Demanda de Violencia
Demanda de Violencia
Demanda de Violencia
FISCALÍA DE LA NACIÓN
PROGRAMA de
INDUCCIÓN
FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL
EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO
Historia
La asimilación de los miembros del Ministerio Público al aparato judicial se man-
tuvo durante la época republicana. Desde la instalación de la Alta Cámara de
Justicia y la creación de la Corte Suprema (1825), el Ministerio Público estuvo
siempre al lado de los jueces. Los Reglamentos de Organización de los Tribuna-
les no lo mencionaban como un organismo independiente ni autónomo.
Por su parte, el Estatuto Político de 1828 precisaba que la Corte Suprema esta-
ba constituida por 7 vocales y un Fiscal, las Cortes Superiores también deberían
tener un Fiscal y, finalmente, se hacía también mención a los Agentes Fiscales,
deduciéndose que su competencia era a nivel de primera instancia.
4 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
ser Vocal Supremo. Igual referencia se hacía en el caso de los Fiscales de las
Cortes Superiores y Agentes Fiscales.
De Castilla a Leguía
En la Carta Magna de 1856, expedida durante el Gobierno de don Ramón Cas-
tilla, se hacía una referencia más clara a un Fiscal de la Nación, Fiscales de las
Corte Superiores y Agentes Fiscales a nivel de Juzgados de Primera Instancia,
pero no se precisaron sus competencias.
La Constitución de 1869 fue efímera. Por ello, la Carta Magna de 1860 tuvo vi-
gencia hasta 1920, año en que fuera aprobada la nueva Constitución Política
por la Asamblea Nacional durante el Gobierno de Augusto B. Leguía. En esta
Carta Política se hizo referencia normativa a los Fiscales de la Corte Suprema,
Fiscales de las Cortes Superiores y a los Agentes Fiscales de los Juzgados de Pri-
mera Instancia, sin precisarse las competencias, por lo menos genéricas.
La instrucción podía iniciarse de oficio por parte del Juez Instructor, por denun-
cia del Ministerio Fiscal o del agraviado. Es decir, el Ministerio Fiscal no tenía el
monopolio en el ejercicio de la acción penal, teniendo participación en el de-
sarrollo del procedimiento como parte y después dictaminando en el juicio oral
y acusando.
La Constitución de 1933 reguló que debería haber Fiscales a nivel de Corte Su-
prema, de Cortes Superiores y Juzgados.
El 28 de julio de 1979 terminó una larga etapa del desarrollo del Ministerio Públi-
co, ligada al Poder Judicial.
Institución autónoma
Al llegar a la mitad del año de 1979, la historia del Ministerio Público cambió radi-
calmente. La Constitución aprobada por la Asamblea Constituyente de 1978, le
dio una regulación en la Ley Suprema, atribuyéndole personería propia, con in-
dependencia, autonomía, organización, composición, funciones, atribuciones,
prohibiciones; conforme a sus artículos 250° y 251° del Capítulo XI.
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Funciones
El Ministerio Público está al servicio de la sociedad y de la administración de jus-
ticia, defendiendo la legalidad, los intereses públicos, la independencia de los
órganos jurisdiccionales y la recta administración de justicia, para fortalecer el
Estado democrático, social y de Derecho. Asimismo, representa a la sociedad
en los procesos judiciales.
Atribuciones constitucionales
Según el artículo 159° de la Constitución Política del Estado, son atribuciones del
Ministerio Público:
• Conducir desde su inicio la investigación del delito. Con tal propósito, la Po-
licía Nacional del Perú está obligada a cumplir los mandatos del Ministerio
Público en el ámbito de su función.
• Emitir dictamen previo a las resoluciones judiciales en los casos que la ley con-
templa.
Visión
Ser reconocido nacional e internacionalmente como una institución moderna y
confiable, consolidada por la excelencia de sus servicios y el adecuado soporte
médico, legal y forense; que contribuye a una recta y real administración de jus-
ticia y de esta manera a la convivencia pacífica y al desarrollo de la sociedad.
Valores
El Ministerio Público, persigue y fomenta la vigencia de un sistema de valores,
que rija el accionar de los servidores que conforman la institución, la práctica de
estos valores contribuirá a la consolidación y fortalecimiento de una institución
eficaz, eficiente autónoma e independiente.
8 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
Significado de la Insignia del Ministerio Público
10
ORGANIGRAMA DE LA FISCALíA DE LA NACIóN
Junta de Fiscales
Escuela dele Fiscalía Supremos
Ministerio Públic o de La
Órgano de Control Nación
Institucional
Instituto de Secretaria
Medicina Legalo Consejo de la JFS
Consultivo
Observatorio de
Criminalidad del Secretaría General de la Gabinete de
Ministerio Público Fiscalía de la Nación Asesores
Procuraduría del
Ministerio Público
PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
Gerencia General
1º Fiscalía Suprema 2º Fiscalía Suprema Fiscalía Suprema Fiscalía Suprema en Fiscalía Suprema de
en lo Penal en lo Penal Civil
lo Contencioso Control Interno
Administrativo
Presidencia de Junta Junta de Fiscale s
Superior del Distrito Superiores
Judicial
M e M o r i a i n s t i t u c i o n a l M ay o 2 0 1 1 - M a r z o 2 0 1 2
ProGraMa de indUcción FoMenTando la cUlTUra orGaniZacional en Valores, ÉTica Y Vocación del serVicio al ciUdadano”
Penales Civiles Mixtas de Familia Especializadas de Delito
Recopilado por el Dr. Daniel Bedriñana García Autor: Dr. Juan Alberto Lucio Otiniano Minchola
Presidente de la Corte Superior de Justicia – Huaura Lima, 22 de setiembre de 1996
Huacho, 12 de mayo de 1999
12 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
Fiscalía de la Nación
Escuela del Ministerio Público
I
Es el Ministerio Público
el más fiel guardián de la Ley,
que asume con devoción
los anhelos ciudadanos
de cuidar de la Nación
y los Derechos Humanos (bis)
II
Los Fiscales del Perú
con nobleza y lealtad
con valor y probidad
avanzamos trecho a trecho.
Afrontando el devenir
con problemas que se dan
en el diario convivir
con Justicia y con Derecho.
III
Índice
1. Introducción
2. Definición de trabajo en equipo
3. Funcionamiento
4. Dinámicas internas
5. Las normas
6. La tarea y la relación
7. La comunicación
8. Los roles
9. Los equipos en los que participamos
10. Conclusiones
Bibliografía
14 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
1 Introducción
nuestra vida transcurre entre personas con las que necesariamente tenemos que entendernos
para poder sacar adelante las cosas que nos proponemos. Casi todas las cosas que queremos hacer
nos requieren establecer algún tipo de entendimiento con otras personas. Esto es la forma más sencilla
de trabajo en equipo. Vamos a una panadería y establecemos un equipo que tiene como finalidad una
relación comercial que nos proporcionará comida a una parte y medios a otra. Este acto de equipo es
un ejemplo sencillo de lo que nos encontramos continuamente en cada proyecto que hacemos. En en-
tornos en los que realizamos proyectos más largos los equipos se vuelven más complejos. Están com-
puestos por más personas, su duración es más larga y tienen misiones más difíciles.
En el instituto nos encontramos continuamente situaciones de trabajo en equipo: hacer trabajos
conjuntos, realizar problemas, ayudar a otros compañeros, asambleas para hablar de temas de la clase,
organizar el viaje de fin de curso, etc. En todas las ocasiones será necesario poder hacer un trabajo en
equipo para poder quedar satisfechos.
En el ámbito laboral, en casi todas las
posiciones que se ocupan, es necesario traba-
jar en equipo. Las empresas se sustentan en la
idea del trabajo en equipo, realizar juntos cosas
que solos no se puede. Entre todos se consi-
gue un producto, aportando cada uno un gra-
nito de arena al resultado final. Desde que se
entra en una empresa establecemos algún tipo
de trabajo en equipo que dependiendo del ti-
po de empleo será mayor o menor, pero tener
capacidad de trabajar en equipo nos permite
poder afrontar mejor algunos de los retos que
surgen en la vida laboral.
En el resto de la vida la necesidad de
trabajo en equipo es igual de importante. Si
se aprende a trabajar con los demás podemos,
por ejemplo, organizar unas buenas vacaciones
con nuestros amigos, mientras que si no somos
capaces nuestras vacaciones serán más pobres
y posiblemente más conflictivas. Casi cada co-
sa que hacemos requiere relación con los demás, comunicación, debate, toma de decisiones, es decir
procesos de trabajo en equipo.
Es momento, en este tiempo de formación, de prepararse para el trabajo en equipo a través
de dos elementos: la práctica que nos proporciona el paso por el instituto y los centros de trabajo, y la
reflexión sobre la experiencia, tratar de conocer cómo ocurren las cosas y cuales son sus causas. Este
documento tiene como finalidad ayudarte en esta reflexión que ha de servir para enriquecer la prácti-
ca y para que realmente aprendas a trabajar en equipo de forma que las nuevas situaciones, laborales
y de otro tipo, que te vayas encontrando las puedas afrontar con la mayor capacidad de adaptación
posible.
16 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
II. El trabajo en equipo
quier conducta y actitud afecta a los demás. Por ejemplo la desmotivación de un grupo de la clase
provoca en los demás desánimo o enfado hacia ellos y distracción. La motivación de un grupo puede
crear un mayor interés hacia la tarea o disgusto hacia el grupo y desgaste. Todo lo que se hace tiene un
efecto sobre los demás.
Los equipos de trabajo pueden tener carácter voluntario, semivoluntario y obligatorio. Es volun-
tario cuando se organiza en un espacio en el que decides estar y lo formas por decisión propia. Si estás
en una asociación y decidís hacer un equipo de trabajo para preparar los carnavales estás formando un
grupo voluntario. Es semivoluntario cuando estás en un espacio por obligación y decides participar en
un equipo. En el instituto no has elegido la clase en la que estarás pero decides participar en un grupo
de trabajo en el que vais a estudiar la vida de un pintor. Es obligatorio cuando participas porque otra
persona decide que tienes que participar en él. Por ejemplo, un responsable de tu empresa te indica
que se va a formar un grupo
persona de trabajo
decide que tienesy que
queparticipar
tienes en que participar.
él. Por Cuando
ejemplo, un es voluntario
responsable de tu empresaes te más
indicamo-
que se va a formar un grupo de trabajo y que tienes que participar. Cuando
tivador pero te vas a encontrar con situaciones de todos los tipos en las que necesitas que el equipo es voluntario es más mo-
tivador pero te vas a encontrar con situaciones de todos los tipos en las que necesitas que el equipo
funcione.
funcione.
El equipo es el conjunto
El equipodeespersonas
el conjunto que se uneque
de personas durante un tiempo
se une durante para
un tiempo realizar
para unatarea.
realizar una tarea.
EstoEsto
es trabajar en equipo.
es Desarrollar algoDesarrollar
trabajar en equipo. junto a unalgogrupo estable
junto a un de personas.
grupo estable de personas.
18 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
II. El trabajo en equipo
3 Funcionamiento
El primer elemento que define el funcionamiento de un equipo es la finalidad. Es el motivo pa-
ra el que se juntan, lo que quieren hacer juntos. Es su misión, lo que tienen que construir. La finalidad
determina el tipo de funcionamiento, porque no es lo mismo un equipo que se junta para preparar una
obra de teatro que para diseñar un programa informático. En función de la finalidad definiremos los si-
guientes pasos. La finalidad tiene que estar clara para todos los miembros de un equipo.
La finalidad se desarrolla en objetivos. Describen con detalle la finalidad añadiéndole concre-
ciones a la misión. Por ejemplo si la finalidad de un equipo es elaborar un trabajo colectivo para la clase
los objetivos definen en cuánto tiempo hemos de hacerlo, algunas características del trabajo y el nivel
de calidad que queremos. Los objetivos funcionan mejor cuanto más claros y compartidos sean por to-
dos los miembros del grupo. Se convierten en una referencia permanente de la vida del equipo.
El estilo es la manera de funcionar del equipo y de realizar la tarea. Por ejemplo un equipo pue-
de tener un estilo exigente o poco exigente, profundo o superficial, idealista o realista, rebelde o su-
miso, participativo o dirigido, apasionado o aburrido, etc. Si queremos hacer un trabajo escolar puede
tener un estilo preciso o poco preciso, formal o poco formal, teórico o práctico, estético o basado en
los contenidos, claro o poco claro, etc. Todas estas características y muchas otras definen el estilo de
los equipos y de los trabajos que desarrollan.
Con la finalidad, los objetivos y el estilo definidos pasamos a diseñar el método de trabajo que
es la forma concreta de poner en marcha la realización de la tarea. El diccionario dice que el método es
el modo de hacer con orden una cosa. Sabemos lo que queremos hacer y el método define la forma co-
mo lo vamos a hacer. Se trata de concretar. ¿Cuántas veces nos vamos a ver? ¿Cómo vamos a organizar
cada sesión de trabajo? ¿Cuál va a ser el programa de todas las sesiones previstas? ¿Qué trabajos pre-
paratorios requiere cada sesión? ¿Qué materiales necesitamos? ¿En dónde nos vamos a juntar? Estas
son algunas de las preguntas que nos ayudan a definir el método de trabajo.
El siguiente paso es definir funciones que tienen que cumplir los miembros del equipo. Las fun-
ciones son trabajos estables que definen un papel que tienen que cumplir para que el equipo funcione.
Por ejemplo una persona puede cumplir una función de moderar, de dirigir las reuniones de trabajo, de
apuntar las conclusiones, de relacionarse con otros equipos, etc. La realidad de cada equipo determina
el tipo de funciones que tienen que cubrirse y su periodicidad. Es necesario ver cómo se decide qué
personas realizarán las funciones, cuánto tiempo estarán en esas funciones y cómo serán sustituidas.
Todas estas funciones determinan la organización que tendrá el equipo.
El siguiente paso de concreción son las tareas, que definen los trabajos concretos que tiene que
hacer cada participante en el equipo. Es el momento de repartir todo el trabajo. Poner en marcha un
proyecto requiere hacer un número determinado de trabajos que es necesario definir, concretar y re-
partir. Las tareas se concretan con bastante precisión y se reparten entre los participantes. Cuanto más
repartidas estén más capacidad de trabajo tendrá el equipo.
Con todo lo anterior establecido nos ponemos en marcha, empezamos a funcionar, a realizar
la misión que tenemos. Poco a poco todas las decisiones tomadas nos llevarán a confirmar algunas
de ellas y a modificar otras cuando la práctica nos muestre que nos resultan útiles o que entorpecen
el funcionamiento. Es necesario revisar cada cierto tiempo la marcha del trabajo y cambiar lo que sea
necesario.
Al acabar nuestro trabajo analizaremos los resultados obtenidos, veremos nuestro grado de
satisfacción con el trabajo realizado y sacaremos conclusiones para otros ciclos de trabajo del mismo
equipo o para cuando estemos en otros equipos.
Los pasos para un buen funcionamiento son:
Finalidad
▼
objetivos
▼
Estilo
▼
organización
▼
Tareas
▼
Revisión
▼
Resultados
Todos estos pasos suponen tomar numerosas decisiones. Elegir entre las distintas posibilida-
des que tenemos. La manera de tomar estas decisiones es también importante. Hay tres maneras de
realizarla.
La primera es dejar que decida alguien por todo el grupo. Es la forma peor de todas porque el
equipo asimila y cumple peor las decisiones que no ha tomado. Sirve en algunos momentos en los que
no queda más remedio, como en situaciones de urgencia.
La segunda forma es votando entre las diferentes posibilidades que tenemos. Esta forma se asi-
mila mejor que la anterior. Es una buena fórmula que nos puede ayudar a salir de discusiones intermi-
20 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
II. El trabajo en equipo
nables. Tiene como ventaja que es bastante rápida y sencilla. El inconveniente que tiene es cuando hay
posiciones muy enconadas y los que pierden lo viven mal. Es frecuente que les lleve a sentirse incómo-
dos y no cumplir con decisión lo acordado. Las votaciones nos sirven para muchos momentos.
La tercera forma de decidir es establecer un consenso, que significa llegar a un acuerdo sin vo-
taciones que recoja parte de cada una de las posiciones del equipo, sin optar por una en concreto. Es
llegar a un punto medio que permita que todos queden satisfechos y que la propuesta tenga lo me-
jor de cada una. Este es el sistema que facilita una mayor asimilación y cumplimiento de la decisión. El
único inconveniente es cuando no se consigue consensuar algo y las discusiones se alargan mucho. Lo
demás son ventajas, porque generalmente la decisión será buena y todos se sentirán reflejados en ella.
Es el sistema que conviene adoptar en las decisiones más importantes. Son tres formas de decidir que
usamos continuamente y que conviene que manejemos bien para que las decisiones sean acertadas.
4 Dinámicas internas
En los equipos se establecen movi-
mientos colectivos que dibujan una estructura
concreta. Son las dinámicas internas, que son
particulares para cada equipo pero que tienen
elementos en los que las demás se pueden ver
reflejadas. Vamos a presentar algunas de las di-
námicas más habituales con la finalidad de po-
derlas comparar con las de los equipos en los
que participamos, tratando sobre todo de en-
contrar características que nos puedan indicar
cómo es nuestra realidad.
instituto se junta un equipo para elaborar un tema de un movimiento artístico. Son cinco participantes
y deciden coger cada uno un artista. Cada uno hace el suyo y el día de la entrega lo fotocopian, lo jun-
tan y lo entregan. En realidad no hay un trabajo de equipo. Es simplemente sumar esfuerzos para un
objetivo, pero no es trabajar con los demás. Es algo más práctico que parte de la falta de interés por
lo colectivo. Los participantes no se nutren con los demás, solo se apoyan en ellos para conseguir sus
propios objetivos.
Todos para uno: es el equipo en el que todo el grupo trabaja para los objetivos de uno de sus miem-
bros. Es un equipo desequilibrado. Es como en un equipo de fútbol, cuando hay una estrella y todo el
equipo hace el trabajo esforzado para que la estrella marque el gol y siga siendo admirado por todos,
mientras los demás se quedan con la sensación de que su esfuerzo les vale de muy poco. La satisfacción
es para una sola persona. El trabajo es para todos los demás. La finalidad del equipo está desviada. Se
trabaja para el equipo sólo si se hace a través de la persona para la que se esfuerzan. Una persona tiene
todo el poder. Es un equipo que crea insatisfacción a sus miembros.
22 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
II. El trabajo en equipo
Uno para todos: es el equipo en el que el trabajo lo hace una sola persona, que sustituye la iniciativa de
todos los demás. El resto del equipo está satisfecho porque su esfuerzo es muy reducido y porque con-
sigue los objetivos sin tener que aportar casi nada. Hay una persona sobre la que recae todo el esfuerzo.
Hasta esta situación se ha llegado porque la persona no sabe compartir el trabajo y asume todo lo que
hay y porque el grupo se desentiende y lleva a esa persona a asumirlo o que el equipo no funcione. Es
una responsabilidad conjunta. El grupo está dormido. Es una forma de falta de trabajo en equipo, aunque
pueden llegar a conseguirse los objetivos. La persona que trabaja encuentra cierta satisfacción en el so-
breesfuerzo, al mismo tiempo que su desgaste es muy fuerte. Las personas que no trabajan encuentran
cierta satisfacción en la comodidad, al mismo tiempo que su posición es poco estimulante y aburrida.
Dividido: es el equipo al que su experiencia le ha llevado a partirse en dos con visiones enfrentadas
permanentemente. La división lleva a que gran parte de la energía se dedique a la confrontación y la
eficacia se reduzca sensiblemente. Las divisiones son tan profundas que cualquier idea o iniciativa que
exprese uno de los grupos es visto como algo espantoso por la otra parte del grupo. Puede llegar a
ser una guerra intensa. El desgaste emocional en estos equipos es muy fuerte. La satisfacción de los
miembros puede estar en las personas más integradas en la dinámica de oposición entre grupos, que al
tener enfrente posiciones que considera espantosas consigue tener la sensación de tener toda la razón
en sus actos y decisiones. Además, los grupos divididos pueden tener mucha unión interna. En el fon-
do la mayoría del equipo está a disgusto porque no consigue sus objetivos y porque la iniciativa choca
permanentemente sin encontrar salida, lo que produce gran insatisfacción.
Falso equipo: es el grupo en el que aparentemente todo funciona bien y que en realidad tiene muchos
problemas que no son reconocidos por sus miembros. La dificultad en estos equipos es conseguir que
se pueda ver la realidad, porque mientras que no hay reconocimiento de los problemas, éstos no se
pueden abordar. Se pone mucha energía en negar que haya dificultades. La finalidad se cumple como
parte de la negación de los problemas y esto lleva a aguantar la situación más tiempo. En otras ocasio-
nes la finalidad no se cumple porque los problemas de fondo provocan que se bloquee la actividad.
En cualquiera de los dos casos el equipo necesita un tiempo para poder afrontar sus dificultades, pues
emocionalmente la insatisfacción es grande. Antes de pasar una crisis se suele producir una dinámica
de este tipo.
Sinérgico: es el equipo en el que la tarea y la relación están vivas y funcionan adecuadamente. La fina-
lidad está clara para sus miembros y se trabaja para conseguirla con la iniciativa y el esfuerzo de todos.
Los miembros del equipo tienen cada uno su espacio y su posibilidad de aportar e influir, cumpliendo
cada uno en función de sus características personales. La relación es buena en el sentido de que se van
afrontando las situaciones que van ocurriendo y tomando decisiones de equipo que ayudan a mante-
ner la convivencia y el trabajo. no es un equipo perfecto, sino capaz de ir asumiendo poco a poco su
realidad. La crítica es constructiva. Todos los miembros sienten satisfacción por la tarea y por la rela-
ción. Cuando no hay resultados la responsabilidad es de todos y se utilizan los fracasos para aprender
y afrontar los nuevos proyectos con nuevas fuerzas.
Estas son algunas de las dinámicas que se ven en los equipos en ocasiones de forma esporádica
y en otras ocasiones de forma estable. Si perteneces a un equipo de trabajo, podéis describir la diná-
mica interna propia y esto puede ser el principio de un buen debate.
5 Las normas
Son el conjunto de reglas que guían el funcionamiento de un colectivo. Regulan las conductas,
las actitudes y las relaciones. Las normas son guías establecidas que determinan cómo tiene que ser el
funcionamiento, en este caso, de un equipo.
Las normas pueden ser explícitas o implícitas. Las explícitas son las que están enunciadas clara-
mente por los miembros del equipo, escritas o habladas, y todo el mundo conoce y puede expresar y
explicar. Las normas habladas es necesario dejarlas claras al empezar a funcionar el equipo de trabajo.
Después cada vez que se empieza un nuevo ciclo de trabajo se vuelven a redefinir. Si la elección de las
normas se hace entre todo el equipo se asumen y funcionan mejor que si lo realiza parte de equipo.
24 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
II. El trabajo en equipo
Las implícitas son las que se han ido adquiriendo sin darnos
cuenta de cómo ha sucedido. En un momento determinado hay nor-
mas que están presentes y tienen una gran importancia sin que nunca
se hayan decidido. Estas normas es interesante saber cómo han llega-
do a implantarse, quién las ha hecho y cómo se han puesto en funcio-
namiento. Cuando funcionan sin darnos cuenta nos mandan sin que
tengamos posibilidad de modificarlas.
Las normas pueden ser de muchos tipos. Pueden hablar del
funcionamiento del equipo, de la comunicación, de las relaciones, etc.
Una regla de funcionamiento puede determinar quién toma la inicia-
tiva en el equipo. Podría ser cosa de cualquier persona pero curio-
samente es siempre la misma persona la que lo hace y el grupo lo
acepta, lo que nos hace ver que es una norma, un funcionamiento fijo.
otra puede ser cómo se recoge el material que se utiliza en el equi-
po. Una norma de comunicación puede ser que determinados asuntos
no se hablan. Cuando sucede algo en vez de aclararlo en el grupo se
queda sin expresar y esto se repite con el mismo tipo de situaciones
a lo largo del tiempo. otra norma en un equipo de trabajo en un con-
texto laboral puede ser que al jefe no se le lleva la contraria. Esta nor-
ma generalmente no estará explicitada pero será determinante. Una
regla de relación puede ser que determinadas personas se relacionan
entre sí y no se relacionan con otras del equipo que tienen un nivel
diferente. Unas serán explicitas y otras implícitas, unas más claras y
otras menos, pero todas son normas que rigen el funcionamiento del
equipo.
Cuando alguien no cumple las normas del equipo suele haber
algún tipo de consecuencia que en cada grupo es diferente. Por ejem-
plo, cuando una persona acude a su centro de trabajo poco aseada
posiblemente tendrá que enfrentarse a alguna consecuencia, a pesar
de que no se haya explicitado como regla.
También hay reglas que determinan qué personas pueden sal-
tarse determinadas reglas. Por ejemplo, en un equipo todos llegan
puntuales a las citas, con unos diez minutos como máximo de tardan-
za, excepto una persona que llega siempre media hora tarde. A veces se retrasa inesperadamente una
cita y esta persona llega igualmente tarde. Además la respuesta del grupo es de aceptación de esa
realidad. La norma dice que a esta persona sí se le permite llegar tarde. Al día siguiente otra persona
llega igual de tarde y el grupo al completo se enfrenta a ella recriminando su funcionamiento. Las nor-
mas incluyen también las excepciones y las consecuencias.
Es importante conocer las reglas con las que funcionamos para poder modificarlas cuando no
sean satisfactorias. Así descubriremos reglas confusas, anticuadas e injustas que podremos discutir y
adaptar a nuestra realidad. Cuando se atraviesan periodos de crisis es momento de revisar las normas
fijadas para salir del atasco, consolidando las normas básicas, modificando las que no se ajustan a las
necesidades del momento e introduciendo otras que respondan a realidades nuevas.
6 La tarea y la relación
En un equipo siempre existen dos aspectos
diferentes y complementarios: la tarea, la misión que
tiene que cumplir en base a su finalidad y objetivos; y
la relación, el contacto entre las personas y las dinámi-
cas que se establecen. En un equipo de trabajo los dos
aspectos están íntimamente relacionados. La tarea es
muy importante y seguramente está bien clara y defi-
nida y las relaciones tienen un aspecto más reglado y
otro más abierto que depende de las características de
cada persona y de la marcha de los acontecimientos. En
una conferencia sobre el tema, una ponente decía que
dos personas podían tener muy mala relación personal
y trabajar bien en equipo. Esto en la práctica es compli-
cado. Los equipos disponen de una cantidad de ener-
gía determinada. Cuando la relación nos preocupa, de
manera natural dedicamos parte de nuestra energía a
abordar las cosas que pasan en ella; la consecuencia es
que dejamos de dedicar parte de la energía a la tarea.
Si algo de la relación nos preocupa mucho la energía
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II. El trabajo en equipo
que va a ello es toda o casi toda la disponible y la tarea se queda en suspenso o abandonada. Si la re-
lación está muy mal la tarea se bloquea. Esto quiere decir que relación y tarea están íntimamente rela-
cionadas y es necesario tenerlo en cuenta a la hora de participar en equipos de trabajo.
Es verdad que para que funcione un equipo de trabajo no es necesario que todas las personas
se lleven muy bien, pero sí se necesita que las relaciones estén claras y ordenadas. Dos personas pue-
den tener una relación distante, fría e incluso mala, pero si las cosas están habladas y se ha establecido
algún tipo de pacto podremos evitar que la energía se vaya a las relaciones.
El asunto más importante para el buen funcionamiento de las relaciones en un equipo es la cla-
ridad, es decir la capacidad de abordar las situaciones relacionales, ponerles nombre, ponerles límites
y acordar salidas constructivas y compatibles para el equipo. Cuando no hay claridad nos podemos en-
contrar con la realidad tan frecuente de equipos que se dividen en dos y se dedican a hacerse la vida
imposible en vez de sacar para adelante la tarea que tienen encomendada de la mejor manera posible.
También ocurre que cuando existe una relación demasiado mala, ni siquiera la claridad nos permitirá un
funcionamiento correcto. Es necesaria la claridad y un mínimo en la relación.
Por el contrario, la buena relación también se convierte en un estímulo para la tarea. Si la rela-
ción funciona bien (la relación perfecta no existe en la realidad), el deseo de participar en el grupo au-
menta y los miembros del equipo tienden a responsabilizarse más de los objetivos y los trabajos. De la
misma manera, el buen funcionamiento de la tarea acerca y motiva a los miembros del equipo.
7 La comunicación
El elemento que engrasa la relación es la capacidad de entenderse. El camino básico hacia el
entendimiento es la comunicación. Los equipos parten de las capacidades individuales que, sumadas
y acopladas, constituyen la realidad inicial del equipo, que puede ser desde un buen funcionamiento
de la comunicación hasta uno muy malo. A partir de la realidad con la que comienza el equipo se crean
una serie de costumbres de comunicación que nos pueden permitir mejorar nuestra capacidad de en-
tendernos. Por ejemplo, en un equipo que está realizando un trabajo escolar en un instituto, si antes
de empezar cada sesión de equipo nos tomamos un tiempo para compartir cómo ha ido el trabajo in-
dividual, estaremos creando una costumbre que nos ayudará a comunicarnos mejor. La capacidad de
comunicarnos se desarrolla con la práctica. Un equipo irá aprendiendo conjuntamente según vaya sien-
do su experiencia. Cuando sus experiencias sean negativas tendrá fases de mayor incomunicación que
poco a poco dejarán paso a nuevas situaciones.
Cotidiana: Significa que tiene que ser una práctica habitual, frecuente, acostumbrada. Es necesario
aprender a comunicarse cuando las cosas van bien. Expresar lo que nos gusta y lo que no nos gusta.
La comunicación nos da sensación de seguridad en el equipo, mientras que si tenemos la impresión de
que los problemas se van acumulando sin hablarlos estaremos con la sensación de que pueden explo-
tar las cosas en cualquier momento. Hay ocasiones en las que la comunicación es muy importante y los
miembros de un equipo lo sienten. Suele ser en los momentos de conflictos. Cuando haya costumbre
de comunicarse de manera habitual podremos entendernos, mientras que si no hay esa costumbre es
más difícil empezar en ese momento.
Directa: Significa que la comunicación positiva es la que se establece entre las personas que necesitan
hablar algo y en la que se expresa con claridad lo que se quiere decir. Lo primero es que las cosas es
necesario hablarlas entre los protagonistas, no a través de terceras personas. Las
“habladurías” dificultan mucho la relación dentro de los equipos. La dinámica de
comunicación más útil es la que se establece entre las personas afectadas. Aun-
que en algunos momentos sea de ayuda comentar lo que pasa con otras perso-
nas, al final es necesario aclarar las situaciones entre las personas implicadas.
Hablar con claridad significa expresar lo que se necesita decir, sin quedar-
nos a medias, sacando todo lo que nos inquieta, preocupa o molesta. Cuando no
sale todo nos quedamos con sensación de algo incompleto y de que lo expre-
sado no es suficiente. no es satisfactorio para nosotros. Hablar con claridad no
quiere decir utilizar lo que decimos para dañar a la otra persona. Eso es un mal
uso de la claridad, cuando la intención no es aclarar sino agredir al otro.
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II. El trabajo en equipo
Inmediata: Es necesario hablar en el momento adecuado. Esto es un enunciado general, pero básica-
mente quiere decir que la comunicación tiene su mayor potencial en el momento en el que se siente la
necesidad. Si se habla antes de sentir la necesidad posiblemente sea difícil llegar a algo significativo.
Si se habla después el tema cada vez estará menos accesible y mientras se habrá ido empobreciendo y
pudriendo dentro de nosotros. Dejar las cosas hace que se deterioren y que nos invadan. Elegir el mo-
mento adecuado es responsabilidad del que siente necesidad y es algo que se va aprendiendo.
Constructiva: La comunicación siempre tiene que estar orientada a encontrar una salida. Cuando se
esté hablando sobre dificultades de equipo, hemos de intentar que cada conversación se cierre de for-
ma constructiva. Llegar a elementos comunes. Elaborar una conclusión que sirva para todo el equipo.
Cuando la comunicación sea social, como charlar de cosas que nos apetecen, puede tener cualquier
rumbo. Sin embargo, cuando la comunicación esté encaminada a afrontar situaciones a las que el gru-
po necesita dar salida, tiene que estar orientada a encontrar vías que faciliten la convivencia. Cuando
8 Los roles
Las relaciones establecidas en los grupos y en los equipos dan origen a posiciones fijas de ca-
da uno de sus miembros que se denominan roles. Son papeles que se cogen en la dinámica grupal y
que se mantienen de manera permanente, generalmente sin darnos cuenta de que hemos cogido ese
papel o rol. En cada papel hay elementos que ayudan y que dificultan el funcionamiento del equipo.
Por ejemplo una persona que discute todo lo que surge en un equipo ayuda a éste a profundizar en
los contenidos al poner en duda las cosas que aparecen, al tiempo que dificulta si no es capaz de lle-
gar a algo concreto por la misma costumbre de polemizar. Una persona que ocupa el rol del gracioso
del grupo ayuda a un grupo a desdramatizar situaciones y a relajarse y divertirse mientras que dificulta
cuando pretende convertir en humor situaciones en las que es necesario establecer una comunicación
directa.
La tendencia a ocupar roles es inconsciente y natural. Cuando un equipo comienza a funcionar
suele haber una cierta tensión por la falta de roles que se soluciona cuando cada persona ocupa un
lugar estable en el equipo. Así cada persona tiene claro cual es su sitio, su importancia, lo que puede
hacer y lo que no y lo que los demás van a esperar de él. Todo esto da seguridad a los participantes y
ayuda al funcionamiento del grupo a la vez que limita la libertad individual. La satisfacción que encuen-
tres en el papel que ocupas también influye mucho en tu entrega y dedicación al equipo. Si un partici-
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II. El trabajo en equipo
pante se siente escuchado e importante buscará más la relación grupal que otro que no es atendido. La
realidad en todos los grupos es que hay personas a las que se escucha y ve poco y otras que cualquier
cosa que digan es tomada en cuenta.
La mejor manera de entender los roles es viendo algunos de los que más se repiten en las aulas
de secundaria, y que te será más fácil reconocer. Algunos se han convertido en estereotipos, utilizán-
dose a veces con un sentido peyorativo; sin embargo, todos estos roles aportan aspectos positivos y
negativos al grupo, le imprimen su carácter. Algunos de estos roles son:
El empollón. Es el papel que ocupan las personas que dedican toda su energía a obtener resultados
académicos brillantes. El rol se centra en la tarea, en este caso en la actividad individual. Aporta al gru-
po una indicación de las posibilidades que tiene cada individuo de desarrollar los estudios.
El invisible. Es el papel que ocupan las personas que pasan desapercibidas en una clase, los que de re-
pente te das cuenta de que existen después de haber convivido con ellos durante un buen tiempo. Su
energía la ponen en adaptarse a las situaciones y pasar desapercibidos. Aportan al grupo seguridad,
confianza y comodidad, ya que no crean problemas.
El guaperas. Es el papel que ocupan las personas que dedican su energía a atraer a los demás a través
de su simpatía y su físico. El rol se centra en las relaciones y es individual, es decir, los objetivos de la
tarea y del grupo son secundarios.
El rebelde. Es el papel que ocupan las personas que dedican su energía a pelearse con las cosas y per-
sonas que están presentes. Su dificultad es aceptar la realidad que hay en el grupo o en el equipo. Se
fijan más en lo que falta y pelean para conseguirlo además de no convivir bien con lo que ya existe. Su
rol se centra en la actitud que llevan tanto a la tarea como a la relación. Aportan al grupo la ampliación
de su realidad al poner sobre la mesa aspectos que no están presentes y que pueden enriquecer la vida
del grupo, mientras que lo dificultan al necesitar la confrontación para encontrarse cómodos, es decir
ponen trabas a las situaciones de encuentro y tranquilidad.
El chivo expiatorio. Es el papel que ocupan las personas que se convierten en responsables de todo
lo malo que ocurre en el grupo. Es como la puerta de atrás de la clase a través de la que desembocan
todas las situaciones incómodas responsabilizando a la persona que asume este rol. La aportación que
hace al grupo es crear una vía de salida para las situaciones que provocan tensión e incomodidad, mien-
tras que su posición dificulta que los miembros del grupo asuman su responsabilidad y se comporten
de una manera más madura.
El líder. Es el papel que ocupan las personas que conducen la clase o el grupo. Representan la posición
de mayor poder en el grupo. Se encargan de orientarlo, tienen gran influencia y es la principal referen-
cia en el grupo. Participan de forma decisiva en algunos aspectos como la toma de decisiones. Son las
personas más escuchadas y tenidas en cuenta lo que les lleva a tener más implicación en el grupo. La
conducción del grupo puede ser positiva o negativa. Existen líderes que ayudan mucho a los grupos y
otros que los colocan en función de sus intereses.
32 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
II. El trabajo en equipo
Cada persona ocupa un rol que en algunas ocasiones representa una postura muy conocida o
en otras ocasiones es una posición más personal, menos conocida, pero que reúne las características
del rol: ajustarse a un papel fijo en las relaciones en el grupo. El rol se adopta en función de nuestras
características individuales, de la realidad del grupo y de su finalidad.
Cuando ocupamos un rol dejamos fuera de nuestro repertorio de conductas todo lo que no es
adecuado en ese papel. Por ejemplo un líder suele dejar fuera la inseguridad o la fragilidad y preten-
derá presentarse siempre como alguien fuerte que puede con casi todo. Un “empollón” esconderá su
ignorancia, las cosas que no sabe o que no controla. El gracioso dejará fuera su tristeza; cuando tenga
algún disgusto lo esconderá y lo convertirá en una situación de humor, cuando en realidad su sentimien-
to será de tristeza. Todo lo que nos dejamos fuera son elementos interesantes para hacer que nuestra
vida en el grupo sea más enriquecedora. Siempre que podamos colocarnos en papeles diferentes de
los que usamos habitualmente tendremos experiencias estimulantes, aunque en muchas ocasiones nos
resulten extrañas. Alguien que se deja llevar siempre, encontrará estimulante asumir la responsabilidad;
alguien que pretende dirigir todo podrá disfrutar de una experiencia que dirija otra persona; alguien
que se centre en la tarea aprenderá mucho explorando las relaciones; y alguien que se centre en las
relaciones se sentirá más capaz si explora su capacidad para llevar adelante las tareas. Resumiendo,
normalmente ocupamos roles en los grupos de forma natural porque nos dan seguridad y estructuran
el grupo y es bueno ampliar nuestro repertorio de posibilidades explorando aspectos que quedan fue-
ra de nuestro papel.
Los roles vistos anteriormente son también similares a algunos de los que puedes encontrar en
el trabajo. Pero, además, en concreto en el ambiente laboral también se han estudiado roles que se re-
piten como pueden ser algunos de los siguientes:
El coordinador. Es un rol centrado en las relaciones aunque tiene muy en cuenta la acción. Conducen
los equipos de trabajo, organizándolos para que sean capaces de desarrollar las tareas que tienen en-
comendadas. Son personas que atienden tareas y relaciones al mismo tiempo, aunque cada uno puede
tener estilos muy diferentes. Unos atienden mucho las tareas y otros se fijan más en las relaciones. Es un
papel importante porque en torno a él se estructura el equipo de trabajo. Pueden cumplir papeles muy
constructivos y estimulantes y lo contrario, en función de cómo lo haga cada persona. Los aspectos más
positivos son la capacidad de ayudar a entenderse y a tomar decisiones.
El cerebro. Es un rol centrado en la actividad mental. Suelen ser personas creativas que tienen claro
como se han de hacer las cosas. no son personas de acción, sino de pensamiento. En este terreno es
en el que aportan más pues son capaces de crear visiones claras que ayudan al equipo a orientarse en
la consecución de la tarea. Son personas creativas. Sus limitaciones están en el terreno de la acción,
en la que se atascan, y de las relaciones, que les suele costar mucho esfuerzo. Aportan metas claras
al equipo.
El iniciador. Es un rol centrado en la acción. Son personas que tienen como característica principal su
capacidad de transformar las ideas y las decisiones del equipo en acciones encaminadas a desarrollar la
tarea. Su principal aportación es que comienzan a actuar. En general son personas prácticas y eficien-
tes, orientadas a la disciplina y que no buscan cosas espectaculares sino que les satisface ver como se
van construyendo las cosas más sencillas. Son personas imprescindibles en los equipos de trabajo.
El ampliador. Son las personas que en los equipos de trabajo se dedican a ampliar los horizontes bus-
cando siempre nuevas posibilidades y oportunidades. Se centran más en lo que podría ser que en lo
que es en el presente. Su aportación es la aportación de nuevas posibilidades para el trabajo del equi-
po. Se suelen centrar en muchas ocasiones en el conocimiento de nuevos materiales y contactos. Son
personas idealistas y optimistas que tienen como dificultad ser poco prácticas y perder el interés por
las cosas cuando comienzan a funcionar. Se centran en las relaciones y en las ideas pero sobre todo con
el exterior.
El cohesionador. Es un rol centrado en las relaciones. Su función en los equipos es crear un ambiente
relacional adecuado para funcionar. Los equipos de trabajo necesitan que las relaciones que se estable-
cen sean suficientemente buenas para que se pueda cumplir la tarea. El rol del cohesionador desarrolla
esta función a través de la comunicación, el contacto directo, el humor, las iniciativas y en general de
una actitud cooperadora con las personas que facilita que se despierten en los demás sensaciones de
simpatía y satisfacción. Esta aportación al equipo es muy importante.
El dinamizador. Es un rol centrado en la acción. Son personas que se concentran en la tarea y que se
relacionan con el trabajo de forma constructiva y dinámica encontrando satisfacción al desarrollo de la
tarea y contagiando de alguna manera esta sensación al resto del equipo del trabajo. Tienen una bue-
na capacidad de trabajo y no lo realizan de manera mecánica, sino con cierto nivel de ilusión. Son refe-
rentes dentro del equipo en el nivel de la tarea y en muchas ocasiones también en las relaciones. Los
obstáculos los afrontan como retos y acaban suponiendo una nueva motivación para la tarea. Con esta
actitud cumplen una función de dinamización sin que se lo propongan expresamente.
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II. El trabajo en equipo
El especialista. Es un rol centrado en la actividad mental muy relacionada con la acción. Son personas
que se concentran en un aspecto concreto del trabajo, dominándolo como nadie más y convirtiéndose
en un referente del equipo en ese tema. Su aportación es elevar la capacidad del equipo en un aspecto
importante en el que el resto no tendrán que preocuparse, porque el especialista lo controla con segu-
ridad. Las ventajas que consigue son que se le concede libertad en el funcionamiento a cambio de que
su aportación especializada se mantenga.
Si estás inmerso en la realidad laboral observa para ver si puedes identificar algunos de los roles
que observas en tus compañeros e incluso el rol en el que te colocas tú mismo.
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II. El trabajo en equipo
ra buscar un lugar en tu equipo de trabajo que te permita aportar a la tarea común, aprender para ti y
relacionarte de manera satisfactoria. Las tres cosas te permitirán desarrollarte en el ambiente laboral. Si
no aportas al trabajo común acabarás teniendo problemas. Si no aprendes acabarás aburriéndote. Si no
encuentras satisfacción en las relaciones acabarás quemándote. Cada trabajo ofrece unas posibilidades
que tienes que aprender a utilizar. Depende de cada uno cómo se sitúe en los equipos dentro de los
límites de la realidad laboral. Si nunca has trabajado o si acabas de empezar en un centro nuevo comien-
za conociendo como es su funcionamiento y analiza las posibilidades que tienes de coger una posición
satisfactoria para ti y para los demás. Poco a poco ve tomando tu posición buscando posibilidades de
aportar, aprender y relacionarte. Aprende de los fracasos laborales. Saca conclusiones y aplícalas en tus
nuevas experiencias laborales. Aprende a manejarte con los compañeros de tu nivel laboral y también
con los que están por encima. Después también con los que tengan un nivel inferior o dependan de tí.
En la posición que te encuentres busca la satisfacción en los equipos en los que participes.
En las asociaciones: es un buen sitio para el aprendizaje. Si estás en una asociación es voluntariamente.
Tú decides hacer lo que haces y lo que te mueve es tu interés. Este es un buen punto de partida para
tener experiencias interesantes. Si no estás en ninguna asociación prueba a participar en alguna inte-
grándote en algún equipo de trabajo que te motive. Cosas sencillas como preparar los carnavales, una
salida o un campamento te darán experiencia y muchos buenos momentos. En las asociaciones juveni-
les en poco tiempo pasas de ser nuevo a conocer bien la dinámica habitual de trabajo. Pasas de apren-
der a ayudar. Este recorrido completo está muy bien. Desde el principio hasta el final. Si la experiencia
es buena te dará seguridad para nuevas empresas y sobre todo para el ámbito del trabajo.
10 Conclusiones
Trabajar en equipo es una buena experiencia personal. Estar junto a otras personas que pre-
tenden lo mismo. Unir nuestros esfuerzos. Beneficiarnos del trabajo de los demás y que los demás se
beneficien del nuestro. Los éxitos y los fracasos compartidos. Todo son aspectos positivos del trabajo
en equipo. Sin embargo no es sencillo. También tiene aspectos difíciles. Cuando no marcha el equipo.
Cuando no somos capaces de entendernos. Cuando las relaciones se estropean. Cuando no salen los
trabajos. Cuando no somos capaces de decidir lo que hay que decidir. muchas cosas. A pesar de todo
esto merece la pena el trabajo en equipo. Hay que poner el equipo a punto y después aprovechar la
energía común para movilizarnos. Despertar nuestra creatividad. Utilizar la energía de los demás para
despertar la nuestra y dejar que los demás se aprovechen de la nuestra. nutrirnos de las aportaciones
de los demás y nutrir a los demás con nuestras aportaciones. Construir un espacio nutritivo. y cuando
la situación del equipo es buena entregarnos a la creatividad. Buscar, investigar, encontrar y aportar.
Romper los límites nuestros y ampliar nuestras posibilidades junto a los demás miembros del equipo.
Llegar hasta donde solos no podemos ir.
Trabajar en equipo es necesario en muchas ocasiones a lo largo de la vida. Aprendamos a hacer-
lo de manera constructiva. Despacio pero seguro.
Bibliografía
BELBIn, m. (1995). Roles de equipo en el trabajo. Bel- CHALVIn, D. y EySSETTE, F. (1987). Como resolver
bin Associates. Bilbao. los pequeños conflictos en el trabajo. Ediciones
Deusto, Bilbao.
CEmBRAnoS, FERnAnDo y mEDInA, joSÉ ÁngEL.
Grupos inteligentes. Teoría y práctica del trabajo
en equipo. Editorial Popular, madrid.
38 PROGRAMA DE INDUCCIÓN FOMENTANDO LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN VALORES, ÉTICA Y VOCACIÓN DEL SERVICIO AL CIUDADANO”
P resentación
Tienes en tus manos un pequeño manual del “Arte de relacionarse”. Todos estamos ligados a
entablar relación con otros, los adultos, los de la misma edad, conocidos y desconocidos, con gente
que nos importa o que no nos une nada a ella, en la familia, con los profesores, en el trabajo. nuestra
relación puede perseguir distintos fines según el momento, la persona y lo que queremos: para cono-
cernos, tener amigos, para hacernos respetar, hacernos oír y notar, defendernos, solucionar problemas,
conseguir un trabajo, expresar una queja, pedir algo, expresar cómo nos sentimos, negarnos, o simple-
mente para ser educados.
Cada uno tiene su estilo personal, y lo ha ido aprendiendo poco a poco a lo largo de su vida, pero…
¿Has pensado que relacionarse es un arte? ¿Qué quien lo hace bien consigue muchas cosas, le
va bien con sus amigos, en casa, con los profesores, en el trabajo, en la calle…?
¿Cuál es el truco? ¿Qué hacen esas personas? y sobre todo ¿puedo yo aprender algo que me-
jore mi forma de relacionarme en general?
Este es el reto que te planteamos en estas páginas; no es para leer como una novela, ni tampoco
como un libro de texto que aprenderse de memoria.
Este pequeño manual de las buenas maneras puede servirte ¡cómo no! para su aplicación en
el trabajo, en la relación con los compañeros. Las empresas ya no se fijan sólo en el currículo cargado
de conocimientos, sino en el conjunto de la persona, en la autoconfianza, el autocontrol, la motivación,
la empatía y las habilidades sociales; porque está demostrado que eso repercute directamente en la
eficacia con que trabajamos, en la gestión que hacemos del tiempo, en el ambiente y relación con los
compañeros, en la resolución en el momento de los conflictos.
Este conjunto de “pistas, trucos, claves y estrategias” no sólo pretende aportar datos al mundo
de tus ideas y conocimientos, sino a tu práctica, porque es para ponerlas en marcha y ejercerlas: ¿Fun-
cionan?, ¿Son eficaces? ¿Hacen que consigas mejor tus objetivos? ¿Te sientes mejor contigo mismo?,
¿con los otros?, ¿más tranquilo?, ¿más satisfecho?, pues entonces merece la pena incorporarlas a tu es-
tilo personal.
¡Bienvenido al mundo de las llamadas habilidades sociales! Dominarlas es todo un arte.
1 La comunicación
El término comunicación proviene del latín comunis que significa común. Al comunicarnos pre-
tendemos establecer una comunidad con el otro. nos proponemos compartir una información, una ac-
titud, un sentimiento.
La comunicación es un proceso doble: la persona interpreta y transmite el mensaje, es sujeto y
objeto a la vez. Todo ello lo hace acorde con su personalidad, sus ideas, sus sentimientos, sus motiva-
ciones y sus intereses.
La forma en que nos comunicamos se convierte en una radiografía nuestra, de múltiples dimen-
siones, desde nuestro ser, nuestro estar, nuestro pensar y sentir.
Cómo interpretamos: ¿cómo percibimos la situación?: amenazante, cordial, importante o no. Depende-
rá de una realidad objetiva y de la interpretación que de ella hagamos. ¿Cómo percibimos a los otros y
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III. El arte de relacionarse
Para iniciar la conversación: piensa que lo que tienes que decir es impor-
tante, pero no creas que es lo único a escuchar. Imagina que ya hay un
grupo hablando de algo, y tú quieres unirte; acércate, saluda y comienza
enterándote sobre el tema de conversación. Puedes preguntar directa-
mente de lo que se está hablando, participa con tu opinión o hazles algu-
na pregunta al respecto, o algún comentario que de pie a que otro hable.
“¿De qué habláis? ¿Del capítulo de anoche de CSI? Yo también lo vi, desde
el primer momento pensé que el asesino era…”
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III. El arte de relacionarse
expresa claramente que quieres dejar la conversación; por último, plantea la posibilidad de encontraros
otra vez, aplazar, expresar lo que te agrada de la persona o la conversación. Por ejemplo: “Me gustaría
mucho seguir hablando contigo; pero en este momento no puedo, me tengo que marchar pitando; po-
demos llamarnos y quedamos otro rato más despacio ¿te parece?”.
Los silencios, cuando nadie habla: Es normal que los haya y no tienes que impacientarte ni sentirte
tremendamente incómodo. Es sano y muestra de madurez aprender a “soportarlos”; pero también es
bueno aprender a “salvarlos”, para ello puedes llevar una lista de temas, tipo chuleta, sobre todo si
estás ante desconocidos, comenzar con alguna pregunta abierta, de las que no se responda con una
sola palabra, y donde tengas tu algo preparado que poder comentar sobre el mismo; por ejemplo las
vacaciones, las aficiones, algún programa de la tele, una película, alguna noticia, los viajes, las comi-
das, etc.
¿Cómo puedes convencer a alguien de que lo que escuchas no te gusta, si le miras con una son-
risa de oreja a oreja y le asientes con la cabeza? ¿Cómo convencer de que el regalo que te acaban de
hacer te gusta si lo has dicho en voz baja, mirando al suelo, sin sonreír, sin ningún tono exclamativo sino
monótono, sin acercarte a estrecharle fuerte, darle dos besos y repetir que te encanta?
no hay verdades absolutas, cada gesto debe leerse en su contexto porque puede significar co-
sas bien distintas según cuándo, dónde y cómo se produzca.
La mirada: mirar a quien habla demuestra interés y escucha, pero mantener la mirada directamente du-
rante todo el tiempo puede resultar agresivo.
La postura del cuerpo: la norma fundamental es la que distingue entre la cerrazón y la apertura, las pos-
turas cerradas demuestran protección, encorsetamiento; imagina, por ejemplo, que una persona está
sentada con los brazos y las piernas cruzadas. Sin embargo, las posturas abiertas demuestran relajación.
Pero, ¡ojo! Si estamos varias personas sentadas en el instituto, o en el trabajo, una postura demasiado
abierta (sentarse con las piernas demasiado abiertas, o cruzadas con el tobillo sobre la rodilla) puede
transmitir desinterés o falta de educación. Inclinarse ligeramente hacia la otra persona, sin invadir su
espacio es lo más correcto. La postura suele evolucionar a lo largo de la conversación siendo cada vez
más distendida.
Los movimientos de la cabeza: asentir y situarla ligeramente inclinada hacia delante indican escucha e
interés por la conversación.
Las manos: juguetear en exceso con ellas pueden indicar nerviosismo. Es importante controlarlas en
situaciones donde te sientas tenso, al igual que el movimiento de las piernas. Utiliza gestos que apoyen
tu comunicación verbal para ser más expresivo.
El contacto físico: Es mayor en función de la relación de intimidad con la otra persona. Tocar a un des-
conocido es arriesgado, le puede resultar incómodo. Todas las personas tenemos un espacio personal
que normalmente sólo dejamos que nos invadan aquellos a quien tenemos un afecto especial.
La imagen: tu vestido, tu higiene personal, tu olor, tu pelo… dicen también mucho de ti. Apuntarse
a una o a otra tendencia forma parte de tu libertad y también te identifica con unos gustos, ideas,
es una forma de expresión; eso también marca la relación por las afinidades y puede ser motivo de
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III. El arte de relacionarse
pelea con adultos; pero lo importante es no dejar que provoque rechazo por ser excesivamente des-
cuidado y sucio.
Es un error querer controlar el cien por cien de nuestro cuerpo, sólo haría que nos pusiéramos
más nerviosos, pero tampoco nos podemos olvidar de él.
Hay determinadas situaciones en las que es normal un cierto nivel de ansiedad. Por ejemplo,
cuando un profesor te llama para hablar contigo en privado, al tener una conversación con un compa-
ñero o amigo con el que tienes un conflicto, en una entrevista de trabajo, cuando tu jefe te llama a su
despacho… Trata de mantener la calma, y ten en cuenta que todo el mundo valora mucho la franqueza
y la educación. Por increíble que parezca ¡Intenta disfrutar!, exhibe tus capacidades. Si vas con esta
mentalidad positiva, puedes preocuparte menos por tus gestos, seguro que son los adecuados.
1.4 Saludar
El saludo es la pauta de educación más extendida, y variará dependiendo del grado de relación
que tengamos con la otra persona. Suele acompañarse a la palabra que depende de la situación o el
momento, un gesto ya pactado socialmente. A la vecina en el ascensor, basta un “buenos días”; al fami-
liar de turno suele ser un par de besos; entre colegas un chocar de manos; con las chicas suelen darse
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III. El arte de relacionarse
besos; en una entrevista o en una relación formal (por ejemplo, en el trabajo) se acompaña de extender
la mano y estrecharla; en grandes amigos un buen abrazo, etc.
1.5 Presentaciones
Cuando alguien nos presenta a otra persona, o nosotros mismos nos presentamos, suele acom-
pañarse del nombre y un gesto adecuado a la situación. En una situación de ocio, la relación será más
estrecha que en una relación laboral, que será cordial pero más fría. Cuando nos presentan a otras per-
sonas es muy importante aprender y llamar a cada uno por su nombre.
¿Te imaginas saludando a tu pareja cuando quedas con ella con un estrechar la mano? Pues
igualmente incorrecto pueden ser el par de besos en una presentación laboral. Da la mano sonriendo
y diciendo tu nombre siempre que vayas a una entrevista, ante unos clientes, en una reunión… Elige
siempre el gesto acorde con la situación.
1.7 Escuchar
Saber escuchar no solamente es comprender lo que está diciendo el otro, también es estar pen-
diente de las necesidades de los demás. Piensa que lo tuyo es importante pero lo de otros también.
Para ello no interrumpas, respeta los turnos, no hables más alto para que se te oiga a ti.
Escucha de forma activa. Usa la parte no verbal: mirar a la otra persona a los ojos, asentir, son-
reír; y la verbal: hacer preguntas a la otra persona sobre lo que está exponiendo, hacer comentarios, ex-
presa opiniones propias al respecto, ¡hazles sentirse importantes por lo que tienen que expresar!
Escucha especialmente los sentimientos, es lo más delicado que nos podemos comunicar. no
juzgues, ni te pongas a dar soluciones. Eso de que alguien te haga de experto no gusta, muestra tu in-
terés porque siga hablando.
Si quieres cortar la conversación, lo primero es “dejar de escuchar”, comienza retirando señales,
primero de la comunicación no verbal: retira la mirada, no asientas, aleja ligeramente tu postura, no son-
rías, no le preguntes, cuando se haya hecho un silencio, refuerza a la persona y aprovecha para cambiar
de tema o bien para anunciar que has de marcharte. ¡Elige el momento! Dejar aun amigo con la palabra
en la boca cuando está contándote un problema no es muy adecuado.
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III. El arte de relacionarse 77
La empatía es algo también valorado en el mundo de la empresa, ya que el entender las mo-
tivaciones de los demás hace que mejore el clima de trabajo, mejora las relaciones interpersonales y
contribuye a la resolución de conflictos.
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III. El arte de relacionarse
Por último encontraríamos el estilo asertivo, que es aquel que expresa lo que desea de un mo-
do directo, seguro, firme. Es quien busca alcanzar sus objetivos personales sin sacrificar la relación con
el otro. no es invasivo sino respetuoso, domina su enfado, no deja que sea la situación quien le domine
Tiene buen autocontrol emocional, no deja que le pisen, se expresa sin miedo y de modo afable.
En cada persona puede predominar más un estilo u otro, pero por lo general todos podemos
tener ambas caras de la misma moneda, ser a veces ratón y otras monstruo, ¿quién no ha visto al al-
guien ser una “mosquita muerta” en el trabajo o con los amigos, y reaccionar en casa como un verda-
dero tirano?
Estos tres estilos aparecen en este punto para presentarte la idea de asertividad. Es imprescin-
dible para expresar nuestras propias opiniones no desvalorar las de los demás, pero tampoco pensar
que son peores que las de otros. Se trata, por tanto, de creer en nosotros mismos y tener autoconfian-
za. El objetivo de expresar una opinión es hacer que otros sepan cómo piensas y sientes, cómo te sitúas
ante determinados aspectos, pero no es necesario hacer que el resto opinen como tú. Tampoco estás
obligado a mantener tu opinión hasta el final, tienes derecho a cambiarla. no es signo de debilidad, ya
lo dice el dicho “es de sabios rectificar”. Saber escuchar la opinión de otro significa ceder la palabra,
dejarle hablar sin interrumpir, hacerle preguntas para informarnos bien de sus ideas y mantener el auto-
control en la conversación, no “enloquecer” por mantener y hacer oír nuestra opinión.
• Barrera del “amor propio”: resta valor a las cualidades de los otros, sólo aprecia las suyas, se
cree en posesión de la verdad, suele impedir que los otros hablen.
• Barrera de la “indiferencia”: se oye al otro pero no se le escucha, no importa lo que diga.
• Barrera de la “superioridad”: uno se siente superior al otro, no se le considera como a un igual,
ni con la misma dignidad, el otro es un mero objeto.
• Barrera del “oído selectivo”: escucha sólo lo que le conviene.
• Barrera del “patrón”: cuando encasillamos al otro en una determinada imagen y diga lo que
diga, y haga lo que haga, siempre nuestra percepción es la misma hacia él.
• Barrera del “lenguaje”: cuando se antepone la ironía, la burla, el desprestigio hacia el otro en
lugar del lenguaje comprensivo.
También hemos de tener en cuenta que en las empresas existen dos tipos fundamentales de
comunicación:
Vertical:
• Hacia arriba: de los trabajadores a los jefes para que ellos tomen decisiones.
• Hacia abajo: es decir, del jefe al subordinado, suele ser para asignar tareas, dar instrucciones,
evaluar, informar, etc.
Cuando tengas que actuar en este nivel hemos de mostrarnos especialmente cautos en las for-
mas y contenidos de nuestra comunicación, utilizar un tono más respetuoso y distanciado de nuestras
emociones, requiere mayor autocontrol y atención al vocabulario. Hablar con un jefe (dependiendo del
tipo de organización en la que nos encontramos) es muy distinto que hablar con un compañero.
Horizontal: es una comunicación muy efectiva, basada en la igualdad, especialmente útil para resolver
problemas.
En cada empresa existe un estilo de comunicación, puede primar la comunicación vertical o bien
la horizontal, puede ser una estructura muy vertical o una estructura muy plana, con menos jerarquía.
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III. El arte de relacionarse 81
En cualquier caso, debemos conocer cómo se produce la comunicación en la empresa para saber cómo
debemos desenvolvernos.
Superar las dificultades de comunicación en el entorno laboral repercute notablemente en la
eficacia con la realizamos el trabajo y en la relación entre los compañeros, ya que se logran minimizar
los conflictos derivados de los malentendidos.
Para algunas trabajos concretos se requieren habilidades de comunicación específicas: hablar
en público, escritos con estilo y eficacia, incluidos los correos electrónicos, hablar por teléfono, hablar
cara a cara, persuadir… Entrenarse específicamente en ellas, dependiendo de la tarea que tengamos
que realizar, es fundamental. no es lo mismo enviar un correo a un amigo para quedar que a un com-
pañero, cliente, jefe, etc.
Evita siempre el lenguaje del móvil en tus comunicaciones profesionales.
Los modernos medios de comunicación también han cambiado radicalmente los hábitos, los
procesos son mucho más rápidos, se suele estar en contacto con muchas personas, y se corre el peligro
de descuidar la habilidad de comunicarse de manera eficaz, por lo que hay que estar especialmente
atentos.
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III. El arte de relacionarse
Dar: se trata de decir algo agradable y positivo. El requisito fundamental es ser sincero y por supuesto
hay que saber elegir el momento adecuado, que, por ejemplo, no sería en plena discusión. Busca algo
positivo que decir a un compañero, alguien de la familia, ha de ser sincero y decirlo exageradamente
puede sonar a falso.
Algún ejemplo: “Qué bien que nos acompañaras el otro día al cine, cómo me lo pasé conti-
go”. Piensa en ejemplos hacia tus padres, tus profesores… ¿qué cumplido te gustaría oír de un jefe de
carpintería? “Felipe, has hecho un gran trabajo, esta puerta te ha quedado estupenda, eres un gran
artesano”.
Recibir: La regla de oro es aceptarlo, forma parte de cómo la otra persona nos ve, si lo niegas o te
pones a exagerarlo conseguirás que quien lo dice no se sienta bien, mostrarás tu inseguridad o tu
prepotencia.
Aceptarlo es sentirse bien con uno mismo, que quien lo dice sepa que valoras su percepción,
ayuda a saber cómo te ven los otros. no hay que quedarse callado, pasmado, cortado, hay que reac-
cionar y contestar.
Algún ejemplo: “Muchas gracias por invitarme, la verdad es que yo también lo pasé genial” en
lugar de “eso lo dices por cumplir, seguro que no es verdad”. Un segundo ejemplo: “Muchas gracias, yo
también estoy muy satisfecho de cómo ha quedado”.
Reforzar: Este término lo utilizamos más en el ámbito del aprendizaje pero es válido también en la con-
vivencia y en las relaciones personales.
Refuerzo verbal: Consiste en “valorar” al otro por aquello que hace bien, que nos gusta, satis-
face, y sobre todo que queremos que repita. En común con dar cumplidos tiene la parte verbal, pero el
refuerzo pretende ir más allá, porque el objetivo de decirlo es que continúe haciendo eso.
Además de expresar lo importante que nos parece lo que el otro dice, (“qué interesante eso”,
”qué gusto hablar contigo”, “qué bueno que hayamos sacado este tema”, etc. ); también podemos valo-
rar lo que hace (“¡qué bien te ha quedado el informe de ventas!”, “has conseguido este mes aumentar
el número de clientes, ¡enhorabuena!”, “este cliente ha quedado muy satisfecho con el trabajo que has
hecho, es una suerte contar con un profesional como tú”, “gracias por acercarte antes a sacar las entra-
das del cine, no hubiéramos podido entrar si no es por ti”), o incluso por lo que es: “eres un gran com-
pañero, siempre que tengo algún problema ahí estás tú para ayudarme”, “veo que arrimas el hombro
como el que más cuando hay más trabajo, y no te escaqueas…”.
El refuerzo también pasa a lo material: “Veo que eres muy responsable y trabajador, he pen-
sado subirte el sueldo (¡eso es un refuerzo!)”, “enhorabuena, tendrás una pequeña gratificación por tu
número de ventas”.
Cuando hablamos de “premiar”, no siempre es dar algo material, también podemos utilizar una
actividad para reforzar: “Estoy contigo tan a gusto que me gustaría invitarte a casa para que siguiéra-
mos charlando”, “te invitamos a la reunión de directivos para que nos expongas tus ideas”, “María, estoy
muy contento de que te quedaras ayer hasta tan tarde para acabar las nóminas, me gustaría compensar-
te dándote libre una tarde que tu desees”, etc.
Se utiliza mucho la comunicación no verbal: por ejemplo sonreímos para aprobar lo que alguien
nos está diciendo o cuando observamos a alguien hacer algo correcto; pero es siempre mucho más efi-
caz explicitar verbalmente, y pasar a los hechos con algún tipo de compensación.
Toda la consecuencia que hace que el comportamiento anterior se repita es refuerzo. En nues-
tros ejemplos es muy probable que el primero siga trabajando bien, maría seguirá quedándose cuando
el trabajo lo requiera, el otro arrimará el hombro cuando el trabajo apriete, o se esforzará por seguir
haciendo más clientes, o por ayudar a sus compañeros, etc.
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III. El arte de relacionarse
saber aceptarlo sin agredir, sin burlas, sin amenazas de revancha ni nada. no hay que insistir eterna-
mente para ver si convences por fin al otro, esto sólo hace que nos convirtamos en unos “pesados”, que
no escuchemos activamente al otro, e incluso podemos provocar su enfado. “Hay que saber retirarse
a tiempo”.
¿Y si la petición que quieres plantear es un aumento de sueldo? Si te lo has planteado debes
tener en cuenta cuándo, cómo y por qué, no basta sólo con ir al despacho del jefe y pedirlo, debes ex-
plicar con tu mayor lucidez por qué te lo mereces.
Busca el momento: Es importante tener en cuenta el periodo del año, por ejemplo si estamos en el mes
de junio tu solicitud se puede perder en el olvido, algunas empresas conceden aumentos de sueldo
antes de cerrar los presupuestos del año. Aprovecha las situaciones en que se te ofrece un ascenso, más
responsabilidades, o acabas de tener un éxito. Esto te ayuda con los argumentos. El momento opor-
tuno hay que buscarlo solicitando hablar con el jefe, con tiempo por delante, nada de abordarlo en el
pasillo, a punto de marcharse.
otras empresas rara vez da buen resultado; y, aunque puedas conseguir así lo que
quieres en ese momento, normalmente se generará una desconfianza entre tu jefe
y tú que, muy probablemente, te traerá problemas más adelante.
2.3 Cooperar
Aunque se refleja a través de comportamientos concretos, cooperar es más un
valor, una actitud, un talante, una forma de ser y estar dentro de nuestras relaciones.
Es más positivo cooperar y trabajar en equipo, compartiendo las respon-
sabilidades, que ser individualista. Para ello, hay que evitar actitudes como ser el
centro, buscar ganar siempre, pisar al otro para conseguir nuestros intereses. Lo
positivo es fomentar el ganar o perder juntos, ayudar al otro, respetarlo, mostrar-
nos tal como somos, con nuestros sentimientos, fortalezas y debilidades, reivindicar
nuestros derechos…
En la cooperación tenemos la convicción de que el compartir con el otro
nos enriquece.
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III. El arte de relacionarse
cosas que no la tienen, dejando que nos afecten demasiado, dejando que nos contaminen todo lo bue-
no que nos pasa, que hay o que tenemos y somos.
El estilo con el que te comunicas es tu carta de presentación hacia fuera, según la imagen que
des, así va a reaccionar el otro. Hay que empezar por uno mismo, ¿sabrías decir las cosas que te gustan
de ti?, ¿de tus amigos?, ¿sabrías encontrar las cosas que ayer te han salido bien?, ¿Sabrías enumerar as-
pectos positivos de tu relación con tus amigos, familia, compañeros, etc…?
mensaje yo: Se trata de no hacer verdades absolutas de lo que uno siente y percibe, comenzar por la
primera persona, describirnos, ”yo siento”, “yo estoy”, “yo pienso”. Tu realidad puede ser compartida
pero es una experiencia tuya, intransferible. Ser capaz de decir verbalmente lo que sientes es un aspec-
to complicado, no siempre se encuentran las palabras, no busques por tanto la etiqueta al sentimiento,
cuenta los hechos que te han llevado a sentirte así, las ideas que pasan por tu cabeza, las sensaciones
físicas … todo eso describe al otro perfectamente tus emociones.
Si hablamos de emociones negativas, todos hemos escuchado eso de “Echar las penas fuera las
ahuyenta o alivia…”. Expresar los sentimientos negativos es como agarrar una sartén al rojo vivo, soltar-
la cuanto antes ayuda a no quemarse.
Elegir el momento y el contexto no siempre es posible, pero hay que hacer un esfuerzo por in-
tentarlo, ¿quien no se ha pasado una noche de juerga consolando a un amigo hecho polvo?
A veces esto también tiene sus riesgos. En nuestra sociedad, con nuestra educación, en nues-
tra sensibilidad y según nuestra habilidad para empatizar, solemos atender a las personas de nuestro
alrededor cuando nos expresan su malestar. Si bien esto es muy adecuado, tiene un peligro: perpetuar
en la persona las quejas, si encuentra mucha más atención de manera continuada, que en los momen-
tos donde expresa su alegría o simplemente no expresa nada. Tú puedes ser el que se queja, o el que
escucha.
Este puede ser el comienzo de un “abusador de las penas”, la cuestión está en la cantidad, en la
frecuencia. Seguro que en algunas ocasiones la persona se siente realmente mal; pero quizás en otras,
sólo ha aprendido a ser negativo, a fijarse en lo mal que se siente o está, en fijarse en él constantemen-
te. Luego los de su alrededor se acercan ante su mala cara, le preguntan… y se inicia un círculo vicioso
donde su malestar tiene más oídos y consuelo que su bienestar.
Hay que hacer el esfuerzo de preocuparnos por compartir lo bueno, siendo tan importante como
lo malo. y, como receptores de sentimientos, prestar atención tanto a los buenos como a los malos.
Lo que pensamos: las ideas no son las emociones, pero nos las condicionan. Pensar que si voy en el me-
tro el chico que me mira quiere ligar conmigo no va a hacer que sienta lo mismo que si pienso que me
va a intentar robar. Trabajar con el mundo de nuestras ideas puede ayudarnos a sentirnos mejor: a veces
es muy difícil cambiar la realidad, pero sí podemos cambiar la interpretación que hacemos de ella.
Autocontrol: Cuando los sentimientos negativos son el enfado, la rabia, la ira… puede hacer desatar-
se muchas veces al “animal que todos llevamos dentro”. Sentirse así no da derecho a pagarlo con los
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III. El arte de relacionarse
demás. El saber controlar estas emociones negativas, saberlas canalizar y no estallar como un volcán
escupiendo lava hacia los otros es una proeza.
El autocontrol se aprende, es sobre todo el fruto de un proceso que se va desarrollando. Es co-
mo si tuvieras un buen coche, el mejor del mundo que envidiaría hasta Fernando Alonso, pero fueras un
mal conductor, como si nos hubieran quitado los frenos y la dirección no funcionara.
En tiempo de conflicto, de problemas, el autocontrol es la primera habilidad a poner en marcha.
Cuando uno se pone agresivo puede provocar la agresividad del otro, transmites tu cólera y frustración,
y hasta cierta sensación de inutilidad, incluso a la larga puede llevarte a perder la relación y a sentirte
culpable. y lo que es peor, el conflicto no se resuelve adecuadamente.
El autocontrol es saber dirigirse a uno mismo, y cuando te sientas mal a punto de estallar, aprende a:
• Cuenta hasta 10, para y espera, este tiempo te ayudará a rebajar tu ansiedad, respira hondo,
coge aire por la nariz y suéltalo despacio por la boca.
• Repasa mentalmente lo que vas a decir, sigue esperando, corrige si hay agresividad, insultos,
busca los “mensajes yo”.
• Ve a los hechos, no a las personas.
• no busques la revancha.
• no te hagas daño.
• Busca la mejor salida del conflicto, quizás tenga que esperar a mañana.
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III. El arte de relacionarse
Intentar controlarse: Ante el trabajo mal hecho de un compañero, algo que nos ha salido mal a nosotros,
alguna injusticia cometida, es fácil perder los papeles y enojarse con la persona o con nosotros mismos.
Hay que recordar que los errores no son intencionados, que cualquiera los comete. Hay que controlar
nuestras emociones negativas y recuperar la calma, esperar, buscar el mejor momento para comen-
tar nuestros sentimientos y opiniones, buscar soluciones. Es fundamental estar a solas con la persona,
nunca es conveniente ni para ti ni para el otro que los compañeros estén presentes y sean testigos de
discusiones.
Colaborar unos con otros: Cuando se trabaja en equipo cada uno tiene unos roles asignados, pero no
significa que no se pueda ayudar a los otros, facilitar su tarea, conocer lo que los otros hacen. Para ello
es fundamental mantener una comunicación eficaz, tener una meta común y estar dispuesto a invertir
algún esfuerzo personal en ello.
Las relaciones informales: cuando se pasa mucho tiempo juntos suele ser normal que las personas del
trabajo se vaya conociendo y uniendo. Esto se da poco a poco, pero también puede que no se de con
todos los miembros por igual. no siempre la empresa favorece estas relaciones pero cada vez más se
propician porque está demostrada su repercusión positiva (con espacios para tomar café, con comidas
y eventos de empresa, etc.).
Situaciones:
1. Alguien en el instituto te dice que te quites, que ahí no puedes estar.
2. En un bar te sirven un café frío.
3. Quieres devolver algo que compraste porque has cambiado de opinión.
4. Te han cobrado de más en una cafetería.
5. Se te cuelan en la fila del cine.
6. Quieres que te devuelvan algo que prestaste.
7. Quieres que tus padres respeten tu intimidad y no entren en tu habitación sin llamar.
8. Quieres defenderte de alguna acusación injusta.
9. Estás viendo la televisión, entra alguien y te cambia el canal.
10. Este mes has cobrado menos y nadie te ha explicado por qué.
11. Han premiado a un compañero tuyo por un trabajo que en realidad has hecho tu, etc.
Hay multitud de situaciones cotidianas donde estamos defendiendo nuestros derechos.
¿Cuales son tus derechos? Hay derechos más universales y derechos “particulares”, a los que tú pones
tu nombre y apellidos, derechos que tú te otorgas para tu funcionamiento personal. muchas veces no
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III. El arte de re
somos conscientes de ellos, te proponemos que elabores una lista de lo que para ti es relevante que
otros respeten e incluso que tu mismo te des permiso. Aquí tienes algunos ejemplos:
“Tengo derecho a cambiar de opinión”.
“Tengo derecho a equivocarme sin sentirme culpable”.
“Tengo derecho a no solucionar los problemas de otros”.
“Tengo derecho a no ser perfecto”.
Los pasos ¿Qué hacer si otro no respeta mis derechos? Imagina que estás en el pasillo del centro don-
de estudias y viene alguien a decirte que no puedes estar ahí, que ese trozo es “suyo”, ¿qué haces? ¿Te
callarías, pedirías disculpas y te irías? Este sería el tipo de respuesta inhibida, huidiza… Lo mejor sería
intentar no dejarte avasallar, pero claro ¡Sin perder el control! ¡no por la fuerza! Por ejemplo puedes
hablarle, suave, pero firme, mirándole a los ojos, sin gritar, y diciendo algo así como: “el pasillo es de
todos, eso es injusto, yo no quiero marcharme, por favor no me molestes”.
• Ten claro que tienes ese derecho y que te lo han “lesionado” o dañado.
• Valora a la persona, la relación, sus cosas buenas, si es que te une una relación importante con
esa persona. no es lo mismo si estás ante un desconocido.
• Expresa de forma clara tu mensaje: Cómo te has sentido (no al camarero de la cafetería, pero
sí si se trata de alguien cercano), hazle saber que te han “pisado algún derecho” y expresa que
no estás dispuesto a permitirlo (hablamos de acciones, no de cómo es la persona). Sin perder
la calma: no ironizar, agredir, irritarte, ni levantar la voz.
• Pide al otro que tenga cuidado las próximas veces para evitar que se repita.
• Si es una personas cercana, puedes mostrarle tu interés por la relación (no si es desconocida).
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III. El arte de relacionar
negarse: En más de una ocasión te has oído decir sí a algo que en realidad no queríais hacer o sabíais
que era incorrecto. Existen formas de decir “no” que tienen menos probabilidad de herir al otro, formas
más adecuadas y positivas. Además evitaremos que otras personas se aprovechen de nosotros y tam-
bién evitaremos hacer algo que realmente no queremos hacer. E incluso puedes llegar a hacer algo que
luego te cree problemas (infringir una norma, comportamientos de riesgo para ti y tu salud, tu integri-
dad física, tu equilibrio personal, etc.) si no eres capaz de decir un no rotundo a tiempo.
Cómo hacerlo: Al decir “no”, expresa tus razones de forma que la otra persona entienda por qué te has
negado, contesta de forma sincera. no entres en el juego de seguir justificándote eternamente ante la
insistencia de los otros; para ello puede ser útil la técnica de “el disco rayado” que consiste en repetir
lo mismo sin salirte del guión. Un ejemplo:
“—No, lo siento pero estoy cansado y me quiero ir a casa.
—¡Venga tío, eres un rajao, qué más te da un rato más…
—No, lo siento, pero me quiero ir ya a casa.
— ¡Cómo eres, si ahora viene lo mejor, y mañana es domingo, puedes dormir todo lo que quieras!
—No, me quiero ir a casa”.
4. En el trabajo te proponen que trabajes una hora más todas las tardes, han prometido grati-
ficarte por ello, pero tú estás estudiando y perderías clase.
5. Unos conocidos se han liado unos petas y te ofrecen.
6. Intentan convencerte para que te quedes más tiempo esa noche, pero tú ya estás cansado
y te quieres marchar.
7. En el trabajo te ofrecen un nuevo destino pero está lejos de tu gente y la tarea no te gusta.
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III. El arte de relacionarse
Expresa cómo te sientes cuando el otro actúa así (“mensajes yo”), da la queja sin en-
fadarte, sin amenazar, sin insultar.
• Pídele que tenga cuidado en las próximas ocasiones para evitar que se repita. Es lo que llama-
mos petición de un cambio: Si el que desea expresar la crítica se limita a constatar la existen-
cia de un problema, a manifestar que entiende la postura del otro y a expresar su desacuerdo,
no da ninguna indicación de cómo quisiera que se comportase el otro en el futuro. El obje-
tivo último de una crítica es producir un cambio en la conducta del otro, por lo que también
es necesario sugerir una línea de acción más aceptable en el futuro. Una petición de cambio
de conducta o propuesta de solución puede distinguirse del desacuerdo, en cuanto que éste
sólo indica que las acciones del otro son inaceptables, mientras que la petición de cambio va
más allá puesto que propone una alternativa aceptable.
• Puedes pensar en las soluciones que se te ocurran para ese problema.
• Termina dando las gracias, valorando a la persona, y pensando que todo irá bien. Elogia y
agradece la aceptación de la crítica. Se recompensante y refuerza.
Para ilustrarlo mejor vamos a imaginar un pequeño conflicto en una situación laboral en que el
compañero siempre se marcha más temprano, por lo que te toca asumir las responsabilidades y tareas
del otro:
“—Hasta mañana Juan, hoy me espera una noche muy ocupada y voy a salir un poco antes.
— Me parece que tenemos un problema, Pepe, porque cuando tú te vas más temprano, yo tengo
que encargarme de todo lo que surja en tu ausencia [expresión del problema]. Sé que te gus-
taría marcharte para planear un poco lo de esta noche [expresión de entendimiento], pero no
es razonable que esperes que yo vaya a ocuparme de tu trabajo, y además, yo
no estoy dispuesto a hacerlo [desacuerdo], preferiría que te quedaras hasta
que terminemos, en vez de irte ahora. Así los dos terminaríamos antes [peti-
ción de cambio de conducta / propuesta de solución]”.
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III. El arte de relacionarse
• Piensa si tiene o no razón en lo que dice, no te dejes llevar por tu orgullo, no pierdas el con-
trol, haz tu propio examen de conciencia, no pienses siempre que la crítica de los otros está
envenenada, muchas veces la recibimos de quien nos quiere y desea que todo vaya mejor en
la relación. También se da el caso de que la relación no es afectiva, como ocurre a veces en
el ámbito laboral; entonces nos limitaremos a repasar los hechos, las funciones y comprobar
si es o no cierto.
• Si estás de acuerdo ¡dale la razón! Es lo que se llama acuerdo total.
— Valora la relación, recompensa.
— Puedes expresar tus sentimientos con mensajes yo.
— Intenta buscar una solución para que no vuelva a ocurrir, tu compromiso de rectificar, pide
que te ayuden a buscar alternativas.
• Si sólo estas de acuerdo parcialmente: niega asertivamente las cosas que se te dicen de
manera no adecuada o por su forma o por su contenido, acepta y refuerza aquello en lo que
sí estás de acuerdo.
“— No vuelvo a quedar contigo Juan, siempre llegas tarde, llevo más de 20 minutos esperán-
dote, parece que te da igual, a veces creo que no me tienes ningún respeto…
— Es cierto María, es verdad que llego tarde, siento haberte hecho esperar, pero no estoy de
acuerdo en que siempre llegue tarde, y mucho menos en que no te respete, para mí la pun-
tualidad también es importante y entiendo tu enfado. Intentaré que no vuelva a ocurrir.”
• No estás de acuerdo: Te parece que la crítica es inapropiada, o injusta, y decides no acep-
tarla. Escucha hasta el final, niega asertivamente, expresa tus sentimientos y sugiere cambios.
Imagina esta situación en casa:
“— ¡Pedro, ya está bien, los cacharros sin fregar y toda la tarde ahí sentado en el sillón, te pa-
recerá bonito!
—Ya te oigo mamá, no es cierto lo que dices, le tocaba fregar a mi hermano y me siento in-
justamente tratado, quisiera que la próxima vez te asegures antes de enfadarte conmigo y
echarme la bronca!
A menudo en el trabajo uno puede recibir muchas críticas. Haz el ejercicio de autocontrol, es-
cucha y no reacciones de manera agresiva. Incluso puedes posponer tu respuesta, tómate un tiempo
para pensarlo. Eso hará ver en ti tu madurez, tu capacidad de reflexión, tu serenidad en los momentos
difíciles. Una vez que lo hayas pensado bien, reinicia tú la conversación sobre el tema, expón sin miedo
tu opinión al respecto, asume tus errores o limitaciones, proponte mejorar, busca cómo conseguirlo,
ponte un plazo para ello. Si no estás de acuerdo insiste en tu versión y expresa claramente tu opinión.
Saber escuchar y afrontar las críticas en el ámbito laboral, tanto de compañeros como de superiores, es
también un medio de mejorar en tu trabajo.
5 La oportunidad de la negociación
negociar es lo que ocurre cuando dos partes tienen intereses en conflicto, pero también
tienen una zona de conveniencia mutua, donde la diferencia puede resolverse.
Cada persona tiene su manera particular de negociar, como resultado de las experiencias de
su vida, de sus relaciones con familiares, compañeros, amigos, vecinos…, pues a lo largo de la vida de-
sarrollamos una determinada manera de manejar los conflictos. negociamos en casa por la paga, por
la hora de llegada, por el reparto de tareas, por privilegios; con los amigos eligiendo donde vamos, la
hora a la que quedamos, etc.; son pequeñas negociaciones que vivimos sin apenas conflicto. En el tra-
bajo el reparto de poder, la limitación de tiempo, los objetivos, los costes… hacen que la negociación
sea algo más complicada.
Las situaciones de negociación son continuas dentro del entorno profesional: acuerdos con
clientes y proveedores, reparto de funciones dentro de un equipo, decisiones, tiempos, presupuestos,
sueldos y condiciones de trabajo…
Existen básicamente dos formas de negociar:
En el delicado arte de negociar es conveniente que sepas poner en marcha todas las estrategias
y habilidades que hasta ahora hemos visto. Te damos algunas claves para que te desenvuelvas dentro
de esta nueva forma de negociar, por la que apostamos:
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III. El arte de relacionar
• no intentes imponer tu voluntad, sino llegar a acuerdos que beneficien a todos. Recuerda que
no es una competencia.
• Debes prepararte: tienes un trabajo que hacer antes de sentarte a “la mesa de negociación”.
Has de conocer a fondo el tema, tener un estado de ánimo sereno (controlar tus nervios y an-
siedad), adaptarte a los nuevos escenarios, ideas y situaciones, estar seguro de ti mismo, tener
empatía con el otro, esperar los resultados previstos.
• Puedes escribir un plan: ¿qué persigues?, ¿hasta donde estás dispuesto a ceder?, ¿qué mínimo
pretendes conseguir? organiza tu exposición para que cada vez genere más interés.
• nunca decidas ningún punto a menos que estés preparado para hacerlo.
• no tengas miedo a negociar por grandes que sean las diferencias con el otro, por mucha au-
toridad que tenga.
• no te sientas limitado por lo hechos, las estadísticas y otros datos.
• Escucha más y habla menos, escuchando se aprende, hablando no. Escucha sin criticar.
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III. El arte de relacionarse
• optimismo.
• Creer en uno mismo, autoconfianza.
• Saber asumir riesgos y responsabilidades, y el autocontrol.
• Compromiso y motivación.
• Vocación de servicio.
Capacidad de comunicación: convencer, escuchar, persuadir, exponer claramente tus ideas, saber for-
mular las preguntas adecuadas para conseguir la información que necesitas.
Flexibilidad: Ser capaz de adaptarte a los cambios y las situaciones difíciles, “servir tanto para un ro-
to como para un descosido”. Se refiere a tener una mentalidad abierta, responder a las exigencias del
guión que en el entorno actual están en constante cambio.
Empatía: La capacidad de entender las necesidades y los sentimientos de los otros, saber ponerse en
su lugar.
Capacidad para trabajar en equipo: Cada vez más las empresas han ido implantando el sistema de
trabajo en equipos, en los cuales el resultado del trabajo depende de todos sus miembros; este es un
sistema contrario al individualismo y a la fuerte competencia entre los empleados. La colaboración y
cooperación son fundamentales, puesto que ayudará a solventar cualquier problema que se le plantee,
aportando cada miembro del grupo desde sus propios conocimientos y capacidades.
Como hemos visto, estos comportamientos se pueden adquirir, todos los poseemos en mayor o
menor grado; pero siempre se pueden mejorar y ampliar.
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