El Coraje de Ser Castos Groeschel

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EL CORAJE DE

SER CASTO
Benedict J.Groeschel, C.F.R
Benedict Groeschel 1

Benedict J.Groeschel, C.F.R

El coraje de ser casto

(Título original: “The Courage to be Chaste”


Paulist Press, New York 1985)

Traducción del P. Miguel Angel Fuentes, I.V.E.


Ad usum privatum

Nota importante: está prohibida la difusión de esta traducción


hasta que se obtenga el permiso del autor
Contenido

Introducción
por Dra. Susan Annette Muto

Prefacio

Parte 1: El desafío de una vida casta

1.Vivir una vida soltera casta en el mundo actual


2. Entendiendo la elección de una vida célibe
3. La sexualidad en una vida soltera casta

Parte 2: Sugerencias para una vida soltera casta

4. Problemas sexuales de personas solteras y algunas soluciones


5. Una vida soltera con estilo
6. El lado oscuro y el lado luminoso
7. Castidad y Espiritualidad
Introducción

por Dra. Susan Annette Muto

El misterio de la vida soltera1 se manifiesta en la belleza única de cada


persona y de modo especial en el estilo de vida de la persona que es
soltera ya sea por elección o por las circunstancias de su vida. En mi libro
Celebrando la vida soltera (Celebrating the Single Life, Doubleday, 1982)
basándome en mi experiencia personal traté de subrayar los limites
reales y las posibilidades gozosas de ser célibe en el mundo. El objeto
principal propuesto en ese estudio fue esbozar los obstáculos interiores y
exteriores que impone el vivir la soltería y sugerir medios que faciliten
más el gozar del propio estado de soltero que el lamentarse de él.

Mientras Celebrando la vida soltera ofrecía los principales lineamientos de


espiritualidad para personas solteras en el mundo actual, este libro
escrito por el padre Groeschel se explaya sobre un factor característico
de la vida célibe: el amor casto. Es inmensamente reconfortante ver que
el autor describe una y otra vez a la persona soltera como cálida, tierna,
compasiva, amigable, dedicada y gozosa. El padre nos advierte contra
una visión triste y autocompasiva de la soltería, que funestamente puede
buscar paliativos en relaciones inmorales y sin compromiso; él subraya
acertadamente la vida de castidad como dinámica, valiente y de auto
entrega.

Su observación, apoyada por la investigación actual, postula que la así


llamada “revolución sexual” está en decadencia y que la gente está
buscando una vez más valores trascendentes junto a los compromisos de

1
* Nota del traductor: con el término vida soltera, soltería, etc. he traducido el
“singleness” inglés. Muchas veces la expresión es desbordada por la idea que
subyace en ella pues puede referirse tanto a la persona soltera propiamente dicha
como al célibe (entendiendo por éste al que ha hecho promesa o voto de celibato
casto), también puede referirse al que ha quedado “solo” a causa de la muerte del
cónyuge o de una separación matrimonial. Por tanto, téngase en cuenta que
puede designar a cualquiera de estos estados.
2 El coraje de ser castos

castidad soltera y de fidelidad matrimonial que los acompañan. Este libro


intenta animar a quienes transitan el camino de una soltería
comprometida y confirmar a los que han optado por esta forma de
discipulado como respuesta a la gracia de Dios2.

Es un hecho de nuestro tiempo el que para algunas personas la


preocupación por la sexualidad pesa más que el tema de la espiritualidad.
Su “dios” es la gratificación personal. Se jactan de sus conquistas al
modo de un don Juan. Pero esta mentalidad del “encuentro de una
noche” es, en última instancia, una prueba de su degradación. No sólo se
arriesga la perdida permanente del auto respeto, sino que también se
puede terminar totalmente solo, sin amigos, sin lazos familiares y, lo
peor de todo, sin Dios.

Para demostrar esto el Padre Groeschel presenta a lo largo de este libro


la experiencia de San Agustín. Muestra cómo la inclinación de San
Agustín hacia el placer vital separado del Trascendente lo arrojó en una
profunda confusión, oscuridad mental y casi en la desesperación. Recién
cuando su noble alma logró salir de sus ilusiones egocéntricas y abrazó la
verdad él pudo experimentar la paz del corazón y seguir al Señor con la
misma vitalidad con que se había procurado vacuos placeres.

Es importante recordar, como lo hace el autor, que la sexualidad humana


es un don de Dios. Ésta impregna toda la dimensión de nuestro ser
hombre o mujer. La vida casta no significa la represión de la sexualidad,
sino el canalizar esas energías, ante todo, en una búsqueda de Dios con
la pasión propia de los santos y, en segundo lugar, en el servicio del
prójimo de un modo cada vez más libre de los intereses personales.

Sólo en el contexto del anhelo contemplativo de que Dios sea el único


objeto de nuestro propio deseo uno puede entender –y aun así nunca de
modo total– la practica de la abstinencia voluntaria de las expresiones
genitales de la sexualidad. Esta gracia, como señala el padre Groeschel,
tal vez sólo pueda ser apreciada acabadamente con la ayuda de un
director espiritual antes, durante y después de tomar el compromiso de
vida célibe. Tal compromiso fielmente vivido requiere coraje; de hecho
este libro adecuadamente ha sido titulado El coraje de ser casto.

2
*Nota del Traductor: a lo largo del libro el P. Groeschel recurre
constantemente a este término de “discipulado”, como un modo de vida. Se
refiere al seguimiento de Cristo como modelo y maestro.
Benedict Groeschel 3

La palabra “coraje” está relacionada con la voz francesa “coeur”, que


significa corazón, y lo que busca el autor en este libro es formar el
corazón de la persona llamada a la vida de castidad, tomando como una
de las claves de esta vocación la bienaventuranza que dice:
“bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios”.

En otro libro de mi autoría3, he señalado, siguiendo el pensamiento del


padre Groeschel, que en esta bienaventuranza Jesús bendice aquellos
corazones que han sido purificados del amor propio hasta el punto de
volverse capaces de irradiar el amor de Dios a los demás. Esta parece ser
una adecuada descripción de la clase de persona soltera alabada en este
libro. A causa de que otros ven a Dios en tales discípulos, Jesús les
promete que ellos contemplarán al Padre. Cuando el corazón de la
persona soltera se hace una sola cosa con el corazón de Cristo ésta
puede fácilmente vislumbrar a Dios en esta vida y apuntar al camino de
una visión eterna en el más allá.

Quienes hayan sido bendecidos con un amor apropiado a la vocación de


la vida soltera llegarán gradualmente a ver sus cuerpos no como objetos
separados de sus espíritus que pueden ser usados o abusados a
voluntad, sino como un hermoso organismo que sirve para encarnar
dones y talentos, aspiraciones e inspiraciones. Estas personas superan la
ilusión de un control exaltado y autónomo y crecen en la conciencia de sí
mismos como siervos de un Misterio amoroso que llama personalmente a
cada uno a una vida de unión y comunión.

La soltería de corazón alimenta así un tipo de visión que nos permite ver
la vida y el mundo de cara al horizonte de lo Trascendente. El puro de
corazón no trata de poner en corto-circuito este proceso de discipulado y
la carga de la cruz. Sabe que sólo sobre el trasfondo del sufrimiento y del
sacrificio puede consumarse su gozo pascual. La vida casta le permite ver
más claramente el plus en medio de lo ordinario, lo sagrado entre lo
secular, lo eterno en el tiempo.

A medida que nuestros corazones, uno a uno, se vayan orientando hacia


estos sentidos trascendentes podremos ir encontrando gradualmente en
el transcurso de la vida que el amor de Dios comienza a bañar
enteramente nuestro ser y a dirigir toda nuestra existencia. El objetivo
de esta vida, como el autor de este libro frecuentemente lo menciona, es
la armonía. Es un estilo de vida centrado en Cristo, en la Belleza absoluta
que es la fuente de la Bondad y el objetivo de nuestro deseo.

3
Blessing that make us be, Crossroad 1982.
4 El coraje de ser castos

Tal pureza nunca puede ser obra nuestra, sino que es el trabajo del
Señor en nosotros, el don de Su gracia. Los frutos de este compromiso
vivido valerosamente, se verán en disposiciones tales como el gozo, la
paciencia, la misericordia, la delicadeza, la paz, la confianza, el
autocontrol y el servicio. En la vida común, en casa o en el trabajo, en la
monotonía de los días que pasan, en los momentos de gozo o de pena,
estamos llamados a ver al Señor como nosotros mismos somos vistos por
Él. Ser puros de corazón es ver su rostro donde otros solamente pueden
ver frustración, soledad, desarmonía y alineación. En cambio Jesús vio el
rostro del Padre en toda la creación, y esta vista es Su don al corazón
célibe. Deseo que quienes lean este libro lleguen a conocer de un modo
nuevo que el Dios que nos amó primero es uno con nosotros y que en
nuestra intención de ser castos así como en nuestra vida actual y en la
realización de este compromiso estamos bien encaminados a
convertirnos en uno con Él.
Prefacio
Este libro pretende ser una guía práctica para aquellos cristianos que
tratan de llevar una vida soltera casta. No está escrito solo para clérigos
y religiosos que han asumido la obligación del celibato, sino también para
las personas solteras que no tienen intención de casarse. Si bien las
razones por las que se decide evitar toda búsqueda de intimidad sexual
pueden variar de persona a persona, los desafíos para vivir una vida
satisfactoria y bien equilibrada sin expresiones genitales directas son
esencialmente los mismos para todos.

He dirigido a propósito este libro a todos los que quieren permanecer


solteros, ya se trate de religiosos, solteros, viudos, divorciados, o
personas con orientación homosexual u otra clase de conflictos sexuales;
en una palabra a todos los que hayan aceptado el llamamiento
evangélico a la castidad como la solución de sus necesidades sexuales.
He tratado de tener presentes a aquellos que han intentado casarse pero
jamás se les presentó la oportunidad de concretarlo, al igual que a
quienes –por razones personales–rechazaron la oportunidad cuando se
les presentó. Solamente no he tomado en consideración a los casados y
los comprometidos –esto es, aquellos que esperan casarse en un futuro
próximo y se están preparando para el matrimonio; estos necesitan un
libro propio que probablemente escribiría mucho mejor una persona
comprometida con la castidad en la vida matrimonial.

Han sido sugeridos varios títulos este libro incluyendo “Todo lo que usted
siempre ha querido saber sobre la castidad pero tiene miedo de
preguntar” y (mi favorito) “Castidad con atractivo”; prefiero este último
porque yo mismo he gozado los frutos de la castidad en mi vida (si bien
no siempre saboreé su desafío). Una vida célibe cristiana me ha
proporcionado muchos amigos incluyendo docenas de jóvenes con
pasados problemáticos que no tienen a nadie que puedan llamar “padre”
fuera de mí.

Mi vida como sacerdote comprometido con la castidad ha estado muy


lejos de ser una vida limitada; por el contrario, ha estado abierta a
hermosas relaciones y experiencias que a veces parecían distraerme de
mi objetivo principal que es buscar a Dios. Más que apartarme de la vida
familiar la castidad me ha ofrecido varias familias de heterogéneas
situaciones sociales y económicas, pertenecientes a razas y culturas
diferentes.
6 El coraje de ser castos

La castidad me ha permitido ayudar a personas para quienes la


sexualidad se había convertido en un peso, una trampa, una maldición o,
como en el caso de aquellos atrapados en la prostitucion, en una forma
de esclavitud. Tal ayuda fue posible porque esas personas con
dificultades tuvieron la oportunidad de confiarse a alguien dedicado a la
vida célibe.

Más importante todavía es que la castidad me ha llamado al comienzo y


al final de cada día a continuar el camino hacia Dios. Toda vida buena es
un camino hacia Dios y el mejor camino es aquel que Él ha elegido para
cada uno de nosotros. La castidad célibe es, sin embargo, una ayuda
especial. La persona soltera se esfuerza por llevar una vida casta
tendiendo a Dios con las manos vacías, a solas con el Solo.
Históricamente, la persona soltera siempre ha tenido muchos
compañeros, incluyendo numerosos santos que han seguido el llamado
de Cristo solo. Incluso la persona que vive en una comunidad religiosa
sabe que la vida celibataria no es y no puede ser un sustituto de un
cónyuge real. El celibato tiene sus propios desafíos y bendiciones. Los
cristianos célibes no necesitan excusarse, pero pueden aprovecharse de
algunas sugerencias y alicientes.

Este libro pretende alentar a las personas castas, que no se han casado y
que están tratando de ser auténticos seguidores de Cristo. La castidad es
considerada más como un objetivo que como una condición estática.
Cada día ofrece nuevos desafíos, nuevas pruebas y, para algunos, nuevas
fallas. Quizá solo los grandes santos y los místicos sean perfectamente
castos, en el sentido de tener completamente controladas todas sus
emociones, deseos e impulsos. Para el resto de nosotros se trata de un
combate, una lucha o contra los fracasos parciales o contra la derrota
total.

Ser casto es una aventura diaria de crecer y descubrir y, como toda


aventura, tiene muchos peligros y salidas angostas. Ser herido es una
posibilidad real que se ha de enfrentar antes, durante y después de una
caída. Por esta razón si uno tiene que ser casto necesita coraje. El coraje
o fortaleza es tanto una virtud moral como un don de el Espíritu Santo.
Para ser castos –ya sea como casados o solteros– se necesita la fortaleza
en ambos sentidos.

Quiero agradecer especialmente a quienes me han dado la palabra clave


para titular este libro: “Coraje”. Un grupo de hombres y mujeres unidos
Benedict Groeschel 7

por la decisión de llevar una vida casta a pesar de sus tendencias


homosexuales ha elegido esta palabra para designar su movimiento. Su
fe y coraje así como su confianza en el Espíritu Santo y en su don de
fortaleza, me incitó a escribir este libro.

He usado generosamente los escritos de San Agustín. Ningún otro


escritor cristiano ha dejado un relato más sincero de su lucha por la
castidad. Las citas de las Confesiones son muy útiles para meditar.
Parte 1

El desafío de una vida casta


1

Vivir una vida soltera casta


en el mundo actual

Hace pocos anos una joven religiosa me comentó la siguiente


experiencia. Habiéndose inscrito en una universidad estatal en un curso
titulado “Sexualidad humana”, asistía a clase con mucho animo, y nadie
la identificaba como religiosa. Por razones desconocidas (y
probablemente incognoscibles) se les pidió a los estudiantes que
compartieran con el resto de los alumnos cuál había sido la experiencia
sexual mas fuerte que cada uno había vivido. La religiosa decidió
mantener su compostura y admitir la sorprendente verdad: ella jamás
había tenido un encuentro sexual.

Cuando la ronda llegó a su turno, ella manifestó su temible secreto. Los


estudiantes pensaban estar preparados para oír cualquier cosa ¡menos
para esto! La castidad era precisamente algo demasiado lejano. Entre
sofocados gritos de incomprensión e incrédulas carcajadas, ella trató de
explicar que era una hermana religiosa. La respuesta del grupo se invirtió
completamente. Sus compañeros quedaron encantados, llenos de respeto
y profundamente conmovidos. Todos convinieron que ella debía
mantenerse donde estaba y no tener relaciones. Incluso los más
fastidiados habían quedado impresionados de saber que alguien, en
algún lugar, se había arreglado para preservar su humanidad e incluso
ser casto por el reino de Dios.

A pesar de que este ejemplo manifiesta la notable atracción que el ideal


de la castidad ejerce incluso entre quienes están culturalmente
condicionados para rechazarla, sin embargo el joven –soltero o casado–
que intente llevar una vida cristiana casta encontrará una gran oposición.
En treinta años, las películas y otras formas de entretenimiento han
pasado de evitar la sexualidad a explotar explícitamente la lujuria.
Muchas denominaciones cristianas, que tienen códigos morales sexuales
claramente definidos, han adoptado actitudes libertinas que la historia
12 El coraje de ser castos

probablemente juzgará tan severamente como hoy juzga el sórdido lado


del Renacimiento Italiano o el Iluminismo francés.

Una elaborada definición de la castidad

Los cristianos solteros –sean jóvenes o viejos– deben vivir de manera


opuesta a la fuerte marea de la decadencia contemporánea. No pretendo
confundirles el tema entrando en el debate sobre el sentido de la
castidad. Algunos aspectos de esta discusión teológica me interesan,
pero quizás solo porque me darían la peligrosa oportunidad de usar el
sarcasmo y la ironía de modo poco caritativo. Me basaré en el significado
tradicional de la castidad, aceptado por un ejercito de escritores de
espiritualidad y moral (muchos de ellos santos canonizados) hasta el día
de hoy. Esta definición ha sido reiterada por el papa Juan Pablo II y
resumida claramente en la reflexión pastoral sobre moralidad de los
Obispos Católicos Norteamericanos (“Vivir en Cristo Jesús”4), un
documento poderoso pero lamentablemente olvidado. Más recientemente
ha sido repetida en términos muy claros por la Sagrada Congregación
para la Educación Católica5.

Uso las expresiones “celibato casto” y “vida sotera casta” entendiendo


por ellos: el evitar toda conducta sexual voluntaria, tanto genital como
pregenital. Implica también la decisión de evitar aquellas relaciones
personales afectivas que es probable que terminen por ser expresadas
genitalmente. Esto es obligatorio tanto para el célibe comprometido bajo
voto como para la persona que no puede contraer matrimonio
validamente.

Un cristiano que decide permanecer soltero, de hecho ha optado por la


misma expresión de castidad que quien elige el celibato bajo voto. La
castidad para cualquier cristiano equivale evitar el placer sexual
procurado mediante el autoerotismo o cualquier conducta desviada. No
significa aislarse, ni rechazar el amor humano y la amistad o reprimir
ciertas conductas no genitales que se relacionan con la expresión de la
propia sexualidad. La castidad implica, a veces, un esfuerzo heroico para
enfrentar aspectos oscuros y egoístas de la propia interioridad.

4
National Conference of Catholic Bishops, Washington D.C.: U.S.Catholic
Conference, 1976.
5
Cf. Guía educativa sobre el amor humano, 1 nov de 1983.
Benedict Groeschel 13

Si usted no acepta de modo general la definición que acabamos de dar,


este libro no es para usted. En cambio, si quiere o querría vivir según
esos valores cristianos, que están enraizados en la Sagrada Escritura y
en la tradición de nuestra fe, este libro podrá serle útil.

Todos sabemos que el matrimonio cristiano llama a las parejas a una


forma de castidad verdaderamente desafiante. Hay muchas semejanzas
entre las luchas de los creyentes casados y las que han de enfrentar los
creyentes solteros. En este libro nos hemos limitado a la consideración de
quienes pretenden permanecer solteros. Si bien a veces aplicamos el
término castidad para referirnos al estado de soltería, no tenemos
intención de decir que esté reservado a este estado.

Obstáculos para una vida casta

En la década pasada, dos veces los escritores de sátira de la boletín


bibliográfico del New York Times catalogaron y reseñaron libros ficticios
sobre la castidad, escritos por autores también ficticios, en una ocasión
por una mítica monja. En ambas ocasiones el libro se trataba de una
defensa o una guía para el celibato casto. Estos títulos ficticios estaban
catalogados al lado de libros titulados como “La cocina aborigen” y
“Como construir su propia nave espacial”.

Era algo muy gracioso en el sentido de humor negro, pero también


mostraba la falta de sensibilidad de nuestro tiempos. Los autores de esas
sátiras eran hombres civilizados de quienes estoy seguro que no
intentaban ser ofensivos. Pero deberían haber sido conscientes de que un
buen número de religiosos leen sus recensiones. No dudo de que sus
abuelas les enseñaron –como lo hizo conmigo la mía– que es de muy mal
gusto burlarse de las practicas religiosas del prójimo; tal vez a estos y a
otros educados despreciadores de la castidad nunca se les ha ocurrido
que hay muchas personas que tratan de llevar la vida de la que ellos se
burlan.

Los que se burlan simplemente forman parte de una situación (no me


animo a llamarlo una cultura) que solo acepta la desgracia como única
excusa legitima para llevar una vida célibe. Mientras quienes desprecian
la castidad podrían admirar a San Francisco o a la Madre Teresa nunca
enfrentaran la castidad religiosa como una parte integral de la dinámica y
del equilibrio vital de tales personas. Tal vez admiren a Gandhi, pero
ignoran su lucha para guardar el celibato religioso casto cuando todavía
vivía su esposa y le era muy querida. Una persona célibe sin la mística de
Gandhi o de san Francisco probablemente solo consiga de estas personas
desprecio.
14 El coraje de ser castos

Incomprensión y burla
Las reacciones negativas que la persona soltera célibe encuentra no
siempre son burlas; pueden ir de la lastima hasta la incredulidad. En el
caso de la persona joven que no pertenezca a una comunidad religiosa,
sus amigos y parientes suelen pensar que tiene que haber algún
problema psicológico. Incluso religiosos y clérigos que están en edad de
matrimonio, pueden tener parientes o amigos que les sugieren que ya
puede ser tiempo para “salir y vivir una vida matrimonial normal”.
Muchos jóvenes que tratan de vivir la vocación religiosa experimentan
distintas actitudes que van desde la compasión hasta el ridículo. De esto
podemos concluir que la castidad voluntaria no es una vocación para
tímidos.

El que se haya determinado –como fruto de una conversión religiosa– a


llevar una vida casta tras una vida sexual desordenada, ya sea de modo
heterosexual u homosexual, descubrirá donde la amistad echa sus raíces.
Habrá deliberados intentos de convencer al recién convertido para que
vuelva a los gustos carnales. San Agustín describe cómo él mismo intentó
alejar de la vida cristiana a uno de sus compañeros de diversiones
cuando tenia diecisiete años y cuán terrible se sintió al morir este joven.
Agustín descubrió de este modo que él no había sido un verdadero
amigo6.

¿Qué empuja a tantas personas a oponerse a la castidad célibe? Tal vez


sea la preocupación humana de que alguno pierda una interesante parte
de su vida. Pienso en aquella dulce anciana judía que al descubrir que yo,
siendo adolescente, iba a entrar al monasterio, dijo a su esposo que me
llevase a dar una caminata “y me explicase las cosas”. Puede ser también
la reacción propia de quienes tienen conflictos consigo mismos; estos
sienten un llamado a la castidad que no pueden o no quieren aceptar.
También puede ser la vieja y enfermiza falacia americana que
experimenta resentimiento con cualquiera que esté en desacuerdo con
los valores dominantes, porque, como dice la teoría, si todos estamos
deacuerdo, eso debe ser correcto. O, Dios no lo permita, puede ser
también un impulso verdaderamente básico de la parte obscura de la
psiquis humana que busca destruir todo cuanto haya de belleza en los
demás.

6
Cf.San Agustín, Confesiones, IV, 4.
Benedict Groeschel 15

Recuerdo haber trabajado con un hombre que había hecho voto de


castidad religiosa. Una joven literalmente lo persiguió. Sospecho que su
motivación consciente era brindar algo de amor en lo que ella percibía
como una vida desamorada. Finalmente él abandonó su vocación para
casarse con ella, pero ésta –de modo increíble– lo rechazó ni bien él
abandonó sus votos. Si bien no acuso a aquella joven de intenciones
maliciosas, sospecho que subconscientemente la movía el deseo de
destruir lo que no poseía.

Este extraño caso me hizo reflexionar seriamente en lo que había leído


en trabajos de grandes sicólogos, a saber, que mucha motivación sexual
es inconsciente y en consecuencia puede ser peligrosa y autodestructiva.
Quien decide emprender la lucha por la castidad célibe debe mirar mas
allá de la simple necesidad sexual y de placer para descubrir las
motivaciones reales. El placer o su renuncia deliberada, rara vez explican
adecuadamente sea el desorden sexual como la castidad.

Yendo mas allá del hedonismo superficial de la vida cotidiana


Hammarskjold, un soltero, revela en su diario, Markings, su lucha por ser
casto y su motivación religiosa. Él escribe lo siguiente sobre el lado
oscuro de la naturaleza humana:

“Podemos alcanzar el punto donde se nos hace posible reconocer


y entender el Pecado Original, aquel centro oscuro del mal en
nuestra naturaleza –es decir, a pesar de que no es nuestra
naturaleza, sin embargo es de ella– ese algo dentro nuestro que
goza cuando un desastre precipita aquella causa que estamos
tratando de servir, o la desgracia vence incluso a quienes
amamos.
La vida en Dios no es una fuga de esto, pero es el camino
para alcanzar total comprensión de este tema.
Es cuando estamos en la justa y plena luz del amor cuando
podemos atrevernos a mirar, admito, y a sufrir conscientemente
bajo ese algo que está dentro nuestro y que desea el desastre, la
desgracia, la derrota de todo cuanto escape de la esfera de
nuestro estrecho interés personal. Así una relación viva con Dios
es condición necesaria para el autoconocimiento que nos permita
seguir la vía recta y alcanzar la victoria sobre nosotros mismos,
perdonados por nosotros mismos”7.

La Sospecha de la patología

7
Markings. New York: Alfred A. Knopf, 1966, pp. 127-128.
16 El coraje de ser castos

Hay más objeciones sutiles a la castidad que aquellas aludidas hasta


aquí. Tal vez la más obvia es la creencia de que la castidad es un ideal
imposible. La psicología contemporánea, especialmente en su corriente
“pop”8, ha creado la ilusión de que la abstinencia sexual es imposible
excepto en el caso de una patología severa.

Es indudable que la vida humana sin sexualidad es imposible. Definir la


castidad como una vida sin sexualidad equivale a negar la naturaleza
humana. De hecho algunos católicos que ridiculizan la castidad lo hacen
reaccionando a esta antigua definición de castidad. Pero si definimos la
castidad como una vida sin conducta genital voluntaria, entonces
expresamos una realidad muy diferente. Muchas personas viven así sin
síntoma alguno de seria patología.

Las inexactitudes de la psicología pop y sus necesidad de atender a una


amplia audiencia, explican por qué los escritores populares hacen claras
distinciones favoreciendo un sano celibato. Algunos psicólogos más
profundos, como Eric Erikson, hace tiempo que hicieron tal distinción. En
su libro clásico Niñez y sociedad, escrito en 1950, Erikson, hablando de la
generación como forma de madurez, escribió:

“Donde la tradición espiritual y filosófica sugiere renunciar al


derecho de procrear o producir, las (personas) pronto se
empeñan en ‘empresas más altas’ como en los movimientos
monásticos; (esta tradición) tiende a mantener relacionadas al
mismo tiempo la preocupación por las criaturas de este mundo y
la Caridad que sienten por trascenderlo”9.

A pesar de que muchas personas solteras célibes han contribuido


significativamente al bienestar humano llevando al mismo tiempo una
vida creativa y feliz, sigue en pie el prejuicio de que quien no tiene vida
sexual genital o es un enfermo o un mutilado psicológico. No hay duda
que en la vida humana ordinaria la persona madura intercambia amor y
afecto de manera fiel con un compañero/a del sexo opuesto y comparten
juntos muchos aspectos de la vida, en especial el gran compromiso de
llamar a la vida las próximas generaciones. La sexualidad genital es un
componente de la vida de muchos seres humanos y ciertamente así debe

8
* Nota del Traductor: por “psicología pop” se entiende la psicología popular,
no científica, compuesta en gran medida por libros de autoayuda, artículos de
psicología “periodística”, etc. Gran parte de esta literatura tiene trasfondo New
Age.
9
Childhood and Society. New York: Norton (2nd edition), 1963, p. 268
Benedict Groeschel 17

ser. Pero, como ha señalado Erikson, alguien puede canalizar mucha


energía – como primer objetivo deseado– al cuidado de los hijos de otras
personas y a la búsqueda de Dios. Esta debería ser el fin del cristiano
soltero que quiere vivir el Evangelio.

Es importante tener presente que algunas personas persiguiendo


objetivos no religiosos, como la ciencia o la creación artística, han
renunciado al matrimonio y, aparentemente, a la sexualidad genital.
Si bien no tratamos aquí de estas personas, pueden servirnos de ejemplo
interesante de célibes que son, al mismo tiempo, creativos.

El bombardeo sexual

El soltero, y de hecho todo cristiano comprometido con la castidad tanto


antes como durante el matrimonio, vive en un mundo continuamente
bombardeado sexualmente a través de los medios de comunicación, la
propaganda, y los entretenimientos. Indudablemente esto hace mucho
mas difícil una vida casta. Algunos tratan de arreglarse con selectivos
retiros de la vida, lo que no resulta el mejor modo de solucionar el
problema. Es mucho mejor actuar a la ofensiva que a la defensiva,
afianzar sólidamente las propias preferencias y dejar que los demás
sepan cuando algo es personalmente ofensivo o molesto.

Quizás uno de los presupuestos más persistentes, obviamente inválidos,


de nuestra civilización es que la actividad sexual brinda felicidad. Los
medios de comunicación corean sin cesar el mensaje: “el sexo da
felicidad”. Si fuera verdadero viviríamos de hecho en un paraíso terrestre
y el mundo seria un “Valle feliz”.

Supongo que al menos la mitad de las personas que usted encuentra en


un autobús, en un shopping, o incluso en la iglesia el día domingo, deben
haber tenido alguna experiencia sexual genital en los días precedentes.
Mi observación, de célibe experimentado que está recorriendo el camino
de retorno, es que no son verdaderamente tan felices. Si el sexo
produjera la felicidad el mundo brillaría como el sol, por lo menos la
mitad del tiempo. Los célibes no necesitan convencerse a sí mismos de
que el celibato casto es el camino para la felicidad terrena; pero
tampoco necesitan sentirse privados de la llave de la felicidad. Si hay una
llave única de la felicidad ésta no puede ser la experiencia sexual.

Soledad
18 El coraje de ser castos

La soledad –la penosa conciencia de la necesidad de compañía y apoyo–


es probablemente el obstáculo más serio para la castidad del soltero.
Obviamente la persona soltera debe valorar la soledad, el estado de estar
consigo mismo. También debería haber aprendido a vencer la soledad,
esto es, la soledad que se convierte en un peso.

Las mejores cosas de la vida a menudo están organizadas para parejas –


incluso actividades parroquiales y religiosas. Las fiestas, los
entretenimientos, el tiempo libre y las vacaciones, a menudo acentúan la
soledad del soltero. Más tarde consideraremos cómo debe organizar su
vida una persona soltera de tal modo que la soledad no se convierta en
ocasión de deseos sexuales indeseados o incluso sea fuente de
compulsión sexual.

El estigma de ser soltero

Hemos visto que la psicología pop pobremente aplicada puede hacer


sentir al soltero como un mutilado. Esto se suma al peso particular que
ya tienen quienes no se han casado por razones de aparente desgracia o
mala suerte o contra su propio deseo. Generalmente en este grupo no se
incluyen los clérigos y religiosos, aunque también he notado este
sentimiento en religiosos que desearían vivir nuevamente sus vidas.

No hay duda de que muchos solteros preferirían haberse casado pero


nunca tuvieron la oportunidad, o si ésta se presentó lo les pareció
apropiada. Otros son viudos o divorciados que no sienten inclinación por
un nuevo matrimonio. En el caso de los divorciados el volver a casarse
puede ser imposible por razones morales y por la enseñanza de la
Iglesia. Otros solteros no consideran el matrimonio como una opción por
reconocer su falta de desarrollo psico-sexual o porque son conscientes de
tener fuertes inclinaciones homosexuales. Ciertas personas sufren
silenciosamente deseos sexuales desviados y no quieren poner en riesgo
la felicidad de otra persona con su problema. Finalmente, muchos otros
solo quieren ser independientes.

Hace algunos anos encontré una muchacha atractiva, muy activa en el


movimiento carismático. La llamaremos Mariana. Había asumido
profunda y luminosamente la vida espiritual. Mariana había aceptado en
paz e incluso con gozo la percepción de que ella debería tender a una
vida casta soltera. Lejos de hacerlo con reluctancia en su decisión abrazó
la vida casta cristiana de forma agradecida.
Benedict Groeschel 19

Varios años antes de su conversión a una intensa vida cristiana, Mariana


se había involucrado activamente en una serie de relaciones
homosexuales. Había vivido en la rivera tranquila y respetable del
“ambiente gay”. Ninguno de los que la encontrasen ahora la juzgarían
infeliz o frustrada. La determinación, la positiva imagen de sí misma
plena de aceptación de sí y compromiso real por los demás, emanan de
su personalidad. No es una máscara. Mariana demuestra a muchos que
una vida casta puede ser una experiencia realizadora, creativa y gozosa.

La vocación del discípulo casto

Sean cuales sean los motivos originales, muchas personas solteras de las
cuales hemos estado hablando son sinceros cristianos y quieren llevar
una vida casta. Pueden haber seguido, en el pasado, la senda de la
tentación, ya sea siendo permisivos en conductas autoeróticas o en
affaires sin intención de comprometerse de modo permanente, o en otras
conductas moralmente conflictivas e insatisfactorias. Eligiendo ser célibes
les brindaremos no solamente paz con Dios sino también un sentido de
vida integra y noble. También les enseñará (como ninguna otra cosa
puede hacerlo) una gran confianza en la gracia de Cristo y la necesidad
de ser salvados de sí mismos. Una vida soltera llevada involuntariamente
y estropeada por conductas lujuriosas es, de hecho, una cosa
lamentable. Una vida de castidad llevada con devoto amor a Dios y al
prójimo es una de los modos más valiosos de discipulado, al margen de
los factores principales que hayan empujado a esta persona a la vida
soltera.

Hay una diferencia obvia entre la vida de un cristiano casado y la de un


soltero. Un matrimonio puede convertirse en un noble discipulado
cristiano incluso cuando no ha comenzado con una madura decisión. Los
esposos pueden convertirse y crecer juntos en Cristo. La sexualidad
puede crecer desde ser apenas una expresión de necesidad o
dependencia, hasta convertirse en la expresión profunda de la presencia
sacramental de Cristo en una relación de amor humano. Incluso si la
pareja no llega a tales alturas al menos puede hacer de su relación una
lucha genuina seguir a Cristo, experimentando juntos los gozos y
tristezas, las fallas y los triunfos. También el arrepentimiento compartido
por una pareja puede ser una hermosa experiencia.

Del mismo modo, puede ser que, al elegir la vida soltera, una persona no
lo haya considerado como una forma de discipulado. He conocido clérigos
y religiosos que prestaron poca atención al voto de castidad antes de
profesar; no lo consideraron más que un precio alto que había que pagar
20 El coraje de ser castos

por su vocación. La persona soltera, laica o religiosa, puede descubrir


súbitamente que su intento de vivir castidad es amenazado, o que se
derrumba. Esa puede ser una oportunidad para una auténtica conversión
y para asumir su compromiso. Pero hacer algo tan valioso y complejo
como llevar una vida casta bien equilibrada exige interioridad,
conocimiento de sí mismo, un plan firme y gran confianza en la gracia de
Dios. En una palabra, una vida casta –al igual que un sólido matrimonio
cristiano- exige el discipulado.

Al escribir este libro he aprovechado la experiencia de muchas personas


que tratan de llevar vidas castas a pesar de los obstáculos anteriormente
mencionados; también he sacado de mi experiencia personal en esta
lucha. Para todos los cristianos, casados, solteros o religiosos, la castidad
no se reduce a una lucha contra exigencias e impulsos físicos. Es parte
del esfuerzo más amplio por buscar a Dios sobre todas las cosas y a
través de todas las cosas. La castidad es un aspecto de la pureza de
mente y de corazón, de pensamiento y de deseo. Como todas las cosas
valiosas, la vida la castidad es una lucha que tiene sus recompensas.
Éstas se resumen en la Bienaventuranza: “felices los puros de corazón
porque ellos verán a Dios”.
2

Para entender la elección


de una vida célibe

Si usted espera vivir una vida célibe y confía hacerlo castamente, es


esencial que entienda las razones por las que se hace tal elección. Debe
esforzarse de modo inteligente y perspicaz en entenderse a sí mismo, de
modo semejante a como una pareja de esposos deben llegar a
comprenderse mutuamente ya sea expresándolo con palabras o con
gestos. Al ser una persona soltera sin un cónyuge con quien compartir
sus sentimientos más íntimos, usted debe afirmarse en ideas conscientes
y pensamientos claros.

En este capitulo trataré de interpretar las razones más comunes que


pueden mover a una persona a elegir la vida soltera. Motivos tales como
el llamado religioso o previos fracasos matrimoniales tal vez no lo atañan
completamente a usted, y por tanto podrá saltearlos. Pero no sea
demasiado benigno con usted mismo pensando que sólo lo mueve el
deseo de ser soltero. La vida es más complicada que eso.

La vocación religiosa

En la rama occidental o romana de la Iglesia Católica es obligatorio el


celibato para los sacerdotes – con todas las obligaciones de una vida
soltera casta– desde el siglo IV. La vida religiosa o monástica, tanto
masculina como femenina, lo ha exigido siempre en todas las religiones
mundo. En muchas religiones, incluyendo el catolicismo, se entiende el
celibato como abstinencia sexual o castidad. Hasta unos treinta años
atrás, muchos hombres y mujeres que se sentían llamados al sacerdocio
o a la vida religiosa aceptaron esta responsabilidad. Usualmente la
castidad se planteaba de una manera muy personal, con preguntas como
“¿Seré capaz?”, “¿Puedo romper con María Rosa?”, “¿Podré vivir sin
Guillermo?”.
22 El coraje de ser castos

Antes de la negación cultural de la sexualidad en los medios públicos


(recordemos las viejas películas románticas donde el amor no pasaba del
cuello) las conferencias y charlas sobre castidad dejaban la impresión de
que, una vez tomada la decisión, ¡ya estaba todo hecho! Usted tenia que
esperar la reencarnación de alguna Jezabel y hacer mucho ejercicio, si
deseaba morir tranquilo con una calificación perfecta. Algunos de mis
jóvenes amigos pertenecían a una sociedad promotora de la castidad
dedicada a santo Tomás de Aquino, conocido por su pureza angelical. Los
miembros recibían un diploma en el que se veía a santo Tomás siendo
ceñido por dos fornidos ángeles femeninos (al menos eso parecía)
mientras una figura roja escapaba del claustro; en el umbral quedaba la
antorcha llameante que, según la leyenda, el santo había usado para
ahuyentar la mujer de dudosa virtud que su familia había enviado para
seducirlo. Los Aquino no eran una familia de puritanos.

Debo confesar ahora que yo sentía una piadosa envidia de mis amigos
cuyos esfuerzos en ser castos eran tan bien ser reconocidos a pesar de
ser una sociedad secreta. Poco importa que todos esos devotos de la
angélica batalla por la pureza perdieron la guerra y que yo, sin diploma,
continué empleando la mitad de mi vida a trabajar con pobres almas de
las que el mundo pensaba eran mujeres de dudosa virtud, de las cuales
ninguna jamás me guiñó un ojo. Menos mal porque yo no tengo un
chimenea en mi oficina y, por tanto, tampoco una brasa llameante que
me salve.

La Iglesia y muchos de sus hijos más comprometidos han pagado un


precio muy alto por un celibato sincero pero entendido pobremente. La
lucha actual por el celibato por religiosos y clérigos ha sido una batalla
desdichada. No solo el antiguo puritanismo ha dejado a la gente mal
parada para entender su compromiso con el celibato, sino que la nueva
era de expresión sexual ha amanecido al mismo tiempo que el selfismo
(como un valor) se convertía en un elemento fuerte de la psicología
particular10.

El selfismo, una teoría psicológica ineptamente confeccionada, sostiene


que si uno no activa todos sus potenciales y no cumple todos sus deseos,
debe ser un neurótico. Esto ha carcomido el compromiso religioso, así
como muchos matrimonios y familias, con una filosofía de vida

10
* Nota del traductor: el selfismo es la teoría del self o forma de humanismo
secular basado en el culto de sí mismo (self) , llamada por Vitz selfism.
Benedict Groeschel 23

completamente ajena a las enseñanzas evangélicas de Jesucristo11.


Añádase a esto la dislocación teológica que frecuentemente tiene lugar
luego de todo notable Concilio Ecuménico y tendremos listo el escenario
para que se desparrame la pérdida de compromiso con la vida religiosa
célibe. Desde un punto de vista práctico, la sexualidad ha sido el foco de
conflicto más grande en el periodo post conciliar.

A este punto, querido lector, usted puede estar tratando de entender su


compromiso con el celibato o tal vez esté pensando en asumir ese
compromiso en el futuro. A pesar de todo lo que ha ocurrido desde
mediados de la década del sesenta, un número sorprendente de jóvenes,
especialmente jóvenes varones, continúa tomando este compromiso ante
un mundo que le manifiesta poca simpatía.

Si usted está tratando de llevar una vida religiosa casta, debería estar
animado, como motivo principal, por el cumplir con lo que usted cree ser
la voluntad de Dios sobre su vida. Usted está respondiendo a una
vocación, un llamado a ser discípulo de Cristo por este camino
desafiante. Incluso el incrédulo más escéptico, que piensa que usted está
cometiendo un gran error, deberá admitir que usted está tratando de
caminar por el sendero recto y entrar por la puerta estrecha. No necesita
excusarse ante nadie de seguir esta llamada, ya que la mitad de los
héroes y heroínas reconocidos como tales por la humanidad lo han
hecho. Lo que usted necesita es una profunda confianza en Dios y la
conciencia de que está intentando algo imposible para la naturaleza
humana sin la ayuda de la gracia.

No mucho tiempo atrás se puso de moda entre los escritores religiosos el


subrayar la normalidad de la vocación célibe. A mí eso me parecía un uso
muy extraño de la palabra “normal”, la cual que literalmente significa
“promedio”. Por eso no me sorprendí demasiado al ver que muchos
célibes “normales” abandonaban el celibato.

El celibato religioso es algo extraordinario en todas sus dimensiones. Su


origen, propósitos, testimonio y valor están más allá de las nociones
superficiales ordinarias en que la vida diaria está organizada. Es una
llamada extraordinaria que Dios dirige a quienes son, por otra parte,
hombres y mujeres ordinarios. Este es el motivo por el cual la gracia es
lo principal; y de esto trata el evangelio. Es lo que Cristo quiere dar a
entender en este remarcable pasaje:

11
Daniel Yankelovich, New Rules. New York, Random House 1981. Cf. Parte I
para un excelente análisis de selfism.
24 El coraje de ser castos

“Sus discípulos le dijeron: Si tal es la condición del hombre


respecto de su mujer, no conviene casarse. Él les dijo: No todos
entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha
concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno
materno, y hay eunucos que se hicieron a sí mismos tales por el
Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda” (Mt
19,10-12).

El simple soltero

El soltero es una persona que nunca quiso o nunca tuvo la oportunidad


de casarse. En nuestra sociedad, los prejuicios contra los solteros ha sido
un tema constante, y hasta el presente afecta a todos los que no
pertenecen al grupo de los cambiantes solteros “sofisticados”, los que se
supone no son castos para nada. Si usted es uno de los solteros que no
pertenece al jet-set debería hacerse fuerte. Considere sin miedo las
razones por las cuales es soltero. Estas pueden ser muy fuertes e incluso
nobles. Pero a menudo los motivos son más complejos de lo que
parecen; por eso, considere todas las posibilidades antes de tomar la
decisión. He aquí algunas de las razones que más frecuentemente se
aducen.

La persona adecuada nunca apareció

Esta es la más común de las razones conscientes que las personas dan
para permanecer solteras. Es una buena razón, como podrá atestiguar
cualquiera que se haya casado con la persona equivocada. En nuestra
sociedad muchos matrimonios se construyen sobre la complementariedad
psicológica, mas que sobre las necesidades económicas, y requieren un
buen trabajo de mutua participación, afecto y cuidado. Incluso el afecto,
sea expresado sexualmente o no, a menudo no basta para hacer que el
matrimonio marche bien. El cristiano debe tener fe en que la Providencia
ha dirigido la elección del cónyuge. Algunas personas deben aceptar que
en la Providencia de Dios han sido llamados a la vida soltera. ¡Cosas
peores pueden suceder! ¡Piense en la mujer que se casó con el vampiro!

Detrás de la afirmación de que nunca apareció la persona adecuada,


pueden esconderse muchos factores no reconocidos. Una persona, de
hecho, puede haber sido demasiado particular o inmadura para compartir
la vida en todas las complejidades del matrimonio. Puede haber habido
miedo genuino a la sexualidad, a lo desconocido y al peligro. Puede haber
Benedict Groeschel 25

habido un fracaso general en conseguir amigos fuera de la propia familia.


Estas no son las mejores razones para optar por la soltería ya que
indican limitaciones o defectos de parte de la persona.

Si usted sospecha que alguna de estas razones ha influido en su elección


de permanecer soltero, debe aceptarlo y manejarlo con creatividad.
Ciertamente muchas personas casadas descubren que se han casado por
motivos que no han sido los mejores. ¿Cuántas mujeres dicen que se
casaron “para salir de su casa”? ¿Y cuántos hombres admiten que
simplemente necesitaban alguien que los cuidara? Pero así como una
pareja puede alzar los pedazos rotos y hacer lo posible por mejorar sus
motivos y expectativas matrimoniales, también puede obrar así la
persona soltera. Ciertamente la decisión de llevar una vida casta útil y
generosa es el comienzo de esta nueva identidad para el soltero.

Hay que decir una palabra sobre la persona que desarrolló


tempranamente en la vida elevados objetivos espirituales. En nuestra
sociedad donde se presenta el sexo más bien como una diversión que
como signo de compromiso en el matrimonio, una persona soltera con
ideales espirituales puede considerar descorazonador y casi imposible el
encontrar un cónyuge apropiado. He escuchado quejarse de esta
dificultad a muchas jóvenes delicadas. Temen tener una cita porque no
quieren comprometerse moralmente. Pero dudan en considerar la
vocación religiosa porque muchas comunidades parecen inestables e
inseguras de su propia identidad; de este modo, se les presenta
amenazante la perspectiva de aceptar con reluctancia una vida soltera.

Una buena pregunta para quien se encuentre en esta posición sería:


¿estoy buscando un grado de madurez espiritual y de perfección en otra
persona que yo mismo no he alcanzado? Un cónyuge potencial podría
aún estar buscando valores espirituales sólidos. Como he señalado en mi
libro “Pasajes espirituales” la primera fase del itinerario espiritual a
menudo está plagada de conflictos y fallas12. Quizá una persona con
valores espirituales desea sinceramente, pero sin realismo, desposar un
gurú. Esto es irreal porque los gurúes usualmente no se casan.

La persona que tenía otras cosas que hacer

Quienes analizan como un pasatiempo los motivos del soltero saltean a


quienes aseguran que ellos tienen otras cosas que hacer; pero el hecho
es que en muchas vidas esto puede ser cierto. En muchas familias alguno
de los miembros permanece soltero para hacerse cargo de los padres o
de otra persona, o de algún otro miembro de la familia. Algunos solteros

12
Spiritual Passages. New Cork: Crossroad, 1983.
26 El coraje de ser castos

eligieron seguir una carrera, dejando el matrimonio fuera de cuestión


durante el largo período de preparación. Esto suele ser más común entre
las mujeres que entre los hombres. Y como hay más mujeres que
hombres habrá más solteras que cuidarán a sus padres o ingresarán a
una carrera. Como añadidura, muchas personas en nuestra sociedad,
consideran la vida soltera como una opción viable, que está siendo
reconocida en círculos psicológicos profanos.

Habiendo elegido permanecer soltera, la persona debería revisar los


motivos no reconocidos que he mencionado en la última sección.
Especialmente si está disgustado con, o deprimido acerca de, su soltería.
(El viejo refrán: “si yo tuviera que volver a empezar”, no es exclusivo de
los casados o religiosos). Con frecuencia quien permanece soltero por
razones personales experimentará alguna de las dificultades sexuales
resultantes de la frustración. Lo discutiremos en el capítulo 6.

Intentar vivir una vida soltera casta es una forma específica de


discipulado. La conciencia del discipulado es de gran ayuda a la persona
porque da un propósito y un objetivo al sacrificio de la soltería. El respeto
por uno mismo y, consecuentemente, la capacidad para convertirse en
una bendición para los demás, se aumentará en el firme compromiso del
discipulado. La clara comprensión de los motivos inconscientes
fortalecerán este compromiso.

Las personas solas que han estado casadas 13

Los viudos

Muchos viudos eligen permanecer solos, sin volver a casarse. Esta


decisión puede nacer de un sentimiento profundo de lealtad hacia el
cónyuge fallecido o del reconocimiento de que otro matrimonio podría ser
demasiado complicado y exigente. La castidad es a menudo un problema
para tales personas porque la actividad sexual se ha convertido en parte
de su ritmo de vida.

13
* Nota del Traductor: si bien el término usado en inglés (single) significa
tanto soltero como “solo”, he tratado de usar siempre que es posible esta última
expresión al referirse a los casos en que no se puede hablar –al menos en
español– de un estado de soltería (como es el caso de los viudos, divorciados,
separados).
Benedict Groeschel 27

Sin embargo, muchas personas que han quedado recientemente viudas


experimentan su mayor fervor religioso en esta etapa de la vida. La fe en
la vida eterna y la oración se convierten en su principal apoyo. Su amor y
aprecio de Cristo como Salvador crece constantemente y se ilusionan
más en seguir las enseñanzas evangélicas. Sin embargo el dolor, la
soledad y el alejamiento de parejas que han sido sus amigos los dejan
más vulnerables a los impulsos sexuales de cuanto han vivido hasta el
momento. Así al viudo/a le surgen serios conflictos, insensibles a menudo
para otras personas.

Nuevamente sugiero que consideren los motivos subyacentes que los


llevan a no casarse. Si aceptan estos motivos, deberán comenzar a vivir
una vida soltera provechosa y equilibrada. Aunque no les sea familiar el
vivir solos, deben aprender a vivir por sí mismos. Si no pueden hacerlo,
más vale que consideren la posibilidad de volver a casarse.

Si usted es un viudo/a que pretende no volver a casarse, no permanezca


dando vueltas como una taza sin platillo. En los siguientes capítulos
encontrará algunas valiosas sugerencias sobre el modo de llevar una vida
comprometida que le haga más fácil evitar conductas sexuales
indeseadas, especialmente el autoerotismo. Una vida casta, devota y
pacifica como viudo/a puede transformar a quien se siente como un
despojo en un cristiano real cuya experiencia y compasión le permite una
generosidad con el prójimo nunca antes habría soñado. Puede significar
la diferencia entre simplemente envejecer y crecer hasta convertirse en
una figura paterna significativa y equilibrada o un amigo de muchos
necesitados.

Los divorciados y los que han obtenido la anulación matrimonial

Entre los que viven solos hay un número cada vez mayor de personas
que han pasado por la penosa experiencia de la ruptura matrimonial.
Incluso habiendo obtenido la nulidad eclesiástica de su matrimonio,
muchas de estas personas no quieren volver a casarse. Como me decía
un grupo de mujeres una vez en un encuentro de católicas separadas y
divorciadas: “Ya ha sido suficiente para nosotras”.

La transición a un vida soltera14, especialmente cuando uno tiene hijos,


no es fácil. Los divorciados encuentran muchas de las dificultades de un
viudo, pero carecen de la respetabilidad social de estos últimos, incluso
en el caso en que han hecho lo mejor de su parte y han obrado por
motivos honestos. Estoy de acuerdo en que se hace necesario por parte
de la Iglesia una mayor comprensión hacia los divorciados.

14
* Nota del Traductor: téngase en cuenta lo que dijimos más arriba.
28 El coraje de ser castos

Si usted está divorciado y quiere llevar una vida casta, sin matrimonio,
debería concentrarse sobre sus capacidades antes que sobre las penas de
estar divorciado. Como todo sufrimiento, el proceso de un divorcio puede
hacer madurar a una persona. Probablemente usted es más
independiente y auto suficiente ahora de cuanto solía serlo antes. Puede
ser que haya profundizado su vida espiritual por necesidad, a medida que
pasó por la penosa decisión, por la separación y los procesos de divorcio.
Quizá ha tenido una experiencia forzada de abstinencia sexual; si usted
está leyendo este libro, entonces ha aprendido a vivir con esta privación.

Sugiero que usted cambie lo que ha sido un desastre en una vocación


positiva. Todos conocemos personas que han crecido inmensurablemente
como resultado de un accidente que los ha dejado paralizados o de otra
catástrofe personal. Conozco muchas personas en Alcohólicos Anónimos
que son mucho mejores cristianos de cuanto habrían sido si no hubiesen
experimentado el horror del alcoholismo. Un matrimonio que termina en
divorcio es una tragedia, pero toda tragedia puede conducir al
crecimiento y al discipulado. Tarde o temprano tendremos un santo
patrono para los divorciados. En ese momento la posibilidad de un estilo
de vida de castidad célibe en esa situación será formalmente reconocido.
Mientras tanto, si usted es divorciado trate de hacerlo. Usted puede
llegar a ser ese santo patrono.

La persona que vive soltera por miedo

Muchas personas tienen miedo de la sexualidad, a causa de que es una


fuerza poderosa. A veces puede llevar a una persona a una conducta
destructiva e incluso suicida. Muchos vencen este miedo lo suficiente
como para casarse, y se hacen capaces de enfrentar la sexualidad en
este último modo amenazante.

Sin embargo, muchos hombres y mujeres temen la intimidad en general


y en particular la intimidad sexual. Tal vez hayan crecido en ambientes
sobreprotegidos o, por el contrario, en ambientes en los cuales el
desorden sexual fue una causa obvia de discordia y sufrimiento. A veces
una experiencia sexual verdaderamente aterradora durante la infancia,
especialmente con un adulto, puede llegar a ser causa de un miedo
permanente a la intimidad sexual. Individuos traumatizados de este
modo, pueden decidir que no son capaces de enfrentar todas las
exigencias de intimidad que un matrimonio feliz requiere.
Benedict Groeschel 29

Si usted ha permanecido soltero a causa del miedo, tal vez sea


suficientemente joven para considerar la posibilidad de recurrir a una
seria consejería o psicoterapia para determinar si puede optar casarte o
permanecer soltero con mayor libertad. Lo mejor es elegir un estilo de
vida con la mayor libertad interior posible. Sin embargo, tal vez sea
demasiado tarde para tratar semejante proyecto, y por ahora se sienta
cómodo en la vida soltera.

El problema es que aquellos que permanecen solteros por miedo, a


menudo hallan que sus deseos sexuales los empujan a conductas
moralmente inaceptables y personalmente humillantes. Formas sutiles y
disfrazadas de satisfacción sexual pueden estropear sus vidas. La
atracción por formas repugnantes de diversión, el desorden de impulsos
voyeristas15 y comportamientos promiscuos pueden ser el resultado de
una aceptación conflictiva de la soltería. Una vida soltera aceptada por
miedo no equivale necesariamente a una vida casta.

Si usted siente que su soltería es debida a miedo, este libro puede


ayudarle. Puede abrir la posibilidad de una genuina decisión: una elección
consciente, deliberada, por la vida soltera casta. Siguiendo el evangelio y
llevando una vida casta, usted puede experimentar una profunda
curación interior y llegar a una nuevo sentimiento de su dignidad
cristiana. La autocompasión y la permisividad a menudo se unen para
mantener a una persona alejada de la vida cristiana madura. Si usted ha
quedado atrapado en la red de estas dos indeseables actitudes, la lucha
por llevar una vida casta puede abrirle una vida completamente nueva.

La persona soltera con inclinaciones homosexuales

Recién en la actualidad estamos tomando conciencia del gran número de


personas que luchan en nuestro mundo con algún aspecto de lo que se
llama “homosexualidad”. Este complejo fenómeno psicológico que causa
que una persona sea sexualmente atraída hacia miembros de su propio
sexo, debe ser discutido con algún detalle. Presentaremos un análisis
más detallado de la castidad y la persona con orientación homosexual en
el capítulo 3; por el momento limitaremos nuestra discusión a las
tendencias homosexuales como motivo para elegir la soltería.

Muchas personas que piensan, correcta o equivocadamente (y yo pienso


que a menudo lo hacen equivocadamente) que son “homosexuales”, han
elegido permanecer solteros. Quizá no sienten atracción alguna por el
matrimonio, o si la han sentido, no han querido arriesgarse a someter a

15
* Nota del Traductor: el voyerismo es una desviación sexual que consiste en
la tendencia (a veces compulsiva) de mirar las partes íntimas de otras personas.
30 El coraje de ser castos

otra persona al sufrimiento de un fracaso matrimonial. Algunos se


ilusionan con entablar una unión homosexual duradera y exclusiva, pero
tales relaciones son verdaderamente muy raras.

Mi trabajo clínico con un gran número de adultos con orientaciones


homosexuales, me inclina a pensar que muchos, si no la mayoría, de los
homosexuales terminan llevando una vida soltera con algunas relaciones
sexuales esporádicas o alguna amistad sexual. Tal posición mantiene viva
la ilusión de que la pareja ideal está aún por aparecer. Otros
simplemente se retraen de la escena homosexual y llevan vidas
tranquilas con poco compromiso sexual. La turbulencia de las relaciones
homosexuales, el peligro de enfermedades serias o fatales, y el miedo de
ser descubiertos, motiva a la gente a retirarse una vez que ha pasado el
ardor juvenil. Algunos, convencidos de la exactitud de la enseñanza
tradicional de la Iglesia sobre el malicia moral de los actos sexuales
genitales homosexuales, tratan de llevar vidas solteras castas, a menudo
con dificultad.

Si usted cree que las tendencias homosexuales le hacen imposible el


matrimonio, tiene dos posibilidades: o llevar una vida célibe casta, o bien
una vida plagada de conductas genitales homosexuales indeseadas. La
enseñanza de la tradición católica, reiterada claramente por las más altas
autoridades pastorales de la Iglesia en nuestro tiempo, llama a la
persona homosexual a una vida casta16. Puede encontrar maestros,
clérigos y laicos, que le dirán algo distinto de esto, pero estos no podrán
negar que la tradición católica exige la castidad en tales casos.

Si usted querría tratar de ser casto, o si ya está llevando una vida casta,
este libro puede serle de utilidad. Ser casto soportando tendencias
homosexuales no es fácil pero tampoco es imposible, incluso si se ha
implicado en actividades homosexuales en el pasado. He visto convertirse
esta lucha en una invitación a profundizar el crecimiento espiritual y una
vida verdaderamente santa. Sospecho que hay incluso un cierto número
de santos canonizados que han encontrado, en esta misma lucha, un
camino para la alta santidad.

Todos los esclavos del placer, se relacione esto con la sexualidad o con
alguna otra compulsión, se sientan en la misma galera aunque estén
encadenados a diferentes remos. Y todos los hombres y mujeres libres

16
Cf. Juan Pablo II, Discurso a los Obispos norteamericanos en Chicago, 5 de
Octubre de 1979.
Benedict Groeschel 31

del Espíritu caminan en la misma senda de santidad incluso si la gracia


del Espíritu Santo los ha conducido allí por diferentes experiencias.

La persona soltera que lucha con desviaciones sexuales

En mi trabajo como sacerdote y psicólogo, he encontrado cierto número


de personas que permanecen solteros por haber experimentado
tendencias sexuales desviadas. Muchos psicólogos y psiquiatras
consideran que estas desviaciones, como las tendencias homosexuales,
representan una interrupción en el desarrollo sexual y una fijación o
freno en una edad temprana del desarrollo psicosexual. Se trata,
incuestionablemente, de patologías penosas que pueden darse en la vida
de una persona que, por otra parte, es útil y relativamente bien
adaptado.

La lista de estas patologías es muy amplia, y algunas todavía no han sido


reconocidas popularmente como tales. Por ejemplo, la necesidad
impulsiva de promiscuidad heterosexual es ciertamente una desviación
sexual, a pesar de que en la actualidad la inmoralidad de los medios de
comunicación hagan de tales personas héroes en lugar de adictos
sexuales.

Desviaciones tales como las tendencias sado-masoquistas son alarmantes


para un individuo, incluso cuando no han sido practicadas. Otras, como el
exhibicionismo o el travestismo, son profundamente vergonzosas. Otras,
incluso, tienen serias consecuencias legales, por ejemplo, la pedofilia, o
sea la atracción por niños. Desviaciones tales como el fetichismo (una
compulsión a dar significado sexual a objetos neutrales) y el voyerismo,
son simplemente desagradables. Hay demasiadas desviaciones como
para enumerarlas, pero lo que diremos aquí puede aplicarse a la persona
que sufra de cualquiera de ellas.

Por otro lado, muchas personas cabales sufren de alguno de estos


problemas y, o bien no se les ha presentado la oportunidad de una
terapia o tal vez no les ha sido útil. Una persona con una desviación
(palabra que simplemente significa “fuera del camino principal”) puede
casarse y mantener su problema escondido de su cónyuge. Sin embargo,
es probable que esta persona elija permanecer soltero. Tal decisión, al
igual que la de permanecer soltero a causa del miedo, pueden dejar al
individuo con necesidades sexuales insatisfechas y llevarlo a muchas
frustraciones y humillaciones. La vida soltera, en tal caso, se convertirá
en una maldición y la desviación puede dominar y estropear la vida
entera de la persona.
32 El coraje de ser castos

En este caso la vocación a una vida soltera casta puede, de hecho, ser un
gran alivio. Puede representar una salida de la pesadilla. Sin embargo, tal
persona siempre necesita la ayuda de un confesor o de un director
espiritual bien preparado, y puede ser útil aconsejarle que intente
nuevamente una terapia en esta nueva situación de vida en la que se
plantea objetivo positivo de llevar una vida casta y útil. Esta persona no
debería sentirse responsable de las tendencias desviadas que surgen de
situaciones de su vida infantil. Es importante subrayar esto ya que puede
ser que una persona se sienta rechazado de Dios y de los hombres. La
castidad que Cristo ofrece a aquellos que sigan su camino tal vez sea la
única salida valedera para una situación difícil. Él a todos les dice: Venid
a Mí todos los que estáis agobiados (Mt 11,28).

El derecho de ser soltero y feliz

Nadie tiene que excusarse por ser soltero. Como toda situación humana
fuera de la vida de pecado, la soltería puede ser un llamado al
discipulado. Si usted se encuentra excusándose de ser soltero, éste es un
problema exclusivamente suyo y de nadie más. Muchos solteros son los
peores enemigos de sí mismos. Eligen vivir en tal modo que se obligan a
sentirse miserables y alienados. Las necesidades sexuales insatisfechas
con las cuales se juega y a veces se satisfacen furtivamente se
convierten en una gran frustración y en una pasión solitaria.

Pero hay un camino mejor. Dichosos los que caminan según la ley del
Señor (Sal 119,1). Felices o bienaventurados, significa estar en paz,
contentos, aún en medio de las dificultades. En estos tiempos infelices e
incrédulos el cristiano soltero, laico o religioso, debería ser testigo de esa
paz que el mundo no puede dar. Pero no podemos dar este testimonio
limitándonos a evitar una conducta prohibida. Este testimonio, como
veremos, es un completo estilo de vida.
3
La sexualidad en una
vida soltera casta

Un cierto número de psicoterapeutas han señalado en los últimos años


que un factor común en la vida de quienes tienen problemas sexuales
serios, es la falta de realismo; es decir, una disconformidad
profundamente enraizada para aceptar la realidad. De ahí que la
aceptación, o afirmación, de la realidad sea el punto de partida de toda
lucha consigo mismo y, de acuerdo a Van Kaam, el comienzo del cambio
terapéutico17.

Todo el que tiene problemas sexuales serios siempre está aguardando de


forma irreal que aparezca la reina Ginebra o sir Galaad, o sea, la mujer
perfecta o el caballero ideal. Paradójicamente, una de las formas más
peligrosas de esta falta de realismo es el pensar que uno puede vivir sin
sexualidad. Es la vieja herejía de los maniqueos albigenses, que tiempo
atrás llevó a terribles excesos sexuales de parte de los que deseaban ser
absolutamente puros. Tales herejes extraviados nos recuerdan que uno
de los más peligrosos espejismos sexuales es la pretensión de que los
humanos pueden ser ángeles.

Aceptar y vivir la realidad de que Dios nos hizo criaturas corporales no


significa que debamos permitirnos voluntariamente caer en desórdenes
sexuales. Más bien significa reconocer que a menudo sentiremos y
experimentaremos de muchas maneras nuestra sexualidad. A causa de
que la expresión sexual en su forma más alta está relacionada con
emociones de ternura y con la necesidad de intimidad, la persona que
busca vivir la castidad célibe no debe suprimir la ternura y la emoción al
tiempos que busca evitar la conducta genital o pre-genital. Como en
muchas áreas de la realidad humana, en ésta se camina por el filo de una
navaja, evitando de un lado un puritanismo irreal y del otro, una
conducta viciosa inapropiada disfrazada de virtud. He llegado a sospechar

17
Adrian Van Kaam, The Art of Existential Counselling, Denville, N.J.:
Dimension Books, 1966, capítulo III.
34 El coraje de ser castos

que tanto la batalla angélica de los años ’40 como la “tercera vía”18 de los
’70 han sido negaciones de la sexualidad humana.

El soltero cristiano casto debe convivir con impulsos sexuales y


necesidades, fantasías y tentaciones, y quizá a veces, con sentimientos
de rencor y frustración a causa de que el llamado divino ha frustrado la
realización de tan poderosos impulsos. De nada servirá la
autocompasión, y se disipa al reconocer que todos los seres humanos
pueden hacer frente a los impulsos que no pueden o no deben realizar.

¿Quién puede vivir un vida saludable y saciar totalmente el apetito de


comida? ¿Quién puede expresar rencor e ira sin limites? ¿Quién puede
llevar sin frenos una vida de disipación en todos los placeres?

¿Puede alguien seguir irresistiblemente sus impulsos sexuales y ser una


persona equilibrada? El soltero casto debe ser capaz de moderar más y
tolerar mayor frustración de este apetito. Deberá deben tener algo de
asceta, es decir, de esa persona que conscientemente modera todos sus
apetitos y sustancialmente refrena uno, en particular la sexualidad.

Intimidad y vida soltera

La intimidad es la gran cuestión que enfrenta la persona soltera. ¿Debe,


esta persona, ser un solitario, alguien con emociones reprimidas y
sentimientos embotellados, que expresa poca ternura y afección? Cuando
se pone la cuestión de este modo, incluso el puritano más sobrio de
principios del siglo XX debería responder: “por supuesto que no”.

Sin embargo, permanece la pregunta interesante y perturbadora: el


soltero casto, religioso o laico, ¿debe evitar las relaciones de intimidad y
afecto que pueden empujarlo a la expresión sexual? Muchos escritores
contemporáneos responderían con entusiasmo: “No”. Yo sería proclive a
decir: “unas veces no y otras veces sí”. Hay que admitir que se trata de
una respuesta desafiante que molestará a los que gustan de soluciones
simples, especialmente en un terreno tan impreciso como el de las
inclinaciones psicosexuales. Pero precisamente son las respuestas
desafiantes a cuestiones complejas lo que hace que la vida sea

18
Para quienes están familiarizados con este término, aclaro que la tercera vía
indica resumidamente la teoría según la cual los que han hecho voto de castidad
podrían comprometerse en relaciones emotivas profundas con el otro sexo sin
peligro real de su compromiso religioso.
Benedict Groeschel 35

interesante. Veamos qué podemos hacer para clarificar esta aparente


ambigüedad.

La necesidad de intimidad y de apoyo emocional es alto tan complejo


cuanto simple es el impulso sexual. Observaciones realizadas en pájaros
y en abejas indican que satisfacer la necesidad genital es la cosa más
simple del mundo. Incluso entre los seres humanos puede fácilmente
acceder sea a los actos como a las relaciones sexuales, hasta el más
desconsiderado e indiscriminado.

Sin embargo, la necesidad de afecto y de intimidad personal es


verdaderamente compleja. El niño aprende muy pronto a expresar esta
necesidad. Científicos del comportamiento han observado que
distorsiones de la satisfacción de la necesidad de afecto y amor durante
la infancia pueden terminar más tarde en un desastre. El niño necesita
toda clase de afectos y de refuerzos emocionales para crecer. Las
necesidades afectivas de los niños y de los infantes carecen de expresión
sexual en el sentido adulto del término.

En la experiencia del adolescente solo algunas relaciones afectivas suelen


tener acentos sexuales. Éste amará a sus amigos de un modo y a sus
amigas de otro. Incluso el adolescente con tendencias homosexuales es
capaz de experimentar afectos por las mujeres, aunque sexualmente
ellas le atrigan muy poco, o tal vez nada. Lo mismo se diga de la joven
con tendencias homosexuales.

Todos los seres humanos medianamente equilibrados experimentan


atracciones no sexuales y correspondencias afectivas hacia los demás.
Miembros de nuestra propia familia, ancianos, niños, personas que no
son sexualmente atractivas, amigos –todos– pueden ser objeto de
nuestra fuerte necesidad de afecto y respuesta. Cuando responden
cálidamente a la necesidad que sentimos por ellos, jamás provocarán la
más ligera atracción sexual.

Fue una ilusión de Sigmund Freud –que le costó muchos de sus más
devotos discípulos- el creer que toda atracción es libidinosa y se basa en
necesidades sexuales disfrazadas. Actualmente, son muy pocos los que
en las ciencias comportamentales toman en serio el pansexualismo, si
bien muchos, incluyéndome a mí mismo, sospechan que toda necesidad
afectiva del otro, sea sexual o no sexual, surge a partir de la experiencia
singular e indiferenciada del niño.

Si bien todos tenemos estrechas relaciones que son claramente no


sexuales, las más desafiantes son las relaciones afectivas que pueden
tener algún componente sexual. Es obvio que una persona que ha elegido
36 El coraje de ser castos

ser casta y soltera por alguna de las razones dadas en el capítulo 2,


deben evitar relaciones estrechas que conducen normalmente a
expresiones sexuales y a veces genitales. Muchos de nosotros tenemos
amistades que son, o pueden ser, sexualmente atractivos para nosotros.
No hay que esforzar mucho la imaginación para tomar conciencia de que,
si no se mantuviese una gran circunspección en todos los aspectos de es
relación, tales amistades pueden despertar el deseo de una expresión
sexual directa.

El ejemplo más claro de la necesidad de ser circunspectos –y de los


sutiles modos en que se lleva a cabo– se observa en el modo en que
proceden los matrimonios amigos de la misma edad. Es de presumir que
los cónyuges opuestos pueden fácilmente sentirse mutuamente
atractivos sexualmente. Es muy fácil observar que en tales “amistad de
parejas” se cumplen sutiles reglas prudenciales.

La posición del soltero célibe frente a amigos sexualmente atractivos es


más difícil. Ante todo, la vida célibe exige mucho más control sexual de
cuanto lo exige la vida ordinaria de los casados. Las expresiones de
afecto pueden empujarlo fácilmente a la fantasía sexual. Si una persona
debe llevar siempre una vida casta, entonces la fantasía se hace más
fuerte porque la sexualidad todavía mantiene su aura mitológica en torno
a sí. De modo accidental, la abstinencia puede alimentar la falta de
realismo. Esto ha ocasionado que muchos religiosos célibes se alejen de
muchos tratos humanos que tal vez podrían tener componentes sexuales.

Una persona soltera que quiere evitar toda relación que pueda producirle
atracciones sexuales, pronto quedará relegada a un rincón. Por otra
parte, los solteros que mantienen relaciones estrechas emocionalmente
expresivas con amigos sexualmente atractivos no tardarán en
encontrarse encaminados al matrimonio, o al menos en un romance. De
hecho, muchos de los defensores de la “tercera vía” para célibes
terminaron exactamente en esta situación.

Quizá podría sintetizarse bien este complejo desafío en algunas pocas


prácticas. Esto resulta especialmente apropiado ya que raramente estos
problemas se encuentran en forma teórica; los enfrentamos en la vida
diaria.

1. La persona soltera debería cultivar una amplia variedad de


relaciones, algunas de las cuales son obviamente íntimas y
afectivas. Debería incluirse relaciones con la propia familia y
Benedict Groeschel 37

amigos, y quizá con algunas pocas personas que tal vez sean
sexualmente atractivas. Muchas personas solitarias no llegan a
tomar conciencia de que las amistades deben cuidarse y
cultivarse como las plantas de jardín. Si usted piensa que debería
ser amado sólo por ser usted quien es, entonces se ha
equivocado de vocación: usted tendría que haber sido Dios.
2. En toda vida es necesario tener por lo menos un amigo íntimo,
preferentemente unos pocos. Si usted quiere vivir en paz y ser
castamente célibe es prudente formar amistades con personas
que no le sean sexualmente atractivas. De otro modo, la vida se
volverá muy conflictiva. Amistades íntimas con personas
sexualmente atractivas usualmente empujan a expresiones
sexuales o a conflictos.
3. Si una persona célibe tiene amigos sexualmente atractivos, se
hace necesaria una enorme prudencia. Se debe evitar la
manipulación, las formas sutiles de seducción y la exclusividad.
Una persona honesta debería ser suficientemente humilde para
reconocer el momento en que la seducción ha mezclado
accidentalmente en una amistad. Si uno tiene verdaderas
intenciones de permanecer soltero, no es un modo verdadero de
amor el jugar con los afectos o con la vida de un amigo.
4. Debe formar un modo más poderoso de amistad con un “amigo
en el camino interior”. Esta relación, tan bien descrita por Morton
Kelsey, tiene una importancia especial para la persona soltera
casta19. ¿Qué cosa puede ser más placentera que encontrarse
con otros en ese camino espiritual que San Agustín llama el más
largo de los viajes, el camino hacia el Sinaí interior?

Las amistades espirituales verdaderas han de aceptar siempre que Dios


debe ser la primera aspiración de nuestro amor. Estas amistades por su
propia naturaleza no deberían ser exclusivas ni manipuladoras. Uno
debería tener, de ser posible, varias amistades espirituales. Si sucediese
que alguno tenga atractivo sexual no es necesario que se ponga punto
final a la amistad, pero deberá preservarse siempre la honestidad y la
rectitud de intención (llamada propiamente pureza de corazón). Cuando
la amistad espiritual empuja a una relación sexual extra matrimonial, los
que quedan implicados pueden hacerse mucho daño a sí mismos y a los
demás, en razón de que probablemente refuercen sus mutuos
mecanismos de defensa de negación y racionalización. Se podrá
mantener tales amistades, aunque disminuirán los aspectos espirituales.
Sin embargo, si una persona previamente ha resuelto ser célibe, surgirá
un profundo conflicto y alguien quedará gravemente herido.

19
Morton Kelsey, Companions on the Inner Way, New York, Crossroad 1983.
38 El coraje de ser castos

Expresiones castas de la sexualidad

Tal vez esta frase lo asuste un poco. Hemos terminado por vincular las
palabras sexual y genital, relacionándolas con el uso de los órganos
reproductivos. El hecho es que expresamos nuestra identidad sexual
también en el modo de hablar, de caminar, de vestirnos, de trabajar y de
divertirnos. Cada persona tiene derecho a su propia expresión o imagen
propia, a menos que, como en el caso de Barbazúl o Jezabel, tal
expresión atente contra los demás.

Si usted es soltero, valdrá la pena que se examine. ¿Se siente conforme


con quien usted es, o está incómodo y proyecta una falsa imagen?
Mientras algunos solteros se visten y actúan seductivamente por
ingenuidad, otros atraviesan la vida en una especie de modo neutro, al
punto que uno no sabe bien si son hombres o mujeres. No me refiero a
una mujer excesivamente fuerte o a un hombre demasiado refinado, sino
a personas que han optado por presentarse a sí mismos como un “cero”
sexual. Esta situación insinúa que desafortunadamente tales personas no
están en paz con su sexualidad. Un problema particular se presenta en el
caso de los solteros con tendencias homosexuales. Quienes luchan por
llevar una vida casta, a menudo sufren por sentirse deshonestos al no
revelar sus tendencias a los demás. Se sienten como “encerrados en el
ropero”. Pero tal vez sus amigos y parientes no estén preparados para
que les revele de modo directo sus tendencias. Un hombre que ha
renunció a una larga vida homosexual, me escribía lo siguiente: “Estoy
cansado de ser algo que no soy. Estoy harto de permitir que el dos por
ciento de mi cuerpo domine el resto de mi existencia. Estoy cansado de
pensar de mí mismo como un homosexual. No lo soy. Soy una persona y
me debo a mí mismo el ser una persona –el ser yo”.

Por alguna razón en particular los clérigos y religiosos han acostumbrado


a sentirse inclinados a presentar sus personas como neutras. La mayoría
de las veces esto no ha funcionado, y quien esté familiarizado con la vida
religiosa sabría que muchos de ellos se han sentido obviamente cómodos
con su sexo, al tiempo que han tenido su sexualidad bien controlada. Un
trato razonable con la vida de aquellos santos que han sido religiosos
revela que estos notables cristianos presentaron de forma muy clara su
propia imagen.
Benedict Groeschel 39

¿Qué debemos decir sobre el varón que no es demasiado masculino o la


mujer que no es demasiado femenina? Este es un verdadero problema
sea para los solteros en general como en particular para los religiosos. En
las profesiones asistenciales como maestros, trabajadores sociales,
profesionales de la salud y clérigos, sucede que muchos varones
desarrollan en gran medida una faceta femenina en su personalidad y
muchas mujeres una suerte de componente masculino. Este balance les
posibilita más el ayudar caritativamente a los demás. Quien encuentre un
fuerte componente del otro sexo en su propia personalidad simplemente
debe ser objetivo y cuidadoso con la presentación de sí mismo. No se
puede desear el comunicar un mensaje conflictivo sobre la propia
imagen.

Hay una curiosa especie de agresión pasiva y de rechazo de sí mismo


que puede llegar a desarrollarse en un muchacho excesivamente delicado
y en una chica demasiado agresiva. Tal vez hayan sido forzados por otros
a esta disconformidad que experimentan hacia sí mismos. Si esto está
compuesto por cierta ansiedad sobre la homosexualidad, la persona
podría volverse confiado en una forma auto destructiva. Me parece que
mucho de la pose y burla de sí mismo –incluso en el uso de la palabra
“gay”- son restos de una niñez o adolescencia llena de odio hacia sí
mismo. Esta propensión dañina es realmente una forma de auto castigo
que no hace la vida soltera más fácil ni más útil.

Uno de los clichés de la psicología pop es que cada cual debería sentirse
satisfecho de su propia sexualidad. Tal afirmación probablemente cuadre
con la descripción del mundo antes del pecado. Muy pocas personas
menores de 75 años (algunos dicen 90) se sienten plenamente
satisfechas de su sexualidad. Se trata de una fuerza demasiado compleja
y poderosa, tan familiar y sin embargo sepultada en el subconsciente.

Cada uno, incluyendo a las personas las personas solteras castas, deben
tratar de integrar su sexualidad consciente e inteligentemente en el
conjunto de su vida. La castidad es una expresión de la sexualidad. En la
medida en que no sea así, la mera abstinencia sexual será expresión de
represión y de falta de realismo. Toda persona madura ha de ser realista
acerca de la sexualidad, y ninguno más que quien está tratando de llevar
una vida soltera casta.

Sexualidad pre-consciente

El deseo sexual, con o sin emociones de ternura y necesidad de


intimidad, es parte de toda vida humana. La persona soltera tiene que
vivir con esto, reconociendo que la abstinencia sexual puede suscitar
40 El coraje de ser castos

inconsciente y preconsciente la impresión de que se es más, y no menos,


sexualmente activo. Escapa a la finalidad de este libro el examinar la
relación entre la persona consciente, reflexiva y moralmente responsable
y el gran abismo oscuro del inconsciente. El estudio de tal relación es uno
de los grandes dramas de la psicología moderna; la persona que falla en
reconocer los profundos problemas implicados, frecuentemente termina
herida por un indiscreto compromiso en el inconsciente, del mismo modo
que quienes no tienen familiaridad con el mar suelen terminar ahogados.

En el capítulo 4 discutiremos el modo de manejarse creativamente con el


consciente y el inconsciente. Por el momento baste con indicar que el
célibe casto como cualquier otro no puede esperar desentrañar
intelectualmente o eliminar voluntariamente los profundos ríos del deseo
sexual o de la necesidad de afecto y de intimidad. Sólo al final de una
larga vida de lucha una persona puede esperar superar la autoafirmación
centrada sobre uno mismo que fluye de tantas maneras de las
profundidades de la psique. Es misión de la espiritualidad el ayudarnos a
enfrentar estas vastas corrientes, y no el intentar poner un dique a su
alrededor. En estas profundidades descansa los profundos sistemas de
energía de la existencia humana, incluyendo la energía de seguir el
llamado divino a la santidad.

En esas profundidades se esconden también los efectos más peligrosos


del pecado original, algunos innatos y otros derivados del
medioambiente. Fallar el reconocimiento y el gobierno del inconsciente
puede llevar a una catástrofe. Frances G. Wickes, una psicóloga
norteamericana de la escuela Jungiana que se interesó durante mucho
tiempo en la vida espiritual, hizo la siguiente observación sobre “la
sombra”, término que indica la parte inconsciente de la psique aludiendo
tanto a los aspectos negativos como a los positivos:

“A veces cuando uno siente que los obstáculos de la vida, aun


cuando son enfrentados con coraje, son infranqueables, puede
descubrir que parte de la dificultad es causada por la
insospechada actividad de la ‘sombra’20”.

Wickes comenta el caso de un hombre que, hablando sin propiedad,


suprimió estos sentimientos misteriosos y turbadores con un cortés
silencio para tener un entorno apropiadamente armonioso. Nuestra

20
The Choice es Always Ours, Ed. Phillips, Howes, Nixon, Wheaton, Ill.: Quest
Books, 1972 (originalmente publicado por Harper & Row, 1966), pp. 309-310.
Benedict Groeschel 41

psicóloga le hizo entonces la siguiente observación sobre los efectos de


tal negación:

“Las realidades menguan cuando uno teme algo que podría


disturbar la calma superficial, ya sea que tales realidades estén
en el plano exterior o interior. Entonces se pueden proyectar las
dificultades. El demonio trabaja en el otro compañero. Las
sombras de los otros caen en medio del sendero y deben ser
evitados. La vida externa se angosta y la interna se vuelve más
superficial. Pero, en lo profundo, la Sombra tiene una buena
cena”21

La importancia de saber dirigir la sexualidad pre-consciente y el manejo


inteligente de la sombra queda ilustrado en el siguiente caso histórico.
Los hechos que relato a continuación son reales, si bien he alterado
algunos detalles.

Edward era un seminarista piadoso e inteligente a quien faltaban dos


años para ser ordenado sacerdote. Venía de lo que cualquier párroco
consideraría un hogar ideal. Sus padres eran piadosos, bien formados y
educados. Trabajaban juntos para dar a sus hijos cuanto podían y para
prepararlos tanto para este mundo como para el Otro. El ideal personal
de Edward llegar a ser misionero.

La castidad era para él un valor muy importante y pensaba estar bien


preparado para vivirla. Sus padres le instruido adecuadamente sobre las
“cosas de la vida”. Sus hermanos y hermanas mayores ya estaban
casados y él estaba al tanto de sus experiencias en la preparación
matrimonial. Ed tenía una firme conciencia que un teólogo admiraría
tanto por su contenido intelectual como por la capacidad para gobernar
su conducta. Un psicólogo habría detectado una tenencia a ver las cosas
demasiado en blanco y negro, una tendencia descrita como un super-yo
rígido. Pero Ed compensaba esta aparente rigidez en muchas formas. Se
preocupaba por los demás, se comprometía en problemas sociales y era
genuinamente compasivo con las necesidades de los desafortunados. Con
el único con quien Ed fue duro era consigo mismo.

Un verano fue enviado a trabajar en una zona muy pobre. Para su propia
consternación terminó complicado con dos chicas diferentes de su misma
edad. Ambas tenían experiencia con la sexualidad. Ninguna se
escandalizó de la conducta de Ed ya que sentían lastima por él. “Era un
buen chico y parecía conocer muy poco de la vida”. Tal fue la actitud de
las jóvenes.

21
Ibid. p. 310.
42 El coraje de ser castos

Ed salió por un año del seminario y trabajó en un agencia social. Perdió el


control de su conducta, a sin que se alterasen en nada ni su conciencia ni
su escala de valores. Por sugerencia mía, comenzó una terapia con un
psicólogo de orientación religiosa. También rezó fervorosamente pidiendo
la asistencia divina. Por fin llegó a la conclusión de que el sacerdocio no
era para él –sentía que no podría vivir sin intimidad sexual.

Ahora está casado con una mujer muy piadosa y tienen varios hijos. Más
tarde Ed me explicaba que no podía elegir otra cosa que el matrimonio.
Sentía que Dios no había respondido a su pedido de ayuda para llevar
una vida célibe y que, como consecuencia, le había indicado que su
camino era el matrimonio.

Este es un caso difícil de explicar para personas de distintas ideologías.


La persona piadosa pensará o bien que Ed fue deshonesto o, en primer
lugar, que no se encontraba a gusto en el seminario seminarista. A esa
persona la desafiaría a que conozca a este hombre y que luego me diga
si sigue pensando así.

Otros dirán que su caso muestra que el celibato sacerdotal obligatorio


aleja del sacerdocio a los hombres buenos y, por tanto, debería ser
abolido. El hecho es que muchos hombres con pasados semejantes al de
Ed son sacerdotes plenos que trabajan bien y son capaces de vivir la
castidad sin dificultad. Otros dirán que Ed está condenado a llevar un
matrimonio infeliz por haberse casado para resolver sus problemas. Pero
el hecho es que él está felizmente casado. Él y su esposa se parecen en
muchas cosas, y han llevado un hogar feliz durante muchos años.

La experiencia de Ed me ha pensar que la represión es una peligrosa


forma de control sexual, especialmente cuando se usa exclusivamente
para manejar la propia sexualidad. Ed me explicaba que cada vez que
tomaba conciencia de la más ligera atracción sexual o fantasía la
rechazaba enérgicamente de su mente. Jamás tuvo turbaciones causadas
por tentaciones de auto-erotismo o de otra manifestación sexual. En la
medida en que la castidad avanzaba, conquistó todos los mundos que un
adolescente de diecisiete años debe conquistar. Tuvo pocas tentaciones
hasta el desdichado día en que lo presionó el impulso irresistible.

De esta historia podemos sacar como moraleja que el control consciente,


con todas las luchas que implica, es ciertamente un modo de manejar la
vida mucho mejor que el reprimir o forzar todos los impulsos del
Benedict Groeschel 43

inconsciente. A pesar de ser una persona inteligente Ed jamás había


asumido realmente la responsabilidad de su conducta sexual porque
nunca se sintió desafiado. Cuando llegó el desafio el poder de los
sentimientos sexuales reprimidos fue tan fuerte que lo hundió en un
maremoto. Más que asumir tranquilamente la responsabilidad de su
conducta Ed rezó y esperó un milagro espiritual: que desaparecieran
todos los impulsos sexuales. Una vez más no asumió la responsabilidad
de sí mismo. Esto puede conseguirse como en Alcohólicos Anónimos,
incluso cuando uno admite ser incapaz. La mente de Ed y la imagen de sí
mismo eran demasiado rígidas para admitir esto y para trabajar
directamente con tal objetividad. Si hubiera sido capaz de enfrentarse a
la idea de que ser un pobre y débil pecador como cualquier otro podría
haber marchado a tientas por medio de los desafíos de sus necesidades
reprimidas y, con la gracia de Dios, hubiera alcanzado un control
consciente.

Tal vez se le ocurra a usted la misma pregunta que me hice yo: ¿Por qué
no recibió una gracia especial para vencer esta dificultad? Esta cuestión
conduce al tema más amplio de la Providencia divina. Quizá no debía ser
así. Ed tenía algo más fuerte que su misma virtud: su fe. En media de su
creyó que Dios lo conduciría a donde debía ir. Cuando visité a Ed y su
esposa, me convencí de que Dios efectivamente lo hizo. Si tenemos fe,
daremos a Dios la oportunidad de escribir derecho aun con renglones
torcidos.

Atracción y enamoramiento sentimental22

Ya hemos hablado de las relaciones basadas en la atracción no-sexual, y


aquellas que son sexuales solo de modo secundario. La persona soltera
debe aceptarlas con calma y de manera inteligente. Hay que añadir una
palabra sobre el enamoramiento o encaprichamiento –o sea la fuerte
atracción sentimental. Tal atracción se basa en la complementariedad, un
dinamismo en el que las fuerzas de una persona encajan con las
necesidades de otra. Debemos ver la complementariedad como el
verdadero fundamento de la heterosexualidad incluso en el plano físico,
en el que las características de las que carece uno de los sexos son más
atractivas para el sexo opuesto. La complementariedad en un nivel

22
* Nota del traductor: traduzco por enamoramiento el término inglés
“infatuation”, entendiendo por tal el enamoramiento más bien de orden
sentimental o “enamoramiento caprichoso”; de hecho, el término “infatuated”
significa “encaprichado”; el enamoramiento propiamente dicho se expresa en
inglés “to fall in love”.
44 El coraje de ser castos

mucho más integral incluye emociones, rasgos de carácter y talentos, y


es el fundamento de un buen matrimonio.

La complementariedad también influye en muchas amistades no-


sexuales. Otras personas nos atraen en parte porque se nos parecen, y
en parte porque tienen algo de lo nosotros carecemos y/o necesitan lo
que a nosotros nos sobra. Algunos autores usan la expresión
“enamoramiento sentimental” para referirse a la experiencia fuerte de
tales relaciones complementarias. Yo preferiría restringir este término a
aquella fase de una relación, generalmente breve, en la que se idealiza al
otro como en una novela o se sublima al héroe, o también como ocurre
en alguna clase de discipulado superficial.

Si se pretende que el enamoramiento sentimental, que no es otra cosa


que la complementariedad en su forma más elemental, persevere,
entonces debe transformarse en una amistad más realista que supere la
complementariedad. La meditación del Evangelio me ha llevado a creer
que, en cierto modo, los primeros discípulos experimentaron una
fascinación sentimental por el Mesías, y por eso su afecto debió ser
purificado y transformado superando el simple entusiasmo por el héroe.
Esta maduración de su comprensión fue parte esencial de la preparación
que llegaría a la prueba final el Viernes Santo.

El soltero no debe temer la complementariedad o el enamoramiento,


incluso el comienzo del enamoramiento sexual. Pero si se quiere
mantener una vida soltera casta, hay que ser muy realista y objetivo
respecto de las experiencias de enamoramiento, especialmente si bajo la
superficie se ocultan elementos sexuales o románticos. En tales
relaciones no sexuales como la veneración del héroe, el peligro más
grande es el parecer locos. En las relaciones sexuales, se puede dar una
dislocación severa de dos personalidades causando un gran daño. La
persona soltera, por su propio bien, debe reconocer el encaprichamiento
y superarlo rápidamente.

La compulsión sexual y la pérdida del control

El soltero debe ser consciente de la posibilidad de que experimente


compulsiones sexuales, las cuales se enraízan en las fuerzas
inconscientes o nacen de crisis vitales no resueltas. A menudo, el control
sexual es el nudo más débil en la personalidad de un individuo y en su
sistema de control. Cuando las cosas van mal o cuando se está bajo una
Benedict Groeschel 45

gran presión puede tener aparecer algún comportamiento indeseado. El


miedo de perder el control sexual causa a veces en el soltero una gran
ansiedad. Hay que admitir que nuestra especie dará un paso adelante el
día que seamos capaces de evaluar la pérdida del control sexual como
revelador –a veces– de una lucha interior, en lugar de condenarlo
siempre como la representación de un simple impulso inmoral o, más
peligroso todavía, justificándolo con una deshonesta racionalización.

La pérdida de control sexual lleva a conductas indeseadas que la persona


juzga como inmorales y desea evitar. Esto representa un peligro especial
para el soltero. Muchos de los mecanismos de control presentes en el
matrimonio no están disponibles en la vida del soltero. Hammarskjöld
hizo la siguiente observación en Markings:

“Así, una vez más, has elegido por ti mismo –y has abierto la
puerta del caos. El caos en que te conviertes cada vez que la
mano de Dios deja de posar sobre tu cabeza.
Quien ha estado una vez bajo la mano de Dios, ha perdido
su inocencia: pues solo él comprende toda la fuerza explosiva de
destrucción que estalla al rendirse por un momento a la
tentación.
Pero cuando su atención se dirige arriba y delante, qué
fuerte se vuelve, con la fuerza de Dios que está dentro suyo,
porque él mismo está en Dios. Es fuerte y libre, porque su yo no
existe más”23.

Si usted es soltero el miedo de perder el control en momentos de estrés


es un buen motivo para intentar vivir una vida sana y equilibrada. Más
adelante veremos cuán necesarios son los hábitos espirituales para
mantener el control sexual y para un buen equilibrio general.

Las tendencias homosexuales

Ya mencioné que un buen número de hombres y mujeres permanecen


solteros a causa de sus tendencias homosexuales. Se impone ahora que
tratemos más detalladamente esta disposición. Si esto no interesa al
lector, por favor, salte a la última sección de este capítulo sobre la vida
soltera.

La presente confusión

23
Markings. New York: Alfred A. Knopf, 1966, p. 98.
46 El coraje de ser castos

A lo largo de este libro he evitado usar la palabra homosexual como


sustantivo. Si bien conozco cierto número de personas con estas
tendencias, jamás diré: “Joe es un homosexual”. Para mí Joe es una
persona. Si bien hablamos abreviadamente y decimos, “Sam es un
alcohólico”, o “María es una psicótica”, prefiero decir “Fulano es una
persona que tiene tal o cual tendencia”. Dios no ha creado alcohólicos o
psicóticos y jamás he encontrado alguien a quien Él haya hecho
homosexual. Dios hizo personas.

Con frecuencia escucho a personas con tendencias homosexuales decir:


“Dios me hizo así, por tanto debe estar bien”. Considero que esta es una
racionalización24. Puede ser una racionalización muy comprensible para
quien está dividido en dos por un conflicto profundo entre sus deseos
sexuales y sus obligaciones morales. Incluso podemos considerarlo una
racionalización perdonable, pero no hacemos favor alguno a las personas
con tendencias homosexuales dispensándolas de la ley moral,
especialmente porque Dios no nos ha dado autoridad para hacerlo. El que
otorgara tal dispensa podría ponerse él mismo en un riesgo más grande
que el que corren los mismos a quienes excusa. No es trabajo del médico
o del clérigo el decirle a nadie que aquello que está mal en realidad está
bien, a pesar de que esto haya ocurrido muchas veces en la historia
médica y eclesiástica.

El siglo XX no ha descubierto la homosexualidad. Los historiadores de


este tema sugieren que es un fenómeno observable desde la antigüedad
clásica. La conducta homosexual está prohibida tanto en el Antiguo como
el Nuevo Testamento y en los primeros escritos cristianos. Ha sido
reconocida de modo consistente como algo contrario al código moral del
mundo cristiano.

Estoy convencido de que la persona con una fuerte atracción


homosexual, e incluso con un estilo de vida homosexual consolidado por
años de actividad sexual (si usted prefiere, podemos llamarlo una
identidad homosexual), está llamada a la castidad. Sin embargo, esto no
será una expectativa realista a menos que el individuo esté listo para
responder a la gracia de la conversión moral. Leanne Payne, en La
imagen Rota, da algunos ejemplos de personas profundamente
sumergidas en la homosexualidad que, por el poder de la gracia de Dios,

24
*Nota del traductor: el término racionalización quiere decir el proceso –
inconsciente a veces– de justificar nuestras actitudes por medio de razonamientos
que no son más que sofismas (falsos argumentos).
Benedict Groeschel 47

han conseguido llevar una vida cristiana casta25. Mi experiencia


trabajando con cristianos con orientación homosexual que buscan una
salida a su problema es similar a la del Dr. Payne.

Pseudo homosexualidad y homosexualidad real

Muchos psicólogos y psiquiatras, que han trabajado principalmente con


personas con orientación homosexual durante sus carreras profesionales,
incluyendo a Irving Bieber, tienen la impresión de muchas personas con
orientación homosexual, en realidad son heterosexuales en estado
latente26. Por miedo de su propia heterosexualidad, suscitado por algún
trauma infantil, se sienten atraídos por personas de su propio sexo como
un velado sustituto de una persona del sexo opuesto.

Por ejemplo, puede ocurrir que un joven tema ser rechazado por la
masculinidad agresiva de sus compañeros de escuela. Tal vez le
impresione escucharlos hablar de sus experiencias sexuales con chicas.
Tal vez se sienta incomodo con esas expresiones de masculinidad
rechazando parte de su propia identidad. Puedo suceder que más
adelante encuentre otro varón que ha pasado por la misma experiencia.
Compartiendo la repugnancia por aquellas expresiones crudas de
heterosexualidad, tal vez terminen aceptando el intercambio menos
agresivo y más afable de actos homosexuales. Esto explica por qué
algunos varones “homosexuales” a menudo son personas gentiles muy y
no agresivas.

Una chica con tendencias homosexuales puede haber atravesado un


trauma un poco diferente. Tal vez haya visto la sexualidad masculina
como cruda o, en el mejor de los casos, como no atractiva. Incluso puede
haber sido obligada a un acto heterosexual. El aspecto de la femineidad
que atrae a los hombres tal vez la asuste o le repugne. Esta joven,
entonces, puede encontrar otra muchacha que tenga el mismo temor por
los actos heterosexuales y así comenzarán a ser compañeras sin el miedo
y la vergüenza que ellas asocian a la conducta heterosexual. Considero
que las personas en ambos casos son latentemente heterosexuales pero
asustados o “pseudo homosexuales”.

Hay otra clase muy común de pseudo homosexualidad y es el caso de la


persona que ha sido incorrectamente amada en su infancia o desamada.
En estos casos comienza a desarrollarse un amor propio patológico
llamado “narcisismo”, nombre que viene de aquel solitario pastor griego

Leanne Payne, The Broken Image, Westchester, Ill.: Crossway Books, 1981.
25
26
Irving Bieber, et al., Homosexuality –A Psychoanalytic Study of Male
Homosexual, New York: Vantage Books (Alfred A. Knopf).
48 El coraje de ser castos

que se enamoró de su propia imagen reflejada en un estanque; creyendo


que veía un dios se arrojó al estanque ahogándose en un ilusorio abrazo
de su propia imagen, volviendo más tarde a la tierra en forma de flor.
Todos tenemos un toque de narcisismo heredado de la infancia, por lo
que deberíamos ser compasivos con quienes se sienten impelidos a
buscar una imagen de sí mismos.

En relaciones más sanas, se reconoce, al menos tácitamente, el


narcisismo residual de la infancia, y pasa a integrarse entre los factores
más sanos de una buena relación, como la que se da entre el maestro y
el discípulo. En casos más severos la desafortunada persona es empujada
a atravesar la vida dependiendo de, o abrasando a, quien ve como una
simbólica imagen de su propio yo idealizado. Pero nunca encontrará tal
imagen ya que no existe nadie que sea su otro yo, por lo cual estas
personas pasan de uno a otro enamoramiento que terminan en desastres
emocionales.

A veces se suma el problema de la edad. Una persona más vieja podría


buscarse a sí misma, como niña o adolescente, en alguien
considerablemente más joven. O, al revés, un joven puede inclinarse a
buscar el padre amoroso del mismo sexo que estuvo ausente
emocionalmente en su infancia.

Existe también otra teoría de los impulsos pseudo homosexuales. Eli


Siegal sostuvo que los hombres con tendencias homosexuales, han
tenido madres demasiado afectivas, incluso hasta seductivas, causando
en estos hombres desprecio por el afecto hacia las mujeres.

Tengo la impresión de que ninguno de los casos que hemos mencionado


anteriormente representan una inversión homosexual básica,
propiamente denominada “homosexualidad sintónica”.

Las tendencias homosexuales que hemos descrito no forman parte


inherente de la personalidad; más bien son resultado de infortunios
infantiles. Son ajenas a la personalidad, es decir “distónicas”.
Consecuentemente, las personas que hemos descrito estarán siempre
frustradas, buscando el chico o la chica “de oro”, hasta que la vida les
haya producido tantos desengaños que terminarán por detenerse, o bien
o continuarán su búsqueda en otra clase de placer sexual. Ésta, como ya
he dicho, es tristemente, una imagen muy familiar del “mundo gay”.
Benedict Groeschel 49

La homosexualidad sintónica surge de las auténticas profundidades de la


personalidad. Creo que en la mayoría, si no en todos los casos, está
plasmada en la persona que realmente desea pertenecer al sexo opuesto.
Ésta, usando el término con cuidado, es verdadera homosexualidad. Se
da en el caso del varón que desea profundamente ser mujer y viceversa.
El término técnico es transexualismo. En las últimas décadas se ha
intentado solucionar este problema quirúrgicamente, pero no tenemos
evidencia válida de que tales procedimientos hayan conseguido alterar la
personalidad del individuo ni sus conflictos psicológicos27. El bisturí rara
vez soluciona los conflictos psicológicos, menos todavía los espirituales.

Para todos los casos indicados más arriba propongo que la solución
puede ser una vida de celibato casto. Plantear tal vida podría parecer
inalcanzable a quien haya llevado una conducta homosexual como parte
integral de su vida. Sin embargo, muchas personas cuyo estilo de vida ha
incluido actos heterosexuales han aprendido luego a vivir sin sexualidad
genital, como el caso de los viudos, los divorciados o los que han
ingresado en la vida religiosa después de de una vida adulta en la que no
fueron célibes. La actual epidemia trágica del Sida ha empujado a que
muchas personas se planteen una vida de abstinencia sexual sin otro
motivo que tratar de sobrevivir.

Si usted tiene tendencias homosexuales y un arraigado modelo de


conducta homosexual, tal vez esté cansado de esa vida. He escuchado a
docenas de hombres y mujeres con orientaciones homosexuales decir
que una vida casta es más deseable que la perpetua búsqueda del
compañero perfecto, del otro yo que no existe (ese Narciso que nunca
aparece). Los seres humanos se cansan de ser rechazados o de ser
aparentemente aceptados y luego rechazados.

No hace mucho hablé con un muchacho de unos veinte años acababa de


decirle a sus padres que era “gay” y que iba a seguir ese estilo de vida.
Su padre estaba doblemente dolorido porque había tomado conciencia de
que su alcoholismo, ya refrenado, había contribuido a los problemas del
muchacho cuando éste era adolescente. Me di cuenta de que sugerirle
que una vida soltera casta, con el posible abandono de una identidad
pseudo homosexual por medio de psicoterapia, no era una perspectiva
que atrajera a este joven. Recé, entonces, al Espíritu Santo para que me
iluminara, y de pronto me escuché a mí mismo diciéndole: “Ahora tú no
estás preparado para escucharme, pero algún día, tal vez dentro de diez
o veinte años, lo estarás. Te sentirás cansado de todo esto. En ese

27
Cf. Anthony Mastroeni, A Moral Evaluation of Surgical Sex-Reassignment.
Rome: University of St. Thomas (Angelicum), 1981. La disertación del P. Mastroeni
analiza esta cuestión profundamente.
50 El coraje de ser castos

momento recuerda que una vez encontraste un sacerdote que te dijo que
había otro camino. Pero seguir ese camino te exigirá coraje”.

La vida soltera. Una respuesta simple pero no fácil

Probablemente ha cruzado por su mente la idea de que jamás ha oído


que ser soltero fuera una vocación complicada. De hecho las
complejidades vienen de la sexualidad y no de la castidad. Para el
cristiano un matrimonio casto o una vida soltera casta es una de las
soluciones más simples a las complejidades propias de la sexualidad
humana. De hecho, una vez que se rechaza la castidad la vida se vuelve
tan turbulenta como atestiguan la música, el drama y la literatura
mundana.

La castidad, y de hecho la práctica de cualquier virtud, simplifica las


decisiones de la vida y las consecuencias que se siguen de ellas, dejando
a la persona libre para llevar el yugo liviano y la carga ligera de
Jesucristo. Pero sería, por hablar así, una imperfección del plan divino si
pudiésemos entrar en el País de Utopía, practicando una virtud. El
discípulo jamás crecería sino que permanecería en el nivel de aquellos
ingenuos e infantiles religiosos que aparecían en las películas de los años
’40 y ’50.

Ser cristiano es simple en el sentido de que no es complicado, pero exige


inteligencia para conquistar la interioridad y una voluntad libre para
aceptar el llamado de la gracia. Jamás trataríamos de seguir el llamado
de Dios a menos de que Él primero nos llame. San Agustín, quien rompió
con una vida de vicio sexual, describió en un lenguaje poético la
experiencia de quien es llamado por Dios a la castidad después de una
vida de pecado:

“¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te


amé! Porque, he aquí que tú estabas dentro mío y yo fuera, y
fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas
cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no
estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no
estuviesen en ti, no existirían. Llamaste y clamaste, y rompiste
mi sordera; brillaste y resplandeciste, y expulsaste mi ceguera;
Benedict Groeschel 51

exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y


siento hambre y sed; me tocaste, y me abrasé en tu paz”28.

28
San Agustín, Confesiones, X, XXVII.
Parte 2

Sugerencias para
una vida soltera casta
4
Problemas sexuales de las personas
solteras y algunas soluciones

Hemos ya descrito cómo algunas expresiones no genitales de la


sexualidad pueden ser parte legitima de la vida de la persona soltera.
Nos queda tratar de los problemas más comunes que tiene lugar cuando
la conducta sexual se vuelve ilícita, esto es, contraria a la ley moral y a la
conciencia del individuo. Algunas soluciones a tales problemas pueden
ser inmediatas y relacionadas a una conducta específica o bien remotas y
globales afectando personal y espiritualmente al estilo completo de vida
del sujeto.

En este capítulo centraremos la atención en problemas específicos y sus


inmediatas soluciones. En el capítulo 5 consideraremos algunas
respuestas más globales y la cualidad de vida necesaria para poder
perseverar en la determinación de ser castos. En el capítulo 6 tocaremos
lo que puede decirnos la psicología sobre el tema de las imaginaciones,
tentaciones, fracasos y éxitos en la lucha por ser solteros castos.
Finalmente en el capítulo 7 veremos el aspecto espiritual de esta lucha y
los factores esenciales de ese modo particular de discipulado cristiano
que se expresa en la vida casta.

La buena resolución y la resolución quebrantada

Muchos cristianos solteros, y de hecho la mayoría de las personas que


tratan de llevar una vida virtuosa a pesar del egoísmo y de la avaricia
encuentran que las buenas resoluciones no garantizan por sí solas una
conducta virtuosa. La buena resolución es un comienzo pero, como
señala San Agustín, a menudo guerreamos con nosotros mismos
luchando por morir a la muerte y aun dudando por vivir a la vida.

Vamos a suponer que quien lee este libro ha hecho buenas resoluciones y
está tratando de cumplir, en estos momentos, algunas de ellas. Si
56 El coraje de ser castos

después de haber tomado una seria decisión por vivir la castidad la


persona soltera sigue teniendo dificultades, esos problemas caerán
probablemente dentro de una de las siguientes categorías:

1. O se tratará de un compromiso sexual íntimo y afectivo, es decir,


con un amigo o una amante. Nos referiremos a tales personas
como los dominados por el amor.
2. O estaremos ante un compromiso sexual sin vínculos afectivos, o
incluso con una persona desconocida. Esta clase de sexualidad
objetiva la llamaré el lobo estepario, tomando prestada la frase
de Herman Hesse.
3. O tendremos un caso de autoerotismo o sexualidad simbólica: me
referiré a este problema como la pasión solitaria.
4. O bien se tratará de alguna desviación sexual que ya hemos
descrito más arriba con cierta extensión. La he caracterizado aquí
como la carta escarlata.

Dominados por el amor

A pesar de las buenas resoluciones y frecuentemente como resultado de


una necesidad neurótica y de la autocomplacencia, el que ha decidido
permanecer soltero puede “enamorarse”. Potentes deseos de intimidad,
la necesidad, el afecto y la soledad pueden hacer que una relación de
amistad termine expresándose genitalmente, a menudo en contra de
resoluciones de los individuos implicados.

Al buscar una frase para describir la condición de la persona que se


enamora a pesar de haber aceptado anteriormente un compromiso o una
norma (por ejemplo, en los casos de adulterio, de abandono de votos
religiosos, o en la transgresión de la decisión de guardar la castidad) me
incliné en un principio por titularlo “amor equivocado”. Pero me pareció
inadecuado por cuanto en casi todas estas situaciones hay un genuino
afecto humano más bien que simple lujuria, por lo que podía entenderse
mal la palabra “erróneo”. El amor verdadero no es una equivocación en la
medida en que sea verdadero puesto que forma parte de la virtud de la
caridad. Por eso elegí una frase ficticia que sugiere que un amor humano
particular es tan posesivo que impide a una persona ser libre y casta. No
hay nada equivocado en el que un hombre ame la esposa de otro hombre
con una amistad casta, pero si ese amor se sexualiza y se vuelve
controlador, la persona pasa a estar dominada por el amor en contra de
sus propias convicciones morales.
Benedict Groeschel 57

Además de que el amor expresado genitalmente fuera del matrimonio es


moralmente malo, hay en él también otros defectos. Cualquier persona
que actúa contra sus convicciones morales, casi siempre recurrirá a
extensas negaciones y racionalizaciones. Hay mecanismos de defensa
comunes o distorsiones inconscientes de la realidad. En otras palabras,
nos mentimos a nosotros mismos. A menudo he visto a personas que
habían vivido notables vidas cristianas de servicio, ignorar esa parte de
su realidad que alguna vez fue tan importante para ellos. Esto es lo que
quiere decir el viejo proverbio: “el amor es ciego”. Cuando domina el
afecto humano sexualizado (amor erótico), se puede destruir a una fiel
esposa, abandonar los hijos, demoler una carrera de servicio, e incluso
llegar al escándalo..., todo en nombre del “amor”.

La negación y la racionalización se alimentan de la fantasía. La persona


soltera es particularmente vulnerable a esta combinación de distorsiones.
Una relación comprometida pero moralmente ilícita puede conducir a
“jugar a ser una familia”. Hace algunos años un film romántico y
visualmente bello, , Elvira Madigan, relataba el caso de dos jóvenes, uno
de ellos casado, que “se enamoran” y pasan un hermoso fin de semana
juntos. El espectador estaba dispuesto a olvidar las circunstancias
inmorales que envolvían las, en apariencia, inocentes expresiones de
amor, las cuales de ningún modo eran groseras u obscenas. Pero tanto el
fin de semana y como el film terminaban abruptamente con dos disparos:
el suicidio de la pareja. Jugar a la familia y jugar al amor a menudo
tienen resultados catastróficos.

La mejor solución al problema de las aventuras amorosas ilícitos es no


dejar que comiencen. Esto vale tanto para las relaciones heterosexuales
como las homosexuales. Se puede preservar una amistad siempre y
cuando dos personas se mantengan alejadas de las expresiones
pregenitales. Después de este punto es raro que pueda preservarse,
salvo en el caso en que ambos contraigan (sendos) matrimonios, y aún
así no podrán ser amigos por mucho tiempo.

Una vez que la amistad se ha expresado genitalmente, sólo puede


recuperarse la castidad a un precio muy alto. A veces dos personas bien
integradas pueden ponerse de acuerdo para ayudarse mutuamente en
sus esfuerzos por ser castos. Si esto fracasa (y a menudo fracasa
rápidamente), la única respuesta es separarse. El tiempo cura muchas
heridas y también la oración y el trabajo. Pero las heridas profundas
requieren mucho tiempo, mucha oración y mucho trabajo.

Una persona soltera que atraviesa tal separación a menudo comete el


error de abandonar algo muy poderoso sin reemplazarlo con nada. Esto
es lo mismo que salir de la ventana de un avión en pleno vuelo. El
58 El coraje de ser castos

prudente buscará el apoyo de amigos que cuiden de uno, con los cuales
pueda compartir la situación. Es muy efectivo un nuevo compromiso de
nuestra propia vida de fe y de oración –quizá durante un breve retiro. En
tal caso debería examinarse objetivamente la completa situación de la
propia vida con la ayuda de un director espiritual, en orden a determinar
los soportes espirituales y psicológicos que faltan y que llevan al
derrumbe de la decisión inicial de ser castos.

Finalmente el individuo necesita comenzar de nuevo, incluyendo, si fuese


conveniente, un nuevo trabajo o nuevas adaptaciones de la vida. Se debe
fortalecer constantemente los elementos espirituales de una vida soltera
por medio de la oración, de un trabajo generoso y recurriendo más
intensamente a los sacramentos.

Me viene a la mente un ejemplo interesante que ilustra este problema.


Hace algunos años un sacerdote planteó el hecho de que se estaba
enamorado de una religiosa. Se trataba de un hombre muy trabajador y
esforzado, que se interesaba por la oración y la vida espiritual, razón por
la cual no me sorprendí al saber que no había habido ningún compromiso
sexual. Lejos de eso. De hecho, él jamás había dicho a la hermana que
se sentía fuertemente atraído por ella. Él mantuvo su trabajo y
solamente veía a la hermana cuando los deberes lo llevaban
ocasionalmente al convento a celebrar la liturgia.

La hermana le pidió consejo espiritual. Al principio titubeó, pero después


de rezar decidió que sería mejor no permitir que sus problemas o
necesidades interfirieran con sus responsabilidades pastorales. Le dio el
consejo pedido y respondió firmemente de un modo amistoso. Sabía que
la religiosa era una persona profundamente espiritual y que quienes la
rodeaban casi veneraban sus cualidades santas. Este sacerdote reconocía
que en parte eran esas cualidades las que la hacían tan atractiva. Sólo
una vez, en un día trágico, intercambió un beso con la hermana. Fue en
presencia de otras personas y como parte normal de la situación.

El sacerdote a menudo pensaba cómo sería él en caso de estar casado,


tener una familia y teniendo como esposa esa hermana.

Pero súbitamente la religiosa falleció de una enfermedad terminal, y ella


jamás se enteró del conflicto espiritual que había surgido en el alma de
su amigo. El sacerdote, sin embargo, me dijo que una vez terminado su
drama, había llevado más pacíficamente su vocación de célibe y había
Benedict Groeschel 59

llegado a comprender el celibato como un don que Dios le había


concedido.

El lobo estepario

He tomado este término de la trágica figura descrita por Hesse del


hombre arrastrado a buscar placeres solitarios y fugaces como un
solitario lobo en las llanuras. ¿A cuántas buenas personas solteras y
casadas he conocido que a pesar de sus mejores intenciones, se han
encontrado a sí mismas en esta misma situación triste y solitaria?

A pesar de que la inclinación a buscar un escape sexual anónimo es un


problema particular para los solteros, no es, sin embargo, algo exclusivo
de ellos. Puede ocurrirle a los novios y a los casados, a la mujer del
hogar y al padre de familia, incluso a pesar de amar a sus cónyuges.
Puede ocurrirle a la persona que ha hecho votos, el cual lamenta
desgraciadamente su caída, su falla en el servicio de Dios, pero se siente
arrastrado a este comportamiento por una garra con uñas de acero.

Generalmente, la búsqueda anónima de placer sexual con extraños, es


frustrante y humillante, por no decir peligrosa para la reputación e
incluso para la vida. Este impulso sexual vicioso a menudo es tan
lamentado antes, durante y después de realizado que, como confesor, he
llegado a prestar mucha menos importancia al acto mismo que a la
responsabilidad de reorganizar adecuadamente la propia vida antes de
que la tentación vuelva a surgir.

Para entender este problema hay que saber que de algún modo se
relaciona con una necesidad desesperada y subconsciente de intimidad,
que brota a menudo de experiencias tempranas de la vida. Es un volver a
ser un niño pequeño que necesita ser abrazado y amado de físicamente.
A veces se une a expresiones verdaderamente muy inmaduras de
necesidad sexual, que son reminiscencia de las travesuras infantiles
jugadas detrás del garaje. En fin, en tal actividad se mezcla con
frecuencia un elemento autodestructivo que empuja a la persona a la
regresión, a la humillación y al peligro.

Esta conducta usualmente se convierte en una compulsión, o sea un


placer que produce una necesidad irresistible de hacer algo que uno sabe
que será autodestructivo. Como toda compulsión, la compulsión sexual
se hace muy poderosa en poco tiempo y puede hacer sentir sus
exigencias diariamente, destruyendo toda integridad y orden en la vida
de una persona, dejando al individuo inquieto y profundamente
insatisfecho. La descripción freudiana de una compulsión como el
60 El coraje de ser castos

principio del placer (el Id) al servicio del Super-Yo (el principio primitivo
del autocastigo), parece ser válida.

En muchos casos, la conducta sexual a la que una persona es arrastrada


es inmoral y prohibida; sin embargo, si uno atiende al caso individual,
descubrimos que es muy poca libertad que queda y, en consecuencia,
insuficiente para que haya pecado real. Sin embargo, como en el caso del
adicto a la droga o del alcohólico, la enseñanza moral objetiva nos da una
suerte de guía –un faro en medio del huracán– de tal modo que el
individuo tiene alguna esperanza de ser liberado. No sirve de nada el
ignorar un faro cuando se está en medio de un huracán, incluso cuando
no lo podemos alcanzar. No es sabio ignorar la ley moral aun cuando
usted sienta que no tiene fuerza para observarla.

La persona soltera que es empujada a placeres sexuales fugaces, pero


todavía no ha adquirido una compulsión irresistible debe reconocer el
peligro en que está y tratar, con la ayuda de un prudente confesor, de un
consejero o de un terapeuta, de entender algunas de las motivaciones
inconscientes; las palabras a menudo no bastan. La persona necesita
llegar al sentido profundo de autodestrucción e infantilismo que subyace
en tal conducta. Si una compulsión ya se ha establecido se necesita
ayuda profesional y experimentada.

Es muy útil el apoyo de un grupo similar a Alcohólicos Anónimos.


Courage, al que me he referido con anterioridad, es un grupo de este
estilo. Los miembros se apoyan unos a otros en sus intentos de llevar
una vida casta frente a las fuertes tendencias homosexuales, las que en
muchos casos han terminado por ser parte de su estilo de vida. Tengo la
esperanza de que el movimiento Courage, que tiene muchos homólogos
en la comunidad protestante, comience a expandirse en la Iglesia
Católica.

Los pasos para vencer una compulsión están muy bien resumidos en los
Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos. El primer paso es esencial: admitir
que uno es impotente frente a la compulsión y que solamente puede ser
librado por el poder de Dios. Es igualmente importante una honesta
enumeración de las faltas morales. A las personas con compulsiones les
sugiero que asistan a algunas de las reuniones abiertas de Alcohólicos
Anónimos y apliquen a sus propias vidas esos pasos con la ayuda de
algún amigo, preferentemente alguno que se haya recuperado de alguna
compulsión sexual. También deberían prestar atención a lo que sugeriré
en los siguientes capítulos de este libro.
Benedict Groeschel 61

Al buscar un ejemplo de alguien que haya tratado de luchar con una


compulsión, me encontré con el problema de elegir una de las muchas
personas con las que he trabajado. Obtuve el permiso de un amigo para
usar la siguiente descripción de su problema compulsivo, que he alterado
solamente en algunos detalles.

Andy creció en una piadosa familia, en la que su madre era claramente el


miembro dominante de la familia. Él era un alma más bien delicada y se
mantuvo al margen de peleas y de lo que fuera agresivo. Siendo todavía
chico decidió ser sacerdote. Cursó el seminario sin mucha dificultad
adaptándose muy bien. El único problema serio que experimentó es que
comenzó a tener tentaciones de observar los genitales masculinos. Al
principio no sintió ninguna atracción por alguna amistad de orientación
homosexual. Se limitó a excluir esa extraña atracción del resto de su
vida, la cual, por otra parte fue de fuerte trabajo y oración. Pero en una
oportunidad, mientras viajaba fuera del ambiente ideal en que vivía
ordinariamente, terminaría por encontrarse en un baño público, envuelto
a veces en las actividades personalmente más humillantes. Se sentía
lleno de sentimientos de remordimiento y culpabilidad.

Le llevó algunos meses de consejería aceptar su compulsión tal cual era:


una forma de conducta simbólica originada en una combinación de
soledad, frustración y desprecio de sí mismo. Siguiendo las líneas básicas
de los Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos, fue capaz de vencer
enteramente su problema. Él apenas puede creer que esto fue, en algún
momento, parte de su vida, aunque aun, después de varios años, es muy
prudente y precavido. Es consciente de que fue afortunado, ya que a
menudo tales compulsiones sólo se rompen una vez que se han
producido heridas irreparables en la propia reputación.

No cambia nada el que esta persona haya estado siempre muy motivada
para recuperarse; esta persona jamás pretendió que el suyo no fuese al
mismo tiempo un mal moral y un problema psicológico, además fue
alguien de trabajo serio y de oración. Luchó resueltamente contra las
tendencias de autocompasión y contra el rencor hacia sí mismo,
especialmente por medio de una hora diaria de adoración en la presencia
del Santísimo Sacramento.

La pasión solitaria

¿Hay algo más conflictivo o triste que el autoerotismo o sexualidad


solitaria? La única cosa positiva que uno puede decir acerca del
autoerotismo es que es un fenómeno común y como la miseria busca
62 El coraje de ser castos

compañía, el único consuelo que ofrece es que uno no está solo. Es un


problema al que son particularmente propensas las personas solteras;
drama además muy apto para ocurrir en momentos de soledad, tensión o
ansiedad. Prefiero usar intencionalmente la palabra autoerotismo en
lugar de masturbación para distinguir el primer problema tanto de las
acciones involuntarias que tienen lugar durante el sueño o cuando se
está semidormido, como también de la conducta sexual infantil y de la
primera adolescencia en la que puede decirse que estos pequeños no han
llegado a la etapa psicológica en la que este fenómeno puede ser llamado
propiamente autoerótico. Son seres simplemente son inmaduros.

Aquí me refiero, pues, a la actividad del joven o del adulto que por
diversas razones se siente impulsado sobre sí mismo, buscando en esta
conducta simbólica e intensamente frustrante un sustituto del viviente
real. La excusa más común para justificar esta conducta es la de buscar
alivio sexual o el intento de calmar la frustración sexual. Sin embargo en
el autoerotismo la persona se dirige hacia la fantasía y termina envuelta
en deseos sexuales. En la fantasía sexual, que, como un sueño, es una
proyección del principio del placer, no hay restricciones de propiedad, de
moralidad o de razón. La fantasía sexual fácilmente puede volverse
grosera, obscena o desviada, lo que comúnmente no ocurre en el acto
sexual con un cónyuge o un amante.

Quizá una palabra peyorativa como “sucio”, que suele usarse para
caracterizar el pecado sexual, surja de la fantasía autoerótica. El término
es inadecuado cuando la sexualidad ilícita ocurre entre quienes se tienen
mutuo afecto. Pero se adapta fácilmente a la experiencia de la fantasía
sexual viciosa en la que la sexualidad es pura lujuria, o sea, búsqueda
del placer por sí mismo. El término peyorativo cuadra también con la
experiencia del encuentro sexual anónimo. He conocido varios casos en
los cuales quienes se implicaron en una situación de sexo anónimo,
perdieron completamente el deseo sexual después de cruzar pocas
palabras. Es que la lujuria no sobrevive donde existe aunque sea una
mínima relación, pero es muy poderosa en el autoerotismo.

Otros motivos comunes para caer en el autoerotismo son el aburrimiento,


la soledad y el desprecio de sí mismo. Si la persona está todavía envuelta
profundamente en narcisismo irresuelto, con sentimientos infantiles y
regresivos, probablemente será atormentada por el autoerotismo. El
soltero que sufre esta dificultad necesita un buen amigo espiritual y un
confesor firme con quien hablar de su problema. Una resolución buena tal
Benedict Groeschel 63

vez no sea suficiente para acabar con esta práctica; tal vez sea necesario
adoptar ciertos cambios que serán sugeridos en los siguientes capítulos.

La gran tragedia de una vida arruinada por el autoerotismo no consiste


en que el individuo probablemente destruya su relación con Dios por el
pecado grave. Porque a causa de la debilidad humana, de hecho puede
ser que no haya pecado grave. Es verdad que la Iglesia ha enseñado
durante siglos que el autoerotismo es algo gravemente pecaminoso.
Nuestro Señor Jesucristo fue muy claro en su enseñanza de que el
pecado radica en el deseo, ¿y qué es la fantasía del autoerotismo sino un
deseo lujurioso? Sin embargo, como muchos confesores saben, muchas
personas sinceras, casadas o solteras, adultos o jóvenes, caen en este
problema contra su voluntad. Muchos, si no todos, de los cristianos
sinceros con tienen este problema, quieren librarse de él.

La tragedia del autoerotismo, como la de toda conducta compulsiva,


radica en que coloca al individuo en contra de sí mismo y aparentemente
en contra de Dios. La persona se siente alejada de Dios y por una muy
buena razón. Ha hecho algo prohibido y se ha ocupado en pensamientos
y deseos contrarios a la bondad de la naturaleza humana que refleja la
imagen de Dios. Si uno pretende ser discípulo de Cristo, es absurdo
tratar de encuadrar la producción interior de imágenes pornográficas con
dicho discipulado. El dolor de la persona atrapada en el autoerotismo es
muy grande, porque sabe que a pesar de su repulsa, en el fondo de su
mente hay cierto consentimiento hacia aquello que el Señor ha prohibido.

Las fuerzas del odio contra uno mismo que están presentes en el
autoerotismo no pueden ser sobre enfatizadas. Quizás sea la fuerza de la
fantasía sexual desatada lo que hace que la vergüenza y el odio hacia sí
mismo sean tan poderosos. Para vencer esta compulsión se hace
necesaria, generalmente, la ayuda de otra persona –de alguien que
pueda dar al turbado individuo la oportunidad de que lo acepten con su
obscuro secreto.

Recibí una vez una carta de un joven a quien llamaremos Bill. Se trataba
un muchacho aventajado en sus estudios y que guardaba la esperanza de
seguir la vocación religiosa. Su compulsión era tan intensa que a él le
parecía estar luchando contra una fuerza exterior a sí mismo. La carta,
muy conmovedora, nos debería invitar a ser comprensivos.

Esta noche, mientras trataba de dormirme, tuve una batalla.


Padecí mucha ansiedad. Como habitualmente, tuve pensamientos
lujuriosos con mucho sentimiento de culpa. Mi lado malo me
decía cómo debería aprovechar este verano. Decía: “me gustaría
tener una gran orgía con ambos sexos y al final del verano, como
64 El coraje de ser castos

castigo y corrección, sencillamente me gustaría quitarme la vida”.


Fue algo satánico. Entonces mi espíritu pensó cuánto bien podría
hacer por mi familia si solamente consiguiera ponerme
efectivamente en orden. Por supuesto, estoy seguro de que esto
es erróneo y solamente parte de ser pasivo-agresivo. De alguna
manera siento que si fuese bueno, mi familia no tendrá tantos
problemas como tiene. De este modo, cuando soy malo me
siento mucho más culpable. Pero conseguí sentirme más
apaciguado en la medida en que pensaba qué diría en la clase
que doy como voluntario. El jueves será nuestra última clase
para el sexto grado. Yo pensaba: “les enseñaré la importancia de
la oración”. Logré tranquilizarme, y entonces recé.
Súbitamente mis pensamientos lujuriosos retornaron. Salí de
la cama y frenéticamente grité dentro mío a Satanás y a Dios:
“yo no quiero parte ni de ti, Dios, ni de ti, Satanás. ¿Por qué no
me dejan solo? Yo no pedí que me hicieran; ¿por qué ustedes dos
pelean por mí? ¡Me pregunto si podré sobrevivir a esta lucha!
¿Qué quedará de mí cuando ustedes. hayan terminado?”.
En el frenesí de todo esto lo único que me consolaba, como
una luz en medio de una tormenta, era pensar lo que usted me
dijo la última vez que vino a la escuela y nos despedimos. Ya
estaba alejándome por el corredor cuando usted. me llamó dijo:
“vuelve aquí y dime adiós”. Una y otra vez solo estas palabras
cortaron mi tormento interior: “vuelve y dime adiós”.
¿Por qué usted no me dejó solo? ¿Por qué usted no me
permitió que sintiera lástima de mí mismo? Esto me llena de
lágrimas los ojos: el pensar que usted es la única persona a
quien me siento seguro de escribir estas cosas. Quizá no lo
cuento a otros porque trato de parecer un ángel o por orgullo o
porque no quiero torturar a los demás con mis horribles
sentimientos. Pero se las cuento a usted porque me da algún
alivio.
Usted me dice que éstos son solamente tigres de papel, pero
el papel también corta. Le envío esta carta con grandes reservas.
Es como arrancar un pedazo de mí mismo y ponerlo dentro de un
sobre. Realmente deseo pertenecer a Dios y trabajar por Él, pero
a veces realmente no sé quién soy.

A pesar de que en las Confesiones, San Agustín no dice explícitamente


cuál fue la naturaleza de la compulsión contra la que él luchó, hay un
fuerte paralelismo entre su experiencia y la de este joven. Sin embargo,
a diferencia de este joven, San Agustín no habla de frustración por el
Benedict Groeschel 65

aparente fracaso de Dios en ayudarlo. Cualquiera que sea familiar con los
escritos que el santo nos dejó sobre esa etapa de su vida, sospechará
que él de hecho experimentó tales sentimientos hacia Dios, los que
originaron sus posteriores escritos sobre la humildad.

El siguiente extracto resume el penoso conflicto de quien se bate con una


compulsión:

Así enfermaba yo y me atormentaba acusándome a mí mismo


más duramente que de costumbre, y queriéndolo y
revolviéndome sobre mis ataduras para ver si rompía aquello
poco que me tenía prisionero, pero que al fin me ataba. Y Tú,
Señor, me instabas a ello en mi interior y con severa misericordia
redoblabas los azotes del temor y la vergüenza a fin de que no
cediera de nuevo y no se rompiese aquello poco y débil que había
quedado y se rehiciese otra vez y me atare más fuertemente.
Y decíame a mí mismo interiormente: “¡Ea! Sea ahora”; y ya
casi pasaba de la palabra a la obra, ya casi lo hacía; pero no lo
llegaba a hacer. Sin embargo ya no recaí en las cosas de antes,
sino que me detenía al pie de ellas y tomaba aliento y lo
intentaba de nuevo y era ya un poco menos lo que distaba y otro
poco menos y ya casi tocaba al término y lo tenía; pero ni llegaba
a él, ni lo tocaba, ni lo tenía, dudando en morir a la muerte y
vivir a la vida, pudiendo más en mí lo malo inveterado que lo
bueno desacostumbrado y llenándome de mayor horror a medida
que se me iba acercando el momento en que debía mudarme. Y
aunque no me hacía volver atrás y apartarme del fin, me retenía
suspenso.
Reteníanme unas bagatelas de bagatelas y vanidades de
vanidades, antiguas amigas mías; y me tiraban del vestido de la
carne y me decían por lo bajo: “¿nos dejas?”y “¿desde ahora no
estaremos nunca más contigo?” y “¿desde ahora nunca más te
será lícito esto y aquello?”.
¡Y qué cosas, Dios mío, qué cosas me sugerían con las
palabras “esto y aquello”! Por tu misericordia aléjalas del alma de
tu siervo. ¡Oh qué suciedades me sugerían, qué indecencias! Pero
las oía ya de lejos menos de la mitad de antes, no como
contradiciéndome a cara descubierta saliendo a mi encuentro,
sino como musitando a la espalda y como pellizcándome a
hurtadillas al alejarme para que volviese la vista.
Hacían sin embargo que yo vacilante tardase en romper y
desentenderme de ellas y saltar a donde era llamado, en tanto
66 El coraje de ser castos

que la costumbre violenta me decía: “¿Qué? ¿piensas tú que


podrás vivir sin estas cosas?”29.

La letra escarlata

Tomo prestado el término de Nathaniel Hawthorne para caracterizar las


desviaciones sexuales, no porque éstas sean el tema de su novela, sino
porque con frecuencia las desviaciones son simbólicas marcas al rojo vivo
en la psique de una persona. A las desviaciones sexuales les calza
adecuadamente la descripción que hace Shakespeare de la lujuria: “el
gasto del espíritu en un derroche de vergüenza/ es la lujuria en acción;
una felicidad a prueba –y una vez probada, una verdadera desgracia!”30.

Una persona soltera puede ser presa de algunos deseos desviados que
pueden ser perpetrados o no, pero que siempre son extremadamente
desagradables. El catálogo de estas tendencias frustrantes es enorme.
Han sido bien documentadas por Otto Fenichel, uno de los discípulos más
perspicaces de Freud31. En mérito suyo, hay que decir que la
comprensión de los mecanismos de las desviaciones ha sido una tarea en
la que sobresalieron los primeros freudianos.

Sin entrar en la tediosa lista de las desviaciones, baste decir que una
persona puede ser apremiada a tales formas de placer sexual por causa
de un inadecuado desarrollo psicológico. Entre estos actos se enumeran
desde el voyeurismo (el mirar escenas sexuales) hasta el sadismo. El
fetichismo es quizá la desviación más común después del voyeurismo.
Puede incluir el tocar la ropa íntima de otra persona o bien una conducta
que para otros no tiene ningún significado sexual, como el tocar un peine
o comer fruta fresca. A veces se puede descubrir algún componente
sexual en un comportamiento y otras veces no. Las personas que sufren
de una desviación padecen un dolor especial. Viven en terrible
aislamiento con su secreto, que es su letra escarlata, marcada a fuego en
su interior. Esto se verifica especialmente cuando el objeto de la
desviación no tiene connotaciones sexuales para ninguna otra persona.

29
San Agustín, Confesiones, VIII, XI.
30
“The expense of spirit in a waste of shame/Is lust in action; a bliss in proof–
and prov’d, a very woe” (Sonnet 129).
31
Cf. Otto Fenichel M. D. The Psychoanalytic Theory of Neurosis. New York: W.
W. Norton and Co., 1945. Este libro aunque no para el lector general, puede ser
útil para aquellos que están acostumbrados a los métodos psicoterapéuticos.
Benedict Groeschel 67

Un soltero que trata de vivir la castidad puede exacerbar accidentalmente


una desviación por pasarse a los extremos al tratar de evitarla. Por esto
solo realza la ansiedad y fortalece el empuje de la desviación. Por otro
lado, la búsqueda directa del placer sexual de la desviación siempre la
fortalece, dañando seriamente al mismo tiempo la imagen que esa
persona tiene de sí mismo.

A pesar de lo difícil que pueda ser, cualquiera que lucha contra una
desviación encontrará mucho alivio al compartir su problema con un
consejero prudente o un confesor. Incluso cuando sus deseos no ha
terminado en conductas pecaminosas. Al igual que los tigres de papel y
los fantasmas, las desviaciones se ven mejor a la luz del día. He
encontrado que personas piadosas que han sido muy reprimidas en la
infancia, a veces pueden sufrir (con el correr de los años) de
pensamientos desviados de tipo sadomasoquista o ser atormentados por
deseos incestuosos. Pero pueden aliviarse al ser objetivados en una
discusión inteligente y sincera. En la medida en que una persona consiga
más discernimiento respecto de las raíces de la desviación, más podrá
controlarse o quizá hasta disiparlas.

Las ocasiones ocultas de lujuria

Habiendo considerado las cuatro formas más comunes de conductas


contra la castidad, deberíamos considerar algunas de las ocasiones
ocultas que pueden ser causa de problemas sexuales. Éstas incluyen
algunas, como la autocompasión, que son únicamente extensiones de
factores más obvios como el narcisismo, y otras que pocas veces se
toman en consideración, como el trabajo de influencias malignas
externas a la persona.

La autocompasión

Cuando una persona está colmada de autocompasión, incluso si este


sentimiento se puede comprender en parte por las circunstancias, existe
la posibilidad real de una regresión o retorno a conductas infantiles. El
vicio sexual, especialmente el autoerotismo, es particularmente común
en los que están dominados por la autocompasión. Todos atravesamos
ataques de autocompasión –lo que mi abuela irlandesa solía llamar
“festines de piedad”. Sin embargo la gente seria y sensible –los únicos
que probablemente sigan un llamado a la vida célibe– son
particularmente proclives a la autocompasión. Sin cónyuge o hijos que
los distraigan, hay más probabilidad de que un célibe se abandone a la
autocompasión. Más todavía si la persona casta trata de ser todo el
68 El coraje de ser castos

tiempo paciente y caritativa. Pareciera que lo único que se debe hacer es


colocar una grabación de “Claro de luna” y aguardar que llegue la
tentación. La otra alternativa es reírse de uno mismo y salir a dar una
mano quien tenga problemas reales.

Ira y rabia

Un número sorprendente de buenos cristianos viven colmados de ira


contra el mundo, contra sí mismos y, en última instancia, contra Dios. Su
bronca suele estar profundamente enterrada y se manifiesta en forma de
frustración y depresión. También puede manifestarse en alguna de las
cuatro formas de actividad sexual que hemos identificado más arriba. La
conducta sexual de este tipo es por lo general un autocastigo llevando a
la persona a actuar de tal modo que incluso el escaso placer que encierra
se vuelve penoso.

En efecto, tal persona se encuentra en las garras de una compulsión, la


cual es una distorsionada expresión de la sexualidad. Por lo general esta
situación requiere psicoterapia, de tal modo que la persona pueda
ventilar su rabia en formas apropiadas y así poder discernir sus causas
reales. Esta persona necesita tomar conciencia de que la quintaesencia
de la conducta neurótica consiste en dirigirse hacia algunos símbolos
como si fueran el objeto real de sus propias emociones impulsivas. Uno
mismo u otra persona o la Iglesia o quizá la imagen de Dios se
convierten en el foco simbólico de una ira que es incontenible y desviada.
Con frecuencia la ira se dirige contra los propios padres quienes a
menudo inocentemente han cometido errores al educar a sus hijos.

El amor inesperado

En ocasiones suele ocurrir que se encuentran dos personas que se


encuentran en un penoso o vulnerable momento de su vida espiritual.
Esto tiene lugar con toda inocencia, sin que ninguno de ellos busque un
compromiso sexual. Puede ser que ni siquiera se sientan atraídos
sexualmente, pero estén experimentando algo de la regresión y de las
necesidades emotivas que son características de alguno de los períodos
de transición. Por ejemplo, puede entablarse una relación entre una
mujer adulta y un joven o entre dos personas del mismo sexo que para
nada tienen atracciones homosexuales. En estos casos, lo que
Benedict Groeschel 69

verdaderamente se experimenta es una dependencia súbita y profunda


propia de un momento de tensión psicológica.

En tales momentos puede ser crucial el apoyo y el consejo de amigos


amables. El comentar abiertamente lo que está sucediendo y la
sinceridad interior puede lograr que quienes están ligados por estrechos
vínculos emotivos eviten terminar en expresiones sexuales. Se ahorrará
así mucho dolor y vergüenza y preservará la amistad como un valor
duradero.

Puede suceder que sólo una de las personas que se encuentra en una
situación como la que venimos hablando, sea psicológicamente
vulnerable y esté atravesando por este trauma. Será entonces
responsabilidad de la otra persona el mostrar generosidad y apoyo, pero
controladamente. Si esta razonable actitud fracasa en controlar a la
persona que está emocionalmente perturbada, será necesario alejarse de
la situación. Puede ser que alguno que trata de cumplir bien sus deberes
cristianos se sienta culpable con esta táctica, pero tal vez lo exija
eventualmente la salud psicológica de la otra persona.

Las fuerzas obscuras del mal

A lo largo de siglos, tanto dentro como fuera del cristianismo, se ha


culpado de la tentación y del pecado sexual al poder de las tinieblas.
Como el hombre moderno ha llegado a comprender mejor la naturaleza
de lo inconsciente y de las complejidades de los dinamismos mentales, se
siente inclinado a rechazar como obscurantistas cualquier referencia a las
fuerzas malignas. Se trata de una peligrosa actitud ya que San Pablo nos
ha asegurado que nuestra lucha no es sólo contra la carne y la sangre,
sino contra los principados y poderes, contra los reguladores del mundo
de las tinieblas (cf Ef 6,12). Incluso quienes creen en la existencia de los
poderes de las tinieblas tienden a juzgar su actividad como inofensiva
para los seres humanos. Olvidan de que Cristo fue traicionado a causa de
que “Satanás entró en Judas” (Jn 12,27).

No hay duda de que el abuso de la sexualidad ha hecho un daño inmenso


a los seres humanos; se puede atribuir a conductas sexuales prohibidas
muchos crímenes y un incontable sufrimiento, aun cuando en muchos
casos se haya obrado con ignorancia. A menudo esta conducta es tan
dañina que podemos preguntarnos, de algún modo, fuerzas del mal, tan
a menudo mencionadas en la Sagrada Escritura, no tienen alguna
responsabilidad. Quien no tenga experiencia en estas cosas al menos
debería limitarse a observar y mantener la posibilidad en su mente.
70 El coraje de ser castos

Quien se sienta oprimido o preocupado por alguna fuerza externa debería


cuidarse mucho cuidado de renunciar a su propia responsabilidad de sus
actos. Pero debería tener la prudencia de rezar para ser librado de
cualquier forma de mal exterior a sí. En estos casos es muy importante el
recurso a los sacramentos.

Los que tienen experiencia en ayudar a personas atormentadas por


compulsiones y conflictos sexuales, deben aceptar a la posibilidad de que
estén interviniendo influencias malignas. Conozco a muchas piadosas
personas que han atravesado serios conflictos sexuales. Cuando se han
topado con escenas del holocausto o de otros casos de atrocidades
humanas, han comentado que podrían reconocer allí el trabajo de las
fuerzas malignas. Sin duda alguna, el siglo XX al mismo tiempo que ha
negado la existencia de Satanás, nos ha dado también muchos ejemplos
de conductas que hacen sospechar la acción de su influencia. La
naturaleza humana no puede ser tan mala sin alguna ayuda 32.

Quienes estén luchando por vivir el celibato casto no deben sorprenderse


de estos obstáculos. Deben rezar por su curación y liberación,
preferentemente acompañados de otras personas, y en especial con
alguien que aprecie su lucha.

Él te rescatará y curará

La larga lucha contra los problemas sexuales que he descrito tal vez
descorazone a un buen cristiano, sea soltero o casado. Nadie ha dicho
que ser discípulo de Cristo sea algo cómodo. Pero, sin embargo, hay un
aspecto de la lucha que es muy alentador: el tomar conciencia de que al
luchar para vencer estos problemas, estamos haciendo el trabajo de
Dios.

Cristo anima a sus discípulos a que vivan por su Palabra y a que


conozcan la verdad que los hará libres. El rendirse a cualquiera de estas
tendencias sexuales, equivale a salir del seguimiento de Cristo, o incluso
una simple traición. Cada tendencia encierra a la persona en la negación

El papa Pablo VI ha animado a los cristianos a no rechazar las influencias


32

satánicas como incomprensiones de la mente subconsciente u otros procesos


psicológicos. Su poderoso sermón “Líbranos del mal” (15 de noviembre de 1973),
publicado en L’Osservatore Romano (Nov. 23, 1973) es citado en Deliverance
prayer, por M. I. Linn S. J. New York, Paulist Press, 1980. Este libro es útil para los
interesados en este tópico.
Benedict Groeschel 71

de la verdad. Todas son una huída hacia la fantasía; son mentiras


irreales sobre la vida y sobre el amor que nos decimos a nosotros
mismos. En última instancia, todas son dioses falsos. El cristiano que
lucha por vencerlas, aunque tenga aparentemente poco éxito, está
haciendo el trabajo del discípulo. El Evangelio indica claramente que los
apóstoles no siempre triunfaron en su seguimiento de Cristo.

Quizá usted esté diciendo: “Sí, he tratado, pero tengo miedo de


fracasar”. Tal vez pensaba que iba a ser más fácil de lo que realmente
es. Puede haber subestimado el poder del subconsciente, las heridas de
la infancia y el narcisismo irresuelto en su personalidad. Es posible que
usted jamás haya pensado en los desafíos especiales de una vocación a
la continencia en la que no hay ninguna de las expresiones de intimidad
genital que son parte de los atractivos del matrimonio.

San Agustín, que pasó de una vida de libertinaje a una relación fiel con
una mujer soltera y de allí a una vida de celibato casto, puede decirnos
algo acerca de la dureza de esta lucha, del poder de la gracia y del
mensaje de la Escritura. Vale la pena tomarse el tiempo de meditar el
siguiente el pasaje.

“Pero apenas una alta consideración sacó del profundo de su


secreto y amontonó toda mi miseria a la vista de mi corazón,
estalló en mi alma una enorme tormenta, que encerraba en sí
copiosa lluvia de lágrimas. Y para descargarla toda con sus
truenos correspondientes, me levanté de junto Alipio –pues me
pareció que para llorar era mas propósito la soledad– y me retiré
lo más remotamente que pude, para que su presencia no me
fuese estorbo. Tal era el estado en que me hallaba, del cual se
dio él cuenta, pues no sé qué fue lo que dije al levantarme que
ya el tono de mi voz parecía cargado de lágrimas.
Quedóse él en el lugar en que estábamos sentados su-
mamente estupefacto; mas yo, tirándome debajo de una higuera,
no sé cómo, solté la rienda a las lágrimas, brotando dos ríos de
mis ojos, sacrificio tuyo aceptable. Y aunque no con estas
palabras, pero sí con el mismo sentido, te dije muchas cosas
como éstas: ¡Y tú, Señor, hasta cuándo! ¡Hasta cuándo, Señor,
has de estar irritado: No quieras más acordarte de nuestras
iniquidades antiguas (Sal 6,4; 78, 5). Sentíame aún cautivo de
ellas y lanzaba voces lastimeras: ‘¿Hasta cuándo, hasta cuándo
¡mañana!, ¡mañana!? ¿Por qué no hoy? ¿Por qué no poner fin a
mis torpezas en esta misma hora?’.
Decía estas cosas y lloraba con amarguísima contrición de mi
corazón. Mas he aquí que oigo de la casa vecina una voz, como
72 El coraje de ser castos

de niño o niña, que decía cantando y repetía muchas veces:


‘Toma y lee, toma y lee’.
De repente, cambiando de semblante, me puse con toda la
atención a considerar si por ventura había alguna especie de
juego en que los niños soliesen cantar algo parecido, pero no
recordaba haber oído jamás cosa semejante “; y así, reprimiendo
el ímpetu de las lágrimas, me levanté, interpretando esto como
una orden divina de que abriese el códice y leyese el primer
capítulo que hallase. Porque había oído decir de Antonio que,
advertido por una lectura del Evangelio, a la cual había llegado
por casualidad, y tomando como dicho para sí lo que se leía:
Vete, vende todas las cosas que tienes, dalas a los pobres y
tendrás un tesoro en los cielos, y después ven y sígueme (Mat.,
19, 21), se había al punto convertido a ti con tal oráculo.
Así que, apresurado, volví al lugar donde estaba sentado
Alipio y yo había dejado el códice del Apóstol al levantarme de
allí. Lo tomé, pues; lo abrí y leí en silencio el primer capítulo que
se me vino a los ojos, y decía: No en comilonas y embriagueces,
no en lechos y en liviandades, no en –contiendas y emulaciones,
sino revestíos de nuestro Señor Jesucristo y no cuidéis de la
carne con demasiados deseos (Rom. 13, 13).
No quise leer más, ni era necesario tampoco, pues al punto
que di fin a la sentencia, como si se hubiera infiltrado en mi
corazón una luz de seguridad, se disiparon todas las tinieblas de
mis dudas.
Después entramos a ver a la madre; se lo indicamos y se
llenó de gozo; le contamos el modo como había sucedido, y
saltaba de alegría y cantaba victoria, por lo cual te bendecía a ti,
que eres poderoso para darnos más de lo que pedimos o
entendemos (Ef 3,20), porque veía que le habías con-cedido,
respecto de mí, mucho más de lo que constantemente te pedía
con gemidos lastimeros y llorosos.
Porque de tal modo me convertiste a ti que ya no apetecía
esposa ni abrigaba esperanza alguna de este mundo, estando ya
en aquella regla de fe sobre la que hacía tantos años me habías
mostrado a ella. Y así convertiste su llanto en gozo (Sal 29,12),
mucho más fecundo de lo que ella había apetecido y mucho más
caro y casto que el que podía esperar de los nietos que le diera
mi carne”33.

33
San Agustín, Confesiones, VIII, XII.
5
Una vida soltera con estilo

A menudo se considera a los solteros, especialmente si son laicos, como


ciudadanos de segunda clase, y puede ser que ellos mismos empiecen a
sentirse así. Desgraciadamente el soltero que enfrenta solo la vida puede
intimidarse en un mundo de parejas. A menudo nadie lo espera en el
aeropuerto, no tiene a nadie con quién discutir sus problemas, nadie lo
llama cuando choca su auto contra un árbol. Las accidentes más
pequeños de la vida frecuentemente enfatizan la vulnerabilidad de la
persona soltera y su falta de apoyo. Todos buscan ayuda en las
emergencias mayores. Todos vamos al hospital cuando necesitamos
cirugía, pero el soltero se queda solo en casa cuidándose de una gripe.

Muchas personas solteras, conscientes de sus razones privadas para


permanecer solteros, se sienten inferiores porque sus razones reales a
menudo no son agradables. (Deberían pensar en las razones por las que
algunas personas se casan). Como algunos de los problemas sexuales
que hemos recordado se suelen alimentar con la auto compasión, es muy
fácil que un soltero ingrese en el círculo vicioso del odio hacía sí mismo y
la frustración. Algunos sociólogos tienen la impresión de que las personas
más vulnerables en la sociedad norteamericana son los varones solteros
de mediana edad. Es fácil que un soltero sea incomprendido y, en
muchos casos, que se sospeche de él por el simple hecho de vivir solo.
Tal vulnerabilidad se fundamenta ampliamente en actitudes psicológicas
que los mismos solteros generan.

No es bueno estar solo

Ser soltero no quiere decir estar solo. La persona soltera que quiere
llevar una vida casta debe asegurarse de que no está demasiado solo.
Esto requiere una actitud firme sobre el valor de tener amigos y
conocidos. Si usted es soltero asegúrese de ser miembro activo de su
vecindario o del edificio en el que vive. ¡Vaya a las excursiones!
74 El coraje de ser castos

¡Ofrézcase para las cosas que exigen espíritu comunitario! Usted debería
encontrar un puesto útil en su parroquia; si no puede, busque otra
parroquia.

La persona soltera debería pertenecer a un club o a un grupo de apoyo


espiritual tal como una tercera orden o una comunidad cristiana. El
soltero que sonríe es útil, es valioso para quien trata de organizar la
parroquia o el vecindario. Muchos clérigos hacen mucho bien como
solteros porque pertenecen a muchas cosas en razón de su vocación.
Clérigos y religiosos aislados, en cambio, a menudo logran muy poco en
el conjunto de su vida.

Las personas solteras también deberían cultivar una amplia variedad de


amigos. Para ellos los amigos son más necesarios que para los casados.
Los solteros suelen hacerse buenos amigos de otros solteros coetáneos.
Esto se puede comprobar en los religiosos y sacerdotes. Hacer amigos es
una inversión en tiempo y en interés. Usted puede tener amigos que
gocen haciendo lo que usted jamás elegiría hacer, pero de todos modos
continúa. Los hombres solteros deberían saber cocinar e invitar a
amistades solteras a cenar. Las mujeres solteras que se preocupan por
ahorrar dinero para su jubilación deberían gastar ahora un poco, gozando
y enriqueciendo sus vidas con sus amigos. Los amigos pueden ser un
seguro mejor que una cuenta de banco.

La milla extra

La persona soltera también está en condiciones de emprender trabajos


de una bondad especial. Una dedicación honesta a los pobres y
necesitados es para muchas personas solteras una fuente muy grande de
energía y de satisfacción personal. En cambio, el cuidar solo a los
necesitados de nuestra propia familia puede ser una trampa, pues los
parientes pueden volverse excesivamente dependientes de las personas
solteras. Es mejor sembrar la caridad en forma amplia y no gastar
demasiado tiempo aguardando que nos den las gracias, especialmente de
parte de nuestra propia familia. Si lo que usted busca es gratitud,
cómprese un perro.

Por último, el soltero debería darse cuenta de la necesidad de dar un


poco más. No lo tome a mal o jamás será capaz de hacerlo. Usted
debería ir una milla extra especialmente en las relaciones con amigos
casados y con su familia.
Benedict Groeschel 75

Permítame dar un ejemplo. Llega el picnic familiar anual y las madres y


las hijas están preparando grandes fuentes de comida. El soltero o la
soltera puede llevar algunas cosas más delicadas, como una torta
especial o un buen vino. No hay mucha diferencia entre los aportes de
unos y otros en términos de trabajo e ingredientes, pero el gasto
económico es mayor para la persona soltera. Ese día, cada familia va con
sus propios niños. Suelen pasar de mano en mano fotografías de niños y
de las últimas bodas o de la graduación. Generalmente se espera que el
soltero se interese en todo esto y, si estos son inteligentes, mostrarán un
interés apropiado.

Como paso extra, el soltero debería llevar algún juego para que todos se
diviertan o algunas decoraciones coloridas. Algunos no notarán la
atención, pero otros sí. Esta es la diferencia entre ser Tío Eduardo, que
es un sosegado solteron (sólo tenía 56 años cuando murió), y Tío Mike, a
quien todo el mundo quería y que se preocupaba de enviar a cada uno
una tarjeta de cumpleaños. No parecía envejecer nunca. “A pesar de ser
soltero, siempre fue muy divertido”. Elija. Sugiero que ya que hacemos
este viaje una sola vez, lo deberíamos hacer en primera clase.

Lo mismo vale para las viudas y los divorciados, especialmente si sus


hijos ya son grandes. Esfuércese, haga la milla extra, sea alguien de
provecho más bien que de obstáculo, un amigo comprensivo más bien y
no sólo otro rostro en una foto.

Recordando mi infancia, tengo muy buenos recuerdos de parientes que


se apartaron de su camino para cuidarme e interesarse en lo que yo
estaba haciendo. Recuerdo una anciana soltera, tía política, la yía Jo, y a
una anciana viuda, la prima Minnie, con las cuales era un placer
encontrarse. Si bien mis dos abuelas viudas siempre estaban detrás del
deber (una fue una intrépida turista, y nosotros hacíamos con ella toda
clase de expediciones a extraños y excitantes lugares), de alguna manera
a mí me parecía que ellas estaban obligadas a ser buenas con nosotros.
Pero Minnie y Jo no estaban obligadas. Ellas eran solteras que habían
decidido ser parte de estas cosas. Estaban interesadas en los demás a
pesar de que vivían sus propias vidas en limitados horizontes. Vale la
pena notar siendo niño que no recuerdo haberles agradecido de alguna
manera especial. Pero ellas sabían que yo las quería.

Intereses

Una de las anomalías de un mundo caído, es el que las parejas con hijos
se deprimen porque emplean mucho de su tiempo libre cuidando y
76 El coraje de ser castos

educando a sus hijos. Las personas solteras se quejan de que no tienen


hijos que cuidar y no saben qué hacer con su tiempo libre. Animaría
siempre a las parejas a que tengan intereses fuera de su propio hogar, a
pesar de lo satisfactorio que éste sea. En mayor grado todavía el soltero
necesita cultivar intereses inteligentes, enriquecedores y, de ser posible,
de utilidad para el prójimo. Un hobby útil como el trabajo de carpintería o
la labor de costurera daría un toque colorido a la vida.

Siempre pensé que los hobbies eran una pérdida de tiempo y una razón
para ir al purgatorio. De hecho algunos lo son (como el coleccionar
tapitas de botellas de alguna bebida). Pero un buen hobby, como la
pintura, es una oportunidad para auto expresarse. Puede descubrir a una
persona algunos tesoros de la vida que rara vez reconocemos. En estos
últimos años he hallado que la afición a la astronomía es un pasatiempo
fascinante que comparto con muchas otras personas. Es también una
fuente muy provechosa para la meditación y la oración.

El mejor interés de todos son las personas. Ya hemos hablado de la


amistad y de la intimidad. Los buenos amigos son parte de la riqueza de
la vida. Se dice que el Cardenal Newman señalaba que la bendición más
grande que él había recibido era el haber tenido buenos amigos. Hemos
visto que la amistad significa compartir la intimidad no sexual, basada en
la complementariedad, la comunidad de intereses, de experiencias, o
quizá de diferencias. Vale la pena tener amigos de diferentes educaciones
e intereses, ya que pueden compartirse algunas cosas como, por
ejemplo, los valores.

Es también muy gratificante tener amigos de distintas edades. Una buen


grupo de amigos debería incluir personas mayores que sirvan de
maestros o por lo menos de observadores de la escena pasajera. Algunos
amigos jóvenes pueden ayudarnos a no envejecer. No hay nada más
refrescante que aprender de un viejo amigo o transmitir nuestros tesoros
a otro más joven. Para el soltero, esto colma muchas de las necesidades
que sentimos, principalmente el deseo de ser, en algún momento, y, en
otro, de ser padres.

Además de amigos íntimos, necesitamos tener conocidos interesantes y


amistosos. El soltero debería combinarlos con los muy conocidos y con
los de tipo más tranquilo y privado. A menudo podemos encontrarnos con
alguno bien conocido que chispea vida en todas las cosas sin llegar a ser
indiscretos. Podemos trabar amistad con tal persona. Pero debería
equilibrarse con relaciones de amistad con el peluquero, el zapatero y la
Benedict Groeschel 77

vendedora de golosinas. El intercambiar regularmente algunas pocas


frases en la calle, un acto de cortesía, una llamada para ofrecer nuestras
oraciones en el velatorio de la esposa del cartero, etc., todas estas cosas
hacen que valga la pena vivir esta vida, especialmente para el soltero. Si
usted se toma el tiempo de interesarse en los demás, su principal
problema será controlar la lista de tarjetas de navidad.

Es mejor amar y perder

Se trate de una persona casada o soltera, siempre hay oportunidades


para ser generosos más allá de lo obligatorio. Tales oportunidades se
presentan más fácilmente al soltero, de quien se presume, no siempre
correctamente, que tiene más recursos. Por ejemplo, un sobrino de una
familia numerosa puede necesitar un adelanto de dinero para pagar la
pensión del colegio; a un primo segundo que está en situación adversa le
vendría bien un poco de dinero extra para pagar los gastos de su boda;
alguno de sus hermanos pueden estar tratando de conseguir un adelanto
para pagar una casa. En todos estos casos, la gente dirige sus miradas al
soltero. Éste debería mirarlos extendiendo generosamente su mano.
Muchas personas se molestan por estas expectativas; de hecho un
soltero paga un porcentaje más alto de impuestos que las personas
casadas y, de hecho, es más caro vivir solo que de a dos. Los demás
tampoco se acuerdan de que una persona soltera tiene que ahorrar él
solo para su ancianidad.

Sin embargo, si usted quiere vivir la vida en plenitud, un buen principio


es dar hasta que duela, incluso si los demás se olvidan de su
generosidad. Puede ser que los parientes y amigos nunca piensen en
devolver cuando llegue el momento, pero es mejor amar y perder que
nunca haber amado. En el Evangelio se dice que imitemos a nuestro
Padre Celestial que es generoso con todos. El tacaño no sólo no deja
entrar a los demás, sino que tampoco deja entrar a Dios. Si la persona
soltera carece de sentido de generosidad, seguramente tendrán otros
problemas en la vida: tal vez una pasión solitaria o una letra escarlata.

El corazón sin reposo

En el Capítulo 6 hablaremos de la vida espiritual de la persona soltera.


Consideraremos el celibato casto como un elemento esencial del
desarrollo espiritual de la persona no casada. Digamos una palabra sobre
esto en el contexto de la vida soltera con estilo.
78 El coraje de ser castos

En las Confesiones, San Agustín rezaba: “Nos has hecho para Ti, oh Dios,
y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. La persona
soltera que no tiene una vida espiritual vibrante y resuelta, con deseo de
perseverar a pesar de las dificultades y de la aridez, experimentará una
terrible inquietud de corazón. El hombre que tiene una familia puede
consolarse sabiendo que sirve a Dios al atender a su esposa y a sus hijos.
Incluso si en secreto él fuese infiel y lujurioso a pesar de su buena
intención y amor por su esposa, se consolará al pensar que “ha llevado el
pan a la mesa”. En cambio, el soltero, incluso un clérigo religioso, que
sufre la soledad incomprendido y con fallas morales, deberá enfrentar
todo solo. Los amigos son importantes, pero no siempre están al alcance,
especialmente en medio de la noche.

Para la persona soltera, la respuesta es una vida de oración dedicada y


ordenada. Esto incluye una participación frecuente en la liturgia
eucarística y la recepción de los sacramentos. La devoción a Cristo en la
eucaristía es el centro de la vida de muchas personas solteras. Los
hábitos de oración diaria, de lectura espiritual y de meditación regular se
han vuelto parte de su ritmo de vida. Un buen régimen de oración puede
establecerse en pocas semanas y guiará a la persona en los momentos
difíciles. La persona soltera no tiene a nadie con quien compartir sus
penas y frustraciones, en particular cuando las necesidades sexuales se
experimentan de manera fuerte. En esos momentos la oración es muy
importante. Esto vale principalmente para quien lucha con impulsos
desviados o auto eróticos.

Quisiera terminar este capítulo con la oración de un hombre amante pero


solitario. Francis Thompson se separó de su familia y a pesar de ser un
gran poeta naufragó en su vida personal. Buscó a través de su vida pero
fracasó en lograr cualquiera de las metas que he indicado en este
capítulo, sin embargo rezó y fue agradecido con Dios. Escribió este
poema en el puente de Charing Cross, en Londres, en los bancos de cuyo
parque, cerca del embarcadero del Tamesis, se sentaba a menudo.
Quizá, al leer estas pocas líneas, usted consiga algo de la fuerza que este
hombre sacaba de la presencia de Cristo.

El reino de Dios
“En tierra extranjera”

Oh mundo invisible, te observamos,


Oh mundo intangible, te tocamos.
Benedict Groeschel 79

Oh mundo incognoscible, te conocemos,


Inaprensible mundo, te aferramos.

¿Acaso vuela el pez para hallar el océano?


¿O se zambulle el águila para encontrar el aire?
¿Preguntamos a las estrellas que se mueven
si han oído allí murmurar sobre Ti?

¡No donde las órbitas circundantes oscurecen,


ni nuestros entumecidos conceptos remontan vuelo!
– Escucharíamos el barrido de las alas,
golpeando nuestras cerradas puertas de arcilla.

Los ángeles mantienen sus antiguos lugares.


–¡Basta dar vuelta a una piedra y echan a volar!
Sois vosotros, vuestros rostros extrañados son
los que pierden la esplendorosa visión.

Pero (cuando estés tan triste que no puedas más)


Grita; –y sobre tu tan penosa pérdida
brillará el tránsito en la escala de Jacob
tendida entre el Cielo y Charing Cross.

Sí, en la noche, mi alma, mi hija,


Grita; –colgado por los bordes del Cielo;
Y verás a Cristo caminando sobre las aguas,
¡no las de Genesareth, sino del Támesis!

* * *

The Kingdom of God

O world invisible, we view thee,


O world intangible, we touch thee,
O world unknowable, we know thee,
Inapprehensible, we clutch thee.

Does the fish soar to find the ocean?


The Eagle plunge to find the air?
That we ask of the stars in motion
If they have rumour of thee there?

Not where the wheeling systems darken,


And our benumbed conceiving soars!
-The drift of pinions, would we harken,
Beats at our own clay shuttered doors.

The Angels keep their ancient places;


-Turn but a stone and start a wing!
‘Tis ye, 'tis your estrangèd faces,
That miss the many-splendoured thing.
80 El coraje de ser castos

But (when so sad thou canst no sadder)


Cry ; - and upon thy so sore loss
Shall shine the traffic on Jacob's ladder
Pitched between Heaven and Charing Cross.

Yea in the night, my soul, my daughter,


Cry; - clinging Heaven by the hems;
And lo, Christ walking on the water,
Not of Genesareth, but Thames!
6
El lado oscuro y el lado luminoso

En cierto sentido el capítulo anterior fue el más fácil de escribir y éste el


más difícil, porque trata de cosas que son aparentemente irracionales y
no se entienden fácilmente. Sin embargo, éste es quizá el capítulo más
importante para entender el celibato casto y para vivir triunfantemente la
castidad. Las fantasías, sueños, tentaciones y pecados forman el lado
oscuro del cuadro; son a menudo fenómenos misteriosos y causan
intenso sufrimiento a la persona. El lado luminoso o brillante es práctica
triunfante de la castidad, ya sea en una tentación singular o a lo largo de
un lapso de tiempo o durante toda la vida. Debemos mirar cuidadosa e
inteligentemente tanto al lado obscuro como al lado luminoso.

Las imaginaciones

Todos los aspectos de la vida de algún modo se reflejan en la conciencia.


Todos nos damos cuenta, aunque débilmente, de las funciones biológicas
de nuestro cuerpo, pero éstas son tan persistentes que puede suceder
que no las advirtamos conscientemente hasta que se detienen o se
vuelven perjudiciales. Solemos darnos cuenta de que hay un reloj sólo
cuando ha dejado de hacer tic-tac. A menudo nos damos cuenta de
nuestras necesidades insatisfechas, al recordar satisfacciones pasadas o
cuando surgen deseos o imaginaciones en el presente. Algunos que han
pasado por situaciones de intensa hambre más tarde recuerdan haber
tenido en esos momentos imaginaciones o fantasías de comidas que en la
mayoría de los casos eran recuerdos de buenos tiempos anteriores. Las
fantasías sexuales reflejan no solamente nuestros impulsos biológicos,
sino necesidades profundamente sentidas, como la expresión sexual de
nuestro propio ser y la necesidad de ternura, de apoyo, de intimidad y de
amor espiritual.

La fantasía puede ser o puede no ser algo voluntario. Usualmente


comienza siendo involuntario, ya que fluye del conjunto del organismo y
82 El coraje de ser castos

nace de la necesidad de colocar toda experiencia dentro de un marco


experimental único o gestalt. Se hace voluntaria al ser aceptada o
fomentada por el deseo. Esto ocurre cuando una persona está
escribiendo una novela e inventando una historia.

Las fantasías sexuales siempre son involuntarias al comienzo, reflejando


simplemente los varios niveles de necesidad de un individuo. Si se
aceptan y aumentan, se vuelven más o menos voluntarias. El mandato
de evitar los malos deseos que Cristo da en el Sermón de la Montaña (cf.
Mt 5,28-29) nos exige no aceptar voluntaria y conscientemente los
deseos sexuales prohibidos. Tales deseos pueden ser resultado de la
fantasía sexual voluntariamente aceptada. La calificación moral no viene,
en este caso, de la fantasía misma, sino del deseo de la persona y de las
circunstancias. Por ejemplo, para un casado no es moralmente malo
imaginar sus relaciones sexuales con su propia esposa cuando ella está
ausente.

Con frecuencia las personas solteras tienen fantasías sexuales muy


activas y les preocupa el que puedan ser pecaminosas. Hay que hacer al
respecto una cuidadosa distinción. Nadie tiene suficiente control sobre la
fuerza de la imaginación porque, como hemos dicho más arriba,
representa necesidades e impulsos que brotan de la mente (psique) y del
cuerpo del individuo. No se pueden detener las mareas, aunque se las
puede controlar.

En caso de las imaginaciones sexuales fuertes, parece irrealista negar un


mínimo de aceptación voluntaria por parte de la mente consciente. Pero
debe determinarse, sin embargo, si ha habido tal aceptación voluntaria
de la imaginación; y en caso de ser así, el hecho sería culpable. Para que
tal aceptación sea culpable o pecaminosa debe ser reflexiva y voluntaria.
La persona debe tener la capacidad suficiente como para afirmar
conscientemente. “esto está mal, pero de todos modos voy a pensar en
ello”. Si la persona ha estado luchando contra movimientos e
imaginaciones sexuales durante cierto tiempo (en el que la compulsión
sexual parece intensificarse y menguar), también podría ocurrir que la
referida afirmación haya sido realizada en un momento de distracción y
sin plena responsabilidad.

¿Hay alguna regla que nos permita determinar fácilmente si ha habido


consentimiento moral a las fantasías sexuales y a los deseo ilícitos? Me
parece que el mejor examen práctico es responder a las siguientes
cuestiones:
Benedict Groeschel 83

1. ¿He aumentado voluntariamente la imaginación?


2. ¿He respondido físicamente a ella, ya sea por medio de
estímulos sexuales voluntarios o con actos para aumentar la
fantasía, por ejemplo mirando a objetos provocadores?
3. Al darme cuenta de lo que estaba haciendo ¿rehusé dirigir mi
atención a una cosa distinta?

Si la respuesta a todas estas cuestiones (especialmente la última) es


clara e inequívocamente sí, entonces pienso que la persona es culpable.
Pero incluso esta plena culpabilidad puede estar disminuida por otros
factores relacionados con la persona o con la situación. Sin una respuesta
afirmativa a estas cuestiones, yo presumiría que no se hizo nada
moralmente malo. Una buena regla es recordar que no se puede cometer
pecado mortal de modo accidental. Un pecado mortal, psicológicamente,
es una temible situación en la vida de un cristiano luchador.

En otras épocas estas cuestiones y conclusiones habrían parecido laxas y


sin fundamento. Sin embargo, los principios con los que juzgamos estas
cosas deben fundarse en una sólida comprensión de la conducta humana.
La realidad es que la gente no tiene demasiado control sobre su fantasía.
Usted se habrá dado cuenta de ello si alguna vez ha tratado de leer una
obra aburrida o si ha intentado rezar en medio de distracciones.

Supongamos que una persona ha adquirido habilidad para controlar la


imaginación, en especial la imaginación sexual. Esto no necesariamente
es la mejor disposición, ya que tal control puede provenir de la represión,
esto es, de un mecanismo de defensa que entierra inconscientemente los
impulsos, las necesidades y los deseos espontáneos, y que dispara el
comienzo de la fantasía en el inconsciente. Es probable que así se vaya
almacenando una reserva de material sexual reprimido, que podría
empujar en el futuro a acciones descontroladas. Las páginas de la
historia están salpicadas de trágicos casos producidos como efecto de la
represión y de la pérdida de control. Muchos estudiosos del
comportamiento aceptan como un hecho que la represión es algo
incompleto e inadecuado. La persona reprimida está condenada a perder
control en el futuro y a padecer serios efectos en el presente.

El control consciente es algo completamente diferente de la represión.


Por definición, la persona tiene conciencia de rechazar, o al menos de no
aumentar una imaginación o deseo. No está tratando de detener la
marea, sino simplemente de controlarla para que no lo arrastre. Cuando
más adelante discutamos el tema de la ansiedad, veremos su estrecha
relación con la fantasía y cómo altos niveles de ansiedad pueden
precipitar una conducta que lleva al pecado.
84 El coraje de ser castos

Tentación

Al hablar de fantasía estamos usamos lenguaje psicológico. En cambio,


tentación es un término teológico y que puede definirse como la
invitación a hacer algo malo o algo que es en sí mismo bueno pero no en
alguna circunstancia concreta. Para que una tentación sea real debe
provocar deseo en la persona tentada. Hay muchas cosas que están
prohibidas, como robar un banco, pero pocos de nosotros se sienten
tentados de hacerlo.

He notado que cuando las personas dicen haber pedido la gracia de la


castidad, con frecuencia lo que han pedido es la gracia de ser ángeles, la
cual no recibirán. No es que no quieran pecar; lo que en realidad quieren
es no tener tentaciones.

La tentación se origina tanto en la mente, con los deseos o necesidades


que ya hemos mencionado, como en el cuerpo, en sus sistemas que
buscan escape o deleite. Las personas con ideales religiosos incluirán, a
menudo, entre las fuentes de la tentación al Príncipe de las tinieblas, y
lejos de mí negar la posibilidad. Sin embargo, hay que reconocer que
tenemos suficientes provisiones –psicológicas y biológicas– como para
explicar la mayoría de nuestras tentaciones. Sospecho que cuando una
persona discretamente madura, que trata con seriedad de ser un buen
cristiano, sufre tentaciones sexuales muy fuertes o dominantes, o bien
vive en un medio ambiente descontrolado que lo lleva a una extrema
ansiedad, o bien tiene un conflicto interior sin resolver que se expresa
sexualmente.

¿Exceptúa esto al individuo de luchar contra la tentación o lo absuelve de


toda responsabilidad? No faltan libros religiosos de divulgación que darían
impresión de responder afirmativamente; pero yo estoy en total
desacuerdo. Y mi discrepancia se basa en el conocimiento de la teología
moral católica y de los escritos de los grandes maestros espirituales.
Además, lo he corroborado en mis muchas entrevistas con personas que
han seguido el camino fácil sugerido por los escritores populares
terminando por encontrarse a sí mismos atrapados por vicios sexuales,
que ellos sabían por experiencia que eran moralmente malos y dañinos
para su crecimiento personal y espiritual. En efecto, tentaciones fuertes
pueden reducir la responsabilidad, y el reconocimiento de esta realidad
puede permitir que persona se perdone más fácilmente a sí mismo y
Benedict Groeschel 85

continúe su camino. Pero tales tentaciones, sin embargo, no nos dan


permiso para pecar o, lo que es peor, para pretender que el pecado no
sea pecado.

La tentación es parte de la vida y una manifestación clara y consistente


del pecado original. El deseo de no tener tentaciones es parte de la falta
de realismo que muchos terapeutas han identificado como una raíz de los
problemas sexuales. La tentación puede ser un excelente maestro; puede
actuar como el entrenador de un boxeador. A lo largo de la Sagrada
Escritura y de la historia religiosa todos los que han buscado a Dios han
luchado contra las tentaciones, y un cierto número de ellos con
frecuencia ha caído y se ha arrepentido. Más importante aún es el hecho
de que la tentación nos enseña que no podemos salvarnos a nosotros
mismos, que debemos apoyarnos en el poder de Dios y en la gracia
salvadora de su Hijo, o de lo contrario pereceremos. Apartarnos de Él es
perecer; volvernos hacia Él equivale a salvarnos.

Si usted ha seguido todas las sugerencias de este libro dirigiendo su vida


de un modo sano, trabajando en la vida espiritual y siendo fiel a la
oración y a los sacramentos, llegará un día en que será tentado más allá
de lo que usted ha esperado o ha pensado que podía soportar. En ese
momento comprenderá la acción de los dones del Espíritu Santo, que
después de esa hora ferozmente penosa lo elevará con alas de águila.
Sólo entonces verá claramente lo que significa ser salvado. La hora de la
tribulación puede presentarse muchas veces. Usted puede llegar a caer o
triunfar, y volverá una y otra vez. Si usted triunfa, crecerá, y al crecer se
convertirá en una bendición para otras personas de un modo que nunca
podría prever en la hora obscura de la tentación.

La tentación de la tentación

Prepararse para la hora de la prueba es el mejor medio para vencer las


tentaciones menos virulentas. Cada tentación que se vence fortalece a la
persona, incluso si hay posteriores fracasos. La tentación más peligrosa
para quienes tratan de ser castos es lo que yo llamo la “tentación de la
tentación”.

La mente de la persona tentada se halla en estado de conflicto. Es un


momento penoso en que la persona es tironeada en distintas direcciones.
No tiene paz interior –o tiene poca; está ansioso sobre su futuro
inmediato, está preocupado por el peligro espiritual y enojado y frustrado
por tal conflicto. Es entonces que aparece la tentación de la tentación:
“¡Oh, terminemos con esto! ¿Qué cambia una caída vez más? Al menos
86 El coraje de ser castos

después quedaré en paz y podré rezar con arrepentimiento. Incluso Dios


me parecerá cercano así como ahora parece estar tan lejos”.

Si hay algún aspecto de la tentación sexual en el que me inclino a


reconocer los efectos diabólicos es en esta sugestión aparentemente
piadosa. El antídoto para esta tentación es recordar que toda tentación
que se resiste es un gran acto de adoración a Dios. El soportar la
tentación sin buscar la salida fácil es un poderoso reconocimiento de la
soberanía de Dios y de Cristo, nuestro Legislador y Rey. Resistir la
tentación significa buscar primero el reino de Dios. Incluso si más tarde
uno cae, ya cumplió un acto de obediente adoración que no le será
quitado.

La ansiedad

La ansiedad, que comienza en el cuerpo y en la mente del individuo,


genera una percepción de peligro y destrucción. Puede llegar a
distorsionar la fuerza vital que nos mantiene vivos. Para vivir y crecer
debemos luchar para superar nuestros miedos y aparentes limitaciones.
Cuando el impulso de lucha y movimiento es bloqueado por el miedo y la
aprehensión, tenemos como resultado es una ansiedad neurótica.
Necesitamos un nivel normal y manejable de ansiedad para concentrar
nuestras acciones y evitar las distracciones. Samuel Johnson observó una
vez que nada ayuda tanto a estar atento como el saber que uno será
ahorcado el próximo martes. La gente seria, como los que leen libros
sobre la castidad, con frecuencia tienen excesiva ansiedad. Encontramos
un ejemplo en la diaria preocupación que San Pablo tenía por todas las
iglesias. A pesar de las advertencias frecuentes de Nuestro Salvador de
que no nos preocupemos, nos gusta preocuparnos, y cuando nos
preocupamos, usamos las profundas reservas de ansiedad que llevamos
dentro. Si ser discípulo lo pone ansioso, no le eche la culpa al Maestro en
este caso.

Ahora bien, no se sienta mal. Si usted ha decidido arrojar todo por la


borda y volverse pecador, continuará tan ansioso como ahora,
añadiendo, además, la ansiedad de alejarse de Dios. He notado que los
cristianos que bajan los brazos de su fe y toman el camino corto de los
pecados carnales son invariablemente un fracaso como pecadores. En
vez de gozar hasta el límite los breves placeres mundanos, pierden
mucho tiempo en tratar impetuosamente de inducir a otros a que los
sigan. Al estilo de Don Quijote, terminan peleando contra las torres de
Benedict Groeschel 87

las iglesias en lugar de hacerlo contra molinos de viento. Los ex-


cristianos hacen un mal papel de pecadores, como podemos ver en la
turbada vida de James Joyce o de Aubrey Beardley, el artista de lo
obsceno que angustiosamente volvió a Dios a tiempo de recibir los
últimos sacramentos de la Iglesia.

La ansiedad no nace por ser creyente o por tratar de ser discípulo, pero
se entromete en la tentación del creyente de resistir la voluntad divina.
Las sugerencias siguientes tratan de ayudar a quien está en estado de
ansiosa tentación. Estos consejos proceden de algunas personas que he
conocido a lo largo de los años, las que se han convertido en expertos en
vencer tentaciones:

1. Cálmese y reconozca conscientemente (repítalo usted mismo) que


usted está siendo tentado seriamente y que debería tomar
medidas apropiadas. Una caminata, un rato de serenidad
tranquilizándose en la iglesia o en su habitación le hará un gran
bien.
2. Pregúntese cuáles son las fuentes de esta tentación particular.
Las consideraciones que hemos hecho en los capítulos anteriores
le pueden dar algunas claves. ¿Hay razones concretas para estar
ansioso, deprimido, solitario, etc.? ¿Ha tratado de remediarlas?
¿Qué cree que debería hacer ahora?
3. Pida a Dios con tranquilidad algo de paz interior y haga un acto
de confianza en Él.
4. Haga algo más. La tentación no actúa cuando uno está ocupado;
por tanto corte con firmeza la situación en la que ahora se
encuentra. Llame a un amigo, vaya al cine, preocúpese por los
problemas de otra persona. Llamar a la policía o arrojarle una
torta a alguna persona puede que sea demasiado, pero tiene que
hacer algo que rompa el molde de esa situación. Es sorprendente
cuán poca gente tiene tentaciones de pecar cuando está sonando
la alarma de incendio.

Las caídas

Si una persona es todavía débil espiritualmente o no tiene bien ordenada


su vida, o está intentando vencer alguna compulsión, es probable que
tenga alguna caída. Para reducir sustancialmente la fuerza de un hábito
se requiere más o menos unos tres meses. Cuando se intenta vencer una
compulsión sexual, cualquier clase de conducta sexual ilícita realizada
voluntariamente, incluyendo el autoerotismo, tiende a reforzar la
compulsión original. Cuando decimos tres meses nos referimos, pues, a
tres meses de castidad.
88 El coraje de ser castos

Una caída o la posibilidad de caer, es parte del combate de quienes


tratan de llevar una vida casta. Uno de los grandes dones de Cristo a sus
hijos es hacerles saber que el perdón está a la distancia de una oración o
una buena determinación. El sacramento de la reconciliación, con su
valiosísima y terapéutica experiencia de la confesión vocal, es uno de los
signos más poderosos del perdón de Cristo. El acto de contrición
perfecta, o sea, de dolor por amor de Dios unido al propósito de no pecar
más, también es un instrumento muy efectivo en la vida espiritual.
Deberíamos rezar a menudo esta oración, culminando con la recepción
del sacramento. Demorar el acto de perfecta contrición es peligroso e
imprudente.

Paradójicamente quienes tratan de ser castos pueden, por un lado, estar


arrepentidos pero continuar de hecho realizando el acto pecaminoso.
Piden a Dios que esto no les suceda. Esta confusión es un signo claro de
compulsión. Una vez que la persona que cae recupera su equilibrio, el
paso siguiente es la oración. Mientras más confiada y amorosa sea ésta,
de modo más efectivo calmará al individuo. En este sentido, las palabras
que Jesús dirige a San Pedro pueden ser muy gráficas: Satanás ha
pedido cribarte como el trigo, pero Yo he rezado por ti, Simón, para que
tu fe no desfallezca, y una vez convertido, tú a su vez fortalece a tus
hermanos (Lc 22,32-33).

Las caídas contribuyen al arrepentimiento, y éste produce un mayor


amor de Dios. Si uno enfrenta las tentaciones y cae (por más trágico que
sea) puede convertir sus caídas, con oración y confesión, en una
poderosa fuente de arrepentimiento.

Contrición y culpa

Para que las caídas sirvan a la castidad es muy importante que la


contrición no sea simplemente expresión de una culpa neurótica. La
siguiente cita del Maestro Eckhart, el místico alemán del siglo XIII,
muestra una buena dosis de perspicacia psicológica sobre la diferencia
entre la conducta neurótica y una verdadera contrición.

Hay dos clases de arrepentimiento; uno temporal y del sentido,


otro divino y sobrenatural. El arrepentimiento temporal se inclina
siempre en dolor mayor y sumerge al hombre en la tristeza como
Benedict Groeschel 89

si tuviese que desesperar; este arrepentimiento permanece como


dolor, sin permitirle progresar; de nada aprovecha.
En cambio, el arrepentimiento divino es muy diferente. Tan
pronto como el hombre alcanza el aborrecimiento de sí mismo,
inmediatamente se alza hacia Dios y se afirma en rechazo eterno
de todo pecado y en una inamovible voluntad; y se encumbra a
mucha confianza en Dios alcanzando gran seguridad. De aquí
proviene un gozo espiritual que eleva el alma por encima de toda
tristeza y llanto volviéndola segura en Dios. Por más débil que se
reconozca un hombre, y por muchas que hayan sido sus malas
acciones, con más razón debe entregarse a Dios con un amor
indiviso en el que no hay pecado ni debilidad. Así el mejor camino
por el que alguien se eleva a Dios cuando quiere ir a Él con
devoción es el estar sin pecado, fortalecido por una divina
contrición.
Y mientras más graves sean sus pecados, más dispuesto
está Dios a perdonarlos y a venir al alma para sacarlos de allí.
Todo hombre hace lo posible por librarse de lo que más le
fastidia. Por más numerosos que sean los pecados, más
complacido y pronto es Dios para perdonarlos porque ellos le
fastidian a Él. Así, como la divina contrición lo eleva hacia Dios,
los pecados se desvanecen en el abismo de Dios, si el
arrepentimiento es completo, más velozmente de cuanto me
toma a mí cerrar mis ojos, volviéndose completamente nada,
como si no hubiesen existido34.

Sueños

Entender y usar los sueños puede ser muy importante para llevar una
vida casta. Los sueños son experiencias que permiten al inconsciente
salir a la superficie de la mente; permiten también ciertas expresiones
involuntarias de naturaleza sexual durante el descanso. Es probable que
el primer encuentro que la mayoría de las personas tenga con la
sexualidad ocurra en algún sueño anterior a la pubertad. Para quien ha
decidido a temprana edad llevar una vida casta, los sueños presentan
una oportunidad importante para madurar psicológicamente. Esto nace
del hecho de que la experiencia del sueño puede conducir
simbólicamente a la mente de la persona y a niveles de desarrollo de la
memoria, que de otro modo habrían permanecido desconocidos. Tal vez
no haya otro grupo de gente para quien los sueños sean más importantes
que los célibes en vías de maduración.

34
Meister Eckhart, trans. Edmund Colledge. O.S.A. and Bernard McGinn. New
York: Paulist Press, 1982 (Classics of Western Spirituality), pp. 262-63.
90 El coraje de ser castos

En las teorías psicológicas contemporáneas de la conciencia se piensa


que los sueños se originan en huellas de la memoria, modelos y
engramas (unidades de memoria) entretejidas de experiencias –durante
el sueño o en estado de somnolencia–semejantes a las percepciones.
(Decimos semejantes a las percepciones porque los sueños no son
percepciones reales). Bajo este aspecto los sueños se asemejan a las
alucinaciones. La mente tiene la tendencia a tejer las hebras del
pensamiento y de la memoria en un único campo coherente, o gestalt.
Cuando esto ocurre un sueño tendrá una secuencia y partes coherentes a
pesar de que no estar controlado por la razón o por nuestro conocimiento
de la realidad objetiva, sino por impulsos inconscientes35. Por esta razón
los sueños a menudo pueden presentar de modo simbólico no sólo temas
conscientes y recuerdos, sino también deseos y necesidades
profundamente reprimidas (e inconscientes).

Cuando una persona, estando despierta, se ha contenido de expresarse


sexualmente o de ahondar sus necesidades sexuales para evitar la
excitación sexual, es lógico que tal excitación y las necesidades y deseos
que la causan se expresen durante los sueños. Puesto que la mayoría de
los sueños parecen ocurrir durante el sueño ligero (somnolencia) se los
puede recordar vivamente. Mientras más complejo es un sueño, más
parece representar necesidades, intereses e incluso conflictos
experimentados por la persona en la vida conciente. Durante la
somnolencia puede ocurrir una alucinación hipnogógica –o sea, una
experiencia que se parece mucho al sueño en el sentido de que no está
bajo el control voluntario del individuo. A diferencias de otras
alucinaciones, ésta no se relaciona con ninguna enfermedad mental ni
con el uso de drogas alucinógenas.

Tengo la impresión de que quienes tienen un sueño sexual o una


imaginación sexual , o incluso una alucinación vívida no psicótica, en
estado de somnolencia pueden sentirse culpables. La experiencia es tan
intensa que les parece haber sido responsables. Quisiera hacer todo lo
posible para despejar esta ilusión que considero causante de desanimo y
culpa neurótica en muchos buenos cristianos. La culpa, a su vez, puede

35
L. J. West, “A General Theory of Hallucinations and Dreams”, in
Hallucinations, ed. L. J. West. New York: Grume & Stratton, 1962. Para una
discusión más popular sobre sueños y su relación con la vida espiritual, cf. Morton
Kelsey, God, Dreams and Revelation. Minneapolis: Augsburg Publishing House,
1974 (orginalmente publicado como Dreams the Dark Speech of the Spirit. Garden
City: Doubleday, 1968), capítulo 9.
Benedict Groeschel 91

terminar produciendo una conducta consciente prohibida. Ya Pascal


advertía a los espirituales que si trataban de ser ángeles podían
convertirse en bestias.

Puesto que los sueños y los estados de somnolencia no tienen


connotaciones morales pueden aliviar muchas tensiones sexuales, y tal
vez reducir los impulsos biológicos posteriores al sueño; por eso creo que
debería entenderse cuidadosamente los sueños. Esto vale especialmente
para los que intentan llevar una vida de celibato casto. Casi podría
decirse, con cierta ironía, que los sueños sexuales se derivan de la
castidad, en el sentido de que tal vez ellos no existirían si la actividad
sexual fuese parte de la vida consciente de esa persona.

En el pasado, cuando no se entendían los sueños, las personas piadosas


a menudo hacían grandes esfuerzos para tratar de evitar los sueños
sexuales: llegarían a dormir sobre tablas o en lugares estrechos, o se
sumergirían en arroyos helados y rociarían su cama con agua bendita
antes de acostarse. Esto puede haber sido contraproducente.

Los terapeutas han descubierto que si una persona concientemente se


propone soñar, lo hará más frecuentemente y recordará mejor sus
sueños. Así nosotros podemos proponernos soñar y, si el sueño nos
despierta, volvernos a dormir. Podemos proponernos levantarnos a una
hora particular o cuando se escuche algún sonido especial. Esto, con
frecuencia, funciona sin que sea necesario que suene la alarma del reloj.
También podemos proponernos apropiadamente no despertarnos si
sabemos que alguna persona saldrá de la casa temprano.

Recomiendo que los que prevén la posibilidad de tener sueños sexuales a


causa de haber pasado un día con persistentes tentaciones o fantasías,
que se propongan a sí mismos continuar durmiendo o volver a dormirse
en caso de que la excitación o la liberación sexual tenga lugar. Obrar de
modo diverso, sería más bien una rebelión puritana contra las leyes de la
naturaleza en nombre del angelismo. Ya hemos dicho que Dios
aparentemente no se ha mostrado muy colaborador con quienes han
intentado convertirse en ángeles. Pero por otro lado, una actitud
excesivamente permisiva con los sueños podría estar disfrazando la
aprobación de excitaciones sexuales voluntarias. En estos casos, se hace
necesario el consejo de un confesor sabio.

El contenido de los sueños a menudo puede darnos buenas


oportunidades para conocer nuestra vida interior. El secreto está en
buscar el significado escondido bajo del simbolismo del sueño. Por
ejemplo, los sueños sexuales por lo general indican un fuerte deseo de
amar y de ser amado a cambio. Una persona puede asustarse del
92 El coraje de ser castos

simbolismo sexual pero puede enfrentar muy bien la idea de que lo que
en realidad desea es ser amado. La presencia de fuertes deseos sexuales
en los sueños indica también que tal vez se esté haciendo mucha
represión. Si bien el análisis de los sueños es un estudio complejo y exige
un gran entrenamiento, la persona prudente puede arrojar mucha luz
sobre el subconsciente. Pero para lograr esto es esencial trascender el
simbolismo del sueño que es dado usualmente por el recuerdo de la
fantasías conscientes que tienen lugar mientras estamos despiertos.

Enfrentando el éxito

El célibe casto no solo debe enfrentarse a los fracasos sino también al


éxito. Algunos pueden haber mantenido la castidad exitosamente durante
muchos años o incluso toda la vida. Otros habrán perseverado sólo un
cierto tiempo. El gran peligro del éxito en vivir cualquier virtud es el
orgullo –la creencia de que es uno mismo quien lo ha logrado o al menos
“con poca ayuda de arriba”. Si bien una actitud así tal vez no lleve a un
pecado sexual, ciertamente no manifiesta una buena inteligencia de la
realidad espiritual de la salvación.

Asimismo los triunfos pueden volver a una persona menos cauta. Esto de
dos modos. Si alguien está inclinado al puritanismo, el triunfo puede
empujar a ideas puritanas más rígidas ya que éstas parecen funcionar
tan bien. Si la persona se ha descuidado en adquirir un sano estilo de
vida, en adelante podría descuidarse más todavía. Por otro lado, si uno
ha sido más bien laxo en las expresiones de afecto formando amistades
peligrosas, tal vez continúe en el mismo camino hasta que termine por
caer gravemente. El éxito, con facilidad, puede convertirse en un peligro.

A pesar de esta prudente advertencia, tan obvia como sutil, nos hemos
propuesto como objeto de este libro el llevar una vida casta de modo
exitoso. Con ayuda de la gracia y una buena voluntad, este objetivo se
alcanza tarde o temprano. Invariablemente la victoria trae consigo un
profundo sentido de humildad y la conciencia de que llevamos nuestro
tesoro en vasijas de barro. La conquista de la castidad (conseguirla o
mantenerla) sin recurrir a la represión casi siempre se acompaña de una
creciente compresión y compasión hacia quienes han tenido grandes
dificultades con su vida sexual.
Benedict Groeschel 93

Cuando una persona se esfuerza continuamente en ser casta sucede algo


muy hermoso –algo que para poder apreciarse debe ser experimentado.
No solamente se alcanza un sentido de cumplimiento sino que también
crece la conciencia de la presencia de Cristo y de la intimidad con Él en el
alma. Como se dice en el himno de San Bernardo Iesu dulcis memoria,
sólo puede entenderlo quien lo ha experimentado.

Nuevamente recurro a San Agustín para hallar una digna expresión de


esta experiencia de Cristo. Su oración de acción de gracias tras su
conversión rebosa un cautivante sentido de la presencia espiritual de
Cristo.

¡Oh Señor!, siervo tuyo soy e hijo de tu sierva. Rompiste mis


ataduras; yo te sacrificaré una hostia de alabanza (Sal 115,16-
17). Te alabe mi corazón y mi lengua y que todos mis huesos
digan: Señor, ¿ quién semejante a ti? Díganlo, y que tú
respondas y digas a mi alma: Yo soy tu salud (Sal 34,10).
¿Quién fui yo y qué tal fui? ¡Qué no hubo de malo en mis
obras, o si no en mis obras, en mis palabras, o si no en mis
palabras, en mis deseos! Mas tú, Señor, te mostraste bueno y
misericordioso, poniendo los ojos en la profundidad de mi muerte
y agotando con tu diestra el abismo de corrupción del fondo de
mi alma. Todo ello consistía en no querer lo que yo quería y en
querer lo que tú querías. Pero ¿dónde estaba durante aquellos
años mi libre albedrío y de qué bajo y profundo arcano no fue en
un momento evocado para que yo sujetase la cerviz a tu yugo
suave y el hombro a tu carga ligera (Mt 11,30), ¡oh Cristo Jesús!,
ayudador mío y redentor mío? (Sal 18,15).
¡Oh, qué dulce fue para mí carecer de repente de las
dulzuras de aquellas bagatelas, las cuales cuanto temía entonces
perderlas, tanto gustaba ahora de dejarlas! Porque tú las
arrojabas de mí, ¡oh verdadera y suma dulzura!, tú las arrojabas,
y en su lugar entrabas tú, más dulce que todo deleite, aunque no
a la carne y a la sangre; más claro que toda luz, pero al mismo
tiempo más interior que todo secreto; más sublime que todos los
honores, aunque no para los que se subliman sobre sí.
Libre estaba ya mi alma de los devoradores cuidados del
ambicionar, adquirir y revolcarse en el cieno de los placeres y
rascarse la sarna de sus apetitos carnales, y hablaba mucho ante
ti, ¡oh Dios y Señor mío!, claridad mía, riqueza mía y salud
mía”36.

36
San Agustín, Confesiones, IX, I.
7
Castidad y espiritualidad

Mucho antes de la predicación del Evangelio, en muchas religiones del


mundo el celibato casto y la disciplina casta en el matrimonio ha sido
relacionada con la espiritualidad. Entre los monjes y monjas orientales se
observaba el celibato religioso mucho antes de la era cristiana. En
algunas religiones del mundo incluso se esperaba que las personas
casadas observasen la abstinencia sexual en tiempos sagrados,
especialmente en los períodos de iniciación religiosa. Hasta el día de hoy
los budistas casados pueden hacerse monjes por algunos meses. Tal vez
las razones de esta disciplina hayan sido más antropológicas que
espirituales, pero se mantiene el hecho de que el hombre ha ligado
históricamente la abstinencia sexual con la búsqueda de Dios.

En el mundo cristiano la idea de una vida casta célibe brota de los


evangelios y los escritos paulinos. El concepto fue parte integral de la
primitiva iglesia incluso antes de establecimiento de las primeras
comunidades monásticas y del término de las persecuciones. A pesar de
larga tradición cristiana de la vida célibe, una persona que enfrenta la
perspectiva de ser soltero y casto tal vez no se dé inmediatamente
cuenta de las implicaciones de su estado como de un itinerario espiritual
hacia Dios. La ocasión para vivir el celibato casto puede provenir tanto de
una vocación al apostolado como de un fracaso matrimonial. Más de un
penitente –como por ejemplo Santa Margarita de Cortona- llegó a la vida
casta después de una vida de concubinato. Sin embargo, de cualquier
manera que uno alcance el estado de celibato, éste puede ser de gran
ayuda para encontrar a Dios. Vale la pena analizar la relación entre el
combate por la castidad y la búsqueda de Dios.

Servicio

En su Carta del Jueves Santo de 1980 a los obispos y sacerdotes


católicos, el Papa Juan Pablo II propuso el celibato como una imitación de
Cristo, el Buen Pastor que se entregó a Sí mismo por su rebaño. El Santo
Benedict Groeschel 95

Padre indicó que el celibato vuelve a los sacerdotes más aptos para el
servicio del prójimo. Si aplicamos sus palabras a cualquier cristiano célibe
y añadimos la obligación que tiene todo seguidor de Cristo de servir con
generosidad y de estar abierto a toda ocasión de practicar la caridad y el
amor, entonces veremos cómo el celibato puede ser parte de la vocación
de cualquier cristiano soltero.

Con esto no negamos que también el matrimonio cristiano ofrezca la


oportunidad de abrirse al prójimo y de ser generosos. Pero el cristiano
célibe, religioso o laico, está llamado de un modo especial a ser hermano
o hermana de los demás, amigo generoso y auxilio voluntario en los
momentos de necesidad. En el pasado muchas personas solteras hicieron
precisamente esto sin ningún reconocimiento (o poco) de que lo suyo era
una vocación de servicio cristiano especial. Es probable que se reconozca
tal servicio como parte de la vocación sacerdotal o religiosa, pero eso no
lo hace más fácil.

La vida de oración

Hace algunos años me llamó una mujer para pedirme una audiencia. Le
expliqué que solo atiendo a sacerdotes, ya que, debido al poco tiempo
del que dispongo debo limitarse a esta responsabilidad; sin embargo ella
insistió. Se trataba de una inteligente profesional, y me pedía que le
enseñara a rezar. Cuando le repetí mi política sobre atender solamente a
clérigos, me dijo: “Yo sabía que usetd no me iba a ayudar, pues ya había
oído que es anti gay”. Le repliqué que, si pensaba que yo estaba en
contra de la gente “gay”, había escuchado mal, pero que si se refería a
que yo me oponía a la conducta genital homosexual estaba en lo cierto.

A pesar del desacuerdo, ella me había desafiado a ayudarla, por lo que


convine en unos pocos encuentros a lo largo de un año para tratar el
tema de la oración. En adelante, nunca volví a aludir a su afirmación
sobre la homosexualidad. Al final de las sesiones, ella me mencionó su
decisión de vivir una vida casta, y que se estaba preparando para hacer
el voto de castidad como miembro de una comunidad laica. Me pidió que
asistiera a la ceremonia. Quedé sorprendido. Me explicó que la oración se
había vuelto tan importante para ella, que su antiguo estilo de vida se le
había tornado desagradable. En la oración había encontrado a Dios y la
paz y no tenía deseos de amenazar su nueva felicidad volviendo a una
vida de libertinaje sexual. No estaba segura de que una vida casta fuera
la respuesta para otros en su situación, pero tenía certeza de que era la
respuesta para ella.
96 El coraje de ser castos

Una vida de oración es un compromiso muy serio. En primer lugar


significa fidelidad a la meditación y a la oración vocal, pero a medida que
el tiempo pasa lleva a una purificación interior y a una escucha más
intensa de las mociones del Espíritu Santo. Para comenzar exige mucha
disciplina. Esa disciplina y el deseo de un mayor crecimiento espiritual
pueden coexistir con caídas morales graves sólo durante el período de
lucha. Después de un tiempo, sin embargo, una persona que no haya
alcanzado la integración moral en la cual insisten el Evangelio y los
santos, se cansará de la oración y abandonará la búsqueda real de Dios.

Por otro lado quien haya asumido de corazón la admonición: si me amas,


guarda mis mandamientos (Jn 14,15), comenzará a crecer en la oración
incluso si hay caídas que lamentará profundamente. Este desarrollo
requiere y hace brotar una fe creciente y la confianza en Dios. Estas
virtudes a su vez llevan a la persona más allá de las formas elementales
de oración.

En la medida en que la persona progrese, experimentará la meditación


contemplativa. Esto es más bien un don que un logro humano y requiere
mucha paz interior y el silencio de las tumultuosas luchas carnales. En el
grado en que la persona se eleva, se vuelve imperativa tanto la castidad
como el rechazo de todo pecado deliberado. La oración se ve como la
perla de gran precio y el tesoro escondido en el campo, de los que nos
hablan los Evangelios. La oración cristiana madura es la realización
psicológica profunda del reino interior de Dios37.

En mi libro, Atendiendo a la oración38, he indicado que los escritores


espirituales católicos siempre han reconocido la devoción a Jesucristo
como una gran ayuda para crecer en la virtud. Naturalmente, la devoción
se centra en la presencia eucarística de Cristo del modo más positivo. Mi
propia experiencia me ha demostrado la necesidad de esta devoción para
un vida casta. No importa en qué grado de su itinerario espiritual se
encuentre una persona; esta devoción es al mismo elevante y sanante
(para muchos católicos se puede decir lo mismo de la devoción a Nuestra
Señora).

37
Dr. Morton Kelsey & John Sansford han hecho algunas investigaciones
interesantes sobre el reino de Dios interior y su uso en los Padres de la Iglesia,
basados en Lc. XVII, 21. Cf. Morton Kelsey, Companions on the inner way. New
York: Crossroad, 1983, p. 98.
38 Listening at praying
Benedict Groeschel 97

Hace algunos años vino a verme un ministro protestante a causa de un


problema de relaciones homosexuales anónimas. Estaba casado y amaba
profundamente a su familia. El problema de su conducta homosexual
había le surgido en torno a los treinta años, y se sentía profundamente
turbado por ello. No solamente porque era pecaminoso sino porque tenía
terror de que pudiera contagiar a su esposa alguna enfermedad. Había
rezado, había ayunado y había hecho un retiro.

Tras algunas pocas sesiones, le mencioné que algunos católicos juzgan


que una hora de oración ante el Santísimo Sacramento les resulta de
gran ayuda espiritual. Él estaba intrigado con la idea de ese tiempo
ocupado con Cristo y comenzó a practicarlo en su propia vida. Esto no
solamente lo fortaleció contra la tentación sino que ayudó a disipar de a
poco la profunda culpa y aborrecimiento que sentía hacia sí mismo. Fue
aceptando paulatinamente el amor de Cristo por él. A pesar de que había
pasado por la experiencia adulta de una segunda conversión o “segundo
nacimiento”, ahora experimentaba una conciencia totalmente nueva del
amor de Cristo como su salvador.

Paz interior

Muchas personas que han luchado para alcanzar la castidad después de


un tiempo de desorden sexual, experimentan una gran paz interior. La
lucha puede producir un temible conflicto, pero si la persona persevera
en la castidad durante algunos meses o un año, experimentará un
sentido de integración casi espontáneo. La persona ya no sigue estando
en guerra consigo mismo y, para usar la poderosa imagen de San
Agustín, no sufrirá más la roedora ansiedad de buscar el deleite sexual ni
seguirá rasguñando las costras de la lujuria39.

Estas personas también observan gran apertura al prójimo y menos


miedo de ser manipulados. Quien enseña el mensaje de Cristo lo hará
con nuevo entusiasmo y convicción. La historia de la Iglesia está repleta
de historias de clérigos y religiosos que reformaron sus vidas disolutas o
tibias convirtiéndose en grandes apóstoles de Cristo. Si bien no se dice,
tengo la impresión de que fue la reforma sexual de sus vidas las que les
dio la energía y la clara visión para trabajar como no lo habían podido
hacer antes.

Es importante mencionar que no estamos hablando solo de la


sublimación de la energía sexual. La sublimación es un proceso (a veces
consciente, pero por general inconsciente) en el que una persona lleva la
energía y la necesidad de un objeto a otro considerado más conveniente

39
Cf. San Agustín. Confesiones, IX, I.
98 El coraje de ser castos

o noble. De hecho, en el celibato se puede sublimar mucha energía


sexual. Esto vale incluso para la energía física que requiere el obrar
sexual. Pero la sublimación, en el sentido que Jung da al término, es la
dirección de la energía a fines y aspiraciones que no son creaciones de la
mente sino realidades que forman las funciones más altamente
integradoras de la naturaleza humana. Con toda claridad una vida casta
debería ser sublimada en este sentido.

La paz interior que da una a una persona bien equilibrada la vida casta es
resultado de una integración genuina y creciente. Se unifican las
creencias personales, la apreciación intelectual de las exigencias morales
de la fe, las experiencias religiosas profundamente arraigadas, el deseo
de la experiencia mística de la gracia y de los dones del Espíritu Santo y
la energía vital de todo nuestro ser personal.

La castidad madura, que se basa en la comprensión genuina y la


aceptación de nuestra humanidad y se enraíza en la confianza en Dios, es
una fuerza vital que ha hecho un bien extraordinario en la historia
humana. Ha levantado monasterios desde Europa al Tibet; ha abierto y
establecido incontables hospitales, orfanatos y escuelas; ha llevado el
Evangelio a los confines de la tierra. Los que desprecian la castidad por
motivos religiosos demuestran una inexcusable ignorancia de la dinámica
de la historia del mundo, como Christopher Dawson ha señalado en su
libro homónimo40. Ericson, a quien citamos anteriormente, reconoce que
el celibato religioso es una forma de generación que obra en el más alto
nivel del desarrollo humano. Comparte casi el mismo punto de vista de
Dawson pero desde la visión del desarrollo psicológico. Este poder de la
castidad religiosa para hacer el bien no es una abstracción de la historia.
Es la confluencia de las energías y de la paz de muchas vidas
individuales. Y su vida, querido lector, puede ser una de esas. Si usted es
casto su vida puede brindarle esta gran paz41.

40
The Dynamics of World History, Ed., J.J. Mulloy, New York, Sheed and
Ward, 1956, cf. pp. 167-188.
41
Cuando se observa su disciplina, el matrimonio produce una paz similar. Es
una integración sexual de acuerdo común con otra persona. Siguiendo la
enseñanza católica sostengo que no hay otro estilo de vida que el matrimonio en
el cual las relaciones genitales sean moralmente aceptables. Consecuentemente,
no es posible una integración real moral. ¿Qué decir de aquellos que reclaman que
han encontrado alguna “paz” en relaciones sexuales fuera del matrimonio? Hay
que distinguir la paz interior de la homeostasis que es un equilibrio psicológico que
se produce entre el impulso y la satisfacción. Tanto los seres humanos como los
animales experimentan la homeostasis. Es posible que en algún momento una
Benedict Groeschel 99

En los últimos años muchas personas han sido ayudadas en su vida


espiritual por una forma de oración llamada “curación de la memoria” 42.
Esta forma de oración está pensada para ayudar a una persona a liberar
su propio yo de los efectos de conflictos, heridas y fracasos del pasado.
La memoria archiva las heridas del pasado y las lleva a la conciencia
como experiencias de resentimiento, de ira y de odio hacia sí mismo.

En esta oración la persona deliberadamente vuelve a evocar tales


eventos y ofrece el perdón al prójimo o a sí mismo. La oración tiene más
fruto mientras más profundo sea el recuerdo del suceso y mientras se
ofrezca el perdón con mayor sinceridad. Por supuesto, el motivo
consciente del perdón debe ser la fe de la persona en la divina
misericordia y en el amor perdonador de Cristo.

Es mejor realizar esta meditación junto a alguna persona que nos ayude
en el examen del pasado. La curación de la memoria va más allá de los
propios pecados o faltas; incluye el recuerdo de los errores cometidos
contra uno mismo y el resentimiento que tales que tales faltas han
engendrado.

Hay pocas áreas de la vida humana que hagan más vulnerable a la


persona que la sexualidad. De algunas experiencias sexuales (o de la
ausencia de ellas) puede surgir rencor a los padres, a la familia, a los
amigos, al mundo e incluso a Dios. El perdón y una profunda experiencia
de la fe pueden resultar terapéuticas tanto psicológica como
espiritualmente.

El amor al prójimo

Amor es una palabra ambigua que usada para describir muchas cosas: la
dependencia del niño respecto de sus padres, el enamoramiento sexual
de un joven, la necesidad de un padre de tener un hijo y no permitirle
crecer, la fuerza que lleva a alguien a sacrificarse por su familia y los
amigos, o el éxtasis de un amor místico por Dios. En nuestros días el
amor al que se refiere el mundo esta asociado casi exclusivamente con la
sexualidad, la que, a su vez, viene identificada con una especie de
diversión; no se espera que el amor forme parte de la vida de un célibe.

persona obre contra la ley moral pero igualmente experimente la homeostasis y la


confunda con la paz interior.
42
Aquellos interesados en esta poderosa forma de oración pueden encontrar
útil la lectura de Healing of Memories, por Dennos and Matthew Linn, S.J. (New
Cork: Paulist Press).
100 El coraje de ser castos

Incluso de la persona religiosa se espera que sea compasiva pero no


exactamente amante en un modo personalmente cálido.

Puede parecer sorprendente que San Agustín, cuya gran lucha con las
tentaciones sexuales ha sido descrita en los capítulos anteriores, haya
desarrollado una consumada teología de la amistad y del amor. La
amistad con el prójimo y con Dios, para él, era prácticamente la misma
cosa. En las Confesiones, fue capaz de describir con belleza sus cálidas
amistades posteriores a su conversión, cuando ya no consideraba más la
castidad como opuesta al amor.

A menudo se cita de modo inapropiado algunos pasajes sobre el


matrimonio para sugerir que Agustín carecía de aprecio por el amor
matrimonial. Sin embargo, entre los Padres de la Iglesia de su tiempo, él
guarda hacia el matrimonio una actitud más positiva que muchos otros.
Sus críticos ignoran que entre las clases superiores del Imperio Romano,
y en general en el mundo antiguo, la unión entre tiernas emociones y
matrimonio no formaba parte de la vida como lo es para
nuestramentalidad. Agustín vio la mitad de la vocación cristiana como
amor humano y amistad; la otra mitad como amistad con Dios a través
de Cristo, su Hijo amado.

Agustín escribe: “¿Amas a los demás? Entonces ámalos en Dios y diles:


‘amémosle’”. La tristeza profunda por la muerte de su madre y el
lamento por su amigo Nebridio iluminan el profundo sentimiento de un
hombre cuya capacidad de amar jamás fue disminuida por su castidad43.

Una vida casta debería gradualmente abrir a una persona a una mayor
comprensión y aceptación de los demás, especialmente de aquellos que
tienen conflictos o están turbados por su propia sexualidad. Una persona
madura casta no se siente amenazada por los problemas sexuales de los
demás; puede ser objetiva sin escandalizarse.

Una persona casta debería experimentar un desprendimiento gradual del


narcisismo y de la búsqueda de sí mismo que fácilmente se endurecen
por la relajación sexual.

Una persona casta que está en paz debería amar, compartir y darse. Ya
hemos visto la importancia de la generosidad en la vida del laico soltero o

43
T. J. Van Bavel, O.S.A., Christians in the World. New York: Catholic Book
Publishing Co., 1980. Cf. p. 31. Puede leerse con provecho todo el capitulo sobre
la amistad.
Benedict Groeschel 101

religioso. Las amistades amorosas con los pares, con los más jóvenes y
con los mayores, no son un trabajo para el célibe; surgen y crecen
espontáneamente. Quizá el don más grande de una vida casta que se
basa en el amor es el perdón hacia los que tienen celos de la libertad y
espontaneidad que la castidad concede. Personas que han fracasado en
decidirse por la castidad, ya sea matrimonial o en la vida soltera,
instintivamente sentirán celos de la libertad y de la paz del casto. A
menudo estas personas pierden mucho tiempo picoteando a la persona
casta esperando descubrir alguna grieta en su armadura. Pero tarde o
temprano la persona casta alcanzará la confianza para superar estos
conflictos.

El amor a Dios

En la medida en que luchamos en la vida por ser discípulos de Cristo


tomamos conciencia de que nosotros no hemos sido los primeros en
amar a Dios; Él nos amó primero. La castidad en el matrimonio o en la
vida soltera es una de las tantas luchas espirituales que revelan el amor
personal de Cristo hacia cada uno de nosotros. La paciencia y el perdón
se enraízan en la larga lucha por ser castos. En la medida en que
crecemos más y más en la castidad reconocemos que Cristo es la fuente
del gozo espiritual que cautiva nuestro corazón, mente, alma y espíritu.

Es importante notar que la libertad de pensamiento y sentimiento que


alcanza el casto puede abrir pozos de deseos y sentimientos reprimidos.
Entonces es probable que la persona tenga que enfrentar impulsos y
tentaciones insospechados; el casto puede caminar por el filo de abismos
de tentación y resbalar en acantilados de deseos. En ese momento los
dones del Espíritu Santo vendrán a rescatar y a conducir al peregrino.

Tanto para el casado como para el soltero, seguir la ley de Dios y el


camino del Evangelio lleva a una bendición que ninguna otra cosa puede
dar. En la medida que la persona es elevada hacia lo divino y Dios y el
alma se abrazan, comienzan a mezclarse inesperadas fuerzas de gracia.
La persona no se perdida sino que es transformada. Aún en la oscura
noche que sigue al progreso sustancial del espíritu el puro de corazón
recibe y responde a los dones del Espíritu Santo. En esta etapa de la vida
espiritual, es el don de fortaleza el que trabaja en el alma. La persona se
hace capaz de ir más allá de sus propias fuerzas y con consciente control
integrar las fuerzas irracionales que han estado largo tiempo enterradas.
Y al margen de ese oscuro conflicto que, según los santos, acompaña
cada paso del itinerario espiritual, llega a darse cuenta de que el puro de
corazón, efectivamente, ve a Dios.

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