2 Decadencia Del Paradigma Del Siglo XX Resumen

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Análisis del Mundo Contemporáneo

LA DECADENCIA DEL PARADIGMA DEL SIGLO XX


Cuando se analiza el cambio de un paradigma a otro uno de los puntos cruciales a
considerar es el por qué de la decadencia del paradigma que muere y a partir de qué
acontecimiento se genera el cambio y las transformaciones.
Buscar las razones que conducen al debilitamiento de un paradigma y a su definitiva
desaparición y reemplazo por otro nuevo que de explicaciones adecuadas del
funcionamiento de la nueva realidad es quizás la tarea más difícil y controversial.
De todos modos, los analistas coinciden en algunos puntos básicos que llevaron al viejo
paradigma del capitalismo industrial avanzado, del mundo bipolar y la cultura de la
modernidad a su desgaste y desaparición.
Entre ellos encontramos:
 La crisis de la cultura de la modernidad.
 La crisis económica que produjo la decadencia del industrialismo basado en el modelo
industrial avanzado.
 La decadencia del Estado de Bienestar, lo cual significa el progresivo sometimiento del
Poder Político a manos del Poder Económico.
 La revolución de la tecnología de las comunicaciones, como avanzada de un profundo
cambio tecnológico que sacude las estructuras productivas del modelo y el modo de vida
mismo de las personas.
 La caída del bloque socialista y la inmediata desaparición de la Unión Soviética,
aniquilando la arquitectura de poder bipolar en el mundo.

CRISIS DE LA CULTURA MODERNA


Llamamos cultura en sentido amplio a la manera de ver y sentir el mundo de parte de una
sociedad, de sentirnos en el mundo y por ende obrar sobre el mundo, en síntesis en la forma
de vida que asume una sociedad, dándole sentido a los modelos económicos, las
estructuras sociales y los sistemas políticos que construye ese conjunto social.
El marco cultural del viejo paradigma tomó el nombre de Modernidad, que si bien no tiene su
origen en el siglo XX es la lógica cultural que sostiene al sistema capitalista dominante en
occidente desde el siglo XIX.
El pensamiento moderno hace su aparición durante el Renacimiento europeo (siglo XV),
cuando el Hombre vuelve a pensarse como centro del mundo y se aleja de los preceptos
religiosos que comandaban las formas de vida medievales.
La Modernidad que nace con pensadores como Maquiavello y artistas como Miguel Angel,
afirma la voluntad humana por sobre todas las cosas, rechaza la fuerza del destino
quebrando el espinazo del pensamiento mítico, mágico y religioso que había prevalecido
desde los inicios de la historia humana.
A partir del siglo XV comenzará a tomar forma un pensamiento afincado en la razón humana
que alcanzará su afirmación en los pensadores iluministas del siglo XVII-XVIII, como
Hobbes, Hume, Locke o Rousseau, que proponían iluminar con su razón la realidad humana
y comenzar a reflexionar sobre las diversas formas de organización que se da el hombre en
base a su libre voluntad, construyendo el primer modelo de pensamiento político moderno:
el liberalismo.
La clase en ascenso por aquel entonces, siglo XVIII, era la burguesía que luchaba por
perforar los privilegios de los alicaídos nobles aún en el poder, impulsando un nuevo modelo
económico apuntalado en la Primera Revolución Industrial: el incipiente capitalismo
industrial. De tal modo el pensamiento moderno del liberalismo se enlaza íntimamente con el
modelo económico capitalista a través del eslabón de la burguesía, pero no va a ser la única
corriente ideológica moderna sino que con la aparición de la clase obrera surgirá otro
modelo ideológico basado en la razón que es el socialismo.

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De este modo la modernidad alumbrará dos teorías básicas que aspiraban a ordenar la
realidad humana desde la razón. Una el liberalismo, otra el socialismo marxista, la primera
tuvo su nacimiento oficial con la Revolución Francesa de 1793, la segunda con la
publicación del Manifiesto Comunista en 1848.
Ambas teorías, ambas ideologías, son hijas de una misma madre: La Razón, y ambas
doctrinas son hijas de un mismo padre: el Iluminismo, sustentados en un mismo objetivo: el
Progreso.
Básicamente la disputa entre liberalismo y marxismo es la disputa entre dos verdades, y ya
se sabe que la razón (como la fe) solo admite una verdad.
El pensamiento racional es el que da origen al pensamiento científico y el objeto de la
ciencia es llegar a LA verdad, la modernidad es un tiempo que aspira a alcanzar la verdad,
por eso sus doctrinas políticas, liberalismo o marxismo, se suponían ambas poseedoras de
la verdad. La modernidad no es una cultura que acepte pensamientos tibios o débiles, es
tiempo de doctrinas sólidas y definitivas.
Era una verdad que el Hombre se realizaba por su trabajo, una verdad asumida tanto por el
liberalismo como por el marxismo, y el trabajo era un verdadero credo en la cultura
moderna. Y el sistema económico del viejo paradigma así lo reflejaba mediante su
organización laboral vertical, jerarquizada y disciplinaria.
Porque esta sociedad moderna era una sociedad disciplinaria, ordenada en base a una
estructura normativa sólida, donde las normas expresaban ese Pacto Social que aseguraba
la convivencia, establecía las funciones y roles de cada ciudadano. Una sociedad con guías
claras y mapas consistentes para vivir en ella.
No había lugar en la modernidad para las aventuras personales que rompieran el molde
establecido, no había lugar para los rebeldes o los locos. La vida diaria también respondía a
este molde disciplinario donde cada quien sabía qué era lo que tenía que hacer dentro de la
institución de la que formaba parte. Una normatividad social por todos aceptada que dejaba
en claro la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, una normatividad
social que privilegia el interés colectivo por encima de los intereses individuales, en la
búsqueda de la totalidad.
No estamos hablando aquí necesariamente de autoritarismo sino de disciplina social, una
organización normativa que reparte premios y castigos, está claramente estratificada, es
vertical y privilegia la idea de unidad, porque otra de las características que asume la
modernidad es su pretensión Universal, se trata de una forma de vida dominada por una
Moral Universal que se presenta como un paraguas que a todos cubre.
En ese marco racional se hace fuerte la dualidad cuerpo/espíritu proveniente del viejo molde
platónico, retomado por el cristianismo y consustanciado en la cultura occidental que la
modernidad hace propia y afinca en el imperativo del Deber. Una realidad binaria, dialéctica,
en la que no hay lugar para terceras opciones: verdadero/falso, masculino/femenino,
crecimiento/decadencia, patrón/trabajador, mayoría/minoría, izquierda/derecha,
salud/enfermedad, natural/artificial, público/privado, etc.
La modernidad no aspira a la diferencia, ni a valorizar lo que hay de diverso en cada uno,
sino a reafirmar el destino común para todos, un destino de progreso, el camino de la utopía,
la visión en el futuro, porque además de la Razón, el otro puntal de la modernidad era el
Progreso, entendido como la dinámica ineludible que impulsa la Historia Humana, cuya
comprensión era de carácter teleológico, no como un regalo de Dios sino como
consecuencia de la voluntad humana.
Por eso el Hombre de la modernidad proyecta, piensa en su futuro, realiza sus actos con
ese objetivo, demora, posterga, resigna el presente en pos del mejor mañana que le espera.
El hombre de la modernidad pospone, no se entrega a la satisfacción inmediata.
Y en esa búsqueda de Futuro, el hombre de la modernidad también rescata el Pasado como
escalón esencial de la escalera del Progreso, porque para subir hacia el mañana es
necesario asentarse firmemente en el escalón previó del ayer. En ese tránsito el tiempo
Presente es simplemente un momento de paso, irrelevante.

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Pero si bien la modernidad concretada socialmente en la disciplina normativa no valora el


comportamiento rebelde, tiene un costado contradictorio en el hecho de que para alcanzar
esa regulación normativa se requiere un comportamiento innovador y transgresor que luego
el mismo sistema se ocupa de apagar. Por eso la modernidad no es una época de
tranquilidad, sino un tiempo de efervescencia, de lucha, de revolución, de conflicto.
Cuando la modernidad apunta al progreso para asegurar el mejor destino de la humanidad,
a lo que apunta es al cambio y la transformación. Y el ícono fundamental de la cultura
moderna es el cambio revolucionario: revolución capitalista, revolución burguesa, revolución
obrera. El economista liberal Joseph Schumpeter acuñó el término “destrucción creativa”
para explicar de qué manera el capitalismo avanzaba, progresaba, destruyendo en su
camino parte de lo que había construido previamente, el mismo estado que Carlos Marx
describía con la frase “todo lo que es sólido, se desvanece en el aire”.
De este modo la idea del cambio forma parte esencial de la modernidad, pero la contraparte
de esto es que una vez que ese cambio se concreta toda esa fuerza revolucionaria se
vuelve conservadora.
La guía de la racionalidad durante la vigencia del paradigma de la modernidad afirma la
preponderancia de lo político (entendiendo lo político como aplicación de la razón humana
en la forma de organización social). La razón por delante de la realidad, incluso la razón
desafiando a la realidad. Es decir, la política construyendo la realidad.
La expresión política del Estado-Nación, institución creada por la modernidad, se encuentra
por sobre los otros factores de poder, el Capital y el Trabajo, los domina y los dirige. Es la
Política, son las ideas, es la razón, lo que rige al mundo moderno.
¿Pero cuándo fue que este sólido andamiaje cultural destinado a darle sentido final a la
Historia humana comienza a dar signos de debilidad? ¿Cuándo la crisis del paradigma
comienza a manifestarse?
La modernidad cultural comenzará a mostrar signos de agotamiento en la primera parte del
siglo XX, aún en los momentos en que se seguía construyendo su edificio social.
Será a partir de acontecimientos trascendentales del siglo XX, como las carnicerías de la
Primera Guerra Mundial, la brutal crisis económica de 1930, el estallido de la Segunda
Guerra Mundial, el Holocausto judío, la detonación de la Bomba Atómica, todos hechos que
llevaron a comenzar a poner en cuestionamiento el destino de progreso que prometía la
modernidad.
Comienza a considerarse que el principio de la Razón moderna que venía a sustituir al mito
se terminó convirtiendo en un mero instrumento perdiendo las virtudes trascedentes de la
propuesta original y sirviendo a su utilización para objetivos menores relacionados con el
control social o el mercado.
La Razón y la fe en el Progreso, pilares del proyecto moderno, fueron puestos en
cuestionamiento al punto de afectar a otra columna vertebral de lo racional: la propia ciencia
y su pretensión de Verdad.
La ciencia física clásica consideraba la materia como impenetrable, el significado de la
misma palabra átomo lo demuestra, la materia indivisible, hasta que a comienzos del siglo
XX se descubre que eso que se consideraba sólido no era más que energía, el átomo no era
una cosa en su sentido material, sino un conjunto de fuerzas. La solidez propia de la
modernidad se sacude, todo era proceso y movimiento.
El tiempo, constante, permanente, cuantificable, surgido de los análisis de Newton, científico
moderno, será demolido conceptualmente a comienzos del siglo XX por un nuevo físico,
Albert Einstein, que demuestra la relatividad del tiempo y, de nuevo, el protagonismo de la
energía. Las ideas modernas de Verdad, Unidad y Absoluto se debilitan detrás del
crecimiento de lo relativo.
Las ciencias físicas también cuestionan la búsqueda de un orden racional definitivo pasando
al desarrollo de nuevas teorías, como la Teoría del Caos o la Teoría de la Incertidumbre1.
1
Teoría del Caos elaborada por Ilya Prigogine, y la Teoría de la Incertidumbre por Werner Heisenberg.

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Allí donde la modernidad buscaba verdades últimas, la nueva ciencia solo ofrece
posibilidades.
Ya no hay una realidad única, fija y cognoscible, solo hay realidades individuales, el mundo
deja de verse como un conjunto de verdades y pasa a verse como un ramillete de opciones
y posibilidades en permanente cambio.
Las soluciones colectivas comienzan a perder confianza en las sólidas construcciones
ideológicas que prometieron el acceso a un mundo de felicidad, igualdad y paz.
A partir de entonces el Hombre moderno comienza a recluirse en un mayor individualismo, y
se produce un lento proceso de reindividualización y descolectivización. El mundo comienza
a proponer soluciones biográficas a lo que son problemáticas sistémicos.2 Todos los
problemas parecen anclar en las particularidades de cada individuo sin importar su
condición, aún cuando esa condición fuera lo social o lo económico. Cada persona pasa a
ser responsable de su suerte, la reindividualización de la unidad colectiva de la modernidad
pasa a ser el sello del nuevo tiempo.
Las sólidas ideologías de la modernidad estallan en un abanico de pensamientos pequeños
y transitorios, muchos juegos del lenguaje describiendo realidades temporales sustituyendo
los grandes relatos de sentido de la modernidad.
Se desmorona el orden racional ante el avance de la espontaneidad del deseo, se
desvanece la idea de progreso como herramienta para construir el futuro, un futuro que se
vuelve amenazante y oscuro y se va disolviendo frente a la cada vez más imponente
presencia del presente.
El futuro se convierte en una gran desilusión y el pasado en una profunda frustración, ya que
como sostiene el historiador Jacques Revel, al no proyectarnos hacia el futuro el pasado se
vuelve opaco, difícil de descubrir.
Así, derribadas las columnas de la Razón y del Progreso, se cierran los caminos de la
modernidad. Caída la razón se entroniza el Deseo, disuelto el Progreso se impone el
Presente.
El viejo paradigma cultural de la modernidad se queda pues sin su soporte cultural y el
nuevo paradigma se afinca en un nuevo sustrato cultural, la posmodernidad, como bautizó
Jean Francois Lyotard a esta nueva cultura, o bien la hipermodernidad, como prefiere
llamarla Gilles Lipovetsky.

CRISIS DEL INDUSTRIALISMO


El título de este apartado no es crisis del capitalismo industrial avanzado sino crisis del
industrialismo, y esto es necesario aclararlo porque no solo entrará en crisis el capitalismo
sino que conjuntamente entra en decadencia el experimento del bloque soviético que había
sido diseñado a imagen y semejanza de la economía industrial, una crisis incluso mayor y
más profunda que la del sistema industrial capitalista.
El Industrialismo es el formato que adopta el modelo económico a partir del siglo XIX, que
en el caso del capitalismo toma un tono avanzado en el siglo XX en el que la industria se
convierte en el factor productivo por excelencia, el factor industrial se transforma en el
principal rubro de generación de riqueza de la economía, por encima de la economía
primaria y los servicios.
Los países industriales se convierten en los países más poderosos del planeta, y todo país
que pretenda ingresar en ese selecto grupo debe involucrarse de lleno en la economía
industrial. Así Estados Unidos y los países de Europa occidental junto a Japón son a
comienzos del siglo XX esos poderosos países industriales, a los cuales se sumará la Unión
Soviética a mitad de siglo.
Después de la Segunda Guerra el comercio industrial y el movimiento de capitales quedó
dominado por los Estados Unidos ya que en 1944 el Acuerdo de Bretton Woods, que creó el

2
Ulrich Beck, citado por Zygmunt Bauman, En busca de la política.

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Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otras cosas había establecido el Patrón Oro de
Cambio a una cantidad fija de 35 dólares por onza de oro para regular el funcionamiento del
mercado financiero, lo cual convertía a la superpotencia norteamericana en el verdadero
actor protagónico de la estabilización de la economía occidental.3
De tal modo antes de 1970 el sistema financiero internacional estaba regido por tasas de
intereses artificialmente bajas mantenidas en esa situación por la Reserva Federal de
Estados Unidos, y estas tasas tan bajas obligaban a los capitales a buscar la inversión
productiva como mejor manera de obtener beneficios, mucho más atractiva que la
especulación financiera. Esta opción por la inversión productiva le da a esta etapa del
capitalismo el sello de la generación de trabajo, pleno empleo y crecimiento económico.
Pero en 1967 este sistema financiero internacional estabilizado sufrió su primer golpe con la
devaluación de la Libra Esterlina, a lo cual siguió la devaluación del Franco y la revaluación
del Marco. La fluctuación en las cotizaciones de las monedas comenzó a quebrar la
estabilidad financiera, que recibió el golpe de gracia cuando en 1971 el entonces presidente
de EE.UU., Richard Nixon, anunció la devaluación del dólar y en los hechos el fin del
sistema que ataba la moneda norteamericana al patrón oro. El dólar quedaba de tal manera
liberado a las fluctuaciones del mercado de capitales.
El acuerdo de estabilización financiera de Bretton Woods había muerto y el sistema
financiero internacional quedaba sometido al libre flujo de capitales sin el anclaje fijo que
representaba el patrón dólar-oro abriendo la puerta a una economía de especulación
financiera, a un cambio de paradigma donde ya no será la inversión productiva el destino de
los capitales, que comenzaron a emigrar entonces hacia el sector financiero.
Mientras que en 1970 el 95% de los capitales existentes en el mundo se encontraban
invertidos en la actividad productiva, hoy, más de 40 años después de la liberalización del
mercado financiero internacional, solo el 5% de los capitales existentes se encuentran
vinculados a esa economía productiva real, el resto busca beneficios en los flujos de la
especulación financiera global.
Coincidiendo con este escenario de cambio se produce el otro hecho que actuará como
detonante del fin del industrialismo: la crisis petrolera de 1973.
En 1973 se produce una nueva crisis política en el Medio Oriente, los países árabes
productores de petróleo echan mano a su gran herramienta de presión política y económica:
la posesión de la canilla que controla el flujo del insumo energético fundamental del sistema
industrial: el petróleo.
Los países productores de petróleo reunidos en la OPEP 4 decretarán un boicot a la
producción del hidrocarburo, vital como el oxígeno para la economía industrial, a fin de
mejorar su posición de negociación al mismo tiempo que forzar el abandono de las
potencias occidentales, especialmente Estados Unidos, de los asuntos del Oriente Medio.
El bajo precio del petróleo apuntalaba el auge del industrialismo, pero a partir del boicot de
la OPEP ese precio se disparó y pasó de 4 dólares el barril a 40 dólares el barril.5
El aumento del precio del petróleo generó una interminable cadena de quiebres en la
economía industrial, que afectó tanto a los países capitalistas como a los socialistas, aunque
el efecto de la crisis se hizo notar esencialmente en los poderosos países industriales en
Europa, en Japón y en Estados Unidos.
El aumento del precio del petróleo elevó de inmediato el costo de las manufacturas ya que
alteró el precio de los insumos energéticos disparando una espiral inflacionaria en todo el
mundo industrial. Ante la crisis productiva los mercados consumidores se contrajeron, la
gente dejó de comprar y la recesión se paseó por todo el mundo a partir de ese momento.

3
En 1950 el 60% de todos los capitales mundiales tenían sede en Estados Unidos, y en 1970 aún el 50% de los
capitales mundiales se encontraban en la potencia norteamericana .
4
Organización de Países Exportadores de Petróleo.
5
Un barril de petróleo equivale a aproximadamente 160 litros.

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Los capitales huyendo de la crisis industrial buscaron refugio en la recientemente promovida


especulación financiera, y el principal origen de estos capitales ociosos procedía de los
países árabes, que merced al aumento de los precios del petróleo recibieron una avalancha
de dinero en sus arcas, volviéndose de repente naciones enriquecidas.
Esa inmensa cantidad de capitales (llamados petrodólares) que comenzaron a moverse de
una parte a otra del planeta6 debían tener un destino, y ese destino ya no sería la actividad
productiva industrial ahora paralizada, sino la especulación financiera típica del nuevo
modelo económico naciente.
La mayor parte de esos petrodólares fueron a parar a los bancos europeos y
norteamericanos, el Citibank por ejemplo, y desde allí ofrecidos en calidad de préstamos
baratos a los países del Tercer Mundo, afectados solo colateralmente por la crisis industrial.
Esta operación de ofrecimiento de préstamos baratos a países periféricos tenía como objeto
no solo darle alguna salida a los capitales acumulados en los bancos, sino también proveer
de poder de compra a los países del Tercer Mundo para poder hacer frente a la compra de
la producción excedente de las recesivas economías industriales del Primer Mundo: nace de
este modo el fenómeno de la Deuda Externa.
Los países periféricos recibieron una impresionante cantidad de dinero barato (a muy bajas
tasas de interés) que por lo general no fue invertido en ninguna capitalización productiva
sino simplemente en la compra de productos importados y en mayor especulación en el
naciente sistema financiero global.7
Así el Tercer Mundo pasó a disponer de “plata dulce” para importar productos industriales de
los países en crisis, pero quedaba un problema a resolver: las fuertes barreras arancelarias
al comercio internacional, propias del antiguo paradigma económico en crisis.
Las barreras arancelarias hacían que el comercio internacional en el siglo XX estuviera
fuertemente restringido, en los países tanto centrales como periféricos predominaban las
políticas de protección a la producción nacional que limitaban la posibilidad de un comercio
global. Se requería por lo tanto estimular una apertura comercial para colocar las
producciones industriales excedentes.
Con la liberación del comercio y un mercado único global se desató una profunda
competencia comercial internacional que derivó en bajas salariales y reducción de los
precios de las materias primas.
La apertura comercial mundial se produjo y barrió con las empresas “no competitivas”,
generando una creciente concentración de capitales en pocas manos de las grandes
corporaciones de los países centrales. Las pequeñas industrias nacionales de la periferia
fueron arrasadas por las más ”competitivas” industrias transnacionales.
La industria nacional de los países del Tercer Mundo comenzó a agonizar a manos de la
invasión de productos baratos de los países centrales basados en bajos costos, mucho más
cuando las industrias, especialmente las norteamericanas buscando trasladarse
internamente de estados con mayor presencia sindical a otros estados con menor presión
sindical, donde es más fácil imponerle condiciones laborales a los trabajadores, y luego
directamente comenzaron a llevar sus unidades de producción al exterior del país en lo que
se dará en llamar procesos de “deslocalización” productiva a los países periféricos con
salarios más bajos.
Después de la apertura del mercado global y la apertura del sistema financiero, el
industrialismo estaba herido de muerte, la generación de riqueza comenzará a migrar desde
las industrias a los servicios.

6
180.000 millones de dólares entre 1974 y 1979.
7
La Argentina es un ejemplo de ello, ya que en 1976 comenzó a generarse la formidable Deuda Externa que se
registra hoy en día, y dio forma al fenómeno llamada Plata Dulce que se instaló en nuestro país a finales de los
70 de la mano de las políticas económicas de la dictadura militar autotitulada Proceso de Reorganización
Nacional.

Claudio Alvarez Terán Página 18


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DECADENCIA DEL ESTADO DE BIENESTAR


El centro de la escena política del viejo paradigma era ocupado por el Estado, que dado su
rol protagónico como proveedor de servicios básicos para la población y de agente
económico en la estructura productiva, recibió el nombre de Estado de Bienestar o Estado
Social.
El Estado de Bienestar jugaba una función reguladora, de arbitraje, entre la ambición del
Capital y las pretensiones del Trabajo, que aceptaban esa función de Poder superior que
ocupaba el Estado, ya que les permitía beneficiarse aún dentro de un escenario de tensión.
Esta participación activa del Estado, como agente rector de todo el funcionamiento de la
sociedad a través de una amplia legislación regulatoria en lo económico, lo social, lo laboral,
lo cultural y lo político, significaba una aceptación tácita de la sociedad a este rol
protagónico, que requería para ello de la persistencia de una gran masa de dinero destinado
al llamado gasto social para su sostenimiento, y ese poderío económico surgía de un largo
período de crecimiento económico del modelo industrialista desde el final de la Segunda
Guerra hasta la crisis del petróleo.
El especialista David Harvey llamará a este modelo el del liberalismo embridado, figura que
se basa en que se trataba de una política capitalista de mercado con fuerte control de parte
del Estado, es decir que el poder económico tenía bridas que lo retenía y esas bridas
estaban en manos del gobierno que conducía el Estado.8
Este Estado Social comenzó a quebrarse con la crisis económica de 1973, momento en que
el Capital se enfrentó a una fuerte caída de la tasa de ganancia y por lo tanto comenzó a
trabajar para romper las barreras regulatorias del Estado de Bienestar y cuestionar su rol
central en el modelo.
El Capital comienza a impugnar el alto grado de poder en manos del Estado Social que
había construido una sólida legislación regulatoria de toda la actividad económica,
legislación que ponía un dique a las pretensiones del Capital de verse liberado de sus bridas
para maximizar sus ganancias, fundamentalmente en lo que hace a la protección de los
derechos del trabajador.
La ofensiva del Capital contra el Estado Social comenzó inmediatamente, situación que se
reflejó en diversos hechos:
 Fin del control financiero de parte de los estados: La desregulación financiera que
supuso la desvinculación del dólar del patrón oro, puso a fluctuar a todas las monedas
del mundo y abrió la puerta a una gran actividad especulativa que rompe las barreras
estatales y hace que los Estados pierdan el control de los flujos financieros dentro de sus
propias fronteras.
 Fin de la industria nacional: Las industrias, en busca de recuperar la tasa de beneficio en
descenso por la crisis comienzan a ajustar sus costos, especialmente los laborales, y
para ello levantan las fábricas de sus territorios y las comienzan a llevar a países donde
los sueldos son más bajos y las condiciones laborales desprotegidas. Este proceso lleva
el nombre de deslocalización. Luego esas producciones baratas comienzan a inundar los
mercados mundiales al desmoronarse las barreras comerciales, y con ello aniquilan las
industrias nacionales.
 Caída de los recursos del Estado: Los Estados ven como progresivamente sus tesoros
comienzan a reducirse en virtud de la crisis económica global dado lo cual disminuye la
captación de impuestos vinculada a una menor actividad productiva (deslocalización
mediante) y de una fuerte retracción del consumo masivo. Con esta disminución en sus
recursos los Estados comienzan a entrar en dificultades para cubrir los gastos sociales
que le daban sentido a su función protagónica en el modelo. Sin la posibilidad de
sostener ese gasto social, el Estado de Bienestar comienza a perder su sentido y
agoniza.
8
Harvey, David, Breve Historia del Neoliberalismo. Madrid, Akal, 2007.

Claudio Alvarez Terán Página 19


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 Deuda externa: Se genera el fenómeno de la deuda, que resultó inicialmente una


financiación barata para los países del Tercer Mundo que recibieron un gran flujo de
dinero a bajo interés, pero con una tasa variable, lo cual constituyó una bomba de tiempo
ya que una década después, en los 80, esa tasa subirá irrefrenablemente y provocará un
quiebre de las economías de los países del sur altamente endeudados y el inevitable
hundimiento de sus Estados de Bienestar.
Estos factores en conjunto produjeron que los Estados Sociales del liberalismo embridado
sufrieran una drástica caída de sus recursos lo cual repercutió en una desmejora profunda
de las prestaciones de salud, de educación, de seguridad y de previsión social.
Sin embargo para que el Estado perdiera su rol central no era suficiente el deterioro
económico, era imprescindible un cambio político. La fuerte regulación normativa propia del
Estado de Bienestar solo podía ser desarmada con una decisión política en sentido
contrario. Es allí donde el Capital comienza a operar sobre ciertos sectores políticos de
manera directa y sobre la población a través de los medios de comunicación, para
convencerlos de la necesidad del cambio.
Como gran parte de los intereses económicos tenían sede en Estados Unidos será el propio
gobierno norteamericano el que comenzará a desarrollar políticas para “asegurar” que los
gobiernos extranjeros acepten liberar sus mercados comerciales y financieros, y esas
políticas no estarán exentas de violencia.
En el caso de los estados latinoamericanos, por ejemplo, ese accionar político del capital
derivo en la batería de golpes de estado que instauró decenas de dictaduras en la región
desde 1973 en adelante. El cambio de modelo para destruir el Estado Social debía ser tan
profundo que solo a partir de dictaduras podría ser ejecutado.
Una vez que las dictaduras cumplieron su “trabajo sucio” serán las democracias
posdictatoriales las que en las décadas de 1980 y 1990 en base a la ideología del
neoliberalismo terminarán de aniquilar el viejo Estado Social y a entregar todo el poder al
Capital.
En esta situación de debilidad, el Estado debió abandonar una a una todas las empresas de
servicios básicos que gestionaba durante el viejo paradigma mediante el expediente de la
privatización a manos del Capital.
Este cambio de modelo produce un giro hacia la ideología neoliberal que se implanta para la
destrucción del Estado Social, y que alimentará la creación de un nuevo modelo económico
basado en 4 pilares:
1. Reducción de costos laborales.
2. Financiarización de la economía bajo el predominio de capitales especulativos
3. Re-regulación. Reforma legislativa tendiente a desarmar toda la estructura normativa del
Estado para que el Mercado controle la economía. Este proceso también se conoce
(erróneamente) como des-regulación.
4. Privatizaciones, transfiriendo las fuentes de generación de riqueza desde el Estado a
manos del Capital privado.
A mediados de la década de 1980 poco existía ya de aquel potente y poderoso Estado de
Bienestar del viejo paradigma, transformado ahora en un Estado pequeño e incapaz de
ejercer su rol regulador sometido a los dictados del Poder económico.
El Poder pasaba de manos del papel protagónico del Estado al arrollador avance del
Capital; al decir de Ulrich Beck, de repente el peón (el mercado) se transforma en alfil,
pudiendo atacar al rey (el Estado) y hacerle un jaque mate.9

REVOLUCIÓN DE LAS TECNOLOGÍAS DE LAS COMUNICACIONES


Todo cambio civilizatorio esconde más allá de las circunstancias políticas o el devenir de los
ciclos económicos un cambio tecnológico profundo.

9
Ulrich Beck, El Poder de la Impotencia

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Análisis del Mundo Contemporáneo

El viejo paradigma se basaba en la tecnología industrial, en el acero como material, en el


petróleo y la electricidad como energía y en el barco, el ferrocarril o la ruta como transporte.
Todo esto va a comenzar a cambiar con las novedades que aportan la revolución de la
tecnología de las comunicaciones.
Esta revolución tecnológica comienza a gestarse con el invento del transistor en 1947,
pasando por el circuito integrado en 1957 y alcanzando su gran salto en 1971 con la
invención del microprocesador por parte de la empresa Intel.
Pero una computadora aislada no hubiera revolucionado el mundo tecnológico de no
contarse con la posibilidad de unir a los ordenadores en red, y esto resulté el detonante que
revolucionó el sistema tecnológico.
En 1969 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos creó el ARPA una red de
comunicación electrónica que con el tiempo daría forma a la actual Internet, a partir de allí
diversos hitos se fueron encadenando y en 1974 se crea el protocolo TCP que servirá de
base a la expansión global de la red Internet, en 1990 se idea el hipertexto y el protocolo de
transmisión http, en 1994 se inventa el primer explorador de Internet, el Netscape, en 1999
se crea el Messenger, en 2005 los usuarios conectados a banda ancha superan a los
conectados vía modem y nace la red social Facebook.
En 1976 dos jóvenes que abandonan la facultad de Harvard, Bill Gates y Paul Allen, fundan
Microsoft, un año después se creó la primera computadora Apple, a lo cual respondió IBM
en 1981 con la generación de su Personal Computer (PC) que por su facilidad de ser
copiada se hizo la más popular en el mundo.
Como se ve no resultará casual que otra vez sea en los comienzos de los años 70 el
momento clave en el que se concentran los cambios. Es allí donde germina el nuevo
paradigma.
A partir de este tiempo la capacidad de los chips fue en una progresiva y arrolladora
multiplicación y su costo en proporcional descenso.10 Precisamente la nueva economía
basada en los procesos informáticos permitirá una abrupta reducción de costos, objetivo
irresistible para la economía del nuevo paradigma.
La robotización llega a límites insospechados, los superconductores se transforma en el
material del futuro, la electrónica como energía y el aire a través del cual se transmiten los
bits de información como el transporte.
Cuando se habla de Tecnologías de la Información y la Comunicación se incluyen en ellas a
la microelectrónica, la informática, las telecomunicaciones, la televisión y hasta la ingeniería
genética.11
Lo que caracteriza a estas nuevas tecnologías es su rápida difusión por todo el mundo, tanto
en el espacio geográfico como en el espacio social, ya que las nuevas tecnologías tendrán
una profunda penetración social, alcanzando todos sus estratos, circunstancia nada común
en la historia. Por eso es que el grado de avance o retraso de una sociedad pasará a
medirse en base al acceso o no de estas nuevas tecnologías y ya no a la existencia o no de
industrias en su territorio, comenzándose a hablar más que de países industrializados y
desindustrializados, de regiones conectadas o desconectadas.
El profundo cambio tecnológico genera una serie de modificaciones prácticas en el campo
económico que impulsa la transformación de paradigma:
1) El cambio del paradigma basado en el petróleo pasa al paradigma basado en la
información.

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En 1970 1 Megabite de DRAM costaba 5.257 dólares, el mismo megabite en el año 2000 tenía un precio de
0,17 dólares. Del mismo modo la velocidad de los microprocesadores desde 1970 se ha venido duplicando cada
18 meses, a razón de un millón de instrucciones por segundo, el procesador 486 a comienzos de los 90 tenía una
velocidad de 50 Mhz en tanto el Pentium III en el año 2000 ya alcanzaba los 500 Mhz y los 3 Ghz del Core i7.
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La ingeniería genética es parte de las tecnologías de la información ya que se trata de decodificar, manipular y
reprogramar los códigos de información de la materia viva.

Claudio Alvarez Terán Página 21


Análisis del Mundo Contemporáneo

2) Se concreta la posibilidad de trasladar el sector productivo de una empresa al otro


extremo del planeta buscando menores costos y aún así mantener una permanente
comunicación con el sector de administración y gestión de esa empresa como si
estuviera uno al lado del otro. Este fenómeno lleva el nombre de deslocalización y
responde habitualmente a la existencia de un centro directivo de una empresa en un
país central y su sector productivo instalado en la periferia.
3) La creación de un circuito de comunicación global en tiempo real por el cual se puede
posibilitar el movimiento de información a nivel planetario, facilitando, por ejemplo, el
libre flujo del capital financiero mundial.
4) Las TICs impulsan modalidades de comunicación novedosas que hacen inoperante el
férreo control que el Estado tenía sobre los flujos informativos en el viejo paradigma. Los
nuevos flujos informativos circulan por redes globales descentralizadas, permiten la
existencia de que los consumidores de información sean también productores de ella,
prosumidores.
5) Las TICs permitieron la reducción de los costos a partir de la automatización de las
industrias (robotización) expulsando a los trabajadores manuales de baja calificación al
desempleo o a los servicios de bajos salarios.
6) La desmaterialización de la producción (miniaturización o invisibilidad).
De todas maneras debe quedar en claro que no es la revolución de las comunicaciones el
factor del cambio, sino que estas tecnologías resultarán oportunas para el tiempo de cambio
al que le brindarán su utilidad a cambio de un fenomenal desarrollo.

CAÍDA DEL BLOQUE SOVIÉTICO


La caída del bloque soviético se produjo a fines de la década del 80, pero su origen se
remonta hasta los años 70.
La desaparición de la Unión Soviética significó el fin de la Guerra Fría y del mundo bipolar,
desarmando de tal manera la estructura geopolítica del viejo paradigma, que a partir de
entonces comenzó a reflejar una nueva geometría, ya no lineal en la que dos polos
enfrentados dividían todos los planos del quehacer ideológico, cultural, económico y político
del planeta.
¿Pero cuáles fueron las razones del desmoronamiento del poderoso bloque soviético que
parece haberse derrumbado en apenas un par de años cuando era considerado, aún por los
analistas occidentales, una realidad inmodificable y eterna?
Al abordar la causa del derrumbe los analistas no se ponen de acuerdo en todas las pautas,
pero lo que está claro es que todo empezó mucho antes que en 1989 y que este bloque
político estaba herido de muerte en su estructura económica.
La URSS comenzó una transformación fundamental de su estructura económica a partir de
1920 produciendo un formidable traspaso de riquezas desde la agricultura a la industria
pesada (acero y maquinarias). Esa industria pesada de base relegó tanto a la producción de
alimentos como a la industria de bienes de consumo y se sostuvo en la producción industrial
militar. De este modo la economía quedó absolutamente centralizada y su desarrollo estaba
guiado por directivas de la burocracia y para lograrlo.
La Unión Soviética estaba en una carrera por alcanzar los índices productivos e industriales
de su rival norteamericano, y para lograrlo su crecimiento económico estaba relacionado con
el volumen de inversión y la productividad de la mano de obra y no con el cambio
tecnológico, lo que se conoció como “Política de las Toneladas” que consistía en medir el
crecimiento económico según las toneladas de acero producidas.
La idea es que la caída se asienta en que mientras el capitalismo industrial avanzado pudo
enfrentar flexiblemente los acontecimientos críticos de la década del 70 construyendo un
nuevo modelo sin dejar de ser capitalista, el socialismo soviético fue incapaz de
reconfigurarse frente a la crisis y se desmoronó como sistema.

Claudio Alvarez Terán Página 22


Análisis del Mundo Contemporáneo

La pretensión del socialismo de enfrentar al capitalismo occidental en igualdad de


condiciones económicas durante la Guerra Fría llevó al bloque soviético a ampliarse en el
mundo ocupando gran cantidad de espacios, sobretodo en el Tercer Mundo, pero dicha
ampliación solo tenía un soporte material: el de la propia Unión Soviética, que cada vez
debía multiplicar más sus obligaciones económico-militares para cumplir su rol de Líder del
mundo socialista.
Se da entonces la paradoja de que cuánto más crecía el campo soviético más se debilita su
núcleo central, la URSS. Por el contrario, el mundo occidental capitalista pese a perder
espacios políticos a manos del bloque socialista ganaba en poder económico. Las
economías occidentales eran cada vez más sólidas.
Y fue esta solidez la que les permitió a los occidentales enfrentar la crisis de los 70 y dar un
salto cualitativo hacia delante con respuestas tecnológicas adecuadas mientras el sistema
soviético no pudo dar esas respuestas.
Según el sociólogo brasileño Helio Jaguaribe las civilizaciones caen al perder el control de
su propio funcionamiento, y las causas por las que se pierde ese control pueden ser la
conquista militar, la pérdida de valores o el desacople tecnológico.
Esta última parece ser una de las razones de la caída de la Unión Soviética.
A partir de 1970 con la llegada de la revolución tecnológica de las comunicaciones, la
importancia de las toneladas comenzó a perder vigencia y la brecha económica entre los
países capitalistas centrales y el bloque soviético, que había llegado a cerrarse, comenzó
incisamente a aumentar.
En 1980 la industria de la computación rusa estaba 20 años atrasada de la japonesa o
norteamericana. Cuando IBM creó su PC la URSS tardó 10 años en producir su propio clon.
Lo mismo sucedió con la programación, ya que se dedicó tardíamente a copiar, sin permiso
legal, el software norteamericano.
En medio de la revolución de las tecnologías de la comunicación la URSS se volvió
tecnológicamente dependiente de los EE.UU.
Cuando el cambio tecnológico impuso la necesidad de la transformación de los
procedimientos de trabajo habituales y cuando se impuso la necesidad de flexibilizar la
dirección de la economía, la rigidez de la burocracia económica socialista centralizada lo
hizo imposible.
Mientras el sistema soviético desalentaba la innovación tecnológica ya que medía los logros
económicos no por su calidad sino por su cantidad, la innovación y la Investigación
comenzaban a gestar la base de la nueva transformación del modelo económico capitalista.
El bloque soviético dominado por el aparato industrial-militar no podía responder a los
desafíos de la crisis, ello produjo una mayor burocratización y centralización del poder en la
URSS, aumentando con ello los grados de corrupción.
La escasez de productos de consumo se convirtió en un denominador común en los años de
crisis de los 70 en la URSS dando forma a una economía negra y sumergida que comenzó a
oradar por dentro la estructura social soviética y generar un desaliento moral en la
población.
Al decir del economista argentino Jorge Schvarzer, “la Unión Soviética podía fabricar armas
nucleares y satélites pero no podía ofrecer un nivel de vida razonable a sus ciudadanos,
menos aún, no sabía ni podía ponerse a la vanguardia de la revolución tecnológica (...) no
puede ser poca cosa que no se conozca ningún producto nuevo, ni medicamento ni equipo
para mejorar la vida cotidiana que se haya forjado durante ese largo período (en el sistema
soviético) en la nación que era considerada la segunda potencia mundial y rival del
capitalismo”.12
La URSS se vio en la necesidad de importar bienes, y solo disponía para pagar esos
productos de materias primas baratas, de esta manera comenzó a sufrir las mismas
desigualdades comerciales que atravesaban los países del Tercer Mundo.
12
En Realidad Económica 201, “De nuevo sobre la Burguesía Nacional”, Jorge Schvarzer.

Claudio Alvarez Terán Página 23


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Además, en 1980 el peso del presupuesto militar sobre el PBI en la Unión Soviética
duplicaba similar medición hecha en los Estados Unidos. El sector militar lo era todo en la
economía soviética y el consumidor no existía como tal.
La lógica soviética del crecimiento cuantitativo de su economía alcanzó sus límites y cuando
debió cambiar por un crecimiento cualitativo que imponía la transformación en marcha no
estuvo en condiciones de hacerlo ya que seguía estancado en la tecnología del acero y el
petróleo cuando el mundo comenzó a virar hacia la electrónica y la biotecnología.
El golpe final se produjo en 1989-1991 coincidentemente con la desregulación financiera
que arrolló el mundo y no se detuvo en los países socialistas, que, como Hungría o
Rumania, habían ingresado al club de los países fuertemente endeudados.
La respuesta soviética ante la crisis fue la apertura económica (Perestroika), pero ya era
tarde, al abrir las puertas del gigante socialista a la inversión capitalista la marea financiera
proveniente de los países ricos destruyó lo poco que quedaba de los cimientos del sistema
soviético, acompañado por un estallido social generalizado. Era imposible ejercer una
apertura limitada a lo económico, al liberar la puerta de la economía por ella iba a pasar la
totalidad del sistema.
La economía soviética fracasó en pasar de un modelo de desarrollo extensivo o uno
intensivo, de uno cuantitativo a otro cualitativo, de uno pesado e inmóvil a otro ágil y
dinámico, y en ese fracaso cimentó su caída y desaparición, oficializada el 8 de diciembre
de 1991, 74 años después de la Revolución de Octubre de 1917.

Claudio Alvarez Terán Página 24

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