Adviento en Familia

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Título

El Tiempo de Adviento, en familia

Colección
Un pueblo que reza

Autor
José Miguel Villaverde, ssp

© SAN PABLO
Montevideo 761 e/ Humaitá y Haedo.
E-mail: editorial@sanpablo.com.py

www.sanpablo.com.py
ASUNCIÓN - PARAGUAY
2020 A.D.
Presentación
Esperar no siempre es fácil. La incertidumbre
acecha, la ansiedad de nuestra vida acele-
raada, el no tener las situaciones bajo nues-
tro control nos afecta. Sin embargo, la litur-
gia nos regala el tiempo de Adviento para
ejercitar la esperanza, para abandonarnos
en las manos de Dios, ese Dios que actúa
en nombre de su pueblo, que lo visita en la
humildad y sencillez, en el silencio y la oscu-
ridad de la noche.

La belleza del tiempo de Adviento radica en


el camino que hacemos, en el ensanchar
el corazón que se pone a la escucha de
la Palabra de Dios, de la música navideña
que acompaña nuestras calles, ese ritmo de
esperanza en el que nos situamos, no para
que llegue un solo día, sino, sobre todo, para
que estemos listos y anhelemos “el Gran
día”. Es Cristo razón de nuestra esperanza.

A ese Señor que vino, que viene y que ven-


drá, le rendimos nuestra más profunda ado-
ración, invitándolos en esta ocasión a pre-
pararnos en familia, entre amigos, de forma
presencial o virtual. ¡El Señor viene!
El autor
Una triple alegria
Adviento proviene del vocablo griego
Adventus, que significa principalmente
venida o llegada. Como tiempo litúrgico,
consta de cuatro semanas, desde las pri-
meras vísperas del primer domingo hasta
la hora nona del día 24.

Durante este tiempo contemplamos el mis-


terio de Dios que entra en la historia de la
humanidad, es el Hijo, la Segunda Persona
de la Santísima Trinidad quien asume nues-
tra condición humana, que acude al en-
cuentro del hombre para redimirlo, para
acercarlo a Dios. Contemplamos pues,
una triple venida:

•La venida escatológica, la “Parusía”, es


decir la llegada de Cristo al final de los
tiempos en toda su plenitud.

•La venida histórica, la Natividad de Cris-


to, que desde hace más de dos mil años
irrumpió en nuestra historia humana, naci-
do de María.

•La venida continua de Cristo: en los sa-


cramentos, en su Palabra y los hermanos,
su presencia siempre actúala través de los
signos de los tiempos.

El color litúrgico de este tiempo es el mora-


do, que nos invita a un ambiente austero,
de expectativa ascética que nos llama a
“allanar el corazón” para Cristo que llega.
Así pues, este tiempo de Adviento busca
prepararnos el corazón para recibir a Cris-
to que llega, para alegrarnos con su naci-
miento en la historia y para estar atentos y
reconocerlo en todo momento.

Fotografia: Bárbara Hernández (Cathopic)


Los personajes
del Adviento
Durante las cuatro semanas en las que estamos inmer-
sos en el Adviento, la liturgia nos presenta tres personajes
cuya actitud de espera y de preparación ante la llega-
da del Mesías son realmente ejemplares y nos estimulan
a una mejor disposición del corazón:

El profeta Isaías, que sin ver al


Mesías, anunció la llegada del
Emmanuel (Dios-con-nosotros,
ver Isaías 7, 14). Su experiencia
de Dios, el llamado a profeti-
zar y a anunciar al Pueblo un
mensaje esperanzador, unido
con la figura de un mesías jus-
ticiero, hace que la liturgia nos
lo proponga como modelo
de esperanza y búsqueda de
Dios.

Juan el Bautista, el Precur-


sor del Señor, vio la promesa
cumplida. Es el profeta de la
alegría, verdadero modelo de
apóstol, cuya misión fue pre-
parar al Pueblo, preparar a la
Novia para recibir al Novio y
luego desaparecer. Desde el
desierto Juan nos llama a la
conversión, pues no hay ma-
yor dicha que haber encontra-
do al Mesías.

La Virgen María es símbolo


de aquel Resto de Israel que
espera y símbolo también
del Nuevo Pueblo, que ve la
promesa cumplirse. Desde su
concepción fue Inmaculada,
prefigurando así al Pueblo es-
cogido de Dios “para ser san-
tos e irreprochables ante él por
el amor” (v. Ef 1, 4) Su maternal
presencia enternece y fortale-
ce la espera del Adviento.

Entre ello, no podemos perder


de vista a José y María, pareja
de esposos, que son mostra-
dos en el Adviento con las di-
ficultades propias de un matri-
monio. El amor, unido a la fe,
triunfa y manifiesta cómo es
posible cumplir la voluntad de
Dios aun en las adversidades.

Para nosotros son modelos de


esposos forjadores de hogares
de paz.
La corona
de Adviento
Uno de los signos característicos del Ad-
viento y que nos acompaña tanto en las
iglesias como en nuestras casas es la Co-
rona de Adviento.

Su uso se remonta a una tradición germana


que consistía en la quema de coronas que
ellos confeccionaban con ramas ante las
vísperas de la primavera. Posteriormente,
la Iglesia cristianizó esta costumbre, dán-
dole un nuevo sentido en la espera gozosa
del Mesías, el “Sol que nace de lo alto”.

Ya a partir del siglo XVI se hizo más fre-


cuente el uso de las coronas de adviento,
que, en los países donde el invierno arre-
cia durante el mes de diciembre, son con-
feccionadas con las ramas de los árboles
cuyas hojas permanecen intactas.
La simbología de la corona es sencilla y
profunda: La forma circular nos habla de
Dios que no tiene ni principio ni fin; El verde
de las ramas nos remite a la esperanza y
las velas de la luz de Cristo que se acre-
cienta para finalmente mostrar todo su es-
plendor en el día de la Navidad.

Que nuestras coronas de Adviento, pre-


paradas con mucho esmero en nuestros
hogares y comunidades, simbolicen la
preparación del corazón para recibir a
Cristo, luz sin ocaso, que viene a salvarnos
en cada momento.
Nuestra Señora
de la “O”
Una bella tradición en la Iglesia es la de
las Antífonas de la “O”, que se rezan an-
tes del cántico evangélico en las víspe-
ras (de la Liturgia de las Horas), del 17
al 23 de diciembre. Ellas expresan la ex-
pectación del Pueblo de Dios que desde
antiguo esperaba al Mesías y a la Iglesia,
que hoy, contempla con gratitud la ve-
nida del Hijo de Dios a nosotros.
Estas siete antífonas co-
mienzan en latín con la
vocal “O”: Oh Sabidu-
ría, oh Adonai Pastor
de la Casa de Israel, oh
renuevo del tronco de
Jesé, oh llave de David
y Cetro de la casa de
Israel, oh Sol que naces
de lo alto, oh Rey de
las naciones y Deseado
de los pueblos, oh Em-
manuel, Rey y Legisla-
dor nuestro. Que nues-
tra Señora de la “O” (o
de la expectación del
parto) nos acompañe
en este camino a la Na-
vidad.
Virgen de la Expectación del
Parto, escultura de Alberto
Pérez Rojas
Sabías que...
•Desde el primer domingo de Adviento
hasta el día 16 de diciembre las lecturas
se centran más en la venida final de Cristo
y utilizamos los prefacios I y III de Adviento
por tal fin, mientras que en las “ferias privi-
legiadas” que van del 17 al 24 el ambiente
se torna más navideño y se utilizan los pre-
facios II y IV de Adviento.

•El tercer domingo de Adviento, llamado


de “Gaudete” (alegría) se permite el uso
de ornamentos rosados, que nos hablan
de la cercana llegada del Mesías.
Primera semana
Se acerca nuestra
liberación
Señal de la Cruz.

L1: Hermanos y hermanas: A menudo, se


escucha el grito anónimo de tantas vícti-
mas e incluso nuestro caminar cristiano se
ve amenazado. Sin embargo, Cristo nos
ha prometido la victoria, él llegará al final
de los tiempos a juzgarnos según el amor
y secará nuestras lágrimas, nos liberará de
la opresión.

L2: Lectura del profeta Isaías (Ver Isaías 11,


1-10, luego de ello, silencio meditativo)

L3: Encendemos la primera vela de la co-


rona de adviento, que nos recuerda el lla-
mado de Cristo: “Levanten la cabeza, se
acerca su liberación”.

(Se enciende la vela)

L2: Jesús que has llegado a nosotros ha-


ciéndote niño:
T: Protege a los niños del mundo que son
amenazados por la violencia.

L3: Jesús, que llegas en cada momento en


el gesto amable, en la palabra de ánimo:
T: Que en nuestras familias no falte la cari-
dad en el trato, la solidaridad.

L4: Jesús, que llegarás para consolar al tris-


te y dar la victoria al que luchó:
T: Danos a nosotros el don de la perseve-
rancia para seguir fieles a lo que nos pides.

L1: Señor Jesús, que prometiste tu presen-


cia cuando dos o más estemos reunidos
en tu Nombre, escucha la oración que
hoy te presentamos e infunde tu gracia so-
bre nosotros para ser fieles testigos tuyos,
sabiendo que en ti está nuestra liberación
y paz. A ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.

T: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

L1: Santa María de la Esperanza


T: ruega por nosotros.
Segunda semana
Allanemos
los caminos
Señal de la Cruz.

L1: Hermanos y hermanas: En este tiem-


po de espera, se va haciendo fuerte un
llamado profético: debemos vivir en con-
tinua conversión, allanando el camino a
Cristo que llega y que pasa por nuestras
vidas de muchas maneras: a través de su
presencia real en los sacramentos, en su
Palabra y de modo particular, también en
los hermanos. Jesús sale a nuestro paso, se
hace el encontradizo y quiere con noso-
tros partir el pan de la vida.

L2: Lectura del evangelio según san Lucas


(Ver Lucas 3, 1-6, luego de ello, silencio
meditativo)

L3: Encendemos la segunda vela de la co-


rona de adviento, que nos recuerda la in-
vitación urgente de Juan Bautista: Prepa-
ren los caminos al Señor.

(Se enciende la vela)

L2: Jesús que viniste a este mundo para re-


conciliar al hombre con Dios:
T: Lleva a nuestra patria por caminos de
justicia e igualdad que fomenten la unión.

L3: Jesús, que vienes nuestras vidas como


el amigo, el hermano y Redentor:
T: Que nuestras familias sean cuna de ver-
daderos valores fraternos con todos.

L4: Jesús, vendrás al final de nuestros días a


juzgarnos según el amor:
T: Concede tu gracia a aquellos hermanos
que viven alejados de ti.

L1: Mira, Padre, como tus hijos amados se


reúnen para alabar tu Nombre y por los
méritos de tu Hijo Jesucristo fortalece el
deseo de conversión hacia ti y el compro-
miso personal de ser testigos de tu amor en
el mundo. Amén.

T: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

L1: Santa María de la Esperanza


T: ruega por nosotros.
Tercera semana
¡Alégrense!
Nos visita el Señor
Señal de la Cruz.

L1: Hermanos y hermanas: Cuán necesa-


ria es la alegría que brota del corazón. La
sola presencia de Cristo en nuestras vidas
debe movernos a vivir en clave positiva.
Como hogares cristianos, tenemos la mi-
sión de unirnos, de responsabilizarnos por
la fe unos de los otros y así, mantener viva
la llama de la alegría cristiana que se nos
el saber qué amor nos ha tenido el Padre
para llamarnos hijos suyos, pues ¡lo somos!
(1Jn 3, 1)

L2: Lectura de la carta del apóstol san Pa-


blo a los cristianos de Filipo

(Ver Filipenses 4, 4-7, luego de ello, silencio


meditativo)

L3: Encendemos la tercera vela de la co-


rona de adviento, en la que resuenan las
palabras de Pablo: ¡Estén alegres en el Se-
ñor!

(Se enciende la vela)


L2: Emmanuel, que en la humildad del pe-
sebre asombraste a un mundo dividido:
T: Que desde nuestros hogares se encien-
da la luz cristiana reflejada en la caridad.

L3: Emmanuel, que hoy, en cada niño, nos


alegras con tu sonrisa inocente:
T: Suscita en los hogares cristianos la solida-
ridad con aquellos que viven sumidos en la
tristeza.

L4: Emmanuel, que caminas especialmen-


te de lado de los que sufren:
T: Que los enfermos en nuestras familias
encuentren tu consuelo en nuestra com-
pañía.

L1: Padre amoroso, que descienda sobre


nosotros tu Espíritu y así, con la alegría ge-
nuina que brota de ti, podamos unidos,
ser renovados en este adviento y recibir a
Cristo, Pan de Vida y Palabra eterna, en
los hermanos que caminan con nosotros.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

T: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

L1: Santa María de la Esperanza


T: ruega por nosotros.
Cuarta semana
Hágase en mí
según tu palabra
Señal de la Cruz.

L1: Hermanos y hermanas: se escuchan


cantos de fiesta: un niño nos nacerá. Del
seno de una mujer Virgen, de la que luego
será Madre nuestra, nacerá el Redentor.
Que María, la elegida de Dios, interce-
da por la bendición de nuestros hogares,
para que desde ellos se fomente la misión,
la evangelización en lo cotidiano, la pro-
moción de la vida.

L2: Lectura santo evangelio según san Lu-


cas

(Ver Lucas 1,26-38, luego de ello, silencio


meditativo)

L3: Encendemos la cuarta vela de la co-


rona de adviento, que nos recuerdan las
ejemplares palabras de María: Hágase en
mí, según tu Palabra.

(Se enciende la vela)

L2: Príncipe de la Paz, que naciste de una


mujer:
T: Que en la sociedad se valore el don de
la mujer y de la maternidad.

L3: Príncipe de la Paz, que nos invitas en


este año de la fe a la oración en unidad:
T: Que en nuestros hogares reine la fraterni-
dad y la cooperación recíproca.

L4: Príncipe de la Paz, que vendrás a sanar


los corazones desgarrados:
T: Que no le falte a nadie tu compañía,
manifiesta en nuestra solidaridad, en estas
fiestas.

L1: Acrecienta, Padre, nuestra fidelidad


a tu voluntad, y por la intercesión de san-
ta María de la Esperanza, bendice a to-
das las madres del mundo. Que tu gracia
acompañe a los que pronto celebraremos
la Navidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

T: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

L1: Santa María de la Esperanza


T: ruega por nosotros.
José del Adviento
En silencio reverente, aguarda, José,
el final de un primer adviento;
sus toscas manos de artesano,
juntas están, contemplando el misterio.

A este varón justo y santo


también se le ha anunciado el designio,
del Dios amoroso, que, por todos los hom-
bres,
se hizo hermano y peregrino.

Un primer grito tú escuchas,


es el grito del Señor de la Vida,
que, envuelto en pañales y sonrisas,
a toda la creación bendice e ilumina.

Eres dichoso, patriarca y señor,


viendo en pañales a tu Salvador,
abrazado por la Madre Virgen,
¡Navidad primera, silenciosa y humilde!

Enséñanos, José del Adviento,


a recibir con alegría al Señor,
en el otro, en el pequeño y en el pobre,
los predilectos del Maestro y Pastor.
Hno. Joaquín de la Madre de Dios
24 de diciembre
Aroma de flor de coco,
clericó recién preparado,
se juntan los parientes en casa,
nuestra espera ha terminado.

El tiempo parece detenerse,


para venerar el misterio,
del Dios que se hace hombre,
un humilde niño pequeño.

Los niños corren por casa,


y la abuela los sienta y les cuenta,
el evangelio que ella ha recibido,
la buena nueva que alegra y consuela.

Navidad paraguaya que unes


los corazones en un mismo sentir,
contemplando a la Familia Sagrada,
en la alegría de bendecir y compartir.
Pablo de María
Índice

Presentación 3
Una triple alegría 4
Los personajes del Adviento 6
La corona de Adviento 8
Nuestra Señora de la “O” 10
¿Sabías que? 11
Primera semana 12
Segunda semana 14
Tercera semana 16
Cuarta semana 18
José del Adviento 20
María de la Esperanza 21
Índice 22
El tiempo de Adviento
en familia
Trabajo realizado en Asunción, Paraguay,
el 23 de noviembre de 2020, memoria del
beato Miguel Agustín Pro, sacerdote y mártir,
apóstol de Cristo entre la Cruz y la alegría.

- GDPH -

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