Metodo Montesori
Metodo Montesori
Metodo Montesori
El método Montessori se caracteriza por proveer un ambiente preparado: ordenado, estético, simple,
real, donde cada elemento tiene su razón de ser en el desarrollo de los niños. El aula Montessori integra
edades agrupadas en períodos de 3 años, lo que promueve naturalmente la socialización, el respeto y la
solidaridad.
Los niños trabajan con materiales concretos científicamente diseñados, que brindan las llaves para
explorar el mundo y para desarrollar habilidades cognitivas básicas. Los materiales están diseñados para
que el niño pueda reconocer el error por sí mismo y hacerse responsable del propio aprendizaje.
El adulto es un observador y un guía; ayuda y estimula al niño en todos sus esfuerzos. Le permite
actuar, querer y pensar por sí mismo, ayudándolo a desarrollar confianza y disciplina interior.
La educación Montessori cubre todos los períodos educativos desde el nacimiento hasta los 18 años
brindando un currículo integrado.
El ambiente Montessori
El ambiente Montessori es un lugar amplio y abierto, ordenado, estético, simple, real, donde cada
elemento tiene su razón de ser en el desarrollo del niño. El ambiente es proporcionado a la medida de
los niños, con estanterías bajas y distintas medidas de mesas y sillas donde se sientan los niños
individualmente o en grupos. El aula está subdividida en áreas temáticas donde se exponen los
materiales y la bibliografía correspondientes y permite una gran libertad de movimiento. Los niños
pueden trabajar en grupos o individualmente, respetando, de este modo, su propio estilo y ritmo. Cada
niño utiliza el material que elige tomándolo de la estantería y devolviéndolo a su lugar para que pueda
ser usado por otros.
El ambiente promueve la independencia del niño en la exploración y el proceso de aprendizaje. La
libertad y la autodisciplina hacen posible que cada niño encuentre actividades que dan respuesta a sus
necesidades evolutivas.
El aula Montessori reúne niños de tres edades distintas: menores de 3 años, de 3 a 6 años, de 6 a 9
años y de 9 a 13 años. Las salas integradas favorecen la cooperación espontánea, el deseo de aprender,
el respeto mutuo y la incorporación profunda de conocimientos a través del ejercicio de enseñarle a
otros.
El Niño
Para la Dra. Montessori todo educador debe "seguir al niño", reconociendo las necesidades evolutivas y
características de cada edad, y construyendo un ambiente favorable, tanto físico como espiritual, para
dar respuesta a esas necesidades. El desarrollo del niño surge de la necesidad de adaptarse a su
entorno: el niño necesita darle sentido al mundo que lo rodea y se construye a sí mismo en relación a
ese mundo.
Maria Montessori observó que el niño pasa de la infancia a la adultez a través de 4 períodos evolutivos
llamados "Planos del desarrollo". Cada período presenta características radicalmente distintas de los
otros, pero constituye los fundamentos del período sucesivo. Así "como la oruga y la mariposa son muy
distintas en su aspecto y sus manifestaciones y, sin embargo la belleza de la mariposa es consecuencia
de su vida en el estado de oruga, y no puede provenir de la imitación del ejemplo de otra mariposa. Para
construir el futuro es necesario vigilar el presente. Cuanto más cuidamos las necesidades de un período,
mayor éxito tendrá el período siguiente" (La Mente Absorbente, María Montessori, Editorial Diana, 1998,
pág. 245).
El primer Plano del Desarrollo comienza con el nacimiento hasta los 6 años, está caracterizado por
la mente absorbente del niño, la cual toma o absorbe todo los aspectos, buenos y malos, del ambiente
que lo rodea, el lenguaje y la cultura. En el segundo plano, desde los 6 a los 12 años, el niño posee
una mente razonadora, para explorar el mundo con su imaginación y pensamiento abstracto. En el
tercer plano, de los 12 a los 18 años, el adolescente tiene una mente humanística deseosa de entender
la humanidad y la contribución que él mismo puede hacer a la sociedad. En el último plano del desarrollo,
desde los 18 a los 24 años, el adulto explora el mundo con una mente de especialista apropiándose de
su propio lugar en él.
Materiales concretos
Los materiales Montessori fueron diseñados científicamente en un contexto experimental dentro del aula,
prestando especial atención al interés de los niños según la etapa evolutiva en que se encuentran y con
la convicción de que la manipulación de objetos concretos ayuda al desarrollo del conocimiento y del
pensamiento abstracto.
Estos materiales permiten a los niños investigar y explorar de manera individual e independiente.
Posibilitan la repetición, lo que promueve la concentración. Tienen la cualidad de aislar las dificultades,
es decir, cada uno introduce una única variable, un solo concepto nuevo, aislándolo y dejando los demás
conceptos sin modificar. Los materiales tienen control de error: es el mismo material que le mostrará al
niño si lo usó correctamente. De este modo los niños saben que el error forma parte del proceso de
aprendizaje, logran establecer frente a él una actitud positiva, se hacen responsables de su propio
aprendizaje, y desarrollan confianza en sí mismos.
El Adulto
La maestra Montessori, llamada guía, observa a cada niño, sus necesidades, capacidades e intereses y
le ofrece oportunidades de trabajo inteligente, con un propósito concreto al servicio del cuidado de sí
mismo y de la pequeña comunidad que es el aula. El objetivo final de la guía es intervenir cada vez
menos a medida que el niño se desarrolla. La guía le permite actuar, querer y pensar por sí mismo,
ayudándolo a desarrollar confianza y disciplina interior. La guía Montessori no imparte ni premios ni
castigos, la satisfacción es interna y surge del trabajo personal del niño.
Cuando el niño, según su desarrollo evolutivo, está listo para una lección, la guía introduce el uso de
nuevos materiales y presenta actividades de forma individual o a grupos reducidos. En los años más
avanzados, cada niño confecciona al comienzo de la semana una lista de objetivos y luego administra su
tiempo durante la semana de forma de cumplirlos. No es la guía sino el niño mismo el responsable de su
propio aprendizaje y desarrollo.
El Currículo Montessori
Desde el nacimiento hasta los 3 años
Durante los primeros tres años de la vida del niño se sientan las bases para su futuro desarrollo.
Montessori denomina a este período como el del "embrión espiritual", durante el cual realiza en la esfera
psicológica lo que el embrión realizó ya en la esfera física. Este proceso se logra gracias a la "mente
absorbente" del niño que incorpora experiencias, relaciones, emociones, imágenes, lenguaje, cultura, a
través de sus sentidos y por el simple hecho de vivir. Estas experiencias de vida dan forma a su cerebro,
formando redes neuronales que tienen el potencial de permanecer con la persona toda su vida. En esta
etapa del nacimiento a los 3 años, la educación Montessori se concentra en el desarrollo del habla, el
movimiento coordinado y la independencia, que le dan confianza al niño, le permiten descubrir su propio
potencial y su lugar dentro de una comunidad.
1. Vida Práctica: son actividades que apuntan al cuidado de sí mismos, de los demás y del
ambiente físico que habitan. Las actividades incluyen tareas que le son familiares a los niños:
lavar, lustrar, poner la mesa, arreglo de floreros, etc. También se introducen actividades de
"gracia y cortesía" que caracterizan a todos los seres civilizados. A través de éstas y otras
actividades, se logra coordinación y control del movimiento y exploración del entorno. Los niños
aprenden a realizar una tarea de principio a fin, desarrollan su voluntad, su auto disciplina, la
capacidad de concentración y la confianza en sí mismos.
2. Sensorial: el niño de esta edad aprende a través de sus sentidos más que a través de su
intelecto. Los materiales sensoriales son herramientas para que los niños refinen cada uno de
sus sentidos ya que cada uno aísla una cualidad particular: olor, tamaño, peso, textura, sabor,
color, etc. En esta edad preescolar en la que el niño recibe excesiva información sensorial, estos
materiales le permiten encontrar orden y sentido en el mundo, elevan su capacidad de
percepción, favorecen la observación y un sentido de admiración por todo lo que los rodea.
3. Lenguaje: cuando los niños entran al ambiente a los 3 años enriquecen el lenguaje ya adquirido.
Son capaces de usarlo inteligentemente con precisión, belleza, dándose cuenta poco a poco de
sus propiedades. Aprenden a escribir partiendo de los sentidos (el oído, el tacto) y, como una
consecuencia natural de esto aprenden a leer. Como una extensión de las actividades de
lenguaje, los niños aprenden sobre geografía, historia, arte, música. Estas áreas ayudan al niño
a conocer el entorno que lo rodea y a despertar la conciencia en el niño del lugar que ocupa en
el mundo; los lleva a sentir respeto y amor por su ambiente, y crea un sentido de solidaridad con
toda la familia humana y su hábitat.
4. Matemática: los materiales ayudan al niño a aprender y entender conceptos matemáticos al
trabajar con materiales concretos que lo conducen intuitivamente hacia conceptos abstractos. Le
ofrecen impresiones sensoriales de los números y sientan las bases para el álgebra y la
geometría.
Desarrollo de los Seres Humanos Historia, cultura, estudios sociales, descubrimientos científicos e
invenciones
Comunicación por Signos Lectura, escritura, lingüística, estructuras del lenguaje, literatura.
Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo del niño. Esta idea
sostiene la esencia del método Montessori que vio la luz en la primera parte del siglo XX.
Poco tiene de novedoso, aunque por su auge actual pueda parecer moderno. Algunas de
las recomendaciones que recogió su creadora, María Montessori, como adecuar el
mobiliario al crecimiento del niño se aplica desde hace décadas en colegios de todo
mundo.
María Montessori comprobó la necesidad de los niños de estar en movimiento por lo que
en sus clases pueden desplazarse libremente por el aula y elegir el espacio en el que
quieren trabajar. Hay sillas de distintos tamaños y se pueden desplegar pequeñas
alfombras para hacer la tarea en el suelo. La distribución no es uniforme y el aspecto de
la clase se asemeja a un gran salón donde el orden y la limpieza son fundamentales. Los
propios alumnos son los encargados de mantenerla. Se fomenta así la autonomía y el
sentido de respeto al otro. La mezcla de edades es otras de las características de las
aulas: de 3 a 6 años y de 6 a12 (con opción de dividir de 6 a 9 y de 9 a 12). Todos estos
aspectos conforman el ambiente preparado, uno de los pilares del método Montessori
junto al trabajo del niño y el rol del adulto.
“Es una pedagogía enfocada en el niño y que responde a las necesidades psicológicas y esto tiene
que ver con los aspectos de aprendizaje, afectivas y emocionales. Se sirve de la energía del niño
y este es el enganche con el aprendizaje, le debe apasionar. Es lo más natural”, explica Ana
Juliá, presidenta de la Asociación Montessori Española y la responsable de formación del
colegio Montessori-Palau de Gerona. Sus padres fundaron la escuela hace medio siglo y
llevan 20 aplicando este método.
Las escuelas públicas que utilizan Montessori
Cada vez más escuelas públicas se interesan por otras pedagogías. Es el caso del Ceip Rosa del
Vents,situado Colònia de Sant Pere (Mallorca), un pueblo de alrededor 600 habitantes. Su
directora, Esther Zarrías llegó hace un par de años con ganas de poner en marcha un proyecto
educativo de escuela activa y libre. “El 90% de los materiales que usamos en el aula son
Montessori. Nos da muy buen resultado. Los profesores se forman en cursos y habitualmente lo
pagamos de nuestro bolsillo. Hay muchas ganas de profesores y familias por cambiar
las cosas. Baleares está a la cola de Europa en PISA”, explica.
Iría Mosquera es directora del Colegio Rural Agrupado Antía Cal. Llegó a Montessori
investigando y formándose en distintas pedagogías. Son 6 aulas de 5 núcleos rurales de
Pontevedra. “Nunca fuimos un colegio de fichas y libros, creemos en el trabajo por proyectos y
cooperativo. El niño aprende haciendo, por eso nos gusta Montessori. Lo que no hemos
cogido es lo que dice de la fantasía. Ella era más estricta en ese tema y su método muy
científico, de hecho es la precursora de la neurociencia. Nosotros sí pensamos que el niño tiene
un lado mágico con el juego simbólico que hay que respetar”.
Este curso hay 67 alumnos y a partir de septiembre hay ya confirmados más de 90 mientras
siguen llegando solicitudes. “Notamos una demanda social por las nuevas pedagogías, cada vez
más padres se interesan de cómo aprenden sus hijos y buscan la mejor manera”, cuenta.
En los primeros minutos de la mañana, cuando los alumnos van llegando, el profesor saluda de
forma individual. Luego, cada uno se dirige a trabajar con el material que elija o a seguir
elaborando el proyecto que tenga en marcha. Siempre queda constancia de lo que hacen porque
deben apuntarlo en su cuaderno de trabajo. La evaluación la hacen los profesores que no
necesitan exámenes para saber sus competencias y capacidades. “Eventualmente hay pruebas de
velocidad lectora o tipo test, pero el método no gira entorno a los exámenes. La evaluación es
minuciosa a través de la observación diaria y las presentaciones”, explica Ana Juliá. No hay
deberes porque se considera suficiente el trabajo en clase. “El aula Montessori es un taller de
técnicas de estudio porque están estudiando las cosas de maneras distintas: a través de los
materiales y de la búsqueda de información. La clase tiene que ser vivencial. La implicación
llega también a casa y no se queda solo en poner la mesa con 9 años. Pueden cocinar e
involucrarse en otras tareas”, dice Ana Juliá.
Existen alrededor de 150.000 escuelas Montessori en todo el mundo que forman a 3
millones de niños. El auge de este método comenzó hace 30 años y no ha dejado de crecer. Ana
explica que no debemos educar a los niños para el mañana porque no sabemos cómo será éste,
sino dotarles de las herramientas necesarias para adaptarse a lo que venga.