Analisis Narrativo
Analisis Narrativo
Analisis Narrativo
en la literatura
Narradores y personajes
El narrador es aquel ser ficticio creado por el autor que se encarga de contar los sucesos que
ocurren al interior de una obra narrativa. Según el grado de conocimiento y participación que
este tenga en el relato, se puede clasificar en tres tipos principales: narrador protagonista,
narrador testigo y narrador omnisciente.
Por su parte, los personajes son todos aquellos seres que ha creado el autor para
desenvolverse al interior del mundo literario. Estos personajes no solo pueden ser
personas, sino también animales, objetos, emociones o cualquier elemento digno de ser
imaginado y dotado de vida. Gracias a su presencia y participación en el relato, se irán
desarrollando diversos acontecimientos, conflictos y aventuras que culminarán en un
desenlace en el que el o los personajes experimentarán los cambios sufridos tras estas
experiencias. Según el grado de participación en el relato, los personajes pueden dividirse
en al menos tres tipos: personaje protagonista (ser en el que se centran los
acontecimientos de la historia), personaje antagonista (ser que obstaculiza las acciones
y propósitos del protagonista) y personaje secundario (ser que colabora con el objetivo
del protagonista o con el objetivo del antagonista).
“Cuando entró en el edificio, buscó las escaleras, para subir. Encontrarlas era
difícil. Preguntaba por ellas, y algunos le contestaban: «No hay». Otros le daban la
espalda. Acababa siempre por encontrarlas y por subir otro piso. La circunstancia
de que muchas veces las escaleras fueran endebles, arduas y estrechas,
aumentaba su fe. En un piso había una ciudad, con plazas y calles bien trazadas.
Nevaba, caía la noche. Algunas casas -eran todas de tamaño reducido- estaban
iluminadas vivamente. Por las ventanas veía a hombres y mujeres de dos pies de
estatura. No podía quedarse entre esos enanos. Descubrió una amplia escalinata
de piedra, que lo llevó a otro piso. Este era un antecomedor, donde mozos, con
chaqueta blanca y modales pésimos, limpiaban juegos de té. Sin volverse, le
dijeron que había más pisos y que podía subir. Llegó a una terraza con vastos
parques crepusculares, hermosos, pero un poco tristes. Una mujer, con vestido de
terciopelo rojo, lo miró espantada y huyó por el enorme paisaje, meciéndose la
cabellera, gimiendo. Él entendió que cuantos vivían allí estaban locos. Pudo subir
otro piso. En una arquitectura propia del interior de un buque, en la que
abundaban maderas y hierros pintados de blanco, halló una escalera de caracol.
Subió por ella a un altillo donde estaban los peroles que daban el agua caliente a
los pisos de abajo. Dijo: «Sobre el fuego está el cielo» y, seguro de su destino, se
agarró de un caño, para subir más. El caño se dobló; hubo un escape de vapor,
que le rozó el brazo. Esto lo disuadió de seguir subiendo. Pensó: «En el cielo me
quemaré». Se preguntó a cuál de los horribles pisos inferiores debería descender.
En todos él se había sentido fuera de lugar. Esto no probaba que no fuese la
morada que le correspondía, porque justamente el infierno es un sitio donde uno
se cree fuera de lugar”.
Adolfo Bioy Casares, Postrimerías.
Texto 1
1. “Esta cama resulta familiar, o más bien lo es la pared de enfrente. Paddy Stanton me
mira desde arriba con sus patillas años setenta. Iggy Pop está sentado destruyendo una
pila de discos con su martillo. Mi viejo dormitorio, en el hogar paterno. Mi cabeza lucha
por recomponer las piezas del cómo he llegado aquí. Recuerdo el piso de Johnny Swan, y
a continuación sentir que iba a morir. Entonces me acuerdo; Swanney y Alison bajándome
por la escalera, metiéndome en un taxi y saliendo a toda hostia para la enfermería.
2. Lo curioso es que me acuerdo de haber fanfarroneado de que en la vida había tenido
una sobredosis justo antes de que pasara. Hay una primera vez para todo”.
TEXTO 2
“Las familias rurales son muy violentas. Casi todos los padres son campesinos. Todos
logran a duras penas sobrevivir. Están exhaustos por trabajar de sol a sol, acaban
bebiendo y, cuando se enfadan, son más dados a pegar que a hablar. No es ningún
secreto. Pero los niños no lo viven como algo ominoso, no guardan ningún resentimiento
y esos golpes no dejan ninguna huella en su corazón. Pero el padre de Nakata era
profesor de universidad, y su madre, según pude apreciar por sus cartas, era una mujer
que había recibido una educación esmerada. Es decir, que pertenecían a la elite de la
gran ciudad. Y si en su hogar estaba presente la violencia, forzosamente tenía que ser
muy diferente a la violencia cotidiana de los niños del pueblo. Debía de ser una violencia
más íntima, compuesta de elementos más complejos. Un tipo de violencia capaz de dejar
huella en el corazón de un niño”.