Revista Eleuthera 2011-4532: Issn: Eleuthera@ucaldas - Edu.co
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ISSN: 2011-4532
eleuthera@ucaldas.edu.co
Universidad de Caldas
Colombia
Resumen
El siguiente artículo mostrará una revisión documental que intentará establecer las
relaciones entre los conceptos ordenamiento territorial y región, a través de una perspectiva
contextualizada en la región del Magdalena Medio, desde la visión de la legislación colombiana
en lo concerniente al ordenamiento. A continuación se hará referencia a los conceptos de
territorialidad y territorialización y cómo éstos logran vislumbrarse en la situación de la
región del Magdalena. Por último, se pondrá en consideración el problema de la identidad y/o
la estigmatización que afecta a los residentes de los municipios de esta zona y que les perjudica
política, social y económicamente.
Abstract
This article will show a documentary revision that will try to establish the relations
between the Territorial planning and region concepts through a contextualized perspective
in the Magdalena Medio region, from the vision of the Colombian Legislation as far as
planning is concerned. Nest reference will be made to the concepts of territoriality and
territorialization and how they start to be seen in the situation of the Magdalena region.
Finally, the problem of identity and/or stigmatization which affects the residents in the
municipalities of this region and which is detrimental for them in the political, social and
economical areas is considered.
* Este artículo es producto de la revisión documental sobre el Magdalena Medio como parte del proceso de investigación
del proyecto: “Dinámicas Territoriales en el Medio Magdalena (Caldas-Tolima): 1985-2008”, financiado por la Red de
Universidades del Eje Cafetero, Corporación Alma Mater.
** Profesor e investigador adscrito al Departamento de Desarrollo Humano, al Grupo de Investigación Territorialidades
y al Instituto de investigaciones en Ciencias Sociales y Humanas (ICSH) de la Universidad de Caldas. E-mail:
narvaezmedina@gmail.com
Introducción
El presente artículo es producto de una revisión documental orientada a explorar las categorías
de análisis ordenamiento territorial y región, y las relaciones que se pueden encontrar entre ellas
en el marco del proyecto de investigación: “Dinámicas Territoriales en el Medio Magdalena
(Caldas-Tolima): 1985-2008”. La revisión se realizó con base en una matriz o ficha de lectura para
retomar las referencias de los textos a las categorías atrás mencionadas, aunque la constante en
este proceso fue la escasez de información. Las fuentes documentales encontradas y que sirven
de soporte bibliográfico de este artículo están, en su mayoría, relacionadas con la producción
escrita derivada del proceso de surgimiento y desarrollo del Programa de Desarrollo y Paz del
Magdalena Medio (PDPMM) y con las publicaciones producto de las investigaciones realizadas
por el CINEP en el Magdalena Medio. Se consultaron los periódicos locales correspondientes
al período señalado (La Patria de Manizales y El Nuevo Día de Ibagué); los planes básicos de
ordenamiento territorial de los municipios de La Dorada, Honda y Mariquita; el esquema
de ordenamiento territorial de Armero-Guayabal y los planes de desarrollo de estos cuatro
municipios, los cuales conforman el área de trabajo de la investigación arriba mencionada.
No es posible seguir adelante sin hacer una segunda precisión: a lo largo del texto, el lector
encontrará tres denominaciones muy parecidas y relacionadas entre sí aunque enmarcadas
en connotaciones diferentes: Magdalena Medio, Medio Magdalena y Magdalena Centro. Con la
primera siempre, se hará referencia a aquella región ubicada a lo largo y ancho de las dos
riveras del río Magdalena, entre el salto de Honda en el Tolima y Río Viejo en Bolívar. La
segunda denominación, fue adoptada en el título de la investigación marco con la firme
intención de evitar que los estereotipos sesgaran la mirada de los investigadores y de quienes
tuviesen que ver indirectamente con ella, estableciendo desde el inicio una clara diferenciación
con la anterior (Magdalena Medio), la cual trae consigo una fuerte carga de prejuicios asociados
a la pobreza, la violencia, el narcotráfico y el paramilitarismo, desconociendo muchas veces
que las dinámicas territoriales van más allá de la guerra, no la desconocen; sin embargo,
tienen en cuenta los movimientos de resistencia y el trabajo cotidiano de muchos pobladores
interesados en construir una visión conjunta de región. Del mismo modo, se encontrará la
denominación Magdalena Centro, asumida por el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena
Centro (PDPMC), el cual adelanta sus acciones en 17 municipios de los departamentos de
Caldas, Boyacá, Cundinamarca y Antioquia.
La revisión documental permitió identificar cómo una región puede ir configurándose en torno
a estereotipos (a partir de ciertas características) que con el tiempo tienden a convertirse en
un estigma. Antes de 1980, el Magadalena Medio era sinónimo de “tierra caliente insalubre”;
no obstante, a partir de tal década se le endilga toda la carga negativa que trae consigo el
recrudecimiento de la violencia, en la que se imbrican las “violencias” guerrillera, paramilitar y
narcotraficante. El río –que era medio de transporte y sustento e inclusive ha jugado un papel
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Diego Narváez Medina
Si bien el sentido territorial es una condición propia del ser humano, sólo a partir del
surgimiento de la sociedad moderna se empezó a asumir el territorio como un escenario
en donde se podía y se debía intervenir racionalmente, para ordenar el espacio de acuerdo a
las nuevas actividades que emergían como producto del surgimiento y desarrollo del sistema
capitalista. La fábrica, el banco, el politécnico, el barrio obrero, el club social, el juzgado, el
ayuntamiento con su bandera en la portada, entre otras, son edificaciones que expresan de una
forma concreta la institucionalidad republicana y que reclaman una ubicación socio-espacial; la
búsqueda del orden fue la premisa para alcanzar el progreso. Tales conceptos recogían el espíritu
de la modernidad, definida magistralmente en el libro de Marshall Berman que hace alusión a
la expresión de Carlos Marx consignada en el Manifiesto del Partido Comunista: “todo lo sólido
se desvanece en el aire”:
Junto con la modernidad llegó la planeación, forma de articular racionalmente los recursos
económicos, materiales y sociales para el logro de fines productivos. El empleo del cálculo,
la estadística y la contabilidad (reservados inicialmente a la empresa privada) ingresó a las
altas esferas de los gobiernos de los nacientes Estados nacionales. La noción de estrategia,
como acción racionalmente concebida para alcanzar objetivos previamente establecidos, era
utilizada desde siempre en la guerra, pero su uso tenía una base práctica y se incorporó de
manera sistemática a la planeación y a la administración pública. Los nuevos instrumentos
que aportaron las ciencias exactas y naturales, más los análisis realizados por las nacientes
ciencias sociales, fundamentaron y enriquecieron el ejercicio de la administración tanto en
la empresa fabril como en el sector público. No obstante, el espacio físico era apropiado y
adaptado de acuerdo a intereses fundamentalmente privados, siguiendo la lógica que demanda
la producción y la acumulación del capital. La acción del Estado estuvo orientada (hasta la
crisis capitalista del treinta) por la concepción liberal que condicionaba la intervención estatal
a la dinámica propia del mercado.
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Diego Narváez Medina
El ordenamiento territorial atenúa las distancias entre federalismo y centralismo. Tal vez la
primera discusión que se presentó entre los criollos de toda América Hispana, inmediatamente
después de obtener la independencia, fue sobre cómo organizar la administración de los nuevos
Estados: si fortalecer el gobierno central al estilo francés o, por el contrario, delegar poder
y autonomía administrativa en forma de Estados federados de acuerdo al modelo adoptado
por Estados Unidos de América. En lo que hoy es Colombia, esta decisión pasó del plano de
la discusión al de la guerra entre los partidarios de uno u otro modelo de administración del
Estado, disputa vigente hasta la formulación de la Constitución de 1886, en la cual se optó
definitivamente por el modelo centralista. Si bien en Colombia la reforma constitucional de
1936, en su Artículo 11, estableció que “el Estado puede intervenir por medio de leyes en la explotación
de industrias o empresas públicas o privadas con el fin de racionalizar la producción, distribución y consumo
de la riqueza, o de dar al trabajador la justa protección a que tiene derecho” (Tirado & Velásquez, 1982:
36), sólo hasta la Constitución de 1991 se asume la importancia de “regular” el territorio.
Pasados cien años, el modelo centralista mostró su agotamiento y fue necesario introducir
medidas que descentralizaran la administración y desconcentraran el poder en beneficio de las
unidades territoriales, tendencia que se reflejaría en la elección popular de alcaldes en 1988 y
que se acuñaría tres años más tarde en la Carta Constitucional de 1991, en consonancia con los
cambios que impulsaba el nuevo orden internacional que se abría a la multipolaridad económica
en reemplazo del viejo orden, basado en la bipolaridad ideológica y fundamentalmente debido
a las presiones ejercidas por los movimientos sociales de carácter regional y sectorial que se
incrementaron significativamente en Colombia a partir de 1980.
compartidas y unidos por lazos económicos, pero separados por un abismo producto de
una diferente adscripción político-administrativa. Hay múltiples casos que ejemplifican
esta situación, entre los cuales se puede mencionar a Honda (Tolima) y Puerto Bogotá
(Cundinamarca); La Dorada (Caldas) y Puerto Salgar (Cundinamarca); Pereira (Risaralda) y
Cartago (Valle). Para este último existe inclusive una corriente ciudadana importante que
estaría dispuesta a separarse si no hay un nuevo reordenamiento territorial en Colombia.
A partir de agosto de 2010 se discute un nuevo proyecto de ley en donde se hace énfasis
en la conformación de Regiones Administrativas de Planificación (RAP), como factores que
aportarán coherencia entre el concepto y la finalidad dada por la comisión intersectorial:
Es notorio el interés de la ley por dejar clara la complementariedad que debe haber entre
las entidades territoriales y la nación. No obstante, existen muchas dudas con respecto a las
posibles colisiones de competencias entre las RAP y los departamentos; cuesta entender por
qué se pone el acento de la discusión en la conformación de una entidad territorial a la cual
la Constitución Política abrió la posibilidad de existir desde 1991, al expresar en el Artículo
306: “Dos o más departamentos podrán constituirse en regiones administrativas y de planificación, con
personería jurídica, autonomía y patrimonio propio. Su objeto principal será el desarrollo económico
y social del respectivo territorio”. Algo parecido se legisló para los municipios: “Las provincias se
constituyen con municipios o territorios indígenas circunvecinos, pertenecientes a un mismo municipio”
(Artículo 321, CPC 1991).
Para facilitar la gobernabilidad en las ciudades que se han vuelto más grandes y complejas,
la Constitución permite la subdivisión en entidades más pequeñas que rescatan el espíritu
de la comunidad y establece que: “Con el fin de mejorar la prestación de los servicios y asegurar la
participación de la ciudadanía en el manejo de los asuntos públicos de carácter local, los concejos podrán
dividir sus municipios en comunas cuando se trate de áreas urbanas y en corregimientos en el caso de las
zonas rurales” (Artículo 318, CPC 1991), y con el Artículo 319 el texto constitucional concilia
los intereses de la urbe con los pequeños poblados que se podrían asfixiar con la conurbación:
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El ordenamiento territorial:
de la territorialidad a la territorialización
De otra parte, la Carta Europea de Ordenación del Territorio (expedida en 1983) define el
ordenamiento territorial como:
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La quinta aproximación parte desde la instancia cultural, sin la cual no sería posible legitimar
las decisiones políticas que pueden estar basadas en juiciosos estudios técnico profesionales,
pero que en ocasiones no consultan las percepciones, los intereses y los lazos de vecindad y
solidaridad construidos por las personas, por lo que proyectos bien intencionados pueden
resultar siendo un fracaso. Esta situación tiende a presentarse a menudo en los proyectos de
reubicación de poblaciones afectadas por desastres naturales o por cambios en los usos del
suelo urbano.
En el análisis del ordenamiento territorial, acudimos a las reflexiones que se han hecho en
torno al concepto de Territorio. Nates plantea que el territorio se puede comprender a partir
de dos categorías analíticas, una que fija su mirada desde el poder y la soberanía, y la otra desde
las representaciones culturales y las dinámicas sociales. Desde la primera perspectiva, nos dice
la antropóloga:
Desde la segunda categoría de las representaciones culturales y las dinámicas sociales se dice
que:
En la búsqueda de los rasgos que le dan cohesión a la región, resaltan dos imágenes
complementarias que continuamente afloran en las narraciones captadas por Archila & Bolívar
(2006: 474):
“[…] la región del Magdalena Medio aparece como una zona rica en
recursos naturales pero pobre en condiciones sociales, que a pesar de
su posición estratégica en el centro del país, se ve como un pedazo de
territorio históricamente desarticulado de la nación. Se trata de un doble
sentimiento de desigualdad y exclusión y ambas imágenes coinciden en la
intención de denunciar un abandono por parte de los poderes centrales” .
La mayoría de las definiciones de región conciben a ésta como una unidad territorial en donde
el factor estructurante es la homogeneidad; las diferencias ya sean de carácter ambiental o
sociocultural son a priori descartadas al considerarlas como un obstáculo para que comunidades
1
Se tomaron algunos apartes de la conferencia “Epistemología del territorio” pronunciada por Jerome Monnêt, el 28
de abril de 2008. Universidad de Caldas, Manizales.
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que poseen pequeñas o grandes diferencias puedan superarlas, negando así el carácter dinámico
de las sociedades y su capacidad de construir una visión conjunta de futuro. En cambio, María
Teresa Uribe (citada por Lurduy, 2003: 134), nos presenta la noción de región como una:
Podemos además asumir la región como una clara expresión de la concepción territorial que
supera la idea del epicentrismo regional que privilegiaba el centro urbano, asignándole al
campo el lugar de apéndice de la ciudad y proveedor de alimentos y materias primas para el
desarrollo industrial.
Si se pretende diseñar políticas públicas más eficaces en la asignación de los recursos dirigidos
a la solución de los problemas derivados de la pobreza y la inequidad, se requiere que el
territorio esté organizado de modo que responda a escalas en relación con el tamaño y las
jerarquías de poder; el establecimiento de tales escalas territoriales es un factor que garantiza
una adecuada ejecución de las funciones públicas. Por lo general, este proceso administrativo
institucional y de ordenamiento territorial se denomina regionalización.
Como en el caso actual del debate sobre la distribución de las regalías, en algunos casos trae
consigo una distribución más restrictiva o más generosa de competencias para el manejo de
los recursos fiscales.
No es fácil delimitar la región del Magdalena Medio, por cuanto está asociada a las riveras
de ocho departamentos, no corresponde a una sola unidad político-administrativa y presenta
grandes diferencias económicas, políticas y socioculturales. La región “se encuentra ubicada en
el centro de Colombia, entre las cordilleras central y oriental, entre el salto de Honda en el Tolima hasta
Río Viejo en Bolívar, a lo largo y ancho del río Magdalena, equivalente a 368 kilómetros en su curso”
(Duque, 1996 citado por Madariaga, 2006: 41). Los distintos autores revisados coinciden en
la descripción y caracterización del Magdalena Medio como una región complicada. Murillo
(1999: 42) hace referencia a ese tránsito en la percepción, vista inicialmente como una zona
selvática anegadiza e insalubre del valle central del Magdalena, que pasa a ser vista como una
sociedad conflictiva, violenta y con una cultura heterogénea. Subraya cómo la vecindad con
las sociedades regionales “consolidadas” le implicó recibir sus contradicciones y limitaciones,
especialmente las derivadas de la problemática agraria. Igualmente, es notoria la forma de
poblamiento diferenciado en el tiempo y en la procedencia tanto geográfica como social,
produciendo una estratigrafía social bastante compleja. Madariaga muestra con claridad la
concepción de la academia:
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registros estadísticos de producción y los distintos conductos que siguen los productos hacia
los mercados, y a continuación aportan información muy valiosa para entender la dinámica
económica regional:
SI bien los indicadores han mejorado, aún continúan siendo desalentadores algunos de los que
sirven para medir la calidad de vida. Con excepción de Honda, en donde el porcentaje de
personas con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) está por debajo del 20%, Mariquita y La
Dorada tienen cerca de la cuarta parte de su población con necesidades básicas insatisfechas
(23,5% y 25,07%, respectivamente) y Armero-Guayabal, con 32,63%2, tiene la tercera parte
de sus habitantes con NBI. Lo paradójico es que en el taller que se realizó con personajes de la
vida municipal, se manifestó que:
Además, mostraron su preocupación porque la subienda es cada vez menor; la pesca artesanal,
actividad que permitía vivir con dignidad, mantener la familia y educar a los hijos inclusive
en la universidad, ahora ya no es posible. Ven con mucha preocupación la construcción de la
Autopista del Sol, porque ésta pasa por Puerto Salgar, dejando a Honda y La Dorada por fuera
del trazado, con las graves consecuencias que traerá para este par de municipios caracterizados
(junto a Mariquita) por ser uno de los centros de atracción del “turismo de tierra caliente”
procedente de Bogotá.4
2
Datos tomados del NBI, calculado por el DANE en 2005.
3
Taller de conocimiento realizado en Honda en junio de 2009.
4
Talleres de conocimiento de La Dorada, Honda y Mariquita, junio de 2009.
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Finalmente, vale la pena reseñar cómo a raíz del incremento de la violencia en la región,
surgió inicialmente el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM). Su
historia se remonta a marzo de 1994, cuando un grupo de 10 personas de ECOPETROL, la
Unión Sindical Obrera de la industria del petróleo (USO), la Sociedad Económica de Amigos
del País (SEAP) y el CINEP, iniciaron el proceso de lo que se convertiría a partir de 1998 en
el Programa de Paz, como una construcción colectiva que surge de la iniciativa de los actores.
Así, el PDPMM, representa una convocatoria de hombres y mujeres que quieren llegar a ser
libres para trabajar por todos los derechos que se merecen como seres humanos, sin excluir
a habitantes, organizaciones, instituciones o empresas de la región (De Roux, 1999: 17).
Siete años más tarde, con el recrudecimiento de la violencia en lo que se ha dado en llamar
el Magdalena Centro, se gestó un programa de Desarrollo y Paz que atendiera esta región,
teniendo como nodo urbano la ciudad de La Dorada (Caldas) y que abarca la totalidad de
diecisiete municipios de cinco departamentos. Dicha región se ha denominado Magdalena
Centro como una forma de establecer una diferencia con el área de influencia del Programa de
Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMC, 2007: 6). En ese sentido, puede observarse
cómo la escalada de la violencia ha creado inclusive la necesidad de territorializar la paz.
Conclusiones
La idea de identidad regional es una creación colectiva que se basa en el patrimonio cultural
de una región y que está continuamente constituyendo una imagen de sí mismo, requisito
indispensable para interactuar con los otros. La estigmatización del Magdalena Medio, si bien la
limita e incluso la hiere, a su vez puede convertirla en un acicate para los pobladores en aras de
revertir el estigma en signo de valor.
El regionalismo es la forma que puede adoptar la resistencia social al esquema centralista que
olvida las regiones distantes del radio de acción de la capital, más aún cuando éstas revisten
un carácter conflictivo. Será exacerbado cada vez que las élites regionales vean amenazado el
privilegio que detentan o se sientan verdaderamente excluidas del disfrute de las condiciones del
mismo. La situación de violencia crónica del Magdalena Medio ha aplazado el enfrentamiento
frontal entre los sectores autonomistas e incluso separatistas con los gobiernos de las capitales
de los distintos departamentos que incluye esta región.
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El caso del Magdalena Medio es el claro ejemplo de la necesidad que tiene Colombia de
discutir públicamente y de forma incluyente la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial. Las
dinámicas territoriales han dado origen a “nuevas realidades” que desbordaron la legislación
y la división política-administrativa existentes. Las comunidades de las localidades se sienten
constreñidas y desconocidas cuando, por citar un ejemplo, deben acudir a centros de salud o en
busca de oficinas públicas de su mismo departamento distantes a tres o más horas de recorrido,
cuando a unos pocos kilómetros pueden encontrar esas mismas dependencias en las cuales se
les niega la atención por no pertenecer a esa circunscripción político-administrativa.
Si bien el ejercicio de la violencia de los diferentes actores armados ha marcado la región del
Magdalena Medio, no se puede desconocer que están surgiendo, desde los mismos actores
sociales afectados, propuestas de desarrollo y paz que tienen en consideración esas diferencias
subregionales para que el acto de resistencia social y construcción de región sea más efectivo.
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