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43 TEMÁTICA

Trump y la Alt-Right: el discurso


de la «identity politics» blanca

The Alt-Right and Trump: the white «identity


politics» discourse

Jaime Caro Morente


Doctor Internacional por la Universidad
Autónoma de Madrid.
jaimecarodv6@gmail.com
@JaimeCaroM
ORCID: 0000-0003-0977-7804

Fecha de aceptación: 01/06/2022 Cómo citar el artículo


Fecha de recepción: 06/05/2022 Caro Morente, Jaime (2022): «Trump y la Alt-Right: el discurso de la ‘identity politics’
Más Poder Local. ISSN: 2172-0223 blanca». Revista Más Poder Local, 49: 43-59. https://doi.org/10.56151/maspoderlocal.110
Julio 2022, Número 49, pp. 43-59
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Resumen
El presente artículo pretende analizar a la Alt-Right, y su discurso, como
una reacción a los movimientos feministas y antirracistas de nuevo cuño.
A su vez, se relaciona con Trump puesto que fue la figura que popularizó
y personificó ese mismo discurso. Teóricamente, se presenta la Teoría del
Repliegue del Progreso que serviría para explicar las olas reaccionarias
de los años 60 y 70 y su culminación en la década de los 2010 con la crea-
ción de la Alt-Right y la deconstrucción parcial de la blanquitud.

Palabras clave
Alt-Right; blanquitud; políticas de la identidad; Donald J. Trump; repliegue
del progreso.

Resumen
This article aims to analyze the Alt-Right, and its discourse, as a reaction to the
new feminist and anti-racist movements. Also, this speech it is related to Trump
since he was the figure who popularized and personified it. Ultimately, the Theory
of the Refold of Progress is presented, which would serve to explain the reaction-
ary waves of the 60s and 70s and their culmination in the 2010s with the creation
of the Alt-Right and the partial deconstruction of whiteness.

Keywords
Alt-Right; whiteness; identity politics; Donald J. Trump; refold of progress.

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La victoria de Trump en el año 2016 y su llegada a la presidencia fue un te-


rremoto que pocos supieron calibrar en su momento y los pocos que consi-
guieron entender lo que iba a suponer su presidencia no llegaron a vislum-
brar que el partido republicano acabaría siendo carcomido, en gran medida,
por el discurso de la Alt-Right, abandonando sus antiguas posiciones (Swan y
Markay, 2022). Desde 2016 muchos estudios han centralizado sus esfuerzos
en entender la figura de Trump como el principal factor que propició este
cambio en la política estadounidense y muy pocos han estudiado conjunta-
mente a Trump junto al discurso y magma cultural que acompañó y potenció
su llegada a la presidencia (en un proceso de retroalimentación multifacto-
rial): la Alt-Right. Es decir, no se puede entender la figura de Trump sin hacer
un análisis de la Alt-Right, que fue la que construyó todo el discurso que le
permitió llegar a la presidencia, subido a la oleada reaccionaria de la mis-
ma. Se ha de diferenciar entre «trumpismo» y la Alt-Right. Lo primero son las
formas de hacer política, lo segundo es el contenido de estas formas. Por lo
tanto, ¿qué es la Alt-Right? La Alt-Right es un movimiento, difuso, de derecha
radical, que reacciona ante los cambios profundos que estaban provocando
los movimientos feministas y antirracistas estadounidenses en las dos pri-
meras décadas de los 2000. Tanto el movimiento feminista de tercera ola y
decolonial como el movimiento antirracista basado en la Teoría Crítica Racial
suponen una reconfiguración y una fuerte deconstrucción de las identidades
basadas en las categorías modernas de género y raza (Caro Morente y Caro
Olivares, 2019). La potencia de los estudios basados en la Teoría Crítica de
la Escuela de Frankfurt y en el alumbramiento de la posmodernidad como
época, al proponer una deconstrucción radical de las certezas raciales, de
clase y de género modernas, motorizadas por las ideas modernas de razón
y progreso, desafía estas certidumbres modernas. El feminismo y el antirra-
cismo deconstruyeron la identidad de la otredad moderna aun vindicándola
(puesto que la estructura o institucionalización de ellas seguía existiendo),
pero las certezas de que «realmente» existen las categorías de raza y género
se pierden, son productos socialmente e históricamente construidos, pero
operativos. Por lo tanto, la Alt-Right fue y es una reacción blanca y masculi-
na ante esa deconstrucción-reivindicación, promulgando un «Repliegue del
Progreso»1. Este «Repliegue del Progreso» es una re-aplicación o un «volver
a aplicar» sobre sí mismos a la razón y progreso sobre las categorías que se
estaban deconstruyendo, generando así una nueva ontología de las mismas.
En esa nueva ontología cabe la reacción que sería la negación del cambio en
el cambio, un intento de volver a la anterior ontología sin poder volver pues-
to que se contaminaría como diría Lyotard. El movimiento por los derechos
civiles en los años 60 en los Estados Unidos no cuestionó la existencia de la
raza, únicamente la jerarquía entre las razas. Lo mismo pasó con el feminis-
mo de segunda ola en los años 60, no cuestionaba la existencia del binomio
hombre/mujer, únicamente problematizaba la jerarquía y, en última instan-

1. La definición de «Repliegue del Progreso» que aquí se da es sucinta, únicamente lo necesario para
que pueda ser núcleo teórico de este artículo sobre la Alt-Right como reacción puesto que el trabajo
de teorización de este concepto está en marcha comprendiendo el marco teórico del Trabajo Fin de
Máster de la investigadora Marta Caro Olivares en el que el «Repliegue del Progreso» se define como
la aplicación de las categorías modernas sobre ellas mismas, combinando el repliegue marcusia-
no con la idea del neoconservadurismo como movimiento posmoderno a nivel cronológico y en lo
que respecta a la articulación de las categorías utilizadas en sus escritos y reflejo del repliegue del
discurso moderno, y mi proyecto postdoctoral sobre la Alt-Right. Se espera presentar la teorización
completa de «Repliegue del Progreso» a lo largo del año 2022. (Caro Olivares, 2018).

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cia, se preguntaba qué era ser «mujer». Ante estos cuestionamientos de la


jerarquía tenemos la primera reacción blanca y masculina de los años 60.
En cambio, la reacción de la Alt-Right, si bien es similar a la de los años 60 y
70, en este caso sí que se trata ya de una reacción al cuestionamiento de las
categorías modernas de raza y género que hacían el feminismo y el antirra-
cismo en el siglo XXI. Desde esta reacción de la Alt-Right se intenta superar la
ontología de sus propias categorías-identidades pasando a entender la blan-
quitud o raza blanca como una invención humana no dada e inherente a la
historia, sino derivada de teorías evolutivas. Es decir, intentarán enterrar el
racismo clásico, basado exclusivamente en razonamientos biologicistas de
carácter fenotípico, por una suerte de racismo cultural –su pilar pasará a ser
la etnia como conjunción cultura y postracial2–, pero al ser reacción dentro
del cambio lo que promulgarán en última instancia es una vuelta al pasado
racista con otro relato reaccionario. Al fin y al cabo, el racismo cultural segui-
rá apegado a un cientifismo basado en teorías evolutivas y construccionistas
que se parecerán a las teorías pseudocientificas racistas postilustradas y en
última instancia, lo que reclama esta Alt-Right son unas políticas identitarias
que protejan tanto a la blanquitud (y a los cuerpos que se sobrentienden que
entran dentro de ella) como a la masculinidad (y a sus cuerpos: hombres-per-
sonas con pene).

Ilustración 1. Pepe The Frog (Alt-Right).

Pepe The Frog (Alt-Right) vestida de muerte le señala la tumba al viejo partido republicano (representado como un elefante viejo) con la
fecha de 2016 que corresponde a la victoria de Trump. Fuente: https://www.breitbart.com/tech/2016/03/29/an-establishment-conser-
vatives-guide-to-the-alt-right/

2. Postracial en tanto que es una complejización de la categoría de raza para integrar elementos cul-
turales sobre la matriz biológica y fenotípica. Si bien este proceso se dio durante toda la modernidad,
y sobre todo, durante el siglo XIX para construir la categoría de raza moderna, estamos aquí ante una
«vuelta de tuerca» del mismo concepto, pasando a ser la cultura lo que construye la distinción racial,
pasando las características fenotípicas a un segundo plano.

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El discurso de la Alt-Right cuestiona la ontología y jerarquías de las razas


y del género haciéndolas hasta difusas. Si bien plantea que la modernidad
quedó atrás y que no hay una jerarquía clara, promulga que todas las identi-
dades raciales y el binomio hombre/mujer son iguales en horizontal, por lo
tanto, en esta existencia en competencia horizontal es posible la reivindica-
ción de cada una de ellas. Esto es, las identidades, al estar horizontalmente
ordenadas, deben de luchar y competir entre ellas para poder defenderse o
no desaparecer. Y aquí radica la potencia de la Alt-Right como el discurso que
da forma a la reacción, blanca y masculina de la década de los 2010, frente a
los movimientos antirracistas y feminista contra cuyas consignas se movilizó
una parte del electorado que acabaría contribuyendo a la vitoria de Trump.

1. La reacción de la Alt-Right a su contexto histórico


La Administración de Barack Obama es esencial para entender esta reacción
blanca y masculina que configuraría a la Alt-Right. Obama llega a la presiden-
cia después de la crisis del 2008 que afectó severamente a la sociedad, empu-
jando a la pobreza a muchos estadounidenses (Taylor y Davis, 2021: 14). Esta
crisis de 2008 se superó con unos muy buenos datos macroeconómicos, pero
enmascaraban una realidad social de familias e individuos que eran incapa-
ces de desarrollar proyectos de futuro. Durante este tiempo y en el contexto
del racismo estructural en los Estados Unidos, en 2012-2013 surgió Black Li-
ves Matter, una intersección del movimiento antirracista con el feminista, con
un signo marxista inequívoco procedente de las teorías críticas que impug-
naba el consenso o paradigma liberal sobre el daltonismo racial y de género
que se instauró al cerrarse el movimiento por los derechos civiles al acabar
la década de los sesenta (Taylor y Davis, 2021: 1-21). En este contexto nos en-
contramos con un Partido Demócrata que, si bien había aceptado este dalto-
nismo racial, al vaciarse de políticas «de clase» optó por hacer unas políticas
basadas en el apoyo a ciertas identidades. Es decir, intentó hacer de su nicho
de votantes a personas racializadas y mujeres. Por lo tanto, cuando estalla la
crisis de 2008 y las perspectivas de toda la sociedad estadounidense se ven
afectadas de forma negativa, las personas blancas y hombres reclamarán,
en el «Repliegue del Progreso» antes citado, unas políticas de la identidad
propias para defenderles. Sintiéndose abandonados por el sistema político
estadounidense y atacados por el movimiento antirracista y feminista que los
tachaba de «opresores» a pesar de estar viviendo en la pobreza o no ser unos
«privilegiados» –desde el punto de vista materialista vulgar– (Weigel, 2016).

Nos encontramos con una sección de la demografía estadounidense, hom-


bres blancos, que debido a la crisis de 2008 se encontraron con sus proyectos
de futuro rotos o claramente disminuidos y con movimientos llamándoles
opresores y un partido demócrata, e incluso el republicano, que les prestaba
más atención o tenían un discurso que giraba en torno a cómo defender o
mejorar la vida de personas racializadas o de las mujeres. Un dato revela-
dor es la lacra de la epidemia de opiáceos y las muertes derivadas por ella,
afectando desde el año 2012 al 2019 (último año del que se tienen datos) a
un 80% de blancos. Otro dato contundente es que la mayoría de los suicidios

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que se producen en los Estados Unidos se dan entre hombres blancos3. Este
futuro roto es el carburante perfecto para la reacción de la Alt-Right que basa-
rá su eje discursivo en defender y reivindicar a la blanquitud como algo que
merece ser protegido y que se percibe como atacado injustamente por estos
movimientos antirracistas y feministas que si consiguen que su «identidad»
mejore. En esta reivindicación de la blanquitud se recurrirá a un pasado ima-
ginario desde una perspectiva nostálgica a la que no se puede volver. Esto
conlleva defender un proyecto de futuro moldeado a través de ese pasado
nostálgicamente evocado (Boym, 2015).

2. La metapolítica de la Alt-Right: entre los Estados Unidos y Europa


La metapolítica (Cogan, 2016), según el mismo Richard Spencer, la posibi-
lidad de construir realidades a través de grandes discursos políticos que se
relacionen entre sí, de la Alt-Right, a pesar de ser genuinamente estadouni-
dense bebe de dos contextos claramente diferenciados: en primer lugar, los
Estados Unidos y sus tradicionales culturas políticas y, segundo, parte de la
base intelectual proviene de la Nouvelle Droite francesa y de otras reformula-
ciones europeas del pensamiento posfascista y su sujeto anhelado el euro-
peo-blanco. De hecho, en sus textos los conceptos blanco y europeo, aunque
se refieren a blanquitud y europeidad más bien (Kosselleck, 2009), son inter-
cambiables, mostrando que su sujeto político es la cultura europea evolucio-
nada, construida por los cuerpos blancos.

La metapolítica de la Alt-Right, que tiene origen estadounidense, es aquella


que hunde sus raíces en una vieja tradición política del país, que en realidad
comparte con todos aquellos países de tradición protestante: los «awakenings»
o despertares. Durante el siglo XVIII y XIX estos despertares consistían en la
doctrina del renacimiento interior de la fe del creyente que le llevaba a una
epifanía y a un rencuentro con Dios (Butler, 1990). Sin embargo, en los siglos
XX y XXI, haciendo una analogía entre estos grandes despertares religiosos y
un despertar político y cultural –que la misma Alt-Right admite– se producen
dos despertares políticos, siendo la Alt-Right el reverso o reacción del primero
que es el movimiento Stay Woke!. Este «despertar» político que propició Black
Lives Matter y la izquierda estadounidense basado en un gran despertar de la
población que tenía que ver y desvelar la opresión –tomar conciencia– que se-
guía existiendo en los Estados Unidos: racismo y machismo. La Alt-Right tiene
una metapolítica basada en un gran despertar igualmente: la «Red Pill» (Stern,
2019: 17). La «Red Pill» o el «red pilling» (el hecho de dar la pastilla a otros)
es una referencia popular a la película Matrix de las hermanas Wachowski
(que a su vez es referencia al Mito de la caverna de Platón) en el cual, Morfeo
le da a elegir al protagonista, Neo, dos pastillas, una roja y otra azul prome-
tiéndole que si elige la primera despertará del mundo virtual en el que está
y verá el «real», en cambio, si elige la azul quedará para siempre dormido en
ese mundo. Morfeo le advierte, no es una decisión difícil en sí, es dolorosa,
puesto que el mundo «real» no es idílico. Entonces, ¿qué es la «Red Pill» en la

3. Suicide Prevention Resource Center: Racial and Ethnic Disparities. https://sprc.org/scope/ra-


cial-ethnic-disparities.

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Alt-Right? Es el acto de despertar del mundo en el que los blancos son opre-
sores y las minorías las oprimidas a un mundo en el que estas minorías son
precisamente opresoras y están a punto de destruir la identidad blanca y a
los hombres en el mundo occidental (Stern, 2019: 19). Al provocar este gran
despertar en los hombres blancos y ser conscientes de que su mundo cul-
tural se destruye, se intenta provocar en ellos, primero, un orgullo identita-
rio, tanto de ser blanco como de ser hombre y, segundo, lo que es la Alt-Right
en sí: el discurso que articula que estos blancos-varones4 luchen por su iden-
tidad, la vindiquen y la protejan de su supuesta desaparición. Este es el pi-
lar central de su metapolítica y sin el cual todo se desmorona. Por otro lado
está la influencia de origen europeo que Alexandra Minna Stern denomina
brillantemente como «back to the future» (Stern, 2019: 33-51). La Alt-Right en
su comprensión de la raza blanca o blanquitud como un hecho socialmente
construido, y no como una esencia humana, necesita rastrear esta evolución
o construcción de la blanquitud y para ello, no se puede restringir su breve
relato nacional que se inicia en el siglo XVII. Para ello tomará la historia eu-
ropea haciendo pasar a la cultura europea como una cultura eminentemente
desarrollada por los cuerpos y mentes blancas que es la que hay que recupe-
rar y proyectar hacia un futuro mejor, puesto que está siendo destruida por el
multiculturalismo (Foucault, 2011). Aquí radica el back to the future, un mirar
al pasado de la blanquitud «inventado» para proyectarlo desde un presente
degenerado a un futuro brillante que sería la copia de ese pasado imagina-
do. Y he aquí también, su conexión con la derecha posfascista europea que
conocemos como Nouvelle Droite y sus autores como Julio Evola y De Benoist
quienes proponen una visión del mundo similar a la teoría del Choque de Civi-
lizaciones propuesta por Samuel P. Huntington, en donde la civilización euro-
pea estaría degenerando debido al multiculturalismo y por lo tanto perecerá.

Desde estas coordenadas la Alt-Right construye toda su ideología y discur-


so político. En consecuencia, debemos considerar que, en primer lugar, el
imaginario político en el que se fundamenta la Alt-Right supone un repliegue
del progreso, que entiende que las categorías modernas de raza y género son
una invención, pero que pueden ser conservadas reivindicando su estruc-
tura, que sería su evolución y construcción. Sus tres mayores ideólogos, Ri-
chard Spencer, Jared Taylor y un influyente Paul Gottfried desde coordinadas
paleoconservadoras –que ha rechazado ser englobado dentro de la Alt-Right
(Gottfried, 2018)– son estudiosos de la Escuela de Frankfurt y de la Teoría
Crítica, estando el primero obsesionado por el trabajo de Theodor Adorno
(Zax, 2017). Por lo tanto, esta estructura a reivindicar tiene un sentido frank-
furtiano, es producto humano y por lo tanto es «eliminable» o «transforma-
ble», pero lo que no se puede hacer es eliminar desde el paradigma liberal
individualista puesto que esta estructura es colectiva al ser social. Solo así
podemos entender que dentro de la Alt-Right tenemos un conglomerado ex-
traño de distintas tendencias de pensamiento político, quienes creen que las
soluciones son colectivas o sociales y otro gran porcentaje de los seguidores
de la Alt-Right que son simpatizantes paleolibertarios (Reguera, 2017). A pe-
sar de beber de la Escuela de Frankfurt, la Alt-Right contiene una separación
«idealista» total en la cual se puede dividir el «mundo material» económico

4. Se usa «blancos y hombres» porque el sujeto está constituido a través de la blanquitud primero, no
a través del hecho de ser hombre. Hombre blanco consiste en una persona socializada como hombre
que además es blanco, cuando el sujeto de la Alt-Right es primero blanco y después, hombre.

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del mundo cultural: la economía puede ser la del capitalismo o mercado li-
bre, pero las soluciones sociales pasan por ser antiliberales y anti-individua-
les puesto que lo que se ha de proteger es una estructura humana: la blan-
quitud o raza humana. Un ejemplo claro lo podríamos tener en las políticas
de la presidencia de Trump en los Estados Unidos, económicamente liberal,
ferviente creyente en el libre mercado y en que los individuos sacan lo mejor
de él, pero socialmente comprometido con la blanquitud como un colectivo
al que hay que proteger.

A través de estas concepciones metapolíticas, la Alt-Right despliega su


«programa político» basándose en tres pilares: etnoestados, el lugar del hom-
bre (manosphere) y el lugar de las mujeres. Estas ideas de su discurso tienen
como único objetivo salvar a la blanquitud y hacer un back to the future en el
que los nuevos etnoestados blancos recuperen a la civilización blanca.

4. Blanquitud y el Etnoestado
Ozarkia, New Albion o Cascadia son las futuras casas de los blancos de la
Alt-Right. Estos serían algunos de los nombres que podrían tener los estados
con población casi únicamente blanca en el futuro (Stern, 2019: 51). La ne-
cesidad de construir estados blancos es la solución final que propone para
preservar a los blancos, en un mundo en el que todas las razas son jerárqui-
camente iguales, estos no tienen ninguna ventaja sobre el resto y se están
viendo en «claro retroceso». La idea del etnoestado, además de ser el concep-
to nuclear del discurso de la Alt-Right, se fundamenta en las siguientes carac-
terísticas que tienen por objetivo proteger a los estadounidenses blancos: la
de entender el mundo como un choque de civilizaciones y lo que se estaría
dando en todo el mundo, pero sobre todo en los Estados Unidos, un «gran
reemplazo» demográfico en el que otras razas-culturas están, primero ocu-
pando espacios y Estados nación que antaño, supuestamente, estaban conce-
bidos para ser blancos, y luego una vez asentados en estos estados, teniendo
tasas de nacimientos más altas por diferencias exclusivamente culturales, se
convertirán en mayoría sustituyendo así a la población blanca.

Vamos a desgranar este conjunto de ideas interconectadas entre sí. En


primer lugar, los ideólogos de la Alt-Right parten de que las distintas cultu-
ras tienen una relación caótica, sin patrones que producen roces que des-
embocan en el conflicto o la «asimilación», que es una suerte de creación de
una tercera cultura que elimina a las anteriores que se unen. Como ya hemos
dicho, se basan teóricamente en lo expuesto por el historiador Huntington
(2015) y en las hipótesis defendidas en su obra posterior al Choque de Civi-
lizaciones: ¿Quiénes somos?: Los desafíos a la identidad nacional americana. Cabe
decir que en el caso de las extremas derechas españolas, hay quienes usan
las tesis de Gustavo Bueno (2001) sobre la Dialéctica de Estados/Dialéctica de
Imperios, pensando sus seguidores que son mucho más potentes sus expli-
caciones que las de Huntington. Para desplegar su teoría de por qué el mul-
ticulturalismo pone en peligro a la blanquitud, usan la teoría del historiador
Lorenzo Veracini sobre el «settler colonialism» (Kurtagic, 2012).

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La revista Radix creada por Richard Spencer tenía como objetivo conver-
tirse en el principal foro intelectual y de debate dentro de la Alt-Right. Su pri-
mer número editado en 2012 se titula The Uprooting of European Identity y es
prácticamente un monográfico sobre cómo se ha creado y evolucionado la
identidad blanca y el que era percibido como el mayor peligro en la actua-
lidad, el «Gran Reemplazo» (Spencer (ed.) y Radix Journal, 2012). De hecho,
el primer capítulo se titula «The Great Erasure» y es una acomodación de la
teoría Veracini sobre el settler colonialism al mundo de la Alt-Right y su lucha
contra el multiculturalismo. El artículo redactado por Alex Kurtagic comien-
za con una descripción breve de la teoría del Gran Reemplazo: cada vez hay
más no-blancos en los Estados Unidos y para 2050 los blancos llegarán a ser
solamente el 49% de la población total convirtiéndose en «minoría» (Natio-
nal Policy Institute, 2018). Para explicar este cambio demográfico y el porqué
los Estados Unidos será un país invivible para los blancos como cultura, re-
coge la teoría de Veracini que le es doblemente útil. Por un lado, explica muy
bien cómo la historia de los Estados Unidos es la de unos colonos blancos
que se asentaron en un país ya poblado, eliminando a casi todos sus nativos,
conservando su «cultura» prácticamente intacta; y, por otro lado, sería lo que
está sucediendo ahora: cada vez hay más «colonos» mexicanos, musulmanes
o de otras razas o culturas que se asientan en los Estados Unidos y que irán
esquilmando a los blancos hasta ser los dueños del país (Spencer (ed.) y Ra-
dix Journal, 2012: 5-28).

Veracini intentó codificar en su teoría un proceso de colonización, que no


es el único y que es «ahistórico»: el de colonos que, conscientemente, llegan
al país de destino y crean una diferencia muy clara entre ellos y el otro nati-
vo u originario, no queriendo mezclarse e intentando conservar intacta «su
cultura» (Veracini, 2010). El autor del capítulo se servirá de esta teoría para
lanzar diatribas contra el multiculturalismo, diciendo que este sería el único
tipo de colonialismo y es lo que estarían haciendo todas las poblaciones no
blancas que llegan a los Estados Unidos. Veracini apunta en su teoría que
este tipo de colonialismo es progresivo y evoluciona hacia escenarios en los
cuales hay choques entre las culturas, pero también hay asimilaciones pues-
to que las diferencias entre exógenos y nativos, por usar su codificación, es
porosa. El autor de la Alt-Right, Kurtagic, elimina esta parte de la teoría de Ve-
racini, e incluso no reflexiona, por razones ideológicas, sobre cómo la cultura
de estos asentamientos cambia, y no es la misma que en «el país de origen».
Cualquier historiador puede hacer la apreciación de que los colonos ingleses
que llegaron a Estados Unidos acabaron teniendo otra cultura bastante dife-
rente a la del Reino Unido, y que una de esas consecuencias fue precisamente
el nacimiento de los Estados Unidos. El año 1812 es paradigmático en este
caso en el que se conformó un nacionalismo estadounidense muy antibritá-
nico y que será prominente durante la primera mitad del siglo XIX.

Kurtagic en este capítulo también aborda otro de los tótems históricos de


la Alt-Right: el año 1790. Es el año en el que los Founding Fathers de los Esta-
dos Unidos redactaron el acta de naturalización, la ley que rigió quién podía
ser ciudadano en el país. Obviamente los Founding Fathers entendieron como
sujeto de ciudadanía al único posible por el contexto histórico y cultural de
la época podía ser: hombres blancos y libres (aunque hay que recordar que
hasta 1790 el sufragio era censitario por propiedad, por lo que podríamos
resumir el sujeto de ciudadanía como «pudientes» (Ingram, 2017). Y la Alt-

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Right se sirve de esta acta de naturalización para su ideología, afirmando que


lo que querían verdaderamente los Founding Fathers era una república blan-
ca, obviando que en los años anteriores había personas racializadas que te-
nían la ciudadanía y que se les fue retirada por los sucesores políticos de los
Founding Fathers mientras se daba a su vez el el proceso de construcción del
racismo, no porque los arquitectos de la república la quisieran blanca.

A pesar de añorar un pasado supuestamente blanco que a día de hoy es-


taría siendo borrado y que en el año 2050 sería un punto de «no retorno»,
los ideólogos de la Alt-Right piensan que no hay nada que hacer. Aplauden
determinadas leyes antinmigración, como la de Trump contra ciertos países
árabes, pero dada la diferencia cultural existente en el país y el settler colonia-
lism, al final hay que aceptar una cruda realidad: aunque se evite la entrada
de más migrantes, por diferencias culturales, los colonizadores suelen tener
unas tasas de natalidad más altas, por lo tanto, el país blanco está perdido. Y
aquí, se produce un back to the future típico de la reacción basada en el «Re-
pliegue del Progreso», se añora un pasado imaginado, que se va a proyectar
hacia el futuro, en este caso se trataría de un país que supuestamente existió
en 1790 y que sería reconstruido en la forma de un etnoestado blanco. Este
back to the future tiene nombres propios, Ozarkia o Cascadia, es la creación de
diversos o un único estado en áreas de los Estados Unidos que tengan por-
centajes de población blanca superior al 80% (Lokting, 2018). Solo constru-
yendo etnoestados basados en la raza blanca como eje de la ciudadanía se
podrá evitar que esta perezca y, en un futuro, reactivar su poder civilizador y
que permita levantar «grandes obras culturales blancas». Esta añoranza de
poder civilizador no implica que los blancos deban «civilizar a los otros». La
Alt-Right es tremendamente aislacionista y piensa que uno de los mayores
problemas de los Estados Unidos y de la raza blanca es que en su voluntad de
civilizar quiso compartir sus obras con otras culturas: una «suerte de buenis-
mo» o «carga del hombre blanco» (Jordan, 1974) y esto fue el pecado que le
llevó a la situación actual (Stern, 2019: 62). Como se ha mencionado antes, la
Alt-Right piensa que todas las razas son «iguales» en términos jerárquicos y,
por lo tanto, todas tienen derecho a crear sus etnoestados como quieran, sin
necesidad de que haya entre los futuros etnoestados guerras. Aunque esta
concepción de «igualdad» entre las razas es exclusivamente restringida al
derecho de crear etnoestados y a la geopolítica, puesto que hay autores, como
Richard Spencer, que defienden la Curva de Bell, en la que la principal hipó-
tesis es la diferencia de inteligencia entre razas. Y muchos seguidores de la
Alt-Right están obsesionados con obtener puntuajes altos en tests de IQ.

Otro dato a tener en cuenta es que la Alt-Right estadounidense, al menos la


parte «más dura» y hasta el 2020 no es conspirativa, es decir, no piensan que
haya un «Plan Kalergi» en el que la élite del país quiera que vengan más mi-
grantes, o colonos, para eliminar a la raza blanca (El Orden Mundial, 2019).
De hecho, exculpan a esta élite diciendo que el problema viene de la raíz del
sistema político occidental, del liberalismo político que pretende ser univer-
sal y, en consecuencia, los blancos, en otro acto de «buena fe», pretenden
convivir con otras culturas que no son la propia sin pensar que esto les puede
llevar a su completa destrucción.

El movimiento etnoestatal más grande en los Estados Unidos se centra en


hacer realidad «Cascadia», independizando toda la región noroeste de los Es-

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tados Unidos: California del Norte, Oregón, Washington, Montana e incluyen-


do la canadiense Columbia británica y, a veces, Alaska, donde poder hacer la
utopía blanca. Incluso tienen su propia bandera, la cual se ordena en líneas
horizontales: arriba el color azul por el cielo, el verde abajo por la tierra y el
blanco en medio puesto que son quienes habitan Cascadia. Este verde no es
casual, la Alt-Right está muy imbuida de teorías neomalthusianas, debido a
esto, se preocupan por el medio ambiente y Cascadia será, aparte de utopía
blanca, una utopía ecologista reaccionaria (Callenbach, 1975).

5. Masculinidad, la manosphere y la posición de las mujeres


Como se ha mencionado en la introducción, la Alt-Right reacciona a otros dos
movimientos, al antirracista y al feminista. Su lucha contra este segundo mo-
vimiento ha tenido más éxitos y ha llegado a convertirse en el movimiento
hegemónico global antifeminista. Si bien en la cuestión racial la Alt-Right con-
sigue con su discurso cambiar el racismo clásico, esencialista y cientifista,
por uno más complejo, que podríamos denominar como racismo cultural;
con respecto a las mujeres su discurso será ultra esencialista, sirviéndose de
la biología y de otros estudios de animales para argumentar sobre los grupos
humanos y fijar los roles de género clásicos o conservadores a los cuerpos
femeninos y masculinos.

Para la Alt-Right, la humanidad es binaria desde el principio, porque así


lo dice «la biología», por lo tanto, este movimiento político es en su totali-
dad transfóbico y anti queer (Stern, 2019: 71). Como hemos dicho, su posi-
ción antifeminista es la que mayores réditos le ha granjeado puesto que han
logrado crear una «manosphere» en la que el hombre, que es tratado antes del
Red Pilling como un opresor, puede sentirse orgulloso de su identidad. Pero,
a diferencia de la cuestión racial, en la que la Alt-Right entiende que no hay
jerarquías, aquí sí entienden que hay una suerte de jerarquía o que las dife-
rencias entre hombres y mujeres vienen dadas por la naturaleza y la biología,
cuando en la cuestión racial la diferencia era simplemente por una evolución
dispar de grupos humanos.

¿Qué es la manosphere? Es el espacio en el que los hombres comparten sus


teorías biologicistas y se construye una nueva masculinidad (Nagle, 2017),
sobre todo estos espacios son webs y foros de internet como 4chan, 8chan o
el Subreddit r/The Red Pill5. Estos foros son eminentemente antifeministas y
echan la culpa al movimiento feminista del estado en el que se encuentran
los hombres, que son incapaces de encontrar pareja, que se suicidan en un
porcentaje mucho mayor que la mujer y que, sencillamente, les ha quitado
su masculinidad. Este tipo de foros, aparte de ser misóginos, tienen mucha
literatura sobre supuestas técnicas de seducción «infalibles» pues están sus-
tentadas en «la biología» (Stern, 2019: 73).

5. Véase: https://www.reddit.com/r/TheRedPill/

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El principal problema sobre el origen de esta reacción antifeminista es


que los hombres que se unen a las filas de la Alt-Right, o bien no comprenden
en su totalidad el movimiento feminista o bien se ven atacados por mujeres
cuando ellos simplemente no se consideran opresores, pensando que tienen
debilidades y no se ven como unos «privilegiados». Casi siempre, la forma
que tienen de engatusar a los hombres jóvenes en estos grupos viene por
su promesa de que, después del red pilling, sí serán capaces de encontrar a
una mujer para ellos, una vez que hayan tomado conciencia de que deben
de comportarse como unos «hombres de verdad» (hipermasculinización de
la manoshpere).

Como hemos mencionado, los hombres de la Alt-Right en la manosphere


suelen intentar justificar ciertos comportamientos sociales a través de una
burda biología comparando los grupos humanos con grupos de animales.
Por ejemplo, el autor de la Alt-Right, Jack Donovan, escribe que los hombres
tienen un comportamiento similar a las manadas de lobos, donde hay clara-
mente un macho líder, alpha, y otros que están supeditados a él, betas (Dono-
van Jack (2012). Lo más extraño de esto es que hasta un profesor de psico-
logía en la Universidad de Toronto, Jordan Peterson, se prestó a realizar este
tipo de comparaciones. La realidad es que los códigos de socialidad de ani-
males y humanos no son comparables por numerosos parámetros biológicos
y culturales. Los hombres de la Alt-Right, aparte de estar obsesionados con la
búsqueda de pareja, y en la idea de una nueva masculinidad o hipermascu-
linidad biologicista, se fijan en comportamientos animales para emularlos
(Blumenberg, 1960). Se dividen a sí mismos en alphas y betas, como los lobos.
El hombre alpha es aquel que ya ha sido red pilled, ha despertado y ve la rea-
lidad, es consciente de que tiene que ser hombre, muy masculino, y para ello
tiene que tener una actitud arrasadora, seguro de sí mismo; los sentimientos
como tristeza o lloros no están permitidos. Los demás hombres, tanto si han
recibido la red pill o no, son betas, son hombres que todavía están en la mas-
culinidad creada por el feminismo que los hace tímidos, introvertidos y por lo
tanto, solteros. Jordan Peterson contribuyó a esta manosphere usando un es-
tudio sobre las langostas y su apareamiento para compararlo con los grupos
humanos (Steinworth, 2018). Este estudio decía que las langostas luchaban
entre ellas, mejorando así sus habilidades y el cómo eran percibidas por las
langostas hembras consiguiendo así emparejarse.

Por lo tanto, vemos en esta nueva hipermasculinidad construida por la


Alt-Right una obsesión por el emparejamiento y la seducción de jóvenes hom-
bres, que achacan su soltería o el ser incels –aquellos hombres que son in-
voluntariamente célibes– a que el movimiento feminista ha hecho que sean
odiados por las mujeres. Cuando se entra en uno de estos foros, el primer
mensaje de alerta en las reglas del foro es «check your gender equity before en-
try», dejando claro que consideran que los hombres y las mujeres no son
iguales. Ahora, ¿cuál es la posición reservada para las mujeres en este movi-
miento? Es una vuelta a los valores y feminidad tradicionales, la mujer sirve
para casarse, satisfacer al hombre y, por su valor reproductivo, es el elemento
casi más valioso para la raza blanca, puesto que es la única que puede au-
mentarla. Hay mujeres dentro del movimiento Alt-Right, estas siempre de-
fienden una feminidad clásica: la importancia de ser madres y de quedarse
en casa al cuidado de los niños. Cuando las pocas mujeres influencers de la
Alt-Right se han salido un poco de los esquemas marcados por el movimiento,

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han sufrido unas campañas de acoso y amenazas de muerte al verlas como


unas traidoras contaminadas por el feminismo (Stern, 2019).

Aun así, la Alt-Right, a pesar de ser biologicista y esencialista en sus pre-


ceptos sobre el hombre, con respecto a la mujer no lo es tanto y eso es debido,
como en el movimiento antirracista, al trabajo de las feministas en la decons-
trucción de qué es la mujer. Los «altrighters» entienden y comparten que las
mujeres tienen agencia o poder de decisión, por lo tanto, su mayor contrar-
gumento contra lo que consideran que es un movimiento feminista unitario
es: si nuestras mujeres deciden por sí mismas que lo más importante es que-
rer casarse, ser muy femenina, madre y cuidar de su familia: ¿quiénes son
las feministas para decirles que eso no puede ser? ¿no son acaso ellas las que
quieren que la mujer decida por sí misma? Así es como creen romper con
un movimiento feminista que piensan que es unitariamente de izquierdas y
que supuestamente lava las cabezas de las mujeres para que sean odiadoras
de hombres. Y, se ha de decir que durante la campaña de Trump a la presi-
dencia ese discurso funcionó bastante bien, puesto que ante los desmanes
machistas de Trump, hubo mujeres que decidieron fundar un caucus o grupo
de apoyo a Trump que se llamaba Women for Trump, y sencillamente era este
discurso: si el movimiento feminista dice que podemos elegir, nosotras elegi-
mos esta forma de vida (Women for Trump, 2016). Este movimiento fue muy
atacado por mujeres de izquierdas y consiguió que la Alt-Right aumentase en
apoyos y que, incluso, hubiese más mujeres que ensanchasen el exiguo nicho
de votantes mujeres de Trump en la campaña de 2016.

6. Radix, Breitbart y Trump


La Alt-Right es un movimiento con un discurso con pilares comunes pero difu-
so en propuestas y en formas de actuar. Si bien fue unitario hasta 2016-2017,
después se dividió en dos «almas» completamente diferenciadas. Aquí uso el
esquema de Marcos Reguera que hasta ahora es el más apropiado (Reguera,
2017): el alma de Radix, o el núcleo más duro cuya mayor reivindicación es la
raza blanca y que coqueteó con los supremacistas blancos hasta que en 2017
en el Rally Unite The Right un neonazi mató a una militante antifascista (Los
Angeles Times, 2017). Y el alma Breitbart o Alt-Light, que si bien opta por una
identity politics blanca no etnonacionalista, centra la mayoría de sus esfuer-
zos en carcomer al partido republicano y ser eminentemente antifeminista y
trumpista. En el alma de Radix tenemos a Richard Spencer como mayor ca-
beza visible y a los mayores intelectuales de la Alt-Right. En cambio, en Breit-
bart están los principales ideólogos y publicistas de ella, Steve Bannon, jefe
de gabinete con Trump, Milo Yiannopoulos y Ben Saphiro.

Trump se aupó en dos de las principales personalidades del alma Breit-


bart o Alt-Light: Steve Bannon y Milo Yiannopoulos. Centrémonos en el se-
gundo puesto que el primero es solo un estratega político que hizo su tra-
bajo muy bien. Yiannopoulos es un joven, abiertamente gay, que se declara
altrighter, si bien nunca se ha mostrado abiertamente racista, puesto que tien-
de a minusvalorar toda la cultura de memes racistas dentro de la Alt-Right y
se ha mostrado en desacuerdo con Richard Spencer públicamente. En 2016

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publicó en el medio de comunicación por antonomasia de la Alt-Right y que da


nombre a esta alma del movimiento, Breitbart, un manifiesto de acción que
estaba encriptado en una supuesta guía para entender a la Alt-Right destinada
a miembros del Partido Republicano (Yiannopoulos, 2016). Este texto de Yian-
nopoulos despachaba las aristas más racistas y/o homófobas del discurso de
la Alt-Right como «unos niños riéndose de lo políticamente correcto» mientras
invitaba abiertamente a los republicanos a absorber las demandas del movi-
miento Alt-Right. Durante su campaña para las presidenciales de 2016, pero
más aún durante su presidencia, Trump compartirá mensajes de Yiannopou-
los y le protegió y defendió cuando este fue cancelado a la hora de dar char-
las en las universidades para expandir a la Alt-Right. De hecho, Yiannopoulos
llegó a denominar a Trump como el «daddy» de la Alt-Right (DailyMail, 2017).
Y fue el principal ideólogo de la Alt-Right en presentar a Trump como un ver-
dadero alpha, no solo un líder que controlaba la sala en la que entraba con su
presencia, sino por sus opiniones antifeministas o antiprogresistas.

Por otro lado, Steve Bannon, jefe de campaña y después asesor estratégico
jefe en el gabinete de Trump, fue el que consiguió, dado su gran conocimien-
to de redes sociales, colocar mensajes propios de la Alt-Right en defensa de la
blanquitud y protesta contra el feminismo en los sectores de población que
podrían dar la victoria a Trump, hombres blancos sin estudios. Es decir, la
Alt-Right y Trump convergieron en sujeto político y este último se sirvió de
la ideología de la Alt-Right para conseguir su victoria. Realmente, la Alt-Right
«pura» no entró en el debate político gracias a Bannon, este último se limi-
taba a que los anuncios de Trump coqueteasen con la identity politics blanca
para arañar unos cuantos votos. Fue Hillary Clinton (candidata demócrata
a la presidencia) la que asoció en un primer lugar a Trump con la Alt-Right
cuando dijo que a Trump le apoyaban los que pertenecían a la basket of deplo-
rables. Ahí fue cuando se produjo la conjunción de intereses completa entre
Trump y la Alt-Right. Hillary Clinton, al erigirse como la máxima represen-
tante de los enemigos de la Alt-Right y Trump, feminista y antirracista, alió
a estos dos en el deseo de querer destruirla políticamente, obteniendo este
éxito al final del año 2016.

¿Cuál es la actual situación de la Alt-Right? El año 2017 supuso una he-


catombe para la Alt-Right, la concentración Unite The Right queque pretendía
otorgar coherencia a la Alt-Right, supuso un fracaso al revelar las diferencias
existentes entre supremacistas blancos, altrighters y altlighters. La Alt-Right
«dura» o el alma Radix se dividió en dos, aquellos que acabaron por engrosar
las líneas del supremacismo blanco y aquellos que pasaron a pertenecer a
la Alt-Light que usaba una descafeinada identity politics, ya no creía en el gran
remplazo y era puramente antifeminista y anti-Black Lives Matter, pero prácti-
camente sin líderes. Lo que muchos analistas dentro de las filas de la Alt-Light
no supieron ver fue que este sector Alt-Light llegaría a ser el hegemónico en la
derecha estadounidense y que incluso iba a sobrevivir sin su principal líder
político, Trump, una vez que fue derrotado por Biden en 2020. A día de hoy
el Partido Republicano es un partido que tiene el discurso antifeminista y de
la protección de la blanquitud de la Alt-Light, empuja por cercenar los dere-
chos de las personas racializadas, LGTBQ+ del país y no le importa destruir
ciertos consensos que hace 10 o 15 años no harían determinados líderes re-
publicanos. El Partido Republicano, si bien ahora contiene un discurso más
Alt-Light que en años anteriores, está por ver si sigue aumentando ese apoyo

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gracias al discurso y a si sus bases están de acuerdo con él. Igualmente queda
por ver cómo se resuelve la reacción de la Alt-Right, como nombre vuelve a
estar proscrito a la marginalidad política, pero operativo. La última reacción
basada en el «Repliegue del Progreso», la reacción blanca de los años 1970
finalizó en un consenso de daltonismo racial propio de un paradigma liberal,
esta reacción de la Alt-Right puede acabar alumbrando un verdadero mundo
post-racial al haberse deconstruido la raza blanca como blanquitud.

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