Dialnet SierraSur 709324

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 282

ACTAS

111 JORNADAS DE HISTORIA

SOBRE LA PROVINCIA DE SEVILLA

''Sierra Sur''
ACTAS
111 JORNADAS DE HISTORIA
SOBRE LA PROVINCIA DE SEVILLA

"Sierra Sur"

CILENA YELRUBIO
19 y 20 de mayo de 2006
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden
reproduc irse o transmit irse por ningún procedimiento electrón ico o mecánico.
incluyendo fotocopia, g rabac ión magnética o cualquer al macenamie11to de
informac ió n y sistema ele recuperac ión, sin permiso escrito de la Asociación
Provincial Sevillana de Cronistas e Investigaciones Locales.

© De los autores
© De cMa edición:
Asociación Provincial Sevillana de C ronistas e Investigadores Locales.

Primera ediáon: diciembre de 2006

C<iordinación: José A ntonio Fílter Rodríguez


Manuel García Fcmández

Maquctación: Imagen & Textos


Avda. 28 de fehrero, Blq. 4 Local
4 1700 - DOS HERMANAS (Sevilla)
Telf.: 95 566 95 56 - Fax: 95 567 57 69
www.imagcnytcxt.os.com

Impreso en España - Printcd in Spain


Depósito Lega l: S E-6074-06
1.S.13.N.: 84-611-2455-3
lmprime: Im prenta Provincial. Sevilla.
ÍNDICE
PRESENTAC IÓN ......................................................................................... 9
José Antonio F{l1rr Rodríguez.
Fernando Rodrfguez Villalobos
José Salas !1ur,ón

JNTRODlJCC IÓN .......................................................................................... 19


Manuel Garcfa Ferr,ámlez

PONENCIAS

La Sier ra Sur y la Campiña: Boediyat M 9a en época islámica ................ 23


.losé Ramírez del Río

Las fortificaciones medievales de hl Sierra Sur y la Sierra de Este1>a ...... 39


lvfagdalena Valor Piechota

La Sie rra Sur de Sevilla en el Antiguo Régimen ......................................... 59


.luan José Iglesia.\ Rodrígue<-

Los "Hrigantes" de la Sierra Sur y el bandolerismo romántko ................ 83


:'o1anuel Moreno Alo11.l'O

COMUNICAC IONES

Sierra Sur: Primera Frontera. Las estribaciones de la Sierra Sur


sevillana como frontera entre visigodos y bizantinos en la
antigüedad tar día ........................................................................................... 115
:'o1aría Teresa l/e11ares G ul'1-ra

La wmarca de Osuna.Estepa en los albores de la Edad Media:


Una a¡n·oxi111ación .......................................................................................... 123
Javier Pluma Rodríguez de Almansa

Breve estudio genealógico del apellido Lasarte en Estepa durante


los sig los XVl•X Vll ....................................................................................... 133
José M aría Martín La.w rte

Las Pueblas de Osuna a través del 1>aclró11 de vecinos de 1640.


Algunas notas para su historia ..................................................................... 143
Francisco Javier G 111ierrez Núñez
Los molinos harineros de Gilena y otros lugares del Marquesado
de Estepa en el siglo XVJJT............................................................................ 165
José Reina Reina

Gilena a mediados del siglo XVI II dentro del Marc1uesado ...................... 179
Amonio :'Y!. Rodríguez Rodríguez

La cantería en la Sierra Sur a lo largo del siglo XVIII .............................. 189


JcslÍs 1\1/ll Reina Rr ina

Gilena: On modelo específico de ganadería en el :vlarquesado


de Estepa ......................................................................................................... 203
Joaqufn Octavio Prieto Pérez

A1>ortaciones a la historia del antiguo convento del Corpus Christi


de ]\llorón de la Fronter a ................................................................................ 219
Morfa Teresa Ruiz Barrera

Kdigiosidad 1>opular en la Vicaría de Estepa. El fenómeno


rosa ria no de Pedrern durante el siglo XV(ll ............................................. 225
Carlos José Romero 1'v1e11.1aque

Gu<.'rrilleros. La partida de los Guerras ...................................................... 237


\!iceflle Durán Recio

La época de los secuestros en la pro\'incia de Sevilla ................................. 245


Manuel Cm•ira Mn1eos

Caciquismo y manipulación electoral en la Sieua Sur.


Las elecciones de 1863 en el Distrito de Osuna .......................................... 253
José Mwwe/ ."iavarro Domín.guez

Un patrimonio artístico ol\'idado. Las iglesias de la Sierra ele Osuna ...... 265
Magdalena lllán!Lina Malo!Anlonio J. Sa11.ws

La CapiUa de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Nuestra Sciíora


de la As unción de Estepa: A))roximación a su estudio
histórico-artístico ........................................................................................... 275
Ezequiel .4. Díaz Fernánde-;:.

Una a1,ortación documental a In historia de la Hermandad de


Jesús Caído de Osuna: en torno a la cronología y posible autoría
de la Virgen de los Dolores............................................................................ 285
Salvador Hermíndez Gonzá/ez / Francisco Javier Gutiérrez. Nw1e-::.
PRESENTACIÓN
Con enorme satisfacción presentamos las Actas de las 111 Jornadas de Historia sobre la
provincia de Sevilla que en esta edición están dedicadas a la Sierra Sur sevillana. escenario y lugar de
encuentro de gentes y pueblos que a lo largo del tiempo se han debatido entre luces y sombras y los
claroscuros de una historia cuajada de fuertes vivencias, esfuerzos e ilusiones y emigraciones masivas.

Su inmemorial historia adormecida en los vestigios de nuestra memoria recobra una inusitada
vitalidad con la publicación de esta obra. Las diferentes civilizaciones que han habitado este enclave
serrano han modelado tras el correr del tiempo un patrimonio cultural de incalculable valor, y un patrimonio
humano donde aún perviven las señas de identidad de unas gentes que dejaron entre la sierra y la campiña
el recuerdo indeleble de su milenaria historia.

Con la publicación de estas Actas culmina un hermoso proyecto auspiciado por la ASCIL
empeñada en recuperar y sentir la necesidad de conocer y reconocer nuestro pasado desde el derecho
que asiste a todo pueblo a recordar y honrar su memoria colectiva, de saludar y entender a los que
nos precedieron, de dialogar con ellos, recuperando y poniendo en valor nuestro patrimonio cultural más
cercano, rescatando del olvido el papel imprescindible que los hombres y mujeres de nuestros pueblos y
ciudades han protagonizado a lo largo de los siglos y que hacen posible acometer el presente y encarar el
futuro con ilusión y esperanza.

Con esa esperanza e ilusión más de un centenar y medio de cronistas, investigadores y


estudiantes universitarios nos acercamos la pasada primavera a esta comarca de la Sierra Sur para
adentrarnos en ella y conocer el transcurso y los avatares de su historia en ta veintena de pueblos y
ciudades que conforman esta milenaria comarca sevillana, la cual se desvive por conseguir importantes
metas de prosperidad y progreso, económico y cultural para sus pueblos y sus gentes.

Nuestro sincero agradecimiento a todos los que han hecho realidad este hermoso sueño,
especialmente a nuestro compañero en las tareas investigadoras y de organización, Ezequiel Díaz
Fernández. a los Ayuntamientos de El Rubio y Gitena que apostaron fuertemente por este proyecto con
personal y recursos, ofreciendo una extraordinaria hospitalidad, a la Universidad de Sevilla avalando
científicamente las Jornadas, a la Fundación Contsa por su apoyo a través del convenio de colaboración
suscrito entre ambas instituciones y por supuesto a la Diputación Provincial de Sevilla, la cual, gracias
al empeño y pasión de su presidente, don Fernando Rodríguez Villalobos, por todos y cada uno de los
pueblos de la provincia, así como por todo lo que se hace por ella, patrocinando con su edición estas Actas
y ofreciendo recursos para futuras jornadas.

Y por último mi reconocimiento y gratitud a la dirección académica, profesores universitarios,


cronistas e investigadores locales, estudiantes universitarios y participantes en las jornadas, por su
participación y por aportar el fruto de sus investigaciones, de su paciente, callado y altruista trabajo.
haciendo posible recuperar y poner en valor ese patrimonio que atesora todos y cada uno de los ciento
cinco pueblos de nuestra provincia.

A todos gracias. José Antonio Fílter


Presidente de ASCIL
Gracias a la planificación en el apartado turístico que se está llevando a cabo desde las
administraciones y a la apuesta empresarial que se está registrando en ese mismo sector, la provincia de
Sevilla ha continuado batiendo récord de afluencia de visitantes durante 2006.

Unas cifras que vienen incrementándose cada año y que ponen de manifiesto la atracción que
nuestros municipios ejercen sobre los turistas nacionales y extranjeros, que incluyen a la provincia como
parte de sus viajes de disfrute.

Y en ese éxito, sin lugar a dudas, resulta de primer orden el hecho de que, en la mayoría de los
casos, el visitante de la provincia de Sevilla llega hasta aquí atraído por el rico acervo cultural y patrimonial
del que gozan muchas de nuestras localidades. Un asiento monumental de siglos que ha ido fijándose a
través del paso y la impronta de distintas civilizaciones que dejaron su particular huella en el terreno.

Sevilla es romana, árabe, renacentista o barroca, todo ello siempre marcado con la singularidad
que las cosas del Sur añaden a esas manifestaciones arquitectónicas, escultóricas o de cualquier otro tipo.

Esa riqueza cultural es, como digo, el principal recurso que poseemos para dinamizar
turísticamente nuestros pueblos y, además, esos son los testimonios vivos y presentes de cómo hemos
llegado hasta aquí.

Por eso, el estudio y la revisión de la historia de los municipios sevillanos es una tarea que nos
ayuda a comprender mejor nuestras potencialidades en el turismo y a profundizar en aquello que nos hace
diferentes y atractivos para los visitantes.

Y esa tarea es, precisamente, la que viene llevando a cabo ese colectivo al que le gusta que
tengamos memoria como pueblos y como provincia: la Asociación Provincial Sevillana de Cronistas e
Investigadores Locales.

Un colectivo con casi cuatro años de historia que viene abundando en el noble ejercicio de
adentrarse en la historia y los archivos de las localidades sevillanas y que, tras celebrar sus terceras
jornadas, edita ahora este libro que recoge el trabajo de aquellas sesiones.

Estamos, por lo tanto, ante una ocasión inmejorable para asomarnos al pasado de la Sierra Sur
gracias a esa entrega abnegada y silenciosa que representa la labor de los cronistas e investigadores de
la provincia de Sevilla.

Fernando Rodríguez Villalobos


Presidente de fa Diputación de Sevilla
La obra bien hecha corona todo buen proyecto, los buenos resultados consolidan cualquier
esfuerzo empresarial: esta reflexión. con la que hoy abrimos esta nueva publicación de las Actas del
ilusionado quehacer de ASCIL, nos corrobora en que el trabajo bien llevado conduce siempre a los
deseados logros. Y no podía ser de otra manera. Así lo hemos comprobado, por segundo año consecutivo,
en la FUNDACIÓN CONTSA, al colaborar con la edición de las presentes Actas. El tremendo esfuerzo
realizado por el Equipo Directivo de la Asociación Provincial Sevillana de Cronistas e Investigadores
Locales ha merecido la pena.

Por ello, nos congratulamos en que un conjunto de ponencias y comunicaciones sobre la Sierra
Sur de nuestra provincia puedan ser analizadas con atención, a través de la edición de estas Actas. No nos
cabe la menor duda del acierto de los organizadores de las Jornadas. ya que se han ocupado de una zona
poco conocida para el público en general e incluso para una gran mayoría de los propios sevillanos. Estas
Actas serán un nuevo incentivo para conocer y apreciar las riquezas que se encierran en ese preciado
cofre de estos pueblos de nuestra provincia: su patrimonio histórico, cultural y social será el acicate para
visitarlos y apreciarlos en su justo valor.

Desde aquí animamos a cuantos forman parte de ASCIL para que no cejen en su loable empeño
de dar a conocer la extensa y compleja riqueza que encierra este territorio. que en su día conformara el
antiguo Reino de Sevilla. Desde nuestra Fundación contarán siempre con nuestro aliento, nuestro apoyo
y nuestro ánimo.

Con toda cordialidad:


José Salas Burzón.
Presidente de la FUNDACIÓN CONTSA.
,
INTRODUCCION
Bel a su tradicional cita anual con la investigación rigurosa y comprometida con la excelencia
en múltiples y variados estudios locales, como fuente legítima del conocimiento histórico provincial, la
ASCIL celebró, con notable éxito científico y académico, durante los días 19 y 20 de mayo de 2006 las /11
Jornadas de Historia sobre la Provincia de Sevilla. La Sierra Sur. en las localidades de Gilena y El Rubio.

La elección de esta vasta comarca sevillana, como marco preferente de análisis territorial en
el presente volumen misceláneo, se justifica en gran parte por la urgente necesidad de abundar en el
conocimiento positivo de unas tierras singulares, que infundadamente han sido muchas veces marginadas
por la historiografía sevillana, sin duda por su intrincada condición de "frontera" entre culturas y
civilizaciones antagónicas (siglos XIII- XVI}.

La Sierra Sur sevillana ha sido también durante gran parte del Antiguo Régimen (siglos XVI-XIX}
una región de paso, preterida por intelectuales ilustrados y denostada por viajeros románticos que sólo
vieron en ella el más negro "estereotipo de campo andaluz"; grandes latifundios en manos de propietarios
- "señoritos"- que residían en las ciudades próximas ( Estepa y Osuna) y una masa jornalera, -"braceros''-,
dependiente de un trabajo temporal en las tierras próximas de los alcores y la campiñas meridionales.

Pero la Sierra Sur fue y es mucho más que todo eso. Y hoy sus hombres y mujeres reclaman
una revisión de su Historia más evenemencial para afrontar con mayor éxito el futuro. Un futuro que tiene
mucho que ver con la consolidación de su nueva circunstancia de ser el "gran corredor de comunicaciones"
en la A-92.

Pero, mientras tanto, al sur de Estepa, de Osuna y de Morón, la herencia socioeconómica de la


vetusta frontera granadina, como realidad cotidiana, sigue acentuando la cultura histórica y el patrimonio
de las poblaciones situada en las primeras estribaciones de las Sierras Penibéticas. Tierras ocres y
verdes, de belleza descamada y orogenia joven, que se yergue orgullosa de su pasado y contundentes
sobre su propia historia reclamando, ya desde el siglo XVI con la desaparición de la frontera, un empujón
económico - agrícola y ganadero- para sus humildes municipios más allá de los intereses señoriales del
Marquesado de Estepa y del Ducado de Osuna.

Muy poco se consigue, sino polarizar la comarca y sus poblaciones en tres sectores serranos
no siempre bien avenidos: el estepeño, el ursaonense y el moronense. Por lo que el problema de la
tierra se acrecienta durante el Antiguo Régimen por la baja productividad de los suelos para los cultivos
de secanos, para el cereal. Sólo el aprovechamiento de los recursos naturales y el cultivo social de olivar
distribuye la riqueza.

En consecuencia, frente al poder central de los viejos señoresfeudales máso menos hacendados,
y la prepotencia gubernativa local de las oligarquías más o menos "burguesas", el caciquismo, el desarraigo
de la población, el jomalerismo y en última instancia el bandolerismo como fenómeno social y marginal
polivalente han caracterizado la organización del espacio rural serrano y sus poblaciones desde el siglo
XVIII hasta comienzos del siglo XX. A ello contribuye también la orografía y las bajas "rentas per capitas"
de esta "banda" meridional sevillana de la Subbética andaluza.
Estos pueblos, en algunos casos milenarios, se enfrentaron durante gran parte de los siglos XIX
y XX a un determinismo económico muy rígido. Las más de las veces sólo prospera el que trasforma las
materias primas que produce, y a su vez las sabe comercializar con buenos servicios hacia las capitales
andaluzas, Sevilla, Córdoba y en menor medida Málaga.

Todos estos argumentos y muchísimos más, algunos de candente actualidad, como la


islamización de la comarca, sus fortificaciones militares, el poblamiento medieval y moderno, el patrimonio
artístico, las oligarquías locales y los caciques, la violencia y la marginalidad de las partidas de bandoleros,
la religiosidad popular, etc. tuvieron cabida en las /1/ Jornadas.

La organización académica estructuró las sesiones científicas en las localidades de Gilena y El


Rubio en ponencias encargadas a profesores y especialistas de las Universidades de Sevilla y Córdoba, y
lógicamente en comunicaciones libres de calidad, que abundaron todas sobre el conocimiento más singular
y específico de la Sierra Sur sevillana. Un concurrido público fue siempre testigo y sujeto directo y activo,
pues fueron muchas las intervenciones y las cuestiones planteadas, en las dos sesiones científicas;
docentes, alumnos, eruditos e investigadores locales. A todos ellos, como responsable académico, quiero
agradecerles su interés.

Pero si hay algo por lo que me siento - nos sentimos todos los componentes de la ASCIL - muy
satisfecho es porque las Jornadas de Historia cuentan cada vez con más instituciones públicas y privadas
(Universidad de Sevilla, Fundación Contsa, Diputación de Sevilla) que apuestan decididamente por la
Historia Local como fuente indispensable del saber. Este es el camino y debemos seguir trabajando en
el mismo. Mi reconocimiento a todas ellas por su confianza; y a nuestro presidente José Antonio Filler,
promotor incansable en la búsqueda de colaboradores.

Y sobre todo, y ya para terminar, quiero felicitar a los municipios de Gilena y El Rubio, por la
apuesta tan decidida y seria que hicieron en su día por la Historia y la Cultura local. Hoy que tanto se
desdeña los estudios locales en un mundo global, mirar hacia dentro, bucear en lo orlgenes particulares
de cada localidad, no sólo es un sano ejercicio mental para comprender el presente e intuir sin error el
futuro, sino sobre todo en una apuesta por un noble concepto cultural no siempre muy bien entendido
por los poderes centrales, el municipalismo Todos los investigadores que nos sentimos y sabemos
miembros de comunidades locales, más o menos modestas, reconocemos con honestidad y valentía, que
todos, absolutamente todos. somos en gran parte lo que fuimos; y lo que fuimos está indisolublemente
encadenado a la historia pequeña e intima, casi cotidiana, pero al mismo tiempo ilustre y respetable, de
nuestros pueblos.

Manuel García Fernández


Universidad de Sevilla
Coordinador científico y académico.
PONENCIAS
-
LA SIERRA SUR Y LA CAMPIÑA: A , ,

BADIYAT ISTIYA EN LA EPOCA ISLAMICA.

J. Ramírez del Río


Universidad de Córdoba

1. INTRODUCCIÓN.

L'I Sierra Sur y la Campiña de Sevilla estuvieron englobadas durante la etapa


andalusí ele su historia en una unidad que los geógrafos e histo riadores árnbes denominnban
badiyat Tstiya (La estepa de Écija), referencia que incluía el territorio englobado actualmente
en la Campiña ele Sevi lla y In Sierra Sur. Esle territorio se vio dividido en distintas unidades
administrativas que fueron variando sus límites a lo largo de los siglos. En general esas
unidades administrativas -denominadas coras, término árabe procedente del griego - suelen
ser el objeto de estudio e.le los arabistast, pues así se nos muestran a través de las fuentes;
sin embargo la dinámica ele la Campiña fue completamente diferente de la ele la Vega ele
Carmona y la de Sevi lla, y Écij:i estuvo mucho más vinculada a otras poblaciones cercanas
como Morón y Osuna, que a la capital hispalense.

lbn)arrñf señaló la fuerte relación existente entre el territorio ele l:i Campiña con el
de la Sierra Sur e incluso la Sierra de Rond:i. Así, llega a afirmar la pertenencia ele Takurunna
(nombre que recibía el territorio de la actual Ronda); Écija, circunstancia que desde un punto
de vista adm inistrativo no se mantuvo por mucho tiempo, pero que viene a incidir en l:i unión
de este territorio. Este autor designa la región cercana a Éeija corno iqlim al-Sahl [la planicie].
mientras la zona que rodeaba Takurunna ern denominada iqllm al-yabal lla montaña]2. Aunque
lo~ estudios de Y. Martínez han mostrado s()braclamente la integración de Takurunna en tilla
dinámica histórica cliferente·1, la inclusión de las sierras cercanas a la Ca mpiiia, que conforman
la Sierra Sur de Sevilla y la Sierra de Estepa, en la I3adi)'al lstiya. parece evidente. Distintas
alquerías dependían de Estepa. cabecera del territorio durante el em irato omeya; entre ellas
podemos destacar a Ya/yana [Gilcna] y el territorio cercano de al-Junns4 (Alonoz?).

1
Cfr. Abellán. J.,'-" cora de Sido11in. Málaga. 2003: Rokláu Ca,tro. F.. Nfr,1,/a islámica, Huelva, Diputación, 1997
(2• ed); Valencia, R . Sevilla musul111(111a hasta la caída del colija10. M,1drid. U. complutcn,c. 1988.
: lbn al-Jam'tt al- l~bil ,, /jti~ii:r iqtibii111l-anm1r. cd. J. Bosch y E. Molina. Madrid. CSJC. 1990. 128.
1
• Mnrtíncz Enanwrndo. V., AI-And11!11I desde la periferia. La fon11oció11 de una sociedad """"l111m10 "" lierra.,

m11/ag11efias ( s. VIII-X), Mfüaga, Diptllaci,ln, 2003.


'Al-Nubahi, Kir/'ib marqabut al- 't1liya, Bcirut, l 983, 109.

23
JOSÉ RAMÍREZ DEL RÍO

La conquista del territorio por los musulmanes iras el año 71 l, que condujo a la
creación de Badiyat lstiya, fue llevada a cabo en la mayor parte de los casos mediante pacto,
y en gran medida real izada por las tro¡nis bcréberes bajo el mando ele T{iriq b. Ziyiid; estas
dos razones se unieron para dar lugar al nacimiento de una región conílictiva para el poder
polílico andalusí. El mantenimiento ele la propiedad ele la tiena e n las comarcas de la Campiña
y la Sierra Sur y en sus alrededores por parte ele los hispanos. excluidos en buena medida del
disfrute ele lo cargos polílicos en el estado omeya. unido a la población árabe instalada en la
zona de Morón. y a la beréber que convive con los dos grupos anteriormente mencionados y
que, en algunos casos, transmite incluso el descontento por su preterició n socia l e n form a de
adopción ele formas religiosas heterodoxas, como el jariyismo. configurnn un territorio muy
conílictivo parn el poder omeya desde cornienLos del cmiralo.

Las zonas rurales de Badiyat lsciya estaban habila<las de forma mayoritaria por
lribus bcréberes, corno apunta lbn al-Farndi al aborda r la biografía de 'Avsnn h. lsb~1q 5•
aunque desde el principio hubo ta mbién elementos destacados de este origen en los núcleos
urbanos de la región, como podemos comprobar en la biografía de Abo I-Q,h1m Jala( b.
Sulr1yman6

La posición política de los habitantes de cada zona de esta región se vio determinada
por la estructura de la propiedad característica. M ientras en el AUarafc7 sevillano la propiedad
estaba en manos de los á rabes, que la consiguieron en parte gracias a los bienes tomados a
los habitantes ele Sevilla tras el asalto a la c iudad, y en gran parte gracias a la a lianza con
antiguas fam ilias terratenientes visigodas, el tipo de poblamienlo en esta región e ra distinto.
pues mientras en Bildiyac lsciya encontramos grandes núcleos urbanos que organ izaban a
los pobladores, en el Aljara fe enco ntrarnos núcleos dispersos, las alquerías, y no veremos la
aparición de núcle(lS más grandes hasta bien entrado el s. X IJ. D ebido a l tipo de p ropiedad
que encontramo~ en el A ljarafe, de graneles latifundios. la población rural no podía decidir los
cultivos más adecuados para asegurar su subsistencia, sino que debía enfoca r la producción
según los dictados de los propietarios. que bu!>caban una mayor rentabilidad a la tierra a
través del monocultivo del ace ite. muy adecuado para su comerc ializació n, y para conseguir
convertirlo e n capilal. En Badiyat Istiya la siluación fue muy d istinta, pues las tribus beréberes
e indígenas pudieron dedicarse a c ultivos de subsistencia y alternar distintas actividades,
desde la ganadería hasta la caza o la silvocultura. El terreno quebrado y elevado ciaba opción
al encastillamiento, con que la población eludía a los recaudadores ele impuestos omeya~.
Las mayores concentrac iones de tierras cultivadas se daban alrededor de las medinas, pero
muchas tierras aptas para el cultivo fue ron dedicadas a la ganadería, como confirman las
notic ias de las incursiones castellanas e n época tardía (s. XU). Los muladíes y los beréberes,
excluidos de los privilegios que el estado cordobés concedía :i ~us servidores más cercanos y

' lbn nl,füra<Ji, Ta',11 'uiama' a/..Andali.c,, BAH. Madrid, 1888, nº 995: De Felipe, 11 .. ldemi<lad y rmo1111í.1·1it·a de /oJ
beré/;('res de al-Andalus, Madrid, CSIC, 1997. 77 y 101. Este l1ccho trajo COlll() consccuen~ia la progre~iva llegada de
berébcrcs ah~ núcleos urbanos de l'kidiyat l,ri 9(1; et hijo de 'A,sün dirigió la ornción en la mezquita aljama 1k FA:ija.
'' Ilm 13askuwal, Al-~ila. cd. J. al-A),y:'.lñ. El Cuim, s.cl .. 4 14; Ávila, M. L., /.o sociedad l11spa11011111s11/mana ol./i,,al
dtd co/ijaw. :>,1adrid, CSIC, 1985, nº 577.
' Ramírcz del Río. J . y Valor Piacho1w, M .... AI-Sharar·. E.L ,.v. (en prcn~a).

24
LA S IERRA SUR Y LA CAMPIÑA: AÁDIYATISTI?A EN LA ÉPOCA ISLÁMICA.

a los árabes de más ilustre linaje, aprovecharon los momentos de clebil iclad de éste para dejar
de pagar tributos. En este sentido las poblaciones más proclives a la rebelión del occidente de
al-Andalus fueron precisamente Écija, Morón y Osuna. Al-1:limyari nos rcíicre un dicho que
circulaba por Córdoba. y que rcíleja con claridad el enfrentamiento entre Écija y In capitaJH:
"Écija, la inicua. mencionada siempre con maldiciones y bochorno. Lo nu-jor, de ella se va.
f.o peor, allí queda''.

La Sierra Sur. aun perteneciendo a esta unidad geog ráfica, mantuvo una dinámica un
tanto distinta y carncterit:ada por la presenc ia desde sus comienzos de una pobla<.:ión todavía más
refractaria a aceptar la autoridad lílnto poi ítica como religiosa representada por el estado omeya y
los t1lemas malikíes en un primer momento, y por los beréberes almohades posteriormente. fatas
personas encontraban en la orografía ele la región la mejor baza pnra escapar a las imposiciones;
por ello desde muy pronto el territorio se pobló de huidos y de marginale .

Las crónicas historiográficas no nos han ofre<.:ido en la mayor parte de los caso!>
información suficiente para que podamo!- hacernos una idea cabal de la existencia y la forma
de vida de estas personas. lncluso la moderna historiografía apenas le había dedicado atención
aunque en los últimos años este vacío esta comenwndo a ser colmado y en el campo de los
estudio¡; andalusíes podemos destacar la monografía coordinada por C. de la Puente~

En algunos casos la rebelión contra el poder político adoptaba el carácter de


conflicto armado abierto. Así sucedió en tiempos de al-1:lakam 1, que hubo de orde nar la
represión de un dirigente jari yi. El grupo al que pertenecía era uno de los mas igualitarios
dentro del Islam; había sido enemigo ele los omeyas ya en Oriente Medio. y el hecho de que se
instalaran en una región tan cercana a la propia capita l del país resultaba intolerable y fueron
rápidamente reprimido e n el año 200 1-1/8 15-6 d.C. como nos muestra el siguiente texto del
historiador oriental lbn al-Atir1º'

En este a ño entró un beréber de los jariyíes en la provincia de Mo rón. en a l-Andalus,


y con él iba una mu ltitud. Llegó a al-1:lakam el escrito del gobernador (de Morón) con la
no1icia. Esto preocupó a al-Habm, que mandó llamar inmediatamen1e a uno de sus cafdes,
se lo contó en secreto y le dijo: ·•ve inmediatamente contra el jariyí y tráeme su cabeza. Si
no, tendré la tuya a cambio. Me sentaré aquí hasta que vuelvas".

El caíd fue contra el jari}'Í y cuando se aproximó, preguntó por él. Le contaron
que estabn en guardia y en una posición muy fuerte. Entonce~ el caíd recordó las palabras
de al-1::Iakam: "Mátalo. si no. tendré Lu cabeza a cambio". Se lanzó al maque corriendo grn11
peligro, preparó una trampa con la que llegó hasta él. y lo mntó, fue a presentar su cabeza a

' Al-l;limyari. Killib Rau:,.J ,tl-Mi'¡iir. en út Pé11i11sule /bériq111• au Moy,•11 Age. ccl. y lrad. Lévi-Provcnc;al, E .. Leiden.
Brill. 1938.
• EOHA XIII. lde111idades 111argi11ales. edición C ristina de la Pucn1c. M,idrid, CSIC. 2003.
'" lbn al-A¡ir. Al-Kiimilfi-l-1a'nj, VI . 8eiru1. D,ir .$/ider. 1965, pp. 3 18-9.

25
JOSÉ AAMÍAEZ DEL RÍO

al- f-:lakam. Lo encontró en el mismo sitio en que lo había dejado, y había durado su ausencia
cuatro días. Cuando (al-Halwm) vio esto, felicitó al caíd. le tomó en consideración y aumentó
su rango.

No fue en modo a lguno la primera rebcl ión que incendió Bcidi)'at lsciya, ya en el año
760 d.C se había producido la rev uelta de 1.Iaywa al-Mu/amis al-Ha4ramT contra el em ir ·Abd
al-Ra~mfü1 / 11 ni desde luego fue la última: poco después de la destrucción de los jariyfes se
levantó Qa'nab contra el emir. En puridad parece evidente que la princ ipal preocupación del
emir en relación a estos rebeldes y salteadores se encontraba más e n que pudieran afectar
a las principales poblaciones del país que a su rebeldía en las zonas rurales, pues varias de
las poblaciones de 13acliyai lstiya estaban situadas sobre la vía Augusta, la arteria del sur de
al-Andalus:

Hubo controversias entre los árabes y los mu/adíes en Éc(ia por i,wigación d e
Qa'nab, que provocó fa negativa de los mu/adíes a rezar tras 1111 ima:111 ó rabe; por entonces
los califas no nombraban m6s que a árabes para dirigir la oración. Los mu/adíes se negaron
a seguir las instruc('io11es de la ou10ridad, y les dijeron los visires: "¿Os sari~faría Abü.
,\fu.sa al-Hawivilrl?". Los dos bandos acordaron aceptarlo; se !o enviaron y le animaron
a que resolviera e.Has diferencias. Accedi6 a dirigir fa oración sin recibir salario alguno;
llegaba desde S/1 aldea mda 1·icrnes para dirigir la oración de fa geme de Écija, hasra que
al.final ele su vida se le hizo p esado (el constante viajar) y tuvo que comprar u11a casa en las
cercanías d e la mezquita, casa en la que residió has1a su muerte11•

El emir omeya hubo de negociar con las partes e n conflicto para evitar que los
muladíes apoyaran la rebeldía de Qa'11ab, lo cual habría sido mucho más g rave que la
persecución de este ind ividuo por las serranías de la zona. Sin embargo la mayor parte de
los marginales que vivieron en Bcü.li·yat lstiya durante la época islámica no se opusieron con
la!> armas en la mano a la autoridad política. Generalmente buscaban el alejamiento de los
núcleos de población principales de la región y se refugiaban en las alturas y en riscos en los
que resultaba muy difícil localizarlos y reducirlos. Las razones para este alejamiento eran por lo
general de dos tipo~: ocultarse del ejército y de las milicias que ejercían la función de mantener
en orden, en el caso ele los bandidos y monfícs, o alejarse del control que los ulemas malikíes
tenían sobre los centros urbanos anclalusíes, pudiendo practicar unas form as de espiritualidad
heterodoxas, en la búsqueda de la comunicación última con Dios a través de prácticas sufíes.
A continuación expondremos ele forma breve algunos apuntes para reconstruir las vidas de esta
población serrnna de época andalusf.

11
lbn '/0/,írí. A!-Hayün al,,\fugrib.11, 51.
" 1\l-ZubayJi, Kua!, ¡aba.¡ai al-nru,1wi~y1n. l}ar al-Mu'círif, ~.d .. 124.

26
LA SIERRA SUR Y LA CAMPIÑA: BADIYA T 1STIYA EN LA ÉPOCA ISLÁMICA.

2. BANDIDOS Y MONFÍ ES.

La palabra monfí es la transliteración al 1,;astellano del término árabe manfr, que


~ignifica rechazado, pro~crito1\ y ha gozado de cierta atención en los últi mos tiempos en los
estudios antropológi cos'", que han abordado l a historia de los i ndivi<luos pertenecientes a
grupos tri bales diferentes y cuya violencia era ejercida comra el conjunto de la sociedad. sin
excepción de ningún tipo.

La violenc ia en las sociedades denominadas por la literatura antropológica como


segmentarías, aquellas que están divididn~ en grupos étnicos o tribales distintos, es mucho
más acentuada que en otras formaciones socia les, debido a la articulac ión de las formas de
alcanzar prestig io y poder. El hecho de que la captación de renta sea consecuencia del ejercicio
del poder y no del ejercicio de actividades productivas conduce al ejercicio de la violencia como
forma de monopolizar el poder político y económico, ya sea en unidades geográficas mayores
como países o estados o menores. como comarcas. En el pri mer caso nos encontramos con
la sucesión de dinastías a la que aludió Ibn Jaldun, mientras en el segundo la violencia genera
situaciones endémicas de bandidnjc o luchas civiles con distintas consecuenc ias.

Ya Caro Baroj a1.1 señaló la posibilidad de que el monfismo en Andalucía fuera


consecuencia de la conti nuación de una dinám ica comenzada en época anda lusí, debida
al segmentarismo de esta sociedad. y per petuado por los elementos moriscos, q ue faltos
de posibilidades de mantener una lucha equi librada con los poderes cri stianos mantienen
patrones de conduct a que cuentn11 con antecedentes en época islámica y citó el ejemplo de
al-Bai.r al-Aflwb. conocido desde la publ icació n de una colcct:ínea de textos sobre l a histor ia
de al-Andalus por C. Sánchez A lbornoz.

Resulta sorprendente la forma en que los propios estudiosos de al-A ndalus han
alcanzado la convicción - no declarada en muchas ocasiones- de ese cnrácter estructural ele la
violencia de los bundidos en la sociedad andalusí, que no conlleva la marg inación del autor
de estas acciones. E n el reciente volumen del C SIC mencionado no hay mcnción alg una a h)s
bandidos. asumidos como parte de esa identidad tribal andal usí.

Desde el comienzo de la investigación resulta evidente la diferencia entre las


tierras de Sevilla, sujetas al domin io político y económico de una serie de tribus árabes,

,; Cfr. Corriente. 11.. Oiccio11ario á1·abe-espa1iol. Madrid, IHAC. 1985. 777.


" Cfr. GoniiÍlcz Alcanwcl. J.A .. " Bandidos rne<litcrr{ineos: analogías etnográficas entre lo~ bando lcrim,os
comemporáneo;de Andal ucía y e l Rii'- Yebala"./\111ropologla: horiw 111e.<co111¡x1rmivos. Granada. Uni\'Cr$iclml.200 1.
271 -290; Hart. D .M . y Raha. R. (cd). La sociedad bereber drl Nif111arroq11í: .whre la /eoría di! la ., egm/!11/ariedad
en ('[ Magreb. Granada, U11ivernidad. 19<)9; Vin~enr, 13.. "El bandolerismo mo risco"" Andalucía. S ig lo XVI",
Minorías y 111argi11ado.f en la Espmia del sir:lo XVI. Granada , Diputación. 1987. 173 - 197; de l 111i~mo autor " R e l ülll'
~ur les munfics grn11adins". El bandolero y su imagen en el Siglo de Oro, Madrid. Casa Ve l,ísqncz. 1989. 3 1-37.
' 5 Lo., moriscos del reino d,, Granada, Madrid. Istmo. 1976. 166. Última mente llamó la atención sobre este h<:<:ho
González Alcantud en su inte resantísimo libro ú > moro, Burce!ona. A11thropo~. 2002, c,pecialmcntc 46-61.

27
JOSÉ RAMIREZ DEL RIO

en su mayor parte de origen lajmí, frente a la tierra partida de la Campiña o de la Estepa


(biidi)'a) de Écija. Los pactos con los poderes locales de origen hispano durante la conquista
y el asentamie nto de distintos g rupos ele ber6heres habían config urado una tierra partida
entre distintos segmentos de linnjc según la terminología al uso. Por ello resulta previsible
la localización en esta comarca de personajes a los que podemos iden1ificar. a Jo largo de
la época andalusí, como monf'íes o bandidos, que en la terminología de las fuentes árabes
son elesig naelos qliti' a/, p,1,ruq o salteadores de caminos. Sin embargo resulta d ifícil encontrar,
por la misma naturaleza de las fuentes árabes y por el carácter de los acontecimientos que
estos personajes suelen protagonizar, referencias escritas a el los. Por fortuna podernos citar al
menos tres casos presentes en las fuentes escritas: un primer caso que nos permite atisbar los
contornos históricos ele Mul~ammad /J. Cililib y de Tarnfüika, en época del emirato omeya y otro
de época Laifa. En épocas posteriores tanto la inmigración de árabes tunecinos como la propia
di mímica conflictiva de la zona, campo de batalla entre a lmorávides. almohades, partidarios
de /lm Hamu.{k y otros grupos menores debilitaron ele forma notable e l influjo de las ciudades
sobre el territorio, dificultando el control del monfismo. No trataremos este último caso en este
apartado, pues ya ha sido glo~ado anteriormente. El término monfí lo utilizaremos por tanto
en un sentido más amplio del habitual. aunque posibleme nte permita comprender de forma
más homogénea una serie de fenómenos que tienen un origen común en distint.is épocas.

2.1. Tamiisika y Muhammad b. Galib.

Nuestra información básic.i acerca de estos dos personajes corresponde n lbn


Hay)'lin. atemo a los princ ipales acontecimientos políticos sucedidos en al-Anclalus durante
el dominio omeya y en la primera época de los reyes ele taifas:

Apareció en el camino enire Córdoba y Sevilla un hombre de los heréberes del rnritorio
de Carmona llamado TamiEika que se adueñó del ,w11i110 y cometió delitos, agravando la
si111aci6n has/a que llegó 1111 hombre de Écija lfa111ado Mu~1ammacl b. Galib al emir 'AbJ Al/ah
para solicitarle permiso para co11struir wzaforraleza en la aldea de Sam Turris, en el límite
emre Écija y Sevilla. en lo que se asentaría con sus compaíieros y aseguraría la mta e impediría
a Tamlisika y a los ladro11es que iban co11 él los a1aq11es. El emir f<, respo11dió.favorahfeme11le
y Mu~ammad b. Galib in cons1ruyá y se fue a ella con sus compaíieros. Era enétgico y sarwz, y
se le unieron en esta fortaleza beréberes de los Bucr. mawalr v mu/adíes de !odas tus coras y en
gran mímero, de los que se sirvió y con los que protegió aqud/a zona. Adquirió en/re las !(entes
1111 renombre que fe envidiaron los árahes de los f3anü)alcln.n )' los &mu l-I)ayyay'6 •

Las maquinacionc~ ele los Banfi.}ald11n y los Ba11a L+Iajyay condujeron poco tiempo
después a la ejecución de Mu~ammad b. Galiba manos de los omeyas de Córdoba. intenran<lo
aplacar a los árabes de Sevi lla, aunque en tí llima instancia esta ejecución fue lo que les dejó
expedito el camino a la rebclión 17•

1• 1b11 t !ay,·iin, Al-,'vfoc¡wbis, 111, ed. M. /\nt11iia. París. 1937. 70.


" ldcm. 70-73.

28
LA SIERRA SUR Y LA CAMPIÑA: BÁDIYAT ISTI"\½ EN LA ÉPOCA ISLÁMICA.

Tamiisika mantuvo una influencia en la región durante más tiempo, e lbn l,Iayyan
e lhn '/g.cir! mencionan las relaciones entre ésLc y los compañeros de Mul.iammad b. Galib,
que asesinaron con 8 LI ayuda a Ya'd, el hermano del gobernador de Sevilla, corno venganza'".
Parece clara la relación entre ambo~ grupos de rebeldes tras la muerte del anterior caudillo
de los monfies de la Campiña de Écija, e incluso tenemos noticias de que un hijo de Tamfilika
lomó partido por lbn l-:fahr1n durante lafitna 19•

El hecho de que no conte mos con más referencias al grupo de Mul)ammad b.


Galbün no debe llevarnos a conside rar que sólo llevaron a cabo esta venganza de forma
aislada por la mue rte de su dirigente: éste es el ún ieo que hecho que atañe a las fuentes
omeyas, pero su posición era lo bastante sólida como para que el gobernador de Sevilla no
pudiera actuar contra ellos en la Estepa de Écija, y volcara su odio sobre los mulaclíes de
Sevilla, a los que masacr620 . La alianzn entre ambos grupos demuestra que las diferencias
étnicas, sociales o ideológicas no eran tan profundas entre a mbos, y que su actuación e n la
época anterior se había debido a la mera búsqueda de acapa rar el poder e n la región.

2.2. AL-Bázl al-Afüab (El halcón gris).

La historia de este personaje nos indica la existencia en Biicli-yai lsiiya de bandidos


también durante la época de taifas. A pesar de que la coma rca sufrió una gran cantidad
de choques bélicos y ele dc~trucciones durame el siglo XI. y la acción de los qiifi' al-pmu¡
[salteadores de caminosl podía deberse a la desarticulación de la sociedad, las narraciones
anteriores y las que encontramos en el siglo XII parecen apuntar más bien a un rasgo
estructural.

En tinnpos de al-Mu'tamid ifrió el bandido conocido como al-Házl al-A5hab (el


halc6n gris). En sus robos hnb(a toda suerte de historia.~ exrmordinaria.~, y ejercía autoridad
sobre las ge111es de la Esrepa [La Campiiia de Sevilla]. Sobre sus latrocinios se sabe que Ueg6
a robar l!,1·tando trucijicado. rwes lbn 'Ahl>iid ordenó que fo aucijicaran en 11n lugar de paso
de fa gente dP In Es1epa para que lo viera1121• y mientras estaba en la m adera en es/a sit11ació11
lleg6 a él su mujer y sus hijm. que se pudieron a florar a su alrededor. diciendo: "¿A quién

18 ldem. 84. llm 'kt1ri, Al-JJayiin 111-,VIH~ríb. París. 1930. 11, 122. En eslá úllim,1 obra llama e l eroni,t:1 al cabec illa

muladí 'AbJ All~h b. Galbün.


19
ldem. 145.
20 Bosch Vila. J.. Se1•ilfa islámica. Sevilla. Universidad, l 9R5. 58-59.
21 Seg1ín la mayorí,1 de lo; juristas nwlikíe~ el reo de cruc ifixión. habirnalrncnte e l culpable de ba11d id11je, debía ,cr

primero crucificado}' h1ego rematado en la crnz. Cfr. Pc1crs. R., Crime a11d P1111ishme11t in lsla111ic Law. 37-38;
Para los Ii'íes un buntlitlo que sobrevi vie ra tres d[as a In cn1c ili,xión debfa ~cr perdonado y como vere mos al-B:12i,
tras salir vivo de la c ruz. recibió tamb ién e l perdón. Sin embargo en c; te ca~(> al-Mu'camid no ª " uó <le arncrdo a
la !arl'a sino a la ,iylil,i, la d iscrecio1mlitl,1tl concedida -y aceptada incluso por los juristas como ~11.:edc en d ca,o
de lbn Taymiyya- pnrn trntar con el bandidaje y erradicarlo. Al-Mu'ramid va :1 proceder de íonna ~imilnr al ,naj'len
m:igrcbí,que aceptab.1 d poder akan,:ado por esros medio~ por parte de algunos notable, reg,onulc~. encargándole,
¡¡;,f iambién la repres ión del c rim,,11. Cfr. l larl. D.\1.. Rr,11didism11 m el l.rla111, csluclio introductorio de J.A. Alcantud,
Grnnacla, ;\nthropo~. 2006. especialmente pp. 15-42.

29
JOSÉ RAMÍREZ DEL RiO

dejas para que nos socorra, cuando faltes?". E111011res apareció 11n beduino sobre un burro
en el que llevaba ropas y víveres. (Al-Ba,1) le grifó y le dijo: "¡Seíior! ¡Mirá en qué estado me
encuemro.' ¡Necesito que hagas algo en fo que hay provecho pa ra ti y pam mí". Él respondió:
"¿Y qué es?". "Mira en ese pow, cuando me cercó la policía eché en él cie11 dinares, tal vez
consigas sacarlos. Esta es mi mujer y esas mis hijas. que se ocuparán de tu burro mientras lo
sacas. Se apoyó el beduino e11 el brocal del pozo y se introdujo en él después de acordar que
tomaría para si fa mitad. Cuando llegó a la parte de abajo del pow la mujer cortó la cuerda,
y él quedó gritando e inerme. (La 1mijer) tomó lo que ha/Jía en el burro con sus hijas y lwy6.
Esto fue en una época l'II que hacía mucho calor, y Dios no hizo pasar por a ffí a nadie hasta
que ya se habían apartado y se habían puesto a salvo. Esta persona que llegó, con 01ros, se
fJ/./Sieron a sacarlo de allí, y le preg11ntaron por las causas de su situación. Él respondió:
·'Éste ladrón y bandido me trabó hasta que su mujer y sus hijas se hubieron lleva.do mis
víveres y mis ropas. Esta historia fue contada a Ibn 'Abbad.. q11e se admiró de ella e hizo que
le llevaran a al-f3azí al-A.{hab. ''¿Cómo hiciste e.wo, c11ando estabas a punto de morir?". Él le
respondió: "Mi seí'íor, si conocieras el alcance de mi placer cuando robo, dejarías el reino
y te dedicaría:; a ello'·. (lbn 'Abbaci) solió una maldición y se rió. Lueio le dijo: ''Si te suelw.
mejoro tu estado y 1e proporciono s11.1tento, ¿te arr<'pemirías de estas acciones malditas?". El
respondió: "Seiior mío. ¿cómo voy a rechazar el arrepentimienfO cuando es lo que me salva
de que me maten'.'". Se lo prom.etió e (lbn 'Abhlid) lo puso alfrenre de hombres valerosos, y
se convirtió en guardián de los alfoces de la ciudad22.

El delito de bandidaje en la ley islámica puede, contrariame nte a lo que s ucede en


los código~ occidentales, ser reparado mediante el arrepentimiento [tawba]23 . El principio de
esta práctica parte del hecho de que los del itos tratados por las leyes penales induyen, en el
Is lam, aquellos que ofenden a D io!. como la apostasía, y el fin último es re habilitar a l ofensor
y su arrepentimiento es suficiente. Sin emba rgo toda una serie de circ unstancias - que no
t:oncurrían en este caso- eran necesarias. como arrepentirse antes de ser apresado por las
autoridades. En el caso de la escuela malikí, imperante e n a l-Anclalus, el reo debfu e ntregarse
a las autoridades para que el arrepentimiento fuera aceptado.

A I parecer la descripción de la Campiña en época taifa que presentamos ante riorme nte
se corresponde bas tante bien con e l territorio proclive a este tipo de le vantamientos, con una
autoridad estatal pre!>ente gracias a la red de fortalezas que aparece en el texto de lbn Hayyan
transmitido por Ibn Bassam.

El hecho de que los antig uos ba ndidos ele una región sean empleados como
guardia nes del orden de la mis ma no debe lla marnos la a tención excesivamente, ciada la
ausencia de reproche que las acciones ele los bandidos sociales suscitan. Su habilidad para
llevar a cabo sus robos indica n s u iniciativa y su capac idad de combate, por lo que una vez se
encamina n por la senda marcada por el poder político pueden serle de gran utilidad.

"Al-Mtiqqorl, Na/)¡ al-(Ú>, ed. l. 'Ahhas. Beirul, 1967. 1V, 128-1 29. Trud. J. Rarnírcz del Río.
º' Petcr.;, R.. Crime mu/ P1mishme111 i11 t:.lamic Law. Cambridge. Universidad . 2005. 27-28.

30
LA SIERRA SUR Y LA CAMPIÑA: BADIYAT JSTIYA EN LA ÉPOCA ISLÁMICA.

La población de la Campiña aparece descrita también en un texto de la época de


al-Mu'tamid: cuando l'timacl, su esposa, que pasó a la h istoria con el nombre de Rumaykiyya,
vio a unas mujeres que vendían leche y que iban andaban con los pies metidos en el barro y le
dijo a al-Mu'tamicl que desearía hacer lo mismo, a lo que este respondió preparando un barro
especial en palacio de alcanfor, agua de rosas y almizcle24 • L as mujere:, que vendían leche
en aquellas condiciones por las calle~ de Scvi lla son descritas como "mujeres de la estepa".
esto es. de la Estepu de Écija. El hecho de que estas mujeres vendieran un producto ganadero
como era la leche también nos indica que la producción láctea de la región depend iera en
buena medida de la Estepa ele Écija, aunque resultaría interesante saber exactamente en qué
condiciones se podía explotar y transportar hasta la capital sin que sufriern a lterac iones.

3. SABIOS Y MÍSTICOS ISLÁMICOS EN LA CAMPIÑA.

Las fuentes árabes no son muy prolijas en la descripción de la vicia cultural de Bádiyar
lsti5-a pero nos ofrecen alguna información acerca de la actividad de los mfsticos musulmanes
de la región. principalmente durante el período de aprendi1iúe de /lm '.Arabl en Sevilla, descrito
en la Risalac al,q11ds, Epístola de la Santidad en la trnclucci6n de Asín Palacios2~.

En las biog rafías de ulemas ya aparecen algunos dedicados a la vida contemplativa,


pero en general aún estos mantenían alguna forma de actividad pública que permitía su
adscripción al grupo ele ulemas o sabios en ciencias islámicas. Incluso el caso 1mís antiguo
de ulema de Hiidiyat lstiya, Abü l-'Ayannas. dirigió la oración ad pluvial peterula,11, lo que
lo convierte en ~a~ib al-~alc'i o en imfün, funciones que pertenecen al cursus ho,wrum de los
ulemas, y lo hizo junto al gobernador omeya de la cora de Écija, razón por la que resulta
evidente su condición de personaje influyente, no marginal. Sin embargo en a lg unos casos
resulta obvio el intento de apartarse <le la autoriclacl al desplazarse n lugares abruptos ya
desde los primeros tiempos <le la época omeya, como podemos observar en la biografía del
siguiente sabio:

Mu¡arrif b. Humayd h. Mu¡arrif.


De la ge111e de Éc(ja.
Era una persona dedicada al saber. y religiosa.
Lo mencümó llm Hari_t.
Otro dijo: ';vivió en Munr As':)'ü11'' 26•

Este Mum Asyün, era una cima que veremos utilizar a otros místicos de época
almohade y por tanto podemos documentar su uso para la meditución piadosa durante cerca
de tres siglos. En el Islam <le los primeros siglos las actividades místicas se encontraban

"'AI-M~qqañ, Nafhal-(,h. 1,440.


i, Asín Palacio~, M.. Vidas de san1011e.,· mulaluces. La i'pl.wolo de la samidad dP llm '1\rcdil de Murcia. Madri,1,

Hipcrión. 198 l.
"5 lbn ,11-Fanu,li. Kir,ib 1<1'r!i 'ulamii' 11/-1\ruialu.1·, Cll. l. al-Abv~ri. El C.1iru, :;.d .. 836. biogml'ía n'' 1438.

31
JOSÉ RAMÍREZ DEL RÍO

en muchos casos con la hostilidad de los ulemas, que consideraban que se trataba de una
tendencia herética dentro del Islam. El propio profeta Mul.wmmad había seiíalado según un
conocido /1adrr: "no hay monacato en el Islam", y las actividades de estos místicos parecían
apartarse de este mandato.

El poder político y religioso en al-Andalus era bastante intransigente con las


divergencias de la doctrina sunní malik í, razón por la que el apartam iento de estos personajes
parece obedecer a una elemental prudencia. Las siguientes biografías de sabios de la región
nos muestran cómo este poder era ejercido a través de una red de profesores y alumnos que
se transmitían el conocimiento de las c iencias religiosas islámicas y que velaban por que no
se produjeran desviaciones.

Estas redes de sabios se vefon expuestas también a los vaivenes de la política omeya,
y durante la rebelión de lbn 1./ahun sufrieron persecuciones de muy distinto tipo. Lo que
diferenciaba a estos pcr~onajes de los marginales es que podían refugiarse en Córdoba, la
capital omeya, o en alguna población que se mantuviera fiel a l em i rato:

Yüsuf b. ,l\lu~r al-A zdi. Mi abuelo -Dios lo 1enga en Su gloria -.

De la gerue de Córdoba. Su origen eswha en ÉcUa, de la que se fue en tiempos de


lajitna.

Algunas personas de mi familia 111enciona11 que Na.1r fue muerto en los confiictos
e ntre los muladíe.1· y los árabes-7, y q11e Yu.,uf vino de allí de pequelio.

Era 1111 hombre virtuoso, que 11.0 se preocupaba pur las cosas de es/e 11u111do y
quizá asistió a algunas reuniones de los sabios, pues la ciencia era lo que más fe
intere.\aba. lira de silencios prolongados.

Nos confaron que cuando receba la oración del m11l111ecer lo hablaba hasta que
había reci1ado mil veces "Díno hay más dios que Dios"18. de 101110 como le gustaba
decirlo, y no se movía de la mezqui1a.

E11co111ré en un escrilo de mi padre -Dios lo 1e11ga en Su gloria-: ''Murió mi padre


- Dios lenga misericordia y henevole11cia con él- fallando diez días para 1ermi11ar
mu'larram del a,io 332 lh/ 24 de septiembre de 943 d.C] 29•

"' Por 4arab (sic) del 1cx10. con-egimos 11d sen"'m en 'arnh.
" Versículo coránico y lema de la dinastía om..:ya. que ya en Orieme lo puso en lü acu11ación de sus monedas.
' '' lbn ;1I-Far.1\!1, Kiriib w'rrj 'ulmnii' al-Andalus, 939. biogrMía n" 1626.

32
LA SIERRA SU R Y LA CAMPIÑA: BAD!YAT ISTIYA EN LA ÉPOCA ISLÁMICA.

Tamrm b. 'A.Id b. '.Á1im a/,Tamlm1.

Estaba en tcija y salió de ella en tiempos de la.fitna , y se inswló en Saduna en una


alquería llamada Barisa 30 •

Estudió con Mu/_iammad b. Al.miad al-'U1bi, Aban b. 'lsh, Ya/.i)'lÍ b. Ibrahrm b. Mu zayn ,
Mul,iammad b. Yüsuf b. M a¡ru/_i, Ibro.hlrn b. Mul)ammad I?. Baz, Baqr b. Majlad )'
Mu/.wmmad b. Yi.mnacla al-l.1hrl1.

Murió tras el ario 300 [h/ 912 d.C] en Sadüna.

Me habló de él .rn 11ie10 Yal.iya b. 'Alc1 b. TamimJI.

La desarticulación de este grupo de ,llfaquícs permitió a los su fíes una mayor


libertad de movimientos: las mismas razones que condujeron a la formación de grupos de
bandidos en la zona permitieron la propagación de los místicos: la ausencia ele un control
estatal fuerte e n esta zona en manos de ulemas malikícs durante e l período a lmorávide. o
de los tolbas durante el período almohade. favorecía que estas manifestaciones relig iosas,
siempre en la frontera misma de la heterodoxia, no pudiera ser asfixiada por las autoridades.
En las biografía<; de sabios de contamos con la indicaci6n de que un sabio de l siglo [ X se
entregaba a prácticas ascéticas y residía en un monte cercano a Morón, el As)·iin, en el siglo
XII. [bn 'Arnbr. el más grande místico andalusí, nos indica que ·Alxl Alliih b. a/-Ustii<l llevaba
a cabo vigilias muy posiblemente en este mismo lugar, pues si bien en este caso no nos señala
el topónimo. nos ofrezca la misma indicación de "mon!e altísimo cercano a Morón".

La lista de los místicos que vivían y llevaban a cabo sus prácticas piadosas en la
región según este precioso texto, e ran los ~iguientes: 'Abcl Alléih b. al-Usicid al-Mawrfirr.
cuyas a nécdotas y biografía completa puedt: e ncontrar e l lector e n la preciosa obra de :vt .
Asín Palacios. Era discípukl del gran místico Ahii i'viadylin. llevó a cabo la peregrinación a
La Meca. y su maestro tenía e n tanto a 'Abd Allah que le propuso que lo acompañara durante
sus últimos días en una cueva dedicado a la oración. y dura nte su estancia contempló
grandes mara vil las32.

A modo de ejemplo cita ré uno de los prodig ios que dieron fama a este nsccta
musulmán:

Uegado pues 'Ahd Allah a/,,\fou-T11rl a esta ciudad [Gra11adaf y hosped(ldo por
Abü ,\,larwiin. juntáronse muchas personas e11 la casa para recibirle. Había/es pues/o el

JQ Posiblemente se trate de J\abnd;i, la actual Lcbri_ja.


31 lbn al-~arndi. Ta'r1j ',,l,1mii' 11!-Andolus, l. p. 182, biografía nº 304: Mnrín. M.• Ntímino de J<1hio.1 ,J,,
nl·.J\Jl(/1tl11.\'.
nº 334.
32 Asín Palacios. M.. \lirios de .v11111,mes a11d1t/11res. u , e¡,í11ola de la ,w,111,rlad df! 1/m 'Arnh1 de Mrrrl'ia. 1J 2- 11 4.

33
JOSÉ RAMÍR EZ DEL RÍO

a,,fitri.ón una mesa con almojábana.1· rellenas de miel; mas como el hijo del dueño d,, la
casa se había marchado aquella madrugana a 1111 corrijo que tenía en las cercanías de la
ciudad, los teriulianos estaban pesarosos de que el h~¡o del anfitrión no asistiera con ellos al
agasajo. Entonces Ah¡;¡ Mui_wmmacl al-MawrürI, que ya había comido hasta saciarse. dijo a los
presentes: ''Si queréis, yo comeré aquí en vez de él. y él se hanará de este mismísimo ma,!iar.
es/ando en si cortijo". Quedáronse todo.\ llenos de incer1id11mbre, sin atreverse a decidir en
su interior ni a ma11/les1ar si aquello era o no imposible. Enionces fe dijo Aln1 Marwan: "¡ Por
Dios te pido. Abii Mul)ammad. haz eso que dices!". Y A1-Mcmm'.irI, como si no hubiera comido
atín, come11z6 a comer de nuevo, diciendo: "¡En el nombre de Dios!''. De pronto, dejó de
comer, diciendo: "Ya está harto. ¡Si ahora siguiese com.iendo más de este manjar, de seguro
que él moriría". Pasmados de admiración todos tos de la ter1ulia, decidieron que ni uno solo
de ellos se había de mover de allí, hasta que llegase de regreso el hombre aquel. en susti111ción
del cual había comido al-Mawrürr. Cuan.do llegó, pues, la noche de aquel mismo día, penetró
en la casa, de regreso del corr(io. el h~¡o de Abü Marwan. Levantáronse todos para salir a
recibirle y haciéndole sentar, le dijeron: "Vemos que te traes las provisiones que le f!evas1e,
sill haber con1.ido de ellas nada". Él replicó: "¡lifectivamente amigos míos.'. Es que hoy me
ha ocurrido 11,ui cosa maravillosa: tan pronto como llegué al corrUo y me senté. he aquí que
sentí en mi boca el sabor de las a/mojábanas, reflenas de miel, que iban descendiendo por
mi tragadero lws1a lle1;ar al est6mago, donde se iban de1e11i.endo, hasta que me sellfí harto;
tanto, que si hubieran elltrado 1nás a/nu~¡ábanas en él, de seguro que me mman. De modo que,
desde entonces hnsw este momento he seguido col! fa misma sensación de hartura 33 .

Estas narraciones hadan que los ulemas a ndalusícs concedieran poco crédito a los
sufíes y los tacharan de embaucadores.

Los montes del actual territorio de la Sierra Sur, eran un lugar propicio para la
vida retirada, pero encontramos también menciones a la actividad ele estos místicos en las
ciudades de la regió n. Sol [Sams]. mujer asceta que mereció grandes elogios por parte de
1/m 'Arabr, vivió en "Marchcna de los ol ivos'·14 - menci6n utilísima dado que e n Almería
había también un activo grupo de ascetas y en esta región se encontraba otra localidad con
el mismo topónimo. Como forma de diferenciarlas contamos. para los siglos JX y X, con la
referencia de Marchcna de Sicionia.

4. EL TESTIMONIO DEL FIN: LAS BIOGRAFÍAS DE LOS ULEMAS


DEL EXILIO.

La desarticulación del tenitorio de Brecliyat lsti"a que dura nte varios s ig los garantizó
su condición de lugar de refugio terminó suponiendo una losn para el poblamiento de esta región
a finales del XII y en e l siglo XJII, en un momento en que el retroceso territorial de al-Andalus

" ldem. 115-116.


·"' ldem, 180-1 R2.

34
LA SIERRA SUR Y LA CAMPIÑA: BÁDIYAT ISTlYA EN LA ÉPOCA ISLÁMICA.

había conducido a grnncles conti ngcntcs de poblaci<ín a pasar al norte de África. dejando desiertas
regiones enteras. Incluso aquellos que no emigraron de al-Andalus terminaron buscando
unas comarcas más seguras pues como nos muestra la epístola del funcionario almohade Jlm
Mugatt•ir35, que en su narración del viaje de Sevilla a Játiva describe el recorrido desde la capital
almohade hasta Puerto Serrano, el territorio había quedado en manos ele bandas ele salteadores:

Nos llegó la paz del saludo en este camino y llenamos la copa ele lágrimas con
pétalos y con las galas del camino. Recorrimos el tapiz de aq uella campiña (fo/!$) extensa y
su campo hasta que nos detuvimos al anochecer ele aquel día en MayranaJ<>_

Jornada (11): Pasamos la noche en las ruinas (~lal) despobladas, en los palios, y
no nos recostamos sino a la sombra de sus moros inclinados. E l vigía acechaba el destino
desde las esquinas, y avisaba de que se venía abfijO por la destrucción de su estructura (bi-
whaddam hunyani-him), como si dijera al que pasaba junto a é l el abandono <le los pobladores.
(Estuvimos allí) hasta que la claridad de la serena mañana hizo desaparecer la oscuridad, el
céfiro del alba apareció e1m e la tiniebla y la noche se dobló entre los v ientos. Cabalgamos
los corcele~ con brío al amanecer. mirando los desfi laderos y los co.llados, mientras pendía
sobre nosotros el ataque de los ladrones y de las fieras salvajes en estas comarcas (al-c1.5q?i')
y en estos abismos en los que vagab.i 'Adr b. al-Rit.1a'. hasta que llegamos a Osuna (Ufüna) la
noche del miércoles, deseando dar grac ias a Dio~.

.lomada (lll): Dos potros, a p esar de la mucha prudencia y de la seguridad (con


que avanzábamos) .fúeron alcanzados por unos juncos (al-sama) e hicimos aquella 111wiana
1111a distancia más corta, por lo que decidimos que el recorrido aquel día fuera más corro,
y llegamos a \Vad1 al-Fn (El río Gua<lalete)17. En Wl,idi al-r-Tn había una ge,ue ves/ida como si
fueran demonios (za)'y akfoyyarrn) y con el orgullo de sultanes, beduinos como los rnervos
y eran apóstoles del mal y ·'¡Sálvate fulano, pues a llí crucificaron a mengano! "-'8 . Pasa111os
junto a ellos y la veneración por vuestros sultanes velaba sus miradas, y les dejaron sus
seguidores y sus ayudantes, hasta que llegamos a Fayy al-1na~alib 19 la noche d el jueves, a u11
puesto militar nuestro, que se unieron a nosotros ese día .

Las curtas de clrnncillería almohade son una de las fuentes de información más
valiosa que ha llegado hasta nosotros40 y e n este caso nos ofrecen información valiosísima

'-' lbn ~a,¡fa, M.: lbn ((l-Mugiiwir ((/,.Sll¡ibr. Rabal. 1994, [67-169.
11' Este topónimo ha sido ide111ifica<lo como Mairena del Alcor por el propio Benchcrifo, editor del texto en ámbc.
11 Cfr. Terés. E.. M(llerial~s 1}(/ra el estudio de la 1opo11im ia hispano-árabe. Ndmina fluvial. Madrid. CSIC. 1986,

226-227.
"Dicho popular que servía parn ~eñalar el riesgo que acechaba en un lugar.
1
'' Seguramente .se trnta ele Pnenu Serrano, cerca de Coripe.
'º Molina, L. , " ln~li ltlciones administrativas: visires y secretario~··. en El retr(J(·eso 1erriwrial ,Je al-Andalus. AI-
A11da/1,s en el siglo XIII, en Hi~loria de España de Mcnéndez Pidal. Madrid. Espa~a-Calpc, 1997. 149-170: Viguern
Molins. M'.J., '"Cronistas de al-Andalus" en E.~pañ,1. Al•All(/alus. Sefnrad. Símesis y 11111! ••as perspectiL'OS. S.ilamancn.
1988, 85-98 y de\;, misma autora: '· J listoriografía'·. e n El retroceso rcrriroria/ de al-Amlalu.v, 20-28: 13cnaboud. M. ,
Mablil,1i¡fi-!-1ii"ríj al-andt1l><.1l, Rabar. 1989.

35
JOSÉ RAMÍREZ DEL RIO

para conocer el estado ele la región a finales del s. X I 1. Como se puede comprobar el paisaje
descrito por este autor valenciano ele muy florida prosa es desolador: for talezas arruinadas a
cuyos restos resguardarse. caminos intransitables en los que los animales son heridos por la
vegetación. debido a la falta de manteni miento de estas rutas, grupos de hombres armados
que se permiten seguir incluso a grupos con la escoltn militar propia de un alto funcionari o
almohade... Badiy(ll lstiya hacia 1175 ern una región completamente arruinada. como r esu lta
evidente por la descripción del texto.

Las escuetas noticias de los diccionarios bio-bibl iográlicos nos muestran el éxodo
de los sabios de la región por lo que consideramos que permiten ohservar el proceso de
deserti zación sufrido.

Mul_wmmad h YaJyya.

De la i ente de Córdoba, su oriien es1aba en Estepa.

Tenía por apelativo Abü 'Ahd A lliih y era un almorrí exceleme, .¡üfí /asceta] y que
hacía fo.~ rcz.os nocturnos de ramal_liin en la 111ez.q11ita aljanw: 1enía un círculo c¡uc
se dedicaba a las· prácticas piadosas y al gib·. Murió a finales del ramal_liin del año
seiscientos [h/mayo de 1204 cl.Cl y.fue enterrado en el cementerio de al-$ula~a•. S11
fu11eraff11efa111oso, según narra /br, Ta)foslin 41 •

lb1·ahrm b. 'A lr b. Ibrahrm b. lv1ul:wmmad h. ~a\hd Al/ah b. Aglah al-Jawl.ani.

De la gente de l~stepa (ls¡abba), de fa provincia ele Cr5rdoba.

Era conocido como al-ZCIU,"1.t'lilr y tenía (1ambién) co11w apela1il·o Abü Jsl.1ii1¡.

Estudió en Osuna, con Ab,1 Marwlin b. Q nzmlin. al que frecuentó mucho. E n Sevilla
(estudió) con Aln1 'Abü ls/_1iiq b. Farc¡iid, Abü 'Abd Al/ali b. ~A.bd al-Rau.liq al-Kalbr.

Estudió con Abü L--Hascm b. Hii da)·l, lbn al,Na'ima, llm Sa'iicla, Ahi'i l-Hasan a/,Z11hr1,
Ab1~ Da/J.mlin, Abü Mul.wmmad b. Fci'iz , A bu Sulaymlin al-Sa'clr e /bn Jayr.

En sus recitaciones de Corán estudió con Jbn 'Abd al-Raz:::.iiq. y con él también
estudió el Kámil de Aba Ahmacl b. 'AclI y otras (obras).

Se intere.rnba por la literatura, y se !,izo conocido por ello. Recorrió muchos luw .res
y desempeíi6 el cadia;.go de Ele/u' (/ls), en las co111arcas de Murcia. Trataron d e él
y estudiaron (;011 él.
D(io al-MC1llali1: "Hice la recensión de /mena ¡icm e de su poesía , y 110 ce,¡é, la
resumí'".

"' l bn al- A bhrcr, 1\ l-wlmlila, ed. Coclcrn y apé ndic,, ck M . Alarcón, M a<lriu. 1t-186, 11" !IR0.

36
LA SIERRA SU R Y LA CAMP IÑA: RliDIYAT JSTIY.t\ EN LA ÉPOCA ISLÁMICA.

Muri6 en M arrakech afina les del w1o 616 [h/ 1219-1220 <1.C]. Su nacimien10 había
sido en mmaqiin del año 540 lh/ febrero-marzo ele 1146] ·•11•

AiI b. 'Alr b. Al.nnad b. Suloymün al-Nafzawl.

De Es1epa, vivió en Granada.

/Tenía por apela tivo Abu 1-1--)asanj. Apre1uli6 a recitar el Corán con Abü Baryrcil-Kaf1f,
con el que sefor1116 también en lengua árabe. Es111dió con Abü.1-Qasim b. al-Taylasan
y era un jurista expato en la escuela m.alikí y co11ocido p or su entendimiento y
prov<'cho en los nawazil. Estaba vivo hacia el año 6 /3 [h/ 12 16-1217 d.Cj4-'.

Otras muchas biografías i ncluyen una referencia a un origen en Estepa, M orón o


Marchena a pesar de haber transcurrido en algunos caso~ vari as décadas e incluso más de
cien años entre la biografía y el abandono ele la población andalusí del lugar.

5. A MODO DE CONCLUSIÓN.

Las biografías de los personajes que habitaron T3acliyat b tiya nos muestran
que la población se rcfugiab::1 por el istintas razones en las zonas de serranía de la región,
principalmente en las de la Sierra Sur. Por es1a razón en los períodos nHís convulsos de la
historia ele al-Anclalus el grado de desarticulación de esta comarca respecto a los núcleos
urbanos cercanos contribuyó a su deserti zación, n convertirlo en un refugio de bandidos. Sin
embargo las ricas personalidades a las que dio lugar durante las épocas más tlorecientes son.
posiblemente, la mejor herencia ele la comarca en época medieval.

Las narraciones de las vidas de lo!> sufíes y de los jariyíes que v1v1eron en este
territorio. si bien no son todo lo comp.letas que desearíamos para poder reconstrnir
adecuadamente In historia de este región, nos permiten observar estrategias adoptadas para
sobrevivir sin tener que plegarse ni al poder polílico ni al religim,o imperante. Sin embargo
hubo también multitud de personajes que encomraron su acomodo en las estructuras del
emirato omeya y cuyas obras, que en algún caso han llegado hasta nosotros, son también un
patrimonio inestimable.

"Ibn al-/\bbcer, Al-1al, 111iú1 li-kitiib al-Siia, 11' ' 4.15, pp. 215-216: Ai-;-\afmJa:. Al-W!iifi l,i.l,w¡lf,yiic, Vi~badan, 1962.
VI, 2499; Pene li,s, M. y Zw1611. M.. "Nómi,ia de ulemas anclnl11,íc~ de époc:t almohade", F.OBA IX, Madrid. CS IC.
1999, 11"39, p. 18.
'' Al-Marrakusa;:, /)ayi 11l-cakm1I.~. Beirut. 1%4. V. l. nº 52S, p. 269: lbn al-Abbu:r. AI-Talonilo. ed. Codl'ra y Alan.:ón.
2359: lbn al-7ubayr. Si/111 al-,ila, Rabat. 1993. 2.'i6: Penelas. :",1. y Zanón. /IL " N6mina de nlcnws a11clalusíes tic
época almohade", 1267.

37
LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES DE LA SIERRA
SUR Y LA SIERRA DE ESTEPA

Magdalena Valor Piechotta


Universidad de Sevilla

En los últimos años se han producido diversas publicaciones' sobre las forti ficaciones
medievales de la provincia de Sevilla que contribuyen a ciar una visión general sobre nuestra
realidad provincial y de otro lado, renovar estos estudios en aspectos como la cronología,
tipología, etc.

La Sierra Sur y la Sierra de Estepa son dos comarcas distintas2 , las fortificaciones
medievales inventariadas en esta zona son cinco, cuatro en la Sierra Sur (Cazalla, Cote,
Morón de la Frontera y Prnna) y una en la Sierra de Estepa (la propia Estepa).

Todas ellas responden a la tipología de castillo y villa y aunque ya existieron en


época islámica por encontrarse en la frontera con el reino de Granada (Ilanda Morisca) tienen
importantes retacciones bajomed ievales cristianas.

Tienen en común su emplazamiento en altura. en Jugares bien defendidos por la


topografía y con un amplio dominio visual del territorio que las rodea. En algunos casos,
ocupan lugares estratégicos en las comunicaciones. los ejemplos más claros son los de Estepa
y Cazalla.

Los castillos de Estepa y Morón de la Frontera se encuentran insertos en núcleos


urbanos, mientras que el resto se encuentran alejados ele los pueblos actuales. Este hecho
marca una di ferencia importante entre estos monumentos, puesto que mientras que en
Estepa y Morón se han producido diversas intervenciones de consolidación y restauración,
acompañadas de investigaciones arqueológicas; no ha sido el caso de los demás castillos en
los que la única excepción es el de Cote.

Nombre Fortificación Tipología Estado Conservación Cronología


Estepa Castillo y villa Rl , 8 3 XIV-XV
Cazalla (Puebla de Cazalla) Castillo y villa R3 XlV?
Cote (Montellano Castillo y villa R2 IX-XUI
Castillo de Luna (Pruna) Castillo y villa R2 XIV.XV
Morón de la Frontera Castillo y villa Rl IX-XV

39
MAGDALENA VALOR PI ECHOTTA

ESTEPA

El castillo y su entorno han siclo ohjeto de investigación arqueológicn en diversas


ocasiones\ sin embargo las diferentes excavaciones arqueológicas no han contribuido a dawr
con seguridad las fases mcdievale~ del edificio, afectando esta situación a las construcciones
las emergentes como las subyacentes. A estas publicaciones podemos aíiadi r otras que aportan
datos históricos y tipológicos que nos ayudan a entender el edificio4 •

El estudio ele esta fortificación es una tarea complicada, los factores que dan lugar
a esta situación son dos: La carencia de dataciones en las evidencias materiales medievales
aparecidas en el subsuelo y las drásticas refacciones bajomedievalcs. Lo que nosotros vemos
hoy, lo emergente es bajomedieva l cristiano, centrándose el ámbito cronológico entre los
siglos XIV y XVI. Por lo tanto. las fases ocupacionales anteriores sólo se pued.:n registrar en
el subsuclo,a travé.<; de excavaciones arqueológicas.

Emplazado en una eminencia en torno a los 580 m ele altura, sus murallas protegen
la cima. La fortificación de Estepa se compone de dos estructuras distintas, que son la muralla
de la villa y el castil lo. Su estado de conservación es variable:

La cerca de la villa, mucho menos reparada durante los sig los XlV y XV. podemos
definir su estado como RI , e~ decir, ruinas consolidadas.

El castillo, reparado en la Baja Edad Media e incluso durante el siglo XVI, lo


podemos definir como 83, por tanto, conserva las cubiertas o parte de las mismas
y es rcstaurablc.

El castillo

El castillo, se sitúa en el extremo occidenta l del promontorio llamado cerro de San


Cristóbal, tiene una planta casi triangular. adapt,fodose a la topografía del terreno y cuenta
con una torre de homenaje albarrana en el extremo occidental.

El material constructivo a l exterior es mixto y consiste en sillares en lns esquinas


engatillados con paramentos en tapial; al interio r los muros son de piedra caliza. labracln
prácticamente como sillarejo. Las nervaduras. ménsulas e imposta son de arenisca, y las
bóvedas de ladrillo.

El aparejo de lo~ lienzos de muralla que con formaban el castillo era originalmente
de tapial [Fig. 1). Este aparejo sólo se conservaba en el lienzo meridional, que precisamente
se hundió el año 1997. como consecuencia de las fuertes lluvias. Se trata de un tapial muy
fino. de piedra calil.,a machacada y con un material antrópieo muy escaso. aunque sí se ha
encontrado una moneda con la cruz. de Santiago, bajomedieval por tanto.

40
LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES DE LA SIERRA SUR Y LA SIERRA DE ESTEPA

Fig. 1: Foto antigua del caslillo de Estepa. l'or1/oliofo1ográjico de !Jspaiia. Provincia de Se villa. sir.

La torre ele home naje-albarrana, tiene 15 m de lacio y 26 m de a ltura. Es una


estructura maciza hasta la ultura del adarve con nna sola cámara. La c ubierta es de bóveda
ochavada sobre trompas aristadas, aunque los plemcntos de la bóveda están apoyados sobre
nervaduras y ménsulas góticas. La torre conserva cscarag üaitas e n cada una ele ]as esquinas
y las ménsulas de un balcón amatacanado sobre la puerta [Fig. 21.

Fig. 2: Torre del homenaje y recinto del alc.ízar. foto M. Valor. 1998

41
MAGDALENA VALOR PIECHOTTA

Una de las ménsulas de la c,ímara tiene representado el escudo del maestre Lorenzo
Suárez de Figueroa (alcalde de la fortaleza entre 1387 y 1409). Fecha en la que se data la
construcción de la torre.

A través de las Actas de Visitadores de la Orden ele Santiago que corresponden a


los años 1495, 1498, 1509 y 1511 entre otras cuestiones nos encontramos con la descripción
de las estructuras interm1s del castillo. Según ellas, el castillo tenía en el centro un patio en
torno a l que se articulaban una serie de edificios que en su mayoría disponían de dos plantas
y cubiertos con teja. La casa más noble era la del alcaide, pero además había en su intt:ríor
hornos de pan, una bodega, caballerizas y aljibes. De todos ellos el que mejor se conserva es
un aljibe a los píes de la torre de homenaje. sobre el nive l del suelo.

Todo el lo nos lleva a datar e l recinto triangular y la torre de homenaje en la etapa de


Suárez de Figueroa. por tanto, tines del siglo XIV o muy comienzos del XV.

La villa

Las defensas de la villa, tienen una planta ovalada que se adapta a la topografía del
monte. Se conservan doce torres y muy parcialmente a lgunos lienzos. aunque algunos de
ellos han sido reconstruidos en estos últimos años.

El material constructivo es la piedra caliza. mampostería pcrtectamcnte careada


cuyas llagas tienen lascas de caliza para lograr la horizontalidad LFíg. 3].

Fig. 3: Aparejo de la muralla de la vil la. Foto M. Va lor. 1998

42
LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES DE LA SIERRA SUR Y LA SIERRA DE ESTEPA

Las Actas de Visitadores a las que hemos hecho referencia, reflejan el estado de ruina
en el que se hallaban las murallas de la villa. Esto es así en 1470 y en 1498. fechas e n las que
la población ya había abandonado la villa para asentarse en el arrabal, por tanto extramuros
del recinto. Es significativo q ue las actas poste riores a estos años ni siquiera menc ionen las
murallas de la villa. Por tanto. en lo que se refiere a la cerca de mampostería que hoy vemos,
a falta de investigaciones de can\cter arqueológico, proponemos una cronología avanzada,
incluso posterior a la etapa santiaguista.

En el interior de la villa se encuentra la iglesia de Santa María, que parece tener su


origen en una mezquita. Hoy no queda ninguna evidencia de aqué lla , y lo que sí se conserva
son los pies de una iglesia gótica de la segunda mitad del XIII.

CAZALLA (PUEBLA DE CAZALLA) [FlG. 4]

Fortaleza sobre la que no se ha realizado investigación arqueo lógica alguna hasta


el día de hoy.

El castillo ele Cazalla está a unos 6,5 km a l sudeste del pueblo actual, llamado
Puebla de Cazalla. Se encue ntra sobre una em inencia de unos 300 m de altitud, dominando
un amplio territorio a su a lrededor. F lanqueado por el río Carbones y el arroyo del Infierno
conserva un perfil característico, en el que la parte rm\s a lta es ocupada por el castillo y la
ladera por la villa.

Fig. 4: Castillo de Cazalla desde el no11e. Foto M. Valor. 1998

43
MAGDALENA VALOR PIECHOTTA

El estado de conservación es R3, sólo subsisten restos del edificio aunq ue lo suficiente
para conocer su disposición. No ocurre así e n el caso de la villa, donde es el microrrelieve
y los maieriales arqueológicos de superficie los que nos delatan su existenc ia. La acción del
tiempo y la depredación de los materiales constructivos deben ser la razón de esta situación
de ruin:i ta n la mentable.

El castillo

Se encuentra en buena parte sepultado por la tierra y la vegetación espontánea, así


que apenas se reconoce su llaneo oeste, donde se conserva una torre -que podemos llamar de
homen~~jc- un lienzo y otra torre, ambos muy desmochados.

L:i torre [Fig. 5]. orientada a l este, está labrada sobre una plata forma escalonada
que sobresale ta mbién hacia el este. E" un cubo macizo hasta la a ltura del adarve y después
debió tener una cámara, cuya cubierta parece que era de bóveda de cañón. hecha de ladrillo.
E l material constructivo es el sillarejo perfectamente organizado e n hiladas y con si llares e n
las esquinas. A la altura ele la cámara hay un cambio en el material construclivo, las esquinas
son ele sillares, pero los lienzos son de tapial.

Fig. 5: Torre del homenaje del castillo de Cualla. Foto :vt. Valor. 1998

E n la esquina nordeste se conserva otra torre muy desn1oc:hada. de pla nta


cuadrang ular. sólo conserva a lg unos de los sillarejos que forraban su cara externa.

E l rc~to del recinto del castillo está completamente soterrado. aunque se puede
reconocer su fig ura.

44
LAS FORTI FICACIONES MEDIEVALES DE LA SIERRA SUR Y LA S IERRA DE ESTEPA

La villa

Subsiste a nivel V (Vestigios). Se reconoce una plataforma de planta cuudrangular


bien definida por el microrrelieve, pero In mayor parle del recorrido de la murnlla está
soterrado.

La fa lta ele investigación arqueológica en el caso del castillo de Cazalla hace que
única adscripción cronológica que por el momento podemo~ hacer es la torre de homenaje,
cuya cronología debe corresponder al 5iglo Xl V. El resto de las estructurns tendrán que ser
objeto de unn investigación arqueológico.

COTE (MONTELLANO) fFIG. 6]

A pe.sur de tratarse apn rcntemcnte de una fortificación modesta cue nta con una cierra
bibliografía que se refiere tanto a cuestiones histórica5, fi lológicas como castellológ.icas: que
muy brevemente pasamos a comentar:

El primer trabajo monográfico fue publicado por Francisco Collantes de Terán


Dclormc (1973), titulado " El cnstillo ele Cote"~. F.n él se recogen urw serie de
referenc ias históricas al yacimiento posteriores al 1240, y se describe de forma
muy ~omera e l asentamiento fortificado. F inalmente. se incorporan una serie ele
fotos que son ele gran valor por ser ya históricas.

Alguno~ años después Luis Mora-Figucroa (1985- 1986) vuelve a publicar un


trabajo monográfico sobre Cote denominado "El donjon tetrabsidal de Cotte
(Montellano-Sevilla)''''. Se trata de un trabajo más extenso, más exhaustivo. pero
centrado fundamental mente en la torre letrabsidal.

Fig. 6: Vista general del casi i llo de Cote desde el oc~lc. Poto M. Valor. 1996

45
MAGDALENA VALOR PIECHOTTA

Otro interesante trabajo de Manuel García Fernández abord:1 un aspecto histórico


de gran relevancia para el conocimiento de la situac ión del yacimiento durante la
Baja Ednd Media. que fue"La cana puebla del castillo de Cote" 7•

A partir del año 1997, el Área de H istoria Medieval de In Universidad de Sevilla


en colaboración con el Ayuntamiento de Montellano desarrolló un proyecto de investigación
denomi nado Patrimo nio C ultural y Paisaj e Medieval en la comarca de 1:-t Sierra Sur de Sevilla
vigente hasta el año 2001.

La investigación arqueológica desarrollad a durante estos años nos ha permitido


lograr una visión nueva sobre esta fortificación, lo que ha quedado reflejado en diversas
publicaciones aquí recogidas8 .

Esta investigación de carácter pluridisciplinar se ha realizado desde la perspectiva


histórica, con una revisión exhaustiva de las fuentes árabes y de lm, castellanas; de:ide la
perspectiva geo-arqueológica, estudiándose d medio físico y e~pccialrnente la vegetación
actual -a través de la col:iboracíón de hiólogos- y de la paleobotánicn clclcclada en anál isi~
de polen (palinología) y semillas (carpología) obtenidas en la excavación; y finalmente desde
la perspectiva arqueológica. desarrollándose la investigación a tres niveles: Prospección
arqueo lógica de la totalidad del monte y s u entorno inmediato. excavación a rqueológica en
el castillo y la villa y estudio de las estructuras arquitectón icas emergentes (Arqueología de
la Arquitecturn).

1) El recinto alto o castillo.

En el castillo hay que definir tres fases distintas, que son:

1) Hay una primera fase. que apenas se detecta en e l fl anco sur del castillo, el
aspeclo de esta fortale7.a era muy elemental. Se trata de un muro de 0,66 111 de
anchura que se adapta estrictamente a la topografía del terreno. cerra ndo la
parte más alta del mo nlc.
2) La segunda fase [Fig. 71. corresponde a l recinto que hoy vemos, sus paramentos
son de mamposte ría mediana ele roca caliza y de esquisto. L a datació n de esta
segunda fase teniendo en cuenta los materialci; arqueológicos apa recidoi; en
la excavación habría que datarla en el siglo X l.
En el interior de este recinto hay un aljibe parc ia lmente excavado en 1998. Es
de forma rectangular y está dividido e n dos naves consecutivas. El mate rial
constrnctivo es un mortero de cal revestido con cal hidráulica y con pintura de
ni magra (roja). la cubierta era abovedada y de ladrillo. Teniendo en c uenta los
materiales de la 7.Hnja de c imentación, hay que datarlo en e l siglo X I también
3) La tercera fase [Fig. 8J, cslá muy localizada y corresponde a la torre tetrabsidal,
a la puerta del recinto y al muro de contención del flanco norte. En todos los
casos la edilic ia es similar a la de la torre retrnbsidal, por ramo se trata de
p aramento de sillería y de sillarejo.

46
LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES DE LA SIERRA SUR Y LA S IERRA DE ESTEPA

Fig. 7: i\xonomctría tlc la seg unda fa~c del castillo de Cote. M. Valor 2001

;
1

f-ig. 8: Axonrnnctría de la ten.:cra fase del castillo de Cote. M. Valor 2001

2) La torre tetrahsidal o don.ion [Fig. 9]

El donjon (o torre residencial) se construyó en el cenlro del castillo. adosado a la


muralla septentr ional. Éste debía ser uno ele los puntos más irregulnres del recinto y el más
aho. de manera que para crear una superficie pinna fue nccesnrio construir una plntaforma.

La plataforma, de forma cuadrada y con los ángulos ochavados, presenta un aparejo


a base de ~illarcjos ele cnli1..a, que conser van muy parcialmente restos de aparejo falso,

47
MAGDALENA VALOR PIECHOTTA

Fig:. 9: Torre ele homenaje del castillo de Cote. Foto M. Valor. 2001

en forma de círculos y rectángulos. Se trata de una estructura maciza en la que sobre la


roca nacediza hay capas de grnesos mampuestos y de u1rn argamasa a base de tierra roja
muy compactnda y dura. Todas las caras externas de la plataforma, salvo la septentrional ,
están careadas. La torre apoya directamente sobre la plataforma, sin estar trabada con ella,
seguramente ésta debe ser la razón de la exagerada anchura de sus muros.

La torre es de estilo gótico, sus bóvedas de crucería, claves de bóveda, ménsulas,


pilastras y capiteles la fechan como obra del siglo XII!. Por tanto, forma parte de la arquitectura
que se construyó después de la conquista cristiana en el seno de la familia real castel lana.

3) La viJla [Fig. 10)

El poblamiento se concentra en la mitad este del monte. Aquí es abundante el


material rodado, de manera que la topografía medieval se aprecia con dificultad. Hemos
detectado huellas de aterrazamientos artificiales y la existencia de numerosos derrumbes de
estructuras arquitectónicas de mampostería y tejas.

La mura!Ja ele la villa o recinto bajo se encuentra en mal estado de conservación


y en muchos puntos está literalmente volcada. no obstante gracias al cambio topográfico se
detecta con seguridad su trazado. La muralla tiene unos 227, 30 m de perímetro, es de planta
irregular con tendencia ovalada, adaptada ala topografía del terreno. Tenía dos accesos: uno
en el extremo nordeste, el otro en el extremo oeste.

En cuanto a la cronología ele este recinto, es islámico. Los pocos fragmentos de


lienzos enhiestos muestran un aparejo similar al de la segunda fase del castillo, por tanto

48
LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES DE LA S IERRA SUR Y LA S IERRA DE ESTEPA

habría que datar la muralla de la vil la como taifa, aunque también hay algunas evidencias de
un aparejo similar a l más antig uo del castillo.

Fig. 10: Fragmento de mu ralla de la villa de Cote. Foto M. Valor. 2001

4) El barrio extramuros o arrabal.

Área objeto de prospección sistemática. L os restos d el pobla miento medieval se han


descubierto en las laderas meridional y orienta l del monte de Cote, en algún caso parten de la
cota de los 400 m. en la mayor pa rte del monte desde los 360 m de altura hacia abajo.

Las estructu ras arqu itectónicas se desarro llan en el sentido de las curvas de nivel,
son ele mampostería y st: t:ncucntran en un ni vel de ru ina absoluto. no conservándose má~ que
las primeras hiladas de piedra.

Los materialc~ arq ueológicos del arrabal son islámicos, predo mina con mucho
el siglo X II I. aunque ta mbi6n hay materiales de l XI. e incluso a lg unos ladrillos roma nos
(bipeclalcs).

No cabe duda de que la fortaleza de Cote es un caso especial e n la provincia de


Sevilla. Su temprano abandono como lugar de poblamiento y s u difícil acceso han perm itido
la conservación ele un castillo del sig lo XI, j unto con una cerca de la vi lla (siglos XI a XIII)
y, en la cúspide una to rre única en España -por s u for ma telrabsidal- que corresponde al
programa arquitectónico implantado por los conq uistadores cristianos. que llamamos estilo
Alfonsí (1240- 1284).

49
MAGDALENA VALOR PIECHOTTA

CASTILLO DEL HIERRO (PRUNA) (FIG. ll]

La forLificación de Pruna, popularmente llamnclo castillo del Hierro, es uno de esos


casos que permanecen en nuestra provincia pnkticamente inéditos. A I km al oeste del
pueblo, está situado en una elevación de unos 690 m de cota máxima. A pesar ele su altura.
sus enlaces ópticos con otros castil los se l imita al área meridional. concretamente a Olvera
y Vallehermoso.

Fig. 11 : Vista ge neral del castillo del Hierro (Pruna) desde el norte. foto Aylo.de Pruna. 2001

E l conjunto ~e compone de una torre rodeada de una camisa en el flanco suroeste y


un recinto más bajo que describe un óvalo en torno al naneo meridional del monte. que es el
único accesible. Su estado ele conservación es variable: en el caso de la torre y In camisa lo
podemos definir como R2 o ru ina progresiva, en el caso tk la mural la de la villa sería R3. es
deci r restos suficientes como para conocer la disposición que tuvo.

L ugar edificado en un punto ele muy difícil acceso y con una carencia de agua
evidente, su ex istencia tiene sentido en un periodo de inseguridad grave. En el análisi s de
las estructuras arquitectónicas detectamos diversas fases constructiva~ tanto nazaríes como
cr istiana:-..

La torre de homenaje [Fig. 12]

L a torre ocupa el punto m,1s elevado del extremo suroeste del monte. Sus
dimensiones son 11 ,60 x 9,40 m. El aparejo consiste en una mampostería de roca caJi;,.a ele
tamaño variable ( pequeño. mediano y grande) sin disposición predetermin ada, y con algunas
rnfas de ladrillo rojo. El acceso de esta torre se encontraba a la altura del suelo, en el flanco

50
LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES DE LA SIERRA SUR Y LA SIERRA DE ESTEPA

sudeste; la puerta - hoy muy rota- conserva un sill:tr de la jamba sur y una dovela del arco.
Los muros de la torre conservan este aparejo mixto de mamposter ía irregular y l adrillo hasta
una altura variable en torno a los 5 m; no obstante, algunos de los flancos se conservan restos
de enfoscado apreciándose su edilicia con d ificultad. La anchura de los muros es de 1,18 m.
Esta fase fundacional ele la torre es nazarí y que puede ser datada en el siglo X[V -reinado
de Muhammacl V-.

Fig. 12: Torre del homenaje del <;astillo del Hierro. Foto M . Valor. 2001

No mucho tiempo después, se produjo una reforma trascendental -ésta sólo se


detecta en el interior de la torre-, la puerta se cegó y la cámara inferior. forrada primero de
mampostería (que en el lacio sudeste alcanza los 1,10 m de espesor), de~pués de laclri I lo (30
x 15 x 6 cm) y con un enlucido fino pintado de almagra, quedó co11vertida en un aljibe. Esta
cisterna, cubierta con una bóveda de cañón apoyada en un arco fajón en el centro. ocupó todo
la altura de esta fase f undacional de la torre.

Sobre la torre convertida en aljibe. se construyó una segunda d mara. E l aparejo


constructivo es totalmente diferente. Se trata de mampuestos de tamaño mediano. ba~tante
regulares (casi sillarejos), perfectamente organizados en hiladas y que en algunos casos
conservan el llagueado cubierto con cal. Esta nueva cámara tiene la puerta orientada en el

51
MAGDALENA VALOR PIECHOTTA

llaneo suroeste). Tampoco este vano conserva SL1 forma original, lo único que prevalece es
In clave en forma de trapecio muy estrecho y parte del dovelaje muy deteriorado. que parece
ser de ladrillo. Es import ante destacar que la entrada a la torre se encontraba a partir de esta
reforma en la segunda planta. Los muros de esta cámara son visiblemente más estrechos que
los de la inferior: ésta está cubierta por una bóveda de cañón. apoyada sobre un arco fatjón en
el centro. En la esqu ina sur de la torre se observa uno~ atanores de cením ica. que conducían
el agua desde d terrado hasta la cisterna.

En cuanto a las técnicas constructivas es interesante observar lo~ revestimientos del


aljibe, a base de cal hidrául ica.. y la disposición de los mechinales para asegurar las cimbras
de la bóveda de cañón de la cámara superior. al mismo tiempo que las huellas en negativo de
las cañas que <.e u~aron para su construcción.

La camisa [Fig. 13]

L a camisa se adosa a la torre en la~ esquinas oeste y sur, tiene forma rectangular, con
las esquinas de cuarto de círculo al exterior y achaflanadas al interior, micntrns que el flanco
que gira hacia la esquina sur de la torre cuenta con una torrecilla de planta semicircular. N o
se conservad vano de l a puerta, tan s61o en el muro sur el hueco del alamucl. La mampostería
es diferente a la~ que hemos descrito en la torre. Es de tamaño muy irregular, dispuesta
en forma desordenada, con abundantes piedras pequeñas en las llagas y con restos de una
argamasa rica en cal.

Fig. 13: Can1i~n del castillo del Hierro. Foto M . Valor. 2001

l iste lipo de camisa con esquinas en cuarto de círculo tienen un paralelo en la


Campiña sevillana, en el casti llo ele las Aguzaclcrn~ -El Coronil-. Su construcción está
fechada a partir ele constituir scfiorío de los Ribera. lo que ocurri<J a partir ele 1419. Otros

52
LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES DE LA S IERRA SUR Y LA SIERRA DE ESTEPA

paralelos de esquinas en cuarto de círculo en la zona son las torres ele homenaje de Olvern y
de Zahara de la Sierra.

La villa [Fig. 141

El recinto de la villa conforma un óvalo que se adapta a la topografía ucl terreno.


El flanco norte y oeste conforma un tajo totalmente inaccesible, protegiendo la muralla las
laderas más suaves del monte. De esta cerca apenas quedan cuatro frag mentos de muralla,
tres de ellos en el lado suroeste formando parte de la puerta del recinto. El aparejo es de nuevo
la mampostería, organizada en hiladas y con restos de argamasa ele cal en el llagueado.

Fig. 14: Detalle del amurallamiento de la villa del castillo del Hierro. foto M. Valor. 2001

Inmediato a la puerta se conserva un a ljibe de hormigón de grandes dirnen~iones


(11,24 x 4.00 111) muy soterrauo por estar lleno de escombro. que debió estar cubierto por
bóveda ele medio cafüín. Muy por debajo de la cerca de la vi lla existen vestigios de algunas
defensas que debit:ron proteger el camino ele acceso. Obra de piedra que reforzada con
estructuras de madera y tierra harían mucho más difícil la ~ubida hacia la cúspide.

53
MAGDALENA VALOR PIECHOTTA

MORÓN DE LA FRONTERA

El caslillo de Morón de la Frontera se encuentra en un e~tado ele ruina consolidada


( R 1). En la actualidad conserva la práctica totalidad del flanco norte. y muy parcialmente los
flancos occidental y o rie nta l: del ámbito meridional no queda nada.

Desde el a ño 1987 hasta el afio 1991 se llevó a cabo una restau ració n arquitectónica
que de forma sistemática estuvo acompañada de una intervenc ión arqueológica. Gracias a
la intervención arqueológica conocemos la evolución del edificio desde su fundac ió n hasta
su abandono9• Por tanto, la excavación arqueológica ha permitido datar las estructuras
arquitectónicas y confi rma r la drástica reforma del edilicio durante el período bajomedieval.

El castillo que nosotros vemos hoy es cristiano. Sin embargo en este cerro hubo
una fort ificación andalusí, de la que se han detectado en e l subsuelo dos amurallam ientos
distintos; uno, emiral (siglos VIH-IX) y otro taifa (siglo X I).

La cerca ele Morón se adapta a la topografía del terreno, tiene una planta ovalada
que se desarrolla en la cota de los 285 m de altitud. De ella se conservan parcial mente doce
torres de la cerca más la torre de homenaje en el ccnlro. y doce cortinas.

A través del estudio exhaustivo de sus paramentos se deducen dos procesos


constructivos importantes que son los que caracterizan al editicio, además de 01ras obras
menores.

1) La etapa fundacional corresponde a la mayor parte de las estructuras. Se trata de


muros de mampostería de roca caliza. Los mampuestos son ele tamaño grande en
la base (hasta los 2 m) y decrecen a medida que ganan altura; eslán organizados en
hiladas y las llagas est:ín rellenas cou piedras más pequeiias. Tanto a lgunos lienzos,
como torres conservan restos de un llagueado relleno de cal que forma círculos
y cuadrados, superpueslos en hiladas a lternas. Las esquinas de las torres son de
sillnres de arenisca. que se traba n con una fina capa de argamasa muy rica en cal.

2) La segunda etapa constructiva se delecla inmediatamente. tanto por el material


constructivo. como por la morfología de los elementos. Sillares de ;iren isca ele
módulo casi idéntico forran la tor re de homenaje. surgen torres nuevas de p.l anta
circular (l.l I y 12), y se recrecen algunos lienzos y torres (ca~o de la Puerta del
Hierro -JO- y el lienzo 10- 11).

Ln torre del Homenaje es la estructura arquitectónica más sig nificativa de todo el


conjunto. En ella se diferencian con nitidez las dos fases constructivas ele las que venimos
hablando, que son:

La rase 1 corresponde con una torre de 13,5 x 12,6 m. con unos muros de 2.4 m de
grosor. Se conserva una sola cámara a la allura del pavimento, está cubierta con

54
LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES DE LA S IERRA SUR Y LA SIERRA DE ESTEPA

una bóveda ochavada apoyada sobre trompas aristadas y con hueco circular en la
clave. El lado oriental tenía una saetera, muy alargnda y alta, cuya función era la
de iluminar. El material constructivo es también la mampostería, organizada en
hiladas. Tocia la estructura está enfoscada en el interior con cemento después de la
restauración a la que hemos hecho referencia.

- La fase 11. erigida por el tercer conde ele Urucña entre 1528 y 1531. corresponde
a un forro perimetral de 4,4 111 de espesor, lo que transforma definitivamente las
dimensiones de la torre en 22,3 x 21 111. Los muros se prolongan hacia arriba.
creando una cámara más que hoy está muy desmo<.:hada y que como única
evidencia de su uso residencial <.:onser va la hud la de grandes vanos -hoy rotos-.
orientados hacia el oeste y hacia el norte y sur. También del siglo XVI es el foso
que une l a torre con el flnnco septentrional de la cerca.

Mientras que la primerii fase se data como iilcantarina ( 1279-1378 y 1387-1461):


la segunda corresponde al ambicioso proyecto de los señores de Osuna ( 1500-153 t)m_una
vez que el Jugar es vendido a los condes de Urueña. y desde fines del siglo XV. comienza su
transformación de castillo frontero en castillo residencia ele una familia nobi liaría. Desde este
momento se transforma la gran torre central en Jugar de residencia señorial, y poco después
se erige un verdadero palacio en el sector oeste del cerro. Palacio cuyas evidencias fueron
rescatadas en las excavaciones arqueológicas recientes y que hoy permanece soterrado.

CONCLUSIÓN GENERAL

La comarca de la Sierra Sur y la Sierra de Estepa rnenton con un patrimonio


castramental rico. pero hasta ahora muy poco investigado desde el punto ele vista
arquitectónico y arqueológico. No ocurre lo mismo dc~de el punto de vista histórico, desde
el que especialmente el periodo fronterizo (entre 1240 y 1492) ha sido trabajado y publicado
por diversos investigadores entre los que hay que mencionar a Manuel González Jiménez y a
Manuel García Fernández.

Las fases ele ocupación cristiana tienen una gran importancia para entender estos
edificios, no conservándose en muchos de ellos las evidencias de las estructuras andalusíes.

Es urgente investigar y poner en valor estos edificios que son un referente indiscutible
en el paisaje de la Sierra Sur y que esconden entre sus paredes muchos capítulo.', de la historia
de la comarca que hoy permanecen inéditos.

Sí existe el deseo de "poner en valor'' C!-.tos ed ificios y su entorno es absolutamen1e


necesario un primer paso, que es la ll\"VESTIGACJÓN CIENTÍFlC/\, para ello proponemos
la creación de un proyecto. que podemos denominar Territorio y poblamiento en la
comarca de la Sierra Sur de Sevilla en la Edad Media. Que consistiría en la creación ele

55
MAGDALENA VALOR PIECHOTTA

un equipo pluridisciplina r e n el que: geógrafos, historiadores, arqueólogos, historiadores


del arte, arquitectos, biólogos. antropólogos desarrollen :.us distintas 16cnicas y métodos de
trabajo aplicados al estudio de un área geográ fica determinada. de la que vamos a intentar
rcconstrui r s u paisaje agrario . su paisaje natural, el poblamiento. la~ vfos de comunicación
. las infraestructuras artc~anales. los recursos económicos (p.e. minería. cantería), etc. al
menos desde el siglo Id C hasta e l s iglo XV. Se trata del mismo territorio visto desde distintos
puntos de vista. lo que nos permitirá llegar a conocerlo. a l tiempo que poner en valor estas
comarcas prácticamente desconocida~ y olvidadas incluso e n su entorno inmediato.

NOTAS
1
M. Valor Picd1otta ... La~ fonilkacioncs mcdicvult:s en la provinci~ de Sevilla". Ca\tillo, de Espar'ia. 2002. nº 125.
pp. 27-34.
M. Valor Picchoua. Coordi,rnción de número especial de la revista Ca~tillos de Espaiiu ,obre " Fon ificncionc, de la
provincia de Sevilla" . Castillos de E,paña. 2002, 11• 125. pp. 3-69.
M. Valor Picchotta. " Las fonilicaciones de la Uaja E<la<l Media en la provincia de Sevilla'', Historia. ·1n,titllCioncs y
Documentos. 2004, n" 31. 687-700.
' Según la publbu;ión Mapa de C ultivo, y Aprovechamientos de la Provincia de Sevilla. Dirección General de la
Producción Agraria. 1984.
1
Cáecrcs M i~a. P.; Moreno Akmso. E. "Excavac ió n arqueológica de urgencia en el rc, i11to amurallado de C!stepll
(Sevilla)". A.A.A.!1998. 2001. 111 . 997-1013.
Ju:írez Manínez. J.M. "Exc:avacion~ de urgencia en el t·erro de Sm1 Cristóbal cEstcp.i. 1993). Cortes A. B. e--.
AAA/1993. 1997, 111. 754-765.
Juáre7. Martín. J.M. ·'Intervenc ión arqueológica en e l recinto <lcl anriguocememerio de E,tepa··. A.A.A./1995. 1999,
m. 539-545.
Juárez Martín. J.M. ·'Restauración y re habilirnción de la iglesia de Santa María de fatcpa. lntcrvencione, previas a
la im•estigación... A.A.AJ 1996. 200 1. 11, 664-674.
Juárez Manín. J . et alii. ~Intervención arqueológica en d recinto del cnstillo de Estt:pa... 1\.A.A./1997. 2001 . 111,
586-596.
.I.M . .luárcz tvlHrtín, "El cerro de San Cristóbal tic F,stepa. Cn modelo de lugar fo11ifica<lo··_ Fonificacioncs en el
entorno de l bajo Guadalquivir. Alcn lá de Guadaira.200 1, pp. 37-49.
J.A. Sierra Fcrmíndez. "Excavac i6n arqueológic11 de urgencia en la iglesia ele Santa María (Estepa. Sevilla)".
AAAfl985. 1987, 111. 309-3 10.
' J. Hemánde, Día,. et alii. Catálogo Arqueológico y Artístico de b provincia de Sevilla. Sevilla. 1955. IV. 85-98.
Valor Picchoua. M. "El castillo tle fatepa (Sc11illa) .. _Historia. ln,ti1uc 10 11cs y Documentos. ] 999. 26. 575-593.
' F. Collantc, de Tcní n Delormc ... El castil lo de Cote". fütudios de Arte Sevillano. Se,·1lla. 1973. pp. 52-69.
'' L. '.Vlorn-Figuerva. "El clonjon t~trabsiclal de Cotte (Momellanr>--Sevilla)"'. Estudio, de Historia y Arqueología
Med ievales. 1985- 1986. V-VI, pp. 391-422.
' Archivo Hi,palcn~. 1987, 2 14. 57-67.
' Mª Teresa llenares Guerra ·-1~1 l><>"-!Ue de Coie: una aproximación al paisaje antiguo y medieval ele Montella110
(Sevilla. España) Archeologia Medievale. 2001. XXVIII. 607-623. Magdalena Valor Picd1otta, M-' Teresa Henares
G uerra, ·'Ln fortaleza ele Cote ( Moruellano. Sevilla).. Castillos de l::,paiia. 2002. 125. pp. 53-62. M. Va l()r Pit?d1011a,
M.; l\l' José Sá11ebe1. Arenilla, Coord. L:n enclave e n la Banda Momea: Cote (Moutellano. Sevilla) y ,u entorno
Sevilla. 2003. M. Valor et alii. --1.a intervención arqueológica en e l ca,tillo de Cote (Montcllano. Sevilla)". ,\nuario
Arr¡ucológit:o de Andalucí;v· 1998.2001. 111, 67-79.
• Fem ándc.i: Rui,. R.: Vera Reina. M. "La arq ueología en la restamación del castillo de i'vlorón de la Frontera
\Sevilla)". A.A.A./1989. 1991. 111, 50:l-507.
Valde.cantos D~ma. R. "La torre de homenaje del castillo <le Morón de la Frontern (Sevi lla)". Boletín A,oeiación
F\pañola de Arqueología \foclicval. 1989. 3, 243-262.

56
LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES DE LA SIERRA SUR Y LA SIERRA DE ESTEPA

Vera Reina. M. ··Notas arqueológicas sobre el pahicio de lo, Girones en el ca\tillo de Morón de la Frontera (SeviUa).
r·. Estudios de Historia y Arqueología Mcdicv¡iles.. 1994. X. 309-336.
Vera Reina, M. ·':-..1orón durnn1e el Emirato.. Mm1ror. 1996. 1. 1-1 2.
Vera Reina. M, El castillo de Morón ele la Frontera. Sevilla. 2000.
Vera Reina. M. Mawrur. Moró n. Análisi~ arqueológico ele una ciud~d medievaL Morón de la Frontera. 2000. Vera
Reina, M. ·'Arqueología mcd1ernl en la comarca de J¡i Sierra Snr de Sevilla: el térrnino histórico ele Monín <le la
Frontera... Arqueología y Territorio Medieval. 2000. 7. 23-4'.I.
Vera Reina. M. ·Todo señor palacio quiere.... Las reforma~ de los condes ele Urefia en el eaqillo de Monín de la
Frontera". Castillos de Espaiia. 2002, 125, 63-69.
Vera Reina. M. et alii. "Ac111acioncs arc111cológicas en el castillo de Morón de la Prontcru (Sevilla).Campaña de
1988. Las técni<.:as COllSll'llCliva~··. A.A.A.il 988. 1990. 111. 41 1-
Vera Reina. M .; Femánde, Rui,:, R. ··La arttueología en l:1 restauración del castillo de \;lorón de la Frontera
(Sevilla)". AAA/1989. 1991.111, 503-507.
Vera Reina. M.: Fernánclc7. Ruiz, R. "Excav,1cioneo ,1rqucol<lg ica, en el casti llo de Morón ele la Fron1crn (Se vi lla).
Campafü1 l990". AAA/ 1990. 1992. Jll, 450-454.
Vera Reina. M. el alii. "La organización defensiva del alfoz de Morón durn1uc el siglo XV-'. Congreso. Fonilic:,cione~
en el entorno del bajo Guadalquivir. Alcahí de Guaclaim. 2002. 283-297.
' M. Vera Reina . ....Notas nrqueológica~ sobre el palacio ele los Girone~ en el castillo de Morón ele la Frontera
(Sevilla).!". Estudios de Hisloria y Arqueología Mcclicv,,les. 1994, X. pp.325.

57
LA SIERRA SUR DE SEVILLA
EN EL ANTIGUO RÉGIMEN

Juan José Iglesias Rodríguez


Universidad de Sevilla

INTRODUCCIÓN.

Además de las afinidades resu ltantes de compartir un mismo o simila r medio


geográfico. las características que, e n líneas generales, definen a una comarca son, con
palabras ele lsubel Vázquez, las siguientes:

Una comarca constituye una demarcación territorial en la que las actividades


económicas sirven de nexo de unión enrre sus habitantes.

Se encuentra vertebrada en torno a una ciudad, o sobre un núcleo de municipios


de simila res características económicas.

Forma una comunidad con una serie de característica~ distintivas propias (6tnicas,
históricas, culturales, etcétera).

Sus habita ntes suele n uti lizar los mismos canales para el flujo de cosas y
personas'.

Con estos requisitos. no cabe duda de que la Siem1 Sur constituye una comarca bien
definida. Denominamos así, ele manera convencional, a la comarca natural que comprende a la
serranía sub-bética de la provincia sevillana, .integrada por los siguie ntes municipios: Aguadulce,
Algámitas, Baclolatosa, Casariche, Coripe. El Coronil, Los Corrales. Estepa. Gilena, Herrera,
Lora de Estepa, Marinaleda, Martín de la Jara. Montellano, Morón de la Frontera. Pedrera,
Pruna. la Roda de Andalucía, El Saucejo. El Rubio y Villanueva de San Juan1 .

1
VÁZQUE7, BERMÚDEZ. Isabel: ··1.a conrn rc.i liznción municipal: un c ns<1yo en la provincia de Sev ill:i". /
Co11fireso de Ciencia Ref;ional de A11dalucío: A11dal1tcü1 eu el umbral del siglo XXI . Cádiz, 1998. pág. 526.
'Ibídem, pág. 528. Para Isabel V ázqucz resulra dudosa la inclusión ele pueblos como El Coronil o Hen-ern_P<'l'O lo,
considera integrados en la comarca por las espec iales v inculaciones económicas que 1m111ricnc con la zona.

59
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODR ÍGUEZ

Desde el punto de vista físico-geográfico. In Sierra Sur presenta una extensa llanurn.
de perfil ~uavemente a lomado. asociada a la depresión del Guadalquivir, que se rompe en
la línea Moró n de la F rontera-Estepa, ofreciendo al sur de ella una zona de Sierras. con
pendientes a veces muy fuertes, que se caracteri,an por presentar un relieve diferente al
resto ele la provincia. Entre las poblaciones de Pruna y Algámitas se encuentra la Sierra del
Tablón. que engloba los siguientes altos: el Terril ( 1129 m), techo de la provincia, y el Peñón
de Algá111i1as (l .100 m), separados por el Puerto del lamora110. y, adyacente a ambos, Las
Lehrona.1· (833 m).

En l::i Sierra Sur existen vestigios muy antiguos de asentamientos humanos. Los
restos más a ntiguos de la comarca se encuentran en Algámitas, donde hay gran cantidad
de asentamientos prehistóricos y numerosos restos arqueológicos de In eras paleolítica.
neolítica. calcolítica . fenicia, cella, romana, árabe, etcétera. De é poca ibérica y romana
datan la:, poblaciones más antiguas, como Gilena. Herrera, Morón o Pruna. La COlllarca tuvo
carácter fronterizo en la Edad Media. de lo que ha resultado su arquitectura militar, visible en
ca:-.tillos como los de Morón (antigua capital de un reino de taifa en el s ig lo X l ), E l Coronil,
Montellano. Pruna... Con la posterior conqui~ta cristiana, desde mediados del X III , y hasta
fines del X Y, se fijó la frontera entre lo~ castellanos y el re ino nazarí de Granada a lo lnrgo de
la Sicrrn Sur. motivo por el que la comarca estuvo escasamente poblada.

Este trabajo, por sus características, no pn.:tende. ni mucho menos, abarcar la totalidad
de los aspectos históricos co11ccrn ícntcs a la Sierra Sur durante el Antiguo Régimen. sino
que se limitará tan sólo a a lgunos de los más relevantes. En todo c,iso, por las limitaciones
de tiempo, me ceííiré a una expo~iei6n de tipo genernl, sin entrar a fondo ni con excesivo
detalle en la problemática planteada. Ésta se centrará de preferencia en aspectos relativos a
la ocupación histórica del territorio. al impacto del régimen seiiorial y a cuestiones de tipo
poblacional. económico y social.

EL PROCESO DE OCUPACIÓN DEL TERRITORIO


(HA.JA EDAD \1EDIA-C0:\11ENZOS DE LA EDAD \-lODERNA).

Las bases para la conformación de la realidad histórica ele la Sierra Sur durante el
Antiguo Régimen se pusieron durante el proceso de conquista cristiana y repoblación en la
Raja Edad Media. El proceso de ocupación del territorio. al 1m:nos por lo que respecta al
antiguo término de o~una. es bien conocido gracias, entre otros. a los estudios de Francisco
Le<lesma.1_ Así, sabemos que a la etapa de nacimiento de los gra neles municipios andaluces.
en tiempos de Fernando 111 el Santo y Alfonso X el Sabio, correspond ió la fijación de los
territorios ele influencia de Osuna y Estepa. que abarcaban una extensa área tanto en la zona
de la sierra como en la campiña. La condición fronteriza de estos territorios determinó que
permanecieran en una ~illlación de subpoblación, espccialmenw agudizada tras la sublevación

1
LEDESIVlA. Francí,co: "O,unu cmrc lo medieval y lo moderno: la ocup~ción del 1crri1orio" (en pren~a).

60
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REGIMEN

de los mudéjares andaluc:es en 1264 y la consecuente expulsión de la práctica total idacl de la


población musulmana. L os escasos habitantes que. tras el fracaso parcial de la repoblación
del siglo X III. permanecieron en la zona se conccntrabnn c;n torno a puntos fortificados,
mientras que en el resto del territorio se registrnba un enorme vacío demográfico, que lns
repoblaciones del siglo X I V no contribuyeron a paliar sino muy parcialmente. El hecho
fronterizo marcó profundumente la trayectoria histórica de l a comarca a lo lurgo de lo~ siglos
medievales.

Esta situació n comenz6 a variar en el siglo XV graci as a tres factores. El primero de


ellos fue la coyuntura de crecimiento poblacional que, tras las dificultades demográficas de
la anterior centuria. se registró en la región. L os impulsos de la vida se impusieron entonces
sobre l05 asedios ele l a muerte. El segundo consistió en el alejamiento de la frontera, tras la
conquista castellana de Antequcra (1410) y Archidona ( 1462). a las que se sumó, ya durante
la guerra de Granada, la ele Ronda (1485). La inmediatez de l:1 frontera había constituido
un factor de disuasió n para el asentamiento de población, ciado el constante pel i.gro de
incursione~ de los musulmanc~ granadinos, que habían generado un permanente clima de
inseguridad. El último de los factores ci tados fue la creación del estado señori al de los Téllcz
Girón. condes de Ureña y. andando el tiempo. duques de Osuna. Para incrementar las bases
de su dominio. los Tél lcz (jirón impulsnron la repoblación del territor io b¡tjo su jurisdicción,
sobre el que disponían de importantes derechos, como el ele percibir las dos terceras partes
del diezmo sobre la producción agraria y ganadera.

En la primera mitad del sig lo XVI, lo~ impulsos repobl adores cobraron mayor
fuerza. A los intereses de los señore~ j urisdiccionales por repoblar el territorio se unieron
también los efectos de la repoblac ión espontánea. Sin embargo. estas tendencias se vieron
frenadas por el choque de intereses entre ag ricullorcs y ganadero5. así como por los intentos
del cabildo u1~aoncnsc de controlar férreamentc el proceso. No hay que olvidm que la
Sierra era. ante todo, una zona ele desarrollo ganadero y que las roturaciones de terreno
para el plantío atent<1ban contra los inlcrc~es de lo~ propi etarios de ganado, acostumbrado~ a
disponer de amplias extensiones de pastos de !ns que se beneficiaban sin apenas restricciones.
A pesar ele estas tensiones contrapue~tas. el proceso de humanizació n de la Sierra continuó.
y en él hay que rastrear los orígenes de muchos de los actuales núcleos de población ele
la comarca. Así. por t:jcmplo, un documento de 1524. transcrito y estudiado por Francisco
Lcdesma, pone de manifiesto la existcnci,1 de rozas en la Lantejuela y en el Cortijo Rubio.
origen ele la actual población de El Rubio. donde por entonces se cortaban los chaparros del
monte para construir casas y J:ahúrclas. En 1531 y 1539. el ayuntamiento de Osuna repartía
tierras para rozar. favoreciendo que una parte ele los vecino5 de esta ciudad se asentaran en la
Sierra. Hacia 1543 se tienen incl icios de una colonización espontánea, así como de desmontes
ilegales. Este proceso espontáneo. no dirig ido. se prolongó a lo largo ele la segunda mitad del
siglo XVI, provocando li.1 aparición de un hábitat diseminado, con nrncho~ pequeiios núcleo~.
Según Franc isco LlX!esma, en el último cuarto del siglo la~ evidenc ias de qm; las nueva!s
pueblas se; estaban consolidando se multiplican. Ya a comienzos del XV II se promovió por
parte de las autoridades la concentr.-ición de aquellas pequeñas un idades de población en
núcleos más compactos, q ue poco a poco se van organiwn<lo y consolidando. A mediados

61
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

del siglo XVTI, una evaluación de la población de los lugares ele la Sierra pone de manifiesto
cómo a lgunos de aquello~ lugares alcanzaban ya un nivel de población aceptable. Así, por
ejemplo, Martín de la Jara, con 70 veci nos: Los Corrales, con 80; El Saucejo, con 60; o
Villanueva ele San Juan, también con 80 vecinos, es decir, una población total entre 250 y 350
habitante~, aproximadamente, en cada uno de ellos.

Un proceso simi lar a l registrado en el término de Osuna ocurrió en el ele Estepa,


donde tnmbién fueron surgiendo, a fines de la Edad Media y comienzos de la Moderna
diversos núcleos de población en el dilatado término de la villa, tales como Pedrera, Gilena,
Ylarina leda o La Roela, y también en e l de Morón. Así pues, en su mayor parte, el origen de los
pueblos de la Sierra Sur se encuentra en el proceso de repoblación verificado en los amplios
términos rurales de los tres grandes munic ipios constituidos en la zona tras su conquista a
los musulmanes en el sig lo XIII: Osuna, Morón y Estepa. D urante todo el Antiguo Régimen
estas nuevas poblaciones permanecieron vinculadas adminislrativa y políticamente a estos
grandes municipios. aunque con una cada vez mayor conciencia de identidad local que les
condujo a alcanzar su plena autonomía munic ipal a mediados del siglo XIX.

EL PESO DEL RÉGIMEN SEÑORIAL.

Desde muy pronto, la Sierra Sur quedó sometida, junto a los munic1p1os que
actuaban como cabeceras de comarca, al régimen señorial. La revuelta mudéjar ele 1264-
1266 determinó a la monarquía castellana a refor.::ar la militari.tación de la fronLera con e l
reino ele Granada. De esta forma , las Órdenes M ilitares recibieron importantes señoríos en la
zona: Osuna fue entregada a la Orden de Calatrava en 1264, Estepa a la de Santiago e n 1267
y Morón y Cote a la de Aldniara en J 277, año en que la Orden ele Calatrava recibió también
la Puebla de Cazalla 4 •

El paso de Osuna y su territorio a señorío laico se produjo e.n 1464. Dicho año, el
maestre de Calatrava, Pedro Girón, logró la jurisdicción ele Osu na y Puebla de Cazalla por
donación real, prevaliéndose de la ascendencia de su hermano, el marqués tic Vi llena, sobre
el rey Enrique IV. Éste constituyó un hito esencial en el proceso de formación del estado
de Osuna, que quedó desde entonces vinculado al linaje de los Téllez Girón. Por su parte.
también Estepa y tocios los lugures de su término pasaron a señorío jur isdiccional laico, pero
en un momento posterior y en otro contexto hislórico diferente. Me refiero a l proceso ele
venia de señorío~ de las Órdenes Militares inic iado por Carlos V y proseguido por Felipe
11, dentro del cual Adán Centurión. poderoso banquero de o rigen genovés que ejercía como
asentista de aquel monarca, adquirió en 1559 el señorío de Estepa y de las villas y lugares
que habían ido surgiendo en su término. En tola 1, más de 600 kmi ele territorio, por los que

' GONZ/\LEZ .IIMÉNEZ, ManL1cl: F:11 wmo a los oríg,·11,·s de A11da/11cfll· lu r,•poblaciñ11 dl'I ., iglo X/11. Sevilla.
1980, pág. 1'.l5.

62
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REGIMEN

Centurión pagó a la hacienda real una cantidad superior a los 200 millones de maravedís. El
nuevo señor jurisd iccional obtuvo ta mbién el título de marqués de Estepa.

La adquisición de señoríos implicó importantes prerrogativas para sus titulares.


El señorío significaba, antes que nada, potestad jurisdiccional. La base juríd ica del
régimen señorial no era la propiedad de la tierra, sino la jurisdicción sobre lo~ vasallos. La
aristocracia andaluza constituyó, sin lugar a dudas, una oligarquía terrateniente, pero ello
no es consecuencia d irecta de la titul.aridad de señoríos, !>ino de procesos de adquisición
mediante compra o usurpación desarrollados a lo largo del tiempo, combinados con otros
de acumulación mediante alianzas matrimoniales y concentración de mayorazgos. Fueron
estos proce~os, complejos y prolongados en el tiempo. los que permitieron, por ejemplo, que
en el siglo XVTTI el duque de Osuna poseyera cerca de 50.000 hectáreas de tierra. Pero, en
principio. la concesión de un señorío por parte de la Corona a un señor. laico o eclesiástico,
sólo implicaba una delegación de poder que conllevaba ciertos derechos jurisdiccionales,
pero no la propiedad efectiva de la tierra. como tampoco la i ndepcndencia respecto a la
autoridad superior del rey.

Como han puesto de manifiesto diversos autores, el poder señorial, en este sentido,
fue uu poder delegado y no un poder desgajado, por lo que su ex iscencia no contradice ni
condiciona gravemente la exil>tencia del Estado moderno. O tra cosa bien distinta es que el
alcance y la puj anza del poder señorial aco nsejara que la monarquía buscara canales de
entendimiento con la aristocracia, que no sólo no disputó seriamente a la Corona el poder
durante en la Edad Moderna. sino que estaba plenamente integrada en un bloque de intereses
monárquico-señoriales que constituye el elemento clave de la realidad del poder du rante el
Antiguo Régimen.

Dicho esto, en las bases efectivas del poder señorial andaluz a comienzos de la
Edad Moderna podemos reconocer varios elcmcncos y mecanismos de func ionamiento
fundamentales. La potestad jurisdiccional, en primer lugur, otorgaba a los señores la capacidad
de proveer los cargos del gobierno local. o de influ ir decisivamente en su desig nación. lo que
les permicía un control más o menos directo del poder en sus señoríos a través de eficaces
redes clientelares. Esta cuestión, aún no esllldiada a fondo, resulta esencial para entender
las claves del poder señorial e n una esfera de actuación política ele pri mer orden durante el
Antiguo Régimen, como es el ümbito municipal. Como consecuencia del patronazgo señorial
se desarrollaron oligarquías locales de poder cuyos trampolines de promoción pol ítica y
social derivaron de su colaboració n con los señores. los cuales, a su vez. se sirvieron de estos
grupos de presión y control para garantizarse la efectividad de su domi nio. Un buen ejemplo
de ello lo constituyen las grandes fam ilias que a través de los mecanismos de colaboración
y recompensa dominaro n el poder local en Osuna en In Edad Moderna. como los Cepeda.
Cueto, Ovicdo, Tamayo, Yaldcrrama y Osorio.

Junto al poder polít.ico, la detentación de la jurisdicción ~eñorial deparó a la


aristocracia andaluza enormes posibilidades de enriquecimiento a través de la percepción de
variados y cuantiosos ingresos y rentas señoriales. &tas eran de diverso tipo y procedencia.

63
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

Las que derivaban de la propiedad de la tierra . sin ser despreciables, no ernn necesariamente
ni las únicas ni las más importantes. A los arrendamientos de las tierras tenidas en propiedad.
los señores ai'íadían los de otros inmuebles. tales como casas, mol inos. hornos o mesones,
integrados también e n el patrimonio de sus estados.

Además del producto del arrendamie ntos de bienes rafees y monopolios. las
haciendas señoriales se beneficiaban de la percepción de un conjunto amplio de rentas
jurisdiccionales. E s de notar el hecho de que. en su mayor parte y cuantía, éstas procedían
no tanto de derechos señoriales propiamente dichos. como de la privatización de derechos
reales cedidos o usurpados por los nobles. principulmente alcabnlas. almojarifazgos y, en
ocasiones. tam bién tercias reales, o. incluso, de la apropiación de rentas eclesiásticas como el
diezmo. Todo ello configuraba un amplio abanico de rentas administradas por las hac iendas
señoriales y que deparaban a éstas cuantioso~ ingresos5 .

En el caso que estudiamos. el régimen señorial a fectó a la totalidad de la comarca


de la Sierra Sur. El marquesado de E stepa englobaba a esta villa y los lugares de Lora de
Estepa, Aguaclulce, Badolatosa. Casariche, Gik~na, He rrera, Marinnleda. Ped rera y La Rodn.
además de Alamedn y Miragenil. Por su parte . al ducado de Osuna pertenecían Moró n.
Montellano, El Saucejo. Los Corrales, Martín de la Jara, El Rubio. Villanueva de San Juan y
Lantejuela, además de los lugares de Mezquit illas. Navarredonda y Mnjadahonda. Fuera ele!
marquesado de Estepa y del d ucado de Os una sólo quedaban los municipios de El Coronil y
Pruna (con Algámitm,), nmbos tambié n sometidos a la jurisdicción señoria l: e l primero era
del duque de Mcclinacel i y Alcalá; el segundo . del duque de Arcos. Coripe pertenecía por
entonces a Morón, y ern por tanto del duque ele Osuna.

En los lugares de su señorío. el marqués de Estepa gozaba de los siguientes


derechos:

La j urisdicción real ordinaria . con todos los empleos de gobernación y j ustic ia,
aderm'is de lns escribanías de cabildo. rentas y numerarias y el derecho de penas
de cámara. Las escribanías públicas eran arrendadas por el marqués. Las siete ele
Estepa le rentaban más del 3.000 reales al año en el sig lo XV IIr, a los que hay que
añadir más ele 400 por el arrenda miento ele la escribanía de alcabalas, 550 por la
de millones y rentas provinciales y cerca de 800 por la escribanía de cabi ldo.

El dicLm0. Constituía una de las principales fuentes ele ingreso de las arcas
señoriales, alcanzando s u recaudación un valor anual s uperior a los 400.000 n.:nlcs
anuales a mediados del siglo X\l llJ. El derecho a percibir los diezmos de Estepa
y lugares de su término lo adquirió Adán Centurión a l comprar la j urisdicción de
esta villa en 1559.

' IGLESIAS RODRÍGUEZ. Juan José: Mo11arq111't1 y 11obll'U1 sdiorial en A11dal11du. E1111diu; sobre el seiiorío de El
l ' 1,er10 (siglos XIII-XVIII J. Se, illa. 2003. págs. 24-27.

64
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REGIMEN

Las alcabalas, tanto de la villa de Estepa como las de Pedrera y las aldeas de
la jurisdicción. Este derecho fue adquirido por el marqués de Estepa en 1561 a
Felipe 11, por una cantidad ele más de 57 millones de maravedís. A mediados del
siglo XVIIJ, el valor a11ual de las alcabalas en el marquesado de Estepa supernba
los 83.000 reales, de los cuales más del cincuenta por ciento correspondían a la
propia villa y el resto a los demás pueblos de la jurisdicción.

La correduría y el almotacenazgo. Ambos oficios los obtuvo el marqués ele Estepa


por compra hecha a l rey Felipe 111 en l617, pngan<lo por ellos 476.000 maravedís
de vellón. El valor conjunto de su arrendamiento se calculó a mediados del siglo
XIII en algo más ele 20.000 reales de vellón.

Fi nalmente hay que indicar que el marqués disponía del privilegio de cerramiento
de las dehesas de Gilena y el cortijo del Rincón, a lo que agregó, al parecer por la
vía de los hechos y sin justo título para ello, otras porciones de tie1Ta tanto en Estepa
como en los pueblos de su jurisdicción que también acotó en beneficio ele su Casa.

El valoreconómico del conjunto de rentas y derechos (sin contar las rentas procedentes
de la tierra) era muy elevado: más de medio millón de reales anuales por lo que respecta al
diezmo, la alcabala, la correduría y el almotacenazgo, ele los cuales aproximadamente una
tercera parte se recaudaba en Estepa y las dos terceras partes restantes en el resto de lo~
pueblos del marquesado\

Por su parte, el señorío de los Téllez Girón sobre Osuna y los lugares de su térm ino
conllevaba para los señores los siguientes derechos:

La jurisdicción. que los duques ejercían a través de un alcalde mayor, el cual


nombraba y confi rmaba a los alcaldes y reg idores. La jurisdicción también
implicaba el nombramiento de 12 escribanos ele número, 14 procuradores y e l
oficio de Padre General de Menores, todos los cuales el señor proveía de gracia.

Las dos terceras parles del diezmo. Los productos sobre los que se cobraba esta
participación en la renta decimal y su monto en dinero. según la estimación hecha
a mediados del siglo XVI 11 para el Catastro de Ensenada, se contienen en el
siguiente cuadro:

' El 11wrque,\11tlo de Es1e¡,a, 1751. SeglÍ11 lm Res1mesws Generales ti<·/ Ca/a.11ro de F11.,fl1ada. lntroducdón ck
Joaquín Oe1mio Prieto Márqucz. Madrill. 19%.

65
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

DIEZMOS PERCIBIDOS POR EL DUQUE DE OSUNA EN LA VILLA


Y LUGARES DE SU TÉRMINO A MEDIADOS DEL SIGLO XVIII
Productos Recaudación anual %
Corderos, queso y lana 28.864 9,5
Cabritos, queso y leche 2. 140 0 ,7
Potro~ y becerros 4.022 1,3
Uva y mosto 2.160 0,7
Lechones l.953 0,6
Trigo 138.894 45,8
Cebada 87.880 29,0
Semillas 5.576 1,8
Aceite 29.120 9,6
TOTAL 303.521 100

Datos: reales de vellón.


Nota: Estos tliezmos eran admini~trado~ en fieldad, exce pto los de potro~ y becerros. uva, mosto y
lechones. que se arrendaban.
FUENTE: Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. E laboración propia.

El portazgo. Este derecho consistía en el cobro de medio real en cada arroba de


lana que se sacaba de la villa y en cuatro maravedís por cabeza en los bagajes y
ganado ele pezuña hendida que pasaban en tránsito los forasteros. Rendía 1795
reales al año según estimación para el Catastro.

La veintena. Consistía en tres cuartos ele real impuestos sobre cada arroba de
aceite vendido a forasteros, más medio real en cada arroba de lana y un maravedí
en la de esparto. alcaparra o a lcaparrón. Producía 6.628 reales anuales.

El cerramiento de las dehesas de la Dueña y Consuegra. Producía 2.985 reales


anuales.

La media y correduría. Consistía en el derecho de seis maravedís por cada fanega


ele trigo y cebada o arroba de aceite. ocho maravedís por fanega de semilla y 0,5
% de todos los géneros y ganado que entraba n a venderse en el término. Rend ía
22.000 reales anuales.

Tocios los derechos citados derivaban de la concesión del señorío hecha por e l rey
en el siglo XV, excepto la media y correduría. que procedían de la adquisición realizada por
los duqm:s a la Corona ya en el siglo XVlTI, por monto ele 352.000 reales. El conjunto de lns

66
LA SIERRA SUR A FINA LES DEL ANTIGUO REG IMEN

rentas citadas, con ex.clusión de las derivadas de las propiedades agrarias del duque, que eran
muy numerosas. ascendía a más de 336.000 reales en 175 17.

Por otra parte, los duques de Osuna percibían la tercera parte de los diezmos. la
renta mayor de la veintena y el portazgo y las penas de cámara de Morón, vi lla en la que
los duques ejercían la jurisdicción señorial por medio de un corregidor, que nombraba y
confirmaba a a lcaldes y regidores. Lo~ derechos señoriales ele Morón repo rtaba n a la Casa de
Osuna a mediados del siglo XVIII más de 116.000 reales anuales.

Corno queda dicho, la mayor parte de la Sierra Sur estaba bajo el señorío de los
duques de Osuna y los marqueses de Estepa. Como únicas excepciones aparecen E l Coronil
(ducado de Medinacel i) y Pruna (ducado de Arcos).

Los duques ele Medinaceli y Alcalá disponían ele los siguientes derechos en el
primero de estos lugares:

La jurisdicción de la villa. que llevaba aparejada la provisión de la escribanía de


cabildo, que les rentaba 600 reales de vellón anuales.

Los derechos ele correduría. almojarifazgo. veintena, media y portazgo. que


producía n 5.000 reales al año.

La renta de la montaracía, que producía 65 reales anuales.

El permiso y fábrica ele j abón. Este derecho pertenecía a la Ca~n de Alcalá por
real donación en todo el Re ino de Sevilla y rentaba en El Coron il 450 reales de
vellón.

En Pruna, los duques de Arcos poseían:

Los empleos de alcalde mayo r, alcaldes ord innrios, regidores, alguacil mayor.
alcalde de la Hermandad y demás oficios de gobierno y justicia, así como la
escribanía pública y cid cabildo. Estos nombramientos no producían utilidad
económica alguna.

El derecho de penas ele cámara. que rendía 5 15 reales y 6 mrs. de vellón al año.

Los derechos de veintena, que produefan 368 reales y medios anuales.

Un mesón, que producía una utilidad de 398 reales de vellón.

'Arch ivo Genernl de Sim,mcns. Direcció11 General de Renlas. Rc,pue~las Generales ele Osuna. fols. 8J6v-838,

67
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

En esta villa, el duque de Mcdínaccli cobraba las tercias rcnles. También le pertenecía
e l permiso y estanco de la fábrica de jabón.

LAS DESCRIPCIONES DEL TERRITORIO.

La más antig un descripción del territorio de la Sierra Sur realizada durante la Edad
Moderna es la contenida en el Itinerario de l lcrnnndo Colón' . E n términos a decir verdad algo
imprecisos, así describía la zona hacia 15 17 e l hijo del descubridor de A mérica en diversos
pasajes de su obra:

"... vna le¡:110 y media pasada pasa11 v11 rio dicho guadal horra por vado que corre
a la mano derecha y/asta osuna ay once leguas de Tierra doblado y de campiiia y
algunos 1110111es baxos cerros grandes y a cinco leguas pasadas pasan vn rio dicho
el río de las yeguas por vado que corre a la mano derecha y a la mano e/izquierda
queda antequera a media legua del c11111i110 y estepa a la mano derecha a legua y
inedia del camino y jásta almoxia ay nw1ro leguas de syerms y valles y montes de
encinares lierras d e labranra ... ''.

" ... (desde A111eq11era)fasta estepa ay sict<' leguas de tierra llana y por entre syerras
y a media legua primera pasan a w,
rio dicho guadalho1re por vado de que corre a
la mano dizquierda y a las cinco leguas se pasa otro rio dicho el rio de las ye¡:uas
por vado que corre u la mano deredw ... ".

"Partí de wrtequera para osuna que ay once let;11as de tierras lla nas las ci11co
leguas primeras y syerras redondas por algunas p artes y 111or11es de lanti,1·ct1re.1· y
las otras cuatro d<' cerros syerras haxas y montes de la11ti.1·cares y coxco.rares y por
la mano derecha queda siempre vna s ierra a media legua y vn quarto y a las cinco
leguas primeras S<' pasa un riatuelo dicho el rio de las yeguas y todo este camino
,1s por a/gwws panes tierras de labraru;as v caseríos de cortijos... ".

"Osuna y júslo estepa ay tres leguas de tierra d e cerros y doblada y montes baxo.~
ele lanriscares y chaparrale.1· y la postrl!ra lC'gua es de v1w !adera de rna syerra que
queda por la mano derecha y a 111edio camino pasan v11 riat11elo dicho guadaduce
(Aguadulce) pur vado y rorre a la 11w110 de izquierda fasta Archic/01111 ay once
leguas de cerro:, y algunas syerras y montes baxos de lallfiscares y coxcaxares y
(.. .) atochar<'.\ y tierras de /abrw1ra y por todas parres ay caseríos de con(ios y a
cinco !eiuas se pasa vn rio dic/zo de /a:, yeguas... ''.

• COI .ÓN. Hernando: Ot•~cnpció11 J ,·osmografía dt• /:,'.,¡1t111fl. Sevilla, 1988 (cd. facsímil), lomo 111. p,íg,. 48-51.

68
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REGIMEN

Las Relaciones geográficas de Tomás L6pez, que datan de la segunda mitad del siglo
XVJll y fueron redactadas por los p:írrocos, incluyen sólo a lgunos pueblos de la comarca,
sobre los que aportan descripciones de interés:

El Coronil.- El térm ino es descrito como llano, sin sierra alg una. a excepción de un
solo monte. llamado el Palancar, bien poblndo de lentiscos, acebuches y algunos chaparros
y coscqjas. Este monte, utilizado como dehesa de yeguas. presentaba abundancia de caza
menor, pero también de wrros y lobos. La población no estaba situada junto a ningún río,
arroyo o laguna, pero por el término atravesaba el arroyo Salado, que nacía en tierras de
Morón para morir en la marisma del Guadalquivir, en términos de Lebrija. También tocaba
el término de E l Coronil e l río Guadalete9 •

Manín. de la Jara .- Las Relaciones de Tomás López la describen corno una puebla a
orillas de un arroyo, llamado Aguadulce (hoy Río Blanco) y junto a una laguna. Dicho arroyo
pasaba también por el lugar de Aguadulce, donde existía un puente de piedra calificado como
"magnífico". La laguna producía sal en abundancia. hasta 500.000 fanegas anuales. En el
término existían varias sierras contiguas a la sierra de Yeguas. Había asimismo una dehesa,
llamada de Almarguilla. poblada ele rorneros y jaras10 •

M oró11 de la Fronreru.- El término de Mo rón incluía las poblaciones <le Montellano


y Puerto Serrano. Abundante en tierras de pan y olivares. el territorio disponía también
de canteras de jaspe y pied ra. ndernás de una mina de p lata. En la falda de la sierra de
Montegil se localiLaban d iverso~ nacimiento~ de nguas medici nales (Pozo Amargo. Cerro
Gordo, el Alcornoquillo). En los arroyos del término se locali zaban hasta 53 salinas, la más
importante de las cuales era la llamada del Concejo, que manten ía una fábrica de .sal. Rn el
término, muy montuoso. se situaba el nacimiento del río Guadaira, y por é l pasaban tmnbién
el Guadalporcún, anuente del Guadaletc. y el propio río Guadalete11 •

Pruna.- El término incluía también la Puebla de Algámitas, situada en la falda de


la sierra de Algám itas o El Te n·i l. Pruna es descrita en las Relaciones de Tomás López como
una villa bastante escasa de aguas: tan s61o a lgunos pequeños nacimientos. ele los que se
abastecía el pueblo, y algunos a rroyuelos procedentes ele los cerros que la rodeaban. tales
como el del Pilar: el Salado, que corría hacia el Guadalctc, o e l Guadamanil. A dos leguas
de la villa pasaba también el río Corboncs, que nacía en el sitio de la Atalaya para fluir hacia
Puebla de Cazalla y desembocar en el Guadalquivir. Pruna se hallaba rodeada de diversos
montes. como el Tcrri L í-'uenprieta, Fucn fría, el puerto ele la Ventana, el peñón de la Viudita o
la Sierra de la Harina. Los montes del pueblo presemaban abundancia de encinarc~. quejigos
y alcornocales. en los que montaneaba un abundante ganado de cerda. En los montes se

• LÓPEZ. Tomás: Diccionario geográfico de l\11d11/11cía. Sevilla. Ecl . .: i111ro<I . de Cristina s~_~uni Graíño. Grnm1cl;i,
1989, p(t~s. 59•62.
'" lbide111, págs. 115- 11h.
11 /bidem, p(igs. 121- 124.

69
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRIGUEZ

formaban también densos bosques parcialmente destruidos por las rot uracio nes, pero todavía
abundantes de caza menor y algunos lobos y zorros. El término contaba con canteras de yeso,
mármol y alabastro' 2•

El Saucejo.- Englobaba las aldeas a nejas de Navarredonda, La Mezquitilla y


Majadahonda. Estaba circundado de montes y arboledas de c haparrales. Abundaba la bellota
para montanera de cerdos. A media legua del pueblo hacia el Sur había una fuente salina en
la que existió fábrica de sal. También en el término estaba la hacienda de San Pedro, que
comprendía dehesa de chaparra l, olivares y sembradura13 •

Las descripciones más completas de los pueblos y sus términos se encuentran en el


Diccionario Geográfico de Madoz1", publicado ya a finales del período del que se ocupa eslc
estudio, entre 1845 y 1850. Tomemos como ejemplo de estas descripciones la n:alizada para
el pueblo de El Rubio o Puebla del Rubio es descrito como un lugar con ayuntamiento (en la
época liberal vio reconocida su independencia munic ipal respecto a Osuna). perteneciente a
la provincia, diócesis, audiencia territorial y capitanía general de Sevilla . ciudad ele la que
distaba 16 leguas, y al partido judicial ele Osuna, de la que lo separaban 3 leguas. Situado
al Este de la cabecera del partido, disfrutaba de dima sano, con predominio de los vientos
del Sur. Las e nfermedades 1mís comunes eran las calenturas gástricas. Tenía 320 casas, una
parte cubiertas de teja y las tres restantes de ramas, calles informes aunq ue anchas, do!>
plazi'ls, varios pozos ele agua pnrn el abastecimiento de la población y una escuela para cada
sexo. La ig lesia parroquial. bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, resultaba
demasiado reducida para el vecindario, siendo el curato de e ntrada y patronato del duque de
Osuna. El cementerio se ubicaba al Norte del pueblo. El término confinaba al Norte con el de
Marinaleda. al Este con el de Estepa y a l Sur y Oeste con e l de Osuna y estaba recorrido por
el arroyo de Ag unctulce. El terreno e ra descrito como de buena calidad, ele secano y con algún
mo nte de encina, arbustos y matas bajas. Los caminos era sólo locales. ele herradura, y la
correspondencia se recibía de Osuna a través de valijero dos veces en semana. La producción
consistía en trigo y cebada. que e ran las especies má.s abundantes, aceituna, habas y garbanzos.
Había ganado de todas clases, predominando el mular y asnal. La población vivía en su
práctica totalidad ele la ag ricultura. Ex istía un molino y una prensa ele aceite, así como tres
fábricas de yeso. La población oficial ascendía a 219 vecinos cabezas ele fa milia y a un total
ele 9 18 habitantes, pero la rea l llegaba a 330 vecinos y 1500 habitantcs1\

' 1 Ibídem. pág,. 134- 139.


" Ibídem, pág,. 146- 147.
"MAOOZ, Pascual: l)iccio11ario '{eográfico-e.,tadl.\·tico-histórim de E.11,a,ia y sus po.1·esio11es de Ultramar. Madrid,
1845-1850. 16 vols.
" Ibídem. tumo 13. pág. 587.

70
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REGIMEN

LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN.

Conocer no ya con exac titud. sino tan siquiera aproximadamente, la evolución de


la población de la S ie rra S ur durante el Antig uo Régimen reviste numerosas dificultades.
Antes de mediados de l sig lo XVIJJ , los datos d isponibles son escasos y fragmentarios.
Para fi nes del siglo XVI disponemos de unas re laciones de vecindario dadas por los
obispos de la Corona ele Castilla, por las que sabemos que El Coronil tenía 365 vecinos
y 1.455 habitantes; Osuna, 3.965 vecinos y 14.679 habitantes. y Pruna, 82 veci nos y 458
habitantes"'. El índice de reconversión vecinos/habitantes oscilaba, por tanto. e ntre el 3,7
de Osunn y el 5,6 de Pruna. Alg unos datos más ofrece el censo de población de la Coro na
de Castilla de 1591 17 :

Vecinos
P runa, Algámitas y Xaral 120
Coronil 266
Morón 2.086
Osuna 2.460
Estepa, La Roela, Sierra de las Yeguas y sus cortijos 2.420
Pedre ra 495

Se trata, en todo caso, de datos parciales que, de un lado, no nos permiten distinguir
la población de la mayoría ele los pueblos respecto a la de los g randes municipios en los
que estaban englobados y, de otra, tampoco nos fac ilitan una visió n general de la población
de la comarca. Los mismos o parecidos problemas vamos a encontrar a fi nes del Antiguo
Régimen. aunque en este caso el Catastro ele E nsenada, las re lacio nes geográficas de
Tomás López y e l Diccionario geográ fico de Madoz nos van a aportar una mayor cantidad
y caliclacl de datos.

1
• Censo de población de las provi11c'Í(1s y parlidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI. Por Tomá, López.
Madrid, Imprenta Real. 1829. págs. 134-3'..18.
" fbille111. p,íg. 84.

71
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

POBLACIÓN DE LA SIERRA A FINES DEL ANTIGUO RÉGIMEN


Población Catastro* Tomás López Macloz Diferencia**
Aguadulce 42 212 504
A lgámitas 100 120 120 120
Badolatosa 231 503 218
Casariche 200 505 252
Coripe 183
E l Coronil 409 689 902 220
Los Corrales -*** 399
Estepa 1753 1752 100
Gilena 283 403 142
Herrera 265 469 177
Lora de Estepa 69 l39 201
Marinalcda 80 239 298
Ma rtín de la Jara -*** 140 246
Montellano 300 550 1.201 400
Morón 2.680 4.000 2.433 91
Osuna 4.000 4.000 4.733 118
Pedrera 207 300 145
Pruna 325 490 782 240
La Roda 246 223 91
El Rubio *-** 330
El Saucejo -*** 600 603
Vil l. de S. Juan -*** 315

* Se consig nan las cifras contenidas en las Respuesta\ Generales.


** Se ofrece la diferencia entre la primcrn y la última cifra (período intercensal 1750-1850). igualando
la primera a 100.
*** El Catastro indica para el conjunto de los Jugare~ integrados en el término de Osuna un total de
700 vecinos.

A la vista de los elatos disponibles, en la evolución de la población de la comarca,


podemos distinguir ;il menos tres grandes etapas: la que media entre principios de la Edad
Moderna hasta finales del siglo XVI o primeras décr1das del XVH, la que va dcsclc tinales
del sig lo XVI-principios del XVH hasta mediados del X VIU y la que se extiende entre este
último momento y mediados del siglo XTX.

H) Comienzos del XVI/fines del XVI-comienzos del XVII. Lll intensidacl ele
las roturaciones que se producen en los términos de los grandes municipios y

72
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REGIMEN

la aparic ión y consolidación en ellos de múltiples nuevas pueblas apuntan con


claridad en el sentido de una etapa de vitalidad demográfica en la comarca.

b) Comienzos del siglo X VII/mediados del siglo XVIII. L 'l valoración de esta etapa
reviste d ificultades, porque los datos disponibles para fines del siglo XVI , como
se ha visto, son escasos y fragmentarios. No obstante, predomina una sensación
de estancamiento: igualando el dato ele 1588-1591 a 100, hacia 1750 El Coronil
ofrecería un índ ice 112; Osuna, 101: y Morón, 128. El crecim iento registrado
resulta insignificante para un período de tiempo tan dilatado, de más de siglo
y medio. Fuera de esta pnuta se situa ría Pruna, que multiplicó su población casi
cuatro veces en el mismo período (índice 396) y, en sentido contrario, Pedrera,
que experimentaría un serio retroceso al perder más de la m itad de la población
(índice 42). En general, habría que aducir como causas para este estancamiento
la crisis demográfica del siglo XVII y las d ificultades registrad as a principios del
XVITI con la G uerra de Sucesión y la c risis de 1708-9.

c) 1751-1845. La etapa ti na! del A ntig uo Régimen, sin e mbargo, se caracteriLó por
un acelerado crecim iento de la población de los núcleos menores, mientras que
en los gra ndes municipios la tendenc ia fue al estancamiento poblaciona l. Así,
Badolatosa, Casariche, E l CoroniL Lora de E stepa, Marínaleda, P runa yel conjunto
de las pueblas de Osuna (Los Corrnles, Martín de la Jara, El Rubio, El Saucejo
y Víllanueva de San Juan) mu ltiplicaron por más de dos su población, incluso a
veces por cerca de tres. En a lg unos casos el crec imiento fue aún más espectacular
en términos relativos: Ag uadulce multiplicó su población por más de cinco en
menos de cien años, Montc llano la multiplicó por cuatro. En el resto de los núcleos
que hemos denominado " me nores" el crecimiento fue menos intenso, pero en todo
caso significativo. Así sucede en A lgám itas, Gilena, Herrera o Pedrera. El caso
ele La Roda es atípico respecto a este p roceso general, pues su población no sólo
se estancó en este período, sino que incluso d ism inuyó ligeramente. Este último
comportamiento, es decir, la tendencia al estancamiento, es el que registraron los
grandes municipios de la comarca, como queda apuntado. A sí, la población de
Estepa era virtualmente idéntica en 1845 a la de 1751. Morón incluso vio descende r
algo su población , en casi un 10 %. O suna la incrementó, pero en unos lím ites muy
inferiores al de los núcleos menores, tan sólo un 18 %.

Para evaluar en términos globales la evoluc ión de la población a fines del Antiguo
Régimen, es necesario primero conocer el índ ice de reconversión vecinos/habitantes
aplicable, ya que los elatos de mediados del siglo XVlll vienen expresados en número <le
vecinos-cabezas de fa milia. Como quiera que el D iccio nario de Madoz ofrece ambas c ifras
(número de vecinos y número de habita ntes), resulta extremadamente senc illo calcular e l
índice para cada pueblo y para el conjunto de la comarca. El resultado de esta operació n
es el siguiemc:

73
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

ÍNDICE DE RECONVERSIÓN VECINOS/HABITANTES


Población Nº de vecinos Nº de habitantes Índice ele reconversión
Aguadulce 212 888 4 ,2
Algámi1as 120 500 4,2
Badolatosa 503 2.107 4.2
Casariche 505 2.125 4 .2
Coripe 183 760 4,2
El Coronil 902 3.778 4,2
Los Corrales 399 1671 4,2
Estepa 1752 7.339 4,2
Gile na 403 1688 4 ,2
Herre ra 469 1.965 4.2
Lora de Estepa 139 582 4.2
Marinaleela 239 1.025 4,3
Martín ele la Jara 246 1.030 4,2
Montellano 1.201 4.237 3.5
Morón 2.433 l0.192 4,2
Osuna 4.733 15.755 3,3
Pedrera 300 1.247 4,2
Pruna 782 3.276 4,2
L1 Roda 223 934 4,2
El Rubio 330 l500 4.5
El Saucejo 603 2.526 4,2
Villanuevade San Juan 315 1.320 4,2
TOTAL 16.992 66.445 3,9

El valor más repetido es 4.2. Por encima sólo se sitúan Marinaleda (4.3) y El Rubio
(4,5). Claramente por deb<tjo están Osuna (3.3) y Montellano (3.5), que hacen pensar en
anomalías en e l cómputo. Si aceptamos el valor modal (4,2) y lo aplicamos al vecindario de
1751, que registra 11.890 vecinos, la población <le la comarca sería en aquel momento de unos
49.938 habitantes. algo más en realidad, s i tem:mos en cuenta que no disponemos de datos
sobre Coripe. El crecimiento en el período intcrccnsal 1750-1850 sería entonces de un 33 %,
moderado pero significativo. No obstante, el crecimiento es mucho mayor si lo referimos sólo
a los pequeños núcleos, con exclusión de los graneles munic ipios. En efecto, si d~jamos fuera
del cómputo a Estepa, Morón y Osuna, la población de la Sierra Sur pasó <le unos 15.000
habitantes a mediados del s ig lo XVIII a más de 33.000 hacia 1850, es decir, un crecimiento
próximo al 130 %. Ello da idea de la vitalidad demográfica de los pueblos de la comarca en
el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen.

74
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REGIMEN

DENSIDAD DE POBLACIÓN
Población 1750 Densidad 1850 Densidad
Aguadulce 176 13 888 65,7
Algámitas 420 20,l 500 23,9
Badolatosa 1.039 21,4 2.107 43,3
Casariche 840 15,8 2.125 39,9
Coripc 760 14,9
El Coronil 1718 l8,8 3.778 41,4
Los Corrales 167 1 25,4
Estepa 7.363 39,3 7.339 39,2
Gilena 1.187 23,4 1688 33,2
Herrera 1.1 13 20,8 1.965 36,8
Lora de Estepa 290 15.4 582 31
Mari nalcda 336 13,4 1.025 41
Martín de la Jara 1.030 21
Momellano 1.260 10,8 4.237 36,4
Morón 11 .256 26,1 10.192 23,7
Osuna 13.860 23,5 15.755 26,6
Pedrera 869 14,4 1.247 20,7
Pruna J.365 13.6 3.276 32,6
La Roda 1.033 14,6 934 13,1
El Rubio 1500 72,5
El Saucejo 2.526 27,5
Yillanucva S. .luan 1.320 38,3
Elaboración propia.

El crecimiento demográfico tiene un lógico reflejo en la densidad de la población.


Esta variable se situaría a mediados del siglo XVITT en alrededor de 22 lrnbs/kni, para pasar
a mediados del XIX a 29 hbs/k m2 en el conjunto de la comarca. Pero si prescindimos de
los tres grandes municipios el crecimiento sería más significativo: 14 hbs/km 2 en 1750. 31
hbs/km2 en 1850.

LA ECONOMÍA.

A fines de la Edad Mecl ia, la econom fa de la Sierra Sur tenía una orientación
preferentemente ganadera. Sin embargo, desde fines del siglo XV se puso de manifiesto una
decidida tendencia a las roturaciones de tierras, que tuvo como efecto una extensión considerable
de los cultivos. Este proceso de humanización del paisaje rural de la comarca guarda estrecha

75
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

relación con las nuevas condiciones de seguridad ele la antig ua frontera y con la intensa
repoblación de esta vieja área fronteriza. La ocupación y explotación del territorio resultaron,
así, intensas, aunque condic ionadas por el prevalecimiento de un tipo de agricultura tradicional
de bajos rendimientos. A lo largo de dicho proceso se pusieron las bases de la economía
agrnria comarcal moderna. Se trata de una economía que se fundamentó principalmente en la
producción de cereales de secano (trigo y cebada sobre tocio, escaña. a lcacer) y en el cultivo del
olivar. pero que incluía también algún viñedo, legumbres, hortalizas y frutales.

El cereal ocupaba la mayor parte de la superficie c ultivada, seguido del olivar y.


a mucha distanc ia. del viñedo. Así, por ejemplo, en Gilena las tierras ele sembradura eran
3.602 fanegas (71 o/o del término), las de olivar l.248 fanegas (25 %) y las de viñedo 60
aranzadas (me nos del 1 %). Huertas, e ncinares y chaparrales completaban la superficie del
término. En El Coronil, las tierras de labor ascendían a 8.000 fanegas (73 % del término), las
de olivar, a 300 fanegas (3 %) y las de viña a 50 aranzadas (apenas un 0,5 %). Los grandes
términos olivareros coincid ían con los principales municipios de la comarca. Morón disponía
de 13.000 fanegas de olivar, que representaban el 12 % de su término; Osuna de 12.000
fanegas (11 %) y Estepa de 3.700 fanegas (12 %).

Los sistemas <le cultivos eran tradicionales, lo que repercutía directamente en


los rendimientos agrarios. Para entender mejor la manera de cultivar la tierra, tomemos un
ejemplo, el de Marinaleda. Allí las tierras de campiña producían una cosecha cada tres años,
permaneciendo dos en turno de descanso. De esta regla sólo quedaban fuera las tierras del
ruedo de la población, que eran las de mejor calidad. Éstas producían dos años continuados
y descansaban otro. Las únicas tierras que eran sembradas anualmente eran las dedicadas al
cultivo de alcacer (cebada verde). Olivares, estacadas, garrotales. encinares y chaparrales eran
sometidos a cultivo promiscuo, ya que se aprovechaban también para sembrar trigo y cebada.
Las tierras de cereal se sembraban generalmente por mitad de cada una de estas especies1R.

Las tierras más productivas eran las de huerta, únicas que eran de regadío. Se situaban
en las márgenes de los ríos y arroyos que recorrían la comarcfl. Así, por ejemplo, C¡¡sariche
contaba con 100 fanegas de huerta en las márgenes del río ele las Yeg uas. Aguadulce, por
su parte, disponía de 70 fanegas de huerta y Pedrera de 60 fa negas. que aprovechaban un
nacimiento de agua próximo a la población. En las huertas de regadío se sembraba cereal y
horta lizas, así como fruta les.

Por lo que respecta a la ganadería, a pesar del auge de la agricultura la actividad ganadera
conservó nna gran importanc ia. aprovechando la abundanc ia de pastos que proporc ionaban
los montes de la comarca. Los municipios ganaderos más importantes, tanto por el número
de cabezas como por el volumen de esquilmos eran. por este orden, Osuna. Morón y Estepa,
seguidos de Gilena. Pruna y El Coronil. Por cspecies,el ganado más abundnnte hacia mediados
del siglo XVTI I e ra con diferencia el ovino, con un 60,8 % de las cabezas, seguido ele] cabrío

"Resp11estas G~ntrnles del Caia,lro ele Enst,nada. Marinaleda. fols. 729-729 v.

76
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REGIMEN

(17.8 %) y el vacuno (8 %). A pesar del predominio indiscutible ele los graneles términos en
cuamo a producción ganadera se refiere, hay que destacar el papel ele El Coronil por lo que se
refiere al ganado vacuno, ovino, cabal lar y asnal; de Pruna. en lo relativo al ganado vacuno,
cabrío y de cerda, así como en la apicultura; de Casariche. en lo referido al ganado ovino; y de
Montcl lano. en lo concerniente a la cría caba llar. Los caballos de este tíltimo pueblo. cal ifieados
como "excelentes" por Macloz, tenían ya fama a finales del Antiguo Régimen.

LA GANADERÍA EN LA SIERRA SUR A MEDIADOS DEL S. XVIII


Población Vacuno Caballar Mular O\'iao Cabrío Asnal Cerda Colmenas 'fotal Esquilmos
Aguadulce 45 ll 24 54 46 180 1.388
Badolatosa 95 20 11 365 340 91 82 8 1.012 10.161
Coronil 1.132 259 17 3.346 708 343 216 103 6.121 64.665
Casarichc 177 56 21 4.545 259 162 429 22 5.671 38.772
Estepa 443 341 144 12.809 1.828 750 l.l30 968 18.413 125.113
Gilena 250 145 27 5.437 60 145 537 91 6.692 50.861
Herrern 192 46 16 1148 155 144 9 1710 15.034
Morón 6.221 1.233 178 24.749 12.919 l536 3068 478 50.382 364.853
Marina leda 66 18 5 1598 LO 58 93 30 1.878 13.671
Osuna 4.034 1.220 247 44.575 9.592 1.973 2.921 892 65.454 510.048
Pedrera 89 54 11 1.133 1.454 ')4 95 m 3.l05 17.176
Pruna 829 137 18 2.030 2.910 242 586 234 6.986 62.249
Roda 108 22 16 1.314 121 96 72 49 1798 15.203
TOTAL 13.636 3.596 722 103.049 30.201 5.669 9.427 3. 103 ]69.403 1.289.194
Datos: N" de cabezas o pies de colmena. Esquilmos: reales de vellón/año.
FUENTE: Estados Generales del Catastro de Ensenada. Reino de Sevilla. Letra H.

Además de la agricultura y la garn1dería, la Sierra Sur presentaba recursos naturales


que eran objeto de aprovechamiento. Canteras, minas y salinas interiores se contaban entre
ellos. Así. por ejemplo . había salinas en Martín de la Jara (laguna salada) y Morón (salina
del Concejo): canteras de yeso en Casariche. E l Rubio, Los Corrales y Morón; de piedra en
El Coronil (Moguerejo), Villanueva de San Juan y Estepa (el Hacho, los Canteroncs); de cal
en Morón (sierra de Montcgi 1, sitio del Despeñadero, caleras del Prado); de jaspe en Estepa:
ele mármol en Morón (sierra de Pozo Amargo): de pedernal en Estepa (la Senda); mineral
de hierro. cobre y plomo en Badolatosa (sierra de la Cabrera, paraje del Patudo); una mina
de plata en Morón (sierra de Laitar), localidad donde también había lln cerro con hierro
magnético (piedra imán). La madera del arbolado de los montes era también aprovechada.
Así, en Gilena abundaban las maderas de chaparros, encina y álamo. En Ca!>ariche se
fabricaba carbón de madera. pero c~ta actividad amenazaba con acabar con los montes del
término. La Sierra presentaba también abundancia de caza me nor (conejos, liebres, perdices)
y era relativamente frecuente. la presencia de lobos y zorros. Los río!> que atravesaban la
comarca procl!raban alg una pesca: el Genil, en Badolatosa, proporcionaba algunos peces

77
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

y anguilas; e n términos de Montellano se pescaban truchas en el Guadalcte; en Coripc se


pescaban albures en el Guadalporcún.

La industria erH escasa y siempre, o casi siempre, ligada a la transformación de


productos agrícolas. Debido ::i ello, las instalaciones industriales se limitaban pnícticamcnte
a molinos harineros y aceiteros. A ello se a ñadían algunos artesanos en las principa les
localidades de la comarca, cuya actividad se orientaba a satisfacer la demanda local de
productos manufacturados, así como a lgunas otra1:, industrias. Entre ellas habría que c itar
algunos telares de lienzos e n El Coronil y Morón; fábricas de sombreros en Mor6n; fabricación
<le esparto en Pedrera; fabricación ele capachos para los molinos de aceite en Martín de la
Jara: alfarerías en El Saucejo, El Coronil y Morón; fábricas de cal y yeso en Mor6n y en El
Rubio; fá bricas de jabón e n Montellano y Morón. Puede añadirse a lg una escasa producción
(en torno a 500 a rrobas anuales) <le aguardiente en Casariche.

ARTEFACTOS INDUSTRI ALES EN 1850


Molinos de harina, Molinos y prensas
Población Lagares Otros*
aceñas y tahonas de aceite
Ao uaclulcc 7 2
Al ámitas 1
Badolatosa 5 4
Casariche 8 9
Cori )e
El Coronil 8 10 2
Los Corrales 4
Este a 6 56 7
G ilena
Herrera 2
Lorn de fatepa 5
Marinaleda 3
Martín de la Jara 1
Montellano 5 10
Morón 18 60 8
Pedrera 8
Pruna 3
La Roda 6 11
El Rubio 2
El Saucejo 3 2
Villan. S . .Juan 1
TOTAL 69 188 7 14
* Prensas, telares.
FUENTE: Diccionario GeogrMico de Ma<loz.

78
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REG IMEN

Por lo que respecta al comercio. la coma rca era cxcedemaria e n trigo y, sobre todo,
en aceite. pero defic itaria en prácticamente todo lo demás. Esl'a realidad iba a determinar
la dinámica de los intercambios, que se lim itaban a un comercio de ca rácter local o, a lo
sumo. regiona l. L as exportac iones de g ranos y aceite eran correspondidas con importaciones
de vino cordobés, aguard iente de la serranía de Ronda y ropa de Sevilla y Éci_ja. Así, por
ejemplo, Herrera exportaba el sobrante de grano y ace ite de su producc ión e im portaba todos
los artículos de vestir que se cons umían e n el pueblo. La Roda exportaba aceite a Málaga
y hortalizas a Sierra ele Yeguas, A lameda y Estepa. mientras que importaba aguarclieme
de la serranía de Ronda, vino y vinagre de la provincia de Córdoba y géneros y vestidos
de Antequera y M á laga. A Mo rón se traía ropa y a lg unos comestibles (arroz, habichuelas,
lentejas, etc.) <le Málaga, Sevilla y Cádiz. mientras que a estas dos últimas c iudades se
exportaba el excedente de aceite y la na. Como últ.imo ej emplo, c itare mos el ele F.stepa,
desde donde se exportaba granos y ace ite a Málaga , m ient ras que se traía carne de los
pueblos vecinos y de Extremadura; v inos ele Ag uilar y Lucena: aguardiente de Rute y ele
los pueblos e.le la serranía de Rond a; legumbres, hortalizas y frutas <le Puente Genil, Lora,
Gilena y Aguadulce y a rtículos de vestir y ul tramarinos de Má laga y Sevilla . Al lacio ele
estas modalidades prcclom ina ntcs de comercio existían otros tráticos menores. Martín ele la
Jara tenía algunos arrieros que traficaba n con pieles. Los vecinos de Aguadu lce verdeaban
habas que eran muy estimadas en O s una y Estepa. Los ca rbone ros ele Ca~arichc ve ndían su
producto en las localidades vecinas.

Los agentes del comerc io interlocal o regional eran arrieros, a menudo forasteros.
Los intercambios se veían obstaculizados por la existenc ia de una red ele caminos muy
deficiente. L a comarca se hallaba en el cruce de dos cami nos princ ipa les: el que iba de
Sevilla a G ranada y el que comunicaba Córdoba con Málaga. También se ha llaba conectada
al camino que iba de Ronda a G ibralta r. Los caminos principales, como e l de Sevilla a
Granada a través de Estepa y A la meda, era n carreteros, pero la red secundar ia consistía en
pésimos caminos loca les de herradura. D e esta clase eran los únicos caminos que llevaban
a Cori pe. En Los Corrales los cam inos eran malos y la cuesta del Carriwso. e n la vereda de
Osuna. se hacía intransitable. También los cam inos de E l Rubio era n locales y de herradura.
Asimismo de herradura y malos eran los caminos de El Saucejo: los más transitados era n el
que llevaba a O suna y el que iba por Ro nda a Gibraltar. En algunos puntos de la comarca. la
presencia de ríos o arroyos constituía también un obstácu lo para e l tránsito ele mercancías.
Esta dificultad estaba salvad a e n Ag uadulce por un puente de piedra de c inco oj os y e ntre
cuarenta y cincuenta pies de a ltura. Sin embargo, en Baclo latosa era preciso cruzar el Genil
hacia la provinc ia ele Córdoba a través de una barca que explotaba el duque ele Med inaceli,
cobrando un barcaje de cuatro ma ravedís a los vecinos y ocho a los forasteros, e idéntica
cantidad por cada caba llería.

No existían g randes fe rias. Las instit uidas en El Coron il en 1425 por Real Cédula de
Juan 11 (dos ferias anuales de treinta días de duración) se extinguieron cuando se estableció
la feria de V illama nín. Así pues, en el mejor <le los casos lo que ex istía era mercados locales.
El de Estepa, por ejemplo, se ubicaba en la Plaza clel Carmen, frente a las casas capitulares.

79
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

Dada la naturaleza del comercio practicado en la comarca, los 1ratos solían hacerse en dinero
efectivo, sin intervenc ió n de ningún 01ro med io <le pago.

LOS CONFLICTOS SOCIALES SUBYACENTES:


EL PROBLEMA DE LOS JORNALEROS.

La sociedad de los pueblos de la Sierra Sur estu vo pres id ida en el Antiguo Régimen
por enormes desigualdades, derivadas de la profu ndii señorialización que caracterizó el
devenir de la comarca desde la Baja Edad Media. El impac10 del régime n de propiediid
latifu nd ista, ligado ta mbién a l fenómeno seño rial, cont r ibuyó a profundizar aún más en las
distancias entre propietarios y campesino:;. Una de las consecuenc ias más visibles de esta
real idac.l fue la pro letarización de la mano de obra agrícoln y la abLmc.lancia <le jornaleros, que
trabajaban en los numerosos conijos e.le la coma rca.

JORNALEROS DE LA SIERRA SUR EN 175l


Nºdc % sobre el total Jornal diario
Población
jornaleros de familias (reales de vellón)
Aguadulce 49 117 2
Badolatosa 226 98 2
Casariche 226 113 2
Estepa 1.075 61 2
Gilena 299 95 2
El Coronil 300 73 2,5
He rrera 275 104 2
Marinaleda y Matarredonda 104 130 2
Osuna y aldeas de su jurisdicción 2.500 63 2.25
M orón y aldeas ele s u jurisdi<.;ció n 2.080 78 3
Pedrera 181 87 2
Pruna y Algámitas 4 08 96 2
La Roda 204 83 2
PUENTE: Respuestas Generales del Catastro de Ensenada.

A mediados de l sig lo XVIII pueden contabili zarse cerca de ocho mil jornaleros
en la comarca. que rcpresc nrnba n un porcentaje mu y importa nte de la po blación activa.

80
LA SIERRA SUR A FINALES DEL ANTIGUO REGIMEN

Excepción hecha <le los grandes núcleos de población (Osuna, Morón, Estepa) donde
existía un mayor grado de dive rsificación social, los j ornaleros constituían la casi
totalidad de la población laboral. Tome mos como ejemplo nuevamente Marinaleda: de
nn total de 116 ocupados en la misma época, 104 eran j o rnaleros, el 90 %. El resto de los
activos, apenas una docena, e ran un estanquero, un ventero, un abastecedor de tabernas,
un sangrador, <los arre ndadores <le rentas, un cortador de carne, un barbero, tres clérigos
y un sacrist,ín. En M arinaleda el número de jornaleros representaba el 130 % del número
de vecinos cabezas de familia, es decir, que, en promedio, m ás de un mie mbro de cada
familia trabajaba como jornale ro. Para comparar la situación de la comarca con un m arco
más general, sirva e l dato proporcionado por un informe que un gobernador ilustrado
elevó al Consejo de Castilla a fines del siglo XVTil. Dicho informe señalaba que el
número de jornaleros e ra, e n todo e l Rei no de Sevi lla, de aprox imadamente 120.000,
sobre un total de población de e n torno a 750.000 habitantes, es decir, un 16 %. Si
tenemos en cue nta las familias dependientes de los jornaleros, la proporción sobre el
total de población se elevaría hasta las dos terceras partes. En e l conjunto de nuestra
comarca, los jornaleros representaban e l 18 % de la población total a mediados del siglo
XVTII y, teniendo e n cuenta sus farnil.ias , viviría de los jornales del campo más del 70 %
de la población. Pero, si prescindimos de los grandes núcleos cabecera de comarca y nos
ceñimos sólo a los pueb.los, este porce ntaje era indudable mente mayor. Los jornaleros y
sus familias estaban sometidos a una forma de vida muy dura. Los jornales. a me<lia<los
del siglo XVIII, eran de dos reales diarios o, a lo sumo, tres. La estacionalidad del
empleo consti_tuía un elemento que los condenaba a unas condiciones de existencia muy
precarias. El Catastro de Ensenada contempló, como regla general, 120 días trabajados
al año para los jornaleros Sobre la forma de vida y la dieta de los jornaleros, el informe
citado apuntaba de manera expresiva:

"Éstos (los j ornaleros) casi todo el ario comen sólo pan, aceite, vinagre, ajos,
pimientos y sal, cuyo nzar1;jar, si es }do, llaman gazpacho. y, si (es) caliente, ajo,
que son las únicas diferencias de su mísero atirnento. Tal vez en algunas faenas de
poca duración comen oveja, y muy pocos tocino, y los días f estivos 1111 potaje de
judías de Holanda que es la señal de estar en casa la cabeza de ella. m bacalao es
ya un regalo para ellos cuando le prueban".

Este testimonio, con el que ciamos por concl.uido el presente trab,úo, es expresivo en
alto grado de una realidad social, fruto de las condiciones históricas, que marcó profundamente
el ser y el devenir de los pueblos de la Sierra Sur.

81
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ

CORTIJOS Y HACIENDAS EN LA SJERRA SUR


Población Cortijos, haciendas, caseríos y rancherías
Aguadulce Gilena, Hacienda San Cayetano
Badolatosa Acebuche, Berrueco Pardo
Casariche Santa 13árbara, Santerbaes, Vadofebrero o Rig üclo, Hac ienda del
Patronato, Cortijo de Abajo
Coripe Jcrrc, Nava la Higuera
Los Corrales Hachuelos. Boca Tinaja, Carrizoso. Repla. Alcaidías. Mon~ta,
Fuente el Esparto. León, Cabreras. La Grana. Gigucrón
Estepa La Cerca, Cañavcralejo, Apretado. La Senda. Soró n, Calderón,
Bañuelo . Milil. S¡¡lad¡¡ Nueva. Algaidilla, Alamedillil, Madroñill,
Traba, Moralcjo Alto. Moralejo Bajo. Roya. Sotomayor. Pozo del
VillM. Juan Pércz, Zorzal, Valderrama y Altamirano, Arroyo
Granado, Sicrrc,:uela, Gallo, Pedro Cruzado. Cerebrnlcs. La Norcta,
Higuerón, La Doctora, Carrizosa, Aljonos, Rincón, Buenavista, La
Cantera.
Gilcna Juncarejo, Ln Plata, Agasajo, Los Gazpachos, Juncar del Lobillo,
Fuente I¡¡ Hig uera, Serón, Ipora, El Carmen, Casablanca,
Lomelino
Herrera Velasco, Bermejales
Lora ele Estepa Rcjanito
Martín de la Jara El Cañuclo
Montel lano Aldehuelas, Marqués de Estrada. Genivel
Mo rón Encarnación, San Juan, Zaframagón
Pedrera Juncarejo. Los Carrascos o Cortijos Viejos. To rres, Partido del
Bujo. casería de Morilla
La Roda Percnos, fapejo, Cerrogordo, Hoyos, Los Pé rez, Carmel ira. Nieles,
Cm,tañc<la
El Saucejo Mnjadahonda. San Pedro, Gordillo, Infante, Sauccdilla, Alameda
Alta y B~ja, Govantes, Peña del Águila, del Río
FUENTE: Diccionario gcográfi<:(1 de Madoz (relación no exhaustiva).

82
LOS "BRIGANTES" DE LA SIERRA SUR Y EL
BANDOLERISMO ROMANTICO

Manuel Moreno Alonso


Universidad de Sevilla

En la Sierra Sur de Sevilla, como en tantos otros lugares de Andalucía, la g ue rra


contra los franceses impulsó el movimiento bandolero. Los invasores. por su parte,
iclentitic.aron lo mismo a los guerrilleros que a los bandoleros propiamente dichos con los
"brigante~"- Pues unos y otros encontraron en la legitimidad de aquella guerra una ocasión
espléndida de pillaje. No es necesario apelar al mito del rebelde contra el Estado o al rebelde
alzado en armas para constata r que muchos de los tradicionales bandidos que infestaron los
campos ele Andalucía, a l luchar ele mil formas contra los o<liaclos invasores, se convirtieron
en auténticos guerrilleros.

En la propaganda bonapartista. tocio~ cua ntos de forma espontánea se "echaron


al monte•·, y participaron en la resistencia clandestina contra ellos, fueron considerados
como malhechores, y, como tales. fueron lla mados bandiffis . Y el brigand es el bandido
por excelencia, aquel que, siempre y lo mismo antes que después de la guerra, se enseñoreó
de los campos de Sierra IVIore na y de tantos lugares de Andalucía. Pero. obviamente. la
guerra dotó al movimiento bando.tero de una nueva fuerLtL Plagó de "brigantcs" los campos,
y dotó de popularidad e incluso justificac ión a quienes en lucha con lo establecido actuaron
en la práctica como verdadero~ mal hechores y bandidos. La situación de rebeldía contra los
invasores facilitó la creación espontánea de nuevas partidas ele procedencia muy variada.
Pues, entre sus filas, lo mismo se alinearon campe:--inos, artesanos o menestra les que frai les,
desertores del mismo ejército o vu lgares delincuentes.

E!>en este a mbiente, porconsigu iente, como en la Sierra Su rdc Sevilla,concretamente,


fueron surg ie ndo partidas ele " brigamcs" que lo mismo actuaron como guerrilleros que como
verdaderos bandoleros. Y, como tales, fueron idealizados con posterioridad en la memoria
histórica. Tal fue d caso de la partida "de los Guerras",fonnnda en 8 1 Rubio en el verano
de 1810, idealizada muchos años dcspué!>. con trazos románticos, por el abogado de Pue nte
Genil. y vecino ele Estepa. Alvarez Chocano. e n su nove la Los bandidos de Andaludn o
El l?elicario (1882). Sus miembros -apellidados Quirós Ales, Uuerra Quirós e Hidalgo
González- procedían. además de El Rubio. de Estepa y de Osuna. La partida estaba dirigida
por Miguel Hidalgo, un jornalero ele El Rubio, nacido en 1781.

83
MANUEL MORENO ALONSO

Segú n las investigaciones de Francisco Díaz Torrejón. los franceses se enfrentaron


a partidas de 200 bandoleros, como ocurrió con la par tida ele Mellado en las proximidades
de Gilena. De l a misma manera que se tiene noticias, en los años de la guerra. de las partidas
de A nton io Sojo "Pulga" o de Lo1.a no "El Bolsero'' entre Casariche y Badolatosa. Este último
llegó a atacar a un convoy, escoltado por 800 franceses, en el término de Alameda.

Desde antes de la llegada de los franceses a A ndalucía, con la caída de Sevilla en


su poder en febrero ele 1810, el movimiento bandolero - cuando aún no había franceses contra
los que luchar- se robusteció. En l a situación de patriotismo que precedió a la batalla de
Bailé11 muchos delincuentes se i ncorporaron a los batallones ele voluntarios creados al electo
en tocios los pueblos. Fue lo que ocurrió en Morón, cuya cárcel fue abierta por orden ele la
Junta local. Y en donde se encontraban gente ele la calaña de Juan Ordóiiez, al ins Rondino,
reo convicto de asesinato. o Francisco Luna. alias " Cachiporra·•. ladrón reconocido que se
agregó a la Compañía de escopeteros de Morón.

Las actuaciones llevadas a cabo por gentes de aquella calaña no ~e hizo esperar.
Pues. al fin al, el propio ayuntam iento de Morón se vio obligado a levantar unidades de
Milicias H onradas para "reprimir a los facinerosos, bandidos, desertores y díscolos que,
perturbando la pública tranqui Iidad, i ntenten saciar su ambición o su codicia". No hacía tanto
tiempo - un 25 de octubre de 1809- que aquellos malhechores atacaron nada menos que el
vehículo donde viajaba el obispo de Sevilla don Manuel Cayetano Muños y Benavente. que
no fue respetado a pesar de su rango y edad. Razón por la cual las autoridades de Morón
dispusieron la persecución de tales bandidos. que no fueron capturados (F. Díaz Torrejón,
Guerrilla, contraguerrilla y delincuencia en la Andalucía 11apo/eónica, / 810-18/2. Lucena.
2004-2005).

La historia del bandoleri smo andaluz. a caballo entre la realidad y la ficción, se


inventó en la ¿poca romántica. Entonces. forzoso es decirlo, no existía una conciencia clara
de l a~ diferencias existentes entre historia. Jiterntura. poesía o leyenda. De aquí que en
numerosas ocasiones hasta los propios historiadores profesionales incurran a menudo en el
cultivo de una historia totalmente imaginativa, que tanto o más depende ele la ficción que
de la realidad. A l mismo tiempo que la l iteratura busca su inspiración en la historia, hasta
el punto ele presentar ésta un carácter. si bien I iternrio o ficticio por la forma, en gran parte
histórico en el fondo, ya por el argumento o por la realidad en la que se basa. Pues, como es
bien sabido, el Romanticismo si por algo se rnracteriza es por su inclinación a rnczc..:lar lo real
con lo imaginativo y lo histórico, propiamente dicho, con lo legendario'.

De estn forma. no puede extrañarnos que un historiador tan influyente en la


Inglater ra romántica como Macaulay expresara raxa1ivar11en1e que " la historia comienza por
la novela''. De la misma manera que su contemporáneo Carlylc afirmaba. igualmente. que '·la
historia, despufa de todo. es la verdadera pocsía..2. De aquí. por consiguiente, el atractivo ele

84
LOS "BRIGANTES" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

determinados temas. al igual que determinadas regiones -especialmente ··romá nticas" por
naturaleza. como es el caso ele Andalucía- para convertirse en objeto preferencial de v iajeros
curiosos, que, en un momento dete rminado serán los más conspicuos divulgadores de utrn
realidad que tendrá mucho de invención. Y que con el tiempo. fuera de nuestras fronteras, se
ha convertido en un tópico imborrable de nuestra h istoria.

Pero la invención del bandolerismo -un lema rnn apropiado corno pocos para atraer
la curiosidad de los románticos en toda Europa- no fue. contra lo que puede creerse, cosa ele
los extranjeros únicamente. Su invención correspondió a los propios naturales que, por vías
ele la "invención" y de la imaginación. la crearon y la mantuvieron viva casi hasta nuestros
días3. De tal manera que los extranjeros no fueron sino sus d ivulgadores fuera de nuestras
fronteras. Lo mismo que la literatura española culta de la época. que, al fin y al cabo, no
hizo otra cosa que dar forma literaria a los temas más po¡iulares". Aunque habrá escritores
españoles que buscarán en los •'inventores'· extranjeros los moldes histórico-literarios para.
conforme a ellos, exponer ~us narraciones. Pues, corno por entonces sei'íalará alg unos ele
ellos, aun no se había fijado "en nuestro idioma e l modo de expresar ciertas ideas que gozan
en el día ele singular aplauso"-'.

Desde luego quien, en realidad, no había "fijado" en nuestro idioma el modo ele
explicar tales ideas era la literatura culta porque la popular, normalmente despreciada por
aquélla. la tenía más que asumida. De donde el interés de autores románticos corno Blanco
White o su amigo José Joaquín de Mora -autor de la primera versión española ele las novelas
de Scoll en la temprana lecha de 1825- por impulsar este tipo de obras que, "además de
deleitar la imaginación, como hacen todas las ficciones literarias, produce una utilidad
real, cual es la ele facilitar la inteligencia ele la historia, familiarizándonos con las ideas
dominantes·'. Para la mentalidad de aq ue llos hombres. que por entonces despiertan al nuevo
sentimiento romántico era perfectamente legítimo descubrir la historia a partir incluso de
la ficción. Lo dirá por aquellos años ( 1829) un joven como D onoso Cortés, quien, a l hacer
referencia al nuevo espíritu que cundía por Europa, y del que era una prueba el nuevo tipo
de narrar noveladarnente la h istoria propio de Walter Scott, di rá que éste es ·'el que mejor ha
probado que la aridez de los hechos debe revestirse con e l encanto de las invenciones, y que
la amable sonrisa de la fábul a puede hacer interesante la verdad•·<,_

EL "ENCANTO DE LAS INVENCIONES" DE LOS ROMi\.NTICOS

Con el tema del bandolerismo. la nueva época descubre que la fábu la, en efecto, --puede
hacer interesante" la verdad. Y tanto la historia como la realidad de la romántica España -y
particularmente de la regi6n Hndaluza- se convcrtir:ín en una cantera inagotable ele argumento!:>
de todo tipo para la ·'amable sonrisa de la fábula". En las cró nicas, en los romances, en l:i
memoria flaca pero lujuriante de los hombres de la calle, se movían héroes y santos de una
manera tan viva y natural que sólo hacfo falla revestir la aridez de los hechos con el "encanto
de las invenciones" para hacer más inleresame la verdad. En ello consiste la nueva moda de
los escritores ele historias, que se acepta como una conquista libre de los nuevos tiempos. Pues

85
MANUEL MORENO ALONSO

hasta el mismo Quintana siente cómo hasta entonces la tradición literaria había sacrificado
usualmente "las galas de la ficción a la calidad de los vcrídicos"7•

E l romanticismo fabricará, por consiguiente, su fábula a partir tanto de la historia


más o menos lejana como de la propia realidad. Y, para ello. un requisito fundamental del
nuevo estilo es el "color local" que hace más verídico el relato, e incluso más " interesante".
En su pretensión, sin embargo, podría decirse que, en realidad, el romanticismo no presenta
ninguna innovación en este terreno porque la pervivencia de las viejas leyendas siguió siendo
una realidad; de la misma manera que éstas siguieron estando en la base ele su inspiración.
Aun cuando lo ''circunstancial" (lo escenográfico, el sentim iento del paisaje, la percepción de
la naturaleza en Iibertad o la nueva invención) adquiera un carácter nuevo que está plenamente
presente en la nueva forma ele fabular.

Por vez primera además -y éste es otro elemento característico de lo romántico- el


interés de la fabulación se proyecta sobre la historia reciente. Y a pesar del interés por otras
épocas pasadas, y particularmente la histor.ia medieval, los nuevos fabuladores se interesarán
de forma muy particular por lo contemporáneo, que, muchas veces, recrearán con rebuscado
"color local", particularmente medieval. De donde el interés especial, por ejemplo, por países
exóticos con fuertes resabios antiguos y moriscos. Lo que hace que la nueva preocupación
termine por primar la contemplación costumbrista de Jo presente y singular, en trance de
desaparecer, sobre la significación histórica. De tal manera que al final su interés recala
exclusivamente en el pintoresquismo y en el tipismo.

Así se comprende que el interés demostrado por los graves acontecimientos


históricos ocurridos en España a pr.incip.ios del siglo XIX -que atrajo la mirada de propios
y extraños-, derivara hacia temas más ligeros y emotivos. En 1837, un Iiterato español tan
adentrado en las cosas ele E uropa como Martínez de la Rosa, notaba cómo todavía en España
faltaba una novelística histórica comparable a la europea. Pues "únicamente en España -
escribía en el prólogo a su Do,1a Isabel de Solís-, no se notan conatos y esfuerzos para
cultivar este ramo de las letras humanas, que aun cuando no puede llamarse peregrino y
desconocido a nuestros padres, ha tomado recientemente una nueva forma, acomodada al
gusto y adición de este siglo..."

Pero no habrá ele transcurrir mucho tiempo cuando, precisamente, la "nueva forma"
se adapte al gusto y afición del siglo. Y la novela se apodere. por ejemplo. del tema del
bandolerismo. Tal es el caso por ejemplo de don Manuel feruández y González (Sevilla 1821-
Madricl 1888), que convirtió la novela de bandoleros en un género propio de extraordinario
éxito. Con la particularidad de que gracias a su prodigiosa fabulación dio a conocer aspectos
de la realidad que no se habrían conservados.in sus novelas. Y, en el fondo, a su "novelizac.ión",
que tanto seguía teniendo de romántica después de haber pasado ya la hora del romanticismo
propiamente, se debió que perviviera en la memoria ele sus lectores, que han llegado hasta
nosotros, nombres y episodios ele aquellos héroes del pueblo~.

86
LOS •BRIGANTES'" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

Paradójicamente. por consiguiente. la fabulación de la realidad más o menos inmediata


en un momt:nto determinado. con el consiguiente encanto de la invención. se convierte en manos
del historiador en punto de partida para aclarar la "aridez de los hechos". una vez desvestidos
éstos del "encanto de las invenciones·•_Una pníctica historiográfica que lo mismo es aplicable a
la lectura de un pliego de cordel. un romance de c icgo, un relato cursi de un vi10ero extranjero o
una novela de folletín. Porque la novela folletinesca publicada en la prensa en la segunda mitad
del siglo XIX, por ejemplo, ser:í principalmente el texto en e l que preferentemente se ofrecen
las lecturas de bandoleros de que siempre gustó el p(1bl ico popular.

No puede discutirse que la "invención del bandolerismo'' se hizo, evidentemente,


en función de ese interés del público popular, lo mismo en el extranje ro que en España.
Pues lo mismo que ocurre con lo~ pliegos Je cordel. los artículos costumbristas. las novelas
por entregas o el folletín periodístico, es el público lector el que demanda esa literatura
popular que, sin duda alguna. constituye uno de los fenómenos socio-culturales más notables
del siglo Xl X. De esta forma no puede extrañarnos que, en 1880, y cuando ya la modfl
empezaba claramente a decaer por cansancio y por exceso. se aprovechará. no obstante, el
tercer aniversario Je la muerte de Fernán Caballero como pretexto para publicar varias obras
suyas. ya que "contribuyó L...J a la moralización del pueblo. con la sana doctrina que abunda
en sus producciones".

Educada en Alemania y en una escuela francesa. doña Cecilia fue perfectamente


consciente de que las ·'cosas populares'' que le interesaban a el la, como las que les i ntercsaban
a los viajeros ro1mímicos, eran de carácter muy diferente de las que movían a los naturales.
De aquí que, escribiéndole a su traductor francés, le diga claramente que su interés por lo
popular era "co:-,a de extranjeros". Y añadía: "Creedmc, seño r. no bay más que yo en España
que pueda escribir estos cuadros populares ..., asunto muy impopula r en nuestro torbel lino
democrático, el cual adula y desprecia al pueblo, se burla de sus sufrimientos y reniega de la
nacionalidad y del pasado" 9.

En este sentido. la familia de Alvareda es. por ejemplo, una novela de la Fernán
Caballero "de:,tínada exclusivamente a pintar al pueblo", según confesión de la propia autora
en el prólogo. Su aspiración no ern otra, según escribió, que ·'pintar las cosas del pueblo
tales cuales son", sin separarse de la verdad. Pues hasta el lenguaje -salvo lo de aspirar las
h, y suprimir las d- es el de ''las gentes de campo anda luzas. así como lo son sus ideas,
sentimie ntos y costumbres" 'º. Y como no podía menos que ocurrir. allí estaba Diep,o y sil
partida; "[...]y ya sabréis, como tocia España, quién e~ Oiego; donde pone el oj o pone la bala;
a su vista tiemblan hasta las hojas sobre los árboles, y al oír su nom bre, hasta los muertos en
sus boyos"11 •

A decir verdad poco es lo que doña Cecilia dirá e n la novela de Diego y su partida,
lo mismo que ocurre con la mayor parte de la novelística sobre bandoleros. En el la no hay m,1s
que lo obvio, que es justo lo que quiere el público kctor: el ser revisitado por los generosos

87
MANUEL MORENO ALONSO

héroes populares. Con la part icularidad de que a lo dicho añadía, refiriéndose al bandido
generoso: 'l ..l Tocio esto lo dijo sin la jactancia andaluza, tan grotcscarnente exagerada hoy
día, sino con la naturalidad de la convicción, con la serenidad de la verdad"12 • Y. sin ahondar
en la historia, con la nar ració n de sucesos reales, señala, sin embargo. que "sin llegar a
la exageración novelesca que hace de un bandido o un pirata un héroe, estamos más lejos
aún del clásico puritanismo que hace ele un ladró n un monstruo tal, que no cabe en él un
sólo átomo ele humano. desmintiendo así, en honor de la moral sistemática y de la policía
intransigente, los conocidos hechos de valor, generosidad y nobleza que se han visto en jefes
de tales bandas''13 •

A la novelista andaluza le interesaba. para dar gusto a su público, justificar la fotja


benemérita del bandido como una forma de captar previamente la benevolencia del lector. Y
así escribirá, sin tener otra necesidad de hacerlo que la señal ada, que ·'sólo el l lcgar a ser jefes
de semejantes hombres, prueba una inmensa superiorid ad. conservando un predominio que
en nada se apoya ni nada sostiene sino su propia fuerza". Y la lucha, llena de valor y arrojo,
del bandolero frente a los migueletes la justi fica. igualmente, poniendo en boca de Diego
las siguientes pa labras (que son un encendido elog io a su trabajo): "l...JAhorn o nunca es la
ocasión de demo:;,trar que no comes tu pan sin ganarlo; aquí va de fuer za a f uer:w; a ellos, si
eres hombre"'~.

A la novelista no le i nteresa tratar aspc<.:tos poco conocidos de la v ida en particular


ele Diego, al ig ual quL: ocurre con la inmensa mayor ía de los relatos de bandoleros en la
literatura popular. De donde, precisamente, la I imitació n del género para documentar la
historia auténtica dl: sus acciones. Lo que le interesa es dramatizar las situaciones para
obt.ener la benevolencia del público. D e esta formn, conociendo perfectamente a éste. lo que
describe con pormenor es justo lo que no añade nada a la historia pero hace '•interesante" l a
emoción de l a fábula. que sin eluda algum1 habfa de conmover al público que leía el encanto
de tales invenciones: las maldiciones del pueblo horrori zado finalmente por la captura del
bandido. la indignación ante el "i nfa me" traidor causante del apresnm iento, la emoción ele las
gentes ele Sevi lla en la plu a ele San Francisco dispuestas "no a ver morir a un hombre, sino
a ver matar a su herm ano"L'.

La emoción de la fábula. de la que la autora era perfectamente consciente. debía


d~jar sobrecogido el ánimo del lector. Y. en este caso, cuando i1cababa de publicarse la
novela, y el género estaba en auge, el periódico de Madrid la Espar1a, el 14 de noviembre ele
1856. publicaba dos cartas con motivo de la reciente publicación de La familia de Afvareda.
Y en ella el intendente de palacio, M onsieur de Latour, por encargo del duque de Monpensier
-de quien decía que había "llevado en ancas" la propi a novel a- reconocía el acierto ele l a
descripción. A lo que contestaba, a su vez, la autora sefialanclo que la novela que había escrito
era '' la crónica popular y verbal que g uarda el pueblo en el archivo de su corazón". Ahora
bien a los españoles no les pasó por alto que la versión de doña Cecilia -que había pasado su
adolescencia en A lemania y redactaba sus novelas en francés y en alemán- era fruto de su
invención. Porque, evidentemenle, como observó don Juan Valc ra. aquel ·•afectado y exótico
sentimentalismo que no se esti la entre nosotros" era " menos andaluz que tudesco""'

88
LOS ªBRIGANTES" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

LA REALIDAD, O LA "ARIDEZ DE LOS HECHOS"

En vano encontrará n los historiadores actuales y futuros del bandolerismo andaluz


dato!i fehacientes sobre aspectos concretos, e históricos. de la vida de los héroes del pueblo
idealizados durante el romanticismo. En el caso, por ejemplo, de José María el Tempranillo,
con mucho el más importante de los bandoleros de Andalucía, poco es lo que sabemos
a ciencia cierta, y de forma documentada, sobre sus años infantiles, el motivo verdadero
de hacerse bandolero. sus actuacioni.~s concretas y sus relaciones con sus compañeros. A
excepción de su nacimiento en Jauja en 1805, y de su muerte en Alameda en septiembre de
1833, con el episodio. no resuelto ni aclarado del todo del indulto real, poco es lo que se sabe
documentalmente de nuestro personaje".

Con la excepción de la literatura popular y de los viajeros extranjeros, junto con


la tradición oral, contados son los documentos históricos que han llegado a nosotros del
personaje (partida de nacimiento, partida de defunción, Real Orden de 11 de marzo de 1832.
testimonio discutible de Juan Caballero y de los extranjeros. junto con el sumario de 1832
instruido contra José María por heridas producidas a Juan Calero). Y lo mismo que ocurre
con el Tempranillo -cuyas ha7,aílas traspasaron nuestras fronteras con una popularidad rayana
en propaganda que aún hoy impresiona- podrfomos decir del resto de nuestros bandoleros
más famosos. que escasísima huella ha dejado en nuestros archivos históricos. Y a juzgar por
el estado actual de las investigaciones en curso no parece tampoco que vayan a desvelarse
grandes novedades que cambien sustancialmente la fábula.

Y no obstante esto. el bandolerismo ha sido en Andalucía -una tierra desde luego


como pocas, que cuenta con dos mil años de historia de bandoleros- una realidad desde
los tiempos más antiguos. Está perfectamente documentado ya en época romana. El propio
Virgilio en las Gcórgicas alude a la costumbre lusitana ele robar ganados. Y las fuentes
coinciden en afirmar que es también una costumbre "muy propia'' <le iberos y lusitanos forrnnr
"bandas considerables" para robar y acumular riqueza. Y que. para el lo. se refugiaban en las
asperezas de las montañas. por ser impracticables para ejércitos grandes. El caso de Viriato
es el más conocido. Y la fama del personaje, transmitida generación tras generación. ha
llegado a nosotros como un símbolo de romanticismo eterno. Y el halo de popularidad y ele
heroísmo que siempre ha despertaelo, es comparable al de Diego Corrientes o José María el
Temprani lla.

Los historiadores del mundo antiguo, incluso, reconocen no pocas coincidencias del
bandolerismo de este último tie111po y el de la época romana. Así. por ejemplo, García Bellido.
comentando un conocido pasaje ele Tito Livio rcl'crcnte a la c iudad romana de Astapa -la actual
Estepa- no dudó en señalar que "el episodio tiene todo el aspecto de las fechorías que hace
un siglo solían cometer por estas 111ismas tierras los bandidos románticos. de!>ccndíentes de
estos astapenses. La identidad del paisaje, la continuidad racial de sus autore!i y la semejanza
en los procedimientos -viandante:;. comerciantes y diligencias asaltadas- invita a llnmarlos
también bandidos..." 1s.

89
MANUEL MORENO ALONSO

Y lo mismo viene a ocurrir en la época musu lmana, en la que h istoriadores


extranje ros también de la época romántica idea lizaron por encima de tocio a Omar lbn
Hafsum. "convertido en caudillo de la oprimida nnc ionalidad española", según el decir ele
Simonet1Y. Evidente mente, lo morisco se prestaba nuís a la ideal izaci6n que lo rornano; que no
en balde sení una de las carncte1isticas tem:í1icas del romanticismo. Que esto es lo que hace el
historiador holandés Dozy, quien en su celebrad a Historia de los musulmanes !rae a colación
nada menos que el caso del Tempranillo. de quien dice que "José María se ha hecho famoso
como jefe de cuadrilla, y su nombre vivirá largo tiempo en la memoria de los andaluces corno
el ele un bandido modelo..." 2 º.

Los historiadores románticos " inventan'', por consiguiente. la historia de los


siglos pasados a la luz de las emociones ele su tiempo. Y así no tie ne nada dt: particu lnr que
revistan la ·'aridez de los hecho:;" con los encantos ele la fábula contemporánea. De donde la
caracterización del "bandido modelo'' en palabras del autor de la Historia de los musulmanes:
--1 ...]Un s imple azar le lanzó a esta vida. Habiendo cometido un crimen en un arrebato de
cólera, huyó a la s ierra para sustraerse a l castigo, y no teniendo allí otro medio de vivir que
su trabuco. organizó una cuadrilla, adquirió caballos y empezó a despojar a los cam ina ntes.
Valiente. inteligente. activo, conocía a palmos el teneno, triunfó en todas sus empresas y
se sustrajo a las persecuciones de la jw,tic ia. En tocio el país tenía afi liados, unidos a é l por
juramento, y cuando necesitaba un hombre para completar su cuadrilla. siempre podía elegir,
por lo menos, entre cuarenta personas; tanto se ambic ionaba el honor deservir a sus órdenes.
Manten ÍH inteligencia hasta con los magistrados; tanto que, en una proclama del capitán
General de la provincia. las autoridades de cuatro distritos resulta ron cómplices suyo~. Su
poder era tan grande que dominaba en todas las carreteras del Sur, y la misma Direcció n de
Correos. para obtener el libre paso de la correspondencia, le entregaba una onza por vehículo.
D irigía su cuadrilla más arbitrariamente que ningú n soberano ha podido gobernar a sus
súbditos, y sus decisiones estaban inspiradas en un salv,tje espíritu de justicia" 21 •

Siendo una realidad histórica persistente p rácticamente a través de todas las


épocas22, y probablemente en todos los rincones de España, la característica principal del
handolerismo histórico español en la época ro mántica es su adscripción ideal a Andalucía.
Aun cuando cada vez parece más cierto que el bandolerismo fue catalán antes que andaluz.
Tal es la tesis de Mcnéndcz Pclayo. cuando conside ró a la Cataluña del XVII "tierra clásica
del bandole rismo, corno después lo fue A ndalucía" (A111ología de poetas líricos. ed. 1945, 1X,
379). Que esto es justo lo que le difere nc ia ele los otros bandolerismos históricos hispanos.
Aun cuando hay que tener en cuenta que. en Cat.a lufia, por ejemplo el romanticismo reavivó
tamhién el interés popular por sus bandoleros históricos. Y lns hazañas de Jua n Sala y
Serrallonga. ajusticiado en 1633 y convertido en don Juan de Serrallonga, a lcanzaron un
gran éxito con e l drama romántico e n castellano y la novela que a su recuerdo le cleclicó
Víctor Balaguer ( 1863). Y éste alcanzó tal éxito que el historiador Juan Cortada publicó la
verdad de la h istoria (Proceso instruido contra Juan Sala y Serrallonga, Barcelona. 1868).

90
LOS "BRIGANTES" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

Con la par ticularidad de que "El catalán Serrallonga" en la época romántica siguió siendo un
personaje popular en toda España.

Ahora bien el romanticismo de propios y extraños se preocupará de idealizar


determinadas formas de bandolerismo en la I ínea ele Los Ban.didos de Sch i l ler pr i ncipal mente
en determimidas zonas exóticas. Y aunque otras regiones tu vieron igualmente sus bandidos,
sus malhechores y sus contrabandistas, lo que no tuvieron fue, precisamente, sus Temprani llos
ni Niños ele Ecij a. que fueron quiene.s. con un puñado de andaluces rnfü.;, se llevaron la fama.
Mientras los otros bandoleros permanecieron en la oscuridad -y a lo sumo oscurecidos por
la ·'aridez de los hechos·•- corno si en esas tierras, menos excirnntcs para los rom ánticos, el
bandolerismo no hubiera existido.

Esto es lo que ocurrió. por ejemplo, con el bandolerismo gaJlego. que ·'no
tenía gancho". Y. por consiguiente, los viajeros que pasaron por aquella región. y que
indiscutiblemente fueron perfectamente conseicntes de su existencia, no se molestaron
en i ndicarlo sin duda alguna por no resultar "interesante" para sus lectores. Y cuando,
efectivamente, hubo al gún i n1cn10 posterior ele icbtlizarlo23. era muy difícil igualar las cotas
de publicidad y eco adquiridas por Richard Forcl en Inglaterra . o por Mer i mée en Francia.
De aquí que sea perfectamente comprensible In pregunta de algunos historiadores de otras
regiones de ")qué sucedió para que nuestros bandoleros no hayan merecido la atención de los
buscadores de lo insólito'!'"1º.

DE LA INVENCIÓN AL MITO

En su interés fundamental por lo contemporáneo -siempre que fuera original,


exótico. pintoresco e i nteresante- el romanticismo convirtió con una aceleración histórica
propia ele los nuevos tiempo,- la invención en mito. F:I bandolerismo presuponía unos ideales
consustanciales con una época y con unas creencias que inmediatamente van a exaltarse:
la afi rmación individual frente a la opresión, la manifestación de justicia natural freme a la
práctica real, el ensalzamiento heroico del humilde en la línea tópica del buen salvaje frente
al producto de la civilización.

Dada la inexistencia de una conciencia social en la época romántica, no es posible.


sin embargo, cuando el mito está en construcción, entenderlo en clave socía, como algunos
han osado hacerlo. El bandoleri smo en su momento no lo entiende el pueblo en clave de
lucha contra la desigualdad ni, mucho menos. como una forma de protesta social típica del
campesinado. De ninguna manera. cuando se construye el milo. el bandolero es un ·'sujeto
consciente de la causa revolucionaria cnmpesina". Porque mantener esto hoy no es sino otra
forma de invención del bnn<lolerismo.

En los relatos de los ciegos. en la I iteratura de cordel, en la novela de folletín o en


los relatos de los viajeros no hay constancia de una realidad de este tipo. Esta visión es una

91
MANUEL MORENO ALONSO

interpretación posterior y, por consiguiente, una invención anacrónica. Ni Diego Corriente.


ni los Niños de Ecija ni el bueno de José María el Tempranillo fueron líderes de una causa
revolucionaria que en ningún momento pasó por sus mientes.

El mito rom:íntico no es de naturalezn social. Y en el caso de los bandoleros


andaluces ni siquiera política. porque quererlos convertí r en portaestandartes de l:i causa
l iberal, por ejemplo, también dista mucho de la verdadH. En la caracterización que hace
del Tempranillo el historiador D ozy. inventando claramente el personaje. y apl icándolo a la
historia encontramos sintetizados los distintos elementm del mito romántico que se inventa
entonces: el héroe del pueblo, la fuer1,a del sino, el arrebato de cólera, la intrepidez de acogerse
a la !.Oledad. la valentía de la decisión y el atrevimiento de desafiar al orden constituido.
Y. por su parte, siguiendo también puntualmente el retrato del autor de la Historia de los
musulmanes. el pueblo lo que ve en él es un centro irradiante de admiración heroica, y su
espíritu natural de justicia.

De la misma manera que en el caso del novelista Manuel Fernández y Gon7,ále7.


-inventor prodigioso de episodios e historias de bandidos- no se advierte en modo alguno el
menor atisbo de i ntencio11alidad social. Preocupación fundamental del autor de tan extensas
novelas folletinescas es. por encima de todo. la amenidad. Y aunque, evidentemente, el
noveli sta, que había nacido por otra parte en Andalucía. debió estar al día de todo tipo
de informes orales más o menos auténticos, en sus obras lo que hay más de valioso es la
descripción del ambiente y de las costu mbres, que, además. esto era, justo, lo que más
valoraba y quería el gusto del público lecror2" .

El bandolerismo andaluz, mitificado por los románticos, nada tiene que ver. por
consiguiente, con la reacción posterior de las masas obreras andaluzas contra la situación que
las oprime secularmente. Y de lo que se ocupó el mismo Constancio Bernaldo de Quirós -el
autor ele E/ Bandolerismo Andaluz- en !.U estudio sobre El e:,partaq11is1110 agrario andaluz,
publicado a raí7 de las huclgal> del campo de Córdoba del otoi'ío de 1918 y la primavera de
1919. Así como el del notario de Bujalance don Juan Díaz del Moral en su celebrada Historia
de las agitaciones campesi11as de Córdoba, impresa en 1929. El bandoleri~mo e!. "otra
reacción", de carácter individual y "en otrn distinta direccicín" en la que. por supuesto, "no
faltan manifestaciones ele justicia y venganza en favor ele lo~ humildes y de los pobres" 27.

La invención romántica del bandolerismo se i nscribc. por otra parte. dentro de la


invención del pueblo, que comienza a mitificarse desde linales del siglo XVIII. Y yue, a su
vez. constituye l.a base de la invención extranjera, que los españoles acabarán también por
aceptar en fecha más tardía. Porque. como ha s~ñalado Domínguez Orti1., en realidad ·'la
masa popular no aparece sino como comparsa en los movimiento:. políticos anteriores a
1868" 1". Ahora bien los extranjeros, desde mucho antes, empit:ian a mitificarlo. Y una forma
de hacerlo será. precisamente. a través de la idealización del bandolero del que éste es carne
de su carne y sangre de su !\angre. Lo., viajerol> románticos coincidir:ín todos. prácticamente
sin excepción. en alabar justo lo que los grupos no plebeyos detestaban en él: la honrade.z.
la lealtad. la bondad natural de los campesinos. arrieros y contrabandistas•". En realidad se

92
LOS ·BRIGANTES· DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERIS MO ROMANTICO

trata de una miti ficación ronuíntica del pueblo en la línea dieciochesca y rousseauniana de
idealización del ''buen salv,üe". Pues, en este sentido, no se discute que la imagen dada del
pueblo por los viajeros no es real sino que en mucha mayor medida es fruto de un estereotipo
que responde a modas intelectuales de la época >.0.

Un cles1i1cado conocedor de la literatura de viaje como José A l bcrich ha visto


claramente que el testi monio personal del pueblo aportado por los viaj eros es principalmente
invención. Y en cualquier caso, según sus palabras, ·'aún cuando sea un tcsti monio basado
en la realidad, es un testimonio selectivo, es decir. a la hora ele las alabanzas los vi ajeros se
olvidan de otros rasgos del pueblo no tan favorables y 4ue ellos mismos han consignado en
otras partes de sus libros". Con la particularidad ele que, en no pocos casos, en sus páginas,
ellos m ismos clan argumentos suficientes para testimoniar la verdad de lo que pensaban. Así
lo hará M érimée que. cuando comprueba sin embargo, con asombro, que los campesinos
adoraban a Fernando V il y los grandes señores lo detestaban. escribirá que el régi men
fomentaba ·'los malos instintos de la canalla"-".

Desde luego es evidente que. en su invención, si por una parte los rom:í.nt ícos elogiaron
hasta la saciedad las cual idades del pueblo llano (su sobriedad, su resistencia física, su honradez).
fuera de este contexto lo 7,ahirieron sin piedad. Es el caso del desprecio del español como
soldado que se advierte en lo'> escritos de los inglcsc.,; durante la Guerra ele la I ndepcndencia:12 ,
o en el de los francesc:;31. Pues. en todos estos casos, se aprecia un desprecio sin paliativos y
sincero. que no era sino e.l re~ultado ele una experiencia. en este caso probablemente auténtica,
en contacto con soldados y guerrilleros -que poco después ~erán quienes nutrn11 las filas del
bandolerismo heroico- 4ue ellos detestaron sin embargo por ser un tipo de guerra " ind ignn" ele
caballeros. Porque. en realidad. como señalaba el teniente A lphonse Grasset, aquellos "trouvent
dans la lcgimité de cettc guerre une splcnclide occasion de pillage"".

E l hombre romá11tico nace y crece al mismo tiempo que la :--ociedad moderna. en


esos años que separan 1814 de 1848. Y si en el caso de unn sociedad atrasada como es la ele
los bandoleros andaluces, estos viven imbuidos completamente en el mundo ya desaparecido
para ~icrnprc del A ntiguo Régimen con la excepción de España. este hecho se conveniní en
factor fundamental de su idealización por parte d1.: los extranjeros. Por4ue a éstos, hombres
modernos que en el espacio de una generación han visto t:ambiar revolucionari amente su
mundo. les interesa por unas u otras razones dt:tcner el tiempo, irremisiblemente pasado. e
idealizarlos en u nos tipos imaginado:, con nostnlgia en su propia historia. Pues en la lucha
iconocla:,ta con la modernidad, la idealiLación dd bandidismo era en el fondo un punto de
anclaje que per mitía dejar constancia lo mismo de lo ganado que de lo perdido en el avance.

El mito romántico del bandolerismo radica en muy gran medida en la nostalgia,


que ha !.ido definida como la pasión de la ou.1·c•11cia: ausencia no de esto o aquello, sino
ausencia como tal. Y. por consiguiente, asumiendo muchos nombres y figuras según el grado
de unn " i ndecisi<5n gradunt•· típica del fenómeno: la amada, la patria, el ideal. el valor. el

93
MANUEL MORENO ALONSO

absoluto ... Y de esta forma se construye una realidad que no reside en sí misma, sino que
constantemente remite a algo distinto, que más tiene que ver con la nada que con la realidad.
De donde la importancia de la nostalg ia, en tanto que deseo sin objeto. que es pasión de la
ausencia, necesidad que no se deja satisfacer. Y de aqu í la importancia de la fábula . Porque
los románticos son pcrfoctamente conscientes de que el mundo debe convertirse en fabula. Y
fábula - Fabef- significa mito. leyenda, saga (ele sa&en, decir). E n el fondo toda la invención
está explicada previamente en Herder. para quien "nuestra razón se forma sólo mediante
ficciones''; que así es como, según él. se c rean los conceptos, las ideas o los ideales. Porque
a l final. "si los utiliwmos mal, o si nos habituamos a configurarlos equivocadamente f...l la
culpa es nuestra y no de la cosa en sí". Tal era el iclenl de aquellos hombres románticos que
también creían que tampoco se podía existir sin poesía, pues en ella residía la felicidad de
nuestra existencia 1\

El hombre romántico creó además toda unn mitología que dio sentido a la vicia
cotidiana y conformó los valores más profundos en la lucha por la libertad, individual o
colectivamente. En España, en particular, la guerra heroica de 1808 que realizó el pueblo
sirvió de modelo constante para que las siguientes generaciones la recordaran. transmitiendo
sus valores mora les o simbólicos. De tal forma que ele tocio e~te proceso surge una conciencia
mítica que. corno cualquier sistema fi losófico, presenta una teoría ele la realidad, por más que
sea una teoría 1·i1•ida y vital. Cierto que los nuevos mitos estarán a veces en oposición con
la historia, con la razón. con el progreso y hasta con la verdad . pero esto en el contexto ele
aquel la generación es quizás lo que menos importa"'·

LA INVENCJÓN DE LOS CIEGOS

En la mitificación del bandolerismo, que es prácticamente simultá nea a los hechos,


desempeñó un papel fundame ntal la transmisión oral de ~us hazañas, que es fuente primordia l
tanto de la I itcratura de viaje como de la posterior novela ele folletín. Ya en la segunda mitad
ele siglo un político progresista como don Salustiano O lóL.aga se quejaba de cómo los c iegos
del tiempo de Fernando VIf y de la Regencia de Mar ía Cristina habían s ustituido los temas
tradicionales de s us relatos en la línea tradicional del romancero por !ns proezas ele los
bandidos y cont rabandistas. con e l consiguiente perjuicio para los j óvenes y el públ ico que
de esta forma fomentaba la admiración por lo que de ninguna manera podía considerarse
como edificante. Porque, evidentemente, el relato de crímenes truculentos o el de amores
imposibles -posibles sólo en la fábula- tenían que ser los de mayor efec10 en la especialidad
de los ciegos·11•

La importancia de los c iegos en la transmisión de tales h¡w 1ñns tiene en España


una larga tradición. Y son muy numerosos los testimonios que han llegado a nosotros de
cómo en aquellas España castiza, que vivía en la calle, se cantaban cancionc~ en corrillos.
Y numerosos son los grabados que lo acreditan. Un medio en el que tenía un protagonismo
fundamental los c iegos, que eran los arquetípicos recitadores ele tales han ,ñas. Pues, en los

94
LOS "BRIGANTES" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

países med iterráneos -en donde, paradójicame nte. la luz, con un sol ardiente, es esplendorosa-
la ceguera, por otra pa rte, como es bien sabido, está asociada probablemente desde Homero
con las actividades poéticas y musicales.

Don Julio C aro Baroj a -que ha recordado el episodio de cómo el gran arabista
sevillano don Pascual Gayangos comparaba a los ciegos que cantuban romances por las calles
espaiíolas con las personas que en El Cairo, Alejandría, Damasco y otrns ciudades populosas
iban también por las calles plazas y meso nes recitando cuentos a cambio de un me tódico
estipendio- es un testigo excepciona l de estas prácticas hasta año~ después de la guerra c ivil.
Pues aún entonces era posible ver en las plazas de España a ciegos voceando lo mismo que
en los tiempos del L azarillo. De tal manera que a su alrededor de congregaban, ·'formando
grupo compacto, viejas, soldados, hombres de aire puebleri no y chicos, que escuchaban con
atención". Y algunos compraban por die:!. céntimos -como fue su caso, que no hacía sino
seguir la costumbre de su tío don Pío- pi iegos "con la narración espantosa, puesta en coplas
espantosas también, q ue el ciego salmodiaba••_;¡¡.

La descripción de don Julio Caro, referida a los años de la inmediata posguerra,


se corresponde perfectamente con el famoso cartón de El ciego de la MUitarra de Goya,
existente en el Musco del P rado, o con el que compuso tambié n por ento nces el mismo Bayeu,
en el que representa a un ciego tañendo la zanfonía. mientras baila un perro y e l lazarillo
acompaña con unas castañuelas. Estampas, como las pintadas por Gu~tavo Doré en e l viaje
del barón Davil k r. que a don Julio Caro les parecía idéntica a las que había oído cantar a su
tío o a las que é l h.thía visto de muchacho. Aunque para él lo importante radicaba en destacar
el hecho de cómo los c iegos, sobre todo en determ inadas sociedades. a causa de la fa lta de
visión, concentraban todo su ser ' c..:n la expresión verbal o musical" n pesar de que lo mismo
la fidelidad de sus relatos como la calidad de los mismos fueran habitualmente detestados
por la gente culta~q.

El ciego, c ie rtamente, lo mismo podía ser inve ntor de la historia que su transmisor.
Y en cuanto a su verosimilitud esto poco importaba. Pues, según el decir que recoge don
Julio Caro, "en ciertos sectores popula res, como el cam pesino. se da cierta forma de vid a
en que el factor histórico tie ne m uy poca influencia... Una opi nión de la que part icipaba ya
en su tiempo el m ismo Lope de Vega, para quien a l escribir para el vulgo había que hacerlo
neciamente: y otros ingenios que escri bieron duras críticas contra los ''poetas para ciegos".
Pero, como q uiera que sea, esta " literatura"' en boca de c iegos -la fitermura de cordel de los
siglos XVJ, XVI] , XVlll y XJX- ejerc ió una inllue nc ia fundamenta l en la conformació n
popular del bandolc rismo40 . De la misma mane ra que la voz de los ciegos, en la trasmisión de
las noticias q ue voceaban, hacían palidecer en no poca:; ocasiones a los lúcidos y sabidos...
que la:; escuchaban entre indignados y tcmerosos41 •

En su Ensayo sobre esta literatura popular, de la que tanto gustaro n los españoles,
don Jul io C aro ha hablado de la impro nta ele A nd alucía en todo el resto del país. De tal
manera que lo castellano, por ejemplo, vi~jo o nuevo, "queda desplazado para muchos por lo
específicamente andalu¿, por el prestigio y seducción que ejercen las costumbres populares

95
MANUEL MORENO ALONSO

de Andalucía desde el siglo XVIII. Pues mientras lo va co, por ejemplo, es hermético para
el que no es vasco, al igual que lo catalfüi o lo gallego. lo andalu7, ejerce una influencia -que
él llama absorción m1daluza- en el imaginario colectivo de lo español. Un fenómeno 6te,
por otra parte, que define perfectamente la proyección del "espectáculo'' andaluz inventado
en el romanticismo, que hace que para muchos, dentro y fuera de España, lo español es
precisamente to andaluz 42 .

Debemos a don Julio Caro Baroja (43) el mayor esfuerzo sistemático por rastrear en
la literatura de cordel voceada por los ciego~ los textos literarios más dramáticos de temática
bandolera. Y, según él. puestos a contar '•historias romántica~ y violentas'' ya los mismo5
ingenios del Siglo de Oro dieron la pauta a los ciegos y copleros de después. De tal manera
que con posterioridad a entonces la historia más o menos real de famosos bandidos de aquí o
allí, y con poca frecuencia napolitanos, quedará perfectamente dramatizada. Hasta tal punto
que en pleno siglo X [X todavía seguían ~iendo populares los bandidos napolitanos4 ~. El
análisis de la literatura de cordel desde el siglo XVII al XI X demuestra que no hay solución
de continuidad. Y, por consiguiente. existe una latente tradición de acciones de bandoleros
que sigue interesando vivamente al pueblo.

Los andaluces. particulanncntc, se rnostrnrán orgullosos de su tradición bandolera.


Realidad que se refleja, por ejemplo. perfectamente en el librito, publicado en Córdoba en el
año 1841, con el título de Historia de los bandidos m6s célebres en .fiw1cia, lnglmerro. ele.
(sic). 1i-aducida del ji·ancés y adiriunada con la de los más.fa mosos bandolero.~ españoles.
Por D.C.R. de A. Y en él, con indisimulable orgullo. se dice que ·'Espa1ia es el país en que
sin disputa ha habido tos bandidos más célebres, aunque no todos han sido de un mismo
género, porque entre el los se han distinguido tres clases". Tras cla~es que el autor de las
adiciones señala y enumera: La primera la de los g uapos (''aquellos que sólo hacían alarde
de un valor temerario, o por mejor decir de un arrojo imprudente. y no respetar, hablando
vulgarme111c. ni Rey ni Roque; pero tenían a valentía el considerarse fuera de la ley y campar
por sus respetos". La segunda clase, la de co11traba11disws. "a cuya carrera se dedicahan y
aún dedican muchos que se abstienen de robar y matar si no son impelidos por la necesidad".
Y la tercera la de ladro11esfa1110:sos, "de los cuales ha habido abundancia en nuestros días".

Mucho antes de la puhlicación de este libro. que coincide con el auge de la leyenda
romántica de los bandoleros andaluces. el 111 ito estaba inventado. Y las legendarias acciones
de sus héroes se prodigaban de boca en boca. Sin duda alguna razón fundamental de la
polari,wción ele ta les acciones, fundidas entre la realidad y la ficción, en Andalucía se debió
a In ubicación en ésta de Gibraltar que. desde comienzos del siglo XVIII. va a concentrar el
principal foco de contrabando existente no solo en toda Andalucía sino en toda la Península.
Y por consigu iente va a convertir el hinterland andaluz. lugar de tránsito obligado de
contrabandistas y arrieros. en escenario de tales hazañas•·'.

96
LOS "BRIGANTES' DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

Así no tiene nada de particular que un personaje del siglo XVIll como fue Diego
Corrientes se convierta en el estereotipo preterido de la invención romántica. Y como ocurrirá
después. y había venido ocurriendo antes, el resultado será una mezcla, difícil ele determinar
exactamente, de realidad y de ficción. Porque no cabe duda que las coplas de ciego que
corrían en él en vida. y. sobre todo despué~ de su ajusticiamiento en 1781, siguen alimentando
la historia posterior del célebre personaje. Y conformará, finalmente, todavía de forma viva el
tardío relato ele don Manuel Fernánclez y Gonzálcz, Diego Corrientes (historia de un bandido
célebre) (1866). Con la par ticularidad. típica de la invención romántica. que lns fronteras del
tiempo se dc1>vanecen ante la recreación de una historia, que lo mismo resulta que se aplique
a un tiempo h istórico como a otro. Es más, desde l a época del bandolero twsta la de su
máx ima exaltación, transcurren casi cien años de popularidad y ele invención constante. Y el
motor de ello, como ocurrirá con los bandoleros románticos propi amente dichos. estará en
et pueblo y en su invención literaria, transmitida antes que nadie, y mejor que nadie. por los
ciegos. De csta forma los viajeros extranjeros no tendrán más que "divulgar" la invención:
que, tocio lo miís, aderezarán con su peculiar estilo. contribuyendo a la plasmación univers.tl
del mito fuera de nuestras fronteras.

*
Antcrior a la fabu lación romántica de los extranjeros, y probablemente fundamental
en la constitución de ésta, es la imagen viva que de la realidad del bandolerismo andaluz, dio
ya con colorido romántico, José María Blanco White 46 . Dado el éxito alcanzado tanto dentro
y fuera de Inglaterra de sus Letters Ji·om Spai11. aparecidas en su primera versión en 1822,
justo cuando wdas las miradas de Europa se volvían a España, sus pinceladas sobre la ficci6n
y realidad del bandoleri smo andaluz ejercerán una infhiencia indiscutible en l a literatura de
viaje posterior. Porque, evidentemente, el primer I ibro que cu,tlquier inglés encontraba a mano
parn preparar su 1our por España eran las Le11ers de Blanco. publicadas con el seudónimo de
Leucadio Doblado. Y de esta forma, si Blanco es sin eluda alguna uno ele los más importantes
iniciadores del romanticismo español, es también un punto de referencia fundamental en la
visión posterior del bandoleri smo rom ántico.

L as Cartas de Blanco son, en buena medida, un verdadero libro de viaje; en el que,


al mismo tiempo, remontándose al género dieciochesco de este tipo de lit.eratura, se hace ya
en aquella fecha una crítica muy fundada de la misma. Pues en su •'i nvención" la literatura
que se genera entonces rayani ya en et estereotipo cuando no en la vulgaridad de lo grotesco.
Por el contrario, Blanco, por cierto, aportará el testimonio per sonal ele su experiencia. Y
de ésta no resulta aventurado desprender el grado ele interés popular con el que en aquella
Andalucía de principios del siglo XIX se vi vía el mundo del bandolerismo. Y su visión de
éste, evidentemente. distará mucho del que, con posterioridad. a veces retomando su propia
redacción. darán los Magaz.i11cs de Londres o París.

Consciente perfectamente, por otra parte. de las "invenciones" vu lgares e los


viajeros. el amor de las tan celebradas Cartas hablará de los "errores e i nexactiludcs" ele

97
MANUEL MORENO A LONSO

aquellos años antes de que Richard Ford , Washingto n .l rving. George Borrow o Próspero
Merimée publicaran sus narraciones47 .

Ahora bien Blanco, que es perfectamente consc iente de las limitac iones de los
autores de viaje que escriben sin conocimiento de causa o buscando un efectismo evidente
en los temas 4 \ no podía olvidar la realidad indiscutible de un asunto como aquél entre la~
narraciones de un pueblo cuando, por ejemplo, " la gente pobre pasa la mayor parte de la
noche cha rlando en la puerta de sus casas huyendo del intolerable calor del interior'"9•

E l tema, por otra parte, era obligado en u na sociedad en donde ··[...]merodean los
ladrones y son muy pocas las personas

-con la natural excepción de la gente joven y amiga de aventuras- q ue regresan a sus


casas después de la tertulia sin que los acompañe un criado con una antorcha e ncend ida" 50•
Lo que nos lleva a pensar que la realidad del bandolerismo era un tema d iar io "de tertulia"
más allá del im11ediato y más cotidiano del de los ladrones o salteadores de caminos. Ahora
bien, frente a lo que será moned a de uso corriente entre los viajeros. Blanco advierte sobre los
pelig ros de "trazar un boceto de l carácter nacional de los españoles". Sencillamente porque.
según nos dice expresamente. consideraba tales descripciones "como carentes de sentido, un
mero conjunto de antítesis donde de forma efectista se contraponen las buenas y las malas
eua Iidndes, con muy poca base en la naturaleza'·51 •

Teniendo en cuenta, por otra parte, que. según Blanco. ·'Ja división más a mplia
del pueblo español es la de nobles y plebeyos•·. es evidente que la visión del bandolerismo,
en su realidad. podía ser muy d iferente desde un punto de vista u otro. Máxime cuando
los p rimeros, por ~jemplo. se habían "degradado por su servil conducta en la Corte y se
han hecho od iosos a nte el pueblo por su insoportable a ltanería fuera ele ella"~2 • De donde la
heroificació n de los segu ndos en e l caso de los bandidos. Una vi~ión, por cierto, que puede
ayudarnos a entender la "i nvención romántica·• del bandolerismo por e l pueblo: y que los
viajeros extranjeros no supieron explicar con la misma claridad.

A Blanco se debe, además, la mejor caracterización existente para la época del


caso de un bandolero q ue pertenecía a la baja nobleza. pues ·'aunque nacido y criado entre
las clases más baja<; de la sociedad. era hidalgo de nacimiento y tenía alg unos parientes
de buena posición". Era el caso de una partida de cuatro bandoleros, en la que aq ué l, que
a l parecer se llamaba de apellido He rrera, y había nacido en el pueblo de E l Arahal, fue
j uzgada en la Audienc ia de Sevilla. Y como lodos ellos fueron sentenciados a muerte, los
parientes del "bandolero h ida lgo" tornaron las medidas necesaria~ para evitar la mancha que
podía suponer que " un primo segundo o tercero podía echar sohre toda la fami lia si moría
al aire libre como un villano". Es decir, que la mancha no consistía en la condición de ser
o haber siclo bando lero sino en la de ser ajusticiado como villano. Y. efectivamente, según
el testimonio de Blanco, e n aquella oca~ión, los ""bandidos l/a11os'" fueron ahorcados a nte la
contemplación del pueblo de Sevilla de forma separada a como lo fue el band ido hidalgo.
De donde la re flexión del autor de si los parientes ..le hubieran ayudado a ordenar su vida, la

98
LOS "BRIGANTES" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

mitad del clinero que se habían gastado en tan absurdo y desagradable espectáculo, tal vez lo
hubieran salvado de su tri ste dcsti no"51.

Las conversaciones sobre bandoleros en Andalucía pertcnecfan al mundo ele


Jo cotidiano, y probablcmemc se comentaban con tanta o más intensidad que las corrida~
de toros que. prohibidas por Real Orden durante varios años, volvieron a ser permitidas
"atendiendo a los deseos del pueblo". Con la particularidad, según el testimonio del propio
Blanco, que " ninguna otra noticia. ni aun ele la victoria más decisiva. podía alegrar más a
los andaluces ni moverlos a mayor actividad"5•1 • QuizéÍS la única " noticia" comparable -que
igualmente llenaba de vida la conversación del pueblo y animaba a la declamación de los
ciegos- serían probablcmelllc las gestas de los bandido~, héroes del pueblo como los toreros;
y algunos de los cuales eran o habfon sido toreros también. Y. anclando el tiempo. hasta los
vi¡~eros extranjeros. confundinín las "cuadrillas de los toreros'· con las de los bandoleros
hasta por el traje. Desde luego, en el fondo. ''el derroche ele valor y destreza" de aquellos. para
decirlo en palabrns del propio Blanco, 110 podía ser más parecido al de los otros~\

El testimonio aportado por Blanco es revelador de hasta qué punto '·el derroche
de valor y destreza" de los 1orerns suscitaba concretamente hasta en quienes no podían ver
el espectáculo por haber perdido la vista. He aquí su historia, que, al mismo tiempo, puede
servirnos para entender hasta qué punto lo~ mismos ciegos podían vivir también el mundo
del bandolerismo antes de la invención romántica: "[. .. /La siguie11.1e anécdota. con que voy
a terminar esta cana, le nwstrará hasta qué punto puede llegar la pasión por las corridas
de rcHns. Un caballero conocido 111.ío 1uvo hace unos años fa des¡!,racia de perder la vi.Sla.
Parece lógico que quien se ha quedado ciego 1ratará de evi/(/r los lugares d<' sus antiguas
diversiones. cspeciaf111ente aquellas en que iodo va dirigido a la vista. Sin embargo, este
señor sigue asistiendo a la plaza con toda asiduidad. Ma,iana y rarde se xienra en el palco
de la Real Maestrarr¿a, de la que es miembro. con un guía a su lado. J\ la salida de cada
toro escucha ávidamente la descripción que le hacen del animal y de todos las peripecias
de la lidia. La idea que se hace del espectáculo, ayudado por los expresivos griro.1· de la
multitud, es tw, viva que alln en los momentos en que los aplausos no le permiten al criado
más que una breve alusión a la faena que los motiv6, la cara del pobre se,ior se transforma
y él mismo une sus aplausos hasta el último de los que resuenan en /,a plaza"56 •

LA FABULACIÓN DE LOS VIAJEROS

Aunque no se suela tener en cuenta cuando se habla de los viétjeros románticos.


el testimonio personal apor tado por el sevillano José María B lanco White en sus famosas
Leflersfrom Spain es fonda mental para la posterior fabu lación del bandolerismo romántico~7•
Ahora bien, y a pesar de moverse tamhién entre la ficción y la realidad, B lanco no inventa
ninguna fübu la. Y su contribución al tema, aparte de su testimonio personal como propio ele
una realidad bien arraigada en la sociedad española y. por consiguiente, fu ndamental, estriba
sobre lodo en haber dado el debido relieve a un tema que, desde entonces. ~erá connatural

99
MANUEL MORENO ALONSO

con la visión extranjera de lo andaluz. Y en este sentido, por tanto, eJ relieve de su aportación,
aunque hasta ahora no se le haya reconocido, es verdaderamente extraordinario.

Consciente perfectamente de que el tema era muy sugerente para los ingleses58, el
propio Blanco reconocía que al viajar imaginativamente por España en sus Letters se ·'había
traído algo de la inquietud inglesa'' 59. Y así no tiene nada de extraño que comience una de sus
Cartas haciendo un viaje a la inglesa y, por consiguiente, hablando de estos asuntos porque "la
mayoría de los españoles..." eran bastante remisos a viajar al modo de los extranjeros porque
"los gastos, los peligros y las mil molestias que Ilevan consigo los viajes nos impiden hacerlos
por placer o por curiosidad"6º. !\tientras que los ingleses, pL"irnero, y los franceses , después,
empezarán hacerlo precisamente "por placer o curiosidad". O, simplemente, para tener
ocasión, sin en verdad exponerse demasiado, a divulgar sus aventuras ante sus lectores.

El rel.ato que con todo detalle y "color local" Blanco describe en sus Cartas es el
que hizo precisamente a la Serranía de Ronda, santuario precisamente con posterioridad del
bandolerismo romántico. Hizo el viaje a caballo, y "con las bastas ropas que los hidalgos
campesinos llevan en semejantes ocasiones: chaqueta corta y ropa interior de sarga marrón,
gruesas polainas ele cuero, capa debidamente enrollada y atada a la perilla de la montura y
un fuerte chaquetón de lana, adornado con una especie de encaje hecho de trozos ele tela de
varios colores, que es el traje de montar favorito ele los andaluces elegantes"~ Y en el que
1

claramente se adivina también la forma "elegante" en que se trazará con posterioridad la


forma ele vestir de los héroes del bandolerismo andaluz.

Según el relato de Blanco, cada uno de los viajeros y el criado, que llevaba en su
caballo el equipaje ligero, iba provisto de una escopeta colgada por el gancho a una anilla
de la montura. Ahora bien. desde el primer momento, el viajero deja bien claro que "los
bandoleros raras veces atacan a la gente que va a caballo con tal de que tengan la precaución,
corno la tuvimos nosotros. ele no pasar por ninguna arboleda sin ser separados unos ele otros
a la distancia de un tiro de escopeta''. En el relato, como después ocurrirá en la infinidad de
los que hagan los futuros viajeros extranjeros, se habla también de la incomodidad de las
posadas en que se alojaron. y particularmente ele la de El Arahal. en la que "ya habíamos
empezado a sentir el peculiar aburrimiento que se oculta en todos los rincones de las posadas,
cuando el sonido ele un pífano y un tambor, con ai re alegre más que marcial, despertó nuestra
curiosidad ..." Con la particularidad de que pocas descripciones ele posadas podrán rivalizar
con la realizada ac¡u('2 •

Al describir el largo viaje de Sevilla a Olvera, a través de El Arahal y Osuna.


Blanco señala además que "los caminos que van por las estri/Jacioncs de fa serranía de
Ronda. aunque en muchos tuwrres son pintorescos y románticos, suelen estar en muy malas
condiciones". Y, como ocurrirá con posterioridad en los relatos de viajeros extranjeros, en
el suyo, una confusión de su criado les llevó a unas dos millas de un pueblo llamado Pruna,
donde les sorprendió una "tremenda" tormenta de granizos y truenos. Y como después
empezó a llover torrencialmente, abandonaron toda esperanza de llegar aquella noche a su
destino. Así que se encami naron al pueblo deseosos de secar la ropa empapada, aunque "tan

100
LOS 'BRIGANTES'" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

miserable era la posada que no disponía ni siquiera de un cuarto donde pudiéramo~ retirarnos
a quitarnos la ropa". Así que en su caso se acogieron a la hospitalidad del párroco, que "tenía
algo de las fanfarronas maneras de Andalucía. pero suavizadas por una franqueza y un aire
ele caballero que resultaban sorprendentes en un aislado p:frroco español"63.

Por si fuera poco, en su narración. el viajero no olvidará seña lar tampoco que
" los habitantes de la Sierra de Ronda son muy aficionados a las bebidas espirituosas.."". De
la misma manera que a l atravesar los bosques del entorno tampoco silencia la existencia
de "las cruces monumentales que se alzan en lo~ paraje~ en qm: un viajero ha caído a
manos ele los bandoleros", que les obligaban "a permanecer vigilantes a cada vuelta del
camino y examinar cuidadosamente todas las espesuras, sin ciamos ocasión de gozar
tranquilamente de las bellews que se encuentran por todos lados''. A lo que agrega con
toda natu ralidad que España. con tocias estas condiciones, ofrecía ..recorridos bellos y
romá nticos para los luristas"6·'.

Una vc7 llegado a l destino finalmente, el viajero señalará sin paliativos de ninguna
clase que ·'fas rústicas y casi salvajes maneras de los hidalgos de Olvera no tienen paralelo
en Andalucía. Lo mismo caballe ros que campesinos reclaman para su villa una agreste
independencia y una libertad de desgobierno que muestran la debilidad que acompaña
siempre al despotismo". Y recuerda cómo "un refrán andaluz te aconseja: Maw al hombre
y vete a O/vera". A lo que añade un "notable ejemplo de impunidad'' con que allí se había
cometido un homic idio en el pueblo dos años antes. Cuando un hombre o fendió "al jefe del
bando contrario ... del que se sabía que había despachado anees a otro hombre de manera
semejante". Por lo que nadie dudaba en el pueblo que si Lobillo no había matado al alguacil,
al menos había pagado a su asesino. No obstante lo cual, '·fa seguridad de su absolución era
tan general como la creencia en su culpabilidad''66 .

En su descripción de la villa, difícilmente superable en cuanto a color local, escán


todos los ingredientes para cualquier fabu lación romántica posterior: violencia. "salvaje.
pelea~ que hasta el día <le hoy forman la principal d iversión de los jóvenes del pueblo", "idea
de la alegría !asociada] a una rudeza que a veces degenera en francas barbaridades", '·deportes
campestres !que] terminan con una cena en un cortijo. en la que el gracioso de la pandilla
organiza un j uego a base de bromas pesadas•·, bailes con repiques de castañuelas y cantadores.
Con la particularidad de que ..el asunto de estos cantares populares. de los que el pueblo
humilde guarda en su memoria una copiosa aunque no muy elegante colección, es siempre
el amor... Y cuando se estaba e n plena diversión.... "en e l salón-cocina nos encontramos a
nuestro héroe -el jefe de uno ele los bandos-, con su escopeta montada y afirmando entre una
andanada ele jL1ramentos que dispararía contra el primero que se acercara a la puerta..."07 •

Fuern del conte.xto de este viaje a la serranía de Ro nda, en el relato de las cosas de
Andalucía que hncc Blanco en sus Cartas de Espafía encontramos otros ingredientes de la
posterior invenc ión romántica del bandolero. Y muy en particular la imagen característica
del majo andaluz. con "ojos apasionados de color negro azabache, brillante barba azulada
que oscurecía sus mejillas desde una pulgada más abajo de sus largas pestañas. un afán

101
MANUEL MORENO ALONSO

fanfarrón que el expresivo idioma de l país da a los que así se mueven el sobrenombre de
perdonavidas, como si los demás debieran la vida a su compasión o a su desprccio''68_ Y,
por supuesto, las ''diversiones del populacho", en los que todavía se podían observar " los
antiguos celos españoles en las clases bajas. y cua ndo ya en fapaña no se desnud a la espada
para destruir una quere lla amorosa, la navaja decide con frecue ncia las querellas de amor
de los plebeyos·>69_

Aun cuando, según el testimo nio ele Blanco. e l amor -que tan unido v:i siempre
con las pendencias en la vida de los bando leros- no era ..de ninguna manera" el principal
instigador de muertes violentas "entre nosotros". Pues según aquél. ' ·una cierta irritabilidad
natural especialmente en las regiones del Sur lleva al frecuente derramamiento de sangre,
unos litros de vino de más o ni aun eso. e l simple hecho de que sople el Ü'vante o viento
solano, es festejado infaliblemente en Andalucía con peleas mo rtales". Pues, de acuerdo con
su testimonio, el promedio de muertos o heridos graves que había sólo en Sevilla en cua lquier
fiesta era de dos o tres. Hasta el punto de que en el hospita l de la ciudad se llamaba de
tos heridos, principalmente por esta razón. Y el gran silló n do nde el cirujano de guardia
examinaba al paciente se conocía en toda la ciudad con el nombre de ''silla de guapos'', que
atestiguaba " lo general e inveterado de esta horrible inclinación de los españolcs" 7º.

Otro elemento, que formará parte inseparable del relato de los viajeros posteriores.
es la descripción misma del viaje, que Blanco desmenuza pormenorizada mente cuando relata
el suyo de 260 millas inglesas de Sevilla a Madrid: los pesados carruajes tirados por seis
mulas, y la actuación fundamental del mayoral. ni frente de "una partida'' de cuatro personas.
Pues a d iscreción de éste. en el caso de España, quedaba la longitud de las etapas y la hora de
levantarse; e incluso el cuidado de que los viajeros oyeran misa y fie~ta de guardar dura nte la
jornada7 1• De esta forma, y sin q uererlo -porque el propio autor d irá que a él no le gustaban
las descripciones. "probable mente porque creo que no sirvo para hacerlas'"- Blanco abre el
camino de la posterior invención, pues a diferencia de los viajeros anteriores o posteriores a
él su narración "se limitará, como he venido haciendo hasta ahora. a lo q ue estos caba lle ros
no pudieron ver o comprender con la exactitud y claridad de un nativo" 72 .

En las Letters from .~¡min se halla evidentemente la crónica anunciada de lo q ue


serán después las invenciones de los viajeros sobre el asunto particula r del bandolerismo:
geografía, personajes, colorido, hazai\as, pintoresquismo, popularidad del asunto. Pues a
difere ncia de los relatos dieciochescos. que hasta entonces constituías el precedente con el
que contaba el autor de las letters. los nuevos viajeros darán rienda suelta a la invención, que
se convertirá en la principa I cnracterística del nuevo género. Pues a partir ele entonces el poder
de la razón de los viajeros anteriores va a ser sustituido corno imperativo de la moda por el
dominio de la subjetividad. Lo que implica "un desbordamiento de la sensibilidad persona l
y la exaltación de la arbitrariedad imaginativa de cada uno, lejos de cua lquier hipoteca de
pretensión reguladora o sistcmática..7-'.

102
LOS "BRIGANTES" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

Los viajeros quieren huir del medio "desarro llado" y ·•civilizado" del que proceden.
Y en su evasión de ese espac io geográfico nuevo, caracterizado por los progresos de la
revolución industrial, exaltarán por medio de la subjetividad un mundo pintoresco que parecía
perdido y que todavía ex istía natural en Andalucía. De aquí que, hasta c ierto punto, resulte
fácilmente explicable, e incluso se hiciera ..necesaria la invención de una serie de paraísos
perdidos tras los cuales encamina r la imaginación, la líbido y los pasos". Es decir que la
aventura romántica requerirá una pecnliar invenció1?1•

Y lo importante del caso realmente es que la " invención" ele un tema tan pa rticular
como el del bandolerismo, existente en otras regiones ele Espaíia desde la antigüedad, se
circunscribe exclusivamente a Andalucía. Algo, por consig uiente, que más que a la realidad
se debe a la ficción de unas imágenes que se adaptan mucho mejor a una región "diferente"
y por esencia romántica. Y el resultado ha sido contundente: desde entonces Andalucía ha
quedado marcada por una "image n" literaria que ha marcado la identidad posterior de la
región y de los habitantes. Y, por supuesto, del bandolerismo, probablemente el tema estrella
de la fabu lación romántica de aquella España. Aun cuando Tcófilo Gautier termine por
reconocer en su Voyage en Espagnc que "L...]no he visto ni un bandido, ni un trabuco, ni un
ladrón en nuestra larga peregrinación a través de las regiones conside radas más peligrosas de
España, en una época favorable a esta clase de encuentros" 75.

Pero aunque Gautier y prácticamente todos los viajeros extranjeros que escribieron
sobre bandoleros no se hubieran encontrado con ninguno en realidad, salvo la excepción
del norteamericano MacKenzie76, todos sin embargo .se vieron o bligados a hablar de los
bandoleros de Andalucía. Y el tema se convirtió en un lugar común. De donde la exactitud
de lo dicho por Richard Ford, que .. una olla sin tocino sería tan sosa como un volumen
sobre España sin bandidos: el estimulante es tan necesario para el gusto extendido en nuestro
mercado como el aguardiente para el jerez de importació n". La cosa, aseguraba el ing lés, se
había convertido en un tópico "de los críticos de café y de los escritores exquisitos para albums
de señoritas". Aunque, en su opinión, "en España, el p aís de lo imprevisto, la inesperada
ausencia de estos persomúes, que hacen intransitables los caminos. es una ele las muchas
sorpresas, y no cicnamentc la más clesagradahle, que esperan al que quiere juzgar un país
por experiencia propia y no se contenta con creer de buena fe las deducciones preconcebidas
y los prejuicios estereotipados de los que no la tie nen"77 •

LA INVENCIÓN HASTA DE LA GEOGRAFÍA

El análisis de la abundant(sima literatura de viaje por España, que cuenta con


una larga tradición entre los hispanistas7X, demuestra que los vütjeros inventaron incluso la
geografía del bandolerismo. Porque cuando recorrieron España como la recorrieron, situaron
casi exclusivamente en Andalucía, y preci$amente por las razones mencionadas, la geografía
del bandolerismo. Y lu invenci6n a veces es tan g rotesca -como es el ca~o del atraco en 1833
sufrido cerca de Almuractiel en su viaje de Granada a Mad rid por Martínez de la Rosa, un

103
MANUEL MORENO ALONSO

artista alemfo y un amigo ing lés- que habría que aplicarle al propio Ford que la cuenta lo que
él dice de las viejas historias: "que mucho se tardará, sin embargo, en conocer esta verdad,
pues para ello tendrían que contradecirse muchos de los que escriben y contribuyen a hacer
el g usto del público, los cuales tendrían que comerse sus propias palabras y ver sus opiniones
dcbilitndas y combatidas, y esto es tan poco agradable como tener que volver a la escuela
cuando ya uno está crecido, como ocurre cuando se estudia la Hi.woria Romana, <le Niebuhr,
y encontrarse con que hay que empezar de nuevo a estudiar el alfabeto, porque todo lo que
nos enseñaron como cierto está equivocado"79•

La razón de toda esta fa lsificación, que en real idad se debe a la desfiguración


propia de In ficción, la da también el propio Forcl. Y no es otra que la de que "España se ve
desde lej os con un telescopio". Porque '·un mal nombre dado a un perro o a un país es una
cosa muy pegadiza y que todo el mundo repite''. Y esto en g ran med ida, que no otra cosa,
es lo que sucede con sus "clesfi laderos entre rocas, que parecen especialmente preparados
parn las emboscadas, Las enmarañadas cañadas cubiertas de male;,:a, que atrae al artista, no
pueden menos que sugerir l a idea de una cueva ele culebras y de ladrones''. A lo que. además,
contribuían ·'las frecuentes cruces colocadas sobre los clásicos montoncitos de piedras.
en recuerdo ele algún individuo a~csinado, que tienen por único y conmovedor epitafio el
nombre dd muerto y la fecha de la desgracia. e implora del vi,uero. que se encuentra en igual
situación que el muerto y que hasta puede serlo en un instante, que rece una oración por su
alma en pena"Rº.

Perfectamente consciente de todo esto. y ele que a los españoles el asunto de las
cruces, por ejemplo. les impresionaba bastante menos que a los extranjeros ( porque "est án
habituados a ver cruces y sang rientos crucifij os en las iglesias y fuera de ellos; [y] además
saben de sobra que la mayorfa de estos pequeños monumentos <;e han erigido para recordar
asesinatos que no han sido perpetrados por mal hechores. sino que son resu ltas de una pelea
o de alguna venganza, y de diez veces, nueve tienen por causa el vino o una mujer"), Ford.
el mejor conocedor de las rutas ele España de cuantos viajero~ extranj eros v inieron por aquí,
vuelve a tomar el tópico en objeto de su narración. Y si por una parte aconsej a al lector
que cierre el oído "a casi tocias las historias espeluznantes que te comarán por esos pueblos
apartados los crédulos y tímidos habitantes'', escribe lo que aquel los gustan oír. Senci llamentc
porque "esta clase de sitios y ele sucesos permiten que se luzca mucho la imaginación de los
que han vuelto sanos y salvos de ellos, para no decir nada de la dignidad y heroicidad que
supo ne el dar tales pruebas ele valor durante un viaje ele vacaciones...

Los v iajeros rom,ínticos. como señalaba también el propio Ford. estaban en lo


cierto, además. que sus ·'animados incidentes tienen la seguridad de hallar mucho público
en I nglatcrra. cloncle existe gran afición a estos relatos auténticos de España. que les dan
las más nuevas y mejor informadas noticias sobre ella y que tan bien casan con la idea que
ellos t ienen formada de antemano·•. Y el resultado de tocio ello era el de que ··1os escritores
saben que en el relato de un v iaj e por España se espera la avcntllrn de bandidos lo mismo que
en una novela de la sei'iora Ratcl iffe". Y en su crítica Forcl no se refiere sólo al g usto de sus
compatriotas por tales historias sino al de sus vecinos los franceses, que padecían también

104
LOS '·BRIGANTES" DE LA SIERRA S UR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

de "una verdadera bandidojobia". Pues "según lo que se les dice -señala- en letras de molde
a los papanatas de París, todo el temerario que pie nse tomar asiento en la diligencia española
debería antes, a tocia costa, hacer su testamento, como cuatro siglos atrás se hacía a l salir en
peregrinación para Jerusalén"81 •

Plenamente consciente por consigu iente de la ficc ión -pues " las historias de ladrones
llegan a las ciudades y a oídos de gentes respetables que nunca se movieron una legua más allá
de una legua"- el poco crédulo viajero no desaprovecha, sin embargo, su narración para hacerse
grato a sus lectores, que evidentemente le tomaron en serio. Al igual que lee siguen tomando
no pocos lectores actuales cuando utilizan sus observaciones como una fuente histórica de la
época. Algo que ya ocurría en sus días a propósito de las "jugarretas hechas al pobre míster
Tnglis y su libro de nolas..."82• porque. sencillamente, según Ford. "alguna gente seria se dejó
influir por el contagio, y los chistes de bandidos de míster Mark se imprimieron y se les dio
tanto crédito como si el autor fuese un apóstol en vez de un cónsul"83.

Pero con todo, a pesar de saber perfecta mente la verdad del asunto, Ford dio pábulo
igualmente a la ficción. Y cuando hace su viaje por la Península en tiempos de Fernando
VTI, el rey de las Españas, compara con éste nada menos que a José María. "el amo de
Andalucía". Con el resultado evidente, ante sus timoratos y acríticos lectores, de aumentar su
interés al descender por vez primera a "estudiar la filosofía de los bandidos españoles" con
sus ·'especulaciones", que se basaban en "haber tenido la fortuna de conocer al mismo jefo,
del cual. como en muchos de sus inteligentes compañeros, sólo podemos contar amabi Iidades
y valiosas informaciones".

*
En la invenció n de la realidad ocupa un lugar primordial la geografía que hace
de Andalucía la tierra de los bandoleros en la ficció n romántica. En su A Handbook for
travellers in Spain e l propio Ford reconoce su primacía respecto a otros reinos o provincias
de España, pues "por su posición local, su clima, sus lugares de interés y su accesibi lidad,
debe anteponerse a todos los demás reinos de España"M_ Y por esta misma razón, y muy
especialmente por su pintoresquismo, éste será el reino del bundolerismo para los extranjeros.
Aun cuando los irlandeses, por ejemplo, según el decir de Ford, ganaran a los andaluces por
lo que se refiere al gusto por las peleasR1. De aquí la invención extranjera de un reino que poco
tenía que ver con la opinión que de él y de sus habitantes tenían los otros españoles en aquel
tiempo. Pues según el testimonio del propio Ford, los castellanos, por ejemplo , "desprecian
a los andaluces como medio moros, o bien se ríen de ellos como meros payasos y bufones, y
cierto que son algo holgazanes, insinceros, veleidosos y poco clignos"lló.

Pero esta opinión negativa que el viajero atribufo a Andalucía y a los andaluces era
la que mejor definía, por otra parte, la personalidad del reino para situar en él la geografía
del bandolerismo con todos sus ingred ientes pintorescos: el pueblo que no tiene confianza
en las instituc iones, la "sal anda luza, [quel es proverbial'', la tierra del contrabandista, el
bandido, el torero, el ba ilarín o el majo. Esta es la geografía, en definitiva, del "majo de clase

105
MANUEL MORENO ALONSO

baja [que] con frecuencia degenera en Bravo, matón, perdonavidas y chulapo, muy guapo y
valiente". Que, en definitiva, "así son los indígenas de Anda lucía"; una tierra c uyo sucio "es
sumamente fértil , y el cli ma delicioso; la tierra nbunda en vino y aceite..: · Y en donde 1••.]"las
llanuras amarillas, rodeadas por el mar verde. se doran al ,ol como un topacio engarzado
entre esmeraldas"~7•

Ana lizar las descripcio nes geográficas de Anda lucía o de sus paisajes trn.ad as por
los viajeros románticos es encontrarse con la invenc ión de una geografía que nada tiene
que ver con la realidad. Por ello nada mejor para caracterizar la famosa Sierra Morena -la
tierra de los bandolero, en la ficción ante rior a la llegada en tour de los viajeros extranjeros-
que lo que dice lisa y llanamente el propio Ford: que "allí e l paisaje se vuelve s umamente
romántico"88• Por ello los viajeros situanín allí con dudoso se ntido de la veracidad histórica el
centro neurá lgico del bandolerismo cuando esto, obviamente, no era así. "Todo eso -escribirá
un viajero más entre tantos otros- es la Sierra Morena... esa barrera que separa España ele
Andalucía o, como lo d iría un andaluz. la tierra de los hombres de la tierra de Dios... Y los
anda luces tienen razón, porque, debemos reconocerlo cueste lo que c ueste a nuestro orgullo
castellano )qué son, comparadas a Andalucía, las dos Castillas, la Mancha, la Alcarria y
las provincias septentrionales ele España? Lo que la prosa de un folletín parisién es a la
potente poesía de Dante, a las graciosas y mágicas baladas del Oriente...(Andalucía! (Jaén!
(Sevilla! (Málaga! (Granada! (Córdoba! (Cádiz! (Gibraltar! (Cuántos recuerdos de glorial
(Qué perfume d e poesía e n estos nombres!"89.

En puridad habría que decir que la invención de Sierra Mo rena como el centro
neurá lg ico del bandolerismo no era cosa de los románticos. Todo lo más, ellos fueron sus
d ivulgadores. Porque la invención estab<1 asentada en la tradición popular desde siglos. Pues
ya en tiempo de Cervantes y de Lope de Vega -y particularmente en las obras populares
de Castillo So lórzano (1584-1648), El socorro en el peligro. l a niña de tos embustes, La
garduña de Sevilla y anzuelo de bolsas- se situaba en aquella geografía las g uaridas ele
los salteadores. Y con frecuenc ia en la literatura de la época -repetida por los c iegos- se
describían ya entonces "salteadores de los que continuamente suelen cruzar aquella sierra,
despojando a los cam ína ntcs ele lo que trnen, y tal vez ele las vidas como aquí decfon''00 • Es
decir que en realidad , ve rdaderamente, los ro mánticos no hicieron otra cosa que d ivulgar la
ficción que a lg unos de e llos continuaron oyendo ele boca del. pueblo.

Porque es evidente que lo de la fama de Sierra Morena como reino ele José María
el Tempranillo, por ejemplo, no fue sino ficció n ("Po r la Sierra Morena/ va una partfo/ y el
capitán se llama/ José María"). Entre otras razones porque no fue aquella geografía de entre
las de Andalucía donde nacieron sus bandoleros más destacados desde Diego Corrientes
a José María pasando por los Niños de Ecija o Juan Caballero. Muy por el contrario. sus
enclaves se encontra ban e n la Serranía ele Ronda, el desierto de la Monclova, o los Santos
Lugares e n to rno a Estepa. Y en cualquier caso a llí estaba aquel territorio célebre en el pueblo
de Puente Genil a Lucena, de Loja a Be11a111ejí.... que no figura por cierto en el itinerario de
los vütjeros románticos.

106
LOS 'BRIGANTES" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

En cuanto a la adscripción geográfica del bandolerismo romántico a Sierra Morena,


aparte de la widición trasm itida por la literatura popular y los romances de ciego..., ello se
puede deber a la tendencia de la época a magnificar las primeras montañas que los vit~eros, que
venían de norte a sur, se encontraban a su paso después de ntravesar las llanuras interminables
de la Meseta. Pues si, como señalaba William Clark en su viaje, "solamente a l salir del
Desfiladero de Pancorbo el viajero siente que está realmente en España'">I, tan sólo al llegar
a Sierra Morena se entraba en el reino de José María y de los bandidos. Con la particularidad
de que cuando c!>te viajero -que viene a España en J 850, y que es el más intelectual y erudito
de todo ellos- llega a Sierra Morena, y va atento por si veía la famosa Venta de Cárdenas
-"título y esceMrio de una muy popular y bullic iosa farsa", porque " muchas traged ias de la
vida real se desarrollaron en esas montañas frecuentadas por ladrones"- observa sin embargo
que "el viajero moderno puede deleitarse con el magnífico panorama de Despeñaperros, sin
que le asalte el miedo por su seguridad" 92.

Con esta afirmac ión puede decirse que la invención del bandolerismo romántico
ha llegado a su fin. Y tan sólo quedaba el romanticismo implícito del paisaje: "las rocas
verticales y astil ladas se yerguen como fragmentos de un abandonado castillo de g igantes...",
en palabras del propio Clark. Pero, si n embargo, para muchos otros viajeros y grabadistas,
soñadores más ta rdíos en su imaginació n, aquel "castillo de g igantes" seguía siendo y así
seguirá hasta nuestros días como la fortaleza inexpug nable de l bandolerismo andaluz. Pero.
en el fondo, todo se debía a la falta de respeto por la realidad que tanto exasperaba a Blanco
White lo mismo en los escritores que en los dibuja ntes extranjeros, cuyas " figures are like
broke11 Spanish to me: false, incongrous. exaggeratecl". Porque, en definitiva, con unas cuantas
excepciones, todo se reducía a una especie ele "español chapurreado" que confundía la ficción
con la realidad, y destacaba los aspectos pintorescos... "according To his fancy, and, for ihe
sake of effecr, gropped them wi1hout any rew1rd 10 trwh" 93 •

LA INVENCIÓN DE LOS HISTORIADORES

Finalizada la liebre romántica que en unos viajeros tardíos se prolongó más tiempo
que en otros, corresponderá a los historiadores la aceptación de la ficción. Desde luego el que
un historiaclorde tanto pred icamento como Dozy, en su f-lis1oria de los musulmanes españoles,
introdujera entre sus páginas referidas a tiempos tan remotos la figura contemporánea del
Tcmprani llo, "cuyo nombre vivirá la rgo tiempo en las memorias de los andaluces como el
de un band ido modelo", es ya de por sí un índice más que revelador. Y lo mismo aye r que
hoy, no deja de ser un hecho que sigue siendo precisamente en los historiadores extranjeros
donde se sigue encontrando, en la misma línea romántica, la misma visión idealizada. que ha
llegado a nuestros d ías94 •

Y como no e::; nuestra intención e n este lugar, analizar el carácter de la "invención''


del bandolerismo en los historiadores95, no conviene sin embargo olvidar no pocos tópicos
que estos mantienen incluso hasta en su visión actual del problema. Como es el caso, el

107
MANUEL MORENO ALONSO

más notable en e l panorama internac io nal. de l historiador británico Hobsbaw m quien, en


diferentes publicaciones9 <', ha vuelto a mitificar con argumentaciones historiográficas muy
discutibles, y de jaez romántico una vez más, el "bandolerismo social'' que, con razón. ha
sido denunciado también por la crítica97 • Y en este sentido, tal visión continúa siendo una
de las formulaciones que más han contribuido a mitificar la "cuestión del bandolerismo'', en
la que, como en la vieja invenció n romííntica, se sig ue mezclando la historia con la ficción.
Razón por la cual, desde un punto de vista histórico, éste sigue siendo '·un territorio plagado
de trampas por su imprecisión, abierto a todos los echadores de cartas y tahúres".

En otras palabras, que la invención romííntica continúa viva.

NOTAS

( 1) Cfr. :vtan lll: I Moreno Alonso, Historiografía Ro111611tica Espaíiola, Sevilla. PL1hlkacionc, de In Universidad,
1979, c~pecial111e111e cap. O sobre "Hi,toriografía rnmáruica de carácter ficticio e imagina1i vo". pp. 67- 107.
(2) G .M. Trcvelyan, f/is1oria Socio/ ,it,
lnglalerra. México, cd. 1946. lntrouucció11. p. 14.
(3) Romero Sánchcz. f/isroria de la R111a del Tem11ranillo. edición del autor, s.l., 1999. Su 1e,1i111011io perscmal e~
sign ifica11vo. entre otros muchos, del arraigo del mito a l rc,ponder a su pregunia inic ial de ")qué rawnes tenemo~
paro escribir y opinar sobre l,l vida de José María e l TcmpraniUo. aquel personaje andaluz, valiente. generoso.
enamumdi1.o y liberal. que siendo el rey de la sierra. el jefe de los bandoleros. robaba a los ricos y ayudaba a la gente
más pobre?" (p.7).
(4) F,n ~u, Romances históricos y Leyendas. el Duque de Rivas. uno de los exponentes má~ im¡x,rta111cs de la literatura
culta ro1mln1ica, se inlcresm·á por escenas olvidadas de la historia de España 1an10 para recordarlas literariamente
como pnra subrayar en otros caso, su valor pa1ri61ico.
(5) Es el caso, por ejemplo, de López Soler, q ue publica su novela Los bandos de Cl/.\till<i a imitación de Walter
ScoLt, con el fin de ajustar su inspirnción al modelo novelesco europeo. Y así lo señala en el mismo prefacio a la
obra: •·La novcln Los Bandos de Castilla tiene dos objetivos: ciar a rnnucer e l estilo de W. Scon y nu111ife~wr que la
hi storia de Espaiia ofrece pasajes tan bel los y propios para despertar la atención de los lectores como los ele Escocia
y los de 111glatcrra".
(6) Cfr. M Moreno Alonso. His!Oriografia Ro11uín1íca, cit.,¡>. 75.
(7) :\-1.J Quintana, Obras. 13AE, vol. XIX. p. 159.
t8) D.:nlm ele la amplísima noveüstica de Femándel y Gon;,;álcz. destacan entr.: sus novdas sobre bandoleros: Diego
Corríeme. l,um Palomo. Los Siere Ni1in.r ,le Rf'ija, El Rey de Sierra Morena, José Maria('/ Te111prwlillo, Historia
de 1111 b11e11 mozo. El Chato de /Je11nmejí. La Rf'i1u1 gita11a o El setior J11a11 Caballero.
(9) Cf'r. Briginc M:ignien (Ed.). Haría 1111a lium1111ra del pueblo: delfolletí11 a la 11m·ela. Barcelona. A nlhropos,
1995, p. 53.
( 10) Fcrnán Caballero, Obras, ed. BAE. ed. 1961. l. 143.
( 11 ) Obra.,, 1.1 85.
( 12) 0 /m H, ), 186.
(13) Obra.i, 1, 191.
(14) 0/ira.1', 1, 192,
(15) Obm.,. 1,197.
(16) Don Juan Valcra. al hablar en la Rea l Academia ele la Lengua de la novela en Espalia c11 1900, ,eiialaba cómo
era "evide111c que hasta en la nuís castiza de las 11ovclns españolas del día ~e ve, y no p11eclc me.no~ de verse. el
precedenlt: extranjero" (Obras Complews. Madrid, Aguil ar, 1958 111, 1204).
(17) Cír. M. Moreno Alonso, '"José María el Temprnni llo. e l Rey ele Sierra Morcn:i", Aw,1111m, de lo 1-li.,toria,
Número '.B. S.:¡niembre 2000, pp-38-45.
(18) A. García Bellido. B,mdas y g11errilla., e11 /o1 luclwsron
Rom(I. Discur,o leído ante la Real Academia de la Hi,toria el 14 de diciembre de 1945. Con posi~rioridad, e l c itado
hi swri.idm se ha ocupado del tema en otni; publicacione,.

108
LOS "BRIGANTES" DE LA S IERRA SUR Y EL BANDOLERIS MO ROMANTICO

(J9) francisco .hwicr Slmon<'t. 1-fowria de los mazárabPs de t:s¡miia. :Vhulrid. cd. de T urner, 1983, 111. 519-529.
El retrato que Simonct h<1cc ( 1867) del pcr.,onaje es el siguiente: "[ ...JEra muy amante de sus com¡wiícros, llano y
modesto con sus mnigos: y a pesar de su~ maldades e impiedad. era muy celoso en mnparar a los ~uyos y evitar que
hiciesen o recih1e>-en ofensas. con lo cu:tl ganaba los cora1.t>ncs. Acomtecía en su tiempo y bajo su señorío q ue una
mujer podía caminar sola de una a olni comarca con sm, alhajas y bienes, sin que nadie le saliese al cncL1cntro para
despojarla y ofenderla [... ]. Era hu111a 110 y benéfico con 1nclos los hombres, y ho nraba a los valeroso,. y Cllando podía
más qL1e e llos y lns vendil, los trataba ~on magnanimidad'".
(20) Reinhart P. Doq. H istoria de lo, 11ms11/manes de F.1pr111a. Madrid. ed. de Tumcr. 1982. 11. 1..i5 y ss.
(21) El retrato de l Tempranillo por Oot.y fue divulgado por vez primera en 1931 por C.Bernaldo de Quirós. y Luí,
Ardila. El Bandolerismo A,ulu/11.,., Madrid. cd. Turner, 1978. pp. 108-109.
(22) En El Ba11rlo /Nismo A11d,il11z de Bernaldo de Quir6s y Luis Ardila ~e traln en los primero~ cnpítulos del
bandolerismo ·'al come nzar la era cri, tiHna·· ( 11- 14). en I¡¡ Eclad Media ( 15-23), al final de la Reconquista (24-27).
en el siglo XV I (28-36): o en el XV!l l.
(23) Escritmes gallegos irnportanLes como Valle lnclí1n (Aguila de Blas611, Comedia Bárlmrn, Jar,lí11 Umbrío) o
E milia Pardn Ra1.á11 idealizaron también los bandidos. pero. ~videntcmente, lo hicieron en otra hom menos favorable
para la leyenda.
(24) Bemri:1 López Mor:í11. El Ra11do/erisma Ga/1,,go, Vigo, Edicións Xerais de Galicia, 1984, p. 172. '"Galicia tuvo,
como todo~ lo, paí,;c,. golfines y pícaro.1, píraws y l,1clrones -escribe e~ta mitora-, pero no tuvo T cmpraníllos, ni
Niños de Ecija, ni hcnnauos tvlarina, ni Corbacho,. ni Sac11mantecas, ni Soniche, o Vizcaya~. ni un Juan Caballero
que redactara en mala prnsa sus andanzas. El ba11do lero g¡¡Jlcgo no tenía gancho. de ahí q ue ni a los 1301rnw. ni Ford
(viajero., in f'Htignblcs y conocedores, tnmbién, de Galicin) se les haya ocurrido pedir audiencia para entrevistar a
nuestros bando lero,. Galicia 4uedó siempre fuera de lo~ proyectos de Pr65pero Mcrimée. Y ~in embargo aquí habfo
bandolerismo•·.
(25) Cfr. Rafael .\'lcrinero Rodríguez, ··una aproximación sociológica ,11 bandnlerismo: elc mcnros para u1rn
interpretación'", en A,·,,,s de las Segu¡¡das lomadas .,·obre l'i Bandolerismo e11 Andalucía, L uccna. 1999, '.l9-·65.
(26J Cfr. F.llernáncle,. Girbal , Una vida pimoresca. 1\llw11wl Ferriández y (Jo¡¡zá/ez, M adrid, 193 1. Del prodigioso
novelista escribió con rn:1,611 C. 13cnwldn de Quir6s que "según propia jactanciosa confesión, perdonable. más q ue
a su talento. n , u genio de nii\o com,cn1idn, " presentfo'" la Historia por una intuición maravillo~,. de 4ue dejó
demostracio nes sorprendentes ...·• (El Bandolerismo a1ula/11z. cit.. 25).
(27) C. Renmldo de Quirós, el /Ja11do/Ni.,1110 m,dn/11: . p. 87.
(28) A. DomínguC"L Ortiz, "Oon Lem1dro Fcmández. de M onnín y la ~ocieclad española de ,u tiempú'', e11 Hecho., y
figura.t del siglo X\/111 ~spañol, Madrid, Si gin XXI, L97 3. p.204.
(29) José Alberieh Sntc1mayor. "Ecos ele Fernr.11 Cab.illcro e n un escritor ing lés... en Boletín de la R,,a/ Academia
Sel'illana de 1Ju~11a.1· Le tras, Sevilla, 1991, t. XXV. p. 149. Según la conclusión de este aulor. tan buen conocedor de
los víajerns romá11 1i,,os ingleses. los testimonios de estos ,on mucho más literatura q ue realidad: '"Sí son literatura.
Los viajeros se co¡>ian unos a otro,. han leído cada uno ,us libros favoritos sobre el país. vien,-n con sus prejuicios.
determinados por ,u nacionalidad y su religión. Ademá, \ufren en mayor o mennr grado e l sínclro111e que Arthm
Koestler llama ·wnrship of 1he prolctarian ·. y 411e no e~ ,ólo un fenómeno marxista. sino un,1 constnr11e. cu ltura l que
se manifie,ta en la 1deali1,ación pastoril. en el mito del buci n ~alvaje etc."'
(30) .losé .Alberich ~ugiere ,1ue la imagc11 ele bondad del pueblo dnda de fonm1 iclcali1.ada por los viajcrns románticos
y, pm consiguicmc, inventada por el los. l1ay que contrnsral'la por ejemplo con In~ e.~taclísticas que da M adoz en su
Din:io11aria G<'o¡;r(,jico ·'parn ver los c,calofrianres daw~ de mortalidad por orma bh1nca correspondiente a Se,·illa
o a Madrid'". El mi,mo autor ha seiialado iambién que en la ideal ización de lo.~ viajeros pesaba el hecho cierto de
que en las cla!>C~ JX>pulare,, observaron '"una vivacidad. un ingenio y un grace1n que falwn casi pnr completo en las
cla= trabaj.idoms de gran Bretaña··.
(3 1) Cfr. M . .\'lorcno Alonso, ··Lafa/1rirarió11 de Femando VII", en R. Sáncl1c1. Mantero (cd.). Ptm11111do VII. Su
reinado y s 11 i11111¡ie11, Madrid. Marcinl Pn11s. 2001. pp. 17-4 1.
(32) Cfr. M. Múrc no Alonso, La F()J:fa i/1·/ Liberalismo e11 F:spw1a. Lo, amigos <'lJlflñnles de Lortl Hollcmd, 1793-
/840. :Vladrid, Cong n.:S<> e. los Diputado~. 1997, 485 pág,
(33) Cfr. M. Moreno Alo nso. Los espmioles dumr11,, la orn¡111ció11 napoleánica lo 1·ida co1i,liw1a ,,,, la vorágine.
Málaga. Ed. Alga1.u·a. 1998, 250 p,íg~.
(34) AlphonM: G111s-.et, Málaga, PrlJl'i11c,• 1-·ra11rai.re (1811 - 1812), París .. 19 1O, p. 24.
(35) Cfr. Frll(;oi, Furcl y otros. El 1-lomhre J<nmá111ico, Madrid, Alianza. 19')7, 242 y s;.
(36¡ Cfr. M. l\.for~nü A lunso, La G11n1,ració11 eipaiiula de /808. Madrid. Alia1w1. 1989. p. 234.

109
MANUEL MORENO ALONSO

(37) SaluMiano de Olózaga, J::studios sobre ,•h>c11e11cia, ¡,olítim, j11risprud,•11cia, historio y moral. 1vlaclrid, 1984,
pp, 115 y,;,
(38) Julio Caro IJart~ja, c11myo sobr(' la litera111m de• cordel, Madrid, Ediciones Istmo. 1990. p. 49.
(39) lndcp('ndientcmente del valor como fttcnre histórica excepcional para el conocimiento de determinados temas,
los viejo, erud itos y académicos no fueron conscientes del interés intrín,cco de este género del gusro popular. Y
.:on frecuenci.i lo condenaron c~grimiendo razones mor.iles o estéticas. Tal fue el caso. quizás el más destacado.
de don Agusl ín Durán ( 1793- 1862) en su l<omancera general o coleccione., ele romanc,·s cas1ella11m anteriores al
.1iglo XIX. en donde habló de "c,rc cenega! de corrupción. de falsa ciencia y de fo extraviada. [qucj sirv ió ele materia
a los romances que los ciegos cmpcz:,mn a propagar desde mediados del siglo XVII. y que simpatizan tanto con el
vu lgo aluci nado. que co11,tilllycn su cmcci,mo. ~u encanto. sus delicias, y puede decirse que ha,ta su único modelo
idea l y su verdadero rc1rato". Porq\1C -af\adc- "gratos le eran esos romances porque personilicaban el denuedo en un
contrabandi,ta vencedor ele un rcgi111ic1110, y que se burlaba ele las autoridades que pers iguiendo el crimen lo hacían
bajo las formas ociosas del dc,potismo ..."
(4()) Jtilio Coro Uaroja. E11.l'(Jyo sobre la li1er{//11ra de i:ordel. p. 63.
(4 1) Cfr. M,Morcno Alonso. ::;nillu na¡!Oh'c,nicu. Sevilla, ,\ lfor. 1995, en el que se hace reforcncia a cómo la
pcr,ecución de lo, afrnnct'Sados era voceado por IM dcgos en las ca lles ele la ci ,,dad.
(42) Cfr. M. Moreno Alonso, lli.11ori// G1'J1ff(I/ de Anda/11da, Sevi lla. Ed. Argnn1onio, ect. 198 1, p.460.
(43) Quie11 e,to c~cribc ha tenido e l privilegio de conocer personalmente a don Ju lio Caro, y t.rabajar en su ca,a e.le
Vera sobre los papeles recogidos por su tío don Pío sobre la ép,ica de la Guerra de la Independencia. A una estancia
c11 e lla. en 1988, debí la rcclucci6n de mi libro -a él cled icac.lo con pasión barojiana no disimulada- !.a Literatura del
Dews/re, U1111 crftirn histórim desde /11 otra 1·arn df'I e.,ptjo (Epílogo de Juan Maridial), Sevil la. A lfar, 2000, 260
pág,.
(44) f.11.,t1yo .,ohr(' 1<1 lifer(ll11m de Cord('/, p.42 1.
(45) Cfr. Rafnel Sánl'11ez Mantero, l:s/11(/ios sobre Gihmllar, C,1di1,, Diputación. 1989, pp. 57 y ss.
(46) Cfr. M.Múl'CllO /\IOllS0, ./0,1·11 1\lfltrfa 8/an('(/ W/1it1'. V1 ol;sesiri11 de /:spoiín. Sev illa. A lfar, 1998, 680 págs.
(47) Jo,é Mnrín Blnnco Wliitc. Cana.,· IÍ<' F;.1p111fo, Madrid . cd. de ,\liilnz;o, 1983, p. 40. El viajero de cuantos trntaron
" la riquísi inn colccci611 ele. rasgM clesniplivos del carácter nilc io1rnl'' ,rnís valorndo por Blanco fue Townscnd. a pesar
de que " 110 ha dejado de, caer en Cl'l'Orcs e inexiu::titudcs".
(48) José MarÍll 131anco Whi te, Cartas de l11J¡la1erm. Madrid, Alianza. Ed ic ión de M. Moreno Alonso, 1989, en
donde, d,~ nuevo, el autor urrcmetc co111r,1 los profesionales de la lile rnlura ele viaje.
(49) Cw1as de Espmi(I, c i1 .. p.5 1.
(50) Cartas de> /ispmia, c it.. p.5 1.
(5 1) Curras de Espmi(I, c it .. p.55.
(52) Cilrtus de Espmi", c it .. p.59.
(53) C(lr///s de F:s/Jlltia. á .. p.65.
(54) Cilrtas de Espmi", c it .. p.122.
(55) Car/CtS de Espmi(I, c it .. p. 137.
(56) Corlas de Es¡mria, c it .. p.138.
(57) Cfr. José f\ lbcri~h. DC'I Td111e.1·i., 11/ Gamlalquivir. /\11tolog(a ele viajeros ingleses e11 la Sevilla del siglo XIX.
Sevil la, Univ,~rsidHd, 1976. Scgt1n este autor. dé' la, Car111.1· se Blanco '·se e11cLLe111ra11 eco en casi lodo, los ingleses
que escriben ele l:.spaila en e~a década y la siguiente'' (p.2 1).
(58) Lorcl Hollancl. prowctor de Blailc~, en l .ondre, y amigo de éste c.lesde que le conoció en 1809 en plena guerra
ele la lndcpend,~ncia, ruc a~alwdo c411ivocadamcn1e por unos bandoleros en t.:trern, camino de Cácliz. Y no tiene
nada de particu lnr que el prn¡1io Lord y, particLLlarmente Sll esposa. la famosa Lady Holland, le animaran a ello.
Cfr. tvl.Morcno Alon,o. u, Forj" del Li/}(•rali,rnw en F.r¡,wio. /.os amigos espaiíoles de wrd Hol/m,d, 1793-/840.
M.tdricl. Congr.:-so de lo, Diputados. 1997. Y del mismo. "La fapañH de Lady lloll.tnd". en Actas del V Congreso
/111er11a<:io11a/ de llispa11i.1u", Málaga-Granada, DipLLtación de: Grnnada. 1999. pp.117-130.
(59) Cartas di• Espmiil, p.138.
(60) Cttrtc,s de füp(lli<1, p.139.
(61) C11r/(I.> de Espwit1, p.140.
(62) C<11'/C1., de f;sp(llia, p.141.
(63) Carlas t/1, f;spaña, p. 151.
(64) C<1rlil.> de fapwia, p.152
(65) cartas di! Espwia. p.153.

110
LOS "BRIGANTES" DE LA SIERRA SUR Y EL BANDOLERISMO ROMANTICO

(66) Carias ,1,, Espar,a, p. 154. La impunidad la explica Blanco en los siguien1cs términos: "[... ]A la normal dilación
de los procesos judiciales en el país y a la corrupción de los escribanos. que al tomar sus notas aheran de la manera
más sagaz lo, testimonios escritos en que los jueces fundamenta11 su sentencia, hahfo que aiíadir e l terror que
inspiraban Lnbillo y su bando. c uya vcnganYa temían los rcstigos ...
(67) Canas de t;spww. pp. 155-158.
(68) Cari as de cspwia. p.169,
(69) carlas de i::sparla. p.208.
(70) Canas de t:spafia, p.208.
(71) Canas de t:;.,p(1/ia. p.247.
(72) Carias de Espa,ia. p.248.
(73) Cfr.Alhcrto Gonzálet.. Troyano. " Los viajero, romántico~ y la seducción 'polimórfica' de Andalucía". e n
VV./\A, La imagen de Andalucfa e11 los 1·iajero.1· ronul 111icos, y hom<'naje a Gemid Rrerum, Málaga, Diputación.
1987, p. IS.
(74) Según A.Gonzálc7. Troyano, los nuevos viajeros, con su, carencias. ~u necesidad de evasión y su nostalgia.
··sentían la neces idad de rellenar con imágenes, conceptos tale~ como sen~ibilidad. crueldad, honor. tradicionalismo.
y recurrieron a considerar cicrlas actituclc\ andaluz.as como ilustraciones vivas de aquellos concep1t1s" (lb1dem. 18).
Cfr. también c,1 este misrno libro colectivo. llse Hcmpel- Lipsclrntz. --Andaluda. ele lo vivido a lo escrito. por tres
románticos franceses: Fn1n9oi,-René de Chntcaubrr and, Prospcr Mcrimée y Théophilc Gm,tier", en VV.AA. ú1
image11 de A11dalucía e11 los via)<!ro.,· rc,m6111ict1.<, pp.67-100.
(75) Théophilc Gautier, Voyaxe en F.spagne. Paris, cd. Flamnrnrion. 1981. 227. y 328 y s,.
(i6¡ José 1\lhcrich. VelTli11wsis al G11adalq11frir.cit.. 20. Según este autor. el joven marino norteamericano Alxandcr
Sliclcll. llamado Mackenzie. fue e n realidad el único ··a 4uc ak,mzaría la rara distinción ele ser c:I único autor ele libros
de viaje realmente testigo de 1111 atraco por los fomosM bandidos".
(77) Richard Ford. La.,· c0sa1 de E.11,afia. Madrid, Ed,cioncs Turn.ir, 1974, p. 202.
(78) Fundamentales siguen siendo los repertorios de Raymond Foulché-De lbosc. /Jibliogra¡;hie de.,· voyagl'J e11
E.1¡,agm• e1 en Por/uiial, P11ris. We lter. 1896; y Arturo Farinclli. Viciies por España v Por111gal desde la tlad Media
hasta el.1-iglo XX. Roma, Reale Academia d'Jrnlia, 1942-1944. Y a ellos debe unirse los non,bres de Man;cl 13awillon,
Eme,t Martincnchc y Alfrcd Morel-f'ntio.
(79) Richanl Ford, ú,.,. rusus de Espa,ia, cit.. 204.
(80) Richard Ford. La.,· rosas de E.,pafia. cit., 205.
(81) Richard ford. La., ,·osn.¡ de E.,pmia. dt.. 207,
(82) Cfr. JMé Alberich, '"Un hispanista ing lés en la rula de don Quijote: 11.D.lnglis y sus Rambles ;,, the /oowep.,·
o/D011 Quij(}f<'". en Arhor ( 1969), míms. 283-284. pp.304-'.H 2. En palahras de este autor.11.D.lnglis ( 1795-1835).
hijo de un distinguido abogado de F.dirnburgo, --ucvó una vida a,,acancada de cscrit,1r prolífico y mal remunerado,
dirigiendo pcriodiquitos provinciano~ en Cheslerliél y Jersey. recorriendo wdo el continente e uropeo -de Oslo a
Tarifa y de los Cárpatos o Irlanda- parn satisfacerla nod insaciable de lihros de vjaje que a4uejaha a lo, lcctnres ele
su época".
(83) Richard Ford, u,s <Osas de Es¡,mia, cit .. 210.
(84) Richard Foro, Manual ¡,ara ,·ittjeroi- por A11doluda y leC"IOre.1· e11 caw. Madrid. ed. ele Turner, 1Q8(), p.9.
(85) Richard Ford. M c11111al ¡;ora viajeros por 1\11dol11cfo , 1 1.
(86) Richard Ford. Manual para ,·iltjero., por Anda/11/'Ía. 14.
(87) Riclrnrd l'or<l, Manu11/ para ,,ir1jero.1· por /\11dal11cía, l 5.
(88) Richard l 'ord, Man11al parn l"irtjem.r por Andalucía. 299.
(89) M.G. ele Cuendias. L'Es¡J1,1g11e pi1101·e.w111e. ar1is1iq11" el 111ot111111f'ntale. Meur,. 11sages N co.,111111e.,, Pari~.
Librairic Ethnographique, 1848, J 16.
(90) Cfr. J. Caro Barojn. E11.\'{/yo sohre la li1nam1·a de cord<'I. p. 425.
(91) \V illirnn Georgc Clark, Ga~pacho o mese., rle Verc11w en l;'s¡w,ia, Granada, Comarcs-Aljarife. 1996. 15
(92) W.G. Clark, Oa,pacho. cit., 98.
(9'.l)José :Vlaría Blanco White, 7'l-ie Uj,, o/1he Rt•1•. Blanco Wl,ite, wriuen by himsclf. 11, 3 14. (Cana a Mr~.Lawrenec,
29 mayo 1837).
(94) Prcci~11mcnte, por poco rom,forjcn. apena~ si se ha te nido en cuenta la tesis de .lulián de Zugasti. scgtín In cual
,,., d bandokri,mo andalu1. había que tener en cu('nta --1a complicación en ellos de personas ricas. influyentes, y que
pasabm1 por honrada.~ e i111achables a los ojo~ de todo e l mundo ..:· (E/ B1111doleri,1·1110. Em,dio social _v Mt•moria.r
hi.1"16rica.<. l:id. de Córdoba <le Virgilio '.vhírquez Editor. 1983. 3 vols.).

111
MANUEL MORENO ALONSO

(95) C fr.Anronio Nada[ Sánchez. "El Banclolcrismo en Espaiia y en Andal ucía'", en Ac1as de /11s fil l omadas de
Dandoll'rismo. Jauja, 23 y 24 0<·t11bre de !999. El /Jcmtfolerismo e11 A11d11/11da. Luccna. 2000. 55-70. Según este
auror, esle tema con~lituye ''el peor inve ~tigado. ca, i abandonado. a l menos por el mundo académico".
(96) E..J. Hobsbawm, Rebeldes p rimitivos. 13arcelona, Arie l, 1974; Randidos. Ariel, 1976; l?eb~lión campe.rina y
rnmbio .,·ocia/, Barcelona , C rílica, 1978.
(97) P.O'M.illcy, "Social Band i1s . Modem Capitalismo and 1he Trad itional l'cnsanll)'. A Critique of Hosbawm", The
Jounw l o/ l'easant S11,dies, vol. VI, núm .4. Londre8, 1979.

112
COMUNICACIONES
SIERRA SUR: PRIMERA FRONTERA.
LAS ESTRIBACIONES DE LA SIERRA SUR SEVILLANA
COMO FRONTERA ENTRE VISIGODOS
Y BIZANTINOS EN LA ANTIGÜEDAD TARDÍA.

M.Teresa Hena1·es Guerra

l. INTRODUCCIÓN.

La in formación que aquí se presenta es una combi m1c ión de algunos de los res u Ilados
obtenidos en dos campañas de actividad<..:s a rqueológicas llevadas a cabo e n la " Sierra de San
Pablo" (Mnntc llano. Sevilla) y ele la revisión y reinterprctac ión de parte de la información
contenida en la C arta A rqueológica' de la zona . con la nueva pcrspc<..:tiva histórica que
aportan los m ismos. L1 pri mera campaña tuvo lugar en 1998, inserta en el proyecto "Entorno
del Castillo de Cote" 2 • dirig ido por la Dra. Magdalena Valor Piecholla, profesora titula r de
Historia Medieva l en la Facultad de Gcog rnfía e Historia de la Universidad de Sevilla, y de
cuyo equipo forma mos parte. La segunda campa ña la llevamos a cabo en 2001 y con!-.istió en
una prospección sistemática de la "Sierra de San Pablo.. y en un levantamiento planimétrico
- a través de fotogrametría aérea- de toda la superfic ie de la misma. La información obtenida
en esca última campa11a nos pe rmitió confirmar la hipótesis de partida: las cimas del norte de
la '•Sierra de Sa n Pablo"' albe rgan los restos de un siste ma de fortifi cació n romano de origen
estrictamente castrense.

T ras la revisión de la informac ión antedicha, hemos propuesto considera r la


posibilidad de que las fortifi caciones de "La Breíia de San Pablo - Cote" y " Lopera", tras
su fundación y uso castrense durante las épocas republicana e imperial de la A ntigüedad
Romana, forma ra n en la Antigüedad Ta rd ía una línea de control fronterizo del acceso a la
Campiña desde la costa medite rrá nea y e l Estrecho, a l estar situadas a ambos lados de la
vía ro ma na que u nía Cnrduba con Carteia. cuando, tras c ruzar los vados del Guadalete,
pasa ba por las estribaciones de la Sierra Sur sevillana a ntes de come nzar la travesía de
los llanos de la Campiña y de conectar all í con las vías que llevaban a Hispa/is y a la Via

' O ria Segura el olii .. 1990.


2 Valor Piecholt.t eutlii. 1998 : Hc11arcs, 200 l. 2002 ) 2003 : Valor y Henares. 2002 y 200 3.

115
MARIA TERESA HENARES GUERRA

Augusta, en el marco del enfrentamiento e ntre el Reino Visigodo de Toledo y la Provincia


Bizantina de Spania·'.

2. DESCRIPCIÓN DE LA ZONA.

La "Sierra de San Pablo", también conocida como Sierra de Montcl lano por la
población que se asienta en su piedemonte occidental y de cuyo término munic ipal forma
parte, es la última extremidad occidental de la Cord illera Sub-Bética. que al noroeste
y al oeste de sus alturas se diluye en el pais,uc alomado de la Campiña y terminn en los
llanos de la Vega del Guadalquivir y sus marismas. Es el último exponente montañoso <.le
cotas superiores a los 300 metros de la Serranía Sur sevillana, o el pri mero, si se viaja en
dirección a l Sur y al Este. Sus cima!> sobre los 500 metros de altitud permite n un control
visual combinado del territorio en todas las direcciones ("La Breña de San Pablo". al Norte,
el Este y el Oeste; y '·Cote", al Norte, al Este y al Sur) y, a la par. son un referente visual
ineludible en el pais,üc muchos kilómetros a la redonda. Sobre el llano q ue se extiende al
pie de sus faldas occidentales. a apenas unos cuatro kilómetros en línea recta, con di rección
sureste-nornoroeste, d iscu rre la antigua vía romana conocida como ·'Vía del Estrecho" o "Vía
Cordu.ba-Carteia .. por unir la entonces capital de la provinc ia Baetica con la c iudad-puerto
princ ipal del Estrecho de Gibraltar e n la Antigüedad. A similar distancia de la calzada de la
vía romana, al oeste de la misma y prácticamente frente a las a lturas del norte de la '•Sierra
de San Pablo", se sitúan las elevaciones de " Lopera", un conjunto montuo;,o con cotas sobre
los 200 metros (y dos máximos sobre los 250 m).

3. LAS FORTIFICACIONES.

Aparte de la situación geogrúfica y su relación espacial con la vía romana, las


alturas de " Lopera'' y de la "Sierra de San Pablo" tienen en común el a lbergar restos de
fortificaciones <.!atables en época romana, también en uso durante la A ntigüedad Ta rdía.

3.1. "La Breña de San Pablo''"'.


Durante las campañas de actividades arqueológicas que desarro llamos en la '"Sierra
de San Pa blo .. y el "Castillo de Cote'', en Montellano. recuperamos este viejo topónimo
para denominar al conjunto de fortificaciones mi litares roma nas que guarnecen el norte
de dicha sierra, ya que los restos de las mismas se extienden por más ele once hectáreas
en tota l, afectando a áreas denominadas por varioi, topónimos contemponíncos. Las tareas
de prospección sistemática nos pe rmitieron reconocer y documentar la ex istcncia de dos
recintos forti ficados adyacentes. cuya catalogación, conforme a las directrices del IPCE y

1
García Moreno, 1989: Vallejo, 1993
' 1-lcnare, G uerra, 2001, 2002 y 2()()3 .

116
SIERRA SUR: PRIMERA FRONTERA LAS ESTRIBACIONES DE LA SIERRA SUR SEVILLANA COMO FRONTERA ...

según su estado de conservación, sería R3 (restos. ya que es posible reconocer a partir de


ellos su disposic ión en planta).

Asimismo. hemos podido reconstru ir el trazado de los lienzos de los muros,


localizar algunas de las torres y los accesos. La fort ificación se compone de los recintos
claramente diferenciados y, a la par, claramente re lacionados de dos castra romanos
correspondientes a unidades milita res distintas y construidos en épocas sucesivas que se
mantuvieron en uso, con las lóg icas rnodifü;aciones. hasta la Edad Media1. Las evidencias
que nos permiten soste ner tal hipótesis las encontramos en las modificaciones de trazado
de los muros, la alteración del número ele pue rtas, las re1rnracioncs efecüiadas. las diversas
tipología y cronología ele los mate riales ele construcción ele barro cocido<> y, finalmente, e n
las característica!-> y distri bución de los fragmentos de cerámica recogidos en los muestreos
realizados intramuros y extramuros.

3.2. "Lopera".

3.2.1. Rcinterprctando "Lopera".


Los trnbajos de prospecc ión. de tipo extcn!.ivo y realizados en el marco de la
redacción de una carta arqueológica; de la comarca, recogieron cinco localizaciones en
el mismo ámbito espacial, denominadas lógicamente " Lopera" L II, 111, IV y "Vega de
Lopera". Nosotros propone mos una rc i nterpre tnción de los datos sobre d iclrns local izaciones
que, partiendo de considerarlos no cinco yacimientos a rqueológicos disti ntos. sino cinco
localizaciones de ntro del ámbito espacial de un único yacimiento. creemos que puede
aclarar y explicar l.as clu<las e intcrrognntes que nuestros colegas plantearo n e n la publicación
de lo~ resultados de sus trabajos. Obviamos, lógicamente, por tratarse de un elemento
arquitectónico de datació n plenamente bajomedieval y, por tanto, muy posterior a la época
que nos ocupa, la "Torre de Lopera", denominada e n la carta arqueológica como "Lopera
!". fata torre representa un último uso militar del espac io, superpuesto a los restos de los
usos anteriores, tal como queda de mani fiesto en los materiales reutilizados. Se produce,
pues, un reciclaje de materia les, toninclos de las ruinas pre-existemes, pero no de elementos
defensivos. De estos sólo quedan vestig ios, visibles o detectables. en o tros puntos de las
alturas de la zona, denominados en la carta arqueol6gicn como ··Lopera 11 " y ·'Lopc ra III".
con los que hay que relac ionar directnmcnte las otras dos locali zaciones, de distinta índole .
la necrópolis de " Lopera IV" y la concentración de materiales cerámicos en superficie
denominada '·Vega de Lopcra". Su catalogación conjunta, conforme a las directrices del
IPCE y según ~u estado de conse rvación, sería V (vestigios).

' Henare~. "La fortaleza ele la <Brcíla de San l'ablo> (Montcllano. Se, illa): un c.:a~o de rnili'l<1Ción continuada de una
fortificación durante ht Antigiiednd y la Alw üla<l Media", i\11aq11e/ dt' F:studios l,,Mmicos (~n prensa).
• Básicamente. 1eg11/ae. imbrices y ladrillos romanos tic módulo gra nck. así como tejas planas y curvas de módulo
islámico.
'Oria Segura et a/ii, 1990: 73-83 y fig. 18-27

117
MARiA TERESA HENARES GUERRA

3.2.2. "Lopera lI". Los vestigios de la fortificación.


Los redactores de la carta arqueológica describieron una línea de muralla con
abundantes canchalcs de derrumbe y una importante cantidad de fragmentos de cerámica
irnramuros. La datac ión de los materiales cerámicos abarca un amplio arco c ronológico
entre "el sig lo lll a.C. y la época romana", permitiendo a los autores dasificar e l yac imiento
corno un asentamiento del tipo oppidum - hábitat fortificado en altura -. Un tipo de eedrnica
tosca, con gruesos desgrasantes, formada por restos de cuencos, platos y ollas, "ele difícil
datación''; una fíbula ele! tipo "Aucissa'', datablc entre los siglos I a.C. y la época flnvia
(segunda mitad del siglo I d.C) y la ·'reducida extensión" del yacimie nto, les hacía plantear
dudas sobre la catalogación del sitio. No obstante. si nos basamos precisamente en esas
"anomalías", pode mos re interpretarlo y tanto la catalogación como su evoluc ión tempo ral
encajan: e l recinto amurallado no fue nunca una zona de h,íbitat. sino un puesto militnr. El
tamaño reduc ido se debe tnnto a ese extremo como a que no se aprecia n en superficie sus
d imensio nes reaJes originales. Su datación sería romana, con una primera cerca en forma
de muro terrero o agger. Este si~tc ma de fortificac ión requiere movim ientos de tierra de
importanc ia. que pudieron sacar al exte rio r depósitos a rqueológicos de un hábitat indígena
pre-romano. representados por la cenímica " ibérica". Los canchales de derrumbe serían los
restos de una posterior "pctrilieación de la!. defensas" idéntica a la detectada en la "Breña de
Sa n Pablo". La datación del u:-,o de este recinto sería muy amplia dentro de la época romana,
desde fechas republicanas a fechas impe ria les. Esto está comrastado por la cerámica, tanto
fina como comlÍn, que se puede observar con fac ilidad en forma de fragmentos dispersos por
la superficie del yacimiento y rcutiliz.ados en las a rgamasas de la torre finimedicval. Este
"perfil cronológico" se corresponde con el reconstruido en "La Breña de San Pablo" a partir
de trabajos de prospecció n y muestro ex haustivos, que presenta dos máximos de ocupación y
uso de las fortificaciones romanas, el primero en época republicana y hasta el siglo I d.C. Esta
última datación explicaría la presenc ia de u1rn fíbu la "Aucissa" en el yacimiento de "Lopcra"
y reforzaría su carácter puramente castrense, ya que es en contextos militares donde aparece
este tipo ele ornamento. El cas1ra habría permanecido en uso o habría sido reutilizado en la
Antigüedad Tardía, época en la que hay que datar la cerá mica tosca ele mesa y cocina antes
mencionada. Un parco menaje muy característico de un puesto mi litar y en todo similar a
fragmentos de cerámica que datamos en esta época en " La Breña ele San Pablo'' y "Cote".

3.2.3. "Lopera 111". La torre y los cimientos del barracón.


Se trata de los restos de dos estructuras recrnng ulares. que quedaron a la vista en
superficie de bido a la inte nsidad de los destrozos a que fue sometida el área por los furtivos.
Segtín descripc ión de los auto res de la carta arqueológica. "la primera estruc tura conserva
muros de u n metro de anc ho aproximadamente. con una planta de 4 x 4.50 m. En su interior
aparece material ibérico. La segunda estructura. reducida a la plataforma de cimentación, es
más alargada (5 x 7 m) y concentra e l material de época romana". Su valoración fue: " Por su
localizació n(...), podría pensarse en una vil/a dedicada a la explotación ganadera,(...). De todos
modos, su pequeño tamaño y una re lativa escasez ele materia les,(...) no permite n atribuirle
un papel especialmente destacado". La reinterprernción que propone mos de las estructuras
puede explicar estos extremos: no se trataría de los restos ele una villa, sino que formarían
parte del sistema de fortificación de "Lopera•·, entendido como un todo. La estructura menor.

118
SIERRA SUR : PRIMERA FRONTERA. LAS ESTRIBACIONES DE LA SIERRA SUR SEVILLANA COMO FRONTERA...

de gruesos muros, se correspondería con la base de una torre de vigilancia y comunicaciones;


y la mayor, sería un barracón p<1ra el acomodo del destacamento de servicio en la misma.
Si observarnos el conjunto ele la muestra de ccním ica, se trata de fragmentos de vasijas de
transporte y almacenamiento de víveres, y de v,\jilla de mesa, lo imprescindible para un
pequeño grupo de soldados. La revisión de los materiales encontrados en la estructura menor,
nos hacen formular la hipótesis de su construcción y primeros servicios en época romana
republicana; y de su uso de forma continuada hasta la Antigüedad Tardía, basándonos en
la revisión de la clasificación tipo lógica y cronológica de fragmentos de la muestra emre los
que se encue ntran trozos de l borde ele ánforas de proclueci6n norteafricana de crono logía
claramente tardía.

3.2.4. "Vega de Lopera".


Se trata de una importante área de concentración de materiales cerá micos en
superficie, próxi ma a las loca lizaciones denominadas como "Lopera'' I y 11 , de similar
cronología y re lacionada también con ámbitos castrenses romanos imperiales.

3.2.5. "Todos los buenos soldados',s: la nec rópolis destruida de "Lopera".


Está situada en las cercanías de las alturas fortificadas de '·Lopera'', donde. a finales
de los años 80 del pasado siglo, los redactores de la Carta Arqueológica ele la zona. constataron
su destrucción y expolio por furtivos. Según su descripción, se trataba ele alrededor de 60
tumbas de inhumación, de medidas y características constructivas similares y muy regulares:
dimensio nes entre 1,70 y 1,75 metros de lo ng itud por entre 0'60 y 0 ·45 metros de anchura,
excavadas en el sucio, con orientac ión Este-Oeste y "con parcele~ revestidas de grandC-5
sillares y cubiertas por dos o tres losas''9 • A partir ele colecciones particulares a las que habían
llegado los restos expoliados del cementerio, los autores pudieron documentar materiales
arqueológ icos procedentes de las tumbas, como las jarritas monoansadas características de
los contextos funerarios de entre los siglos VI y VII c!.C; y una placa de hebilla ele c inturó n
de bronce del tipo "arriñonado.. de Palol, datablc en fechas semejantes. En relación con estos
datos, conviene cilar también que los autores pudieron examinar en colecciones privadas
al menos otras Lres placas de hebilla de cinturón y varios pasadores de atalaje ele caballo,
datados en fech as similares (entre los siglos VI y VII cl.C) y procedentes del entorno al norte
tanto de "Lopern" como de la "Sie rra de San Pablo'' 'º.

Los autores recogían como paralelos para esta necrópolis. tanto por ti po logía de
las tumbas como por los ajuares y la datación entre los siglos VI y VII d.C .. las de ··vega
del Mar" (S. Pedro de Alcá ntara. Miílaga), "Sanlucarejo" (Arcos de la Fronte ra, Cádiz)
y' ·'Mesas de /\lgar" (Medina Sidonia, Cádiz.). A estas hay que aiiadir las de Can eia y
"Cortijo del Rocadi llo" (San Roque, Cácliz). Su c ronología y ubicación geográfica cuadran

"Título de una obra 11111,i<.:al de Maten Flecha. el Viejo. de med iado~ del sig lo XV I.
? Oria Segura et alii. 1990: 79-81.

'º No obstmllc, dada la entidad ele la necrópolis de Lopcrn y , u tot.11 expolio. tampoco descartamM l,1 posibilid<1d
de que los clcmc11tos metálicos. específicamente fas placas uc hebillas de cinturón. puedan proceder de la misma.
reparliéndosc luego por las coleccione, lc,cales con atribuciones de origen diveNts.

119
MARÍA TERESA HENARES GUERRA

cou la zona fronteriza entre territorios bajo control visigodo y territorios adscritos a la
provincia bizantina ele Spania, y pueden est.ar en relación con el avance de las ofensivas de
los ejércitos visigodos contra los imperiales que, e n el suroeste, se producen partiendo de
las bases establecidas e n Emerita (Mérida) e Hispa/is (Sevilla) y presionando hacia el sur y
el sureste en dirección a la costa y, sobre todo, al Estrecho", donde el control de la armada
bizantina respaldaba y avituallaba a los defensores de su provincia. En este sentido, la
revisión de los enterramientos de Carteia ha permitido llegar a una interesante conclusión
sobre los m ismos12 : los e lementos metálicos del ajuar - las placas de hebillas de cinturón
- y el hecho de que la gran mayoría de los esqueletos recuperados penenezcan a individuos
adultos del sexo masculi no apunta a que se trata de " un cementerio de una población de
tipo militar"'.

Por otra parte, la necrópolis de " Lopera'' ocupa una posición singular en la comarca.
refrendada por la estadística. Anal izados los datos contenidos e n las dos cartas arqueológicas
que abarcan el sureste de la Campiña" (Utrera, El Coronil, El Arahal, Los Mo lares y parte
del término ele Moró n de la Frontern) y el inicio ele la Sierra Sur14 (Montellano), resu lta que.
de 267 ide ntilicaciones positivas como yacimientos arqueológicos, sólo 15 pueden datarse
entre los sig los V y V 11 d.C. De éstas, 8 son consideradas como " hallazgos sueltos" e n
yac imie ntos y 6 como "necrópolis". Todas las localizaciones coinc iden con yacimientos ele
época romana imperial y los materiales incontestablcmente tardíos proceden sin excepción
de colecciones particulares, a las que llegaron tras el expolio de sus lugares ele o rigen, lo que
hace que fa ubicación geográfica de los mismos haya que considerarla con suma cautela, tal
como los redactores de las cartas arqueológicas hic ieron en su momento, dudando incluso
de la catalogació n y datación propuesta para los yacimientos después de reconocerlos,
como, por ~jemplo, es e l caso de una de las necrópolis. De las otras cinco, cuatro están
situadas en e l ámbito ele villas rústicas de época imperial, cuyos materiales cerám icos en
superficie se datan dentro de amplias cronologías que se prolo ngan hasta época tardía, por
lo que las tumbas de inhumación pueden corresponderse con los cementerios propios de
estas grandes explotaciones agrarias.

La única, pues, datable por tipología y cronología comparadas en lo~ siglos VI-VII
d.C, es la de " Lopera". Y ésta, dadas sus características, podría ser un cementerio militar
relacionado con las fuerzas de servicio en las fortificaciones vecinas, en el contexto histórico
del enfrentamiento entre visigodos y bi.i:antinos.

11
García Moreno. 1989.
12
Rernal Casasola. D .. ~car1eia en la Antigiiedad T;,rdía: dcwe el siglo 111d .C. ha,ta la conquista musulmana". eu
Roldán el alii. 1998.
"Ruiz Delgado, 1985
•• Oria Segura er olii, 1990

120
SIERRA SUR: PRIMERA FRONTERA. LAS ESTRIBACIONES DE LA SIERRA SUR SEVILLANA COMO FRONTERA...

CONCLUSIONES

Las fortificaciones e.le "La Breña de San Pablo - Cote" y ''Lopera·· y s u uso e n la
Antigüedad Tardía. atestiguado por los materiales a rqueológicos - tanto los rec uperados in
situ durante las actividades ,1rqueológicas, como los procedentes de colecciones particulares.
con la debida reserva - y por la necrópolis de "Lopera". así como la nula existencia de
yacimientos arqueológicos que atestigüen el hábitat civil en la época en esta .i:ona, tienen
correlato con los acontecim ie ntos bélicos relatados por Jns fuentes histó ricas.

La creac i6n de la provincia bi,1.antina ele Spania en el sur y el sureste peninsular a


mediados del siglo VI d.C. dio lugar a un conflicto entre visigodos y bizantinos que durnría
prácticamente setenta años. La permanc m;ia y reuti I ización de los sistemas defensivos que nos
ocupan se justificaba por la necesidad del control de la comunicación directa entre Corduba
y la Carteia bizantina a través de la ..Vía del Estrecho", al menos hasta que 1-Ie rmenegilclo
conquista definitivamente la antigua capital provincial cordobesa en 584. Del mismo modo,
eran imprescindibles para la defensa del acceso a l !ispa/is desde territo rio bizantino por la
vía que, bifurcándose de la del Estrecho, cruzaba la Campiña hacia la capital conventual;
y, asimismo. para la defensa del acce~o desde el este a A.1·sido, a la V/a Augusta y a la vía
"interior·• que. conforme reeoge el An6n imo de Rávena 1l, partiendo de aquélla en Torres
Alocaz (Ugia) llevaba en la A ntigüedad Tardía hasta la nueva "metr6poli" assidonense. otra
de las plazas fue rtes del suroeste, conquistada por Leovig ildo en 57 1. Probablemente, la~
ofensivas y .la presión casi continua sobre l<1 Sierra Sur desarrolladas por l ,eovigi Ido'' habrían
convertido gran parte de estas tierras, a partir sobre todo de los años setenta ele la segunda
mitad del siglo Vl d.C. en una " tierra <le nadie" militari:wda. Una .. primera frontera" en la
Sierra Sur sevillana que debió mantenerse hasta la desarticulación de la provincia bizantinu
de Spa11ia en los primeros decenios del s iglo VII d.C1 7•

BIBLIOGRAFÍA

- ROLDÁN GÓMEZ. L, 13E:NDALA GALÁN. M. BLÁNQUEZ PÉREZ.J. y :vtARTÍNEZ


LILLO. S. Caric ia. Madrid, 1998.

- GARCÍA MOR ENO, Luis A. Historia ele Españn visigoda. Madrid, 1989.

'' Roillíin l lcrv:'ts, 1975


"En el contexto de una ofe11siv.1 gc11cral sobre las ,erranías ~ticas, tamo h:1cia el este. con dirección a Gr-J nada.
Guadi~ y Unza: como hacia el wr. hacia Écija y el valle del licnil. y hacia Medina Sido11ia (Assido).
"En 615. Sisebuto con-1gue arrcbarnr ddinitivamc111e lo, tcrn1orios gad itano,. m.i lag11.::,i,,, y grnnaclinos de 5i.>a11io
a los bizmll i11os.

121
MARÍA TERESA HENARES GUERRA

- HENARES GUERRA, M. Teresa. "La fortifü.:ación de l oppídum ignotum de l ,a Breña de


San Pablo, Montellano (Sevilla)". Congreso Inte rnacio nal Fortificaciones en el e ntorno del
Bajo Guadalquivir. A lcalá de Guadaíra, 2002: 129-133.

- HENARES G U ERRA, M. Teresa. "La prospección arq ueológica de la Sierra de San


Pablo'', Un enclave en la Banda Morisca: Cote (Montellano. Sevilla) y su entorno. Sevilla.
2003: 83-1 03.

- HENARES GUERRA, M. Teresa. "Prospección arqueológica de la Sierra de San Pablo


(Montcllano, Sevilla)". Anuario Arqueológico de A ndalucía/2001.Sevilla, 2004,IJ :945-961.

- ORIA SEGURA, Mercedes. MANCEBO DÁVALOS, Julián, FERRER ALBELDA.


Eduardo, ESCOBAR PÉREZ, Bernardo, GARC ÍA VARGAS. Enrique, RODRÍGUEZ
MORALES, Ana. VELASCO CARRlLLO. Ferna ndo, SIERRA ALONSO, Francisco.
PÉREZ PAZ. Antonio y OTERO MORÁN, Paloma. El poblamiento antiguo en la Sierra
Sur de Sevilla: zona de Montellano. Sevilla. 1990.

- ROLDÁN H ERVAS. J.M. Itineraria H ispana. Madrid, 1975.

- RU IZ DELGADO, Manuel María. Cana arqueológica de la campiña sevillana. Zona


Sureste l. Sevilla, 1985.

- VALOR PIECHOTTA, Magdalena. TAHIRI. Ahmcd , CA RMONA RUIZ. M. Antonia,


HENARES GUERRA, M. Teresa. PECERO ESPÍN. J. ü1 rlos y RAMÍREZ DEL RÍO.
José. "El proyecto de investigación e ntorno del Ca!.tillo de Cote.., Actas de las I1I Jornadas
de Temas Moronenses". Moró n de la Frontera, 1998: 15-36.

- VALOR PlECIIOTTA, Magdalena. HENA RES GUERRA, M. Teresa, LAFUENTE


lBf\ÑEZ, Pilar, PECERO ESPJN. J. Carlos y RAMÍREZ DEL RÍO, José .. "La
intervención arqueológica en el castillo de Cote (Monte llano, Sevilla). Campaña 1998".
Anuario Arqueológ ico de Andalucía/1998. Sevilla. 2002. íl: 67-79.

- VALOR P IECI IOTTA. Magd alena y HENARES GUERRA, M. Teresa. "El proyecto <le
investigación 'Castillo de Cote· (Montellano, Sevilla". Un enclave en la Ba nda Mo ri-;ca:
Cote (Montcllano. Sev illa) y su entorno. Sevilla. Diputación ele Sevilla. 2003: 6 1-81.

- VALOR PIECI-IOTTA, Magdalena y HENARES GUER RA. M. Te resa. ''La fortaleza de


Cote (Monte llano. Sevilla)'·. Castillos ele España, 125. 2002: 53-62.

- VALLEJO. M. Bizanc io y la E spaiia tarcloantigua. A lcalá ele Henares, 1993.

122
LA COMARCA DE OSUNA-ESTEPA EN LOS ALBORES
DE LA EDAD MEDIA: UNA APROXIMACIÓN.

Javier Pluma Rodríguez de Almansa

INTRODUCCIÓN

Al abordar el análisis de la historia local. es frecuente que los estudiosos se centren


en las grandes etapas del pasado e n que a lgún personaje de fama Luvo alguna relación con
el munic ipio en cuestión. o de la que han quedado importantes restos materia les a la vistn.
Si tomamos a Osuna como ejemplo. la mayor abundancia de trabajos acerca de la vida de
sus habitantes y sus relaciones con esos grandes personajes del pasado, se da al estudiar
la Antigüedad clásica y la Edad Media cristiana (en especial, la Baja Edad Media), por no
hablar de los que se refieren a las etapas posteriores, quedando un poco postergado el período
islámico, aunque no por completo.

Pero s j nos ade ntramos en la "oscuridad'' de los siglos inmediatamente anteriores a


la historia de AI-Andulus, esto e~, los que van del V al VII J, los estudios son prácticamente
nulos'. lo cual, aunque no resulte deseable. es comprensible. Los problemas a que se e nfrenta

' Aunque no cxi5ta ninguna obm de sínle,is sobre esrns elapas. se han publicado numerosos artículos ,obre la época
prerromana y rtmmna en CORZO SANCHE7,, R., Osuna di' l'o111peyo o C(l~•or . Excavaciones e,, /11 mural/o rep11hlicmm.
Sevilla. J977; GONZ.<\LE7,. J. (cd.). faludios sol>re Urso. Colonia lulia Ge11e1fra. Sevilla. 1989 y en CHAVES T RISTÁN.
F. (ed.), Urso. A /11 búsq11Nln d,• s" pasudo. Osuna, 2002. a,í como los e~tudio,, prcliminare-- de PACHÓN R0~1ERO,
J.A ..y PASTOR MU'.'ÍOZ M .. a la rcedición de Rodrigue~ dr 13crlanga, M .. Los Bmwes y lo.,· Nue l'OS /Jronces de
Os111u1, Granada. 1995, y junto <.'<.'n ROUíl..LARD. P. a la ree.:lici6n y traducción ele Engel. A . y París, P.. U1111forw/eza
ibénú, en Os1111a (excaval'ion<'S de /<J03j. Granada. 1999. Sobre la Osuna medieval crisri,11m y la Osum1 moderna.
rc,ultan fundamentales IGI .F.SIAS RODRfGUCZ. J.J. y GARCÍA FERKÁNDClZ. M. (eds.). Osmm e111re los 1ic111pos
medievales y mndcmo.1· (siglo:, XIII-X\!lllj. Sevilla. 1995. y LEDESMA GJ'\MEZ. F.. IAs 11111ralla.1· de Osuno, O.,una.
2003. Lo., tmbajos enmarcado, en la época andalu,í son los de VALENCI A. R.. "La Osuna /irnoo··. en lglcsios Rguez.,
JJ. y C,an:ía Fdcz.• M. (edq. op. cil .. pp. 1J-26. y DO'vlíNGUEZ BERENJENO. E.L. y ROM.Á.N VÁZQUl::Z. L., "Una
npn)ximación a la ccr:ímii.:a isrnmica de Osuna", A¡,11111cs 2. 3 (2000), pp. 143- 16 1. así como rcferen<.:i.is importantes
en LEDESMA O/\)vlEZ. f.. o¡>.dt .. /)(ISSl/'11 . Las aportacion~s sobre la é¡xx;,1 b:tjoimperial y \lligoda se limitan a dmos
:irqucokígico, inconexo,, que pueden e11con1r;irse en el trabajo de RECIO VEGANZOJ\"F,S, A .. "0,1ippo tardo,rnmana:
un nuevo capítulo de ,u hi,1oria a rmvés <le sus monumemos cris1ianos (siglos IV al VII)". en Ac1as de las I Jomadm· de
/li.1/oriu de Eswpa (10, 11 y 12 di· 111(117.o de /994). Estepa, 1995. pp. 47-82. Mucho ,rnís escuetos. nu114ue valimos. son
los dato,; ~po11ados por SÁNCI-IEZ GIL DE MONTES, J. y SALAS ALVAREZ..I.A .. ht/U/'1111! prelilllÍll(tr. füC(IWICÍÓII
an¡ueulógica de 11rg c11cia e11 d 1\sis1e111e A1jo11a 6-S, Osuna (Se,·i/111). lnfonne An.¡ueológico ele la Delegación Provincial
de Culturn, Sevilla. 1997. p. 7. y por RLHZ CECII J A, J.I. y PERNI-\J\'DEZ FLORES. A.... Rc,ul1ados de la 111tervc11ción
arqueológica de urgencia en c.~llc La l lucna n" :1 y 5 de Osuna... en Ap,1111,·s 2. 3 (2000>. pp.181- 192.

123
JAVIER PLUMA RODRÍGUEZ DE ALMANSA

cualquier historiador que pretenda sacar algo en cl aro de unas fuentes tan parcas y ambiguas,
con frecuencia hacen que el trabajo acabe por parecer estéril. No obstante, es posible conectar
una serie de datos para obtener algo de información, y ese es, ni más ni menos, el prop6sito
de este trabajo, de ahí lo de '·aproximación": no se pretende más que arrojar algo de luz sobre
la vida de los habitantes de la comarca de Osuna-Estepa durante el lapso de tiempo que va
dc!>dc la irrupción de suevos, vándalos y alanos en la Península Ibérica (409) hasta la derrota
del rey visigodo Rodrigo a ori llas del río Guaclalete (711).

l. EL PROBLEMA DE LAS FUENTES

Cuando se estudia la época ele transición de la Antigüedad clásica a la Edad Media.


se suele insistir en un hecho que por mucho que se hable de él no deja de ser menos cierto
y. sobre tocio, crucial a la hora de elaborar cualquier estudio por poco ambicioso que sea.
y es la extrema escasez ele información que nos proporcionan las fuentes, tan to escritas
como arqueológicas. Las primeras. más preocupadas por relatar las vidas de emperadores.
reyes. papas, obispos y santos. dan noticias enormemente parcas acerca de cuestiones
como el hábitat. la gente <.:omún y sus costumbres, la vida urbana o la economía. Es por
esto que las cuestiones que nos interesan (vida social, económica ....) son aprehensibles casi
exclusivamente a partir de los escritos jurídicos o literarios y de la epigrafía. la numismática
y otros materialc!-. arqueológico~. No obstante. ante estos testimonios, a pesar de contener
informaciones especialmente val io<;as para el tema que tratamos, debemos tener una especial
precaución: los pri meros, por su propi,i nmuraleza no pret.enclen ser retratos de una actualidad
viva sino t¡uc contienen con frecuenci a imágenes idealizadas o exageradas de la realidad: los
segundos. porque en mucha~ oca!-.iones aparecen como hallazgos descontextualizaclos.

No ob!-.tante C!-.ta~ prevenciones, es fundamental recalcar la enorme importancia


que. dentro de este contexto. tiene cualquier tipo de indicio por pequeño que sea, así como los
silencios de lo:- texto:- o lo!-, vacíos en los yacimientos arqueológicos. Abundando en esta idea,
cualquier intento de sistematizar los datos obtenidos ele diferentes fuentes debe ser tenido en
cuenta como un avance. por muy vagas que sean las conclusiones que puedan obtenerse.

Refiriéndonos a las grandes poblé.lciones ele la zona. los elatos de que disponernos
son extremadamente escasos y casi exclusivamente ele índole arqueológica, en su m ayor
parte fruto de hallazgos fortuitos, miís que de excavaciones sistemáticas. de ahí que su
descontextuali zación no nos permita ahondar más allá de los dalos proporcionados por los
estudios morfológico~ y estilísticos l .

!lrt. dt.. pll\'si111.. cabe miaoir las que aparecen en los apéndices
' /1. las recogida, por Recio Vcg a11zo11~:,. A ..
gcogn\lico ypro,opognllico <le SALVADOR VF.NTURA. r.. lfisprmia 111eridio11a/ <'11/re Roma y el Islam. Eco11omía
y sociedfld, Grnmtda. 1990. ¡)p. 296-297. 3 16 )· 3-13. Por úhimo. o partir del invcnrnrio del lus1i1uo Andaluz ele
Patrimonio Histúrirn (IAPH), se contabiliwn uno:, 40 yacimiento, oc época bajoimpcrial en Osuna. de los que
sólo 10 l·ontinuarían en etapas posteriorc:,. .ipurccicuclo 8 (]e nueva ocupaci6n. En Es1cpa. de to, 15 yacimiento,
tardorrornanos, sólo 3 1iencn conriiwidad )· aparecen 8 llUC\O~.

124
LA COMARCA DE OSUNA-ESTEPA EN LOS ALBORES DE LA EDAD MEDIA: UNA APROXIMACIÓN

Pero si escasas son las fuentes con respecto a Osuna y Estepa. aún más lo son
en cuanto al resto de poblaciones de la comarca: ninguna otra de l as poblncioncs de cierta
entidad ele la zona (Ventippo, Carlmla o Cantla, llipula Minar. Jrni) es mencionada en las
fuemes escritas; los yaci miento~ con mater iales de los l>iglol, V al V II son muchos menos. y
los halla1.gos de restos son mucho más escasos y esponídicos1.

Todo lo dicho hasta ahorn no hace sino poner ele manifiesto lo que veníamos diciendo:
la tarea ele obtener información de las fuentes directas es harto ardua, si no infructuosa,
por lo que la mayor parte ele nuestro trabajo se debe basar en informaciones indirectas y
extrapolaciones. En estas ci n.:unstancias, las conclusiones no pueden dejar de ser simples
especulaciones con más o menos visos de realidad. pero que, en cualquier ea~o. constituyen
una aproximación al problema. esto es. un punto de partida para futuras i nvestigaciones.
Por tamo. resulta necesario, como pu nto de partida. hacer un repaso de los acontecimientos
conocidos que tuvieron por escenario la Bética.

2. EL SUR PENINSULAR EN LA ÉPOCA DE LAS INVASIONES Y SUS


RELACIONES CON EL REINO VISIGODO DE TOLEDO

Habitualmente se ha com,iderado que el pri ncipio del fi n del dominio efectivo de


los emperadores romanos de Occidente sobre la Península Ibérica habría que situarlo en
el año 409: en ese momento, Hispania formaba parte ele los territorios controlados por un
usurpador, Constantino III. quien. procedente ele Britania, había llegado a ocupar la capital
de la Prefccturn de las Galias, Arlés, y trataba de ser reconocido por el gobierno de Rávcnna
como emperador legítimo. Su lugarteniente en Hispania. Gcroncio. tras derrotar y mand,ir
ejecutar n los parientes del emperador Honorio que habían ofrecido resistencia (Dídimo y
Ver iniano). y tern iendo ser relegado del poder, se rebcl6, proclamó Augusto a un hispano
de nombre Máx i mo, y llegó. al parecer. a un acuerdo con las bandas de suevns. vándalos y
alanos que !-.aqueaban por entonces la~ tierras del sur de la Galin: a cambio de perm itirles
cruzar los Pi ri neos. debían apoyarle contra Constantino y su hijo Constante\ La entrada ele
estos pueblos bá1·baros debe ser considerad a, por tanto, como el principio de la época de la~
invasiones germánicas en la Península Ibéri ca. que terminaría con el establecimiento, en el
siglo VI. del Reino Visigodo de Toledo.

-' De época baJoimperial conccmos: un yacimic1110 en C':isarichc ( la a111igua \/e111i¡,¡,o); 1 en G ilcna. abm1clo1rndo en
época visigoda: 1 en La Roda <.le Andalucía. sin conti nuidad. y 4 en El Ruhio. 1a111bién sin co111inuidacl. De é poca
visigoda ap,1rccc 11110 111:h en G ilcna. y uno en Ped rera,,\ esta li sta. ele acuerdo con 111~ nolicias más reciente.<. hubrí:i
que ali¡¡dir el y;,cimic·11[(1 gi lcnen sc de [pora, donde han ap,ircc ido m ater iales que va11 desde época i mperia l ha,ta. al
menos. los inicios de la épocn andalusí.
' Sobre lo, pormenores de estos acontccimienl(b y los sig11icn1cs. así como sus inlerprctacioncs. véan.see,pecialmeme
T I [O,v lPSON. E.A .. ..Thc cnd of Roman Spain... No11i11g/111111 Medieml S111die,. 20. 1976. pp. 3-28: 21. 1977. pp. , _
3 1: 22. 1978. pp. 3-22: 23. 1979. pp. 1-21; OR LAKOIS. J.. La fa¡Jl1ii<1 VisíM11rn. 1977. pp. 17 y ss.. y GARCÍA
:vtORJ,,NO. L.A .. Histori(I ,h• 6¡m1ia Visí_g{}l/t1. Madrid. 1989. pp. 40 y"

125
JAVIER PLUMA RODRÍGUEZ DE ALMANSA

Con respecto a las tierras del sur peninsular conocemos una serie de hechos que
tendrían po r escenario princ ipal la Bética , donde se van a e nfrentar una serie de fuerzas
hasta la total integ ración de l territor io en e l Estado vis igodo: en prime r lugar. el gobierno
romano occidental (luego el bizantino), que intentará recuperar su autoridad sobre las
tie rras saquead as por lo~ diferentes pueblos germán icos; en segundo lugar. estos mismos
pueblos (vándalos. suevos y visigodos po r este o rden), que. como saqueadores, c.:omo
f oederaFi, o con la pre te nsión ele creur un estnclo propio. intentanín obtener provecho
de las riquezas que a pa recen ante sus ojos: por último, los propios hispanorromanos,
quienes, lejos de tener un papel pasivo de meras víctima~. inte ntará n saca r ventaja de una
situación tan turbule.nta y mante ner du ra nte un t iempo un poder autó no mo, e nfrentá ndose
indistintame nte a guerre ros bárbaros y u oficiales imperiales, seg ún soplen los vientos
de la poi ítica .

Dura nte la primera mitad del siglo V, toda la Pen ínsula es objeto de depredaciones
por parte ele bárbaros, tropas imperia les e incluso campesinos rebeldes (rns1ici rebella111es o
/Jaca11dae seg ún las fuentes). El rcsnltado ti nal será el desmoronamiento del poder efectivo
de los emperadores sobre las provinc ias hispanas'.

No volveremos a tener noticias sobre expedicionc..~ militares en la Bética hasta


casi mediados del siglo Vl. Mientras tanto , la actividad de los reyes y nobles visigodos se
concentró en las provincins de l sur de la Gal ia (contención del avance de los francos hacia
el sur) y de l no rte ele Hispania (luchas contra suevos, cántabros y vascones e intentos de
organizar los dom inios ele la Tarraconense). Todo ello. amén de otros elatos, nos hace pensar
que los territorios meridionales debieron gozar de un período de relativa paz bajo el gobierno
autó nomo de las a ristocrac ias locales. terratenientes, obispo~ y militares de fortuna que.
desde las grandes propiedades rústicas y las ciudades. debieron ejercer la auténtica autoridad
sobre la poblaeión".

Una nueva oleada de noticias sobre el sur de llbpania nos llega a partir del año 533.
en conexió n con el programa de '"reconqu istas" iniciado en África e Italia por los generales

' l.a principal fucnle para los suce:,o, (jUe siguen (h,tsla 459) e.~ Hidacio (seguimos la o.:dic1ón y traducci6n de A.
Tranoy e n So11rce~ C/1Jhh·111u·.1·. 2 18-219. Parí,, 1979). En re,llmen sabemos que en 411 . 1 ~ndalos. suevo, y alanos
parecen llcgnr a un acuerdo r nra re partirse las áreas d,- in fü1enc i,1 en la Pcnínsulu. aprovechando el vacío ele poder
fn.Jt.ocle la guc.rr.1 c ivil entre romanos: el sur correspo ndería a los v{tnclalo~ sili ngos t¡uienc,. h,1sta 428. reali,.ar{tn sus
acc ione, <le , aqueo llegamJo a lo mar la ciudmJ de flio¡)(//is. Entre 438 y 458 son los suevos de l rey Requila quienes
alcanzan el valle clel Guadalquivi r y según Hidacio. /3ae1im m e1 Carllwgi11ensem ¡,r<J1•i11ci<J~ i11 ,·ua ¡u>l<·swlem
redigit. En 458 y 459. dos expcdicione, visigoda, con,iguen íinalmen1c hacer~ con el control de.: Sevilla.
• ~ o se 1mm ele ninguna excepción. sino muy al comrario. una norma que los provincialc~ siguieron en \'arias
regiones del Imperio corno consecuencia del sen1i rnie11to de ab,111clo110 experimentado anl~ lo, invasores bárharo~ y
la insu fkiencio de las medidas lr)mnclas por el gobierno ctntral. A 1ítulo de ejemplo poclemo, r~ccmlm· las ¡ic1uac ionc~
de Egidio y S i:,grio en las Galias: las de Gildón y Bonii'acio en ticrnis af'ricnnas. o las de A111brosio Aurcliano o el
obispo Germán de ,\ux.::rrc en Rritania.

126
LA COMARCA DE OSUNA-ESTEPA EN LOS ALBORES DE LA EDAD MEDIA UNA APROXIMACIÓN

del emperador bizantino Justiniano. A partir de este momento las informaciones se suceden
a un ritmo vertig inoso'.

A partir de Recaredo (586-601), las referencias a la Bética dejan ele hablar ele
conílictos, para tratar, bien de las nuevas buenas relaciones con el gobierno de Toledo, bien
de algún éxito frente a los bizantinos que aún dominaba n zo nas de la costa.

La historia política del sur peninsular en esta época se c ierra con un hecho de la
mayor trascendencia para el conjunto de la Pen ínsula Ibérica: en 7 11. un ejército enviado por
el wali de Jfriqiya, Musa ibn Nusayr, bajo el mando de Tariq, desembarcó en Algcciras y se
enfrentó a orillas del río Guadalete al ejército del rey visigodo Rodrigo, anteriormente dux de
la Bética. El encuentro significará el final del Re ino Visigodo y el inicio de una nueva etapa.

3. LA SIERRA SUR ENTRE LOS SIGLOS V Y VIII

Como punto de partida, debemos indicar que a principios del siglo IV. como
sabemos por el Concilio de Elvira. la ciudad ele Osuna debía conta r con una comunidad
cristiana lo bastante importa nte como para que su presbítero. Natal, conjuntame nte con el
de Écija, representasen al obispo de esta última e n é l, lo cual nos habla claramenre de un
a~pecto adm iniscrativo-eclesiástico: la ciudad de Ursona pertenecía al obispado de Astigi,
ci rcunscripción eclesiástica que vendría a sustituir a l conventus asrigitanus de la etapa
altoimpcrial. En este sentido, merece la pena destacar el hecho de que las é lites c uriales.
en muchas ciudades del Imperio, fueron siendo paulatinamente sustituidas por eclesiásticos
en sus funciones admi nistrativasg_ Los hallazgos de lucernas, ladrillos o fragmentos de
sarcófagos paleocristianos no hacen sino abundar en la misma idea.

Algo parecido podríamos decir de Oslip¡,o, aunque no se baga mención expresa ele
ella en las fuentes. y, presumiblcmeme. de otros núcleos menores de la comarca. No obstante,
no tenemos testimonios que nos indiquen el probable emplazamiento de una basílica, un

' l\ues1ros principales informadorc, a partir de e.lle rnomen10 ~crán Juan ele Biclaro (~cguirnos la eclici,~n de
CAMPOS. J.. Jua11 dl' /lif'laro. obi.1·¡11; de Ger01w. S11 ••fria y s11 obra, Madrid. 1960) e Isidoro de Sevilla en su
Hiswria Gothornm (~cgu imos la ccliciún de RODRIGUEZ ALONSO. C.. u,.,. hismrias tf(' los godo,. Híndalns
y s11<'•'V> dt• l:iilloro de s,,,,iflo. León, 1975). La secuencia de acomecimicntos es la que sIgu~: desde el inicio ele
su reinado, Akhila (549-555) ~ ve envuelto en un contlicto con la ciudad de ("orduba. lo CJllC apruvcchn el noble
A1anagildo parn sublevarse e11 la ciudad de Sevilla. Trns los dcscinbn rcos de 552 en Málaga y 555 en Cartngcna. los
bizantino~ nprovedrnn la., disensiones i111e;,rn;1~ ele los visigodo, p.ira esiablcccr su dominio en una franj.i de 1ierra
entre la co,ia andaluza y la Pe11i bé1ic,1. Enlre 572 y 573. el rey Lcovigildo !>Omete Corduba 111ult<t<q11e 11rbes PI
ctwe/la i11terfecla ms1icor11111 m11/ti111di11e i11 Gotlwrum dn111í1111111 re11oco1. Por último, en 579, Hennenegildo. hijo
mayor de Lcovigildo y gohernador de la Rética, se proclama rey c1I Sevilla y se mnntienc en r~bcldía hasrn que una
campaña 111ili1ar entre 582 y 584 acaba con la rcvuelia. Cf.. Salvador Vcnturn. F. op. cit .. pp. 30 y ss.
'Cfr. ESCRIBANO P/\ÑO. 1\1 .V.. "'A,·ción polí1ica. económica y social de la lglesi:1hispana uurnntc el siglo V", en
/-lis¡xmia Allliqua. Vil ( 1977). pp. 63-78: UAJO. F .. '" El patronato de los obispo.~ '>Obrcciudaue.s durante lo~ ,iglo IV
y V en Hi,pani.1··,cn Memorias de Historia A111ígua. V ( 1981). pp. 203-21 2.

127
JAVIER PLUMA RODRÍGUEZ DE ALMANSA

baptisterio o un marryrion, en ninguna de las loc,tlidadcs mencionadas. Aparte de la


necrópolis rupestre de Osuna, utilizada a lo largo de varios siglos por cri stianos y paganos.
y de indicios de necrópolis paleocristianas en Estepa (junio a la iglesia de San Scbastián
y en la Coracha)", no disponemos de más elato.~ para conocer la topografía ele las ciudades
paleocristianas de la Sierra Sur.

Dejando a un lado el proceso de cristiani n ,ción, poco más podemos decir ele la
real idad socio-económica del siglo IV en nuestrn comarca. salvo que ésta debió ex peri mentar
las mismas transformaciones que otras tierras vecinas, grosso modo: crisis del comercio
oleario y de esclavos. del sistema monetario y de la aristocracia urbana por consiguiente, con
lo que se fue produciendo una ruralización de las actividm.les cconómicas 10 • Este proceso
se agudizaría merced a las destrucciones, saqueos y pillajes a que las bandas de germanos
sometieron a la Bética, especial mente a las ricas campiña~ agrícolas, durante la prinwra
mitad del siglo V. Todo ello determi nó un trasvase de población hacia las ciudades m,1s
importantes y hacia las grandes ,·illae, esto es, un reagrupam iento en aquellos lugares con
mejores condiciones socioeconómicns o con mejores defensas, lo que supondría la pérdida
de importancia de determinadas vías y de núcleos rurales y urbanos menores. hasta el punto
de caer en desuso y despoblarse.

Si aplicamos este esquema a lo que conoccmo~ sobre la Sierra Sur, podemos


llegar a vislumbrar algún dato interesante. La supervivencia de lo que habían sido los
dos grandes núcleos urbanos. Urso y Osri¡,po. probablemente como centros económicos,
administrativos y eclesiásticos secundarios asociados a la capita l conventual y episcopal,
Astigi. contrastaría con la clecndencia de otros núcleos menores (Ve11tippo, ! mi. 1/ipu!a
iY!inor, Carbula), que se irían despoblando hasta desaparecer en un momento indeterminado
de los siglos VJ. VII u VJJI. al igual que sucede en otra~ comarcas. La población de estos
núcleos se concentrar ía en las dos urbes ya mencionadas y en las grandes propiedades
fundiarias, algunas fortiticndas (llamadas en las fuentes castel/a). que abundaban en las
tierras campiñesas11 •

Si hacemos un pequeño ejercicio de estadística sobre los datos que nos proporciona
el lAPH, podríamos dar algunas indicnciones del alcance de este proceso en la comarca en
comparación con otras zonas. Hemos contabilizado el número de yacimiento:; conocidos
para épocn bnjoirnperial (siglos IV y V principal mente) y los hemos comparado con los

' Recio Veganzoncs. A .. arl. cit.,µ , 56,


11
> Un an,ílisis más cx hausri vo n escala provinc ial y con aht1nch111tc, d,110~ económico, lo encon1rnmos en PA OII .I.A
MONUE, A.. La ¡mJl'i11cia rommw de la !N rica (25_;-422¡. Écija. 1989.
11 Padilla Mo11gc. A .. OJJ. cit., p. 95 y p. 203 (nula 652). Hpllllla llllC el nombre de 110 buen lllllllCIO de poblacionc.s

actuales podría deri var de l Je nlg una 1•i//a. En nuestra co111nrc.i c,c podría ~cr el ca,o. :1u11c111c sin confirmar por
ninguna prueha material. ele Gi le11a ( < *1,il/a Adlimw//\gili111111). en rclaci6n ,-011 lo, rc,to, hallados en yaci1111cnto
del Cortijo ele Aparicio Gnrnde.

128
LA COMARCA DE OSUNA-ESTEPA EN LOS ALBORES DE LA EDA D MEDIA: UNA APROXIMACIÓN

registrados en épocas posteriores (visigoda . e miral y califa l), obteniendo lo que podemos
llamar gros.1·0 modo un " índ ice de continu idad" de los núcleos habitado~' 2:

Con las prevencio nes que ya he mos apuntado, a partir de los porcentnjes
podríamos aventurar la hipótesis de que el proceso de reag rupamiento de la poblac ió n fue
algo m6s intenso e n las comarcas del Aljarafe. la Vega y las Marismas que e n la Campiña
de la provincia de Sevilla, y esto podría obedecer en principio a que la capital h ispalense,
centro neurálg ico de la Bé tica j unto co n Có rdoba, y con poderosas murallas, ejerce ría una
enorme atracción sobre las poblac iones del va lle, mientras que la lejan ía ele las tierras clcl
sur permitiría la existencia de núcleos de me nor tamaño jerarq uizad os según su función.
La leja nía. así como una la rga tradició n ad ministrativo-eclesiástica y la existencia de
mercaderes orientales. auténticos motores de la act i viciad comerc ial de la época, ex pi icn rían
el alto índ ice de Astigi.

A todo ello se añade un dcsplazamienlo hacia el este de la actividad portuaria. lo


que íníluyó en las vías de comunicación: Gades perdió buena parte de su importanc ia de
época a ltoimperial como puerto de embarque de las exportacio nes béticas hacia Roma y o tras
provincias, beneficiándose de ello puertos como Cartela. Malaca y sobre todo Carthaw1
S¡Jartaria . Este desplazamiento relegaría la vía Gades-f-lispalis a un segundo plano. frente a
los caminos que. desde Carteia y Assidona atrave1,aban las campiñas jerezanas y utreranas.
Otro tanto ocurri ría con la vía Hispalis-Corduba paralela al río Baelis por su ori lla norle. de
ahí que la~ c iudades que se encontrasen a orillas del río fueran decayendo. Por el contrario, una
serie de en laces por las campiñas del sur, a través de Ursa, Ostippo y Anticaria conectaban a
las tres g randes ciudades del interior con los pue rtos medite rráneos. Es bastante probable que
estas vías fueran las utilizadas por los agentes comerciales del interior (en su mayoría g riego~.
sirios y hebreos) para comunicarse con sus compatriotas de la costa, y las que siguieron
bárbaros. bizantinos y musulmanes en sus expediciones militares 13.

Precisamente en la é poca de luchas entre visigodos y biw ntinos sabemos que lleg6
a establcccn,e un "doble limes", una frontera fort ificada a ambos lados de una línea que
discurría de:-.de la costa gaditana hasta la nlicanlina a lo largo ele las serranías béticas hasta

,: Los cálculm e,1.ín hechos ~ohre los yaci mienios registrados en los ré rminos 111u11id pak s actuales, en SLI mayoría
prospectados en ~upcrficic, ele ahí las ¡l1-cvencio11es que deben tenerse. amé.n de que 1m sean concluyentes. aunq ue
pu celen indicar el inicio de una 1(nea de investigación interesanre. Pma las carnpiirn, y la Sierra Sur, lo, elatos sou:
U1rcra: 22.2 %: Arnhal : 25 %: Rdj.i: 30.2 %: Osuna: 25 %: E.~tepa: 21.4 % (111e<li.1: 24.76 %). Par:i la vega dd
GuadalquYir. el Aljarefc y las Mari,mas. la meclia -.e sitúa en 14.!I %.
1
' Recordcmo, en primer lugar el 11inerario que lo, vándalos siguieron en 423 clc·sdc O utagcna. prnhableme mc

por Cas111fo-Cord11ba-A.11igi- Ur,ro lia,ta alcanlar l,1 ciudad de His¡,alis en 428. Por su parte, la primcrn (;¡1111µaíla
bizrn11ina. que ~e inic ió con un dc,cmbarco e n Mfl lag,1. se d irigió a marchas f'o r1adas a Sevilla pum apoyar la
insurrección co111andncla por Atmrng iltlo, siguiendo muy prohablemc,uc el itim:rario Malaca-T eha-Uno-llispalis:
la scgu11cla, de,dc Omagena. debió seguir por /Jasti-Acci-lliherril- /Jarbi-0..ii¡,po•Urso para encaminar.e. bien a
llis¡mli.<. bien a Corduba. Por último. la primern e~pcdición de conc¡m<ta musulmana. la comanclad;i porTariq. pudo
alcaruar Córdoba siguiendo quiz;í, el camino Carteia-Anmd1.1- Urso· A.1·ti¡;i.

129
JAVIER PLUMA RODRÍGUEZ DE ALMANSA

enlazar con el vaJle del Segura y el cabo de La Nao14 • Este sistema. de tradición bajoimperial,
se desarrollaría mediante dos tipos de establecimientos: por un lado c iudades amuralladas
con una guarnición permanente (civirares); por otro, puestos avanzados de vigilancia e
intervención rápida en las zonas rurales, pre ferentemente lugares elevados donde fueron
asentados destacamentos de guerreros-campesinos (castel/a).

Analizando los datos conocidos hasta la fecha, algo llama la atenc ió n: la defensa
de las ricas campiñas de Córdoba y Jaén contaba, del lado visigodo, con cuatro civifares
(Epagrum, Egabmm, lliberris y Acci) que, además de centros militares, eran importantes
mere.idos y sedes episcopales, es deci r, se trata de grandes ciudades amuralladas con
recursos para enfrentarse a poderosos ejércitos. cosa que no ocurre con respecto a la campiña
sevillana, donde solamente aparece el cas1rum de Vi llamartfn, sin que se conozca ningún otro
asentamiento que permita una defensa en profund idad de la ciudad más importante del sur
para los visigodos, sobre tocio después ele haber visto cómo en 552 un pequeño destacamento
de imperiales se plantaba ante las puertas de Sevilla sin apenas resistencia. A este respecto
debernos decir que la arq ueologfo tiene que darnos muchas más respuestas. ya que apenas se
ha empezado a investigar en este sentido. No obstante. parece lógico aventurar el hecho de
que a fi nales del siglo VI y principios del VU las tierras y los habitantes de Osuna y Estepa,
aunque no aparezcan mencionadas expresamente en las fuentes, debieron constituir parte
l'undamcntal del d ispositivo defensivo visigodo frente a los bizantinos. conformando, j unto
con Antequcra (Bar/Ji) un cerrojo militar ante las incursiones que pudieran venir a través del
valle del G uada lhorcc desde Má laga.

4. CONCLUSIONES

Rccopi lados todos los datos analizados hasta el momento, estamos en disposición
de establecer una serie de ideas que, como dijimos a l principio, deberán ser con fi rmadas o
refutadas por posteriores i nvestigacioncs, en especial por excavaciones arqueológicas. Lo que
exponemos a continuació n no debe, por tanto, considerarse como afirmaciones categóricas,
sino como una aproximación a una cuestión que hasta ahora apenas había tenido eco e n las
publicaciones sobre la comarca de la Sierra Sur.

l. A fi nales del Imperio Romano, el área surorienta l sevilla na parece seguir la tónica
general de otras regiones de la Bética: c ristianización, crisis económica, polarización de
la estructura social, etc. En este contexto, las c iudades y los pequeños mícleos de la zona
(pagi, vici) irían expe rimentando un despoblamiento en favor de las grandes propiedades

14Hasta la fecha el trabajo más exhaustivo sobre la cuestión de los bizantinos en España es e l de VALLE JO GIRVÉS,
M .. Biwncio y la fü¡H111fl tardoan.tigun (ss. \/-\/11/): un. ct1pí1u/o de hiswria medi1erránea. Aleal:í del lcnarcs, 1993.
Sobre la organización mil itar de la pnwincia biwntina de Sp1111ia. véase cspccílieamcntc pp. 373-390. También son
d~ interés las página., dedicadas a este asunto por Salvador Ventura. F .. op. cit., pp.38-46 )' 169- 185. que iricluyc
un mapa, así como GARCÍA MORENO. L A .• "Organizaci6n mili1ar de Bizancio en la Península Ibérica (siglos
VJ-Vllf,en Hi.,pa11ia. 33 ( 1973). pp. 5-22.

130
LA COMARCA DE OSUNA-ESTEPA EN LOS ALBORES DE LA EDAD MEDIA: UNA APROXIMACIÓN

rurales (vil/ae): las ciudades peque ñas acabarían por desaparecer sin apenas dejar rastro
en In toponimia actual; en cambio, los grandes núcleos (OsL1na y Estepa) permanecerían
como centros administrativos, religiosos y comerciales relativamente prósperos. habida
cuenta de su situación estratégica en las vfas de comunicación entre capitales provinciales
y conventuales como Écija, de la que dependerían d irectamente. Ambas c iudades, junto
con las grandes villae. serían las bene ficiarias del despoblamiento de los demás núcleos: a
pesar de las destrucciones y saqueos de los bárbaros en la primera mitad del siglo Y una
y otra sobreviven, así como un aho porcentaje (casi un 25 %) de las villae. La pervivencia
de los asentamientos debe ponerse en relación con las vías de comunicación más activas y
con las necesidades de defonsa, de ahí que se despoblasen las llanuras más cercanas a las
ciudades amuralladas y aquellas áreas alejadas de las vías principales, permaneciendo las
que se encontrasen en puntos elevados y de fácil comunicación.

2. Este fenómeno no haría sino desarrollarse en época posterior, grneias, en primer lugar.
a la ampliación de los poderes ele la aristocracia fundiaria, tanto laica como eclesiástica.
durante !ns décadas en que la Bética permaneció independiente de hecho con respecto a los
reyes visigodos. En este período de relativa paz política se vuelve a una cierta prosperidad
económica que p ermitiría en a lgunos casos la repoblación <le núcleos aba ndonados y la
a¡xirición de nuevos asentamientos. L a pervivencia de actividades a rtesanales, así como
el contacto comercial con otras regiones del Mediterní neo a través de .las colonias de
mercaderes orientales (como la de la cercana Éc ija) explicarían la apa rición en d iversos
lugares -tanto urbanos como rurales- de cerámicas africanas o de fragmentos de relieves
de estilo ravenatensc.

3. La a ntigua pujann económica ele las ciudades lrnbría disminuido pero no desaparecido,
prevaleciendo su función administrativa, aunque sufrieran una fuerte competencia por
parte de los centros rurales organizados en torno a las villae. Éstas, a partir de un alto
g rado de autosuficienc ia económica y administrativa, llegarían a ser capaces de encuadrar
a una numerosa tropa de rustici como mano de obra, pero ta mbién para formar auténticos
ejércitos privndos, capaces de enfrentarse tanto a bárbaros, tropas imperiales o milicias
urbanas, como a otros grandes señores, prefigurando uno de los comportamientos propios
del mundo feudal de sig los posteriores. Mientras tanto, la sociedad se había ido polarizando
a medida que los g rupos intermedios iban desapareciendo, bien al entrar aJ servicio de los
honestiores, bien al asimilnrse de hecho a los lwmi/iores.

4 . La lucha entre bizantinos y visigodos modificará en parte la forma de vida de los


habitantes de la zona, que acaban111 integrándose en las estructuras de la monarquía
visigoda, después de una fase de militarización <le la vida poi ítica, económica y socia l:
una serie de asentamientos, a lgunos ya existentes. otros nuevos, pasarán a tener una nueva
funció n militar dentro de una estru,tura organizada. el limes. Esto vendrá a reforzar un
fenómeno ya secular: las ciudades supervivientes renuevan sus defensas, bien restaurando
las ya existentes (Estepa). bien construyendo recintos con un nuevo trazado (éste podría
ser el caso de Osuna). Ni el estado andalusí ni la creació n de la Ba11da Morisca por los
castellanos :iltcrarían en profundidad estas estructuras.

131
BREVE ESTUDIO GENEALÓGICO DEL
APELLIDO LASARTE EN ESTEPA DURANTE
LOS SIGLOS XVI - xvn.

José María Martín Lasarte

Esta comunicación tiene como objetivo dar a conocer los primeros pasos en nuestra
ciudad. de un apellido perteneciente a uno de los linajes más antiguos del Pafs Vasco, y que
hoy afortunadamente, a diferencia ele otros muchos que desaparecieron, aún se conserva.
Etimológ icamente Lasarte, en Euskera, quiere decir lugar entre arroyos, de lats: arroyo y
arte:entrc, espacio intermedio.

Este apellido estaba muy extendido en esa Comunidad, ya que tenía varias ramas.
como la de Zuya y Salinillas ele l3uraclón, en Álava. la de la Merindad ele Markina. en Vizcaya
y las de Vcrgara, (1lam:ida Lasarte Urritia), Azkoitia, Hernani, (llamada Lasarte Bengoa),
Usurbil. Urnieta, (esta rama tuvo e n realidad dos casas: Lasarte Gara ikoa. o de Suso, y Lasarte
Azpikoa, o de Yuso, la cual era Casa Solar, Torre, Herrería y Molino, era conocida como
Jauregia, e l Palacio. y consideradu como cabo de Lin,ue), y Lasarte en Guipú1,coa, entre otras.
Precisamente esta última dio nombre al actual municipio que lleva su nombre. Sin embargo, el
origen del apellido Lasarte, objeto de nuestro estudio, podemos ubicarlo según la Ejecutoria de
Hidalguía. ganada en el año de 1569, en la Real C hancillería de Granada por Don Juan Martfnez
de Lasartc y sus herederos. en la Casa y Solar de Lasa rte. que estaba situada entre Usúrbi I y San
Sebastián. aunque más tarde se establecieron en Vitoria. cuna de nuestros antepasados.

El escudo de armas de este linaje, que ya se encontraba colocado en la Capilla


de San Andrés de la Iglesia de San Mig uel de la citada ciudad de Vitoria, donde tenían su
enterramiento. consiste en campo de oro, 1111 jabatr atravesado en 1111 pino y c u a 1ro paneles a
manera de coraz.ones, de gules, a los lados. O frecemos tras esta líneas un breve compendio
Genealógico del tronco com(111 de este apellido en Estepa. desde su llegada. en el siglo XVI.
y su posterior extensión durante la siguiente centuria.

J. FRANCISCO MARTINEZ DE LASARTE, Hijo de Bernarclino de Lasar te. Procurador


de número de la Audie ncia y Real Chanci llería de Valhldo lid, y de María Sáinz de Bilbao.
descendiente de la casa de Bilbao la Vieja. Fraile extramuros de la Orden de los Mínimos
en Valladolid y Provincial de su Orden, fue el primero en establecerse en Estepa al ser
nomhrado. ni parecer, Vicario Delegado de la Encomie nda Santiaguista entre los años 1510 y
1525, extremo este que no hemos podido. hasta el momento, corroborar. Tenía fama de buen
predicador. y en el Catálogo de Pad res Colegas del General Mínimo aparece elegido en el

133
JOSÉ MARÍA MARTIN LASARTE

Capítulo General celebrado en Bolonia (Italia) ,en 1538. En 1559 ya había fallecido, siendo
enterrado en la Iglesia de María Santísima ele la Victoria de Valladolid.

JI. JUAN MARTINEZ DE LASARTE. hermano, entre otros, del anterior, pudo nacer en
la última década del 1.400. Debió llegar a Estepa sobre el año J515, seguramente gracias a su
hermano Francisco, como Receptor' de la Real Chancillería de Vallado] id, según unas fuentcs2
o de la de Granada, según otras3 • Ya avecindado aquí, ejerció ele Notario y Escribano P{1blico.
contrayendo matrimonio, con Doña Elvira de Navarrete Torres y Guzmán, perteneciente a
uno de los linajes más antiguos y nobles ele la Villa, hija de Francisco de Navarrete y de
Francisca de Torres. de los que recibió en dote, entre otros bienes, un Oficio de Escribanía.
En 1538 presentó petición al Cabildo. para que le reconociesen su hidalguía, por lo que
entabló pleito con la Real Chancillería de Granada. cuya sentencia definitiva, no pudo ver.
Su testamento está fechado en Estepa el 12 de Julio de 1558, otorgado ante Antón Ruiz de
Atjona4, falleciendo en 1560. Fueron sus hijos:

l. MARIA DE LASARTE NAVARRETE, casada con Francisco ele Trillo . hijo de


Diego de Trillo, Alcaide de Carcabuey,(Córdoba), y ele Doña Beatriz ele Ávila.

2. JUANA DE LASARTE, casada con el Licenciado Juan de Tamayo. De donde


descendían los Palomino.

3. RERNARDTNA DE LASARTE, falleció soltera.

4. LUISA DE LASARTE, q ue murió moza.

5. FRANCJSCA DE TORRES LASARTE , casada sobre el año 1564 con Don


Carlos <le Vera y Aragón, hijo de Don Alonso de Vera y Aragón y ele Doña Luisa
de Torres, y hermano del Adelantado del R ío de la Plata y fundador, entre otras.
de la ciudad de Corrientes en Argentina, Don Juan de Torres ele Vera y Aragón.
Don Carlos fue el fundador de la famosa Capilla de los Vera de la Iglesia ele Santa
María de Estepa, concedida por Su Santidad el Papa G regorio XI II. Tuvieron
sucesión.

6. TERESA DE LASARTE Y GUZMÁN, casada con Antonio de Torres Cabrera,


hijo de Francisco de Torres Mallea y de Dofü, María de Córdoba y Cabn:ra.
Tuvieron sucesión.

'Este cargo era la persona en virtud de facu ltad o comisión que ibo a res idencias y otras diligencias judiciales como
E.<;cribano del Juez delegado o el Escribano comisio1rndo por un Tribunal, para cobranzas. re~iclencias u otros actos
judiciales, como recibir pruebas etc.
1 Véa.o;e E. SORIA MESA: "La formación de un gran estado seílorinl Mclaluz: El Marquesado ele Estepa. Contlictos

y lucha antiseñorial", Arta~ de las!/ .lomadas .<Obre Nis1oria dt• r!.s1c¡1a. Estepa, 1.996, pp.59,
3
Archivo Histórico Nacional (AHN), Inquisición, lcg 5226, 11º 2.
0
Archivo Fami liar Loring La~arte (AFLL). Caja 3. lcg 11.

134
BREVE ESTUDIO GENEALÓGICO DEL APELLIDO LASARTE EN ESTEPA DURANTE LOS SIGLOS XVI· XVII

7. JUAN MARTINEZ DE LASARTE, que sigue en el Ill.

8. BERNARDINO DE LASARTE, bautizado e l lunes 12 de Junio de 15535, fueron


sus padrinos Diego de Saldaña y Martín Altamirano, y sus madrinas Doña fnés
de Valderrama, mujer de Pedro Díaz de Torres, Doña lsabel Accijas de Velasco,
mujer de Melchor de Navarrete, y Doña María de Torres, mujer de Pedro de
Olivera. Casó con Doña María Versabé, y no tuvieron sucesión.

9. FRANCISCO DE LASARTE NAVARRETE. a quien llamaron ''el Vizarro", se


bautizó el 15 de Febrero de 15566, apadrinado por Diego ele Saldaña y por Doña
lnés ele Valderrama, Doña María de Olivera y Doña María de Torres, mujer de
Luis ele Aceijas. Contrajo matrimonio en Málaga con Doña Violante Zambrana
de Guzmán, hija de Don Pedro de Balza, pagador general de las Armadas de Su
Majestad, y de Doña Juana de Zambrana como consta en su Escritura de Dote.
techada e l 20 de Marzo de 1583.

111. JUAN DE LASARTE NAVARRETE, hermano ele los anteriores, debió nacer entre los
aI'íos 1539 y 1543. Casó con Doña Juana de Hinojos Muñoz, hija de Lope Martín de Hinojos
y de María Gómez. Durante muchos años, en los cuales tuvieron a su hijo Francisco, vivieron
juntos, en la calle Capil la del Herrero, (hoy Horn i!los), sin casarse, con lo que podemos imaginar
el escándalo que supondría en una Villa habitada por aproximadamente 2.000 habitantes7 •
Al comen1arle sus vecinos y familiares, su situación por este amancebamienlo, Doña Juana
contestaba que era un demonio y un malhombre qut• no se querfa casar con ella. A causa de
este estado de opinión Doña Juana estuvo presa en la cárcel pública ele Estepa y hasta tal punto
llegaron las cosas, que él fue llamado ante el Corregidor. allí acusó al Licenciado Domínguez,
medico de la Villa, de ser el padre de su hijo, y con el que anduvo a cuchilladas, por lo que es
fácil de adivinar como terminó el interrogatorio. Obligado por Don M iguel de Saldaña, a la
sazón Vicario de la Vere Nullius, que los hizo casar sobre el año 1582, haciendo hincapié en
que no se velaron y en que no recibieron las bendiciones de la Santa Madre Iglesia, terminó por
reconocer n su hijo Francisco. En 1581 era Alguacil Mayor durante la detención de Don Carlos
Centurión. hermano del Marqués de Eslcpa, por la muerte de Don Diego Velasco, otro hecho
que sacudió la sociedad eslcpcña de entonces. Murió acelerada y desgraciadame,ue, en 1589,
por lo que no hizo testamento. Lo cierto es que, al parecer, murió asesinado por su hermano
Fnmcisco8 , ¿,quizás por su complicado carácter?. Tuvieron a:

1. FRANCISCO DE NAYARRETE LASARTE, nació sobre el afio 1565, antes de que


sus padres se desposasen. Contrajo matrimonio con Doña Ana Ramírez ele Córdoba
y Arellano. hija de Don Juan Ramirez de Córdoba, Escribano Real, y de Doña

5 Archivo Parroquial de Santa María (APSM), L I A, f 15.


" APSM. Ll B, r 22.
' 2. 139 habi1antes según los Padrones de 1593.
• Seg1ín dcclamciones de los 1es1igo~. AHN, Inquisición, leg 5226. n~ 2.

135
JOSÉ MARÍA MARTÍN LASARTE

Juana ele So_jo, sobre los aiios 1587-1588. En Agosto de 1593, solicita la farniliamra
del Santo Oticio9vacante por muerte de Gonzalo de Torres. El expediente queda
paralizado durante más ele dos décadas por las testificaciones de enemigos míos y
de linaje. en el que le acusan de ser biznieto de María Sáinz de Bilbao, que según
estos, era nieta de judíos conversos'º. Al tina], eJ 20 de Diciembre ele 1625. se da luz
verde al nombramiento. y el 22 de Junio de 1626, recibió el nombramiento como
Familiar de número de la Villa de Estepa. Desernpeiió diversos cargos concejiles,
como Alcalde Ordinario por el Estado ele los Hijosdalgo, Regidor, Alcalde de
la Hermandad y Alguacil Mayor en diversos años. En Septiembre de 1624 se
encontraba encarcelado en la Cárcel de la Real Audiencia de Granada, por ciertas
fiarn;:as y otras cosas, donde estuvo varios años' Otorgó testamento en Estepa, ante
1

Juan López de Castilla, el 8 de Febrero de 1640. donde funda un Vínculo sobre


ciertos censos y 100 fanegas de tierra, en el partido del Altamirano, que su hijo Juan
de Lasarte aumentó después. Murió el 30 de Mayo de 1642, mandándose enterrar
en la Iglesia <le la Victoria, en la Capilla que fundara Don Juan de Lasarte Hinojos,
su hermano, a quien nombró su Albacea. Fueron sus hijos:

A) FRANCISCO DE LASARTE NAVARRETE. Nacido sobre el año 1588. No


tuvo sucesión. En Marzo de 1643, solicitó la familiatura del Santo Oficio,
vacante por muerte de su padre12 •

B) JUAN DE LASARTE NAVARRETE. Nacido sobre el año 1594, no se casó,


pero tuvo una hija natural, Doña Francisca de Lasarte, casada con Don Alonso
de Vcrgara, el 10 de Noviembre de 1647 1. 1

C) FRANCISCA DE TORRES LASARTE.

D) GERÓNIMA DE LASARTE Y A RELLANO. Fue enterrada el 28 de Mayo de


1670'", habiendo testado ante Juan López de Castilla. Soltera y sin sucesión.

2. JUAN DE LASARTE HINOJOS. Que sigue en el TV.

'' Los titulares de la., fomiliaturas del Sa1110 O ficio. se reclutan en las capas medias y aha~ ele la sociedad, la mayoría
labradores, que ejercen olrcio.1 concej iles como Regidor. Alcalde Ordinario. etc. Tarnhién ejercfon profesiones
liberale.1, corno Escribanos Púhlicos. Ahogados y Médico,. Los ,;spirantes debían es1ar casados y ser mayores de
25 aúos, aunque con bastante frecue1,cia se ororgaban e xe11cio11ef.i a petición de lo."i Interesados. El nombramiento
llevaba consigo un incluclable prestigio social. ahí radicaba el interés por lograr una plaza. Genera lmente, este Oficio
Inquisitorial se heredaba de una generación a otra en el seno de una m isma familia.
'" En 1697, en la probanza del hábito de Santiago ele Don Rodrigo Francisco ele Lasarte. ya no se alude para nada a
tal ··mancha··.
11 El 23 de Junio ele 1626 10davía segu ía en la c iiada Cárcel. ya que fue allí donde se le 10mó juramento como

Familiar del Santo Oficio.


12 AHN. lnqui~ición, leg 521 1.

" APSM, L2 y 3M. f 167.


1-1 APSM, LID, f 227.

136
BREVE ESTUDIO G ENEALÓGICO DEL APELLIDO LASARTE EN ESTEPA DURANTE LOS SIGLOS XVI · XVI I

IV.J UAN DE LASARTE HINOJOS, nacido sobre el año 1568. Casó de primer matrimonio
con Doña Juana de Carvajal, natural de Pedrera, donde se bautizó el 23 de Agosto de 158215,
hija de Ro<lr.igo ele Carvajal y ele María Esteban Rengcl. Su Escritura <le Dote fue otorgada en
Pedrera el 28 <le Mayo de l601, ante Marcos Muñoz. Se casaron y velaron en la Parroquia de
esta Villa, el 30 de Abril del mismo año1<'. Al año siguiente, concretamente el 28 de Enero,
presentó ante el Concejo, Justicia y Regimiento de Pedrera su J;jccutoria ele Hidalguía, para
que se le reconociese tal condición. Su matrimonio fue breve, pues ella falleció días después
de dar a luz, probablemente por complicaciones tras el parto. Otorgó testamento, estando ya
enferma. el 14 de Abri l de 1602, ante Marcos Muñoz, tenía tan sólo 20 años. C uando enviudó,
Don Juan de Lasarte se trasladó a Estepa. donde tenía sus casas y hacienda, junto a su hijo
pequeño. Contrajo un segundo matrimonio en Palma del Río, (Córdoba), con su deuda Doña
Elvira ele Navmrete y Rueda, hija <le Don Juan Mallén de Rueda y de Doña Juana <le Navarrete
y Guzmán, en el año 1606. Fundó un Vínculo, así como la Capilla, llamada de San Bartolomé,
que estaba situada en la Iglesia y Convento de Nuestra Señora de la Victoria de Estepa, cuyas
Escriturns de fundación están fechadas el Jueves 18 de Julio de 1613. Era la primera de la nave
de la Epístola, a partir del crucero. Aquí tuvo su enterramiento la familia Lasarte durante siglos,
donde poseían un altar y retablo dorado, con su ara, dos candeleros y una cruz de madera. E n
él podían distinguirse sus armas, que hemos expuesto anteriormente, y en su nicho. du rante
muchísimos años, se veneró una imagen de la Piedad, Nuestra Señora ele las Angustias, hoy
titular de la Cofradía del mismo nombre establecida canónicamente en el Ermita de Santa A na.
Fue Familiar del Santo Oficio y Don Juan Bautista Centurión, Marqués de Estepa. lo nombró
el 7 de Sepüembre de 1624, Juez de Residencia y Corregidor de la Villa de Estepa, teniendo
sati.1fan:i611 de vos ... y que os tengan por tal y os obedezcan y abiendo recibido de vos el
juramento y dado lafianfa 17 , por lo que se puede entender como la famil ia Lasarte, se al ineó
desde un principio con el nuevo poder representado por los Centurión. Marqueses ele Estepa.
Fundó el Mayorazgo de la familia en 1625, que después heredó su hijo Juan de Lasarte Carvajal
y Francisco ele Lasarte. su nieto mayor, como tronco de la línea primogénita. En 1630 fue
Alcalde por el Estado Noble. Perteneció a la Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción, de
la que es presentado como testigo en el litigio que esta Cofradía rmmtuvo contra la de la Vera
Cruz, en 1639, por el puesto que habían de ocupar sus estandartes e insignias en las procesiones
generales, y en especial en la procesión de la recepción de la Bula <le la Santa Cruzada18• El
18 de Abrí I de 1649, otorgó testamento ante Juan López de Castilla, donde expuso sus últimas
voluntades. así como la relación <le sus propiedades. Fueron sus hijos:

l. JUA N DE LASARTE Y CARVAJAL. Que sigue en el V.

"AH'-1, O rdene~ Militares. Caballeros de Santiago. Expte -1352.


1• Ibídem_
' ,\FLL. Caja 2, lcg 7_
"Véa,;e J. SJ\NCHF.Z HERR ERO: ·'Las Cofrndíns de Estepa a partir del Siglo XV I. L~ Colradía de la Vera Cru,.",
Aclas de las II lomadas sobre I /iswria de fa1e¡x1, E.,tepa. 1.996. pp.325.

137
JOSÉ MARÍA MARTÍN LASARTE

2. JUANA DE LASARTE Y NAVARRETE. Hija de su segundo matrimonio, fue


natural de Palma del Río, donde profesó como Religiosa en el Convento de Santa
Clara de la citada ciudad.

V. J UAN DE LASARTE Y CARVAJAL, na tural de Pedrera, donde se bautiLó el 30 de


Marzo de 1602 . Al morir su madre a los pocos días de nacer, fue criado por su abuela
materna María Esteban Rcngcl. Contrajo matrimonio con Doña Leonor de Céspedes y
Cárdenas de Vcrgara, hija del Capitán Don Jua n de Céspedes y de Doña María de Vergara,
natural de Estepa donde fue bautizada e n la Parroquia de San Sebastián, el 15 de Julio
de 162419. Se velaron en la Parroquia de Santa María, el 13 de Noviembre de 164120, y su
matrimonio tuvo lugar el 8 de Julio de l644, en la Parroquia de San Scbastián 21• Familiar
del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba, ejerció los cargos de Alcalde y Regidor en
diferentes ocasiones. O torgó testame nto en Estepa, ante Pedro de Torres, el 14 de Febrero
de 1668, nombrando por sus Albaceas a Don Alonso de Céspedes, su cuñado. y a su mujer
Doña Leonor de Céspedes. Fue enterrado en la Iglesia de la Victo ria. el 21 de Marzo del
mismo año22 • Tuvieron ocho hijos:

l. FRANCISCO DE LASARTE Y NAVARRETE CESPEDES. Bautizado el 29 de


Enero de 164613, s iendo su padrino Don Cecilio Centurión, Marqués de Laula y
futuro IV Marqués de Estepa. Cabez.a de una de las dos ramas más importantes
de este apell ido en nuestra comarca. Contrajo matrimonio el 4 de Ju lio de 166824 ,
con su prima Doña Manuela de la Paz y Céspedes, nacida a finales de 1638, hija
de Don A lonso de la Paz y Céspedes y de Doña María Santaella y Suárez de
Figt1eroa. Heredó el Mayorazgo que instituyó su abuelo. Quedó viudo al fallecer
Doña Manuela, que se enterró en la Victoria el 25 de Ma rzo de 17 1525 • Volvió a
casarse, ya al fi nal de su vida. con Do ña Juana de Ojecla, el 10 de Enero de 171726.
Fa lleció a l año siguiente y fue enterrado por la Hermandad del Señor San Pedro,
el 26 de fonio de 17 1827• Tuvo tres hijos:

A) JUAN FRANCISCO DE LASARTE Y NAVARRETE. Nació e n 1670. Casó


con Doña Ana de Ayala y Roso. natural de Osuna, hija de Don Baltasar de
Ayala y de Doña Mariana de Roso y Cueto. 1\ivicron sucesión. Esta rama
de Lasarte dejaron de ser vecinos de Estepa durante varias generaciones.
avecindándose e n Osuna. do nde casaron varios de ellos con descendie ntes del

1
• Archivo Parroquial de San Sebas1ián (APSS), L913. f 192.
'"APSM. L2 y 3M, f 188.
2' APSS, L5M,f99.

"APSM, L1 D, f 202.
" APS:\1, L3B, f 105.
"' APSM, L4M. 1'45.
'-' APSM. L2D, f' 200.
'• APSS, L7M, f 68.
" APSM , L3D. 1· 15.

138
BREVE ESTUDIO GENEALÓGICO DEL APELLI DO LASARTE EN ESTEPA DURANTE LOS SIGLOS XVI · XVII

linaje de los Ayala y Cepeda, deudos de Santa Teresa de Jesús, hasta que Don
José de Lasarte y Ayala volvió de nuevo a Estepa, ya e n e l siglo XIX.

B) ALONSO FRANCISCO DE LASARTE Y NAVARRETE CESPEDES.


Nació en 1679. Fue Clérigo Presbítero y Capellán de varias Capellanías.

C) INBS DE LASARTE Y CESPEDES. Murió soltera, siendo e nterrada el 10 de


Mayo de 170728 •

2. JUAN DE LASARTE Y CESPEDES. BauLizado el 18 de Noviembre de 1647, y


apadrinado por Don Cecilio Centurión, Marqués de Laula29• Casó en Pedrera,
donde levantó Casa Solar, con Doña Ángela María Vázqucz Caballero de las
Cuevas, hija de Don Baltasar Vázquez Carnerero y de Doña Ángela Caballero de
las Cuevas. En 1691, se encontraba en los repartimientos del servic io ordi nario y
milicias de dicho año. Fue Alguacil Mayor por los Hijosdalgo en Estepa en e l año
1692. Hijos suyos fueron, entre otros:

A) ÁNGELA DE LASARTE Y CESPEDES. Contrajo matrimonio dos veces, la


primera con Don Cristóbal Caballero, su primo, e l 15 de Octubre de 1703, y la
segunda con Don Andrés García Carbonero, Alguacil Mayor de la Inquisición
de Córdoba.

B) RICARDO DE LASARTE Y CESPEDES. Natural de Estepa, casó con Doña


Francisca Sfochcz Benítez, hija ele Don Francisco Benítez y de Doña Leonor
ruanes y Salg uero. Litigó su Hidalg uía con el Concejo de Pedrera e n 1706, y
fue Alcalde por el estado noble de la m isma en 1722.

3. CARLOS NICOLAS DE LASA RTE Y CESPEDES. Fue bautizado el 30 de


Octubre de 164()30, apadrinado por Don Marcos de Vergarn, vecino de Ecija.
Creemos que fallec ió siendo un niño, ya que diez a ños más tarde, sus padres
volvieron a llamar Carlos a otro de sus hijos.

4. FERNANDO DE LASARTE Y CESPEDES. Nació e l 2 de Agosto de 1651 y


fue bautizado el 16 del 111 ismo mes y año 31, ~icndo sus padrinos Don Fernando
de Céspedes y Doña Cristoba lina Montero, su mujer. Es la cabeza de la -;egunda
y más numerosa rama del apellido en nuestra comarca. Contrajo matrimonio con
Doña Agustina Formariz Gutiérrez, el 2 de Febre ro de 1682. Fue Alguacil Mayor
por los Hijosdalgo en 1687, Alcalde Ordinario por el estado noble en 1691 y e n

" APS M, L2 D, fl 19.


' '' APSM, L38 , f 157.
'° APSM, 1, 38. f 165.
"APSM, l.313. f 173.

139
JOSÉ MARfA MARTIN LASARTE

1696 fue Regidor por el estado de los Hijosúalgo, ohcio que seguía ejerciend<i en
1697. En 1724 ya había fal1ecido. Tuvieron siete hijos:

A) MARIA TERESA DE LASARTE Y FORMARIZ. Casó con Don 131as úc


Chaves.

B) LEONOR DE LASARTE Y PORMARIZ. Fue monja en el Convento de


Santa Clara de Osuna.

C) JUANA DE LASARTE Y FORMARIZ. Al igual que su hermana, profesó en


el mismo Convento.

D) NICOLASA DE LASA RTE Y í-'ORMARIZ. Casó con Do n Luis Suárez


Chincoa.

E) TOMAS DE LASARTE Y FORMARIZ. Nacido en 1699. Contrajo


matrimonio con Doña Paula de Córdoba y Centurión, hija de Don Juan de
Córdoba y Cemurión y de Doña Ana Sánchcz Cantalejos, y fallecida después
de dar a luz a su tercer h ijo, e n 1733. Volvió a casarse, esta vez con Doña
Josefa ele Orej uela y Villaseca, hija de Don Mig uel ele Orejuela y de Doña
Luisa ele Villaseca y Moya. Testó el l4 de Abril de 1770, ante José de Rivera,
falleciendo al año siguiente. siendo enterrado en la Ig lesia de la Vicloria, el 12
de Junio de 177 1.32

F) FRANCISCO DE LASARTE Y FORMARIZ. Contrajo matrimonio con su


prima Doña Ana María Cano de Lasarte, hija de Dofia Ana María de Lasarte
Céspedes y de Don Francisco Cano Xaraba.

G) FERNANDO DE LASARTE Y FORMAR IZ. Casó con D ofia Catalina


Cano de Lasarte, su prima hermana, hija de Don Franc i~co Cano Xaraba y
de Dofia Ana María de Lasarte y Céspedes, el 3 de /\bril de 1718.3:' Tuvieron
sucesión.

5. RODRIGO FRANCISCO DE L ASARTE Y CESPEDES. Bautizado el 23 de


Marzo de 1654J>, fue su padrino Don Alonso de Céspedes. Se a listó a los 18
años en el Ejército. donde sirvió en la Armada durante más de diecinueve años,
asisLiendo en varias contiendas navales y sobreviviendo a un naufragio de su
Fragatn en Mahón. Fue nombrado Capitán y obtuvo de Su Majestad el Rey Carlos

"APSM, L5D. f 63.


"APSM. L5M. f210.
"APSM. L3B, f 189.

140
BREVE ESTUDIO GENEALÓGICO DEL APELLIDO LASARTE EN ESTEPA DURANTE LOS SIGLOS XVI· XVII

II, la Bengala"' en 1693. Asimismo fue del hábito de Santiago, orde n de la que
fue no mbrado Caballero en 1697. Al parecer dejó tres hijos naturales: Francisco.
Carlos y Juana.

6 ANA MAR IA DE LASARTE Y CESPEDES. Única h ija de Don Jua n de Lasarte


Carvajal y de su esposa Doíía Leonor de Céspedes. Se bautizó en la Parroquia
de Santa María de fütepa el 2 de Mayo de 165736, siendo sus padrinos Don Juan
Suárez. de Figueroa, Alcalde Ordinario. y Doña Juana de Vergara Hinojos, su
mujer. Contrajo matrimonio con Don Francisco Cano X araba, hijo de Don Andrés
Cano Xaraba y de Doña Manuela de Escobar, el 14 de Junio de 1695 17, en las casas
de Don Francisco de Chaves Manrique. Don Franc isco fue enterrado en la Iglesia
de la Santa Veracru h, actual Parroquia de los Remedios, el 27 ele Octubre de
173 l 3x, después de haber testado el 17 del mismo mes ante Antonio del Val le. Ante
este mismo Escribano, testó Doña Ana María el 30 de Agosto de 1729, aunque
e l 26 de Enero de 1736 otorgó un codicilo a nte Diego de Esteban y Quevedo,
habiendo hecho relación del citado testamento, y dejando todas su~ disposiciones,
por haber vendido un solar que había destinado para su fu neral y misas. Falleció
en 1739. siendo enterrada el 25 de M arzo39, en la Ig lesia del Convento ele Nuestra
Señora de la Victoria. Tenía 82 ai'íos. Tuvieron dos hijas:

A) ANA MARIA CANO Y LASARTE. Mayorazga del apellido Cano, ilustre


y viejo Iimtje estepeño. Fundado por Alonso Cnno, el viejo, casado con
María Álvarez, a d icho Vínculo hic ieron agregaciones de bienes sus hijos, el
Licenciado Andrés Cnno, Canó nigo que fue en Osuna, y Don Franc isco Cano,
Obispo que fue en los Algarves, Re ino de Portugal. en tiempos de Felipe II.
Casó con su primo hermano Do n Francisco de Lasarre y Formari7.

Il) CATALINA CANO Y LASARTE. Contrajo ma1ri111on io con su primo,


hermano de l anterior, Don Fernando de Lasarte y Fonnariz. Tuvieron
sucesión.

7. CARLOS DE L ASARTE Y CESPEDES. Bautizado el 26 de Septiembre de


1659''º, fue su padrino el Señor Don Luis de Córdoba. Militar. No tuvo sucesión.

8. MARC ELINO DE LASARTE Y CESPEDES. El hijo menor, fue bauti:rndo el 19


de Junio de 16624 ' , siendo apadrinado por Don Luis de Melgar y Reinoso. Militar.

~• ln,ignia antigua <le mando militar a modo <le cetro o bastón.


)(o APSM, L3B. f' 203.

" APSM, LSM . r 50.


" i\PSM. L3D. r 136.
"APSM. UD, f 251.
' A PS\1. L38. f 213.
11
APS\1. L48. f l6.

141
JOSÉ MARÍA MARTÍN LASARTE

sirvió en la Armada del Océano, diez meses y veintiún días, con plaza de soldado,
desde el 2 de Julio de 1683, hasta el 22 de Mayo de 1684, en que murió al servicio
ele Su Majestad Carlos II, con tan sólo 21 años. Sin descendientes.

Estos son. muy resumidos. los dos primeros siglos de avatares de este apellido en
nuestra comarca, fundamentalmente en Estepa, y para finalizar, quisiera que sirvieran estas
modestas líneas, como reconocimiento para alguien que un buen día, se aventuró a establecerse
en otra tierra tan diferente, con otra cultura y otras costumbres tan distintas a las suyas, para
echar raíces y hacer que muchas generaciones después, podamos seguir llevando con orgullo
un apellido de siglos, que esperemos que siga vigente en las generaciones venideras.

Quisiera mostrar mi agradecimiento a la generosidad


de Don Manuel Martínez Valclivieso, Párroco de Santa
María de la Asunción, la Mayor y Matriz de Estepa, y a
la Familia Loring Lasarte, por las facilidades mostradas
para la realización de este estudio.

Escudo de armas del apellido Lasarte

142
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAVÉS DEL PADRÓN DE
VECINOS DE 1640.
ALGUNAS NOTAS PARA SU HISTORIA.

Francisco Javier G utiérrez Núñez.

l. INTRODUCCIÓN.

La historia local durante décadas se ha visto marginada en el conjunto de la


historiografía. Sin e mbargo. en la actualidad el marco local se está revaloriwndo como un
importante espacio -temporal a partir del cual reconstruir el pasado histórico, sin complejos ni
inferioridades. En el ámbito sevillano desde la década de los 90. se han venido desarrollando
toda una eclosión de estudios de esta naturaleza para poblac iones como Alcalá de Guadaíra,
Carmona, Écija, Estepa. Lora del Río, Marchcna, O suna, Paradas, etc.

La H istoria tiene una finalidad evidente, nos permite conocer los orígenes de
nuestro presente y exponer las cm1sas ele su funcionamiento y transformación. D. Antonio
Domínguez Or1i,, lo explica así con su habitua l magisterio: "el presente es hijo del pasado, y
el futuro del presente. Ninguna colectividad humana puede mantener s u propia identidad si
desprecia s us raíces. si olvida s us tradiciones•·1•

Con el presente texto queremos dar a conocer un documento que pueda servir para
el conocimiento de la historia de las denominadas "Pueblas de Osuna", y sobre todo de El
Saucejo, que es e n la que nos centraremos más. Se trata de un padrón de vecinos realizado en
el año 1640. que se conserva en el Archivo General de Lnclias (Sevilla), Sección Contratación,
Legajo 10 1 A. Hace ya bastantes años. Juana G il- Bermejo García abordó el estudio de los
padrones de Éc ija y Osuna, y recie ntemente se ha realizado el de Lora del R ío 2•

' PINTO TORO. Virginia María: ·'¿Qué e, la l lis1oria'/ ¿Qué somos los his1ori.idoresT', en El Boktín, (Escuela
Lihrc de ll istoriadore,. Sevi lla). 3' época, nº 1-2 (Otoño 1998), p<1g. 4. DOMÍNGUP.Z ORTÍZ. Antonio; "La Sevilla
del siglo xvir·. C.B. nº93. Universidad de Sevi lla. 3'' Eclici6n, 1.986, png. 9.
' G IL-BF.RMWO GARC ÍA, Juana: "Écijn en el s ig lo XVII: aspectos sociodcmográJicos y crnn1S111icos", en Archivo
1-li~palcnse n'' 183 ( 1977), ídem, ''Éc ija en la primera mil ad del ~iglo XVII: Now, demográfico-económicas'·. en
Acw~ del I Congrt:so de llistoria de And<1luc ía. Córdoba 1978. ldcm. ~o suna en 1640 (Datos para su his1oria)"',
en Ard1i\o 1-lispalem,e. n" 190 ( 1979). GUTIÉRREZ NÚÑEZ. F. J.: HERNÁJ\"DEZ GONZÁLEZ, S.: '·Apun1es
sociocconómicos sobre Lora del Río a mediados del siglo XV I1: e l censo de pobl11ción ele 1.640'', e n Revista de
fatudios Locales de wra del Río (Ac1as 1TI Jornadas ele H" l ,o<:al). 11'' 1 1 (2000/200 1). pp. 86-89. En ese m ismo legajo
ele Contrmación 101-A s.: encuentran rnmbién los padro11e, d~ otras poblac iones Écija. 1vlo ndova. La Campana.
Tocina. Sun Nicolás t.le l Pucl'!o, C añe1e la Rea l, Osuna, Fuentes. Ortcgícar. Olvera, cic.

143
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

2. LOS ORÍGENES DE LAS PUEBLAS.

El poblamiento de la Sierra Sur de la actual provincia de Sevilla, tras la conquista


cristiana, se caracterizó por la irregularidad e inestabilidad, al situarse en plena línea
fronteriza o Banda :\1orisca, entre el Reino nazarí de G ranada y el Rei no cristiano de Sevilla,
durante los siglos XIII al XV. Por lo general los intentos de repoblación no tuvieron resultados
considerables, siendo la Orden Militar de Calatrava la encargada de defender este amplio
territorio de Osuna y La Puebla de Cazalla, desde el siglo Xlll. que fue relevada en el control
jurisdicción del territorio por el linaje Téllez Girón en la segunda mitad del siglo XYJ.

El final de la Reconquista ( 1492), y la dinámica demográfica favorable que se


produjo en Anda lucía Occidental durante el quinientos, permitió un cambio en la tendencia.
A partir del siglo XVT estas zonas de serranía, entraron en una nueva etapa, en la cual vería
corno se comenzaría a explotar su potencialidad económica ignorada durante siglos.

Sería entonces cuando se relanzarían las políticas repobladoras y de reparto ele rozas.
fundamentalmente en base a la expansión de nuevas roturaciones, sobre todo de la agricultura
cerealista predominante en la época4. Una cuestión que también se repitió en Osuna, Morón y
Cazalla, a la cual el 11 conde de Ureña le concedió cana Puebla, conformándose así la nueva
Puebla de Caza)la.

Por tanto los orígenes de las"Pueblas de Osuna", residen en el crecimiento de la


poblt1ción ursaonense a lo largo del quinientos, y en un principio en el desarrollo sobre
todo de la <1ctividad ganadera. En palabras de Román Tirado, las tierras que van siendo
ocupadas por nuevos pobladores se conocen inicialmente actividades de carácter pastoril
y ganadero exclusivamente, <1unque inicial mente el pastoreo tuviese mayor peso. este va
dando paso gradual a la economía agrícola tal como reflejan las fuentes a partir de finales
del siglo X Y1 5.

' Ver al respecto GARCÍA FERNÁNDEZ. Manuel: Población y poblamiento en la Banda Morisca (siglos XTIT-XV),
en GARCÍA FERNÁNDl.:Z. M . (direc tor): La l3anda :\1orisca durame los s ig los XIII. XlV y XV, Actas de las 11
Jorna<las <le Tent.is Moronenscs (Octubre 1.994). rundación Municipal Fe mando Villalón. Universidad de Sevilla,
Aso~iación cultural Amigos de Morón. Junta de Andalucfo. 1.996, pp. 73-92.
1
· BORRERO FERN ..\NDEZ. Ylerccdcs: "Las ' rozas· en Morón y Osuna. Un ejemplo de la problemática en torno

a la propit:<la<l <le la tierra en zonas señoriales". en GARCÍA FER'IANDEZ, \fanuel (dir.): La Banda Morisca
durante los siglos XIII. XIV y XV. ,\etas de la~ 11 Jornadas de Temas Morone nses (Octubre 1.994), Fundación
Municipal foernando Villalón & Univ.dc Sevolla & A~ociación cultural Amigos de Morón & Junta de Andalticía.
J.996, pp. 175-201.
' ROMÁN TIRADO. Juan: Mc..:quctilla. Pa,ado y prc,cn1c, Ayu11tam ienlo de F.I S,iucejo. Diputación de Sevilla
1998. p,íg. 23.

144
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAVÉS DEL PADRÓN DE VECINOS DE 1640. ALGUNAS NOTAS PARA SU HISTORIA

3. EL PADRÓN DE 1640: UNA FUENTE HISTÓRICA PARA EL SIGLO


XVII.

A la Historia conviene en muchas ocasiones " ponerle" nombres y apellidos, que


den sentido a l anonimato y a la abstracción a la cual recurre habitualmente e l historiador. El
padrón de vecinos de 1640, nos lo permite. dándonos a conocer los nombres y apellidos, de
aquellas personas que ya formaban hace más de 350 años, y se dice pronto. unas inc ipientes
comun idadcs rurales de las que realm1;11te conocemos bastante poco en sus orígenes.

Estos pobladores primitivos, por derecho propio de ben de ser conocidos y quedar
inscrito en la historia de estos lugares, como pioneros que contribuyeron con su esfuerzo
y trabajo, tanto a configurar. como a hacer pervivir estas ··pueblas", hoy convertidas en
localidades y otras en pedanías, a pesar de los avatares y contratiempos de los siglos.

Las " Pueblas" cons1ituyeron todo un conjunto de lugares y pedanías dependientes


de Osuna, cabecera del Estado ducal desde el sig lo XVI. Las entidades de población que se
reg istran en estos momentos a l final del padrón son las siguientes: Vi llanueva de San Juan.
El Saucejo, Martín de la Jara. Los Corrales. La Lantejuela, Mezquetillas, Majadaho nda,
Navarredonda, El Rubio, E l Campillo, Alameda, El Rincón, Las Cabreras, El lngenio1'.

En estos momentos a l frente del Ducado, se hallaba D. Juan Téllez Girón Enríquez de
Ribera (1597-1656). IV Duque y VIII Conde de Ureña (1624- 1656), siendo el Gobernador ele!
Esiado de O suna, D. Pedro de Herclara, caballero de la Orden de Santiago. Los Herdara eran
señores de Eulsa, en el Reino de Navarra. Este linaje terminó por afincarse en La Puebla de
Cazal la y Os una . integrándose en s us oligarquías locales a lo largo del siglo XVJ I y XVI [1 7•

El padrón de 1640, de las denominadas ·'Pueblas de Osuna". lo podemos encontrar


en la parte final del padrón de Osu na, insertándose en él como parte complementaria. Bajo
este concepto no se inc luye La Pue bla de Cazalla, que ten ía categoría propia de villa desde
inicios del sig lo XVI.

3.1. - Aspectos fiscales.

Surenlizacióu tuvo un origen fiscal,el cobro de un impucstoodonativoextraon.linario.


con moti vo ele la coyuntura bélica por la cual pasaba la monarquía hispana, que tenía que

• Juris<liccionalmentc dependieron del ducado de Osuna, hasta q11c se produjo la abolición delinitiva de los señoríos
en e l siglo X IX, crr.ánclose en la década de los años 30, los primero~ ayuniamicnto;; segreg.idos: El Sm1ccjo. !\fortín
de l,1 J.-rn , Los Corr:1lcs.
' Dos obra, que pcrmilan acercarse al conocimiento cid E~tado de (huna a mi1ad del siglo XVII son la, s ignient,'s.
ATIENZA HERNi\l\DEZ. l g1rncio: "Ari.1·1orracia, pod1•r y riq11<'W en la fü¡111iia Moderna: Ut Casa de Os11,w .
siglos XV-XIX". Ed. Siglo XXI. Madrid 1987. IG LESJ,\S RODRÍG UEZ, J. J.: GARCÍA Ft:.lRN.'\NDEZ. :VI. (ed~.):
·'Osuna e11/rc los tiempos medfr,•tdes y mot/1-nws. (Si¡:/11., X//1-X\II/I¡'', Ayto. de Osuna. Umversidad de Sevilla.
Sevilla 1995.

145
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

afrontar los intentos de separación de Porlugal y Cataluña. y afrontar en Europa la G uerra de


los 30 Años. La orden reul expresaba que dicho donalivo era: " ...inexcusable para no perderse
lodo, acrescenta r la cantidad de las provisio nes necessarias para tan numerosos exercítos, con
que oi me hallo e n tan diferentes partes y siendo la ocasion presente lnn justificada para la
defensa de la Religion Catholica y estados propios de mi Corona..."~.

Para la recaudación de dicho donativo, se realizó en distintos pueblos, un padrón


por fuegos, es decir por vecino o cabeza de familin, clasificando a cada uno en función de
la profesión y ele sus ingresos, dentro ck 6 posibles clases, según su contribución (8 reales,
6 reales, 4 reales, 2 reales, 1 real, medio real). La cantidad que al ve<.:ino le correspondería,
debería pagarla de forma mensual, durante doce meses. Parece ser que las previsiones
impositivas fueron elevadas con respecto a l.a realidad económ ica de los vecinos. y no llegó
nunca a cobrarse, quedándose su proye<.:l0 en agua de borrajas. Sin embargo nos ha legado una
fuente histórica ele gran vaJor, como fueron los padrones ele vecinos, que aportan informac ión
en distintos aspectos demográficos, fiscales y labornles.

La información fiscal que nos ofrece el padrón de 1640, nos arroja la cifra de 375
vecinos para los 14 núcleos de población de las Pueblas, repartidos de esta forma e la~ 6
calegorías fi sca les:

½ r. 1 r. 2 r. 4 r. 6 r. 8 r. Nº vecinos
33 264 58 9 O 1 375

3.2.- Aspectos demográficos.

La población que nos encontramos en estos 14 núcleos de población es de 375


vecinos. Su prin<.:ipal actividad era la agrícola, y de forma secundaria y complementaria a
la re nta familiar, conlempla la nctividacl ganadera, nprovechanclo los recursos naturales que
ofrece el monte bajo.

Los núcleos más poblados eran Vil lanueva de San Juan y El Saucejo con 66 y 64
vecinos respeuivame nte. Los datos de vecinos parn el padrón de 1640 son los siguientes:

Localidad
Nº Nº Nº
Localidad Localidad
vecinos vecinos vecinos
01 Villanueva S. Juan 66 06 Mezquetillas 33 11 El Alameda 6
02 El Sauccjo 64 07 Majad ahonda 23 12 El Rincón 4
03 M. de la Jara 47 08 Navarredonda 13 13 La~ Cabreras 2
04 Los Corrales 47 09 E l Rubio IO 14 El Ingenio
05 Lantejuela. La 41 10 El Campillo 8

'ARCHIVO GUNERAL DU l)Jl)IAS (/\, G. f.). Contratación 102 b. Padr611 de Carmona de 1640.

146
LAS PUEBLAS DE OSUNAA TRAVÉS DEL PADRÓN DE VECINOS DE 1640. ALGUNAS NOTAS PARA SU HISTORIA

Al ser la medida ele este padró n de 1640. el vecino o cabeza de una casa o fam ilia. es
necesario tener en c uenta para hacerse una idea más real del número verdadero de habitantes, que
cada unidad familiar tenía un número distinto ele mie mbros, es por ello que se suele multiplicar
el número de vecinos por un coeficiente, que suele estar compre ndido entre 4 y 5. Así e n 1640 la
cifra de habitantes de Villanue va de San Juan y E l Saucejo. oscilaría e n torno a los 300.

Las Pueblas de Osuna. y en especia] Villa nueva de San Juan. así como El Saucejo
experimentaron un aumento de mográfico ge neralizado durante el crítico siglo XVlf!. c uestión
que no concuerda con el discurrir de otros núcleos de población mayor (Écija y Osuna) que
parece que se estancaron e incluso e ntra ron e n retroceso. Por ~je mplo Ln Puebla ele Cazalla
a raíl de la epide mia de 1680 sufrió una despoblaei6n gene ralizada. que casi provoca eJ
abandono y pérdida de la villa corno entidad poblacional. A inicios del siglo XVITT se recupe ró
lentamente el vecinda rio. nombrando por patrón de la villa al patriarca San José'º ·

Esta tende ncia de crecimiento ele "Las Pue blas", la podemos comprobar a pesar
de la escasez de elatos, comparando los censos de población de 1640 y 1750, junto con otras
noticias ele los años 1695 (vis ita eclesiástica), 1788 (respuestas a l interrogatorio del geógrafo
real Tomás López) y 179 1 (plan de curatos)' 1•

Año 1640 Año 1695 Año 1750 Año 1788 Año 1791
El Sauc~jo 64 70 193 600 414
Mezquitillas 33 24 42 22
Majadahonda 24 40 15 11
avarredonda 13 30 40 60
Los Corrales 47 50 159
Villanueva de S. Juan 66 50 217
Martín de la Jara 47 80 134
.El Rubio JO 87
Lantejuela 41 130

◊ ROM.Á.N TIRAIJO. Jnan: Mczquctilla ..... op. cit. 1998. pag. 29.
1~ Sobre el l"m" puede eon~uharsc; GUTIÉRREZ :-JÚÑF:7.. F. J.: .. Evo lución de un ~eliorío del E~wdo de Osuna: La
Puebla de Ca/,;1lla tss. XVI-X\111 1)"'. en Ac1,is de las 1 .lomadas de Es1udios Loca le~ d1, La Pueb la de Cazalla. Una
villa Centc11ari>1. una villa con I Jis1oria. V Centenario de la Carra-Puebla ( 1502-2002). 6-9 de noviembre de :2(l02.
i\y10. ele la P,1ebla de Cazalla. (Rn prensa). CABELLO NÚfilZ. Jo,é: El Glorioso Pa1darca San Jo,,é Patrón de L:i
Puebla ele Cazalla. (Autos para su elección y nombrnmienlo), Editor Hem,andad de la Triunfal Entrada ele Je,ú, en
Jeru-,.1lén y María Santísima de la Paz de La Puebla de Oll,alla. 1.993.
11 Cen,o de 1640: A. G. l. Co11lratación 101 A. Para e l aiio 1750: Archivo Munic i¡nd de Sevilla. Papeles del Conde

del Águila. Tomo 6 1. Para 1788: Si\NCH EZ HERRERO. José: "Osun,1: La vi lla y ~u gobierno ducal. La Iglesia y
la re ligiosidad ( 1.695-1.739)"', en IGLESIAS RODRfGUc.l. J. J.: GARCÍA FERNÁNDEZ. :vi. (editores): Osuna
entre. ... op. cit.. Sevilla. 1995. pp..185-388. Para el a ím 1788: LÓPEZ. Tomás: Diccionario geográfico de And,1lucía:
Sevilla (edició n e inlmducción a cargu de Cri~1ina Segura Grnffio). Sevilla 1.990. pp. 146- 147. Par:i el aíío 179 1:
ROS. Ca rlos (dir. ): l lisroria de l;i lgles i" de Sevilla. Fd. Casti llejo. Sevilla 1992. pá¡!. 622.

147
FRANCISCO JAVIER GUT IÉRREZ NÚÑEZ

En el caso del Saucejo, e n 1640 c.:ontaba con 64 vecinos, siendo la 2" "Puebla"
con más veci nos detnh de Vi llanueva. Su aumento demográfico fue impo nante. así en un
siglo, en 1750 había casi triplicado su número ele vecinos, dupl icándolo Navarredonda. Lo
que sí resulta desconcertante es el aumento entre 1750 y 1788. donde de nuevo triplica su
población, de forma explosiva. Sería necesario contrastar eslos datos a través de un estudio
pormenorizado en el archivo parroquial ele El Saucejo.

A lo largo del siglo XV Ill, sólo perder ía población Majadahonda. peclanía que
ha quedado reducida a una cortijada cercana a E l Saucejo, y el caserío de El Ingenio. que
terminará por despoblarse.

Esta intuic ión de la tendencia del c recimiento de " las Pueblas", se ve confirmada
por el espléndido trabajo. aú n inédito, realizado por D. Fernando H idalgo Lerdo de Tejada.
A quién agradezco contar con su amistad, y haberme brindado gentilmente los datos de
bautismos, matr imonios y defunciones de la Vicaría ele O suna para el periodo de años 1778-
1787. Datos obtenidos tras largas mañanas en el A rchivo General del A rzobispado de Sevilla,
consultando las estadísLicas que enviaban los curas cada año, correspondiente a su parroquia
y feligresía. Así podemos establecer unos datos generales donde se puede aprecia r que los
bautismos duplican a las defunciones:

Localidad Matrimonios Bautismos Defunciones Crecimiento


01 VilJanueva S. J. 93 573 163 410
02 Saucejo, El 128 672 392 280
03 tos Corrales 103 394 147 247
04 Martín de laJara 57 303 156 147
05 Rubio, E l 41 194 127 64
06 Lantejuela 43 249 209 40
Total 465 2385 J 194 1188

A través de la Tabla nº 4 se puede hacer un análisis de los datos. Los años l784 y
1786 fueron durísimos para Osuna, cuyo crecimiento natural fue negativo, fal leciendo más
personas que las bautizadas. Lo mismo sucede en el año 1786 e n El Saucejo, se bautizan 52 y
fallecen 133. mientras que en el resto de poblaciones, el crecimiento se reduce al m ínimo. La
Lanlejuela en el periodo 1784- 1787, sufre un crecimiento natu ral negativo constante.

La importancia y va lor de este censo de 1640 reside en ser e l primer documento


donde se recogen los pobladores de estos núcleos en un tiempo anterior al inicio de los
registros p,trroquialcs, muchos de ellos adem.ís expoliados durante la Guerra Civil. Por tanlo
es una fuente complementaria y de obligada consulta para iniciar reconstrucciones fami liares.
De ig ual forma los datos inéditos de 1778-1787 faci litados por D. Fernando H idalgo. son
claves para las localidades ele Martín de la .Jara, Los Corrales. que no cuentan con I ibrns
sacramentales ele este periodo: así como parn Villanueva, que solo c uenta con libros de

148
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAV ÉS DEL PADRÓN DE VECINOS DE 1640. ALGUNAS NOTAS PARA SU HISTORIA

bautismos. EJ!o puede comprobarse vie ndo los años ele in icio de los libros sacramentales de
las dístjntas parroquias12:

Localidad Bautismos Matrimonios Defunciones


El Sauccjo 1661 167 1 1749
Villa nuc va S. J. 1692 1936 1927
La Lantejuela 1750 1750 1750
El Rubio 1760 1760 1760
Martín de la Jara 1925 1937 1939
Los Corrales 1925 1900 1891

3.3.- Hacia la independencia "eclesiástica".

Este i ne re mento demográfico es lo que explica que estas poblac iones fue ran logrando
cierta autonomía en lo eclesiástico con respecto a Osuna, has ta lograr la erección de ayudas
de parroquia de la Ig lesia Colegial de Osuna. Esto explicaría que e l VlII y fX Duque de
Osuna fomentaran y patrocinaran la creación de nuevas pa rroquias. como las ele El Rubio (N.
S. del Rosario, 1750), La Lantejuela (Conce pción, 1760), y Los Corrales (Santiago, ¡,1756?), y
Martín de la Jara ( N. S. del Rosario, ¿179 I?):

El Saucejo parece que ya contaba con una capilla desde inicios de l sig lo XVIT, la
cual estaría dedicada a San Marcos. Hasta el afio 1661 no pasó a ser ayuda de la parroquial
de Osuna. Ramón Velasco lo confirma en 1788: '·Jos primeros fundadores de este pueblo
fueron alguna~ casas de campo o cortijos, hasta q ue fueron poblando, y se erig ió esta iglesia
parroquial por el Excelentísimo Señor Don Fray Pedro de Urbina, arzobispo que f'uc de la
ciudad de Sevilla, y puso la pila bautisma l el día cinco de septiembre de mil seiscientos y
sesenta y un años(.. .)"1\ Urbina sería Arzobispo de Sevilla e ntre 1568 y 1663. En el templo
desde inicios del sig lo XVIII, e ncontrare mos una cofradía, la del Santísimo C risto de la
Sangre.

La capilla de la aldea de la Mczquitilla estaba e n construcción en el año 1695, y no


se había te rm inado a ún por fa lta de fondos. Ya se definía e n 1788 como ermita dedicada a la
Purísima Concepción.

·' MORAi.ES PA DRÓN. Francisco (coorcl.): Cmálo¡:t> de los Archivos Pormquiales de l a Pr01•incia de Sevilla,
Banco füpañol de Crédi10, Sevilla 1992. Torno l. Los Co1T.il<!l-, pp. 397-398. Tomo 11. La Lantejuela, pp. 23-26. El
Rubio, pp. 385-390. El Sauccjo, pp. 443-452, Marlfn ele la Jara, pp. 123-124, Villanueva de San Ju1111, pp . .'i63-599.
" LÓPEZ. Tomás: Dicóo11ario.... op. cir .. 1.990, pp. 146- 147.

149
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

La capilla de San Miguel. se construyó en Majadahonda en el año 1698, también ya


era ermita en 1788, y en ella se veneraba al Santísimo C risto de la Sangre. En la actualidad
no se conserva nada de este edificio.

La capilla de Navarredonda, se erigió hacia 1715 por iniciativa del presbítero


Francisco Benítez. En 1788 se definía como ermita dedicada a Ntra. Sra. de la Encarnación.
Seguía conservando un montepío de granos a favor del Patriarca Señor San José que se
veneraba en dicha ermita y aldea.

Martín de la Jara contaba con iglesia desde el segundo cuarto del sig lo XVII. Su
título de Ntra. Sra. Rosario, sin duda está Iigado a la devoción del VIII y IX Duque de Osuna.
Hacia e l año 1791 aparece como parroquia independiente de Osuna. y de ese año datan los
primeros documentos su a rchivo, quemado en 1936.

Los Corrales contaría bien avanzada el siglo XYlll con la iglesia de Santiago.
En 1756 consta su independencia como parroquia ele In de Osuna, al concederle el duque
de Osuna una capilla bautismal. En 1767 mantenía un pósito fund ado por los vecinos del
mismo nombre que el santo titular del templo. Su archivo fue destruido en 1936, los libros de
bautismos comienzan en 1925, los de matrimonio en 1900 y los de defunciones en 1891.

El Rubio y La Lantejuela erigen nuevos te mplos a mediados del siglo XVIII bajo
el patronato ducal de D. Pedro Zoilo Téllez Girón (VIII duque de Osuna), cledieados a Ntra.
Sra. del Rosario (1750) y la Purísima Coneepci<>n (1760), dos devociom:s muy presentes en la
familia Téllez Girón1•. F ueron totalmente reconstruidos en el siglo XX.

En el año 1767 existían 3 pósitos en Las Pueblas. en Los Corrales. Majadahonda


y Navarrcdonda. que sin duda eran verdaderos "oasis.. para estas comunidades rurales que
necesitaban préstamos de granos para la siguie nte cosecha. Además estos pósitos te11ían otra
función , con parte de sus rentas se costeaha el mantenimiento de estos templos. De igual
irnporia ncia sería la func ió n asistencial que ejercerían las escasas col'radías que surgieron en
Las Pueblas durante los siglos XVII y XVITJI~.

" Al respecto puede con,uliarsc los interesantes estudio, ele ,\ntonio J. SANTOS Mt\RQUEZ, "La, cl)l"radia, y
hen11andades de El S;,ucejo. Hisloría y patrimo11 io'·.en RODÁ PEÑA. José (clir.): /// Simposio sobre fiermtmdatf,,.,
,!(, Se,·illa y su Provincia. Fundación Cruzcampo. Sevilla 2002. pp. 95-120. ldem. ·'Nolicías documemales ~obre
la, 1glcs1as. capillas y oraron o.~ de las Puehlas de la vi lla de Osuna ( 1650-1 750)", en l\p11111es 2 oº 4 (O~una, 2004),
pp. 171 -187. GUTJÉRREZ NÚKEZ. F. J.: "Culto y devo<:i6n a Nuestra Scíiorn del Rosario en la Campiña ,evillana
(siglos XVI-XlX)"", en RU17. FERNi\N DEZ. J.: VÁ7.QUEZ. J. P. (coords. l: f.o re/igio-<i<lod popular> Almería.
Actos de !lis IV .lomadas. (A lmerfa, 29 ele octubre - 1 de noviembre 2004), í11,1i1mo de Estudios Al111crie111e,,
Almcrfa 2006, Tomo 2, pp. 74 1-769.
' 1 CALDERÓN ;\LO>i'SO, Calderón: "Un documento sobre cofrad ías de la villa de Oslllrn'". en Apuntes 2 (Osuna .
2004), pp. 217-225, cit. p,íg. 223. SANTOS MÁRQUR7.• A. .l.: "Noticias ....·•. art. c it., pág. 173.

150
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAVÉS DEL PAD RÓN DE VEC INOS DE 1640. ALGUNAS NOTAS PARA SU HISTORIA

3.4.- Aspectos socio-laborales.

La información que nos ofrece el padró n de 1640. sólo nos sirve a para tener una
primera orientac ión y conocer las personas algo más pudientes de estos lugares; porque los
mayores propietarios de las tierras de estos núcleos eran foráneos, y tenían residencia en
Osuna y en Morón 16•

Por ejemplo D. Juan Antonio Gutiérrez de Hernñn Pérez y Armijo. tras la compra
realizada el 5 ele mayo de 1698 a la Compañía de Jesús, logró título real para acotar y
cerrar una roza de 140 fanegas de monte. de su propiedad, compradas en el término de
Navarredonda, lindando con la dehesa del Saucejo, que pertenecía a su madre. Doña Leonor
María ele Armijo. Los Gutiérrez de Armijo fue ron vecinos de Morón, e integrantes de su
oligMquía municipal, D. Juan Amonio incluso llegó a ser Gobernador del Estado de Osuna al
menos entre los años 1709 y 1713 17 •

De tas personas "algo" acomodadas, y s í residentes, conta mos con sus nombres. Son
personas de las cuales no se hace referencia a su ofic io o profesión en el padrón, porque tendrían
que ser pequeños-med ianos propietarios. A tan solo 2 se le nomina como labradores:

Los mayores eontl'ibuyentes en Villanucva de S. Juan eran Diego Martín Prieto y


Rodrigo de Raya con 4 reales.

En el ámbito de El Saucejo sólo sobresalen las contribuciones de 4 reales, de Juan


Cabello (MeLquitiHa). y Oª Isabel Clavijo (Saucejo).

El principal contribuyente ele Martín ele la Jara, era Juan BeníLez Palasín, que
declaraba ser labrador y era gravado con 8 reales. García, 13artolomé. Le seguían Bartolomé
García, Francisco Lebrón (Labrador), y Antón Zamora. e n la categoría ele 4 reales.

En Los Corra les la máxima contribución era la de 4 reales: Bartolomé de Arruda y


Melchor Pérez.

En cambio tanto en el resto ele núcleos, no existían personas que tuvieran que pagar
más de 2 reales, lo que nos sirve de referencia. para hacerno~ una idea de l bajo nivel económico
y la escasa cualificación profesio nal ele la población; la mayoría eran viudas (hecho habitual
en la época), y trabajadores del campo, ya fueran pequeños propietarios y jornaleros.

•• F.n el caso de La Lantcjuelu y El Rubio. no se reAcjó 1~ asignación de l a cmegoría del gravamc 11 del inipue~ro. sólo
~p,,re-crn los nombres y oficios tle lu~ vecinos.
" GUTI ÉRREZ NÚJ\'EZ. J'. J.: ''El Cabildo de M orón de la Frontera a inicios tlel sig lo XVlll: Pod"r y gobierno
municipal durante la Guerra de Suce~ión ( 1700- 171 ;\}". en Act<1.1 de la~ \/ Jornadas de Temas Mom11e11ses (26 al 30
de sep1i,•111bre de 2001 ). Fundaci ón Fernando ViU:ilón (Patronato M unicipal de Cultura) - F.xmo. ;\ yto. de M orón
de la J•ront" ra, M orón de la J'ronten, (Sev illa). 2003. pp. 111- 143.

151
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

Como se puede apreciar hay una ausencia total de personas dl:dicadas a la actividad
comercial y artesanal. pues aún se dependería en este aspecto de Osuna. El Sauccjo sólo
contaba en estos momentos con. un ca rpintero (Domingo Santamaría). un barbero (Francisco
Jiménez) y un sastre que a la ve,.; era trabajador del campo (Juan Pardo).

La famil ia e n lal> sociedades rurales jugaba un papel fundamental. La concentración


familiar era un recurso y una estrategia para sobrevivir. La coopcraci6n entre miembros
de una misma familia cm necesaria para subsistir, al ofrecerse entre sí en muchos casos
protección social y económ ica en tiempos de coyunturas adversas. y auxilio a las personas
más débiles e indefensas, como son los niños. los enfermos y los ancianos'~. A favor de
estas comunidades pequeñas, hay que decir que sirven para poder acometer la reconstrucción
de familias, a partir de dos fuentes documentales, el archivo parroquial y el ele pr0tocolos
notariales. l ntuimos concentrac iones fomi linres en varios nócleos:

En Villanucva e ncontramos a las familias Cárdenas (Alonso y rcrnando) y


Delgado (Fernando y Scbastián), González, Martín. Muñoz, Rodríg uez, Sánche7, y Tonel
(Gonzalo y Juan).

En La Lantejuela destaca la fami lia. de losQuirós: Alonso. Bias. Francisco, Gonzalo


y Juan. También se repiten los apellidos Rodríguez y Serrano.

En Los CorralC!li, se repite n los apellidos Fernándcz, González, Martín, y Sánchez.

En E l Sauccjo y sus pedanías, se repiten varias familias como el caso de los de


Rosado, Francés, Galván, Má rmol, Martín, Romá n. Vegn, Verdugo, etc. Incluso llama la
atención, como fruto de la mentalidad de la época, se diferencia la etnia de dos personas del
Saucejo, los ¿hermanos? Santingo, Pedro y Santiago, siendo defin ido cada uno "G itano y
Trabajador".

El hecho de haber sido la actividad agraria la predominante en la Campiña u rsaonense


y en pnrte ele la Sierra Sur, durante siglos ha provocado que existieran determinados momentos
de presión demográfica y de crisis económica; en los cuales ha resurgido la cuestión de la
reivindicación del reparto ele tierras por parte de los jornaleros y campesinos. Recordemos
que esta zona se inserta dentro de un estado señorial. en el cual la Hacienda del Duque era
la primera beneficiada de todo tipo de rentas territoriales y señoriales, cargas que recaigan
directamente sobre el grueso de campesinado. Personas que como comenta Román Tirado
"trabajaban de sol a sol para poder pechar y sobrevivir" 19• Un ejemplo entre 1antos otros,
Juan Ramos de Navarreclond:i. "pobre con doce hijas", y es que la pobreza era compañera
habitual para lo.s vecinos de estos lugares, y aún más acentuada cuando se reproducínn l:is

'" UUTIÉRREZ 'lÚÑEZ, F. J.: '"Unn • visicí11 c11/1ura/ . de los 1es1omen1os ,.,r.w,011rnIPI de fi11ales del .1igln XVIII"'.
en Apun1e.1· 2. Ap11111es y doc11111e111os ¡mm u11a lús1oria d1• Osuna nº 4 (Osuna. 2004), pp. 65- 1O1.
''1 RüM1\N TIRADO. Juan: '·Mezquelillo .... ", op. c il. I 998, pag. 29.

152
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAVÉS DEL PADRÓN DE VECINOS DE 1640. ALGUNAS NOTAS PARA S U HISTORIA

crisis agrarias tipo "A ntiguo Régimen" (adversidades climáticas, malas cosechas. hambre,
epidemias, etc).

Estos núcleos que de pendían directame nte del Cabildo de Osuna. tenían nombrados
un Alcalde pedáneo o Diputado que servía de enlace con las autoridades municipales. Por
ejemplo en 175 1 lo eran:

Juan Sánchez Vela. Diputado de El Saucejo, Me1,quetilla. Navarredoncla y Miuadahonda.


And rés Lozano, Diputado de Los Corrales.
Fernando Cepi llo. Diputado de Martín de la Jara.
A ntonio Rod ríguez, Diputado de la Puebla del Rubio20.

En el caso de E l Saucejo, según iba c recie ndo la población iba aumentando el


"hambre de tierra", cuestión que tom6 protagon ismo dura nte la segunda m itad del siglo
XVIII, sol icitanclo sus moradores en varias ocasiones el repa rto de tierras de propios ( 1764,
1778, 1795 ).

Po r ejemplo en 1795 Francisco Mancera y otras veintic inco personas más, moradores
del Sauccjo. otorgaban poder a una serie ele letrados para que consiguieran que les re pa rtieran
"como travajadores pobres brazcros, las tierras que de los Propios y Arvitrios, tiene dicha
Villa de Osu na. se hallan en el ruedo de esta P ue bla, con arreglo a las piadosas Reales
intensiones de nues tt ro catolico M onarca el Rey nuestro seíior, que Dios g uarde ..." 21•

Otros en cambio comenzaban a inte nta r consolida r una posición acomodada.


intentando dar el salto a labradores aunque no fuera n propieta rios y sí dependiendo de
arrendamientos de importantes extensiones de t ierra. Pruebn ele ello es el a,so de Franci co
Esteban Hinojosa y Juan S,,nchez Rico, también moradores del Saucejo, que recibieron
en arrendamiento de la Cofradía de N tra. Sra. de la Piedad (convento de San Francisco de
Sevilla) en 1796, una hnza de 524 fanegas y media de tierra calma en el partido de la Cal lada
ele Estepilla. por espacio de 6 años (entre 1.797-1.803), por una renta anual e.le 13 reales de
vellón por fanega (en total unos 6.819,5 reales an ua les)22 •

Tema de inrerés, para futuras investigaciones que profundicen en la hi storia de


El Saucejo.

20
ÁLVARFZ S ANTALÓ. Lctln C arlos (i11trod.): Ornna 1.752. St'.~tín la., Re,1me.,1as generales del Ca/(lstro d,•
R11se11ada. Centro de Gestión Catastral y Cooperac ión Triburnria; T;ibaprcss. Alcabala del Viento. :'vtadrid 1992.
pp. 4 1-42.
" Ar, hivo de Protocolo~ Notariales de Osuna. (A. P. K. 0.). Legajo 8-10. Aiío 1795. Fol. '.\87. - Otro caso ,imil/11'
ele p,::tidón de reparto ele tierra~ también ;,e produjo en O,una en el ailo 179'!- por partt: de una veintena ele yuntero,
y rná, de 500 jornalero~. (A. P. N.O. Legajo 834. Aiío 179'.l. lol. 127). Juduso se llegaron a realizar rcp,1nos de
fierra por el Concejo de La Puchl:l ele Ow1lla entre los ve.:ino, de dicha villa en la uécada de los 1780 o J790. (/\.
P. N.O. Legajo 844. A1io 1799. Fol. ~15).
n A. P. 1\. O. Lcg:tjo 840. Aiio 1796.

153
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

4.- TABLAS ESTADÍSTICAS.

Tablanº l.
Estadística sobre el número de vecinos de Osuna y sus "Pueblas", clasificados en
función de las clases o categorías establecidas para la recaudación del donativo de
1640 (en reales).

De 1/2 Del De2 De4 De6 De8 Total


01 Osuna 149 1387 709 178 32 19 2474
02 Villanueva S. J. 8 50 6 2 o o 66
03 Saucejo, El 7 48 8 1 o o 64
04 :\1artín de la Jara 2 33 8 3 o l 47
05 Los Corrales 4 30 11 2 o o 47
06 Lantejuela, La 6 35 o o o o 41
07 Mezquetillas, las 3 24 5 1 o o 33
08 Majadahonda 1 17 5 o o o 23
09 Navarredonda o 12 1 o o o 23
10 El Rubio 1 9 o o o o lO
11 El Campillo o 3 5 o o o 8
12 El Alameda 1 l 4 o o o 6
13 El Rincón o o 4 o o o 4
14 Las Cabreras o 1 1 o o o 2
15 El Ingenio o 1 o o o o
182 1651 767 187 32 20 2849

154
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAVÉS DEL PADRÓN DE VECINOS DE 1640. ALGUNAS N OTAS PARA SU HISTORIA

Tablanº 2.
Aproximación a la ocupación laboral de la población de las "Pueblas de Osuna",
en 1.640.

Nº LB TR VD PB SE BB CB CP es ES PQ
01 Villanueva S. Juan 66 o 50 7 o 8 o o 1 o o o
02 El Sauc~jo 64 o 42 9 2 6 1 o o o o o
03 M. de la Jara 47 2 30 4 o 10 o 1 o o o o
04 Los Corrales 47 o 30 4 o 12 o o o o 1 o
05 Lantejuela, La 41 o 34 6 o o o o o o o
06 Mezquetillas 33 o 24 4 o 5 o o o o o o
07 Majada honda 23 o 17 1 o 5 o o o o o o
08 Navarredonda 13 o 11 o 1 1 o o o o o o
09 El Rubio 10 o 6 2 o o o o o o o
10 El Campillo 8 o 3 o o 5 o o o o o o
11 El Alameda 6 o o 1 o 5 o o o o o o
12 El Rincón 4 o o o o 4 o o o o o o
13 Las Cabreras 2 o l () o o o o o o o
14 El Ingenio o o o o o o o o o o
365 2 249 39 3 61 2 o
Nº= Número de vecinos. - LB = Labrndor. - TR= Trabajador. - VD= Viuda. - Píl= Pobre.
- SE= Sin especificar su oficio. - C B= Cahrero. - CS= Casero. -
CP= Carpinte ro. - BB= Oarbero. - ES= Especiero. - PQ = Porquero.

155
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

Tablanº 3.
Bautismos, matrimonios y defunciones de parte de la Vicaría de Osuna,
del período 1778-1787.

OSUNA
A1VO Mat. Natos Natas Baut. Mtos Mtas Dif.
1778 136 336 285 631 124 110 234
1779 107 324 308 632 87 140 227
1780 90 259 277 536 114 150 264
1781 99 267 219 486 102 170 272
1782 179 246 230 476 116 167 283
1783 140 3l8 289 607 89 100 189
1784 163 270 280 550 92 113 205
1785 95 288 258 546 200 203 403
1786 127 206 215 421 218 200 418
1787 169 300 243 543 124 107 231

EL SAUCE.JO VILLANUEVA DE SAN JUAN 1 j


AÑO Mat. Natos Natas Ilaut. Mtos Mtas Dif. AFm Mat. Natos Natas Ilaut.. Mtos Mtas Dif.
1778 12 49 30 79 8 4 12 1778 7 27 24 51 5 4 9
1779 5 43 28 71 8 8 16 1779 10 36 38 74 1 10 11
1780 s 35 29 64 10 12 22 1780 6 22 21 43 11 IO 21
1781 10 27 24 51 9 9 18 1781 9 28 25 53 7 8 IS
1782 17 35 37 73 23 18 41 1782 8 37 25 62 6 12 18
1783 19 48 .11 79 13 11 24 1783 13 36 26 62 6 3 9
1784 19 37 36 73 13 13 26 1784 12 39 27 66 ,. 3 5 ~

1785 14 36 33 69 23 20 43 1785 8 18 32 50 9 10 19
1786 8 29 23 52 70 63 133 1786 12 28 28 56 23 17 40
1787 19 :u 28 61 32 25 57 1787 8 29 26 56 9 7 16

; Oefu11rió11 de p<írndo.1: l . 16. l. 3. 16. 7, 9, 7. 7, 9. Defunción de p<Írrn/as: 3. 13. O. 4. 16. 2, 2, 7. 6, / 3.

156
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAVÉS DEL PADRÓN DE VECINOS DE 1640. ALGUNAS NOTAS PARA S U HISTORIA

LOS CORRALES ~-fARTÍN DE LA JARA


A,VO Mat. Natos Natas Baut. Mios Mtas Dif. AÑO Mat. Natos Natas Baut. Mtos Mtas Dif.
1778 5 17 14 31 5 7 12 1778 2 12 18 30 9 2 11
1779 11 20 29 49 2 5 9 1779 7 12 16 28 8 4 12
l780 6 14 22 36 5 o 5 1780 3 13 !O 23 2 3
1781 9 13 19 32 6 5 11 1781 s 13 14 27 6 10 16
1782 7 19 20 39 8 7 IS 1782 4 10 14 24 4 15 19
1783 12 22 14 36 3 4 7 J7K' 10 16 20 36 8 8 16
1784 15 28 20 48 2 3 5 1784 7 18 18 36 13 12 -,-
_:,

1785 13 21 19 40 18 6 24 1785 9 14 19 33 7 8 15
1786 12 23 22 43 22 12 34 1786 7 17 12 29 15 C) 24
1787 13 20 20 40 13 12 25 1787 3 24 13 37 9 6 15

LA LANTEJUELA EL RUBIO
A,VO Mat. Natos Natas Baut. Mtos Mtas Dif. AÑO Mat. Natos Natas Baut. Mtos Mtas Dif.
1778 3 16 21 37 8 o 8 1778 5 11 7 18 5 3 8
1779 10 JI 21 5 4 9 1779 o 9 17 26 1 3 4
1780 16 17 33 2 5 7 1780 6 7 9 16 12 8 20
1781 10 13 23 5 3 8 1781 2 6 8 14 6 _, 9
1782 13 9 12 21 2 4 6 1782 8 13 11 24 8 5 13
1783 4 21 14 37 4 2 6 1783 4 9 10 19 11 3 14
1784 2 11 10 2] 24 16 38 1784 10 10 6 16 6 11 17
1785 4 11 13 24 22 23 45 1785 1 13 16 29 12 10 22
1786 3 6 11 17 23 26 49 1786 5 6 11 5 3 8
1787 11 6 9 15 16 17 33 1787 4 8 13 21 6 6 12

Fu1m1e: A. G. A. S. Sección /l. Asu1110.1 Despachado~. Legajo 46.


F,/aboraci611: Femando Hidalgo lerdo de Te¡ada.
Mat. = Matrimonio: Baut. = Bauris111os; i\lltos = M11crros; 1\1ws = M11e r1as: Dif = ()iJimtos

157
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

Tablanº 4.
Balance d el periodo 1778-1787.

Osuna El Saucejo Villanueva Los Corrales


AÑO B D T B o T B o T B D T
1778 63 1 234 397 79 12 67 51 9 42 31 12 19
177!) 632 227 405 71 16 55 74 11 63 49 9 40
1780 536 264 272 64 22 42 43 21 22 36 5 31
1781 486 272 214 51 18 33 53 15 38 32 11 21
1782 476 283 193 73 41 32 62 18 44 39 15 24
1783 607 189 418 79 24 SS 62 9 53 36 7 29
1784 550 205 345 73 26 47 66 5 61 48 5 43
1785 546 403 143 69 43 26 50 19 31 40 24 16
1786 42 1 418 3 52 133 -81 56 40 16 43 34 9
1787 543 231 312 61 57 4 56 16 40 40 25 15
5428 2726 2702 672 392 280 573 163 410 394 147 247

Martín de la Jara La Lantejuela El Rubio


AÑO B D T B D T B D T
1778 30 11 19 37 8 29 18 8 .10
1779 28 12 16 21 9 12 26 4 22
1780 23 3 20 33 7 26 16 20 -4
1781 27 16 11 23 8 l5 14 9 5
1782 24 19 5 21 6 15 24 13 JI
1783 36 16 20 37 6 31 19 14 5
1784 36 25 11 21 38 -17 16 17 -1
1785 33 15 18 24 45 -21 29 22 7
1786 29 24 5 17 49 -32 11 8 3
1787 37 l5 22 15 33 -18 21 12 9
303 156 147 249 209 40 194 127 67

Fuenre: A. G. k S. Secc-i611 11. Asu1110s Despachados. Legajo 46.


/:,'/aboración a partir de los datos aportados por D. Fernando Hidalgo Lerdo de T<)ada.
8 = Bautiws: D = D,f 1111cio11es: T= Ralana total.

158
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAVÉS DEL PADRÓN DE VECINOS DE 1640. ALGUNAS NOTAS PARA SU HISTORIA

5.-NÓMINA.

VILLANt;EVA S. J. (66 vecinos) - Martín, Alonso (otro). Trabajador.


• Martín, Fernando. Trabajador.
Contribuyentes de medio real. - Martín, Juan. Trabajador.
• "Capalarga·•. - Martín, Juan. (otro). Trahajador.
- Cueva, María. Viuda. • Martín, Pedro. Trabaj ado r.
- Díaz, Ana. Viuda. - Mo lina, Juan de. Trahajador.
• García, Isabel. Viuda. - Moreno, Juan. Trabajador.
- Gómcz, Francisca. Viuda. - Muñoz. Diego. Trabajador.
• Hcrnán<lez. María. Viuda. - Muñoz, Francisco. Tralxtjador.
· Martín, Inés. Viuda. - Muiloz, Juan. Trabajador.
• Morales. María ele. Viuda. - Muñoz de Castro, Juan. Trabajador.
- Raya, Martín. Trabajador.
Contribuyen les de 1 real. - Reyes, Bartolomé de lo~. Trabajador.
• Aguilera, Francisco de. Trabajador. - Ribera. Cristóhal de. Trabajador.
• Álvarez, Juan. Trabajador. - RodrígueL, Domingo. Trabajado r.
• Barrera, Francisco. Trabajador. - RodrígueL, Juan. Trahajador.
- l3clmonte, Juan de. Trabajador. - Rod ríguez, Juan (otro). Trabajador.
- Cárdenas. Alonso de. Trabajado r. - Rubio. Pe dro . Trabajador.
- Cárdenas, Fernando. Trabajador. - Ruiz Fcrná ndez, Pedro. Trabajador.
• Carrasco, Alonso. Trabajador. - Sánchez, Alonso. Trabajador.
• Caro, Esteban. Trabajador. - Sánchc,.;, Alonso (otro). Trabajador.
• Castro, Juan de. Trabajador. - Sánchei, Juan. Trab,tjador.
• Delgado, Fernando. Trabajador. Sánchez, Juan (otro). Trabajador.
• Delgado, Sebastián. Trabaja<lo r. - Tonel. Gonzalo. Trabajador.
- Fernündez. Alonso. Trabajador. - Tonel. Juan. Trab1tjador.
- Fernández. Alonso (otro). Trabajudor.
- García. Alonso. Trabajador. Cuntrib11ye111es de 2 reales.
• García, Be nito. Trabajador. - Barrera. Bernabé de.
- García, Gabriel. Trabajador. - Delgado, .Juan.
• Gómez Carranza , Juan. Trabajador. - Díaz, Juan.
- Gonuílez. Alonso. Trabajador. - López Gavilán, Juan.
- Gonz61ez, Baltasar. Trabaja<lor. - Muñoz, Diego.
- González, Bartolomé. Trabajado r. - Pérez, Diego.
- Gonzá lez, Luis. Trabajador.
- Hidalgo. Ba rto lomé. Trabajador. Contribuyentes de 4 reales.
- Hida lgo, Juan. Trabajador. - Martín Prieto, Diego.
- Márquez. Domingo. Trabajador. - Raya, Rodrigo de.
- Martín, A lo nso. Trabaja<lor.

159
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

EL SAUCEJO (64 vecinos) - Go nzálcz Matamoros. Juan. Trab.


- Rodríguez., Francisco. Trabajador.
Contribuyenies de medio real. - Rodríguez, Francisco. Trabajador.
- Cordera, María. Viuda pobre. - Román. Juan. Trabajador.
- Esteban. María. Viuda y pobre. - Rosado, Martín. Trabajador.
- Francés, D·' Beatriz, Viuda. - Sánchcz, Juan. Trabajador.
- Gon:dilcz, 1nés. Viuda pobre. - Sánchcz, Miguel. Trabajador.
- Santos, María ele los. Viuda pobre. - San Jua n, Alonso de. Trabajador.
- Vega, María de. V. Antón Jiménez. - Sa n Jua n. Roque ele. Trabajador.
- Verdugo, Luisa. Viuda pobre. - Santamaría. Domingo de. Carpintero.
- Santiago, Martín de. Gitano y trabajador.
Co111ribuye11tes de I rC'al. - Samiago, Pedro de. Gitano y trabajador.
- Bautista, Juan. Trabajador. - Serrano. f-rancisco. Trabajador.
- Cancho, Alonso. Trab1tjador. - Val verde, Juan de. Trabajador.
Díaz, Gaspar. Trabajador. - Vázquez, .A. ntó n. Trab,tjador.
- Esteban, Juan. Trabajador. - Vega. Jua n ele. Trabajador.
- Esteban, María. Viuda y pobre.
- Franc isco, Antonio. Trabajador. pobre. Co,urilmyentes de 2 reales.
- Fernández. Juan. Trabajador. - Clavijo, Pedro.
- Flores, .luan de. Trabajador. - Galindo, Martín.
- Francés, Francisco. Tralnüador. - González, Pedro.
- García, Benito. Trab,tjador. - Gutiérrcz, Juan. Trabajador.
- García. Matías. Trab,tjador. - Herrera, Oiego ele.
- García de Eslava. Juan. Trabajador. - Jiméncz. Francisco. Barbero.
- Gordillo, And rés. Trabajador y pobre. - Rodríguez, Anwnio.
- Hernández, Francisco. Trabaj .. pobre. - S.inchcz Simón. Miguel.
Hcrná ndez Balclobinas, [)iego. Trab.
- Jiméncz, Cristóbal. Trabajador. Contribuyen/es de 4 reales.
- Lópcz, 13altasar. Trabajador. - Clavijo, [)" Isabel.
- L6pcz, Domingo. Trabajador.
- Martín. Domingo. Pobre. MARTÍN DF. LA JARA (47 vecinos)
- Martín, Luis. Trabajador.
- Martín de Segovia, Alonso. Pobre. Contribuyentes de medio real.
- Martínc7. Almagro, Pedro. Trabajador. - Morales, María de. Viuda.
- Matcos, Diego. Trabajador. - Narváez. Ma ría ele. Viuda.
- Medina, Luis ele. Trabajador.
- Mínguez. María de. Viuda pobre. Comrilmyentes de 1 real.
- Núñe1, Juan. Trabajador. - Agu ilar, Juan de. Trabajador.
- Pardo. Ju.111. Sastre Trah1tjador. Aguilar Saavedra . A lonso de. Trabajador.
- Pérc1.. Esteban. Trabajador. /\lonso. Matías. Trabrúador.
- Ramos, Pedro. Trab1tjador. A roca. Jua n ele. Trabajador.
- Garrido. Lucas. Trabajador. Campo, Luis ele. Trabajador.
- González. Gaspar. Trabajador. Día7. Juan. Trab:úador.
- Gonzá lez. Juan. Trabajador. üíaz. Pedro. Trabajador.

160
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAVÉS DEL PADRÓN DE VEC INOS DE 1640. ALGUNAS NOTAS PARA SU HISTORIA

- Fedetorrcs, .lo:,é. T rabajador. Contribuye111es de 8 reales.


- Fresno. Pc<lro <lcl. Trabajador. - Beníte1 Palasin, Juan. Labrador.
- García, Sehastiiln. Trabajador.
- Gracia, Pedro. Trabajador. LOS CORRALES (47 vecinos).
Gordillo, Francisco. Trabajador.
Gonzálcz, C ristóbal. Trabajador. Comrib11ye11te:, de medio real.
- González. Martín (mozo). Trabajador. - Buenos Aires. María de. Viuda.
- Herrera, Ambrosio de. Trabajador. - Martín. Juana. Viuda.
- Hidalgo, Francisco. Trabajador. - Rodríguez. Dom inga. Viuda.
- lbáñcz, Diego. Trabajador. - Sequera. Ana de. Viuda.
Jiméncz, Cristóbal. Trabajador.
Ji ménez, Pe<lro. Trabajador. Contribuyentes de I real.
- López, Andrés (mozo). Trabajador. - Caro, Cristóbal. Trabajador.
- Martín, Alonso. Trabajador. - Crespo, Luis. Trabajador.
- Martín. Alonso (mOLO). Trabajador. - F'ernández. Francisco. Trabajador.
- Y1artín, Francisco. Trabajador. - Fernández, Juan. Trabajador.
- Martín Recio, Alonso. Trabajador. - García. Pedro.
Martín <le Segovia, Alonso. Trabajndor. - Gómez, Juan. Trabajador.
- Muñoz, Pedro. - González, Fernando. Trabajador.
- Pabón, Diego. Trabajador. - González, Juan. Trabajador.
- Reina, Diego de. Trabajador. - Hida lgo. And1ú. Trabajador.
- Rodríguez Montaño, Cristóbal. - Jllasiego. Miguel. Trabajador.
Trabajador. - Jiménez, Bartolomé. Trabajador.
- Rui1.. Pablo. Trabajador. - Jiménez. Francisco. Trabajador.
- Ruiz de Pineda. Diego. Trabajador. - Lorenzo, Pedro. Trabajador.
- Sánchcz, Manuel. Trnbajador. - Martín, Alonso. Trabajador.
- Valdivia, Juan de. Trabajador. - Martín, Andrés. Trabajador.
- Zamora, Cristóbal de. Trabajador. - Mellado, Juan. Trabajador.
- Montaño. Bartolomé. Trabajador.
Co11trib11ye11/es de 2 reate,\. - Montoya. Baltasar de. Trabajador.
- Alon!.0, Mateo. - Mornles. Domingo de. Trabajador.
- Fernández, Juan. - Ochoa. Manuel de. Trabajador.
- Lópcz. de Carmena. Diego. - Polo, Pedro. Trabttjador.
- Montilla, Juan de. - Rodríguez, Alonso. Trnbajaclor.
- Orti7., Juan. Cabrero. - Rodríguez. Francisco.
Reina, Diego de. - Romero. Francisco. Trabajador.
- Romero, Martín. - Ruiz. Martín. Trabajador.
- Ruiz, Alonso de. - Sánchc1.. Alonso. Trabajador.
- Sánchez. Juan. Trabajador.
Co11tribuye111es de 4 reales. - Sánchcz. Miguel. Trabajador.
- García. Bartolorné. - Sarria. Cristóbal de. Trabajador.
- Lebrón. Francisco. Labr:idor. - Serrano, Alonso. Trabajador.
- Zamora, Antón.

161
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

Con.lribu.yentes de 2 reale.1·. - Ortiz, Juan. Trabajador.


- Durfü1 , Bartolomé. - Quirós. Alonso. Trabajador.
- Ferná ndcz. Juan. Especiero. - Quirós, Illas. Trabajador.
- Gallego, Franc isco. - Quirós, Francisco. Trabajador.
- Gallego, Juan. - Qui rós, Gonzalo. Trab,tjador.
- García, Francisco. - Quirós, Juan. Trabajador.
- Galván, Martín. - P rada, Alonso de. Trabajador.
- Morato, Alonso. - Rincón, Pedro. Trabajador.
- Muñoz, Alonso. - Rivera, Pedro ele. Trabajador.
- Pérez de Eslava, Fe lipe. - Rodríguez, Alo nso. Trabajador.
- Pérez, Rodrigo. - Ruiz, Franc isco. Trabajador.
- Vargas, C ristóbal de. - Ruiz, Scbasliá n. Trabajador.
- Sánchez, Juan. Trabajador.
Contribuyentes de 4 reales. - Sánchez, Juan (otro) .. T rabajador.
- Arruda, Bartolomé de. - Santero, Juan. Trabajador.
- Pérez. Melchor. - Sarria, To mé de. Trabajador.
- Serrano, .luan. Trabajador.
LANTEJUELA (41 vecinos). - Serrano, Juan (otro). Trabajador.
- Toruño, Mig uel. Trabajador.
Contribuyentes de medio real.
- Barrera, Menc ia de la . Viuda. LAS l\.1EZQUITILLAS (33 vecinos).
- Hcrnández, María. Viuda.
- Rodríguez, Catalina. Viuda. Contrilmyen1es de rnedio real.
- Rodríguez. Cata lina (otra). Viuda. - Loba, María. Viuda pobre.
- Rodríguez, Isabel. Viuda - Martín, Ana. Viuda pobre.
- Ruiz, Catalina. Viuda. - Vega, Mar ía de. Viuda pobre.

Co11tribuyen1es de I real. Contribuynues de I real.


- Álvarez. Manuel. Trabajador. - Álvarez, Diego. Trabajador.
- Besos, Benito (Casero). - Asenso, Miguel. Trabajnclor.
- Colorado. Felipe. Trabajado r. - García, Alonw. Trabajador.
- Cuevas. Gaspar de las. Trabajador. - García. Diego. Trabnjaclor.
- Galindo, Alonso. T rabajador. - García, Sebastián. Trabajador.
- González, Franc isco. Trabajador. - Gómez. Alonso. Trabajador.
- Fcrnánclez. Juan. Trabajador. - Gómcz. Anto nio. Trabajador.
- Fernández, Pedro. Trabajador. - Gonz.:ílez. Bartolomé. Trab:tjador.
- Jiménez. A lonso. Trabajador. - Gonz,1Iez. Sebasti:ín. Trabajador.
- Luis. Francisco. Trabajado r. - Guillén. Alonso. Trabajador.
- Luis. Juan. Trabajador. - Jirnénez, Francisco. Trnbajador.
- Maquecla, Cristóba l de . Trabajador. - L6pez. Bartolomé. Trabajador.
- l\fartín. Alonso. Trabajador. - LópeL. Frnncisco. Trabajador.
- Martín, Francisco. Trabajador. - Machado. Domingo. Trabajador.
- Montilla, Luis de. Trabajador. - Martín. Andrés. Trabajador
- Muñoz. Cristóbal. Trabajador. - M,1rtín, Bias. Trabajador.

162
LAS PUEBLAS DE OSUNA A TRAVÉS DEL PADRÓN DE VECINOS DE 1640. ALGUNAS NOTAS PARA SU HISTORIA

- Moreno. Sebastián. Trabajador. Contribuyentes de 2 reales.


- Ramírez, Alon!>o. Trabajador. - García del Mármol, Francisco.
- Reyes. Gaspar de los. Trabajador. - García Montesinos, Miguel.
- Rodríguez, Marcos. Trabajador. - González Galván, Alonso.
- Rodríguez, Pedro. Trabajador. - Martín del Mármo l, Bartolomé.
- Ruiz, Juan. Trabajador. - Serrano, Gregorio.
- Vázquez, Juan. Trabajador.
- Verdugo, Alonso. Trabajador. NAVARRENDONDA (1 3 vecinos).

Contribuyentes de 2 reales. Contribuyentes de J real.


- García. Isabel. Viuda de Francisco - A lo nso, Juan. Trabajador.
Martín. - Arias, Alonso. Trabajador.
- Hernández Hobacho, Pedro. - Fernández, Manuel. Trabajador.
- Mérida, Gregorio ele. - Jiménez, Antonio. Trabajador.
- Moreno, Pedro. - Lebrija, Gabriel de. Trnbajador.
- Santiago, Diego de. - Martín, Gabriel. Trabajador.
- Ma rtín, Pedro. Trabajador.
Contribuyentes de 4 reates. - Nieto. Juan. Trabt~ador.
- Cabello, Juan. - Ramos, Juan. Pobre con doce hijas.
- Sánehez, Ma rtín. Trabajador.
MAJADAIIONDA (23 vecinos). - Sánchez. Mateo. Trabaja en la viña de
Oª Beatriz Prancés.
Collfribuyentes de medio real. - Sánchez Segovia, Mig uel. Trabajador.
- Casado. Marina. Viuda y pobre.
Contribuyentes de 2 reales.
Contribuyentes d e 1 real. - Velasco, Sebastián de.
- Casado, Francisco. Trabajador.
- Esteban, Juan. Trabajador. EL RUBIO (10 ,•ecinos).
- Gil, Pedro. Trabajador.
- Juau. Antonio. Trabajador. Contribuye111es de 1 real.
- Lozano, Mar tín. Trabajador. - Álvarez, Juan. Trabajador.
- Mármol. Antón del. Pobre . - Caranda, Jorge. Trabajador.
- Mármol, Banolomé de l. Trabajador. - Estrella, Bartolomé de la. Trabajador.
- Martín, Cristóbal. Trabajador. - García Villares, Pedro. Trabajador.
Martín, Cristóbal. Trabajador. - G6111ez, Alonso. Trabajador.
- Martín, Juan. Trabajador. - Gó mez Tortolcro. Jua n. Trabajador.
- Míngucz. Juan de. Trabajador. - Ostos, Pedro ele. Trabajador.
- Reyes. Gaspar de los. Trabajador. - Rodríg uez. Bartolomé. Trab,tjador.
Rosado, Bias. Trabajador. - Salazar. A l()nso de (casero)
- Ruiz. Diego. Trabajador.
- Sánchez, Bart()lo mé. Trabajador. Contribuyen/es de medio real.
- Sánchcz, Bernabé. Trabajador. - Aguilar, Alonso de.
- Verdugo, Scbastiá n. Trabajador.

163
FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ NÚÑEZ

EL CAMPILLO (8 vecinos). EL RINCÓN (4 vecinos).

Comribuyentes de I real. Contribuyentes de 2 reales.


- Fernández. Bias. - García, Juan.
- Martín, Francisco. - Hernández, Miguel.
- Jiménez, Juan. - Hidalgo, Diego.
- Ledesma. Pedro de.
Contribuyentes de 2 reales.
- Durán. Pedro. LAS CABRERAS (2 vecinos).
- Gonálcz, Antonio.
- Martín Guerra, Francisco. Co111rib11yen1es de 2 reales.
- Medina, Hernando de. - Aguilar, Ma ría. Viuda.
- Reyes, Baltasar de los.
Co111ribuye111es de I real.
ALAMEDA (6 vecinos) - Fernánclez. Lucas.

Comribuyentes de dos reales. EL INGENIO (l vecino).


- Ikrnal, Pedro.
- Guerra, Alonso de. Contrib11ye11te de I real.
- Reina, Fernando de. - Alonso de Aranda. Trabajador.
- Romero Entrccastillejo, C ristóbal

Contribuyentes de I real.
- Reina, Fernando de.

Contribuycnte.1· de medio real.


- Sanjuán. María, Viuda.

164
LOS MOLINOS HARINEROS DE GILENA Y OTROS
LUGARES DEL MARQUESADO DE ESTEPA EN EL
SIGLO XVIII

José Reina Reina

El Marquesado de Estepa en el siglo XVíJI aparecía constituido como un territorio


de señorío. La mayoría de nuestros pueblos andaluces de cierta entidad queda ron sometidos
a un régimen señorial. El señor de un lugar era también el amo de ese lugar. A la.s funciones
señoriales habrfa que añadi r la propiedad de la tierra, sin duda alguna uno ele los pilares
fundamenta les en que se sustentaba el poder de unas minorías privilegiadas. Ln creación de este
territorio terminó perfilando una amplia zona geográfica, que presentaba unas características
comunes: ta nto en lo administrativo, en lo económico, como en lo social. La esencia de esta
demarcación territorial se basó en un fuerte poder político, así como un poder re) ig ioso único.
De este modo se centralizó el poder en la villa de Estepa. estando el resto de los lugares
sujetos en todo a la jurisdicción ordinaria de la misma, siendo el Marqués dueño tanto ele la
j urisdicción secu lar como de la eclesiástica y convirtiéndose en el patrono perpetuo ele todas
las iglesias <le su Estado. A lo la rgo de los años la familia de los Cenl'urioncs aumentaron cada
vez más los derechos sobre .su territorio. La consecuencia más trascendente de l progresivo
proceso ele formación de un señorío en nuestra comarca no fue otra que la concentración de
todos los órganos de poder, lo que trajo consigo una menor capacidad ele autogobierno que en
épocas preceden1cs, cuando estos territorios dependían de la O rden de Santiago.

Lo~ actuales 13 términos municipales que componían ese territorio, a<lermís del de
Gilcrrn, lo constituían los actuales términos de: Aguadulce. Badolatosa, Casariche, Estepa,
Herrera. La Alameda, La Roda de Andalucía. Lora de Estepa. Marina leda, Miragcnil (barrio
ele Puente Genil en la margen izquierda del río), Pedrera, Sierra de Yeguas: lo que sumaban
un total ele 13 municipios (<le los cuales 11 eran lugares, salvo Estepa y Pedrera que eran
villas). Actualmente la mayorí:i pertenecen a la provincia de Sevilla en su límite oriental
( 10 municipios); dos pasaron a formar parte de la act ual provincia de Málaga, nos referimos
a La A lameda y Sierra de Yeguas (dependiendo ele esta provincia con la reorganización
administrnliva de 1834); por último. Miragenil, que se unió a l pueblo veci no de la Puente de
Don Gonzalo, del que sólo le separaba el río. el 17/12/1834 se creó Puente Genil, forma ndo
parte de la provincia de Córdoba 1•

' REINA REINA, José y Jc~ús M:irfn, 1\proximarión a la llistoria de liilcna (~iglos XVIII. XIX y XX).Pág. 2:1.
Gi lc na, 2001.

165
JOSÉ REINA RE INA

El importante papel jugado por la agricultura en el conjunto de la economía viene


ratificado por una serie de indicadores; un testimonio esclarecedor es el elevado porcentaje
de población activa agríco ln2 . Podemos decir que el caso del Marquesado de Estepa en el
siglo XVIII era el de un territorio cuya economía, preferentemente agrícola, como sucedía
en el resto de Andnluc ía y de Castilla, respondía al modelo de la economía del Antiguo
Régimen. Las producciones agrícolas más importantes en el Marquesado eran el trigo, la
cebada y el aceite que suponían el 90% del total de las rentas; destacando por su producción
de cereales Marina lcda y por producción ele aceite Estepa, seguido de Mirageni 1, Casariche
y Sierra de Yeguas. Las únicas actividades industriales existentes estaban vinculadas a
la transformación de la aceituna y del Lrigo (molinos de aceite y harina), destacaban por
su importa ncia numérica los primeros (con un total de !04 vigas) sobre los segundos (32
molinos); los mo linos harineros estaban además desigualmente repartidos condicionados por
la existencia de corrientes de ag ua superficiales.

El informe de Ortiz Carabeo de 1555 hacía referencia a la escasez de agua en Estepa


los vezinos de la dicha villa 110 tienen donde lavar sus paños y hacer sus coladas, sino en el
Ojo de Gilena la Alta, o en Lora, o en el rio de las Yeguas. Que lo más rerca es la dicha Lo ra,
que ay más de media legua, y a Cilena, una legua; y al río de las Yeguas dos leguas y más'.
La configuración geogrMica de esta zona, caracterizada por la escasez, en líneas gene rales, de
recursos hídricos; propic ió la instalación de un importante número de molinos ha rine ros en el
curso de algunos ríos y arroyos, así como e n las proximidades de los manantiales: utilizado~
como fuente de energía natural". Según este informe, a mediados del siglo XVI. el número de
molinos harineros e n e l Marquesado de Estepa ascendía a más de una veintena5. Los de Gi lena
siempre fueron los más numerosos, puesto que el Concejo de la villa de Estepa permitía a los
de la Ribera de Gilena más próximos a Aguadulce el no tener que acarrear molienda de la villa
por la abundancia de molinos y aceñas que ai en esta villa y jurisdicción.

' La población tol al del MarquesadcJ de Estepa a mediados del siglo XVIII. predominantemente agrícola y vinc ulada
al sector primario, era de 17.632 hahirnntes. Para más información ver REINA REJNA, José y Jesús María. Op Ci1.
Pág. 65.
' Informe que Alonso Or1i1. Carabeo y Francisco de Santiago dirigieron al Rey sobre los derechos y preemine ndH~
del comendador de la villa de Estepa ( 13-IV- 1555). Archivo General de Si mancas (AGS), Expedienles de Hacienda
(EH), legajo 273.
' Tambié n e xistían 01ros movido, por a11imales (molinos de sangre) que solucionaban los problemas locales de
aqueUos munic ipio:, donde no era fácil hacer captaciones de agua de forma adecuada. Los molinos hiclráulic(>S se
caracte rizaban por 111iliwr un caudal de agua limiiado. Conllevaba 1111 bajo cos10 de instalac ión y mantenimicn10,
adaptándose perfectame me a la, pequeñas con-iemes de agua. Los molinos hidráulicos "de rodezno", fueron los mris
habituales. Para más infom1ación ,-obre la 1em1inología de los mo linos de harina recomendamos el tomo l del ALE A
(Atlas Lingiiístico y Etnográfico de A ndalucía). Umina 242.
' Rosario G ARZA CORTÉS en su lihro La villa de E.~tcpa a l final del Dominio Santiaguista. Estep;i, 1996. Pág. 44 .
Recoge el número de mol inos ba,ánclose en una serie de docume1110s del s ig lo XVI, pero no recoge, por ejemplo ,
los molinos de Cas;,riche. que e mendemo~ existían ya para e.~a fecha. En 1555, y según e l informe de los juccc,,
el número de molinos ascendía en la villa de Estepa a má, de 19: cuatro e n la Fueme de Santiago y 15 en Gilc na,
además se cons tataba su presencia en el río de la Yegun~ y. de111ro de la S ierra de la~ Yeguas. en el llamado ..ojo del
Toro" . Asimismo, entcndemo~ que es un error pensar qne Gilena 1uviera 15 molinos y Aguadulce ninguno . sería más
lógico pensar que aunque con un predominio gilenense, Aguadulce tuv iese también los suyos.

166
LOS MOLINOS HARINEROS DE GILENA Y OTROS LUGARES DEL MARQUESADO DE ESTEPA EN EL SIGLO XVIII

Las d isposiciones establecidas iban encaminadas a evitar los fraudes por parte de los
molineros y conseguir tener abastecidos a todos consumidores de nuestra comarca. Existía una
estricta regulación. exigiéndose el buen estado de las distintos artilugios de los molinos, que las
espuertas con que se ct:haba el trigo en la tolva no estuviesen rotas, prohibiéndose los cerdos en
el molino y en las proximidades de los arroyos, que además debían estar lo más limpios posibles;
incluso se exigía un candil encend ido, dende la oración fasta que amanezca. También estaba
reglamentado que en casos de insuficiente molienda, bien por falta de agua o por crecidas de
los arroyos, los vecinos del Ma rquesado debían tener preferencia sobre los forasteros, salvo que
quisieran la harina para comerciar, en cuyo caso sólo tendrían preferencia para moler lo necesario
parn sus casas. A los que incumplían estas normas se les imponían importantes sanciones6 •

Los 32 molinos harineros que en el siglo XVlll molían e n todo el Marquesado se


localiLaban en los lugares con mayor abundanc ia de agua, de ellos: 9 pertenecían a Gilcna,
8 a Casariche, 7 a Aguadulce, 5 a La Roda, 2 a Lora de Estepa y J a Badolato:m. Con una
producción total anual de 35.179 reales de vellón. Vamos a analizarlos dividiéndolos en tres
grupos: 1° los de la ribera de Gilena (incluyendo a los del lugar de Aguadulce), 2° los de la
ribera del río Yeguas (los ele La Roda y Casariche) y 3° los de otros lugares del Ma rquesado
de Estepa (Lo ra ele Estepa y Badolatosa). La importancia de la mo lturac ión del tr igo en
esta zona resulta más evidc nte si la ponemos en comparación con el resto de la sierra sur
sevillana; así por ejemplo Osuna, que además de la villa. inclu ía las "pueblas" del Saucejo,
Mesquitillas, Navarredonda y Majadahonda, Martín de la Jara, El Rubio, Villanueva de San
Juan y Lantejuela. tenían tan sólo 7 molinos ha rineros en todo ese territorio, pertenecientes
iodos o seculares. y su producción era de quinze mil doscientos veinte reales. Asimismo, En
toda esa amplia zona. había en total 8 o ficiales de molinos de pan. y a cada uno de ellos se
considera por salario y comida tres reales y medio de vellón al día 7. Resulta evidente, pues,
que hubo una dependencia de la producción harinera de los lugares ribereños de la comarca.

Molinos harineros en la ribera de Gilena y su prolongación. En muchos


documentos aparecen asociados los molinos harineros del lugar de Aguadulce a los de G ilena,
como si se tratasen de los mismos. Esto p uede ser debido a que se ubican en la prolongación
de la Ribera de Gilena e inmediatamente después de aque llos. Según el informe de Martín
Carabeo de mediados del sig lo XVI: El Ojo de Gilena, la qua/ ay quince molinos y se riega
dellas las huertas; donde dizen A!?//adure, que está legua y media de la dicha villa, y esta
agua es una f uente que sale del Cortl)o de Gilena fa Alrn .....y más ay otro a rroyo, que llaman
arroyo Salado, entre Estepa y O.rnna8 •

• üi~posicioncs 40 , 44. SO y 51 del Libro dt: O rdenan¡¡is Municipales de l Estepa que el concejo de la villa corrigió y
e~tatuyóen su reunión ci1pit11lar de ese día para dar cumplimiento a la prnvi,ión real que en mi sentido le fue remitida
por e l Rey y el Co115ejo de las O rde nes Militares (5- VlU- 1534). Archivo Gencrn l de Simancas (AGS), Expedientes
de Hacie nda (EH).
' ENSENADA CaUislro de, Véanse la, Respuesw, Generales. Arc hivo G eneral de Simancas. Dirección General
de Rentas Libro 562, fo lios 818 a 855v o en i\LVARJ3Z SANTALÓ. León Cario, ( 1992). Osu11a 1751 , Según la~
Re;;puc~tas Ge nerales del Caiastro ele En,enada. col. ";ilcabala del viento" n" 43.
' In forme de Alonso Ortiz Carabeo ( 13-IV- I 555). Archivo G~neral de Si1n;111ca., (AGS).

167
JOSÉ REINA REINA

En el siglo XVJTJ sumaban un total de 16, exactamente la mitad de todos los


existentes en el Marquesado de Estepa; esto vendría a ratificar la gran importancia que para la
molturación del trigo en la comarca tuvieron los molinos ubicados en esta ribera. La población
de estos lugares se ci fraba en 1.332 habitantes a mediados del siglo XV I 11 ( 1. 160 Gilena y 172
Aguadulce), sólo un 7.55% sobre tocio el Marquesado. Contrastaba con una producción anual
de estos molinos de 18.044 reales de vellón, que suponía el 51,29% del total. En la respuesta
general 17"9 del Catastro de Em;enada se informa de los molinos de Gilena: . ..que también
ai nueve molinos harineros, los seis y quince díez y seisavos pertenecientes a seglares, y los
dos y un diez y seisavos, a eclesiásticos, que constan por menor en relación que entregan,
y las piedra.~ de cada uno, con su anual utilidad regulada en consideración al tiempo que
muelen, y la de iodo asciende a diez ,ni! seiscientos diez y llueve reales y treinta y tres
maravedíes'º. En el mismo Catastro se hace referencia a los molinos de Aguadulce donde
había siete molinos harineros, de cuios dueiios y wilidad que a cada uno consideran darán
relación separada en la lista general, previniéndose pertenecer a seglares quatro y ,nedio
de dichos molinos, y los dos y medio restantes, a eclesiásticos, y que el ¡iroduc10 de dichos
molinos asciende a siete mil quatrocien1os y veime y cinco reales, los dos mil nuel'ecienws
setema y cinco corresponden a eclesiásticos'' .

Muchos ele los propietarios de los molinos pertenecían a familias acomodadas, que
en la mayoría de los casos no vivían en estos lugares y eran absentistas (esto explica que
fueran muy frecuentes los contratos de arrendamiento, y. a vece~. los subarrendamientos). A
mediados del siglo X VIII había en Gi lena siete arrendadores de molinos. que uliliz.an al año
irece mil oclwcien/os reales: en muy pocos casos los molinos eran explotados directamente
por sus propietarios. Si bien en Aguadulce no había ningún maestro molinero. en Gilena
hubo tres para esns fechas, con el ú1il diario cada uno de fres reales. La Iglesia además de
tener la propiedad ele algunos molinos (ejemplo claro lo veremos e n Casariche) o de parte
de ellos. obtenía también muchos be neficios a través del diez mo, en la llmmida décima de
molinos, que en el caso de este lugar ascendía a nueveciemos sesenta y seis reales y 1reinta
y un maral'edfes11 • Iremos analizando los 9 molinos del término de Gilena (ribera alta)
siguiendo un orden espacial y, posteriormente, veremos los del término Aguadulce (ribera
baja) atendiendo a la antigüedad de los documentos investigado~.

El Molino Alto de la Cabeza En algunos contratos de arrendamiento en su ubicación


se indicaba que era el primero de la ribera de Gilcm11•1• A comienzos del siglo XVJIJ

' L;i pregunla II Límcro 17. que Sl' repite en todos los cne;;tionario.~. hasta un 101al de 40. h<1cc referencia a los
es1ableci1nicnL1>s in<lu~lrialc~ cxistc111cs en el término.
'º ENSENADA Cma~tro de', Véa nse las Re,puesra, Generale~. Archivo General de Sini;inc,1s. Dirección General Je
Rentas Libro 561 o en PRll.ffO PÉREZ. J. (l<,·.tnvio ( 1996). El \1arqucsado de fürcpa 1751. Según la, Respuestas
Generales del CuLas1ro ele Ensenada. col. " alcab;i la del viento.. nº 7 1
11 Marqués d~ la ENSENAD;\ . üp. eil. i\GS. Respuesta a I;, preg:11nrn n LÍmCrC'l 17 referida n Aguadulce. Dirección
General de Renla~ l.ibro 56 1.
"Marqués de la RNSENADA. Op. c it. AGS. Respuestas a la preg11nrns 11". .12. '.l3 y 16 rdcridns a Gilcna.
" Archivo de Pro1ocolos. Mancomunidad de Municipio~ ck- J;L Comnrca de F.slCJ1'l, proyecto de catalogación
mecaninda de lo, fondo, 1101nrialc, de E,1cpa y su comarca pan, el s. XVII 1. l.ihrn 30 1. folio 58. 22i2i 1774.

168
LOS MOLINOS HARINEROS DE GILENA Y OTROS LUGARES DEL MARQUESADO DE ESTEPA EN EL SIGLO XVIII

pertenecía al patronato de Mariana Zamudio y ele Carlos <le Negrón. E n 1704, en un contrato
ele arrendamiento, se nos describe como un molino de dos paradas14 • E n 1742 era p ropiedad
ele Francisco Lomelino (Su fa milia era oriunda de Genova, donde poseía bienes, y tenía
domicilio en Estepa y Antequcra), marido de Victoria de Negrón. Este era. descartando al
Marqués de Estepa. el mayor propietario de Gilenn en estas fechas; no sólo poseía numerosas
huertas y tres molinos, también poseía algunas casas. Molía cinco días a la semana y su
producción era de 1.800 reales de vellón anuales'~.

El Molino de las Torreci llas. A mediados del siglo XVIII los propietarios eran
Francisco Félix Fidalgo y Colomo (a éste le correspondía la mitad); la otra mitad. le
correspondía al Marqués. a Migue l Ortiz y Francisco García'6; recibía ag ua cuatro días a la
semana y su producción anual era <le l.170 reales de velló n 17. Era de una parada y se situaba
a SO varas <le Gilena.

El Molino llamado "Blanquillo de la Cruz". Este molino pertenecía por mitad a la


Capella nía que fundó Juan de las Cuevas, y al Mayorazgo de Don Carlos Velutti, vecino de
Granada. y al ele Don .Juan de Córdoba Centurión 18• Era conocido con ese nombre desde a l
menos comienzos del siglo XVIU; también se le llamó como Cruz Blanquilla o Gacha. Su
producció n anual era algo superior a los mil reales de vellón. Era de una parada y se ubicaba
a urnas 400 varas de G ilena1q.

El Molino de la Casería. Hacia los años 40 era también propiedad de Francisco


Javier Lomelino, con una producción anual, para esas fechas, de 800 reales de vellón20
En 1770, su esposa ya viuda, Victoria de Negrón, otorgó a su hijo Ambrosio Lomclino la
administrac ión de todos los bie nes del expresado vínculo. Que lo componían una Casería
con diferentes oficinas y huerto, unos molinos de pa n y diferentes huertas con sus casas,
unas a lamedas y tierras de labor. tocio ello ubicado en el territorio del Lugar de G ilena, otras
porciones de tierras en los territorios del Lugar de la Roela y Sierra de Yeguas, y una porción
de olivar y molino de aceite en la Villa de Pedrera21 . Estaba situado a 900 varas.

" Ibídem. Libro 2 14. folio 234. 2 1/1 lil 704. Puc arrendado a un precio de 135 fanegas de 1rigo al año.
" Ibídem. Libro 263. folio 181 , recha 217/1754. D urante lo., años cincuenta, Francisco Gfüve,. medianero con su
hermano Lucas de Gálvez son lo~ arrendatarios ele este molino.
16
Ibídem. Libro 261, fol io 370. fecha 30/7/ J752. Hasta 1749 fue ,u ,11rencl.1tario Francisco Díaz S,ínchcz. hasta 1752
Cristóbal Suárcz y desde entonces José Á lvarez.
" lhídem. Libro 328. folio 11 , fecha 30/1/1784. En 1784 Fernando G;ircía (presbítero ,le Gilena) y Frnncisco Juárez
Negrón (como aclministraclor <le la Hacienda y rentas del \1arqué~ de El;tep;1). arrendaron a Juan Martín Orillana el
molino.
'"Ibídem. Libro 279, folio 589, fecha 31/12/1763. Inventario de pertrecho~} apnrcjos en 3.203 reales.
•• Ibídem.Libro 247. folio 463, fecha 9/8/1746. En 1746 estahn c,01110 nrre.nclatario José Gon;,;ále;,;. Ibídem. Libro
301. folio 94, fcclrn 9/31 1774. Y en 1774 el arrendntario fue Juan Maotín Polinario. por un tiempo de 4 añú,. y a un
precio amia! ele 76 fa negas de trigo
'" Ibídem. Libro 247, ftil io 44 1. feclu1 418/1746. En 1746 se lo arrendcí a Luca~ de (r(t lvez durante clos afio~ y ni ¡11·eci(.1
de 100 fanegas de trigo, y en razcín de 8 gal linas anuales. Ibídem. Libro 268. folio 3 19, fecha 1/7/1759. En 1754 fue
arrenclaclo por Jm\11 Marlín de Orcllana y en 1759 Diego Ma l¡¡ver de Osuna.
:o lbídem. Librú 291, folio 17. fecha 3/211770.

169
JOSÉ REINA REINA

El Molino del Cerrillo. Desde com ienzos del siglo XVlll era su propietario Pedro
Justo de Cepeda, vecino de Osuna. era de dos paradas y su producción anual era de 1.825
reales de vellón. Era uno de los pocos casos que era explotado directamente por su dueño,
no existiendo contratos ele arrendamiento. Contamos como anécdota que en 1705 Clemente
Rodríguez, natural de Portugal y morador en la P11ebla de Gilena, fue encarce.lado por
haberle salido mal una obra que hizo en el molino22 • Estaba situado a unas 1600 varas.

El Molino de la Fuente del Rey. Su propietario, a mediados del siglo XVIII. era
Ignacio Fernando ele Santiestcban de Antcquera, tenía una parada, molía cinco días en semana
y su producción anual de 800 reales de vellón. En 1746 Tomás Ruiz lo tenía arrendaclo2:'. Se
encontraba a un cuarto de legua de Gilena.

El Molino de La Pasada. Se ubicaba junto a la huerta de Diego Rengel y el bosque


del Marqués, a unas 200 varas del casco urbano principal. A mediados del siglo XVIII
funcionaba cinco días a la semana. era propiedad de Ignacio Fernando de Santiesteban, vecino
de Antcqucra (propietario del molino anterior) y Mareos Carvajal. con una producción anual
ele 800 reales de vellón y tenía una parada. No hemos encontrado contratos de arrendamiento
de este molino en esos años. Estaba a 2.000 varas de Gilena.

El Molino de Carlos de Vera. Tío del Adelantado Juan Torres de Vera y Aragón,
fundador de la ciudad argentina ele Corrientes. Ya existía a principios del siglo XVIII.
Para 1742 sus propietarios eran los hermanos Juan y Luis Juárez ele Negrón, presbíteros de
Estepa2•. Tenía una parada y su producción anual era de 800 reales de vellón. Estaba situado
a unas 2.400 varas del núcleo urbano principal.

El noveno, y último, era e l mo lino de la Venta. A mediados del siglo XVIII era
propiedad por herencia de la esposa de Francisco Javier Lomelino, Victoria de Negrón, hija
de Gabriel de Negrón y vecina de Estepa. Por la muerte de su esposo e hijo. su heredero,
como inmediato sucesor, pasó a ser su nieto Francisco María Lomelino (hijo primogénito
de Ambrosio María Lomelino y de Clemencia Creyuvincel). Aparece en los conlratos de
arrendamiento en numerosas ocasione:/'. Era de una parada y estaba situado a media legua.

Por lo que se refiere a los molinos del término de Aguadulce y siguiendo un orden
cronológico, según la antigüedad de los documentos consultados, empezaremos haciendo
mención de los más antiguos del Archivo de Protocolos, y referidos al siglo XVIIL dos
contratos de arrendamiento (uno de 1703 y otro de 1705) en los que se hace refe rencia al

22 Ibídem. Libro 2 14, !'olio 153, fecha 17/7/1705.

" Ibídem. Libro 247, folio 561, fecha 611 0i 1746. lrwcnturio para lrncl~l'llprccio, del molino.
'' lbírlem. Libro 246, folfo 25 1, fcchn 4/9/1742. Se lo ílf'l'Cnclaron a Juan Ruiz. Otros arrendatario~ en los año,
siguienres fueron: Manuel Pérez y Juan Álvarcz (el 111<1yor y el menor), Vicente Álvarez y l\faría Palme.ro.
" Ibídem. Libro 256. folio 259. fecha 26/611753. Arrendatarios por eumro aílO$ aparecen Juan Martín Orillana y ~u
e., posa Juana Ruii.. a rnzón de 1500 re;iles de vellón anuoles. Lll arrcndarario saliente era Francisco Ruii.

170
LOS MOLINOS HARINEROS DE G ILENA Y OTROS LUGARES DEL MARQUESADO DE ESTEPA EN EL SIGLO XVIII

molino de la ribcrn de Aguadulce de Juan Vicente (vecino de Osuna). Se ubicaba junto a la


huertas de San Barto lomé y a la del colegio de la compañía de Jesús de Osuna 26 .

A mediados del siglo XVIII encontramos referencias a varios molinos: el de la


"Fuente del Quemado", situado en el límite entre el término de Gilena y el de Aguadulce
(molineros arrendatarios en estos años fueron: Pedro Muñoz, Francisco Montiel, Juan Ruiz y
Manuel Bello)17 . El de Lences, era de Manuel Bejarano Fonseca, Vicario General de Estepa28 ,
y de Manuel del Casti llo; y en 1775, tras morir este último, heredó su parte María Florenc ia
García de Gilena, su viuda29; este molino era de una parada. En 1754 se hace inventario de los
bienes del molino de una parada conocido como de la Vuelta del Agua, del licenciado Alonso
de Angulo, abogado <le Osuna, para su arrendamiento-'º. Otro molino era e l de Carzolilla (en
algunos docume ntos aparece como Cazorlilla), era propiedad de Francisca de Cañas C hacón
y Padilla, mujer del Conde de los Cobos. vecina de Madrid 31 •

De los años setenta podemos mencionar: el mol ino de María Marmole_ja, vecina
de Cádiz3l; y, e l de la Atajea, cuyo dueña era a comienzos de los 70 Teresa Juárez Osorio,
viuda de Jua n Bautista Guerrero, vecina de A ntequera, y a fin ales de la década era de José
Aceijas, vecino de Pedre ra-'\ El molino de l Álamo y Corona aparece e n varios documentos
consultados de fines del siglo XVIII, la dueña era Juana del Valle 34 • En el Catastro de

,. Ibídem. Libro 214, íolio 37. fecha 19/0lil 703: y folio 222. fecha 18/10/1705.
1' Ibídcm. Libro 250. folio 223, fecha 1/8/1746. lbídt!m. Libro 261 . folio 570. fecha 27/ 12/1752. hacia com ienz.us dt!
los años 40 fue su arrendmario Pedro :\1uñoz; a partir de 1746 1rabaja en este molino Frnncisco Monlicl; Juan Ruiz
hacia 1752 y desde entonces Manuel Bello.
" Ibídem. Libro 253. folio :19. fecha 8/6/1753 y folio 7, fecha 11/4/1755. En 1753 se lo arrendó a Juan Mar1fn
Orí llana a 400 reales ele vel lón anuales y, en 1755, ,1 Manue l Díaz al precio de 450 rea les Hnnales.
'" Jbídcm. L ibro 307, fo lio 1 16. fecha 9/4/1 775. El molino era proindiviso con 01ra mirnd del convenio de la
Concepción de Osuna.
'' Ibídem. Li bro 263. folio 312. fecha 1/10/1754 . La relación de pertrechos y biene~ evahmdos en 2.358,S reales <le
vellón. Ibídem. Libro 268. folio 357. techa 7/8/1759. Andrés Simón lo arrendó 1758 con renta de 800 reales. Biene~
apreciados en 2.421 reales. lbfclem. Libro 301. folio 142, fecha 2/10/1772. En 1772 ~ale como arrenda1ario Esteban
Femándcz que fue sustituido por Amonio Carrasco.
1
J tbídem. Libro 263. folio 116, fecha 25/3/1755. En 1755 Fnmcisco Díaz lo arrendó en s11,1i1uci6n de Juan Álvarcz.

Rdación de pertrechrn, del molino evaluados en 1998 reHlcs de vellón. Libro 274, folio 408. fecha 09/08/1760 y
Libro 308. fol io 427. fecha 2/ 10/1775 E n el aiio l 760 lo arrendó C:ulgencio Álvarer. de Osuna hasta 1775. en que le
suslituyó Francisi;o ele Paula A lcázar de G ikna. Penrechos evaluados e n 1.838 rea les.
'' [bíclem. L ibro 291, folio 209, fecha 17/12/1770. De 1770 es una obligación de falebnn Fcrnñndcz. como arrendador
del molino de la ri beno de Aguadulce de tvlaría Mannolcja.
" Las alajeas. ladrone~ o ,iliviaderos servían parn modil1cm el caudal del agua cuan(I() convenía. Ibídem. Libro
294, folio 45, fecha 9/ 11/ 1772. En 1772 el arrendatario e rn Diego Malavcr de Aguadulce. Libro 316. folio 1. fecha
3/ 1il 778. En 1771\ su dueño cm José Accijas de Pedrera y el ,1rrenda1ario C ristóbal Sánche7 de Aguadulce al precio
de 2.200 reales anual~ . l.ibro .\04. folio 62. lecha 3/5/1785. En 1785 lo arrendó Miguel Fermfodez de Gilcna. LibrO
325. folio 17, r..,,hn 24/2/1782. En 1782 José Franc·isco Suero. visilador general, y .lo8é Aceij11s Velasco. lo midieron
y deslindaron.
"Ibídem. Libro .\28. folio 160, fecha 16/10/1784. En 1784 José Alcázar como arre nd11dor salicnle y A11Lonio Carrasco
como arrendador e111ra111c inventariaron los bienes del mismo (evaluados en 5.874 rea le~ de vellón). Nombraron por
aprcciadoreRa Frnncisco Guerra de Aguadulc~. a Estebm1 Fcrnánclcz ele G ilena. y en lo correspondiente a albmiilerfa
a Antonio Rodríguez Sánchcz de G ilcna. maesi ro a larife.

171
JOSÉ REINA REINA

Ensenach1 se señalan siete arrendadores ele molinos de pan, que ulilizcm, después de
pagados los arrendamientos y n.•ales contribuciones doce mil ochocientos y cinqul'nll1
reales. El valor del dic1.,mo de los molinos de pan de Aguadulce era de se1ecien10.1· y dos
reales y diez y nueve maravedíes de vetlón-15•

En el siglo X IX se mantuvo el número de molinos harineros en la ribera de Gilena y


Aguadulce. Hueia 1845-50 El mwwntial que nace al N. De la poi>!., y que sobre ser de muy
buena agua, es p erenne y de reiular caudal.forma un arroyo que llaman d e Gilena, el cual
en su curso de E. a 0., alraviesa las calles por medio de zanjas, y desaf.tua en el Salado de
Oi;una, dista I hora escasa. Rie¡:a 11 huertas que forman la rivera denominada de Gile11a,
y da impulso por medio de acequia a 9 molinos harineros, 2 ch! lo.,· cuales se hallan dentro
de la población, y 7 en el 1érmi110 de Aguas-dulces-1~. El Molino Alto de la Cabeza fue el
primero en dejar <le moler en Gilena, y eso ocurrió a finales del siglo XIX 17 . En el término de
Aguadulce en el siglo XIX, había 7 molinos hari11eros4 co11 2 paradas y 3 co11 /, impulsados
por una acequia que sale de Cilena38 •

Molinos harineros en la ribera del río Yeguas. El río Yeguas bordea a la actual
comarca de Estepa en todo su límite oriental. Según el informe <le Martín Carabeo de 1555 ay
01ro ojo de agua, a do dicen Sierra las Yeguas, que llaman el Ojo del Toro, y ansí mismo e¡¡ la
dicha agua ay moli11os y va esta agua a dar en el río Genil, y de la unajúente y agua a la o/ra
ay dos leiuaJ9• Con trece molino~ harineros en total en el siglo XVII] se situaba en segundo
lugar Iras la zona anterior. Con una población total de l.829 habitantes ( 1.009 La Roda y 820
Casariche), el J0.37% del Marquesado de Estepa, y con unn producción de 16.1.'iS reales ele
vellón anuales, el 45,92% del total. Los molinos del término ele La Roda con los del de Casariche
formaban una prolongación a lo largo ele la ribera del río Yeguns, de manera sim ilar a los del
término de Gilena con los molinos de Aguadulce. En el término <le La Roda a mediados del
XVJII ay cinco molinos harineros perlenecientes los dos y 1111 tercio de ellos a se,;lures y
éstos producen anualmente por sus arrendamien/os /res mil qua1rozie111os 11ove111a y cinco
reales. y los dos y dos tercios restantes pertenecen a eclesiás1icos por bienes patrimoniales,
y producen por s11s arrendamientos dos mil quatrozientos setenla y cinco reales de vellón al
año, con más qua1ro..ie11tos y cinquenta reales tocantes a lo beneficia!:'". En el término de
Casariche aunque no se citan expresamente el número de molinos en los documentos del siglo
XVI~'. en el siglo X V fl I hay ocho. los quatro y quarto per1e11!'cie11tes n S<'glares y los tres y
/res quartos a eclesiásticos, que co11stan por menor de lisia que prese111a11, y las piedras de

" MarqlléS el<' la IJ:-JSENADA. Op. cit. AGS. Respuestas a la preguntas n''. 32 y 16 r<Jfcri<la~ a Agua<lulce.
;, MADOZ. Pascual, Diccionario Geógraf\co-Estaclfstico•Histórico de Espai1a y Slls p\lsesiones de Ultramar.
Madrid, 1845- 1850. Citamos por l:1 edición facsímil de /\rnbito S.A., Valladolid, 1986, T»1110 corre~pondicntc a
Sevilla, pflg. 88.
" REINA Rl:IN1\, José y JestÍs Marí,1. Op Ci1. Ver pág. 2 14.
" MADOZ, PaSCllOI. Op. Cit. Tomo correspondien te a Sevilla. Pág. 2~.
3" lnl'ornic de Alonso Ortiz Carabeo (l 3-IV-1555). Archivo General de Si mancas (i\OS).

"' \.farqués de la ENSIJNAIJA. Op. cit. AGS. Respuesta a la pregunta número 17 rcfcricl.i ¡¡ La Roda.
"Para GÓMEZ C.STEPA. José, Cas,1ri<.:he y ~u entorno, dato, l,ásicns para u11 esbozo de 811 historia. Dip111aci611 de
Sevilla. 1999. pág. 27. A1111que no ~e indiquen no debieron ser mns de cinco o seis molino~.

172
LOS MOLINOS HARINEROS DE GILENAY OTROS LUGARES DEL MARQUESADO DE ESTEPA EN EL S IGLO XVIII

cada u110. con su anual utilidad regulada e11 consideración al tiempo que muelen. Y la de
todos asciende a diez mil ciento y nol'enta y cinco reales, los quatro mil no vecientos .\'esenia
y siete reollis y ocho ma rm•edíes de ellos corresponden a los eclesiá.1·ticos·'·1.

He mos encontrado algunos casos en que los moline ros de Casariche se unían
a los de La Roda para reivindicar sus derechos para uti lizar el agua del río Yeguas. Así
por ejemplo, en 1775 once dueños y arre ndatarios de molinos harineros acuden a cuatro
procuradores para que les defiendan. De ellos 6 son de la Ribera del Rigüelo de Casmtche
(Sebastián de Torres, Marías Muñoz, Juan Corrales, Juan de l Pozo, Felipe López y Francisco
de Mesa) y 5 de La Roela (Vicente Corra les , José de Torres. Juan Anton io Borrego. Pedro
del Pozo Ambrosio de l Pozo)~1. En otra ocasión, 1780, 15 dueños de huertas y molinos de
las riberas de La Roda y Casariche (entre los que se inc luyen algunos de los anteriormente
citados), los defiendan e n las denuncias que les tiene puestas Pedro de C ué llar, celador dd
agua del río ele las Yeguas44 .

Los c inco molinos harineros de La Roda se situaban en primer lugar seguidos con
posterioridad de los del término de Casarichc. A mediados de l siglo XVIJI había en La
Roda cinco arrendadores de molinos de pan, que wilizan t11111almenre do<-e mil setecielllos
y cinqueuw reales de vellón. También se señalaban cinco maestros de molinos harineros.
que se re1¡ularon a 1res reales de jornal dia rio cada uno. La décima ele mo linos de pan
era de seiscientos y ochenta reales de vellón al año45 . De los c inco molinos señalamos el
del Batán. que e n 1756 Juan de los Rcyc!. Q uesada de La Roda le vende su parte de este
molino de dos paradas. a José de Lara ele Badofebrero46 • Muy próximo se situaba el molino
de Los Alamos. El del Pm:blo, de dos paradas, cuya propietaria era Ana María de Godoy,
de Andujar, viuda de José Simcón Tavira y Zcrón, Marqués del Cerro ele la Cabeza, madre
de Félix Tavira. hijo primogénito y marqués de ese título (que como vimos también tenía un
molino en Casariche)4 ' . El molino Alto, estaba situado extramuros ele la Roda. lindando con
el olivar del convento de la Victoria de Estepa y el camino de Sevilla.

Ca~ariche situada en el margen del río de las Yeguas, como prolongación, y contiguo
a él. se sitúan el Rigüelo y Badofebrero4 \ entidades poblac ionales meno res dependientes de

' 2l\.-1arqués de la ENSENADA. Op. cit. AGS. Rcspues1a a la pregunta número 17 referida a Casarid,e.
'' Archivo de Proloco los. Libro 307. folio 123, fecha 24i4/ 1775,
' ' Archivo de Pro1ocolos. Libro 3 17. !'olio 77. fecha l 7i7/ 1780. Los 15 dut:ños son: Juan de la Cru1. Marín. Juan
í:.s1cban RO<lrígue,.. Antonio Escalern. Mmías M uiio1,. Juan M.inud del Pow. Juan del Pozo. Juan Cha¡>arro. Juan
Antonio Borrego. F'r nm;isco '.\·1csa. Santiago Marín. Diego G:thín. Juan Cañete. Juan Corralc,. Ju.111 del Pozo. e l
maror, y Cario, Rodríguez.
•! Marqués de la F.NSENADi\. Op. ci l. AGS. Respuestas a la pregunta, 11". 32. :n y 16 referidas a l .a Roda.
11
' Archivo de J>ro1ocolos. Libro 266, folio 304. fcchn 18/IOil 756. Cnmprn la panc del mol ino, ndem,ís ele algunas

tierra.,. al precio de 4.307.5 reales de vellón.


'" Ibíde m. Libro 28 1. folie, 357. fecha 2 li!V 1763. Diego Cnlurrón lo arrendó por cinco años a 1wón de 144 fanegas
de 1rigo tenía que pagar mensualmente 12 fanega, en la~ ca~¡is que marqués tenfo en la Roda.
"Scgtín GÓMEZ GSTGPA. <>p. cit.. pág. 19 :ipareció por primera vez el topónimo de 13adolebrero en un padrón
del 549. Expedie nle de hac,encla. Legajo 273 del A.G. Si manca~.

173
JOSÉ REINA REINA

Casariche. El padre Alejandro del Barco hacía en 1788 la siguiente indicación Rigúe/o, que
se forma de la~'fuentes que nacell en el Puntal de la Nava, 1ér111ino del lugar de la Roda, y
corre por dicho pueblo a la rivera de los molinos que flama11 Vado Febrero, dl'Sde donde
haja n Cnsariclw, y. a menos de media leg ua de éste tiene el vado llamado García'9 • El río
sigue unu dirección de sur a noroeste, que era ele curso perenne aunque ele escaso caudal.
Una parte importante ele las tierras de cultivo. huertas y molinos, pertenecían a la iglesia
(el 28,3% de las tierras cultivadas en Casariche, lo que suponía un total de 973,8 hectáreas):
destacando el patrimonio del convento de religiosas de Santa Clara de Jesús de la villa de
Estepa (962.3 has) y a lgunas pequeñas propiedades de los Mínimos (IJ,5 has)so. A mediados
del siglo XVIII había siete arrendadores de molinos harineros que les regulaban de utilidad
anual doze mil y cinquenta reales y tres maestros molineros que reg1rla11 a cada u110 de útil
diario a 1res reales. El diezmo por las décimas de molinos de pan era de setecie111os treinta
y ocho reales y dos maraFedíes de vellón 51 •

Es muy numerosa la documentación sobre los molinos de Casariche existente en el


Archivo de Protocolos referida a l siglo X VIJ 1, se citan al ele Morales~2• ele dos paradas, cuyo
dueño era Franc isco Javier Vázquez, que también lo era del de la Pasada (o Pasad illa) de
Corcoya. cuyo propietario inicialmente era el presbítero Diego Vázquez. que tras fallecer pas6
la propiedad a su hermano (cabo del regimiento de dragones de Bergia)·13• El de Francisco
Escalanle, regidor de Ronda, de dos paradas y contiguo al de Morales 5•. El del Marqués
del Cerro o Viejo, cuya propietaria era Ana M". Godoy, ele And ujar, viuda de José Si meón
Tavira y Zcrón, Marqués del Cerro de la Cabeza, madre de Felix Tavira, hijo primogénito
y marqués de ese título. El del Pueblo, de tres paradas, y el de Contero, de dos, ambos
del convento ele religiosas de Santa Clara de Estepa (conocidos popularmente como de las
MonjasfS. E l de la Buena Vida, cuyo propietario era Esteban Sánchc:t. Cantnlcjos de Osuna' 6•
El ele Bodcgui llas molino de dos paradas, propiedad de Pablo de Trava y Paredes y su cuñado
Miguel de Santcrbáez y Guerrero, ambos estepeños~'.

0
• DCL U/\RCO. Padre Aleja11dm, La antigua Ostippo y actual Estepa. Estepa. 1786. pág. I05.
"1 LAZO DÍ/\Z, Alfonso. La Desam(irti,.aeión de la$ tierras de la [gle~ia en l.1 provincia de Sevilla ( 1835-1845).
Pub licndoncs de la Diputación de Se,·illa. Sevilla, 1970. Este p;,trimonio sería expropiado mayoritariamente co11 las
desa,nor1ia1eio11e, en d siglo siguiente.
11
i\farl¡ués de la ENSEl\"ADA. Op. cit. AGS. Respuescas a la preguntas número 32. 33 y 16 de Casariche.
11 Archivo de Pr0l<>colos. Libro 300, folio 647. fecha 20/12/1772. El arrcndm:irio ese a1io era Francisco de MesH por

c11ntro ai\os y 100 realés de vellón mensuales.


"Ibídem. Libro 276, folio 6. fedm 3 1/1/1765. En 1765 arrendó el molino Antonio del PO/O por 525 fanegas.
,. Ibídem. Libro 256. folio 376. fecha 4l9i1753. Poseía un horno y pajar, adcm{i, de su presa de agua, y contiguos
do~ hucnos. El propietario en 1753 era Francisco Escalante, regidor de Ro11d,1 y se lo 111Tcnci<\ n .lua11a de l Pozo, <le
Casariche y viuda de Manuel Yluiioz. por un periodo de 9 años
"Ibídem. Libro 317, folio~l91 y 192. fecha 29/J2/1781. En esta misma fecha :1rrenclam11 los dns molinos que
poscfon en C.i-.arichc, el de Contero a los hermanos Juan y Juli,ín del Pozo (a 70 f"ancga, de lrig(> d))rnnle 4 mio,) y
t>I del Pueblo a Juan F...sceban Rodríguez (a 100 fanegas de lrigo limpio durnllte el mismo liempo).
'° Ibídem. Lihn., 296. folio 109, fecha 28/7/1772. En ese año el arrendatario era Schasti ,ln de Torres.
"lbíc.lem. Libro 271. folio 263, fecha 20/8/1759. En esta fecha le nrric11cla11 e l mo li no. 2 1 funcgas. 1111 chaparra l y una
huerta con su ca,a. a Manuel M uñoz C,11nargo por 2 ,ufos a razón ele 150 fa11egns de trigo.

174
LOS MOLINOS HARINEROS DE GILENA Y OTROS LUGARES DEL MARQUESADO DE ESTEPA EN EL SIGLO XVIII

Hubo muc hos con Aic tos que tuvieron como fondo el reparto del agua del río Yeguas.
De 1703 es un poder notarial a favor de Francisco de la Rioja (mayordomo de la hacienda y
rentas del convento ele santa Clara de Jesús de E stepa) para defender a los hermanos Antonio
y Lucía Fernánde7. en un pleito q ue como dueños de uno de los molinos del Rig üelo les
enfrentaba por el reparto del agua con Ped ro ele Valde rrama como poseedor de unas hucrtas~8•
Con el propósito de defender sus derechos en 1779 se unieron 5 dueños y arrendadores de los
molinos (Miguel de Santcrbáez Gue rrero, Ma rías Muñoz, .Juan del Pozo Rscalera, Joaquín
Merino y Juan del Pozo)59•

Igual que en los demás lugares del Marquesado ele Estepa dom inaban los contratos
de arrendamiento, generalmente por varios años, y del que más documentación existe es del
llamado del Pueblo (o de las Mo njas). po ne mos como ejemplo un contrato de 1768 e n el q ue
las re lig iosas del convento de Santa Clara ele Jesús de Estepa arrendaron por 5 años a Juan
Ma nue l del Pozo de Casariche, al precio de 60 fane¡:as de trigo limpio de huena calidad
anuales. Representaban a dicho convento: sor Juana María de los Remedios, abadesa; sor
Francisca María de tocios los Santos, sor Jua na María ele! Carmen, madres del convento: y,
sor Josefa María de la Soledad, vicaria60 .

A mediados del siglo X IX, según nos dice Madoz. e n el caso de Casariche se
mantuvo la cifra ele molinos del siglo a nterior: en cambio, se incrementó su número en el
térmi no de La Roela a seis: a media legua había una casa y 111oli110 harinero llamado de
Plei1es ...a orillas del río de las Yeguas 3 molinos hari11eros...EI río de las Yeguas que 11ace
en la siara de su nomhre, ll<'Va un curso de S . aN., yfonna en esta jurisdicción. los juncares
de la Nava ... ; sus aguas son conducidas por un cauce artificial al O. de la pohl., con el cual
se riegan las huertas y se da impulso a dos moli,ws harineros. En el término ele Casariehc e l
río de la Yeguas daba impulso por medio de acequias a 8 ,nolinos harineros cada uno de dos
paradas. y riego a 1·arios terriTorios y tiene un puente de un arco de 18 a 20 pies de alwra
a fa entrada de ta pobfación 61 •

Molinos harineros en otrns lugares del Marquesado de Estepa. Según Ma rtín


Carabeo refiriéndose a Lora de Estepa a mediados del s iglo XVI comenta ba rambi én ay otra
fuente que flam a,z de Sanria¡;o. en un pago del 1érmi110 que llaman Lora, que es1á a media
legua y 1mí.1· de fa dicha villa, en la cual ay lwerFas y cumro 11wlinos, y esra agua de la.fue111e de
Samiago se esco,ule y se seca a un aí'ío, y más. y 1res y quqrro meses sin salir gora, y a tiempos,
quc111do ay creciente.~ de aguas. sale y muelen los dichos quatro molinos.... Y, ansf pareze por la
renta y diezmo de los molinos que algunos wios 110 rentan <'Osa ninguna, y en otros poco. por la
es1eritidad de la dicha agua, y en los dichos 1ie111pos sean d.e socorrer del do G'eni t62 •

"Ibídem. Libro 2!4. folio 76. fecha 19/3il703.


"' Ibídem. Libro 3 18. lolio 109, fecha I0/5il779.
"' Ibídem. Libro 291, folio 232, fecha 13/J 2i l 768. Fir11rns de las rclig io,;as del co11v~nto.
" MAOOZ. Pascua l, Op. Cit. Tomo correspondiente" Sevilla. P:lg. 60 y 133.
" lnfonnc de Alonso Orti1. Carabeo ( l 3-IV-1555). ;\n:hivo General de Simancas (AGS).

175
JOSÉ REINA REINA

La població n a mediados del siglo XVIII ele los lugares de Lora de Estepa y
13adolatosa se cifraba en 1.1 85 habitantes (238 el primero y 947 el segundo), e l 6,72% del
Marquesado de Estepa. La producción era muy limitad a ya que contaban sólo con tres molinos
harineros. Lora con una producción de 260 reales de vellón anuales, e l 0,74%. Para esos años
hay dos molinos harineros corrientes en este 1erritorio, perlenecientes a .1·egfares y co11stan
por menor en lista que presenwn y las piedras de cada 11110 de anual utilidad, regulada
en co11sidaac:iún al 1iempo que muelen, y la de ambos as-;.iende en sus arre11damielllos a
doscie111os y sese111a reales. Badolato::,a con una producción de 720 reales de vellón anuales,
el 2,05 %; a rm:diados del dieciocho ay en el territotio de es1e Lugar una ar:eiia, o ,no/in.o
de pan, que ffam an del Portalejo, perteneciente a seglares, que su rendimie1110 anual es de
.1etecien1os y veinte reales!''.

En el lugar de Lora, e l arroyo que movía los molinos se alimentaba de las aguas
de la Fuente de Santiago, que brotaba esporádicamente durante algunos meses al pie ele las
sierras ele Estepa. Esto explicaría la escasa productividad de s us molinos, comparada con la de
otros lugares. A mediados del siglo XVlll había dos arrendadores de molinos harineros, que
urifü.cm al año un mil rrescientos reales, y ning ún maestro molinero64 . Uno de los molinos
era el de Pleités, que molía con el agua del arroyo de la Fuente de Santiago. la Fuentezuela
de Villalobos y sobrante de la de Lora. Era de dos paradas. Pertenecía al clérigo capellán
Juan Pedro Pleités. En 1765 con el consentimiento del Vicario es vendido al precio de 6 .000
reales <le vellón al también pre:;bítero Juan Jerónimo MuñoL Cívico65 . El usufructuario de
este molino y otras propiedades fue M anuel Bejarano y Fonseca, como Vicario General de
Estepa; por ello, en muchos documentos, apnrcce como el molino del Vicario. Recordamos
que éste tenía en propiedacl medio molino en Aguadulce.

A mediados del siglo XVIII se cita al molino y huerta de Lorenzo de Córdoba y


Centurión de Estepa, que d isponían de un azud o presa para retener las aguas(){,. Era de una
parada. Este molino también se conocía en la é poca como el de Las Huertas. Para la segunda
mitad del siglo los herederos del molino fueron .luan de Córdoba e l Mayor y su hijo Juan
de Córdoba el Menor, para entonces se conocía también como el Molino de Teba. En los
contratos ele a rrendamiento se especificaba que las cantidades a pagar estaban condicionadas
a que la Fuente de Santiago tuviera agua para mover los molinos67• La pugna por el agua les
lleva a algu nos vecinos a reclamar los derechos que tienen a regar sus fincas con las aguas de
la Fuente de Santiago y remanente de las ele Lora y Villalobos(•x.

''' Marqués de la F.NSENADA. Op. cit. AGS. Respuesta a la prcg11nta número l 7 referida a Lora de E,tepa y
Ba<lolatosa. Dir~cc ión Gencml ele R.:11ta, Libro 56 l.

1
Marqués de la F.:'>ISENADA. Op. c,1. AGS. Respuesta a la pregunta número 32 ele Lora <le Estepa.
"" Archivo ele Protocolos. Libro 285. folio 313, fecha 24/511765.
.. Ibídem. Lihro 253, folio 45. fecha 13/'.\II 752. AJTcndaiano en 1750 ern José de Castro <le la puebla de Lora .
., Ibídem. Libro 279, fol io 587. fcch:, 29/ l 2/1763. En este aiio ,e lo arrendaron a A11t,.mio Cordón ele Lora por cuatm
aiios y con la c1Jndición scííalada.
"' Ibídem. L ibro 299, folios 251 .252, 253 y 254, fecha 29/4/177 1. Para e llo Juan Ro<lrfpac)I Dehesa e Isabel Ferniintlel
de Estepa. y de oiro lado Joaqurn Go11dlcz. Antonio Serrano. lndakcio Horreg\l y Marg.irita del Pozo de la puebla
de Lora co11Lrn1Uron a ocho abo¡;ado,.

176
LOS MOLINOS HARINEROS DE GILENA Y OTROS LUGARES DEL MARQUESADO DE ESTEPA EN EL SIGLO XVIII

En el lugar e.le Badolatosa, e l río Gcnil, se dirige de este a oeste, de curso perenne: de
regular caudal, cauce bastante profundo y en el que no eran frecuentes los desbordamientos.
Esto permitía la construcción de una aceña. molino hari nero que tenía la peculiaridad de
estar construido dentro del cauce de un río. A pesar de que en el Catastro de Ensenada sólo
se cuenta una sola aceña, sabemos que posteriormente se c ita una nueva, y así lo podemos
constatar por los documentos investigados. En el mismo Catastro se recogen a varios
arrendadores del molino harinero que rei11la11 de útil anual dos mil doscientos y ochenta
reales. En este lugar no había ningún maestro molinero a mediados del dieciocho. E l diezmo,
en este caso la décima de la aceña. era de quare,ua reales~9•

Juan Caña Téllez de La Alameda vende en 1770 a José Martín de Bndolatosa la mitad
de una aceña para pan moler, de dos paradas, en la orilla del Geni l además de los materiale~
que tiene. Al precio ele 9.000 reales ele ve llón además del censo a favor del mayorazgo de
Francisco de Álvnrez Aceijas. Dicha aceña se situaba en el Vado de los Bueyes, en el rio
Genil y sitio que llamaban el Cortijo del Rio11J. En otro documento del Archivo de Protocolos
sobre la venta en 1779 de la parte de una aceña, llamada del Chorrerón, en el río Geni I y Junto
a Baclolatosa. Los hermanos Francisco y Sebastián López de Badola10sa se la vendieron a
Si111611 Pi no, que era propietario de otra parte de la aceiia71•

La evolución en el número de molinos de los dos lugares analizados es muy dispar,


así por ejemplo. en el término de Lora la poca cantidad de agun del arroyo expl ica que fueran
disminuyendo los molinos con el pa~o de los aiios, así de 4 molinos en el siglo X VI se paso
a 2 en el XVlll y en el XIX sólo quedaba un molino harinero que solo muele cuando corren
las aguas de la .fuentf! ch• Sall.tiago. Por el contrario, en el caso ele Badolatosa el caudal
regular del río Genil permitió la ampliación de los molinos en el siglo XJX (como ya queda
señalado). sus aguas levwlf(índolas con norias, se utilizan paro el rie!to de las huertas, y da11
impulso a 2 molino,1· harineros de 2 paradas cada unu12 .

'"' Marqués de la ENSENADA. O¡i. <.: it. AOS. Rc1pL1c~1Hs a la preguntas número 32 y 16 de Badolmo~;i.
'" Arch ivo de Protocolos. Libro 298. l'o lio 35 1. fecha 2/Si 1770.
1' lbídem. Libro 31 7. folio 123. reclou 27109i1779.

n MADOZ, Pascual , Op. C it. Tontu currc~µondien1c a Sevilla. Pág. 47 y 104.

177
GILENA A MEDIADOS DEL S. XVIII
DENTRO DEL MARQUESADO

Antonio M. Rodríguez Rodríguez

El presente trab,tjo pretende dar una visión general de la localidad de Gilena a


mediados del siglo X VIII en relación con el Marquesado de Estepa.

Como es sabido el Ma rquesado de Estepa fue creado a mediado~ del siglo XVI, con
la venta de la antigua Encomienda Santiaguista al prestam ista genovés Adán Centurión, por
pnrte de la Corona. El Marquesado comprendía un amplio territorio que abarcaba las villas
de Estepa y Pedrera y los lugares o aldeas de Aguadulce, Alameda, Badol:itosa, Casariche.
Gilena, Herrera, La Roda, Lora, Marinaleda. Miragcnil y Sierrn de Yeguas.

El Marqués poseía un inmenso poder que abarcaba a todos los sectores. El núcleo
de este término estaba integrado en el Reino de Sevilla, uno de los cuatro que formaban )¡¡
Andalucía de entonces.

Desde e l siglo X VI el crecimiento de la población es evidente en tocias las


poblaciones del Marquesado. Concretamente Gilcna. que en el padr6n de 1549 tan sólo cuentn
con 38 vecinos - unos 152 habitamcs -, llegó a multiplicar su población por siete en doscientos
años. llegando a 283 vecinos - l.132 almas aproximadamente-. De igual forma ocurrió con
el resto de las poblaciones excepto Pedrera que redujo su población a la mitad. En un padrón
anterior al del Catastro de Ensenada ( 1751), en e l de 1744 tenía Gilena 220 vecinos - unos
1.100 habitantes - y el posterior censo de Floridablnnca de 1787 nos confirma este progresivo
aumento con 1605 moradores.

Si comparamos las distintas localidades del Marquesado en el año del citado


Catastro, encontramos a la cabecera Estepa con 7.188 habitantes. Pedrera con 849 y Aguadulce
con 172 almas por c itar las más cercanas a nosotros.

Para estos años ele mediados de siglo la lasa de natalidad er;.1 ele un 41,5 "loo, cifra
normal para aquella época y la ele mortalidad llegaba tan s6lo al 18,8 º/oo, muy baja para
esos años. De todas formas estas cantidades son aproximadas y muy lejos de la realidad,
puc/ito que todavía el recuento tanto de bautismos como de defunciones no era riguroso ni
fiable. Las causas más importantes de mortalidad catastrófica la~ tenemos en las e pidemias
ele fiebres terciarias o palúdicas, las disenterías estivales y en menos ocasiones e n las crisis
de subsistencias (sequías y carestías).

179
ANTONIO M. RODRÍGUEZ RODRIGUEZ

Los moradores del lugar de Gilena. nuestros lejanos tatarabuelos, recibían unos
curiosos nombres simples y compuestos a la hora del bautismo; si nadan niños ¡)odfan
llamarse: Manuel Ramón Bernabé. Ciriaco Anton io de la Concepción, Amadeo María de
Jesús. Acisclos o Zoilo y s i eran niñas: Francisca Josefa Práxedes de los Dolores, Gertruclis
Josefa o Bernarda Ramona de los Dolores. En cuanto a los apellidos de estos nombres
ya ex istían algunos de los que ha n llegado hasta ahora, corno Amador, Á lvarez. Carv,ual,
Del Castillo, Chía, Díaz, García. Gutiérrez. Gómez. Gordillo, Gálvcz, Guerrero. Guerra,
Gonzálcz. Jaro (Haro), Joyn, Jurado, Luna, Molina, Muñoz, Montaño. Morales, Moreno,
Morillas, Martín. Ponce, Páez. Del Pozo, Romero, Ruiz, Rodríguc1.. Ramírcz, Reina . Rivera
o Segura. Otros tantos no han continuado entre nosotros.

La sociedad e n todo el término del Marquesado estaba estructurada ele forma


estamental, piramidal y privilegiada, forma típica de aquella época donde unas pocas personas
laicas y eclesiásticas se repartían la mayor pnrtc de las rentas. En Gilena. según el Vecindario
de Ensenada de l759, obtenemos lns siguie ntes c ifras: '"Vecinos útiles nobles" 1, ·'vecinos
úti les pecheros'' (los que pagaban una renta o pecho al señor) 59, "vecinos útiles jornaleros
nobles•· O, '"vecinos útiles jornaleros pecheros.. 197, '·pobres de solemnidad nobles'' O, ·'pobres
de solemnidad pecheros·· 2, "habitantes noble:-.•· O. ··habitantes pecheros·· JO. ••viudas pobres
cuyo estado no consta" 32. Este es e l desglose de vecinos o habitantes legos. mientras existían
13 eclesiásticos seculares.

E l desarrollo urbanístico de Gi lena g iraba en torno a su parroquia, que fue


construida a mediados del siglo anterior, como centro desde donde partían las distintas
calles. Estaba comunicada con el manantial del Ojo - Calle Toledo -, con los caminos de las
poblaciones más próximas - Calles Osuna, Écija -. con las huertas - c::illes Del Agua y Jardín
-, con la ribera y los molinos - calles Cruz y Nueva - y con la vecina Pedrera - calle Triana
y calle de Pedrera -. El resto de calles hasta completar la cifra de 17 lo componían las calles
Ig lesia. Molinos, De la Plaza, Del Ojo, Cal lejuela el Risquillo. Del Caño, De la Sierra y De la
Cubcrtilla. La mayoría ele estos nombres han llegado a la actualidad y algunos no.

En estas calles había edificadas. según del citado Catastro un total de 240 casas,
de las cua les 231 eran habitables y 9 arruinadas. Sobre alg unas de estas recaía el tributo de
la gallina o el pago de cinco reales y medio al Marqués. por el establecimiento del suelo. No
obsrante y según In Comprobación de las Respuestas Uenera les he llegado a contabilizar 271
en el casco urbano y 26 casas de campo diseminadas por su término y que correspondían con
huertas. molinos, graneros o por4uerizas. Las cifras no coinciden y se puede deber a los d iez
años transcurridos entre un recuento y otro, lo que confirmn nuevamente lo anteriormente
expuesto. el crecimiento gradua l de la población.

La rclacicín entre las calles y las casas que contenía cada una de ellas era como
sigue: las calles más pobladas eran la calle Nueva con 50 casas, la calle ele la Cruz con 44 y ln
calle Toledo con :w. Le seguían las calle Jardín con 22. Osuna con 17. Iglesia con 16, Mol inos
y Écija con 15 cada una, la Plaza con J4. del Agua con 11. el callejón del R isqui llo con 7, las

180
GILENAA MEDIADOS DEL S XVIII DENTRO DEL MARQUESADO

calles del Ojo y Tria na con 6, la ele la Sier ra con 4, en las calles de la Cubertilla, del Caño y
de Pedrera I y por último 2 casas en dos callejuelas sin nombre.

Todas las calles estaban ocupadas por casas con más o menos dependencias según
el estatus socioeconómico de las fam ilias, aunque se d.ifercn<.:iaban poco. lle tomado como
ejemplo una casa de un vecino con unas características parecidas a la media de todas. Se la
describe así: el vecino tal "1iene por sus bienes t11ws casas de fábrica humildes, compuestas
de un cuerpo, cocina, cuarto. cámara y corral. Consiste .rn.freri/e en trece varas y media
(unos JI metros) y el.fondo de dieciocho (unos 15 metros) y se regul6 su arrendamiento en
cincuellta y cinco reales. "

Con todos estos datos. he calculado la longitud aprox imada ele las calles de
entonces elaborando un plano comparativo de Gi le na. donde podemos observar e l desarrollo
urbanístico del siglo XV III en relac ió n al actual.

L P•tfOCI' -'ól Jn~:.lld.o ~,,,.q,,a..


L llrfhln :,..,1,.., 51"lr. ~c-1• $ ,1 11,1
t· Corn¡lkt'I Pohdt'f>Ci(l1••(/ P1<,-ln,1 M 11"\lLlp~:
4. Ccnc,u U• 'I)• lvHd11p lr &, ,\ 1Ju•f'lo 'P'~u .,1..::dc:~
,,, H1blfo l j <:i. PUblir..
6, (~. P. ) 1,,.0 Com1lc~
.-2:..Gtlil•<I•··~ M ~ : ,- C:, t,o \lf#IJCl¡ul d( i
l . P.a"lll Jd o¡,-.
?- Polr,,t' '"º fodu;:UW •ciJf:1111
it.A)un•.nU..r\:-t

El resto del término estaba repartido en a l menos 62 partidos o pagos en los que
se ubicaban las tierras de labor, las huertas, las ala meda~, las viñas, lo~ molinos y demás
explotaciones agropecuarias.Algunos ele ~us nombres ha n mantenido su nombre como los de
Iporn, Cerón. Juncal, Yesares, Cerro ele la Plata, . ..

Llegados a la mitad de siglo la economía se basaba principalmente en la


agricultura. füta junto a la ganadería ocupaban a la mayoría de los pobladores. hasta 259

181
ANTONIO M. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

entre jornaleros y ''peujaferos" (pegujaleros o pequeños propietarios) que comprendían este


sector econó mico; a l secto r artesanal e industrial que abarcaba a los maestros de los d istintos
olicios pertenecían 23 personas y a l sector servicios integrado por el notario, el médico o el
maestro correspondían 26 profesionales. El resto de la población lo componían los " pobres
de solemnid:id"- viudas. a nc ianos. enfermos y menores-. con 24 personas y los eclesiásticos,
por tíllimo que ascendían a 13.

El cultivo agrícola estaba repartido a lo largo de las 5.043 fanegas y media de


tierra que tenía nuestro término, cantidad que comparada con el Marquesado se situaba en
cuarto lugar por detrás ele Estepa (30.000). Sierra de Yeguas (9.050) y Alameda (6.662) y en
segundo lugar de nuestra act ual comarca. Del total de fanegas tocias eran productivas, siendo
la mayor parte - 5.000 - dedicadas a cultivos de secano y sólo 43 fanegas y media explotadas
en régimen de regadío. G ilena estaba por encima de la media, que da un 75% para las tierras
productivas y un 25% para las improductivas.

En cuanto al aprovechamiento y calidad ele las tierras he de indicar. por ejemplo,


que en los cultivos de regadío 3l fanegas, que suponían el 72%, eran <le primera calidad, LO
fanegas (el 23.3 %) eran de segunda y sólo 2 (el 4 .7%) eran de tercera calidad.

Los cultivos ele secano más importantes cran el cereal y el olivar, mientras el
chaparral, el 1mtjuelo ele viñas, los pastos. los matorrales y el monte bajo completan e l resto.
El cereal ocupaba 3.602 fanegas de las cua les 1.800 (el 50%) eran de primera calidad, 900
(el 25%) de segunda y otras 900 fanegas <le tercera calidad. El olivar suponía 1.248 fanegas
<le las que 624 (el 50%) eran de primera calidad, 300 (el 24%) de scgund:i y 324 (el 26%) de
tercera calidad. A estas se le ag rega 60 fanegas de viñedos con 20 para las tres calidades. Y
las dedicadas a chaparrales, que eran 90. también estaban repartidas en igual ntímcro a las
tres calidades. Las cifras igualmente son las más altas de tocios los <latos que nos ofrece el
Catastro de 1751.

En un documento ele 1769 aparece un censo con el nombre de los agric ultores de
los lugares d e Gi le na y Aguadulce. En él se comabil izan hasta 264, de los cuales la gran
mayoría serían de Gilena por la diferencia de población que había entonces.

Las huertas, que eran regadas por el A rroyo <le la Ribera nacido en el manantial de
El Ojo, estaban repartidas a lo largo de las ori llas del arroyo y se cultivaban árboles frutales
(morera, higuera. mam:ana, membrillo, ...) y hortalizas varias.

Tanto los productos de secano como los de regadío tenían un valor establecido,
por poner algunos ej emplos, la fanega de trigo valía l."i r':'.ales, la arrobn de cebada 7'5, la de
aceite valía 13 reales, las de uva, manzanas y rncmbrillos a 2 reales.

Las especies ele ganado que abu ndaban en el término de Gilena eran la~ de vacuno,
cabal lar, asnal. mular, cabrío. lanar y de cerda. Además se practicaba la apicultura con un
total de 139 colmenas, el 6.7%, del toral - 2.059 - con un beneficio más bien bajo de 4 reales

182
GILENAA MEDIADOS DEL S. XVIII DENTRO DEL MARQUESADO

por colmena que generaban 556 reales, de los 10.772 de tocia~ las poblaciones juntas. Dentro
del Marq uesado sólo los lugares con sierras tenían colmenas, como Estepa con 91 1 o Pedrera
con 173. Por último se cultivaba Ja seda que en esta localidad llegaba a tener un valor de 396
reales, lo que suponía el 11% del total de la comarca, que generaba 3.520 reales.

De la especie caballar existe un legajo en el Archivo Municipal de Gilena donde


se registran los censos ele anima les pertenecientes a esta variedad. He tomado dos de ellos,
uno del año 1756 y el otro del año 1764. Aparecen como "Registro de yeguas" y el cual viene
dividido en varios grupos:

Yeguas Potrancas Potros Caballos padres Domados


1756 55 24 6 3 2
1764 101 34 25 4 13

El registro es de lo más curioso y minucioso a la vez, puesto que nos aporta además
del nombre de la persona a la que pertenece, la marca o el sello del hierro que lleva e l animal
y que viene d ibujado en el margen izquierdo del folio, el tipo de animal, si está herrado, la
edad, el nombre, el color del pelo y otros detalles físicos. In altura dacia en cuartas y en el caso
de las yeguas si tenían algún mamón o mamona (una cría).

"Manchuela, Hortelana, Culebrina, Marquesa, Esparragucrn, Reina Mora, Zurriago,


Barberecha, Gazpacha o Bandolera'', eran algunos de los nombres que recibían estos animales
y guardaban. en general, mucha relación con el entorno en el que vivían sus propietarios.

Las condiciones de trabajo de la mayor parte de la población, que eran los


trabajadores del campo o jornalero~, eran muy penosas al ser estacional el trabajo y sólo
se ocupaba a toda la población en las dos grandes recolecciones: el trigo en verano y la
aceituna en invierno. Durante el resto del año tenían que buscar otras actividades para poder
sobrevivir. En estas graneles propiedades lo normal era el absentismo del latifundista que
colocaba a ndministradores o ..aperadores" y cobraba las rentas de sus tierras.

Lo que cobraba un jornalero por día trabajado cm dos reales, de todas formas en
algunos lugares a parte del sueldo recibían a l día tres libras ele piin, la cuarta parte de una
libra de aceite de baja calidad y algo de vinagre, de excelente calidad. porque .,ienclo fuerte
se consumía menos. Cuando recibían estos dones preparaban el guzpacho que era el alimento
básico y perfecto para desa rrollar su trabajo en las jornadas estivales de la siega.

Por encima de los jornaleros se encontraban los pegujaleros, pequeños propietarios,


que µo<líun ser seglarc:; o eclc~iásticos y disfrutaban ele mejores condiciones.

Al sector artesanal, maestros en los distintos oficios. aparecen tanto en el Catastro


como en la posterior Comprobación tres maestro~ de a lbuñ ilería, tres maestros de barbero, un
maestro de herrero, tres ele zapatero, uno de carpintero. tres de molino de pan, uno ele sastre,

183
ANTONIO M. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

un calero y un yesero. Sus ingresos osc ilaban entre los tres y cinco reales d iarios y hace
pensar que disfrutaban de unas condic iones mejores suponiendo que el trabajo fuera diario.

También aparecen otros prolcsiona les esta vez con los ingreso:. a nuales que
recib ían, desde tenderos, abastecedor de tabernas, estanquero de tabacos. panaderos, arrieros,
carreteros. mesoneros, hasta sangradores. criadores de seda y cortadores de carne. Sus
ganancias oscilaban desde los dosc ientos reales de los sangradores hasta los mil seiscientos
cincuenta del estanque ro.

No aparece ningún cantero e n Gilena, profesión muy extendida en la actualidad, ni


en otros lugares de la a ntigua Encomienda. Sólo es Estepa e n donde se datan ·'doze maes1ro.1·
de p edrero, a seis reales, y dos ojiz,ialés. con qu.arro'', incluso uno ele ellos, que aparece como
maestro picapedrero. comercia o tiene un arrendamiento relacionado con el oficio e ing resa
por ello tres mil setecientos veinticuatro reales de vel lón al año. Según Aguilar y Cano son
diecisiete canteros los que había. Así Estepa se configuró en un centro repmado de cantería
con un peso específico dentro del Barroco andaluz, j unto a otros núcleos como Antequcrn.
Écija y Cabra.

Uno de los canteros más afamados en Estepa es Juan Antonio Blanco que tra baja
con piedra de alg una ·'sus canteras del Moralc:ia o Gi!ena". Pudiera ser que este cantero
fue ra el maestro picapedrero que anees he menc ionado. En su largn carrera realizó tra bajos
con piedra ele las cantenis de Gilena en una obra para reformar el puente sobre el río
l31anco en Aguadu lce y otras en Sevil la, Écija. Marchena, Osuna y la más sorprendente es
la contratación de llevar toda la piedra para la obra de la nueva catedral de Cfü.li.z. a llá por el
año 1785. Así lo de muestra unn de las claúsulas del testame nto que realizó en 1790, en donde
aparece que "se halla a nuestro cargo el abasro de piedras para la nueva catedra! de la
ciudad de Cádiz". Con este cantero comienza una famosa saga, la ele la fam il ia Blanco que
continúa su h ijo Pablo. cura de Aguadulce.

No era sólo esta fami lia sino que llegó a existir un verdadero gremio ele canteros
que curiosamente todos ellos vivían en la calle Roya . Así aparecen José Bla nco, José Pércz,
Francisco Prieto, Juan Prieto, Juan de Fuentes, etc.

En la relación ele los partidos o pagos del término de G ile na anterio rmente c itados,
sí aparece uno de ellos con el nombre de la Cantera, y que por la proximidad al cam ino de
Estepa se trate de la actual cante ra, todavía en explotación, situada en el margen izquierdo de
la actual carretera en di rección a Estepa. Esta j unto a la del Moraleja, antes citada. confirma
la ex istencia de al menos dos canteras en el término de nuestro pueblo. Y por lo expuesto
anteriormente se puede desprender que pied ra de Gi lena llegara a alguna de las obras
anteriormente nombradas.

De este sig lo únicame nte he encontrado una cruz de piedra, como recuerdo de
a lgún fallecido de forma viole nta, con fecha ele 1789 que pudiera haber sido labrada por
alguno de los ca nteros r~eñaclos.

184
GILENA A MEDIADOS DEL S. XVIII DENTRO DEL MARQUESADO

Por su gran importancia dentro <le nuestro pueblo y como consecuencia lógica de
una economía mayormente agraria, voy a tratar ele los distintos molinos que había en él y en
todo el Marquesado. Molinos harineros hubo hasta 32 de los cuales 9 estaban ubicados a lo
largo de la Ribera de Gilcna. con una producción de 10.639 reales, !>uponiendo un 30% del
total. Casarichc. con 8 molinos. Aguadulce con 7, La Roda con 5, Lora con 2 y Badolatosa
con l completan la lista. Aparecen con estos nombres: Molino el Allo. molino de don Carlos
Velase.o, molino de las Torrecillas, molino de la Casería, molino del Cerrillo. molino de la
Fuente del Rey, molino ele la Pasada. molino de Carlos de Vera y molino ele la Venta.

En cuanto a los molinos de aceite, en 175 1 aparece sólo uno de dos vigas, pero diez
años más tarde se comprueba que hay tres con un total de siete vigas de un total ele 111 vigas
para todo el territorio. Dos de estos molino~ pertenecían al Marqués. uno estaba situado en el
Ejido y otro en el término de Ipora. el producto anual de ambos era de 3.900 reales cada uno;
el tercero era propiedad de Manuel del Castillo. de rccicnle construcción y situado en la calle
Triana, cuya producción ascendía a 1.950 reales.

Al último sector ck la economía, los servicios. se encontraban lo~ que tenían unos
mayores ingresos, el boticario recibía 1650 reales anuales, el notario 440, el maestro 600,
por citar algunos. Todos estos ingresos provenían el Común o Ayuntamiento pedáneo en
nuestro caso y debía pagar a estos funcionarios. Este se quejaba en 1751 de que no tenía
bienes propios para atender "el salario del médico, cirujano, maes1ro de primeras letras
11i con qué hacer casas capiflllares, ni demás obras ptí&ficas". Además debía mantener a
catorce milicianos que a veces eran repartidos en casa~ particulares al no po~cer los bienes
necesarios el Común.

Toda la producción de las distintas actividades econom1cas tenían cargas


impositivas, repartidas entre !res destinatarios: la Iglesia, el Marqués y la Real Hacienda.
Era el Marqués quien se l lcvaba la mayor parte. Entre tantos impuestos se e ncontraban
los de los Diezmos, Primicia y Voto ele Santiago que le suponía a Gilena 32.512 reales.
las Alcabalas llegaban a 4.823 reales, la Correduría y Almotacén 750 reales. el Servicio
Ordinario y Extraordinario alcmm,ba los 750 reales. el impuesto ele Paja y Utcn~ilios 60 y
por último el curioso tributo ele la gallina (o cinco reales y medio) por cada casa constru ida en
terrenos del Marqués. Nuestro pueblo era uno de los que más aportaba con 39. 452 r~alcs, un
7% del total del Marquesado. Otras poblaciones como Estepa 165.410 reales, Pedrera 26.231
y Aguadulce 12.189 reales.

En los elocnrnentos estudiados aparecen a medir,dos de siglo el nombre de varios


alcaldes pedáneos: en 1751 era Cristóbal Gt1t iérrez, en 1756 y 1761 aparece Diego de Gálvez
y algunos años más tarde en 1764, es Juan Macías el alcalde.

Si el Común se quejaba ele que no te nía caudales para edificar Casas Capitulares
en 1751. n lo mejor esta queja no caylS en saco roto puesto que d icz años más tarde aparecen
"unas Casas Capitulares nuevas en la calle Nueva. consi:;te su frente en diez varas y el

185
ANTON IO M. RODRÍGUEZ RODRIGUEZ

fondo en seis". edificio municipal del Ayuntamiento q ue ha permanecido hasta mediados


del sig lo XX.

La institución de crédito rural, depeodiente del Ayuntumiento, estaba centrada en el


pósito. Aunque existían desde a ntes es a mediados ele siglo cuando llegan a tener su mayor
auge. Dentro del Marquesado ex istían pósitos en todas las poblaciones excepto en Aguadulce
y Ma rina leda. Los fines del pósito eran los del préstamo de grano para la siembra y para el
consumo en épocas ele carestía. En Gilena los documento~ más antiguos del Pósito son del
año 1752 y en ellos aparecen los recibos del préstamo con su correspondiente hipoteca en los
que se puede comprobar la cantidad de grano entregado y que se deberá pagar al final de la
cosecha - el veinticinco ele julio - ..con más un Celemín de c reces por cada Fanega", que era
lu ganancia que recibía el Pósito. En 1761 aparecen dos edificios del Común, m10 situado en
la ca lle Écija con el nombre de Pósito Viejo y otro en la calle de la Cruz, haciendo esquina,
llumado Pósito Nuevo. En este lugar se mantuvo hasta su desaparición en los años 70 del
siglo XX.

En cuanto a la enscñanZH pública primaria, al no ser obligatoria. no existía en todos


los pueblos del Marquesado. En Estepa habfrt 6 Maestros de Primeras Letras y 2 Preceptores
de Grarn6tica, en Badolatosa, La Roela. Pedrera y Gilena tan sólo impan ía clases un Maestro.
Sobre el ele Gi lena, en el año 1761, puedo dcci r que se llamaba Juan de Escobar y era naturnl
de Osuna,. 1nteresaba al Común de dicho Lugar la cantidad de 600 reales al año, cantidad no
muy elevada si la comparamos con otros oficios.

De la primaria saltamos a la enseñanza superior universitaria. Se impurtía en


la vecina Osuna que desde el siglo XV] lenía Universidad gracias al empeño de los Duques
de Osuna. Durante el siglo XVIII nuestra comarca tuvo una importante representación en la
misma, de~tacundo Estepa con 10 estudiantes más un colegial, le seguía Pedrera con 4 más
un colegial, Gilena con 4 estudiantes y La Roda con uno. Los estudiantes gilcncnses eran:
Antonio Díaz que fue ·•examinado y aprobado e n Filosofía. en Filosofía Moral y en Lugares
Teológ icos", Manuel Díaz y Gálvez, estudiante de Filosofía Moral, Francisco .losé Gálvez,
aprobado en fil osofía y Antonio Roclrígue1. que fue "examinado y aprobado de las clases de
Medicina''. Todo~ ellos estudiaron en el último tercio del siglo.

Gracias al crecimiento económ ico y al aumento de la poblac ión, nuestra parroquia


no fue ajena a ampliaciones y mejoras. Una ve7. fundada oficialme nte en 1720. se manda
montar el retablo mayor, se adquieren varias irm\genes como la Virgen de los Dolores, en
1772 parn acompañar al Jesús Nazareno ya ex istente, la de San Juan de la Palma. el Cristo
yaciente y se trae un órgano.

l)e las Hermandades existentes a mediados de siglo, dcdu7co con los documentos
consultados que al menos había tres en esta localidad. En 1703 aparece la ·'Cofradía del
Santísimo. la imagen del Santísimo y unas andas'". lo que hace suponer que dicha hennandad
sacaba en procesión a Jesús en la Semana Santa. aiios más tarde en 1756 aparece e l dibujo
de una cruz griega igual que e l de hoy día. que es el emblema de nuestra Herrnflnclad. en

186
GILENA A MEDIADOS DEL S. XVIII DENTRO DEL MARQUESADO

1760 está organizada la Hermandad del Santo Entierro y en donde figuran varios de sus
cofrades y por último a partir ele 1798 -ya con las tres imágenes ele ahora - se funda la actual
de Jesús Nazareno y la Virgen ele los Dolores.

Otra hermandad que debería funciona r es la ele la Virgen del Rosario, que desde 1703
aparece en la parroquia una imagen de la misma, que unido a la antigua tradición y arraigo
de esta fiesta en nuestro pueblo a~í se puede considerar. Y por último, esta sí confirmada
documentalmente, está la Hermandad de la~ Benditas Ánimas del Purgatorio, como en otros
lugares del Marquesado.

Las fiestas religiosas más importantes además de la Semana Santa y la de la Virgen


del Rosario, es la del Corpus la que recibe mayor parangón como así se demuestra con las
quejas del Común, que en 1751 no tenía dinero parn ''hacer con la decencia devida lafiesw
del Corpus''.

Estas fiestas alegrarían en p.irte el ánimo ele nuestros antepasados, que si no tenían
bastante con las epidemias, las enfermedades. tantos impuestos y en general las malas
condiciones de vida, en 1755 sufrieron el gran susto del siglo con el famoso terremoto de
Lisboa y el ..tsunami" que asoló la costa atl,íntica andaluza. El seísmo no produjo víctimas
mortales, pero sí daños materiales e n nuestro Marquesado.

BIBILIOGRAFÍA

"Actas de las I Jornadas sobre Historia <le Estepa": El puente del arroyo de Gilena: un
ejemplo del desarrollo ele las infraestructuras en la expansión del siglo XVI, ele Juan
Ro1mfo Tirado y Francisco Ledesma G.ítnez.

"Actas <le las llI Jornadas sobre Historia de Estepa": El Patrimonio Artístico-Religioso ele!
Marquesado de Estepa en los primeros años del siglo XVIIL de M" Encarnación Escalera
Pérez y Joaquín Octavio Prieto.

'Actas de las l V Jornadas sobre Historia ele Estepa": Panorámica de de los procesos
histórico-demográficos ele Gi lena desde el siglo XVUI al XX, de Margarita Rei na Roca
y Marcial ele Castro Sánchez: La Inquisición y la Vicaría de Estepa, de Juan Aranda
Doncel.

''Aproximación a la Historia de Gilcna, s. XVIII, XJX y XX". José y Jesús Mª Reina


Reina. Gilena. 2001.

- "Apuntes históricos ele la villa de Herrera y su entorno", de Francisco J. Jurado Muñot,


Herrera. 1997.

- "A rchivo Iglesia Parroquial ele Gilena". Libro~ de Bautismos y de Defunciones.

187
ANTONIO M. RODRÍGUEZ RODRiGUEZ

- ''Archivo Municipal del Ayuntamiento ele Gilena". Legajos nº 144 y libro nº 86.

- "Catastro y Comprobación de his Respuestas Generales. 1761". Archivo General de


Simancas, Valladolid.

- "Censo de agricultores de los lugares ele Gilena y Aguadulce''. 1769.

·'El Coleg io-Universidad de Osuna,(1548-1.824)''. Mª Soledad Rubio. Sevilla, 1.976.

- " El Marquesado de Estepa. 1751. Según las Respuestas Generales del Catastro de
Ensenada''. lntroducción Joaquín O. Prieto Pérez. Colección Alcabala del Viento. Madrid.
1.996.

- ..Gilena hace doscientos cincuenta años'·, Antonio M. Rodríguc1. Rodríguez.. Revista ele
Fe ria de G i lena. 1.997.

- ·'Memorial Ostipense". Antonio Agu ilar y Cano. 1.886.

- "Semblanzas Estepeñas.., ele Antonio Rivcro Ruiz. Estepa 1.994.

188
LA CANTERÍA EN LA SIERRA SUR
A LO LARGO DEL SIGLO XVIII

Jesús M" Reina Reina

l. INTRODUCCIÓN

La util ización fund amentalmente del lad rillo como materia l <.le construcción e n
el siglo XVIH, en la Andalucía occi<.lental'. ha eclipsado 1.os trabajos rcalirndos con otros
materiales como la pieclra 2 • No obstante, son muchas las referencias, casi siempre de forma
indirecta. las que se han hecho sobre el trabajo ele la cantería·'. L a intcnei6n en par le de
este trabajo es la de recordar muchas de las obras que se real izaron en la Sierra Sur, las
trnsccndentes y las no tanto. y sus autores, parn comprender la dimensión que tu vo esta
actividad económica e n el siglo XVIII~. El total de las obras y la~ numerosas piezas que
se exportan a otros Jugare~ nos hacen ver que la cante ría alcanzó, ~i exclui mos la actividad
industria l de hoy en día. su máx imo apogeo ta nto en la calidad como en la cantidad de
trabajos artísticos.

No cabe la menor duda de que en gran medida el auge ele estas obras a rtísticas está
directamente relacionado con e l esplendor de l estilo Barroco. Este estilo alcanzó su máximo
desarro llo en el interior de A nda lucía a lo largo del siglo XVIII. sobre todo en los grandes

1 Trnd ici1>n11lm;;,nte en
Andalucín se han distingu ido do, área, ,011 estilos <1rquitcctónico, diferentes: la occidrntal v
UaJa ,\ndalucía. e n la que prcclominn el uso del ladrillo. y 1:, orien1al o Alta Andalucía. donde predomina el uso ele
la piedra. En ,uaiito a la occide ntal. coincidente con el Reino de Sevilla. abarcaría las rmvincias de Sevi lla. C,ídiz,
Huelva y el noroeste de Málaga. lo qu~ j11n10 a Córdoba. nos lrnrá entender bien el ,\rea de influencia de la eanlerfa
de la S ierra Sur.
' Como recoge FALCÓJ\ MÁRQ UEZ. Tcodoro c11 Lt, arq11i1ec111rn {'n la Baja A11dc,/11cí(1, l listoria del Arte d~
Am.laluda. lomo VL pág. 28 1. lo m~s frecuente es que se utili,a,cn e l empico de una técnica mixta. ladrillo y piedrn.
c~m última para elementos e~tn1c1urale~: marcos de puerta,. ,·cntanas. pilastras, etc. Por rnnto. pan.-ce exagernda
la con,idcrnción de que sólo íuc im¡,011:uue el uso del ladrillv en limpio o virolado . .,egún comemaba el prüpio A.
S:mcho Corhacho.
1
· Ha,w el momento las aportaciones, cíccl uadas sobre todo por investigadores de la c,p,,cialiclacl de l-li., toria de l

,\ne. ,e h1111 centrado en la descripc ión pormenorizada de al¡;111111s obras artística, y en la ~0111¡n1rac ión ele estas según
los d noncs establecidos. En el mejor de lo, casos. no, pode rnos cncomrar eon breve, rcfcrcn('ias de los trabajos tic
algún cantero más destacado.
0
En una época clonclc preclo111ina uc forma imperante e l wctor agrícola-g:uindero, aun ,rnh en el mundo rurnl. se
desarrolla un.i actividad artesanal con una grnn importancia pma la zona por ,u, reperc11~1onc, ,ociocconómicas. Y
e, que ,on muchos los artista, que vienen o ,e forman en la ;,ona y nos dejan la, improntas de sus trabajos aquí y
fucrn: :,on muchos los que directamente, los cantero,. e indircctamcmc se vinculan C(>n el sccmr.

189
JESÚS M' REINA REINA

núcleos <le población agrícolas, todo ello en consonancia con un período de relativa calma
política. En realidad será n el clero y la nobleza los grnndes beneficiados <le esta pujanza
económica con la subida de sus rentas, lo que provoca un aume nto de las construcciones y
mejoras en los edificios relig iosos o palacios a través de las cuales manifiestan su poder no
sólo económico sino también social.

Esta rivalidad entre unos y otros, generará una pugna por mostrar la mejor iglesia o
el mejor palacio. Una prueba de ello es que se crean una serie de ejes de la pres1111ci611. que
coinciden con determinadas calles, en los que se comprueba esta competencia, en algunos
casos desmesurada. En la Sierra Sur, mientras la mayoría de las localidades de la comarca,
ante la ausencia de clases nobiliarias y anle iglesias pobres y únicas, permanecen casi ajenas
a la intensa actividad artística\ se distinguen algunos focos, como Osuna6 y Estepa', en los
que se pueden contemplar estas luchas ostentosas.

2. EL NIVEL SOCIOECONÓMICO DE LOS CANTEROS

Lo primero que debemos aclarar es la dificultad que entraña determinar quiénes


son estos a rtesanos de la cantería si tenemos en cue nta el nombre profesional con el que se
idenlifican o se les identifican. En los diversos documentos nos podemos encontrar con el
término maestro pedrero. maestro picapedrero. m.iestro cantero, e incluso en los documentos
que trntan de una misma persona, como Juan Anto nio Blanco, según el momento, nos
podemos e ncontrar con la cal ificación <le: cantero, maestro en a rquitectura en especie de
piedra. maestro cantero, maestro c.intero de arquitectura, maestro arquitecto y maestro
picapedrero - estas dos últimos son las denominaciones más utiliz.adas y. evide ntemente,
no tienen e l mismo sentido. Todo esto es más complejo si afiadimos el caso de algunos,
como el maestro cantero Andrés Za bala, denominado "arquitec10-alarije'', o bien el de otros
que siendo ante todo arquitectos-a larifes, como Antonio Ruiz Florindo, en a lgunos casos

' El dc~arrollo artístico en los lugare., y p111'11/as dependiente~ de (),¡una y Estepa no alcanzaron nunca mismo nivel.
,ólo algunas localidades como Casaricl1e ultiman la cons1rucció11 de su iglesia, en este caso :1 cargo del alarife
de Estepa, Nicolás Baulista Morales, por u11H cantidad csli111a<la de 15.UUO reales de vellón, según Archivo de
Protocolo, Notnriales de Estepa. Libro 247. folio 168. fecha 17/03/1946.
6
En el caso de Osuna se pueden observar ha~ta dos ejes, calles San Pedro y calle Sevilla. en la que las clases m{i,
poderosa,. casi siempre los nobles. mue,;rran ,u supremacía a m1vés <le sus ca-.,~ se1'ioriales.
'En el caso de Estepa está motivado por la pugnil de las diferente, iglesias (lo, Remedios. la Asunción y el Carmen),
, e clistingue un posible eje que rewrrcrín la c¡iLJe f\,1esones. Lln Estepa nlllcha, de es1as con,trucciones son casi del
mismo período de forma que "Las pm-ro1¡11ias. q11e 111111,.,. ,,.,wban sobrad11111,,111e indecenll's, .,e pu;ieron ig,wlme111,•
co11 /11 ma_,•or dec1·1wia i'II 1ie111pos de dicho; i:;,,cm11. Setiores .. ."DEL BARCO GARCÍA, Alejandro. ú1 11nti¡¡11<1
O>1ippo y la acwal E.,1<'/XI. pág. 275. Estepa 1994_ En esto misma obra ,e reconoce c.lÍmo 111 intensidad de csws
con~truc,iones de dehe a la lleg;,da cid :-<'pllmo marqués de C!srepa y su ,:spo,;;1 en oclul>re de 1736 ·'110 se desd,,1i11ro11
de salir ¡,erso,wlmc1111' por las calles a pedir y recoger !ti\ muclias li1110511as qu<' ofr,•cía11 IIJ.\ fieles .. : · No ob~tantc,
lodll r arccc indicar que son principalmente· las hermandades, no tanto el marqués de Estepa. las que sufragan lo,
ga~1os de estas cons1ruccioncs, comv la hermandad de l Rosario de Nue,tni~ Scñorn del Carmen que pagó 22.000
reales de vellón por la portada de piedra de dicha crmirn, Archivo de Prolocolos No1ru·ialcs de Estepa, Libro 28 1,
folio 550, fecha 2211 lil 763.

190
LA CANTERiA EN LA SIERRA SUR A LO LARGO DEL SIGLO XVIII

puntales nos ofrecen trabajos de cantería. Parte de esta confusión se debe a que todas son
actividades gremiales relacionadas con la construcción y, por tanto, algunos arquitectos
pueden ejecutar proyectos asociildos a la cantería, o bien algunos canteros pueden realizar en
ocasiones algunos trabajos más acordes a los de un a lari fe.

Pa ra pode rnos centrar sobre el número aproximado de personas que se dedica ron a
dicha actividad, nos limitaremos en principio a los datos que nos ofrece el Catastro de Ensenada
en las respuestas 33"R. Según éste, en la Sierrn Sur sólo se d istinguen tres localidades con
maestros canteros o maestros pedreros: Morón ele la Frontera -"Dos canteros con el j ornal
de seis reales CÜ' vellón diarios"-, Osuna -"Tn's canteros, con el jornal de dm· y m artillo
rndes cada uno''- y Estepa - "dvze maestros de pedrero, a seis rea les, y dos oji'i:.ia!es, con
quatro". E n pri nc ip io se p uede apreciar una clara localizac ión de la actividad además ele una
importante desproporc ión en cua nto al número ele personas que se dedica n a dicha actividad.
También, según este mismo Catastro, nos resulta muy curioso que se distinga en Estepa,
conforme a la 34ª'1 respuesta. "a un maesi ro picapedrero, tres mil setecientos veinte y quatro
reales de vellón al aiio", aspecto que analizaremos posteriormcnte1º.

Si aceptamos como valido e l esquema socioeconómico que fija el profesor L. Carlos


Álvarez Santal6 para Osuna 11 , e incluimos e n el mismo modelo la socied ad moronense y

1
C"a1astro de E:--ISENADA. Rcspu~rn Generales, Archivo G.:neral de Si mancas. Dirección General de Rentas. Libro
56 1 o en ALVAREZ SAl\l TALÓ. L. C. Os1111a 1751. Se111í11 las Respuestas Gen<'rales del Ca1a.1·1ro de Ensenada. y
en PRIETO PÉREZ, J. O. C/ Marc¡11e.rndo d<' /;sl(pa 1751. S1,g1í11 las Resp11es/a.1· del Cata.\lro d,• Ensenada. mubos
de In colección " Alcabala del vicn10", n"43 y 7 l respccti va111,:11t~. L<1 pregun rn 33" dice: " Qué ocu¡,m ·imws de Arles
11w1·á11icos /,ay .-11 I!! Pueblo. con dis1i1l{'i611, como AI/Jaíii/es, Cal/teros. Albéiwr1•1·, Herl'e/'os. Sox11ems. Zapaie/'os.
Sa<ires. Pera_vr.-.,. T1')edores, Sombrerero.<, Ma11gui1.-rm .1 Guanlel'os. ,·1c., ,•.1¡,lkm11la e11 cada Oficio de los que
hul'iere el 111ímero que haya de Mae.,11·os. Oficia/e.,. y Aprendices; y qué 11/ilidad le pue,le re.\11//0r 1rabaja11do
111rm11iet11e de .,·11 ,,ficio, al día a cada ruw··.
' F.sw preguma dice: "Si hay en/re los Arrisl//.í' al¡.!uno que. ienie,ulo caudal, haga prevención de Materiales
,·orrespo11dit•111e.1· 11 su propio O(,cio, o" 111,·os. pam velllli'I' 11 los demás. o l,h·i(,1·e 11/gli11 o/ro Co111erl'Ío. o e111m.1·e
t'J/ A1·rendamie1110.,; ex ficar quiénes, y lo uri/idad c¡1w rnm idere11 le puede q111'do1· al año a rnda uno de los que
/wvirse".
'" Estepa al finaii,nr el siglo XVIII cucnw con diecisiete cuntero,. según AGU ILAR Y CANO, A11101110. tvle11wríal
O.rii¡,e,1s,·. pág. 263. Granada 1975.
' En /\LVAREZ SANTALÓ, L. C , op. cit., pp. 3 1-33 no, encontramos con lo , ig11ientes e,ealal'onc~: renta cero:
lo, mend igo, . 100 en Morón. 500 e n O,una y 243 en Estepa; renta de 270 rc.ilcs: lo, jomaleros, 2080 en :\1or6 n.
a 3 rea les: 2.500 en Osuna, a 2 realc~ y ¼ por día; y 1.075 e n E stepa, a 2 rc;i lcs por día aprvxiina<lamenrc (se
comptHfül los 120 días que aconsejahan las instrucciones del Ca1as1ro): rentas de 400 a 560 re:iles, los cochero,
u 2,25 reales. con uno, 250 días de trabajo: los criados de con\'Clllo, carteros, apc,1dores agrícolns, etc.: rentas de
700 a 800 reate,. con ingresos de 4 a 4 ,5 reales diarios y 180 días de rrnbajo. t¡ue era lo con,iderndo como normal.
lo.~ aguadores. barbero~. caleros. zapatero, remcndone.\. maestros artesanos: hem1dores, calderero,. plareros. cte.:
n111estros de escuela. abogados .sec11 fnms y procuradores; r~ntas de 900 a 1. 100 reales. con ingreso~ de 5 a 6 rcalc~
dim'ios y 180 ci fas <le trabajo , los rnac,tros: zapateros de obra prima, alfareros. albañiles, abog.,do8 eclesiásticos.
cirujanos. e tc.; 1~11tas ele 1. 100 a 1.800 reales. co11 ingreso de 6,25 a 10 re;i lcs d iarios y 18() día de trabajo a l
.iño, los pequeños negocios. y altos cargos burocrát icos, cuiticlorcs. sastre,, carpinteros ele co11strucción. herreros:
bodegueros. carniceros, arrieros. carreteros, etc.: alto~ cargo~ de la cárcel. elóeribanos, médicos: rentas de 2.000 a
5.000 reale,; al ai10: Vicario y No1ario cck<iá.,tico. boticmio. tracantes de frurn, y comestible,. rabcrneros. horneros.
carreteros. etc.; ~upcrior a 5.()()0, 1rntantc~ de grano y aceite. negocio de calderería. mereadere~ de lencería.

191
JESÚS M' REINA REINA

estepeña. teniendo en cuenta que las profesiones y salarios son muy parecidos. descubrimos
una situación muy desigual entre los maestros canteros de Morón, Osuna y Estepa. En el
caso de Osuna a estos maestros se les podía considerar. dentro ele los que tienen trabajo,
con sus 2 reales y 1/4 al día. pertenecientes al nivel social más bajo, muy parecido al de los
jornaleros. con la diforencia de que éstos sólo trabajan 120 días y los canteros 180. según las
e~timaciones que se daban en el catas/ro. En cambio, en Morón y en Estepa. los oficiales y
los maestros estarían considerados como grupos sociales intermedios. Esta desproporción
del número de trabajadores y de los salarios se debe a que en Osuna, básicamente, lo que
hacen es extraer de las canteras una piedra arenisca, blanda, de mala calidad, y por tanto poca
valoradn para la construcción tanto dentro como fuera de la villa; mientras tanto, en Morón
y en Estepa, se va a explotar la piedra cal iza, un recurso natural ele la sierra muy apreciado
por su caliclad, sobre todo por su dureza; en especial destacó la piedra sepia ele las t:anteras
ele Estepa y Gilena. Además .se labrar.'in otras piedras de gran calidad. que requerían un alto
nivel ele maestría, todo en medio de un contexto geognífico. junto a algunas localidades de la
campiña en plena eforvescencia económica, con nulos recur os ele piedra buena.

Pero, ¿de dónde proceden esto canteros? Se sabe que la mayoría de ellos o de sus
ascendientes proceden del norte. ya que aquí, en Andalucía. no era normal hacer uso de
la piedra en la construcción y. por tanto, tampoco había trnclición en la formación de esta
actividad. Sobre todo la construcción de algunos edificios en Sevilla. como el palacio San
Tel1110. palacio Arzobispal y Real Efürica de Tabaco. atrajo a muchos canteros; a partir de
este momento. muchos se formaran en estas obras.

Este es el caso del vizcaíno Andrés Zabala, natural ele Bolivar, del cual se tienen
noticias en 1733 sobre su participación en los trabajos ele San Tclmo12. Tras una imensa
actividad a lado de artistas de prima fila. sabemos que en 175 1 estaba ubicado en Morón.
siendo él uno de los dos canteros que se mencionan en el Ca1a.1·tnP; es el momento en el que
se construye la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla con la piedra moronense. Desde inicios
del aílo 1759'ª hasta finales de 1768 se establece en Estepa con su esposa, Catalin::i ele Escobar
y Carrasco. Su elevado nivel artístico marcará sus obras y las obras de otros canteros ele
la :wna. ele forma que se le puede considerar como una figura clave en todo el entramado
artístico ele la Sierra Sur. rinalmcntc se traslada a Jaén. donde desarrolla las últimas obras
de su vida.

" Rl\l AS C AR MONA. JESÚS: t:I /)(ll"rO/'O e11 F.str¡," y ti eme de lo rn1111•d": la 1wrrada del Carmen y s11 a11l1H,
Actas ti<., la 11 l Jumadas de I li storia de fütcpa. 1998. png 4?7 ,
11
ANTONIO-MIGUEL BER::--IAL: i\llrm!11 175 1. SeglÍ11 los N.esp,,e.,ta., G1'11er11!t·s del Cmas11·0 de l.i11se1wd11 de la
,olc..-ci(1n '"Akabala ucl viento'". n" 9. ccl. Tabapres,. )Vl¡¡drid l 9lJ0. ¡_n\g. 7 1.
14 Al([llila Lrnas casas para cinco aiio, por 1111 valor de 2.200 rcalc., . lo que i11dica que ,u permanencia en Es1cpa no

pre te ndía ser de larga duración: Archivo de protocolos Notariak, de F.,tcpa. Libro 268. folio 144. 91'.'1/159. Aiio,
111,\,- tmde decide vender l,l~ casas de su propiedad d,· Morón. lo t¡ue apunw a t¡ue -,e encuentra muy a gu,10 y. decide.
defini1i,·amcnte. romper con el pasado del;" c.an1eras de Morón: ihíde111. Libro 274. folio 13. 29,111/ 1761 .

192
LA CANTERÍA EN LA S IERRA SUR A LO LARGO DEL SIGLO XVIII

En cuanto a Juan Antonio Blanco, el cantero más importanl<.: de nuestra zona en


especial por la cantidad de trabajos que real iza, sabemos que su fam i Iia era procedente
de la localidad de Soto, en Ribadesella (Asturias). Se instalan en Sevilla, donde nace, en
torno a 171 5, y se forma Juan Antonio Blanco, hasta en 1747'\ año en el que se casa con la
estepeña Cata! ina de Morales. Su d i[atada vida y su intensa actividad laboral le convierten
en el cantero más prolíforo ele la comarca. Pero su situación alcanza un determinado nivel
socioeconómico que no es propio de un simple maestro cantero. Y es que, con toda segu ridad,
el maestro picapedrero a l que ~e refiere e l Catastro de Ensenada, con 3.724 reales al año, es
Juan Antonio Blanco, hecho que le sitúa en un nivel social altísi1110.

Lo má<; 1lamativo es que e ta situación la vive ya en 1751, cuando sólo lleva algunos
años instalado en Estepa, lo que indica que su status económico nú solo es fruto de su trabajo.
En una <.le sus primeras obras, dentro de las que tenemos clocu memos que lo atestiguan,
en concreto relacionado con trabajos para el convento de la Merced Calzada de Córdoba
e n 17501\ llega a recibir hasta 8.000 reales de vellón a cuenta de un trabajo; según este
docu mento apreciamos que su nivel es incluso más alto ele lo que en pri ncipio habíamos
<;upuesto por el Caiastro de Ensenada y, además, nos encontrarnos con una pieza clave, la
de su suegro Nicolás Bautista de Morales. Éste último aparece como fiador que garantiza la
entrega de parte de la obra que resta por concluir.

Todo parece indicar que la situación profesional tan ventajúsa de la que disfruta
Juan Antonio Blanco es en parte fruto de su matrimonio. o mejor dicho, de su vinculación
familiar con Nicolá:, Bautista, su suegro. uno de los alarifes más destacados de Estepa.
Además comará con el apoyo de éste, como ya se ha d icho antes garantizando la entrega de
SU) trabaj os. incluso con pequeñas donaciones de tierras "porque 110 tiene más hijas que Dº
Catalina y no necesifa las tierras para s11 mamaenci<ín" 11.

Alcanzado un aceptable nivel económico, Juan Antonio Blanco muy pronto centra
parte de su cmpefio personal en conseguir también el reconocimiento social que le distinga
de ser un simple artesano. En base a un real privilegio que eximía ele la comribución de las
alcabalas1H, solicita primero éJI'\ posteriormente j unto a Andrés Zabala y Francisco Bonilla, el
que se le reconozca el mismo ''pril'ilexio, franque-:.a s y exenciones que S.M. les h.o conferido
a los demás profesores de dicho arte de la arq//itecrura''20• Este interesante documento nos
demuestra que su propia consideración no es la de simple picap<.:<lrero sino la ele alguien que se

,i P:1ra saber más consultar DÍA7, FERNÁNDEZ. E. A., Nmas de camerí11 o.,·1ipe11se: 111(111 A111011io Blonco, ca1111,ro y
arquirecto, l ,11 bom1orio de Arte. Deparlmnento de Hi~1oria del Arle, Cni,·ersidad de Sevilla. nº 16. 2003. pp. 507-52.\.
11
' Archivo ele Protm:olos J\'otarialesck Es1epa, L,hro 256. folio 296. 1H/I O1750
17 lbídcm. Libro 264. folio 321. 1/1111755. Po~1eriormc111e. el pmpio Juan Antonio Blanco acabará devolviendo

dicho o livar a su suegro por ''el f)<)<"II co1wci111i1'11to que lie11e e11 d 111m1ejo del campo··. en el mismo arch ivo, libro
264. lolio 369. 30/12/1755.
"Se 1rn1a de un ¡;ravamc 11 sobre la~ comprnvc111as que rnnsistía en el pago tlel 10% clcl precio de las venia~.
;; Arch ivo de Prntocolo, Nornrinlc.s tle Estepa. 1.ibro 275. folio K9. 8/ 3/ 176 1.
~• Ibídem. Libro 275, folio 247. 4/8/1 761.

193
JESÚS M9 REINA REINA

encuentra en un nivel superior, en este caso maestro del arte de la arquitectura 21 • Es la primera
vez que nos encontramos con un documento donde usa el ..don·· como seña de distinción.

Pero su obstinación por conseguir esa distinción social22 Je lleva incluso a reclamar
legalmente, desde noviembre de 176323 , su condición de hidalguía. que se supone le
corresponde por familia paterna, solicilando parn ello, en varias ocasiones, las partidas de
bautismo y casamiento de su padre, Juan Blanco, y la de sus abuelos a la parroquia de San
Salvador de Moro en Soto, además de otros datos, como el oficio que desempeñaron. Todo
parece indicar que finalmente su solicitud es admitida por la Sala ele los Hijohidalgos de la
Cand llería de Uranada 24.

3. LAS CANTERAS Y LOS ARTESANOS CANTEROS

En cuanto a las canteras que se explotan durante este período, en el caso de Osuna
parece evidente la continu idad con la actividad de los yacimientos de siempre; su localización,
al menos ventajosa para el transporte, permite que. con facilidad, se obtuviesen los sillares. En
realidad se trata de continuar con una tradición artesana l, no valorada, que se ya había tenido su
momento culminante en el siglo XVI con la construcción ele la Colegiata y ele la Universidad.

La construcción de la Real Fábrica de Tabacos ele Scvi lla motivó el que se activase con
cierta intensidad la extracción de piedra ele lns canteras de Morón, una caliza distinguida por su
color nlbcro. Sus cualidades y la cercanía con respecto a la capital provincial, convenían a estas
canteras en un lugar atractivo. También se extrajo picdrn caliza y mármol de la sierra de San
Pablo ele Montellano para la construcción. por ejemplo. de la ig lesia de dicha localidad en 1730.

En Estepa también se habían explotado anteriormente canteras ele arenisca. la conocida


con el nombre de los Canterones. No obstante. todo parece indicar que. desde la segunda m itad del
siglo XVI I, se ponen en marcha la explotación de canteras de caliza 25. Esto explica In atracci6n de
la villa para IM artistas y artesanos ele In cantería. Entre las canteras que aparecen mencionadas
en los diversos documentos, se pueden citar: la Franca, en el partido de los Canterones. la del

11
Este liccho ex plica, como ya 8e dijo ,111teriorme111c. l¡ue utilin,c diferentes tlenomin.icionc~ profosion~les.
de,raca11clo como m:h ex traña este J e 111aes1ro <le l .irt~ ele la nrqui1c·1;turn.
"Su holgur:i CCO!llfolica le perm ite dom,r s11 1rab.ijo. de 451 dfas y medio. para la solería y enchap.tdurn del camarín de
la ig le;i.t ele los Remedios en 1781 -81. según HERl\°ÁJ'\Ot::Z DÍAZ. J. SANCHO CORBACI IO. A. Y COLLANTES
Dh TERf\N. P.: Cwálago Au¡ueológico y /\l"IÍ51ÍC/J d,., la Pro,-incia de Se,·illa. T. IV, Se,·illa. 1955. pág. I05.
11 Archivos de Protocolos l\otariale, <le fatep;i, Ubro 278. folio. 245. 27il l/ 1783.
1·1 Ibídem. Libro 306. folio 4&4. 5/6/1775. Otro hecho significauvo. c,1 medio de todo este proceso por dcmo,trar su
nobleza. e, el ingre,o de su hijo. Antonio Manuel Ul:inco Morales Pére, y Román en la orden cleric;1l. Sus padre,
y abuelo, matemo., contribuyen con 20.500 rcalc, tic vdl\\n e11 11,ufruclo: es cu rioso que Antonio Manuel Blanco
utilice el apellido de su abuela paterna. Ibídem. Libro 289. !olio. 378. 17/1 J/1 767.
'' El maestro canlero Migt•d Blanco. en torno a 1675. ,-: c11carga decondudr panidas ele pieclra para sci, pi lare., pnra
la igk,ia del SaJv,,dor ~egún SANCHO CORBACHO. ANTON IO; Al'qui1ern1ra barroco snillww di•/ si¡.;lo XVIII.
ccl. Co11,CJ\l Superior de Investigaciones Científicas. rci111pre,o Madrid 1984, p,íg 64.

194
LA CANTERIA EN LA SIERRA SUR A LO LARGO DEL SIGLO XVIII

Majuelo de Luque, la del Moralejo -en algunos documentos. curiosamente, llamado ~ armolcjo-
y algunas, sin especificar cuáles. en Gilena. El hecho de que se reconozcan la explotación de
canteras en Gilena corrobora el hecho de que numerosos documentos localizados en Écija se
haga alusión a la piedra de buena calidad de Estepa o Gilena, dependiendo del lugar de donde
se extrajera ésrn 2(J. Por otro lado. es también curioso que muchas de estas canteras se reconozcan
como propiedad de Juan Antonio 131anco. ha~ta el punto de que todo apunta hacia un i mperantc
monopolio en el sector de la cantería de este artesano, artista o/y empresario.

Todo indica que. como es lógico por otra parte. lo~ trabajos de la piedra se hic ieran in
situ, en la misma cantera de la que se había extraído; ello supone un ahorro en el transporte. La
mayoría ele los trnbitjos eran los propios de una actividad artesana l. consistente~ en el labrado
de sillares -las medidas más usuales eran los sillares de 20 y 22 pie cúbico- y, en ocasiones,
de columnas - con mediclns. normalmente, de 3,5 varas de altura y 22 dedos de planta 27- con
sus basas y capiteles. Pero también hay que reconocer que en algunas ocasiones estos cantero~,
cuando los encargos así lo especificaban. trabajaban con piedras de otros lugares, sobre
todo aquellas de diferentes colores: jaspe encarnada, de Cabra; negras, que podían proceder
de Benamejí, Luccna, Campillos y Badolatosa; de aguas. de Antequera y Lucena: y otros
mármoles de El Rubio, .iunque en este caso. al igual que Badolatosa. estas canteras no debie ron
ser grandes explotaciones. Todas estas piedras eran utili,rndas sobre todo para pavimentar o

"' REINA REINA. JOSÉ Y J ESÚS M": A¡,mxi11wciú11 a /11 1/istoriu ch, CJilena, ,i¡¿los XVIII, XIX y XX. Gilcna 21lOJ.
pág. 102.
'' Purejemplo. Archivos de Protocolos '-lowrialcs de P.,1epa. Libro 923. folio 57. l 9!02,..17f>8.

195
JESÚS M' REINA REINA

cómo zócalo en las iglesias o conventos, siendo más complejo su tratamiento ya que requería
pulimentado y abrillantado, para lo cual se utilizaba los asperonesny mucha mono de obra.

Uno de los trabajos artesanales que se hacían con cierta frecuencia era el de fabricar
piedras aceiteras o de molino. Para las primeras, con formas cónicas. se contrataba ciando las
medidas del diámetro y de la batalla o generatriz29. Para los molinos de harina se utilizaba,
principalmente, la piedra blanca y bravía de la cantera el Hacho 10•

Teniendo en cuenta los recursos tan óptimos de la zona, no res u Ita extraño comprender
que el número ele artesanos en Estepa, oficio que se transmitía de generación en generación.
fuese muy cuantioso. Para hacernos una simple idea podemos citar a algunos de ellos para
comprender la dimensión que adquirió este trabajo, como: Sebastián Rodríguez3 1, Francisco
Illanco12, Francisco Blázquei':S, A ndrés Zabala"4, Francisco I3onilla, Julián del Villar15, José
del Vi llar'6, Nicohís y Ceferino B lanco37 y, sobre todo. Juan Antonio Blanco (columnas

" E11 AGUILAR Y CANO. A. op. cit. pag. 37:l. cuando .,e comenta ,ollre e l ¡,avimenLo y zócalo del camarín de la
iglesia de los Remedios. se dice que: "/»s osperones que .,.,, 11.1·oron ¡wm el hrwiido .,.,, traía11 o f"arrctada.1". Pa,cual
Mi,dol e11 el Oin:ionario geogrdjico-estarlístico-hisrórico de Andalucía: Sevi lla, Editori.i les Andaluza Unidas, D.J _.,
1986, pág. 84. c irn la cantera de aspe rones de la Senda.
"Tene mos con,tancia de ,ilgllnos c,mteros qlle rea liz.i bnn este tipo de 1n1bajo. como los 1rn1estros Francisco Nieto el
mayor y el menor que preparan Iras piedras de molino por enc,irgo con "o/1um de 10 c1.1ar1m; co11 lo /,(llalla de media
hara y do.,· d1,dos" con destino Morón. To ídem . Libro. 260. fol io 288. 2 li 12/ 1753.
·' ' MADOZ. PASCUAL. op. cit.. 1>{tg. H4.
" E, nno de los primero, maestros " pedreros", vecino de Estepa. <le los 4ue te ne mos constancia. En 169., se le
abona 100 ducados de vellón por una pila y pileta de piedra blancr1 para la capil la haLJtismal para la iglesia ele Sllnta
María de É.cija en HERNANDEZ DÍAZ. J. SANCHO CORBACHO. A. Y COLl.ANTES DE TER ..Í.N, P.: Cardlago
Arqueológico y Artísticu de la J'rovi11cia de SePilla. T. JIJ. Sevi)fa, 1955. ¡xíg_ 286.
:i.'.! Del hermano de JlHlll Antonio Blanco tenemos co11st<tt1ei<1 de rilgunos rn1ln1jos en O.sunc1: una colt111111nta y algunos

pedestales parn el Coleg io de la U nivers idad en Arch ivo de Protocolos Notill"Íil les de Estepa, Libro 260. folio 60.
18103/1752; y una cruz de piedra para la plaza Sal itre en il,ídem. Libro 264, folio 659. 22/1 1/ 1756.
.'.\ 1.os pies de los dos pulpiLos y las esca leras de mflnnol encarnado de la iglesia de San Gil en Écíja: adem{is
dos pila.1 de agua bendita. Recibió por Lodo. el 17 de mao.o 1774. 6_000 reales. en HERN ..Í.NDEZ DÍAZ, J ..
SANCHO COR RAC HO, A. Y COLLANTES DE TER ..Í.N. P., o p. ci1.. Tomo 111. pr.g. 143. También realiza obras
de cantería p¡ira la iglesia de Sta. l\ hiría de Écija e n Archivo de Pro1ocolos Not<1riales de faLe¡>a. Libro 322, folio
311, I0i07iJ7SI .
.,., Por 1764 clos portadas. rodapié exterior y gracias del pre bisterio de SHn Juan en Écija. rec ibe 12.000 reales
J-IERNÁNDEZ DÍAZ. L SANCBO CORl3ACIIO. A . Y COLLANTES DE TER.ÁN, P.. op. cit. Tomo lll. ¡xíg.
305.
·" Este granadino hace I¡, enchapadura de la iglesi;, y la sacristía de la iglesia de los Remedios ( 1768-1769).
HF.RNÁNDF.Z DÍAZ. J. SANCHO CORBACHO, A. Y C:O1.1.A]'.;TF.S DF. TF.RÁK F., o p. cit. T. IV, Sevi lla,
1955, pÍlg 60.
' '' El 20 de j1dio de 1792 se concede 512 reales por las gracias de l allilr de Santa .A.na 1728 real.:s por el enlosado
de Ja iglesia en HER>IÁNDEZ DÍAZ, J. SANC HO CORBACHO. A. Y COLLANTES DE TERÁN. P.: Cmú/ago
Arq11n1/ógico y Arlístico de la Pro,·incia de s,,.,i/lu, T. IV . Sevil la, 1955, pág. 111.
:,, Hijos de Juan Antonio 131anco que realizan trabajos para Sevi lla y Cádiz. en DÍAZ FERN.ÁNDEZ. E. A.: Obras
de cw11ería ostipense e11 lo Ca/edro/ de Sevilla. lsidorianum, Centro de Estud ios Teológicos de Sevilla (CETS}, Aíio
XII. n" 24c. 2003. pp.491 a 503

196
LA CANTERÍA EN LA SIERRA SUR A LO LARGO DEL SIGLO XVIII

del convento de la Me rced Dcscalza 38• el c rucero de Sta. María de Écija">, el enlozado y
enchapadura del convento de San r-ranc isco de Estepa40 , otros trabajos pa ra la iglesia de Sa nta
Cruz de Écija41 , pavimento y zócalo del camarín de la iglesia de los Rcmedios42) .

Por último, recordar que de la cantería se beneficiaron otros sectores como los
carreteros, imprescindibles para e l traslado del material hacia otos puntos, ya que gran parte
de los trabajos que se realizaban en Estepa y Morón eran exportados a otros lugares. En
Estepa. en las ocasiones en que se hacían contratos con puntos lejanos, como Sevi lla, con un
considerable volumen de piezas , los contratos con los carreteros eran muy nume rosos4.\.

4. LOS ARTISTAS CANTEROS Y SUS OBRAS

Como sería muy dif ícil recordar con detalle todos los artistas de este periodo y
sus obras de arte, ente ndiendo como tales las verdaderamente creativas, para fina lizar
nos centraremos en cuatro obras que suponen una clara referencia - no es difícil encontra r
paralelismo entre las obras de arte de la zona, por eje mplo Sancho Corbacho e mparentó con
gran acierto las torres de los conventos de la Victoria de Éc ija y & tepa•·1 y de la Merced de

"Es el primer trabajo de l 4L1e tenemos referencia. Se 1ra1a ele una serie tle columnas 4ue utilirnní el arquitecto
Alonso G1ímez de Sandoval, e n 1952, parii l.i conslrucció11 del principal patio de dicho edificio. El contrato de
Juan Anlonio Blanco le cn111prometfn a e11rreg,1r 50 columnas: Archivos de Protocolos Notarialt:S de Estepa, Libro
258,folio 296, 18/1 O/ 1750.
1' Pa1ticipa directamente en la~ obras de e~rc crucero en 1758, recibiendo 48 reales por la primera piedra que

se coloca; en esa misma piedra se le hac,~ ttna inscri¡xión '"pom perpeiua memoria"' HERNÁNDEZ DÍA:Z, J.,
SANCHO CORBACHO, A. Y C:OLL ANTbS DE TERÁN, F.. üp. cil., pág. 288
~' La primera por un valor de 1 1.213 rea les y 23 maravedíes, con la condición de 4ue debíu h;ice rse en un ailo, desde
febrero de 1759 a fehrero de 1760 .Archivo de Protocolos ele Estepa. Libro 271 , rolio 42, 4i2/l 759; la segunda por
11520 reales. lbítlem, Libro 272, folio 11)4, 24ill.li1760
" En 1764, aunqlle se mencionH a Ju,111 Selws1ifin Blanco. se supone que es un error y . en v,mfatl. ~e lrnta de Juan
Antonio Blanco. HERNÁNOEZ OÍA7., J., SANCI 10 CORBACHO, A. Y COLLANT ES DE TERÁN. F., Op. cit..
pág. 277.
" Enlre 179(! a 1779 dirige los trabajos de la colocación del pavimento y tld LÓCHlu dd c;im<1rín de los Remedios.
"con gasws de alrecledor de los dm mil q11i11ie111n., durns. El mármol negro que se usó procede de 8a11a111ejí, <•!jaspe
e11c,1mado de Cabra, la piec/r(I tle <1¡¡1111.r d<' la C(lmorra de A11teq11era y la sierra de Araceli. y otro) mármol<'., de El
Rubio" en AGl/11.AR Y CANO , A. op. ci t pag. 373.
'' Así nos encontramos 4ue en 1767. por ejemplo. se hacen 15 contratos con carreteros de: Este¡:,;1 (9). La Roda
de Andalucía (5) y Gi lena ( 1); a lguno< apo11an varias can-etas lo que suponían un lolal de 20 c,irrela~ que desde
principio de aiío. entre el 11 de febre ro y el() de 111ar1.0, 1rnsladaban las mercancías hasrn linali w r el vernno, casi
siempre se hacía referencia al dfa de Si111 Miguel: o bic, n en 1768. en el que aume11La la cantidad de contratos: Estepa
(26. más 2 de Éója que 1t!~iden en fatepa), Oilcna (9), La Roda de Andalucía (5). Peclreni (4), Paradas ( 1). Los
contratos esrnblecidos eran de 5 re:1les y 3 1/4 por cada pie c úbico tle ,sillar 4ue se transportase, y 75 reales por cada
columna.
44 El cnntero And1·és Zab11ln dcbfó ¡,articipnr 1.·11 la ,cg1111da i'a,e de consirucción. según RI VAS CARMONA. J ESÚS,

La torre de la ViCIOl'ia de Evi~¡,a y s11s 111.1WI'~.,, c:n la IV Jornadas de Histori a de Estepa, Estepa 2000, pp. 283 a 298,
el cantero A11drés Zaba1.1 debíó p:1nicip:1r en la scgu11da fase de co11strucci611.

197
JESÚS M' REINA REINA

Osuna4~-, cuatro obras en la que podemos encontrar una evidente eonexión4 '' que nos apunta
a una estrecha relación entre estos arti stas: la casa del marqués de la Gomera de Osuna, la
fachada de la iglesia del Carmen de Estepa, la fachada de la Cilla del Cabildo de Osuna
y el Pósito Municipal de Osuna. En principio cuatro obras de cuatro maestros con rantal>
similitudes entre sí que ha supuesto y sig ue suponiendo un verdadero problema reconocer la
autoría ele cada una ele el las.

...,

-~~~
1 ~~ t

. .
- -
.-·~·i•~m'·· ·.---v-~~r.~
~

De la fachada dól palacio Andrés Tamayo, posteriormente marqués de la Gomera, se


puede decir que es la obra más importante desde el punto de vista artístico47 de Juan Antonio
Blanco - alg unos estudiosos duelan ele su total autoría y la relacionan con otras construcciones
de Osuna. Su portada, "diseí'ío rubricado por D. Andrés Tamayo", consta de tres panes: la
primera con columnas pareadas decoradas por molduras mixtilíneas que enmarcan 111 puerta de
entrada: la segunda con balcón ondulante con baranda decorado por columnas salomónicas, a

'5 Parece ser 4ue en 1775 Antonio Ruiz de Florindo se incorpora a la const.n11xió11 de las partes más re presentativas.
la fachad11 y la torre. en 1775. Este arquitecto . nacido en Fuentes de Andalucía, akmwa su nivel de maestría e n 177 1,
desarrollando ,u tnrea eonstruetiva entre los a11os 1773 a 1778 en Osuna según OLLERO LOBATO. f'Ri\NCISCO
y QUl l.ES GARCÍA. FERNANDO. F11e111es de Andalucía y la arquitec11.1m barroco de lo., Rui~ Florill(/o, Sevi lla
1997. pp. 126 y 127.
"' Entre 1758 a 176() lo, mae~tros Juan Antonio Blanco y Andrés Z,,ba la trabajan juntos cu el camarín de la iglc:sia
de lo, Remedios de Estepa en HERNÁNDEZ DÍAZ. J. SAJ\CHO CORBACHO. A. Y COLLA:-.ITES DE TERÁN.
F.. o¡,. cit .. T . IV. Sevilla, 195:'i. p:lg. 103. A finales del siglo XVJII. Juan Antonio Bbrnco y Pedro Manuel de Godoy
trabajan jumo, en el la reconMrucción del puente de Aguadulce. en Archivo de Protocolo, de E.stt:pa, Libro 3 14.
folio 10. 30/01/1779.
" También podír1111(1s con,iderarotra, como la portada lateral de la iglesia de San Juan de Marchena. <.:t>mpu<:,la por
dos grnndes columna~ que st>portan un entablamento curvo en SANCHO CORBACIIO, A., op. cit.. pág. 246.

198
LA CANTERÍA EN LA S IERRA SUR A LO LARGO DEL SIGLO XVIII

su vez enmarcadas por un bocelón ondulante; la tercera un frontón curvo partido que enmarca
el escudo de la fami lia. Todo este conjunto resalta aún más con el blanco de la fachada y la
cornisa mixtilínea, que le da sensación de movimiento. Para hacer esta obra, Juan Antonio
Blanco tuvo que contar, nuevamente, con el apoyo de su suegro, quien le fía 8.000 reales como
exigía el propio Andrés Tamayo. El contrato establecía el pago de 33.000 reales al final izar obra
y obligaba que el trabajo se terminase en un año, iniciándose su tarea en agosto de 1764. El
acordar que "ta piedra se ha de sacar y labrar donde convenga a Juan Antonio Blanco". nos
hace suponer que dicha piedras fue extraída de una de sus canteras48 •

la Hermandad del Rosario de Nuestras Señora del Carmen, que se veneraban en


la llamada entonces ermita del Santísimo Cristo ele la Sangre de Estepa, encarga a Andrés
Zabala49 la ejecución de la fachada de dicha iglesia; e l contrato le obligaba a que finalizara
su trabajo antes del I de septiembre de 176550. En la portada de la iglesia del Carmen de
Estepa, con aspecto muy movido. se diferencian dos partes: la primera con cuatro columnas
corintias y la segunda, el ático, destaca la hornacina con la virgen del Carmen. El paralelismo
con la fachada del marqués de la Gomera - la d isposición de las columnas, cornisas y otros
elementos- es evidente. No obstante lo más peculiar es el uso ele piedra de color negro que
se embute en la piedra blanca, piedra caliza de la zona; este efecto decorativo se puede
considerar como algo novedoso para la zona" .

. '~

1 •

\ - tJ 1 :

j ,U l

i
..;;

i
.

•~ Archi vo de Prmo,olos Notariales de Estepa. Libro 283. folio 186. 25/9/1 764,
••También había realizado en t764 obras comv las dos portadas. rodapié c,-1erior y grndas del prebistcrio de San Juan
en Écij¡i, por lo cual rc,ibe 12.000 n:alcs HBRJ\ÁNOEZ OÍA7.. J., SANCHO CORllACHO. A . Y COLL1\NTES
DE TF-RAN. F.. Op. cit.. Tomo 111. pág. 305 .
.., lbfdem, Libro 281. folio 550. :!2/l l.'176}.
" P.ora saber m{is consultar RIVF.RO CA RMOKA. JESUS e11 El lwrrnco ,,11 fa1ep<1 y el ane de In rn111ería: la
pr11wda del Cmw,,11 y su awor, Actas de la~ 111 Jonrnda, ,obre Hi, torin <le Estepa. fatcpa 1998. p¡, . 407 447.

199
JESÚS M' REINA REINA

En cuanto a la fachada de la Cilla del Cabildo, de 1773 según su inscripción, es


la obra que consagra a Antonio Ruiz Florindo como arquitecto52. Se combinan el sillar de
arenisca, amarillento, frente a la piedra cal iza, blanquecí na, de a lg unos elementos decorativo'.i
(pilastras, relieves y otros) lo que genera una combinación polícroma bastante ocurrente. Se
presenta con un conjunto de 5 pi lastras -compuestas por losetas cuadradas con forma estrellada
y otras rectangulares, más pequeñas, con dibujos mixtilíneos- que recorren de arriba a bajo
toda la fachada, enmarcando las puertas y ventanas, las que a su vez quedan enmarcadas por
un bocelón ondulante. La puerta presenta dos cuerpos: el primero con columnas corintias,
también enmarcadas por un bocelón; la segunda con los jarrones de azucenas y. dentro de
otro bocelón, un relieve de Santa Justa y Rufi najunto a la Giralda, todos símbolos del cabildo
cntedraliceo; la cornisa se remata con un frontón ondulanté', recordando a la fachada de la
casa del marqués de la Gomera.

Por último, de la fachada del Pósito Municipal de Osuna, una obra de carácter civil,
podernos decir que su proyecto inicial se atribuye a l maestro alarife Pedro Manuel de Godoy,
fechado en 1772. Hasta hace poco dicha fachada ha sido de dudosa autoría, identificándose
con el autor de la Cilla del Cabildo - aJgunos investigadores la asociaron con los Ruiz Florindo
ya que se trata de un ed ilicio en el que, al ig ual q ue en la Cilla del Cabildo, el basamento y
la portada está hecho con piedra caliza y e l resto con sillar de arenisca, también se hace uso
del bocelón como e lemento decorativo. Lo más llamativo de su puerta es el frontón donde se
puede contemplar el escudo de Osuna - dos osos encadenados a una torre- y sobre éste una
especie de caballo o esfi nge a lado.

5. CONCLUSIONES

En primer lugar, tenemos constancia de una clara localización de la actividad


artesanal, extracción y labrado de la piedra, e n los núcleos principales de la sierra Sur.
Además hemos comprobado las d iferencias en calidad y cantidad del trabajo de la cantería
de unas localidades con respecto a otras, destacando la de Estepa por contar con un recurso
natural más preciado, hecho que provoca la atracción ele numerosos artistas de otros lugares,
en especial del norte que es donde hay tradición en estos trabajos. En cambio, el resto de
lugares y pueblas dependientes de estos núcleos comarcales quedó bastante alejado del
disfrute de dichas actividades.

Por otro lado queda claro que la cantería fue la actividad artesanal más importante
del siglo XVIII en la Sierra Sur, sobre todo por el volumen de obras que se hicieron. muchas
de ellas exportadas a vecinas localidades de la campiña que demandaban la piedra y el trabajo

·'2 fate aprende de su padre y hcrina11os. Alonso y Cristólwl. el manejo del ladrillo en limpio. hecho <¡uc le marca
ha~ta tal punto que, cuando utilii.a la piedra. los elemento~ como e,típitcs. pilastras y demás, parect>n de ladrillos.
51 CANÓ:-.1 AZNAR. JOSÉ y O tros. Arte Es¡,11110/ del siglo XVIII, Historia General del Arte. SUMA ARTIS, ed.

F.SPASA-CALPA . pág. 523.

200
LA CANTERÍA EN LA SIERRA SUR A LO LARGO DEL S IGLO XVIII

de estos artistas. Además, sus repercusiones económicas fueron ampl ias. incluso para otras
localiclaclc~ de la comarca.

Queda manifiestamente clara la conexión entre muchos ele estos artistas y la transmisión
de su maestría de generación en generación. No obstante, toda la intensidad artesanal y, en
especial, artística de la cantería fue decayendo a tinalcs del siglo XVHI. con la desaparición
del Barroco. Podemos ver cómo las últimas obras importantes son de carácter civil: el Pósito
Municipal de Osuna y el puente de Aguadulce -este último surge ante la necesidad de reformar el
puenre que había desde el tercer tercio del siglo XVI''1, perm íte la intervención de Juan Antonio
Blanco, junto a los alarifes Nicolás Bautista de Morales y Pedro Manuel de Godoy; se trata de
una de las obras civiles más importantes del siglo XVIII en la Sierra Sur, justo en el momento
en que se produce esa decadencia de las construcciones ba rrocas de carácter religioso5·1_

Finalmente, como reseña de este declive de la cantería tenemos los testimonios


de autores decimonónicos como Pa~cua l Madoz o, mejor aún, Antonio Aguilar y Cano,
el c ual dice: "Entre las producciones naturales de Estepa merecen citarse las piedras de
construcción, por demás excelentes, la cal que puede sostener competencia con la mejor
de otras parles y los mármoles y jaspes, cuyas canteras hoy desconocidas y olvidadas,
han suministrado hellos ejemplares que puedan verse en nuestra iglesias, en la colección
del Museo de Hiswria de Madrid, en algunos edificios de los pueblos comarcales. y según
leemos en el Diccionario de Madoz, en las columnas del claustro y escalera del convento
de San Franci:,co de Écija. Lastimas que estos productos no se exploten en la escala de que
so11 susceptibles, con lo cual aumentaría nuestra decadente riqueza.''·'<•.

' ' El primer puente fue construido por e l cabildo de Osuna por un , alor de 1.400 ducados, en la última década del
siglo XVI. Ver a ROMÁ:-1 TIRADO. JUAN Y LEDESMA G;\MEi'., FRANCISCO, RI p11e111e de urroyode Gi!ena :
1111 ejemplo de de.\(/rrollo de lm i1ifrae., 1nw1uras ('11 la expm1sió11 del si¡::lo XVI, 1 Jornadas de Histori A de Estepa.
c.~tepa 1994, pp. 298-303.
'' La obra se valorará en más de 300.000 reales y su bucM calidad hn hecho que perdure hasta hoy en día. Archivo
de Protocolos ele Estepa. Libro 3 14. folio 10, 30/01/1779.
'"AGUILAR Y CANO, A. op. cit. pag. 300.

201
GILENA: UN MODELO ESPECIFICO DE GANADERIA
EN EL MARQUESADO DE ESTEPA.

Joaquín Octavio Prieto Pérez

Desde la compra de la encomienda estepeña por parte de los banqueros comerc iantes
genoveses de los Centuriones, la evolución de la economía de todo el territorio tiene una
línea fija: el desmantelamiento de las tierras de dehesas y baldíos imprescindibles para una
economía ganadera, y su sustitución por una economía agraria: varias son las razones de
este cambio económico, entre las que podemos señalar el impacto económico que supuso
la colonización de la Indias y el atractivo y lucrativo comercio que se iniciaba en Sevilla
para abastecer al rico mercado indiano de productos indispensables, sobre todo granos, vino
y aceite; tampoco se puede olvidar que la encomienda comprada por los Centuriones se
había desmembrado de una Orden Militar. en concreto a la Orden de Samiago, y tenía en
el dicLmo uno de los principales tributos a cobrar, queriendo los centuriones rentabilizar en
poco tiempo la fuerte inversión realizada en la compra del territorio.

No es extraño por tanto, que desde fina les del siglo XVI fuesen aumentando las
roturaciones de dehesas tan abundantes en el territorio adquirido recientemente por los
Centuriones, y su sustitución por tierras roturadas, que incrementó e n pocos años la poblac ión
de tocia la comarca

Así. aunque la cabaña ganadera ex istente en el Marquesado estepeño había ido


disminuyendo de forma muy significativa, desde que el territorio dejó de pertenecer a la
Encomienda de Santiago' , hubo una importante disminución de las tie1ns de baldíos y dehesas
que con la desaparición de fa frontera con el reino Nazarí, la colonización de las Indias y la
adquisición de estos territorios por los Centuriones fueron "rompiéndose" y dedicándose a la
agricultura; es más complicado asegurar cuando y porqué fueron roturándose estas tierras, de
lo que hay muy pocas dudas, es que se debió a las nuevas expectativas que estas tierras ofrecían,
tanto por la cant iclad de dehesas que podían ponerse ele labor, como por la escasa población con
la que contaban la mayoría de estos territorios, en los primeros años del Siglo XVL además de
contar a lgunos lugares con agua potable imprescindible para los asentamientos humanos.

1
Sobre la situación en que se enconlrnba la encomienda cslcpe,1:t antes de la venia hay ,111 mugnífico trabajo de
GARZA CORTÉS, Rosario ( 1996): La Vi lla de Estepa al final dd dominio Santiaguista. ll ustrísimo Ayuntamie1110
de Estcp<1.

203
JOAQUiN OCTAVIO PRIETO PÉREZ

Según Agui lar y Cano 2 las primeras roturaciones de tierras fueron permitidas
por cédulu dada e n Lisboa el 25 ele Octubre de 1582, donde se nombraba juez a Jusepe
Lasso para:

".. .la venta y perpe1uación de las tierras va/días públicas, realengas y concejiles
de Telx1, Estepa, Marchen.a y sus comarcas ... "

Pa rece que esta medida se dio para terminar con las roturac iones ilegales que se
estaban produc iendo en los términos municipales citados, porque e n la cédula anterior se
nombra otra, por la que el rey es consciente que:

".. .entre los señores cuyas diz que son las villas de Morón de la Frontera, O/vera,
La Puebla de Cazalla, Osuna, Marchena, Estepa , Teba e su tierra y los vecinos
de las dichas villas sacando muchos pleitos y diferencia sobre la propiedad de los
términos de las dichas villas. en los qua/es por sentencia dada por el Presiden.te
y oidores de la nuestra audiencia y chancillería que reside en la ciudad de
Granada ... se han rompido y labrado mucha cantidad de tierras en los dichos
términos, e las van rompiendo e labrando e haciendo rows en el/0.1·, tomándolas
e ocupándolas unos co11 títulos de los señores d.e las dichas l'i/las y otros con
licencia de los cabildos u concejos dellas. y 01ros que las han ocupado por su
propia aw oridad... »J

Como es fác il de comprobar la errática política de los monarcas de la casa de


Austrias, e mba rcado~ en un sinfín de guerras y necesitados de nuevos ingresos urgentes
para sus fines milita res, ayudó a ir desmontando las dehesas, rnturándo las y dedicándola:, a
la agricultura:

"... El aumento de la presión fiscal sobre el medio rural en el Siglo XVII, que
pesaba sobre una población cada vez más reducida, obligó a los pueblos a solicitar
licencia para rowrar tierras con e/fin de pagar los impuestos... al utilizarle usar
los arbitrios que quisieren para pagar, entre ellos et rompirniento de dehesas ... " ,1

Pa ra conocer las tierras puestas en roturación en el campo castellano hay un


magnífico trabajo de la profesora Sánchez Salazar, y q11e parn la comarca estepeña recogi6
estas roturaciones:

' AGU ILAR Y C.ANO. Antonio {I $91): Apunte, históricos de la Villa de Campillos. lmprcma y l.1breria fatrada
Reina. Puente Gcnil, páginas 28 y29
' Iblclcm.
'SÁNCI IEZ SALAZAR, F. op. citada página 93.

204
G ILENA: UN MODELO ESPECÍFICO DE GANADERÍA EN EL MARQUESADO DE ESTEPA

Las roturaciones más sign i ficativas fueron:

Localidad Fecha Extensión


Pedrera 1539
Estepa 31-07-1656
Estepa 11-08-1671
btepa l 3-lü- 167 I 600 fanegas
Estepa 06-04-1673 150 fanegas
Estepa 22-05-1674
La Roda 23-12-1676 230 fa negas
La Roda 18-02-1679 230 fanegas
Estepa 19-05-1690 l.200 fancgus
La Roda 19-05-1690 L200 fanegas
Estepa 1718 612 fanegas
La Roúa ,? 700 fanegas
é, '

G ilena 1730 8 fanegas


Herrera 1730 16.5 fanegas
Pedrera 1720 -1740 356 fa negas
La Roda 1732 58,5 fanegas
* Datos obtenidos de SÁNC I IEZ SALAZAR.

No fueron las únicas roturaciones llevadas a acabo en la antigua Encom ienda


cstepeña, pues a rned.iados del siglo XVIII vuelven las rotu raciones, aunque ahora con u na
importante novedad, los diezmo~ que generan est as nuevas tierras roturadas no ingresaran en
las arcas de los centuriones, sino en lns de l a Corona5,

".,, (que) se entreguen a la parte de su Magestad.,, todos lo.~ diezmos j i'utos que se
aian cogido y cogieren en este presente año y los sucesihos en la fierra reducida a
cultura despues del día 1rein1a de julio de mil se11ecie111os quarenta y nuebe,., '' '•

Quizás por esta circunstancia, son unas rot.uraciones inducidas por el mismo
Estado, de ahí que se justifique l as roturaciones tanto por L1na necesidad productiva, como
para impedir que sirvan de gllar ida pnra maleantes; de todas for mas, las tier ras roturadas en
el pueblo de Gilena fueron insignificantes, curiosamente una extensión también muy pequeña
se roturó en Sierra de Yeguas, el otro pueblo de una fuer te importancia ganadera,

5 Archivo Histórico Nac ionnl, en ¡¡debn tcA. H. N,) Legajo 51. 153.
ú lbidc111, La nota corrcsponclen a h,s Ordcnan.1:as que le dieron a los hnhitan1e~ de Casarichc, p.:ro cm similares en
todos lo~ pueblos del marquesado.

205
JOAQUÍN OCTAVIO PRIETO PÉREZ

Pneblo Fanegas
Alameda 316 ½ fanegas
Badolatosa 342 !/2
Casarichc 407
Estepa 672 ½
Gilcna 15 ½
La Roela 430 1/i
Marina leda 25
Pedrera 92
Sierra de Yeguas 38
Total* 2.339 ~1
* El resto de los pueblos no aparecen.

El continuo rompimiento de las dehesas, aumentó la producción pero disminuyó la


productividad, pues muchas de las nuevas tierras puestas en cultivo eran tierras marginales,
posiblemente de tercera calidad, y aunque ernn tierras vírgenes y muy abonadas por el
continuo pastoreo del ganado, pasados unos años, no alcanzaban los rendimientos obtenidos
por las otras tierras cultivadas: "ley de los rendimientos decrecientes"7

El modelo ganadero de Gilena tiene ciertas características propias, que lo hace propio
y diferente: en primer lugar, en su término municipal se asentaban las grandes propiedades
del Marques de Estepa", en segundo Jugar, había una importante extensión de su término que
seguía siendo dehesas y por tanto una zona de pastos y por último, durante la segunda mitad
del siglo XVIII hubo una ganadería especializada: la caballería.

Que a pesar de las continuas roturaciones llevadas a cabo en tocia la comarca


durante los siglos XVII y primera mitad del XVIII, aun quedaban en Gilena una serie de
tierras cuantítativamente importantes dedicadas a la ganadería es evidente, sólo con repasar
la documentación de la época, podemos comprobar la existencias de estas tierras que seguían
teniendo una importante finalidad ganadera corno se puede comprobar con las Respuestas nº 10,
12, 14 y 28 de la Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, donde está regulada la cantidad
que se obtiene por las citadas tierras. De forma muy clara respondieron sus habitantes:9

'Ver PR IFTO PÉREZ. Joaquín Octavio. "Un modelo agrícola en el siglo XV!ll: el marquesado de Estepa. Enc11en1r,,
entre historiadores locales. Excelentísima D iputación de Sevilla. En prensa
'PRIETO PEREZ. Joaquín Octavio ( 1996): E l Marquesado de Estepa en 1751 según las Respuestas Generales del
Catáistro de Ensenada. Colección alcabala del viento número 71 . Ayun1amientos del marquesado, Centro de Gestión
Catastral y Cooperación Tributaria y Tabaprcss. ~vladrid.
• i\. G. S. Dirección General (le Rentas. Primera Remesa. Catastro del Marqu~s de la Ensenada. libro 562, o en
PRIETO PÉREZ, J. Octavio, el /vlarqucsado de Es1epa ... op. cit.

206
GILENA: UN MODELO ESPECÍFICO DE GANADERÍA EN EL MARQUESADO DE ESTEPA

" ... cadajanega de tierra de lavor y pasto que tambien ay en es/e territorio regulan
de utilidad anual por razon del acowmiento, dos reales y tres quartil!o.v de vellon;
asimismo, regulan a cada fanega de tierra de solo pas10, que igualmente ai en es1e
terrilorio, cinco reales y medio de ve/Ion al aífo por valor de citado pa.Ho."

La Respuesta que diero n los peritos a la pregunta número 28 del Catastro de Ensenada,
ponen <le ma nifiesto que no eran las únicas tierras dedicadas a labor y pasto en el término
agrícola de Gilena, pues como había sido normal en la época, había tierras que se habfan
enajenado al Estado, y con ca~i total seguridad desde el mismo momento de la adquisición
de la encomienda por parte de los Centuriones; de ahí que Jos vecinos respondieran que con
bastantes posibilidades se estaba usurpando a lgunos derechos de los vecinos:

" ...tambie11 esta enagenado de la Real Corona el cerramiento de Las tierras


del corrijo de Jilena. olibw· y garrota! de Ypora, el quarrillo de Aguadulce y
Acelmchosa. las que incluyen unas .~ierras y monte alto, como tambien el cortijo
y dehesa de Zeron., que todo pertenece al A1arques de este Estado, y regulan. a
cada/anega de tierra de pasto y lavot; por razon de zercamien.to, dos reales y /res
quartillos de vellon al año, y a cada una de solo pasto. ci11co reales y medio... , cuio
lota/ prod11cto sera de ocho mil y setecienlOs reales, y de que no ha presentado
privilegio el dicho Marques..." w

No sólo e ran los Centurio nes los ún icos que mantenían estos derechos, pues e ntre
ellos habían dos fami lias muy poderosas en Estepa: Don Lorcnw de Córdoba Centurión,
familiar del marqués. y Don Manuel Bejarano el vicario: es decir un familiar del Marqués, y
los futuros marqueses de Cerverales, poseían sus tierras en el término de la Villa ele Estepa.
y los dos tenían privilegio para el cercamiento de sus fincas, no así e l propio marqués de
Estepa, aunque mantenía cercadas las dehesas de Gilena, y el Cortijo del Rincón:

"que las dichas tierras de pasto acotadas consisten en 11110 dehesa que Llaman el
Zorial, perteneúente a D 011 Lorenzo de Córdoba Centurión, vezino de esta Villa;
otra que llaman de los Serverales, de los herederos de D011 Pedro Bejarano: otra
que llaman del Gallo, propia de de Don Joseph Cepeda vezino de Osuna. de los
qu(J/es se presentaron sus correspo11dientes privilegios de cercamiento.

Aunque el Marques de este Estado tiene a mas de las dehesas de Jifena y el Corr~jo
del Rincon... no tiene ni ha presentado para ello privilegio alguno". 11

Que e l marqués no sólo era un g ran propietario agrícola, si no también un gran


poseedor de ganado, es tan obvio que no merece justificació n, sobre lodo porque la ganadería
mayor y menor e ra una actividad complementa ria a la ag ricultura, y por tanto tendría que

"' Ibídem.
" A. G. S. Direcci611 General de Remas. Primera Rem~sa. Catastro del Marqué~ de In Ensenada. Libro 561

207
JOAQUÍN OCTAVIO PRIETO PÉREZ

disponer de ganadería mayor para labrar sus tierras. y ganadería menor para aprovechar los
manchones y barbechos típicos de una agricultura de monocultivos, extensiva y de secano.
No se puede olvidar que el Catastro de Ensenada tenía una finalidad fiscal, y que por tanto
los grandes hacendados intentaran ocultar sus pertenencias era bastante previsible, porque
resultan bastante extraños los datos que proporciona el registro de ganado que tenían los
Centuriones en Gi lc na en 1761 fuese cierto, pues sólo contaba con:

- Ovejas 1.200 cabezas


- Carneros 600
- Vacas de vientre 36
- Puercas de cría 66
- Yeguas de vientre 21
- Cabras de cría 7

Parece poco rig uroso este recuento, pues es poco probable que tuviesen únicamente
animales de una cabaña, dedicados a la cría. y que en el caso de los cerdos, cabras...
hubiesen formado una piara, o que el marqués no dispusiese de ningún caballo teniendo
más de 20 yeguas de cría. Además. si se anali,:an algunas de las cláusulas de los contratos
de arrendamiento que firmaron los Centuriones. hacen suponer que la cabaña ganadera que
disponía el Marqués era mucho más numerosa. cuando aparece con freeuem:ia que:

" ...las rastr<~¡eras para el e.xcmo. Marqués ... "

Pero además, hay que tener en cuenta las propiedades rusticas que lenían los
Centuriones en el pueblo ele Gi lena 12, y al describir lm, fincas rústicas. es fáci l comprobar
que deberían tener más ganado, de otra forma es inconcebible que tuviesen tanto establos y
cuadras:

·· ... casa que llaman Cor1ijo con un patio grande que sirve de descanso al ganudu
bacunu, una caballeriza ... otro patio f.;rande y en el una cuadra y su pajar.. .''

Como es evidente "el maior hacendado''13 tcnfo más propiedades rústicas en el


término municipal:

"... dos casas demro de una cerca con sus dos cuerpos y cosina con tres partios, y
,.ahúrdas que sirFe para los porqueros y -;:,erdo.1· que tiene esta hacienda ... ''
::,11,\

" ... 01ras casa.1· granero (que tiene) una cahallN·iza y un pa¡ar.. . "

' 2 Ver las propiccladcs de los Centuriones en "las Comprohacíones ele 1761'" en Gilcna A. G. S. Din:cción Gcncrnl
de Renla~ I" Rcmcsn libro 1626.
13 ESCA LERA PÉR~Z. :vr Encamación. "El libro del mayor hacendado en el Cm astro de Ens~nacla". En ll .lo1mdns

de Hísloria do: ts1cpa 1996. llus1risimo Ayumamicmo de Estepa.

208
GILENA: UN MODELO ESPECÍFICO OE GANADERÍA EN EL MARQUESADO DE ESTEPA

A pesar tic los registros realizados, no nos permiten ver la evolución que tuvo
la ganadería durante el siglo XYfJL aunque todo parece que no debió tle mantener un
comportamie nto distinto al esbozado con anterioridad.

A parecidas wnclusiones se llega 5.i se a nalizan los contratos de arrendamientos


que real izaron los Centuriones sobre sus propiedades, así en uno de ellos era exclusivamente
para el aprovechamiento de parte de su cabaña ganadera. que se íirmó el 26 ele septiembre
de 1786'~, y es por el arrendamiento de 300 ovejas mayo res y 7 carneros padres, por una
duración ele <los años. y con las siguientes condic iones.

l.- "... precio y rentn de 3 reales por cabeza y año ... 900 reales de vellón
y por razón de adeala un borrego temprano por cada 100 cave;:,as... sino las
enrregare tendría que dar por cada dns que faltaren ...

2.- ".. . la rema se ha de saJ.isfarer en el día de San Juan de cada ar1o ... "'

3.- En mayo tiene que avisar al propietario para ''... herrar el ganado como se
acos1umbm ... " y no puede pedir rebaja por cualquier enfermedad que contrajera
el ganado o por la posible escasez de los pastos.

De todas formas. lo normal era que el gran propietario al arrendar sus tierras
incluyera alguna cláusula referente al arrendamiento de a lg una parte ele su ganado; poniendo
como ejemplo el contrato realizado el 17 de agosto de 17861\ pode mos obtener a lg unas
conclusio nes de importancia.

El contrato consta de dos propiedades de tierra calma y que son parcelas contiguas.
una de 24 fanegas y la segunda de 9. aunque esta última e~ un subarriendo. Las dos parcelas
eran por un periodo de seis años y con las siguientes condiciones:

1.- La primera parcela se arrienda con un canon ele pago por especie y con unas
proporciones normales para la época: 1/5, es decir, una da cada cinco fanegas ele trigo
o cebada que se recojan: en la segunda parcela el pago es en metálico: 226 reales.

2.- Las <los parcelas se tienen que cultivar del mismo modo: sembnindose un año
si y otro no.

3.- C uando las 24 fanegas de tierra estén en barbecho, tiene que pastar el ganado
lanar del propietario.

".A. P. N. E. legajo 334 ¡¡ílo 1786


" Ibídem.

209
JOAQUÍN OCTAVIO PRIETO PÉREZ

4.- La cosecha de las 24 fanegas de tierra -las que se pagan en especie-, "... han de
ser p11es1as en casa del propietario por cuenta y riesgo del arrendador...".

De este afán roturador no se vieron Iibrcs los propios Centuriones, aunque en esta
ocasión fueron d istinta!> las causas que provocaron estos desmontes de dehesas; que sólo
tenían como objetivo aumentar la producción de sus explotaciones agrícolas; un ejemplo que
nos puede aclarar este fenómeno y que afectaba sobre todo al término municipal de Gilena.
que como hemos visto era el pueblo donde concentraba sus propiedades.

En ningunos de los contratos aparecen las cantidades de tierras roturadas, pero sí se


especifica la forma que se realizaron los desmontes, pues quedaron reflejados en los distintos
contratos que firmó el marqués, casi siempre con algunos vecinos del pueblo, para que lleven
a cabo las roturaciones de algunas dehesas de sus propiedades: las cláusulas fueron muy
similares en los distintos contratos firmados:

" ... se obliga o dar desmontada de matas y palmas fa estacada que llaman del
quartillo propia de die-ha hazienda ... en el tiempo de seis años ... tres años de los
seis a de sembrar dicha eswcada de trigo o sevada o semillas, según tenga por
collveniente, y si se acomodare a sembrarla todos los años, la mitad lo podía
hazer sin q11e por ello pague rellla alguna ... a de arar de dos rexas en cada un
año de dichos seis el garrota! ... propio de su Excelencia quedando a beneficio del
morgame, los pastos y ram.onera de este y de dicha estacada, y si en alguno de los
seis años la parre cié• dicha lwzienda detcnninare la siembra de dicho garrota/, lo
ha de semhrar el otorgar1te pagando una.fanega de cada cinco ... " 16

Otra aportación importante para conocer la cuantía del ganado como su


comportmnicnto son los contratos de arrendamiento firmados por la hacienda del Marqués,
que por un lado nos demuestra que los Centuriones eran grandes propietarios de ganado, de
ahí que en los contratos de a rrendamiento de sus tierras pusieran unas cláusulas donde hacían
referencia que en a lgunos momentos. sólo podían entrar sus ganados:

··... para apase111ar su f!,ánado lanar y de zerda ... los que ha de introducir en ellas
desde oi -2/ de diciembre- hasta el dia di' San Miguel -29 de septiembre- del año
que 1·íene... "17

M,ís explícito es el contrato de arrendamiento del "trance del infernillo" firmado


en e l año 1776, donde se especifica que tanto los rastrojos como los pastos son para pastar el
ganado del Marqués. En otras ocasiones, el ganado de los usufructuarios del arrendamiento
también podía entrar en la explotación agrícola a pastar, aunque estaba limitado tanto el
ganado, como el tiempo de pasto:

'" A. P. N. 1::,, Rcnlus del Marqués. Legajo 675


" A. P. N. E. Rentas del Marqués legajo 675. i\rrendamicnto de "la estacada del quanillo". Año 1768

210
GILENA: UN MODELO ESPECIFICO DE GANADERÍA EN EL MARQUESADO DE ESTEPA

" ... solo el ganado de 1rilla de los 01orga11tes en el tiempo que esl<~n trillando
las mieses que prod1(jere dichas tierras y no en otro... '' 18

Mucho más complejo es el contrato de arrendamiento firmado por lo~ Centuriones


en 1800 sobre ''la dehesa de pedernales y el olivar del acebuche", donde hay varias cláusulas
que hacen referencia tanto a que cabañas se puede aprovechar del pasto , como al modo de
realizarlo. Además, al regular de alguna forma como se podían pastar en los olivares -tanto
el tiempo como las cabañas-, demuestran que casi todas las cabañas y casi lodos los cultivos
permitían una explotac ió n conjunta. De ahí que en contrato firm ado se precisara que ganados
podían entrar tanto e n la dehesa como en los olivares; pero en estos últimos. sólo determinado
tiempo. y algunas caba ñas ganaderas11

" ... para aprovecharlos con sus xanados... "

" .. . que para aprovechar el pasto de los olivares han de ser de esta forma, que
alzado que sea elfrulO de ellos por 1ranses. el primero, el segundo, y a principiar
el tercero, ha de estar el ganado e11 dicho primero para aprovechar sus pastos, y
remafa¡¡do el tercero para comenzar el cuarto, ha de entrar d dicho ganado en el
seRurulo. .. •·

·'... que en las tierras de dichas dehesas ni olivares. en ningun riempo del aíio ha
de e!ltrar a pastar ganado cabrio ni bacttno. pena de ser responsable a los daiios
y pe1j11icios ... "

Que la cabaña ganadera pudiera e ntrar solamente en una época del año, no era
exclusivo de las tierras de olivares. pues en las de cereales"... tierras de pan llevar...", tambi6n
en los contratos de arrenda miento suscritos se ponían límites temporales a su entrada:

" ... que no entre ga11ado varnno si no es época de labor. .. "20

Este modelo ele contrato de arre ndamie nto no era una novedad, pues se venía
realizando con relativa frecuencia, pues en las tierras de olivares durante cieno tiempo podían
entrar la ganadería - salvo la cabaña cabría-, de ahí que se arrendaran sola mente sus pastos:

21
" . .. los pastos y rwnoneras del Garrota{ de Ypora y aceb11chi11a... " •

Debieron de ser muy frecuentes estos contraLos de nrrendamientos. o por lo menos


tuvo que ser frecueme que el ganado aprovechara las "ramonems" de los olivares. que

1
• A. P. ~ - E. Rcntns del Marqués. Legajo (i75, nrrcndamicnto del .. lnlllce del bujedo". Afio 1775
19 A, I'. N. E. Rentas del Marqués, Legajo 677. Arrendamiento de k, dehes;, de Pedernales y el olivar del accbucl,c.
"'A. P. N. E. Remas del Marqués. Lcgajn 672. Arrendamientn dd Cortijo del Cerno. A1io 1747,
11 A. P. N. E. Renta, del Marqué:;. Legajo 672. Arrendamiento ele los pastos de garrota) de Yporn. Año 1749.

211
JOAQUÍN OCTAVIO PRIETO PÉREZ

pudieron ir sustituyendo las antiguas tierras de dehesas, ahora roturadas; y al ser el olivar un
cultivo en expansi6n y que todos los años hay que quitarles ''fas baretas". se convertirían en
unas tierras propicias para que pudieran alternarse la agricultura y la ganadería.

Además, la disminución de dehesas. tuvo que aumentar las tierras destinadas al


cultivo del a rcacel, pues era la única posibilidad de seguir alimentando a la cabaña ganadera
que era indispensable para la diversilicación de la alimentación humana y para realizar las
distintas actividades agrícolas; por eso era frecuente que en los contratos de arrendamiento
de tierras de campiña. una de las cláusulas hablase del cultivo de arcacel, que tuviese una
extensión limitada para su cullivo, y que para promocionarlo no tuviese que pagar rentas: en
algunas ocasiones sin especificar cuales son las semi llas que se siembran para la manutención
del ganado, pero si dejan muy claro que no pagan rcntas2\ en otras ocasiones especilicanclo
claramcnlc c ual son las semillas:

·•... sembrar alcaceleria sin pa1;ar renta ... ., v

El mismo contrato anterior. también vale <le modelo para a nalizar los contratos de
arrendamiento donde la ganadería era una acti vidad tan importante como la agricultura, pues
el usufructuario del contrato anterior que tenía rmís o menos 800 cabezas de ganado ovino:

•'... est(ls las a de tener en las tierras de dicho cort(io para su beneficio y
Jenilidad... '' 24

No siempre el pastoreo del ganado estuvo regulado por contratos, pues fue
relativamente frecuente que pastase de forma ilegal en tierras que no estaba permitida su
pastoreo, de ahí que los pleitos y las posteriores denunc ias a los ganaderos fueran abundantes.
En algunas ocasiones. como sucedió en el término de Gilena , se llevaba a pastar incluso
el ganado cabrío, la cabaña ganadera más temida por los agricultores, a tierras que eran
propiedad de los Centuriones, de ahí que la justicia interviniese ele inmediato y en algunas
ocasiones fueran concluciclos presos a la cárcel de Estepa:

"... por ha ver introducido en el Chaparral del Marqué.\ de Estepa situado e11 el
partido del Cerón , cahras propias de Manuel Muñoz..." Ji_

De todas formas las relativame nte import antes roturacio nes sufridas en el término
municipal de Gilena. y sobre todo el continuo incremento del cultivo del ol ivar. hizo que
disminuyeran las posibilidades ele creci miento de esta cabaiin y aumentando progresivamente
los pleitos entre los ngricultorcs y los ganaderos. No es extraño por tanto que con relativa

:, A. P. N. E. Rentas del Marqués L.::gajo 676. Arrend,1111 ienlo de l Cortijo del Ccron. i\ño de 1782
'' A. P. N. E. Rentas del Marqués. Legajo 671 . Arremlam ienlo del Cortijo del Cerón. i\ílo de 1723.
10 Ibídem.

"A. P. N. E. legajo 182. aiio 1764

212
GILENA: UN MODELO ESPECÍFICO DE GANADERÍA EN EL MARQUESADO DE ESTEPA

frecuencia los olivareros pidieran a la real Cha ncillería de Granada que durante el tiempo del
crecimiento de la aceituna. estuviera prohibida la entrada de las ovejas en los o livares, pues
si entraban se podía dar la cosecha por perdida.

Posiblemente una de las canas de queja que de forma más explícita expone las
quejas de los vecinos de Gilcna, estaba dirigida a Don Manuel de la Puerta y Puente, abogado
<le la Real Chanci llería, donde los vecinos exponen con toda crudeza el peligro que corren el
fruto de sus o livares, desde el mes de mayo hasta la recogida de las aceitunas 26

··... Dmz Miguel de Ales de e.wa vecindad por si y a 11umbre de los demás ... due1ios
de olivares presento pedimento... que por ella se mandaba no entrasen los ganados
lanares en dichos olivares desde mediado de mayo hasta que se al::.ase el/ruto, cas-
tigando a los co11tmbentores con el mayor rigor imponiendo las penas prebenidas en
las orde!lnnws de esta villa aprobada por el Supremo Concejo de Castilla que con-
sistía en que a mas de resarcir el da,1o incurran en la pena de veinte y cinco ducados
por la primera bes, el doble por la segunda y por fa tercera al arbitrio del juez..."

Aunque es ev idente que los Centuriones eran grandes propietarios de ganado, no eran
los únicos. y aunque el Catastro de Ensenada no permite un análisis exhaustivo y riguroso de
la ganadería al considerarla un complemento importante de la agricultura, -la ganadería mayor
era imprescindible para el laboreo y el transporte de granos y la ganadería menor para utilizar
los barbechos y manchones fertilizando las tierras con su pastoreo-, no dedicó ninguna de las
preguntas de su Catastro a contabilizar los animales existentes en cada cabaña ganadera.

De tocias formas, se puede conocer los animales de cada cabaña ganadera por
un recuento también mandado a realizar por e l propio Marqués de la Ensenncla: el censo
ganadero; donde se cuantifica los animales que existían en cada término munic ipal, además
de clasificarlos entre las diferentes cabañas ganaderas, y especi ficar si sus propietarios eran
seglares o eclesiásticos; además de contabilizar el d inero obtenido por los esquilmos27 •

Ganadería de eclesiásticos
Ganadería mayor
Bovino caballar mular asnal total
10 6 5 21
Ganadería menor
Ovino c.:aprino porc.:ino total colmenas
26 16 42 6
esqu ilmos 701 en reales de vellón.

' 6 Archivo Munic iral de Gilcno. Legajo 144.


"Censo Ganadero de Ensenada. Edición fascimil. ln~tituto Nacional de Estadistica.

213
JOAQUÍN OCTAVIO PRIETO PÉREZ

Ganadería de seglares
Ganadería mayor
Bovino caballar mular asnal total
240 139 27 140 546
Ganadería menor
O vino caprino porcino total colmenas
5.437 34 521 5.992 85
esquilmos 50.160 en reales de vellón.

Como se puede comprobar en el cuadro anterior, otra de las particularidades que


representaba el pueblo de Gilena e ra. la poca cantidad de ganado que poseía la población
eclesiástica, aunque a l tener el ma rqués muchas propiedades agrícolas en este término
municipal, e l patrimonio rústico de la población eclesiástica era poco importante, y por tanto
también era escaso el número de ganado lanlo mayor como menor, al no tener posibilidades
de mantene rlo: siendo poco i mportantc también lo que recibían los eclesiásticos por esqui Imo,
que superaba por muy poco el uno por ciento del total28 •

Dentro de la actividad ganadera. había en escos momentos un culcivo de gran


importanc ia por el indispensable aprovechamiento que se obtenía: la apicultura; de ahí que
el Marqués de la Ensenada le dedicase una pregunta: la nlÍmero 19. La razón es evidente,
pues son de gran utilidad los productos que se obtenían de su cultivo: la cera y la miel,
imprescindibles la cera para la iluminación y endulzar.

La tercera caracte rística <le la economía ganadera de Gi lena. era la importancia


de una ganadería cabal lar desconocida en los otros pueblos de l marquesado. aunque de
todas formas, esta cabaña ganadera mantuvo unas características di ferentes por lo me nos
en la segunda mitad del siglo XVTTJ, y por tanto se dieron unas razones distintas para
su for mación y desarrol lo, condicio nada por la inte ncionalidad del gobierno de promover
y potenciar para los servicios del Estado esta cabaña ganadera. Así. para proteger y
promocionar esta ganadería, el gobierno publicó unas Ordena nzas. -en las que por su
importancia destacan las Reales Ordenanzas de 9 de noviembre de 1754 y la del 25 de abri l
de 1775-: donde se regula el fu ncionamiento ganadero, sobre todo e n esta última. donde se
llevan a cabo unas innovaciones importantes en la cría de caballos. Estas Orde nanzas sólo
están documentadas para los pueblos del Marquesado en Gilena 29 , aunque posiblemente
por las posibilidades que ofrecía el terreno. también afectase a Estepa y Sierra de Yeguas,
aunque la pérdida de sus respectivos Archivos Municipa les imposibi lita contrastnrlo.En

"'PRIETO PÉREZ, Joaquín Octavio. "El patrimonio de los conventos cstcpc1)os, Propiedades y rentas " . En Acw, de
las IV Jornadas de Hi,1oria de fatepa. Edita IIL1stri~imo Ayuntamiento de Estepa 2000.
"'Ver Archivo Municipal de Gilena (A. M. G.) legajo 144.

214
GILENA: UN MODELO ESPECIFICO DE GANADERÍA EN EL MARQUESADO DE ESTEPA

la~ Ordenanzas se especifica que esta actividad ganadera solo se puede llevar a cabo e n
algunas zonas concretas el país:

" ... la cría de caballos de raza (se continuará) sólo el! los Rey¡¡os de Córdoba,
Jaén, Sevilla, Granada y Murcia y en la provincia de Extrema dura ... ".

Adenuís. es evidente que al propio gobierno le interesaba fomentar esta actividad


ganadera en estos reinos especificados, de ahí que permitiese a todos los vecinos participar
en la cría de caballos; pues como se reconoce en el artículo segundo:

''... toda clme de personas podrán dedicarse a la granjería de cría de caballos


en sus Ha?.iendas, y Pastos propios, si los tuviese, o en los que asignen por las
justicias para el común de los criadores ... "

Y como era una actividad protegida por el Estado. era evidente que los ganaderos
recibieron unos privilegios:

".. .los guardas, mozos, y sirvientes empleados para /,a cu!.lodia de las Yeguas,
Ca.val/os Padres, Potros ..." .11,

Debería estar considerada muy importante esta acti vidad, por eso en los artículos
13 y 14 se obligaba a "la., jusiicias de cada pueblo" a mantener un "Libro Maestro"
donde se tenía que registrar de año como había ido evolucionando esta actividad; lo que
nos permite conocer quienes eran los propietarios de la cabaña. el número de ganado que
había en e l pueblo, la variedad ... posiblemente para evitar que hubiese culaquier tipo de
fraude al Estado.

Con la documentación manejada. el recuento de la ganadería caballar e n Gilena


se inicia en el año 1756 y está documentado hasta 1796, es decir casi toda la segunda
mitad de la centuria. y aunque no están registrados todos los afios, si hay anotados los
suficientes como para poder analizar e l comportamiento y la evolución que mantuvo
la cría ele caballos de raza. De todas formas. hay que hacer una importante objeción:
los datos registrados durante estos ar'ios no fueron uniformes, por tanto es conveniente
dividir estos años en dos momentos concretos que tiene como frontera los años 1785-
1789, pues a partir de este último, la c lasificación que se reali za de los animales ele que
se dispone es más minuciosa. incluyendo en los registros, si los cabal los tienen menos
de dos años: tusones.

30 Ibídem.

215
JOAQUÍN OCTAVIO PRIETO PÉREZ

Cuadro nº 3
Yeguas Potrancas Potros Caballos Domados Total
J756 55 24 6 3 2 90
1763 101 30 25 .,.... 13 172
1764 101 34 25 4 13 177
1770 109 45 26 4 8 192
1771 111 43 29 4 4 191
1772 114 41 23 4 2 184
1775 106 28 51 4 190
1776 70 35 45 4 10 164
1782 110 29 26 3 9 177
1783 127 32 40 4 4 207
1784 127 50 48 9 2 236
1785 125 55 52 5 5 242

Cuadro n°4
Caballos Total
Yeguas Tusones Tusonas Potros Potrancas Caballos
Padres Domados
1789 125 40 47 3 12 227
1790 77 2 6 3 14 3 105
1792 59 4 4 4 16 3 90
1793 55 3 8 4 12 1 83
1795 59 3 8 l1 2 85
1796 57 7 6 6 12 2 91

Los cuadros anteriores nos permiten conocer la cantidad de caballos de raza


existentes en el pue blo. tanto su división por edades - tusones o caballos-, como por sexo
-caballos o yeguas-. y su evolución. No fue una ganadería muy numerosa. aunque mantuvo
un importante crecimiento entre 1756 y 1763, donde casi se duplica el numero de cabezas ele
ganado. un crecimiento s uave hasta 1785 elonele se alcanza el máximo numero ele caballos
registrados: 242. y a partir de este año empieza a dccn:cc r registrándose en 1793 el mínimo:
sólo 83 caballos.

Parece que en esta evolución influyó notablemente " los privilegios económicos" que
dio el gobierno a lo~ que se dedicaran a la cría de caballos de ra7,a, au nque fue un atractivo
momentáneo, pues desde un principio había muy pocos cabal los seme nta les que fomentara
esta ganadería: de ahí, que al poco tiempo empezara a reducirse drásticamente su número.
Así lo recogían en el "l ibro maestro'' las justicias del pueblo:

216
GILENA: UN MODELO ESPEC IFICO DE GANADERiA EN EL MARQUESADO DE ESTEPA

" ... la falta que se experimentaba de cahaltos padre:; para ('l cubrimiento del
ganado yeguar de esre expresado pueblo, pues/O que en otros ameriores años, 110
habiendo común y de.fondos de propios lwvia sido necesario recurrir a l arhirrio
de alquilarlos a pnr1ic11lares... "31

Además, fue la propia Corona la que pott:nció esta act ividad, de ahí que los vecinos
que se dedicaran a la cría de caballos, tendrían una serie de privi lcgios, que dependerían
directamente de las cabezas ele ganado que dispusiesen: así, se verían libres de una serie
de impuestos, como el de "h uéspedes y alojamientos", del ·'reparti111ie1110 de rrigo, pc~ia
y cebada ...", o de la ''robranza de Bufas, Levas. Quintas y sorteos para el Servicio y
Reemplaza de mi ejercito ... ".

31 lhíclcm.

217
APORTACIONES A LA HISTORIA DEL ANTIGUO
CONVENTO DEL CORPUS CHRISTI
DE MORÓN DE LA FRONTERA

María Teresa Ruiz Barrera

El hallazgo de una interesante aunque escasa docurnenrnción conservada en el


Archivo de la Provincia Bética de la Orden Franciscana. sito en el monasterio de Nuestra
Seiiora de El Lo reto (Esparti nas.Sevilla) nos ofrece esclarecer una etapa poco conocida ~obre
el convento que los frn iles de esl'a orden religiosa tuvieron en Morón de la Frontera desde el
siglo XVI al siglo XIX. pues pocas veces un antiguo edificio conventual desamortizado y
vendido a varios particulares, retorna en su unidad a las manos ele sus primitivos moradores,
siendo éste tema el eje central de la presente comunicación.

La fundación del convento franciscano denominado del CorpL1s Christi datn ele
1541. El promotor fue el conde de Ureiia don Juan Téllez G irón. Se ubicaba al sur de la
ciudad. sobre una colina 1• Este convento. el de mayor antigüedad de Morón, nunca fue casa
de estudios. dedicándose sus miembros a la vida religiosa y ministerios sagrados\ pero aún
así llegó a ser el mayor que hubo en la provincia, pues las reformas sostenidas por la devoción
de las gentes del lugar. le otorgaron grandiosidad)_

La invasión francesa obligó a lo~ frailes a abandonar el convcntcr1 y el edificio ruc


destinado a cuartel de soldados suizos, desde su llegada en marzo de 1810 hasta su definitiva
reti rada, en 29 de agosto de 1812~. La comunidad retornó poco a poco a su convento, siendo
en 1818 dieciséis miembros los que fundaron una Escuela cristiana y ele Primeras Letras.
Salvndos, por privilegio, ele los decretos de supresión del trienio liberal de Fernando VII.
el convento sucumbe definitivamente en 1835, pues por aquel entonces contaba con tau solo
ocho rcl igiosos'•.

1
BOHÓRQ UEZ VI LLALÓ:-1. 1\n1onio: .. i\11ales de Mor6n.. en Re1•i,11a de 1\1,mí11. junio de 1915. n'' X\illl. p. 258.
ORTEGA. Ángel. O. F. I\L " Fundaciones franciscnnm, en \'1or6n, El rnnvcnto de S,111 fn111dsco'" en Revisra de
Moró11. T. l. agosto de 1914. p. JO. GARCÍA LÓPEZ. .luan José: Cnínicas para 1111a Hisroria de Morón. Morón de
la Fromcra , 1982. pp. 123 y 122.
2
ORTEGA. A., O. F. M.: ..fundaciones franci scanas en Moró11..:· 1:n Op. cit., p. 11.
·' BOHÓRQLIEZ VILLALÓN, A.: " Anales de Moró11" en Op. cit.. p. 258.
,, ORTEGA. Á .. O . F. M.: "Funtl11ciones frandscanas en Morón ...'" e n Op. cit .. p. 11 .
' GARCÍA LÓPEZ, J. J.: Op. ,·ir.. p. 189.
• ORTEGA. Á.. O. F. M .: ..Fundac iones rrnnciscanas en Morón.. :· en Op. cit., p. 12.

219
MARÍA TERESA RUIZ BARRERA

El proceso desamortizador iniciado en 1835 acabó en Morón de la Frontera hacia


1843 desapareciendo el convento mercedario, los dos franc iscanos -el Corpus C hristi y San
Pablo de la Breña-, el mínimo. el de seglares del Espíritu Santo y el de los hermanos de San
Juan de Dios'.

En el caso conc reto del convento que nos ocupa, éste se fracc ionó y vendió en el
mismo año de 1835 a diversos particulares. Entre los usos que se le confirió estuvieron los
de casa de vecinos -extensivo a otros conventos- y cuartel durante un tie mpo~. A estos usos
podemos añadir que, hacia 1883 según testimonio del cura de la población, en las habitaciones
bajas se ubicó una bodega. En aquella fecha todavía se conservaba el claustro contig uo a la
iglesia. el templo y las celdas destinadas a los seglares. '·111ns con las ruinns de los resran1es
perecieron obras preciosisimas del arre'"!_

Tras años de decadencia y abandono. doña Mercedes Auñón y León. propietaria


de una parte de la antigua finca franciscana, compra la otra a D. José Ruiz Rasilla . según
escrituras firmadas a 3 de diciembre de 1884.

Llegado a este punto las noticias conocidas por la bibliografía estudiada aportan
dos datos: uno. que a 28 de abril de 1885 doña Mercedes lo cede a la O rden Franciscana'º·
Y el otro, que la dueña cedió al ayunta miento el convento y la huerta para hospitnl de las
Hermanas de.la Caridad de Sa n Vicente de Paúl. Tenía agregado el convento un departamento
·'para hospedería de San Pablo; enfermería, oratorio, cocina y aposentos" 11•

Tales datos. en principio, son un tanto contradictorios pero la consulta ele la


documentación mencionada ofrece la oportunidad de ampliar ambas noticias y completar
nuestro conocimiento sobre el convento y e l templo en la segunda mitad del siglo XIX.

A principios del año 1884, un hecho providencial hnrá retornar el antiguo edificio a
manos f'ranciscam1s: la visita a tierras españolas del P. Ignacio M" Sanz, que desde Perú vino a
buscar j6vencs deseosos de cursar est.udios para misioneros en los colegios de Ocapa y Yea.

Ignoramos c6mo se pusieron en contacto el franciscano, a la sazón Comisario


General de los Colegios de M isioneros del Perú y Ecuador, y doña Mercedes Auñón, pero
a no dudar ella te ndría contactos con la orden franciscana y ambas partes vieron factible
la posibilidud de que retornara el edificio a los religiosos. El P. Ignacio Sanz lo aceptó
i nstituycncln un colegio para que los jóvenes sacerdotes se formaran antes ele viajar al Perú y
al E<.:uad<.>r u desempeñar su~ labores de evangelización.

' C,1\RCÍ!\ LÓPEZ, J. .l.: 0¡1. l'ÍI., p. 204.


' lbidem. p. 123.
'' (AJRCH IVO DF. I.A (P)ROVl~CIA (B)RTIC'A .. O. P. M. Legnjo n" 53. 0ocumecllo 8. Fundaci,,rule este Cmn-ento
de ('or¡,111· Cliri.Hi de i!I Vi//11 de ,'vlorón. ¡,. 1. Es un cuadernillo de 12 páginas. escritos de l 8lD a 1886.
,., ORTF.GA, Á., O. F. M.: "FL1nd,1cione, frnndscanas en Morón ..:· en Op. cit .. p. 12.
11 Gi\RCÍA 1.ÓPF.7., J. J.: Op. 1·i1.• p. 123.

220
APORTACIONES A LA HISTORIA DEL ANTIGUO CONVENTO DEL CORPUS CHRISTI DE MORÓN DE LA FRA.

Una vez efectuada la compra en diciembre de 1884. por parle de la referida seiiora
Auñón, el P. Sanz comisionó a l P. Jaime Corretger. ex-guard ián del colegio del Cuzco. para
tomar posesión del edificio el 23 de febrero de 1885. Al día siguiente se le nombró encargado
de establecer la nueva comunidad, y a principios de abril se le unió e l P. Pedro Mas. ex-
guardián del colegio de Cajarnarca' 2•

El centro se erigió con el Decreto de la Congregación de la disciplina regular y


privilegios de los colegios misioneros de la América del Sur el día 28 de abril de 1885,
por lo que fuemn llegando los religiosos destinados a formar la comunidad. A los referido:-.
primeros frailes. procedentes de El Cu~co y de Cajamarca, en Perú. se unieron cinco más.
llegados de distinto~ territorios de ese país, como Ocapa, Lima y Arequipa a más de dos
destinados desde Quita1J.

Mientras lilnto, doña Mercedc:, Auñón firma en Morón de la rrontera, a 11 de junio


del mismo año. la venta del edificio conventual y ele la huerta a los mencionados fraile~
franciscanos, Jaime Corrctgcn Cannina y Pedro ele Alcántara Mas Lluch. La'.> escrilllras
revelan su descripc ión: "U11 edijicio que fue convento de Srm Francisco de esta villa
marcado con el nlÍmero 12 de gohierno; linda por la derecha rle su emrada con fa calle San
Francisco. por fa izquierda con la misma Iglesia del mismo nombre y por sus apartados con
tm corti11ar de tierra que es parte de fa misma.finca y por el frente co11 01ros coriinares de
capellanía q11e goza D. Juan Marín. Co11sta su área de 2705 111efros y 20 mm. Distribuidos e11
e111rada ::,aguá11 patio cuadro galerías y cuatro ánf{ulos de corredores 1111 algive escalera que
conduce al piso alto y en el cual existen 01ros cuatro áng11lo.1· de corredores con 25 salas y a
sus qfi.tem un corral con cuatro lwbi1acio11es y 11n sótano cubieno: a eswjinca corresponde
por estarle unido é incorporado un coninal nombrado huena de San Francisco de cabida
de dos fanegas y tres celemines de tierras o sea una hectárea treinta áreas y ochenta y una
centiáreas lindando por Naciente co11 la calle de San Fra11cisco; Mediodía con dicha calle
y con el conve,uo de Po11ie111e, con el mismo co111"e1110 con la cuesfa de San Francisco y
corti11ar de los heredero.~ de Don Carlos Pérez de Vena v por el norte con el regaw o Arroyo
que pasa ¡>or detrás d(' los corrales". La venta asc iende a 2000 ptas. que dice haber cobrado
cloíia Mercedes en dinero en efectivo y moneda~ de plata.

El siguiente paso fue lograr la ejecución de la erección del citado colegio. efectuada
el 14 de junio de 1886. Y a continuación los preparativos se encaminan a la rcim,talación de
la primera comunidad, integrada por diecisiete personas -seis sacerdotes, cuatro legos, c uatro

11 A. P. 13.. O. F. M. Legajo nº 53. Ft111dació11 de nw Cn11w111<1... /vis. cit .. ¡>p. 2-5,


' lbidcm. pp. 5-6. El 24 de abril lle!:(:H"On el P. fniy Buenave1111m1 -clel colegio de $a11 Fr¡111cisco d~ Quilo- y fray
Nicasio Uriarre -del de San Diego de Quito- y en mayo. el P. fray Lu~as de Jestís .'vlanorell. del colegio e hijo de
Ocapa. Fi1111l111cntc a principios de 01:tubre el P. fray Luis Torre,. clcsealzo de Lima. A ellos se unieron fray Genaro
Antón -prt>ec-dclllc <le Arequipa- y 1rcs novicio~ legos. E~1eban Uoenaga. José M' L,irrailaga y Juli,ín Mcndivil:
hermano, p1x-1cndii,111e~ Lcandro l .erg¡1. Victoriano Sesma. Albe,10 Gridilla y Ju.,10 Gridi lla. Y pre1e11clicn1c, lego~.
los hcnnn,10~ José Segovia. Gregorio V:ízque,. y Ju¡rn 13au1is1a.

221
MARÍA TERESA RUIZ BARRERA

coristas y tres clonados-, efectuada el 4 ele octubre ele 1886. Se eligió como P. Guarditín al ya
citado P. fray Jaime Corretgen14•

Las primeras obras en 1886 se reducen a la compostura de veint1c111co celdas


y la biblioteca'\ así como el enladrillado del claustro y la cerca de la huena' 6 • También
se recuperan las campa nas que. depositadas en el templo je~uita. retornan a .su primitivo
campanario franc iscano17•

Asimismo conocemos que en enero ele 1887 era deseo del Padre Guardián, reparar
pronto la capilla del Santo C risto. restitui r a enfermería la sala que usaban de refectorio o
comedor, reponer la cocina y d icho comedor a sus antiguas estancias. acabar de construir
las celdas altas y luego hacer las bajas''· El dato ~obre la restauración de la capilla del
Santo Cristo, evidencia que los fra nc iscanos se hicieron cargo ele su antiguo templo. del que
expondremos sus características más destacables.

Los materiales constructivos fueron el ladrillo y la tapia 19 • De la primitiva fábrica se


conservan la ig lesia y gran parte del convento. aunq ue transformndo.

La c~paciosa ig lesia -a la que se accede por una portada fechable hacia 1550- tiene
distintas capillas, sobresaliendo la Sacramental. Es ele planta rectangular y ele una sola nave
-de siete tramos- cubierta por bóveda de ca,ión con arcos fajones y falsos lunetos. El coro
ocupa los dos primeros tramos de la nave y se eleva sobre una doble arcada de tres vanos
soportada por columnas de mármol. A princ ipios del siglo XVII se decoró la iglesia con
yeserías y a l mismo tiempo se acometiero n las obras del claustro del convento -cuadrangular.
espacioso y de proporciones elegantes-, transformado con posterioridad. El retablo mayor se
realizó entre 1776 y 1779.

Expoliado e l templo tras la desamortización, quedaron algunas imágenes tales


como el Cristo de la Vcracruz y el Señor de la Agonía antiguamente ele la hospedería de los

•• A. P. 8 .. O F. M. Legajo n" 53. Ve111a del Co11ve11/o y h111·1w de Scm Francisco. Esta escritura es copia del original.
firmada a 14 de Julio de 1885. por \fanuel González. En 7 de agosto del mismo aíío, los nuevos propietarios Jaime
C'orretger y Pedm Mas te,tan a favor de otro rel igioso franciscano, el P. fray Buenaventura lturriaga y Murntegui ,
segíon un l,wenlllrw de los doc,1111e11ws que se hal/a11 e11 el archivo del com •ell/O del Corpu.r Cl,ris1i de 1'vloró11.
Copia~ de lo~ 1c~Iamentos de los PP. Jaime Corrctger y Pedro }\fas y de las escrituras de la casa. convento y huerta.
El P. Guardián es elegido en votación efectuada el 4 de septiembre ele 1886.
'' lbidcrn. Legajo 11'· 53. Ímlice d,- todos los libros de esto Biblioteca del co11 ve1110 del Corpus Chrisli de ,'lllorá11.
E'-~ papel y lelra del s,gto XIX. Constaba de. a l menos. 1.943 libros, distribuidos en la siguiente temátic.i: Escritura
Sa¡,trada ( l 15J. Biblia sacra (.51 ). Concilios y Derecho l 149). Patrología t.44), Teología Dogmática y Moral (327),
Sermones 1582). A~celismo (230). Historia ( 137). Controver.,ia í 132) y C ie ncias y t\ncs ( 167).
'' Ibídem, l.eg. 53. Fu111ladá11 Je este Co111'e/ll11 ... M.,. cil .. p. 6.
' lbid .. Leg. n" 53. l11ve111ario de los docu111e111-os ... Ms. cil ..
" Ibídem, Carta lirmada el 4 ele enero de 1887.
• GARCÍA l ,ÓPE7_ J. J.: Op. cit .. p. 204.

222
APORTACIONES A LA HISTORIA DEL ANTIGUO CONVENTO DEL CORPUS CHRISTI DE MORÓN DE LA FRA.

frai les franc iscanos del convento de San Pablo de la Breña ; y la Virgen de las Aguas, imagen
de talla del sig lo XVI y de escue la g ranadina 2 º
A partir de la fecha de 1886. desconocemos qué ocurrió , salvo lo obvio y ya
conocido, es decir, que en 1893 la orden franciscana lo abandona por voluntad propia y, esta
vez, definitivamente2 '. acaso debido a las enormes dificultades con que se encontraron.

Las últimas noticias que podemos detallar sobre este edilicio, es que inmediatamente
después de la marcha de los frail es franciscanos, el ayuntamiento de la vi lla de Morón de
la Prontera aprobó la propuesta presentada por el contador municipa l. don José J imeno
Carrasco, de instalar all í un hospital. dato que concuerd a con el ya citado al inicio de esta
investigación. Para erig ir esta institución se unieron las tres existentes en la vilh1, es decir, los
antiguos hospitales de San Juan de Dios, del I ispíritu Santo y la Casa-Cuna.

En 1894 se fundó el Hospital del Santísimo Corpus C hristin . función que aún
desempeña. Primeramente estuvo regido por Iris Hermanas de la Caridad de San Vicente de
Paúl, de ahí el dato ofrecido con anterioridad, pero hoy en d ía perte nece conjuntamente a la
Junta de And alucía y al Ayuntamiento de Mo ró n de la í-'rontera.

'°ORTEGA.A.. O. F. :VI.: ''Funclarnmes franc1..cnnns en Morcín ..... en 0¡1. d1 .. pp. I0-11 GARCÍA LóPEZ. Juan
José: Cn,11irns parn 1111" Hisruri11 de Moró11. Mor<ln de la l'ro11ten1. J 982. pp. 122- 12:\. i\.10 RALES. Al fredo J.• M·'
Jesús SANZ, Juan Migud SERRLlRA y Enrique VALDlVI ESO: Guía ar1í.,·1im de St!1•il/a y ou ¡11·m·i11cia. T. 11.
Sevill;i. 2004. pp. 426-428. Para m(I, inlorniaci,~n ,ohre el ronvento de San Pahlo el<' la Breíia puede consuhar~
RUIZ BARRERA. M·' Teresa: "Una página de la his1ori.i: Lo:. Ermilaiío~ de San Pablo"'-'" VII Jornadas de Temas
Moronen..c,. Morón ele la Fromera. 2005 \en prcn,a) .Y sobre la imagen cristffera. LÓPEZ G AIL/\ RDO. Rafael
Jesús y Sil via M' PÉRE7. GONZ;\LE7.: .. llennm1dnd Sacranie111>1I y Cofrndín de Nazarc 11os del Sttntísiino Cristo ,k
la Ago11ía e n e l Huerto y María Sant ísima de Lore to'" en M i.,1erios de Sel'illo. T. V. Sevi lla. 2003. pp. 130-134.
i, ORTEGA. Á .. O. F. M.· .. rundadones francisc,mas en Mor(m ..:· en o,,. dr.. p. 12.
:iCASTELLAKO DE TORR ES. R. '"Es1udio de la iglesia de San Fmncis<-~> <le Asís.. en Oesde la.fro111era. Red.1/(I
de ,,.,·wd;,,_, M N011e11.1·,•s . Morón de In Fromcra, 1992, IV 59-79. LÓPE7. G ALLARDO. R. J. y S. M·' PÉREZ
0 0 Nb\LE7.: '·¡ lcrma11dad Sacrn111<·111al •.. ·· en O¡i. di .. T. V. Sevilla. 2003. p. 133.

223
RELIGIOSIDAD POPULAR EN
LA VICARÍA DE ESTEPA.
EL FENÓMENO ROSARIANO DE PEDRERA
DURANTE EL SIGLO XVIII

Carlos José Romero Mcnsaquc

En la segunda mitad del siglo XVl!l Pedrera vive un momento ,Hgido en su


religiosidad en torno a la devoción del Santo Rosario. probablemente debido a alguna campaña
misional promovida por la vicaría ele Estepa y predicada por los dominicos u otra orden
religiosa. Elemento fundamental de estas Misiones y signo que va a perdurar y convertirse
en cmblermítico ele la religiosidad rosa ria na será el Rosario público o callejero. práctica muy
popular en la provincia desde finales del siglo XVII en tomo a la figura de Fray Pedro de
Ulloa, dominico de San Pablo en la capital hispalcnse.1

Conocemos la práctica pública rosariana por parte de los vecinos todos los días
a prima noche, que comenzada por el influjo de la urbe, se mantenía con altibajos cuando
comienza esta segunda mitad de siglo. A partir de entonces hay una efervescencia de amplio
calado con dos focos importantes: l a parroquia con su Cofradía del Rosario erigida con
anterioridad y ahora fonnalmente renovada y la iglesia del Cristo de la Caridad y Nuestra
Señora del Carmen. sede pionera en la renovación rosnriana, varios años anterior a la
parroquia, con una congregación espontánea de hombres dedicada a la salida del Rosario
público y, sobre todo, una H ermandad del Rosario de Mujeres. interesante corporación que
otorga un contrapunto femenino al fenómeno rosariano.

Estas instituciones coinciden en el tiempo plenamente activas hasta el primer tercio


del siglo XIX en que decaen sus actividades y finalmente desaparecen. Es la época crítica
de la religiosidad popu lar, en que las corrientes sccularizacloras de la ]lustración cuartean el
régimen de cristiandad barrocn y plantean un sentido ctiforcntc de la religión y su pastoral.

' Ulloa no configurn e'1e u,o. que por lo demás ya exisl1a sin formali,ar en la, Misione~. pero se com,tilllyc e n su
inspirador como ref"erenci¡¡ rosariaiia ¡Jor :1nronoma~ia. En Sevilla comicnznn a salir en 1640. Cfr. Sobre este tema
Jel Rosario ptíblicoy~,,, lwrmandades. ROMERO MENSAQUE. Carlos./;'/ /?o.mrio eil :ievi//11: dew,cióil. rosarios
µúblirns y hemwndadc.r /sixlos X!\1-XXI). Sevilla. Fiesta, Maymcs. 2004.

225
CARLOS JOSÉ ROMERO MENSAQUE

En este artículo damos a conocer datos inéditos sobre estas corporaciones. fruto de
la consulta de sendos libro~ de cabildos y cuentas de ambas en el archivo parroqu ial, gracias
a la colaboración del señor cura párroco D. Enrique Priego Ruiz.

l. LA COFRADÍA DEL ROSARIO DE LA PARROQUIA

Todo indica que ex istía una Cofradía del Santo Rosario en la iglesia parroquial de
San Scbastián, pero que en esta segunda mitad del siglo XVIIT había cxperiment,1do grave
postración y se encontraba prácticamente extinguida. Ya se conoce que estas corporaciones
eran fundadas por misioneros de la Orden de Predicadores a petición del clero y los fieles
ele una localidad y gozaba de determinadas gracias y privilegios espirituales. Su instituto
primordial consistía en e l rezo semanal del Rosario para los cofrades y el culto a la Virgen
mediante las denominadas funciones o fiestas mensales cada primer domingo de mes con
procesión en andas ele la imagen. celebrándose de manera extraordinaria la festividad del
primer domingo de octubre o de la '•Fiesta Naval'' en que se conmemoraba la victoria de
Lepanto con una solemne Función y salida procesional de la Virgen por las calles.

Precisamente a partir de e:-.ta victoria (1571) el Rosario y sus Cofradías alcanzan


una gran apogeo. fomentándose por los prelados la fundación en todas las parroquias
mediante padres prommores dominicos, que las erigían en nombre del Maestro General de la
Orden y bajo su jurisdicción. aunque muy pronto, desde 1604. ha de contar con la aprobación
diocesana ele sus Reglas para poder ser erigida canón icarnente, siendo prioritaria esta sujeción
diocesana, relegando a los dominicos a una tutela espiritual.

Por lo general la Cofrad ía del Rosario se limitaba al instituto ya descrito, pero en


algunos casos se detecta ya en el primer tercio del XVllI la agregación del uso del Rosario
público por las calles. nombrándose al efecto unos muñidores o diputados. como por
ejemplo ocurre en la Cofradía de l3enacazón2 • En el caso que nos ocupa. esta procesión va a
constituirse en la causa fundamental para que un grupo de vecinos soliciten la restauración
ele la Cofradía existente en la parroquia al Vicario de Estepa en 1761. asegurando contar con
licencia para sacar este Rosario de la Orden de Predicadores. cuyos misioneros pred icarían
en fechas anteriores. En 24 de noviembre de este año. mediante auto al efecto, el Vicario
concede su aprobación.

En el único libro de la Cofradía que se conserva se incluyen unos breves estatutos,


con sólo siete apartado:-., y en los que cabe destacar lo siguiente:

2
En 24 de marzo de 1747 el padre promotor dominico fray Joscph Díaz instituye la Cofradía clcl Rosario, confirm:in<lu
como tal una hermandad ya preexistente desde 1732. Entre los cargos que nombra figuran ~ictc hcnrn111u, rnllñidures
para llamar al Rosario de maclr1.1g:1da. C: f'r. L ibro ele Reglas de la Cofradía. acmalrncnte en domic ilio particular.

226
RELIGIOSIDAD POPULAR EN LA VICARÍA DE ESTEPA. EL FENÓMENO ROSAAIANO DE PEOR ERA...

Celebradón de Fiesta solemne en uno de los domingos de octubre (no especifica


d primero)

El gobierno y la administración estará a cargo de un Hermano Mayor o Prioste,


ayudado por un Teniente y 12 conciliarios, que es elegido anualmente y sin
posibilidad de reelección, salvo causa relevante. Al final izar su mandato, ha de
rendir cuentas de !-U gestión económica en cabildo.

Todos los días del año. por la tarde. saldrá el Rosario público cantado por las
calles. que deberá organizar y presidir el Hermano Mayor.

No se estahlece cuota alguna obligatoria parn ingresar en la Cofradía, pero se


solicita un cuarto en ocasión clel fallecimiento de algún hermano a fin de ofrendarle
misas en su sufrag io. Si el cofrade no paga, no tendrá derecho a que la Cofradía le
aplique misas a ~u fallecimiento.

El primer cabi Ido se registra en 1764, eligiéndose Hermano Mayor al presbítero


Junn Antonio Carrasco, cura de la parroquia y por teniente o compaiiero a Francisco de
Joya, sacristán.' Junto a ellos y los 12 conciliarios, encargados de las demandas mensuales,
se nombraba un secretario con cnrácter permanente. es decir. no ~ujNo a elección anual.

·' Libro de cabildos, hermanos y cucntu,. 1761. ,\~ta capitulnr de 14- 10-1764.

227
CARLOS JOSÉ ROMERO MENSAQUE

probablemente porque no muchos cofrades se encontraban en disposición de redactar y


formalizar las actas.

Se conserva sólo un inventario ele la Cofradía del año 1772, tras un pleito con un
anterior Hermano M ayor, en el que caben señalar los siguientes objetos:

" I nventario del caudal y alajas que se hizo en el día 8 de marzo ele este afio de
1772, en cuyo día por muerte de D n foseph Navarro, fue entregado por sus herederos a la
Cofradía de el Rosario dho caudal y alajas, finalizándose por dha muerte un l itigio que sobre
la adm in istración de dho caudal havía dicha Cofradía mantenido por tiempo de cinco a1ios
contra el dho Dn Joscph . aviendo ganado la Cofradía hasta tres sentencias dadas en Estepa,
en Córdova y en Toledo...

Primeram ente la soberana imagen

n os '·matas·• de olivar...

Un censo de cincuenta reales w11wales que pagan los herederos de D. Juan


Tornero

Más dos rc1ndems de tafeuí11, lo 11110 Je ,olor de cielo y La otra blanra


/Ylás una vara la rga con cruz para poner fa vandera

Más dos rosarios[. ..}

Más 1111 pomo de crista l pequeiío con quatro piedras verdes

Más dos gar¡:amilfas ...• una para In Se11ora y 01ra para('{ Nilio

M(,s un esquíloncito de plata del Nillo

(. .. / Más do.1· campanilfas de metal, una para el altar y otra pora las limosnas
para 1odas las noches

Más un estandarte de m l'dio tela de oro con el campo de color de flor de


ro111<'ro

Más r¡uarro.faroles, dos grandc•.1· y dos pequeFío.~

Mcís unas andas l'ie.xas con l'(,ra/es doradosf. ..f1111as caídas y mangas de sus
piernas de las andas ...

(. ../Más dos cetros, uno para el día de la Fiesw y otm para ordinario

228
RELIGIOSIDAD POPULAR EN LA VICARIA DE ESTEPA. EL FENÓMENO ROSARIANO DE PEDRERA...

Más f inalmente un cetro para el Hermano Mayor y dos vordones pa ra pedir.


iodos antiguos ·•

A lo largo de su existencia, la corporación obtuvo dos censos más, siendo su principal


valor la venta ele ace ite y aceitunas. No obstante, e l sostenimiento fundamental provenía de
las cuota~ y limosnas de cofrades y devotos.

Salvo en tres ocasiones. normalme nte el Hermano Mayor, tal y como explicitan
los estatutos. no renovaba su mandato anual.4 Tampoco se registra especiales d iscrepancias
gubernamentales y sí una clara estabilidad, pues era práctica habitual que el Hermano
Mayor sal ientc propusiese al entrante , que era aceptado en el cabildo de elecciones, que era
restring ido a los oficiales, es decir. Hermano Mayor, teniente y los 12 conciliarios.

Como queda dicho, el instituto primordial ele la Cofradía era el Rosario público
diario. No aparecen en 1"s cuentas gastos de algún Simpccado de Ga la, aunque sí de dos
sencillos de distintos tonos, que podría indicar alguna variedad. Sólo a finales de sig lo se
refiere a una procesión del Rosario "grande·· que puede indicar al de Gala . Tampoco se
detecta me nción alguna a procesión de madrugada, debiendo celebrarse exclusivamente a
prima noche.

Pero e l Rosario no se puede entender en esta Cofradía como un mero cjerc1c10


devocional, sino que te nía un em inente car6cter de sufrag io por las ánimas de los cofrades
difuntos, como comple mento cxtralitúrgico de las misas que se aplicaban por regla,
especialmente sin duda en el mes de noviembre. en que la procesión vespertina adopt,tría un
auténtico instituto de cofradía de á nimas, realizando probablemente estación a l cementerio y
recabando limosnas pa ra lns misas de sufragio. En e l libro ele la Cofradía están anotadas las
"Saetas'· para el Rosario de Ánimas.

SAETAS DEL ROSARIO DE ÁNlMAS DE PEDRERA (1764)

No más, hijos míos, no más


subsistáis olvidados
de las penas tan crneles
que lloro aquí encerrado

Templad. templad . hijos míos


mis llantos y mis suspiros
con Rosarios indulgencias,
con lúnos11a,v y sacrijicios

' Fueron los l'.bos de Pedro Ribero ( 1784- 1786). A ntonio C ureía ( 1792- 1795) y M unucl de L una ( 1825- 1835)

229
CARLOS JOSÉ ROMERO MENSAOUE

Mirad que así nos ponéis


en la presencia de Dios
y en ello os alcanzaremos
de las c11lpas el perdón.

Con lágrinws y solfows


i111ploramos el auxilio
de todos los parientes
y 1ambié11 de los amigos

Piedad cofrades y cuenta,


piedad y eswd muy .1·eg11ros
de que nos /aira el alivio
de esrar en esta cuenta

SAETAS DEL ROSARIO

Por los c<ifrades diji111tos


de esta santa cofwdía.
cris1ia11os dad111e li111os11a/
que os la premiará María

Por los hermanos di)iintos


piadosos, dadme limosna
porque se están abrasando
en una oscura mazmorra.

Aflixidos en la cárcel
de la Di,·ina C/e111e11cia
se hallan todos aquel/0.1·
que esperan las irululxencias.

Vues1ros padres angustiados


i.:la111an desde el Purgatorio:
hijos de mi cora;.6n
¿110 me vas a dar sororro? (poco legible)

En los 1ormen1os que pasan


los cofrades del Nosario

230
RELIGIOSIDAD POPULAR EN LA VICARÍA DE ESTEPA. EL FENÓMENO ROSAAIANO DE PEDRERA..

no tienen otros socorros


que los cuatro aniversarios

Bendito.~ sean de Dios


lodos los que dan limosna
para librar los cofrades
y que vayan a la Gloria.

H{io, si quiffes que salga


de este lecho 1e111erario.
manda decirme una misa
en et altar del Rosario.

A los cofrades dijimtos.


¡oh dulcísima María!
alivia de los trabajos
que padecen noche y día

Las saetas eran composiciones breves muy propias de las Mi siones, en que se
buscaba un efectismo calculado para mover a conversión a los fieles y, en el caso que nos
ocupa, crear una atmósfera de temor y piedad hacia los difuntos. todo el lo enmarcado en la
religiosidad barroca ele la época. No hay ninguna referencia a coplas propiamente dichas con
la clásica estrofa de siete versos.

Así pues. el Rosario se convertía en nexo de unión del instituto devocional y el del
sufragio por los cofrades.

El otro instituto ele la corporación era el culto a la Vi rgen del Rosario. Tocio parece
ind icar que la devoción a la Virgen se incrementa casi al m ismo nivel que el Rosario con
el transcurrir de los años. En los comien1.0s se registr a poco movimiento económico y un
discreto ejercicio institucional, pues salvo el Rosario apenas se menciona la Función de
Regla. No obstante. ya en la década de los 70 aparecen gastos de las procesiones mcnsales
De hecho, hay un interés por la estética devocional de la i magen y su al tar y ~e comienza con
la construcción ele un magnífico retablo.

Este retablo. en madera sin dorar. se realiza en distintas fases, comenzando en 1772
y cul mi nando con los ángeles en 178 1. Está documentado como obra del tallista antequerano
Antonio Palomino.;

• F.n la, cuenlas de 1779 se indica " l1e111 cntreg6 al maestro Anto nio Palomi no. ve<.:ino de Amequcra en cuenta clcl
retablo de la Señora que esrnba aclualmcnte hac iendo...". La primera re rcrcncia al rernblo aparece en la~ de 1772
con t1n gasto 1600 reales.

231
CARLOS JOSÉ ROM ERO MENSAQUE

H asta entonces la Cofradía poseía una imagen de escayola, que de seguro


procesionari,1 en andas durnnte las fi estas mensales, pero que no concitaba propiamente
devoción estética, por lo que, una vez ulti mado el retablo. se acometió la reali zación de una
j magen más a propósito. Así se acuerda en cabilJo de 5 de octubre de 1794, siendo Hermano
M ayor A ntonio García, que fue reelegido por dos veces (1792-1795):

" Haviéndose erar.ido sobre la construcción de una nucba imagen de madera gloriosa
por ser mui antigua la que existe y su fábrica de yeso, deseando esta H er mandad el mayor
fervor y reberencia. unánimemente acuerda se haga dha imagen a costa de la Her mandad
encargándose en su solicitud el Her mano Mayor actual que dará cuenta de su costo para su
aprobación.....

D esconocemos el nombre del artífice, aunque las cuentas recogen que se cul mina
en 1795 y costó 1800 reales, adqu iriéndose asimismo un juego de coronas para la Virgen y el
Niño y el cetro, todo de plata. Con todo ello se completa la nueva iconografía devocio,1111 y
estética del culto a la imagen ele la Virgen.

Son estos años ti nales del siglo X V 111 y comienzos del XIX de especial efervescencia
cultual, constatándose la celebración ele una Novena en octubre y, aunque las cuentas no lo
especifica con detalle. se puecle asegurar, como ya apunté, que el culto a la Virgen en este
mes iba uniJo a una procesión o Rosario de Gala durante estos días. es decir una "Novena
de calle".

~o obstante, a parti r de la segunda década del nuevo siglo, la actividad ele la


Her mandad decae ostensiblemente y se descuida el gobierno y la administración. E l último
Hermano M ayor es el presbítero Manuel de L una, que mantiene el instituto callejero y de
culto y administra lo~ cen).OS de In Cofradía. El li bro culmina en 1833.

2. LA CONGREGACIÓN DEL ROSARIO CANTADO DE MUJERES DE


LA VIRGEN DEL CARMEN

Unos años antes de que se rcfundara la Cofradía del Rosario. un grupo de 23 mujcre~
deciden erigir una congregación o hermandad del Rosario cantado de la Virgen del Carmen,
con sede en la iglesia del Santo Cri sto de la Caridad y Nuestra Señora del Carmen. en donde
ya existía una congregación del Rosario p(1blico ele hombres. aunque no consta tuviese una
constitución formal como herm andad. Existía, por tanto, un núcleo rosariano alternati vo de
la parroquia. Presentada la oportuna solicitud ante el Vicario de Estepa, doctor l3cjarano
Fonseca, éste aprueba sus estatutos en 16 de julio ele 1751.6

'' Ubro de los esrm1110, yfor11111ci611 de la I-IN111a11dad dd Rosario Canlado de 111u.w r<'s sita m la if!,lesia del Sm110 Crisro
de lo Clwridod y N11e,rro Sriiora 1/el C'ar111e11 de esw ,,fl/o de Pedrera. aprobados por su se,10/'Ía el sr. docror dn. Manuel
Bejarano y Fm,.<e,.,,. 1•i1·m·io f!,Plll'rlll, j,w, ec/csilÍ.1·1ico or<li11ario de la villa de Estepa ... er, / 6 de julio de I 75 I.

232
RELIGIOSIDAD POPULAR EN LA VICARÍA DE ESTEPA. EL FENÓMENO ROSARIANO DE PEDRERA...

Así reza la solicitud. en la que se hace patente el exclusivismo femenino:

''{ ..}por nosotras y en nombre de las demás que congregadas se ha/lan[. ..jdecimos
que en fuerza de la devoción que siempre hemos tenido a Marfa Satilísima del
Carmen. cuia soverana imagen se venera e11 su iglesia propia y del Santo Christo
de la Charidad de esta villa de Pedrera: deseando más y más imprimir en nuestros
corazones nuestro filiar afecto a la Soi•erana Reyna, teniendo pre.~ente quan de
su agrado es la devoción del Santísimo Rosario, pues por él se dan repetidas
alabo11ws, ya por la plenüud de gracias con la que fue colmada por la Beatísima
Trinidad como a Madre Dilige11tísima de Jesucristo ...por tanto de Ull acuerdo y
conformidad y ell obsequio ... ernos determinado instituir y formar una hem1a11dad
del Santísimo !?osario compuesta de personas de... sexso sin que concurran otro
algún barón que el señor capellán D. Diego Becerro Galán de Luna, para que t•f
susodicho asista como capellán para el ofrecimiento y asistencia por la calle de
dho Santísimo Rosario y por su ausenciaf... }Dn Joseph Cano asimismo presbítero
secrewrio para scmar las hermanas y c.1·cribir c'abildos que se ofreciesen
nombramos a D11 Pedro/.../ cuio Rosario e111os de sacar de la dha iglesia todos los
do111Íl1¡?os del aiio y días dejlC'sta de Nuesrra Seiiora por la tarde y a ora competente,
ianto de invierno como de verano, de suerre que dho Rosario a de estar finalizado
antes de las Ave• Marías... tomando por estación aquella o aquellas que nombran
los hermanos que de noche y de la misma sacan el Samísimo Rosario y siempre
que salRamos a de tener la Hermana Mayor o en su lugar su tenic•nte y consultoras
facultad de nombrar dos hermanos que durante se canta y por lci misma es1aci6n
se llevare pidan limosna para la sern ... "

L os Rosarios de mujeres constituyen el resu lta<lo de todo un proceso ele reivindicación


femenino para participar de manera activa en las procesiones públ icas del Rosar io, devoción
a la que eran más afectas y constantes que los hombres. Ya en la última década del XVrT
se detecta la presencia clandestina de mujeres en los cortejos de prima noche y madrugada,
pero las continuas prohibiciones eclesiásticas las hicieron desistir un tanto. Sólo se toleraba
su presencia en los Rosarios vespertinos de los días festivos. Pronto misioneros regulares
fomentan la creación de rosnrios exclusivos de mujeres en las primeras décadas del X VIII',
que alcanzan su consolidación y desarrollo a par tir de 1730 merced a la labor del dominico
Peoro VázqueL Tinoco.

Resu lta muy sintomático que fueran las mujeres quienes comenzaran el renacimiento
del movimiento rosari ano de Pedrera en esta segunda mitad del XV III y además no se
con formaran con organizar una congregación esponlánea como la de los hombres para la

7
Se han <locumcnrndo ya Rosarios de mujeres cu Tarifo tCádil) en 1omo a 1718. crr PATRÓN SANOOV AL, Juan
Amonio, "Los Ro,ario~ público~ en Tarifa (2)". en /\ljuranda. R(•1•i,1a de t:rn,dio., Tarife110s. n" 59. diciembre 2005,
p:lgs 20- 30.

233
CARLOS JOSÉ ROMERO MENSAQUE

salida del Rosario- como era lo usual-. sino que plantearan directamente la fundación formal
ele una Hermanclacl.

La erección ele una hermandad rosariana ele mujeres por parte de la Autoridad
Eclesiástica constituye un singular acomecimiento y resulta una prueba inequívoca de
la importancia del elemento femenino en Pedrera en torno a la devoción a la Virgen del
Carmen y al uso rosariano. Dentro de la tipología de hermandades del Rosario, habría
que incluirla entre las diocesanas con otra advocación y dedicada primordialmente a la
salida del Rosario público. que era el elemento que dinamizaba la devoción carmelitana
junto a la imagen.

La iniciativa supone un contrapunto al Rosario de hombres de " prima noche" de


su propia iglesia. espontáneo y sin visos de querer emprender una const.itución formal, y
al de la parroquia, en los que la normativa eclesiástica impedía integrar a mujeres, pero no
ya sólo por cuestión de exclusivismo varonil, sino por el propio hecho ele la sede canónica.
Efectivamente no es anecdótico que el Rosario de mujeres no salga de la panoquia, sino
ele otro templo sin cura pastoral directa y que además se agrupe en torno a la advocación e
imagen ele la Virgen del Carmen en contraposición con la del Rosario.

En otros artículos he estudiado la dicotomía rosariana de la religiosidad "oficiar·


en torno a la parroquia y su clero y de la ''popul ar", un tanto marginal. con sede en
alguna capi lla o ermita. Hasta ahora había observado el fenómeno con congregaciones
del Rosario de la Aurora y en un circuito masculino, pero en esta ocasión son las
mujeres quiene~ definen y protagonizan de manera precm i nente un foco ..alternntivo.. a
la devoción rosariana de la parroquia y la Cofradía. Oc hecho, el Rosario de hombres de
la parroquin no tardará mucho en formalir.arse con la iniciativa de refundar la antigua
Cofradía, aunque en ella se integrarán hombres y mujeres. pero sin que estas últimas
puedan salir ni acceder al gobierno.

En los breves estatutos que redactan se establece que la Hermana Mayor se elegirá
por un año. salvo reelección. Habrá votaciones el último día del año. tras el Rosario. con
asistencia del capellán y secretario. La sal icnte propondrá tres hermanas, para que sobre ellas
se vote. La nueva Hermana Mayor puede nombrar una teniente y dos consultoras.

Al fallecimiento de una hermana, se le aplicará el Rosario cantado que salga tras


su muerte.

La primera Hermana May()r de este año de 1751 se elige por sorteo, saliendo Juana
Morsi llo Rangcl, que escogió por teniente a Marccla Barranco y por consultoras a ]sabe! Páez
Hidalgo e Isabel Corona Carrasco. Contaban con un secretario permanente para la redacción
y formalización de actas, para lo que ninguna cofrada estaba instruida. Sólo él y el capel l,ín
eran los únicos varones admitidos.

234
RELIGIOSIDAD POPULAR EN LA VICARÍA DE ESTEPA. EL FENÓMENO ROSARIANO DE PEDRERA..

A diferenc ia de la Co frnd ía, la Hermandad ele mujeres se afanan desde el r ri ncipio


por adquirir insignias y enseres de calidad para el Rosario. como se observa en el Inventario
de 1758, en que figuran un Simpecado con su imagen de María Santísima de damasco, con su
vara plateada y cordones de seda y guarnición de plata, cuatro faroles chicos y dos graneles
con sus varas y una cruz dorada con sus espejos g ra nde.

Para el sostenimiento de la Cofradía contaban cxclusivmncntc con las li mosnas y


cuotas de sus hcrnrnnas.

Junto al Rosario el instituto de la Hermandad contempla el culto a la imagen de la


Virgen del Carmen. a la que se dedicaba en su festividad una Novena con Función solemne,
en la que se cantaban unas Coplas, que reproduzco a continuación:

A fa Reyna del Carmelo


le fwcemos su novenario,
le aplaudimos con canciones
y rezamos el Rosario

Una Novena, SeFíora.


Jwzemos con confianza
de lo¡:rar por este medio
las etemas alaba11zas

Cu11 dulzura y melodía


cantamos vuestras ca11cio11es
para que así nos ecf1eis
vuestras s011tas bendicio11es

Vuestro Rosario rewmos


con jubilo y devoción,
con1emp/a11do los Misterios
de la Sagrada Pasi611

Entre las advocaciones


de esta Madre tan clemente,
una se lleva la palma
y es el Carmen de la ¿muerte?

Porque. vestidos tus hijos


de w escudo soberano.
lloran y gimen sus culpas
y de.Hierran al Tirano

235
LA PARTIDA DE LOS GUERRAS

Vicente Duran Recio

MOVIMIENTO GUERRILLERO: Desde mucho tiempo ante~ del siglo XIX


existía el movimiento guerrillero, siempre que entre dos bandos combatientes hubiera una
desiguald ad beligerallle desequilibrada, caso del guerrillero Virimo contra todo un ejército
romano bien organizado

La guerrilla surge como reacción contra un opresor. ya sea un invasor extranjero


o el poder establecido, e implic;i necesariamente la ex istencin de un fuerte apoyo popular,
puesto que el guerrillero debe ser aprovisionado y ocultado por la població n local.

Aunque existen numerosos antecedentes de la acción guerrillera. El nombre y el


concepto de guerrilla nacieron en España durante la guerra de la lndependencia, cua ndo un
pueblo en armas tomó el relevo ele unos ejércitos regulares que habían fracasado. Nombres
como los del Empecinado, Manso, el Cura Merino, Francisco Espoz y Mina son dignos ele
mención en España.

El citado modelo de lucha no puede precisarse con exactitud después de la invasión


napoleónica de España, pero se sabe que en cuanto el francés pone sus pies en suelo hispano
comienzan a surgir a lg unas partid as armadas en Castilla, Navarra y A ragón castigando como
podían al invasor.

Un documento expedido por la Junta Suprema Central instalada en Sevilla, con


el nombre ele Reglamento de Partidas y Cuadrillas, habilita la participación de reducidos
contingentes en la lucha contra el francés. Asimismo reg ula la estructura interna de cada
grupo. El Reglamento implica en la g uerra a los contrabandista!: y decreta sus indullos antes
de constituirse en cuadJillas.

La Junlll Suprema Central, también promulga reglas que deben observarse para la
defensa de los pueblos y ciudades. Toda ella es un llamamiento general a la lucha contra el
invasor. Se aconseja al paisanaje a abrir zanjas y cortes e n los caminos, a poner estacadas
en los pasos y a empuñar todo tipo de armas, así como valerse de pied ras, ladrillo~, agua
hirviendo, cal viva y todo tipo de materias para incomodar al enemigo. Estos mecanismos
bélicos son bastante similares a los que define la guerra de guerrilla.

237
VICENTE DURÁN RECIO

Otra particula ridad de las Partidas es la concurrencia de todo 1ipo de hombres: ricos
patriotas, frailes, desertores del ejército. contrabandislas y bandoleros. Hombres duros que
su l'rcn muchas fatiga~ y dispuestos a darlo todo por la Pa1ria.

La característica principal de la guerrilla es el dinamismo, la diligemc acción de


ataque y retirada, la sorpresa táctica y la brevedad ejecutiva consiste en una lucha de desgaste
que persigue la derrota del enemigo y la absoluta destrucción del ejército de Napoleón. Factores
muy importantes para esta derrota es el conoc imiento del terreno y el apoyo popular.

El acoso a las unidades napoleónicas por el movimiento guerrillero y la dcsprotección


ante su embestida queda gráficamente reflejado en las palabras del superintendente de la Casa
Real Josefina. Conde Mito de Milito:" Un ejército invisible ex.tendió sobre casi toda España
como una red de la cual no se escapaba ningún soldado francés que se alejara un momento
de su columna o su guarnic ión ''.

La guerrilla en Andalucía nace al mismo tiempo que el ejército napoleónico va


invadiendo su tenitorio. La mayoría de los andaluces se oponen y recharnn a los franceses:
por lo tanto, es ahora c uando optan por la resistencia en lugar de la sumisión. Al mismo
tiempo las voces de la Regencia del Reino, instalada en Cádiz. anima a los ciudadanos a
constituirse en guerrilla.

El levantamiento guerrillero no es homogéneo en toda Andalucía y el sen1ido m,b


rotundo lo nlcanza en las comarcas de la Serranía de Ronda y en el Condado de Niebla.
Por otra parte, aunque con me nos intensidad, también existen levantamiento!> guerrillero~
en d istintas provincias andalu1,as como: Las Alpujarras en Granada y Almería. la Sierra
de Segura en Jaén, los Montes del Torcal en Málaga. la campil'ía en Córdoba y Sevilla, los
Cerros del Andévalo en Huelva y la Sie rra de Grazalema en Cádiz.

El movimiento insurgente en los partidos territoriales de Ecija. Osuna. Estepa y


Teba, es significativo, Ya en 1809 se forma un g rupo guerrillero en el d istrito de Osuna. en
concordancin con el Reglamento de ParLidas y Cuad ri lla!>. refrendado por la Junta Suprema
Central. Este grupo es de escaso potencial operativo. debido a la deserción de mucho~ ele sus
miembros y la indisciplina existente. Además de este grupo g uerrillero, ya instado el ejército
napoleónico en la provincia de Sevilla, son innumerables los g rupos guerrilleros que salen
por todas parte~. Registran una mayor actividad e n parajes que brindan indudables ventajas
como las riberas del río Genil, la Sierra Sur y las franjas que corren paralelas ni cam ino real
de Sevilla a Granada.

Los grupos guerrilleros en los sectores de Ecija y o~una son muchos según las
i nformacioncs vertidas en documento'> oficiales. Por esto!'. documentos conocemos la
existencia de las -;iguientes: Panida de A ntonio Mellado, opernnte en las riberas del Gcnil :
la Partida de Bartolo q ue operaba en 10<.la la extensión ele los distritos de Osuna y Ecija: La
partida de Juan Pérez. alias " Siguindón'', que operaba por tierras de Estepa. Osuna y Ecija:
la Partida de Osuna que actuaba en coluboración con la Partida de Bartolo; la Pmtida de

238
LA PARTIDA DE LOS GUERRAS

Torralvo, que según el c~critor Alvare1/. C hoc:ino, actuaba en la Comarca de Estepa; y la más
significativa de todas. la Partida de los Guerras, a la que vamos a dedicar el mayor espncio de
nuestra Comunicación por varias razones: 1°, por ser el título de nuestra Comunicación y 2º y
principal. por haberse creado en El Rubio y ser la mayoría de sus componentes rubeños.

El escritor Alvarcz Chocano. en su novela El Relicario, publicada en Estepa el año


1882. dice literalmente:

"Los que han escrito la historia de l g lorioso alzmniemo español de 1808, hablaron de
nuestras campañas y de la multitud de gucrri l leros que brotó este suelo clásico de patriotismo.
del valor y de la cons1ancia; pero ninguno ha hecho mención de la Partida de los G uerrns,
con la que tal vez ninguna otra guerril la puede compa ra rse en su ag ilidad, en su dcstre;,.a
personal. en su osadía, en su sabia táctica.

En su admirable y nunca desmentida habilidad se estrellaron el valor y la pericia


de las tropas imperiales. Dieciocho hombres montaron a caballo, al ocupar los franceses
Andalucía. L-0s mismoi. estaban cuando salieron de ella. y huyeron a Francia. Ni uno
fue muerto; ni uno fue cogido; y no se pueden contar los choques, siempre funestos a los
veteranos del imperio, que sostuvieron aquellos valientes españoles. cuyos nombres deben
pasar a la posteridad. Mig ue l. que fue el comandante. Diego, su hermano, Juan Bennudo,
Pedro Caro. Rodríguez el Bolero, Copete (a) Coronilla. el Cordobés, Carpio López, Luis
López. Franc isco. Ped ro y Jo~é Quiroz, Juan. francisco y José Guerra, y otros tres eran los
individuos de esta partida. naturales de E l Rubio y de Estepa , y uno del pueblo de Mirageni l.
que es hoy un barrio de la villa, que se llamó ele Don Gonznlo. y que hoy por el mero prurito
de innovar, hace algunos años, que se vio privada de su nombre histórico. dándole el de
Pucnte-Genil. Daremos alg una idea de su manera de pelear".

Los tres componenlcs que faltan en l:1 lista ele Alv<1rez Chocano fuero n: Bernabé
de Osuna . Antonio Quiroz (el C urita ele Estepa) y un tal Lara, posiblemente también de
Osuna. Seg ún declaración hccha e n l814 por D iego Hiclalg:o, ante e l escribano Antonio José
Rod ríguez, quc dice que los sujetos incorporado\ en los últimos meses de la estancia francesa
en la zona de (Osuna. Ecija y fatcpa ). fueron estos tres, A.P.N.O. Año 1814. Lihro N" 890
(Erróneamente enlegajado en el cuaderno correspondiente a l año 18 l l ).

Alvarcz C hacano sigue dkienclo:

'· Vestían al uso del país: colz.ó11 corto, faja encamada, hot(11 y ::.apa10 de becerro,
-:.amarra de lana larga. sombrero cafaíiés. lvfunwba n ligerísi1110.1· y arrogantes
caballos, en que llevaban dos escopetas, sable. c11yo nwnejo aprendieron.
cuchillo. pistolas y co11a11a corrida. Todos mu}' buenos jinetes, wdus excelentes
tiradores, conociendu los campos. veredas, lindes y padrones del país, y re11iendo
los calwllo.\ acosrw11brculos a saltar arroyones, barrancos y vallados. Siempre se
resen'aron de la ínfamería, para eviwr s11.~descargas: ¡1ero en viendo caballería.
no co11.~1draban el número de enemigos. Unas veces sal(an 11110 o dos de fo partida

239
VICENTE DURÁN RECIO

a dar la cara y atraer a los fi·anceses a donde esperaban los demás; oiras veces
salían desde luego todos. Jamás comenzaban acome!Íendo; se presentaban para
ser acometidos. Esperaban, cada cual con una escopeta en la mano, y la 01ra
colgada. Todos enajenados dejaban a /os franceses acercarse hasta una dis1ancia
conveniente; y e111011ces disparaban; revolviendo enseguida tus cahallos y huyendo
sin desordenarse. A la carrera cargaban las escopetas, que habían vaciado.
Co111enían. a los caballos, para ir dando lugar a que lo.vfranceses ganaran terreno,
y se aproximaran a la dislancia que antes, y a una voz del co111m1da111e, volvían
caras, y hacían otro disparo; continucmdo de esta manera, 111ata11do franceses,
hasta que esws, convencidos de que era imposible a/cam:.arlos, hacían alto, y los
Guerras paraban también.

Daba que pensar a los fra nceses aquel conflicto. Si ava nzaban. mor ían. sin conseguir
llegar a ellos; si paraban, morían. porque tiraban los Guerras a la masa, sin errar un tiro. Por
último se retiraban los franceses: y los G uerras iban cargándolos, a la distancia conveniente.
Acobardados aquellos, huían a la desbandada; y los Guerras comenzaban a cortar a los que
iban quecl:ínclose atrás, hacie ndo una matanza horrible. No había recurso alguno para librarse
de esta sabia táctica. Lo único que pudieran haber adoptado los franceses era el fuego a
caballo: pero los Guerras tomarían entonces miís distancia. para librarse de las carabi nas, con
las cuales el 50ldado de caballería no acierta un tiro, y con las escopetas lo habrían apuntado
muy bien. Cuando a Coronilla le recibieron confesión en la cárcel. de Sevilla. a consecuencia
de una intriga. que é l puso en juego después de la g uerra para proteger a los Niños de Ecija,
cuya persecución se había encargado a los Guerras, que volvieron a formar partida: al hacerle
cargo de haberse ha! lado en la muerte de un español. no se defendió desmintiénuolo, sino
alegando un servicio; y afirmó que podía justificar. haber matado por su mano ochenta y
cinco francesc!'.. Si así fue, no tenía Francia caballería para cien partidas como la de los
Guerras. Si estos hubieran sido franceses ¡ cómo había resonado. no el clarín de la fama,
sino toda una trompetería¡. Pero tenían la gloria y la desgracia de ser españoles, de ser de la
patria de los héroes pobres y perseguidos; y Coronilla murió en presidio, y los otros fueron
muriendo acomodados de guardas en los cortijos y caseríos. cuando cada uno merecía una
faja de general. o si esto no por falta de conocimientos. otro puesto, con el que se premiase
su mérito; que el hombre que tales prodigios hace, sin estar en carrera; sin esperar grados y
sueldos; sin lk:var otro objeto que matar enemigos de su patria, merece mucho para el que
sabe apreciarlo".

Ahora vamos .i extractar algunos hechos curiosos realizados por la Partida de los
Guerras:

En el camino que ele Estepa conduce a Ecija, tropezaron una vez con una sección de
lanceros q ue liaban escolta a la señora de un coronel francés. Tral>ose una lucha encarnizada:
los lanceros se batieron como bravos. pero el resultado fue morir algunos de ellos y quedar
la coronela en poder de los Guerras. Tres días la tuvieron en su poder, cuidándola como a
una gran señora y a l cabo de ellos, como los franceses hicieran g randes ofertas de que nada
ocurrir ía al que la devolviera a s u marido, fue acompañada por Diego Hidalgo hasta Santaella

240
LA PARTIDA DE LOS GUERRAS

donde se encontraha el coronel francés. Este agradeció el noble componamiento tenido con
su esposa. obsequió a H idalgo y le dio una escolta de franceses que le acompafiaron hasta el
lugar que el quiso.

O tro día .llegaron a Mari na leda unos cuarenta juramentados (afrancesados)


comenzaron a cometer tropelías y comentaron que más tarde irían a E l Rubio para hacer lo
mismo. Uno de este pueblo dio aviso a Francisco Quirós, Juan Bermudo y el Curita, los tres de
la Partida de los Guerras. Estos salieron a esperarlos en las barrancas del río Blanco (Salado).
pero cuando ellos llegaron, aparecían los juramentados por la otra orilla; los tres comenzaron
a tiros y volver la cara a El Ru bio, haciendo como llamaban a los demás de la partida. Los
juramentados se acobardaron y volvieron atrás, y los Guerras siguieron cargándolos. Le
hicieron cinco muerto!> y deja ron cojo al caballo del comandame. Los juramentados huyeron
en dirección a Estepa. hasta cuyo ruedo llegaro n los tres que los perseguían.

Otra vez estaban los Guerras en un cortijo cerca de Osuna. cuamlo vieron venir por
el camino una partida ele unos cuarenta franceses. El comandante de los G uerras, Mig uel
Hidalgo, s upuso que si los franceses los divisaban en vez de querer combatir se ampa rarían
de Osunu. Para evitarlo era menester atraerlos con uslucia al cortijo. Encargó la misión a
And rés Luque (a) el Cordobés, natural o vecino ele Puente Genil. Montó e n su yegua y salió
hacia el camino, fingiéndose dormido, y cuando ya estaba cerca de los franceses, hizo como
que se asustaba, revolvie ndo la yegua hacia el cortijo. Los franceses le siguieron y para
animarlos en su empeño. hizo como que se caía ele la yegua: volvió a montar y los franceses
lo siguieron hasta las puerta:-. del cortijo. Salieron entonces los G uerras, mataron unos cuantos
de enemigos, y quedaron prisioneros todos los demás, que más tarde fuero n enviados por
Miguel Hidalgo al general Ballesteros.

En otra ocasión, estando descan~ando los Guerras en un cortijo en el cam ino de


Ecija-Estepa, el centinela avisó de la Ilegada de unos cuarenta franceses. Entonces dispuso el
comandante que salieran dos de la partida y los entretuvieran m ientras los demás acababan
de tomarse un poco de vino. Salieron Pepe Guerra y s u primo el Curita. se adelantó el
primero. llegó casi a tocar a los franceses. y los provocó. Los franceses tiraron de los sables
y arrancaron hacia él; les disparó un tiro y salió corriendo sin detenerse hasta unos cincuenta
pasos más a llá de donde estaba el Cu rita. Este disparó otro tiro a los franceses, ::w lió corriendo,
y rebasó otros c incuenta pasos al nuevo sitio donde estaba detenido Pepe Guerra. Tocó a és1e
el tu rno de disparar y correr. y a!->í repitieron el pel igroso y sangriento juego hasta que salió
toda la partida y puestos en ala dispararon sobre los franceses y salieron corriendo mientras
cargaban. Repitiose este ataque varias veces hasta que los franceses h ic ieron alto; entonces
los de la partida comenzaron a pasar uno a uno por enfrente de sus enemigos disparando cada
cual su tiro, hasta que aquellos se dispersaron. De la persecución que sufrieron los d ispersos
escaparon muy pocos.

Por noticias particulares adqu iridas por el Memorial Ostipen~e. podemos añadir
a las hazañas anteriores, dos hechos del Cordobés: Perseguido una vez. cerca de Ecija por

241
VICENTE DURÁN REC IO

una partida de dragones. les hizo frente él solo, confiado de la velo;, carrera de su yegua. Les
causo ocho baja~ entre muertos y heridos y escapó de su~ per-,cguidores.

A lo~ pocos días fue hecho prisionero en el cortijo de l~la Redonda. y se evadió
tiníndosc a l río. montado en su yegua, desde los tajos que hay en el camino de Ecija, en el
sitio de la Cru;: del Esparraguero o tajos del río Blanco.

Nos consla por documentos existentes en el Arch ivo Municipal de Osuna. que
una vez que los franceses abandonan Andalucía, muchos de los guerrilleros y otros que
no lo ernn, se echan al campo y comienza un.i nueva etapa de bandolerismo que asola con
sus robos, crímenes e incendios de cosechas las comarcas de [cija, Osuna y Estepa. Estos
malhechor0s forman bandas y entre esrns. la más cruel y aterradora. la llamada "Los Siete
Niños de Rcija''.

Para combati r eslas panidas de facinerosos el Ayuntamiento tic Osuna, con


autori.wción gubernativa, reorganiza la Partida de lo~ Gue rras, como podemos comprobar
por los do!.. Cabildos que a continuación mencionamos:

Cabildo de 6 de septiembre de 1812.

Entre otras cosas d ice que. reunidos en la Sala Capitular del Ayuntamiento de Osuna
los Capitulares y la mayor parte de los propietarios y hacendados de la Villa, e l Señor Alcalde
propone que urgentemente se dehc crear una Ronda Armada con el objeto de perseguir los
muchos ladrones y malhechores l[LK' infestan el término. con el correspondiente permiso y
autorización del Gobierno.

Acordaron que se compusiese d icha Ronda ele doce hombres y cuyo jefe fuese Juan
Guerra atendiendo las circunstancia que en é l y sus compañeros residen. Para que esto se l levc
a cabo lo mns rapido posible, se nombra una Com isión formada por los Sres: don Cristóbal
Govantes, don José Limeño y don José Jurado qm:, una vez term inado el Cabildo, se ponen
en contacto con los Guerras.

Al día siguiente, 7 ele septiembre. se reune de nuevo el Cabildo para tratar de los
contactos llevados a cabo por la Comi~ión con los Guerras. y se acuerda lo siguiente: Que la
Ronda Armada estará compuesta por los siguientes hombres: M iguel Hidalgo como primer
comandante. Juan Guerra como segundo comandante, Diego Hidalgo. Miguel Guerra, Manuel
QuirOL, José Copete (Coronilla), José Guerra, Juan l3ermudo. Antonio Quiroz . Ma nuel Marín,
Franc isco Quiroz y Tomás Olmedo. Que ~e les abonar.í las respectivas racio nes ele paja y
cebada y doce reales de vellón d iario~ a cada uno, que le serán pagados por la Tesorería. Que
se les dará un pasaporte vi~ado y el c:orrespondicnle permiso de arma~. Una vez extendidos
estos documentos por el Ayuntam iento, se acordó que desde el día sigu iente comenzaran a
ejercer sus func iones.

242
LA PARTIDA DE LOS GUERRAS

Los Guerras comienzan a ejercer sus func iones y en poco tiempo limpian de
bandidos y malhechorc:-. todo el término de Osuna y parte de los de Eci,ia y Estepa.

En n:.conoci111icnto. tres de ellos: Diego Hidalgo, Pedro Caro y Francisco Guerra


fueron nombrados diputados (alcaldes pedáneos) en los años 1825. 1831, 1833 y 1834.

Por lodo esto y muchos hechos más, llevados a cabo por la Partida de los Guerras,
El Ayuntamiento de El Rubio les levantó un monolito, tal día como hoy del año 2000, que
recuerda las hazañas de estos valientes rubcños.

BIBLIOGRAFÍA

- Vicente Durán Recio. Historia ele E l Rubio.(Ecija). 1990.

- Vicente Ourán Recio. La verdadera historia de los Siete Niños de Ecija.(Ecija). 1994.

- Alvarcz Choeano. El Relicario. (Estepa). 1882.

- Mcrnoril Ostipense.

- Archivo Mun icipal de Osuna.

- Archivo Municipal de Ecija

- A.P.N.P. 1814. Libro Nº 890. Erróneamente enlegajado en cuaderno correspondiente a l


ai'ío 18 1J.

- Francisco Luis Díaz Torrejón. o~una Napoleónica (1810- 1812).(Sevilla). 2001

- Francisco Luis Díaz Torrejón. Guerri lla. ümtraguerrilla y Delincuencia en la Andalucía


'.'lapolcónica (1810-1812). Lucena (Córdoba). 2005.

243
LA ÉPOCA DE LOS SECUESTROS
EN LA PROVINCIA DE SEVILLA

Manuel Gavira Mateos

A mediados del siglo XJX una serie <le circunstancias provocan un substancial
cambio en las pautas de comportamiento y de patrón del bandolero andaluz que se conocía
hasta entonces. Por un lado, se dan situaciones específicas o concretas que afectan bastante al
anterior modelo de salteador y ladrón <le caminos. Así, a juicio de investigadores y estudiosos
los pormenores que se dieron en la muerte de José María el Tempranillo y l a rcti rada de Juan
Caballero a su Estepa natal cierran toda una época.

El Tempranillo. el más romántico y carismático de los band idos andaluces. muere en


el 1833, ironía de la vida. a manos de otro bandolero. Cuando, como cond ic ión pnra lograr su
indulto real, dirigía la Partida de a Caballo de Andalucía, que tenía como fin limpiar el campo
andaluz de malhechores. Por cierto, de la Partida citada muy poco se sabe documentalmente,
sólo la acción que hemos recogido de José M aría 1•

Juan Caballero. el último caballista de la campiña, también consiguió el indulto para


él y sus gentes retirándose entonces a su pueblo, donde vivió más de cincuenta años tranquilo
y sosegadamente hasta su muerte, con ochenta y un años, en el mes de abril del 1885. Decía
la referencia de prensa que daba la noticia: ·'l-Ja fallecido Juan Cabal/ero.famoso compadre
del conocido José María. y cuyo nombre corrío de boca en boca con espanto por los wios
/827 a 1830. Una sola vez fue herido. Se cree que ha contribuido a su muerte fa bala que
tenía dentro del cuerpo"1 .

Por otro lado. también. se dieron, que duda cabe, otros acontecim ientos que habían
de influir definitivamente en el cambio de modelo del bandolero. El primero fue la creación
de un cuerpo ele seguridad fuerte y un.i ficado bajo un solo mando en el 1844. era la Guardia
Civil, que a partir de ahora se hizo presente en todos los lugares donde se alterase la normal
convivencia con una efectividad desconocida hasta entonces en la persecución y lucha contra
el bnndoleri smo. Además, este nuevo factor vino acompañado por otros hechos provocados
por el avance tecnológico que se vivió en esta época. Así el ferrocarriP estimuló u11

' Roúrígucz Martín, Jo~é A. "Jo~é María e l Tcm¡)ranillo". h:licione, C:nstillo Anwr. 2002. Pág. 289.
' Hemeroteca Munic ipal de Sevilla. La Andalucía del 14 de abril de l885.
' En el 1859 se puso en funcionamiento la línea Sevilla-Lora. y de la Córúuba-Scvilla. Siendo cu la dé~ada de los
sesenl:1cuando ,e dcsa1rnlla las víns férre.i~ 111:\s importantes para Andalucía: Madrid- Sevilla. Córdoba-Málaga, e1c.

245
MANUEL GAVIRA MATEOS

desplazamiento de pas.~jcro~ y mercancías más rápido y seguro, que hizo que islo:-. huyeran
ele los vulnerables caminos y veredas de antaño y, por !>upuesto, el uso del telégrafo. que
indudablemente con~iguió aunar enérgicamente los e~fuerzos de las autoridades competentes
y prestar una rapidez. inédita hasta entonces, en la lucha t:ontra la delincuencia.

Si bien, casi al mismo tiempo que desaparece el salteador ele cam inos y el ladrón
de caseríos nace otra forma de delinquir. que, aunque, como debemos reconocer no es nueva
en la historia, si toma ahora nrntices muy definidos para marcar toda una etapa dentro del
bandolerismo: el secuestro.

En todas la~ provincia'.> andaluzas los terratenientes y capitalistas, en general. se


sintieron amenazados ante las innumerables desaparic iones que se daba n. acompañadas éstas
de tenebrosos correos exigiendo cantidades desorbitadas para salvar su vida, la de algún
fam iliar o. a veces. su propia hacienda. y todo esto en breve espacio de tiempo, lo que añadía
aún más dificultad para conseguir la rápida liheraci(rn de la víctima. Así pues, el secuest ro se
convirtió en una forma denigrnntc de atropello. Eran dos transgresiones claras en e l mismo
acto: el rapto y el robo. Factores que nos confirma un prestigioso analista del bandolerismo.
Bernaldo de Q uir6s, al e~cribir: ''Tal es, en efecto, esta nueva Jigura del secuestro, que los
penulisws describen como el rapto .fúrrivo. seguido de de1e11ci611 ilegal, de uiw persona,
reo/izado con ánimo de codicia y subordinado la devolución de la 111is111a al resca,e medio/lle
dinero emregado sigilosamente y b(~jo la amenaza condicional ordinaria de la muerte del
sec11estmdo si no se accede uf pago''.4

También, la prensa de la época llegó a aportar su punto de vi~la sobre este delito:
'"fü el secuestro un crimen de fo:, más dffíciles. Neresita para llevarse a cabo, además de los
medios de 1111 robo con violencia, hombres audaces y de cond iciones no comunes entre los
de su ralea; ocasión propicia. muy diffcil de encorurar; ca/mi/os veloces y rcsisf.el!les para
poder atravesar en pocas hora.~ /arJ.:aS dista ncias; conocimiento del 1erre11n palmo a palmo.
para poder atravesar a escape y en las sombras de la noche lugares ásperos y ji"agoso;
sitio oculto y seguro donde ence/'/"ar a la v(ctima: de una legión de auxiliares. de espías_,.
de cómplices, .fieles y na da torpe.\', y sobre todo es10, el tiempo largo, fas co1111111icacio11es
dffíci/es y peli¡.;rosas con lajúmifiu; y las transacciones y co111pro111e1idos arreglos con los
puril'l71l'.\' del secues1rado" 5.

A lo largo de las últimas décadas del siglo XIX se hicieron famosos por su actividad
en nue~tra provincia, entre otros, dentro de esta modal idad el Maruzo y los Malenos, de El
Arahal; r:rnncisco Lechuga, de Estepa; el Tío Martín. de La Alameda; Melgares y el Bizco
de Borgc con acciones en varias provincias, entre ellas la sevillana ... Y no faltó en cualquier
pueblo, por pequeño que fuese, el secuestrador esporád ico que intentaba, sin duda, dar una
vuelta a su sucr1c con un golpe audaz. La nrnyorfa pag.nban con su vida el intento. así le ocurrió

'Bernaldo tle Qu,rós )' L11is Ardila. "El Bandolerí,mo ,md¡ih17··. Ediciones Tumer S. A.- l')l<~. p. 1-'7.
'H. M.S. La Andalucíll. 27 de ~bril de 1887.

246
LA EPOCA DE LOS SECUESTROS EN LA PROVINCIA DE SEVILLA

a un tal Francisco Marcos (a) Pigino. que complicado en una cau sa de secuestro hnbía sido
prendido por las autoridades y preso en la c,frcel de Gi lena. Murió cuando al ser interrogado
acometió al guurdia que le preguntaba con un cuchillo, pues éste rechazando la agresión
sufrida. y sin resultar herido, le disparó con su carabina reglamentaria dejándolo muerto~.

Pero hemos de convenir que la mayoría ele las veces el se<.:uestro no era obra de un
audaz o solitario bandolero. si node toda una organi,rnción crimi na! que contaban para sus fines
con una eficaz infracstructurn social y cconóm ica. En la que no faltaba el personaje influyente.
o padrino, que diseñaba el secuestro; una extensa red de encubridores o informadores. que
lo hacían posible; y el bandido o bandido, que lo ejecutaban. A veces, se necesitaba una
cantidad importante de pcrsonas, así cuando en agosto del 1870 se detiene, después de una
activa persecución de la G uardia Civil. al :viaruzo y a sus colaborildores por los secuestros
de don Enrique Rubio y don José Reina, hijos de ricos huccndado~. se procesa a treinta y
siete personas, es decir "wda una sociedad seu1es1radora, organizada en es/a provincia.
se¡¡ún tod(IS las pre.rnnciones, y que riene su ce111ro de acción en El Aralia! y ram!ficacio11es
en fas provi11cias de Cddiz, Córdoba y Má/aga·· 7 _ La mayoría de los implicado~ eran de
El Arahal, pero también los había naturales de Sevilla, Utrera, Casariche. Pamelas... No
faltando, incluso, la participaci6 n activa de una mujer: María Torres. ele Casariche. que según
se recogía en la noticia de prensa se hallaba "co1ll'ic1<1 y confesa de haber lrnidn en s11 casa
secuesrrado.1· a c/011 José Reina y a don Agapilo Del¿;ado, al cual asesinaron su esposo y .1·u
hijo, así como al bandido Antonio Poz.o, que i111e111ó d4e11derto •·~

Referencias y elatos que nos dan ide.i de lo cruel y extendido que lleg6 a estar el uso
del secuestro en nucstros pueblos, pese a la dura represión ele la que eran objeto secuestradores
y cómplices. Esta severidad en la represión mostró su cara más implacable y tajante en la
aplicación. bastante generali zad¡¡_ de la llanrnda "'Ley de F11gas'"1• El esquema era siempre.
más o menos, éste: los implicados en causas de secuestro~ eran sacados de la Cé'írcel para
su traslado a un penal más seguro o al lugar del juic io. Por el camino, con el pretexto de
un intento de una hipotética hu ida o ante la presunl'a ayuda ele algunos compañeros para
liberarlos, los trasladados encontraban la muerte u manos de los guardias encargados de su
custodia"'. Así ocurrió con una de las partidas ya citada anwriormcnte, decía la noticia en la

• H M. S La AndalllC'Ía. 25 de septiembre de 1870.


1 Archivo Díaz de li scov:ir. Málaga. El Avisador, 23 de ,1gosto de 1870.

'!dem.
• Recur,o oprcsór llcv;id;i a su más alla ,umbr.: en la elapa de don Juli:ín de Zuga~ti como g(ibcrnador de Córdoba.
pero con ~mplias a1ribu~ioncs 11demás ~n his prov inc-i." de Sc,,1lla y Mí1laga. Ca,;i aniquiló el bandoleris mo en el afio
que e~1t1vo de gobernador. e~ decir e n el 1870. con l:1 aplicac i<ln de é'slc mémdo tan cxpcd i1ivo.
"' A modo de cjemplo1 lambitn recogemos el fi 11 ele otros ;ccue,crndores. l .a A11cl:1lucía. én su ,,tfü:ión del día 7 de
ago~lo de 1870, publicaba: "/\/ ser co11d11c1do de f:.sll!fJO ¡,am i\me,111era w11'Ti111irwl ,·011ocido por d 1ío Mortí11, i11te111rí
0¡1to1·t·dmr,·<, ,le u11 de.rcuÍ<lo de la ;:11ardio <'ÍFi/, y <•chmulo a correr qued1! 1111u•rto tfe 11110s rirus que le <1.W'Sloro11. co11
lo fjfl <! xe no que lo t¡ue es e11tonce~ 1w se de.w·uitlurou por ,·it>l"fO su-; co11c/11r·t(Wl.1,\' " .
En ténnint> parecidos otro periüdic:o sevillano, lil Porvenir del día 17. informaba que "'En las i1111wtliaci1111es de
Pale11ci,ma. provit,ci11 ,le Córdoba. a¡K1reciá mll<•a1·er 11/l{l c11111lrilla de bmulido., co11 <•I jiu de ,w,ll'OI' a c11r11ro ¡,resos
de los ,¡ue se diifro-::.amn de g1111rdia., ,·i,·i/es /Hll'fl .ffc1,es1rar a Josi Orella11ll. /Je /11 r c'./i'i<•ga q11e {lq11ellos .1·0,rfl11•iero11

247
MANUEL GAVIRA MATEOS

prensa de entonces: "A las trt•s y media de la madrug(lda del lunes último fueron sacados
C'inco de los complicados en el sernes1ro del serior Rei11a, de la cárcel del Arahal, por do.1
parejas de la benemérita Guordio civil.

Enco111rá11dose ya entre el referido pueblo del Arahal y Paradas, se presentó una


pariida de siele hombres a rabal/o y cual ro a pies, armados todos, intimando a la Guardia
civil la emrexa de sus c11s10diados. Como era nc1111ral los guardias co111estaron con los
carabinas. esrableciéndose la refriega con los doce hombres de la partida que según nos
dicen iban (·apiwneados por un wl Maruzo.

Entretanto tenían lugar los an1eriores hechos, el alcalde de Paradas en compañía


de la Guardia civil y dos números se dirigía a El Arahaf y al oír los disparos corrieron
al lugar del combate, engrosando así las fuerzas de los cuatros guardias que se estaban
batiendo. A tiempo llegaron, pues ya uno de los presos conducidos se habfajugado, aunque
perseguido por uno de los guardias que lo alcanzó a marro legua de distancia del lugar de
la refriega, teniendo que darle rnuerie.

También.fueron 11111erto.~ los rna1ro presos restantes y tres de los once bandidos
que atacaron a los guardias. Los otros ocho huyeron sin que sepamos ha_van sido /1abidos
pues montaban buenos cab(l[los.

El Maruw parece l/e,,.aba una coraza de corcho ·•11•

Tal vez, uno de los secuestros más emblemático y representativo de esta etapa del
bandolerismo andaluz en nuestra provincia tuvo lugar en Lora del Río.

Las primeras noticias en la prensa sevilla na de este secuestro aparecieron el día J 3


de abril de 1887. Se informnba a los lectores que un conocido y rico hacendado de Lora. don
Antonio Gnlludo, había sido secuestrado, dos días antes, cuando en compañía de un criado se
dirigía a una de sus fincas en un Jugar conocido como Matallana. En el primer contacto con
los secuestradores, cinco en total, don Antonio cae del caballo, lastimándose una pie rna.

Por h1 noche, el criado llega al pueblo con una carta reclamando doce mil duros a
la fami lia ele su amo, si querían volver a verlo con vida. Aquella misma noche, la señora del
sccucstraclo y la familia consiguen reunir once mil duros, que el criado llevó rápidamente al
lugar convenido, "dada la prcnwra del plazo concedido por los secues/radores"11 •

,·011 la ¡;uardia civil que ,·,mducfa a los presas, rf'.\'11/wron 11ute1ws Josl Palma Arias, J<>sé Bona/, .luan !'alma y Miguel
l .l'iw. a111ores de mrios se,·111:.\/ms ocurridos en didw 1>m1·i11cia".
Como último botón de muc~trn. la noticia de L;i A11dalucía del 25 de mayo de 1876 que decfa: "F.11 la pro1·i11cia de
N1wl,,a ha .fido 1nuen o por la guardia civil rres crimitwl<·.,· q1u? int,•ntaro11/11xorse al 1er co11d11cido, ¡>orla me11cio11ada
f,1/'rza ".
11
H. M, S. La Andalucía. 4 de agosto de 1870.
' 1 H M.S. La Andalucía, 13 de agosto de 1870.

248
LA EPOCA DE LOS SECUESTROS EN LA PROVINCIA DE SEVILLA

A la maiiana sigu iente . do n A ntonio regresó en su casa sobre una mala estera y casi
desfallecido. Este mismo día marchó. apresuradamente. para Lora un fiscal militar, al objeto
de encargarse de instruir el sumario pcrtinente 1. 1

Hasta aquí los hechos escuetos y fríos de este secuestro. E n los d ías posteriores la
prensa informó del mismo con todo lujo de detalle, quizás la nHís completa fue la crónica
aportada por La Andalucía y que transcribimos lite ralmente: "En el día 11 del corriellle,
salieron para apreciar la hacienda de olirns llamada Gabriel /.,oren::.o. sita en este 1érmi110,
a distancia de más de uno legua, don Antonio Ca/ludo Coronel, ocompaíiado de un criado
a caballo, sin armas de defensa, y otro f{11a rda a pie, COI! solo una azada prepa rada para la
diligencia , y el 01ro aprer iador Diego Ledro, acompañado de su amo, et joven Romualdo
Flores Cepeda.

Concluida la operación. regresaron todos los nombrados co11 dirección a es/O Filia:
pero siendo como las tres de la tarde, et Dieµo Ledro quiso pasar anles p or el cortijo de los
Majadales con su amo. efec1uándolo y tonumdo w1 camino que atraviesa la /iaf'ieruia q11c•
posee en esle lugar. fa 1estamentaría del seíior m,irq11és de Casa U/loa, y separánd.ose del
señor Galludo, porq11e éste y .rns dos criados conlimwro11. su marcha por el chaparral que
él mismo posee, cerca de la hacienda de GahricL Lorenzo, al sitio del Manzww. Al llegar
al límile del cha1)(1rral y linde del olivar que en dicho sitio tiene el repetido selior Gal/mio,
próximo al regaj o que baja a la viiia allí inmediata, apareció 1111 hombre que parecía como
trabajador, el cual se unió a otro que inmedialamente, con un retaco. in limó a los caminantes
hicieran alfo. Quiso defenderse el seiior Ca/ludo echándole et caballo encima. pero como el
bruto se asombró, arrojó al suelo el jinete. .fi·acll-trándose és1e una pierna.

l:11 es/<' estado. los sec11estradores, lejos de varior de propósito y de cm//J)(tdecerse


del sexagenario que yacía e,¡ tierra traspasado de dolo,; lo hiciero11 lransportar; e11 bra;:,o.~
de sus triados a una C1lameda próxima. donde estuvo sin comer, mojándose. pues llol'Ía,
y próximo a unC1 la1t11na de emmwciones 111alig11as. desde las cuatro de la tarde, hora del
secuestro. hasw /a.1· seis de la 111r11ia11a siguiente, que se consiguió el rescme. Para éste .
.fue preciso eniregar la respew ble suma de 011ce mil duros, mal cow ados, en billetes del
llaneo español y docena y media de cubiertos de plato, que la seí'íora del secuestrado, doña
Concepción Torres y Q11intanilla, envió pa ra agradar a los.facinerosos, v sin duda porque
no f ueron completos los doce mil d11ros exigidos.

"A ni ve l rolf1ico es i111por1anle hacer eon,1:ir que el parlamcnco español arrobó. a principios de 1877. una nueva
ley para per,cguir a los sccuc.stradores. en ella a 1ravé\ <11: ,cvcras y pu11111ales medidas se inlenraba acabar co11 esta
manera coharcle del bandolerismo. En la conocida como '"ley de los .,ec11es11·os"' se establcda que se aplic,1ría no sólo
en la provinc ia que padeciera e l secuestro s ino ramhié n en la, limítrofes; que el castigo para los ~ecue,tradorcs sería
desde cade 11¡i perpetua a muerte: qu.-, se constituiría un Con>ejo de Guerra permanente en cada provin..:ia afectada;
que toda persona ;,e considcrnra inve,tida <k autoridad publica para prender a lo~ sospechosos: c.¡ue e l Consejo de
Guerra autoriLaría recompensas en metálico para la~ ¡x:rsona, o corporaciones que ayudaran a la capltlrn ele lox
reos: que la, mnoridade, civi les o mil itare, podrían proponer la exención dc\ l servicio ele las armas a l.i pc'rsona c1ue
denunciara a cualquier proccs,1clo por e,1os delito, . etc .

249
MANUEL GAVI RA MATEO$

S11je1os y alados, Ga!ludo y sus criados, permaneciero11 e11 la afomeda . .v liasla


despur!s de a11oclwcido. no permilieron salir al J!,Uard{I con /{I carta consiguiem e para la
seí'íora del sec11esrrado. que ésle mismo escribió, donde le deda 41111 el resca1e se hahfa
de <'nlrl'gor co11 el mismo guarda, num1a11do 11n ju111en10 y 1/e vcllldO el conductor pa,1.uelo
blanco en la cabeza. en el camino de esta villa a Peñajfor, sitio opuesto y a 11.na legua del
secuesrro, en el cwuino de Constantino, que 110 dista tanto.

Como (/ la 1w a de la noche, hora en que el setior Nicolás Coronel, .mbrino muy


querido. del setior Ga/ludo, pudo reunir la mencionada suma, se' marchó el x 11(1rd(I, y como
a media legua del pueblo. en el silio del Santo de la Mola , a la seíial convenida, )11eron.
aparecie11do los secuestradores. quienes exif?ieron el reparto del di11ero o billetes. porque
ellos no le entendían. atín cuando supieron recoger el reloj del .,ecuestrado y una peseta
del criado Antonio Torres, única que poseía, y media docena de cubiertos de plata, de la
doce,w y media que envió la virtuosa señora. porque la mra doana la re1<a/aron a ésta,
COI/JO ellos decían.

Este atentado se re faciolla, según muchos, con la barbarie del pueblo bajo de esta
villa, aumentada con predicaciones políticas de aliw ws de11WROROS de mala índole: Pues
no se debe olvidar, que el Chaparral, donde se verificó el secuestro, es incendiado todos
los a,ios, desde que el don Antonio Gal/11do terminó con su~ co111¡,aíieros. la operación de
repartir el caudal del inolvidable don .luan Qui11tc111itla J\1011/oya, entre los pobres herederos
del mismo. Es de notar, que es/os incendios, se repite// clurwtte varios días y en distintos
[ufiares, y horas, hasta concluir el incendio de todo lo que puede arder.

También con.tribuye a dicha creencia el que los secuestrndores, aunque se cree,


sin certeza, que son extraiio.v a esa localidad , 111 exigir el cuantioso rescate manifestaban.
q11e era insignificame y que no querían partir los muchos millones que la víctima tenía de
la testamentaria del señor Quintanilla.

l:,'I seiior don /\1anucl Bravo \laldés, dignísimu j uez insm1ctor de este partido, con
w1 celo di,?no de todo elogio, se halla e11 audie11cia desde la siete de la ma,1ana a las siete de
la tarde, aunque si ha tenido tiempo para comer, consiguiendo tener en la cárcel más de diez,
detenidos: y sigue sin levantar 111a110 ayudado por el 110 menos digno y aclivo capitán de la
Guardia civil señor Pulión 'Luleta. habiendo llexado en el expre.w de esta larde, el roronel
}<fe de la provincia, con dos oficiales y fuerz,a, sin que haya aparecido el magistrado de la
Audiencia, que se anunció vendría para cooperar e11 la im·estigación del deliw, el pueblo
sigue consternado".

En los días posteriores la prensa y la cla~e pol ítica no parar án de reflexionar sobre
el terna, concluyendo con severas alirmacioncs que intentaban poner el dedo en la llaga de la
herida. Se culpaba a la clase política gobernante del momento que no sólo no sabía ext irpar
este mal sino que contri bufo ul mismo con su actitud negativa y relajada, y poco o nada hacían
para amparar al ciudadano honrado y a sus intereses. Llegando, incluso. a concreti zar uno de
los cronistas que el germen de todo el atraso endémico en que vivía nuestra región se debín

250
LA EPOCA DE LOS SECUESTROS EN LA PROVINCIA DE SEVILLA

a "los numerosos robo~ y atentados de que es teatm Andalucía, (que) constituyen, O/ras
tantas rhnoras de 1111es1ros progre.1·0.1·, industriales y agrícolas. El /obrador huye de los
campos, el indusrrial rehúsa exponer sus capitales. l\t¡ttf la admini.1·1ración está al servicio
de la polftii:a, es su est!ava, su víctima, y la política 110 se hace para <'I país. sino para los
polí1icos, de las diferentes.fracciones en que para su juego. se hallan dil·ididos"i4 •

Tal fue la excitación y la curiosidad popular levantada que el tema del secuestro del
Sr. Gal ludo se llevó nípidamentc al Congreso, donde se debati<5. una ve7 1rnís, por los grupos
políticos del momento sobre el espinoso tema del bandolerismo andaluz. Avanzando el seiior
Sagasta. rresidente del gobierno liberal de entonces, que ya había habido algunas detenciones.
y que estos cri minales habían sido entregados a los tribunales militares en cumplimiento de
la ley vigente.

Que duda cabe que tanta expectación fue aprovechada tanto por los conservadores,
entonces en la oposición, corno por los liberales para debatir sobre otros temas, en este caso
concreto sobre la idoneidad o no del establecimiento del jurado para estos y otros casos
problemáticos. así como el eterno tema de la seguridad ciudadana en A ncla lucía, que tanto se
había agraviado de nuevo con este atropello.

Pero, lo cierto fue que pronto se consiguieron resultados. El sumario se terminó de


instruir el día 4 de mayo. y en él se aclaró bastante los únicos motivos que habían tenido los
bandoleros. Se supo. en primer lugar, que el objetivo del secuestro hnbía sido conseguir un
buen rescate, que las cuestiones del reparto testamentario ele don Juan Quintani lla sAcadns a
relucir. en un principio, no eran fundadas y que no eran creíbles. Pues. los herederos de aquel
pleito habían demostrado siempre ser personas sensatos. gozando todos los beneficiarios <le
gran reputación en el pueblo y. por supuesto, no era racional "que re.1·,,111imientos originados
en aquellos hechos hayan guiado la voluntad de los malhcchores"15 También, se descartaron
los posible:-. móviles políticos o reivindicativos, que la prensa aludió en un primer momento.

En segundo lugar. se precisó que el seii or Galludo era una persona querida y
apreciada por sus convecinos, pue~ "Jie111pre /,a salido al campo solo. o c011 11n criado, sin
género de prt'cauciones"1"

Por último. se concluyó el sumario prendiendo a seis personas. que fueron llevadas
a Sevilla. Tres eran los autores matcri,tles del secuestro, dos de ello:-. vecinos de Lora y
tenidos, hasta entonces. por hombres decentes. El primero de ellos era el mismo criado que
acompañaba a don Antonio el día del <,ccuestro, y que volvió para llevar el dinero n los
secuestrnclores. Fue denunciado, en su día. por un zagal de quince años que vio como el
criado repartía el dinero cid secuestro con los otros dos. El segundo autor del atropello llegó

1
'H. M.S. La Andalucía, 16 de abri l de 18117.
'H. M.S. La Andalucía. 5 de mayo de 18117.
" ldem.

251
MANUEL GAVIRA MATEOS

a desempeñar cargos populares en la misma villa y gozaba de muy buena fama. El tercero se
había visto favorecido en su día por el legado testamentario que el señor Gal ludo administró.
L os tres restantes se comprometieron corno cómplices en menor grado.

Meses después, a finales de marzo de 1888, tuvo lugar, en el Cuartel del Carmen de
Sevilla, el sumarísimo consejo de guerra contra los presunt.os reos del delito de secuestro de
don Antonio Galludo. El fiscal pidió la pena de muerte para tres de los procesados y cuatro
años de prisión para el cuarto, otros dos implicados fueron liberados con anterioridad.

El juicio, que fue público según la prensa de la época. duró poco. pues al segundo
día se falló la causa contra los autores del secuest ro. La sentencia fue de dos condenados a
cadena perpetúa. un tercero a veinte años de presidio y el cuarto fue absuelto. por no resultar
cargos contra él'7 .

Pero, ironía de la vida o casualidad del dc!>tino. un año después al juicio, de nuevo
nuestro rico y honrado labrador de Lora del Río recibió un anónimo amenazante, en él se le
pedía la suma de dos mil reales: además se le indicaba la hora y el sitio en donde había de
depositarlos, con sus correspondientes amenazas, por supuesto.

La Guardia Civil, al tener conocimiento del hecho. tomó las medidas oportunas
consiguiendo rápidamente la captura ele dos vecinos de aquella localidad, ambos con malos
antecedentes y fama. Uno de el los, que era el terror de los vecinos pacíficos de Lora, se creyó
que era el autor del anónimo, supuesto que la carta que se le hizo escribir resultó igual a la
letra del escrito anterior" .

A partir de ahora, y ya en la última década del siglo XIX, las noticias que aparecen
de don Antonio Galludo, se refieren a sus llegadas y salidas de Sevilla, principalmente
por motivos de las fiestas primaverales de la capital andaluza. Y que duela cabe de que el
bandolerismo andaluz, como tenómeno social y político rico en matices, iba llegando a su
ocaso ante el progreso de los tiempos.

"H. M. S L a A11dalucía, 29 de mnrm ele 1888.


"H. M. S. La Andalucía. 17 uc marzo de 1889.

252
CACIQUISMO Y MANIPULACIÓN ELECTORAL
EN LA SIERRA SUR. LAS ELECCIONES DE 1863
EN EL DISTRITO DE OSUNA

José Manuel Navarro Domínguez

El sistema l iberal afianzado en E spaña en el s. XIX, lejos de ser un modelo de


libertad y respeto, presenta un panorama general de irregularidad en el que la conupción
electoral era frecuente: las intrigas ele candidatos y partidos para conseguir distritos
adecuados estriban por encima de los programas; los gobernadores civiles influfnn en favor de
los candidatos gubernamentales; los alcaldes y notables locales manipulaban las elecciones a
su conveniencia y los grandes propietarios imponían a sus paniaguados como diputados para
así defender mejor sus intereses.

La Sierra Sur de Sevi 1111 no sería una excepción. En ella tenemos un perfecto ejemplo
de la mnnipulación electoral marcada por las especiales condiciones de la comarca. Se trata
de una zona rural, con una tierra muy desigualmente repartida y poderosos propietarios
que usanín su influencia para manipular el voto de la reducida elite local a la que el sistema
censitario permitía el derecho de votar.

Aunque generalmente triun faba en las elecciones el candidato del gobierno o de los
graneles propietarios latifun distas. en ocasiones la elite local lograba imponer sus intereses
y promocionar a sus candiclmos. En esto radica preci samente el interés de estudiar las
elecciones de 1863 en el distrito de Osuna. A pesar de la intensa presión ej ercida por el
mayor propietario ele la comarca, el duque <le Osuna, para promocionar a su administrador
y el apoyo decidido del gobernador civi l, la el ite de labradores locales consigue ganar las
elecciones con un candidato opuesto.

Para el estudio del proceso político de las elecciones. la conjunción de fuerzas


puestas en j uego y las maquinaciones desarrolladas contamos con las memori as del propio
gobernador ci vil de la provi ncia de Sevilla, Antonio Gucrola, fuente de valor inapreciable,
dado el papel jugado por los gobernadores civi les en el control de las elecciones. Disponemos
también de buena 1x1rte ele la corrcspondenci.1 mantenida por el propio gobernador civil con
los alcaldes de los pueblos del distrito, diversos ministros y algunos notablcl- locales. E n
dichas cartas ~e hace referencia a las elecciones, se efectúan consultas. se expresan opiniones
y se hacen recomendaciones sobre uno u otro candidato. Esta cor respondencia se conser va en
el archivo del G obierno Civil de Sevill a, en algunos archivos mu,ücipales ele las localidades

253
JOSÉ MANUEL NAVARRO 0OMINGUEZ

de la comarca y algunas cartas aparecen reproducidas en las propias m emorias publicadas


por el gohcr m1dor. Además el proceso electoral suscitó un importante debate en la prensa de
la época y periódicos como L a Andalucía y El Porvenir publican artícu los y canas de gran
interés para nuestro estudio.

LA SITUACIÓN POLÍTICA

En 1863 se agotaba el mandato legislati vo ele c inco años del Congreso elegido en
1858. por lo que debía convocarse elecciones generales a Cortes. A esas altura~ el gobierno
de la Unión Liberal, que había mantenido el poder largo tiempo. se encontraba francamente
en crisis. H abía i ntentado mcclianlc una amalgama de hombres ele d iferentes tendencia~, bajo
el ecléct ico nombre de "Conservador liberal", conseguir una c ierta amplitud ele maniobra
política dentro del campo moderado, manteniendo a los progresi stas al m argen del poder. Pero
esta misma ambigüedad había perm itido a los líderes buscar las más variopintas al ianzas.

Los grandes partidos estaban fragmentados en camarillas personales y grupos


indefinidos l iderados por polít icos <le prest igio. L os progresistas. com o protesta contra el
Gobierno. promueven la abstención de los electores y remiten agentes a los distintos pueblos
indicando a los electores que se abstengan.'

E l Gobierno. por su parte. dirige instrucciones a los gobernadores civi les para que
apoyen las cand idaturas ele los hombres que presenta en los diferentes dist ritos, nunque sin
que se no te clemasiado. guard;indo las formas. Si por un lado se indicaba a los gobernadores
que " ... 11.0 con/imdir6 V.S. ni por un i11s1a11te el patrió1ico deseo de 1·a 1ri11q(a,ues
cien os principios, con la cooperación activa del poder plÍblico en apoyo de candidatos
determinados", el Gobierno señala cl aramente que •·.. . no puede ser i11difere111e espectador
de una contienda en que Pan u ser empeñados intereses inro11111e11.rnrables··. En consecuencia
ordena a los gobernadores que apoyen a los cand idatos que compartan las ideas del Gobierno.
mientras que deben ''... procHrar de1ener en su carrera de in1riia.1·" a los adversar ios.2

El Gobierno C ivil de Sev i lla se encontró en pleno proceso electoral en manos de un


recién llegado. Antonio Guerola proviene del Gobierno Civil de Cádi~ de donde había sido
··expulsado'·. según ~o!.pecha, por Francisco de los Ríos Rosas. y había conseguido el cargo
con el apoyo del min istro ele Fomento, Manuel l\1oreno L ópez, diputado por la provincia de
Sevilla. Tndcpcndicntemente de su obediencia a las instrucciones del Gobierno, se sentía
comprometido pcrsonal meme con el m inistro por la confia111:a depositada en él por su

' GUEROLJ\ Y PEYROLÓN. ,\ntonio: ,'v/e11wria de mi admi11istn1ci6n c11 la pro11i11da de S1•1·il/a ,·"1110 gobc•nl(ldor
de ella desde l./ )1111io lrCl.\la 24 octubre 1863. Sevilla. 1878. (reed.) Sevilla, 199J, v. l.
1
GUEROLA Y PEYROLÓN. Antonio: Memoria de mi adminis1r:1ci611 en la provincia de Sevilla como gobernador
de ell<> lbde 14 j unio hHsl.l 24 octubre l!163. Sevilla. t878, (reed.) Sevilla, 199:\, "· l.

254
CACIQUISMO Y MANIPULACIÓN ELECTORAL EN LA SIERRA SUR. LAS ELECCIONES DE 1863 EN EL DISTRITO...

nombramiento. Pero, como reconoce en sus memorias, cmecía <le experiencia en la provincia
y Sevi lla ". . .110 era pro vincia f ácil de manejar en ma1eri(I de eleccio11.es". 1

EL DISTRITO DE OSUNA

El distrito electoral de Osuna se componía de dos secciones. encabezadas cada una


por una gran localidad. Osuna y Estepa. y contando adem(is con 11 pueblos distribuidos
entre ambas. Dentro <le cada distrito la población de cabecera dominaba el mapa electoral
reuniendo la mayoría de los electores. E specia lmente destacado era el caso ele Osuna , que
contaba con el 72 %, de los votos de su secc ión, mientras Rstepa sólo reu n fa el 48 % ele los
electores de la suya. Las características demográficas y electorales del d istrito se recogen en
la siguiente tabla: •

Tabla nº J: Características del distrito de Osuna


Localidad Vecinos Electores %
Osuna 4 .600 226 4,9
Aguadulce 309 6 1.9
Los Corrales 395 20 5.1
Gilena 6 16 10 1,6
La La ntejuela 166 4 2,4
Ma rtín de la fara 225 4 1.8
El Saucejo 882 43 4.9
Total Osuna 7.193 313 4,4
Estepa 1707 125 7,3
Badolatosa 628 26 4, 1
Casaric he 516 54 10 ,0
Lora de Estepa 164 13 7,9
Pedrera 389 17 4.4
La Roda 286 22 7.7
Total Estepa 3.690 257 7,0
Total Distrito 10.883 570 5,2

l ,as e lecciones eran muy restringidas, por el carácter censitario del su frag io. La
ley electoral de 1846 establecía una renta mínima para poder votar por lo q ue de los quince

' GlJcROLA Y l'EYROLÓK, An1011io: Memoria de mi admini,1raci6n en la provincia de Sevilla como gobernador
de ella desde 14 junio hasta 24 ocrubre 1863. Sevilla. 1878. (reed.) Sevilla. 1993. v. l.
'GUEROLA Y PEYROLÓN. Anton io: Memoria de mi admi11istrnció11 n, la provincia de Se,·illa como gobern.ndor
de l'lla deldc• l4j1111io haslll U octubre 1863. Sevilla. 1878, (ree<l.) Sevilla. 1993. v . l.

255
JOSÉ MANUEL NAVARRO DOMÍNGUEZ

millones de habitantes de España sólo tenían derecho al voto los mayores contribuyentes,
157.000, poco más del l % de la población y el 3'6 % de los vecinos. El d istrito de Osuna
podía considerarse afortunado. pues reunían la renta suficiente para poder ejercer el derecho
al voto el 5'2 % de sus vecinos. Destacan en el conjunto poblaciones como Casariche, Lora
de Estepa. La Roda y Estepa que superan ampliamente la media de la comarca.

En anteriores elecciones el distrito había estado dominado por la Unión Liberal.


En las elecciones de 1857 y en las ele 1858 fue ckgido Sánchcz Silva, con 2/3 de los votos
del distrito, y e n las parciales de 1861 fue elegido Franc isco ele Paula Candau, apoyado por
Sánchez S ilva. Pero apenas juró en el Congreso Canclau se pasó a la oposición progresista.
Como es lógico. a l no contar con la recomendación de St'ínchc1. Silva en Osuna, para las
elecciones de 1863 se presentó por Morón, ele donde era natural, por lo que el distrito se
consideraba vacante. 5

De todas formas el distrito de Osuna era una zona sometida al control del a lcalde
de Osuna. Francisco Fernández, rico propietario local calificado por el propio gobernador
civi l como·'... verdadero cacique del puehlo".<> Ocupaba la alcaldía de la localidad desde
hacía diez aiíos y anteriormente había ejercido como diputado provi nc ial. Hombre adicto
a l duque no dejó ele expresar en sus cartas y artículos de prensa los beneficios que la casa
seiiorial habín proporcionado a la ciudad, como el apoyo prestado al proyecto ele construcción
ele una vía lcrrea que, pasando por Marchena, Paradas y Arahal. fuese a empalmnr en In de
Morón a Utrera,7 el reparto de limosna a los pobres o el sostenimiento de establecimientos de
benelicencía, parroquias, institutos y conventos de mo njas.~

Realmente su poder provenía del apoyo del duque de Osuna, Mariano Téllez Girón,
dueño de la mayor parte de las tierras del término municipal de la c iudad y de importantes
fincas situadas en los pueblos cercanos. Estas tierras eran explotadas por graneles labradores
y colonos que dependían del duque para la renovación de los contratos ele arriendo. Y
precisamente en estas fechas el duque estaba introduciendo importantes novedades en la
gestión ele su~ tierras.

En 1860 la ca~a ducal pasó una circula r al apoderado general de la casa. Juan Bravo
Murillo. para suspender las garantías e n el traspaso ele las tierras de padres a hijos y los
arriendos a lnrgo plazo, y eslableeer nuevos arriendos a corto plazo, con rentas más elevadas.
Por otra parte a fines de 1962, durante su visita a Osuna, el duque se comprornetió a repartir

' UUEROLA Y PEYROLÓ~. A111onio: Me111orio de 111i ad111i11is1roci611 en la ¡1ro1,incia de Sevilla como gob"rn"dor
,le ella desde /4 j1111io ha1w 24 r1<·111bre 1863, Sev illa, 1878. {rccd.) Sev illa. 1993, v. l.
6 GUEROLA Y PEYROLÓ:--l, A111onio: M e111oria de 11,i ad111i11i.r1raci611 en la prol'incia de Sevilla como gobern"tlor

de ella clesrle 14 j1111io lwsia 24 ocwbre IS63, Sev il la. 1878. {rccd.) Sevi lla. 1993, v. l. p. 56.
' Carta de Franci~co Fermímle~. del 21 de octllbre ele 1863. p11bl icadn en Ln 1\11da/11da.
'Ca11a de Franci,<.:u Fcrnánde~. del 21 ele octubre de 1863, publicacln en L" 1\11d"tuda.

256
CACIQUISMO Y MANIPULACIÓN ELECTORAL EN LA SIERRA SUR. LAS ELECCIONES DE 1863 EN EL DISTRITO...

tierras en pequeñas suertes a unos 4.000 braceros, artesanos y yunteros que se le acercaro n
pidiendo tierras para da r pan a sus h ijos.''

Joaquín de Robledo, ad ministrador general de las rentas del duque, y Antonio


de Contreras. administrador de los bienes en Osuna, fueron los encargados de revisar lo~
contratos, proponer quiénes eran los colonos que de bían continuar en el disfrute de los
terrenos y quiénes dejarlos para destinarlos a reparto.

Esta reforma de los contratos y el reparto de las suertes pe1j uclicó seriamente la
posición ele la veinte na de graneles labradores arrendatarios del duque. que hasta el momento
habían disfrulaclo de las tierras y cfecwado mejoras, haciéndolas cada VCL más pro ductivas,
con la garantía de continuar a rrendiíndolas y de poder traspasar los contralos a sus hijos.
Además para atender e l reparto prometido se necesitaban nueve o diez mil fanegas de tierra,
que dejarían de arrendar.'º

Esto les llevó a negociar la continuidad de los arrie ndos con el apoderado general
de l duque .Juan 13ravo Murillo. 1' La oposición planteada por los labraclorcs d io su fruto y tras
du ras negociaciones con el duque una comisión logró evitar q ue se alterasen muchos de los
traspasos y se modificasen la mayor parte de los contratos. Pero no consiguieron satisfacer
plenamente sus aspiraciones.

Con forme los co ntratos fueron venciendo el administrador del duque y el alcalde
de Osuna se encargaron de negocia r las nuevas condiciones de arriendo o de expulsar a
los colonos reacios. Algunos cortijos fueron divididos en pequeñas suertes y arrendados a
yunteros. Lo que no satisfizo ni a los labradores, que perdieron su arricndo,' 1 ni a la mayor
parte ele los modestos campesinos, que no alcanzaron tierras en el reparto. El beneficio para
los propios y unteros agraciados no está ta n cla ro pues les fue impuesta una elevada renta. 13
Estas actuacio nes enrarecieron el ambie nte político en Osuna, hasta ese momento muy
tranquilo, aunque no parecía alterar la clave de las relaciones políticas en el distrito, es decir,
la dependencia de los electores de su vinculación al duque.

El control del distrito de Estepa era algo más d ifícil. La población sólo contaba con
el 48% de los electores, presentando algunas poblaciones de la sección un importante número
ele los mismos, por lo que había de contarse con los alcaldes y notables de estas localidades
para asegurar la victoria. Adem¡is la e lite local estepeña estaba dividida e ntre progresistas

·, Carta de Fra11dsco f'crnándcz, del 2 1 de octubre de 186:l, publicada ,·nu, And11/ucía ..


"' Carta de Nicol:lS María Luccna, Antonio Mendow, José María Vento, Aniccro de la Puerta y Manuel Luquc. de
octubre ele 1863, pll blicad.i en El Porvenir.
11
Carta de Nicolás :Vtaría Luccna. Amonio Mendow. Jo~é María Vento. Aniceto de la Puer1a y Manuel Luquc. de
octubre de 1863. publicada en El Porvenir.
,, Carla de Francisco Fcrnándcz. del 21 de octubre de 1863. publicada en La Andalucía.
'-' Carl" de Nicolás Mnrln Luccna. Amonio Mendoz:i. Jol'é María Vento. Anicelo de la Puerta y Manuel Luque. de
oclubre de 1863. publicada en El Pm..-enir.

257
JOSÉ MANUEL NAVARRO DOMINGUEZ

y conservadores. Lideraba a los primeros el man1ués de Cerverales, alcalde ele la localidad,


y a los segundos Agustín Ferm1ndcz de Córdoba y Miguel Lasarte. Pero los progresistas no
suponían un obstáculo impo rtante a priori. El comité electoral del partido en Madrid había
decidido promover la abstención de los electores como protesta contra el sistema, remitiendo
agentes a los distintos pueblos para hacer más efectiva su campaña.14

LOS MANEJOS POLÍTICOS

En un principio el Gobierno pro pone como posibles candidatos para el distrito a


Manue l Bedmar y Antonio Me na, dos sevillanos moderados adictos al Gobierno. Tras unos
primeros contactos apresurados Antonio Guerola estima que puede conseguir el distrito para
el candidato g ubernamental, Manuel Bedmar, abogado de Osuna, propietario. catedrático
universitario. orador afamado por su elocuencia y buen a migo de Fernández. Con el apoyo
de éste y del duque, presionando a sus arrendatarios. considera que no pueden ofrecerse
obstáculos importantes.'5

Deseando asegurar en el distrito para su candidato, el Gobierno encom ienda al


Ministro de la Guerra, el general José de la Concha, con quien el duque de Osuna había
realizado algunos negocios, hablar con el duque y convencerle para que preste su apoyo.

Pero el duque de Osuna tiene otros planes. Considerando que sus intereses podían
estar mejor representados en el Congreso con la persona que administraba sus rentas propuso
para su partido a su administrador general Joaquín de Robledo. Contaba para conseguir su
objetivo con Francisco Fernández y su habilidad para manipular las e lecciones, 16 con los
regidores de los cabildos en los que tenía grandes propiedades y con e l voto de aquellos de
sus arrendatarios que fuesen electores. A tocios ellos les remite una c ircular en la que le:s
instaba a votar a Robledo. 17

El ministro de Fomento, Manuel Moreno López. a quien se encomienda la


negociación de los distritos de Sevilla, prefirió ceder ant.e el duque y aceptó como candidato
gubernamental a Robledo"... por temor de que combatiéndolo, nos combatiera la casa de
Osuna en los demás distrúos en tos que tiene inf!uencia''. 18 Por ello no tuvo má:s remedio que
asegurar la elección de Bedmar en Sevilla.

" (;UEROLA Y PEYROLÓN. A,uonio: .•Wemorio de mi ad111inis1mdó11 en lo provincia de Sevilla 1·011w gobernador
,1,, ella desde 14 junio has/a 24 oc11,bre /863, Sevilla, 1878. (recó.) Sevilla. 199'.'. v. l.
"GUEROLA Y PEYROLÓN, A111onio: Memoria de mi admi11is1r<1< ió11 en la provincia de Sevilla como gobernador
,1,, ella de.wle 14 junio has/o 24 oc111bre 1863. Sevi lla. 1878, (rccd.) Sevilla. 1993. ~- l.
1• Carta de Francisco Carvallo. del 14 de oc1ubre de 1863. publicad.i en el número 1.802 de u, Andalucía_

" Caria de Francisco Carvallo, del 14 de oc1ubre de 1863, publtc.1da en el número 1.802 de L,1 Andaft1cía_
" Carta de Manuel Moreno Lópcz a An1onio Gucrola. sep1icmbrc 1863.

258
CACIQUISMO Y MANIPULACIÓN ELECTORAL EN LA SIERRA SUR. LAS ELECCIONES DE 1863 EN EL DISTRITO...

A juicio del gobernador c ivil la candidatura de Rob.ledo parecía segura contando


con la protección del duque y lu de Francisco Fernándcz. De hecho este último, pese a
que sabfo que alg unos labradores de la localidad "trabajaban" en contra del candidato del
Gobierno, escribió a Guerola garantizándole la elección e n Osuna. señalándole únicamente
la conveniencia de que escribiese a los alcaldes de los pueblos del distrito para recordarles
a quien debían apoyar.19 El propio candidato Robledo ni se molestó en solicitar el apoyo del
gobernador civil. trámite este obligado en otros d istritos.

Con esta confianza Gue rola se limitó a remitir una circular a los alcaldes
recordándoles que Robledo era e l candidato gubernamental e invitándoles a promover su
candidatura. Redactó la misiva e n términos mesurados para que no pudiese " .. .tomarse por
coacción, y al mismo !iempo demostraba bien quién era el candidato ministerial".

Francisco Moreno, a lcalde de Gile na, se apresuró a contesta r asegurando haber


consultado a todos los electores del pueblo y " .. .1odo.1' m e han 1~f'recido emitir su sufragio en
favor del sei'i.or don Joaquín de l?obledo". En los mismos términos contestaron José Sánchcz
Tirilla, alcalde de Aguadulce, Francisco Hidalgo. alcalde de Los Corrales, y el marqués ele
Ccrverales, alcalde de Estepa, que aseguraban contar con todos los votos ele los electores
de sus respectivos pueblos. Por su parte el alcalde de El Saucejo, José de Gracia, aseguró al
gobernador que contaba con e l voto ele todos sus amigo.s. Quien no aseguró los votos es José
María Cano. alcalde de Casariche, pues sólo pro metió trabajar sin descanso para obtene r el
mayor número posible de votos.20

E n Estepa Gucrola contaba con Agustín Fernández de Córdoba y Miguel Lasarte ,


líderes del partido conservador en la localidad, y con Franc isco Pleytes y Caicedo. amigo
personal. a quienes escribió a principios de octubre buscando su apoyo para Robledo. Además
le prometieron su apoyo el marqués ele Cerveralcs, líder del partido progresista y alcalde de la
localidad, y otros notables como Quesada y Ncgrón, partidarios de Roblcclo.21 Por otra parte
contaba con la abstenc ión de buena parte de los progresistas. por lo que no consideró que
pudieran suponer una amenaza para su candidato.22

Pero el rumbo de la nave ele Robledo, que parecía claro contando con tan favora bles
vientos, comenzó a verse amenazado por la aparición ele nubes tormentosas en el horizonte.
A primeros de octubre, una semana antes de la elección. Fcrná ndez avisó a Guerola de la
presentación de otra candidatura. Al parecer Fcrnández, habiendo advertido cierta oposición
en el distrito por pa rte de los miembros del partido progresista, acudió a una junta del partido

•• Carta de f'rancisco Fern(indcz a Antonio Gucrola. 19 de septiembre de 1863.


~ Cartas de los alcalde, de Gi lena (20 ,epticmbre) . Ca,;n ich,' (23 septiembre). Saucejo (25 septiembre), Bstcpa (26
septiembre). Aguadulce (3 octubre) y Cornilc, (2 octubre) clirigidas al gobernador Antonio Ouerola.
21
GUEROLA Y PEY ROLÓN. Antonio: Memoria de mi 11d111inistración e11 /(¡ provincia di' St•villa como gobernador
de ella de.wlP 14 junio ha.i·u, 24 oclllbr,' 11:/63. Sevilh1. 1878, lreed.) Sevilla. 1993, v. l.
" GUEROLA Y PEYROLÓ'-1, Antonio: Memoria de mi mlmi11isll"ació11 e11 la pro,,i11cia de Sevilla como gobernador
de ella de.,·,le /4 j1JJ1io hmla 24 oc111bre /81,3. Sevilla, 1878. (reed.) Sevi ll a. 1993, v. J.

259
JOSÉ MANUEL NAVARRO DOMINGUEZ

para informarle~ del apoyo del duque y del G obierno n Robledo, descubriendo la candidatura
del brigndier José Saavedra y Valle . Saaved ra había sido diputado por Écija por el partido
progresista en la anterior lcgislalllra y era cuñado del general A rmero, c uyos numerosos
parientes le apoyaban en la comarca haciendo campaña por él.V

La candidatura resultó una completa sorpresa. Saavedra había renunciado al cargo


de dipu tado provinc ial por respeto a la decisión del comité d irectivo del partido progresista de
retraimiento y abstenc ión y se había retirado a los b,1ños de Lanjarón, por lo que se le suponía
apartado ele la política.2•1 Todo había sido una man iobra para evitar que se sospechase ele él
y no se efectuase ninguna campaña en su contra. Contaba con el apoyo de los prog resistas
e inclepenclientcs de la sección de Estepa. donde siempre había tenido cierta influencia. Por
otra parte Ferná nde7. descubrió que varios ele los regidorc~ de Osuna, entre los que estaban
sus propios tenientes de alcalde, que habían prometido su apoyo a Roble<lo, ahora estaban
d ispuestos a vornr a Saavedra.2'

Su decisión de presentarse por Osuna venía condicionada, según comenta Guerola,


por la presentación por Écija de A nd rés Lasso, hijo del marqués de las l orres, joven ilustrado
de ideas rnoderadns, perteneciente a unn de las principales fami lias de Sevilla. con quién le
resultaría muy difícil competir debido a la gran influencia ele su familia en la campiña ecijana.

Viendo fracasar la candidatura Gueroln se lamentn en sus memorias de la falta de


comunicacio nes rápidas en la provincia para ~alvar la~ veinte leguns que separan Sevilla y
Osuna, no disponiendo ni de telégrnfo, ni ferrocarril, n i siquiern servicio de d iligenc ia que
le hubiesen permitido actuar con mayor rapidez y cfic<1c ia. Sólo pudo dirigir a lg unas cartas
urgentes a los alca ldes del distrito. En las respuestas que recibió . especialmente del distrito de
Estepa, descubrió el nlcance de la oposición. El alcalde ele Aguadulce, José Sánchez Trilla, le
confirmaba que en la vi lla había una oposición firme a Robledo y el de Badolatosa, Ambrosio
Fernándcz Santaella, seíialó que en su distrito los e lectores votarían a José Saavcdra y
únicamente pod ía ofrecer pan-1 Robledo su voto y e l de sus fam iliares y amigos. Sólo José
de Gracia, alcnlclc ele El Snucejo, ofrecía buenas pcrspectivns en su d istrito. Buen conocedor
de la intención ele voto de sus vecinos podía asegurar que de los electores de la población
votarían a Robledo 23 y sólo 10 u 11 a Saavcdra. 21'

LA ELECCIÓN

La elección estuvo plagada de irregula ridades y coacciones. Fernández señala que


en Osuna sus tenie ntes ele alcalcle, Nicolás de Luccna y A ntonio Pad illa. y los regidores

' -' C¡irta ele Francisco Fcrnándcz :1 i\ntonio Guerola. 5 de ocl.llbrc de 1863.
"Carta de Jo,é Saavcdra a Antonio GueroJa. 15 de septiembre uc 1863.
"' C'.1m1 de Fr:111c"co Femández a Antonio Gucrola. 5 de octubre de 1863.
"'GUEROI .A Y PF.YROLÓN. Amo1110: Memoria de mi ad111111is1raciá11 t'll la ¡m11·i11cia de Sevilla como gobernwlor
de dla dl'sth· l./ Jimio luwa 24 oc/ubre 1863. Sevilla, J87R, (ree<l.) Sevilla. 1993. v. l. p. 270.

260
CACIQUISMO Y MANIPULACIÓN ELECTORAL EN LA SIERRA SUR LAS ELECCIONES DE 1863 EN EL DISTRITO ...

José Breciano y Cristó bal Vilchcs. junto a otros grandes labradores, compraron votos y
coaccionaron a otros electores que les debfon cantidades, por arrendamientos de fincas o
préstamos, para conseguir la elección de Saavedra.27

E n Estepa Agustín Fernández de Córdoba denunció los abusos y arbitrariedades


del alcalde, quien e n los días previos a las elecciones amenazó a los electores de la facción
conservadora, difundiendo " . .. las voces más si11iestras y que se iba a envenenar a don
Fulano'·. Muchos electores comprometidos a votar a Robledo se abstuvieron ele acudir a la
votación.z~

Durante la elección e l juez de primera instancia y el reg istrador de hipotecas de


Estepa con sus dependie ntes hicieron propaganda a favor de Saavedra y el alcalde apresó a un
elector llevándolo " . . .llorando por el pescuez.o entre dos, por una calle principal, a la vista
de 1111 pueblo aró11ito. estableciéndose una verdadera fucha entre los parientes de la víctima
y sus opresoH's ". Similares acusaciones de cometer irregularidades en el proceso electoral se
vertieron sobre los a lcaldes de Casariehe y la Roda.2<>

También en la facción gubernamental hubo coacciones. Algunos concejales de


Osuna denuncian la presión ejercida por la casa ducal sobre sus arrendatarios, exigiendo el
vo to para Robledo, y los abusos de varios de los dependientes municipales que condujeron
a las urnas a diversos electores para garantizar su voto. Por su parte el alcalde de Osuna fue
acusado de ordenar a varios miembros de la partida rural que detuvieran a algunos electores
e n el propio ayuntamiento y de manipular la elección colocando a los arrendadores ele los
consumos, casi todos parientes suyos. en la entrada del sal6n electoral, para controlar la
votación y aseg urarse de que los votos eran favorables a Robledo:'º

Contrariamente a lo que esperaban Guerola. el Gobierno y el duque de Osuna, se


impuso en el distrito el candidato progresista Saavcdra. aunque con una reduc ida diferencia.
Saavedra consiguió el 53'8 % de los votos ernitidos. 31

Tabla nº 2. Resultado de la elección de 1863 en el distrito de Osuna


Estepa Osuna Total
Electores 257 313 570
José Saavcdra 152 80 232
Joaquín Robledo 44 155 l99
No votaron 61 78 139

" Carta de Francisco Fernfodez. a Anto11i o Gucrola, 13 ele nctuhre de 1863.


u Carta de Agustf11 Fernándcz ele (\~rdob.i 11 Antonio Gucrola. octubre 1863.
2" Carta de Agustín FernÍlndcz de Córdoba a Antonio Guernla. octubre 1863.

·° Carla de Francisco Carva llo. del 14 de oclllbrc de 1863. put>licada en el n11mcro 1.802 de La Andaltu:ía.
-'' GUEROLA Y PEYROi.,ÓN. Amonio: Memoria de mi ,ul111i11iHmci6n e11 la pm1·111C'ia de Se,·illa ,·n1110 gobernador
de <'lla desde 14 junio liosw 24 oc/ubre 1863. Sevilla, 1878, (rccd.) Sevi lla, 199\ v. l.

261
JOSÉ MANUEL NAVARRO DOMÍNGUEZ

LAS RAZONES DEL FRACASO

Gucrola no salía de su asombro por la derrota del candidato gubernamental,


confiado como estaba en e l control que del distrito tenía Ferná ndez y la actuación de los
partidarios ele Robledo en Estepa. Pero lo que más le preocupaba era que el fracaso electoral
de su administrador pudiese enemistarle con el duque de Osuna, que podía pensa r que como
gobernador civil no le había apoyado.

A juicio del gobernador civil la victoria se debió u que los partidarios ele Saavedra
supieron mantener la candidatura en secreto hust<1 el último momento para sorprender a las
autoridades, confiadas en el triunfo de Robledo, y evitar que hiciesen una campaña activ,1.
Además una facción de Osuna enemistada con el duque y Robledo se unió a los amigos de
Saavedra en Estepa para conseguir la mayoría de los votos.

No faltó quien consideró que Fernández había traicionado sus promesas de apoyar
a Robledo, considerando que un hombre de su influencia no puede perder la elección en su
distrito. Su do minio del pueblo durante diez años y el hecho de que fuese la primera derrota
e n su vida permitían sospechar que había obtenido promesas del vencedor para traicionar a
Robledo y al duque.

Guerola no lo cree y piensa más bien que Fernández confió demasiado en su


influencia y se vio sorprendido en el últi mo momento por la candidatura de Saavcdra, sin
tener tiempo para poder contrarrestar su influencia. Realmente Fernándcz consiguió la
victoria en su sección con 155 votos en l'avor del candidato del Gobierno. Es en Estepa donde
Saavedra consiguió el triunfo con unn cantidad de votos muy similar.

De todas formas ninguno de los dos candidatos arrastró de forma c lara el voto del
electorado. Saavedra se a lzó con el triunfo con el apoyo de tan sólo el 40,7 % de los electores.
Pero su riva l sólo consig uió e l voto del 35 %. La abstención, del 34 ''fo en Estepa y del 24 %
en Osuna, e n principio debía perjudicar a Saavedra pues eran los prog resistas quienes hncían
campaña por la abstención.

E l gobernador civil sospecha que realmente los progresistas finalmente emitieron su


voto y que muchos estepcños partidarios de Robledo se quedaron en casa ante las amenazas
del alcalde. De todas formas. como señala Guerola, " ... habiéndose conseguido por la
oposición la totalidad de los secretarios escrutadores. y siendo el alcalde decididamente
suyo, se sospecha que se han despachado a su gusto''.

Pero inclcpenclicnccmente de Estepa, si Fernández hubiese controlado totalmente su


sección, no habría tenido problemas en la elección de Robledo. Fueron los votos conseguidos
por Saavedra en Osuna, el doble de los conseguidos por Robledo e n Estepa, los que inclinaron
la balanza a favor del brigadier.

262
CACIQUISMO Y MANIPULACIÓN ELECTORAL EN LA SIERRA SUR. LAS ELECCIONES 0E 1863 EN EL DISTRITO...

Francisco Carvallo, avecindado en Osuna, en una carta abierta publicada en la


pre nsa, considera los votos de Saavedra e n Osuna como un reflejo de la independencia del
pueblo frente a la coacción feudal de duque para imponer a su candidato, más propia de
tiempos pasados. y los abusos <le poder del alcalde e n la segregación de las tierras.32

P recisamente Francisco Fernández advirtió en septiembre a Guerola de que la


oposición que notaba en Osuna provenía de " ... algunos labradores de los que les quitan
parte de tierras", düigidos por los regidores Nicolás de Lucena, Antonio Pad illa, José
Breciano y C ristóbal Vilches. n Estos, junto a otros veinte grandes labradores, arrendatarios
de las tierras del duque, se vieron perjudicados por los cambios introduc idos por la casa ducal
en el arriendo ele sus cortijos. 34 Temiendo que para cumplir su promesa de arrendar pequeñas
pa rcelas a los braceros y yunteros la casa ducal segregase nueve o diez m il fanegas de tierra,
"1rabajan y luchan y se afanan en evitar este mal para ellos, por más que sea un bien a los
demás ...han ahjurado de sus principios absolutistas, apoyando a José Saavedra, a pesar
de ser progresista"_ is

El propio Carvallo, que achacaba la oposic ión a los valores cívicos liberales de sus
conc iudadanos. reconoce en su carta que la alteració n de los arrendamientos había afectado
a los labradores predisponiéndoles a la oposición.:16 De hecho Antonio Mendoza, alcalde
en 1860. se negó a encabezar una comisión municipal para recibir a l duque cuando efectuó
su visita a la localidad.37 Y en 1863, siendo teniente de alcalde, encabezaba la oposic ión al
candidato ele la casa ducal j unto a otros regidores y grandes labradores perjudicados por la
disposic ión del duque.311

La supresión de los a rriendos a perpetuidad o a largo plazo y de los traspasos de


tierras de padres a hijos y la elevación de la renta de las tierras, perjudicaban gravemente
a los labradores arrendatarios que conformaban la elite de Osuna, al reducir la renta
disponible y suprimir la garantía que hasta el momento habían disfrutado sobre la tierra. 39 El
administrador local, Antonio de Contreras, y el administrador general de la casa, Joaquín de
Robledo, elevaron las rentas, repartieron e n pequeñas suertes a lgunos cortijos y seleccionaron
qué colonos clebfon continua r en el <li~frute de los terrenos y qu iénes debían dejarlos para
destinarlos a rcparto.40 Por su parte e l alcalde Fernández expulsó a algunos labradores ele
las tierras gue arrendaban a l cumplirse sus contratos. No es extraño que el conjunto de

32
Carta de rrancisco Carvallo . del 14 de octubre de 1863. publicada en el nú111ero 1.802 de La /\mfalucín.
,; Carla~ de Francisco Fernández a Anton io G uerola del 19 de ~eptiembre y del 13 de octubre de 1863.
·" Carta de Prancisco Ferm\ndez, del 2 1 ele ocwbre de 1863. publicada en La A11da/11cíu.
'' Carta de Francisco Fernánclcz.. del 2 1 de octubre d(> 1863. publi<;.ida en La A11dalttcía.
~. Carta de Francisco Carvallo. del 14 de octubre de 1863. puhlicada en el n6111ero 1.802 de la Andalucía.
"Carta de Francisco Fernández. del 2 1 de oc1ubre de 1863, publicada en L.a Amlaluda.
"Carta de Nicolás María Lucena, Anlonio Mendoza, José María Vcmn, An iccto ,le la Puerta y :'\11 anuel Luque, de
octubre de 1863, publicudn en El Porvt'nir.
''' Carl;i de Nicolás María Lucena. Antonio Mendoz.a. José María Vento. Aniccto de la Puerta y Manuel Luque, de
octubre de 11163. publicada en El Po1Tl't1ir.
"' Carta de Francisco Fcrnilnde,:, del 2 1 de octubre de 1863. publicada en La A11dal11cía.

263
JOSÉ MANUEL NAVARRO DOMÍNGUEZ

labradores pc1juclicaclos rechazaran ciar s u apoyo a Robledo. candidato del duque. y optasen
por dar su voto al candidato progresista. Probablemente f'ue ron estos los ".. .respetables y
legítimos derechos'' a que se refieren los regidores de Osuna para justi fü.:ar su actuación,
según declaran ·'... sacrificando en aras del bien del pueblo su 1ran.quilidad y reposo":'

Guerola sólo puede consolarse con la carta recibida del ministro Moreno López, en
la que explicaba que ni Candau ni Saavcdra suponían un inconveniente para e l Gobierno, que
había logrado colocar a sus candidatos en la mayor parte de los d istritos.

"Carta de Nicolás María LuC'cna. i\nronio i\.'lendo,.n. Jo~é María Vento, A11icc10 ele la Puerta y Manue l Luquc. de
octubre de 1863, publicada eu El Pun1enir.

264
UN PATRIMONIO ARTÍSTICO OLVIDADO. LAS
IGLESIAS DE LA SIERRA DE OSUNA.

Magdalena Illán Martín, Lina Malo Lara,


Antonio .Joaquín Santos Márquez.

La Sierra Sur Sevillana ha sido frecuentemente olvidada en gran pa rte de lo~


estudios histórico y artístico que se han realizado sobre la provinc ia hispalense. Posiblemente
la importanc.:ia de la propia capital, la riqueza de algunas poblaciones de la campiña y sobre
todo la pérd ida ele g ran parte del pntrimonio de los pueblos que componen esta comarca. ha
potenciado en gran parte ei;te olvido y ausencia de interés por un patri monio que sin duda
existe y que en esta comunicac ión queremos hacer al menos consta r en un recorrido por
parte de su ri4ueza patrimonial'. Nos centraremos en una parte de la sierra sur sevillana
donde quizás se agudiza este hecho, concreta mente en lo que vendría a constituir el g rupo
de poblaciones situadas en la Sierra de Osuna. esto es, aquellas que se encuentran en la
actua l comarca de lu villa ducal y que históricamente fueron sus aldeas. Nos referimos a Los
Corrales, Martín de la Jara, E l Saucejo y Vi llanueva de San Juan, además de las aldeas de La
Mczquitilla y Navarredonda, todas ellas amiguas pueblas de la villa d ucal ursaonensc.

Al igual que sucede en la mayor parte de los pueblos sevillanos, su patrimonio


es esencialmente relig ioso, contando en la actualidad con varios ed ifi cios singulares, muy
desconocidos la mayor parte de ellos y q ue por el lo están sufrie ndo remodelaciones demasiado
ag resivas a nte el descuido de las autoridades, que no ven en este patrimonio un potencial
económico evidente. Bien es cie rto que estas poblaciones vieron mermado gran parle de su
patrimo nio durante los incidentes de 1936. aunque, desde nuestro pu nto de vista, tu vieron
mucha menos inc idencia y se conservaron muchas 1m'ís cosas de las que se apuntaron en su
momento en la obra rccopilatoria en la que se narraban tocias estas piezas perd idas en los
disturbios aludidos. De hecho, a través de nuestras investigaciones podemos constatar que en
poblaciones como Ma rtín <le la Jara y El Saucejo. se ha n conservado o bras que hasta el día de
hoy han pasado desapercibidas para la historiografía histórico-artística sevillana, las cuales,
desde nuestro pu nto de vista creemos que son importantes dentro del desarrollo artístico

1
Tan sólo bay que echar una ojeada a las guías artí~ticas e in ventario\ n:alizados en la provincia de, Sevilla parn poder
comprobar como prácticamente se reduce a una~ pocas líne;,~ el patrimonio de estas iglesia~. HER:-IANOEZ DÍAZ,
J .. SANCHO CORl3AC HO, A.: F.dificio., religioso.~ y objl'los de culw saqu<'ados y d es/m ido~ por los 111arxis1as
e11 los p u,,bltis de la provincia d<' Sei.:illa. Sevilla. 1937. HERNANOEZ D IAZ. J.: SANCHO CORl3ACHO, A.
COLLA.:-ITES DE T ERÁN, r.: Cmiítoio arq11eol6gico y ar1ís1irn de In provincia de Sevilla. Sevilla, 1943, l. 111. p.
A.A.V.V.: /11ve111a rio artístico de la prol'i,w ia de Se••illa. Sevi lla. 1982, l. l. pp. 489-502; MORALES, A., SANZ,
tvl.J .. ScRRERA, J. M. , VALl)IVfESO. E.: G11ía w·1f1·tir·o d<• Sevilla.\" su prtn•inci(I. Sevilla. 2004.

265
MAGDALENA ILLÁN MARTÍN, LINA MALO LARA, ANTONIO JOAQUIN SANTOS MÁROUEZ

sevillano y andaluz. Además tocios estos edificios desde el punto ele vista a rquitectónico
mantienen rasgos similares que permiten establecer un claro parentesco que habla de una
arquitectura local con rasgos propios. Así todos ellos muestran muros lisos de mampostería,
articulados en el exterior por contrafuertes y revestidos por cal, añadiendo en el astial de
los pies una espadaña o torre de ladrillo. En su interior, las más pequeñas eran de una sola
nave con cabece ra cuadrada y separada por un arco toral, mientras que las más espaciosas
mostraban tres naves separadas po r columnas o pilares y cabecera abovedada siguiendo los
cánones de la arquitectura sevillana de la segunda mitad del siglo XV II I.

Así pues, iniciando nuestro recorrido por este patrimonio histórico y artístico de
las a ntig uas pueblas de la sierra de Osuna, comenzare mos por aquellos bienes inmuebles
que consideramos de mayo r antigüedad, siendo, sin duda, la que estructuralmente responde
a las construccio nes locales del siglo XVll, la actua l y remodelada parroquia de Nuestra
Señora del Rosario de Martín de la Jara. Esta iglesia. que fue totalmente remozada
con un revestimiento moderno allá por la década de 1970, aún conserva el sabor de los
edificios religiosos que originariamente se convirtieron durante el Seiscientos en ayudas de
parroquia de la Colegiata de Osuna. Si ana lizamos su planta y tomamos como referencia las
descripciones que recogen los visitadores del ¡.¡rzobispado hispalense, la iglesia mantiene la
única nave cubierta con un armazón a dos aguas de madera, un gran arco toral y cabecera o
presbiterio de trazado cuadrado y con una techumbre de madera a cuatro aguas, las cuales

266
UN PATRIMONIO ARTISTICO OLVIDADO. LAS IGLESIAS DE LA SIERRA DE OSUNA

actualmente han sido suplantadas por similares de yeso manteniendo aún las vigas tal y
como estaría en origen. Además, en el lateral de la epístola, aparece la capilla bautismal,
aquella que el 16 de julio de 1690 recibió por primera vez la pila bautismal cuando se erigió
este templo en ayuda de parroquia 2 . Su exterior es quiz,1s Jo que ha sufrido mayor perjuicio
a l.o largo ele estos años. siendo sobre todo su torre la que desgraciadamente nada tiene que
ver con aquella historicista construcción de finales del siglo XIX levantada para sustituir a
la airosa espadaña de ladrillo, la cual. junto con la cal de los muros del templo. mantenía
la misma fisonomía exterior que aún pervive en las iglesias de El Saucejo, Navarredonda y
Villanueva de San Juan. Sin duda, si su arquitectura está dentro de lo que vendríamos a llamar
barroco temprano ursaonense, sus bienes muebles igualmente son muy interesantes. A pesar
de que hasta e l día de hoy nada se ha el icho de su imagen titular. lo cieno es que la patrona
de Martín de la Jara es una obra que se puede fechar en años centrales del sig lo XVIII, sobre
todo por presentarnos un icono muy representativo de lo que será el modelo desarrollado
bajo las directrices de Duque Cornejo y su escuela. conservando además una rica policromía
a base de delicados estofados. Esta imagen se encuentra en el nicho Gentral de un retablo
neoclásico muy rcmodelado y de pequefias proporciones que se puede fechar en los años
centrales del sig lo XIX. Pero además sorprende la riqueza e cultórica del templo. que si ya
lo hemos alertado en su patrona. está encabezada por la portentosa figura de su crucificado,
el Cristo de la Sangre, obra de la segunda mitad del siglo XVI que sigue los cánones clásicos
del renacimiento hispalense. Igualmente interesante es la fi gura dieciochesca de San José.
el crucificado articulado también de ese mismo siglo, que sirvió en años pretéritos como
yacente, o In fig ura de la Virgen ele los Dolores, imagen de candelero del siglo XIX. Más
reducida es la muestra pictórica del templo. en el que destaca un pequeño cuadro del Niño
Jesús cargando con la cruz. obra del círculo del granadino Ridrucjo y fechable a mediados
del s iglo XVIIP.

Llamativa e interesante. y posiblemente de esta misma fecha . es la capilla del


Patriarca Sefior San José d e la aldea de Navarrcdonda. antigua puebla ursaonense que
dependió de la ayuda de parroquia <le El Saucejo y que tras la emancipación de esta población
en 1835. pasó a :,er pedanía de esta última junto a la también antigua puebla de La Mcz.quiti lla.
De esta construcción, que responde igualmente a las mismas líneas estructurales que hemos
a ludido en un principio, se conserva poco ele su originario conjunto de bienes muebles, ya que
ruc totalmente arrasada en los incidentes de 1936. Esta capilla fue erigida por el prc~bítero
Francisco Beníwz en torno a 171 54 • Este clérigo fundó un pósito para el mantenimiento del
c ulto y adorno del templo. haciendo las funciones de fábrica de l.i misma. El templo de esta
época posiblemente ~ería similar al actual, aunque algo más reducido, ya que en torno a 1782
se amplió su cabecera y se adhirió la sanistía5. Poseía en 1720 un solo altar donde se colocó

',\RCHIVO HIS l'ÓR!CO f\'ACIONAL (¡1 partir de e,te momcmo AHN.}: Sección Nohlc/a, OSUN,\. C.17, D. 11.
' HERNANDEZ NÚNE7_ J.C.: ··Alguna, rcílc,iones sobre la, ermitas de la provincia de Sevilla y , u, bienes
muebles". Ho/Nb, PI/. 3:l. ('.!000¡. pp. 11 - 14.
'/\RC'HIVO PARROQUIAL DE EL SAUCE.10 (a panir de c,tc 111omcnto A. P. Sa.), Libro de F:íbrica de la Iglesia
ele San .losé de la Puebla u~ Navarrecloncla. Vi,irn dé 1729. si11 folh,r.
• i\. P. Sa. Libro ele Fábri-:a de la fglcsia de Sa,i .losé de la Pt1cbla ,k Navarredoncla. Visirn de 1782. ,in foli,1r.

267
MAGDALENA ILLÁN MARTÍN, U NA MALO LARA, ANTONIO JOAQUÍN SANTOS MÁRQUEZ

un tabernáculo para l as imágenes de Ntra. Sra. ele la Encarnación y San José, que ya en estos
momentos aparecían como patrones ele la dicha puebla. Reveladora es la declaración que
real iza el mayordomo ele la capilla en 18026 • afirmando que estas imngenes fueron donadas
por su fundador. teniéndose representaciones gráticas de la ami gua V irgen de la Encarnación
desaparecida junto al retablo mayor durante el mencionado saqueo, ambos escaso interés. No
obstante, y gracias a l a util ización del yeso como material para labrar retablos, se conservaron
varios ele los laterales, destacando el de San José, si tuado en el lado del Evangelio y de traza
neoclásica, el cual seguía el mismo diseño que el que actualmente se encuentra en la capilla
bautismal de la parroqu ia ele Villanueva. Desgraciadamente remoclelacioncs recientes del
templo y tras una profunda y agresiva restauración realizada en 1998, ha desaparecido este
último además de restos ele otros retablos, los cuales han sido sustituidos por moclerrrns e
historicistas construcciones. Entre las obras repuestas a partir ele 1936 destaca la patrona de la
aldea, Nuestra Señora de la Encarnación. una escultura de candelero del imaginero sevillano
Antonio lllanes y techada en 1940, un icono mariano que sigue el modelo de otras vírgenes
de e1;te autor, como por ejemplo la Virgen ele la Paz y la Virgen de las Lngrimas. toclns ellns
ele si ngular belleza y delicada factura. rgualmente llamativa es la escultu ra del crucificado
procedente del asilo ele Osuna, cedido en la década de 1980 a esta ermita y que se puede
fechar en el siglo XIX. Dentro del campo de la or febrería también debemos de mencionar
una corona sevillana ele finales de la centuria decimonónica y que pertenecfo a la antigua
titular desaparecida. F inalmente habría que destacar el conjunto escultórico real izado por el
artista local Antonio Gracia en la década de 1990, y que han ciado un aspecto novedoso a la
capilla. Entre estas imágenes sobresale el grupo de la dolorosa titulada del Valle y San Juan.
de fuerte expresividad y patetismo, alejándose de los anqui losados esquemas de la imaginer ía
neobarroca hispalense.

A Idea también de El Sauccjo es la población de La Mezquitilla. en pleno paraje


serrano y conservando aún ese sabor musulmán de sus orígenes. Su capilla dedicada a
la Inmaculada Concepción es una construcción de origen antiguo aunque recientemente,
en 2003, ha sido totalmente reconstruida eliminando cualqu ier valor artístico que pudiera
tener. No obstante, y siguiendo la línea argumental ele este estudio. el ecli{icio, antes de esta
reforma, respondía claramente al modelo de iglesia de esta sierra, con una sola nave de
mampostería totalmente encalada y con una graciosa espadaña de ladrillo, donde cuelga aún
el único vestigio de estos tiempos pasado, una campana puesta en este lugar en 16767• N o
obstante, el edificio tuvo un largo proceso constructivo ya que en la visita pastoral de 1750
se alude a que aún no estaba concluida y que era de fábri ca muy pobre. Desgraciadamente
también fue saqueada en los incidentes de 1936 y ele su antiguo patrimonio nada se conserva.
Aún podemos admirar gracias a fotografías anteriores a este desafortunado acontccim iento,
aquella imagen titular y patrona de la localidad que rezumaba aires clicciochescos y que

• A. P. Sa. 1.ibro de Fáhrica de la l g le~ia de San .losé de la Puehln de Navarn.:.donda. Vi siw ele 1802, si n foliar.
7 Sobre esta población ex iste u11 e~tudio realizado por RO:l-1AN TI RADO. J.: :'v//Jzq11i1il/a, pa.m do y JH('.leilf('.
Sevilla. 1998.

268
UN PATRIMONIO ARTÍSTICO OLVIDADO LAS IGLESIAS DE LA SIERRA DE OSUNA

estaba cercana a las composiciones de Duque Cornejo, posiblemente realizada en la capital


hispalense~ mediados de esta centuria.

Uno de los conjuntos arquitectónicos y artísticos más sobresalientes de cuantos


estamos tratando es la parroquia de San Marcos Evangelista de El Saucejo, primer templo
conver tido en ayuda de parroquia de toda la sierra ursaonense. De este edificio conocemos
más detalles de su historia constructiva. La primera noticia que poseemos data de 1648,
gracins ni litigio contenido entre el Duque y el Arzobispado de Sevilla por el patronato y
los diezmos de la puebla, en la que se menciona la existencia de un templo ele tres naves
que se convertiría en ayuda ele parroquia en 1661 8• Sin embargo, la consrrncción actual es
el resultado ele una ampliación del anterior que supuso una total recon strucción ele la que ya
se tienen noticias en 1748. Desde 17 18 los moradores de esta puebla ya venían solicitando
estas obras al ducado. aunque no son atendidas por éste hnstn el referido año de 1748, cuando
el duque manda a su arquitecto Francisco de Acosta. oriundo de Osuna. para que diera su
veredicto sobre dicho menester, comenzándose las obras después del Terremoto de Lisboa.
esto es en 17569• Por lo tanto, el templo actual es una obra barroca que presenta tres naves
separadas por robustas columnas sobre las que se cargan nmplios arcos de medio punto que
dividen las referidas nnves. El trnnsepto. que no sobresa le en planta. presenta bóvedas ele
cañón con lunetos. que también se repite en el presbiterio de testero plano, levantándose en el
crucero un casquete semiesférico.

' A. H. N. Sección :"loblc¿:1, OSUKA. C.35. D.54.


• A. H. N. Secdón Noblc1..1. OSUNA. C.1535. D. 8

269
MAGDALENA ILLÁN MARTÍN, LINA MALO LARA, ANTONIO JOAQUÍN SANTOS MÁROUEZ

De la época fundacional aún conserva la pi la bautismal de jaspe de Morón ele la


Frontera que rue colocada en 1693, acompañándose de un púlpito barroco con lágrimas de
mármol negro y una mesa que posiblemente daten de este mornento 10• Igualmente a este
periodo parece corresponder un sagrario manierista ele mediados del siglo XVII y que acoge
una interesante tabla pictórica del Divino Salvador11 •

La actual capilla del Sagrario, con su g raciosa cupulilla, era el antiguo camarín
de la patrona de la localidad, el cual posiblemente fue levantado hacia 1770 y cuyo retablo
desaparecido era ele traza neoclásica12 • Actualmente, en un retablo moderno de poca calidad,
aún se venera Nuestra Señora del Ro:-;ario, obra ele la segunda mitad del siglo XVIII restaurada
en 1938 por Antonio Illancs. Entre los restantes bienes muebles del templo, sobresale el
retablo mayor, en un alarmante estado de conservación y que procede del antiguo cenobio
jesuita ele Osuna. Entre los investigadores que lo han estudiado, siempre 8e ha atribuido al
círculo de Cristóbal de Guadix y se ha vinculado a obras suyas como el retablo mayor de la
parroquia sevillana de San Vicente, y a otras más cercanas corno el también anónimo del
convento de la Merced de Osuna'º. Posiblemente de esta misma procedencia sea el retablo
rococó donde se da culto a la imagen moderna del Corazón de Jesús, y de esta misma fecha
también es el del Cristo de la Sangre y el de la Virgen de los Dolores, capilla y altar fundados
por doña Josefa de Almagro en 1764. Entre la imaginería más destacada mencionaremos las
de San Ignacio de Loyola y San Marcos Evangelistas, ambas situadas en el retablo mayor, y,
sobre todo, el grupo escultórico más importante de toda la zona, San Cayetano y la Virgen
de los Desamparados, una obra atribuida a Cristóbal Ramos y feclrnble hacia 1760. Dentro de
las irrnígenes contemporáneas repuestas tras el saqueo, señalaremos las del Santísimo Cristo
de la Sangre y Nuestro Padre Jesús Nazareno, tallas del referido Antonio lllanes y de los años
1937 y 1938 respectivamente, además de Nuestra Señora de los Oolores de Antonio Castillo
Lastrucci ele J95014 •

La iglesia parroquial de San Juan Bautista de Villanueva de San Juan también


obtuvo el rango de ayuda de parroquia, y, por lo tanto, pila bautismal en 1690. De principios
del siglo XV 111 conocemos una descripción muy escueta del templo. la cual no se corresponde
con e l edificio actual, ya que presentaba una sola nave, cercana a lo que hoy día vemos en
Martín de la Jara y Navarredonda 15 No obstante de estos momentos es la pila bautismal de
jaspe que aún se conserva en su interior y que procede igualmente de las canteras de Morón

"A. P. Sa. !''libro de i'fürica. Visita de 1699, fol. 14- 15.


" Esta pie1.a posiblemente perrenecía al antiguo r,:t ablu <.:amarín c.k la Virg,:n del Rosario. au nyu,: ,uponemos yue
co11 anterioridad formaba parle del que existió dura111e el siglo XVII e 11 el presbiterio. SANTOS M,\RQUEZ. A. J.:
.. El a11tigt1u ret,1bk1-camarín ~ irn~1gen <le Nuestra Si:flura <ld Rrnrnrio de la parroquia dt' San 1\·1arco"i Evangl'!lisl'1 de
E l Saucejo". /,(lhoralorio de Ane J4 (2004). pp, 285-296.
"SANTOS J\iL,\RQ1JEZ, A. J.: "El antiguo retablo-camarín ...". ob. cit.. pp. 285-296.
,; HALCÓN, F., HERRERA, F., RECIO. A.: 1:.1 re,ablo barroco sevil/a110. Sevilla, 2000, p. 542.
'' SA>ITOS rvJARQUEZ, A. J.: "Las rnfradía, y herrnandade, de El Sm,cejo. Historia y patrimon io". /// Simposio
~obre Ha111i:ndades de Se,·illa y su prori11cia. Sevil la. 2002. l)JJ. 95-120.
5
' A. A. S. Sección 111. Serie vis ita,. Leg. 1353. Sin foliar.

270
UN PATRIMONIO ARTiSTICO OLVIDADO. LAS IGLESIAS DE LA SIERRA DE OSUNA

de la Frontcra 16 • Es probable que por las escasas dimensiones del templo, a med iados del
dicho siglo, se decidiera la erección del te mplo actual, de tres naves separadas por pilares
y cabecera tripartita, asimismo cercana a los presupuestos arquitectó nicos de El Saucejo
y Los Corrales. De ntro de los retablos, deberíamos destncar dos piezas. En primer lugar
sobresale el remate o ático de un retablo jesuítico proveniente. a l igual que los de El Saucejo,
de la antig ua iglesia de San Carlos de Osuna, en el que se representa a San Pablo Miki
crucificndo 17; y en segundo lugar, en la capilla bautismal y cobijando al titular del templo,
un retablo de yeso que ya hemos mencionado. Se trata de un tabernáculo compuesto por
cuatro columnas toscanas que soportan un entablamento partido y a su vez un füico en forma
de penacho con tondo centra l en el que aparece una representación pictórica de una escena
relacionada con la vida del Bautista. Esta interesante pieza se puede encuadrar dentro de los
retablos neoclásicos de yeso que se levantaron en esta zona a lo largo de las úllimas décadas
del siglo XVIIT y primeras del XIX. Desaparecieron en las reformas posteriores al saqueo
otros retablos similares que se localizaban en las naves de la ig lesia , respetándose sólo uno de
estilo neogótico fechado en 1877 donde se ubica la Virgen de los Dolores1~ . fata obra junto a
la patrona de la localidad, Nuestra Señora del Rosario, son las más destacadas del inmueble,
siendo ambas de Pineda Calderón y realizadas en la década de 1940. Más interesante es el
conjunto de orfehrería en el que descubrimos un portapaz de metal dorado, fcchable hacia
1700 y con la representación de la Sagrada Fam ilia y San Juanito, además de un meda llón de
plata en su color de hacia 1800 con la representación de la Virgen del Rosario, posible mente
de taller urnaoncnse y que pudo pertenecer a un posible e~ta ndarte de la cofradía q ue en su
día existió.

1
• / \. A. S. Sección IV. Serie invenlario. Lcg 1390. Sin foliar.
'" C!, ia pieza ha sido casi la única que ~icmprc fue reseñada en los di l'crenles estudios que han ahnrdaclo esta parroquia.
A./,.V.\/. Guía <11·1ís1ica de Se,·ifla ..., ob.cit., p.
" 13~to ~e deduce de Jo clc~cri10 en HERN1\ J\'OEZ l)]AZ, J.; Si\NC HO CORl3ACI-IO. 1\ . Fdificios religiowc ..
ob.cit., pp. 21 0-2 11 .

271
MAGDALENA ILLÁN MARTÍN, LINA MALO LARA. ANTONIO JOAOUIN SANTOS MÁROUEZ

Finalmente, y para concluir este recorrido por los edilicios religiosos de la Sierra
de Osuna, no podemos olvidar quizás el más monumenta l de tocios ellos, la parroquia
de Santiago de Los Corralcs19. Los orígenes de este templo se remontan también a una
pequeña capilla que dependía de la ayuda de parroquia ele Martín ele la Jnra y cuyos elatos
más antiguos los tenemos recogidos en las visitas pastorales de la primera mitad del siglo
XVTlT, en las que siempre se alude a la pobreza del te mplo y a la carenc ia de ornamcntos2 º.
No obstante, la llegada ele su nuevo estatus no se haría esperar. y ya el 6 ele febrero de 1756
los moradores de esta puebla concertaban con el curato de Murtín de la farn para que este
dispensara en su templo todos los sacramentos, incluido el ele! bautismo2 1• Esto suponía la
concesión por parte del Duque ele Osuna de la ayudantía de parroquia para este templo, y por
lo tanto de pila bautismal. la cual, tal y como reza su inscripción. fue costeada por la casa
ducal en dicho año22 . Creemos que como resultado de tocio ello se levantó el nuevo templo,
el mejm exponente de templo columnario que tenemos en la Lona. De hecho, sobresale
este edificio por la coherencia constructiva, la eleganc ia e n sus proporciones y su estilo
perfectamente idenfüicado con aquellos prototipos que se están llevando a cabo e n la capital
hispalense, acercándose a otras construcciones como por ejemplo los te mplos de San Roque
y San Bernardo, es decir, en la transición entre lo tardobarroco y los primeros presupuestos
neoclasicistas. Así presenta tres naves separadas por columnas toscanas, las cuales ~e cubrí.in
originariamente con techumbres de m adera. aunque en la actualidad presentan bóvedas de
cañón rebajada en la central y vaídas en las lateral~. Su cabecera es muy monumental. con
transepto de elevada cúpula y tres capi llas en el testero. Creernos, que a l igual que en El
Saucejo. las obras fueron dirigidas por el arqu itecto ducal Francisco de Acosta. que siguió los
esquemas exteriores tradicionales, con espadaña lateral de ladrillo y muro:, de mampostería
encalados, y. al igunl que en el referido templo saucejeño, su fachada de los pie!> fue adornada
con una bella portada de líneas muy clásicas. A pesar de e llo. la reforma de 1964 hizo cambiar
la cspnclnña de lugar y reformó también las partes a ltas del templo2 '.

Desafortunadamente poco queda de los bienes muebles. que fueron totalmente


destruidos en los incidentes de 1936 y en difere ntes reformas y restauraciones posteriore~,
siendo la más agresiva aquella que eliminó la mayor parte de los retablos de madera que se
habían reconstruido para dar cabida una discreta pintura mural del pintor Juan Montes. Tan
sólo queda aún en su interior restos de un retablo de estípite, posiblemente de la segunda

,. lista iglesia ha s idoc,rudiada por HERNANDEZ DIAZ,J.: SANCHO CORBACHO, A. COLLANTES DF. TERÁ N.
F.: Cauf/01:0 t1rq1woliígico yar1í.,1iwde la prori1u:it1 de Sevilft1. Sevilla, 1943. L rn. p. SANCHO CORBACHO. A .:
Arq11i11•<t1trn barroca .,·e,•illt111a del ,i;::lo XVIII. Madrid. 1951; VELASCO HARO, M.: Los Cormles. Referencias
históricas d1• 1111 pueblo t111dal11z. Sevi lla. 2000. do, l0lll0~.
~• La má, dclallada es la de 1750, mencionando e l estado de delcriorn J e la cabecera. A. A. S. Sect·ión 111, serie
v1~it.1~. Le¡::. 1390. Sin foliar.
" 1\ . H. N . Sección Noblcn. Osuna, C. 35, D. 53.
'' La 111,cripc1611 rc,~1 a,í: "Doc.·clc onmes gcnle,. Baplizale eos in nomine Patris et Filius et Spiritu Sandi. Concedió
la licencia de esta pila c-1 Excmo. Sr Duq ue de Osuna y la confirmó d Excmo. Sr. Arzobbpo de Sevilla .... el a,1 0
1756".
•, \11.iLASCO HARO. M.: Los Corrnle., . Reji·re11cio., hist1írirns .... ob. cit.. p. 967.

272
UN PATRIMONIO ARTÍSTICO OLVIDADO. LAS IGLESIAS DE LA SIERRA DE OSUNA

mitad del siglo XVII( y que pertenecía al antiguo de la Virgen del Rosario24 . Únicamente
podemos mencionar, que tengan interés ,místico, varias piezas pictóricas, <l~tacando la que
representa a San Antonio de Padua, atribuida a Juan del Castillo de hacia t<í30 y que se
conserva en la actual capilla sacramental 25. Igualmente reseñuble es el lienzo de la patrona,
Nuestra Señora del Buen Suceso, cuya irnnografía responde a los modelos marianos de hacia
1700 y que desgraciadamente sufrió también grave!> daño~ en la Guerra C ivil. Dentro dd
campo escultórico también es reseñable una imagen de la Virgen del Rosario. aclllalmentc
bajo la advocación de la patrona. que responde a los cánones del siglo XVII 1, y las imágenes
pnsionistas de Nuestro Pndre Jesús Nazareno y Nuestra Señora ele los Dolores. ambas de
Lafarque de la década ele 1940.

Por lo tanto, con esta comunicación queremos hacer patente nuestra preocupación
por un patri rnonio ex istentc que lamentablemente no es lo suficientemente va !orado y por ende
no rc:;petado. En consecuencia. se está perdiendo una importante íuente de riqueza cultural y
económica para unas poblaciones deprimidas que pueden cncontrnr en el uso inteligente de la
gestión de su patrimonio artístico un recurso potcnciador <le la economía de la zona.

"Tras la 1-c,1auració11 del 1cmplo, fue rccon,truído y coloc:1cto en l.i capilla del Buen Suct:,o, e~umdo en cslc lug¡¡r
hnsta la í,hima resmur:ici6n del lemplo.
''' VALL)IVIF.SO. E.. SERRERA J. M.: Pi11111ra .,evil/a11a del ¡1ri11wr tercio tic/ siglo X\/11. Madrid. 1985. p. J52.
lámina 253.

273
LA CAPILLA DE SAN PEDRO APÓSTOL
DE LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA
DE LA ASUNCIÓN DE ESTEPA:
APROXIMACIÓN A SU ESTUDIO
IIlSTÓRICO - ARTÍSTICO
Ezequiel A. Díaz Fernández

1. INTRODUCCIÓN.

La cstepeña Ig lesia de Nuestra Señora de la Asunci6n 1 es una joya artística g racias a


la espléndida muestra pictórica del dieciocho que nos ofrece. no en vano es conocida como la
rnpilla sixrina eslepeíia. El esquema compositivo e iconográfico del templo gira en torno a la
vid a de la Virgen. Se concluy6 su construcción en 1646 y siempre ha estado vinculada con el
Real Hospital de pobres e nfermos de la Asunción. La profu sa decoración de su interior data.
en su conjunto, del siglo XVII] y manifiesta de forma clara la barroca y abigarrada expresión
del horror rnc11i. Posee en su cabecera una singular estructura barroca denominada torre-

' DÍA/. H:Rl\,\N DcZ. E. A. La Iglesia de .N11ew·r, Seiiora de lo A.rnwión. Estepa. 2006. p¡>. 1-31 (inéclito).Li
port.Jd,1 de cante ría, senc illa y ,imétrica, integrada en e l plano de l,1 calle y con1puest:1 por do, CllCrpos que tienen un
nrnrcado cadcter ascensional. lh';ailta orig inal el arco pnmbólil·o del balcón. que para alguno, au1ores se ,onsidern
indic io ,ulieienle para pensar en la mano del cantero Anclré, de :Zabala que poi aquellas fecha, se encontr:,ba en
la localidad reali1;111clo la magnífica portada de la ,gl~ta del Cannen. El templo ,e compone ele una sola nave con
dos capillas colaterales en el muro del evangeli o y ca marín. Se rnbrc con b6veda tic c aii(m con luneto., , diviJicla en
ctialro tnuno, por arcos fajones q ue se pr·olongan e n lo, muro, laterales. El espacio ,lcl presbilcrio se cubre con una
bóveda ,cmicsférica sobre pt,ch ina,. Una pie ta importante e< el zócalo. realizado Ctlll mármole, íOJOS y negro\ <]Ue
ofrecen ttn fuc11e contraste crnm{i1ico. 01rn importame pie/a de cantería e, el púlpito. de líne<1s sencillas, en el q ue
también -.e juega con el crom,ubmo ele las piedras: jas¡w rojo. m{irmol negro y alabastro. Dentro de la clasi licac i6 n
que hubitualrnentc se hace de lo~ cmm,rincs, pnderno, iclc111ificar el ele la Asun,·i<S11 como c,imarín-torrc. modelo
que alcm1za su lotal dcsenvo lvir11 knto en Andalucí,i en c~tos momentos. Especial rdación guarda este ca111arín
cstepeño con el de la Virgen de l.i Victoria de M,ílaga, realin1clo entre lo, año, 1693) 1700, reproduciendo lo, tres
nivele, visible, en el mi,mo. el ni,cl de sub,udo o crip1¡1, el correspond1c111e a l p)a1H) de !;1 iglc,iu. cloncJe ;,e, aloju la
,acn,11:,. y el camarín propia111en1c dicho, tlondc ,e vener.1 I¡¡ i111agen ti lll lnr y se concc,Hrun los cfcc1os or11a111cn1nle,.
Su estrncttrra cst.1 conligurad,i por tlll hexágono. donde la, pun:des se subrnyan por medio tle leves pilastras .ido,ucfos
a los ángtilo,. Por encima de l:i cornisa ,¡ue l;i;, n:corre, cinco vcntan;1s ele tipo 1em1al 1lumim111 el n:cin10, coronado
por una .:lipula de media naranja. La exubcra111c decornnóu pictórica, combin.id.i con verdadero " honor v¡¡cu i",
presenta lr,11~1dos , imétricns con eje, de lazos. g uirnaldas y hoj:1 rasc,1 ri1.11d¡1. Todo, los contenidos iconográfico, son
de 1emfüic11 c l:iramcntc 1nari,u1a y pretende ser un podcm,o medio de coinunic11ción 411c conmueva l;i sc-n,ibilid.id
de los ltclc,. El camarín de la Asu11d611 contiene n1ro ingrediente car:iclcrístico ele! 1'1:pcnorio ornamental cstcpcóo,
tratado en este caso con la elegancia que impregna el con1unto. No, referimos al b,";oncnto mann6reo que rcv i,tc
la pane b,lJ" de las p,1rcdes. rcali1.ado en m,ínnol r(>jo. Su di., c,1 0 se resuelve a base de drculos y óva los t.ollados.
ademá, ele plac·ados cnlgnntes.

275
EZEQUIEL A. OÍAZ FERNÁNOEZ

camarín erigida hacia 1716, la cual se compone arquitectónica mente de cripta, sacristía y
camarín describiendo un espacio unitario e independiente respecto del resto de la iglesiaz.
Este o ratorio marinno esta presidido por la patrona la Virgen de la Asunción;1 obra l'cchable
en el siglo XVII. El retablo mayor de 1749 se relaciona con el taller ele los hermanos González
Cañero vinculándose a la escuela ecijana. El retablo de la Inmaculada Concepc ión, ubicado
en la capilla lateral clel presbiterio, de mediados del siglo XVIII posee obras del a lmeriense
Andrés de Carvajal, donde destacan la titular, un San José y otro santo. En la escalera del
camarín encontramos un interesante C ruc ificado de finale~ del sig lo XVI próximo al taller
ele Andrés <le Ocampo. El conjunto pictórico de la nave consta documentalmente4 que fue
realizado por Manuel de Jedar y Romero en 1754, mientras que las pinturas del presbiterio se
fechan en la primera mitad del siglo XVIU vinculándose a la escuela sevillana5 .

2. BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA HERMANDAD DE SAN PEDRO.

El o rigen se remonta a mediado~ del siglo XV I con la fundación en 1564 de la


Ermita ele San Juan por Dña. Juana García de Almagro, hermana de dos eclesiásticos que
durante mucho años habían siclo abades de la Herma ndad . Sabemos docume ntalmente que
en 1620 se talla una imagen de San Pedro Papa por Lázaro Pérez Castellano, imagen que
hoy se encuentra en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor la cual sería titular ele
dicha cofradía estepefüt. Tenemos que distinguir la existencia de dos hermandades en la
villa que veneraban a San Pedro Apóstol como titular, la cofradía pontificia de San Pedro
dirigida por los Sres. Eclcsiúslicvs ya citada, y la hermandad de las Lágrimas de San Pedro
establecida desde 1674 en la actual sede <le la herrnandnd. la Iglesia de Nuestra Señora de la
Asunción. La hermandad de las lágrimas de San Pedro poseía otras dos imágenes titulares.
una doloro a de candelero y un Cristo a1ado a la co/1.111111a.?, con la advocación de Cristo de
las Penas. Entre 1704 y 1705 los informes vicariales hablan de una sola hermandad, bajo el
título de Dulce Señor San Pedro. En la segunda mitad del XV III la vi lla de Estepa vivirá un
período ele crisis cofradiera, debido a esta critica situación y como continuación ele la política
regalistas de los Rorboncs Carlos JIJ y Carlos IV, el Consejo de Castilla se verá obligado en

' La ig lesia estepeña de Nuestra Scñorn del Cam,en repite con exaclitud en la cabcccrn esta misma estrnclltra
arquil<'Ctónica. diferenciándose solamente en la de.,cripción de la planta.
' El c.i,tillo de Estepa era conocido en el periodo islámico como Hisn fatnbba, fue tomado por las hucsrcs de
Fernando 111 el San10. según la tradición. el 15 de agosto de 124 l día de la Asunción de la Virgen motivo por el que
fue clcgkl,1 como patrona de la ciudad.
' AR,\NDA BERNA L., A . M-'. ''El conjunlo pictórico de In A,undón de Estepa", t\ct:1s de las 111 Jornadas sobre
Historia de fatepa, 1998, Estepa, pp. 505-5 15. 1,(), comitente, focron Dña. Mariana Suárcl de Figueroa y D. Lorenzo
Je Córdoba Ce111urión, su hijo.
' DÍAZ FERNÁNDE7. E. A. /.,t¡ /~/esia de Nuesim S<'1iorn de la Arnnció11. Eslc pa. 2006, pp. 1-3 1 (inédito).
JlM ÉNEZ PEÑA. C. y Cr\RALLERO PÁEZ, M. C11ademos de la fütep(l ,\1o n111111,111a /: u:1 Iglesia de Nuestra
Sc1iora,1t, la Asunción, limo. J\)ulllamicnto de falepa. 20()(), pp. 1-35 (inédito). HERNi\:'>JDEZ D ÍAZ.J., SANCHO
CORBACHO. A. y COI.I .ANTC:S DE TERÁN, F. Catálogo arqueológico y anístico de la provincia <le Scvill n.
Toruú IV. Sevilla. l939 - 1955, pp. 70-75. MORALES. A.. SA:-,z. M'. J., SERRER1\. J_ M. y VALDIVIESO. E.
G11ta ar1f.,·1icu de Sevilla y .w ¡mn·i11,·ia. Sevilla, 198 1. pp. 648.

276
LA CAPILLA DE SAN PEDRO APÓSTOL DE LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN DE ESTEPA

1790 a prohibir quince he rmandades en Estepa. librando de dicha supresión a las cofradías
de la Asunc ión. Animas y la Sacramental. Es en esta época cuando entrn a formar parte ele
la historia de la Hermandad San Pedro una institución religiosa dedicada a pedir limosna~
para fines caritativos y de culto. Es la llamada "Obra Pí11 clel Pecado Mo rtal". También sufrirá
un duro pleito con una nueva hernrnnclacl, la ele la Orden Tercera de Nuestra Señora de los
Dolores (Servitas) q ue se había fundado en la misma capi lla donde tenía su sede la de San
Pedro y que desea controlar la citada "Obra Pía'' e incluso absorber a la hermandad de San
Pedro. Esto produjo un pleito que comien.a1 en 1765 pero que no se resolverá hasta principios
del XIX. Es esta época cuando el vicario Manuel Bejarano y Fonseca fomentará el culto a la
Santísima Virgen en su advocación de Dolores. En 1800 la audiencia de Sevilla dictamina
que las dos hermandades se fusionen en una sola a la cual podría unirse la Sacramental ele
la parroquia6.

3. LA CAPILLA DE SAN PEDRO APÓSTOL: APROXIMACIÓN A SU


ESTUDIO HISTÓRICO - ARTÍSTICO.

La primera capilla que se abre en el lado del Evangelio, ele este templo ostipense. es
la de la Virgen de los Dolores', se cierra con una hermosa reja de hierro forjado compuesta por
dos fijos y dos batientes. la sección intermedia de la cornisa se decora con roleos rematándose
el Íltico con una filigrana ele cruces cóncavo - convexas Aoreadas en cuyo centro destaca un
cornzón traspasado por siete puñales emblema de la titular, Nuestra Señora ele los Dolores
Servitas8• Dicha capilla se fundó en 1674, estableciendo en ella su sede canónica la Pontificia
y Real Hermandad de San Pedro Apóstol, Santo Cristo de las Penas y María Santísima ele los
Dolores. Una sing ularidad ele esta capilla es el patronazgo que sobre ella tienen los marqueses
de Cervcralcs. descendientes del vicario D. Manuel Bejarano y Fonscca. Evidencia de este
patronazgo es la ventana que se encuentra en esta capilla y que la comunica con la Casa-

'' VV. AA./,'' Aniversariu ( 1951-2003) Ponrif,cia y Real H/'1'111m1dad de San Pedro Apóstol, Sa1110 Cri.w, tf¡, la, J>e11as
y Maria Samísima de los Dolores (Es1epa), 50 A11iw·r.wrio de la Reorga11i~aci611 de la /-lerman,lad ti<' Sm1 /'edro.
Estepa. 2003. pp. 29-189. NAVARRO DOMÍl\GUF.7.. J. M. "La confraternidad del Orden Tercero de Nuestra
Seño111 de los Dolores (1768-1830)", Acta~ de la~ 1 Jornada, sobre Historia de E,1cpa, 1994. E~tepa. pp. 159-377.
MARTÍ:--l EZ AMORES. J. C. "Origen y vici,itude~ de unn corporación o,1ipense: el Venerable Orden Tercero de
Serviia, t:on la agregación de la Obra Pía del Pecado Mo11al", Ac1as de las l .lornadas ~obre Historia de E~1cpa, 1994.
Es1ep11, pp. .'77-387. Si\NCHF.7. 1IERRCRO, J. ·' Las col'radías en Estepa a parli r del sig lo XV I. La Cofrndía ele la
Vern Cr111,", Actas ele las 11 .lomadas sobre Historia de F;s1epa, 1996. Eslepa. pp. 3 19-343. DÍ1\ Z FF.RNÁNDEZ.
E. A. y MATEOS LLAMAS, J. J . "La beneficencia en la, hcnnandade., y t:ofradías cstcpeñas", Acm, ele J¡i, IV
Jornadas wbrc Historia de falepa, 2000. Es1cpa. pp. 201-239. CABALLERO PÁEZ. M. "Un conílic10 entre la
Hennandad ele San Pedro y la Vi;nerable Orden TerL-ern de Scr\'ilas por la a~regación de la Ohra Pía del Pecado
\1onal". Acias de las IV Jornadas sobre Historia de F,~1epa. 2000. E.~tepa, pp. 445-~59.
'Conocida hoy como capilla de Sm1 Pedro Após10I.
'Según 1,1 1radición hubo siete hombres. muy re,pelables y honorables. a los que nuc, 1ra Sciiora unió. a manera de
siete es1mllas. pura iniciar la Orde n , llya y de sus siervo~. Lo, , ic1c nacieron en Florenc ia: primero llevaron una vida
ere111í1lca en el monte Senario. dedicados en especial" la wncración de la Virgen M:1ríH. Después predicmon por rodr.
la región 1o~c,111a y fundaron la Orden de los Siervos de S¡u1w MMía Virgen, aprob,1cla por la Santa Sede en 1.104.

277
EZEOUIELA. DÍAZ FERNÁNDEZ

Palacio'>. Al ig ual q ue ocurre en e l cuerpo de la ig lesia se decoran los muros con un zócalo que
juega con el cromatismo rojo y negro de las piedras. Muy interesante resultan los moldurajes
de mármo l negros con cuadros ce ntrales ele jaspe y decorados con rocalla.

La capilla tiene planta rectang ular centralizada describie ndo una cruz griega
ochavada en las esquinas. se cubre con bóveda de crucería rematada por un florón de rocallas
y en cada paramento se abre un a rco trilobu lado aboci nado, correspondiéndole a la sección
central del lóbulo una abertura mayor que a las dos laterales. los a rcos se pcríi la n por una
sumaria y escueta decoración de rocallas, flo res, conchas y rnmilletes. En el muro frontero
a la reja se abre una ventana abocinada y sobre la misma un óculo, entre ambas la cornisa se
desarrol la en altura con formas mixtilíneas abriendo un espacio presid ido por una c ruz, esta
mismn cornisa en el paramento interior de la reja describe un arco carpanel y cnda uno de
sus laterales se ochava a modo de exccdra. La so lería es la original combinando las baldosas
de mármol blanco, rojo y negro, a los pies del altar de la Virgen de los Dolores Servitas
encontramos la sepult ura del patrocinador de la capilla según la inscripción D.O. M. Aquí
yace el Dr. D. Manuel /3ejera110 y Fonseca, Vicario General y Juez Eclesiástico Ordinario
de esta Vicaría de Estepa. muri6 et día 19 de obril de 1777 U. Y.P., centra la capilla la l.'ípida
mortuoria del Sr. D. Mc11111el M". De Reina y Andrés de la Cámara, Marqués de Cen-erales
que 11111ri6 el JO de )11/io de /888 y su esposa la Sra. Díía. Filomt•na Na1aliu Jutírez, de
Negró11 y Fernández de Córdoba que falleció el 12 de febrero (/(! /906, así como los de su
hijo el Sr. D. Manuel Eugenio Je Reina y ) ll(Írez de Ne~rón marqués del mismo tffl.ilo que
murió el 25 de enero de 1907. Próximo al altar de San Antonio ~e guardan los re~tos de Dfia.
Natalia de Reina y Juárez ele Negrón Andrés de la Cámara y Fernándcz de Córdoba cuyo
óbito acaeció el 22 de ju Iio de 1955 .

., ;\rd 1ivo Genera l del i\r,ohispado ele Sevi lla (1\GAS ). Sección V. Vicari a de Es1epa. L:n invc111~rio de la lglc,ia de
Nu~stra Seííora de la A,uncic\n de 1904 nu, d11:c 4uc: la capi lla de la Virgen de: lc>s Dolores e, pmpicdad del Marque:,
de C~rvernle~.

278
LA CAPILLA DE SAN PEORO APÓSTOL DE LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN DE ESTEPA

La capilla esta recorrida por un zócalo de jaspe rojizo con rodapié y remate de mármol
negro, flanqueando los altares presenta dicho zócalo cuatro cnmarcamicntos rectangulares
con mármol de agua rematándose los mismos sobre el pasamanos con cuatro cartelas de
jaspe negro que insertan magníficas placas de mármol de cuarzo cuyos remates alternan en
yeso el anagrama de María y el corazón con los siete puñales de la Virgen de los Dolores
Scrvitas. En el costado derecho se levanta el retablo presid ido por la Dolorosa compuesto
por sotobanco, banco un cuerpo con tres hornacinas y ático, esta arquitectura lignaria se
adapta perfectamente al espacio abierto en el muro y a I arco que lo cobija describiendo así un
dinámico aJzaclo en forma de excedra trilobulada. El sotobanco se divide en tres secciones,
la central más desarrollada se decora con rocallas sustentando una moldura mixti línea con
volutas y roleos, la mesa de altar se decora con un pequeño medallón en el que se inserta
el corazón con los siete puñales. en los laterales una dieciochesca ornamentación oriental
representan paisajes chinescos. El banco se reviste en su totalidad con rocallas. hojas de
cardo y flores a los pies de las hornacinas y separando los tramos clcl banco encontramos
molduras mixtilíneas y ménsulas. El cuerpo del retablo, propiamente dicho. se compone
ele una hornacina central más grande y dos laterales de menor tamaño, flanquean la central
sendos estípites a los que se anteponen dos arcángeles. las hornacinas poseen el cuarto de
esfera gallonado y decorado con rocallas mostrando gu irnaldas vegetales sin continuación
por el medio punto interior, apareciendo dichas molduras esculpidas en la central y pintadas
en las laterales. Sobre los nichos adyacentes se desarrollan molduras mixtilíneas con roleos
y rocallas que parlen desde las pilastras floreadas. La dinámica cornisa, que da paso al
ático, muestra cuatro ángeles sobre los estípites y pilastras exteriores desnrrollándose en
el remate por medio de formas mixtilíneas, roleos y volutas enmarcando una talla de San
Juan Ncpomuceno. El ático de estu forma se entrelaza con el cuerpo inferior describiendo
una exccdra trilobulada cuya sección central más amplia presenta medallones con los
instrumentos de la pasión, de nuevo la profusión decorativa vegetal y de rocalla8 inunda el
conjunto del retablo.

279
EZEQUIEL A. DÍAZ FERNÁNDEZ

La imaginería del mismo se compone de tallas me nores con10 la de San M iguel


Arcángel obra atribuida al igual que el resto de la arquitectura Iignaria a l escultor antequerano
Diego J. Márquez y Vega por la evidente concom itancia con sus homóni mas eslepeñas de la
iglesia de NuestJa Señora del C armen y del camarín de la ig lesia de Nuestra Señora de los
Remedios, entre otras. El arcángel aparece en una inestable actitud pisando a Lucifer con
su pierna izquierda y retrasando ostensiblemente la derecha lo que provoca una inclinación
hacia delante ele la pieza acentuándose la dinamicidad me rced a la mano d iestra e levada que
debió portar una espada llameante. La ampulosidad de los ropajes, el suntuoso estofado y
la movilidad de los brazos confieren a la talla una movida inestabil idad de e minente sabor
tarclobarroco. El modelo iconográfico repite con exactitud otras representaciones homónimas
del autor. La talla del arcángel San Rafael, al igual que la de San Miguel, se amepone a
uno de los estípites del cuerpo central. eleva el bram derecho cerrando la mano con lo que
posiblemente sostenía una lanza de la misma forma que en la contraria quizás portnra un pez
por la disposición de la mano. Retrasa la pierna izquierda sosteniéndose con la derecha en
una imperceptible inclinación hac ia su d iestra, el vuelo de los ropajes, el s untuoso estofado
ele los mis mos. la blanquecina carnación y la cu idada técnica del modelado la vincu lan con
la estética dieciochesca del antequerano Diego J. Márquez y Vega. Preside el reta blo y la
capilln In hermosa imagen ele >luestra Señora de los Dolores (Servitas). talla de candelero
que orig ina lmente ten ía las manos entrelazadas portando en las mismas un valioso corazón
de rubí, esta obra anónima se fecha hacia finales del siglo X\1111. En la hornacina del lado
del Evangelio se c us todia la devota y espléndida imagen de San Pedro Apóstol 1º (eehable
a mediados del sig lo XVII. Iconográficamente representa al discípulo con las manos
entrelazadas, la cabeza girada de forma leve hacia la izquierda, la 111 iracla a l cielo y arrodillado.
Al trata rse de una imagen de vestir apa rentemente solo contemplarnos su testa. cuello, mano!'.
y pies. La espléndida cabeza se enmarca por una enmaraíiada y crespa cabellera de rizados y
profundos mechones, conformando una compacta volumetría en clara contraposic ión con la
minuciosa, redondeada y superficial barba. Frunce de manera ostensible el ceño enarcando
las cejas lo que p ropicia e l aíloramiento de numerosas arrugas en su frente. Desde el punto de
vista anató mico las ó rbitas ocu lares se marcan por la ascética complexión malar, delatando
una visible tumefacción en los párpados motivado por el intenso sufrimiento interior. La
nariz es recta estructurándose por un leve nudo central, mientras la boca entreabierta parece
musitar contritas súplicas de arrepentimiento. El rostro se estructura por la señalización
ósea cigomática y del maxilar inferior. incidiendo la flacidez y blandura cutánea en el
as pecto eremítico. El cuello se conforma por los esternocleidomastoideos, esternohioideos
csbo;rndos. fosa yug ula r, pr<im incncia laríngea, cartílagos tiroides y cricoides. La curtida
y awzada epiderm is es surcada por infinidad de lorzas cutáneas. Las manos describen
fielmente la c irculac i6n a rterial de los interoseos dorsales, evidenciando una clara tensión
en los extensores d,ktiles de l dorso al apretar las manos entrelazadas. Los pies muestran
parcialmente los vasos ~angufneos, el tobillo es recorrido por la vena y nervio safeno, los

'" Entre Lúdos lc,s ~pi,otlio, c 11 los t¡l1c Sn11 Pcdrt> ap11rc~·c representado. induditblementc ha prevalecido aquel en d
que Jcst1s le 1>rn111clc lm //i1ve.v del Reino de los cielos. T;1n to es así. t1ue a San Pedro se lo identifica. populanncmc.
por llll par de ll¡J\'l"S. l{U~ S\lll Sll HLrilllllO CilnlClcrísLko e inconfundi ble.

280
LA CAPILLA DE SAN PEDRO APÓSTOL DE LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN DE ESTEPA

extensores dáctiles. e l tendó n de Aquiles. maleolo interno y externo. tibial. metatar~o y


calcáneos. De entre las diver~as propuestas" de identificación de esta pieza considerarnos, no
sin la preceptiva cautela y prudencia conveniente en estos casos, que los rasgos estilísticos
perceptibles en ella la aproximan al entorno escultórico de Pedro de Mena y su taller. Los
aspectos formales y técnicos visibles e11 esta efigie que nos rem iten a la producción de Mena,
son la talla de San Pedro de la l glesia granadina de San Antón cuya cabe.al en su conjunto
mantiene evidentes puntos en común. la vinculac ió n con el modelado del cuello y frente la
encontramos en la imagen de San Pedro de Alcá ntara de esta misma iglesia, así como la
definición del pelo que nace sobre el labio superior se aproxima a l San Francisco de Asís
de la catedral de Toledo y a l del Museo Municipal de Antequera. Según nuestro criterio y
val o rae ión, anteriormente ex puesta, la trnd iciona I proccdenci a iw Iiana 12 del Apóstol estcpcño
ha ele ser descartada.

En el nicho opuesto se conserva una antig ua talla del Santísimo Cristo de las Penas,
obra fcchable a finales del siglo XVI cuya interesante expresividad e iconografía sobrepasa
la factura técnica carente en cierta medida de proporcionalidad, adoleciendo de un acertado
estudio anatómico. Aparece sedente sobre un escabel apoyando su brazo derecho sobre la
piernu de este flanco a l tiempo que su mano diestra sostiene el cansino rostro, esta coronado
de espinas y de su cuello pende una soga que se anuda en el pecho. Desde el punto de vista

11
:--luc,1ro agradccimicnlo al Dr. Jesús Urrca Fernnndcz (Musco N,1cional de Escullllra). Dr. Juan Antonio S,inchez
Lópe,. (Universidad de Mülaga). Dr. José Mi~ucl Sánchez Pdw (Museo ele C,ídiL). Dr:i. Yayoi Kaw:imura
(Univen,idad de Ovicdo). Dr. Jo-.é Roda Peña (Universidad de Sevilla). D. Jmé Luis Romero Torres fl)in.-cción
General de 13icncs C:uhuralcs, Ju111a de Andalucía) y D1. Francisco Javier Hen·eni García (Universidad de Sev1 IIJ).
por sus rc8pcctivas va lorac ione, ar1 ís1ic;1s sobre e,ta pieza.
" Agradecemos a D. Nicola Spinl>Sa, Director de l ~fosco Duca di Manina de N:ípoles. especialista en c~cu l wra
italiana su ascsoramien10 y valoración a l rcspecm.

281
EZEOUIELA. DiAZ FERNÁNDEZ

anatómico se perfilan levemente los pectorales, bíceps, trapecio, esternocleidomastoideo,


bíceps crural y cuadriceps así como las conformaciones óseas de los pómulos, clavícula.
codos, roLUlas y tibias. Los aspectos somáticos producidos por la laceración y el escarnio
son patentes en las mejillas, frente equimótica, rodillas y pies. A su izquierda una columna
baja presenta los signos sang uinolentos de la flagelación. La cornisa que divide el primer
cuerpo del ático esta recorrida por cuatro ángeles ubicados sobre los estípites y pilastras, los
dos del naneo izquierdo elevan los brazos hacia su izquierda deslizando sus piernas hacia el
lado contrario en un expresivo gesto de di namicidad inclinando las testas hacia su diestra,
por el contrario las tallas angelicales del costado derecho alzan las manos hacia su derecha
dirigiendo las piernas hacia su izquierda e inclinando las cabezas levemente hacia su izquierda.
El rico estofado de sus rop,úes, las ondulantes cabelleras y el similar policromado de las a las
vincu lan ig ualmente estas figuras con la p roducción de Diego Márq uez. Centra el ático la
figura de San Juan Nepomuceno, se eleva el !Santo sobre una nube sostenida por ángeles,
viste sotana, roquete y manto o capa de piel de cordero. En su diestra porta una cruz y en
la contraria una palma símbolo del martirio, aparece parcialmente arrodi llado inclinándose
su cuerpo de manera tenue hacia su derecha lo que propicia unos interesante:; y minuciosos
pliegues en el roquete en clara contraposición con los amplios quebrados de la sotana. Gira
ele manera leve la testa hacia su derecha para contemplar extasiado la cruz de Cristo, esta
pieza se vincula con la existente en la ig lesia de Nuestra Señora del Carmen de idénticas
características e igual advocación relacionada también con el escultor antequerano.

En el muro frontero se levanta un tabernáculo dedicado a San Anton io de Padua


cuyo altar se sustenta por una moldura mixtilínea con roleos en cuyo medallón aparecen
las cinco llagas posiblemente en alusión a la iconografía franciscana, orden a la que

282
LA CAPILLA DE SAN PEDRO APÓSTOL DE LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN DE ESTEPA

perteneció el santo lusitano. El tabernáculo se estructu ra por medio de dos estípites e ntre
los que se abre un a rco trilobulado, similar a los descritos con anterioridad en el alzado
de la capil la, sostenido por pilastras decoradas con guirnaldas vegetales, el interior de In
horn::icina posee cúpula de cuarto de esfera gallonada decorada con rocallas y guirnaldas
vegetales, la pla nta del tabernáculo es trapezoidal y en su conjunto se decora con rocallas
y motivos vegetales, sobre su d irnimica cornisa advertimos un medallón con un pasaje de
la vicia del santo lisboeta. Encontramos c ierta concomitancia con el retablo frontero, tanto
en los estípites corno en la decoración y el remate o cornisamiento por lo que la podríamos
considerar obra de ensambladores antequera nos de la segunda mitad del siglo XVIII. En
cua nto al titular podemos decirqne es una valiosa pieza vinculada para a lgunos autores1.1 a la
escuela granadina fechándola hacia fina les del sig lo XV 11, mientras que otros apreciamos en
ella la posible intervención del taller de Luis Salvador Carmona 14 clatándo la hacia mediados
del siglo XVIII. E l religioso franc iscano sostiene e n su diestra una vara plateada de azucenas
y en la opuesta al Niño Jesús obra actual, adelanta la pierna izquierda retrasando la contraria
sobre la que se apoya. El elegante rostro juvenil del santo presenta la cabellera tonsurada
y una delicada expresión de ternura y entrega definida por unos ojos generosos y una boca
me nuda, el cordón que anuda la c intura delimita en la parte superior unos pliegues paralelos,
verticales y ele una tenue incisión mientras que los del cuerpo inferior presentan mayor
recorrido, siendo más profundos y distantes.

Próximo al tabernáculo se abre en el paramento una ventana con reja y celosía que
comunica la capilla con el Palacio de los Marqueses de Ccrverales, patronos y benefactores
de la misma. En el flanco contrario se conserva dentro de un rel icario dieciochesco una
replica exacta de la lanza que traspaso el costado de Cristo junto a un clavo, en su interior una
inscripción dice: lan za media y tocada a la /cm.za de Cristo. En el muro frontero se custodia
la imagen de San .Jerónimo, patrón de la ciudad ostipense, representado como ermitaño
aparece portando en su diestra una piedra con la que se golpea el pecho mientras la contraria
sostiene una cruz, g ira la testa hacía la misma concentrando su extasiada mirada en el sacro
leño. Su cabeza se enmarca por una poblada barbt1 bífida enrol lacia y por una despejada frente
solo surcada por un mechón central, estos elementos junto a la pequeña boca y las marcadas
órbitas oculares aproximan la pieza a la estética escultórica sevillana de finales del siglo XVI,
en torno a esta fecha Andrés de O campo y sus colaboradores estaban trabajando en el retablo
mayor de la iglesia parroquial de Santa María. templo éste al que originalme11tc pertenecía
d icha talla. La contorsión y dinámica expresividad aluden al característico contraposto y
alargamiento figurativo de la imaginería manierista sevillana. E l cuerpo superior describe
anatómicamente las clavículas, esternón, costillas, trapecios, deltoides. dorsales, pectorales,
región abdominal, bíceps, supinadores y exte nsores. El sudario estofado da paso a las
extremidades inferiores compuestas por los rectos anteriores, sartorios. vastos externos o
cuadriceps. gemelo~, extensores. metatarsos y dedos. El aceptable estudio anatómico adolece

"HERNÁNDEZ OÍAZ. J. : S ANCHO CORBACHO. A.; y COLLANT ES DE TER ÁN. F. Ca1álogo Arq11eol6f?ico
y Arlíslico de la Provincia de Sevilla, T. JV , 1939-55. Sevil l¡¡, pág. 2 1.
" MARTÍN GONZÁLEZ. J . J. L111s Sa/i,atlor Car111011u, Esc11llor y Académico. 1990. Madrid. pág. 126.

283
EZEQUIEL A. DÍAZ FERNÁNDEZ

de cienas desproporciones miligadas por la concavidad estructural motivada por la mayor


llex ión de la pierna izqu icrda respecto a la opuesta. Tanto el tronco seco sobre el que se apoya
corno el león que lo acompaña están estofados. En el paramento frontero se conservan dos
pinturas real izadas sobre crista l y enma rcadas por hojas de cardo, la del flanco izquierdo
representa al Redentor elevando su diestra bendic iente a l tiempo que posa la contraria
sobre la bola del mundo. El rostro ele Cristo sobre {i)ndo neutro presenta unas calidades y
minuciosidad detallista característ ica de la pintura goticista, su testa se orla por un ni mbo y
ráfagas doradas de la m isma forma que la túnica encarnada y el manto azul perfilan sus bordes
con una delicada cenefa dorada. La tigura se representa de medio cuerpo vertebrándose su
composición por medio de un triángulo y dos líneas verticales marcadas por la diestra de
Cristo y la vara crucífera del costado opuesto. E n el lado derecho encontramos a la Virgen
María en actitud orante con las mnnos unidas leyendo un pequeño libro abierto, su cabeza
se cubre con velo y manto azul orlado por unas ráfaga~ doradas. viste túnica encarnada. La
estructura piramidal de la figura de medio cuerpo centraliza la atención e n el espléndido
rostro virginal donde la blanca y sonrojada carnació n de su minuc iosa y delicada factura
contrastará por medio de una tenue y dorada iluminación con el terroso fondo neutro que
delimita la figura. Ambas piezas pictóricas podrían fecharse en el siglo XVI ya que si bien
Cristo presenta diferentes rasgos nrcaizantes y goticistas, la Virgen recuerda una estética mns
cercana al renacimiento'~-

" Nuestra gratitud a Dila. Ana L\clén Robles Castro por su constante finimn y apoyo.

284
UNA APORTACIÓN DOCUMENTAL A LA HISTORIA
DE LA HERMANDAD DE JESUS CAIDO DE OSUNA: EN
TORNO A LA CRONOLOGÍA Y POSIBLE AUTORÍA DE
LA VIRGEN DE LOS DOLORES.

Salvador Hcrnández González


Francisco Javier Gutiérrez Nuñcz

l. LA HERMANDAD DE NUESTRO PADRE JESÚS CAÍDO:


ORÍGENES Y EVOLUCIÓN.

La Hermand ad de Nuestro Padre Jesús Caído, de Osuna, fue fundada el 31 de enero


ele 1705 en el convento de la Merced, procesionando desde ese año el Domingo <le Ramos,
hasta el año 1879, fecha desde la cual efectúa su e. tación de penitencia en la tarde - noche del
Jueves Santo. Esta Hermandad de Jesús Caído se fusionaría a finales del siglo XVITf o i nicios
del XIX con la Hermandad de las Animas Benditas, que había pasado por d istintas sedes.
como el convento de Santo Domingo y el ele San Frnncisco, hastn recalar por último en el
convento de la Merced. Esta fusión aun no se había producido en el año 1792. La corporación
penitencial estuvo residiendo desde su fundación en el convento mercedario, hasta que en el
año 1964 se trasladó a la iglesia del exconvento de Sunto Domingo' .

Esta hermandad durante estos años de transición del Setecientos al Ochocientos


po~cía una bóveda de enterram iento para su~ hermanos en la citada iglesia mercedaria.
Conocemos varios casos de personas que declaraban en sus testamentos su deseo ele ser
enterradas en dicha cripta y con la asistencia durante su entierro ele la hermandad. de la que
eran integrantes. Dos botones de muestra nos lo pueden ofrecer los testamentos de Ju.in
M ejías y Don Francisco del Águila. El primero expresaha en su testarncnlü que deseaba
ser enterrado con "féretro o caja, de la Hermandad <le Nuestro Padre Jesús Caído, sita en el
convento de religiosos de Nuestra Señora ele la Merced de esta villn, y sepultado en dicha
iglesia con el entierro que acostumbra hacer dicha Hermandad a sus hermanos, y como tal
que ele el la soy... Por su parte Don Francisco del Águi la (hijo ele Doña Josefa García) en su
testamento fechado en 1811 también expresaba su c.lc~co de ser enterrado " en la bóveda ele la

'Para la hisloria de esta hermandad vé~sc el trabajo ele PASTOR TOl<l<F.S. t\ lvaro: .. Real Henrn11,dad de Penitencia
y Humilde F.sclav itud i\lcrccdaria úe Nuestro Padre Jesús Caído, Ánima, Benditas del Purfalorio y Cofradía de
:--la1.arenos ele la, Negaciones y Lligrim:is del Sciíor San Pedro y Nue,m, Scííora y Madre de lo, Dolorc~. Iglesia de
Santo Dorningu. O,una ·•. en :--la/.art:nos de S.:vill.i. Ediciones Tarlc.s~,. $.:villa. 1997. Vol. 111. p:íg,. 148 - 155.

285
SALVADOR HERNÁNDEZ / FCO. JAVIER GUTIÉRREZ

capilla de Nuestro Padre Jesús Caído, de la que la nominada mi madre es patrona, sita en la
iglesia del convento y rel igiosos de Nuestra Señora de la Merced de esta vi lla'' 1 •

11. ENCARGO DE LA NUEVA IMAGEN DE LA VIRGEN DE LOS


DOLORES.

Hasta el día de hoy teníamos constancia de la autoría de la imagen de Jesús Caído.


obra del escultor ecijano Alonso Gayón en el año de 1703, mientras que la imagen de Nuestra
Señora de los Dolores se venía atribuyendo al círculo de Juan de A~torga. Sobre la procedencia
de esta imagen mariana podemos c1ponar nuevas noticias, gracias a un documento notarial
que se encuentra en el Archivo ele Protocolos Notariales de Osuna~. Se trata ele un convenio
que establecieron en dicha localidad el 25 de marzo de 1792 el Comendador y frailes del
convento de la M erced con el H ermano Mayor y diputados de gobierno de la Hermandad de
Nuestro Padre Jesús Caído. La ra:ión de este convenio era regular el uso de la nueva imagen
de la Virgen ele los Dolores, sobre cuya procedencia el documento nos aporta interesantes
datos que al tiempo permiten aproximarnos a su cronología y filiación artística. En efecto.
como se recoge en el texto, el Padre Comendador Mercedario, impulsado por su devoción a
:víaría Santísima de los Dolores. había ordenado que ·'Je construyesen una idea. con el fin de
colocarla en la iglesia de este dicho convento para que tuviese culto de los fieles''. Una vez
la imagen en el convento, el mercedario pensó que era "conveniente si la cofradía lo tenía
a bien. que ésta pagase la mitad del costo que había tenido dicha imagen, y por su parte la
Reverendísima Comunidad la otra mitad". La cofradía adquiría al mismo tiempo el derecho
de poder sacar la imagen de la Dolorosa en las procesiones generales "que acostumbre hacer
la de Nuestro Padre Jesús en los domingos ele Ramos de cada año, en lugar de la que sacaban
de Soledad, por ser más propia la de Dolores en semejantes actos", pudiéndola utilizar
igualmente en las novenas y funciones que celebrase la Hermandad "y no para otros fines.
sin que esto se le pudiese impedir en tiempo alguno por la Reverendísi ma Comunidad". En
justa contrapartida los mercedarios debían surti r a la i magen de vestido~ y "demás adornos,
así para salir en las procesiones como para estar en el altar donde se dispusiese su colocación,
según lo tuviesen por conveniente". Sí correría por cuenta de los cofrades la adquisición del
manto para la sal ida procesional. "que había de ser azul como propio y de común uso en las
imágenes de Dolores··.

Aceptado por la cofradía el convenio que le ofrecía por el Padre Comendador, a


éste se le abonaron por parte de los cofrades 496 reales " que aseguró será la mitad de los
costos que dicha imagen había tenido en su construcción y trasladación a esta villa desde la
ciudad de Málaga donde se hizo". Se evidencia. pues. la procedencia de la nueva imagen de la

' ARCHLVO DE PROTOCOLOS NOTAR I/\LES DE OSV;'IA (en adelanle A.P.N.0.). legajo !134. Juan Bautista
Pardillo. J 793. Folio 28 1 (lestamentode .Juan :-01ejías): legajo 89 J. Juan Bautista Pardillo. 181 1. Folio467 (testamento
de üon Francbco del Águi lll García).
' A.P.N.O., legajo 831. Mig11el ele A listroíe. 1792. Folios 104 - !09.

286
UNA APORTACIÓN DOCUMENTAL A LA HISTORIA DE LA HERMANDAD DE JESUS CAIDO DE OSUNA...

Virgen de los Dolores que sustiluyó a la a nterior imagen mariana de la Soledad. El coste de su
hechura y traslado alcanzó la cifra total de 992 reales, que fue la que pagó el Comendador que
había encargado la imagen, cobrándole a la Hermandad la mitad de dicha cuantía, es decir,
496 reales. lo cual le daba a los cofrades los derechos que hemos visto sobre su utilización a l
ser copropietarios de la imagen. La colocación de la Virgen de los Dolores fue festejada con
tres fiestas solemnes, una de las cuales corrió por cuenta ele la cofradía.

111. EN TORNO A LA FILIACIÓN ARTÍSTICA DE LA EFIGIE DOLOROSA.

Del documento que aqu í damos a conocer se desprende el hecho incuestionable de


que esta efigie dolorosa salió de la gubia de algún escultor malagueño activo en la capital
malagueña e n la última década del siglo XVI11. Queda desechada, pues. la tradicional
atribución que se venía haciendo de su hechura a l círculo de Juan ele Astorga, por otra parte
difícil de mantener por razones cronológicas si tenemos en cuenta que este escultor nació en
Archidona en 1779. por lo cual en 1792 sólo contaría con 13 años, edad en la que como mucho
iniciaría .su aprendizaje.

Si bien queda fijada la procedencia geográfica de la imagen y se establece un marco


cronológico no muy lejano ele la fecha de 1792 de la escritura notarial, no o<.:urre lo mismo
con su autoría, sobre la que el documento desgraciadamente guarda el más absoluto mutismo.
No obstante, cabe la posibil idad de relacionarla con el taller del más importante artista que
laboraba en Málaga en la segunda mitad ele la centuria. Nos referimos a Fernando Orti,:
(1716)4. quien por cierto y según refiere Rodríguez - Buzón había trnbajado precisamente
para la misma comunidad mercedaria ursaonense ejecutando la imagen de Nuestra Señora de
la Merced. colocada en su camarín en abri l de 17665. Sin embargo. el fallecimiento del artista
e n 1771 y la imprecisión de la fecha de ejecución ele la imagen <le Osuna, de cuyo encargo
el Comendador habla como de algo ya pasado, hacen realmente problemática su adscripción
a su g ubia hasta tanto tengamos nuevos elementos de juicio que permitan formular una
atribución razonable.

Tenemos, pues, que aferrarnos a la procedencia de la imagen y a sus rasgos


estilísticos como únicas pistas. Como apunta Álvaro Pastor, la eíigie de Osuna es imagen de
candelero con la <.:abeza ligeramente inclinada hacia la izquierda y la mirada hacia arriba,
mostrándose " resignada y serena con un dolor introvertido y una expresión calmada y
sosegada que contribuye a realzar la dul,:ura de su rostro" 6 (figura 1). Este dolor íntimo
y sosegado, l~jano del desgarro expresivo barroco y cercano ya a la estética neoclásica
es el responsable de la tradicional atribución al escultor Juan ele Astorga. Pero ahora que

' Sobre c~IC artista puede verse una ,íntesis en RO.lvfERO TORRES. Jw,é Luís: " Femando Or1i1,: aproximación a su
problc111á1ica estilí~tica ", en Bofrtín del :W11.1·eo Diocesww d,· Arfe S{l{-ro 11 º 1 - 2 (Málaga. 1981 ), págs. 147 - 161 .
5 RODRIGUEZ - BUZON Ci\LI .F,, Manuel: Guía ar1foira de Osuna. Osuna. 1997. Pág. 55.

' PASTOR TORRES. Álvaro: Op. cii., pllg. 155.

287
SALVADOR HERNÁNDEZ I FCO. JAVIER GUTIÉRREZ

conocemos la procedencia de la imagen. podemos, como hipótesis de trabajo y a título


comparativo podríamos trner a colación algunas imágenes marianas pasionistas malagueñas
rnctánca~ a la efigie ursaonense. que por otra parte comparten con ella los rasgos estilísticos
apuntados como denominador común al período de la recia final del Selccicnlos. En este
scniido podemos citar la primitiva Virgen de la Concepción Dolorosa de la cofradía de la
Oración del lluerto. obra anónima del siglo XVIII destruida en los sucesos de 1931 (figura
2) y ~ustiluida por otra ele análoga cronologfa1; la Virgen de la Trinidad. ele la cofrndía del
Cautivo, igualmente obra anónima de igual cronología (figura 3)8 : la Virgen de la Estrella,
de la cofradía de la Humillación. atribuida a Fernando Ortiz (figura 4t: la Virgen del Mayor
Dolor, de las Cofradías Fusionadas. accidentalmente destruida en un incendio en 1980'°: la
primitiva Virgen de los Dolores ele 1.a cofradía de Jesús·' El Rico .. , destruida en 1931 11 ; la
actual talla ele la popular Virgen de la Amargura o de la Zamarrilla, atribuida a Fernando
Ortiz y sucesora de la primitiva desaparecida en 1931 12; o la Virgen de los Dolores de los
Scrvitas, vinculada con la producción de Ortiz (figura 5) 13.

A la espera como decimos de nuevos elementos ele juicio. quede apuntada la relación
de la Virgen de los Dolores ele Osuna con esta galería mariana pasionista ma lag ueña, hecho
que no hace sino confirmar las relaciones artísticas de la comarca dt~ la Sierra Sur sevillana
con el foco artístico rnalagueiio, favorecidas obvia mente por la vecindad geogrMica, el
florecimiento de los talleres ele la ciudad de la Costa del Sol y la d isponibilidad económica
del poderoso clero ursaonés, deseoso ele enriquecer el patrimonio a rtístico de la población, a
cuyo mejor conocimiento hemos querido contribuir con esta aportación documental.

'C:LAVIJO GARCIA. i\gustín: La Se,n(l1t(1Sa11w //J(l///g 11dl<1 <'11 .1'11 ico110//.1·(!fi'a dr:wporr:cida. 500 11110.1· de ¡,lií.wim
('(/Jrodicra. Editorial 1\rguval, l'vlfüaga, 19tl7. Vol. 1, pág~. 72 - 73.
' IIJíde111. p,\g. 107.
" Ibídem. pág. 178.
'º Jbídem. págs. 244-246.
"Ibídem, vol. JI, págs. 15- 16.
" lbídem,págs. 117- 121.
' Ibídem, pág,. 220 - 223.
1

288
UNA APORTACIÓN DOCUMENTAL A LA HISTORIA DE LA HERMANDAD DE JESUS CAIDO DE OSUNA...

APÉNDICE GRÁFICO

FIGURA J. Vú-¡;e11 de los Dolores. de la Hermandad de Jesús Caído (Osuna). Tomado de PASTOR TORRES. Álmro: ''
Real flem1011dad de Penitencia y Humilde EsclaviiudMercedaria de Nuesrro Padre Jesús Caído, Ánimas Benrliurs del
Pwgororio y Cofradía de Nazarenos de /a.r Negaciones y Lágrimas del Setior San. Pedro y Nuestra Sefíora y Madre de los
Dolores. Iglesia de Samo Domingo. Osui,a ", en Na:¡prenos de Se,·illa. &liciones Tartessos, Sevilla. 1997. Vol, lff, pág. 148.

289
SALVADOR HERNÁNDEZ / FCO. JAVIER GUTIÉRREZ

FIGURA 2. Virgen de la Con,·e¡x:ión Dolorosa, de la wjradfa de la Oración del Huerto (Málaga).


(Tomado de CLAVIJO CLAVJJO GARCTA, Agiwfn: La Semana Santa malagueña en su iconografía desaparecida.
500 mios de plástica cofradiera. Edirorial Arguval, Málaga, 1987 Vol. I, pág. 72.

FIGURA 3. Virgi-n de la Trinidad, de la cofradía de Nuesrro Padre Jesús Cautivo (Málaga).


Tomado de CLA V/JO GARCIA, Agusrfn: Op. cit.. vol. /, pág. 107

290
UNA APORTACIÓN DOCUMENTAL A LA HISTORIA DE LA HERMANDAD DE JESUS CAIDO DE OSUNA...

FIGURA 4. Virgen de la Estrella. de la cofradra de la Humillación y Perdón (Málaga).


Tomado de CLAVIJO GARCIA, Agustfn: Op. cit., vol. I, pág. 178.

FIGURA 5. Virgen ele los Dolores, de la Orden Tercera ServiJa. Tomado de CLAVIJO GARCIA,
Agustín: Op. cit., vol. ll, pág. 222.

291
SALVADOR HERNÁNDEZ / FCO. JAVIER GUTIÉRREZ

APÉNDICE DOCUMENTAL

ARCHIVO DE PROTOCOLOS NOTARIALES DE OSUNA, legajo 831. Miguel de


Alistrofe. 1792. Folios 104 -109.

"Convenio entre el convento y religiosos de Nuestra Señora de la Merced y la


cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído.

En la villa de Osuna el día veinte y cinco del mes de marzo del año de mil setecientos
noventa y dos, ante mí íell infraescrito escribano público y testigos que se expresarán, estando
en el convento de Nuestra Señora de la Merced, Descalzos, de esta dicha villa, parecieron de
la una parte los Reverendos Padres Comendador y Re ligiosos de él, a saber: Fray José de la
Santísima Trinidad comendador, Fray Narciso de la Merced vicario, Fray Fernando de San
Ramón, Fray Pedro de San Nicolás, Fray Andrés de San Antonio lector, Fray Antonio de
Señora Santa Ana y Fray Rafael de San José, todos religiosos profesos moradores en dicho
convento, juntos como lo acostumbran para semejantes actos. Y de la otra parle Francisco
Sánchez Urbano, Manuel Díaz, Francisco Aguilar y yo el dicho escribano, Hermano Mayor.
Diputados y cofrades de la Cofradía y Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído, sita en
el expresado convento. Y unos y otros por sí y en no mbre respectivamente de los demás
religiosos y herma nos que a el presente son y en adelante fueren del mismo convento y citada
cofradía, por los cuales prestaron voz y causa en forma bastante de derecho, que estarán y
pasarán por lo que aquí se contendrá, y no lo revocarán ni sus sucesores por ninguna causa o
razón que sea. so expresa obligación que para ello hacían de los respectivos bienes y rentas
de los mencionados convento y cofradía.

Y dijeron que por cuanto el prenotado Reverendo Pad re Comendador, impulsado


de la ferviente devoción que tiene a María Santísima e n el ternfsimo paso de sus Dolores,
hizo le construyesen una imagen de esta idea, con el fin ele colocarla en la iglesia de este
dicho convento para que tuviese culto de los fieles. Y habiéndola en efecto traído, propuso
a la referida He rmandad de Nuestro Padre Jesús Cafdo, estando junta celebrando cabildo
para la elección de nuevo Hermano Mayor y oficiales, que son en la actualidad, le parecía
conveniente, s i la cofradía lo tenía a bien. que ésta pagase la mitad del costo que había
tenido dicha imagen, y por su parte la reverendísima comunidad la otra mitad. Y que bajo
de este concepto adquiriese la cofradía y tuviese derecho para sacar la referida imagen en
las procesiones generales que acostumbra hacer a la de Nuestro Padre Jesús en los domingos
de Ramos de cada año, en lugar de la que sacaban de Soledad, por ser más propia la de
Dolores en semejantes actos. Y que a el mismo tiempo pudiesen usar de la misma en las
novenas y demás funciones que le ocurriese a la dicha Hermandad y no para otros fines,
sin que esto se le pudiese impedir en tiempo alguno por la Reverendísima Comunidad,
quedando de cargo de ésta y de dicho Reverendo Padre Comendador hacerle a la Señora sus
vestidos y demás adorno, así para salir en las procesiones como para estar en e l a ltar donde
se dispusiese su colocación, según lo tuviesen por conveniente. Y dé la Hermandad el manto
decente para las procesiones, que había de ser azul como es propio y de común uso en las
imágenes de Dolores. De lo cual instruida la referida cofradía y hermandad, habiendo sobre

292
UNA APORTACIÓN DOCUM ENTAL A LA HISTORIA DE LA HERMANDAD DE JESUS CAIDO DE OSUNA...

ello conferenciado lo que Je pareció de utilidad y conveniencia, vino a conformarse con la


explicada propuesta, con tal de que había de otorgarse instrumento que lo autenticase entre
dicha Reverendísima Comunidad y la expresada cofradía, para que en todo tiempo y caso
constase y se observase la armonía proyectada y que se prometían, a lo que asintió d icho
Reverendo Padre Comendador. Y en su consecuencia se le franquearon por dicha cofradía
cuatrocientos y noventa y seis reales, que aseguró será la mitad de los costos que dicha
imagen había tenido en su construcción y trasladación desde la ciudad de Málaga, donde se
hizo. Y habiéndose adornado la misma imagen de vestidos e insignias a instancias y solicitud
de dichos Reverendos Padre Comendador y relig iosos, y celebrándose su colocación con tres
fiestas solemnes, una de las cuales fue hecha y costead a por d icha cofradfa como interesada .
Y no habiéndose aún otorgado el instrumento propuesto, están acordes y convenidos unos y
otros en hacerlo ahora.

Y poniéndolo en efecto del mejor modo que pueden, más firme sea y por rehecho
lugar haya. estando cada cual de dichos cuerpos bien instruidos de cuanto en el presente caso
les compete, y con fesando como lo hacían por verídico y constante cuanto va relacionado,
otorgaban y otorgaron que estaban convenidos y conformes con lo propuesto, pactado y
asentado entre dicho Reverendo Padre Comendador del referido convento y la expresada
cofradía de Nuestro Padre Jesús C aído, según cómo y en los términos que va explicado y
aquí dan por repetido como si de verbo ad verbum lo profiriesen. Y en su verdad la referida
cofradía ha de te ner derecho para sacar la mencionada nueva imagen de Nuestra Señora de
los Dolores en sus procesiones que acostumbra sacar y saque en los domingos de Ramos de
cada año u otro día en que por alguna causa no salga en ellos, corno uno de los pasos de d icha
procesión. llevándola en su debido y acostumbrado lugar. Y tener así mismo uso de la misma
imagen en todas y cualesquiera funciones de novenas y demás que Je ocurra y determine
hacer con la concurrencia de Nuestro Padre Jesús. Siendo de su obligaci6n y de su cuenta
poner a la Señora el manteo que entonces ha de tener y de llevar. sin que en ello ni e n parte
se le pueda poner impedimento en tiempo alguno con ningún pretexto para la Reverenda
Comunidad de dicho convento ni promover dispuestas sobre el derecho que adquiere. Y ha de
tener a dicha imagen para las cosas y casos que va hecha menc ió n, mediante el desembolso
que ha experi mentado de los cuatroc ie ntos reales, mitad de sus costos, excepto de vestidos y
<lcmás insignias de su adorno, que éstos son propios de la referida comunidad. Y del mismo
modo la cofradía no ha de tener acción para otra cosa más que para lo que va expresado.

Y en estos términos se obligaron unos a otros a hacer por firme este instrumento y
convenio que comprende y a no oponerse en ningún tiempo, jurídica ni extrajudic ialmente.
porque si lo hic ieren o inten!llren quieren no ser sobre ello o ídos ni admitidos, antes sí expelidos
y condenados en costas como partes insuficientes que intentan acción y derecho que no les
compete. Y a cuanto queda deducido consienten se les pueda apremiar con sólo esta escritu ra
y el j uramento ele la parte que lo sea legítima, en que lo dejaban d iferido decisorio como si
lo fuera en juicio contradictorio, sin necesidad de otro auto, prueba, c itación ni liquidación
alguna aunque ele d icho se req uiera. que expresamente renunciaron y de que le relevaron. A
cuyo cumplimiento y firmeza obligaron la referida comunidad los bienes propios y rentas
de dicho convento, y el Hermano Mayor y Diputados de dicha cofradía los de ésta, unos y

293
SALVADOR HERNÁNOEZ / FCO. JAVIER GUTIÉRREZ

otros habidos y por haber. Dieron poder cumplido a las justicias y jueces que de sus pleitos y
causas de cada parle con derecho puedan y deban conocer para que les compelan y apremien
como por sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada. Y renunciaron las leyes, fueros y
derechos de la defensa y favor de cada cual de dichas partes y la prohibitiva de esta general
renunciación. Y así lo otorgaron y firmaron en este registro los otorgantes, a los cuales doy
fe que conozco, siendo testigos Antonio Díaz, Miguel Navarro y Antonio Muñoz, vecinos
todos de dicha villa.

[Rúbricas) Fray José de la Santísima Trinidad comendador; Fray Narciso de la


Merced vicario; Fray Antonio de Señora Santa Ana; Fray Rafael de Señor San José; Fray
Andrés de San Antonio; Fray Fernando de San Ramón; Fray Pedro de San Nicolás; José
del Valle y Linero; Pedro Bores; Manuel Díaz; Francisco Aguilar; José Cabezas; Miguel de
Alistrofe escribano público".

294
ID JORNADAS
DE HISTORIA
SOBRE
LA PROVINCIA
DE SEVILLA
SIERRA SUR
Gilena-El Rubio
19 y 20 de ma)o de 2006

Cartel lll Jornadas de Historia sobre la provincia de Seviila


"Sierra Sur"
Presentación de las /JI Jornadas de Historia en la Casa de la Provincia
D. Manuel Garcfa, Direcror Académico_. D. Juan 8 . Caraver. Alcalde de El Rubio, D. José,
M. Reina, Alcalde de Gile11a. D. José A111011io Filler, Presidente de ASCIL y D. Francisco
J. Ve/asco, Secretario de la F1111daó6n Contsa.

Apertura Oficial de las /JI Jornadas de Historia "Sierra Sur" en la Casa


de fa Cultura de Gilena.
Lectura de ponencias y comunicaciones en la Casa de la Cultura de
Gilena.
Visila guiada por la localidad de Gilena
Aspecto que presentaba el Salón de Actos del Centro de Iniciativa
Empresarial en El Rubio en las sesiones de trabajo.

Grupo de participan.tes en. Las fil Jornadas de Historia "Sierra Sur"


Este libro se terminó de i111primir
en los talleres de la imprenta
de la Diputación de Sevilla
el día 15 de Noviembre de 2006
Festividad de San Alberto Magno
11 ~
FUNDACIÓN
CONTSA
•ltD
Ayuntamiento de El Rubio Ayuntamiento de Gilena
(Sevilla) (Sevilla)

También podría gustarte