Huertos Escolares: Pedagogía y Emancipación Popular

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La Escuelita Agroecológica

por CIRDAC

Huertos escolares:
pedagogía y emancipación popular

Cuaderno 2
Le canto a las plantas
para que crezcan,
para que bailen.

Dibujos: EP Cárdenas

El Centro de Investigación y Recursos para el Desarrollo A.C., a


través de su programa de formación sociopolítica denominado
La Escuelita Agroecológica, pone a disposición de todas aquellas
personas militantes en procesos de defensa del territorio frente
al agroextractivismo, esta serie de cuadernos para la
emancipación popular. Se aclara que estos documentos no son
guías, ni manuales, son consejos e ideas que emanan de la
reflexión profunda de una realidad asfixiante, y que pueden
servir para la discusión y acción colectiva de los pueblos.

Everardo Pérez Cárdenas


Director General
2022

CIRDAC. (2022). Huertos escolares: pedagogía y emancipación


popular. CIRDAC, Guadalajara, Jalisco
Índice

El huerto escolar:
una herramienta de poder 1

La comunidad escolar:
la base de todo 6

Vinculación comunitaria:
reconocerse en el otro 10

Huerto escolar y derechos humanos:


emancipación y poder popular 15
El huerto escolar:
una herramienta de poder

Crear un huerto escolar, es el acto político más


significativo que pueda ejercer una comunidad
que está defendiendo su territorio. Compartir,
dialogar y reflexionar junto con las niñas, niños
y jóvenes sobre
cómo gestionar
los recursos
naturales de uso
común, y cómo
esto puede

garantizar los derechos humanos a la


alimentación, salud y medioambiente sano, es
el inicio de un proceso formativo de largo
alcance. Es sentar las bases para la construcción
de nuevas ciudadanías. Más cuando las
afectaciones de la agroindustria a la salud
humana y ambiental, por el uso de

1
agroquímicos, están siendo justificadas como
errores humanos, y no reconocidas como
efectos perversos del agroextractivismo.

Empero, iniciar un huerto escolar no es fácil, ni


sencillo. Mucho menos, el hecho de
mantenerlo activo. Lograr ello implica que toda
la comunidad se involucre.

La responsabilidad
de un huerto
escolar no recae
sólo en las alumnas
y alumnos, o en las
maestras y
maestros, mucho
menos en las personas encargadas de la
dirección y administración de los centros
educativos. Es la comunidad, en su totalidad, la
que debe participar, colaborar en su hechura y
gestión.
Pero ¿cómo lograr ello? Pensando en colectivo
y en el futuro. Cabe matizar que el futuro es
desde el acto siguiente y hasta cómo queremos
vivir.

Un huerto escolar puede ser una herramienta


de poder, un medio para
alcanzar cambios profundos
de largo alcance. Más por lo
que implica su puesta en
marcha: deconstruir los
procesos de enseñanza-
aprendizaje tradicionales e
institucionales, a la par de establecer vínculos
comunicativos intergeneracionales.

Poner en el centro de todo proceso de defensa


del territorio a las nuevas generaciones, es
proteger la vida, es apostar por la continuidad
de la comunidad, bajo otros términos, bajo
otros principios. Por ello, crear un huerto
escolar no es sencillo. Tomar una decisión de
tal magnitud, implica una toma de conciencia
de lo que está en juego: cambiar las
condiciones de existencia o proseguir con las
cosas tal cual están.

Es decir, un huerto escolar no sólo es aprender


a producir alimentos. Pensar así es minimizar su
potencialidad, es reducir la mirada sobre sus
alcances. Un huerto escolar es una
herramienta pedagógica emancipatoria, dado
que, al producir alimentos, nos producimos
como seres capaces de alimentarse con cosas
que nutren, de cuyo proceso tenemos control.
Aunado a esto, con él y en él se forman nuevas
ciudadanías, con valores y principios distintos a
los promovidos, e impuestos, por la
agroindustria y gobiernos sobre lo que se
entiende por producción, comercialización y
consumo de alimentos. Más aún, el huerto
escolar es un ámbito de comunidad, un lugar
de libertad, un espacio para potenciar la
creatividad humana.

Así, al iniciar un proceso de creación y


mantenimiento de un huerto escolar, es
necesario preguntarse lo siguiente: ¿por qué y
para qué hacerlo? ¿Qué tipos de beneficios
trae un huerto escolar para la defensa del
territorio? Y principalmente ¿qué implica
hacer, tener y mantener un huerto escolar?
La comunidad escolar:
la base de todo

Dar respuesta a dichos cuestionamientos no es


tarea sencilla, dado que, implica un proceso
pausado de reflexión-acción. La persona o
colectividad que promueve la creación de un
huerto escolar debe socializar la idea al interior
de la comunidad escolar. Es ella la que debe
apropiársela, hacerla suya. Si no acontece esto,
el fracaso es seguro.

Es necesario entender que toda comunidad


escolar arrastra una serie de presiones y
problemas que han desvalorizado el papel y
utilidad de quienes la integran. Existen
identidades impuestas que han hecho daño
tanto al alumnado, como a los docentes,
directivos y personal administrativo. Desde ser
personas corruptas, hasta peligrosas, pasando
por holgazanes. Estigmas que han desgastado

6
el acontecer cotidiano dentro de los centros
educativos. Sumado a ello, existe una carga
laboral insostenible hacia los docentes que ha
afectado el desenvolvimiento del proceso de
enseñanza-aprendizaje. Entre llenar formatos,
hacer informes, planeaciones, y adecuarse a los
contextos externos de crisis: salud, violencia,
migración forzada, entre otros.

Por todo esto, el primer paso a dar en la


creación de un huerto escolar es: revalorizar el
papel transformador y creativo de cada uno de
los integrantes de la comunidad escolar. Es
decir, darles su lugar en los procesos de cambio
profundo.
En segundo término, es
identificar la utilidad del
huerto escolar en los
procesos de enseñanza-
aprendizaje acontecidos
en el aula. Para ello, es
necesario hacer un cruce
entre los planes
curriculares y las
actividades que supone el manejo y
mantenimiento de un huerto. Es hacer visible,
mediante la reflexión colectiva, aquellas
actividades que se puedan hacer en el huerto
para facilitar un aprendizaje significativo. Así,
asignaturas claves para el desarrollo cognitivo
de los estudiantes, como son español,
matemáticas y artes, pueden
aprovecharse de mejor
manera si se emplea al huerto
escolar como una
herramienta pedagógica.
Esto no significa que todas las actividades del
aula se lleven a cabo en el huerto. Contrario a
ello, es diseñar en colectivo un calendario de
actividades, tomando en cuenta el clima, los
planes curriculares, el aprendizaje esperado, los
insumos o materiales de clase, el horario y,
principalmente, a las y los estudiantes.

Este ejercicio tendrá como resultado la


vinculación entre los planes curriculares y las
actividades de manejo del huerto escolar.
Vinculación comunitaria:
reconocerse en el otro

Un huerto escolar es una herramienta


pedagógica que permite potenciar la
capacidad creadora e imaginativa tanto de las
y los estudiantes, como de las y los maestros, y
del cuerpo directivo y administrativo. Para los
primeros, implica significar, aplicar y expandir
los conocimientos,
sean adquiridos o
aprendidos. Para
los segundos, es
pensar y diseñar
sus estrategias
educativas fuera
del aula. En cuanto a los terceros, es aprender y
fortalecer los procesos de gestión de recursos,
así como generar nuevas formas de vinculación
comunitaria.

10
Si bien, un huerto escolar es una herramienta
pedagógica, ésta no se limita a los procesos de
enseñanza-aprendizaje acontecidos dentro de
un centro educativo.
También sirve para
los procesos de
socialización de la
cultura, la historia y,
sobre todo, las
estrategias de
defensa del
territorio por parte
de la comunidad. De
allí la importancia de la vinculación más allá de
la comunidad escolar. Es abrir las puertas,
desde el huerto escolar, para la incorporación
de los saberes locales en los procesos de
enseñanza-aprendizaje. A la par de articular los
procesos productivos, de circulación y consumo
de los alimentos tanto al interior de la escuela,
como con el exterior. No obstante, para lograr
ello es necesaria la participación, primero, de
las mamás, papás y tutores, pues de ellos
dependerá el manejo agroecológico del
huerto. Y, segundo, de los vecinos del centro
educativo, pues ellos serán los principales
aliados de la comunidad escolar.

Crear y manejar un huerto escolar implica un


ejercicio comunitario de co-responsabilidad. A
la par de un proceso de auto-formación en
temas diversos, como son: nutrición, salud,
alimentación, administración de recursos,
organización, cooperativismo, producción y
cosecha de alimentos.
Por ello, es necesario
reconocer y vincular a
los miembros de la
comunidad extendida,
pues sus
conocimientos, saberes, experiencias y
vivencias son el soporte, no sólo para la
formación de nuevas ciudadanías, sino también
para la construcción de una comunidad fuerte y
la rescritura de la historia en común.

En este sentido, un huerto escolar es un


laboratorio social, ambiental y político que
articula, por un lado, motivaciones, intereses,
necesidades, esperanzas; y, por el otro,
generaciones, temporalidades y espacialidades.
En el huerto escolar acontecen dos procesos
formativos. En el primero de ellos, se
reconstruyen los
actos de enseñanza
formales: de ser una
transacción bancaria,
deviene en un
diálogo creativo-
reflexivo. En cuanto al segundo, se resignifica la
historia en común a partir de la convivencia y
el compartir en comunidad: recetas, saberes,
experiencias, recuerdos, vivencias y, sobre
todo, esperanzas. Dando como resultado, la
construcción de una niñez y juventud crítica-
proactiva, consciente de su historia, entorno,
contexto y situación actual.
Huerto escolar y derechos humanos:
emancipación y poder popular

Un huerto escolar es una herramienta


multifuncional. Con él y en él se forman
personas con buenas relaciones, con una
alimentación sana, que rescatan los saberes de
los abuelos y los ponen en práctica para
transmitirlos después a sus nietos, a la par de
nuevos caminos para la autonomía y soberanía
alimentaria de la comunidad. Asimismo, es un
instrumento aglutinador de ideas-esperanzas y
voluntades.

15
Cabe aclarar que, un huerto escolar no debe ser
pensado sólo para producir alimentos.
Contrario a ello, es una herramienta
pedagógica a la par de un nuevo ámbito de
comunidad. En él se construye una nueva
sociedad, así como una nueva forma de hacer
valer tres derechos humanos fundamentales
para cuidar, preservar y potenciar la vida: a la
alimentación, la salud y al medio ambiente.

En comunidad, al reflexionar desde el surco,


sobre las formas a partir de las cuales la
comunidad los ejerce y el Estado los garantiza,
es posible desplegar una serie de acciones que
sirvan como base para la autodeterminación
popular. Más cuando lo acontecido en el huerto
escolar se articula con los diversos procesos
emancipatorios acaecidos en el territorio, sean
de origen campesino, estudiantil, feminista,
indígena, urbano, etc. Cada uno de ellos son
pasos para la autonomía, para la soberanía del
pueblo.

La importancia de un huerto escolar es que en


él convergen diversas generaciones con el
objetivo de aprender, socializar y reflexionar
sobre las formas locales de gestión de los
recursos de uso común, bajo la perspectiva de
los derechos humanos a la alimentación, la
salud y al medio ambiente. Siendo esta
actividad la base de todo proceso comunitario
de toma de conciencia.
Así, pues, crear un huerto escolar es un reto,
por ello no es una actividad que hagan los
promoventes en solitario. Es un lugar de
encuentro comunitario y de formación social
intergeneracional. En él se cuestiona la
situación actual de la comunidad, su sistema
alimentario y las formas de gestión de los
recursos de uso común. A la par de fomentar la
discusión y reflexión sobre las estrategias
comunitarias tendientes a alcanzar la
autonomía y soberanía local; y los modos en
cómo se ejercen y garantizan los derechos
humanos en el territorio. Y, lo más significativo,
en él se crean nuevas ciudadanas y ciudadanos
con criterio propio y actitud pro-activa.
La Escuelita Agroecológica
por CIRDAC

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