Peligrosa Atracción (Estela Pomares)
Peligrosa Atracción (Estela Pomares)
Peligrosa Atracción (Estela Pomares)
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de
cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o
por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del
copyright.
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los
personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la
imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
1ra Edición, septiembre, 2021.
Título Original:
PELIGROSA ATRACCIÓN
Diseño y Portada: K STUDIO.
Fotografía: Shutterstock.
Maquetación y Corrección: K STUDIO.
PELIGROSA
ATRACCIÓN
Estela Pomares
Para mis primeras lectoras, esas que ni siquiera sabían si mi nombre real
era Estela o Germania, que tampoco tenían idea de quién estaba detrás de
la pantalla, que me leían en Facebook, y llegaron a mi vida para ayudarme
a creer al fin, que a alguien le gustaban mis locuras. Que no era un sueño
ni imaginaciones. Siempre las recuerdo.
Estela Pomares.
Blair Stoms desde pequeña soñaba con recorrer los
pasillos de la universidad de sus sueños, compartir
habitación con su mejor amiga, continuar cerca de la
persona más importante en su vida: su hermano
Nathan y convertirse en la mejor abogada que haya
existido jamás.
Los retos, los cambios y las nuevas aventuras no la
preocupan. Lo tiene todo bajo control, hasta que una
noche, unos ojos grises se cruzan con el negro de los
suyos y todo empieza a transformarse; los planes ya
no parecen tan sencillos y negar la conexión
inmediata es casi imposible.
Ethan Johnson es la personificación de prohibido,
muerte y dolor. Por fuera es solo un chico guapo, por
dentro un enorme mar de secretos. No puede olvidar
que ser frío y solitario es la mejor arma que tiene
contra sus enemigos y mucho menos puede permitir
que su corazón cobre vida. A pesar de la resistencia
y sus intenciones de lejanía, la menor de los Stoms se
termina clavando como una daga y mostrándole que,
hay luz aún en la oscuridad más inmensa,
complicándole la existencia a niveles insospechados.
Ninguno se imagina que la atracción que emana de
sus cuerpos es terriblemente peligrosa y que amarse
solo desatará el principio del fin.
Me gustaría que escucharas esta Playlist mientras lees el libro.
PEQUEÑAS MENTIRAS
—L —Tranquila.
o siento —me apresuro a decir—. No sé por qué he
hecho eso... estoy un poco fuera de mí. Ha sido... ¡¿Por
qué carajos has hecho eso Blair?!
NO QUIERO ALEJARME
N o puede haber dos Barak con quien los chicos tienen problemas,
¿verdad? Sería demasiado curioso e improbable que esa sea la
realidad. Por supuesto que se trata del mismo tipo que me robó el
coche y me atacó frente a la residencia. Pero ahora mismo dejo a ese
hombre a un lado porque mi interés total lo tiene el dichoso González.
—¿Quién es González? —la pregunta sale antes de que pueda detenerla.
Eleanor se queda varios segundos callada y finalmente gira hacia mí con
la evidente calma que sigue sin ser comprensible para mí.
—La persona que sacará a los chicos de la cárcel en un tronar de dedos.
—De acuerdo, pero ¿quién es? —Sus labios se fruncen.
—Es un familiar de Tony, un tío que tiene mucho dinero y nos ayudará
con la fianza que seguramente nosotras no podremos pagar. No te
preocupes, Blair.
—Bien —es todo lo que respondo. Está muy segura de que se pagará
una fianza, a pesar de que no hemos entrado a averiguar la situación real,
quizás solo los hagan pasar el resto de la noche y más nada. En todo caso, el
hecho de que un tío de Tony esté tan dispuesto a pagar no solo la fianza de
su sobrino, sino, la de todos los chicos, llama poderosamente mi atención.
Salimos del coche y en un par de pasos ya estamos en la estación de
policías. Me siento junto a Norma en una pequeña banca junto a la pared y
espero a que Eleanor termine de discutir con el policía de la ventanilla, no
sé qué demonios trata de lograr.
Me llegan frases incompletas, como: solo estaban defendiéndonos,
imbécil.
¿De qué droga me hablas? Además de muchos más insultos hasta que
Norma decide intervenir y la sienta junto a nosotras.
—¿Has dicho drogas? —murmuro.
Eleanor me mira fastidiada de verdad, niega con la cabeza y vuelve a ser
la misma dulce de siempre.
—No cariño, bueno sí, pero es que me han dicho que les han encontrado
droga a los chicos y puedo asegurarte que no es así. Los tipos de Barak
seguro que sí la traían.
Ese tema de las pandillas me tiene un tanto cansada, otra vez me han
mentido. La rencilla entre ambos grupos continúa y parece no acabar nunca.
Sofocada me hago una coleta con una liga que traigo en la muñeca y no
me queda nada más que esperar a que González aparezca para que los
chicos salgan.
Pasa un ahora exacta —lo sé porque no he despegado mi mirada del
reloj— cuando entran dos tipos muy raros a la estación, un tercer sujeto se
queda en la puerta observando a cada punto, cada espacio, nuestros rostros.
TODO.
Los dos primeros hacen lo mismo mientras caminan y uno de ellos
saluda a Eleanor con un leve movimiento de cabeza. Ella se mueve mucho
en el asiento hasta que decide ponerse de pie y salir a la calle, no sé qué
hacer, si seguir a Eleanor o averiguar quién de estos tres tipos es González.
Uno de los sujetos se acerca a la ventanilla y habla con el policía, este
parece contentísimo cuando el tipo menciona la palabra "gratificación" si
deja ir a los chicos, el otro tipo saca una pequeña bolsa café y la acerca al
policía.
No hay más palabras, ni una explicación válida de lo que ha pasado, ni
siquiera firman nada y mucho menos esperan más.
Giran sobre sus pies, nos miran de reojo y es cuando me pongo de pie y
camino hasta la entrada guardando mi distancia.
Eleanor está hablando a través de la ventanilla con un hombre de tez
clara, pelo rizado con algunas canas reflejadas, tiene los ojos claros y un
tanto rasgados, sus facciones duras y algunas marcas
JUEGO PELIGROSO
ta a irme.
Camino apresurada hasta la salida y esta vez consigo llegar al
aparcamiento. Pronto escucho unos pasos fuertes detrás de mí.
—Blair. —Me hace girar y toma mi quijada.
—No quiero hablar contigo.
—Escúchame...
—No, no voy a escucharte. Dijiste que hablarías con ella y
evidentemente no lo has hecho y yo no voy a ser un juguete para ti, Ethan.
Si quieres utilizar todo esto de estar juntos a escondidas por mi hermano
para tener las cosas fáciles y estar con Kim al mismo tiempo, ahórrate las
energías.
—De acuerdo, entonces entremos y digámoselo a tu hermano. Vamos —
me dice tendiéndome la mano—, me importa una mierda que Nathan se
moleste conmigo, lo que quiero evitar es que se enfade contigo y te diga
cosas de mí que solo me corresponden decirlas a mí.
—¿Y ya está? Crees que con esas palabras voy a olvidar que te has
besado con ella en mis narices, casi te toca y hace que te corras frente a
todos —reclamo.
—¡Joder, no! —se exalta.
—Buenas noches, Ethan.
—Espera, espera... Blair, espera maldita sea. No hablé con ella, ¿de
acuerdo? No la había visto, no hay nada entre nosotros y no sé cómo
cojones actuar ante esta situación. He venido detrás de ti como si me
tuvieras domado, ¿eso no cuenta? Te he dicho que hablemos con Nathan,
¿eso tampoco cuenta?
—¿Blair? —escuchamos una voz, que no es más que mi amigo David.
—Hola, David.
—¿Interrumpo?
—No, claro que no.
—Claro que sí, te largas ¿por favor? —le gruñe a David.
—¿Qué carajos te pasa? ¿Tú puedes besarte con otra tipa porque está mi
hermano presente y yo no puedo saludar a mi amigo?
—Blair, no me retes —dice entre dientes—, que le gustas, ¿no lo notas?
Le gustas al imbécil.
—Oye colega —intenta hablar David pero Ethan da un paso hacia él
intimidándolo.
—Yo no soy tu colega —espeta Ethan.
—¡Para! —le exijo.
—Hablemos, por favor.
—Resuelve tus asuntos y luego búscame. ¿Sí? Ahora, si me permites,
voy a pasar un rato con mi amigo. ¿Vienes solo David? —Giro hacia él.
—Sí —contesta inseguro.
—Te acompaño, vamos, yo no he comido.
—Claro, claro —me responde acercándose y llevándome con él mientras
Ethan se queda echo piedra y luego escucho un golpe, después la alarma de
un auto suena enloquecida y volteo solo para confirmar que le ha pegado a
un coche que no es el suyo.
No hago esto para "retarlo", tampoco quiero comportarme como una
niña caprichosa como muchas veces me ha llamado. David es mi amigo, no
pasa nada entre nosotros, somos compañeros de carrera y no hay nada de
malo en que cene con él hoy o cualquier otro día, en cambio lo que él ha
hecho con Kim es cruzarse los límites. ¡Se han besado! Él la apartó, pero
pasaron varios segundos antes de eso, pudo voltear el rostro, alejarse,
ponerse de pie en cuanto miró las intenciones de la rubia y no hizo más que
quedarse convertido en estatua.
A diferencia de los chicos, David y yo nos sentamos en la barra, en esas
sillas enormes.
Escucho como la puerta se estremece por la forma ruda en la que la han
tirado al entrar.
Ethan pasa a mi lado como si no me conociera y se sienta con sus
amigos.
Mi hermano no aparece hasta diez minutos después y al verme con
David no hace gran cosa, incluso lo ha saludado, no de forma tan amigable,
pero lo ha hecho y regresa a su mesa. Para variar —nótese mi sarcasmo—
Kim se sienta junto a Ethan una vez más y coloca su rostro en su hombro, él
esta vez no hace nada, no la aparta, y yo creo que explotaré en cualquier
momento.
—¿Qué pasó ayer? —escucho decir a David—, nos han dejado
preocupados, con todo ese alboroto fuera de la discoteca no supimos más de
ustedes. Bueno, de ti no supimos nada desde horas atrás. ¿En dónde
estabas? Te envié un mensaje.
No recuerdo haber recibido ningún mensaje, así que lo miro pensativa.
Quizás lo leí en medio de todo el ajetreo de la noche anterior y no le
presté atención.
—Como viste, mi hermano se metió en una pelea y terminamos en la
delegación.
—¿De verdad? Debiste llamarme, mi papá tiene algunos contactos en la
policía, pudo interferir.
—Olvidé que eres tan importarte —bromeo a pesar de mi mal humor.
—Ya qué, no puedo ocultar por siempre quién es mi papá. Oye, el tipo
de afuera, ¿es... tu novio? Porque nos está mirando como si quisiera
enterrarme un cuchillo.
Giro un poco hacia la mesa de mi hermano y en efecto, la cara de Ethan
es tan evidente que si mi hermano le presta atención no habrá necesidad de
confesarle nada.
La rubia nota que estoy observándolos y sus ojos verdes y ondulados no
se me pasan desapercibidos cuando gira hacia el resto de la mesa y se aclara
la garganta.
—Oye Ethan —les dice a gritos—, creo que me he dejado mi chaqueta
en tu habitación esta tarde. Con todo el alboroto que hicimos, se me ha
olvidado —suelta. Eso sí que me ha dolido, qué tonta he sido. Trago saliva
con dificultad y me bajo del taburete.
—Eres una idiota —exclama Norma.
—¿A ti qué te pasa, recién llegada? —le contesta Kim. Mi amiga creo
que se le ha ido encima porque un desorden total se forma.
—No te metas con Norma, Kim —la amenaza mi hermano y yo trato de
salir lo más rápido que puedo del local, David me sigue sin entender nada.
—¡Blair! —me llama Ethan en medio del alboroto.
—¿Me llevas a la residencia, David? —le pido apresurándome y él no
pone negativa, incluso toma mi mano y caminamos más rápido aún hacia
donde ha dejado su vehículo aparcado.
Abre la puerta por mí y desde esta distancia veo venir más rápido que un
rayo a Ethan Johnson, entonces tomo a David de la camisa y le estampo un
beso. De acuerdo, eso ha sido inmaduro, innecesario, un capricho. ¡Joder!
El beso no dura ni dos segundos porque el protagonista de mi historia
personal tira de mí y empuja con tanta fuerza a David que impacta la cabeza
sobre el marco de la puerta de su vehículo.
—¡Qué has hecho! —me enfurezco, pronto tenemos público. Tony es el
primero en llegar y me ayuda a levantar a David, ha quedado casi
inconsciente por el golpe.
—Ethan, tienes que calmarte —le aconseja su amigo.
No responde nada, solo se queda ahí mirando el panorama, lo que ha
hecho, bufa rabioso y se acerca a mí.
—No te atrevas —le aclaro.
—Te has besado con ese sujeto, tú y yo estamos juntos. ¿En qué carajos
pensabas?
—¿Juntos? ¿De verdad estamos juntos cuando te has acostado con Kim
por la tarde? Déjame en paz.
—Eso no es cierto, ni siquiera llegó a la fraternidad. Estaba
molestándote. Tony puede confirmártelo, tu hermano mismo.
—Claro, como si no supiera que si les pides que brinquen lo hacen sin
pensarlo. ¿Y quién es el niño ahora entonces? ¿De verdad quieres que me
ría de esta situación? ¿No tienes los pantalones para decirle a tu amiguita
cariñosa que ya no puedes revolcarte con ella?
—¡Joder! —murmura Tony siendo testigo de toda nuestra discusión.
—Tienes razón, yo...
—Tú nada, Ethan. Las cartas sobre la mesa, primero termina tu romance
esporádico y luego me buscas, veremos si para ese momento aún quiero
siquiera devolverte el saludo.
—¿¡Me quieren explicar qué cojones está pasado entre ustedes dos!? —
ese es Nathan y maldigo. No me he dado ni cuenta de que estaba
acercándose.
—Blair y yo estamos...—intenta aclarar Ethan pero lo interrumpo.
—No estamos juntos, no tenemos nada. No somos nada. Seguro cree que
debe protegerme como si fuera mi maldito hermano mayor.
No espero a que alguno hable y me acerco a Tony para ayudarlo a
sostener a David, poco a poco se reincorpora.
—¿Te sientes bien, David?
—Sí —es su escueta respuesta. Pero claro que está molesto, lo he
involucrado en este batido suculento de problemas.
—Dame las llaves, yo te llevo a tu casa.
—No es necesario.
—Claro que sí.
Prácticamente se las arrebato y el único que me ayuda a meterlo al auto
sigue siendo Tony. Paso en medio del resto que ya se han acumulado por
completo y no me despido de nadie, ni siquiera de Norma.
Apenas y tengo cabeza para poner la ubicación en mi teléfono y
escuchar esa robótica voz femenina que me dice cada tanto hacia donde
girar. David decide no hablar y entiendo que soy yo quien debe
explicaciones.
—Siento mucho haberte involucrado sin tu consentimiento.
—No me importa, Blair, tranquila. No estoy enfadado contigo, estoy
molesto porque me tomó totalmente desprevenido, ganas de darle una
paliza no me faltan.
—Preferiría que no lo hicieras, no tiene sentido. Lo que había entre él y
yo se ha terminado.
—¿De verdad? —dice con más entusiasmo del que debería.
—Sí —apenas y respondo.
—Blair, disculpa que te lo diga pero, ¿sí te das cuenta de la pinta que
trae todo ese grupo?
Me remuevo en el asiento totalmente incómoda.
—Lo sé. Uno de ellos es mi hermano.
—Olvida lo que dije —me pide avergonzado. David es un tipo que está
a años luz de los chicos, mientras ellos visten de forma estrafalaria, con sus
jeans rotos, desgastados, sus camisetas y sus chaquetas que no abandonan
por nada del mundo, David es más... clásico, usa jersey anticuados con
camisas de mangas por dentro.
—Sé que lucen como matones —admito—, pero son buenas personas.
Esto que pasó solo fue la acumulación de malas decisiones durante toda la
noche.
—Entiendo —susurra y estoy segura de que no entiende nada.
Entre más nos acercamos a su casa, mejor es la zona y no tardo en
descubrir que David no solo es el hijo del rector de la universidad, también
vive en una casa tan grande que apantalla al instante.
—Vaya, a esto se le llama buena vida.
—No le digas a nadie que vivo aquí, por favor. Erik es la única persona
que se acercó a mí sin segundas intenciones. Y quiero pensar que tú y
Norma también lo hicieron.
—No teníamos idea de quién eras. No te desgastes pensando en eso.
—De acuerdo, muchas gracias por traerme. Llévate mi auto para que
puedas regresar y nos vemos el lunes —se despide bajando del auto, ya
camina totalmente bien y abre mi puerta. Al salir y sin esperármelo me da
un ligero abrazo y un beso en la mejilla.
Digo tantas veces como puedo que no, él me ignora y entra a su pequeña
mansión. Estoy a punto de dejar las llaves sobre el auto y recuerdo lo
increíblemente lejos que estoy del campus en este momento. Suspiro
agotada y vuelvo a conducir el auto de David.
Es tarde cuando regreso a la residencia. Observo el amplio jardín que
tengo enfrente antes de bajar, pues me atemoriza un poco que Barak o
cualquier otro de esos tipos aparezca. Camino rápidamente hasta la
residencia y luego a la habitación y en cuanto entro paso el pestillo
sintiéndome más segura. Suelto la respiración que estaba conteniendo y doy
un brinquito cuando Norma se sienta sobre la cama.
—No quiero hablar ahora, Norma.
—Pero tengo que decirte algo importante.
—Te escucho.
—Lo que dijo Kim no es cierto.
—¿Qué clase de poderío tiene Ethan para que tú también te unas?
—Ninguno. Nathan me ha dicho que pasaron toda la tarde fuera de la
fraternidad. No tiene motivos para mentir, él no sabe lo que hay entre
ustedes, aunque lo sospecha. Y tu chico se ha puesto como loco cuando te
has marchado con David.
—No puedo creer que todo esto esté pasando.
—Kim es una desgraciada —me anima con ese comentario, aunque al
recordar que he besado a David creyendo lo contrario solo me hace sentir
una niña total.
Me tiro a la cama y apenas y me quito los zapatos me quedo dormida en
un abrir y cerrar de ojos. Sueño toda la noche, así que cuando despierto, el
sueño reparador que necesitaba ha sido inexistente. El domingo no tengo
noticias del dueño de los ojos grises, no ha enviado nada, ni un mensaje de
texto, ni una llamada, tampoco ha aparecido y yo no me armo de valor para
buscarlo. Así que el lunes mis ánimos son nulos.
Solo faltan treinta minutos para mi primera clase. Le tiro una almohada
a Norma para que se despierte y de repente el cuarto es una locura. Ropa en
el aire, zapatos volando, terminamos peinándonos con nuestros propios
dedos y salimos corriendo. Hoy tenemos examen y no he siquiera abierto un
libro. ¡Lindo!
Le escribo a David para vernos en el aparcamiento y entregarle su coche,
Norma se adelanta al salón de clases. Llega enseguida con un gigantesco
hematoma en casi la mitad de la cara producto del golpe en su coche. Yo he
provocado todo.
—No te ves nada contenta, Stoms —me dice David al llegar.
—No estudié nada.
—Tu novio me ha buscado esta mañana.
—¿Ethan? —no me cabe el asombro en el cuerpo, si le ha hecho algo
más juro que le daré un golpe yo misma.
—Sí. Se ha disculpado, bueno, solo dijo: Lo siento, es mi chica y he
perdido la cabeza. No se repetirá y se marchó. Creo que no se le da eso de
ser agradable.
—No, ser agradable no es de sus cualidades.
—Ya quita esa cara, no pasa nada. Al menos te besé.
—¡David!
—Es broma —me explica enseguida.
Pienso seriamente en enviarle un mensaje a Ethan, pero me muestro
cobarde. Sin embargo, no tengo que seguir pensando en si debo hablarle o
no porque está justo afuera de mi salón de clases, con su particular pinta de
malote, el pelo revuelto, sus anteojos de sol negros y de brazos cruzados.
—¿Qué haces aquí? —Sí, esa he sido yo fingiendo que no me alegra
nada que esté aquí.
—Tenemos que hablar.
—Pudiste buscarme ayer —argumento.
—Blair, yo nunca he tenido una novia y ahora entiendo lo sabio que fui
hasta que te conocí. Todos estos numeritos me rompen las pelotas pero...
hay algo en ti que puede más conmigo que yo con todo lo que me atrae de
ti. Me he disculpado con tu amigo, y le he dicho claramente a Kim que
estoy contigo, que me importa una mierda lo que haga o te diga y que eres
mi novia. Siento mucho no haber reaccionado como debí en el restaurante,
fui un imbécil.
—Eso no justifica que te hayas comportado como un idiota y hayas
golpeado a mi amigo.
—Él no te ve como ami... —antes de que termine niego con mi cabeza y
se calla—, tienes razón. No justifica nada, pero si me das otra oportunidad
actuaré mejor.
—¿Me estás pidiendo una oportunidad? ¿Tú?
—Sí, bueno... algo así. Hace mucho que perdí la batalla contigo, Blair.
Ayer traté de vivir un día común y corriente sin ti, como antes y ¡sorpresa!,
fue una mierda, estoy aquí, arrepentido y solo... quiero estar contigo.
—Yo también pasé un día de mierda.
—Y yo también te pongo las cartas sobre la mesa, no más besos con
amigos, con hombres, con nadie que no sea yo. ¿Me ayudas a comprender
cuánto tiempo se supone tengo que esperar a que el enfado se te pase y
podamos salir por ahí solo tú y yo?
—¿Te refieres a tener una verdadera cita? —investigo.
—Sí, eso.
—Dilo, pídeme que tengamos una cita romántica. —Estoy en graves
problemas, me ha convencido en menos de un minuto.
—Me retas todo el tiempo.
—Lo hago —lo acepto.
—¿Quieres tener una cita romántica con cara dura?
Una estúpida sonrisa aparece instantáneamente en mis labios. Me acerco
a él y lo beso como si llevase más de dos años sin hacerlo.
—Has pedido una cita con mucha facilidad, creo que no eres tan duro.
—Quizás soy un romántico empedernido —habla relajado—. ¿Estás
lista para esa faceta ridícula?
—Contigo estoy lista para lo que sea.
De un momento a otro su rostro es seriedad pura, su ceño se frunce
como acostumbra y me toma el rostro no con tanta delicadeza.
—Espero que cuando conozcas mi mundo decidas quedarte —habla
sobre mi boca.
—Dijiste que no me dejarías escapar. —Me acuerdo perfectamente de
sus palabras a pesar de lo ebria que estaba.
—Entonces no digas que no te lo advertí.
Todo lo demás deja de existir cuando siento sus labios sobre los míos.
Solo somos él y yo.
CAPÍTULO 15
LA CITA PERFECTA
PRÍNCIPE Y VILLANO
¿VERDAD O MENTIRA?
MÍA
LABERINTO DE MENTIRAS
MORDIENDO EL ANZUELO
ADIÓS AL MISTERIO
LA CRUDA VERDAD
EL VERDADERO ETHAN
HAGAMOS UN INTENTO
ADRENALINA PURA
EL VERDADERO PELIGRO
MISIÓN RESCATE
LA PUTA AMA
HAZME OLVIDAR
¿Y SI TERMINAMOS?
E
cabeza.
than trata de decir algo, pero ante su silencio yo termino de quitar mi
ropa y quedo desnuda de pies a cabeza frente a él. Sus ojos me
recorren desde la punta de mis pies hasta la última hebra de mi
"No están actuando para ti, sino para los demás. Te acompañarán a
cualquier lado y me informarán todo lo que hagas. Fin."
¿Y SI NO?
DECISIONES
Ethan Johnson.
—Es un placer conocerte, Ethan. Estaba muy preocupada por esta niña,
es muy rebelde, no te lo tomes a mal pero cuando Nathan me dijo todas esas
cosas feas de ti, pensé que Blair si se estaba metiendo con un chico
peligroso solo para demostrar un punto.
—El placer es mío, gracias por recibirme en su casa y coincido, su
sobrina es muy rebelde.
—¿Verdad que sí? Siempre quiere hacer su santa voluntad.
—Es terrible —contesta Ethan y le doy un golpe en el brazo.
—¡Oye!
—Lo eres —insiste el muy desgraciado.
—Pónganse cómodos. Blair, ya puedes reírte abiertamente y contarle a
tu novio que me has encontrado teniendo sexo —agrega y hago justo lo que
me ha pedido.
—Ya lo hice —digo y me suelto a reír como pretendía.
—Parece ser una tradición familiar eso de tener sexo sin importar qué...
—¿Disculpa? —Mi tía se sorprende, solo está fingiendo.
—Lo siento, lo siento, es que... bueno, estoy nervioso señora Lili. —Me
río aún con más fuerza, la ha llamado señora Lili como si él tuviera quince,
apenas y los separan cinco años, pronto cuatro—. Perdón, no debería
llamarla señora, joder. Es la primera vez que voy a casa de mi novia, de
hecho es la primera vez que tengo novia.
Su actitud adolescente me gana en gran manera y sé que lo mismo le
pasa a mi tía.
—Con que la primera vez, vaya, es muy tierno que estés nervioso. Quita
esa cara, relájate, no ha pasado nada. Mi sobrina tiene diecinueve, ya puede
tomar sus propias decisiones, además, solo soy la tía, mi hermana seguro te
corría de casa pronto —dice restándole importancia al asunto y Ethan
vuelve a respirar.
Así es tía Lili, con su cabello castaño y ojos profundos puede aparentar
ser toda una madre estricta, no lo es.
Luego de comer unos bocadillos que tía ha preparado y hablar otro tanto
sobre en dónde dormirá Ethan solo para hacerle creer que no está de
acuerdo en que duerma conmigo y revelarle la verdad minutos después,
subimos nuestro equipaje a mi antiguo cuarto. Ethan se toma su tiempo
observando todo, incluso las imágenes de mis cantantes favoritos en la
pared. Me tiro a la cama y él se me tira encima.
—¿Estás cómodo? —pregunto.
—Muchísimo. Después de vivir en orfanatos, luego en la casa de
González, y ahora en una fraternidad, este ambiente tan hogareño me
gusta... demasiado.
—Ethan, ¿qué piensas hacer?
—No, dijimos que no hablaríamos de eso. Estas son tus vacaciones.
—De acuerdo, ¿qué quieres hacer?
—Quiero hacer lo que tú quieras hacer —me dice, inclino mi cabeza y
beso sus labios lo que me parece horas hasta que escuchamos la voz de
Nathan en la primera planta de la casa.
No pasan ni dos minutos cuando entra a mi cuarto sin tocar siquiera. Le
da una que otra broma a Ethan y por primera vez, después de tantos meses y
problemas los escucho conversar como esos "mejores amigos" que decían
ser.
Me terminan ignorando y Nathan se roba a mi novio y lo lleva a su
habitación.
Me alegro, verlos así me alivia aún más, pero nunca le he preguntado a
ninguno qué fue lo que realmente hablaron para que mi hermano aceptara lo
nuestro.
Aprovecho el tiempo para desempacar la poca ropa que hemos traído y
para mirar largo rato los bolsos de comida que mamá solía regalarme
cuando era una niña, los conservo todos. No importa la verdad que
descubrimos, tenerla aquí, con nosotros, sería el mayor de los privilegios.
Mis pensamientos melancólicos son interrumpidos cuando Nathan y
Ethan vuelven a aparecer y me informan que nos vamos de fiesta los cuatro.
Son vacaciones, son días normales, ¡diversión! Emocionada me cambio de
atuendo y Ethan me observa todo el tiempo desde la cama. Me recuerda que
le debo un premio, yo le digo que será luego y hace más pucheros que un
niño regañado.
Mi dulce hermano nos convence de ir al bar al que solíamos ir cuando
estábamos en la escuela. Quiero sacarle los ojos porque la única razón por
la cual siempre me dejaban entrar a ese bar sin tener la edad reglamentaria,
era que el tipo de la entrada y yo nos besábamos en un callejón como pase.
No muy inocente de mi parte, ¿cierto? Su nombre es Jason y era cinco años
mayor que yo.
Mientras subimos al auto que Paul nos ha prestado, le pido al cielo que
Jason ya no trabaje ahí. Norma y Nathan se ríen todo el camino y sus risas
se alteran cuando llegamos al bar y Jason sigue en su antiguo trabajo. ¡No!
Pienso seriamente en contarle todo a Ethan antes de dar un paso más, sin
embargo, me quedo callada y camino a su lado.
Jason saluda a Nathan como si son los mejores amigos del mundo, le
muestra una sonrisa amable a Norma. Sus ojos viajan hasta mí y me aferro
al brazo de Ethan. ¿Es mucho pedirle al cielo que mi neurótico novio se
tome todo como una enorme y fantástica broma de adolescencia? Sí, es
muchísimo pedir eso. Ya qué, aquí vamos.
—Pero mira nada más quién ha vuelto, la chica que da los mejores besos
de todo Portland. —Miro rápidamente a Ethan. Su ceño ya está fruncido y
se muerde el labio. ¡Por favor una escena de celos no!
—¿Qué has dicho? —contesta Ethan y asesino con los ojos a Nathan.
—Lo siento, amigo. Blair se divertía mucho cuando era una adolescente.
—Jason no lo dice con alguna mala intención, pero Ethan se toma todo con
mala intención cuando se trata de mí—. ¿Vas a darme otro besito para
entrar hoy?
Trágame tierra. ¿Tenía que decir eso? No tengo ni que ver a Ethan para
saber que está por saltarle encima.
—¿Qué tal si te rompo la nariz y nos dejas pasar? —lo amenaza Ethan.
—Por favor, Ethan —le suplico aferrando ambas manos en su brazo.
Jason comprende que el chico que lo mira con cara de matón es mi pareja y
al menos hay alguien razonable, sube las manos en modo de disculpa.
—Solo está jugando —interviene Nathan.
—Claro, pasen —agrega Jason evidentemente nervioso. ¿Quién no lo
estaría? A Ethan le está por explotar la cabeza, tiene la cara enrojecida, lo
juro. Siempre exagera tanto.
Tengo que tirar de su mano para que se mueva de una vez y entremos al
bar.
—Estoy furioso —susurra en mi oreja mientras caminamos en busca de
un lugar.
No pierdo mi tiempo dando explicaciones, me pongo de puntillas y lo
beso con ganas. A él le importa un rábano que estemos en un lugar público,
me toma con propiedad de la cintura y su lengua me saborea toda.
—No seas gruñón hoy, es una tontería de mi pasado.
—De acuerdo —refunfuña sin estar precisamente de acuerdo. Buscamos
una mesa vacía, no hay ninguna y terminamos en la barra, solo hay dos
asientos, el lugar está a reventar. Norma y yo los ocupamos, nuestros novios
están detrás protegiéndonos de que ningún ebrio se nos acerquen, son unos
paranoicos. Las chicas escogemos los tragos y después de tres ya me siento
mareada.
El Whisky en las rocas no fue muy buena idea, aunque estoy mareada,
me siento relajada. Estar lejos de Los Ángeles está haciendo que recuerde lo
que es vivir sin tensión.
—Esto es realmente curioso, yo soy la mejor amiga de Blair y soy la
novia de su hermano. —Al oír decir eso a mi amiga grito como una loca,
oficialmente han vuelto a estar juntos. Me lleno tanto de euforia que me le
lanzo encima a ambos y Ethan tiene que sostenerme para que no haga el
ridículo y caiga de bruces.
—Ethan es el mejor amigo de Nathan —prosigue riéndose—, y es el
novio de su hermana, somos como un cuarteto de súper amigos —habla con
la voz entorpecida. Los cuatro asentimos. Tiene razón.
El volumen de la música explota en mis oídos y yo subo las manos
cuando suena una canción que Norma y yo solíamos bailar cuando teníamos
dieciséis en este mismo bar. Tomo de la mano a Ethan y nos unimos a las
personas que bailan en el único lugar en donde no hay mesas.
Muevo mis caderas al ritmo de la música, doy un pequeño giro cerrando
los ojos con las manos hacia arriba. Me acerco a Ethan y beso la comisura
de sus labios, nos dejamos llevar por el sonido y la felicidad que provoca
tener una noche libre, calma, cotidiana. Solo somos dos jóvenes bailando y
seduciéndose, no hay nada de lo que nos distrae en Los Ángeles.
Pongo mis manos en su cuello y él toma mi trasero, olvidándose de que
Nathan está solo a unos metros, puede que ya no se oponga a lo nuestro,
pero eso no significa que esté listo para este tipo de caricias públicas.
—Recuerdo cuando tenía que contenerme, ahora puedo tocarte cuando
se me antoje —habla fuerte por la música.
—Yo también puedo tocarte —digo tomando su trasero, asustándolo un
poco. Se suelta a reír por mi arranque y niega con su cabeza. Tonteamos
tanto, ser normales es divertido.
Cinco canciones después necesito sentarme, erróneamente seguimos
bebiendo hasta que levanto la bandera de la paz y regresamos a casa. Antes
de entrar abrazo a Norma. Con todo lo que ha sucedido no solemos pasar
mucho tiempo a solas y quiero recordarle lo importante que es para mí.
—Te quiero, no lo olvides.
—Yo te quiero más. —Está tan borracha que se deja caer sobre mí y
Nathan la sube al auto nuevamente y se la lleva, tiene que dejarla en casa.
Sus padres son algo conservadores.
Ethan abre la puerta por mí, ya que he fallado en dos ocasiones y me ha
quitado la llave de las manos, tropiezo con el primer escalón y me toma en
brazos. Pongo mi rostro en su pecho más allá de gustosa y cómoda y me
dedico a escuchar el latido de su corazón, mi sonido favorito en el mundo.
Entramos a mi habitación y me recuesta con delicadeza sobre la cama,
quita mis zapatos y mi pantalón junto con mi camisa y mi sostén, sabe que
odio dormir con mis pechos apretados por el maldito sujetador. Me pone
una de sus camisetas y se acuesta a mi lado.
—¿Sabes qué odio de los bares, las discotecas y las fiestas en
fraternidades?
—¿Que siempre terminas totalmente ebria?
—Eres un tonto. No, lo que más odio es que nunca suena alguna canción
lenta, con la que puedas fantasear que, sin importar qué esté pasando
alrededor, los tres minutos que dura la canción todo es perfecto.
—Creo que la romántica empedernida eres tú. Me quedo callada porque
quizás hay dos románticos empedernidos. Él es escritor y yo la que sueña
despierta. Ante mi silencio y el de él creo que es hora de que me deje
vencer por mi ebriedad y dormirme, pero se aclara la garganta y gira hacia
mí.
—¿Cuál es tu canción favorita? —indaga.
—¿Por qué?
—Solo dímela, pequeña.
—Hunger de Ross Copperman —contesto arrastrando las palabras.
Ethan se pone de pie, coge su teléfono y teclea algo. La luz que sale de
su móvil me molesta y arrugo el rostro.
—Hay una variedad de opciones, pero voy a apostar por esta. —Habla
para sí mismo y cuando escucho sonar mi canción favorita, abro los ojos sin
poder creerlo—. ¿Bailas conmigo?
—¿Lo dices en serio?
—Todo lo que respecta a ti es lo más serio de mi vida. ¿Me concedes
esta pieza? —extiende su mano que enseguida acepto.
Me saca de la cama, sigo mareada y aun así no puedo evitar sentirme
sensible y emocional. Acomoda mis manos en su cuello y rodea mi cintura.
Algunos escalofríos me recorren de pies a cabeza.
Nos movemos de forma lenta y pausada. Esa canción me ha gustado por
años y nunca había sentido tan real la letra, tan viva, tan yo.
Estoy tan hambrienta por Ethan Johnson, amo cada cosa que hace, que
dice, que piensa, lo amo cuando es esta clase de caballero moderno y
cuando tiene que apuntarle a alguien frente a mí.
Mi deseo de una vida mejor para él, para mí, para todos no me hace
dudar ni un segundo del amor y todo ese fuego que hay en mí para él.
—Deseo cumplido, aunque no estamos en ninguna fraternidad, bar o
discoteca y no solo estamos fantaseando, un día estaremos en una casa
nuestra, bailando cada noche lejos de todo lo que un día creímos que no
podríamos abandonar —me habla bajito. Las lágrimas escuecen mis ojos.
Lo abrazo completamente.
—¿Cómo es que puedes ser tan tierno y ser capaz de matar a alguien,
Ethan? —Se supone que este viaje es para olvidar toda la mierda que nos
rodea y no puedo guardarme la pregunta. No cuando descubro la forma casi
irracional en la que lo amo.
—Porque este es quien realmente soy. Sacas lo mejor de mí, estar
contigo me hace creer que no estoy hundido en la oscuridad. La razón por la
cual nunca había tenido una novia, no es por ser un mujeriego. En realidad,
es porque durante todos esos años no había encontrado una razón para
pelear por una vida diferente y tú te has convertido en eso, Blair.
Se separa y toma mi mano para hacerme girar cuando la canción está por
terminar y vuelvo a sus brazos. En un cuarto, descalzos, casi desnudos, en
la oscuridad de la noche y totalmente ebrios he vivido los tres minutos y
veintiséis segundos más perfectos de mi vida. Creo firmemente que vamos
a salir de esto, juntos.
CAPÍTULO 36
VOLVIENDO A LA REALIDAD
M iro hacia un lado del pasillo y luego hacia el otro, tengo el alma
en un hilo. Puedo escuchar perfectamente todos y cada uno de los
latidos de mi corazón y cómo desembocan en mis oídos.
Me paso las manos por el pelo sofocada. No sé cuántas veces desde que
conozco a Ethan he pensado o dicho que no puedo creer que esto nos esté
pasando, pero es que hemos llegado a la cima de cosas improbables.
Que González nos haya amenazado de forma directa y nos haya
confesado todos sus actos atroces es el nivel más grande de peligro al que
podríamos enfrentarnos, así que joder, ¡no puedo creer que nos esté
ocurriendo esto!
No quiero ni imaginar cuáles serán los planes de Ethan, ignoro si
pretenderá llegar a un acuerdo con González o si lo matará como bien ha
dicho.
¿Si le declara la guerra qué es lo que pasará exactamente?
Ethan ha dicho que estaré segura y protegida aquí, tengo que creerle y
ser paciente.
Miro mi teléfono tirado en la cama, está un poco quebrado, pero
funciona, marco el número de Nathan y al no recibir respuesta entonces
llamo a casa con temor.
Tía Lili me hace muchas preguntas, como era de esperarse, contesto casi
por inercia, quisiera decir que al menos la he dejado más tranquila pero
aunque estaba ebria recuerda muy bien el intercambio extraño de palabras y
mi hermano no me ha ayudado nada, pues en cuanto nos hemos ido se ha
puesto a golpear cualquier objeto de la casa, lo comprendo, estaba
desesperado.
Nathan y Norma han decidido regresar también a L.A y probablemente
en un par de horas ya estarán aquí.
Observo por la ventana un par de veces y empiezo a notar a personas
merodeando el lugar, no reconozco a ninguno y eso me pone sumamente
nerviosa.
Recuerdo las palabras de Ethan y aun así sigo estando tensa hasta que
uno de los tipos logra divisarme y a pesar de que intento echarme hacia
atrás ya me ha encontrado, pero, la forma en la que me saluda, con un
movimiento de cabeza, me deja muy claro que los ha enviado Ethan.
Unos minutos después tocan la puerta y me lo pienso mucho antes de
abrir.
—Soy yo Blair —es Mark.
—¡Mark! —digo aliviada al verlo. En un impulso él me abraza y yo
acepto su acercamiento.
—Ya lo sabemos todo. No te preocupes, lo resolveremos. Toma, Ethan
me ha pedido que te de esto —explica y me da una pequeña bolsa en donde
viene mi arma y municiones—. No salgas de aquí, el lugar está asegurado,
Kim vendrá a acompañarte en lo que nosotros hacemos el resto.
—¿Sabes en dónde está Ethan?
—Te conoce tan bien, dijo que me lo preguntarías y que no te dijera
nada. Él mismo te explicará todo, mientras tanto trata de estar tranquila.
Asiento. Me sonríe con ternura y sale de una vez. Yo me quedo inerte en
el mismo punto esperando con unas ansias enormes que Kim llegue.
González mató a sus padres y ella le ha sido leal cuando no solo asesinó a
su familia, sino que también pensaba venderla siendo una niña. Es un
asqueroso bastardo.
Poco tiempo pasa para que Kim aparezca en mi habitación, tiene ojeras
pronunciadas y los ojos enrojecidos. Entra callada y revisa el lugar como si
alguien más estuviera dentro. Está muy seria, silenciosa y meditabunda. Se
deja caer en la que era mi cama y saca una cajetilla de cigarros, enciende
uno y se lo lleva a la boca.
No es la chica despampanante en este momento, su cabello de ondas
perfectas y que siempre cae con elegancia en sus hombros está recogido en
una coleta mal hecha y es la primera vez que la veo usar la característica
chaqueta de cuero de los chicos.
—¿Estás bien, Kim?
—No —responde dándole una calada larga a su cigarrillo—. He hecho
todo lo que me ha pedido, jamás he confabulado en su contra, ni siquiera la
primera vez que los chicos me propusieron salir de esta mierda y... el muy
hijo de puta mató a mis padres. Le he sido fiel al enemigo todo el tiempo.
—También mató a los míos, sé cómo te sientes.
—No, no lo entiendes porque tú eres buena y en realidad estás aquí
porque te enamoraste del chico equivocado, pero yo, Blair, yo he matado
por ese hombre, he arriesgado mi vida por él, he estado a nada de traicionar
a mis amigos, a mis hermanos de siempre para no caer de su gracia y me
entero de que quiso venderme, apostarme, meterme a ese infierno. ¡Es un
puto bastardo! ¡Quiero matarlo con mis propias manos! —grita y tira de su
cabello.
Quizás tiene razón, no puedo entenderla porque yo viví en la ignorancia
gran parte de mi vida, ella se ha dedicado a esto desde que tiene uso de
razón.
—Lo siento mucho —soy sincera y me acerco temerosa de que me
aparte al querer darle un abrazo. Kim es ruda. No lo hace, más bien me
recibe y solloza—. Pagará, Kim, pagará por tus padres, por mis padres, por
la mamá de Mateo, por Eleanor, por todos.
—Mateo está deshecho. Guardaba en su interior la esperanza de algún
día encontrar a su mamá. Y claro que va a pagar, lo haremos pagar. No te
imaginas la cantidad de enemigos que tiene González, Ethan los está
convenciendo a todos de unírseles.
—¿Qué tan peligroso es eso?
—Mucho, princesa, pero es la única manera.
Asiento y no hago más preguntas, solo me queda esperar. Son las diez de
la mañana cuando a la residencia llegan Nathan y Norma. Ahora que la veo
aquí, pienso que lo mejor era que se quedara resguardada con sus padres y
no regresará a lo que pronto será una guerra total. En cuanto Nathan me
abraza me quiebro como nunca lo había hecho. Estoy tan llena de miedo, de
nervios, temores y sigo sin noticias de Ethan.
—Enana ten calma, vamos a protegerte y todo saldrá bien.
No tardo nada en confesarle que a nuestros padres no los asesinó
Petroski, sino el mismo González. No hay mucha sorpresa en él, pues Ethan
ya se lo ha comunicado. Sé que por dentro arde de furia, y frente a mí está
actuando con una madurez de impacto, me repite varias veces que no
importa quién hizo qué, que nada cambiará las cosas y que ahora solo
podemos enfocarnos en escapar y más nada.
La incomodidad de mi amiga ante esas palabras es evidente.
Es como si todos ya supieran lo que se viene menos yo, como si todos
hubieran pactado actuar como si nada está pasando para que no me
involucre o no los detenga. Sin decir media palabra tomo mi teléfono y
llamo a Ethan no una, sino cientos de veces sin recibir respuesta.
A Kim alguien misterioso la llama, y digo lo de misterioso porque
aunque le he preguntado de quién se trataba, se ha limitado a informarle a
Nathan que tienen que ir a la fraternidad y en cuestión de nada me quedo
sola con Norma. Bueno, no estamos solas, hay personas cuidándonos aún.
¡Dios! ¿Qué está pasando?
—¿Te irás? —es la pregunta que hace Norma—. He escuchado la
conversación de Nathan y Ethan, han dicho que estás dispuesta a irte, a huir,
esconderte o lo que sea. —Me parece una especie de reproche.
—Si es la única opción, me iré.
—¡Pero estamos hablando de abandonar todo! —se altera.
—¿Y crees que no lo sé? ¿Crees que me parece de perlas abandonar la
universidad, olvidarme de mis sueños y mis metas? ¿Crees que es lo que
quiero hacer? Claro que no, no deseo huir como si soy una criminal, pero tú
no estuviste en ese avión, tú no escuchaste a ese hombre, conocí al diablo
en persona.
—Blair, amo a tu hermano con toda mi alma y te amo a ti como a una
hermana pero no puedes arruinar tu vida de esta manera. Yo jamás los
traicionaré, sin embargo, creo que deberíamos ir a la policía.
—La policía está viciada, es corrupta. No voy a decir todo lo que sé
porque sería entregar a Ethan.
—Ethan es un narcotraficante, Blair —habla tan pausado como para que
lo entienda de una vez como si no lo supiera. Claro que sé que me he
enamorado como una loca de un narcotraficante que probablemente me ha
arruinado la vida, pero es mí decisión. Solo mía, nadie puede entrometerse.
—¿Y Nathan no?
—Nathan ha hecho tonterías, Ethan es un criminal. No te estoy diciendo
que lo dejes, ni que hagas lo que yo quiero que hagas, solo digo que
deberías tomar en cuenta la realidad. Él ha matado, secuestrado,
amenazado, intimidado, tratado con los grandes. Hoy es González, mañana
será otro, jamás estarán a salvo. Jamás. David dice que tiene un tío...
—¿Qué? —la interrumpo gritando.
—David me llamó esta mañana preguntándome por ti, me ha dicho que
tiene un tío en la DEA, uno que nos puede ayudar.
—Dime que no le diste información a David de ningún tipo.
—¡Claro que no! No voy a traicionarlos —repite—, pero ha llamado a
su tío y quiere vernos, a ambas. Vendrán en cualquier momento.
—¡Has perdido la cabeza, Norma!
—No le he dicho nada, te lo juro. Solo he aceptado convencerte de tener
la cita, podría ser una oportunidad.
—¡No! No lo es, porque entonces todos terminaríamos en la cárcel, ¿no
lo captas? Sí, Ethan es un criminal, pero lo amo, voy a estar con él, lo
apoyaré, su guerra es mí guerra.
Tengo que salir de aquí cuanto antes y sacar a Norma antes de que David
llegue con su famoso tío, y peor aún, la convenzan de hablar.
Trato de llamar a Ethan una vez más y no sirve de nada, sigue sin
contestarme.
Llamo a mi hermano y tampoco obtengo respuesta. ¡Demonios! ¿¡Qué
carajos hago!?
Se me ocurre llamar a Mateo, la primera llamada no la responde pero la
segunda sí que lo hace, le narro lo ocurrido en dos segundos y no tarda nada
en darme instrucciones.
—Regresa a la fraternidad con Norma y... no te va a gustar pero tienes
que custodiarla.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Baja y ordénales a los hombres que te cuidan que la custodien hasta la
fraternidad. Escucha Blair, es normal su actitud, quiere ayudar, no sabe
cómo y confía en la policía como las personas que ignoran como es el
mundo real. Diles que no le hagan daño, solo que eviten que salga corriendo
a delatarnos. Nathan sabrá cómo calmarla.
—¿Y si no me hacen caso?
—Te aseguro que sí lo harán.
—Está bien. Mateo... —lo llamo antes de colgar—. Siento mucho lo de
tu madre.
Pasan varios segundos antes de que consiga contestar.
—Gracias, Blair, ha sido como una jodida daga en el pecho pero haré
que lo pague. Apresúrate a salir de ahí.
Cuelgo el teléfono y miro a mi amiga antes de actuar, no quiero hacerle
creer que me he vuelto loca, lo más probable es que aunque sé que no nos
delataría la obliguen a hacerlo. Saco la cabeza por la ventana y empiezo a
hablarle a dos de los tipos que están afuera, les grito que suban cuanto antes
y casi enseguida los tengo en la puerta.
—¿Qué pasa? —me dice uno de ellos.
—Tenemos que movernos, todos, ahora mismo hacia la fraternidad.
—Pero Ethan dio órdenes claras de...
—Sí, pero Ethan no coge el teléfono y un agente de la DEA está por
entrar a este edificio, así que si no quieres que tu trasero termine en la puta
cárcel, será mejor que nos movamos y me lleves hasta la fraternidad sana y
salva. También es una orden, bastante clara y al no estar él, quien las da soy
yo —imito a Kim a la perfección, los tipos se miran entre ellos y asienten
—. Bien, tómenla, que no escape —agrego señalando a Norma y ella abre
los ojos como platos.
—¿Te has vuelto loca? No iré a ningún lado, jamás daría información.
Son como mi familia.
—Lo siento Norma, podrían obligarte. Tú no tienes idea de lo grave que
es esto. ¡¿Qué esperan?! —le grito a los hombres.
Rápidamente tomo mi arma, la escondo en mi bolso y salimos lo más
apresurados que podemos del edificio, fuera me doy cuenta finalmente de
cuántas personas estaban cuidándome, pues en cuanto camino hacia los
jardines muchos hombres empiezan a caminar tras de mí simulando que
están paseando, trotando, e incluso que son estudiantes pero es demasiado
obvio.
Son unos veinte más o menos y aunque debería asustarme la magnitud
de esto, solo puedo pensar en que Ethan trata de cuidarme. Norma me repite
todo el camino que estoy actuando como los demás, que yo no soy así y que
no dirá nada. Le creo, sé que no lo hará, pero es mejor prevenir que
lamentar.
En la fraternidad hay un desorden descomunal, al parecer han registrado
hasta el último rincón en busca de micrófonos y han encontrado hasta
cámaras, lo sé porque las veo todas juntas en el pasillo de la entrada.
Encuentro a los chicos en el estudio teniendo una clase extraña de reunión,
están todos, menos Ethan y Mateo y también hay caras nuevas de personas
adultas que me miran de pies a cabeza y se escuchan murmullos como si
supieran quién soy.
—Nos ha ordenado traerla, Tony —se dirigen hacia él exclusivamente
los tipos que había llamado. Tony y el resto me miran como si hubiese
cometido un error.
—Está bien, tiene potestad —les aclara.
—Nathan, necesito que salgas, ahora mismo —hablo con firmeza.
Mi hermano se lo piensa unos segundos, pero comprende que es urgente
cuando nota que Norma está tomada de los brazos por dos tipos. En cuanto
sale lo pongo al tanto de la indiscreción de mi amiga y se pasa las manos
por la cabeza. Rápidamente les pide a los dos hombres que la suelten y se la
lleva a su habitación.
—Yo me encargo —es lo último que dice.
—Blair, te juro que no pensaba delatarlos, joder —escucho decir a mi
amiga en lo que se pierden en el segundo piso.
Me quedo ahí, junto a las escaleras con todos esos hombres esperando a
que les diga qué hacer. La cabeza me estallará en cualquier momento.
—Rodeen la fraternidad, cualquier movimiento extraño se lo comunican
a Tony.
Asienten y salen finalmente dejando que el aire entre a la casa y a mi
sistema. Me cubro el rostro con las manos, ni siquiera me he duchado,
tengo los nervios de punta y no sé en dónde demonios está Ethan o qué está
haciendo. Vuelvo a llamarlo otro centenar de veces y me salta directamente
el buzón. ¡Maldita sea!
Me siento en el primer escalón esperando a que la dichosa reunión
termine pero pasan casi dos horas y no sale ninguno de ahí, me he acercado
una que otra vez a escuchar a través de la puerta y solo he conseguido oír
que hablan de la cantidad de dinero que ganarán si se unen a Ethan, la
forma de distribución, de donde saldrá la jodida droga y la protección que
necesitan.
Es como si Tony les estuviese explicando cómo evolucionará la empresa
en la que invertirán. Decido ocultarme en la habitación de Ethan y me doy
una ducha rápida. Al salir mi hermano está sentado sobre la cama.
—¡Me asustaste! —le reclamo.
—Lo siento. Solo quería decirte que con Norma todo está controlado.
—¿Estás seguro?
—No nos delatará, Blair, tú la conoces.
—Pero pueden obligarla, es eso lo que me preocupa.
—Ya se lo he explicado, he decidido decirle cómo son las cosas
realmente, tal y como lo hizo Ethan contigo y sabe que cometió un error.
Además, he dicho que si la ven salir de la casa no permitan que se vaya,
solo está impresionada, nerviosa.
—Bien. ¿Sabes en dónde está Ethan? No contesta mis llamadas y todos
están aquí menos él. No me mientas.
—Él...
—Nathan habla.
—Está bien, no debe tardar. Mateo dijo que en cualquier momento
estarían aquí.
—¿Qué está pasando? Dime la verdad.
—Él te lo explicará...
—¡Quiero que me lo expliques tú! —me tenso de pies a cabeza.
—Blair... tienes que dejarlo hacer las cosas a su manera, ¿lo entiendes?
Tienes que obedecer y hacer lo que se te pide, las cosas están a punto de
explotar y él... se está arriesgando demasiado por ti. Ten paciencia y cuando
él regrese te dirá cuál es el siguiente paso.
—Pero ¿por qué no me lo dices tú? Me voy a volver loca. ¿No lo ves?
—Porque realmente no sé qué es lo que sigue. Lo único que tengo claro
es que vamos a enfrentar a González con todo y es lo que se está decidiendo
allá abajo.
Me queda bien claro que eso significa que; o muere González, o mueren
ellos y un dolor punzante se me esparce por todo el cuerpo. Mi hermano
camina hasta la puerta y antes de que salga corro hacia él y lo abrazo.
—Tranquila, enana, todo saldrá como tiene que salir.
—No te mueras —es mi petición. Es algo estúpido para decir, pero es
que solo lo tengo a él, a tía Lili, a Norma y Ethan. Si uno de ellos me falta
es probable que yo misma acabe conmigo.
—Mírame, no dejarás de ver esta cara hasta que estemos muy viejos y le
contemos esta ridícula historia a nuestros nietos. Las cosas no son tan
graves, respira, relájate, déjanos el trabajo sucio a nosotros. ¿Promesa? —
me dice.
—Promesa.
Lo veo salir y pronto es de noche.
Nadie más viene a la habitación, por lo que supongo que aún siguen
encerrados en el estudio o que ya ni siquiera están en la casa y yo continúo
sin noticias de Ethan. A las doce de la noche me imagino lo peor.
Me hago un ovillo en la cama y lucho entre echarme a llorar o salir a
averiguar algo, pero me consuela el hecho de saber que si Ethan estuviera
en peligro y me refiero a más peligro del que ya nos rodea, los chicos lo
supieran y por ende yo también. Cierro mis ojos intentando controlar el
dolor de cabeza que se me ha impregnado a rabiar y sin darme cuenta
empiezo a dormirme, es lógico, llevo un día entero sin dormir ni cinco
segundos.
Siento el peso de un cuerpo sobre la cama y unos brazos que rodean mi
cintura. Mi primer instinto es apartarme, y no lo termino haciendo porque
ese aroma que conozco tan bien me da la paz momentánea que tanto he
necesitado en todo el jodido día. Es Ethan.
Giro hacia él y abro con dificultad los ojos. Acomoda un mechón de mi
cabello detrás de mi oreja y acaricia suavemente mi rostro, creo que estoy
soñando hasta que siento sus cálidos labios sobre los míos. Hay algo raro en
la forma en la que me besa, no puedo explicarlo, pero es diferente. Me
aparto con cuidado y lo observo, definitivamente algo le ocurre.
—¡Cuánta falta me has hecho! —pronuncia las palabras con la voz
temblorosa y toma con más propiedad mi rostro, enterrando sus dedos en mi
cuello y con su otra mano ahuecando mi mejilla. Sus labios vuelven a entrar
en contacto con los míos y sin duda no me resisto, mi preocupación
aumenta muchísimo al percatarme de que sus dedos al igual que su voz
están temblorosos.
Me aparto una segunda vez y soy yo quien toma su rostro con mis
manos. Esos ojos grises que llamaron mi atención desde la primera vez que
nos cruzamos me miran asustados. Sé que es un poco raro poder descifrar lo
que transmite una mirada, con él es muy sencillo, al menos cuando su
mirada está dirigida hacia mí puedo descubrir enojo, ternura, furia,
molestia, amor, miedo, temor, lástima, lo que sea.
—¿Qué pasa? —me siento increíblemente estúpida al preguntar algo
como eso cuando nos está pasando todo.
—Dame unos segundos —susurra.
—¿Para qué?
—Para observarte, para grabarme tu rostro en mi mente para siempre.
—No tienes que grabártelo, estaremos juntos siempre —son mis
palabras y él cierra los ojos de inmediato.
—Hay algo que tengo que decirte.
—Dime —lo animo.
—No aquí, iremos a la playa —me informa y miro la hora en mi
teléfono, son las cuatro y media de la madrugada.
—¿A esta hora? ¿Está todo bien? Se supone que no nos pueden ver
juntos.
—No te preocupes por nada, pequeña. Ya está todo resuelto, ahora por
favor acompáñame a la playa.
Me apresuro a salir de la cama y lo sigo tomada de su mano hasta la
calle. Pone un casco en mi cabeza y me ayuda a subir a su moto y viajamos
a la playa. Llegamos cuando el sol está saliendo y la vista es hermosa.
La playa está completamente solitaria y el panorama es únicamente
nuestro. Ethan se queda detrás de mí y cruza sus brazos desde mi espalda
hasta detener sus manos encima de mi vientre. Oculta su rostro en mi cuello
y me da pequeños besos. Me suelta y me hace girar. Sus labios se
convierten en una delgada línea y su entrecejo se une.
—Te pedí que te quedaras en la residencia.
—Lo siento, es que Norma...
—Ya me lo han contado todo, es solo que la he pasado muy mal al
saberte fuera y no poder asegurarme de que llegabas bien de un punto a otro
y... joder, te he necesitado tanto todo el maldito día.
—Ethan... ¿Qué pasa? No me trajiste a la playa para darme una
reprimenda por haberme ido de la residencia, ¿cierto? —Como respuesta
sus brazos me envuelven y suspira tantas veces que en serio comienzo a
preocuparme—. ¿Qué ocurre? ¿Qué es lo que has hecho? —pregunto de
nuevo. Su silencio está acabando conmigo.
—¿Qué tanto me amas? —me responde con otra pregunta.
—¿Por qué no me quieres decir qué está pasando?
—¿Qué tanto me amas? —insiste.
—Por Dios, qué pregunta tan tonta, ¿no crees? Estoy aquí, sigo aquí,
seguiré aquí. Me muero de miedo pero no me iré, no voy a abandonarte.
—¿Qué tal si quiero que me abandones?
—Ya hemos hablado esto cientos de veces, no empieces, no ahora.
—¿Quieres saber qué tanto te amo? Solo te miré y fue suficiente. No
hablo de amarte en un segundo, es imposible, hablo de conectar con otra
persona en cuestión de nada, sentir que todo te lleva a ella, que aún sin
conocerla estás completamente seguro de que terminarás perdido sin ella,
que te volverás loco cuando le pongas un dedo encima y peor aun cuando la
beses, porque entonces la querrás por siempre.
» ¿Cuántas personas tienen la dicha de experimentar algo como eso? He
sido afortunado de sentir tal impacto, pero solo quiero lo mejor para ti,
porque me hiciste entender que cuando se ama, uno es realmente capaz de
todo.
—Me estás asustando, Ethan.
—Necesito que me hagas un favor, necesito que me escuches
atentamente y que al final tu respuesta sea positiva. Necesito que entiendas
que esto es lo mejor.
—¿De qué estás hablando?
—Vamos a separarnos un tiempo —declara.
—No. No estoy de acuerdo —salto enseguida.
—Escúchame, por favor, solo escúchame.
—Serán unos días, a lo mucho unas semanas. Yo te alcanzaré luego.
—No entiendo.
—He hecho un trato con González.
—¿Qué clase de trato?
—Eso no importa.
—¡Claro que importa!
—Sé demasiado, sé cada puta cosa que le importa. Sé que tiene más
familia. Sé las rutas y medios que ocupa para transportar la mercancía y
distribuirla y la mejor parte es que hace una semana me pidió que cambiara
algunas de sus cuentas más grandes a un banco suizo. Solo yo me sé los
códigos, las contraseñas. Sé todo de él, Blair y esas son las verdaderas
razones por las cuales soy tan indispensable para él.
—Eso no me dice gran cosa.
—Si me mata nunca recuperará casi la mitad de su fortuna y alguien se
encargará de dar toda esa información a la policía, si te mata yo mismo me
mataría y seguirá sin saber cómo recuperar su dinero y también alguien irá a
la policía con todas las pruebas. Si toca a alguna persona que amemos, el
proceso será el mismo. Solo se lo he recordado y aceptado sus condiciones
si él acepta las mías. Pero todo eso solo es una cortina de humo en lo que yo
consigo sacarte de la ciudad y el verdadero plan se pone en marcha.
—¿Cuál es el verdadero plan?
—Matarlo. No se sale de la mafia vivo, y esa regla aplica para él.
—Eso es demasiado peligroso. Hay personas fieles a él —exclamo.
—Las hay, pero hay más que lo quieren muerto. Una vez que ese hijo de
puta no esté la mafia perderá demasiado tiempo decidiendo quién será el
nuevo dueño de L.A y para entonces estaremos bastante lejos, lo habremos
logrado. Nadie querrá que unos jovencitos sean los jefes. Es la salida
perfecta. Todos están de acuerdo.
—¿Todos? ¿Qué hay de Mateo?
—Mateo es quien propuso esto. Está dispuesto a matar a su padre
después de lo que le hizo a su madre. Y Kim quiere venganza, Nathan,
todos.
—Ethan, tiene que ser una trampa, ese hombre es un asesino, no puede
ser tan sencillo. No pueden creer que esto se resolverá matándolo de la
noche a la mañana. Tienen que pensarlo mejor, tienen que...
—Es que no será de la noche a la mañana. Tú te irás y si Norma está de
acuerdo también lo hará y estaremos separados a lo mucho un mes, ¿me
entiendes? Y en cuanto ese hombre esté muerto, yo te alcanzaré y luego
pensaremos en qué hacer.
—¡No puede ser así de sencillo!
—Confía en mí. Todo tiene que salir bien, cuando las cosas se calmen
podríamos evaluar que regreses a la universidad, quizás no en L.A, pero no
pienso arruinar tu futuro. Sé que tienes una beca, no te preocupes por eso,
estudiarás en donde se te de la puta gana, yo me haré cargo de los gastos.
—¿Y cómo sé que es cierto? ¿Cómo sé que no me estás diciendo todo
esto para convencerme y luego dejarme en quién sabe dónde y alejarme
totalmente de ti?
—Pequeña... eso es lo que debería de hacer. Sacarte a la fuerza,
olvidarme de ti, sacrificarme, comportarme como un hombre de verdad y
entender que estás mejor sin mí y a cambio de eso estoy aquí proponiéndote
separarnos solo por un mes, arriesgándome a que en ese mes te des cuenta
finalmente de que soy un desastre.
—Ethan... —El cuerpo me tiembla entero. No puede ser así de fácil, así
de sencillo, algo no termina de cuadrar.
—Por favor, confía en mí —me pide en lo que saca de uno de sus
bolsillos de su pantalón dos pasaportes. Los tomo y los abro, adentro están
nuestras fotos, son nuestros rostros, pero nuestros nombres son diferentes,
igual que nuestra nacionalidad y fechas de nacimiento. También me entrega
identificaciones falsas—. Blair Stoms, ¿aún quieres huir conmigo?
La pregunta me cae como una bomba. Fui yo quien lo propuso y ahora
que lo veo tan real pienso en todos mis sueños, en mis planes, en el futuro
que anhelaba. Ya nada importa, no hay otra forma. Es esto o esperar a que
González nos mate a todos.
—Prométeme que me alcanzarás —le pido mirándolo a los ojos con
desesperación y tomándolo de la chaqueta.
—Te lo juro.
—Si algo falla, cualquier cosa, me lo dirás y yo volveré. Jura eso
también, sin mentirme, por favor no me mientas.
—Te lo juro, te lo juro.
—Entonces acepto. Por ti me voy al fin del mundo —digo y mira hacia
la arena.
—Todo está arreglado. Nathan seguramente se lo está diciendo a Norma,
quien puede irse si quiere o quedarse, ella no está realmente involucrada y
aún seguimos pensando en una mayor protección para tu tía y los padres de
Norma. Mientras tanto los hemos engañado. A Zac se le ocurrió llamarlos
diciendo que se han ganado un viaje a Europa. Nathan nos ayudó a
investigar qué restaurante frecuentan y nos hicimos pasar por trabajadores
de ese lugar, además le dimos un buen pago a los del restaurante por si
llaman. Seguro tu tía no tarda en llamarte.
Todo seguía sonando demasiado fácil. Me niego a creer que Ethan está
mintiéndome. No puede estar mintiendo en medio de toda esta situación,
merezco que me esté diciendo la verdad. Yo estoy con un profundo vacío en
mi pecho, un presentimiento, pero no quiero decírselo. Tiene todo fríamente
calculado y yo no puedo creer en corazonadas.
—Vamos a estar bien, Blair. Te prometo que cuando logremos
establecernos en algún sitio, vamos a retomar nuestras vidas, tus estudios,
vamos a ser quienes siempre hemos querido ser.
—Te creo, vamos a estar bien, tengo que creer que vamos a estar bien.
¿Cuándo tengo que irme?
—Hoy mismo —responde—. Deja todo, solo lleva lo indispensable, deja
cualquier cosa con la que te puedan vincular, ¿de acuerdo?
—¿Qué le digo a mi tía? Aunque se crea eso del viaje, no puedo irme sin
decirle nada.
—No tienes que decirle nada, no de momento. Tendrás otro teléfono y
puedes llamarla como si estuvieses en L.A. Ahora iremos a la fraternidad
por si quieres llevar algo de ropa. Tu primera parada será en Texas y de ahí
te moverás por varias ciudades hasta perderte el rastro y te ubiques en algún
pueblito casi olvidado. ¿Lo entiendes, amor?
Asiento y suelta un largo suspiro, sus ojos se llenan de lágrimas. Sigo
teniendo miedo de que todo esto sea una mentira. Tengo que confiar, él no
me puede fallar, no ahora, no después de todo lo que hemos vivido.
—Te amo, Ethan.
—¿Vas a amarme siempre? —me pregunta y cierra los ojos.
—Siempre y ¿tú?...
—Toda la vida, no olvides, por favor no olvides que voy a amarte toda
mi vida Blair Stoms, hasta que ya no haya aire en mi sistema, hasta que ya
no palpite más mi corazón, habré amado una sola vez en mi puñetera vida, a
una sola persona... a ti, mi caprichosa de ojos negros, mi pequeña
desobediente.
—Solo será un mes, no más —aclaro y busco refugio en sus brazos.
—Solo un mes, pequeña. Nos abrazamos tan fuerte que esto parece una
despedida, no una huida triunfal. Aunque hasta cierto punto sí es una
despedida.
CAPÍTULO 39
VERDADERAS INTENCIONES
ETHAN JOHNSON
"Mi pequeña"
FIN
AGRADECIMIENTO
Gracias a vos, lector nuevo, que le has dado una oportunidad a mis
letras. Familia, amigos, Jenni preciosa. Vanesa, Valentina, Celina, Daniela,
Fabiana, Grisbeth, Gabriela, Kris Buendia, Kristal Abrego todo mi cariño
para vos y tus videos. Gracias a mi serie favorita por haberme inspirado,
pero sobre todo, gracias a la Estela de veinte años que una madruga
mientras no podía dormir se imaginó por primera vez, al chico de los ojos
grises y la chica de vestido rojo.
Los quiero.