LopezPinilla AnaMaria 2016
LopezPinilla AnaMaria 2016
LopezPinilla AnaMaria 2016
Abreviaturas
Tabla de contenido
Introducción .................................................................................................................................... 2
1. Verdad y proceso penal....................................................................................................... 5
a. Corrientes de pensamiento filosófico acerca de la verdad ................................................. 5
b. Particularidades epistemológicas del derecho como sociotecnología ............................... 7
c. La verdad del proceso penal.................................................................................................. 9
1.1 Sistema inquisitivo y verdad real .................................................................................. 13
1.2 Sistema acusatorio y verdad formal.............................................................................. 17
2. El estándar de prueba en el proceso penal ........................................................................... 20
2.1 Probabilidades matemáticas y modelos inductivos ...................................................... 23
a. Probabilidades matemáticas y modelo bayesiano............................................................ 23
1
Abogada de la Universidad Eafit, candidata a Magíster en Derecho penal de la Unviersidad Eafit y Magíster en
Derecho penal y política criminal de la Universidad de Málaga (España).
1
b. Modelos inductivos ........................................................................................................... 25
c. Epistemología y garantismo .............................................................................................. 29
2.2 Más allá de toda duda razonable (MATDR)................................................................... 30
a. Algunas definiciones.......................................................................................................... 31
b. El MATDR en Colombia ..................................................................................................... 33
c. El MATDR en España ......................................................................................................... 35
Garantía procesal y cláusula cuasi epistémica .......................................................................... 37
Algunas consecuencias de la sentencia condenatoria .............................................................. 40
3. Carga de la prueba en el proceso penal ................................................................................ 41
3.1 Carga de la prueba y presunción de inocencia.............................................................. 46
3.2 ¿Cuáles hechos deben probarse en el proceso penal? ................................................. 49
a. Hechos a acreditar en el proceso penal ............................................................................ 50
3.3 Carga de la prueba como regla de juicio en el proceso penal colombiano y español .. 53
4. Causales de exclusión de responsabilidad penal .................................................................. 58
Algunos fundamentos de las causales de exclusión de responsabilidad penal ........................ 60
a. Causales objetivas ............................................................................................................. 61
b. Causales subjetivas............................................................................................................ 62
4.1 Defensas afirmativas y estándar de prueba .................................................................. 63
Defensas afirmativas en el derecho penal anglosajón.............................................................. 64
Estándar de prueba del supuesto de hecho y hechos impeditivos........................................... 65
¿Cuándo la duda sobre las eximentes es razonable?................................................................ 68
4.2 Causales subjetivas y carga de alegar ........................................................................... 70
4.3 Causales objetivas e indicios ........................................................................................ 72
5. Conclusiones.......................................................................................................................... 74
Bibliografía ........................................................................................................................................ 76
Introducción
2
aparecen otros fines que justifican su existencia, especialmente nos ocuparemos del
fin epistemológico, según el cual, el proceso es un escenario idóneo para buscar
una verdad jurídico penalmente relevante. Este fin epistemológico plantea varios
problemas, uno primero de corte filosófico y metafísico, que se refiere a la pregunta
de si es posible conocer la verdad, a lo que antecede la cuestión de si es que acaso
hay una verdad por ser conocida. La respuesta que se dé a estas preguntas no
será en ningún caso intrascendente; un proceso que renuncie abiertamente a su fin
epistemológico puede ser calificado como un mero ejercicio de poder arbitrario.
Son múltiples e importantes los límites que el proceso penal tiene para alcanzar su
fin epistémico, límites adicionales a los que implica per se la búsqueda de la verdad
en otros campos distintos de los del derecho; entre ellos, se encuentran los límites
que imponen las propias garantías que defendemos, y que consideramos inclusive
como fines superiores a los epistémicos, el que nos interesa analizar en el presente
trabajo es el de la presunción de inocencia.
Parece ilegítimo pues, que en los casos en los que está presente una causal
eximente sea el procesado quien deba demostrar su inocencia, la cual por principio
se presume; más gravoso aún, es cualificar las exigencias probatorias de las
eximentes a través de la imposición de un estándar de prueba para la defensa,
independientemente de que este sea el menos exigente (como lo es el de la
evidencia preponderante).
Esta colisión entre la búsqueda de la verdad y las garantías procesales no son en todo
caso insalvables, es posible introducir ciertos parámetros atendiendo a la
naturaleza de las eximentes, que faciliten su demostración en el proceso dejando
invicta la presunción de inocencia, y sin imponer a la defensa un determinado
estándar probatorio.
Es por esto que el objetivo del presente trabajo es encontrar una forma de
incorporar las hipótesis eximentes que no impliquen una inversión en la carga de
la prueba y que no mengüen la presunción de inocencia, y que adicionalmente, no
sean incompatibles con la pretensión epistémica del proceso. En consecuencia el
presente trabajo estará distribuido de la siguiente manera:
4
En el tercer capítulo se analiza la carga de la prueba, atendiendo a la definición
tradicional de carga, y las consecuencias que implica en la prueba de los hechos en
materia penal. Se estudia la relación de esta con la presunción de inocencia, y el papel
que ocupa en los sistemas de tendencia acusatoria, haciendo un énfasis especial
en las legislaciones antes mencionadas, que servirán de marco al presente trabajo.
Este problema que puede parecer filosófico y acaso metafísico, tiene importantes
incidencias en la práctica judicial, a la hora de poner a prueba los límites de
derechos que, como la presunción de inocencia, parecen estar sólidamente
incorporados en ordenamientos jurídicos con pretensiones garantistas. Esto exige
en primer lugar, tener claro los límites epistemológicos del proceso penal y los costos
de renunciar a las garantías individuales por alcanzar este fin.
5
comprobación de esta hipótesis a través del experimento- y con este conjunto de
experiencias, se crean las fórmulas o leyes nomotéticas. De conformidad con esta es
posible conocer el universo, siempre que siga un riguroso método que elimine el
margen de error que nuestros sentidos imprimen en nuestras percepciones del
mundo (Cassirer, 1943).
1
Cabe resaltar que por motivos históricos, concebir al derecho como una ciencia dotaba de gran legitimidad a
su discurso, puesto que el iluminismo, por oposición al “oscurantismo” de la Edad Media, buscaba
combatir un conjunto de ideas tanto sociales, políticas como jurídicas, que suponían que el conocimiento –y
a su vez el poder- venían de un dios omnipotente y omnisapiente. Así Condorcet enunció que las ideas
iluministas eran contrarias a los intereses de sus más férreos combatientes, los sacerdotes y quienes ejercen
la autoridad (Condorcet, cit. en Bunge, 2002, pág. 23).
6
intenciones, etc.; ponen de presente que las personas tienen una vida mental y se
guían comúnmente por ciertas normas y convenciones sociales que no pueden
estudiarse con el método científico. Trasladado al ámbito judicial podría decirse de
igual forma que los jueces son sujetos que se guían por su espíritu para adoptar
decisiones, las cuales son imposibles de controlar con el método científico.
Por último se encuentra la corriente post moderna, que rozando con el nihilismo
sostiene que no hay verdades absolutas sino que una multiplicidad de verdades
que se ubican en un contexto y tiempo determinados, y cada una es tan válida
como su opuesta. Este pensamiento es en gran medida el responsable de las
conocidas crisis de las ciencias sociales, que caen dentro del relativismo y encuentran
sus problemas epistemológicos al sostener que no hay una única verdad que
conocer.
Sea la primera aclaración epistemológica decir que no se adoptará una división entre
naturaleza de la sociedad, sino que, siguiendo a Mario Bunge, no hay que olvidar
que los seres humanos son “artefactos sociales vivos” (Bunge, 2002, pág.
17). Tienen una materia prima biológica y psicológica que les es inherente y se
encuentra en un mundo que puede potenciar u obstaculizar la misma, además somos
moldeados a partir de entidades naturales. Estamos en gran medida “auto
construidos” y “auto diseñados”, adquirimos cultura y desarrollamos actividades
que superan lo biológico.
Las sociedades por otro lado no son más que construcciones humanas, que obedecen
a una serie de acontecimientos y contextos cambiantes, construidas para satisfacer
unas necesidades determinadas -no sólo en términos biológicos, sino ya en términos
sociales, ideológicos, políticos, económicos, etc.- lo que implica que todos los
procesos sociales pueden ser modificados por intervenciones humanas deliberadas.
Siguiendo a este autor entendemos que “las ciencias del hombre tienen sus raíces
en las ciencias naturales sin estar incluidas en ellas”. Las ciencias sociales, a
7
diferencia de las naturales2, deben tener en cuenta –aunque no sólo- la cognición, la
emoción, la acción deliberada, la intención y la convicción y las formas de percepción
de los individuos sobre ellos mismos y sobre la realidad (Bunge, 2002, pág. 77).
Sin embargo es el contenido de las premisas y de las conclusiones lo que hacen del
derecho un área tan compleja, pues estas tienen conceptos que no existen por
fuera del derecho. El razonamiento conducente a una deducción jurídica es, en ese
sentido, estrictamente deductivo. Son los enunciados de los hechos –y no los hechos-
los que pueden entrar en conflicto con principios jurídicos y con leyes.
Estos hechos que aparecen en los procesos judiciales se soportan en datos, están
sujetos a un enorme manoseo que puede alterarlos, por lo que la toma de decisión
judicial sobre estos es o puede ser objeto de un examen crítico y puede decirse de
ella que es lógicamente válida o inválida; esto quiere decir en términos concretos que
no cualquier decisión judicial es válida, que podemos no caer en un indeterminismo
judicial absoluto y que no estamos completamente maniatados en el control de las
decisiones judiciales.
2
Para el autor hay una categoría que abarca a todas aquellas tecnologías que apunta al control del
comportamiento humano a través del diseño, rediseño o gestión de sistemas sociales –como lo son a juicio
del autor las ciencias de la administración, la economía normativa, la educación y el derecho-, y que suelen
confundirse o soslayarse con las ciencias.
8
Volviendo al problema del planteamiento jurídico, podemos decir que este es “en
apariencia más complicado que el científico” (Bunge, 2002, p. 384), pues se refiere a
hechos sociales más que naturales, y en él se combinan las normas, los valores
además de los enunciados fácticos. Este intríngulis cognoscitivo se puede ilustrar
claramente en el proceso judicial –aunque el trabajo que nos ocupa se circunscribe
al ámbito penal, y será desde este escenario desde el cual se plantee el problema,
no se desconoce que un juez de cualquier otra jurisdicción se vea exento de los
problemas subyacentes a la valoración de los hechos-, aquí se evidencia cómo la
verdad puede ser un concepto elusivo.
De conformidad con lo anterior habrá que anotar que: en primer lugar la verdad que
se establece en un proceso es una verdad parcial, en el sentido de que el
proceso deductivo parte de las premisas fácticas que logren acreditar las partes,
como más adelante se verá con mayor detalle, la capacidad de reconstrucción
histórica es muy limitada y altamente insegura. Premisas que se limitan al objeto
de análisis jurídico según los criterios de pertinencia, conducencia y utilidad.
3
En este sentido ver: (Bustos Ramírez & Hormazábal, 1997).
9
hora de analizar en concreto la responsabilidad de un individuo en el marco del
proceso.
Aquí aparecen dos dificultades: en primer lugar, ese fuero interno del sujeto, que
es un sustrato fundamental de la responsabilidad penal, le es indisponible al juez a
la vez que indispensable, pues “(l)os científicos (…) no tienen un acceso directo a
las intenciones: sólo pueden observar los resultados objetivos de acciones
deliberadas4. No cabe duda que pueden imputar intenciones, expectativas y cosas
por el estilo a los individuos. Pero estas atribuciones son riesgosas, aun cuando en
principio sean verificables” (Bunge, 2002, p. 26).
Con todo, las interpretaciones que pueden hacerse sobre el fuero interno del sujeto
no son más que conjeturas, hipótesis no comprobadas de sucesos; y si bien se han
buscado criterios para controlar dichas inferencias 5, no hay hasta ahora ningún
modelo que prescinda de un importante componente de subjetividad que escapa a
los controles racionales.
Ahora, en este ámbito tiene pleno sentido recordar a M. Foucault (1980, pág. 15)
cuando menciona que la verdad puede estudiarse a partir de su desarrollo
gnoseológico o científico (a lo que el autor denomina “historia interna”), y otra a
partir de su construcción donde aparecen formas de subjetividad, dominaciones y
poder (a la que el autor denomina “historia externa”) (Ibíd.). Esto tiene sentido en
la medida en que los movimientos de la Ilustración seguían paralelamente dos
cursos: por un lado el desarrollo de las ideas a través del método científico, y, por
otro lado, el cuestionamiento a un poder tiránico que se entendía como autoevidente.
En este sentido dice el autor que:
Las prácticas judiciales- la manera en que, entre los hombres, se arbitran los
daños y las responsabilidades; el modo en que podían ser juzgados los hombres
en función de los errores que habían cometido; la manera en que se impone a
determinados individuos la reparación de algunas de sus acciones y el castigo
de otras; todas esas reglas o, si se quiere, todas esas prácticas regulares
modificadas sin cesar a lo largo de la historia- creo que son algunas de las
formas empleadas por nuestra sociedad para definir tipos de subjetividad,
4
Este autor parte de una postura del ser humano como un sujeto con libre albedrío, postura que se
comparte y que no va a ser objeto de mayor análisis.
5
Los criterios más relevantes se explicarán más adelante.
10
formas de saber y, en consecuencia, relaciones entre el hombre y la verdad (…)
(1980, pág. 16).
6
Un ejemplo es la distinción entre una imputación a título de dolo eventual y una a título de culpa con
representación.
11
Las ciencias sociales no tienen que renunciar a comprender las acciones humanas
y, de hecho, este es el objeto de las neurociencias, o la sociología o psicología, pero
el escenario del proceso penal –tal como es concebido dentro de los principales
modelos occidentales, que se estudiarán en este capítulo- no está diseñado para
alcanzar una verdad entendida como una comprensión de los hechos “tal y como
son”.
Para sintetizar, podemos concordar con Ferrajoli (1995, pág. 39) cuando dice que:
7
Para seguir la terminología de Ferrajoli (1995, pág. 579), quien pone de presente que la actividad
jurisdiccional por ser una actividad cognoscitiva y por oposición a la actividad administrativa, no está
subordinada a intereses superiores, carece por tanto de dirección política por estar vinculada a la ley.
12
A continuación veremos dos formas de entender la verdad en el proceso penal a
partir de los dos grandes y tradicionales sistemas procesales penales de occidente,
y que nos permitirán ver con mayor precisión cómo se encaminan en teoría los
procesos y qué papel juega la verdad en relación al desarrollo de los mismos.
8
Para los siglos X, XI y XII la iglesia católica era un cuerpo político y económico de gran poder en Europa, de
modo que la indagación o inquisito, recaía al mismo tiempo sobre los pecados, faltas y crímenes cometidos;
a la vez que vigilaban la forma de distribución de la riqueza, mezclándose así las funciones administrativas y
religiosas.
13
juez a cada prueba. La sentencia es un silogismo perfecto que se obtiene mediante
la sumatoria arbitraria de elementos probatorios.
Aunado al modelo procesal va una epistemología propia del sistema inquisitivo, que
implica de un lado una concepción propia sobre la verdad y en consecuencia una
determinada forma de obtención de la misma. Esto le ha hecho merecedor al sistema
inquisitivo, de ser considerado como antigarantista, que busca alcanzar una verdad
“real” o “material”; esto es, una verdad absoluta y única que existe por fuera del
sujeto cognoscente, que puede ser obtenida a través de mecanismos que incluso
pueden desbordar las garantías procesales.
Según Ferrajoli (1995, pág. 42), son dos los aspectos del sistema inquisitivo que lo
hacen antigarantista: en primer lugar, se encuentra una concepción sustancialista del
delito o de la conducta desviada, que no se define exhaustivamente por la ley, sino
que se refiere directamente a criterios morales y valorativos para llenar de contenido
preceptos v a g o s e indeterminados. Aquí caben por ejemplo las categorías
de “reincidente”, “proclive a delinquir”, “peligro para la sociedad”.
Lo cierto es que aun cuando se defienda una postura filosófica sobre la existencia
de una verdad real, el proceso penal es un escenario inidóneo para alcanzarla pues
está plagado de una serie de limitaciones epistemológicas, o en términos de J.
14
Allen “rivales de la verdad”9 (Allen, 1998). Estas limitaciones pueden ser de dos
tipos10, a saber: por una lado aquellas que recaen sobre el objeto que pretenden
conocer (premisas que componen las hipótesis de culpabilidad o inocencia), y, por
otro, aquellos inherentes a los medios con los que se conoce.
9
Para este autor el mayor rival de la verdad es el escepticismo -como corriente filosófica-, sin embargo este
no es el espacio para abarcar con mayor profundidad las discusiones entre las distintas escuelas del
pensamiento sobre la verdad, aunque se adoptará una postura más escéptica, no tanto de la verdad como
del proceso penal; es decir, si es posible conocer la verdad no lo es a través del proceso penal, esta idea se
ampliará más adelante.
10
Esta es la clasificación que propone Maier (1999, pág. 855) y que consideramos adecuada aunque con
algunas anotaciones que indicaremos en el texto.
15
Sobre el método de obtención de prueba, hay también una compleja regulación en
virtud de otros derechos fundamentales como la intimidad, la inviolabilidad del
domicilio, o el secreto de las comunicaciones. Las pruebas no pueden obtenerse de
cualquier forma, y tampoco pueden ser incorporadas si no cumplen con unas
formalidades, hay reglas y oportunidades procesales, que una vez precluidas
impiden el ingreso de elementos de conocimiento al proceso11.
Hasta acá podemos decir que todos esos límites a la verdad tienen justificaciones
ideológicas y políticas que son necesarias para garantizar un proceso penal
11
“Un ordenamiento que contenga muchas y significativas reglas de exclusión de los medios de prueba que
podrían ser relevantes no se inspira en una concepción racional de la decisión, puesto que impide la
incorporación al proceso de pruebas que serían útiles para comprobar de forma racional la verdad de los
hechos.” (Taruffo, Andrés Ibáñez, & Candau Pérez, 2009, pág. 21)
12
Como lo explica Bunge (2002), es cierto que las creencias gobiernan la acción, pero no todas las creencias
son creaciones libres, sino que muchas responden a situaciones objetivas o a tendencias ideológicas.
13
Dentro de una corriente empirista o meramente racionalista, se tiende a desconocer este tipo de factores
que son importantes, pues la cognición y la emoción son interdependientes. (Bunge, 2002)
16
mínimo, por lo mismo sacrificar la verdad para salvaguardar las garantías es un
precio que debemos asumir; por esto es que estos límites de la verdad lejos de ser un
impedimento para un correcto funcionamiento del proceso, constituyen los
instrumentos para obtener fines más coherentes con un proceso penal mínimo. Las
limitaciones encuentran sus fundamentos en valores superiores e intereses más
importantes que el de la obtención de la verdad.
“se puede llamar acusatorio a todo sistema procesal que concibe al juez
como un sujeto pasivo rígidamente separado de las partes y al juicio es una
contienda entre iguales iniciada por la acusación, a la que le compete la
carga de la prueba, enfrentada a la defensa en un juicio contradictorio, oral y
público y resuelta por el juez según la libre convicción.”
14
Según Ferrajoli (1995) esta separación es el presupuesto estructural y lógico de todos los demás
elementos constitutivos del modelo teórico acusatorio, y es la base de las garantías orgánicas,
constituyendo el axioma del nullum indicium sine accusatione.
17
están insuficientemente soportados15. Este principio supone adoptar una postura
epistemológica según la cual, la prueba judicial de los hechos no proporciona
resultados absolutamente verdaderos sino sólo probables, lo que en la práctica trae
importantes consecuencias en materia de libertad16.
Las partes se rigen bajo el principio de “igualdad de armas”, que dota de las
mismas facultades probatorias tanto a la acusación como a la defensa.
Dependiendo del modelo político adoptado, se distribuyen las cargas probatorias
de las partes. Un modelo procesal de corte más garantista, traslada la carga de probar
a la acusación, de modo que ante la incapacidad de esta de soportar suficientemente
su hipótesis, la consecuencia jurídica será el triunfo de la hipótesis contraria, es decir,
de la inocencia.
15
En un modelo racional el criterio de libre valoración de la prueba se entiende en un sentido negativo, pues
permite al juez dar por no probados hechos cuando así lo estime, pero no se le permite dar por probados
hechos cuando estos no lo estén. En este sentido ver (Gascón, 2004).
16
“La libre convicción es, en suma, un principio metodológico (negativo) que consiste simplemente en el
rechazo de las pruebas legales como suficientes para determinar la decisión y que constituye por ello una
auténtica garantía epistemológica y –en el ámbito penal- también derivadamente, una garantía de libertad.”
(Gascón, 2004, pág. 158).
18
acordada, que obedece más a fines eficientistas de condenas a un menor costo
investigativo.
17
Según la organización The Innocence Project, dedicada a litigar en busca de la exoneración de individuos
condenados erróneamente, las principales causas que llevan a que el proceso penal termine en una
sentencia condenatoria errónea son: la corrupción en la conducta de los agentes del gobierno, así como de
los peritos que presentan informes sin estándares científicos, deficientes defensas legales o informantes que
reciben incentivos para testificar y las falsas confesiones (The Innocence Project).
19
clara separación de las funciones de jurisdicción y acusación, y que renuncie al
objetivo de encontrar una única verdad, y en cambio opte por proveer un escenario
de discusión dialéctica, en el que además se incorpore la presunción de inocencia
como garantía de cierre de la discusión.
Ante la incapacidad del proceso de producir certezas18, y bajo la obligación del juez
de dictar una sentencia19 tenemos que aceptar que una vez finalizado el proceso
pueda ocurrir que: se haya acreditado la culpabilidad del imputado, se haya
acreditado su inocencia, o que no se consiga aclarar ninguna de las hipótesis
controvertidas.
Debe también tenerse presente que, a pesar de la declarada igualdad procesal, las
partes en el proceso penal se encuentran en condición de desigualdad. Sin llegar a
considerar que el procesado es un pobre desvalido frente a un estado omnipotente
con una extraordinaria capacidad investigativa –en muchos casos puede inclusive
estarse frente a un imputado mucho más poderoso que el ente investigador-,
puede decirse que los llamados intervinientes en el proceso penal, como lo son las
víctimas (o acusación particular en España), y el Ministerio público (o Ministerio
Fiscal en España) introducen ciertos desbalances en el proceso, que aumentan la
fuerza probatoria de la acusación, o en todo caso que refuerzan las hipótesis
acusatorias.
Parece más acertado, pues, sostener que las cláusulas que hacen inclinar la balanza
a favor del procesado a costa de su contraparte acusadora, no obedecen tanto a la
necesidad de lograr una igualdad de armas, sino más bien a reducir el riesgo –
18
Recordemos que la verdad es un concepto elusivo, porque la información que logra establecerse en el
proceso es siempre incompleta, esto es así “no sólo porque las apariencias engañan sino también porque a
menudo mentimos deliberadamente. De hecho, las investigaciones establecieron que la mayoría lo hace con
cierta frecuencia, a pesar de lo cual pocos somos capaces de detectar las mentiras de los otros (Miller &
Stiff, en Bunge, 2002). (…)En casi todos los casos parte de la información, además de incompleta, es indigna
de confianza. Es probable que esa información consista en versiones más o menos distorsionadas y
mutuamente inconsistentes de los hechos. Dichas versiones son ofrecidas por o arrancadas a individuos (…)
que a menudo son incapaces de decir la verdad o no están dispuestos a hacerlo”. (Bunge, 2002, pág. 387)
19
La prohibición del non liquet se encuentra en el art. 11.3 de la LOPJ, según la cual “Los Juzgados y
Tribunales, de conformidad con el principio de tutela efectiva consagrado en el artículo 24 de la
Constitución, deberán resolver siempre sobre las pretensiones que se les formulen, y solo podrán
desestimarlas por motivos formales cuando el defecto fuese insubsanable o no se subsanare por el
procedimiento establecido en las leyes”.
20
inherente por demás- de cometer un error judicial, traducido concretamente en una
falsa condena, o una falsa absolución.
Esto, lejos de ser una herejía jurídica, tiene su explicación en parámetros externos a
la epistemología que obedecen a distintos fines del proceso. En términos de
Laudan podemos decir que, además del fin epistémico del proceso penal21, este
también busca la protección del acusado, y la realización de valores no epistémicos22.
Sin entrar a analizar de fondo la teoría de los fines del proceso penal, se partirá de
una postura según la cual no se desconozca que la verdad es un importante elemento
del proceso, pero no es el único y tampoco el principal. Es cierto que una defensa
probatoriamente sólida puede servir de freno frente a arbitrariedades judiciales y
como muro de contención frente a un ejercicio desmedido del poder punitivo; pero
el fin de búsqueda de la verdad es insuficiente para justificar por sí mismo la
existencia del proceso penal, de ahí que esta –la búsqueda de la verdad- deba
subordinarse a la búsqueda de otros fines.
Entonces el proceso penal tiene fines ulteriores a la verdad, como lo son los valores
no epistemológicos, y la protección del procesado. Es claro que para el cumplimiento
de estos fines se hace indispensable un mecanismo de cláusulas
20
Según Laudan (2011) en el proceso penal hay tres clases de cláusulas: unas epistemológicas, que están
dirigidas a encontrar la verdad (como el principio de contradicción), otras neutrales y otras contra
epistémicas. Para saber cómo hacer del proceso penal una maquinaria epistemológica más eficiente, el
autor propone el ejercicio de suprimir mentalmente las cláusulas contra epistémicas –incluyendo los valores
morales y políticos- y examinar cuáles reglas de evidencia funcionan mejor de esta manera.
21
Para Laudan este fin es el preponderante por dos motivos: en primer lugar porque la verdad es un
requisito necesario –aunque no suficiente- de la justicia, y en segundo lugar porque la legitimación de los
órganos jurisdiccionales está sujeta se ve cuestionada cuando hay un fallo erróneo, tanto porque se
absuelva al culpable como que se condene al inocente (Laudan, 2006, pág. 10).
22
Cabe resaltar que el planteamiento del autor está circunscrito a la epistemología jurídica, de la cual, a su
juicio, se excluye el estudio de los valores extra epistémicos. (Laudan, 2011).
21
epistémicas que permitan establecer qué hechos se darán por ciertos y cuáles no, y
permitan así sustentar una sentencia coherente bajo los parámetros de la lógica23.
Ahora bien, habiendo dicho que el proceso penal tiene implícita la posibilidad de
error, se hace luego necesario examinar los costos del mismo para hacerlo
coherente con los fines no epistemológicos. Para esto se hace necesario detenerse
en el fin procesal de la distribución del error, entendido este como la atribución de
las consecuencias desfavorables a una de las partes cuando se esté frente a un
escenario de duda.
23
“La consistencia lógica se considera universalmente como una condición necesaria de cualquier código
legal y cualquier argumento jurídico. Del mismo modo, en las etapas de investigación, litigio y sentencia los
juristas hacen un uso más o menos tácito de principios epistemológicos.” (Bunge, 2002, pág. 381).
24
Como veremos a continuación hay varios estándares de prueba y adoptar uno determinado, obedece más
a una opción política que dependerá de la decisión legislativa de qué tan dispuesto esté para aceptar falsas
sentencias.
22
Entendemos que una sentencia es falsa cuando se condena a una persona por un
hecho que no cometió, o cuando se absuelve a una persona por un hecho que le es
penalmente atribuible, aunque la gravedad de las consecuencias de estos dos
escenarios no resulten equiparable, siendo mayor en el primer caso 25 . Para
determinar la falsedad de una sentencia debe evaluarse la sentencia judicial, que es
lo único susceptible de control por las partes, y no tanto el convencimiento
subjetivo del juez.
Las sustanciales críticas que se formulan a los modelos probabilísticos hacen que
resulten inidóneos a la hora de constituir un método confiable de consideración,
25
No vamos a entrar a discutir la ya cuestionable falta de legitimidad que se le hacen al sistema penal, sin
embargo parece indiscutible decir que todas las consecuencias jurídicas y fácticas que implica el uso de la
pena dentro de un sistema penal, son mucho más ilegítimas e injustificables, cuando se trata de imponer a
un inocente. Algunas de las consecuencias jurídicas a tener en cuenta en una sentencia condenatoria se verán
enunciadas más adelante en el apartado 2.3.
26
Siempre que nos encontremos en un campo social debemos tener cuidado de distinguir entre los hechos y
la forma en la que se perciben. (Bunge, 2002, pág. 330)
23
sin embargo es necesario remitirnos a él ya que ha ocupado un espacio
considerable en la doctrina27, nos referiremos específicamente al modelo bayesiano
que es el ejemplo por antonomasia de estos modelos.
Como señala la autora (2004), en cuanto al estándar de prueba se refiere, este modelo
permite formular con precisión numérica el grado de probabilidad que debe
alcanzar una hipótesis para considerarse como verdadera. Sobre esta base se ha
llegado a considerar que un estándar de prueba riguroso, como es el MATDR, es
aquel que logra alcanzar una verificación de las hipótesis del 90%, a diferencia del
proceso civil en el que rige la probabilidad prevalente, que da por verdadero un
hecho cuando este alcanza un grado de confirmación superior al 50%.
24
probabilidad debe ser evitada en términos legales “porque sólo mide la
susceptibilidad de que se produzcan sucesos azarosos (…). Las proposiciones
pueden ser más o menos plausibles o verdaderas (juzgadas a la luz del conocimiento
existente) y más o menos verdaderas (en relación con la evidencia), no más o menos
probables” (…). “La teoría de la probabilidad sólo puede ayudar a manejar sucesos
azarosos, y el delito no es uno de ellos” (Ibíd. 38).
b. Modelos inductivos
29
Las probabilidades pueden resultar muy útiles cuando recaen sobre pruebas científicas referidas a hechos
naturales, como la prueba de ADN, pero son objetables cuando se refieren a preposiciones sobre los hechos.
30
Esto puede entenderse con el estudio de la historia de la ciencia que en el siglo XVIII consideraba como
válido, el conocimiento adquirido a través del método científico y descalificaba las otras ramas del
conocimiento que no se valieran del mismo.
31
Como señala Ferrajoli, de los principios de nulle poena et nulle culpa sine iudicio y nullum iudicium sine
probatione se deriva un modelo teórico y normativo del proceso como proceso de cognición o
comprobación, donde la determinación de un hecho configurado por la ley como delito tiene un
procedimiento probatorio de tipo inductivo que excluye gradualmente valoraciones y admite
predominantemente, aserciones o negaciones, de hecho o de derecho, de las que sean predicables la
verdad o la falsedad procesal. La jurisdicción está motivada por aserciones supuestas verdaderas y no sólo
por prescripciones, no es meramente potestativa y ni siquiera discrecional, sino que está vinculada a la
aplicación de la ley a los hechos juzgados (Ferrajoli, 1995, pág. 34). Esto constituye una concepción
cognoscitivista de la jurisdicción, por oposición a un esquema epistemológico convencionalista.
25
prueba basados en este esquema no establecen numéricamente un grado de
probabilidad, sino que introduce criterios para determinar cuándo se dará un
hecho como probado32 (Gascón, 2005, pág. 134).
[…] una hipótesis h es confirmada por su prueba p cuando entre ambas exista
un nexo causal o lógico, según la cual la existencia de p de conformidad con las
reglas de la lógica, la sana crítica y las máximas de experiencia, pueda llegarse a
la conclusión de h, aun cuando esta conclusión sea apenas probable o creíble, a
la luz de los conocimientos disponibles.
32
La valoración judicial de los hechos se caracteriza por ser de tipo inductivo, y se diferencia con otros
conocimientos de esta misma forma, por su carácter ideográfico e institucionalizado (Gascón, 2004, pág. 115
y ss.); sin embargo en el razonamiento judicial intervienen inferencias de tipo deductivo y práctico aunque
sobre distintas preposiciones. Un análisis más detallado sobre los silogismos judiciales y criterios de verdad,
en: (Ferrajoli, 1995, pág. 54y ss.).
33
En este sentido dice Ferrajoli que “La prueba empírica de los hechos penalmente relevantes no es en
realidad una actividad solamente cognoscitiva, sino que siempre forma la conclusión más o menos probable
de un procedimiento inductivo cuya aceptación es a su vez un acto práctico que expresa un poder de
elección respecto de hipótesis explicativas alternativas.” (Ferrajoli, Derecho y razón. Teoría del garantismo
penal, 1995, pág. 39).
26
Siguiendo a esta autora, la probabilidad inductiva de una hipótesis se evalúa
teniendo en cuenta cuatro criterios34:
34
Para nuestro objeto de estudio, estos elementos analíticos son de gran importancia y a su vez de mucho
cuidado, ya que cuando se está en un proceso en el que se discute una causal de exclusión de responsabilidad
penal, puede perderse el foco de qué es lo que se está probando, y desplazar el problema probatorio a un
escenario de existencia del hecho y no a su posible falta de antijuridicidad, esto se desarrollará en el
apartado 4.
35
Esto fundamenta la importancia del principio de inmediación procesal contenido en los artículos 8, 16 y
379 del CPP.
27
pruebas, esté mejor soportada que las demás hipótesis posibles. Según la versión
de coherencia normativa, MacCormick (1980), la hipótesis no debe ser refutada por
ninguno de los datos probatorios, en virtud de los principios explicativos de actuar
racional e intencional humano.
Este criterio parece demasiado exigente, debido a que no es cierto, por un lado, que
las pruebas tengan una coherencia narrativa (como vimos, los testigos olvidan, tienen
distintas percepciones de la realidad, las pruebas se interpretan de diversas formas),
y, por otro, las personas no actúan siempre de un modo coherente, racional e
intencional36. De modo que este criterio es apenas gradual, una hipótesis será más
creíble que otras, si está más sólidamente soportada en las pruebas aportadas, y
menos contradicha por estas, en comparación con las demás hipótesis analizadas.
Estas pautas son aplicables a la valoración de las hipótesis que se refieren a los
hechos, es decir, aquellas del tipo fáctico que soporten la acusación (por ejemplo: A
murió por un impacto de arma de fuego; B poseía un arma de fuego; etc.). No
obstante, como expone Bunge, el razonamiento legal es en apariencia más
complicado que el científico, por referirse a hechos sociales más que naturales,
implica valores y normas además de los enunciados e inferencias fácticas.
En este sentido, dice Ferrajoli que, además del silogismo inductivo –que se refiere a
la valoración de prueba como acabamos de ver- presente en el razonamiento judicial,
también hay un silogismo deductivo y un último práctico. Por un lado el silogismo
deductivo que se refiere a la interpretación de la norma penal aplicable al caso
mediante la subsunción de un hecho en ella; y el silogismo práctico es la disposición
judicial que concluye con la imposición –o no- de la consecuencia
jurídica37.
36
Para ver algunas críticas a la praxeología y en particular a la teoría de la acción racional ver: (Bunge, 2002)
37
Los tres silogismos pueden ilustrarse así:
28
El proceso de verificación jurídica de los presupuestos legales de la pena tampoco
es cierto y objetivo –aun cuando emplee el método deductivo-, ya que además del
proceso de reconocimiento de las normas, supone una elección entre hipótesis
interpretativas alternativas, cuyo grado de indeterminación depende de la
concreción con la que estén formulados los preceptos penales.
c. Epistemología y garantismo
- X provocó la muerte de Y (silogismo inductivo al que se llega luego del análisis de las pruebas)
- Provocar la muerte de otro es un acto constitutivo de homicidio (silogismo deductivo en el que
los hechos se adecuan a las descripciones típicas)
- X es responsable del homicidio de Y y por lo tanto le corresponde la pena A (se atribuyen las
consecuencias jurídicas previstas).
38
Indeterminable se refiere a la posibilidad a priori de atribuirle un alcance extensivo a la definición, por
oposición a lo indeterminado cuando “su intensión no permite determinar su extensión con relativa
certidumbre” (Ferrajoli, 1995, pág. 120).
29
Ahora bien, hay preceptos que suponen un grado aún mayor de indeterminabilidad,
y son aquellos que se refieren a las actitudes internas del sujeto, como lo son
el dolo, la culpa39, o sentimientos de “miedo insuperable” (art.
32 n°9 CPCol), error de tipo (n°10). En sentido estricto, sólo las acciones externas
son connotables40 de manera precisa y denotables taxativamente como elementos
constitutivos del delito.
Esa vaguedad es subsanada por el juez a través del poder de denotación jurídica o
interpretación penal (cuando se refiere a la aplicación o no de normas
indeterminadas), o poder judicial de denotación fáctica (cuando la indeterminación
recae sobre el hecho) (1995, pág. 127).
39
Conceptos además imprescindibles para la estructura de todo el derecho penal, en virtud del principio de
culpabilidad art. 21 CPCol y art. 5 CPEsp.
40
Adoptados la terminología empleada por Ferrajoli en cuanto se refiere a la denotación () y connotación ()
(Ferrajoli, 1995, pág. 127).
41
“Las pruebas tienen por fin llevar al conocimiento del juez, más allá de duda razonable, los hechos y
circunstancias materia del juicio y los de la responsabilidad penal del acusado, como autor o partícipe”.
42
Inc. 3 del Art. 66 del estatuto de la CPI que contiene la presunción de inocencia: “(p)ara dictar sentencia
condenatoria, la Corte deberá estar convencida de la culpabilidad del acusado más allá de toda duda
razonable”. Este ha sido también el criterio seguido por el TEDH en sentencias como: Çolak and Filizer v.
Turquía (32578/96 y 32579/96); TEDH (GS), Sentencia. de. 13.12.2012 –39630/09 (El-Masri v. la antigua
República de Yugoslavia de Macedonia.
30
fórmula vacía de contenido y una puerta a la arbitrariedad y al decisionismo judicial.
Sea lo primero decir que el estándar de prueba es una regla de valoración de las
pruebas practicadas, y como tal se circunscribe al ámbito de las reglas de juicio, y
no al de las reglas probatorias43. La distinción entre regla de tratamiento y regla de
juicio, ampliamente aceptada por la doctrina, será examinada en el capítulo
siguiente. Baste por ahora decir que, en su vertiente de tratamiento, es un derecho
subjetivo del imputado de ser tratado como inocente durante el proceso, y como
regla de juicio se refiere al conjunto de reglas probatorias que deben cumplirse
para poder llegar a una sentencia condenatoria.
a. Algunas definiciones
No es muy claro cuándo una duda es razonable, o cuándo puede el juez quedar
convencido de la ocurrencia de un hecho. Al respecto la doctrina anglosajona44 se
ha valido de cualquier número de interpretaciones, en su mayoría subjetivas, o
morales 45 , ver rápidamente su evolución nos dará un panorama de a qué nos
enfrentamos46.
43
Este tema se desarrollará con mayor atención en el capítulo 3, y hace referencia a los distintos niveles en
los que puede operar la presunción de inocencia, sea esta entendida como regla probatoria o como regla de
juicio, -distinción ampliamente aceptada por la doctrina-. Baste por ahora decir que en su vertiente de
tratamiento, es un derecho subjetivo del imputado de ser tratado como inocente durante el proceso, y
como regla de juicio se refiere al conjunto de reglas probatorias que deben cumplirse para poder llegar a
una sentencia condenatoria.
44
El MATRD adquirió estatus constitucional en Estados Unidos luego de fallo in re Winship 397 U.S. 358
(1970), en donde la Corte Suprema de Estados Unidos establece que para que la responsabilidad penal
pueda ser imputada legítimamente, cada elemento del delito (offense) debe ser probado beyond any
reasonable doubt (BARD).
45
Morales en el sentido de oponerse a lo científico, bajo la concepción de que una convicción absoluta es
imposible de alcanzar (Laudan, 2011, pág. 128).
46
Esta síntesis es tomada de (Laudan, 2011, pág. 127 y ss.).
31
Primero se dijo (Laudan, 2011, pág. 31) que para saber cuándo una duda es
razonable, hay que compararla con las decisiones importantes de la vida de los
ciudadanos comunes. Así como las personas sólo toman las decisiones principales
de su vida una vez que están convencidos, sólo se podrá condenar cuando se tenga
esta confianza. Presupone que las personas son prudentes y dirigen sus acciones
cuando confían seriamente en unas creencias. Este criterio que además está lleno
de calificativos difíciles de determinar, es insuficiente porque no es extraño que se
tomen las decisiones más importantes aun cuando no se esté convencido.
Las probabilidades se mueven entre 0,0 y 1,0, siendo 1,0 la certeza absoluta. Como
ya vimos la certeza absoluta no se pretende alcanzar, pero sirve como referente en
esta postura para graduar el conocimiento al que se llega, de conformidad con esto,
el juez deberá condenar cuando encuentre que las hipótesis que soportan la
culpabilidad sea de 0,947.
47
Las críticas de los modelos matemáticos y estadísticos quedaron expuestas en el apartado anterior.
32
por los tribunales colombianos que no se han dado a la tarea de explicar en qué
consiste el MATDR que se incorporó con la Ley 906 de 200448.
b. El MATDR en Colombia
Toda persona se presume inocente y debe ser tratada como tal, mientras no
quede en firme decisión judicial definitiva sobre su responsabilidad penal.
En consecuencia, corresponderá al órgano de persecución penal la carga de
la prueba acerca de la responsabilidad penal. La duda que se presente se
resolverá a favor del procesado.
En ningún caso podrá invertirse esta carga probatoria.
Para proferir sentencia condenatoria deberá existir convencimiento de la
responsabilidad penal del acusado, más allá de toda duda. (Cursiva fuera del
texto)
48
En la legislación anterior se hacía referencia a la certeza, de esta manera decía el código: art. 22 Ley 600
de 2000: “No se podrá dictar sentencia condenatoria sin que obre en el proceso prueba que conduzca a la
certeza de la conducta punible y de la responsabilidad del procesado”.
49
Art. 29 de la CN: “(…) Toda persona se presume inocente mientras no se la haya declarado judicialmente
culpable. Quien sea sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él, o
de oficio, durante la investigación y el juzgamiento; a un debido proceso público sin dilaciones injustificadas;
a presentar pruebas y a controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la sentencia condenatoria, y
a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho. Es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con
violación del debido proceso.”
33
prueba de MATDR 50 . Estos subprincipios tampoco se encuentran claramente
delimitados por la jurisprudencia ni por la doctrina colombiana, y suelen utilizarse
indistintamente. Un claro ejemplo de esto queda reflejado en el siguiente apartado:
Por último, pero de gran trascendencia, está el hecho de considerar que el estándar
de prueba debe alcanzarse frente a todos los “hechos y circunstancias materia del
juicio y los de la responsabilidad penal del acusado, como autor o partícipe”, es decir,
todos los elementos que compongan la responsabilidad penal deberán ser tasados
con el mismo estándar de prueba.
Ahora bien, la Corte Constitucional colombiana parte de decir que el fin del
proceso penal en un Estado social de derecho, como es el caso del modelo
constitucional colombiano, es la determinación de la responsabilidad penal
individual MATDR. Para ello se dispone una serie de actos jurídicos y
presupuestos (ver por todas (C-828, 2010)), sin embargo no desconoce que hay
otros fines que también se persiguen, como los derechos de las víctimas, por un
lado, y la protección de las garantías del imputado, por otro. El estándar de prueba
50
“El principio de presunción de inocencia está consagrado en el constitucionalismo colombiano como un
derecho fundamental con arraigo expreso en la Constitución y el derecho internacional, del que se der ivan
importantes garantías para la persona sometida a proceso penal, como son: (i) Nadie puede considerarse
culpable, a menos que se haya demostrado la responsabilidad mediante proceso legal, fuera de toda duda
razonable, (ii) La carga de la prueba acerca de la responsabilidad recae sobre la acusación; (iii) El trato a las
personas bajo investigación por un delito, debe ser acorde con este principio” (C-121, 2012).
34
es una de estas últimas, y la consecuencia de no alcanzar dicho estándar no puede
ser otra que la absolución, así lo dice la Corte Constitucional (C-060, 2008):
c. El MATDR en España
51
En igual sentido se pronuncia la CSJ en sentencia 40246 del 28 de noviembre de 2012. MPÁG. José Luis
Barceló Camacho.
52
Esta es la postura de autores como (Ferrer Beltrán, 2007).
35
acusación y la defensa y lo manifestado por los mismos procesados, dictará sentencia
dentro del término fijado por esta Ley”.
Con todo, no hay tampoco una interpretación clara del contenido del estándar de
prueba, por el contrario, la redacción del citado art. 741.1 ha favorecido más
criterios subjetivos o “morales” –en el sentido antes empleado- que la delimitación
objetiva de lo que en realidad requiere el MATDR, y en general, cualquier estándar
de prueba que se vaya a adoptar.
53
Algunos ejemplos se pueden ver en: (STC 81/1998, de 2 de abril; Sentencia 133/2014, de 22 de julio de
2014)
54
En palabras de Bunge “Y algunos códigos penales requieren la pena de muerte cuando “existe la
probabilidad de que el acusado haya cometido actos criminales de violencia”, como si dicha “probabilidad”
(en realidad, una mera plausibilidad intuitiva) pudiera medirse o calcularse. Así, a veces la libertad y hasta la
vida dependen de epistemologías que no tendrían posibilidad alguna en la ciencia, la ingeniería o las ciencias
de la administración. (Bunge, 2002, pág. 381).
55
Una hipótesis se dará por cierta cuando sea más probable su ocurrencia a su no ocurrencia.
36
lo puede ser la vida –para el caso estadounidense- o la libertad del imputado; idea
que se comparte y que será objeto del siguiente apartado.
Un estándar de prueba es el baremo que permite decir cuándo una hipótesis será
considerada como verdadera y cuándo será considerada como falsa, pero, como
hemos dicho anteriormente, no sirve en sí misma para determinar el grado de
apoyo con que cuenta una hipótesis o, en otras palabras, no sirve para encontrar la
verdad56.
56
Es importante destacar que la teoría del estándar de prueba ha tenido su mayor desarrollo en la do ctrina
anglosajona –lo que explica las constantes referencias que en el texto se hace de doctrina y jurisprudencia
de Estados Unidos-, esto se debe a que allí hay un jurado lego que decide sobre las cuestiones de fácticas y
un juez letrado que vela por las cuestiones jurídicas del proceso, entre las que se cuenta la de instruir al
jurado sobre el grado de convencimiento al que debe llegar para proferir un fallo de culpabilidad. Este
esfuerzo instructivo ha puesto de presente las enormes dificultades que existen en la definición de un
estándar de prueba, y dejan al descubierto la ligereza con la que se usa este concepto. En España ya está
ocurriendo cosa similar, desde la entrada en vigencia de la LOTJ, ya que como lo expone Mercedes
Fernández, “a tenor de su art. 54.3, el Magistrado-Presidente deberá informar a los jurados acerca de que
cualquier duda sobre la prueba surgida tras la deliberación ha de resolverse de la forma más favorable al
acusado. Puesto que debe tratarse de dudas razonables, el Magistrado-Presidente puede verse en la
obligación de explicar a los jurados el significado y la importancia de las mismas”Fuente especificada no
válida..
37
Este estándar puede ser más o menos estricto dependiendo de qué tan dispuesta esté
una sociedad de condenar a los individuos, aún a costa del sacrificio de inocentes.
En este sentido dice Laudan que:
(l)a razón de ser de un estándar de prueba estricto –la única razón para un
estándar de prueba estricto- es la de proteger al inocente frente a una condena
errónea. (Los estándares de prueba estrictos de ningún modo pueden reducir
los errores de juicio; sólo los desplazar a favor de los acusados –sean culpables
o inocentes-)57 (Laudan, 2011, pág. 210).
Este autor propone una distinción sobre la que es necesario pronunciarse. Según
Laudan, es incorrecto pensar en la presunción de inocencia (toda persona se presume
inocente hasta que no se declare judicialmente culpable), como si al pronunciar el
veredicto de alguna forma se crearan los hechos del crimen, de ser eso cierto –
según el autor- no tendría sentido hablar de errores judiciales pues hablar de una
falsa absolución, implica que hay un verdadero culpable.
Esta distinción que puede ser de mucha ayuda a la hora de abordar problemas
epistémicos en el proceso, olvida que el derecho penal se vale de la dicotomía de
inocente y culpable. No es que el proceso cree los hechos, como lo señala el autor,
sino que construye unas realidades a partir de un lenguaje propio –también
construido- que implica la imposición de etiquetas sobre la responsabilidad penal
de los individuos. En la realidad encontramos hechos, y personas que intervienen
57
Para Laudan (2011) el proceso penal tiene tres fines: reducir el error (evitar al máximo posible condenar
inocentes y absolver culpables), distribuir el error que es inevitable (acá ubica el estándar de prueba), y
otros fines no epistemológicos que son sobretodo políticos y morales. Si bien este pen samiento parece
incompleto por reducir injustificadamente otros fines, como la resolución de conflictos, o la materialización
del derecho sustancial, y agruparlos arbitraria y asistemáticamente; tampoco parece acertado decir que la
distribución del error sea autónomamente uno de los objetivos del proceso, sino que este obedece a varios
de los criterios que quedan dentro de la categoría de valores no epistémicos.
38
en ellos, la denominación de inocente o culpable no es un hecho sino una
construcción.
Ahora bien, podría decirse que la estipulación de las normas penales obedece a
una función que ha de ser tomada en cuenta al momento de imponer una sanción;
aparecen aquí las teorías de los fines de la pena60. Podemos acordar entonces que el
juez debe por un lado materializar los fines de la pena, y por otro lado proteger los
derechos individuales a que tiene derecho el acusado.
58
Así lo propone la teoría Laplace-Nozick, según la cual en virtud del contrato social al estado le corresponde
minimizar dentro de los límites de sus posibilidades el resultado de la sumatoria de la probabilidad de que
una persona inocente sea condenada por error más la probabilidad de que una persona pueda llegar a ser
víctima de un delito. Entendiendo que estas son las únicas variables a analizar por ser las obligaciones del
estado frente al delito (Laudan, 2011, pág. 252).
59
En atención a los errores de adjudicación en que pueden incurrir los jueces, en tanto son personas, y por
ello falibles, dice Dworkin (1984, pág. 208) que aun cuando seamos conscientes de esos errores “debemos
auspiciar técnicas de adjudicación de las que quepa esperar que reduzcan globalmente el número de
errores, basándose en algún juicio de las capacidades relativas de los hombres y mujeres que podrían
ocupar los diferentes roles”.
60
Como lo plantea una teoría unificadora de los fines de la pena, como la propuesta por Roxin, se tiene que
al momento de la imposición de una pena en la imposición de la pena, se debe atender a las necesidades
preventivas especiales y generales (Roxin, 1997) (Art. 4 CPCol).
39
los generales, en un determinado modelo de estado (Dworkin, 1984). Es por esto que
entenderemos que el objetivo de las reglas de juicio, y particularmente el estándar
de prueba MATDR, no es otro que el de evitar condenas erróneas.
Dentro de las críticas que suscita el MATDR se encuentra una que es necesario
analizar con mayor detenimiento. Esta se refiere a lo problemático que resulta su
homogenización para todos los delitos. Como señala Laudan, cuando el MATDR fue
introducido en el contexto estadounidense para los delitos graves se establecía la
misma pena: la pena de muerte. Por esta razón –dice el autor- tenía sentido que
hubiera pronunciamientos tan acertados sobre la preferencia de absolver a un
culpable que condenar a un inocente, pues las consecuencias de la condena serían
imposibles de deshacer.
40
consecuencias nefastas. Implica la pérdida de un largo catálogo de derechos –no sólo
el de la libertad- y en muchos casos generar daños irreparables61.
Sin profundizar sobre todas las consecuencias negativas que acarrea para los
sujetos condenados su contacto con el sistema penal –lo cual excede el objeto de
estudio-, en ningún caso deben menospreciarse sus efectos y, por tanto, hasta a las
penas que puedan ser menos gravosas les corresponde un trato procesal con las
mismas garantías y en consecuencia, con un exigente estándar de prueba.
Partimos de la base de que el proceso penal es un requisito sine qua non para la
declaración de culpabilidad62 de un individuo, y la posterior imposición de una
pena o medida de seguridad (nulla poena sine iudice). En esta medida aceptamos
que el proceso penal es una técnica destinada a proteger a los individuos del abuso
del poder estatal.
41
están cruzadas por una serie de principios y normas que modifican la forma en la
que estas situaciones se constituyen.
Es posible que una parte tenga ocasión de oportunidad, esto es, se encuentre en
situación de proporcionarse, mediante un acto, una ventaja procesal (Goldschmidt,
1961, pág. 77), o también que tenga una necesidad de actuar para evitar una
desventaja procesal. Cuando esta necesidad de actuar busca evitar una desventaja
a la parte a quien le correspondería actuar, y sólo a ella, estamos frente a una carga
64
En la medida en que hay intervinientes adicionales en el proceso penal pueden existir más pretensiones,
como el del ministerio público, o la de la parte civil. Sin entrar en detalles sobre las funciones de cada uno de
ellos, nos concentraremos en las dos partes principales del proceso penal, el acusado y el ministerio fiscal.
65
El proceso penal anglosajón es más acertado en cuanto a la terminología empleada en el veredicto, esta
puede ser de guilty o non guilty, pero no de innocent.
66
Un acto procesal puede provenir de las partes o del juez, y son aquellos que constituyen, modifican o
extinguen las expectativas, posibilidades o cargas procesales, o la dispensación de las mismas. A su vez los
actos de partes pueden ser de dos tipos: de obtención, o en sentido estricto, son aquellos que tienen como
fin inmediato el de llevar un hecho a evidencia (a estos actos pertenecen las solicitudes y aportaciones de
prueba); y los actos de causación, que se definen por su opuesto; son todos aquellos actos de parte que no
son de obtención (Goldschmidt, 1961, pág. 79 y ss.).
42
procesal que, por lo tanto, es un “imperativo de propio interés“ 67. En principio, a cada
parte le corresponde probar aquello que alega (art. 167 CPC).
Por diversos motivos, la ley puede eximir de una carga a una de las partes, lo que
significa que de omitir un acto puede no obtener las desventajas procesales. Estas
excepciones, junto con las expectativas de una sentencia favorable, y la posibilidad
u ocasión de actuar para obtener una ventaja procesal, constituyen los derechos
procesales. Los derechos o las cargas procesales, a diferencia de los materiales,
dependen de la evidencia, especialmente de la prueba de un hecho.
A su vez, la carga puede ser formal o material, atendiendo a las partes a quienes se
imponga la carga. Será formal (o distribución de la carga de la prueba) aquella que
exime al juez de las pruebas de oficio y distribuye las cargas de probar entre las
partes del procedimiento. De otro lado, la carga será material (o regla de juicio)68, si
obedece al interés de la parte de que un hecho quede acreditado en orden a evitar
una posible consecuencia negativa. Esta última se dirige a la distribución de la
67
Esto es lo que diferencia la carga de los deberes, estos últimos son “imperativos de intereses ajenos”,
puesto que las consecuencias jurídicas negativas de omitir un acto no recaen exclusivamente en quien se
beneficiaría de ellos. (Goldschmidt, 1961, pág. 77)
68
La terminología de regla de juicio para la carga de la prueba material, y de distribución de carga de la
prueba, para la carga formal, se adopta, entre otros por: (Fernández López, 2005).
43
prueba entre las partes y, dado su carácter contingente, se acerca a la carga menos
perfecta. (Ibíd. pág. 35).
Debido a que para que pueda haber una responsabilidad penal deberán quedar
acreditados todos los extremos que componen la acusación y, en la medida en que
para fijar un hecho en un proceso, deberá probarse, cobra una significativa
importancia saber qué y a quién le corresponde probar. En relación con los actos de
parte que impliquen la carga de la prueba, estos pueden ser de tres tipos: está en
primer lugar la carga de alegar, la de producir pruebas y la carga de persuasión.
La carga de alegar se refiere a aquella que corresponde a una parte para que la
pretensión, bien sea jurídica o fáctica, sea considerada para su inclusión en un litigio69
y la carga se agota en la manifestación de dicho supuesto. La importancia de la
carga de alegar, radica en que la parte que se podría ver beneficiada con el hecho
que alega, puede ser acaso la única que lo conoce.
69
Hay quien sostiene que la carga de la prueba sobre las causales que excluyen la responsabilidad penal
corresponde a la defensa únicamente en lo que respecta a la carga de alegar, sin embargo esta parece una
salida demasiado simple que en el fondo no resuelve los problemas prácticos. Esta postura es defendida por
(Cuerda Riezu, 2014).
70
Para ver un análisis más detallado de la proposición de pruebas en el proceso penal, su determinación
procesal, y las facultades probatorias del Tribunal Enjuiciador ver: (Fernández López, 2005, pág. Capítulo IV)
44
En una muy estrecha relación se encuentra la carga de persuasión, que equivaldría
al estándar de prueba. Una vez practicadas las pruebas 71 y establecida la base
fáctica, se establece qué regla de decisión deberá atenderse para considerar un hecho
como verdadero y a qué parte corresponde asumir el costo de no alcanzar dicha
regla dentro de un marco de probabilidad. El presente estudio tiene por objeto
la carga de persuasión únicamente al momento de emitir una sentencia 72.
71
Puede entenderse que la carga de producción implica no sólo el solicitar al juez el decreto de la prueba
sino además su práctica.
72
A lo largo del proceso, y en el entendido en que este es dinámico, se van estableciendo diferentes cargas
tanto de producción como de persuasión que atienden a finalidades diferentes. Por ello es posible que
dentro de un mismo proceso se acepten diferentes estándares de prueba dependiendo de la etapa procesal
en la que nos ubiquemos, y del fin que se pretenda conseguir. Por ejemplo en España según el art. 503 LECr,
para decretar una prisión provisional es necesario que: “aparezcan en la causa motivos bastantes para creer
responsable criminalmente del delito a la persona contra quien se haya de dictar el auto de prisión”;
corresponde al juez de instrucción acordar la apertura del juicio oral en el procedimiento abreviado, el art.
790.6 de la LECr. siempre que no existan indicios racionales. de criminalidad contra el acusado, so pena de
decretar el sobreseimiento. En el caso colombiano, corresponde al juez de control de garantías decretar la
medida de sólo si “de los elementos materiales probatorios y evidencia física recogidos y asegurados o de la
información obtenidos legalmente, se pueda inferir razonablemente que el imputado puede ser autor o
partícipe de la conducta delictiva que se investiga (art. 308 CPP); en cuanto a la suspensión y cancelación de
registros, el art. 101 del CPP apenas exige que haya motivos fundados.
73
Por esto se dice que “la carga de persuasión determina el significado de la carga de producción”(R. Allen,
en Carmen, pág. 42)
45
Además de la mejor posición para probar, las cargas de la prueba pueden ser
modificadas por el legislador a través de las presunciones. Como veremos más
adelante, estas son disposiciones legales mediante las cuales se dispensa a una
parte de probar algo que de otra forma tendría que probar, asumiendo las
consecuencias negativas de no hacerlo.
Hasta ahora tenemos que en el proceso existe una categoría jurídica que ubica a
una parte en posición de probar un hecho, bien porque esté en mejor posición, o
porque es el que tiene interés en hacerlo, o porque hay una cláusula legal que se lo
exija; en todo caso se deberá tener en cuenta que es a esa parte, y sólo a ella, a la
que le corresponderá asumir las consecuencias desfavorables de omitir la carga.
No discutiremos acá que en virtud del derecho de defensa el acusado puede ejercer
un papel más activo presentando pruebas que no sólo desacrediten las de la
acusación, sino también que soporten las de su hipótesis, toda vez que no es este el
escenario que nos interesa, sino que buscamos responder a las hipótesis de duda
en las que la defensa no desempeña un papel activo y por tanto es necesario
remitirnos a las cargas de la prueba.
Estas últimas pueden ajustarse dependiendo de los fines que se quieran perseguir en
un proceso penal, y atendiendo a los principios rectores del derecho procesal penal.
Esas cargas pueden ser de producción de pruebas o de persuasión, siendo la primera
un desarrollo de la segunda. Advertimos que los eventos de las eximentes de
responsabilidad penal, suponen un análisis particular dentro de la carga de la
prueba, que supondrá reformular algunos presupuestos probatorios.
46
salvaguardar derechos subjetivos como es el caso del derecho penal, que introduce
presunciones atendiendo a fines extra epistémicos, es el caso de la presunción de
inocencia en sus diversas acepciones.
Como regla de juicio se indica al juez cómo proceder en los casos en los que luego
de la práctica de las pruebas, se encuentra en duda frente a la ocurrencia de un hecho,
de modo que la hipótesis tanto puede ser cierta como puede ser falsa. Este problema
particular de la duda se reconduce al principio del in dubio pro reo, sin
74
Un acertado análisis sobre el conflicto entre presunción de inocencia como regla de tratamiento, y el uso
de la prisión preventiva se puede ver en: (Andrés Ibañez, 1996).
75
Un desarrollo ulterior de este derecho exige además que las pruebas estén estrictamente sujetas a la
legalidad, excluyendo de pleno derecho aquellas que violen derechos fundamentales (Fernández López,
2005, pág. 150).
47
embargo lo seguiremos tratando como presunción de inocencia por no haber una
distinción sustancial entre ambos términos76.
Prima facie la presunción de inocencia indica al juez que, cuando los hechos
constitutivos de la acusación no resulten probados más allá de toda duda razonable, o
no lo suficientemente, el juez debe negar la pretensión y, en consecuencia,
absolver. Esto con independencia de la actividad desplegada por la defensa,
quien, como hemos dicho, puede asumir una actitud pasiva o activa.
Esto nos conduce a decir que, en tanto que corresponda a la acusación fijar los hechos
que soporten su hipótesis, independientemente de la actuación de la defensa, la
carga de producción corresponde a esta primera y exime a la última, pues la
inocencia es ya el punto de partida y la hipótesis a desvirtuar. Esto incluye no sólo
los hechos que componen el tipo penal, sino también los que componen las
agravantes.
Si bien pesa sobre la acusación la carga de demostrar los elementos que soporten
su acusación MATDR, hay eventos en los cuales el acusado se ve en la situación
jurídica de aportar las pruebas para obtener una ventaja procesal. Este es el caso de
la materialización de la duda razonable. Así, tomando las palabras de Allen,
podemos decir que: “la afirmación de que la acusación debe probar los elementos
del delito más allá de toda duda razonable y la afirmación de que el acusado debe
mostrar que hay una duda razonable, son equivalentes” (Allen, en Carmen, pág.
47).
76
Como lo señala Fernández López, los conceptos de presunción de inocencia (en su variante de regla de
juicio) e in dubio pro reo, son en realidad dos expresiones distintas que cumplen la misma función cual es
resolver los casos de duda. En España la razón de diferenciar estos términos responde a una necesida d
práctica de los jueces de responder cuestiones prácticas, especialmente en lo que se refiere al uso del recurso
de casación (Fernández López, 2005, pág. 187 y ss.)
48
acusatoria 77 , para de esta forma obtener una sentencia absolutoria. En otras
palabras: la ausencia de actividad probatoria por parte de la defensa no implica como
consecuencia necesaria una sentencia condenatoria.
Hemos referido numerosas veces que el proceso requiere que se fijen unos hechos
sobre los cuales se decidirá la responsabilidad penal de una persona. Esto se hace a
través de las pruebas que se logren allegar al proceso; la calidad, la cantidad,
diversidad y su respectiva capacidad persuasiva hacen que sea epistémicamente
válido calificar el enunciado sobre un hecho como verdadero o falso.
También hemos dicho que a toda persona que hace parte de un proceso penal se le
atribuye la calificación jurídica de no culpable del hecho que se le imputa. Dado
que la condición de partida es esta, corresponde en principio a la acusación fijar los
hechos que desvirtúen la presunción de inocencia; que el acusado, aun cuando no
ejerciendo un papel activo dentro del proceso, presenta una hipótesis de negación
de la teoría del caso de la acusación.
77
Un ejemplo concreto es el caso de O.J Simpson. En este sentido ver (Dershowitz, 1997).
78
Todo esto será explicado con más detalle en el capítulo 4.
49
Desde el fallo In Re Winship, la Suprema Corte de Estados Unidos sentó el
precedente de que cada elemento del delito79 debe ser probado más allá de toda
duda razonable80. Lo que nos interesa ahora es ver cómo el estándar de prueba
MATDR funciona de forma distributiva sobre unos elementos del delito, y
corresponderá ahora determinar cuáles son esos elementos del delito que deben
ser probados MATDR para que pueda al final, declararse la responsabilidad penal.
Es casi un lugar común afirmar que “todos los extremos de la acusación” deben ser
probados MATDR, pero el amplio desarrollo de la teoría general del delito exige que
esta afirmación sea observada con mucho mayor cuidado, y evitar que todos los
elementos que componen la acusación sean tratados de la misma forma,
desatendiendo a las particularidades que tienen.
Empecemos pues por identificar los diferentes tipos de hechos que se pueden
acreditar en un proceso penal siguiendo a la teoría general del proceso, que son los
hechos constitutivos, los hechos modificativos y los hechos impeditivos. Están, en
primer lugar, los hechos constitutivos que son aquellos que componen la
pretensión punitiva en su sentido más estricto; son los relativos a las circunstancias
objetivas y subjetivas del delito, y por esto dependen de la redacción de cada tipo
penal. También comprenden las agravantes de la responsabilidad.
Los hechos objetivos son aquellos que conforman la conducta típica y que se
manifiestan a partir de conductas u omisiones expresadas a partir de verbos. En la
79
La Sentencia se refiere a las offence que para el derecho estadounidense recoge los delitos y las faltas
(crimes and misdemeanors).
80
Este aspecto quedó abordado con mayor profundidad en el capítulo 2.
50
medida en que estos hechos existen sobre una realidad material, el conocimiento
de estos hechos puede ser directo –no por el juez por supuesto, sino por terceros que
podrán constituirse como testigos- y su prueba podrá requerir un menor esfuerzo
interpretativo.
Por su parte, los hechos subjetivos, son aquellos que vinculan psicológicamente a
un sujeto con un hecho, se refieren al ámbito interno de la personal. Los aspectos
subjetivos no se circunscriben a una única categoría dogmática, sino que están
presentes en toda la estructura del delito. Son de vital importancia en la composición
del tipo subjetivo al estructurar el dolo o la culpa y todas las variables que de estos
se deriven.
Ahora bien, la prueba del elemento subjetivo es más complicada de abordar por
dos aspectos: el primero es que supone un reto probatorio mucho mayor que los
hechos objetivos por su naturaleza81; el segundo es que a quien se le atribuye ese
esfuerzo probatorio depende de la categoría jurídica en la que se encuentre el
hecho subjetivo, en otras palabras, la carga de la prueba del hecho subjetivo depende
de la categoría dogmática en la que este se ubique.
81
Como lo apunta Bunge, las acciones u omisiones intencionales, tienen presupuestos ontológicos,
epistemológicos y morales tácitos, y son un objeto legítimo de reflexión filosófica (Bunge, 2002, pág. 330).
82
Tal y como lo expone Fernández López (2005, pág. 59) la discusión ha llegado a entender que en lugar de
hechos subjetivos, nos encontramos con juicios de valor o de inferencia, y que por lo tanto el problema no
es tanto fáctico, sino normativo. En España la discusión ha sido abordada por la jurisprudencia; el T.S. por
ejemplo considera que los hechos internos no son objeto de prueba y por lo tanto se excluyen del derecho a
la presunción de inocencia. Manifiesta la autora que como “(c)onsecuencia de esta teoría jurisprudencial
resulta la inaplicación en la práctica del derecho a la presunción de inocencia a los delitos imprudentes, en la
medida en que en ellos se discute el elemento subjetivo del injusto, no las circunstancias objetivas, acerca
de las cuales no suele haber conflicto” (Ibíd. pág. 60).
51
pueden hacerse juicios que permitan fijar hechos en el proceso, se entiende que a
su vez lo son, o en gracia de discusión, al menos en un sentido procesal.
Los hechos subjetivos se fijan a través de indicios, lo cual hace más difuso el nexo
causal entre la prueba indiciaria y el hecho indicado. El caso es que su dificultad
probatoria no impide su prueba, y mucho menos puede interpretarse como una
presunción de culpabilidad, sino que a partir de los hechos externos es que se pueden
inferir los hechos subjetivos.
En segundo lugar, se encuentran los hechos impeditivos, que son aquellos que
mediante la negación de uno de los hechos constitutivos busca evitar que la
pretensión acusatoria prospere. Que sean una negación significa que la afirmación
de su existencia implica una relación disyuntiva con la hipótesis acusatoria, por
esto es que constituyen una categoría autónoma de hechos impeditivos, y no meras
negaciones.
83
Los casos de blanqueo de capitales son un claro ejemplo de cómo se ha venido invirtiendo la carga de la
prueba para los hechos constitutivos de algunos delitos. En este caso es el acusado quien debe probar la
licitud del origen de su patrimonio.
52
Se entiende que la pretensión acusatoria no prosperará cuando alguno de los
elementos de la naturaleza o esencia del delito estén ausentes o insuficientemente
soportados. Dentro de los hechos impeditivos se encuentran las causales que
excluyen la responsabilidad penal, como las causales de justificación y las de
exculpación. Dado que este tema, su naturaleza y su prueba serán el objeto del
capítulo 4 no nos extenderemos más en este respecto.
Hay otro tipo de hechos que se oponen a la pretensión acusatoria pero cuya
entidad no es suficiente para excluir la responsabilidad penal sino que alteran el
alcance y contenido de la pretensión. Estos son los hechos modificativos, y se
incluye en este conjunto las causales de disminución de responsabilidad penal o
atenuantes 84 , se incluyen también las eximentes incompletas o atenuantes
calificadas (Fernández López, pág. 70).
Según lo anteriormente expuesto tenemos que, hay por un lado una hipótesis
acusatoria que se fundamenta en los hechos constitutivos del delito, y otra
absolutoria, integrada por los demás hechos, bien sean impeditivos o
modificativos. En la medida en que el punto de partida es la inocencia, se
entenderá que en principio la carga de la prueba de los hechos constitutivos recae
sobre la acusación, pero el caso de las eximentes –que es el que nos ocupa- merece
un análisis más detallado.
84
Las agravantes como vimos anteriormente están integradas al objeto de la pretensión punitiva por lo que
no pertenecen al conjunto de hechos modificativos, como sí es el caso de las atenuantes.
53
diligencias de prueba que las propuestas por las partes, ni ser examinados otros
testigos que los comprendidos en las listas presentadas”.
Sin embargo, dentro de los principios rectores del proceso penal español, se
encuentra la presunción de inocencia, cuyo contenido tiene expreso
reconocimiento constitucional 85 , y legal 86 . Sobre su alcance han dicho la
jurisprudencia y la doctrina que la presunción de inocencia puede entenderse de tres
formas: como principio informador del proceso penal 87 , como regla de
tratamiento del imputado 88 , y finalmente, el que nos compete, como regla
probatoria.
Tanto el TS como el TC han fijado los requisitos que debe tener la prueba penal
para poder sustentar una sentencia de cargo, esta es la prueba
85
Art. 24-2 CE: “Asimismo, todos tienen derecho al Juez ordinario predeterminado por la ley, a la defensa y a
la asistencia de letrado, a ser informados de la acusación formulada contra ellos, a un proceso público sin
dilaciones indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa , a
no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia.” (Cursiva fuera del
texto). Está además contenido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el art. 11.1, en el
art. 14.2 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, así como en el art. 6.2 del Convenio para
la protección de Derechos Humanos y Libertades Fundamentales; instrumentos todos estos ratificados por
España.
86
Art. 70-2 LECrim. “Asimismo, si el veredicto fuese de culpabilidad, la sentencia concretará la existencia de
prueba de cargo exigida por la garantía constitucional de presunción de inocencia.”
87
Según el cual la presunción de inocencia es un derecho que se reconoce a todo acusado en un proceso
penal que busca limitar la actuación del Estado. (Fernández López, pág. 119). En conc. STC 111/1999.
88
Esta vertiente corresponde al derecho subjetivo que obliga al estado a tratar al procesado como un
inocente; esta regla tiene significativas consecuencias en lo que se refiere a las medidas cautelares y
especialmente a la prisión preventiva. Al respecto ver (Andrés Ibañez, 1996).
54
del acusado, incluso la relación de causalidad, con las demás características
subjetivas y la imputabilidad.” (STC 33/2000).
No se discute que la duda sobre la existencia de alguno de los hechos que soportan
la acusación lleve a negar la pretensión a la que los mismos sirven de base 91, sin
embargo no resulta tan pacífico el contenido de esa duda –como lo vimos en el
capítulo 2- ni tampoco el alcance que tiene la falta de actividad probatoria cuando
la duda versa sobre los supuestos de descargo.
55
El TC, por su parte, ha entendido que la prueba –y su ausencia- sobre las causales
eximentes son un problema de estricta legalidad que escapa a la órbita de la
presunción de inocencia. En este sentido se ha pronunciado diciendo que
“es doctrina reiterada de este Tribunal —cita STC 63/2001— que la apreciación
o no de la concurrencia de atenuantes o eximentes es una cuestión de estricta
legalidad penal, que sólo puede ser combatida en amparo de resultar
arbitraria, errónea o irrazonable.” (STC 239/2006 del 17 de julio de 2006).
“Toda persona se presume inocente y debe ser tratada como tal, mientras
no quede en firme decisión judicial definitiva sobre su responsabilidad
penal. En consecuencia, corresponderá al órgano de persecución penal la
carga de la prueba acerca de la responsabilidad penal. La duda que se
presente se resolverá a favor del procesado. En ningún caso podrá invertirse
esta carga probatoria. Para proferir sentencia condenatoria deberá existir
convencimiento de la responsabilidad penal del acusado, más allá de toda
duda.”
De aquí se desprende que la carga de la prueba de los hechos constitutivos del delito
recae en la acusación 95 , y cuando haya una duda acerca de la
94
Distinto era el caso del anterior CPP, la Ley 600 de 2000 que se regía por el principio inquisitivo y permitía
la práctica de pruebas de oficio, y establecía un estándar de prueba de “certeza” en lugar del MATDR.
95
En este sentido se ha pronunciado reiteradamente la Corte Constitucional: “La presunción de inocencia se
constituye en regla básica sobre la carga de la prueba de acuerdo con la cual corresponde siempre a la
organización estatal la carga de probar que una persona es responsable de un delito (…) lo que se conoce
56
responsabilidad penal del acusado, esta se resolverá a su favor (art. 381 CPP).
Claramente la categoría de la responsabilidad penal es mucho más extensa y no
deja lugar a dudas al incluir las eximentes dentro de los hechos que deben ser
probados. Sin embargo nada dice sobre a quién corresponde la prueba de las
eximentes. En principio afirma la CSJ que en
“El mandato legal de que toda duda se debe resolver a favor del sindicado,
en fin, no permite excepción de ningún tipo y en esa medida la decisión del
Tribunal de absolver al acusado con fundamento en la falta de certeza sobre
la antijuridicidad de su conducta”. (Sentencia del 26 de enero de 2005, rad.
15834).
“(E) s claro que existen elementos de juicio o medios probatorios que solo se
hallan a la mano del procesado o su defensor y, si estos pretenden ser
utilizados por ellos con el fin de demostrar circunstancias que contravienen
las pruebas objetivas que en su contra ha recaudado el ente instructor, mal puede
pedirse de éste conocer esos elementos o la forma de allegarse al proceso. Por eso, el
concepto de carga dinámica de la prueba así restrictivamente aplicado –no para que
el procesado o la defensa se le demande probar lo que le compete probar al Estado,
sino para desvirtuar lo ya probado por este– de ninguna manera repugna el concepto
clásico de carga de la prueba en materia penal, ni mucho menos afecta derechos
fundamentales del procesado. (Corte Suprema de Justicia. Sala Casación Penal
N° 35370. Sentencia 25 mayo 2011”. M.PÁG. Fernando Alberto Castro
Caballero).
57
Son recurrentes las sentencias en las cuales la Corte Constitucional reivindica la
importancia de la carga de la prueba en cabeza de la acusación, y la presunción de
inocencia como principio rector del proceso penal colombiano96, de modo que las
dudas razonables sobre la autoría o responsabilidad del autor se resuelven siempre
a su favor97. Sin embargo, a la hora de delimitar el alcance de este precepto se
acerca más a la postura de la CSJ y permite ver una flexibilización de este
principio.
96
“La vigencia de esa presunción [de inocencia] le marca al proceso penal un derrotero particular en materia
probatoria pues se parte de una presunción que hay que desvirtuar plenamente ya que aún en caso de duda
se mantiene su efecto vinculante. Ello es así en cuanto a la racionalidad del Estado constitucional, como
Estado de justicia, le repugna la sola posibilidad de condenar a un inocente”. (Sentencia C-156 del 5 de
marzo de 2002 M.PÁG. Jaime Córdoba Triviño).
97
Sentencia C-782-2005, M.PÁG. ALFREDO BELTRÁN SIERRA; C-828-2010.
98
(S)i el acusado se presume inocente y la carga de la prueba de la veracidad de los cargos imputados, más
allá de la duda razonable, recae sobre el fiscal, es lógico entender que al juez no le corresponde interrumpir
el juicio para llevar a cabo una nueva investigación o mejorar los elementos de convicción de la condena,
por lo que debe aplicar el principio del in dubio pro reo y absolver al sindicado. (SC 396 de07).
58
existencia de la responsabilidad penal, y su efecto consiste en alterar las
consecuencias de la misma.
Estas causales están contenidas en los artículos 32 del CPCol, y 20 del CPEsp;
ambas legislaciones contemplan un listado no taxativo de eventos que excluyen la
responsabilidad penal, bien sea por ausencia de acción, de tipicidad o de
culpabilidad; o que reducen la misma, tal es el caso del error de tipo cuando la
conducta está prevista en modalidad culposa; o el art. 21 del CPEsp, cuando no
concurran los requisitos necesarios para eximir de responsabilidad penal. En esta
medida no puede decirse que los artículos en mención corresponden a una
sistematización de causales que atienden a una determinada categoría del delito.
99 Sobre esto el art. 9 del CP dice que para que la conducta del imputable sea punible Para que la
conducta sea punible se requiere que sea típica, antijurídica y culpable; mientras que para que la
conducta del inimputable sea punible se requiere que sea típica, antijurídica y se constate la
inexistencia de causales de ausencia de responsabilidad.
100
Esto bajo el entendido que la responsabilidad penal implica la pérdida o disminución coercitiva de un
derecho, característica que comparten tanto las penas como las medidas de seguridad, en este sentido ver
por todos (Agudelo, 2007).
59
Algunos fundamentos de las causales de exclusión de responsabilidad penal
Según Ferrajoli (1995, pág. 459), las eximentes de responsabilidad penal son
normas positivas que traducen los principios morales que sirven para negar la
justificación de ciertas prohibiciones o para justificar ciertos delitos, los mismos
hacen parte de lo que el autor denomina “la ética descriptiva”. Estos principios de
justicia expresan siempre valores, lo que los hace discutibles e inverificables (pág.
461).
Cada una de las causales tiene unos elementos constitutivos particulares, por lo
que implican una serie de retos a la hora de su demostración. Sin embargo, la
distinción entre causales que excluyen la acción, la tipicidad o la culpabilidad, no
es una distinción diciente de cómo se pueden probar las mismas.
101 “They ask whether we could have reasonably expected the defendants to have remained law-
abiding given the situation they faced.” (Paul Robinson pág. 5)
102 “Excuses are interesting because the lay bare the criminal laws concern for the community´s
60
Esta diferenciación es apenas para efectos de analizar y determinar las cargas
probatorias de las eximentes, pero no pretende desconocer la importancia de
relacionar las eximentes con las categorías dogmáticas a las cuales obedecen, ya
que esta última diferenciación tiene efectos jurídicos significativos en términos de
responsabilidad civil, por ejemplo.
a. Causales objetivas
Para el caso de la fuerza mayor y el caso fortuito los requisitos de configuración y los
elementos a probar son equivalentes, esto en el sentido de que basta con acudir a
criterios objetivos para hablar de la existencia de la misma. Es suficiente probar por
ejemplo que el sujeto fue empujado desde lo alto de una piedra para que se configure
la causal y quede excluida la responsabilidad penal.
104
Otros autores sin embargo, consideran que para la configuración de dichas causales no se requiere el
conocimiento de la situación, sino que basta con que la existencia objetiva de dicha causal. Por todos ver:
(Sotomayor, 1996).
61
Lo mismo ocurre con el estado de necesidad, en donde, adicional a la agresión
ilegítima -que es una circunstancia externa y objetiva-, debe haber un requisito
subjetivo: que el sujeto sepa que se encuentra en una situación justificante, aunque
no necesariamente quiera actuar conforme a dicha situación 105 . Esos elementos
subjetivos, si bien son esenciales para la configuración de una causal de exclusión,
no lo son para efectos de la distribución de la carga de su prueba.
b. Causales subjetivas
La diferencia entre las causales objetivas y las subjetivas se puede ver ejemplificada
en la distinción entre la insuperable coacción ajena y el miedo insuperable, con la
siguiente cita:
“La diferencia entre obrar “bajo una insuperable coacción ajena” y obrar
“impulsado por un miedo insuperable”, radica en que en la primera causal de
responsabilidad el miedo tiene su génesis en el comportamiento arbitrario
e ilegal de un tercero patentizado en una fuerza irresistible tendiente a
condicionar la voluntad del sujeto con el fin de que realice una acción
determinada; mientras que en la segunda el miedo surge en el ánimo del
hombre sin que exista [necesariamente] coacción o intimidación, el mismo
puede provenir ante peligros reales o imaginarios o tratarse de un
miedo instintivo, racional o imaginativo” (CSJ, 21457, 2007).
105
Esta afirmación es compatible con un concepto subjetivo de injusto “para la justificación es en principio
suficiente que el sujeto actúe objetivamente en el marco de lo justificado y subjetivamente con
conocimiento de la situación justificante. En tal caso tiene dolo de hacer algo objetivamente conforme a
Derecho. La conciencia de producir algo conforme a Derecho elimina ya el desvalor de la acción y por tanto
el injusto” (Roxin, pág. 597).
62
4.1 Defensas afirmativas y estándar de prueba
También es el caso del § 2.09 del mismo estatuto, que exige a la defensa demostrar
que actuó bajo una insuperable coacción ajena (o dureness en el sistema anglosajón),
se exige del imputado que pruebe todos los supuestos de hecho que componen
esta causal (que su actuar fue la respuesta de una agresión injusta, en contra de sí
mismo o de otro, que una persona razonable fuera incapaz de resistir), pero
además se le exige que demuestre que él mismo no se puso en aquella situación de
coacción, ni siquiera de forma negligente.
Este último caso resulta más complejo, puesto que a la defensa le corresponde
probar, no sólo la existencia de la causal, sino además impedir que prosperen todas
las hipótesis que puedan contradecir la acusación; esto puede traducirse en que a
la defensa no sólo se le está exigiendo que pruebe que su conducta fue conforme a
derecho -por existir una eximente- sino que dicha prueba debe ser MATDR.
106 Las defensas afirmativas no recaen únicamente sobre las causales de exclusión de
responsabilidad penal, también se pueden encontrar defensas afirmativas en otras disposiciones del
ordenamiento jurídico estadounidense, como que la prueba del desistimiento en la tentativa
corresponde a la defensa (§ 5.03.6)
107 A defense in which the defendant introduces evidence, which, if found to be credible, will negate
criminal or civil liability, even if it is proven that the defendant committed the alleged acts. Self-
defense, entrapment, insanity, and necessity. Tomado de:
https://www.law.cornell.edu/wex/affirmative_defense, el 28 noviembre de 2015.
63
Defensas afirmativas en el derecho penal anglosajón
Antes de continuar con el análisis del estándar de prueba de las defensas afirmativas,
es necesario recordar que el ordenamiento jurídico anglosajón está estructurado a
partir de unas categorías dogmáticas diferentes a las del derecho penal de tradición
continental. Por ello es importante hacer la siguiente aclaración:
108
“Fear that proof would be too difficult and that too many persons deserving treatment as murderers
would escape that punishment if the evidence need merely raise a reasonable doubt about the defendant's
emotional state” (Levy, 2013).
64
Estándar de prueba del supuesto de hecho y hechos impeditivos
Podemos decir entonces que, el supuesto de hecho (SH) que lleva a la pena 109 (P),
en materia penal se compone de una hipótesis acusatoria (A) (p.e: X mató a Y), y la
ausencia de eximentes (¬E) (p.e. X no actuó amparado en una causal de exclusión
de responsabilidad penal); la ausencia de cualquiera de estas dos hipótesis impide
el nacimiento de la pena, así:
SH→P
A ¬E → SH
A ¬E → P
A E → ¬P
Como habíamos dicho antes, las eximentes son hechos impeditivos, esto significa
que no son meras negaciones de un hecho constitutivo, sino que implican la
109
Hablamos de pena en lugar de consecuencia jurídica, toda vez que la ausencia de culpabilidad para los
casos de inimputabilidad, no excluye la consecuencia jurídica, sino solo la pena en sentido jurídico penal.
65
introducción de hipótesis nuevas, que chocan con una o varias hipótesis
acusatorias. Que exista una eximente no es incompatible con la existencia de la
hipótesis acusatoria, todo lo contrario, ambos necesitan de uno o varios hechos
para su existencia. Por ejemplo: tanto la hipótesis acusatoria X mató a Y (A), como
la de X actuó en legítima defensa (E), parten de un mismo supuesto: que X haya
matado a Y.
Tenemos pues que la acusación y la eximente son los dos componentes del
supuesto de hecho para alcanzar la pena, sin embargo, en cuanto a los requisitos
probatorios se refiere, estas dos premisas no están en igualdad de condiciones; es
decir, las exigencias para dar por probado un hecho de la acusación, difieren de
aquellas para probar una eximente.
66
hecho impeditivo de responsabilidad. En segundo lugar, resulta por lo menos
problemático que la defensa deba atender a determinadas exigencias probatorias,
para demostrar su inocencia, como lo es demostrar todos los requisitos de una
eximente, lo cual contradice el principio de la carga de la prueba en cabeza de la
acusación.
Pero adicionalmente hay otro problema más sutil aunque no menos trascendental,
y es que, en la medida en que tanto la acusación como la defensa comparten una serie
de supuestos de hecho comunes110, puede ocurrir que en el esfuerzo de la defensa
por acreditar las causales de exclusión de responsabilidad penal, termine por
fortalecer las hipótesis acusatorias, pero resultando insuficiente para demostrar la
hipótesis impeditiva.
110
En este sentido dice Johathan Levy: “An affirmative defense is distinct from other defenses in part
because it typically assumes the truth of other elements of the crime. n1 Thus, instead of "I didn't s hoot
him," it is "I shot him but in self-defense" or "I shot him but I was insane at the time".” Fuente especificada
no válida..
67
permite inferir que la finalidad de las defensas afirmativas se reduce a alcanzar
una duda razonable.
111
[I]n a usual criminal case (where an AD [affirmative defense] is not involved) the state must prove
defendant’s guilt beyond a reasonable doubt, whereas in a case of self-defense, the defendant must prove
his innocence by a preponderance of the evidence. What we have in play here are two different standards
of proof, BARD and PoE, and two different parties carrying the burden, the state and the defendant
respectively (Laudan, 2008, pág. 6).
68
demostrar su hipótesis acusatoria MATDR. (Laudan, Legal Epistemology: the
Anomaly of Affirmative Defenses, 2008, pág. 4) .
69
concepto de verdad. Es en ese sentido que podremos afirmar que la eximente, para
ser considerada como una hipótesis dentro del proceso, debe ser coherente con la
narración presentada en el proceso por las partes.
Ahora bien, para que pueda haber una duda razonable, la hipótesis eximente debe
ser coherente y consistente con la teoría del caso de la acusación, aunque la forma de
introducir dichas eximentes, dependerá de la naturaleza de las mismas.
Tenemos que la acusación presenta una hipótesis acusatoria, que puede ser
compatible con la eximente que pretende hacer valer la defensa, o en todo caso,
comparte con esta un tronco común en cuanto a una serie de hechos se refiere. En
este orden de ideas, bien podría la acusación omitir la eximente y presentar una
solicitud condenatoria que sea probatoriamente sólida.
Es por lo anterior que para que la eximente sea tenida en cuenta como una
hipótesis válida dentro del debate probatorio dentro del proceso, a la defensa será
a quien corresponderá, por lo menos, ponerlo sobre la mesa de la discusión, y
proponerlo ante el juez como una explicación posible de los hechos presentados
por la acusación; esto es lo que se conoce como la carga de alegar.
La carga de alegar es aquella que se impone a una parte que quiere que su pretensión
sea considerada dentro del debate probatorio, es decir, significa poner sobre la mesa
una explicación de los hechos. Sin embargo, la carga de alegar puede separarse de la
carga de probar. Si bien corresponde a la defensa alegar la eximente
70
que pretende hacer valer, no le es exigible incorporar los hechos que soporten
dicha pretensión, sino que corresponderá a la acusación -una vez alegada la eximente
por la defensa- demostrar la inexistencia de la eximente.
Una de las razones por las que se ha invertido la carga de la prueba en las llamadas
defensas afirmativas, es que el procesado tiene un acceso a su fuero interno que es
indisponible para la acusación, y en esa medida corresponde a este demostrar
aquellos hechos externos que permitan dar cuenta del estado interno que alega
(Laudan, Legal Epistemology: the Anomaly of Affirmative Defenses, 2008, pág.
12), esto es pues, un argumento epistemológico para invertir la carga de la prueba
en perjuicio de la defensa.
112
“El conocimiento de hechos psicológicos es siempre un conocimiento indirecto a partir de otros hechos.
(…) en principio son más difíciles de acreditar las intenciones, conocimientos y elementos anímicos de los
agentes que los hechos externos; y ello tal vez contribuya a que también el grado de certeza de los
enunciados sobre hechos psicológicos sea tendencialmente menor que el de los enunciados sobre hechos
externos ” (Gascón, Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba, 2004, pág. 76).
113
“No es cierto que sea imposible probar una hipótesis negativa. Cuando la defensa alega que actuó
amparado en una causal eximente, no es cierto que la fiscalía no pueda probar qu e los requisitos
constitutivos de una causal no existieron” (Laudan, 2008, pág. 12)
71
materialmente exista una eximente de responsabilidad penal, la cual podría pasar
desapercibida.
Es por esto que, cuando estemos frente a una eximente de responsabilidad penal
de aquellas consideradas como subjetivas, corresponderá a la defensa introducir en
el debate procesal la eximente como una hipótesis válida que explique los hechos.
Sin embargo, la prueba de la no existencia de la causal eximente, corresponde
únicamente a la contraparte, y la consecuencia de no demostrar la culpabilidad en
pleno (incluyendo la ausencia de causales eximentes) es de la acusación, quien se
enfrentará a una sentencia absolutoria.
Recordemos pues que las causales objetivas, para nuestro estudio, son aquellas
cuyo hecho principal es externo al sujeto, como la existencia de una agresión
injusta o una coacción ajena. No significa que estas causales prescindan de elementos
subjetivos, sino que para crear una duda razonable, no será necesario sino la
observancia del aspecto subjetivo. Para la prueba de estas causales recurriremos a la
prueba indiciaria por su menor exigencia probatoria.
Ahora bien, al igual que la prueba de las causales subjetivas, la de las objetivas no
puede traducirse en una carga intolerable para la defensa, de modo que sea esta a
quien corresponda acreditar dicha causal, sino que la aportación de las pruebas
deberá atender tanto al principio de presunción de inocencia, como a la estructura
de los ordenamientos jurídicos que sirven de marco al presente estudio.
Sea lo primero recordar que la prueba indiciaria es aquella prueba indirecta que se
construye a través de hechos indicadores que se conectan con un hecho concreto a
través de un nexo lógico o causal, del que se pueda deducir con probabilidad el
hecho probado114. En el CPCol vigente no se habla de indicios, como ocurría en la
anterior regulación (Ley 600 de 2000), pues se entiende que no es suficiente para
soportar la responsabilidad penal de un sujeto. Esta afirmación no carece de
114
La jurisprudencia española habla de la prueba indiciaria como aquella que se dirige a demostrar la certeza
de algunos hechos (indicios) que no son constitutivos de delito objeto de acusación pero de los que a través
de la lógica y de las reglas de la experiencia, puede inferirse dichos hechos y la participación del acusado,.
Ver S.T.S 11.9.81. Sin embargo renunciamos a la búsqueda de la certeza por un lado, como se analiz ó en el
primer capítulo, pero además entendemos que los indicios no están dirigidos a probar la responsabilidad del
acusado sino a desvirtuar la misma.
72
fundamentos y es compatible con el estándar de prueba de MATDR, pero es
importante aclarar que los indicios en este caso sirven para crear una duda
razonable, y no para fundamentar la responsabilidad penal de un individuo.
Es cierto que las presunciones son una forma idónea de distribuir las cargas de la
prueba, sin embargo son múltiples las causales eximentes, y las circunstancias en que
pueden presentarse son de tan distintas entidades que resultaría legislativamente
engorroso incorporar para cada causal las presunciones. Es por ello que los indicios
aparecen como un mecanismo simplificador para probar, pero adicionalmente
permiten que se incorporen más supuestos de hecho.
Puede ocurrir que los hechos indicadores estén probados en el proceso por la
acusación, toda vez que hay un tronco común probatorio. Sin embargo, lo
problemático resulta cuando en el proceso no se aportan pruebas de los hechos
indicadores. En este caso corresponde a la defensa la carga de alegar la existencia
de una causal eximente, pero su prueba no le corresponde, acá habrá que hacer
una distinción.
Para el caso colombiano esta opción resulta más problemática puesto que el art.
361 del CPP incorpora la expresa prohibición de decretar pruebas de oficio, de modo
que, salvo que sea a través de una excepción de inconstitucionalidad (24468,
115
Algunos ordenamientos son: Colombia (art. 32-6), España (20-4.1), Francia (article 122-6 Code Pénal),
EEUU (§ 3.04 MPC).
73
2006), el juez no podrá intervenir activamente en el decreto o práctica de pruebas. Es
por esto que para el caso colombiano, la alternativa es trasladar nuevamente la carga
de la prueba de los hechos alegados por la defensa, al ente acusador.
5. Conclusiones
Por lo anterior podemos afirmar que los fines no epistemológicos del proceso penal
–siempre que se refieran a los derechos de los procesados-, deberán tener prevalencia
sobre los fines epistemológicos; de otro modo, la existencia misma del proceso penal
adolecería de profundos problemas de legitimidad.
Sin embargo, existen unos casos que desafían los límites de la presunción de
inocencia y que invierten claramente las cargas de la prueba en el proceso penal;
estos son los casos en los que está presente una eximente de responsabilidad penal,
o los también conocidos casos de defensas afirmativas. En estos eventos se exige
que el acusado –de quien en principio se presume su inocencia- sea quien tenga
74
que desvirtuar la acusación que contra él se hace, alegando y demostrando que su
conducta está amparada por el derecho.
Esto lleva a decir que ante dos casos de homicidio doloso –por ejemplo-, quien no
alega una eximente de responsabilidad penal, tiene a su favor los vacíos
probatorios de su contraparte, frente a los que puede ampararse en ausencia de
prueba para solicitar la absolución; mientras que un acusado que alegue que su
actuar estuvo amparado en una legítima defensa –para seguir con el ejemplo-, debe
demostrar la existencia de la eximente, so pena de que su pretensión pierda frente
a la de la acusación, que pudo por otro lado, no alcanzar el estándar de prueba
exigido.
La prueba de las eximentes no se puede trasladar a la defensa, sino que esta deberá
apenas alegar la existencia de una causal, o asumir la carga de alegar, significa esto
simplemente, que corresponde a la defensa “poner sobre la mesa” una hipótesis
explicativa de los hechos. En cuanto a su prueba se refiere, podrá acudirse a
mecanismos como los indicios, que permiten probar las causales objetivas –por parte
de la acusación en Colombia, y de la judicatura en España -; frente a las causales
subjetivas la carga de probar corresponde a la acusación, quien, en todo
75
caso, debe demostrar todos los elementos que componen la responsabilidad penal,
incluyendo la ausencia de eximentes.
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