David Hume
David Hume
David Hume
Su familia lo destinó a hacer la carrera de Derecho, aunque desde muy joven supo que quería dedicarse
a la Filosofía. Él mismo lo relata en su autobiografía My own life, que escribió cuatro meses antes de su
muerte:
Seguí el itinerario normal de educación con éxito, y ya a muy corta edad caí preso de una
gran pasión por las letras que se ha convertido en la tendencia dominante en mi vida y en
la fuente principal de mis satisfacciones.
En la primera carta que se conserva suya, que escribió con 16 años, Hume ya habla de la posibilidad de
"investigar el espíritu humano". Así que, hastiado por los estudios de leyes, pasó un periodo de crisis en
1734 que evoca en una carta a John Arbuthnot.5 Se trataba de una «insuperable aversión hacia toda
cosa salvo los estudios de filosofía y el saber en general». Rehusando así ser abogado, marchó a Bristol
para intentar ganarse la vida con el comercio antes de viajar a Francia y permanecer allí casi tres años,
residiendo primero en Reims y luego en La Flèche (actual Sarthe) entre 1735 y 1737. Ya con 26 años
acabó de redactar su Tratado de la naturaleza humana. La lectura de John Locke y del obispo y filósofo
irlandés George Berkeley y su distinción entre razón y sentidos había despertado su crítica al concepto
de causalidad, y Hume llevó aún más lejos sus principios intentando demostrar que la razón y sus
juicios son meras asociaciones habituales de diferentes sensaciones o experiencias.
De vuelta a Londres (1737) publica sin nombre de autor los dos primeros libros de esta obra en enero de
1739, sin despertar atención alguna. Su decepción fue muy grande y en su Autobiografía comentó de
este primer trabajo que «nació muerto a causa de la prensa».6 En realidad, le hicieron varias reseñas, si
bien ninguna alcanzó a comprender las tesis de Hume ni la amplitud de sus propósitos, tal vez por el
estilo abstruso que había adoptado.7 Sin embargo, esto sirvió para que el filósofo apercibiera la
importancia de ser bien comprendido por su público, de forma que reescribió en un estilo menos
abstracto sus ideas para explicarse con mayor claridad y extensión, abandonando el género del tratado
sistemático y adoptando los más literarios del diálogo y del ensayo (afinado este por sus
contemporáneos Steele y Addison) para exponer su pensamiento. Aplicó ese estilo y géneros también a
sus otros libros, que desde entonces tuvieron como propósito principal aclarar las ideas condensadas y
anticipadas en los tres volúmenes de esta obra. Por ello Hume rehusó que el Tratado formara parte de
sus Obras completas, si bien esta renuncia no impidió que su primer libro sea hoy una de las obras más
importantes de la filosofía occidental.
Tras el fracaso del Tratado, Hume volvió con su familia a Escocia en 1739, llevando una vida frugal y
morigerada; conoció a su pariente lejano, el ilustrado y liberal juez del Tribunal Supremo de Escocia
Henry Home, lord Kames, quien llegó a ser, en palabras de David, su mejor amigo, y comenzó además
una relación epistolar con Francis Hutcheson. Publicó en 1740 un Resumen del Tratado de la
naturaleza humana y luego, en otoño, se animó a publicar también el libro III del Tratado así como un
Apéndice. En ese mismo año conoció también al famoso economista Adam Smith, en quien tanto
habían de calar sus ideas. Publicó la primera parte de sus Ensayos morales y políticos (compuesto de 15
textos) en 1741 en Edimburgo y la obra fue un éxito, siendo objeto de una segunda edición en 1742
aumentada con 12 textos nuevos.
Ese mismo año devino preceptor de George Vanden-Bemp, III marqués de Annandale (1720-1792),
cuya salud mental se degradaba poco a poco, y en 1746 se convirtió en secretario del general James
Saint-Clair (1688-1762), pariente suyo por demás, y viajó con él y con sir Harry Erskine en una misión
diplomática a Viena y a Turín en 1748.8 A causa de este viaje se despertó en Hume un interés por la
historia que todavía tardó unos años en florecer; publicó sin embargo en ese año sus Investigaciones
sobre el entendimiento humano (más tarde bautizadas Encuesta sobre el entendimiento humano), sin
suscitar apenas interés. Sin embargo, en esta obra, inspirándose en el ocasionalismo de Malebranche,
creaba una epistemología para la cual el contenido de las leyes que rigen nuestro mundo no puede
deducirse o plantearse a priori, como con una deducción lógica o una proposición matemática; se
descubre solo por la constatación a posteriori (desde la experiencia, desde el empirismo) de ciertas
correlaciones. La observación experimental de estas correlaciones permite seguidamente precisar el
contenido de estas leyes.
Volvió a Escocia en 1749; escribió sus Discursos políticos y sus Investigaciones sobre los principios de
la moral (más tarde rebautizados Encuesta sobre los principios de la moral). Este último rehacía
parcialmente y reformulaba ciertos puntos ya abordados en el Tratado de la naturaleza humana. Su
reputación de filósofo comenzaba entonces a expandirse. En 1751 volvió a Edimburgo y publicó en 1752
sus Discursos políticos, que fueron bien acogidos. Sin embargo, en Londres sus Investigaciones sobre
los principios de la moral se recibieron con indiferencia.
Pero de él le sacó la oferta de un puesto de secretario en la Embajada de Francia por parte del Conde de
Hertford (1763) y marchó a París. En 1767 pasó a ser el encargado de negocios. Aprovechó entonces
para frecuentar a los philosophes enciclopedistas de la Ilustración y el salón de Madame d'Épinay (1726-
1783), a quien le pareció un hombre eminente, pero soso y sin conversación, al menos con las damas.9
Abandonó estas funciones en 1766 para ser nombrado subsecretario de Estado en Londres, y volvió a
Inglaterra en compañía de Jean-Jacques Rousseau, a quien admiraba y había invitado a Inglaterra, para
librarle del acoso que sufría en tierras galas, pero con quien convivió difícilmente a causa de la paranoia
que aquejaba al final de su vida al genial suizo, a quien, sin embargo, le consiguió una pensión otorgada
por el rey de Inglaterra; estos desencuentros y desavenencias entre ambos filósofos fueron seguidos con
cierto morboso interés por toda la Europa ilustrada.
Los años siguientes los repartirá entre su Escocia natal y Londres, donde ocupó el cargo de
subsecretario de Estado para el Departamento septentrional; sin embargo, la joya de la Ilustración
escocesa no había dejado nunca de escribir y, en 1768, se dedicó a corregir una reedición de su Historia
de Inglaterra, la obra que más fama y reconocimiento le dio en vida. Al año siguiente volvió a
Edimburgo.10
A partir de 1775 comenzó a sentir los efectos de un tumor intestinal, y un año más tarde falleció a la
edad de sesenta y cinco años. Junto a él, en su lecho de muerte, se encontraba su amigo Adam Smith,
quien contó cómo Hume bromeaba imaginando qué excusa dar a Caronte cuando se lo encontrara.
Sabedor del poco tiempo que le quedaba, Hume escribió una corta noticia autobiográfica algo antes de
su deceso (My own life). En ella, esforzándose por guardar un tono objetivo, describe en especial cómo
incrementó progresivamente su patrimonio y pasó de una relativa pobreza a una cierta opulencia.
Termina con un análisis de su carácter: «Dulce, dueño de sí mismo, de un humor alegre y social, capaz
de amistad, pero muy poco inclinado al odio, y harto moderado en todas mis pasiones.»12
Su autobiografía fue publicada con carácter póstumo en 1777, así como Diálogos sobre la religión
natural (1779), ya que, aunque Hume los había escrito hacia 1750, consideró que debía ocultar su
trabajo a causa de su naturaleza escéptica y la natural hostilidad de las iglesias en general, y de la
calvinista en particular, al respecto, como después sufrió uno de sus principales amigos, Adam Smith, al
redactar y publicar su obituario.
Primeras obras
En 1734, tras unos meses en Bristol, dejó el estudio autodidacta y se trasladó a La Flèche (Anjou,
Francia). Durante los cuatro años que permaneció allí, diseñó su plan de vida, como escribiría en De mi
propia vida (1776), decidiendo «hacer que una estricta frugalidad supla mi falta de fortuna, para
mantener mi independencia intacta, y para considerar todas las cosas prescindibles excepto la mejoría
de mi talento para la literatura».
En La Flèche completó el Tratado de la naturaleza humana (1739) a la edad de veintiséis años. Aunque
hoy en día se considera al Tratado el trabajo más importante de Hume y uno de los libros más
relevantes de la historia de la filosofía, el público británico le dispensó una fría acogida. El mismo Hume
describió la falta de reacción popular ante la publicación de su Tratado en 1739-1740 al escribir del
libro que «nació muerto desde la imprenta, sin ni siquiera alcanzar la distinción necesaria para levantar
un murmullo entre los fanáticos. Pero, siendo de temperamento alegre y optimista, me recuperé pronto
de la decepción y proseguí con ardor mis estudios». Entonces escribiría un resumen de un libro
publicado recientemente titulado Tratado de la naturaleza humana, donde el argumento central del
libro se ilustra y explica. Sin revelar su autoría, intentó hacer su trabajo más inteligible acortándolo,
pero incluso esta labor publicitaria erró en su propósito de despertar el interés en el Tratado.
Tras la publicación de Ensayos de moral y política en 1744 solicitó una cátedra de ética y pneumática
(psicología) en la Universidad de Edimburgo, pero fue rechazado. Durante la Rebelión Jacobita de 1745
fue tutor del Marqués de Annandale. Fue entonces cuando comenzó su gran trabajo histórico, la
Historia de Inglaterra, obra publicada en seis volúmenes entre 1754 y 1762 que alcanzaría un éxito
considerable, a diferencia de lo que ocurrió con el Tratado.
Hume fue acusado de herejía por la Iglesia escocesa, pero sus amigos le defendieron alegando que al ser
ateo estaba fuera de la jurisdicción de la Iglesia de Escocia. A pesar de resultar absuelto y posiblemente
debido a la oposición de Thomas Reid de Aberdeen, que durante ese año criticó su metafísica desde el
cristianismo, le fue denegada la cátedra de filosofía en la Universidad de Glasgow. En 1752, como relata
en De mi propia vida, «la facultad de derecho me eligió como bibliotecario, un empleo por el que
recibía escasos o nulos emolumentos, pero que puso bajo mi mando una gran biblioteca». Esta
biblioteca le proporcionó las fuentes que le permitieron continuar con las investigaciones históricas
necesarias para la escritura de su Historia de Inglaterra.
Reconocimiento de su obra
Hay un relato (probablemente falso) sobre David Hume y su supuesto ateísmo. En él, Hume cae de su
caballo en un barrizal y se empieza a hundir. Entonces pasa por allí una anciana y pía dama. Cuando ve
al célebre ateo agitando sus brazos en un intento de salvar su vida se acerca al borde y le mira. Hume le
suplica a la dama que le acerque una rama para poder escapar, pero ella responde que se niega a menos
que proclame su devoción a Dios Todopoderoso. Hume finalmente hace lo que le pide y la dama le
ayuda a salir.
De 1763 a 1765 Hume ejerció como secretario de Lord Hertford en París, donde se ganó la admiración
de Voltaire y fue agasajado por las damas de la alta sociedad. Allí trabó una amistad con Rousseau que
más tarde se estropearía. Escribió sobre su estancia en París «A menudo añoré la tosquedad de The
Poker Club de Edimburgo... para corregir y rectificar tanta exquisitez». En 1768 se estableció en
Edimburgo. En 1770, el filósofo alemán Immanuel Kant avivó el interés por los trabajos filosóficos de
Hume al declarar que le habían despertado de «sueños dogmáticos» (circa) y desde entonces gozó del
reconocimiento que había perseguido durante toda su vida.
Muerte
James Boswell visitó a Hume pocas semanas antes de su muerte. Hume le dijo que sinceramente veía la
vida después de la muerte como «el capricho más irracional». Hume escribió su propio epitafio:
«Nacido en 1711, Muerto en 1776. Dejando a la posteridad que añada el resto», que está grabado
conjuntamente con el año de su fallecimiento en la «sencilla tumba romana» que dejó escrito que
prefería y que está situada, como deseaba, en la ladera este de Calton Hill, desde la que se ve su casa, en
el número 1 de St David Street del New Town de Edimburgo.
Su tumba se encuentra, como él lo deseaba, en la ladera suroeste de Calton Hill, en el cementerio Old
Calton. Adam Smith contó más tarde la divertida especulación de Hume de que podría pedirle a
Caronte, el barquero de Hades, que le permitiera unos años más de vida para ver "la caída de algunos de
los sistemas de superstición prevalecientes". El barquero respondió: "Tú, pícaro merodeador, eso no
sucederá en estos cientos de años... Entra en el bote ahora mismo". Smith compuso un elogio para
Hume poco después de la muerte y se encuentra como pieza complementaria de su breve autobiografía
publicada póstumamente, Mi vida (1776).15
Filosofía
Aunque Hume escribió sus obras en el siglo xviii, su trabajo sigue siendo relevante en las disputas
filosóficas de la actualidad, lo que contrasta con las aportaciones de muchos de sus contemporáneos. En
Tratado de la naturaleza humana, Hume explica cómo la ciencia del hombre es "la única base sólida
para las otras ciencias" y que el método de esta ciencia requiere tanto la experiencia como la
observación como fundamentos de un argumento lógico.16 Como se lee en la Enciclopedia de obras de
Filosofía de Franco Volpi, «las ciencias empíricas del espíritu han de formular el conjunto de leyes
sencillas y universalmente válidas [...] Según Hume, este conjunto es la naturaleza del hombre».13 Con
respecto a esto, el historiador y filósofo Frederick Copleston sugiere que "el plan de Hume es extender a
la filosofía en general las limitaciones metodológicas de la física newtoniana".17 La filosofía de Hume y
las escuelas de pensamiento influenciadas por él también se conocen como "humeanismo".18 A
continuación se ofrece un sumario de sus trabajos filosóficos más influyentes:
Empirismo
Hume creía que todo el conocimiento humano proviene de los sentidos, pero llevó el empirismo a un
nuevo nivel de escepticismo. Argumentó de acuerdo con la visión empirista de que todo conocimiento se
deriva de la experiencia sensorial, pero aceptó que esto tiene implicaciones que normalmente no son
aceptables para los filósofos. Escribió, por ejemplo, «Locke divide todos los argumentos en
demostrativos y probables. Desde este punto de vista, debemos decir que sólo es probable que todos los
hombres deban morir o que el sol saldrá mañana, porque ninguno de estos puede demostrarse».19
Hume pensó que podemos formar creencias sobre aquello que se extiende más allá de cualquier
experiencia posible, mediante el funcionamiento de facultades como la costumbre y la imaginación,
pero se mostró escéptico sobre las afirmaciones de conocimiento sobre esta base.
Ideas e impresiones
Una doctrina central de la filosofía de Hume, enunciada en las primeras líneas del Tratado de la
naturaleza humana es que la mente se compone de percepciones, o de los objetos mentales que le son
presentes, y que se dividen en dos categorías: "Todas las percepciones de la mente humana se resuelve
en dos clases distintas, que llamaré impresiones e ideas".20 Hume creía que "no sería muy necesario
emplear muchas palabras para explicar esta distinción".21 Las percepciones o impresiones son “todo lo
que puede estar presente a la mente, sea que empleemos nuestros sentidos, o que estemos movidos por
la pasión o que ejerzamos nuestro pensamiento y nuestra
reflexión”.22 Las ideas son impresiones "débiles". Por ejemplo,
experimentar la dolorosa sensación de tocar el mango de una sartén
caliente es más contundente que simplemente pensar en tocar una
sartén caliente.21
«Una proposición que no parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son
nada excepto copias de nuestras impresiones, o, en otras palabras, que nos resulta imposible
pensar en nada que no hayamos sentido con anterioridad, mediante nuestros sentidos
externos o internos».24
«Las percepciones o impresiones e ideas simples son tales que no admiten distinción ni
separación. Los complejos son contrarios a estos, pudiendo distinguirse en partes. Aunque
un color, un sabor y un olor en particular son cualidades unidas en esta manzana, es fácil
percibir que no son lo mismo, pero al menos se pueden distinguir entre sí [...] El examen
completo de esta cuestión es el tema del presente tratado; y, por tanto, aquí nos
contentaremos con establecer una proposición general, que todas nuestras ideas simples en
su primera aparición se derivan de impresiones simples, que les son correspondientes y que
representan exactamente».25
Asociación de ideas
Aunque en apariencia nuestro pensamiento tenga una libertad ilimitada, en realidad toda la creatividad
de la mente se reduce a la facultad de mezclar, aumentar o disminuir, o combinar los materiales que nos
dan los sentidos y la experiencia. Todas aquellas cosas que imaginamos se derivan de una experiencia
previa, ya sea interna o externa. Podemos imaginar una montaña de oro, aunque no exista en la
realidad, porque, aunque no hemos experimentado la cosa en sí, tenemos experiencia de lo que es una
montaña y de lo que es el oro, hemos combinado en nuestra mente dos ideas que conocíamos con
anterioridad gracias a la experiencia sensible. En consecuencia existe un principio de conexión entre los
distintos pensamientos o ideas, ya que cuando se presentan en la memoria o la imaginación, unos
introducen a otros siguiendo un cierto orden. Hume pensaba que había tres principios de conexión
entre ideas: el de semejanza, contigüedad en el espacio y en el tiempo y el de causa o efecto.
El principio de semejanza se refiere a la tendencia de las ideas a asociarse si los objetos que
representan se parecen entre sí. Por ejemplo, alguien que mira la ilustración de una flor puede
concebir una idea de la flor física porque la idea del objeto ilustrado está asociada con la idea del
objeto físico.
El principio de contigüidad describe la tendencia de las ideas a asociarse si los objetos que
representan están cerca unos de otros en el tiempo o en el espacio, como cuando el pensamiento
de un crayón en una caja nos lleva a pensar en el crayón contiguo.
El principio de causa y efecto se refiere a la tendencia de las ideas a asociarse si los objetos que
representan están relacionados causalmente, lo que explica cómo recordar una ventana rota puede
hacer que alguien piense en una bola que había hecho añicos la ventana.
Causalidad y hábito
Todos nuestros razonamientos sobre cuestiones de hecho parecen fundarse en la relación de causa y
efecto. Solo a través de esta relación podemos ir más allá de la evidencia de nuestra memoria y nuestros
sentidos. Hume pone el siguiente ejemplo: una persona que encontrase un reloj en una isla desierta
llegaría a la conclusión de que allí hubo alguien. Hume se dio cuenta de que aunque percibimos que un
elemento suceda al otro, no percibimos ninguna condición necesaria y suficiente entre los dos. Entre
ambos hechos se supone una relación que hace que del hecho presente se infiera otro, estableciendo
entre ellos una relación de causa y efecto: hay un reloj (efecto) porque antes hubo una persona a la que
le pertenecía (causa). Una vez que nos damos cuenta de que "A debe producir B" equivale simplemente
a "Debido a su conjunción constante, estamos psicológicamente seguros de que B seguirá a A", entonces
nos queda una noción de necesidad muy débil.28 En consecuencia, no tenemos ninguna razón para
creer que el primero causó al segundo, o que continuarán apareciendo siempre en conjunción constante
en el futuro.29
Hume explica que cuando alguien observa que un objeto o evento produce consistentemente el mismo
objeto o evento, se da como resultado de la psicología humana30 al tener "una expectativa de que un
evento particular (una 'causa') será seguido por otro evento (un 'efecto') previa y constantemente
asociado con él", puesto que ningún objeto revela a través de las cualidades que son captadas por los
sentidos ni sus causas ni sus efectos.31 Hume llama a este principio costumbre o hábito.
«No tenemos otra noción de causa y efecto que la de ciertos objetos, que siempre han estado
unidos entre sí, y que en todos los casos pasados se han encontrado inseparables. No
podemos penetrar en la razón de la conjunción. Solo observamos la cosa en sí, y siempre
encontramos que a partir de la conjunción constante los objetos adquieren una unión en la
imaginación».32
Dado que de acuerdo con Hume no podemos conocer nada de la naturaleza con anterioridad a la
experimentación, incluso un hombre racional sin experiencia «no podría haber inferido de la
transparencia y la fluidez del agua que sofocaría su sed, o a partir de la luz y el calor del fuego que le
consumiría» (EHU, 4.1.6). Hume declaró que nuestra idea de causalidad consiste en poco más que la
esperanza de que ciertos acontecimientos se den tras otros que los preceden. Esto constituye un aspecto
importante del escepticismo de Hume, en cuanto equivale a decir que no podemos tener la certeza
acerca de puntos de vista de metafísicos y teológicos (como sustancia y Dios)33 sobre la base de que no
se basan en hechos y observaciones de las que esas ideas se derivan y, por lo tanto, están más allá del
alcance del entendimiento humano (véase el Tenedor de Hume). Aun así, Hume creía en el principio
causal, y en 1754 escribió a John Stewart: «nunca he afirmado una proposición tan absurda como que
cualquier cosa podría surgir sin una causa».34 35
Críticas similares a la causalidad han sido expuestas anteriormente por Malebranche y Algazael. Pero
esto desafía al sentido común, creando el problema de la causación —¿Qué justifica nuestra confianza
en la existencia de una conexión causal y de qué clase de conexión podemos saber?—, un problema para
el que no se ha encontrado solución. Hume sostuvo que tanto nosotros como otros animales tenemos
una tendencia instintiva a creer en la causación debido al desarrollo de hábitos de nuestro sistema
nervioso, una creencia que no podemos eliminar, pero que no podemos probar mediante ningún
argumento, deductivo o inductivo.
Problema de la inducción
Dado que todo lo que podemos decir, pensar o predecir de la naturaleza debe venir de la experiencia
previa, nuestro conocimiento yace en el razonamiento inductivo, necesario en el método científico. No
obstante, las inferencias del razonamiento inductivo, según Hume, presuponen que se puede confiar en
los actos pasados como regla a partir de la cual se puede predecir el futuro. Por ejemplo, si en el pasado
ha llovido el 60 % del tiempo cuando se daban unas condiciones atmosféricas determinadas, entonces
en el futuro probablemente lloverá un 60 % del tiempo si se dan las mismas condiciones. Pero aún
queda el problema de cómo justificar tal inferencia. Este principio de uniformidad no es evidente por sí
mismo. Hume sugirió dos posibles justificaciones que, sin embargo, rechazó:
1. La primera justificación descansa en la suposición, tomada como una necesidad lógica, de que el
futuro debe parecerse al pasado. Pero Hume puntualiza que podemos concebir un mundo caótico y
errante en el que el futuro no tiene nada que ver con el pasado; o un mundo como el nuestro hasta
el presente, que llegado a un punto cambia totalmente. Así que nada hace que el principio de
inducción sea una necesidad lógica.
2. La segunda justificación, más modesta, apela a los éxitos anteriores de la inducción: en el pasado
ha funcionado en la mayoría de las ocasiones, así que probablemente seguirá haciéndolo en el
futuro. Pero, como Hume comenta, esta justificación hace uso del razonamiento circular en un
intento de justificar la inducción mediante la reiteración, lo que nos devuelve al punto de partida.
Esto se le conoce como el problema de la inducción, y con él Hume sostuvo que no hay certeza de que el
futuro se parezca al pasado. Por lo tanto, como un ejemplo simple propuesto por Hume, no podemos
saber con certeza mediante el razonamiento inductivo que el sol continuará saliendo por el Este, sino
que esperamos que lo haga porque lo ha hecho repetidamente en el pasado. A pesar de la crítica de
Hume a la inducción, sostuvo que era superior a la deducción en el reino del pensamiento empírico. Tal
y como declara:
«esta operación de la mente, por la que podemos inferir los efectos de las causas y viceversa,
es esencial para la subsistencia de todas las criaturas humanas, es probable que pueda
confiarse más en ella que en las falacias de la deducción de nuestra razón, que es lenta en sus
operaciones; no aparece en los primeros años de la infancia; y como mucho es, en cualquier
edad y periodo de la vida humana, extremadamente proclive al error». (EHU, 5.2.22)
Hume concluyó que cosas como la creencia en un mundo externo y la creencia en la existencia del yo no
eran racionalmente justificables. No obstante, según Hume, estas creencias debían aceptarse debido a
su profunda base en el instinto y la costumbre.36 Sin embargo, el legado duradero de Hume fue la duda
que sus argumentos escépticos arrojaron sobre la legitimidad del razonamiento inductivo, lo que
permitió a muchos escépticos que lo siguieron arrojar dudas similares.
Bundle theory y el yo
Los filósofos empiristas como Locke y Berkeley observaron que solo somos capaces de tener constancia
de las características y propiedades concretas de lo que hay en nosotros y a nuestro alrededor en un
momento determinado que luego atribuimos a hipotéticos sustratos que reposan esas cualidades.
Mientras Locke acepta la existencia sustancias individuales y Berkeley solo las espirituales (solo Dios y
el alma), Hume niega cualquier tipo de sustancia.37 "La idea de una substancia [...] no es más que una
colección de ideas simples que están unidas por la imaginación y poseen un nombre particular asignado
a ellas, por el que somos capaces de recordar para nosotros mismos o los otros esta colección."38 Esto
constituye su bundle theory, o "teoría del haz", según la cual los objetos solo lo son en tanto que
conjuntos de propiedades concretas e individuales.39 Hume sostiene que toda idea viene de una
impresión sensible, pero al igual que la sustancia, no tenemos ninguna impresión del yo en sí.40
Declara así en su Tratado de la naturaleza humana:
«Por mi parte, cuando penetro más íntimamente en lo que llamo "yo mismo", siempre
tropiezo con una u otra percepción particular, de frío o de calor, de luz o de sombra, de dolor
o de placer. Nunca puedo captar un "yo mismo" sin encontrar siempre una percepción, y
nunca puedo observar nada más que la percepción.»41
«Un hombre es un conjunto o colección de diferentes percepciones que se suceden con una
rapidez inconcebible y están en un flujo y movimiento perpetuos; la identidad que atribuimos
a la mente es análoga a la que atribuimos a plantas y animales: la imaginación nos hace
confundir una sucesión de objetos relacionados con un objeto idéntico; ocultamos la
interrupción fingiendo un alma, un yo o una sustancia, o "imaginamos algo desconocido y
misterioso que conecta las partes junto a su relación"; la identidad que atribuimos a la mente
del hombre es ficticia»44
Esta visión fue transmitida por intérpretes positivistas, que vieron a Hume como sugiriendo que
términos como "sí mismo", "persona" o "mente" se referían a colecciones de "contenidos
sensoriales".45 Como lo expresa William James:46
«Sin embargo, en su más amplio sentido, el yo de un hombre es la suma total de todo lo que
puede llamar suyo, no solo su cuerpo y sus poderes psíquicos, sino su ropa y su casa, su
mujer e hijos, sus antepasados y amigos, su reputación y obras, sus tierras y caballos, y su
yate, y su cuenta bancaria. (...) En primer lugar su cuerpo, sus amigos luego y, finalmente,
sus disposiciones espirituales, deben ser los objetos de supremo interés para toda mente
humana.»
Al contrario de lo que muchos han supuesto, Hume no respalda la teoría del haz ni tampoco sostiene
que la mente es solo una serie de experiencias. Su posición básica, como escéptico moderado es que la
esencia de la mente es desconocida y no tenemos ninguna razón empíricamente justificable para creer
en la existencia de un sujeto persistente, o una mente ontológicamente distinta a una serie de
experiencias.47 Derek Parfit presentó una versión moderna de esta teoría de la identidad en su obra
Razones y personas. La negación bien argumentada de un yo sustancial precipitó una crisis filosófica de
la que Immanuel Kant intentó rescatar la filosofía occidental a través de la distinción entre el yo
empírico y el yo trascendental.42 48
Hume podría considerarse como fenomenólogo.37
Ética
Razón práctica
Su trabajo se asocia con la doctrina del instrumentalismo, que dice que una acción es razonable si y solo
si sirve para alcanzar los propios deseos, sean los que sean. La razón puede participar solamente
informando acerca de las acciones que serán más útiles para alcanzar las metas y deseos, pero nunca
dirá qué metas y deseos se deben tener. Así que si alguien quiere ingerir papel de aluminio la razón dirá
dónde encontrarlo, y no hay nada irracional en el hecho de comerlo o en querer hacerlo (a menos que se
tenga un deseo más fuerte de conservar la salud). Hoy en día, sin embargo, se aduce que Hume fue un
paso más allá adentrándose en el nihilismo, pues dijo que no había nada irracional en frustrar los
propios deseos y metas. Tal conducta sería anormal, pero no sería contraria a la razón.[cita requerida]
Emotivismo
David Hume trató la ética por primera vez en el segundo y tercer libro del Tratado de la naturaleza
humana (1739). Varios años después, extrajo y extrapoló las ideas allí propuestas en un ensayo más
corto titulado Investigación sobre los principios de la moral (1751). La aproximación de Hume a los
problemas morales es fundamentalmente empírica. En lugar de decir cómo debería de operar la moral,
expone cómo realizamos los juicios morales. Tras proporcionar varios ejemplos llega a la conclusión de
que la mayoría (si no todas) de las conductas que aprobamos tienen en común que buscan incrementar
la utilidad y el bienestar público. Al contrario que el también empirista Thomas Hobbes, Hume declara
que no solo realizamos juicios morales teniendo en cuenta nuestro propio interés, sino también el de
nuestros conciudadanos. Hume defiende esta teoría de la moral al asegurar que nunca podemos realizar
juicios morales basándonos únicamente en la razón. Nuestra razón trata con hechos y extrae
conclusiones a partir de ellos, pero no nos puede llevar a elegir una opción sobre otra; solo los
sentimientos pueden hacerlo. Este argumento contra la moral fundamentada en la razón forma parte
hoy en día de los argumentos antirrealistas.
La razón es y solo puede ser la esclava de las pasiones y no puede pretender otro oficio más
que servirlas y obedecerlas.
Tratado de la naturaleza humana, De las pasiones, De la Moral
Las "leyes" de la conducta no se adecúan a ninguna filosofía moral basada en un hipotético derecho
divino o natural porque, de hecho, la norma cede y se adapta hasta el punto de poder llegar a ser
abominable desde la perspectiva de un iusnaturalista. Tampoco son dictados de la razón, que merece
bien escasa atención a los ojos de Hume. Como esclava de las pasiones que es, debe limitarse a
sancionar ex postfactum lo que la interacción constante entre la naturaleza y las necesidades del
hombre vayan determinando como justo. Es la actividad del hombre la que conforma la regla moral y
no al revés. El objeto de la moral (pasiones, voliciones y acciones) no es susceptible de ese acuerdo o
desacuerdo entre las ideas sobre las que se basan lo verdadero y lo falso. Si la razón no puede ser la
fuente del juicio de valor, habrá que buscarlo en el sentimiento, que surge espontáneo en nosotros ante
acciones susceptibles de lo que consideramos valoración moral. El análisis de este sentimiento revela
que es una forma de placer o de "gusto". Ello le lleva a excluir de la moral todo rastro de austero
moralismo o de mortificación del alma o del cuerpo, porque el fin de la moral es la felicidad y el gozo de
vivir del mayor número de hombres posible. Para Hume, son los sentimientos de "simpatía" los que nos
permiten experimentar las sensaciones ajenas.53 Esta empatía converge con la "benevolencia".54
Es notable que nada conmueve más a un hombre de humanidad que cualquier instancia de
extraordinaria delicadeza en el amor o la amistad, en la que una persona está atenta a las
preocupaciones más pequeñas de su amigo y está dispuesta a sacrificar por ellas el interés
más considerable. de su propia Tales manjares tienen poca influencia en la sociedad; porque
nos hacen considerar las pequeñeces más grandes: pero son tanto más atractivas cuanto más
minuciosa es la preocupación, y son una prueba del mayor mérito de cualquiera que sea
capaz de ellas. Las pasiones son tan contagiosas, que pasan con la mayor facilidad de una
persona a otra, y producen movimientos correspondientes en todos los pechos humanos.
Donde la amistad aparece en casos muy señalados, mi corazón se llena de la misma pasión y
se calienta con esos cálidos sentimientos que se manifiestan ante mí.
El sentimentalismo moral de Hume fue compartido por su amigo cercano Adam Smith,55 y los dos
fueron influenciados mutuamente por las reflexiones morales de su contemporáneo mayor, Francis
Hutcheson.56 Igualmente de duro se muestra Hume ante el problema religioso. Al eliminar la razón de
su trono, Hume negó el papel de Dios como fuente de moralidad. Hume criticó la moral basada en
mandatos divinos y en castigos eternos. Según Boswell, Hume "dijo rotundamente que la moralidad de
todas las religiones era mala".15
El castigo, sin ningún fin o propósito adecuado, es inconsistente con nuestras ideas de
bondad y de justicia [...] El castigo de acuerdo con nuestra concepción debería ser
proporcional a la ofensa. ¿Por qué entonces el eterno castigo por las ofensas temporales de
una criatura tan frágil como los hombres? [...] Cielo e infierno suponen dos especies distintas
de hombre, los buenos y los malos. Pero la mayor parte de la humanidad flota entre el vicio y
la virtud. [...] Suponer criterios de aprobación y culpa diferentes de las humanas lo confunde
todo. ¿De dónde aprendemos que existen distinciones morales sino es de nuestros propios
sentimientos? [...] La principal fuente de las ideas morales es la reflexión sobre los intereses
de la sociedad. ¿Deben estos intereses, tan cortos, tan frívolos, ser guardados por los castigos,
eternos e infinitos? La condenación de un hombre es un mal infinitamente más grande en el
universo que la subversión de millones de reinos.57
Junto con Thomas Hobbes, Hume es citado como un compatibilista. El compatibilismo busca
reconciliar el libre albedrío con la visión mecanicista de que los seres humanos son parte de un universo
determinista, que está completamente gobernado por leyes físicas. Hume, en este punto, fue
influenciado en gran medida por la revolución científica, particularmente por Isaac Newton. Hume
argumentó que la disputa entre libertad y determinismo continuó durante 2000 años debido a una
terminología ambigua. Escribió: "Por esta sola circunstancia, que una controversia se ha mantenido
durante mucho tiempo a pie... podemos suponer que hay alguna ambigüedad en la expresión", y que
diferentes litigantes utilizan diferentes significados para los mismos términos.
Hume define el concepto de necesidad como "la uniformidad, observable en las operaciones de la
naturaleza; donde objetos similares se conjugan constantemente",58 y la libertad como "un poder de
actuar o no actuar, según las determinaciones de la voluntad."59 Luego argumenta que, de acuerdo con
estas definiciones, no solo los dos son compatibles, sino que la libertad requiere necesidad. Porque si
nuestras acciones no fueran necesarias en el sentido anterior, tendrían "tan poca relación con los
motivos, inclinaciones y circunstancias, que una no se sigue con cierto grado de uniformidad de la otra".
Pero si nuestras acciones no están así conectadas a la voluntad, entonces nuestras acciones nunca
podrán ser libres: serían una cuestión de "azar, que universalmente se permite que no exista".60 El
filósofo australiano John Passmore escribe que ha surgido confusión porque se ha interpretado que
"necesidad" significa "conexión necesaria". Una vez que esto ha sido abandonado, Hume sostiene que
"se encontrará que la libertad y la necesidad no están en conflicto una con la otra".61
Además, Hume continúa argumentando que para ser considerado moralmente responsable, se requiere
que nuestro comportamiento sea causado o necesario, ya que, como escribió:
Hume describe el vínculo entre la causalidad y nuestra capacidad para tomar una decisión
racionalmente a partir de esta inferencia de la mente. Los seres humanos evalúan una situación
basándose en ciertos eventos predeterminados y de ahí forman una elección. Hume cree que esta
elección se hace de forma espontánea. Hume llama a esta forma de toma de decisiones la libertad de la
espontaneidad.63
Hume se percató de que muchos escritores hablaban sobre lo que debería ser partiendo de la base de lo
que es; pero hay una gran diferencia entre las proposiciones descriptivas (lo que es) y las prescriptivas
(lo que debe ser) (véase libro III, parte I, sección I del Tratado de la naturaleza humana). Hume pide a
los escritores que se pongan en guardia ante estos cambios sin aportar explicaciones acerca de cómo se
supone que las proposiciones prescriptivas deben de seguirse de las declarativas. La cuestión de ¿con
qué exactitud se puede derivar el 'deber' del 'ser'? ha llegado a ser una de las cuestiones centrales de la
teoría ética, y a Hume se le adjudica normalmente la opinión de que tal derivación es imposible (otros
interpretan que Hume no dijo que una aserción fáctica no puede devenir en una aserción ética, sino que
no podía hacerse sin prestar atención a los sentimientos humanos). Hume es probablemente uno de los
primeros escritores que realizó una distinción entre lo normativo (lo que debería ser) y lo positivo (lo
que es). G. E. Moore defendió una posición similar con su argumento de la pregunta abierta, en un
intento de refutar cualquier identificación entre las propiedades morales y las naturales, la llamada
falacia naturalista.
Utilitarismo
Podemos concluir, por tanto, que, para establecer leyes para la regulación de la propiedad,
debemos conocer la naturaleza y situación del hombre; debe rechazar las apariencias, que
pueden ser falsas, aunque engañosas; y debe buscar aquellas reglas que son, en conjunto, las
más útiles y beneficiosas. El sentido vulgar y la ligera experiencia son suficientes para este
propósito; donde los hombres no dan paso a una avidez demasiado egoísta o a un entusiasmo
demasiado extenso.68
Investigación sobre los principios de la moral. Sección 3. De la Justicia.
Para responder al escepticismo moral, la teoría moral de Hume apela explícitamente a un "sentido
común" y a un “principio de humanidad".69 70 Hume, junto con los demás miembros de la ilustración
escocesa, fue probablemente el primero en proponer que la razón de los principios morales puede
buscarse en la utilidad que tratan de promover. El papel de Hume, sin embargo, no debe
sobreestimarse; fue Francis Hutcheson el que acuñó el lema del utilitarismo: «la mayor felicidad para
el mayor número». Pero fue tras leer el Tratado de Hume cuando Jeremy Bentham sintió por primera
vez la fuerza del sistema utilitario. Sin embargo, el proto-utilitarismo de Hume es peculiar. No cree que
la adición de unidades de utilidad proporcione la forma de llegar a la verdad moral. Al contrario, Hume
era un sentimentalista moral y, como tal, pensaba que los principios morales no podían justificarse
intelectualmente. Algunos principios simplemente nos parecen mejores que otros; y la razón de por qué
los principios utilitarios nos parecen mejores es porque favorecen nuestros intereses y los de nuestros
coetáneos, con los que simpatizamos. Los seres humanos están fuertemente predispuestos a aprobar
normas que promuevan la utilidad pública de la sociedad. Hume usó esta idea para explicar cómo
evaluamos un amplio abanico de fenómenos, desde las instituciones sociales y políticas
gubernamentales a los rasgos de la personalidad.64
Estética
Las ideas de Hume sobre la estética y la teoría del arte se extienden a través de sus obras,71 72
pero
están particularmente conectadas con sus escritos éticos y también con los ensayos Of the Standard of
Taste y Of Tragedy. Sus puntos de vista están enraizados en el trabajo de Joseph Addison y Francis
Hutcheson.73 En el Tratado escribió sobre la conexión entre la belleza y la deformidad y el vicio y la
virtud,74 y sus escritos posteriores sobre este tema continúan trazando paralelos de belleza y
deformidad en el arte, con la conducta y el carácter.75
Así, la belleza de todos los objetos visibles produce un placer muy semejante, aunque se
deriva a veces de la mera especie y apariencia de los objetos y a veces de la simpatía e idea de
su utilidad.
Tratado de la naturaleza humana
En Of the Standard of Taste, Hume argumenta que no se pueden establecer reglas sobre lo que es un
objeto de buen gusto. Sin embargo, un crítico confiable del gusto puede ser reconocido como objetivo,
sensible y sin prejuicios, y con una amplia experiencia.76 En Of Tragedy aborda la pregunta de por qué
los humanos disfrutan de un drama trágico. Hume estaba preocupado por la forma en que los
espectadores encuentran placer en el dolor y la ansiedad representados en una tragedia. Argumentó que
esto se debía a que el espectador es consciente de que está presenciando una actuación dramática. Es un
placer darse cuenta de que los terribles eventos que se muestran son en realidad ficción.77 Además,
Hume estableció reglas para educar a las personas en el gusto y la conducta correcta, y sus escritos en
esta área han sido muy influyentes en la estética inglesa y anglosajona.78 Sus opiniones tuvieron un
impacto en la estética posterior, sobre todo en la Crítica del juicio de Kant.79
Religión
La Enciclopedia de Filosofía de Stanford afirma que Hume "escribió con fuerza e incisiva sobre casi
todas las cuestiones centrales de la filosofía de la religión". Sus "diversos escritos sobre problemas de
religión se encuentran entre las contribuciones más importantes e influyentes en este tema". Sus
escritos en este campo cubren la filosofía, psicología, historia y antropología del pensamiento
religioso.80 Sus contribuciones a la filosofía de la religión han tenido un impacto duradero en la
teología natural y revelada, las cuales en su conjunto proporcionan intento de socavar las justificaciones
de la creencia religiosa.81
Todos estos aspectos fueron discutidos en la disertación de Hume de 1757, Historia natural de la
religión. Argumentó que las religiones monoteístas del judaísmo, el cristianismo y el islam derivan de
religiones politeístas anteriores. Hume coincide con los deístas en fundar la religión en el hombre y no
en la revelación. Pero, a diferencia de aquellos, no será en la razón, sino en los sentimientos donde será
el origen de la religiosidad.82 También sugirió que toda creencia religiosa "se traza, al final, el temor a
lo desconocido".83 De todas formas Hume no se declaró nunca como ateo, sino más bien un escéptico
con respecto al tema.80 En su Investigación sobre el conocimiento humano, postula que la idea de
Dios, en cuanto a un ser perfecto infinitamente sabio y bueno, surge de una proyección aumentada
indefinidamente de nuestra propia mente y de nuestras propias cualidades de bondad y sabiduría. Eso
no significa que Hume niegue la existencia de Dios, sino que niega que se pueda tener certeza de su
existencia como también niega que se pueda tener la certeza de su no existencia. Puesto que solo
podemos tener certeza de lo que experimentamos sensiblemente, no podemos tener certeza de la no
existencia de algo.
Hume menoscaba la pretensión de las pruebas de la existencia de Dios apelando al problema del mal en
el mundo.43 Hume rechazó la idea de una deidad al no tener un impresión directa de esta. Criticó
argumentos usados a favor de su existencia. Hume objetó al argumento ontológico declarando que es
absurdo demostrar a priori la existencia de un Dios porque no hay ser "cuya no existencia implique una
contradicción". Por lo tanto, la existencia de cualquier ser sólo puede probarse mediante argumentos de
su causa o de su efecto.81 También objetó al argumento cosmológico con crítica su la causalidad,
presupuesta en el argumento, y sostuvo además que si explicasen todas las partes dentro del universo,
el universo ya tendría una explicación.85 86
No observamos ni a Dios ni a otros universos y, por lo tanto, ninguna conjunción que los
involucre. No hay una conjunción observada para fundamentar una inferencia a objetos
extensos o a Dios, como causas no observadas.89
Hume también criticó el argumento en sus Diálogos sobre la religión natural. En esto, sugirió que,
incluso si el mundo es un sistema que funciona más o menos suavemente, esto puede ser solo el
resultado de las "permutaciones fortuitas de partículas que caen en un orden autosostenible temporal o
permanente, que por lo tanto tiene la apariencia de diseño".87 Hume afirmó que el mundo es muy
defectuoso e imperfecto, careciendo de diseño o de propósito hacia nosotros, como por ejemplo la
existencia de plagas, enfermedades y catástrofes naturales (ver Argumento del mal diseño). Es
improbable que una deidad sea omnipotente y omnibenevolente por la evidencia de sufrimiento en el
mundo, formulando así una de las primeras versiones del del problema del mal evidencial.90 80 91
92
93
«Permitiré que el dolor o la desdicha en el hombre sea compatible con el poder y la bondad
infinitos de la Deidad, incluso en su sentido de estos atributos: ¿Qué ha avanzado en todas
estas concesiones? Una mera compatibilidad posible no es suficiente. Debe probar estos
atributos puros no mezclados, e incontrolables, del presente fenómeno mixto y confuso, y
solo a partir de estos.»80
Un siglo más tarde, la idea de un orden sin diseño se hizo más plausible gracias al descubrimiento de
Charles Darwin de que las adaptaciones de las formas de vida resultan de la selección natural de las
características heredadas.87 Para el filósofo James D. Madden, es "Hume, rivalizado solo por Darwin,
[quien] ha hecho más para socavar en principio nuestra confianza en los argumentos del diseño entre
todas las figuras de la tradición intelectual occidental".94
Finalmente, Hume discutió una versión del principio antrópico, que es la idea de que las teorías del
universo están restringidas por la necesidad de permitir la existencia del hombre en él como
observador. Hume hace que su portavoz escéptico Filón sugiera que puede haber habido muchos
mundos, producidos por un diseñador incompetente, a quien llamó un "mecánico estúpido". Hume
escribió:
El filósofo estadounidense Daniel Dennett ha sugerido que esta explicación mecánica de la teleología,
aunque "obviamente... una fantasía filosófica divertida", anticipó la noción de selección natural, siendo
la "mejora continua" como "cualquier algoritmo de selección darwiniano".96
Para Hume, el único apoyo de la religión más allá del estricto fideísmo son los milagros. En su sección
Sobre los milagros en Investigación sobre el entendimiento humano, Hume define un milagro como
una violación de las leyes de la naturaleza (en el sentido instrumentalista) y, por tanto, son muy
improbables, pero no imposibles. Aunque Hume deja abierta la posibilidad de que ocurran milagros y se
den a conocer, tal carga de la prueba es extremadamente alta y ofreció varios argumentos específicos
para pensar que esta carga nunca se ha dado diciendo
que nunca es razonable pensar que han ocurrido.97 98
Otro argumento parte de que el testimonio humano
nunca puede ser prueba, entendida como una gran
cantidad de evidencias absolutamente uniformes,
suficientemente digno de confianza para contradecir la
evidencia de las leyes de la naturaleza. Con esto, Hume
llega a las siguientes máximas:
Similarmente en su ensayo De la inmortalidad del alma, Hume argumentó en contra de una vida
después de la muerte y criticó el mecanicismo y dualismo cartesiano al decir que los animales
"indudablemente sienten, piensan [...] de una manera más imperfecta que los hombres; ¿Son sus almas
también inmateriales e inmortales?" y señaló la gran conexión de la mente y el cuerpo, siendo la muerte
de uno el fin de los dos.107 Hume escribe que si aceptamos la existencia de una sustancia inmaterial, “la
naturaleza la usa de la manera en que lo hace con la otra sustancia, la materia", la cual "se disuelve
después de un tiempo". Argumentó por analogía con la naturaleza que el alma debería ser
corruptible.108
En una entrevista de Hume realizada por James Boswell en 1776 dijo que la creencia de una vida
después de la muerte es "una fantasía de lo más irrazonable" y la comparó con un trozo de carbón que
no se quemara puesto al fuego.109 Aun así, Hume postuló que si el alma fuera inmortal, "existía antes
de nuestro nacimiento: y si la primera existencia no nos concierne, tampoco la segunda". Hume
concluye que el único argumento a favor la inmortalidad del alma es por la revelación divina.81
Se ha criticado el argumento de Hume mediante el contraargumento de que tal dictado asume el
carácter de los milagros y las leyes de la naturaleza antes de examinar los milagros, lo que es una sutil
forma de petición de principio. Por ejemplo, William Adams comenta que "debe haber un curso
ordinario de la naturaleza antes de que algo pueda ser extraordinario. Debe haber una corriente antes
de que algo pueda ser interrumpido".110 También se ha puntualizado que este razonamiento apela a la
inferencia inductiva, problemática en la filosofía humana, pues nadie ha observado todos los
acontecimientos de la naturaleza ni examinado todos los posibles milagros.111 Por otro lado, William
Paley respondió a Hume afirmando que los testimonios sobre milagros son confiables si la vida de la
persona que informa un milagro peligra por afirmar tal hecho, como es en el caso de los discípulos de
Jesús.112 No obstante, el argumento de Hume contra los milagros ha sido muy popular y ha recibido
varias reformulaciones.103 113
Teoría política
Es difícil clasificar las afiliaciones políticas de Hume. Sus escritos contienen elementos que son, en
términos modernos, conservadores y liberales, aunque estos términos son anacrónicos.114 Una de las
principales preocupaciones de la filosofía política de Hume es la importancia del estado de derecho.
También enfatiza a lo largo de sus ensayos políticos la importancia de la moderación en la política:
espíritu público y respeto a la comunidad.115 Sostuvo un gobierno mixto entre monarquía y
republicanismo para implementar la justicia y asegurar libertades como la de prensa.116
David Hume es visto como un conservador, y en ocasiones se le llama el primer filósofo conservador.117
Expresó su desconfianza por los intentos de reformar la sociedad para llevarla lejos de la costumbre
establecida, y aconsejó a los pueblos que no se rebelasen contra sus gobernantes, excepto en casos de
tiranía flagrante. En contraste, muchas de sus ideas como el gobierno limitado, la propiedad privada
cuando hay escasez y el constitucionalismo, son los primeros principios del liberalismo.118 Thomas
Jefferson prohibió la Historia de Inglaterra en la Universidad de Virginia, sintiendo que había
"difundido el torysmo universal sobre la tierra".119 En comparación, Samuel Johnson pensó que Hume
era "un conservador por casualidad [...] porque no tiene principios. Si es algo, es un hobbista".120 Una
de las principales preocupaciones de la filosofía política de Hume es la importancia del estado de
derecho. También destaca a lo largo de sus ensayos políticos la importancia de la moderación en la
política, el espíritu público y el respeto a la comunidad.121
Sin embargo, se resistió a tomar parte por ninguno de los partidos políticos británicos, los Whigs y los
Tories, y creía que se debe equilibrar el anhelo de libertad con la necesidad de una autoridad poderosa,
sin sacrificar ninguna de las dos.122 Apoyó la libertad de prensa y se mostró simpatizante de la
democracia, aunque con restricciones. El historiador estadounidense Douglass Adair argumentó que
Hume fue una gran inspiración para James Madison, en particular para El Federalista n.º 10.123
También se mostró optimista respecto al progreso social, pues creía que gracias al desarrollo económico
que resulta de la expansión del comercio las sociedades progresaban desde la barbarie a la civilización.
Según él, las sociedades civilizadas son abiertas, pacíficas y sociables, y sus ciudadanos son, en
consecuencia, mucho más felices.123
A lo largo del período de la Revolución Americana, Hume tuvo diferentes puntos de vista. Por ejemplo,
en 1768 alentó la revuelta total por parte de los estadounidenses. En 1775, tuvo la certeza de que se
produciría una revolución y dijo que creía en el principio estadounidense y deseaba que el gobierno
británico los dejara en paz. La influencia de Hume en algunos de los Padres fundadores de los Estados
Unidos se puede ver en la sugerencia de Benjamin Franklin en la Convención de Filadelfia de 1787 de
que ningún alto cargo en ninguna rama del gobierno debería recibir un salario, que es una sugerencia
que Hume había hecho en su enmienda de James Harrington en The Commonwealth of Oceana.124
Hume ofreció su punto de vista sobre el mejor tipo de sociedad en un ensayo titulado Idea de la
mancomunidad perfecta", que expone lo que él pensaba que era la mejor forma de gobierno. Esperaba
que, "en alguna era futura, se pueda brindar la oportunidad de reducir la teoría a la práctica, ya sea
mediante la disolución de algún antiguo gobierno, o mediante la combinación de hombres para formar
uno nuevo, en alguna parte distante del mundo".125 Detallaba qué reformas se deberían acometer, que
incluían la separación de poderes, descentralización, extender el sufragio a todo el que tuviera
propiedades de valor y limitar el poder de la iglesia. Propuso el sistema del ejército suizo como la mejor
forma de protección. Las elecciones deberían de tener lugar anualmente y los representantes del pueblo
no deberían cobrar emolumentos.126 Los filósofos políticos Leo Strauss y Joseph Cropsey, escribiendo
sobre los pensamientos de Hume sobre "el estadista sabio", señalan que él "tendrá una reverencia a lo
que lleva las marcas de la edad". Además, si desea mejorar una constitución, sus innovaciones tendrán
en cuenta el "tejido antiguo", para no perturbar a la sociedad.127
En su ensayo Del contrato original, Hume expresó su crítica política a las teorías contractualistas de la
sociedad de su época. Hume argumenta que el "estado de naturaleza" es "una mera ficción no muy
distinta de la de la edad dorada inventada por los poetas"128 y que la mayoría de la política no se basa
en un contrato social, siendo la autoridad origen de la conquista más que el consetimiento. Pero al
contrario que Thomas Hobbes, Hume dice que el hombre no debe ser malo por naturaleza sólo porque
no conozca la bondad.129
Si predicaras, en la mayor parte del mundo, que las conexiones políticas se basan por
completo en el consentimiento voluntario o en una promesa mutua, el magistrado pronto te
encarcelaría, como sedicioso, por aflojar los lazos de la obediencia; si tus amigos no te
callaron antes como delirante, por promover tales absurdos. Es extraño que un acto de la
mente, que se supone que cada individuo ha formado, y después de que llegó al uso de la
razón también, de lo contrario no podría tener autoridad; que este acto, digo, sea tan
desconocido para todos ellos, que sobre la faz de toda la tierra apenas quede rastro ni
recuerdo de él. [...] Casi todos los gobiernos que existen en la actualidad, o de los que queda
algún registro en la historia, se han fundado originalmente, ya sea en la usurpación o en la
conquista, o en ambos, sin ninguna pretensión de un justo consentimiento o sujeción
voluntaria del pueblo. [...] ¿Podemos decir seriamente que un campesino pobre o un artesano
tiene la libre elección de dejar su país, cuando no conoce idiomas ni modales extranjeros, y
vive día a día de los pequeños salarios que adquiere? También podemos afirmar que un
hombre, al permanecer en un barco, consiente libremente en el dominio del amo; aunque fue
llevado a bordo mientras dormía, y debe saltar al océano y perecer en el momento en que la
deja.130
En el análisis político del filósofo George Holland Sabine, el escepticismo de Hume se extendió a la
doctrina del gobierno por consentimiento. Señala que "la lealtad es un hábito impuesto por la educación
y, en consecuencia, una parte tan importante de la naturaleza humana como cualquier otro motivo".131
En la década de 1770, Hume criticó las políticas británicas hacia las colonias estadounidenses y abogó
por la independencia estadounidense. Escribió en 1771 que "nuestra unión con América... por la
naturaleza de las cosas, no puede subsistir por mucho tiempo".132
Para Hume la propiedad privada no es un derecho natural, pero se justifica debido a la existencia de
bienes limitados. Si todos los bienes fueran ilimitados y estuvieran disponibles, entonces la propiedad
privada no tendría sentido. Hume creía en la distribución desigual de la propiedad, dado que la
igualdad perfecta destruiría las ideas de industria y el ahorro, lo que llevaría al desabastecimiento y a la
pobreza.
Hume se cuenta entre los primeros que desarrollaron la teoría llamada mecanismo de flujo especie-
dinero, una idea que contrasta con el mercantilismo. Expuesto de una forma simplificada, en un sistema
de patrón oro, cuando un país tiene una balanza comercial positiva (es exportador neto), incrementa
sus flujos entrantes de oro. Esto resulta en una inflación interior de
su nivel general de precios, que en último término erosionará la
ventaja competitiva del país y reducirá sus exportaciones. De este
modo, el patrón oro permitiría restaurar automáticamente el
equilibrio en la balanza de pagos de un país.
Racismo
Estatuas de David Hume y Adam
David Hume (1711–1776) escribió esta controvertida nota al pie de Smith en la fachada de la Scottish
página que aparece en el original del ensayo De los caracteres National Portrait Gallery en
nacionales: Edimburgo.
Debe tenerse en cuenta que esta forma de racismo era habitual en la cultura europea de la época de
Hume. Podría haber sido un 'hijo de su época' en ese aspecto, o incluso, por la forma especulativa en
que esta nota está escrita, podría haber aplicado un ejemplo de una de sus propias reflexiones sobre la
causalidad, tratada más arriba: una "conjunción constante" entre las personas de otras razas que
conocía y los logros de las mismas.[cita requerida] El negro jamaicano, al que Hume se refería, era el
poeta Francis Williams.134
En contra de las tesis de Hume se manifestaron, entre otros, James Ramsay y James Beattie, tanto en el
Essay on the Nature and Immutability of Truth (Ensayo sobre la naturaleza y la inmutabilidad de la
verdad, 1770) como en el posterior Elements of Moral Science (1790-1793), en el que argumentaba con
el ejemplo de Dido Elizabeth Belle para afirmar la capacidad intelectual de los negros y combatía la
institución de la esclavitud.135
Obras
Se puede dividir la vida de Hume en tres periodos.136 Aunque este género de división puede parecer
algo arbitrario, es un medio mnemotécnico útil y pertinente si se apoya sobre su producción literaria y
la vida misma que la provoca:
Un periodo de estudios y de primeros trabajos que se extiende
hasta 1740.
Un periodo activo de viajes y de resultados, de 1740 a 1769.
Un periodo de retraimiento de 1769 a 1776.
Hume esperó a ver si el Tratado alcanzaba el éxito, y de ser así lo completaría con libros
dedicados a la política y a la crítica. Sin embargo, no lo logró, así que nunca lo completaría.
Resumen de un libro recientemente publicado: Titulado Tratado sobre la naturaleza humana (1740)
En ocasiones atribuido a Adam Smith, en la actualidad se cree que fue un intento de Hume de
popularizar su Tratado.
Colección de ensayos escritos durante muchos años y publicados en varios volúmenes antes de
ser reunidos en uno hacia el final de la vida de Hume. Estos ensayos pueden resultar confusos
por la gran variedad de asuntos de los que tratan: cuestiones de juicio estético, la naturaleza del
gobierno británico, el amor, el matrimonio, la poligamia o la demografía de las antiguas Grecia y
Roma, por enumerar solo unos pocos de los temas considerados. Sin embargo, hay temas
recurrentes, como la cuestión de qué constituye el "refinamiento" en materias de gusto estético,
educación y moral. Los ensayos están escritos imitando inequívocamente el estilo de Joseph
Addison, a quien Hume leyó con avidez en su juventud.
Contiene revisiones de los puntos principales del Tratado, Libro 1, con la adición de material
sobre el libre albedrío, milagros, y el argumento del diseñador.
Cuatro disertaciones: Historia natural de la religión. De las pasiones. De la tragedia. Del criterio del
gusto Londres (1757).
Se puede considerar como una colección de libros en lugar de como un único trabajo. Es un
trabajo monumental que comprende «desde la invasión de Julio César a la revolución de 1688».
Esta obra le aportó a Hume casi toda la fama que se granjearía en vida, editándose más de un
centenar de veces. Muchos la consideran "la" historia de Inglaterra hasta la publicación de la
Historia de Inglaterra de Thomas Macaulay.
Escrita en abril, poco antes de morir, esta autobiografía fue realizada con la intención de incluirla
en una nueva edición de Ensayos y tratados de muchos asuntos.
Publicada póstumamente por su sobrino, también llamado David Hume. Es una discusión entre
tres personajes de ficción que esgrimen argumentos para probar la existencia de Dios, tratando
con detenimiento el argumento del diseño. A pesar de una cierta controversia, la mayor parte de
los estudiosos de Hume están de acuerdo en que la postura de Philo, el más escéptico de los
tres, es la más cercana a la del propio Hume.
Legado
Debido a la gran influencia de Hume en la filosofía contemporánea, una gran cantidad de enfoques en la
filosofía y la ciencia cognitiva contemporáneas se denominan hoy "Humeanos".137
Los escritos de Thomas Reid, un filósofo escocés y contemporáneo de Hume, fueron a menudo críticos
con el escepticismo de Hume. Reid formuló su filosofía del sentido común, en parte, como una reacción
contra las opiniones de Hume.138
Hume influyó y fue influenciado por el filósofo cristiano Joseph Butler. Hume quedó impresionado por
la forma de pensar de Butler sobre la religión, y Butler bien puede haber sido influenciado por los
escritos de Hume.139 140
La atención a las obras filosóficas de Hume creció después de que el filósofo alemán Immanuel Kant, en
sus Prolegómenos a toda metafísica futura que pueda presentarse como ciencia (1783), atribuyera a
Hume el haberlo despertado de su "sueño dogmático" de la razón.4
Según Arthur Schopenhauer, "se puede aprender más de cada página de David Hume que de las obras
filosóficas recopiladas de Hegel, Herbart y Schleiermacher juntas".141
Al tener dudas considerables acerca de si Hume estaba expresando únicamente sus opiniones
superficiales en lugar de expresar su personalidad completa, Alfred Edward Taylor (1927) dudó sobre si
Hume era en efecto un gran filósofo o solo un hombre extraordinariamente lúcido.
Alfred Jules Ayer (1936) al introducir su exposición clásica del positivismo lógico, declaró que «los
puntos de vista expuestos en este tratado son el resultado del empirismo de Berkeley y Hume».142
Albert Einstein, en 1915, escribió que se inspiró en el positivismo de Hume al formular su teoría de la
relatividad especial.143 144
Tanto Bertrand Russell (1946) como Leszek Kołakowski (1968), vieron a Hume como un positivista que
sostenía la opinión de que el conocimiento proviene solo de la experiencia, de las impresiones de los
sentidos y (más tarde) del sense datum y que el conocimiento obtenido de otra forma era un sinsentido.
Albert Einstein (1915) declaró que el positivismo de Hume le inspiró al formular su teoría especial de la
relatividad. Bertrand Russell elaboró el análisis de Hume del problema en su trabajo Los problemas de
la filosofía, desechado la noción de causación aduciendo que es un tipo de superstición.145
Anderson (1966), al discutir los primeros principios de Hume, que dicen que todos los gobiernos y toda
la autoridad de las mayorías sobre las minorías están fundamentados en el derecho al poder y el
derecho de la propiedad concluyó que Hume fue un materialista.
Karl Popper (1970) puntualizó que dado el idealismo humeano le resultaba una refutación estricta del
realismo del sentido común, y que aunque sentía racionalmente que el realismo del sentido común es
un error, admitía que en la práctica era incapaz de dejar de creer en él durante más de una hora, Hume
era un realista del sentido común. El problema de la inducción de Hume también fue de fundamental
importancia para la filosofía de Popper. En su autobiografía, Unended Quest, escribió: "El
conocimiento... es objetivo ; y es hipotético o conjetural. Esta forma de ver el problema me permitió
reformular el problema de la inducción de Hume". Esta idea dio como resultado la principal obra de
Popper, La lógica de la investigación científica.146 En sus Conjeturas y Refutaciones, escribió:
Abordé el problema de la inducción a través de Hume. Sentí que Hume tenía toda la
razón al señalar que la inducción no puede justificarse lógicamente.147
El teólogo y filósofo danés Søren Kierkegaard adoptó "la sugerencia de Hume de que el papel de la
razón no es hacernos sabios sino revelar nuestra ignorancia", aunque tomándolo como una razón de la
necesidad de la fe religiosa o fideísmo. El "hecho de que el cristianismo es contrario a la razón... es la
condición previa necesaria para la verdadera fe".148 El teórico político Isaiah Berlin, quien también ha
señalado las similitudes entre los argumentos de Hume y Kierkegaard contra la teología racional, ha
escrito sobre la influencia de Hume en lo que Berlin llama la contra-Ilustración y en el
antirracionalismo alemán.149 Berlin también dijo una vez de Hume que "ningún hombre ha influido en
la historia de la filosofía en un grado más profundo o perturbador".150
Edmund Husserl (1970), asoció la fenomenología con Hume cuando mostró que ciertas percepciones
están relacionadas o asociadas con otras percepciones que se proyectan en un mundo putativo fuera de
la mente.
Barry Stroud (1977) consideró a Hume un naturalista, al decir que veía todos los aspectos de la vida
humana explicables naturalistamente. Situó al hombre en el mundo de la naturaleza, interpretable por
tanto según la ciencia, en conflicto con la idea tradicional que considera al hombre un sujeto racional
disociado de la naturaleza.
Flew (1896) dirigió su atención al escepticismo moral y lógico de Hume y le denominó escéptico
pirroniano.
Hume fue denominado el "profeta de la revolución de Ludwig Wittgenstein" por Philipson (1989), al
referirse a su consideración de que la matemática y la lógica son sistemas cerrados, tautologías que no
tienen relación con el mundo de la experiencia.
Al tratar a Hume de neohelenista, Phenelum (1993) le consideró continuador de las tradiciones estoica,
epicúrea y escéptica, pues Hume tenía en común con estas corrientes su creencia de que debemos
entender nuestra propia naturaleza antes de tratar cualquier otro asunto.
Norton (1993) aseguró que Hume fue "el primer filósofo postescéptico de la era moderna". Hume
desafió la certeza de los cartesianos y otros racionalistas, que trataban de refutar el escepticismo, y
además emprendió la tarea de articular una nueva ciencia de la naturaleza humana que proporcionase
unos fundamentos estables para el resto de ciencias, incluidas la moral y la política.
Fogelin (1993) concluyó que Hume fue un "perspectivista radical", similar a Protágoras. Se refirió a las
palabras de Hume en las que declaraba que sus escritos exhibían «una propensión que nos inclina a a lo
positivo y cierto en puntos particulares, de acuerdo a la luz bajo la que los examinamos en cada instante
particular» (T 1.4.7, 273).
Hume se refería a sí mismo como «escéptico mitigado» (IEH, 162, la cursiva es suya).
Morris y Brown (2019) escriben en la entrada de Hume de la Stanford Encyclopedia of Philosophy que
Hume es "generalmente considerado como uno de los filósofos más importantes para escribir en
inglés".151
Polémica
En 2020, consecuencia del movimiento Black Lives Matter, la Universidad de Edimburgo cambió el
nombre de la hasta entonces llamada “Torre David Hume” en vista de la revisión que hizo en 1753 a su
ensayo Of National Characters, consistente en añadir las frases «Tiendo a sospechar que los negros son
naturalmente inferiores a los blancos» y «casi nunca hubo una nación civilizada de esa complexión, ni
siquiera un individuo eminente», así como, en una serie de cartas, insistir a un conocido que comprara
esclavos en Granada.152 153
La institución expresó en un comunicado: «es importante que los campus, los planes de estudio y las
comunidades reflejen la diversidad histórica y contemporánea de la universidad y se comprometan con
su legado institucional en todo el mundo», y agregó que la decisión se tomó debido a la dificultad «de
pedir a los estudiantes que utilicen un edificio que lleva el nombre del filósofo del siglo XVIII cuyos
comentarios sobre cuestiones raciales, aunque no eran infrecuentes en ese momento, hoy provocan
angustia».154
Reconocimientos
El cráter lunar Hume lleva este nombre en su memoria.
Véase también
Ateísmo en la Ilustración
Notas
en este
1. El filósofo escocés era muy amigo de Ramsay retrato.http://creatividades.rba.es/pdfs/mx/Grande
y ambos habían sido miembros fundadores de Pensadores-MX.pdf
The Select Society, un distinguido club
intelectual de Edimburgo del que también 2. 26 de abril es la fecha de su nacimiento según
el calendario juliano y 7 de mayo según el
formaban parte el arquitecto John Adam y el
calendario gregoriano.
pionero de la economía política Adam Smith.
Hume apoyó el rechazo de Ramsay del 3. Montes, Juan Andrés Mercado. «Philosophica:
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Enlaces externos
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