Lectura 1 - Investigación II
Lectura 1 - Investigación II
Lectura 1 - Investigación II
Curso: Investigación II
Docente: Dr. Idrogo Pérez Jorge Luis
La revisión de la literatura puede iniciarse directamente con el acopio de las referencias o fuentes
primarias, situación que ocurre cuando el investigador conoce su localización, se encuentra muy
familiarizado con el campo de estudio y tiene acceso a ellas (puede utilizar material de bibliotecas,
filmotecas, hemerotecas y bancos de información). Sin embargo, frecuentemente no sucede así
(no se es experto en el tema o se dispone de recursos limitados). Por ello, es recomendable iniciar
la revisión de la literatura consultando a uno o varios especialistas en el tema (algún profesor, por
ejemplo) y buscando en internet fuentes primarias en centros o sistemas de información y bases
de referencias y datos. Para ello, necesitamos elegir las “palabras clave”, “descriptores” o
“términos de búsqueda”, los cuales deben ser distintivos del problema de estudio y se extraen de
la idea o tema y del planteamiento del problema. Para este último se requiere hacer algunas
lecturas preliminares que lo afinen y completen. Los expertos también nos pueden ayudar a
seleccionar tales palabras
Si los términos son vagos y generales obtendremos una consulta con muchas referencias e
información que no es pertinente para nuestro planteamiento. En este sentido, las bases de
referencias funcionan como los motores de búsqueda (Google, Yahoo, Bing, etcétera). Por
ejemplo, si hacemos una consulta con palabras como “escuela”, “educación”, “comunicación”,
“empresas” o “personalidad”, aparecerán miles de referencias y nos “perderemos en un mundo
de información”. Entonces, los términos de búsqueda deben ser precisos, porque si nuestro
planteamiento es concreto, la consulta tendrá más sentido, estará más acotada y nos llevará a
referencias apropiadas. Asimismo, nuestra búsqueda deberá hacerse con palabras en español y en
inglés, porque gran cantidad de fuentes primarias se encuentran en este idioma.
A veces se extrae una sola o varias ideas; otras, una cifra, un resultado o numerosos comentarios
(algunos ejemplos y su organización se muestran en el centro de recursos en línea de la obra, en el
capítulo 3, “Perspectiva teórica: comentarios adicionales”). Al identificar la literatura útil, se puede
diseñar un mapa de revisión, el cual es una “imagen de conceptos” de la agrupación propuesta
respecto a las referencias del planteamiento y que ilustra cómo la indagación contribuirá al
estudio (veremos un ejemplo más adelante). Cuando ya se haya reunido la literatura que se
consideró para la elaboración del mapa de revisión, también se deben empezar a generar los
resúmenes de los artículos y documentos más relevantes y la extracción de ideas, cifras y
comentarios. Estos resúmenes e información se combinarán posteriormente en el marco teórico
(Hernández-Sampieri y Méndez, 2009).
Que hay una teoría completamente desarrollada, con abundante evidencia empírica y que se
aplica a nuestro problema de investigación.
• Que hay varias teorías con soporte empírico que se aplican a nuestro problema de investigación.
• Que hay “piezas y trozos” de teoría con cierto respaldo empírico, que sugieren variables
potencialmente importantes y que se aplican a nuestro problema de investigación (pueden ser
generalizaciones empíricas e hipótesis con apoyo de algunos estudios).
• Que hay descubrimientos interesantes, pero parciales, sin llegar a ajustarse a una teoría.
• Que solo hay guías aún sin estudiar e ideas vagamente relacionadas con el problema de
investigación. Asimismo, nos podemos encontrar que los estudios antecedentes presentan falta de
congruencia o claridad, debilidades en el método (en sus diseños, muestras, instrumentos para
recolectar datos, etc.), aplicaciones que no han podido implementarse correctamente o que han
mostrado problemas (Grobbee y Hoes, 2014; Mertens, 2010). En cada caso, varía la estrategia que
habremos de utilizar para construir y organizar nuestro marco teórico.
Esto depende del planteamiento del problema, el tipo de informe que estemos elaborando y el
área en que nos situemos, además del presupuesto. Por tanto, no hay una respuesta exacta ni
mucho menos. Sin embargo, algunos autores sugieren un mínimo de 30 referencias para una tesis
de pregrado o maestría y artículos para publicar en revistas académicas (por ejemplo: Mertens,
2010 y University of San Francisco, 2013). Hernández-Sampieri et al. (2008) analizaron varias tesis
y disertaciones, así como artículos de revistas académicas en Estados Unidos y México,
consultaron a varios profesores iberoamericanos, y encontraron parámetros como los siguientes:
en una investigación en licenciatura para una materia o asignatura el número puede variar entre
15 y 25, en una tesina entre 20 y 30, en una tesis de licenciatura entre 25 y 35, en una tesis de
maestría entre 30 y 40, en un artículo para una revista científica, entre 40 y 60. En una disertación
doctoral el número se incrementa entre 60 y 120 (no son de ninguna manera estándares, pero
resultan en la mayoría de los casos).Sin embargo, deben ser referencias directamente vinculadas
con el planteamiento del problema, es decir, se excluyen las fuentes primarias que mencionan
indirectamente o de forma periférica el planteamiento, las que no recolectan datos o no se
fundamentan en éstos (que son simples opiniones de un individuo) y también las que resultan de
trabajos escolares no publicados o no avalados por una institución.
Esta también es una pregunta difícil de responder, muy compleja, porque son múltiples los
factores que determinan la extensión de un marco teórico. Sin embargo, comentaremos el punto
de vista de algunos autores relevantes. Creswell (2013a y 2005) recomienda que el marco teórico
de propuestas de tesis (licenciatura y maestría) oscile entre 8 y 15 cuartillas estándares, en
artículos para revistas científicas, de seis a 12; en tesis de licenciatura y maestría, de 20 a 40; y en
disertaciones doctorales, de 40 a 50. Una tendencia es que el marco teórico sea breve y concreto,
pero sustancial (con referencias sobre el planteamiento del problema). Savin-Baden y Major
(2013) consideran una extensión aproximada de 10 000 palabras y desarrollar entre cuatro o cinco
apartados fundamentales.
Referencia:
Hernández, R., Fernández, C., Baptista, P. (2014). Metodología de la Investigación. (6ta Ed.).
México: McGraw-Hill interamericana Edit, S.A.