Subsidios JMP2023
Subsidios JMP2023
Subsidios JMP2023
Contenido y composición
Comisión Episcopal para la Pastoral Social
-Cáritas Méxicana
Diseño editorial
Comúnicación Social CEPS-Cáritas Mexicana
Fotografía
Comúnicación Social CEPS-Cáritas Mexicana
Red Cáritas
Publicado en México
Jornada Mundial de los Pobres 2023
SUBSIDIO 1
VIGILIA
OBJETIVO:
Reconocer cuáles son los caminos de la injusticia que de manera personal, familiar y
comunitaria hemos realizado, así como las maneras en que hemos separado nuestra
mirada del pobre para que busquemos caminos para volver a la justicia y contribuir a
una vida plena para todos y todas.
Se ponen dos letreros, uno con la frase VII JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES y
otro con la frase «No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7)
Se coloca al centro del lugar donde se realice la vigilia, flores, algunas velas, un cirio y
un espacio para luego colocar ahí la Palabra de Dios.
I.- INTRODUCCIÓN
Monitor: “La Jornada Mundial de los Pobres, signo fecundo de la misericordia del Padre,
llega por séptima vez para apoyar el camino de nuestras comunidades. Es una cita
que la Iglesia va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el
contenido central del Evangelio.”
Jesús nos envía a evangelizar y nos envía a los más pobres, con quienes estamos
llamados y llamadas a caminar, para que con ellos, desde ellos y para ellos, podamos
hacer presente el Reino de Dios, ensanchando nuestra mirada, dejándonos interpelar
por las injusticias que se han establecido en nuestro diario vivir y a las podemos correr el
riesgo de ver como “normales”.
Por ello esta jornada es un impulso para que “Cada día nos comprometamos a acoger a
los pobres, pero esto no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace
cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito
de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada
vez más fuerte. Por eso, el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo,
nos reunimos en torno a su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso
de vivir la pobreza y de servir a los pobres…” (VII JMP núm. 1)
Vamos a iniciar esta jornada orante, escuchando el texto bíblico que el Papa Francisco
pone en el centro de nuestra reflexión.
4 Jornada Mundial de los Pobres 2023
II.- ENTRONIZACIÓN DE LA PALABRA
a. Se coloca la Biblia en un canasto adornado con flores, le acompañan dos personas que
llevan velas o luces encendidas.
b. Se camina entre los fieles llevando la palabra hacia el lugar que se preparó.
c. Mientras se canta algo propio para recibir la palabra, por ejemplo El canto La Biblia,
que se puede encontrar en: https://www.youtube.com/watch?v=Z-4gxGQwf5s u otro
propio que la gente conozca.
«Acuérdate del Señor todos los días de tu vida, hijo mío, y no peques deliberadamente
ni quebrantes sus mandamientos. Realiza obras de justicia todos los días de tu vida y no
sigas los caminos de la injusticia.» Palabra de Dios.
En efecto, sólo el amor empuja a ver a todos como hermanos. Esto implica salir de la
comodidad y del egoísmo, y realizar obras concretas en favor de los demás. La situación
de los pobres, desde la mirada de la fraternidad universal se vuelve apremiante, pues, el
desarrollo de la humanidad, comprendida como una familia bajo el mismo amor, se ve
impedido hasta que todos los hermanos se vean unidos en un estado de bienestar que
logre el común desarrollo social e integral.
a) Dice el texto bíblico. «No apartes tu rostro de ningún pobre» (4,7). ¿Ante qué rostros de
la pobreza hemos volteado el rostro de manera personal, familiar y comunitaria para no
verlos y no sentirnos interpelados/as por ellos?
b) ¿Cuáles son los caminos de la injusticia que tendríamos que eliminar hoy?
Terminado ese momento personal, se dialoga 15 minutos por tríos, una vez que
concluyeron, se plasma en una hoja a través de un símbolo, la reflexión de las tres
personas (se les ofrecen colores, plumones, crayones que están en el centro del lugar
para que dibujen el símbolo). Para cerrar el momento se hace un canto.
4.- Terminado el momento de los tríos, se invita a todas/os los presentes que se
acerquen al centro donde están los símbolos, ahí junto al mapa, se va compartiendo
la reflexión y sus símbolos que se irán colocando alrededor del mapa.
2. En este momento se van intercalando espacios de silencio con lectura de los siguientes
párrafos de iluminación:
a. «Como se puede apreciar, lo que el anciano Tobit pide a su hijo que recuerde, no se
limita a un simple acto de memoria o a una oración dirigida a Dios. Se refiere a gestos
concretos que consisten en hacer buenas obras y vivir con justicia. La exhortación se
hace aún más específica: a todos los que practican la justicia, «da limosna de tus bienes
y no lo hagas de mala gana» (4,7)». (VII JMP núm. 2)
a. «Cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque
eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús». (VII JMP núm. 3)
b. «Fijémonos bien en esa expresión «de ningún pobre». Cada uno de ellos es nuestro
prójimo». (VII JMP núm. 3)
V.- PETICIONES:
A cada petición vamos a responder: R.- Padre, que no apartemos nuestra mirada del
pobre
1. Padre, que sepamos luchar para erradicar la pobreza, que tu presencia nos impulse a
ser tejedores de vida plena para todos y todas y para la creación.
Roguemos al Señor: R.-
2. Que, ante el pobre y cada tipo de pobreza, seamos capaces de sacudirnos de nosotros
la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio.
Roguemos al Señor: R.-
3. Que sepamos despojarnos de todo aquello que ata nuestro corazón y nos mantiene
aislados de quienes sufren diversos tipos de despojos: de la paz, de sus territorios, de
su inocencia, de su dignidad. Para que junto a ellos, tengamos el valor de luchar por
erradicar toda injusticia.
Roguemos al Señor: R.-
4. Que sepamos sensibles y comprometidos para buscar los caminos que erradiquen
esa pobreza y la vida plena sea una realidad para todos y todas.
Roguemos al Señor: R.-
SUBSIDIO 2
ROSARIO
AMBIENTACIÓN DEL LUGAR
Se coloca en el centro del lugar una imagen de la Virgen María, y se le adorna con
algunas flores y velas.
También se coloca el letrero del día anterior que dice: «No apartes tu rostro del pobre»
(Tb 4,7)
Alrededor de la imagen se forma un círculo con hilo o gis, donde se van a ir colocando
flores de papel o naturales, una por cada Ave María. El Padre nuestro se puede
diferenciar con una veladora.
I.- INTRODUCCIÓN
En esta VII Jornada Mundial del Pobre, el Papa Francisco nos hace un claro llamado a
darnos cuenta de las formas en que en este momento de la historia, hacemos de lado
la responsabilidad que tenemos, como seguidores de Jesús de atender a los pobres. El
llamado es a no apartar nuestra mirada de ellos, no sólo para verlos como destinatarios
de ayuda, de servicio, de caridad, sino sobre todo de escucha, de reconocimiento de la
divina presencia que mora en ellos.
No apartar nuestro rostro del pobre, significa colocar su dignidad de hijo e hija de Dios,
en el centro del servicio, para que junto con ellos, busquemos los caminos de la justicia.
No podemos ayudar al pobre sin antes escuchar sus necesidades, sus deseos, como una
y otra vez lo hizo Jesús en los evangelios. Sólo de esta manera la salvación viene con ellos
y desde ellos.
Les invitamos a iniciar este rosario, en el que particularmente, queremos pedir a Dios, que
nuestras prácticas de caridad estén impulsadas por el profundo deseo de caminar hacia
la justicia, pues una caridad sin justicia corre el riesgo de ponernos como protagonistas
de una acción, que tiene que llevar, sobre todo, a la transformación de las estructuras
sociales, políticas, económicas y religiosas que generan la pobreza.
Coro:
3. Madre de los pobres, hay mucha miseria,
porque falta siempre el pan en muchas casas,
el pan de la verdad falta en muchas mentes,
el pan del amor que falta en muchos hombres.
Coro:
4. Conoces la pobreza porque la viviste,
alivia la miseria de los cuerpos que sufren,
arranca el egoísmo que nos empobrece,
para compartir y avanzar hacia el Padre.
INICIO
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios Nuestro. En el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quién eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa que puedes castigarme con las penas
del infierno. Ayudado de tu divina gracia propongo firmemente nunca más pecar,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.
L2.- «No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7). Esta Palabra nos ayuda a captar la esencia
de nuestro testimonio. Detenernos en el Libro de Tobías, un texto poco conocido del
Antiguo Testamento, fascinante y rico en sabiduría, nos permitirá adentrarnos mejor en
lo que el autor sagrado desea transmitir. Ante nosotros se despliega una escena de la
vida familiar: un padre, Tobit, despide a su hijo Tobías, que está a punto de emprender
un largo viaje. El anciano teme no volver a ver a su hijo y por ello le deja su “testamento
espiritual”. Tobit había sido deportado a Nínive y se había quedado ciego, por lo que era
doblemente pobre, pero siempre había tenido una certeza, expresada en el nombre que
lleva: “El Señor ha sido mi bien”. Este hombre, que siempre confió en el Señor, como
buen padre no desea tanto dejarle a su hijo algún bien material, cuanto el testimonio
del camino a seguir en la vida, por eso le dice: «Acuérdate del Señor todos los días de tu
vida, hijo mío, y no peques deliberadamente ni quebrantes sus mandamientos. Realiza
obras de justicia todos los días de tu vida y no sigas los caminos de la injusticia» (4,5)».
(VII JMP núm. 1)
L1.- Señor, que la prisa, cotidiana compañera de la vida, no nos impida detenernos a
socorrer y hacernos cargo de los demás. Que el ejemplo del buen samaritano (cf. Lc 10,25-
37) no sea un relato del pasado, sino que interpele nuestras conciencias en el presente
de cada uno de nosotros y nos mueva a la acción. Delegar en otros es fácil; ofrecer dinero
para que otros hagan caridad es un gesto generoso; la vocación de todo cristiano es
implicarse en primera persona. (Cfr. VII JMP núm. 4)
L2.- Tobit, en el momento de la prueba, descubre su propia pobreza, que lo hace capaz
de reconocer a los pobres. Es fiel a la Ley de Dios y observa los mandamientos, pero esto
no le es suficiente. La atención efectiva hacia los pobres le era posible porque había
experimentado la pobreza en su propia carne. Por lo tanto, las palabras que dirige a su
hijo Tobías son su auténtica herencia: «No apartes tu rostro de ningún pobre» (4,7). (VII
JMP núm. 3)
L1.- Señor, que al igual que Tobías, nosotros también sepamos mantener nuestro rostro
frente al pobre y frente a la pobreza, para que comprometidos al igual que Jesús, que
luchó para transformar esas realidades, nosotros también tengamos la fuerza necesaria
para trabajar por la transformación de estructuras de muerte que crean la pobreza y
atentan contra la dignidad humana.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
L2.- «En nuestra fiesta de Pentecostés, que es la santa fiesta de las siete Semanas, me
prepararon una buena comida y yo me dispuse a comer. Cuando me encontré con la
mesa llena de manjares, le dije a mi hijo Tobías: “Hijo mío, ve a buscar entre nuestros
hermanos deportados en Nínive a algún pobre que se acuerde de todo corazón del
Señor, y tráelo para que comparta mi comida. Yo esperaré hasta que tú vuelvas» (2,1-2).
(VII JMP núm. 2)
L1.- Sería muy significativo si, en la Jornada de los Pobres, esta preocupación de Tobit
fuera también la nuestra. Invitar a compartir el almuerzo dominical, después de haber
compartido la Mesa eucarística (VII JMP núm. 2). ¿Qué gestos concretos que consisten en
hacer buenas obras y vivir con justicia estamos llamados a realizar de manera personal,
familiar, comunitaria?
L2.- En el 60 aniversario de la Encíclica Pacem in terris, es urgente retomar las palabras del
santo Papa Juan XXIII cuando escribía: «Observamos que [el hombre] tiene un derecho
a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso nivel
de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la
asistencia médica y, finalmente, los servicios indispensables que a cada uno debe prestar
el Estado. De lo cual se sigue que el hombre posee también el derecho a la seguridad
personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y, por último, cualquier
otra eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su sustento»
(n. 11). (VII JMP núm. 6)
L1.- Señor, que sepamos reconocer y asumir el trabajo que tenemos todavía por delante
para que estas palabras se hagan realidad. Ayúdanos para que nuestro trabajo, promueva
un serio y eficaz compromiso político y legislativo al servicio del bien común desde una
verdadera justicia social.
L2.- ¿Cómo no llamar la atención, además, sobre el desorden ético que marca el mundo
del trabajo? El trato deshumano que se reserva a tantos trabajadores y trabajadoras
la retribución que no corresponde al trabajo realizado; el flagelo de la precariedad;
las excesivas víctimas de accidentes, provocadas a menudo por una mentalidad que
prefiere el beneficio inmediato en detrimento de la seguridad. Vuelven a la mente las
palabras de san Juan Pablo II: «El primer fundamento del valor del trabajo es el hombre
mismo. […] El hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está
L1.- Señor, que Nuestra atención hacia los pobres siempre esté marcada por el realismo
evangélico. Que lo que compartamos responda a las necesidades concretas de los demás.
Que sepamos discernir, bajo la guía del Espíritu Santo, para reconocer las verdaderas
exigencias de los hermanos y no nuestras propias aspiraciones.
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Dios Padre celestial.
Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo.
Ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo.
Ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios.
Santa María,
Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios,
Ruega por nosotros
Santa Virgen de las Vírgenes,
Ruega por nosotros…
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la Misericordia
Madre de la divina gracia,
Madre de la Esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,
Oración final
2https: //adn.celam.org/vii-jornada-mundial-de-los-pobres-un-llamado-a-vencer-con-gestos-concretos-la-
indiferencia-y-el-descarte/
3Las oraciones del Papa Francisco a la Virgen María (desdelafe.mx)
1. La Jornada Mundial de los Pobres, signo fecundo de la misericordia del Padre, llega por
séptima vez para apoyar el camino de nuestras comunidades. Es una cita que la Iglesia
va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el contenido
central del Evangelio. Cada día nos comprometemos a acoger a los pobres, pero esto
no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande
hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos
y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte. Por eso,
el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, nos reunimos en torno a
su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso de vivir la pobreza y de
servir a los pobres.
«No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7). Esta Palabra nos ayuda a captar la esencia
de nuestro testimonio. Detenernos en el Libro de Tobías, un texto poco conocido del
Antiguo Testamento, fascinante y rico en sabiduría, nos permitirá adentrarnos mejor en
lo que el autor sagrado desea transmitir. Ante nosotros se despliega una escena de la
vida familiar: un padre, Tobit, despide a su hijo Tobías, que está a punto de emprender
un largo viaje. El anciano teme no volver a ver a su hijo y por ello le deja su “testamento
espiritual”. Tobit había sido deportado a Nínive y se había quedado ciego, por lo que era
doblemente pobre, pero siempre había tenido una certeza, expresada en el nombre que
lleva: “El Señor ha sido mi bien”. Este hombre, que siempre confió en el Señor, como
buen padre no desea tanto dejarle a su hijo algún bien material, cuanto el testimonio del
camino a seguir en la vida, por eso le dice: «Acuérdate del Señor todos los días de tu vida,
hijo mío, y no peques deliberadamente ni quebrantes sus mandamientos. Realiza obras
de justicia todos los días de tu vida y no sigas los caminos de la injusticia» (4,5).
2. Como se puede apreciar inmediatamente, lo que el anciano Tobit pide a su hijo que
recuerde no se limita a un simple acto de memoria o a una oración dirigida a Dios. Se
refiere a gestos concretos que consisten en hacer buenas obras y vivir con justicia. La
exhortación se hace aún más específica: a todos los que practican la justicia, «da limosna
de tus bienes y no lo hagas de mala gana» (4,7).
3. Podemos preguntarnos: ¿de dónde le vienen a Tobit la valentía y la fuerza interior que
le permiten servir a Dios en medio de un pueblo pagano y de amar al prójimo hasta el
punto de poner en peligro su propia vida? Estamos frente a un ejemplo extraordinario:
Tobit era un esposo fiel y un padre atento; fue deportado lejos de su tierra y sufría
injustamente; fue perseguido por el rey y por sus vecinos. A pesar de tener un alma
tan buena, fue puesto a prueba. Como a menudo nos enseña la Sagrada Escritura, Dios
no les evita las pruebas a los que hacen el bien. ¿Cómo es posible? No lo hace para
humillarnos, sino para afianzar nuestra fe en Él.
4. Vivimos un momento histórico que no favorece la atención hacia los más pobres. La
llamada al bienestar sube cada vez más de volumen, mientras las voces del que vive en
la pobreza se silencian. Se tiende a descuidar todo aquello que no forma parte de los
modelos de vida destinados sobre todo a las generaciones más jóvenes, que son las más
5. Agradecemos al Señor porque son muchos los hombres y mujeres que viven entregados
a los pobres y a los excluidos y que comparten con ellos; personas de todas las edades y
condiciones sociales que practican la acogida y se comprometen junto a aquellos que
se encuentran en situaciones de marginación y sufrimiento. No son súper-hombres,
sino “vecinos de casa” que encontramos cada día y que en el silencio se hacen pobres
y con los pobres. No se limitan a dar algo; escuchan, dialogan, intentan comprender la
situación y sus causas, para dar consejos adecuados y referencias justas. Están atentos a
las necesidades materiales y también espirituales, a la promoción integral de la persona.
El Reino de Dios se hace presente y visible en este servicio generoso y gratuito; es
realmente como la semilla caída en la tierra buena de estas personas que da fruto (cf. Lc
8,4-15). La gratitud hacia tantos voluntarios pide hacerse oración para que su testimonio
pueda ser fecundo.
Cuánto trabajo tenemos todavía por delante para que estas palabras se hagan realidad,
también por medio de un serio y eficaz compromiso político y legislativo. Que pueda
desarrollarse la solidaridad y la subsidiariedad de tantos ciudadanos que creen en el
valor del compromiso voluntario de entrega a los pobres, no obstante, los límites y en
ocasiones las deficiencias de la política en ver y servir al bien común. Se trata ciertamente
de estimular y hacer presión para que las instituciones públicas cumplan bien su deber;
pero no sirve permanecer pasivos en espera de recibir todo “desde lo alto”; quienes
viven en condiciones de pobreza también han de ser implicados y acompañados en un
proceso de cambio y de responsabilidad.
7. Lamentablemente, debemos constatar una vez más nuevas formas de pobreza que
se suman a las que se han descrito anteriormente. Pienso de modo particular en las
poblaciones que viven en zonas de guerra, especialmente en los niños privados de
un presente sereno y de un futuro digno. Nadie podrá acostumbrarse jamás a esta
situación; mantengamos vivo cada intento para que la paz se afirme como don del Señor
Resucitado y fruto del compromiso por la justicia y el diálogo.
Es fácil, hablando de los pobres, caer en la retórica. También es una tentación insidiosa
la de quedarse en las estadísticas y en los números. Los pobres son personas, tienen
rostros, historias, corazones y almas. Son hermanos y hermanas con sus cualidades y
defectos, como todos, y es importante entrar en una relación personal con cada uno de
ellos.
El Libro de Tobías nos enseña cómo actuar de forma concreta con y por los pobres.
Es una cuestión de justicia que nos compromete a todos a buscarnos y encontrarnos
recíprocamente, para favorecer la armonía necesaria, de modo que una comunidad
pueda identificarse como tal. Por tanto, el interés por los pobres no se agota en
limosnas apresuradas; exige restablecer las justas relaciones interpersonales que han
sido afectadas por la pobreza. De ese modo, “no apartar el rostro del pobre” conduce a
obtener los beneficios de la misericordia, de la caridad que da sentido y valor a toda la
vida cristiana.
9. Nuestra atención hacia los pobres siempre está marcada por el realismo evangélico.
Lo que se comparte debe responder a las necesidades concretas de los demás, no se
trata de liberarse de lo superfluo. También en esto es necesario el discernimiento, bajo la
guía del Espíritu Santo, para reconocer las verdaderas exigencias de los hermanos y no
nuestras propias aspiraciones. Lo que de seguro necesitan con mayor urgencia es nuestra
humanidad, nuestro corazón abierto al amor. No lo olvidemos: «Estamos llamados a
descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus
amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere
comunicarnos a través de ellos» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 198). La fe nos enseña
que cada uno de los pobres es hijo de Dios y que en él o en ella está presente Cristo:
«Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo»
(Mt 25,40).
En esta casa que es el mundo, todos tienen derecho a ser iluminados por la caridad,
nadie puede ser privado de ella. Que la perseverancia del amor de santa Teresita pueda
inspirar nuestros corazones en esta Jornada Mundial, que nos ayude a “no apartar el
rostro del pobre” y a mantener nuestra mirada siempre fija en la faz humana y divina de
nuestro Señor Jesucristo.
Roma, San Juan de Letrán, 13 de junio de 2023, Memoria de san Antonio de Padua,
patrono de los pobres.
Francisco