La Dolarizacion
La Dolarizacion
La Dolarizacion
Nombre:
Isaac Guzmán Grullón 19-ECTN-3-030
Asignatura:
Contabilidad Bancaria
Tema:
La Dolarización
Profesor(a):
Narcisa Altagracia Reyes Ruiz
Fecha de Entrega:
01-12-2023
Introducción
El presente documento aborda el tema de la dolarización, incluyendo el riesgo de crisis financiera que
ella puede provocar. Este trabajo contiene diversas informaciones sobre el presente tema como
algunas de las ventajas y desventajas, así como también porque la Rep. Dom no puede dolarizar, así
también como el riesgo de crisis que puede haber en el proceso de dolarizar, entre otros temas de
suma importancia.
una dolarización funcionaría como una solución rápida a un problema de larga data en nuestro país,
aunque supone el abandono de cierta soberanía económica, al mismo tiempo que requiere de acuerdos
y reformas institucionales profundas. En este sentido, una dolarización dejaría en evidencia un
problema de igual envergadura que la inflación: la debilidad de nuestras instituciones.
La dolarización
La dolarización estabiliza los niveles de inflación, lo que muy probablemente eliminaría un panorama
de hiperinflación o subidas descontroladas de los precios. Esto último sucede porque al adoptar una
moneda con una trayectoria estable, emitida por un país con una economía sólida, pues genera
confianza en el medio circulante.
Dolarizar también promueve la responsabilidad fiscal, debido a que el Gobierno no cuenta con la
opción de imprimir su propio dinero para financiarse. Es muy posible que el Estado se vea forzado a
influenciar la economía por el lado fiscal, ya que pierde soberanía absoluta sobre sus políticas
monetarias.
La economía del país que emite la moneda puede atravesar por períodos de volatilidad que no
necesariamente estén afectando al país dolarizado. Es decir, para que no ocurra esta situación de
inestabilidad, pues ambas naciones deben tener economías similares. Al perder su facultad de ejercer
política monetaria, el Banco Central no podría intervenir en el mercado durante tiempos de crisis a
nivel local.
Entendemos que es más factible para República Dominicana controlar la tasa de cambio a nivel local
que depender totalmente de un ente regulador foráneo.
El efecto que puede provocar la dolarización, en términos de riesgo, no está explícitamente detectado
en los indicadores financieros utilizados en el presente en la República Dominicana, y dadas las
características que ha adquirido este proceso de dolarización en nuestro país, se juzga conveniente
abordarlo a fin de comprender mejor las implicancias que el introduce en el sistema bancario.
El indicador utilizado hasta este momento, es el que relaciona la cartera en moneda extranjera al total
de la cartera vigente de la banca comercial, lo cual sólo apunta a una magnitud y no es adecuado para
medir el riesgo cambiario de dicha cartera.
Desde el punto de vista estrictamente conceptual, dolarización significa que una moneda extranjera,
en este caso el dólar de los Estados Unidos de América, reemplaza a la moneda nacional en algunas
de las cuatro funciones básicas: medio de intercambio, reserva de valor, unidad de cuenta y patrón de
pagos diferidos.
Comúnmente la dolarización se mide como la razón entre los depósitos en moneda extranjera al total
de los depósitos en el sistema bancario. Esta medición tiene sus deficiencias, dado que asigna igual
peso a los depósitos a la vista, reflejando la dolarización de los pagos, que, a los depósitos a plazo,
reflejando la dolarización financiera. Además, no incluye los depósitos off-shore (transfronterizos o
de ultramar), que constituyen una parte importante de la cartera de los inversionistas en muchos
países. También ignora la tenencia de instrumentos financieros que constituyen una parte substancial
de la cartera del sector privado en países con sistemas financieros más sofisticados. Sin embargo,
tiene el mérito de ser una medición cuyos datos están ampliamente disponibles.
Aunque es difícil establecer el grado en el cual el sistema bancario tenga un descalce importante de
monedas entre sus activos y pasivos, una medida que puede servir con este objetivo es la participación
del sector no transable en el total de préstamos en moneda extranjera. Las firmas que tienen sus
ingresos en moneda doméstica enfrentan un riesgo cambiario al endeudarse en dólares, que se traduce
en un riesgo crediticio para los bancos. Estos préstamos en moneda extranjera al sector productivo de
bienes y servicios no transables aumentarán el riesgo crediticio, porque el costo del endeudamiento
puede no reflejar adecuadamente el riesgo cambiario.
Los depósitos en moneda extranjera pueden aumentar el riesgo de liquidez, si los bancos no tienen
suficientes activos líquidos denominados en moneda extranjera con los cuales hacer frente a retiros
masivos de depósitos. Todo esto conduce a que el riesgo crediticio ha sido subvaluado en sistemas
financieros altamente dolarizados.
Las economías altamente dolarizadas aplican las mismas normas prudenciales a los préstamos en
moneda extranjera y en moneda nacional y en particular, no imponen límites a los préstamos en
moneda extranjera al sector productivo de bienes y servicios no transables. Como resultado de esto, en
muchos países el sector no transable recibe una importante proporción de los préstamos bancarios en
moneda extranjera (a mediados del 2002, más del 66% en Bolivia, 50% en Costa Rica, 60% en Perú y
80% en Paraguay). Tasas de cambio y política prudenciales en países dolarizados han a menudo
inducido a los deudores a subestimar el verdadero costo de endeudarse en moneda extranjera.
Las tasas de interés de los préstamos en moneda extranjera tienden a ser menores a las de los
préstamos en moneda nacional. Los deudores perciben un pequeño o ningún riesgo cambiario, porque
los bancos centrales mantienen sistemas de cambio controlados con muy pocas fluctuaciones, en parte
para proteger el sistema financiero. Al mismo tiempo, la exposición de los bancos al riesgo cambiario
ha sido generalmente limitada por restricciones prudenciales en su posición neta de moneda
extranjera. En esta situación los bancos no han sentido un mayor riesgo cambiario y probablemente
han subestimado este riesgo en la capacidad de repago de los deudores.
• Se elimina la indexación de contratos: Dado que todo el dinero circulante en la economía sería
moneda dura, no se precisa incluir cláusulas de actualización. Por tanto, los resultados externos
(balanza comercial, incertidumbre política, etc.) no tienen efecto en los precios locales (aunque sí en
los bonos, por ejemplo).
• Se comprime la prima de riesgo: La tasa de interés que pagan los bonos contempla una prima de
riesgo cambiario (elemento más abultado en países como Argentina). Dolarizar eliminaría este
componente, por lo que se abarataría el costo de endeudamiento. Esto aplicaría tanto para el sector
público como privado.
• Altas tasas de crecimiento: Eliminar la inflación y el riesgo cambiario hace que el costo de
financiamiento disminuya vertiginosamente, por lo que el crédito se abarataría exponencialmente,
permitiendo a la economía encarar nuevos proyectos productivos y así crecer. Estos efectos en la
economía real se trasladarán al mercado financiero, elevando el precio de las acciones y bonos
argentinos, fomentando el ingreso de capitales externos al país.
Desventajas
• Se pierde el prestamista de última instancia (desaparece el banco central): La principal función de un
banco central es preservar el valor del dinero (léase, inflación baja) y garantizar la liquidez necesaria
al sistema bancario. Dado que este último se caracteriza por ser de encaje fraccionario (los depósitos
están prestados y así sucesivamente, reservándose los bancos sólo una fracción para contingencias), el
banco central se posiciona como la única entidad que saldría a proveer liquidez a los bancos ante un
pánico financiero que lleve al retiro masivo de depósitos. Sin un banco central que provea liquidez en
estos escenarios, los bancos podrían quebrar, millones de pesos/dólares en ahorros desaparecer y se
generaría una falta de liquidez global en el sistema que podría llevar a una severa recesión (Ej.:
Depresión de 1930, EEUU).
• Ajuste de balanza de pagos a la Hume: David Hume (1711-1776) estudió los fenómenos monetarios
durante el mercantilismo y concluyó que cuando una nación vendía más mercancías a otros países, se
generaban ingresos extraordinarios de oro, lo cual aumentaba la renta y el dinero circulante en la
economía local, redundando en un aumento de los precios (la oferta no lograba aumentar su
producción tan rápido a lo que crecía súbitamente la demanda, por lo que los mercados se vaciaban
vía ajuste de precios). El modelo predecía que, al período siguiente, las exportaciones disminuirían
por el aumento de los precios y así los ingresos de oro al país, por lo cual en términos reales habría
menos dinero circulando en la economía. Ello llevaría a una recesión que deprimiría los precios y
estimularía las ventas en el período subsiguiente. Por tanto, la conclusión serían períodos de
expansión-recesión. Así operaría una economía dolarizada. Los períodos de recesión se pagan con
ajustes en el nivel de actividad: salarios o puestos de trabajo, lo cual tiene su impacto a nivel consumo
y, consecuentemente, PBI. Incluso más, en presencia de sticky prices la recesión se espiralizaría y
profundizaría. En otras palabras, se pierde el amortiguador o estabilizador automático que brinda el
tipo de cambio.
• Requiere reformas paralelas (mercado laboral): Los consecutivos períodos de alta inflación argentina
han sido pagados con una caída de los salarios reales. Es decir, la inflación licuó los aumentos
salariales, disminuyendo el salario real. En tanto, los años de recesión son pagados, en parte, por los
salarios (precio de la mano de obra). Al dolarizar, no se podría lograr este efecto en tal magnitud, por
lo que el resultante sería el despido.
• A qué cotización se logra la dolarización: Con la cantidad de dinero circulante y de pasivos del
BCRA, dolarizar la economía con el nivel actual de reservas netas implicaría valuar salarios y precios
a un tipo de cambio aproximadamente de $4.315 por dólar. Caso contrario habría que pedir prestados
41.000 millones de dólares para dolarizar a un tipo de cambio de $200 y luego devolverlos.
Conclusión