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Persona y personalidad según San Juan de la Cruz

José María Montiu de Nuix

Mostraremos aquí como en la obra mística del Doctor de la Iglesia


San Juan de la Cruz subyace una teoría filosófica sobre la persona y la
personalidad humana1.

I. La experiencia mística
En primer lugar, conviene indicar que entendemos por experien-
cia mística. Ella es un “conocimiento experimental de las profundidades de
Dios, o de pasión de las cosas divinas, que conduce al alma, por una serie
de estados y de transformaciones, a experimentar en el fondo de sí
misma el contacto con la deidad, y a ‘sentir la vida de Dios’”2.
Sobre la experiencia mística subrayemos o advirtamos ya en este
momento las dos cosas siguientes: 1) El alma llega a un cierto “culmen”
en la experiencia mística, pero para ser capaz de la misma ha de recibir
una depuración de aquello que impide una mayor unión con Dios y 2)
en la experiencia mística lo principal es siempre la acción de Dios so-
bre el alma.
Atendido a lo que es la experiencia mística y al dinamismo corres-
pondiente, para referirnos a ello de un modo pedagógico pero excesi-
vamente simplificado y, por tanto, de manera algo inexacta, podemos
decir que estamos tratando del “esfuerzo metódico del alma individual,

1. Esta tesis ya fue afirmada y desarrollada por el Dr. Manuel García Morente
en su conferencia “La idea filosófica de la personalidad en San Juan de la Cruz”.
Nuestra exposición aunque se beneficiará de la antedicha conferencia, no obstante,
no coincidirá plenamente con algunos de los contenidos y de las formulaciones de
la misma.
2. J. MARITAIN. Distinguir para unir o los grados del saber, Club del lectores,
Buenos Aires, 1968, 416.

Espíritu LIX (2010) · nº 139 · 249-254


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ayudada por los auxilios espirituales, para depurar sucesivamente los


contenidos de la conciencia del alma; depurarla sucesivamente en un lí-
mite progresivo, hasta llegar al estado de perfección y unión con Dios
más íntima a que puede llegarse en este mundo”3.
Notemos también que esta última afirmación, aunque no del todo
exacta, nos será pedagógicamente útil para nuestros objetivos en cuan-
to fuente de inteligibilidad inicial y, a medida que avancemos en nues-
tra exposición, se irá perfilando y modificando implícitamente para
adecuarla a una mayor exactitud.

II. El dinamismo relativo a la experiencia mística


Supuesto este estado de la cuestión, de un modo un tanto simplifi-
cado y pedagógico, podrían señalarse tres elementos en el itinerario ha-
cia la mística o dinamismo relativo a la experiencia mística. Estos son
los siguientes: un punto de partida, un camino y un punto de llegada.
Consideraremos en primer lugar el punto de partida. El alma que
tiene una cierta tendencia natural a la extroversión, puede llegar un
momento en que realice una introspección y note que está llena de
manchas e imperfecciones y, entonces, auxiliada por la gracia divina
puede decirse: Yo no quiero ser esto. Entonces, puede iniciarse el ca-
mino de la conversión. Así, en el punto de partida puede encontrarse
una triple condición que dice referencia a un exceso de mundo y de
mundanidad en el alma. Advirtiendo entonces uno mismo que “el al-
ma está, primero, atada al mundo, a la realidad sensible, a todo eso
que nos rodea; segundo, vestida con todo el ropaje suntuoso de la
mundanidad, con todos los apetitos y pasiones del mundo; y, en tercer
lugar, llena de mundanidad, llena de objetos empíricos, limitados, fini-
tos”4. La triple condición sería pues estar respecto al mundo atada, lle-
na del mismo y mundana5.

3. Cf. M. GARCIA-MORENTE, La idea filosófica de la personalidad en san Juan de la


Cruz, M. GARCIA-MORENTE. Obras Completas, II/2, Fundación Caja de Madrid y
Anthropos, Madrid, 1996, 365. El Dr. Manuel García Morente en este punto no
afirma las acotaciones con las que hemos rodeado su cita, siendo pues para él su
significado algo distinto del que nosotros aquí afirmamos.
4. Ibidem, 365.
5. Llegados a este punto y, para abundar en mayor claridad, notemos que
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Consideremos, en segundo lugar, el camino. Éste no puede ser otro


que el de la depuración o purificación, vía hacia una plenificación de lo
esencial al propio ser, crecimiento del propio ser personal. Camino as-
cético, en el inicio del cual ya resulta muy importante la penitencia vo-
luntaria. Hay que domar al alma, hay que alcanzar un dominio de sí
mismo. No parece que al principio de este proceso suelan darse efec-
tos extraordinarios de la gracia, pero puede llegar un momento en que
estos aparezcan. En este camino, de algún modo, podemos señalar las
dos etapas siguientes: la depuración del sentido o noche oscura del
sentido y la depuración del espíritu o noche oscura del espíritu. Pues,
después de que se haya depurado todo lo concerniente al sentido, que-
da aún por purificar adherencias que se dan en el espíritu.
Consideremos en tercer lugar el punto de llegada. Éste es la expe-
riencia mística. El hombre se ha negado a sí mismo, se ha vaciado de
sí, con lo cual ha adquirido una capacidad para poder llenarse de Dios.
Se ha negado también la mundanidad. El alma está ya vacía y desnuda,
no atada al mundo sino totalmente desasida del mismo y se ase, viste y
llena de Dios, a quien abraza, por acción de Dios. El alma ya llama de
amor, puro amor a Dios. Se tiene que “este matrimonio espiritual, esta
conjunción y unidad transforme tan profundamente al alma, que la
asimila, la hace semejante a Dios, la endiosa”6.
Cabe advertir que esta unión profunda que se da en eso que los
místicos llaman matrimonio espiritual entre el ser humano y Dios no
es afirmación del panteísmo, sino que “(...) el alma, aún en los instan-
tes de más unión con Dios, conserva su propia individualidad”7.

III. La noción de persona


Llegados a este punto es preciso considerar que entendemos por el
término “persona”. Boecio había definido la persona como “Rationalis

aquí se trata de que aunque el mundo en sí mismo es bueno, no obstante, se ha


constatado la existencia, por parte del hombre, de un desorden moral personal y
de que se ha introducido una limitación no conveniente en relación al mundo o
un no haberse relacionado adecuadamente con el mismo.
6. M. GARCIA-MORENTE, La idea filosófica de la personalidad en san Juan de la
Cruz, 368.
7. Ibidem, 368.
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naturae individua substancia” (Substancia individual de naturaleza ra-


cional)8, pero Santo Tomás mejoró dicha definición afirmando que
persona es “Distinctum subsistens in aliqua natura rationali” (Persona
es el subsistente distinto en naturaleza racional)9.
El Dr. Manuel García Morente al tratar de la persona humana
adulta en estado consciente cuando la misma se halla ocupada en el
ejercicio del dinamismo antedicho y también cuando está en la misma
vivencia de la propia experiencia mística, logra aproximarse un tanto a
la definición anterior intentando una definición o descripción de la
persona humana, que es la siguiente: “Esa unidad, esa individualidad
del alma que conserva su propio ser individual tiene en la filosofía un
nombre. Ese nombre es persona. (...). Así, podemos definir a la persona
diciendo que es la sustancia individual provista de vida y de razón,
provista de conciencia”10.

IV. Teoría de la persona y de la personalidad humana


Según veremos, la transposición o transporte del dispositivo místico
de san Juan de la Cruz al ámbito filosófico nos permitirá obtener una
teoría filosófica de la personalidad. Es lo que ahora vamos a exponer.
Uno, de sí mismo, puede decir lo siguiente: soy y no soy el mismo
de hace años. Pues, soy la misma persona a pesar de todos los cam-
bios ocurridos durante el transcurso de lo que llevo vivido. Cuando
soy adulto no soy el niño ni el joven que era antes, pero sigo siendo la
misma persona. No soy ya el sujeto niño, ni el sujeto joven, sino el su-
jeto actual, adulto, pero sigo siendo la misma persona. Ha permaneci-
do la persona aunque se ha sucedido el sujeto niño, el sujeto joven, el
sujeto adulto.
La ascesis y la mística de San Juan de la Cruz es portadora de un
descubrirse el hombre en su verdad como esa persona que subsiste en
medio de los cambios. Así, el hombre llega a devenir más consciente
de su ser personal.

8. BOECIO, Liber de persona et duabus naturis, ML, LXIV, 1343.


9. SANTO TOMAS. De Potentia, q. 9, a. 4, in c.; Cf. J. M. MONTIU., “Reseña de
E. FORMENT GIRALT: Personalismo medieval”, en “Espíritu” 127 (2003) 142s.
10. GARCIA-MORENTE, La idea filosófica de la personalidad en san Juan de la Cruz,.
368.
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Dejando a salvo la igualdad en la dignidad personal de todo ser


humano11, se puede afirmar que la persona humana en el transcurso
de su historia vital, en cierto sentido, ha de alcanzar ser más persona.
Nos encontramos pues aquí en un punto de partida, necesidad de un
cambio.
Hacerse más persona requiere hacerse menos mero individuo de
la especie o, dicho en otras palabras, ser menos mero sujeto. En el
lenguaje de la ética y también en la expresión vulgar se podría incluso
afirmar que no se ha de ser “sujeto” sino persona. En cierto sentido
se podría pues decir que se ha de despojar al hombre vivo de lo que
tiene de sujeto para destruirlo, es decir, para que emerja la persona
como de crisálida. Pero, para acrisolar esta persona se requerirá de
una depuración, de una plenificación de lo que la persona es, una pu-
rificación del propio ser personal. El camino del dinamismo es pues
el proceso depurador.
En el punto de llegada encontramos al hombre deshojado de lo que
le impide ser más persona y que entrega su persona al amor de Dios. El
hombre realiza así la dimensión relacional de su persona como ser para
Dios. Se trata aquí de la vivencia profunda de la relación personal del
hombre con respecto a Dios, ser personal. Amor personal en el alma
que ha visto aumentada su capacidad de amar por el vacío o el desha-
cerse de las adherencias que no convienen a su ser personal. Con una
formulación peculiar, pero muy sugerente, ha intentado expresarlo el
Dr. Manuel García Morente diciendo lo siguiente: “Despojar al hombre
vivo de lo que tiene de sujeto para destruirlo y entregar la persona al
amor de Dios, esto es, en resumen, la disposición del concepto místico
en san Juan (de la Cruz). Nos ha bastado transportar toda la doctrina de
san Juan (de la Cruz) a la tonalidad musical de nuestra alma humana
para tocar una profunda teoría filosófica de la personalidad. No dice
esto san Juan (de la Cruz) en sus escritos, pero su dispositivo está mon-
tado en ese invisible esqueleto de la teoría de la personalidad”12.

11. Llegados a este punto, es preciso recordar, al hilo de esta exposición, que
todo ser humano desde el momento de su concepción, que es el de su fecunda-
ción, es persona y tiene la misma dignidad personal. Y, por lo mismo, el aborto
provocado es siempre un asesinato.
12. GARCIA-MORENTE, La idea filosófica de la personalidad en san Juan de la Cruz ,
369s.
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V. Conclusión
Así pues, la noción de persona humana entendida como subsisten-
te distinto en naturaleza humana, subyace en los escritos místicos de
San Juan de la Cruz. Aunque la misma se halle más bien sugerida des-
de una óptica más descriptiva y dinámica, más en su vertiente de len-
guaje místico que de formulación metafísica.
Una vez obtenida esta noción de persona humana, fluye de la misma
una teoría filosófica sobre la personalidad. Pues, aunque, obviamente, el
dispositivo místico de San Juan de la Cruz pertenece al ámbito de la so-
brenaturalidad, no obstante, el mismo tiene cierta correspondencia con
el siguiente esquema filosófico sobre la personalidad: el hombre deshace
en él lo que de tal manera pertenece a su condición de mero sujeto que
le impediría ser persona en plenitud y, una vez deshecho, entrega su per-
sona al amor de Dios.
La noción de persona es de índole filosófica, pero ha penetrado en
la filosofía gracias a aquella única religión verdadera que a su vez dis-
pone de la verdad de los dogmas trinitarios y cristológicos. Así pues,
este concepto de persona humana recibe también raudales de luz gra-
cias a la mística. También en este punto, ser hijo de la Iglesia, con vi-
bración mística y con una sujeción al Magisterio de la Iglesia, resulta
muy iluminador.
DR. JOSE MARIA MONTIU DE NUIX
Miembro de la SITA, sección de Barcelona

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