Cosmovision Andina

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2

COSMOVISION ANDINA

La cosmovisión andina en nuestro país está confirmada por la comunidad natural


pluriecológica constituida por el suelo, clima, agua, animales, plantas y todo el paisaje
en general, por la comunidad humana multiétnica que comprende a los, diferentes
pueblos que viven en los Andes y por la comunidad de deidades telúricas y celestes
que permite a nuestros pueblos que es muy sagrado, en el sentido de tenerles mayor
respeto, por haber vivido y visto mucho más y por haber acompañado a nuestros
ancestros, porque nos acompaña y acompañará a los hijos de nuestros hijos.
Cada comunidad es equivalente a cualquier otra; todas tienen el mismo valor, ninguna
vale más y por lo tanto todas son importantes, merecen respeto y consideración, en la
concepción andina esto se expresa cuando se reconoce que todo es sagrado, es
sagrada la tierra (Pachamama = madre tierra, aunque etimológicamente seria tal vez
más exacto “Señora del tiempo y el Espacio), los cerros.
las estrellas, el sol, la luna, el rayo, las piedras, nuestros muertos, los ríos, lagunas, los
seres humanos vivos, los animales y las plantas, no sólo las cultivadas sino también las
silvestres.
Los miembros de todas estas comunidades forman un Ayllu que ocupa un Pacha local,
es decir todos son parientes pertenecientes a una misma familia.
No sólo son parientes los runas sino también los ríos, los cerros, las piedras, las
estrellas, los animales y las plantas que se encuentran en el Pacha local
acompañándose los unos a los otros todos son personas equivalentes.
El mismo hecho de reconocer equivalencia entre todos, hace que cada comunidad y
en especial la humana sienta su insuficiencia para mantener ella sola, la integridad de
las funciones de la colectividad natural de la cual turnia parte, copio un integrante más
y no el más importante.

Todos quienes existen en el mundo andino son como somos nosotros mismos y son
nuestros amigos. Con ellos nos acompañamos, con ellos conversamos y reciprocamos.
Les contamos lo que nos pasa y nos dan consejos; y también ellos nos cuentan lo suyo
y confían en nosotros. Tratamos con cada uno de ellos de persona a persona,
conversamos con ellos cara a cara.

Todo cuanto existe en el mundo andino es vivo. No sólo el hombre, los animales y las
plantas sino también las piedras, los ríos, los cerros y todo lo demás. En el mundo
andino Y NO SOLO EN LOS ANDES si no en nuestro oriente ecuatoriano no existe algo
inerte: todo es vivo. Igual que nosotros todos participan en la gran fiesta que es la
vida: todos comen, todos duermen, todos danzan, todos cantan: todos viven a
plenitud.

En el mundo andino no hay poderosos ni autosuficientes. Todos nos necesitamos los


unos a los otros para vivir. En los Andes no existe el mundo como totalidad íntegra
diferente y diferenciada de sus componentes. Aquí no existen «todos» ni «partes», que
tan sólo son abstracciones. Aquí hay simbiosis que es lo inmediato a la vida. La
simbiosis se vive en los Andes en forma de crianza mutua.
La chacra (pedazo de tierra cultivada) es una forma de crianza. En la chacra andina no
sólo se cría a las plantas y a los animales considerando como condiciones ya dadas al
suelo, al agua y al clima, sino que en la chacra también se cría al suelo, al agua y al
clima. Recíprocamente, la chacra cría a quienes la crían. Se trata pues de una cultura
de crianza en un mundo vivo.

En los Andes toda la vida gira alrededor de la crianza de la chacra, por eso la cultura
andina es acrocéntrica. Y en nuestro oriente es de la misma forma.

En los Andes hay una recreación, una renovación, anual de los ritos, esto es, de la
conversación íntima entre todos los componentes del mundo vivo, que se armoniza
con el estado correspondiente del clima. Esta recreación, esta renovación, es la
digestión, por parte del mundo-vivo, de las condiciones de vida en el momento del rito,
que, repetimos, son muy variables e irregulares.
Pero, a la vez, la cultura de la cosmovisión andina es capaz de saber continuamente
cómo se va a presentar el «futuro» por la participación de todos los miembros de la
colectividad natural en la conversación cósmico-telúrica propia del mundo vivo. En los
Andes no hay una distinción tajante y cancelatoría entre «pasado» y «futuro» porque el
«presente» los contiene a ambos. Por tanto, no hay lugar aquí para el tiempo lineal e
irreversible del Occidente moderno. En los Andes, desde luego, existe la noción de
secuencia, las nociones de antes y después, pero ellas no se oponen como pasado y
futuro en la cultura occidental, sino que se encuentran albergadas en el «presente», en
el «presente de siempre», en «lo de siempre» siempre recreado, siempre renovado. Es
que en los Andes vivimos en un mundo vivo, no en el mundo- reloj de Occidente.

Por ello es que el sacerdote andino, en la ceremonia ritual, puede remontarse en el


«pasado» miles de años y ver hoy en pleno funcionamiento ritual una huaca y
participar activamente en aquel acto: de esta manera incluye el «pasado» en el
«presente». Asimismo, el sacerdote puede por su capacidad de conversar con todos
los componentes del mundo vivo, saber el clima que corresponderá a la campaña
agrícola-pastoril venidera y también puede remontarse más y llegar a saber el clima de
las diez próximas campañas: de esta manera incluye el «futuro» en el» presente».
Tuve la oportunidad de trabajar en una comunidad shuar en el oriente donde tuve que
ver como son respetuosos con su entorno
Y es una experiencia única el conocer sus conocimientos con las plantas y tiempos y en
espacio

También podría gustarte