Dozavario Completo de Guadalupe
Dozavario Completo de Guadalupe
Dozavario Completo de Guadalupe
SEÑAL DE LA CRUZ
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. +En el nombre
del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien
sois,
bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos
ofendido; también
me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia,
propongo
firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Misterios del Santo Rosario
Al terminar el 5° Misterio
Oh soberano santuario, sagrado del verbo eterno, libranos señora de las penas del infierno a los
que hemos rezado una parte de tu santísimo rosario. Emperatriz poderosa, de los mortales
consuelo, ábrenos Señora las puertas del cielo, con una muerte feliz y dichosa. Amen.
Por las intenciones del Santo Padre: Padre Nuestro que estas en el Cielo…
Dios te salve María, Hija de Dios Padre, Virgen pura y bendita antes del parto, en tus manos
encomendamos nuestra fe para que la ilumines, llena eres de gracia...
. Dios te salve María, Madre de Dios Hijo, Virgen pura y bendita durante el parto, en tus manos
encomendamos nuestra esperanza para que la alientes, llena eres de gracia...
Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen pura y bendita después del parto, en tus
manos encomendamos nuestra caridad para que la inflames, llena eres de gracia...
Dios te salve María, Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen concebida sin culpa original,
Dios te Salve Castísimo José, María Madre de gracia, madre de misericordia, en la vida y en la
muerte ampáranos Gran Señora.
Infinitas gracias os damos, soberana Princesa, por los favores que todos los días recibimos de
vuestra benéfica mano; dignaos, Señora, tenernos ahora y siempre bajo vuestra protección y
amparo; y para más obligaros, os saludamos con una Salve:
Dios te salve Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti
llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. ¡Ea pues!, Señora y abogada nuestra: vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y
después de este destierro, muéstranos a Jesús: fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh
piadosa, oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos
de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo Bajo
tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desoigas nuestras súplicas en nuestras
necesidades; antes bien, líbranos de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita. V./ Ruega por
nosotros, Santa Madre de Dios. R./ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro
Señor Jesucristo. Amén.
Dozavario:
Acto de Contrición
"Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y
porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo
enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y
confío por vuestra bondad y misericordia infinita, que me perdonaréis y me daréis gracia para
nunca más pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de
Guadalupe. Amén. "
Récese cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración de cada día.
Primer Día
"¡Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas sienes publica que
eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y como Esposa del Altísimo
tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las criaturas.
Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a ti por mil títulos; pero no me contento
con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos; quiero ser tuyo por otro título más,
esto es, por elección de mi voluntad. Ved que, aquí postrado delante del trono de tu Majestad, te
elijo por mi Reina y mi Señora, y con este motivo quiero
doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de ti y quiero que los designios
que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus manos. Dispón de mí como te agrade; los
sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta. Confío en tu benignidad, que
todos se enderezarán al bien de mi alma y honra y gloria de aquel Señor que tanto complace al
mundo. Nuestra Señora de Guadalupe, Santísima Virgen María, Reina del Purgatorio; vengo a
depositar en tu Corazón Inmaculado una oración en favor de las almas benditas que sufren en el
lugar de expiación. Dígnate escucharla,
clementísima Señora, si es ésta tu voluntad y la de tu misericordioso Hijo. Amén
Se reza un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Segundo Día
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué bien se conoce que eres Abogada nuestra en el tribunal
de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de beneficiarnos las juntas ante el pecho
en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a ver que desde el trono de gloria como
Reina de los Ángeles y hombres haces también oficio de abogada, rogando y procurando a favor
nuestro!
¿Con qué afectos de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza? Siendo que no hay en
todo mi corazón suficiente caudal para pagarlo.
A ti recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa,
de una humildad profunda y de una obediencia pronta al Señor.
Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al Todopoderoso me haga suyo y
me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu intermediación en la gloria. Amén.
Se Reza Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Tercer Día
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué puedo creer al verte cercada de los rayos del sol,
sino que estás íntimamente unida al Sol de la Divinidad, que no hay en tu casa ninguna cosa que
no sea luz, que no sea gracia y que no sea santidad!
¡Qué puedo creer, sino que estás anegada en el piélago de las divinas perfecciones y atributos, y
que Dios te tiene siempre en su Corazón! Sea para bien, Señora, tan alta felicidad.
Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ello me causa, me presento delante del trono de tu
soberanía, suplicándote te dignes enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón: ilumina con
su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de persuadirme de
que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en amarte ti y en amar a mi Dios: haz que acabe
de persuadirme que me engaño miserablemente cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y
cuando no te amo a Ti por Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Cuarto Día
¡Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande suya estar a
tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa
a tu Majestad, ¿qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a tu persona, no ya la cabeza,
ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para santificándola con tus divinas plantas se haga trono
digno de tu soberanía?
Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a tu soberanía, pues el
mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso con la buena voluntad y deseo
Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las del deseo de ser tuyo y el
temor de ofender a tu Hijo divinísimo. Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole
entrada a la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en él sino Jesús y María.
Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Quinto Día
¿Qué correspondía a quien es un cielo por su hermosura, sino uno lleno de estrellas? ¿Con qué
podía adornarse una belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lúcidas y tan
resplandecientes como las tuyas?
Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en ti hermosura tan peregrina con pureza
tan realzada, y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de
hermosura tan amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en ti para que mi corazón no se
dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo.
No podré lograr este deseo si esos resplandecientes astros con que estás adornada no infunden
una ardiente y fervorosa caridad, para que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios,
y después de mi Dios a Ti, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Sexto Día
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué bien dice a tu soberanía ese tapete que la luna
forma a tus sagradas plantas! Hollaste con invicta planta las vanidades del mundo, y quedando
superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección: antes de tu
primer instante estuviste llena de gracia.
Miserable de mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo
estabilidad en la virtud y sólo soy constante en mis viciosas costumbres.
Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la
luna que está a tus pies, esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los
menguantes de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no
temeré los menguantes del pecado, sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones,
detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Séptimo Día
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en perfecciones de que te dotó el
Señor a tu alma inocentísima. Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que
se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió de
cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad.
No te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que
es encanto de los ángeles, maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, ¿cómo
no he de esperar yo de tu benignidad, que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para
que estampes en ella tu imagen graciosísima?
Yo te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo, Señora, en tus manos y no lo dejes jamás, pues mi
deseo es que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Octavo Día
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué misteriosa y qué acertada estuvo la mano del Artífice
Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de guarnición! Aludió sin
duda a aquel finísimo oro de la caridad y del amor de Dios con que fueron enriquecidas tus
acciones. Y ¿quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre
acompañada del amor al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, ¿te has
olvidado de nosotros?
Abre el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para
levantarse; tráete la gloria de haber encontrado en mí una misericordia proporcionada, más que
todas, a tu compasión y misericordia. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Noveno Día
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Qué cosa habrá imposible para ti, cuando multiplicando los
prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del ayate le sirven de embarazo para formar tan primoroso
tu retrato, ni la voracidad del tiempo en más de cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle ni
borrarle?
¡Qué motivo tan fuerte es este para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus
piedades, acordándote del amplio poder que te dio la Divina Omnipotencia del Señor, para
favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado
mis culpas!
No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate sólo mirarme, y ya con
esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer que si me miras no se conmuevan tus
entrañas sobre el miserable de mí. Mi única esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen
María. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Décimo Día
¡Santísima Virgen de Guadalupe; ¡Eres reina del universo; pues como Hija, Madre y Esposa del
Altísimo tienes un absoluto poder sobre todas las criaturas! Siendo así, yo me contento con ser
tuyo. Pertenezco a ti por mil razones, pero no me contento con ser tuyo por esta potestad quiero
ser tuyo también por la elección de mi propia voluntad. Postrado delante tuyo, te elijo por mi reina
y Señora, y con este motivo confirmo el dominio que tienes sobre mí;
quiero depender de ti; que los designios que tiene para mí la divina Providencia pasen por tus
manos. Dispón de mí como te agrade. Que los sucesos de mi vida sean guiados por ti. Confío
plenamente en tu benignidad. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Undécimo Día
¡Santísima Virgen de Guadalupe ¡Qué bien se explica que eres abogada nuestra en el tribunal de
Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de beneficiamos, las juntas ante el pecho en
ademán de quien suplica y ruega, diciéndonos con esto que desde el trono de la gloria en donde
existes como reina de los ángeles y de los hombres,
intercedes divinamente, rogando y procurando a favor nuestro.
¿Con qué actos de reconocimiento y gratitud podré pagarte tanta fineza? Mas, si no hay en mi
corazón suficiente caudal para pagarlo, a ti recurro para que me enriquezcas con los dones
preciosos de una obediencia incondicional al Señor.
Multiplica a tus mansos Madre mía, y no ceses de pedir al Todopoderoso me haga suyo, y me
conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu misión en la gloria. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Duodécimo Día
¡Santísima Virgen de Guadalupe; ¿Qué cosa habrá imposible a tu poder, cuando multiplicando los
prodigios, ni la pobreza ni la modestia del ayate le impidieron plasmar tan primorosamente tu
Imagen, que ni la voracidad del tiempo en más de cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle o
borrarle? ¿Qué motivo más poderoso para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno
de tus piedades y acordándote del amplio poder que te dio la divina omnipotencia del Señor para
favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la Imagen del Altísimo que ha
de borrar mis culpas? No afecte tu piedad la ofensa de mis malas costumbres; dígnate solo
mirarme y con eso alentaré mis esperanzas, porque si posas tus divinos ojos en mí, seguramente te
condolerás de mi pena. Escucha mi ruego Madrecita, porque mi única esperanza, después de
Jesús, eres tú Sagrada Virgen María de Guadalupe. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Acordaos
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que hayan
acudido a tu
protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado de ti.
Animado con esta confianza,
a ti también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis
pecados, me atrevo a
comparecer ante tu presencia soberana. No deseches mis humildes súplicas, oh Madre del Verbo
divino, antes bien,
escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Oración final
Nuestra Santísima Madre, Nuestra Señora de Guadalupe, por favor lleva a tu Hijo Nuestro Señor
Jesucristo nuestras
fervientes oraciones por aquellos conocidos y desconocidos que hemos muerto.
Oh Señor, que eres siempre misericordioso y generoso con tus dones, mira hacia las almas que
sufren en el purgatorio.
No recuerdes sus ofensas y negligencias, pero ten en cuenta Tu amorosa misericordia, que es
desde toda la eternidad.
Límpialos de sus pecados y cumple sus deseos ardientes para que sean dignos de verte cara a cara
en tu gloria. Que
pronto se unan a Ti y escuchen esas benditas palabras que los llamarán a su hogar celestial: "Ven,
bendito de Mi Padre,
toma posesión del reino preparado para ti desde la fundación del mundo". Dale Señor el descanso
eterno y que brille
para ellos la luz perpetua para que descanse en paz. Amén