EL MoN UNA bREVE hIStoRIA DE LA hERALDIC
EL MoN UNA bREVE hIStoRIA DE LA hERALDIC
EL MoN UNA bREVE hIStoRIA DE LA hERALDIC
195-218
Resumen: Salvo por especialistas como el Dr. Stephen Turnbull, profesor en Leeds, o recientes estudios
nacionales llevados a cabo por Marcos Sala Ivars, el conocimiento sobre el Mon está profundamente
descuidado en la cultura occidental. El presente artículo pretende ser un punto de partida para comprender
el proceso histórico de este emblema japonés, sin olvidar, además, su evolución y permanencias en una
sociedad tan compleja como es la japonesa.
Palabras clave: distinción social, necesidad militar, simpleza esquemática, símbolo independiente,
permanencia.
Abstract: Except for Dr. Stephen Turnbull, professor in Leeds, and recent national studies carried out
by Marcos Sala Ivars, the knowledge on the mon is deeply careless in the western culture. his article
pretends to be a beginning to comprise the historical process of this japanese emblem. Also a study will be
done on the evolution and permanence of the mon in a society as complex as the Japanese one is.
Key words: social distinction, military need, schematic simplicity, independent symbol, permanence.
195
196 | Historia y Genealogía Nº3 (2013)
ISSN 2173-6030 | Historia y Genealogía Nº3 (2013) | Págs. 195-218
1. Introducción
Aunque la cita del rōnin Miyamoto Musashi sea más compleja de lo que pueda explicarse aquí,
sirve, al menos, para empezar a comprender un concepto clave; sencillamente, pocas civilizaciones
históricas han sentido tanta inclinación natural hacía los usos bélicos como la japonesa. Si consideramos
el paréntesis que supuso el periodo Nara (710-794) y gran parte del Heian (desde 794 hasta la rebelión de
Hōgen en 1156) el archipiélago nipón han sido escenario de las más enconadas luchas por el poder, algunas
entre partidarios de distintos emperadores, otras con el in de someter levantamientos de tipo agrarista o
religioso, todas ellas fundamentadas en la vanidad naciente del corazón de muchos guerreros, sobre todo
cuando éstos especulaban hasta dónde les podría proyectar su avidez de territorios y títulos.
Entendiendo pues que el origen del sistema heráldico europeo proviene de la más primitiva
distinción en batalla, es de suponer que los japoneses, tan experimentados en esto, también disfrutaran de
algún sistema de diferenciación. En 1880 el gobierno de Meiji publicó un registro donde se especiicaba
que existían en Japón tres mil cuarenta mon2 pertenecientes a unos quinientos clanes familiares3. Este dato
bien podría desorientar al estudioso occidental, pues lo normal en Europa es que cada grupo disfrutase
de un blasón propio, estrictamente familiar, heredado de generación en generación. En este sentido ya ha
quedado bien claro que cada clan japonés podría tener más de un mon.
Pero no sólo aquí disienten tales sistemas identiicativos; alrededor de la mitad de estos kamon
asumían diseños vegetales, un cuarto se basaba en sencillos objetos cotidianos, siendo el resto de motivos
geométricos. Tan sólo una nimia parte de estos símbolos de familia estaban inspirados en pájaros u otros
197
EL MON. UNA BREVE HISTORIA DE LA HERÁLDICA JAPONESA
animales, y es destacable que ninguno tuviera diseños de peces4. Esto contrasta enérgicamente con la
heráldica occidental, donde ejemplos de bestias mitológicas como los grifos eran muy populares.
Ya manejamos dos matices diferenciales: los blasones nobiliarios en Japón no guardaban parecido
alguno respecto a los europeos, siendo más bien emblemas extractados y sencillos, que lo mismo podían
representar una cruz que la lor de la glicinia, el crisantemo de dieciséis pétalos, o una esvástica. De esta
forma, con composiciones tan esquemáticas, es fácil suponer que palabras tales como partido de azur y
gules al chevrón de oro fuesen inconcebibles para una cultura minimalista, condicionada por la estética zen
y, salvo por los diseños de las armaduras, siempre tendente al poco recargamiento.
La tercera gran distinción podría ser la más diferencial de todas; en contraste con las armas
occidentales, donde diversas reglas constriñen un sistema hasta cierto punto cerrado, el mon japonés no
obedece a ningún tipo de ley característica, sino más bien a un método tradicional de perpetuación que
puede ser revisado o abolido con poca diicultad.
¿Es lícito entonces comparar el mon y el blasón europeo asumiendo sus características desiguales?
Después de todo, si el budismo y el cristianismo son entendidos como religiones, o una ropera y una
katana son llamadas espadas, es de justicia reconocer que estamos analizando una heráldica japonesa, pues
las diferencias que se puedan hallar comparándola con la occidental nunca serán más amplias que en
aquellos casos. Todo, simplemente, se limita al uso, a cumplir una función vital, ya sea espiritual, bélica,
o como es el caso, de identiicación grupal.
Si bien indefectiblemente el mon responde a unas necesidades militares, es cierto que podemos
encontrar casos de señas de identidad distintivas en etapas anteriores al conlicto Gempei (1180-1185)
y los tres shogunatos. Ya en el periodo de Heian-kyo la cúpula administrativa y cultural se enseñoreaba
adoptando comportamientos y costumbres privativos de su casta. En esta época aún no se guerreaba,
pero en una sociedad donde el color de la vestimenta o el número de pliegues en un abanico podían
constituir elementos de distinción, es de suponer que el poder del símbolo fuera mucho más allá de la mera
suntuosidad. El rasgo diferencial cumplía la función de deinir el currículum del individuo, situándolo en uno
de los múltiples estratos sociales, capacitándole para lo que puede o no hacer, quizá también obligándole
a doblegarse ante tal o cual personaje. En el Genji Monogatari, Yugiri, hijo del protagonista, se lamentaba
constantemente por llevar un kimono verde,
típico del sexto grado de la nobleza cortesana. En
otro capítulo Lady Rokujo fue humillada cuando
la colocaron en el último lugar de honor para ver
la procesión de Genji, entre otras cuestiones, por
ser una viuda venida a menos, haber perdido los
favores del príncipe resplandeciente5, y lucir un
carro algo deteriorado6.
Precisamente el hecho de poseer uno
de estos carruajes tirados por bueyes signiicaba
pertenecer a una élite, por lo cual no es extraño que
los primeros proto-mon aparecieran adornando
las carcasas de dichas carrozas en los periodos Carroza del periodo Heian con el diseño de las nueve estrellas.
4 En la cultura japonesa el pez implica inteligencia, mesura y precaución, valores muy arraigados en el bushido. Por ello mismo
extraña que no haya muestras de este animal en los mon.
5 Así llamó Ivan Morris al príncipe Genji en El Mundo del príncipe resplandeciente, un magníico repaso tanto a la obra de
Murasaki Shikibu como al periodo en que se desarrollaba.
6 MURASAKI, S., Genji Monogatari, Barcelona, 2006, p. 223.
7 Disco del Sol naciente. Su igura se puede observar en la actual bandera japonesa.
8 Crisantemo de dieciséis pétalos, símbolo del Mikado.
9 TURNBULL, S., Samurai…, op. cit., p. 6.
10 Territorios en un principio comunales que más tarde pasarían a ser explotados por la nobleza de grado y las clases militares.
Fueron el precedente de los daimiatos.
“… las aguas del estrecho de Kanmon bajaron rojas, tanto por la sangre de los guerreros Taira,
como por el tinte de sus banderas…”.
El Heike Monogatari se halla repleto de referencias a los colores de estas dos familias. En el libro
séptimo de la epopeya japonesa se relata cómo el superintendente del santuario de Kumano, Tanzo,
dudaba si apoyar al clan Heike o al Genji:
“… con la esperanza de recibir una señal del Dios Imagumano, (Tanzo) hizo ofrendas y sacriicios,
recitó plegarias e hizo recitar músicas sacras en el santuario de Tanabe. El oráculo le dijo: únete a
los estandartes blancos…”14.
De cualquier forma la negación taxativa de los símbolos sería tanto o más peligrosa que airmar
jubilosamente su existencia. Recogida también en el Heike Monogatari, la segunda batalla de Uji (1184)
desarrolla un enfrentamiento entre dos primos Genji, Minamoto Yoshinaka y Minamoto Yoshitsune. Si
hacemos caso a la teoría inexistencial, dicho enfrentamiento hubiera sido un auténtico caos derivado de la
similitud entre los uniformes y colores familiares. Pero antes de seguir extrayendo conclusiones, leamos el
siguiente fragmento:
“… cuando vio cómo se acercaban al palacio cinco o seis soldados que cabalgaban a trote con los blancos
pendones izados y dejando tras de sí una estela de espeso polvo negro (Naritada) se puso a temblar.
Llevaban los yelmos colgados sobre la espalda, como si acabaran de salir de una feroz batalla, y las
mangas del brazo izquierdo, que sujetaba el arco, ondeaban al viento. Naritada, asustado, exclamó:
-¡ay, que otra vez viene Kiso! ¿Qué podemos hacer?
-¡esta vez sí que ha llegado el inal para nosotros!- se lamentaban el emperador/monje y sus sirvientes.
Pero nuevamente les llegó el aviso de Naritada:
-¡No, no! Los soldados que se acercan llevan insignias diferentes en sus yelmos. ¡Son guerreros del este los
que hoy están llegando a la capital!”.
15 Telones que delimitaban un área donde los militares urdían sus tácticas de batalla. Como los shogunatos son dictaduras
militares, se les llamó Bakufu, o gobierno detrás de la cortina, en clara alusión a estas telas.
16 Especie de validos, primeros ministros. El clan Hojo fue a los Minamoto lo que los Fujiwara para la casa imperial unos
siglos antes.
17 Según la leyenda, Benten, divinidad japonesa que en algunas representaciones aparece con cola de dragón, se habría
aparecido a Hojo Tokimasa. De ahí las escamas en el blasón familiar.
Para el estudio de los mon aquí surge una fuente importante: el moko shurai ekotoba -pergamino de las
invasión mongol- fue sin duda esencial para estudiar la apariencia de los ejércitos samurai del periodo. El
mecenas de tal obra fue Takezaki Suenaga, quizá con motivo de hacer valer su participación en la guerra
de 1274. El rollo delata el mayor protagonismo del hata jirushi, así como la existencia de asistentes que
portaban las insignias de los samuráis de renombre. Otra novedad es que, a diferencia del periodo anterior,
los pendones descritos por el pergamino carecen de colores familiares. Aquí cristaliza otra de las grandes
particularidades del mon japonés: el color de la insignia no importa en lo absoluto, al menos durante las
próximas centurias. Sobre fondo negro aparece el dibujo del kamon en blanco, pero bien pudiera hacerlo
en blanco sobre rojo y no importaría nada. Lo verdaderamente
relevante era el símbolo familiar, no sus coloraciones18.
Finalmente, y pese a que nos hallamos ante el periodo
de plena consolidación del mon, los casos de insignias turbias
aún se daban con frecuencia. Un ejemplo claro podría ser el
caso de la familia Chiba. En el Taihieki19 se justiica el mon de
siete estrellas de los Chiba por referirse a una constelación afín a
Miomi Bosatsu, deidad que supuestamente ayudó a esta familia
en una emboscada sucedida en 931. El hecho de diseñar mon en
base a hazañas de los antepasados nos lleva a plantear si muchas
de estas situaciones fueron reales o no. Hasta cierto punto este
fenómeno sería parecido al de algunas familias europeas de
origen alto medieval, ¿son las gestas fundacionales de un linaje
verdaderas, o más bien sirven para “justiicar” la nobleza de la
Kikushui, emblema de Kusunoki
familia? Con la cantidad de kamon existentes, de todo habría.
Masashige.
“Nací en una familia guerrera que reverencia la eigie de sus antepasados. Mi fuerza y determinación
son tales que podría cortar a un iero tigre en pedazos; estudié la técnica del arco y aprendí a
desempeñar el arte de la guerra. Estoy supeditado a dios cuando lucho en combate singular en
batalla. A la edad de 31 años, a pesar de tener iebre, me fui a Oyama y luché contra mi enemigo
obedeciendo a mi rectitud y no cayendo en la inmoralidad. Mi nombre será alabado por todo
18 Si bien es cierto que algunos mon como el kikugo siempre suelen presentarse del mismo color, en este caso el amarillo. Por
la consabida asociación de colores, otras excepciones son los emblemas de los Heike y los Genji.
19 Crónica de las guerras Namboku-chō del siglo XIV.
20 Samurai signiica literalmente “el que sirve”.
el mundo y legaré a mis descendientes una lor gloriosa. Los enemigos se quitarán su armadura
y se humillarán ante mí como vasallos. Soy el maestro de la espada, honrado por Hachiman
Daibosatsu. Sinceramente, Asuke Jiro de la provincia de Mikawa…”.
El texto de Jiro es hasta cierto punto un ejemplo tramposo, ya que estas leyendas solían ser desde
luego menos extensas. Cortas o largas, todas perseguían la impresión del rival por medio de las glorias
personales y familiares. De alguna forma estos combates entre guerreros destacados no sólo enfrentaban a
dos bushis, sino que también representaban el choque entre dos clanes de, probablemente, una tradición
centenaria. Por otra parte, la evocación que se hace en el texto a Hachiman, el dios de la guerra, era
también común en los Ashikaga, descendientes a su vez de la línea Seiwa Genji, un requisito indispensable
para ser shogun21.
El singular diseño heráldico de esta familia fue el llamado mon kiri, una estilizada versión de la
paulonia que con el tiempo llegaría a ser reconocida como el segundo emblema imperial tras el kikugo.
Este mon kiri fue concedido a Ashikaga Takauji por los servicios que éste le prestó al emperador Kōmyō
durante el conlicto Namboku-chō. Con el paso del tiempo y la caída
del segundo shogunato, el kiri fue utilizado por otros linajes para
enseñorearse, pues era el único modo de usar un mon relacionado
con el emperador sin entrar en confrontación directa con la Corte.
Antes de que ello ocurriera, Yoshiaki, el último y debilitado shogun
de su dinastía, escribió una misiva donde suplicaba a Oda Nobunaga
que adoptase su blasón, quizá para preservarlo de clanes enemigos.
En la carta, fechada en 25 de Octubre de 1568, se dirigía al daimyo
de Owari como mi padre el señor Oda22. Es probable que el primer
gran uniicador nacional no accediera a la petición por tratarse de un
diseño diferente al del mon kiri. Si bien no sabemos el porqué de este
cambio, se demuestra que la pertenencia a una dinastía no implicaba
la obligación de lucir una insignia en concreto, por muy distinguida Kamon usado por los Ashikaga.
que ésta fuere23. Décadas más tarde sería asimilado
por el clan Toyotomi.
4. La masiicación del fenómeno y los soportes del mon
Convertido el shogun en una marioneta con meramente valor simbólico, llegó la hora de los
señores feudales. La mayoría de estos daimyos eran samuráis de linaje, pero la inestabilidad militar
inherente al periodo hacía que su posición pudiera tambalearse fácilmente. Esto no era nada extraño; el
samurái de Muromachi fue objeto de una selección natural, que desechaba a los más débiles o a quien no
supiera asimilar las nuevas formas de guerrear. Entre ellas podríamos destacar, primero, el uso de las armas
de fuego26 y, segundo, el protagonismo alcanzado por la infantería en detrimento de las unidades a caballo.
Estos nuevos guerreros de a pie eran llamados ashigaru27, y a pesar de que no fueron soldados regulares, su
altísimo número los convertía en una fuerza muy aprovechable para quien los supiera guiar. Normalmente
entre su equipo se podía hallar un wakizashi y una lanza larga o yari, parecida a la pica occidental. Este
arma, además de ser muy efectiva, era generalmente menos costosa28 y fácil de conseguir que la naginata29.
El bajo precio que al mercenario le suponía su equipo consecuentemente haría abaratar su contratación,
lo cual signiicaba que un daimyo podría multiplicar el tamaño de su ejército en pocos días. Algo, desde
luego, insólito hasta la fecha. Conforme el tiempo transcurrió, algunos daimyo -los que podían hacerlo- se
dieron cuenta de que a esta improvisada infantería se le debería otorgar la misma continuidad de empleo
que a los soldados regulares. El resultado fue un incremento del número de guerreros que combatían para
un daimyo poderoso, por lo que la identiicación heráldica llegaría a ser incluso más trascendental que
tiempo atrás. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, los ashigaru, ahora regulares, pasaron a estar
organizados en unidades especíicamente clasiicadas y controladas por la heráldica. Así pues, el mon
evolucionó en su uso al igual que el sistema bélico, pasando de ser un mero signo de identiicación familiar
a un método de organización militar.
Dicha organización se consiguió por medio del uso sincronizado de elementos visuales e
instrumentos sonoros. Con este sistema se podía mandar e identiicar subunidades, por lo que no es
descabellado airmar que los samuráis debían leer las banderas de sus tropas para conseguir el éxito en
batalla. Fue tal la importancia de la heráldica que muchos soldados fueron contratados, exclusivamente,
para ser portaestandartes y ayudar a la disposición de las tropas. Estos militares podían llegar a representar
del cinco al ocho por ciento de la totalidad en un ejército samurai30. De entre todos ellos destacaba la
igura del Hata Bugyo, o guía de bandera, cuya tarea fue la de asegurarse que todos los estandartes y signos
de identiicación estuvieran dispuestos de acuerdo a las premisas pertinentes. Así de crucial fue la correcta
organización de un áscar japonés.
1) Los nobori:
Literalmente, banderas estrechas y altas. El nobori consistía en un mástil estrecho de unos cinco
metros que se juntaba con otro de unos sesenta centímetros en la punta. Entre ambos formaban un
26 Introducidas por los portugueses a partir de 1543, las armas de fuego fueron las culpables de que la guerra desembocase
más rápidamente en su in.
27 Literalmente signiica “los de los pies ligeros”.
28 Esto sería aplicable a muchas tipologías de yari, pero el coste inal dependería del acabado de la hoja y del forjador. Por
ejemplo, una Futamata Yari, lanza con ornamentos y piezas de metal, sería más cara que una naginata corriente
29 Arma de asta acabada en un alfanje. Cuando el yari se popularizó la naginata pasó a ser utilizada casi exclusivamente por los
sohei, o monjes guerreros. Hasta cierto punto recuerda a la alabarda europea.
30 TURNBULL, S., Samurai…, op. cit., p. 21.
ángulo de noventa grados y creaban el espacio para el pendón, cuyo uso respondía
a diferenciar subdivisiones de ejército. El telón podía enrollarse cuando el clima lo
requería.
2) Los sashimono:
Básicamente consistían en una pequeña bandera similar a los nobori
-aunque más pequeña- sujetada rígidamente por nudos a dos palos. Los sashimono
reemplazaron en gran medida al hata jirushi, pues su mayor supericie facilitaba el
visionado del mon en el campo de batalla. Eran encajados en un hueco de madera
lacada atado a la espalda de los guerreros, algo que sin duda debía diicultar su
desempeño en el combate. A cambio, el guerrero llevaría el mon y color emblemático
de su daimyo, pues la tonalidad de la tela volvía a recobrar
cierto valor luego de trescientos años. Por ejemplo, en el caso
de la familia Li de Hikone, el color rojo de fondo era una
característica incluso más importante que el propio símbolo
familiar. No debemos olvidar los numerosos ejemplos de
sashimono tridimensionales como penachos de plumas,
jícaros de madera, abanicos de oro, etcétera. Tusji Hikobei
usó como sashimono una Ema con inscripción incluida escrita
por Takeda Shingen, señor del cual Hikobei era banderizo. La
Nobori con inscripción venía a decir: aquel que lucha con destreza nunca
Hinomaru. morirá.
Solamente los samuráis de muy alto rango como Tsuji
podían ser reconocidos por un diseño personal de sashimono.
del periodo. Kato Kiyomasa, devoto seguidor de la secta budista Nichiren, usaba un hata jirushi con la
inscripción: namu mi ojo renge kio, que vendría a decir: aclamando al espíritu de la ley divina. Tsugaru
Tamenogu, uno de los señores del norte de Honshu, luchó bajo un gigantesco Shakujo, sonajero de metal
formado de placas y llevado por los eremitas Yamabushi para asustar a los animales salvajes cuando iban
de peregrinaje. Los Omura de Nagasaki usaban una campana dorada gigantesca, mientras que Ankokuji
Ekei, monje budista, lucía un gran farol dorado.
Todas estas variedades de uma jirushi eran muy pesadas y, por consiguiente, difíciles de manejar;
varios tapices conservados nos muestran a los portadores de estandartes con el uma jirushi de su maestro
acoplado a sus espaldas. Sobre todo esto se observaba en los portadores sashimono, que sujetarían el mástil
usando dos cuerdas largas. El fukinuki, un tipo de banderín gigante parecido al usado en varias iestas
tradicionales con forma de carpa, era incluso más difícil de manejar, puesto que el viento lo arrastraba.
4) El Horo:
Especie de capa superpuesta sobre un armazón de
junco. El telón se llenaba de aire cuando el jinete cabalgaba y
entonces aumentaba considerablemente de tamaño. Mediante
los horo se podía identiicar a guerreros destacados que
actuaban de guardaespaldas o mensajeros. Oda Nobunaga,
por ejemplo, disponía de dos unidades de élite que portaban
horos negros y escarlata, mientras que los guardaespaldas de
Toyotomi Hideyoshi los llevaban de color dorado.
Los guerreros Tsukai Ban31 actuaban como asistentes
en el campo de batalla y por ello debían ser de fácil
identiicación. Precisamente por ello llevaban horos. Por
nombrar algunos casos singulares, los mensajeros de Takeda
Shingen, en vez de llevar horo, lucían un sashimono con un
ciempiés estampado. El Tsukai de Ieyasu también llevaba otro
sashimono con el carácter Go, que signiica número cinco,
cifra mística asociada con el dios Fudo.
1) El kabuto:
Allá por 1592, cuando Yi Sun Sin derrotó a la lota japonesa en Sacheon, el ejército coreano halló
entre los barcos enemigos una extensísima colección de cascos samurai. El almirante Yi caliicó estas piezas
como obras de arte32.
La tendencia hacia la uniformidad en los soldados rasos dentro del ejército samurai supuso que
los mandos adoptaran métodos para destacar entre la masa. Una de las prácticas más populares para
conseguir esto fue mostrar un diseño exclusivo de kabuto, propio y singular, quizá incluyendo cuernos de
3) El Tessen y el Dansen:
Muchos estudiosos lo desconocen, pero el Tessen y el Dansen, o abanicos de guerra, se erigen
entre los soportes más representativos del mon. Estos objetos, normalmente de metal, servían tanto como
elementos defensivos como para mandar tropas. Su uso en el combate cuerpo a cuerpo derivaba del
conocimiento del tessenjutsu, un arte marcial que sobre todo se utilizaba para desviar golpes o proyectiles,
aunque también se podía usar para cortar o golpear. Respecto a su faceta de señalización, los abanicos34
se movían horizontal y verticalmente, abriéndose en ocasiones por completo y en otras no tanto. Estas
órdenes eran el inicio de una oleada de señales que recorrían el campo de batalla haciendo sonar conchas
o tambores, levantando o girando estandartes, todo ello para que el ejército avanzara, atacara o replegara
de forma sincronizada.
Es muy interesante el simbolismo implícito en estos abanicos, puesto que un utensilio con el kamon del
clan, con la carga moral que ello implica, es la fuente primordial de todo movimiento en un campo de
batalla. El general ejecuta, la familia lo manda.
4) El kamon en el nihonto35:
La inclusión del mon en las diferentes partes del armamento
japonés, especialmente en tsubas -guardamanos- sayas -vainas- menuki
-piezas decorativas en las empuñaduras- y otras partes tales como fuchi,
tsuka o kashira, está ligada a la propia historia de la katana, pero como
venimos observando la casuística se dispara a partir de Muromachi
y Momoyama. Nosotros incidiremos en el caso de las tsubas por ser
soportes desconocidos para algunos estudiosos de la heráldica japonesa,
además de piezas con un elevado valor artístico en sí mismas.
Afamados maestros artesanos como Koike Yoshiro Naomasa,
fundador del estilo de tsuba Yoshiro-Shiki Shinchu Zogan, proyectaron
el uso del mon en esta pieza del nihonto. La pericia de Naomasa se Tsuba con Ageha Chô.
extendió tan rápido que el mismo Toyotomi Hideyoshi le concedió el
título de Tenkaichi, o mejor del mundo. La mayoría de las tsuba de Yoshihiro son del tipo Maru Mimi,
aunque también utiliza otros formatos aparte del circular. Estas tsuba se caracterizaban por poseer Kinsabe
o motivos decorativos en oro, en nuestro caso, los mon. Los shiroganeshi36, potenciaban el visionado de
estos motivos dorados mediante el método denominado shakudo, que lograba una supericie circundante
con un lustroso color negro. Otras tsubas son en sí mismas un mon metálico con aperturas para introducir
la hoja. Un ejemplo es el Ageha Chô de la foto, o mariposa de alas plegadas que ya vimos al comienzo
del artículo asociada con los Heike. Sin embargo, ya en el siglo XVI se había convertido en un elemento
decorativo -como el Hinomaru- del que disponían varias familias. Esto no era nada extraño; el motivo
de la mariposa era muy habitual en el mundo samurai. De hecho, la forma correcta en que se coloca la
hakama al sentarse en posición seiza37 se consigue inspirándose en estas alas de mariposa.
35 Literalmente espada japonesa. Nihonto es el término especíico con el que se designa un sable japonés. Así To es una de las
posibles formas de decir katana, a la que también se aplican términos como Tachi y Ken casi indistintamente. Y decimos “casi”
porque cada término guarda una descripción asociada de manera especíica. Katana: modelo uchigatana de sable, portada con el
ilo hacia arriba; ken: espada más antigua, de doble ilo e inluencia china; tachi: sable anterior a la katana, con mayor longitud
y curvatura (sori), y que se porta con el ilo hacia abajo.
36 Herreros especializados en trabajar metales nobles y blandos para decorar sus piezas.
37 Sentado sobre los talones.
5. Simbología religiosa
5.1.Religiones japonesas
Resultaría sorprendente que la cultura religiosa más compleja del mundo careciera de simbología
mística en sus representaciones de mon. Y desde luego que no fue tal el caso; iconos budistas o shinto,
invocaciones a personalidades taoístas, e incluso simbología cristiana fueron recurrentemente usados
por los guerreros en su vida cotidiana. Por ejemplo, los miembros del clan Sakakibara usaban el Horin
-rueda de la ley budista- mientras que los Hachizuka y los Tsugaru adoptaron
el ancestral emblema de la esvástica. El diseño del Tomoe -igura compuesta por
comas- forma tradicional y esquemática de representar las joyas
sagradas de los emperadores, también aparece en varios mon como
el de Kobayakawa Takakaje, un triple Tomoe con la forma del Yin
Yang. La familia Torii usaba un Torii como símbolo heráldico, por
lo cual la onomástica de un clan podía inluir en la imaginería del
kamon, aunque fuesen pocos los casos, al igual que sucede con las
armas parlantes europeas. El caso de Tachibana Munesige, cuyo
mon era un Mamori -amuleto de sepulcro- merece también ser
nombrado. Del otro lado es destacable el protagonismo alcanzado
por las plegarias a Hachiman aparecidas en los pendones del
periodo Muromachi, aunque ya pudimos observarlas en las guerras
Gempei de cuatro siglos antes. De esta forma varios fueron los
daimyo que usaron conceptos budistas y shinto como motivos de
su uma jirushi; Jubei Kakashi, Takeda Shingen, o Uesugi Kenshin,
Mon de la familia
fueron ordenados monjes budistas durante sus
Torii, el símbolo
Mon de carreras militares, algo muy comprobable en sus shinto más
Kobayakaw despliegues heráldicos. Tokugawa Ieyasu portaba reconocible
a Takakaje. orgulloso un hata jirushi con el emblema: renuncia (OnUma Jirushi).
38 En ocasiones se pueden ver en el inal de la vaina o saya, llamándose entonces saya kashira.
39 Especialmente en monturas de tipo tachi, recibiendo el nombre de kabuto kashira por su forma tipo kabuto.
a este obsceno mundo y acércate a la tierra pura, una alusión a la secta budista Jodo a la que el primero de
los Tokugawa perteneció. Maeda Toshiie, por su parte, solía mostrar una bandera con el dibujo de Shoki,
el dios taoísta matador de demonios.
40 Para saber más, TURNBULL, S., Japanese Warrior Monks AD 949-1603, Oxford. 2003.
nombrar a Ōtomo Sōrin, señor de Bungo, quien introdujo una cruz debajo de su kamon familiar, o Kato
Yoshiaki, que adoptó directamente el símbolo de Cristo como emblema identiicativo. Es muy singular el
memorial de un jesuita portugués que describe la vestimenta de “Don Batolomé”, nombre cristianizado
del daimyo de Ōmura, cuando luchó en batalla contra Matsuura de Hirado:
“Él -Don Bartolomé- entró en batalla con un vestido donde llevaba en el pecho izquierdo una
cruz, y en el derecho una corona de espinas con los clavos, y a las espaldas otra cruz, y llevaba por
vandera una cruz, que le fue dada por el padre Cosme de Torres”41.
De forma similar, el ejército parcialmente cristiano de Shimabara hizo uso de estos emblemas
religiosos. Por otro lado, durante el sitio al castillo de Osaka en 1615 es conocido que hubo muchos
cristianos en la guarnición de Hideyori. Las banderas de estos samuráis pendían de las almenaras del
castillo, según sostiene Turnbull, para irritar la moral de un Ieyasu Tokugawa muy
contrario a la doctrina de Jesu (Jesús).
No obstante a lo anterior, es importante dejar claro que muchos de estos
diseños con forma de cruz no respondían a un signiicado cristiano, pues derivaban
del carácter chino Shi (十), que signiicaba diez. Dicha cifra simboliza para la cultura
oriental lo perfecto, lo entero, en suma un fetiche de buena suerte para una coyuntura
peligrosa como es una batalla. Los Shimazu de
Satsuma, a pesar de ser de Kuyshu, constituyen el más
claro ejemplo de esta casuística.
Pero la cuestión no acaba aquí. Algunos expertos
van más allá y sostienen que la genuina cruz japonesa
aparecería con dos maderos del mismo tamaño,
mientras que la cristiana tendría el vertical más largo.
Sin entrar a valorar si la teoría anterior es verdadera
o falsa -en todo caso sería discutible- pensamos que,
en fechas tan tempranas, la iconografía europea no Carácter chino
Ángeles adorando a Dios en un habría tenido tiempo para impregnarse de japonismos Shi en pendón
diseño de Nobori de los Shimazu.
(Fuente: Samurai Heraldry)
religiosos.
6. El shogunato de tokugawa
La celebérrima batalla de Sekigahara (1600) puso in al periodo Azuchi e instauró el tercer y último
shogunato de la historia japonesa. Si bien es cierto que la amenaza del clan Toyotomi no se vería sofocada
hasta la muerte de Hideyori (1615), los Tokugawa comenzaron a partir de entonces a sentar las bases para
el Japón moderno. Esto, junto al hecho de ser el paciicador del país, ha llevado a muchos historiadores
nipones a ensalzar la igura de Ieyasu, pero no explican a costa de qué consiguió tales conquistas.
Ieyasu, después de todo, no permitiría disensión alguna tras haber logrado “uniicar” las islas.
Medidas tales como la expulsión de los europeos y la persecución a los cripto-japoneses (kakure kirishitan),
la extrema vigilancia a los daimyos partidarios de Ishida Mitsunari, o los aranceles y controles de paso en
las vías japonesas, son sólo el principio de una dictadura durísima, recrudecida con Iemitsu Tokugawa,
y que terminaría con Japón dándole las espaldas al mundo hasta la llegada de los EE.UU. en la segunda
mitad del siglo XIX.
41 ANÓNIMO, “Carta que un portugués hombre honrado escribió de Japón al Padre Francisco Pérez, a la China, de las cosas
de Japón, y del viaje de los padres que en aquella Nao fueron a Japón. Julio 1564”, en ÍÑIGUEZ DE LAQUERICA (ed.),
Cartas que los padres y hermanos de la Compañía de Jesús escribieron, Alcalá, 1575, pp. 5.
Los doscientos sesenta y ocho años de “paz” del Bakufu no relajaron en lo absoluto el uso del mon.
Sirva como muestra la institución del sankin kotai o asistencia alterna, un método de control que Ieyasu
impuso a todos los daimyo y que implicaba una estancia de seis meses anuales en la nueva capital, Edo.
Esto supuso un nuevo impulso para la imagen del poder, puesto que casi durante todo el año procesiones
de daimyos iban y venían a la capital, atravesando el país, y haciendo ostentación de su fuerza mediante la
simbología. Así es muy fácil entender la vital importancia de conocer el rango de las diferentes familias para
decidir quién debía disfrutar de preferencia. El Daimyo Mon Zukushi, libro que empezó a ser publicado
anualmente en esta época, explicaba detalladamente el estatus de cada clan para dilucidar estas cuestiones42.
Pero eso no es todo; dichas familias destacadas solían hospedarse en palacetes cercanos al castillo,
o bien en barrios con portones vigilados por guardias y separados del
resto. Según Rodrigo de Vivero y Velasco, criollo que acabó en Japón tras
el naufragio de la Nao San Francisco43, emblemas familiares podían verse
encima de las puertas de estas casas:
42 En 1656, un tal Kyuan publicó otro libro llamado On-uma jirushi donde aparece la heráldica de las familias importantes del
periodo Edo. Ya que los regentes de estas familias eran hijos o nietos de daimyos que lucharon durante el Sengoku -propietarios
pues de heráldicas que habían sido correctamente registradas- el libro de Kyuan nos permite valorar el proceso que comprende
el paso de un mon a la siguiente generación. Muchas de sus imágenes pueden apreciarse en este artículo.
43 Esto sucedió el 30 de Septiembre de 1609, cuando Rodrigo se dirigía a Nueva España luego de su interinidad como
gobernador de las islas ilipinas. Lo sustituyó el cacereño Juan de Silva.
44 VIVERO, R., Relación que hace Don Rodrigo de Vivero y Velasco de lo que sucedió volviendo de gobernador y capitán general de
las Filipinas, y arribo que tuvo en el Japón, donde se hallan cosas muy particulares, Barcelona, 1904, p. 17.
45 TURNBULL, S., Samurai…, op. cit., p. 48.
6.1. El Genroku
El inlexible sistema de castas japonés se empezó a desintegrar fácticamente cuando los samuráis,
la cúspide de la pirámide, quedaron ociosos, o dicho de otro modo, dejaron de combatir. Probablemente,
la vida de un guerrero del periodo Edo se limitara a trabajar como funcionario un par de días semanales
en el castillo de su señor. El resto del tiempo lo tendría libre para cualquier otra actividad, lo cual derivó
en una pauperización del bushi tanto en términos morales como económicos. ¿Qué haría un individuo
consagrado a una tarea especíica, así como con mucho tiempo libre, en una sociedad cambiante como
lo fue aquella? La gran parte, llevar un tren de vida inalcanzable incluso para ciudadanos acomodados.
La enorme oferta cultural y de ocio surgida en la capital fue el origen de un mundo bohemio,
donde las sesiones de teatro Kabuki y Bunraku, junto a las casas de placer o los espectáculos de sumo, se
convirtieron en entretenimientos que obnubilaban los sentidos e hipotecaban a familias enteras. Dicha
tipología de vida no fue desconocida para unos samuráis implicados fervientemente con el fenómeno.
Cuando uno de ellos perdía sus ahorros, por ejemplo en el juego de dados promocionado por la yakuza,
rápidamente acudía al pujante comerciante, que de representar la parte más mísera de la sociedad japonesa
pasó a ser el activador de la pobre economía del país. Poco a poco
esta incipiente burguesía se fue enriqueciendo practicando la usura y
el prestamismo. El resultado de todo lo anterior se pudo observar en
apenas unas décadas: los comerciantes superaron en inluencia a los
ahora inservibles guerreros.
Con este escenario no es difícil anticiparse a lo que sigue; a
inales del siglo XVII los samuráis perdieron la exclusividad en el uso
del mon. La nueva tendencia comenzaría con la costumbre kabuki de
lucir kamon en escena. Dichos dibujos fueron al principio emulaciones
de insignias de personajes históricos, ya que no podían tomar prestadas
las verdaderas. Sin embargo, el rápido aumento de popularidad de
estos actores, sin duda las estrellas mediáticas de su tiempo, les hizo
personalizar los diseños y adoptarlos como propios. La importancia
de estos signos de identidad fue tan importante para el kabuki que
se crearon clanes de actores como los Ichikawa, los Jitsukawa o los
Nakamura, entre otros muchos. Tales agrupaciones entraban en pleitos
continuamente, y solían dirimir sus diferencias cantando, actuando o Lámina Ukyo-e que representa al
exhibiendo sus mejores ropajes, mon incluidos, encima del escenario . 47 actor kabuki Rokō Segawa.
Obviamente los comerciantes también se adhirieron a dicha práctica. El viraje en este sentido es
radical, pues a la altura del siglo XVIII ya no sólo importaba la nobleza de sangre para ser dueño de un
mon, sino también el capital y la fama.
La proliferación radical del kamon provocó fenómenos que hasta el momento eran tan sólo
fraccionarios; entre ellos podemos nombrar la existencia de mon irregulares, o, por qué no decirlo,
ilegítimos. Éstos podían provenir de diseños que sencillamente no habían sido registrados o bien de
usurpadores que lucían insignias sin tener el derecho legal a hacerlo. El resultado fue que, si bien en
un principio la presencia de emblemas suponía la adherencia directa a un clan, ahora, en unos pocos
casos, podría no ser así. La casuística en este sentido es
prácticamente inabarcable.
En el caso de que dos familias litigasen por un
mismo mon, lo normal sería que se obligara al clan menor
a renunciar a él y adoptar el segundo como principal. De
cualquier modo, existían recursos para renovar kamon
problemáticos sin variarlos totalmente. El más popular
fue el de inscribir el emblema dentro de un círculo, con
lo que el mon cambiaba “oicialmente” aunque no lo
hiciera su naturaleza esencial. A partir de inales del siglo
XIX se recurrió también al cambio de color, como hemos
visto un matiz poco relevante hasta ahora. Así, y hasta
cierto punto, un seguimiento de todas estas alteraciones
podría ayudar a desentrañar la evolución histórica de una
Flota Toyotomi en Sacheon (1592). familia en particular.
48 Aparte de la cuota de registro, el nuevo mon debería ser grabado en todos los objetos personales, ya fueren muebles,
inmuebles, vestimentas o armamento.
49 TURNBULL, S., Samurai..., op. cit., 51.
6.3. El hinomaru
En una correspondencia de 607 enviada a Yangdi -segundo gobernante de la dinastía Sui- el
Mikado se refería a sí mismo como el emperador del sol naciente50. Es muy interesante observar cómo
desde una fecha tan temprana los textos están repletos de referencias al sol como icono nacional japonés.
Según lo anterior deberíamos descartar al Himomaru como un elemento exclusivo de algunos señores,
acercándose más al símbolo protonacional que a cualquier otro concepto51. Hay múltiples ejemplos de esto;
Taira no Atsumori mostró el Hinomaru en su gunsen o abanico; los clanes Takeda y Uesugi lo llevaron
recurrentemente estampado en sus banderas; Sakai Tadatsugu lo portó en su Uma Jirushi, mientras que
Date Masamune lo hizo en su sashimono. Incluso Toyotomi Hideyoshi lo hizo grabar en sus embarcaciones
para las batallas navales de Sacheon y Hansado. Éste último ejemplo, junto al del rōnin Yamada Nagamasa,
quien llevó el emblema como guardaespaldas personal del rey de Siam, se convierten en las primeras
muestras del Hinomaru como símbolo representativo de algo japonés en contextos extranjeros52.
Llegando a la Restauración Meiji el Daijo-kan o Consejo de Estado adoptó el disco solar como
bandera nacional en 1870, algo necesario ante la nueva coyuntura de comercio y relación con los países
occidentales.
A partir de la guerra sino-japonesa y la participación de Japón en la II Gran Guerra, el Hinomaru
se identiicó como un símbolo fascista casi a la altura de la esvástica nazi. Ello llevó a los estadounidenses a
restringir el uso de la bandera hasta que MacArthur empezó paulatinamente a levantar las prohibiciones.
A partir de los años cincuenta su utilización se normalizó completamente.
Aunque sus elementos visuales hayan pervivido hasta nuestros días, es notorio que la heráldica
europea es un lenguaje muerto desde hace casi doscientos años. Ciertamente hay equipos de fútbol o
algunas instituciones que aún persisten en el uso de escudos, pero de un modo casi disfuncional, inorgánico
y acartonado, lejos, en deinitiva, del papel jugado en la era medieval y la edad moderna53.
Para el caso del mon no puede decirse lo mismo. A pesar del agnosticismo imperante en la población
nipona actual, valores y costumbres inculcados durante siglos no pueden borrarse tan rápidamente. El
antiguo sistema Ie proveniente del confucionismo, o el culto a los antepasados proclamado por la ley
shinto, hacen de la familia, y por ende de sus símbolos, un objeto de recuerdo
perpetuo. Muchísimo más vivo, al menos, que en
el caso occidental.
Pero no sólo el elemento familiar es
sustentador de este código ancestral. La práctica
de las artes marciales contribuye muy activamente
al mantenimiento del kamon, ya sea porque los
maestros son directos descendientes de samuráis,
o porque los alumnos, al llegar a ciertas cotas de Logo de Mitsubishi.
Su fundador, Yatarō
especialización, se ganan el derecho de portar las Iwasaki, fue hijo de
Bandera de la prefectura de Saga. insignias del dōjo. samurai.
50 EDGINGTON, D. W., Japan at the Millenium: Joining Past and Future, Vancouver, 2003, p. 123.
51 En este caso estaría descartado cualquier simbolismo privativo del clan.
52 TURNBULL, S., Samurai…, op. cit., 52.
53 Tan sólo las monarquías y el clero conservan una funcionalidad más o menos activa.
Por otro lado, es muy interesante el uso del mon por parte de compañías como pudieran ser Atari o
Mitsubishi. El papel jugado por las grandes empresas en el panorama económico actual es, hasta cierto
punto, comparable a la incidencia de los daimyos del periodo Muromachi sobre Japón. Al in y al cabo la
inluencia de las megacorporaciones poco a poco está reemplazando a los Estados -los daimiatos no dejaban
de ser esto- como verdaderos jueces y dinamizadores del Sistema actual. Lo llamativo es que la pertenencia
a una empresa es en Japón similar al sentimiento que provoca formar parte de una familia. La estructura
piramidal empresarial japonesa está diseñada para que los jefes asuman una igura paternalista, y se incide
en que el honor y el buen nombre de la asociación están por encima de los intereses particulares.
Finalmente, la globalización y la diplomacia actuales han transportado al mon fuera de las fronteras
nacionales, y lo que es más importante, lo han asimilado al viejo sistema heráldico. Esto sucede, por
ejemplo, cuando una orden de caballería hace miembro de honor al emperador de Japón, cuyas armas, en
este caso el crisantemo de dieciséis pétalos, se incorporan a las de la colectividad que fuere54.
8. A modo de conclusión
54 Dicha hibridación se observa también en algunos equipos de la J-League Soccer como el Kashima Antlers. Su emblema es un
escudo suizo partido de púrpura y gules con igura animal esquemática -inluencia del mon- en el centro.
CUADRo CRoNoLÓGICo
Elaboración propia.