Nuevo Constitucionalismo en América Latina

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Enero/Junio 2013 Crítica Jurídica No.

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Nuevo constitucionalismo en América Latina. Contexto


sociopolítico, derechos sociales. Entrevista a Carlos
Rivera Lugo. (New Constitutionalism in Latin-America.
Sociopolitical Context, Social Rights. An Interview with Carlos
Rivera Lugo)

Aurora Molina Sánchez1

Florianópolis, Brasil, 19 de noviembre de 2012,


en el marco de la 3ª Jornada de la
VII Conferencia de Crítica Jurídica Latinoamericana
con sede en la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil.2

El tema del “Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano” refiere los


cambios sociales y constitucionales, que en los países como Venezue-
la, Bolivia y Ecuador se han generado con la participación de movi-
mientos sociales modificando las formas políticas y jurídicas con una
tendencia incluyente de los diferentes sectores sociales, en relación
con la situación económica que afecta a Latinoamérica con el sistema
neoliberal que genera exclusión y marginación en detrimento de
la soberanía nacional afectando la esfera jurídica, política y social,
que atendiendo a las peculiaridades geopolíticas comparten una lucha
de reconstrucción de lo social y la reapropiación de sus recursos na-
turales, a la par de los cambios que se dan en los países latinoameri-
canos. México mantiene un rumbo que parece diferente, al margen de
la defensa de su economía estructural, se viven diferentes reacciones
políticas, con reformas estructurales en la Constitución Política que
van acorde al modelo neoliberal del desmantelamiento de lo social y
entrega de los recursos naturales a capital neoliberal como la reciente 315
reforma laboral federal, la privatización de los recursos naturales, la re-
forma educativa; como consecuencia las reacciones sociales de protes-
ta surgen como una forma de participación política activa, al margen
de la política representativa que muestra que no funciona.

1Alumna del Posgrado de Derecho de la Facultad de Derecho de la UNAM.


2 Entrevista realizada en la investigación del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano, con el apoyo
del Posgrado de Derecho UNAM y del grupo de Crítica Jurídica coordinado por el Dr. Oscar Correas
CEIICH-UNAM.
Nuevo constitucionalismo en América Latina. . .

Al respecto el doctor Carlos Rivera Lugo, quien ha trabajado


diferentes temas del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano, nos
comparte anotaciones sobre el proceso social del entorno en el que
éste surge.
AM: ¿Qué factores sociales y políticos dieron origen al Nuevo
Constitucionalismo en América Latina?
CRL: Bueno a mí me parece que en ese sentido cuando se
habla del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano, hay que saber
diferenciar entre lo que constituye el texto Constitucional que, por ejem-
plo, se aprueba en Venezuela, se aprueba en Bolivia, en Ecuador,
es decir, la Constitución formal, y lo que es, aquello que yo llamo el
constitucionalismo material, que es precisamente la situación o ba-
lance real de fuerzas, que fueron fundamentales para forjar esta nueva
normatividad, es decir, esta normatividad constitucional es el resulta-
do de unos cambios en la situación de fuerzas que había al interior de cada
uno de estos países, es el resultado de una lucha de clases, donde se hacen
presentes, por primera vez, unos sujetos nuevos y, muy particularmen-
te, los movimientos y pueblos indígenas, que deciden, por primera
vez, realmente incorporarse a un proceso de Constitución de un nuevo
orden político, económico y social, ya que realmente, se les hacía,
francamente, asfixiante seguir estando sujetos al orden constitucional
vigente, cuando éste para todos los fines prácticos los invisibilizaba,
es el caso de Caracas, perdón de Venezuela que no hay manera
de entender la Constitución de 1999 sino es desde el Caracazo,3 desde
incluso el movimiento militar que en su momento lideró Hugo Chávez
Frías “el Coronel”, para tratar de poner fin a un orden político total-
mente corrupto que estaba divorciado del pueblo, por eso es cuando
Chávez, entonces, se presenta y triunfa en el 98 como representante
del movimiento de la Cuarta República, Chávez trae un caudal de nue-
vas fuerzas que se habían potenciado a partir de todas estas resistencias
contra el neoliberalismo y contra las desigualdades preexistentes y las
que se habían potenciado en los últimos tiempo bajo los partidos bur-
gueses especialmente COPEI4 y acción democrática.5
3 Que consistió en fuertes protestas durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez en 1989, considerado
como el despertar de pueblo de Venezuela, como el inicio de la revolución venezolana y bolivariana con-
tra la aplicación de políticas neoliberales.
4 Comité de Organización Política Electoral Independiente.
5 Partido Acción Democrática al que pertenecía Carlos Andrés Pérez, considerado como defensor del
sistema neoliberal.

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Lo mismo ocurre en el caso de Bolivia, ¿quién hubiese pensa-


do que en Bolivia iba haber un nuevo presidente y que fuese indígena
el primer presidente indígena en la historia de Bolivia a pesar de que
la mayoría de la población boliviana es indígena? Sin embargo, los
indígenas habían estado sometidos a una secuencia de gobiernos, que
estaban dirigidos obviamente por una oligarquía criolla, que tenía más
que ver con las grandes corporaciones e intereses trasnacionales de
Estados Unidos y Europa que con las clases subalternas al interior
del país, es decir, de un gobierno que vivía de espaldas a su pueblo y,
por tanto, sus pueblos se veían cada vez más empobrecidos.
Lo mismo sucedía con Ecuador que, finalmente, luego de va-
rias rebeliones que llevan a la destitución, por el soberano popular,
de unos presidentes que habían abrazado también el neoliberalismo,
por tanto estaban adoptando políticas totalmente ajenas a los mejores
intereses del conjunto de la sociedad, pues el pueblo y cuando dices el pue-
blo se potenció con la participación masiva de todos los sectores que se
incorporan a la política que se plantea rescatarla de su podredumbre en
manos de la oligarquía y, claro, la primera reacción de la oligarquía es
pretender declarar a todos estos nuevos sujetos forajidos, se acordarán
que en su momento Lucio Gutiérrez, que fue el último representante o
gobernante, bajo el anterior orden constitucional, que pretendió des-
calificar a ese pueblo que resistía, que protestaba en las calles como fo-
rajidos, forajidos que quiere decir que viven fuera de la ley, no tienen
que ver nada con la ley, están marginados, excluidos, en ese sentido
los forajidos decidieron constituir un nuevo orden fuera, fuera de ese
orden que los estaba oprimiendo, de ahí la nueva Constitución; de ahí
me parece fundamental entender que la Constitución que formalmente
conocemos en los tres casos, los textos constitucionales están precedi-
dos por procesos constitucionales, en términos materiales y lo que yo
llamaría, también, no solamente un constitucionalismo material que
va modificando la situación de fuerzas combativas para permitir la re-
ordenación constitucional con una nueva visión del mundo, con una
nueva visión, incluso, civilizatoria, con una clara agenda anticapitalis-
ta, que es, yo creo, lo que los diferencia, sino que incluso empezamos
a ver también desarrollarse los que yo llamo un Constitucionalismo

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Nuevo constitucionalismo en América Latina. . .

societal, qué quiere decir eso, que ya la Constitución dejó de pertene-


cerle al poder constituido, la Constitución pasó a ser obra del poder
constituyente, es decir, el pueblo, el pueblo como soberano y uno ha
visto cómo posteriormente en la aplicación, interpretación y desarrollo
de estos nuevos textos constitucionales ha habido continuamente ten-
sión, muchas veces entre el poder constituyente y el poder constituido
en la medida en que el poder constituyente, a diferencia de lo que ocurre
bajo el modelo de Constitución liberal, se concibió como permanente,
sí va a ser una democracia participativa, sí va a ser una democracia
radical, sí va a ser una democracia comunitaria, eso significa que la fuente
de poder, permanentemente, diariamente, tiene que estar en el pueblo
soberano, tiene que estar en las comunidades, tiene que estar en los mo-
vimientos, y no en el poder constituido, que en última instancia, ya
no ejerce una autoridad en sustitución del soberano popular, sino en
todo caso, lo que le corresponde es saber interpretar, saber canalizar,
saber facilitar la voluntad general de ese pueblo.
Ese pueblo, en toda su diversidad, porque eso es también la
otra gran novedad de estas constituciones a diferencia de los modelos
de las liberales: que giran en torno al concepto de estado nación y
estamos hablando de constituciones que giran en torno a un con-
cepto de plurinación, de plurinacional, de multicultural, incluso plu-
risocietal, porque hay diversidad de formas sociales y cada una de
las cuales, entonces, están produciendo normativas, cada uno de los
cuales se constituyen en sujetos que se sienten ya como soberanos, con
la potestad para prescribir normativa que tiene que ser tomada en cuenta
por el Estado y el Estado empieza, entonces, a socializarse a comu-
nizarse y, obviamente, eso significa que se actualiza, no vamos a ser
idealistas, todo eso produce tensiones, contradicciones que estamos
viendo continuamente tanto en Bolivia como en Ecuador o Venezuela,
obviamente, hay que ver cómo continúan desarrollándose estos pro-
cesos y solucionando estas tensiones inherentes entorno a un nuevo
modelo constitucional, que realmente, no se han tenido experiencias
anteriores, en torno a lo que se proponen y cómo se proponen
estas constituciones.

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AM: Nos ha hablado sobre la interculturalidad que se presen-


ta como un factor importante en el desarrollo de estas nuevas consti-
tuciones…
CRL: En este sentido de la interculturalidad a mí me parece
que ese es uno de los elementos de las dimensiones de estas nuevas
constituciones que presentan la mayor novedad, pero a su vez, las ma-
yores complejidades y complicaciones, es decir, estamos hablando,
por ejemplo, en el caso de Bolivia, del reconocimiento, entonces, de
la capacidad de unos pueblos o comunidades o culturas indígenas, al-
gunas de las cuales, ni tan siquiera, tienen en su cultura la idea del
Estado, lo único que sí tienen la comunidad como forma incluso no
tienen, a veces, ni tan siquiera, la idea del mercado, de la forma valor,
que se manifiesta a través del mercado capitalista, sino tienen unas
formas de producción que giran en torno a la comunidad, no produ-
cen para la acumulación, pues producen para la subsistencia y en ese
sentido estamos hablando de que también producen normas y saberes,
de manera que, ya de repente, se ha potenciado toda esa pluralidad de
fuentes de producción normativa y de producción de conocimiento y
saber, porque aquí es donde también, yo creo, que hay un gran avance,
es decir, que por primera vez se reconoce que el saber no está loca-
lizado exclusivamente entre unas elites sociales económicas y políticas,
se reconoce la insurgencia de esos saberes populares, de esos saberes
plurales que, no por ser diferentes, no pueden confluir en torno a un
objetivo y a un bien común, y en ese sentido a mí me parece que se
han potenciado éstos, se ha potenciado el poder de prescripción normati-
va y constitutivo, entonces, de una pluralidad de culturas, de pueblos,
de movimientos que ya no ven en el Estado el único, tan siquiera el
principal productor de normas para la sociedad, ni tan siquiera el prin-
cipal intérprete, porque en última instancia, el principal intérprete es el
soberano popular y el soberano popular hoy es plural, plural multicul-
tural con distintas visiones del mundo, cosmovisiones que es lo otro,
hay unas cosmovisiones que empiezan a ser introducidas incluso al
interior del derecho.
En el caso de Bolivia, pues, ha sido muy llamativo por ejem-
plo el caso reciente de un juez del Tribunal Supremo de ese país de

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Nuevo constitucionalismo en América Latina. . .

origen indígena, y que en la decisión que toma en un caso que tenía


que ver con el conflicto y las controversias ahora en la Amazonia Boli-
viana utilizó las hojas de coca para llegar a su determinación, partien-
do obviamente de toda una sabiduría y una cosmovisión, cosmogonía
propia de su pueblo, que entiende que la única forma de racionalidad
no es la racionalidad impuesta por Europa, que hay otras maneras de razo-
nar, que no todo es causalidad mecánica como ha sido hasta ahora
bajo las concepciones occidentales del derecho, sino que puede haber
formas sincrónicas acausales, que para poder explicar ciertos fenó-
menos y tomar ciertas decisiones, es decir, surge una nueva sensibi-
lidad, unas nuevas formas de razonar, que yo creo que precisamente
están poniendo a prueba la capacidad que va a tener esa Constitución
para, precisamente, canalizar, ser el vehículo para que se manifieste
toda esa pluralidad, toda esa interculturalidad, que inicialmente estaba
en potencia, y que ya se ha activado, y que como eso se ordena, una
vez activado no hay duda que la única manera bajo una constitución
que también es democrática, es mediante el diálogo, de ahí que mu-
chas veces las comunidades han rechazado decisiones gubernamen-
tales, decisiones del poder constituido que se toman por fiat6 sin
haberse consultado antes las comunidades que van a ser afectadas, y se
empieza, entonces, en estos casos el gobierno va a tener que reconocer
que actuó conforme a las lógicas propias del estado de derecho, según
heredado por el estado de derecho es fundamentalmente un régimen que
está acostumbrado a mandos verticales, a unas formas de comunicar
las decisiones a veces también muy jerarquizadas, dirigistas y cuando
hay resistencia, coerción y eso ha producido conflictos, donde incluso en
Bolivia ha habido muertos y lo mismo ha ocurrido en Ecuador.
Así que me parece que en ese sentido, todo esto ha presentado
una situación nueva que yo creo es bien importante que sigamos de
cerca y por eso para mí lo más importante es, ese Constitucionalismo
material, es decir, como ese proceso constitucional se va dando en
la práctica, en lo concreto, un constitucionalismo vivo y superar la
visión, esa del derecho burgués, liberal, de un constitucionalismo es-
6 Si algo se hace por fiat, se realiza por una orden oficial dada por alguien de autoridad.

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trictamente formal que está controlado por unas elites en su interpre-


tación y aplicación, no, ya es una Constitución del pueblo y vamos a
ver lo que el pueblo va hacer con ella.
AM: En relación con los derechos fundamentales cómo sería
en este aspecto del nuevo constitucionalismo.
CRL: A mí me parece que también si hay algo que se ha ido
evidenciando en la marcha con la aplicación, con la vigencia de estas
constituciones es que tenemos que empezar a acostumbrarnos a dife-
renciar entre las libertades y los derechos ¿qué quiero decir con esto?
El derecho o los derechos en última instancia son aquellos enunciados
que hace el Estado donde pretende entonces determinar hasta dónde
llega mi libertad, hasta dónde llega la libertad de cada ciudadano.
Esencialmente el gran problema que hay muchas veces con
el discurso de los derechos humanos, es que los derechos, son una forma
de ejercicio de la libertad que está mediada y controlada por el es-
tado e interpretada por el estado, es decir, el alcance de mi libertad va
depender del estado.
Y el problema en estas constituciones es que, en estas cons-
tituciones, en la medida en que el soberano popular es el dueño de
esta Constitución, es el sujeto activo principal, la fuerza motriz, pues
entonces, entiende que lo que va ser la práctica de su libertad tiene que
ser autodeterminada no sobredeterminada por el Estado y ahí entonces
también se dan tensiones: el Estado pretendiendo reducir las libertades, mu-
chas veces, a su interpretación de lo que dicen las constituciones. Sin
embargo, el pueblo diciendo no: yo como el soberano popular como
poder constituyente, como parte de ese poder constituyente, interpreto mi
libertad de otro modo. Sobre todo si la Constitución tiene como uno
de sus ejes la autodeterminación de todos y todas, y en ese sentido, la
fuente de poder no puede estar en el estado, la fuente de interpretación
última no puede estar en el Estado, tiene que estar en el poder consti-
tuyente, tiene que estar en el pueblo, en el soberano popular.
Y a mí me parece que estableciendo esa diferencia hay unos
avances muy importantes, incluso dentro de los derechos que son re-
conocidos, especialmente una gran novedad son los derechos ya
no solamente del nuevo, los derechos que tiene el ciudadano como

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Nuevo constitucionalismo en América Latina. . .

sujeto activo de la Constitución de poder reclamar a través de acciones


judiciales la aplicación concreta de principios constitucionales, que
uno de los grandes problemas que tiene la ciudadanía actual es que los
tribunales no les reconocen legitimidad a la ciudadanía, a cualquier
ciudadano, al reclamar la aplicación de disposiciones de la Constitución
y, en el caso, de Ecuador va más allá: se reconocen derechos a la Pa-
chamama7 a la naturaleza, entonces, ¿quién puede reclamar en un Tri-
bunal la violación del derecho de la Pachamama?, cualquier miembro
de la comunidad política, es decir, cualquier ciudadano tiene una ac-
ción legitimada para reclamar los derechos de la naturaleza. En
ese sentido, aun vamos viendo cómo esos derechos que aparecen están
sometidos igualmente, entonces, a esta dialéctica, que yo les hablaba,
entre la libertad y el derecho, y eso es lo que ha llevado a que crecien-
temente, haya también una tensión entre interpretaciones más restricti-
vas y tradicionales de los derechos e interpretaciones más expansivas,
más abiertas, productos de los procesos de autodeterminación de los
distintos componentes de la sociedad.
AM: En las constituciones vigentes, como el caso de México,
tenemos las garantías y me surge el interés por qué hacerlas valer
como los derechos fundamentales, es complejo y que no están regla-
mentados, no existen mecanismos de aplicación, al contrario los limita,
en este sentido, ¿cuáles serían los mecanismos formales para hacer
valer esos derechos fundamentales en el Nuevo Constitucionalismo
para que no quedaran en letra plasmada?
CRL: En el caso de México, por ejemplo, no pretendo hablar
de una realidad que ustedes conocen mejor que yo, en mi humilde
opinión, al contrario un lector amigo y solidario de la realidad mexi-
cana, a mí me parece que yo veo un buen ejemplo de lo que me estás
mencionando y de lo que me preguntas en una situación que se presentó
hace poco, hace como un año o poco más de un año, cuando un par-
lamentario, si no mal recuerdo, un congresista mexicano se ofreció a
presentar legislación en el Congreso Federal que legitimara, que va-
lidara, que reconociera los caracoles zapatistas y todas las prácticas y
formas de gobernanza propia de autogobierno desarrollados en Chia-
pas con el zapatismo; la respuesta del subcomandante Marcos fue: no

7 La madre tierra, como cosmovisión de pueblos originarios andinos, en América del Sur.

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nos interesa su juridicidad, nos basta nuestra normatividad. Por eso,


pues, me parece que se empieza a establecer una diferencia entre la
juridicidad como un sistema o un modo de regulación controlado por
el estado, y que, por tanto, el estado dicta sus condiciones y alcances,
y otra normatividad, que el zapatismo pretende presentarle al país la
alternativa de poder, de que realmente se pueden explorar otras formas
de regulación social que no dependan del estado para su cumplimiento
para su garantía. Claro en el caso de Chiapas es más fácil, ciertamente,
hay una combinación de fuerzas, que nos facilita, obviamente, hay un
situación militar muy concreta, pero a mí me parece que, lo que nos
enseñan ejemplos como ése, ejemplos como la policía comunitaria de
Guerrero, ejemplos como el de Cherán8 de los que hablaba, en estos
días precisamente, el compañero Jesús de la Torre Rangel, pues que
sí, la sociedad es capaz de generar otras formas de normatividad, otras
formas de ejercicio de la libertad que no están necesariamente en
contradicción con la Constitución actual, pero que obviamente apues-
tan por una interpretación más expansiva, más societal de esa Cons-
titución, que la que tiende a prevalecer a partir de las instituciones
actuales, las cuales obviamente pretenden someter esa Constitución
y su alcance a lo que es la voluntad de la llamada partidocracia y los
partidos que hasta ahora han gobernado. A mí me parece que el mo-
vimiento yo soy 1329 fue una manera muy novedosa, muy imaginativa,
dentro de un proceso electoral, obviamente fuertemente reglamentado
por el estado, incluso, hasta en la validación de su determinación final
y sobre si todas las irregularidades constituían o no la suficiente causa
para declara nulos los resultados electorales, pero yo creo que yo soy
132 generó un movimiento, un proceso de cuestionamiento para
que la gente empezara a redefinir lo que era el contenido de sus liber-
tades desde sí mismo, incluso redefinir el contenido de la ciudadanía

8 Municipio de Cherán, estado de Michoacán, habitado por comunidades purépechas, que pre-
sentan diferentes protestas sociales y de resistencia civil contra el narco y el mal gobierno en
México.
9 Movimiento que surgió en redes sociales a partir del abucheo de Enrique Peña Nieto en la Universidad
Iberoamericana, como consecuencia el PRI dijo que los alumnos que lo habían abucheado eran aca-
rreados, como respuesta 131 alumnos se grabaron mostrando sus nombres, caras, números de cuenta y
credenciales, treparon el video a Youtube y se acreditaban como estudiantes, movimiento que creció con
apoyo de la ciudadanía.

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desde sí mismo, no desde la perspectiva de televisa o del PRI,10 que


pretende reducir la ciudadanía mexicana a una manada de reses, que pue-
den ser compradas al antojo del mejor postor. A mí me parece que, en
ese sentido, y en eso estoy de acuerdo con Jesús en su planteamiento,
que en México existe crecientemente una situación de fuerzas que van
progresivamente modificándose, sobre todo, en la medida en que
el pasado gobierno del PAN,11 el de Calderón, ha sido, en mi opinión, el
peor en la historia, ya que profundizó la crisis de la sociedad. Yo creo
que, precisamente, fue espectacular su incapacidad para gobernar so-
bre aspectos concretos que la ciudadanía esperaba que se solucionaran
y la ciudadanía, ante ello, ha tenido que aceptar que ya no puede
estar esperando por un estado que posiblemente siga divorciado otros
seis años de sus necesidades básicas y que va a tener, entonces, que
empezar a considerar el desarrollo de otras experiencias de autoges-
tión, de autorregulación, de control democrático de sus propias vidas
y, obviamente, ver cómo, como sugiere Holloway12 en su más reciente
obra sobre la idea ésta que él tiene de que el momento no es, entonces, para
seguir reforzando un estado; el cual ha demostrado una y otra vez su
incapacidad para dar paso a una democracia verdadera, que ha demos-
trado una y otra vez que sólo está interesado en seguir profundizando
las desigualdades dentro de la sociedad mexicana y que, por tanto, hay que
empezar a explorar otros esfuerzos, otras acciones, otras estrategias
que permitan profundizar las grietas que se han ido abriendo dentro de
la realidad mexicana y ver cómo se potencian esas grietas, ver cómo
eso pueda ser; como hizo, tal vez ya muy tarde, claramente muy tarde, el
movimiento yo soy 132, pero que pueda en ese sentido poner en entre-
dicho la legitimidad de facto de las nuevas autoridades en México y
que pueda seguir avanzando en el desarrollo de una nueva conciencia
de cómo se debe proceder a transformar una realidad, la cual no se
puede limitar exclusivamente a una participación dentro de seis años
a un proceso electoral que posiblemente si no se hace nada de aquí
para allá volverá a ser igual otro proceso corrupto y tramposo, que lo
único que va a ser es producir mayores frustraciones. Es decir, hay
que entender que el proceso de impugnación, el proceso de esas grie-
10 Partido Revolucionario Institucional.
11 Partido Acción Nacional.
12 Holloway, John, 1947, Dublín, Irlanda, sociólogo y filósofo.

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tas tiene que continuar ahora, es decir, que le corresponde al pueblo


mexicano y a todos los sectores afectados por estas políticas, tanto del
gobierno del PAN como del gobierno del PRI, tomar parte activa en la
búsqueda de otras soluciones, otras alternativas, que puedan realmente
cambiar la situación de fuerzas políticas actuales de México.
AM: Se puede considerar un ámbito de democracia, conside-
rando a la democracia no sólo como una estructura jurídica y un régi-
men político, sino fundada en el constante mejoramiento económico,
social y cultural de la vida de un pueblo. Luigi Ferrajoli nos habla
de una democracia formal y una democracia sustancial, en el sentido de
quién gobernará y cómo va a tutelar las normas vinculadas con la
protección y efectividad del respeto a los derechos fundamentales…
¿el Nuevo Constitucionalismo plantea esos aspectos democráticos
como derechos fundamentales y la forma de cómo hacerlos efectivos?
CRL: A mí me parece que es fundamental acabar de dar al
traste con esa diferencia entre el derecho formal y el derecho sustanti-
vo material, porque el derecho formal no existe, eso designa, entonces,
decir que el derecho está muerto, si es formal, no es algo que yo pueda
exigir, incluso cuando se nos dice que las constituciones no pueden
mandatar que se materialicen la igualdad de derechos para todos, en-
tonces para qué demonios existe la igualdad de derechos como princi-
pio a la Constitución.
¿Vamos a seguir viviendo bajo ese engaño burgués, liberal,
que nos pretende hacer pensar que ante el derecho todos somos for-
malmente iguales? ¡Ah! Pero detrás de esa igualdad formal se oculta
una gran desigualdad real; por lo tanto, esa Constitución no es igual
para todos y lo que queremos es que sea una Constitución igual para
todos ¿ve? Y en ese sentido, no hay duda, yo creo que hay que estar
dando la batalla, también por las vías existentes. Todos los juristas
que de alguna manera u otra se identifiquen con la crítica del sistema
actual, pues yo creo que tienen que seguir intentando una y otra vez de
conseguir que las instituciones del estado, donde quiera que tengan la
oportunidad de presentar su caso, pues puedan reconocer que no existe
ningún derecho constitucional que no pueda ser efectivamente mate-
rializado. De qué me vale a mí la libertad de expresión, si me muero de

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Nuevo constitucionalismo en América Latina. . .

hambre. De qué me vale la libertad de movimiento, si no tengo empleo


¿ve? Y en ese sentido, de qué me vale la libertad de expresión, si
no tengo cómo educarme, por qué se está privatizando la educación,
o el derecho a la vida, si se ha privatizado el sistema de servicios de
salud, ¡vaya! y se han convertido en mercancía y, en ese sentido, como
yo no tengo poder adquisitivo, yo no puedo jugar según las nuevas
reglas del mercado para recibir los beneficios que permitirían que yo
pueda garantizar mi derecho a la vida.
No, los derechos no pueden estar sujetos en ese sentido a esa
lógica torcida, maldita. Y hay que proceder entonces a impulsar o
una reinterpretación de esos derechos, como derechos sustantivos ma-
teriales, si van a ser efectivamente derechos o habrá que proce-
der a una refundación constitucional, que es la otra alternativa que se
está explorando en muchos lugares, incluso España, que apenas hasta
hace poco había estado siempre admirada de su Constitución de
1978, que puso fin a varias décadas de una dictadura. Sin embargo,
hoy en día sectores significativos del pueblo están llamando a la con-
vocatoria de una nueva asamblea constituyente, que pueda entonces
echar a un lado esa Constitución que ha demostrado ser una Constitu-
ción maleable por las propias élites políticas y económicas, que en
la práctica, ahora tratan de encabezar todos los derechos que contenía
en su momento hasta llegando al punto de enmendar la Constitución
sin someterla a consulta al pueblo, es decir, las Cortes, la Cámara de
Diputados reemplazando, sustituyendo, la voluntad del soberano po-
pular, que fue el que refrendó esa Constitución en su momento. Si se va a
modificar, lo menos que en teoría democrática se debe hacer es volver
a someter cualquier propuesta de cambio a ese mismo pueblo que es
el soberano, pero no. En ese sentido, a mí me parece que son vías, es
decir, son vías excluyentes, independientemente de que yo no quiero
crear falsas ilusiones con las vías legales, las vías jurídicas actuales,
yo creo que las vías legales tuvieron cierta cierta importancia para
avanzar en la reinterpretación más expansiva y más progresista de
los derechos, bajo lo que se conoció como el estado social de derechos,
el estado benefactor, sobre todo, porque existió siempre un reconoci-
miento, uno de los presupuestos de ese estado era que hacía falta un

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Aurora Molina Sánchez

acuerdo entre las clases, una conciliación de intereses para poder


adelantar una agenda pública que fuese de interés para todos, que no
podía ser impuesta por ninguna de las dos partes y que, para que pro-
gresaran unos, tenían que progresar los otros y, por eso, se aprobó
la legislación laboral, que permitió que los trabajadores no estuvieran
sujetos a la gran mentira de la libertad de contratación o de la autonomía
de la libertad de nuestros códigos civiles. La legislación laboral generó
unos procesos e instituciones administrativas, incluso adjudicativas,
que permitiesen igualar en algo lo que se reconocía de facto como
una relación desigual entre el capitalista y el obrero, el patrono y
el trabajador.
Hoy en día ya sabemos lo que ha pasado con todos esos de-
rechos laborales, ha empezado todo un proceso de regresión de invo-
lución, es decir, en ese sentido del capitalismo ¿Qué es lo que
nos ha demostrado con esto el sistema capitalista? Que ha apostado
en última instancia para su supervivencia a la regresión, por algo es
que hemos regresado a formas de control político social e incluso de
distribución de la riqueza propias del siglo XIX o principios del XX.
En algunos casos de incluso antes, en el caso de México, de antes de la
revolución mexicana, antes, preconstitucional, estamos hablando
de realidad, es decir, se están imponiendo una serie de nuevas políticas
que están claramente contrarias a lo que era el espíritu de lo que era
una Constitución que surge de una revolución social, la primera de
América, que precisamente es una reivindicación de los trabajadores
tanto de la ciudad como del campo. A mí me parece que, por lo tanto,
sin dejar de seguir actuando, hasta donde se nos permita, a través de
las instituciones gubernamentales existentes. Creo que hay que empe-
zar a explorar, como he dicho ya varias veces, con otras vías, hay que
abrir otras avenidas que incluso pueden llevar a que, en su momento,
se genere la suficiente conciencia en la sociedad, en la ciudadanía en ge-
neral, de que haga falta introducirle a esa Constitución mexicana, pero no
desde el Congreso dominado por los partidos, sino desde el poder
constituyente, redefinir la relación entre el poder constituyente y el
poder constituido, que en México no está claro, porque en México el
Congreso puede enmendar la Constitución, aunque tiene a veces un rol

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dual, a mí me parece que eso es algo que hay que superar en la medida
en que ya ha hecho crisis el principio de representación. En ese
sentido, creo hay que empezar a movilizarse más entorno a estas otras
posibilidades, que si bien no se puede salvar la Constitución existente,
se puede ir creando las condiciones para que se pueda dar entonces
una convocatoria para una nueva asamblea constituyente, que pueda
adecuar los procesos constitucionales a las nuevas necesidades y aspi-
raciones del pueblo mexicano.
AM: ¿Cómo vincularíamos ese nuevo constitucionalismo en
América Latina con la enseñanza del derecho en las universidades?
CRL: Bueno ese es otro de los problemas que confrontamos,
porque no hay duda de que las facultades de derecho, en muchos sen-
tidos, son las reproductoras del viejo orden, del orden existente y se
dedican a producir profesionales para lo que les sirvan al mercado,
pero yo creo que en este momento las facultades de derecho lamen-
tablemente están bastante sometidas a lo que son las lógicas del mer-
cado y hay que ver cómo uno también introduce cambios a este nivel
que son fundamentales, porque en las facultades de derecho es que se
están formando las nuevas generaciones de juristas. Si ya de por sí
se educan y salen a la calle con una conciencia falsa, pues entonces lo
que van hacer es seguir reproduciendo esa conciencia falsa, alienante,
y ayudando a reproducir el sistema actual. No es una tarea fácil, hablo
por experiencia propia, nosotros en Puerto Rico llevamos 17 años que
fundamos una facultad de derecho que pretendió educar un nuevo tipo
de jurista, consciente de su responsabilidad social hacia el cambio, ha-
cia la transformación, consciente de que su primera lealtad es hacia la
justicia, no hacia su subsistencia personal y a decir cuánto va a cobrar
o cuánto va a ganar, sino que realmente la abogacía en la sociedad con-
temporánea, de que, si el jurista va a servir para bien, tiene que conce-
birse no como un mero técnico, no como un mero pleitero a favor de
los grandes intereses que en este momento dictan, grandemente, lo
que son las leyes a través de los poderes legislativos y poderes eje-
cutivos actuales, incluso también en cierta medida a través de las ra-
mas judiciales, sino que, necesitamos de un jurista que tenga conciencia
que, ante los grandes retos que tiene la sociedad, las grandes necesida-

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Aurora Molina Sánchez

des que tiene la ciudadanía en general de nuevas formas de normativi-


dad más sensibles a sus problemas y necesidades concretas, que puedan
entonces convertirse en organizadores sociales, es decir, en intelectua-
les orgánicos de esa nueva realidad de la que queremos ser parteros, un
poco el concepto de Gramsci, el jurista como un intelectual orgánico y si
vamos a evitar también caer y seguir cayendo en la realidad que criticó
tanto un gran austriaco pensador, filósofo austriaco, que vivió muchos
años en México, Ivan Illich,13 quien llamaba a nuestra profesión una
profesión inhabilitante, ¿Por qué inhabilitante? Porque, decía Illich,
según el modelo profesional prevaleciente, el abogado pretende sus-
tituir al ciudadano en el reclamo de sus derechos y él insistía, al igual
que Tomás Moro en su obra Utopía, porque no había abogados en
la Utopía de Tomas Moro, porque para Tomas Moro el horizonte debía
ser que cada ciudadano tuviese la capacidad desarrollada para recla-
mar, articular, apalabrar sus propios derechos, sus propias libertades
y no tener que depender de un tercero, que Dios sabe si realmente ha
tenido el tiempo para enterarse de lo que realmente le pasa, de cuánto
es el verdadero interés que sólo sabe el propio ciudadano que sufre
la situación sobre la cual está pidiendo, está reclamando, eso también
tiene que ser parte de ver la forma de una nueva educación jurídica,
no solamente preparar jurista que puedan contribuir a facilitar los
procesos de reordenación normativa de la sociedad en todos su
ámbitos porque en la medida en que el capital ha penetrado todo, todo en
la sociedad, todo en la vida y pretendiendo imponer unas normativida-
des mercantiles, totalmente insensibles, inhumanas, donde ya prácti-
camente dejamos de ser para todos los fines sujetos de derecho, y en
ese sentido hay que crear ese organizador, hay que crear ese intelectual
orgánico que facilite ese proceso, pero también las facultades de derecho
tienen que verse con una responsabilidad para la educación, aquello que
decía Bolívar que el estado debía tener, uno de los poderes era el poder
moral, el poder moral que realmente lo ve como un poder educativo,
un poder de desarrollar la conciencia pública entre la ciudadanía. Las
facultades de derecho deben también entender que una dimensión impor-
tante de su responsabilidad como instituciones públicas que son,
por los fines que cumplen, independientemente que sean propiedad
13 Filósofo austríaco, 1926, Viena a 2002 Bremen.

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Nuevo constitucionalismo en América Latina. . .

del estado o de una iglesia o


de una empresa, tienen una responsa-
bilidad hacia la sociedad de contribuir hacia una educación que los
empodere como ciudadanos como ciudadanos conscientes y como
ciudadanos convencidos que sólo en la medida en que intervengan
activamente como parte del soberano es que se va a reconocer algún
día su soberanía.

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