Libro-5 Shirley ES
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los hechiceros
días
De SHIRLEY
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—Oh, sí, Jim regresó —la tranquilicé—, pero cinco años des-
pués. No son demasiados, pero tampoco pocos. «Cuatro estacio-
nes han de pasar antes de que el corazón esperanza vuelva
a abrigar», ¿no se dice eso? Significa que el primer año se su-
fre mucho y, a partir del segundo, se empieza a olvidar. Babú
sufrió muchísimo con la marcha de Jim.
Su hermana Pervinca siempre estuvo a su lado y a menudo la
animó a no desesperar. Pero, por sinceros que fueran su afecto y
su deseo de consolar a su querida gemela, Pervinca era en todo
y para todo una Bruja de la Oscuridad.
Audaces, rebeldes, irónicas y prácticas, las Brujas de la Oscu-
ridad pueden resultar extremadamente hurañas, a veces cínicas,
incluso crueles. Así, podía darse que las palabras de consuelo de
Pervinca hundieran a Vainilla en una desesperación aún más
negra.
«Ánimo —le decía—, Jim no tiene poderes mágicos y, como él
mismo reconoció, no se acuerda del camino para volver a su
casa. Pero, si acaso llega, si no se pierde en el largo y temible
viaje, entonces puedes estar segura de que sabrá también cómo
regresar hasta ti.»
Vainilla, en ese punto, se sentía agonizar.
No volvería a verlo, ésa era la única verdad que su hermana
trataba de meterle en la cabeza. Probablemente, Jim se había per-
dido, los lobos lo habían atacado, los hielos invernales le habían
impedido caminar y puede que hasta respirar... Babú no sabía ya
qué pensar. ¿Su gran amor estaba muriéndose de frío y de hambre
sepultado por la nieve, solo y desesperado? Era terrible...
«¡Vaya, cuánta confianza tienes en él! —le recriminaba en-
tonces Pervinca—. ¡Un torpón despistado, eso piensas que es tu
Jim!»
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