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PRESENCIA NORTEAMERICANA EN EL ISTMO DE PANAMÁ SIGLO XIX

1. Tratado Mallarino-Bidlack de 1846


Para la década de los 40 del siglo XIX, Inglaterra poseía prósperas factorías comerciales en
Sudamérica y el Caribe y había instaurado un protectorado en la Mosquitia, En 1844 esta
potencia nombra un cónsul en la Costa Mosquitia, oficializando de ese modo su
reconocimiento de la misma como una nación independiente, aliada y protegida. Entre
1846 y 1848, Gran Bretaña estableció los parámetros de las fronteras de la nación mosquita
a lo largo de la costa atlántica de América Central, desde el Cabo de Honduras hasta el río
San Juan, en Nicaragua, haciendo renacer el antiguo Protectorado Mosquito. El objetivo
británico era apoderarse de territorios de Nicaragua y la Nueva Granada para construir un
canal interoceánico.
Por otra parte, con el ascenso de James K. Polk a la Presidencia de Estados Unidos en 1845,
se revitalizó, el deseo urgente de ese país por adquirir más territorios fundamentándose
ideológicamente en un mesiánico "Destino Manifiesto" que preconizaba su misión de llevar
la civilización a los rincones atrasados de América. Como hemos visto, de esa misión resultó
la anexión de prácticamente la mitad de territorio mexicano.
En ese contexto, Estados Unidos, aprovechando lo tenso de las relaciones entre Nueva
Granada e Inglaterra, por los deseos de esta última de apoderarse de territorios
occidentales de la república neogranadina (Bocas del Toro), concertó con esta en diciembre
de 1846 el Tratado General de Paz, Navegación y Comercio, mejor conocido como
Mallarino-Bidlack, mediante el cual,
(…) los ciudadanos, buques y mercancías de los Estados Unidos disfrutarán en los puertos
de la Nueva Granada, incluso los de la parte del territorio granadino generalmente
denominado Istmo de Panamá, desde su arranque en el extremo del sur hasta la frontera
de Costa Rica, todos las franquicias, privilegios e inmunidades, en lo relativo a comercio y
navegación, de que ahora gocen y en lo sucesivo gozaren los ciudadanos granadinos, sus
buques y mercancías; y que esta igualdad de favores se hará extensiva a los pasajeros,
correspondencia y mercancías de los Estados Unidos que transiten al través de dicho
territorio de un mar a otro. El Gobierno de la Nueva Granada garantiza al Gobierno de los
Estados Unidos que el derecho de vía o tránsito al través del Istmo de Panamá, por
cualesquiera medios de comunicación que ahora existan o en lo sucesivo puedan abrirse,
estarán franco y expedito para los ciudadanos y el Gobierno de los Estados Unidos, y para
el transporte de cualesquiera artículos, de productos, manufacturas o mercancías de lícito
comercio, pertenecientes a los ciudadanos de los Estados Unidos que pasen en cualquiera
dirección de un mar al otro (…) (y) no estarán sujetos a otros derechos, peajes o impuestos
de cualquiera clase, sino aquellos a que estuvieren sujetos los ciudadanos naturales, Para
seguridad del goce tranquilo y constante de estas ventajas, y en especial compensación de
ellas y de los favores adquiridos (…) los Estados Unidos garantizan positiva y eficazmente a
la Nueva Granada, por la presente estipulación, la perfecta neutralidad del ya mencionado
Istmo, con la mira de que en ningún tiempo, existiendo este Tratado, sea interrumpida ni
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embarazado el libre tránsito de uno a otro mar; y por consiguiente, garantizan de la misma
manera los derechos de soberanía y propiedad que la Nueva Granada tiene y posee sobre
dicho territorio. (Los Tratados entre Panamá y Estados Unidos, (Los Tratados entre Panamá
y Estados Unidos, p. 22)
En ese sentido, como nos dice Araúz (1994, p. 35), de esta forma, la Nueva Granada disipaba
sus temores ante la peligrosa expansión británica en el Occidente de su territorio; en tanto
que la creciente nación del Norte obtenía, casi sin proponérselo, importantes prerrogativas
en un punto estratégico del Continente americano del que no tardaron en sacar el máximo
provecho.
No obstante, este convenio, aparte de que abrió de par en par las puertas al
intervencionismo estadounidense en los asuntos internos neogranadinos; fue interpretado
a su libre albedrío por cada una de las partes contratantes, ya que cuando Nueva Granada
buscó que los norteamericanos salvaguardaran su soberanía en Panamá ante un
movimiento revolucionario, si aquellos consideraban que el tránsito no estaba en peligro,
no se molestaban en intervenir; mientras que lo hacían a su libre arbitrio cuando estimaban
unilateralmente que la neutralidad del Istmo y el paso libre de sus ciudadanos corrían algún
tipo de obstáculo.

2. Tratado Clayton-Bulwer de 1850


Posteriormente, Gran Bretaña y los Estados Unidos, entendiendo estar en igualdad en
cuanto a su rol como potencias en el área, buscaron establecer un equilibrio a fin de evitar
la confrontación directa. Fue así como, en el 19 de abril de 1850, celebraron el Tratado
Clayton-Bulwer. En esencia permaneció, durante poco más de 50 años, como una especie
de entendimiento destinado a mantener el statu quo. Por un lado, se le ponía freno al
"Destino Manifiesto" atentando contra la Doctrina Monroe, pero al mismo tiempo se
detenía el avance inglés que iba en detrimento de las naciones centroamericanas y
especialmente de la Nueva Granada (Araúz, 1994, p. 35),
En este acuerdo se establece que, Los Gobiernos de los Estados Unidos y la Gran Bretaña
declaran por el presente que ni el uno ni el otro obtendrá ni sostendrá jamás para sí mismo
ningún predominio exclusivo sobre dicho Canal, y convienen en que ni el uno ni el otro
construirá ni mantendrá jamás fortificaciones que lo dominen, o que estén en sus
inmediaciones, ni tampoco ocupará ni fortificará, ni colonizará a Nicaragua, Costa Rica, o la
Costa de Mosquitos, ni asumirá ni ejercerá ningún dominio sobre esos países, ni sobre
ninguna otra parte de la América Central(…) (Los Tratados entre Panamá y Estados Unidos,
p.p. 29-30)

Asimismo, ambas partes se comprometieron a proteger de principio a fin a los obreros,


materiales y propiedades de la ulterior construcción de un canal interoceánico y a garantizar
su neutralidad, para que se mantenga permanentemente libre y abierto.
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3. Tratado Hay-Pauncefote de 1901

Luego de un período de aparente conformismo con el tratado Clayton-Bulwer, Estados


Unidos no podía olvidar su deseo por ejercer cierta supremacía moral sobre las demás
naciones del Nuevo Mundo. La construcción del canal, sin que se obtuviera su control
político, ofrecería grandes ventajas económicas a los norteamericanos.
Cuando en 1888 las finanzas de la Compañía Francesa del Canal se derrumbaron. Los
capitalistas de los Estados Unidos vieron la oportunidad para iniciar una nueva empresa y
una vez más trajeron el asunto a la consideración de su gobierno.
Durante las elecciones presidenciales de 1896 el Partido Republicano incluyó en su
programa una resolución al efecto de que el canal debía ser “construido, explotado y de
propiedad de los Estados Unidos”.
Posteriormente, La guerra con España demostró, la urgente necesidad de los Estados
Unidos de contar con medios rápidos de comunicación entre el Atlántico y el Pacífico.
Razones de orden estratégico, político y económico forzaron el problema, no tanto como
una conveniencia sino, en opinión de los estadistas de los Estados Unidos, como un
verdadero imperativo.
Finalmente, pese a la reticencia británica y luego de ciertos escarceos diplomáticos, el 18
de noviembre de 1901, las dos partes firmaron el convenio generalmente conocido como
el Tratado Hay-Pauncefote. Como quiera que este Tratado reemplaza al Clayton-Bulwer y
expresamente dispone la construcción del canal “bajo el patrocinio del gobierno de los
Estados Unidos”, puede colegirse que en adelante la política de un canal sujeto al control
de este país fue generalmente aceptada. Si bien es cierto que este tratado no le significó a
Estados Unidos todo lo que demandaba, sí eliminó los impedimentos que mantenían a su
administración gubernamental inactiva en cuanto a la edificación y control de una vía
interoceánica. Por su parte, Inglaterra aceptó rubricar este pacto derogando el Clayton-
Bulwer, debido a que su preminencia en la zona se había debilitado, además de poder
enfocar sus recursos en otras áreas de su vasto imperio colonial.

Según dicho acuerdo, los Estados Unidos de América y el Reino Unido (…) deseando facilitar
la construcción de un canal para buques que una los océanos Atlántico y Pacífico por la vía
que considere más conveniente, y a ese fin remover cualquier obstáculo que pudiera surgir
del Convenio de 19 de Abril de 1850 (…) bajo los auspicios del Gobierno de los Estados
Unidos, sin menoscabo del “principio general” de neutralización establecido en el artículo
89 de aquel Convenio, han convenido en los siguientes
artículos:
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Artículo I
Las Altas Partes contratantes convienen en que el presente Tratado abrogue el mencionado
Convenio de 19 de abril de 1850.
Artículo II
Se conviene en que el Canal puede ser construido bajo los auspicios del Gobierno de los
Estados Unidos, ya directamente y a sus propias expensas o por donación o empréstito de
dinero a individuos o corporaciones o por suscripción o compra de bonos o acciones, y en
que con arreglo a las prescripciones del presente Tratado, dicho Gobierno tendrá y
disfrutará todos los derechos incidentales a dicha construcción, así como el derecho
exclusivo de proveer a la reglamentación y administración del Canal.
Artículo III
Los Estados Unidos adoptan como base para la neutralización de dicho Canal las siguientes
reglas (…)
I El Canal será libre y abierto a la navegación por buques mercantes y de guerra de todas las
naciones que observen estas reglas, en condiciones de entera igualdad,
II Jamás será bloqueado el Canal, ni dentro de él se ejercerá ningún acto de guerra ni se
cometerá ningún acto de hostilidad. (Los Tratados entre Panamá y Estados Unidos, p.p. 71-
73)

Referencias Bibliográficas

• Araúz, C. (1994). Panamá y sus Relaciones Internacionales. Panamá: Editorial Universitaria


Carlos Manuel Gasteazoro.
• Colección Biblioteca de la Nacionalidad (1999). Los Tratados entre Panamá y los Estados Unidos.
Panamá: Autoridad del Canal.

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