Chaka-Runa Notas de Psicoanalisis y Chamanismo 1

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CHAKA-RUNA. NOTAS SOBRE PSICOANÁLISIS Y CHAMANISMO.

ANDRES YAÑEZ

La dimensión espiritual
“Sé fuerte y cobra ánimo, porque así ha resuelto Dios probarte en toda obra contraria
(tentaciones en el pensamiento), para que también tú puedas ayudar a los demás;
pues tú has sido destinado a ser padre de una multitud de tribus que
amarán la verdadera sabiduría del monacato…”. Vida de San Macario

En los últimos años estamos asistiendo a una nueva revolución en el ámbito de la psicoterapia
con psicodélicos, hemos presenciado como en muchos lugares del mundo se está permitiendo
el uso médico de sustancias psicotrópicas. Al comienzo de mi experiencia laboral trabajando
con pacientes adictos, que luego de finalizar un proceso en centros de rehabilitación
convencionales de enfoque bio-psico-social, donde por lo general recibían asistencia
psicológica cognitivo conductual, talleres grupales con asistentes sociales, reinserción con
terapeutas ocupacionales y contención con psicofármacos, en acuerdo mutuo evaluábamos
la posibilidad de participar en retiros terapéuticos con medicinas tradicionales
indoamericanas, que por lo general constaba de asistencias a toma de purgas, que consiste
en tomar ritualizadamente una ingesta de alguna plata vomitiva que les permitía evacuar altas
cargas de toxinas acumuladas por un largo historial de drogas ilícitas y lícitas, así como
también bajo el contexto ritual, asociar estas descargas a contenidos psicoemocionales
amalgamados a esos excesos, pudiendo extraer simultáneamente a la expulsión de esos
asuntos, contenidos relevantes para la integración psicoterapéutica. En muchos casos, se
podía evidenciar la movilización de material energético-espiritual asociado a estos eventos,
precipitados por una semiología bastante peculiar, con cualidades muy precisas que
claramente no correspondían solamente a una descarga física o emocional.

Muchas veces quedaba sorprendido de estas liberaciones de índole catártica, pues reflejaban
de modo concreto lo que muchos curanderos mencionaban acerca de la enfermedad era
causada por malos espíritus. Esta situación me dejaba en una encrucijada, en aquella época
me consideraba ateo, muy fuertemente influenciado por la filosofía y el psicoanálisis clásico.
Pero estas vivencias con pacientes, en mis propias vivencias asistiendo a retiros con chamanes
me ofrecían la posibilidad de un contacto directo con una visión del mundo que desafiaba los
límites de la racionalidad. Esta situación me obligó a examinar más de cerca estas
observaciones que ya se empezaban hacer cada vez más familiar en el boca a boca de los
asistentes a seminarios experienciales y que tan natural le parecían a los curanderos con los
que me rodeaba. En primera instancia me parecía una contradicción con todo lo que había
aprendido en las aulas académicas sobre lo que era normal y lo que no. La presencia de
“fuerzas energéticas”, “espíritus de plantas”, “entidades benefactoras o maléficas”, con las
que con tanta naturalidad hablaban los curanderos, además constatando empíricamente su
eficacia con los pacientes, me descolocaba, ¿cómo era posible esto?.
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Además al consultarles a los curanderos como sabían o como lo habían aprendido esto, me
respondían que había sido enseñado directamente del mundo espiritual, a través de sus
dietas, sueños, toma de plantas y supervisión de un maestro curandero. Otra cosa que me
sorprendía es que estas personas eran bastante simples, vivían de modo sencillo, personas
absolutamente normales.

Claramente era una invitación a expandir las fronteras ontológicas para integrar una
dimensión que si bien no comprendía del todo aún, pero ante la evidencia, me parecía
absurdo resistirme. Muchas de estas experiencias que iba acumulando, daban cuenta de que
esta otra lógica poseía un alto grado de coherencia, y que lejos de ser abstracta y folclórica,
era operativa y concreta. Esto me condujo a tomar dos caminos: uno fue el ayudarme
buscando literatura de diferentes tradiciones sapienciales que dieran cuenta de este tipo de
experiencias, y en segundo lugar el experimentar y ver esta operatividad desde adentro
sometiéndome a distintas dietas y ceremonias iniciáticas. Ambos caminos se fueron
complementando de manera perfecta, pues muchos de los curanderos con los que vivía
experiencias espirituales proponían explicaciones tremendamente rudimentarias y muchas
veces recibía una explicación muy sencilla intelectualmente hablando, que si viene cierto, por
un lado me dejaba bastante regocijado a nivel emocional y espiritual, por otro lado quedaba
en deuda en el ámbito intelectual. Por ejemplo, en ciertos momentos en los que le preguntaba
a un maestro curandero que estaba pasando con una persona que estaba gritando,
revolcándose en el suelo y vomitando, el me respondía: “está curando”.

Debemos aclarar que la expresión usual de un curandero tradicional es por lo general breve,
precisa, pero siempre tendrá un profundidad en diferentes capas del entendimiento y
dependerá en gran parte del oído del interlocutor para captar la totalidad del mensaje, que
usualmente es metafórico, simbólico e incluso con cantos o imágenes que se orientan al
cerebro derecho más que al racional. Entonces cuando insistía en la pregunta de que le pasaba
a esa persona cuando estaba en ese estado, el curandero me decía “mañana ven en ayuno, y
siéntate ahí mismo y tomarás la purga (la planta), y ella misma te enseñará que pasa”. Fue
entonces cuando entendí que si quería aprender en las aulas de la amazonía debía asumir
que el procedimiento sería muy distinto al que conocí en las aulas de la ciudad.

En este proceso habían momentos en los cuales ninguno de los criterios psicoanalíticos,
lógicos o filosóficos me servían para dar cuenta acabada de lo que estaba viviendo, debí
aceptar muchas veces que no sabía nada y debí renunciar transitoriamente en varias
oportunidad a los criterios, encuadres y categorías conceptuales que tanto me acomodaban
en mi oficina de Santiago. Recuerdo que al llegar de la selva, me recostaba en el diván (sillón)
de mi oficina, a digerir y metabolizar las experiencias, ahora tratando de encajarlas a los
conceptos más occidentales y ver los enlaces posibles, proceso en el cual, poco a poco
comencé a encontrarle puntos de encuentro y coherencia.
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Empecé a recopilar literatura que me ayudara a comprender con mayor precisión este
interface entre la psicología y el mundo espiritual vivo que encontraba en los procedimientos
curanderiles. Leí bastante autores del enfoque transpersonal: Stanislav Grof, Ken Wilber,
Claudio Naranjo, Jorge Ferrer, Roger Walsh, John Welwood, Frances Vaughan, etc., que
ciertamente daban cuenta de una dimensión trascendental de la vida y experiencia humana,
pero sin embargo no daban cuenta de una cartografía del mundo invisible que se ajustara a
lo que veía en la clínica con mis pacientes, o en la selva con los curanderos, en general, me
daba la impresión que eran psicologías fundamentadas predominantemente en filosofías
orientalistas, en las cuales no se contemplan nuestras raíces occidentales e indoamericanas.
La observación rigurosa de lo que realmente pasaba en la clínica requerían una precisión
mayor, en congruencia con categorías mentales especificas en relación al mundo de los
espíritus, y no solo a una espiritualidad indiferenciada de universo y vacuidad. Fue entonces
cuando comencé a comprender por qué los curanderos más eficaces que conocí se
fundamentaban en una hermenéutica cristiana, claro, en un comienzo me resistía a entender
por qué se daba este fenómeno, pues me había tragado el discurso ideológico hegemónico
que pregonaba por todas partes por el globalismo imperante sobre la “leyenda negra
española”, “que los colonizadores habían arruinado a los indígenas”, estimulada por una
fuerte campaña anticatólica exaltada a propósito de las situaciones de abuso en la iglesia.
Luego de un arduo trabajo personal realizado para desmontar la enorme toxicidad embutida
en mi mente por la ingeniería social anticristiana, pude sopesar y diferenciar el polvo de la
paja, ya que, si bien es cierto la iglesia está padeciendo muchas enfermedades y en sus hojas
está el hongo corrosivo y anquilosado de infecciones diversas, en su núcleo, tronco y raíz,
salvaguarda una gran tradición revelada, e inaugurada por el mismo Jesucristo, que dicho sea
de paso es médico, sacerdote, psicólogo, educador, filósofo y por sobre todo, curandero por
excelencia.

Sin ir más lejos, y sólo por mencionar algunos reconocidos curanderos de toda américa, desde
“la sabia de los hongos mágicos” María Sabina, “el caballero del ayahuasca” don Solón Tello,
el maestro de la tribu Asháninka Juan Flores, todos con más de 50 años de práctica curanderil
y custodios de un amplio legado tradicional, son cristianos.

Quizás por lo mencionado al comienzo de estas notas, nunca fue la función de estos
curanderos el traducir sus experiencias de la integración de su fe cristiana en la práctica de la
medicina tradicional a categorías mentales occidentales. Para los sabedores tradicionales la
práctica habla por sí sola, por tanto, si alguien debiera intentar reflejar esta interacción e
integración, quizás será la función de los “hombres-puente” o “Chakarunas”.

Debo aclarar que fue la misma clínica con las plantas, las que fueron poco a poco develando
que la variable espiritual era un eje central e indispensable de la curación. El acceso que dan
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las plantas psicotrópicas al “mundo otro” como llaman los antropólogos, o al “mundo de las
formas” de Platón, al “mundo arquetípico” que habla el psiquiatra suizo Carl Jung, o
simplemente al “mundo de los espíritus” que dicen los curanderos, nos confronta a un mundo
vivo habitado por presencias y criaturas inteligentes que se puede comprobar accediendo
obedientemente a los procedimientos que dice la tradición, y que sin embargo la cultura y la
ciencia postmoderna sigue ignorando y negando casi como un niño que se resiste a salir de su
narcicismo.

La evidencia que han vivido cientos de pacientes venidos de muchos lugares de Chile y el
mundo, dan cuenta de un emerger y conversión espiritual que transformó radicalmente su
visión y comportamiento en el mundo.

Según lo que iba aprendiendo de los curanderos, cada ente del mundo sensible, es decir de la
creación material, estaba presidido por una alma, por un ángel, “cada planta, cada árbol, tiene
su espíritu, Andresito…, igual que cada lugar, cada casa, cada persona, cada río, etc ”, me
decía Manuel Angulo, un curandero de la localidad de Iquitos, en la amazonia peruana. Es
decir que cada cosa en el mundo visible, tiene su espíritu tutor en el mundo invisible o mundo
intermedio o preternatural como se le conoce en la tradición judeo-cristiana. Esta dimensión
es invisible a la percepción habitual, a los cinco sentidos y sólo se puede acceder a través de
un estado modificado de la consciencia. Esta dimensión invisible está habitada por criaturas
incorpóreas que no poseen existencia material y física, pero si provistos de voluntad,
inteligencia y acción, presidiendo así a todas las cosas del mundo material. Dicho de otro
modo, son quienes mueven los hilos del plano físico.

En las tradiciones indoamericanas, cuando alguien se asusta o espanta (mal del susto), una
parte de sí, lo que se llama sombra o sustancia anímica (algo similar al alma), se retira del
cuerpo por efectos de la intensidad del traumatismo y en simultaneo se da un fenómeno
interactivo endo-exo, es decir, algo del sí mismo “sale” y en simultaneo queda a despensas
que por esa misma abertura ingrese alguna fuerza que se le denomina el “mal de aire”. En la
tradición cristiana es justamente en el aire el terreno por donde de despliega la imaginación
y las fantasías, y es el escenario predilecto para que los demonios desplieguen su inteligencia,
manipulación y seducción a los humanos.

“Numerosa es su tropa en el aire que nos rodea, no están lejos de nosotros” (San Atanasio de
Alejandría, Vida de San Antonio)

“Y vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales vivisteis en otro
tiempo, según el espíritu de este mundo, según el príncipe del imperio del aire…” (Epístola de
San Pablo a los Efesios, cap. 2, v. 2).
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Para las tradiciones sapienciales, el aire, es territorio ubicado entre la tierra y el cielo es el
lugar don transitan los espíritus, lugar por donde los buenos espíritus susurran inspiración,
guía, sanación y por otro lado los malos espíritus, que seducen, tientan e influencian
negativamente. Por tanto el territorio de la mente, que se encuentra ahí, en el aire y no
encerrada dentro del cráneo como creen muchos, es el terreno donde inevitablemente se da
el combate espiritual. Territorio en el cual, ciertamente se requerirá conocimiento, sabiduría
y por sobre todo discernimiento.

Los curanderos bien saben de la influencia de los espíritus en las funcione psíquicas, recuerdo
que en una ceremonia de ayahuasca que estaba transcurriendo muy espesa y densa
energéticamente hablando, el pajé (curandero) que estaba conmigo conduciendo el ritual
comienza hacer un canto en el dialecto Noke Kui, propio de la tribu Katukinas, hizo un canto
ceremonial muy distinto al tono que se venía llevando la sesión, sutilmente daba la impresión
que iba cambiando todo el escenario perceptivo y visionario, como si se estuviera
proyectando a través de este canto un nuevo ambiente, que contrastaba con la espesura
tenebrosa que se vivía hasta el momento. Todos comenzaron a suspirar, a tomar mejor
posición en sus asientos, incluso algunos a esbozar una sonrisa. Todo parecía teñirse colorido,
parecía un gran parque de diversiones infantil, donde los juguetes, muñecos y flores parecían
llenar cada espacio de un hermoso jardín. Al finalizar el canto, el pajé se inclina hacia un lado
y me comenta al oído “ese canto es para llamar al espíritu de la alegría”.

Para los sabedores tradicionales todo está presidido por entidades del mundo intermedio, o
intermediario. Para un investigador de las religiones comparadas Huston Smith, en su
publicación “Una Verdad Olvidada”, este plano está ubicado por sobre el plano de la creación
sensible material, y por debajo del plano creador o divino. Este plano intermedio, es dual, es
decir es negro o blanco, hay buenos y malos. A diferencia del plano material donde habitamos
usualmente bajo los dictámenes de nuestra percepción, en el cual si hay matices, nunca somos
del todo buenos o del todo malos. Los curanderos dicen que los espíritus son más inteligentes
que nosotros. Y los sacerdotes exorcistas especializados en estas materias también han dicho
que en el plano intermediario los espíritus ya eligieron (por la eternidad), unos se sometieron
y otros no a la divinidad (por ej, los ángeles caídos, siempre serán caídos y renegarán de la
autoridad divina). Para los curanderos entonces, existe el espíritu de la alegría, el amor, la
amistad, la armonía, pero también otros espíritus que presiden la enfermedad, la rabia, el
incesto, el suicidio, etc.

Si bien es cierto hasta entonces, mi finalidad era ayudar a las personas en la dimensión
psicológica, emocional, relacional, fue inevitable que comenzara a considerar en mi trabajo la
variante espiritual, pero ya no desde el discurso ingenuo proponiendo que la espiritualidad
por sí misma es buena y beneficiosa, sino por el contrario, que había que ir con cuidado y
prudencia para poder discernir las luces verdaderas de las luces falsas.
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Ciertamente las inspiraciones, curaciones y protecciones de los buenos espíritus eran


tremendamente conmovedoras y gratificantes. Era una sensación de volver a la casa del
Padre, donde todo tenía sentido y consistencia. Pero por otro lado, el encuentro con malos
espíritus, demonios me increpo un fuerte desafío, sobre todo que en ese entonces
atendíamos pacientes con gran historial del consumo de drogas como la pasta base, cocaína,
marihuana fumanda, etc. Y por otro lado, muchos pacientes que venían de haber realizado
muchos años prácticas energéticas, canalizaciones y distintas terapias de la new age. Poco a
poco fue evidenciándose que muchas de las causas profundas que subyacían a los
padecimientos de los pacientes era algún grado de perturbación de índole energético-
espiritual. Es preciso mencionar que nada de esto era agradable para mí, tampoco tenía
muchas posibilidades para escoger, más bien, quedaba aceptar y enfrentar esta realidad o
renunciar e irresponsablemente continuar ignorándola.

Esto fue exigiendo el sumergirme en una profunda preparación que al parecer no tendrá fin.
¿Cómo enfrentar esto?, ¿Cómo actúa y afecta esto a mi vida personal?, ¿Hasta dónde llega mi
jurisprudencia en ejercicio profesional?. Todo esto sigue acarreando para mí una intriga
permanente, nada fácil de discernir y delimitar muy bien. El desafío será entonces el
refinamiento, perfeccionamiento y discernimiento continuo en cada paso y movimiento que
haga. Sin lugar a dudas la hermenéutica que le da precisión en esta dimensión del trabajo
clínico es la sabiduría sapiensial o filosofía perenne, y la cartografía del mundo angélico de la
tradición, ofrece una coherencia pertinente y adecuada para entender e integrar lo hasta
ahora mencionado.

Frithjof Schuon, en una de sus obras, trata diversos aspectos fundamentales en entorno la
relación de las religiones tradicionales y la mentalidad moderna. El autor, postula que la
escisión entre la fe y la ciencia, tiene sus orígenes en la fe misma, en el sentido que ésta no se
ha sustentado en una sabiduría sapiencial, y se ha adaptado a la conciencia de las mayorías
por motivos más sentimentales que metafísicos. Por un lado, la ausencia de intelectualidad
en la fe, unido a la “mundanidad intelectual”, desde el Renacimiento a Descartes ha
provocado el empobrecimiento de la inteligencia contemplativa y del instinto religioso. Hoy
se hace más difícil para las personas imbuidas en el cientificismo y racionalismo horizontal, la
asimilación en sus justos términos del lenguaje simbólico y religioso, e imposibilita una
atmosfera adecuada para conocimientos sapienciales, por las que los humanos han vivido y
seguirán viviendo.

La Sophia Primordial, o Sabiduría Perenne, explicita la conexión de diversas religiones,


contemplando las partes veladas y por otra parte las transparentadas sobre la Verdad
primordial manifestada en diferentes formas en distintas doctrinas o sistemas organizados.
Este término designa la ciencia sagrada de los principios ontológicos fundamentales y
universales, inmutables (principios), y primordiales por el hecho de su infalibilidad y
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universalidad. Propone que la quintaesencia de toda religión es metafísica, y que se debe


acceder a ella si se quiere dar cuenta del misterio humano y a la vez divino, que es el
fenómeno religioso. Schuon, propone que dar cuenta de este fenómeno “sobrenaturalmente
natural”, es la tarea principal de nuestros tiempos.

Hay verdades que son inherentes el espíritu humano, que están confinadas en “el fondo del
corazón”, a modo de potencialidades para el Intelecto puro. Y estas Verdades principales, son
las que prefigurarían todas las demás en la existencia. Para estos autores sapiensiales, este
axioma es vital, pues si no existiera el puro intelecto –es decir, la facultad intuitiva del Espíritu
inmanente-, tampoco existiría la razón, pues la genialidad del razonamiento no se justifica
más que por la intelección. Cuestión que nos distingue de otras especies, por ejemplo en la
capacidad de concebir lo Absoluto, pues sin la razón y su lenguaje, no podríamos acceder a la
visión supranacional de lo Real, y en consecuencia a la certidumbre metafísica. La verdad
metafísica coincide con la substancia misma del espíritu humano. Las diversas tradiciones y
religiosidades, actualizan objetivamente lo que ya está contenido en nuestra subjetividad más
profunda.

Discernir significa separar, separar lo Real y lo ilusorio, lo absoluto y lo contingente, lo


necesario y lo posible. El complemento del discernimiento es la “concentración”, que “une”,
citando a los Padres de la Iglesia, “Dios se ha hecho hombre a fin de que el hombre se haga
Dios”, o en términos vedánticos: “Atma se ha hecho Maya a fin de que Maya realice Atma”.

Cada vez se me hacía más atingente, necesaria y adecuada la investidura de la mística


tradicional al trabajo psicoterapéutico en el centro saviaterra, a medida que iba
profundizando en la lectura de los padres del desierto, la lectura de los filósofos sapienciales,
de la vida de los santos, la práctica de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, iba
encontrando una correspondencia sorprendente.

Se supone que toda esta narrativa proviene de la sabiduría profunda del plano vertical
trascendente, en el plano de lo inmanente y horizontal, o plano de lo relativo, donde nos
encontramos en un punto medio, en donde la gran mayoría de la humanidad convive y existe
en el mundo, existe el plano preternatural o plano psíquico, que no se reduce ni sólo a
términos psicológicos, sino a fuerzas psíquicas no humanas, que habitan el plano intermedio.

Me di cuenta que era imposible y peligroso que un ser humano, por más dotado de fuerza
psíquica, física, y confianza que tenga, pueda lidiar con fuerzas no humanas que exceden por
completo las competencias y facultades personales, por más sabio y sólido que este sea. Era
necesario entonces adquirir aliados espirituales, y hacer el ejercicio de humildad y pedir, rezar
e implorar ayuda, tal como lo hacen los curanderos. Siempre en sus trabajos llaman a los
custodios de las plantas maestras, a sus maestros curanderos, a los santos, a los ángeles, a la
Virgen y a Cristo, que quienes hemos presenciado la operatividad de estas suplicas e
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invocaciones, hemos sido testigos de la fuerza implacable que actúan en el combate espiritual
y el restablecimiento del orden (salud).

Casi todos los pacientes que llegaban a realizar un tratamiento terapéutico, ignoraban la
posibilidad de poder haber estado influenciado por entidades espirituales. A lo más, algunos
reportaban la sucesión de fenómenos extraños, extrasensoriales o paranormales, que por lo
general atribuían a una consecuencia fenomenológica de efectos colaterales del consumo de
sustancias, pero no consideraban la posibilidad de que eso diera cuenta de la presencia de un
espíritu maligno. Por lo general estas entidades impulsan a los pacientes e caer en
seducciones de los sentidos o narcisistas y así entramparlos en laberintos donde no
encuentran salida. Les hacen creer que la libertad es no tener límites, que nadie les puede
imponer nada, y llevan la rebeldía como estandarte de libertad. Estos pacientes luego de
vivenciar algunas ceremonias, se han dado cuenta que estas entidades que los empujaban
hacer cosas negativas, tenían apariencia simpática, atractiva y seductora, al desenmascararlos
mostraban su verdadera cara, por lo general maligna.

Otro mecanismo que se pone en juego acá, se manifiesta a modo de resistencia, pareciera
que la estrategia de los malos espíritus es someter con miedo y de ese modo muchos prefieren
no profundizar más y prefieren quedarse así como están. Quienes logran sortear las
resistencias fundamentadas en el miedo, sustentándose en la fe, les aparece otro obstáculo:
el desánimo. Es como si los espíritus malignos desalentaran al paciente, sugiriéndole que no
podrá, que siempre vivirá en desgracia, como si intentaran fatigar a la persona llenándola de
desánimo y agotamiento.

A pesar de todo lo anteriormente dicho, las estrategias del mundo invisible son tan vastas,
que jamás podremos reconocerlas del todo, por más lineamientos, textos y mapas que
tengamos, siempre requeriremos auxilio y socorro del Creador y sus ejércitos.

Posiblemente a estas alturas muchos puedan estar sintiendo la incomodidad que puede
generar el leer estas cosas, pero siento la responsabilidad luego de quince años trabajando en
clínica, en terreno, con personas que acceden ritualizadamente al mundo invisible, es que no
todo lo espiritual es bueno, los demonios también son espirituales, y el acceso al mundo
preternatural es arriesgado y potencialmente peligroso. Se necesita conocer profundamente
el acceso al plano intermedio con los cuidados necesarios. El trayecto hacia la divinidad, al
absoluto o a Dios -si se quiere-, esta mediado inevitablemente por el mundo intermedio. Al
atravesar el mundo angélico, o los bardos budistas, es inevitable el encuentro con los
mediadores, y una vez que haz vivenciado con tu cuerpo, tu alma y tu corazón este
peregrinaje, ya no podemos vivir como eludiendo estas verdades.
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Para mucha gente que guarda reticencia con la institucionalidad de la iglesia, por la
propaganda exagerada anticristiana y también por otros aspectos que realmente si son
reprochables, una vez que acceden a una experiencia de estas características, todo esto se
vuelve secundario, pues se accede directo al corazón de la sabiduría tradicional. Es un
entendimiento que podríamos analogar al ámbito familiar, por ejemplo: puedo reprochar
bastantes cosas a mi madre o mi padre, pero si les pasa algo malo, me dolerá, y en el mejor
de los casos, acudiré en su auxilio. Ellos son mi sangre, mi familia, mi filiación, parte de mi raíz,
mi origen. Cando se va al corazón de las cosas, lo que nos diferencia se relativiza y lo medular
queda.

La oportunidad directa que facilita la vivencia mística con una planta maestra como vehículo,
más la direccionalidad de una ritualización correcta para el acceso a planos modificados de
consciencia, permite una cierta democratización de la anhelada experiencia mística, ya que
en la actualidad, solo se puede acceder de cierto modo a ella sólo en libros de santos y
místicos.) Aunque estas lecturas pueden generar un contacto sublime en corazones sensibles
y almas refinadas, no es para nada comparable con lo que se experimenta en una auténtica
experiencia mística, que cala hasta en las entrañas del ser profundo y conmueve hasta la
medula de los huesos.

Muchas son las formas en que estas fuerzas autónomas pueden ingresar en la vida de una
persona, en general se reconocen como “puertas abiertas” las trasgresiones de las leyes
espirituales, practicas ocultistas, espiritistas, satanistas y abusos de diversa índole. Esas
transgresiones se constituyen en distintos grados de responsabilidad en relación a cuanta
voluntad consiente hubo en ello, articulándose una especie de contrato o pacto, otorgando
así, cierta jurisprudencia temporal a estas entidades espirituales, sobre el quehacer de la
persona, que exceden, desdibujan o amplifican los rasgos propios y personales del afectado.
Se puede apreciar la cualidad y gravedad de “estos convenios” en la medida de que este pacto
ha sido intencionado de manera voluntaria o no, por ejemplo, un pacto de sangre, o si ha sido
por negligencia involuntaria o por ignorancia. En general los sabedores recomiendan indagar
minuciosamente en la biografía de la persona, haciendo una especie de examen de
consciencia en compañía de alguien especializado en discernimiento espiritual.

Otro tipo de daños pueden provenir por causa de terceros, en estas situaciones los curanderos
se las atribuyen a brujerías o hechizos, dinámicas muy usuales, sobre todo en la amazonía
peruana. Es frecuente observar que los curanderos chequeen, es decir evalúen
energéticamente objetos, animales e incluso a las personas, para detectar la investidura
energética con la que podría estar cargado.

También se reconocen los daños procedentes de herencias transgeneracionales, es decir, la


posibilidad que algún antepasado haya tenido algún vínculo con instancias oscuras o malignas
y que no hayan sido reparada o limpiadas. No son pocos los casos de pacientes que han
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detectado en procesos profundos de curación, el haber sido infestado en el momento de la


concepción, con entidades maléficas, las cuales han sido las causales de perturbaciones
psíquicas, relacionales, haciéndoles creer que era propia una cualidad que en realidad no lo
era. Muchos pensamientos suicidas, perversos, tendencias al incesto o al abuso tiene origen
acá y son causales de sufrimiento, pues generan una enorme contradicción con libertad
personal, moral y espiritual de la persona.

No era extraño escuchar alguna curandera o santiguadora de niños, luego de intervenir a un


pequeño, de cuenta que lo que subyacía al malestar del infante era a causa de un parasito
que molestaba al niño, aliviando así, extraordinariamente a sus padres, que ya se estaban
creyendo la idea de que su hijo era un mounstruo.

En una oportunidad recibí el llamado telefónico del padre atormentado de un paciente que
hace poco había comenzado un tratamiento acá, contándome que su hijo estaba detenido en
un cuartel policial por agredir a su novia. Al quedar en libertad, luego de una tarde arrestado,
tuve la posibilidad de entrevistarme con él muchacho, quien me confesó consternado:
“estaba tranquilo en un parque conversando con mi novia, me fume un pito de marihuana y
de pronto me entró la idea de que ella me engañaba”. Fue entonces que se pusieron a discutir
y no se acuerda más hasta el momento que estaba ya en el calabozo. Dijo literal: “es como
que algo se apoderó de mí y me hizo hacer eso”. Pienso que en primera línea podríamos decir
que ocurrió un evento disociativo por efectos de la fumada y en consecuencia emergió un
estado “no yo”, como diría el psicoanalista Philip Bromberg (teoría que más adelante
comentaremos con más en detalle). Por ahora, diéremos que “el yo habitual”, o “yo narrativo”
-encargado de conducir la conciencia ordinara por el trayecto de la vida-, se debilita por
efectos de la embriaguez, posibilitando la constelación de un complejo inconsciente o un
aspecto disociado del ser, que toma posesión del actuar del individuo. Pero por otro lado,
también podríamos especular, que existe la posibilidad que irrumpa una fuerza clandestina
articulada por una entidad externa al yo puro del sujeto, y que estaba habitando
solapadamente en la vida de este paciente, apareciendo por efectos del estado alterado de
consciencia y que requerirá en primera instancia, la elaboración y registro de esta brecha en
psicoterapia y paralelo, quizás, expulsar la entidad psíquica autónoma, que se aprovechó
parasitando a través de ese punto ciego.

Para los curanderos es simple, no se trataría acá de dos partes de la misma persona, sino más
bien dos entidades: el sujeto y un parásito ajeno. Para eso ofrece una dieta, ayuno y purgas
ritualizadas con el fin de expulsar esa entidad. Lo más interesante de todo, es que he sido
testigo de muchos caso así, y con el pasar el tiempo, el paciente hemos podido constatar junto
a sus cercanos, que esas actitudes o disrupciones han desaparecido.

El desafío para la clínica no es fácil, muchas de las trasgresiones son olvidadas o pasan
inadvertidas para la consciencia del sujeto hablante. Por sobre todo las que provienen de
experiencias traumáticas, abusos físicos o psicológicos, accidentes, shocks emocionales
intensos. Este tipo de vivencias generan un desencuadre entre el cuerpo físico y el cuerpo
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energético, siendo este último el conector o intermediario entre el mundo visible y el invisible,
es por analogía a lo que Huston Smith, habla del plano intermedio pero en este caso a nivel
de microcosmos. En términos simples, el cuerpo energético es el que enlaza el cuerpo físico
con el espíritu. Las entidades parásitas se adhieren al cuerpo energético y cuando
permanecen ahí demasiado tiempo, terminan anquilosando el cuerpo físico. Es decir, “el
cuerpo es el último que se enferma”.

Cuando utilizo el término infestación, aludo a modo general, los distintos grados de
contaminación espiritual. Es importante distinguir el concepto de posesión espiritual, que es
más recurrente y conocido quizás por la cultura cinematográfica. El grado de posesión sería
el más evidente por sus signos, pero el menos usual, pues los entendidos en el tema sugieren
que el mal tiende a querer pasar inadvertido. Puedo decir que el fenómeno de la posesión es
muy poco frecuente, en raras veces me ha tocado presencial casos así. Pero otros niveles de
infestación, como la vejación, obsesión y parasitación es prácticamente pan de cada día en el
trabajo curanderil en el centro saviaterra.
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Cabe mencionar que no siempre se puede estar infestado por entidades angélicas del mundo
invisible, recordemos también que en el plano intermedio, según las tradiciones, se pueden
encontrar los difuntos. No considero recomendable el abrirse al mundo invisible con el fin de
contactarnos con ellos por capricho o deseos emocionales no resueltos, pues caeríamos en
un símil de prácticas espiritistas, asunto que es considerado como una transgresión espiritual,
según uno de los grandes estudiosos de las tradiciones René Guenon, en su publicación “El
error espiritista”. Muy distinto a eso, es cuando alguien no pudo despedirse de un familiar o
ser querido, no pudieron perdonar o algo quedo realmente inconcluso, la providencia con su
gracia divina permite que se presente un encuentro en una visión o un sueño, en la cual la
persona puede vivenciar un cierre significativo, que por lo general se concede una sola vez.
Es como si Dios, excepcionalmente lo permitiera por el bien de ambos, con el fin de reparar,
reconciliar, perdonar y sanar.

Pero la vida propone una separación parcial entre el mundo de los vivos y los muertos para
que las cosas funcionen en orden y está bien que sea así. Cuando se generan intentos
manipulados y permanentes de interpenetrar estos mundos, o está ocurriendo de modo
accidental, hay que intervenir, pues no es sano ni recomendado por las tradiciones.

Volviendo al punto que nos convoca acá, es sabido de que muchas de las personas que han
muerto de forma inesperada, accidental o violenta; algo de ellos queda acá, como atrapado
a este mundo, en una especie de “limbo metafísico”. Es como si no supieran que han fallecido
y quedan orbitando donde habitualmente vivían, cercanos a sus hogares o seres queridos. Por
eso los sabedores recomiendan hacer oración por ellos para que puedan ir al lugar que les
corresponde y no se generen perturbaciones “entre mundos”. Convocar muertos a voluntad,
casi exigiendo su presencia, no estaría recomendando entonces, pues dicen los que saben,
que perfectamente podría venir un demonio disfrazado y hacerse pasar por él y así, dejar
capturada la atención de un ser vivo, desvirtuando su voluntad y libre albedrío. El rezar, el
pedir ayuda e inspiración a los difuntos o santos si es adecuado, sobre todo si es con la
intercesión del Espíritu Santo y la Santísima Virgen María (reina de los ángeles), en el caso de
los creyentes.

Son distinciones sutiles, precisas, pero que enmarcan consecuencias radicalmente distintas.
La diferencia entre solicitar la gracia o la curación o la providencia, es muy distinto a la práctica
de la magia, que sería la manipulación y utilización de las fuerzas de la naturaleza para forzar
beneficios egoicos. En la tradición uno pide, reza y Dios dispone “Hágase tu voluntad” (como
dice el Padre Nuestro), o como dicen los sabios: “los tiempos de Dios, no son los tiempos del
hombre”. Por el contrario en la magia, es el ser humano el que quiere imponer su voluntad a
partir del conocimiento de las leyes de la naturaleza pero manipulándolas a su gusto. Es usual
que los grupos ocultistas conozcan las leyes espirituales con el fin de utilizarlas para sus
beneficios, utilizando el conocimiento para la expansión del poder personal.

Los hombres de sabiduría proponen una relación de veneración, respeto y confianza a la


voluntad del Gran Espíritu, una relación fundamentada en la bondad proveniente del corazón
CHAKA-RUNA. NOTAS SOBRE PSICOANÁLISIS Y CHAMANISMO. ANDRES YAÑEZ

y la humildad. Dijo el Alce Negro: Pedimos a Wakantanka, pero él sabe lo que necesitamos,
cuando y como.

San Pablo dijo: “Tengo un grano en mi carne y le he pedido a Dios tres veces que me cure de
eso”, y Dios le respondió: “Con mi Gracia te basta”, -es decir, no lo curo-. Pero le da a entender
que le otorga lo suficiente para soportarlo. ¿Por qué será así?, quizás para mantenerlo
humilde, quizás para mantenerlo contactado con el sufrimiento de la humanidad, con el dolor,
o quizas para custodiarlo del orgullo, la vanagloria, ¡vaya uno a saber!.

Una vez la Dra. Rosa Giove me comento que hay tres tipos de curanderos, que trabajan en
tres mesas distintas. El de la mesa blanca es el que se dedica a curar, con la ayuda de Dios,
hace uso de las plantas, sus cantos, oraciones y conocimientos para aliviar sufrimiento y
enfermedades. El de la mesa negra, es el brujo, el malero, el hechicero, que trabaja para el
Diablo y que manipula las fuerzas de la naturaleza y sus conocimientos para enfermar y dañar.
Por último, el que trabaja en la mesa roja, que es el que trabaja “para ambos lados”, para lo
que le pidan, es decir puede hacer trabajos para curar o para enfermar.

Los buenos curanderos que he conocido, de algún modo directo o indirecto, siguen el linaje
curanderil original de Jesús, pues tal como el mesías, el curandero es el que cura y exorciza
con sus manos, con actos, o por ejemplo con sus cantos: “qué lindo sale la luna, alumbrando
a todo el mundo”, o, “agua pura, que brotas del manantial”, son cantos de letra simple, nada
rebuscado, pero con un poder enorme, ya que de algún modo representan una alabanza a la
vida, a la creación y por añadidura, es una proclamación de la Verdad. Y siempre la verdad
tiene una operatividad exorcista, pues las fuerzas opositoras hacen exactamente lo contrario,
la deformación o falsificación de la verdad y la proclamación de la impostura.

La invocación de la verdad, el rememorarla, mencionarla, declararla es por sí, una función


exorcista. Es una especie de repelente que los demonios no soportan. Claramente todo esto
es a modo de ejemplificar muy sucintamente la operatividad de la curación chamánica.
Evidentemente niveles más profundos de infestación que requieren de otros procedimientos
más sofisticados y continuados en el tiempo para lograr la curación y liberación.

Podemos encontrar brujos de bajo rango hasta algunos con mucho poder, que logran cursar
efectos en sus trabajos, alocando, enfermando y dañando a personas. Por otro lado, existen
buenos curanderos y otros excelentes, que ha consecuencia de su vida personal, su nivel de
purificación, preparación sistemática, sumado a la encarnación real de virtudes y vida mística,
reforzado con oración y contemplación, tendrán como resultado una mayor efectividad a la
hora de curar. Por decirlo de otro modo, el curandero mientras más elevado y cercano con
Dios esté, más eficacia tendrá en la curación. Sus pedidos serán sensatos, precisos, aunque
por bien refinados e intencionados que sean, nunca serán nunca del todo puros y perfectos,
por eso también se reza para modular nuestros pedidos impertinentes y desmedidos. Quizás
para ejemplificar mejor, valga mencionar a la Virgen María, quien posee el más alto rango de
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pureza y perfección que un humano puedo haber alcanzado jamás, y producto de esto,
cuando le pidió algo a su Hijo en las bodas de caná, Él no se pudiera negar.

En este punto quisiera precisar que según las tradiciones, toda la naturaleza creada es buena
por esencia, todas las plantas, piedras, montañas, ríos, son buenos y no son portadores de
nada maligno. Pero cuando un humano entra en relación con cualquiera de estos elementos
de la creación, puede darle un buen uso o un mal uso. Así como hay curanderos que utilizan
la ayahuasca para curar y liberar, hay otros que la usan para enfermar o embrujar.

El ser humano se ubica en u nivel intermedio dentro de la jerarquía de la creación, por sobre
los minerales, vegetales y animales y por debajo del mundo angélico. Está posicionado en un
rango intermedio, y debería relacionarse responsablemente con todos estos elementos de la
creación visible e invisible. Para con elementos inferiores, deberá administrarlos de manera
prudente y respetuosa, siempre solicitando permisos y ofrendas a los custodios espirituales.

El hechicero pervierte el orden jerárquico, por ejemplo al dejarse poseer por el espíritu de
una planta o un animal, llegando incluso hasta matar gente para beber su sangre, tal como si
fuera un cóndor o un puma. La inversión del orden es por sí mismo un acto demoniaco y no
es que el puma o el cóndor sean malos de por sí, pero es el modo relacional perverso en este
tipo de personas, lo que tergiversa todo.

Es como lo que veremos más adelante con el uso de las plantas como el tabaco o la coca,
plantas maestras por excelencia, que si se les utilizan de manera adecuada como indica la
tradición y los sabedores solo generarían beneficios para quienes la consuman.

Todos los taitas que nos convidaron medicinas siempre rezaban e indicaban a la planta que
nos ayudará, nos protegiera y enseñara, hablándole directamente al espíritu de la medicina a
modo de indicación amorosa, “no hay que dejarse dominar por el remedio” dicen ellos, es
decir, no hay que dejar que se invierta el orden de la creación. El ser humano posee libertad,
capacidad reflexiva, consciencia de un sí mismo, palabra y decisión. Quiero decir con esto que
si viene cierto al espíritu de una planta sagrada se debe respetar, pero no debemos
subyugarnos ni someternos casi hasta el punto de dejarnos poseer por ella. Lo recomendado
por los curanderos es dejarse llevar con fe y confianza por la planta durante el proceso, es
decir soltar y ofrecerse desde una predisposición interna y voluntaria, cosa muy distinta a lo
que sería abandonarse para ser sometido y poseído a lo que venga de una disposición
totalmente externa.

Es por esto y otros tantos motivos que nos adherimos a la idea de que la practica curanderil,
es considerada para nosotros en nuestro trabajo, como una vía, como un medio y no un fin,
vale decir, una puerta de entrada al mundo espiritual y a la curación, pero que no reemplaza
una vida espiritual, o un proceso psicoterapéutico. En una vida espiritual asentada en una
tradición, no es indispensable el uso de plantas.
CHAKA-RUNA. NOTAS SOBRE PSICOANÁLISIS Y CHAMANISMO. ANDRES YAÑEZ

“El Señor puso en la tierra medicinas, el varón prudente no las desdeña”. Efecios, 38, v 4.

En ese sentido, es incomparable el aporte que podrían brindan el buen uso de las plantas
medicinales indoamericanas a la tradición occidental, facilitando el asentamiento de una
espiritualidad muchas veces extremadamente racionalizada, conceptual y poco encarnada.
Recordándonos que la espiritualidad es en el cuerpo no escapando de éste. Así, mediante el
la corporalización del espíritu, poder desplegarla sanamente en nuestra realidad cotidiana.

En todos estos años hemos recibido cientos de personas que no son creyentes o personas que
han abandonado su fe, y luego de vivir un proceso de psicoterapia y plantas medicinales la
han reactivado o re-descubierto. También no son pocos, quienes han vivido conversiones, han
vuelto a la iglesia, a ser cristianos practicantes, retomando incluso los sacramentos. El
condimento que le distingue, es la participación a través de un contacto genuino y concreto
de los mismos con realidades trascendentes que cobra un sentido vivo y plausible en su vida
cotidiana.

La crisis generalizada en occidente nos condujo a una búsqueda en tradiciones de oriente, o


en las prácticas de la medicina indoamericana, búsqueda que tenía como fundamento un
fuerte rechazo a nuestra filiación greco-latina / judeo-cristiana. Es bueno dejar en claro, que
no es nuestra idea posicionar al mismo nivel el chamanismo indoamenricano y la sabiduría
perenne, o a la tradición cristiana, pues al curanderismo lo contemplamos como una
medicina, como una vía, como un medio, la segunda es una filosofía metafísica organizada, la
tercera una tradición religiosa. Por supuesto nos referimos a este contexto, en saviaterra, a
nuestra experiencia personal, a como nos toca ver y actúa en el aquí y ahora, no a una
propuesta de universalidad.

Esta sinergia se fue mostrando cada vez con más consistencia y coherencia, pues tal como
mencioné al comienzo, en enfoque transpersonal de la psicología, que se ocupa de la
dimensión espiritual, a mi entender hace demasiado énfasis en la fenomenología de las
experiencias cumbres y no abraza del todo lo que anteriormente hemos comentado, es decir:
lo que vemos día a día con los pacientes en el Centro Saviaterra, en el encuentro directo con
el mundo invisible en los rituales de curación.

Imagino esto podría estar pareciendo rarísimo para un psicólogo, chaman, o sacerdote que
por primera vez se sumerge en perspectivas transdiciplinarias. Sabemos que desde el siglo
quince que la tradición católica se ha orientado a la “teología de la salvación” y quizás eso
dejo pasar a un segundo plano o al olvido la “teología de la curación”, hoy en día un cura ya
no cura. Por otro lado, la psicología de ha desligado de su origen etimológico que sería “el
estudio del alma”, dejando esta desconexión el terreno dispuesto para que emerja las
“terapias new age”, que es un popurrí de tradiciones oriente, movimientos pachamámicos, y
psicologismos variopintos. No entraré en estas notas más detalle sobre los orígenes de estas
corrientes, sólo mencionaré a quienes les interese que sus fuentes son predominantemente
las ideas espiritistas de Alan Kardec y la canalizadora y creadora de la Teosofía, Helena
CHAKA-RUNA. NOTAS SOBRE PSICOANÁLISIS Y CHAMANISMO. ANDRES YAÑEZ

Blavatsky. Para Guenon, estos autores eran vulgarizadores de la tradición, es decir, personas
que se hacen propaganda con conceptos e ideas de tradiciones, pero que deforman su fondo,
pues no comprenden con totalidad la tradición. Sugiero al lector las destacadas publicaciones
de René Guenon, “El teosofismo, historia de una seudorreligión”, “El error espiritista” y
“Apreciaciones sobre la Iniciación”.

Nos quisiera decir con esto que todo lo que provenga de la new age es sin sustancia o
inadecuado. En la iglesia, en el chamanismo y en la new age hay gente sincera, solo nos
remitiremos en términos generales, pues considero que la búsqueda siempre es legítima en
el fondo, pero podría ser un proceso más seguro si fuese asentado en una tradición. Todas las
sociedades tradicionales e históricas han sido estructuradas con verdades trascendentes, la
sociedad postmoderna, pregona la renegación del axismundis, dejando como resultado a un
ser humano que sólo vive en lo horizontal, sin verticalidad. El hombre moderno, sin
trascendencia ya no es poseedor de fe ni trascendencia. Es más, solo tiene fe y esperanza en
lo que puede tocar o poseer, en la grandes ciudades rodeadas de asfalto, solo le queda
desesperanza, que dicho sea de paso, es la base la depresión y el sin sentido. Sin ir más lejos,
Santiago de Chile es la capital de la depresión, según algunos estudios. A nivel mundial no son
muy esperanzadores los datos, la Organización Mundial de la Salud reporta más de
350.000.000 de personas con depresión, de las cuales sólo un 10% recibe atención adecuada.
Sin trascendencia, la vida en muchas ciudades urbanizadas es un infierno en vida. La mayoría
de los padecimientos psíquicos están tremendamente condicionadas por el entorno
sociocultural que nos circunda, por las condiciones en la que se vive. La ausencia de “un
ambiente facilitador”, diría Winnicott. Desde de los años sesenta comienza una despiadada
e intencionada propaganda global que fomenta la destrucción de la familia, que como
sabemos, es el núcleo de la sociedad sana. Uno de sus tentáculos ha sido por ejemplo el
desmedro de la masculinidad y autoridad paterna, prácticamente todo lo que sea orden y
límites hoy se cree que por sí mismo es negativo, confundiendo quizás la idea de autoridad
con autoritarismo y como consecuencia de ese desarraigo se pierde la fe, la confianza y la
estructura.

El reconocimiento de una tradición nos otorgaría la restitución de la visión integral del ser
humano que contrasta con la frivolidad patologizante de los modos actuales de vida. Este
ensamblaje providencial que proponemos acá, quiere justamente desmarcarse de visiones
puramente materialistas y sustanciocéntricas, donde prevalecen explicaciones bioquímicas y
farmacológicas de los fenómenos psicoespirituales. Donde pareciera que el reduccionismo de
la hegemonía actual nos posiciona en un marco bipartito, donde el racionalismo se ubica
como el patrón de fundo y el cuerpo es un esclavo.

Los pacientes adictos o con traumas infantiles, han desarrollado una increíble sensibilidad que
les hace evitar la aceptación de enfoques cientificistas, mecanicistas y mutilantes. Inclusos
muchos intuyen que esos modelos de intervención terminarán acabando con la poca salud y
vida que les queda.
CHAKA-RUNA. NOTAS SOBRE PSICOANÁLISIS Y CHAMANISMO. ANDRES YAÑEZ

El chamanismo indoamericano nos ofrece una mirada trina: cuerpo-mente-espíritu, que


contempla la variable trascendente, que nos guste o no permite un alivio a la inquietante
prisión de los sentidos y obsesividad materialista de nuestros tiempos. La dimensión trinitaria
-cual Espíritu Santo en la Trinidad- no saca de la dualidad infructífera de la dualidad polarizada
y plana de los opuestos “blanco-negro”, “derecha-izquierda”, globalistas-patriotas”, que sólo
nos conduciría a una insensata y eterna retórica, permitiendo el triunfo de lo absurdo y la
locura.

En la era del subjetivismo, el goce y placer, se mal entiende la idea de “sacrificio”,


entendiéndolo como sinónimo de “sufrimiento innecesario” que debe ser superado,
suprimido, borrado, en post de la liberación de los sentimentalismos y deseos personales.

La reincorporación de la dimensión sacra de la vida, la variable trascendente o espiritual, en


el trípode psicoterapia-chamanismo-tradición, consagra una sacralidad viva y vívida,
comenzando por la revalorización del “sacrificio” en su sentido más amplio o etimológico si
se quiere, que sería algo así como “producir sacralidad” u “oficio sagrado”. Es decir, sacrificar
en el altar de la vida en post de la Verdad, la salud y el amor, algunos apetitos personales que
amarran al pasado, a la muerte, al ego, con el fin de sopesar en la balanza de la vida ciertas
renuncias y compromisos necesarios para el buen vivir. Que lejos de ser una imposición
autoritaria por capricho de los sabios o por “machismo patriarcal anticuado”, es a causa de
un conocimiento sapiencial que se impone como “Ley de Vida”, que toda mística genuina no
ignoraría.

Durkheim dijo una vez: “cuando el sufrimiento viene es aceptado o rechazado, cuando se
acepta lo inevitable (inaceptable) es el comienzo de la sabiduría”. Pero en general somos
orgullosos, nos cuesta “agachar el moño”, en el caso de las personas adictas, por ejemplo, no
pagan el precio a la entrada pero a la salida pagan el doble. Quien en algún momento, corrige
su “autoiniciación salvaje” por una verdadera iniciación guiada por un curandero, comprende
que confundía su rebeldía personal con la de un libertinaje sin límites, como antítesis de la
obediencia y sumisión total a la Verdadera Libertad.

Muchos a estas alturas podrán pensar que solapo una intención de cristianizar el
chamanismo, otros pensarán que queremos chamanizar la psicología, y algunos quizás
pensarán que somos agentes secretos de la iglesia que queremos evangelizar a la new age.
Pero créanme que no, no es mi intensión hacer sincretismos, ni mucho menos mezclar cosas
que no corresponden. El emblema podría ser algo así como “Unir sin mezclar y distinguir sin
separar”. No podemos ignorar que la ciencia esta avanzando a un modelo post-materialista,
aunque la medicina en salud mental aún no integra la física cuántica. Así como tampoco
escuchamos a los sacerdotes hablar de la dimensión angélica, pareciera que está presente
solo en los evangelios pero no en lo concreto, dejando así estas brechas en espacios vacíos y
otro caso en las espiritualidades del “nuevo orden mundial”: la new age.
CHAKA-RUNA. NOTAS SOBRE PSICOANÁLISIS Y CHAMANISMO. ANDRES YAÑEZ

El recientemente fallecido Papa Emérito Joseph Ratzinger dijo: “La fé cristiana puede estar
presente en la gran cultura india con sus ricas tradiciones religiosas y filosóficas”. La Semilla
ad Verbis, o dicho de otro modo, no se trata sólo de evangelizar las culturas no cristianizadas,
sino también re-descubrir las semillas del verbo que ya se manifestaban ahí desde tiempos
inmemoriales.

La visión de nuestro trabajo, que intento reportar en estas notas, ha sido integrar elementos
de las tradiciones sapienciales a trabajo clínico con las medicinas indoamericanos. Como he
querido transmitir hasta ahora, no ha sido por capricho personal, sino más bien por
inspiración y necesidad progresiva en el trabajo de campo con personas muy dañadas por la
droga y prácticas energéticas new age, sinergia procedimental que se fue impulsando y
madurando por sí misma. La integración de oraciones, cantos, bendiciones, introducción de
elementos sacramentales, como el agua bendita, incienso consagrado, aceite exorcizado,
cantos con alusiones cristianas, han permitido refinar y potenciar el trabajo con las plantas y
medicinas ancestrales. Esta síntesis integradora nos condujo a confirmar ciertas concepciones
de la tradición cristiana, como por ejemplo: la liberación espiritual. Esta capacidad del
cristianismo, de incorporar elementos heterogéneos a la revelación, no es novedoso ni una
primicia para los estudiosos de la tradición. Por ejemplo, la “iglesia asiria” ubicada en Irak, es
una de las más antiguas que está relacionada con el paganismo mesopotámico, que refleja
como en la antigüedad el cristianismo era capaz de integrarse a ciertas culturas e investirlas
del mensaje revelado, asumiendo su mensaje pasado. Otro ejemplo, pasa por los Padres
Griegos, como San Gregorio Nacianceno, San Basilio, San Gregorio de Nisa, quienes
recogieron el legado y la herencia platónica. Sin ir más lejos, el mismo San Agustín, edifica su
obra con el neoplatonismo y Santo Tomás de Aquino, más adelante, recoge re direcciona el
aristotelismo. Solo por tomar pocos ejemplos, el cristianismo siempre ha protegido e
integrado las sabidurías pre-cristianas, para edificarse y enriquecer su esencia. En
consecuencia sería inapropiado el pensar la posibilidad de integrar el acceso que posibilita el
trabajo de la medicina tradicional indoamericana, para el beneficio de la tradición en la
dimensión física y espiritual de su pueblo.

Consagrados, psicólogos y curanderos se han encontrado y reconocido mutuamente como


interlocutores válidos, de igual dignidad en seminarios realizados en el Centro Saviaterra. Los
psicólogos han matizado su temor a perder “objetividad”, los sacerdotes han trascendido los
temores a “ser seducidos por el maligno”. Muchos se han resistido, pues cualquier cosa que
no tenga la estampilla cristiana “es el diablo”, ignorando los contexto, lo que se hace, quien
lo hace, etc. En la actualidad nos encontramos con dos posiciones extremas, una es ver el
diablo en todas partes, y otra, es no verla en ninguna. Muchos sacerdotes podrían temer al
pensamiento mágico y bajo la extrema prudencia y cautela, terminan cerrando las puertas.
En una ocasión invité a un sacerdote para un encuentro reunión con unos curanderos que nos
visitaban. El sacerdote se presentó con una postura un poco defensiva, de brazos cruzados,
se sentó en la mesa diciendo: “haber, que tienen que decirnos estas personas”. Fue una
tertulia bastante incómoda, me sentía como si estuviera con una persona que habla sólo
chino, y con otra que habla solo inglés.
CHAKA-RUNA. NOTAS SOBRE PSICOANÁLISIS Y CHAMANISMO. ANDRES YAÑEZ

El curandero se expresaba escuetamente, su lenguaje y modo de expresión es bastante


sucinto, por lo general diferente al nuestro. Sus modos son analógicos, sus enseñanzas pasan
más por el cuerpo, por una transmisión implícita, dirigida más de cerebro derecho a cerebro
derecho, sus enseñanzas operan más en la experimentación. No es su característica principal
el lenguaje hablado, más bien cuentan vivencias, experiencias, anécdotas. El sacerdote le
consultó sobre su modo de intervenir y cuál eran creencia en planos espirituales y el
curandero le invitó a participar en una sesión que se daría al otro día para mostrarle. Por
supuesto ahí quedo todo, fue debut y despedida. Quiero decir que si los miembros de la iglesia
no dan el paso a explorar no van a entender la espiritualidad ancestral y sólo se quedarán con
una mirada parcial y en muchos casos pre-juiciosa de ella.

Quienes más corroboran esta posibilidad son los mismos pacientes en la clínica y no en
debates teológicos bizantinos, en las sesiones acceden a una vivencia en primera persona, y
reciben lo beneficioso que puede ser esta integración.

Como ya hemos dado cuenta, la filiación curanderil con el “cristo médico”, “cristo exorcista”
o “cristo curandero”, se nos hizo cada vez más evidente. Hasta lo que se, ningún profeta o
referente máximo de alguna otra tradición o filosofía espiritual fue tan explícito y concreto
con la sanación y curación de personas.

«Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán
demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban
veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»
Marcos 18, v 17 a 18.

Cada vez fue más evidente para que el cristianismo y chamanismo pueden ser consideradas
como vías iniciáticas, pues ambas contemplan una introducción progresiva al descubrimiento
de verdades reveladas y al sentido de la vida. En la medicina tradicional indoamericana no
encontramos la estructura sacerdotal organizada que encontramos en el cristianismo, aunque
si, el curandero o chamán tiene un rol sacerdotal en las ceremonias y rituales, a modo de
mediador entre mundo visible e invisible.

Ya que cualquier persona pudiera acceder a la medicina tradicional, diversas serían también
las direcciones a tomar en su utilización, ya que las medicinas son, hasta cierto punto neutras
a nivel espiritual, pues son medicinas. Eso la ubica en una posición paradojal: podría ser una
ventaja o una desventaja, por ejemplo; podrían ser apropiadas para crear “nuevas religiones”,
como hemos visto. Y en esos contextos ya no hay gestos técnicos de curación (sopladas,
chupadas, succiones, dietas, purgas, etc). Encontramos grupos sincréticos, que mezclan
juramidam, mitos gnósticos, orientalismos, pseudocristiandad, etc. Y no quisiera acá lastimar
a las personas que participan en esas agrupaciones, sino más bien, en el hacer un hincapié en
el corpus epistemológico de esas agrupaciones. Lo digo para aclarar y distinguirnos de todo
eso, nosotros consideramos las cosas de manera diferente.
CHAKA-RUNA. NOTAS SOBRE PSICOANÁLISIS Y CHAMANISMO. ANDRES YAÑEZ

Para concluir, quisiera decir que en nuestra propuesta, nos posicionamos desde una práctica
terapéutica que abarca el cuerpo, la mente y la dimensión espiritual. Y es preciso mencionar
que no nos adscribimos unívocamente al cristianismo, sino lo abrazamos como una
posibilidad de filiación a una tradición sapiensial perene. Aquí participan personas con
cualquier creencia religiosa, en lo absoluto nos adherimos a una doctrina excluyente, ni
menos buscamos que la gente que viva procesos acá se convierta a alguna doctrina en
particular, pues en primer lugar abogamos por la libertad de las personas. En lo personal, y
como equipo terapéutico, nos adherimos a la fe cristiana, pero eso no obliga a un participante,
seminarista o paciente hacerlo. Además, dentro de la oferta de centros terapéuticos que
incorporan la dimensión espiritual, la gran mayoría son budistas, hinduistas o pachamámicos.
Creo que es válido que exista una alternativa diferente.

Andrés Yañez
Mayo, 2020

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