La Vid y Los Sarmientos
La Vid y Los Sarmientos
La Vid y Los Sarmientos
El tema no puede ser más bíblico. La viña era uno de los cultivos preferidos en Palestina.
Era lógico que se tomara la imagen de la viña para dibujar por medio de ella la historia del
pueblo. La viña era Israel, Dios era su viñador. Profetas y salmistas contaron la aventura
de este viñedo cultivado por Yahvé.
También Jesús recurre varias veces a los viñedos para sus parábolas. Pero esta vez le da
su sentido pleno: Jesús es la vid, la verdadera vid. Los que creen en Él, son los
sarmientos. Y el Padre es el viñador de esta gran cepa.
¿Qué quiere enseñarnos el Señor con esta parábola de la vid? Me parece que quiere
decirnos lo siguiente:
1 La Iglesia es, como la vid, un organismo vivo.
2 La fuente de vida de la Iglesia es Jesucristo.
3 Sólo en unión íntima con Cristo podremos ser fecundos.
¿Pero qué significa dar fruto? Se trata de la fecundidad interior, no del éxito exterior.
Tenemos que aprender a ver las cosas no con los ojos miopes humanos, sino con la
visión de Dios. Los éxitos y fracasos ante los ojos de Dios son, por lo general, muy
distintos de los que considera el mundo como tales. Y el Señor nos da aquí el único
criterio para medir la verdadera fecundidad de nuestras obras: “no podéis dar fruto, si no
permanecéis en mí”.
Queridos hermanos, pidámosle por eso al Señor que nos regale esa relación personal
profunda con Él y con su Madre, para que así podamos ser fecundos por su Reino y
transformarnos en auténticos discípulos suyos.