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Universidad de La Sabana

Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas


Seminario de Wittgenstein
Alejandro Beltrán Calvachi
Preguntas, respuestas e investigaciones
En ese trabajo resolveremos dos preguntas y tendremos una discusión en torno a las
investigaciones filosóficas de Ludwig Wittgenstein. Así pues, explicaremos los siguientes
aforismos: 1) “Pues los problemas filosóficos surgen cuando el lenguaje hace fiesta […]”1;
2) “En vez de indicar algo que sea común a todo lo que llamamos lenguaje, digo que no hay
nada en absoluto común a estos fenómenos” 2. Por otro lado, nuestra discusión será entorno
a “Y justamente así es como se explica qué es un juego. Se dan ejemplos y se quiere que
sean entendidos en un cierto sentido”3.
Pues bien, para revisar §38 nos conviene empezar por §37: “¿cuál es la relación
entre el nombre y lo nombrado? […] Esta relación puede también consistir, entre otras
muchas cosas, en que el oír el nombre trae a nuestra alma la figura de lo nombrado” 4.
Según parece, lo que nos dice Wittgenstein es que relación entre el nombre y lo nombrado
es una que se puede dar de muchas maneras, pero surge un inconveniente cuando
intentamos nombrar algo en la definición ostensiva, o sea, cuando nombramos algo con la
palabra «esto» y asumimos que “«esto» que es el nombre genuino”5. O sea, que puede
nombrar de mejor manera que un nombre. Es cierto que decir «esto» y nombrar un objeto
son dos cosas muy similares en la definición ostensiva, pero cuando nombramos algo
explicamos que esa cosa es, por ejemplo, una mesa. Con el «esto» no podemos hacer lo
mismo, si señalamos el objeto y decimos que esa cosa es «esto» no estamos explicando
nada.
Parece, pues, que la relación entre el nombre y lo nombrado es una conexión entre
ambas cosas, pero eso es precisamente lo que sucede cuando un filósofo intenta mantener la
postura de que el nombre debe designar realmente un simple. Wittgenstein nos dice que
este afán por nombrar algo como simple se puede fundamentar de la siguiente manera: el
significado de una palabra se mantiene únicamente si algún objeto le corresponde, pero esa
noción resulta problemática pues en un juego del lenguaje diferente 6 una orden N puede
tener significado aunque no tenga un portador. Por ejemplo, la oración «Davidson, tráeme
un tinto de la máquina de café» tiene significado aunque la máquina de tintos esté dañada,

1
(IF, §38)
2
(IF, §65)
3
(IF, §71).
4
(IF, §37).
5
(IF, §38).
6
(IF, §41)
pues Davidson podría asentir con la cabeza indicando que entendió la orden y, por lo tanto,
la oración estaría dentro del juego del lenguaje.
En el caso de «esto» el portador del significado es indispensable. Cuando un
filósofo quiere nombrar algo simple ¿qué está haciendo realmente? Wittgenstein usa el
diálogo del Teeteto para darnos una pista: hay ciertos «protoelementos» que únicamente se
pueden nombrar. Hegel, por ejemplo, en la Fenomenología del espíritu dice que hay una
Cosa inefable a la que llamamos objeto. En esa Cosa se contiene el ser de eso, o sea que
sabemos que eso de ahí es, mas no sabemos nada más allá de la pura inmediatez de la Cosa
que es7. El problema de intentar designar esa Cosa como algo simple es que el mismo
término «simple» se define como un antónimo de «complejo», entonces ¿qué significa
«complejo»? ese es precisamente el problema: “¡pues puede significar todas las cosas
posibles!”8. El significado de esta palabra puede variar según el uso o el juego del lenguaje.
Por ejemplo, podríamos tomar como objetos simples a los «miembros» de la facultad de
Filosofía y Ciencias Humanas, y la misma facultad como algo complejo pues se compone
de varios «miembros». Sin embargo, podríamos pensar esos mismo miembros como
estudiantes particulares. En ese caso los estudiantes serían complejos porque lo que sería
simple serían, tal vez, sus articulaciones.
Hay muchos otros problemas que se presentan a la hora de tomar esa postura, a
saber: que el nombre debe designar algo simple. Pero por ahora nos vale con lo que
tenemos para identificar que el lenguaje «cuando hace fiesta» o cuando «se va de
vacaciones» se refiere a la actividad que hace el filósofo cuando toma la relación del
nombre y lo nombrado como algo que debe ser fundamentado sobre una relación algo
extraña que se usa en pocas ocasiones: lo simple y lo complejo. O sea, busca decir que el
lenguaje se fundamenta bajo esa relación, pero a tal propuesta le surgen muchas
dificultades porque las palabras son extraídas de su contexto y se pueden utilizar de
diferentes manera. Como vimos, el significado de «complejo» puede variar según el
contexto que se presente.
Ahora ¿porque haya dificultades se sigue que debamos buscar algún otro
fundamento para el lenguaje? ¡No! Si nos tomamos en serio lo que nos dicen la
investigaciones debemos ver que la noción que tiene el filósofo es solo otro juego del
lenguaje, buscar una esencia común a todo el lenguaje es justamente lo que Wittgenstein no
hace en este libro; aquí entra el segundo punto de nuestro ensayo. Si volvemos a la
discusión sobre los objetos simples, el filósofo puede enunciar la siguiente oración: «los
nombres designan sólo lo que es un elemento de la realidad» esto quiere decir que vemos
partes simples, o constitutivas, de algo compuesto. Por ejemplo, un salero sería algo
compuesto de cosas simples que serían los granos de sal.
Supongamos que mi amigo Santiago Tovar me dice «Alejo, pásame la sal por
favor» y yo, efectivamente, se la alcanzo. Esa oración sería un enunciado, por decirlo de
alguna manera, sencillo; un enunciado más analizado tendería a mostrar esa relación oculta
7
G.W. Hegel, Fenomenología del Espíritu, p. 131.
8
IF, §47.
entro lo simple y lo complejo. Santiago, con el enunciado analizado, me diría algo como
«Alejo, yo como solicitante y tu como solicitado, por el juego de las fuerzas en el médium
universal del que dos cosas con participes, ¿me podrías por favor alcanzar el objeto que
tiene las simplicidades de lo blanco y lo salado unidas en una misma multiplicidad?». Es
evidente que «Alejo» ni nadie que no sea Hegeliano pensaría en el juego de las fuerzas y en
las contradicciones que se le muestran al entendimiento en la fenomenología del espíritu;
esto, sin embargo, no es el punto al que quiere llegar Wittgenstein. El ejemplo que dimos
nos ayuda a ver que ambos enunciados son dos juegos del lenguaje diferentes y que uno no
tiene por qué ser el fundamento del otro si tenemos en cuenta las reglas bajo las que
jugamos determinado juego.
Hay similitudes en ambos juegos. Santiago, por ejemplo, en ambos casos quiere que
Alejo le alcance la sal, pero de ahí no se sigue que haya algo común que deba unir ambos
juegos bajo una misma, por decirlo de alguna manera, esencia o fundamento. La sugerencia
de Wittgenstein consiste en pensar los juegos del lenguaje como eso… juegos. Entre el
pingpong, el fútbol y el básquetbol puede haber similitudes, pero no algo común entre esos
deportes. Pero ¿cómo diferenciamos el fútbol del pingpong, por ejemplo? Aquí es cuando
entra la noción que debe haber ciertos límites, pues debe haber algo esencial que distinga
un deporte del otro, pero existe el Teqball. No podemos indicar un límite, los podemos
trazar, pues no hay en realidad algún límite trazado 9. En síntesis, «no hay nada común»
quiere decir que no hay nada universal que abarque a todos los juegos del lenguaje, solo
hay parecidos que nos ayudan a comprar diferentes juegos con «bordes borrosos».
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos pasar a nuestra discusión: ¿podemos
entender la buena vida como un juego con límites borrosos? Por un lado podríamos decir
que sí, porque al fin y al cabo una buena vida es una actividad que se expresa de muchas
maneras. Podemos entender la buena vida como el cultivo del espíritu, como una vida llena
de placeres o una que practique el ascetismo, pues al fin al cabo podemos jugar a tener una
buena vida de muy distintas maneras. Con esto mí intuición es que para Wittgenstein no
hay como una sola y única buena manera de vivir, sino que hay muchos maneras de vivir.
Sin embargo, parece problemático tomar tan a la ligera algo como la buena vida ¿cómo
podríamos, por ejemplo, determinar que una persona se está haciendo mal a sí mismo o a
otros si tomamos las relaciones, tanto con otras personas como con las cosas, como un
juego que puede ser distinto de otro?
Si cosas como las buenas acciones hacen parte de un juego del lenguaje no
podríamos determinar que las virtudes, por ejemplo, nos pueden orientar a tener una mejor
vida, pues ni siquiera podríamos aceptar la ontología que funciona como fundamento de
esas virtudes. Hasta cierto punto se podría decir que las investigaciones no buscan descartar
de inmediato las buenas acciones orientadas por las virtudes, de hecho las tomaría con igual
importancia pues al fin y al cabo no es que haya un juego que sea mejor que otro, pero
pareciera una consecuencia, de esa postura, tomar el vicio y las virtudes a un mismo nivel
porque al fin y al cabo ambas son cosas que se juegan de maneras diferentes; si los limites

9
IF, §68
de lo que podemos marcar como una buena acción son borroso ¿cómo podríamos, por
ejemplo, decirle a alguien que una vida guiada por los placeres o el vicio no en realidad
algo bueno?

Referencias.
Hegel, G.W.F. (2022). Fenomenología del Espíritu. (J. Aurelio, Trad.) Bogotá, Colombia:
Siglo del Hombre Editores
Wittgenstein, L. (2009) Tractatus logico-philosophicus, investigaciones filosóficas (I.
Reguera. Trad.). Madrid: Gredos.

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