13, 12-21.
482. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Salmo responsorial Sal 121 (122), 1-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: cf. 1)
483. O bien:
484. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles
la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Preces
485. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el celebrante puede
seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con
las circunstancias de los peregrinos o del lugar.
Tú que nos enseñas que en los caminos de la vida hay que discernir los
signos de tu presencia,
—haz que también nosotros tengamos a tu Hijo por compañero de
camino y de mesa en la fracción del pan. R.
Oración de bendición
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
Capítulo VIII.
BENDICIÓN DE LOS QUE VAN A EMPRENDER UN
VIAJE
489. Existe la venerable costumbre, recordada varias veces en la misma Escritura, según la cual
los que van a emprender un viaje imploran la ayuda del Señor. El presente rito de bendición
ofrece un modelo de oración encaminado a conservar esta piadosa costumbre. Este rito puede
utilizarse asimismo en el caso de los emigrantes que marchan de su patria u hogar, aunque sólo
sea temporalmente, por motivos de trabajo, o se dirigen a otro lugar de estancia, por ejemplo,
con ocasión de las vacaciones.
490. El ministro de esta bendición puede ser el sacerdote, el diácono, o también el laico; todos
ellos, respetando la estructura del rito y sus principales elementos, adaptarán la celebración a las
circunstancias de los que han de viajar y del lugar.
491. Si sólo se ha de bendecir a una persona o a un pequeño grupo, puede emplearse el rito breve
que se halla al final de esta bendición, en los núms. 508-511.
I. RITO DE LA BENDICIÓN
Ritos iniciales
Amén.
El Señor, que nos visitará como el sol que nace de lo alto, para guiar
nuestros pasos por el camino de la paz, esté con todos vosotros.
Todos responden:
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
Y con tu espíritu.
Amén.
495. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras
semejantes:
496. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro que preside, lee un texto de la
sagrada Escritura.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Lucas
«Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo
torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Y todos verán la salvación de Dios.»
497. O bien:
Escucha, Israel:
El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras
que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y
hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y
levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una
señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales.
Palabra de Dios.
498. Pueden también leerse: Gn 12, 1-9; Gn 28, 10-16; Tob 5, 17-22; Lc 24, 13-35; Jn 14, 1-11
499. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto
adecuado.
500. O bien:
501. El ministro que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes,
explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por.la fe el significado de la celebración.
Preces
502. Si se juzga oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común.
Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan
más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.
Padre santo, cuyo Hijo único se nos ofreció como el camino para llegar
a ti,
— haz que lo sigamos con fidelidad y perseverancia. R.
503. Cuando no se dicen las Preces, antes de la oración de bendición, el ministro,con estas
palabras u otras semejantes, implora la ayuda divina, diciendo:
Oración de bendición
504. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, de lo contrario, con las
manos juntas, dice la oración de bendición:
R. Amén.
R. Amén.
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
R. Amén.
507. Si el ministro es laico, implora la bendición del Señor sobre los que han de partir y sobre
todos los presentes, y, santiguándose, dice:
R. Amén.
Todos responden:
509. Uno de los presentes, o el que preside, lee un texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
liturgiapapal.org|BENDICIONAL | PRIMERA PARTE
R. Amén.
511. O bien:
R. Amén.