Había Una Vez

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Había una vez, en un frondoso bosque llamado Pinar del Silencio, una manada de

lobos que vivía en armonía con la naturaleza. El líder de la manada se llamaba Luna
Plateada, un lobo noble y sabio que velaba por el bienestar de todos.

Un día, un lobo joven y curioso llamado Zafiro Azul descubrió una senda oculta en
el corazón del bosque. Intrigado, decidió seguirla, dejando atrás la seguridad de la
manada. A medida que avanzaba, el bosque se volvía más espeso y misterioso.

Zafiro Azul finalmente emergió en un claro iluminado por la luz de la luna, donde
encontró a una loba solitaria llamada Estrella Nocturna. Era una loba de pelaje
negro como la noche y ojos brillantes como las estrellas. Estrella Nocturna le contó
a Zafiro sobre un antiguo arte perdido, la danza lunar, que permitía a los lobos
comunicarse con la naturaleza de una manera única.

Intrigado por esta revelación, Zafiro Azul decidió aprender la danza lunar junto a
Estrella Nocturna. Durante noches y noches, practicaron movimientos gráciles bajo
la luz de la luna, tejiendo un vínculo especial con la naturaleza que los rodeaba.

Mientras tanto, la manada de Luna Plateada comenzó a preocuparse por la


ausencia de Zafiro Azul. Luna Plateada decidió emprender un viaje para encontrar a
su joven compañero y asegurarse de que estuviera a salvo. Siguiendo las huellas de
Zafiro, Luna Plateada se aventuró más allá de los límites familiares del Pinar del
Silencio.

Finalmente, Luna Plateada llegó al claro iluminado por la luna, donde descubrió a
Zafiro Azul y Estrella Nocturna realizando la danza lunar. La manada estaba
preocupada, pero Luna Plateada observó la armonía que emanaba de la danza y
comprendió la conexión profunda que Zafiro Azul había encontrado.

Convencido de que la danza lunar era un regalo para toda la manada, Luna
Plateada y el resto de los lobos se unieron a la práctica. A medida que la manada
danzaba bajo la luz de la luna, el bosque cobró vida con una energía mágica y
renovadora.

Desde ese día, la manada de Luna Plateada continuó practicando la danza lunar,
manteniendo una conexión especial con la naturaleza que los rodeaba. Zafiro Azul
y Estrella Nocturna se convirtieron en maestros de esta antigua tradición,
enseñando a las generaciones futuras de lobos a honrar y respetar la magia de la
naturaleza. Y así, en el Pinar del Silencio, la danza lunar se convirtió en una parte
fundamental de la vida de la manada, recordándoles siempre la importancia de
vivir en armonía con el mundo que los rodea.

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