Clase El Sacramento de La Penitencia
Clase El Sacramento de La Penitencia
Clase El Sacramento de La Penitencia
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1. CAPÍTULO I. ACTUALIDAD DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA..................................2
Hacia una renovación de la práctica penitencial........................................................................2
La reconciliación en la iglesia y en el mundo de hoy..................................................................3
2. CAPÍTULO II FUNDAMENTO ANTROPOLÓGICO DE LA CONVERSIÓN...............................4
3. CAPÍTULO III- CONVERSIÓN Y RECONCILIACIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.............5
1. CONVERSIÓN, COMO LLAMADA DE DIOS...............................................................................6
2. EL PECADO EN EL MENSAJE DE LA CONVERSIÓN....................................................................6
MEDIOS PARA ALCANZAR EL PERDÓN:.......................................................................................7
CONFESIÓN, ARREPENTIMIENTO Y COMPASIÓN:......................................................................8
3. LA CONVERSIÓN, CAMINO DE SALVACIÓN.............................................................................8
4. CAPÍTULO XV ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA......9
1. PRESUPUESTOS.................................................................................................................9
2. CONTRICIÓN (obra interior)..................................................................................................10
3. LA CONFESIÓN (acto exterior)..............................................................................................12
4. LA SATISFACCIÓN..................................................................................................................13
5. CAPÍTULO XVI LA GRACIA DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA.................................15
1. LA RECONCILIACIÓN VIENE DE DIOS.....................................................................................15
2. LA GRACIA DE LA RECONCILIACIÓN EN EL HOMBRE.............................................................16
6. CAPÍTULO XVII LA PENITENCIA Y LOS DEMÁS SACRAMENTOS.....................................17
1. EL BAUTISMO, LA EUCARISTIA Y LA PENITENCIA..................................................................18
2. EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA EUCARISTIA.................................................................18
3. EL PERDÓN EN LOS DEMÁS SACRAMENTOS.........................................................................20
4. LA PENITENCIA Y LOS DEMÁS SACRAMENTOS......................................................................20
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
1. Presupuestos (examen)
2. La contrición (+ propósito de enmienda)
3. La confesión
4. La satisfacción
1. PRESUPUESTOS
La estructura del sacramento de la penitencia recoge los elementos esenciales de la
reconciliación (antropológicos y de fe).
Es indispensable el análisis de su fundamentación antropológica para determinar su
verdadero sentido e importancia (no desde la historia de las religiones).
Situación del cristiano: se siente pecador (infiel a la gracia) - desea retornar al Dios
misericordioso.
Partimos de una consciencia de pecado que va relacionada con la idea cristiana de
Dios Padre y con la fe del cristiano en su dignidad y vocación... Situación determinada por
unas verdades de fe y unas realidades de vida cristiana, desde las cuales el creyente percibe
el pecado y la necesidad de desprenderse de él.
El pecado en el cristiano no es una realidad univoca, pues tiene diferentes
significaciones. En el lenguaje corriente distinguimos entre dos tipos: el mortal (ruptura de
la amistad divina) y el venial (ofensa a Dios - infidelidad 'menor-disminución de caridad).
Esta referencia a Dios no se desentiende de los efectos del pecado, en relación con
las personas a las que se infiere una injuria o daño o con las cosas mal utilizadas.
Sobre la función que ejerce la práctica del sacramento de la penitencia en la vida del
cristiano se puede hacer una distinción desde la razón por la cual los creyentes lo practicas.
Podemos hablar de dos tipos de penitentes: los que preferentemente buscan recuperar la
gracia perdida, obtener el perdón de Dios, y los que principalmente desean perfeccionarse y
asumir con mayor fidelidad y generosidad las exigencias de la vocación cristiana.
Nos parece útil esta distinción, que no tiene aquí otras pretensiones, en orden a
liberar la práctica del sacramento de la penitencia de un exceso de orientación hacia lo que
se entiende simplemente por recibir o "recuperar" la gracia, y abrirla hacia una dimensión
más generosa y positiva que contempla desde la fe y el amor las exigencias de la vocación
cristiana.
El pecado y la conversión son dos experiencias correlativas, pero de signo distinto.
En cierto modo, la experiencia del pecado, como culpabilidad de tipo moral, sólo se percibe
dentro de la experiencia de la conversión... el mal se percibe como tal, una vez que se ha
comenzado a percibir el bien al que se opone.
El descubrimiento del pecado como tal forma parte de la obra de la fe y de la gracia
y es un paso necesario en el camino de la conversión.
La falta de conciencia de pecado del hombre de hoy, de la que con tanta frecuencia
se habla, va muy relacionada con la imagen acerca de Dios y de la gracia que el hombre
moderno tiene y puede percibir a través de las personas e instituciones que predican y
actúan en su nombre.
La percepción del pecado, lejos de alejar al hombre de Dios, le acerca a El y le
ayuda a descubrir mejor su amor y su gracia.
El pecado sólo puede percibirse como ofensa a Dios si Dios es para el pecador un
ser conocido. El pecador solamente podrá sentir dolor por su ofensa a Dios si ve en El a un
Dios amoroso y misericordioso.
La raíz de la conversión no está, pues, en el pecado en sí, sino en la percepción de
una relación entre el pecado y la gracia...
ESENCIAL PARA MOTIVAR EL EXAMEN DE CONSCIENCIA
2. CONTRICIÓN (obra interior)
El dolor de arrepentimiento está en relación con la gracia... El arrepentimiento no
penetra en el corazón del hombre sino cuando es conducido por la fe en el Dios de la gracia
y de la salvación.
La experiencia cristiana de la conversión parte del hecho de que el pecado no es
solamente un error humano, sino que afecta profundamente el interior del hombre (corazón)
La conciencia de pecado lleva al hombre a querer luchar contra él, a vigilar y
trabajar por extirpar sus raíces en uno mismo y en los demás, a tomar partido al lado del
reino de la gracia.
La contrición cristiana debe inspirarse sobre todo en la realidad de la gracia que ha
sido desperdiciada; en la dignidad del cristiano, hijo de Dios y miembro del cuerpo de
Cristo, que no se refleja en su conducta y en sus obras; en la riqueza de los dones recibidos
a través de la fe y de la vida de la Iglesia que el cristiano no ha llegado a descubrir y
aprovechar debidamente.
La contrición del cristiano está enraizada en la fe, parte del nuevo estado adquirido
por el bautismo, por el que se incorpora a Cristo, se muere al pecado y resucita en vida
nueva, se es hijo de Dios, templo del Espíritu Santo.
La contrición de corazón es el principio y fundamento de la conversión cristiana y
de ella depende su sinceridad y eficacia.
En el proceso de la conversión, la contrición es el acto más profundamente humano,
el que reconstruye en el interior mismo del hombre aquello que el pecado destruye... es la
fuerza que 'vuelve' el corazón humano hacia el amor del Padre, desviándole de los deseos
desordenados.
La contrición es signo y manifestación del amor de Dios, que despierta en el
corazón del hombre la conciencia de su pecado y el deseo de purificación y perfección.
No parte necesariamente de una falta grave que suponga una ruptura con Dios o una
pérdida de la amistad divina para poder manifestarse, sino que puede ser también
consecuencia de pequeñas faltas o infidelidades, de imperfecciones humanas vistas a la luz
del amor de Dios y de su gracia salvadora.
La contrición necesita adentrarse en la realidad concreta y personal del pecado para
poder ahondar en unas actitudes sinceras y eficaces de conversión, pero no se inspira en el
pecado, sino en la fe y en el amor de Dios, que mueven al cristiano a la conversión, a la
purificación interior y a la realización de la obra de la gracia en obediencia y fidelidad a la
voluntad del Padre, en el seguimiento generosa de los pasos del divino Maestro.
La 'penitencia interior' impregna todo el proceso penitencial y es el alma de la
reconciliación.
En el 'acto de contrición' la teología católica no ve simplemente la consciencia de
pecado, sino un movimiento interior de 'dolor y detestación del pecado cometido... El dolor
es producido por algo que se quiere rechazar en cuanto constituye un mal moral, una
injusticia, un pecado e incluye también una referencia a las personas ofendidas y
maltratadas.
En la apreciación humana del pecado y particularmente en el dolor a sentimiento de
culpabilidad, la referencia a alguien que ha sido afectado por la acción culpable-sea uno
mismo, sean los otros o el propio Dios- parece indispensable para poder sentir el pesar que
lleva consigo la contrición.
La culpabilidad se establece fundamentalmente en relación a seres personales,
sujetos de derechos, conscientes y libres, si bien tiene además una referencia objetiva a
aquello que es en sí mismo ordenado y justo.
A partir de estas consideraciones se ve la importancia de que el dolor de
contrición se inspire en motivaciones sinceras de amor a Dios y al prójimo... es la
contrición informada por la caridad' (DS 1677)... La dinámica cristiana de la conversión
postbautismal se caracteriza por situarse dentro de una relación paterno-filial entre Dios y
el hombre, que a su vez es el fundamento de la fraternidad humana.
Lo más importante en la contrición no son los "sentimientos" de dolor o de amor,
que pueden ser sin embargo signos y manifestaciones de arrepentimiento sincero, sino el
reconocimiento interior de la falta cometida, juntamente con la voluntad de corrección.
La contrición cristiana tiene además su fuente de inspiración en Dios, autor de la
gracia, y aspira en último término a alcanzar el bien supremo, que es Dios mismo.
En este sentido, no sólo está abierta a la esperanza en el perdón, sino que se siente
atraída por el deseo de una mayor unión a aquel que es la fuente de la verdad y del bien.
3. LA CONFESIÓN (acto exterior)
La confesión mira más directamente a la manifestación exterior de la culpabilidad...
se ordena a hacer manifiesto aquello que se ha rechazado como culpable en el interior de la
conciencia, pero tiene un significado propio que consiste en declarar la propia culpabilidad.
DOS ENFASIS:
Es necesario que EL PECADOR RECONOZCA EXPLÍCITAMENTE SU
CULPABILIDAD... El hombre no es un individuo aislado, sino que está integrado en una
comunidad dentro de la cual su conducta tiene determinadas repercusiones.
La confesión ES EL MEDIO A TRAVÉS DEL CUAL EL PECADOR SE
SOMETE A LA ACCIÓN PENITENCIAL DE LA IGLESIA (es una acción
eminentemente eclesial), ella ayuda, con la gracia de Cristo, para liberar al pecador (perdón
de los pecados).
La confesión libera a la contrición de su privaticidad y ocultamiento interior, para
convertirla en un acto eclesial, en un signo testimonial a través del cual el pecador
manifiesta que su pecado ha dado paso al arrepentimiento y a la conversión.
La confesión tiene un valor propio profundamente humano, que se manifiesta en el
hecho de que el penitente se presenta ante la iglesia como un pecador arrepentido... va
ligada a la necesidad de la contrición, es signo social y comunitario de ella... como un deseo
de paz, reconciliación y comunión con los hermanos, que se hace súplica ante la comunidad
(no se niega que incluye una cierta resistencia interior).
Aunque la manifestación del pecado puede servir en algunos casos de desahogo o
liberación de tipo psicológico, el acto religioso de la confesión requiere otros determinantes
basados fundamentalmente en la fe, esto es, en la creencia de que la confesión va dirigida a
Dios y a su Iglesia y constituye una forma de "penitencia", de obediencia y sumisión a la
voluntad y a la gracia divinas.
Además de este significado propio, en cuanto manifestación de arrepentimiento y
petición de perdón, la confesión tiene otros valores destacados por los monjes y maestros
de vida espiritual, los teólogos y los mismos documentos eclesiásticos.
La riqueza plurivalente de este acto penitencial explica el que haya tenido a lo largo
de la historia múltiples aplicaciones, dentro y fuera del sacramento de la penitencia.
Independientemente del sacramento de la penitencia, los valores ascéticos, espirituales y
pedagógicos de la confesión han sido bien conocidos y aprovechados en las diversas
experiencias de vida religiosa.
Como instrumento de vida espiritual y comunitaria, la confesión sirve de ayuda
para la guía y dirección de las almas y para la edificación de la comunidad, mueve al
perdón y a la reconciliación entre los hermanos, a la corrección de las faltas y a la
perfección de la vida religiosa y comunitaria.
La teología y la enseñanza cristiana han destacado principalmente en la confesión
dos aspectos: el que se refiere a la declaración de las faltas de parte del penitente y el que
tiene en cuenta la función del sacerdote en el ejercicio de este ministerio. Ambos aspectos
atienden a una misma necesidad o exigencia del sacramento, señalada de forma inequívoca
por el concilio de Trento, que es la obligada declaración de los pecados mortales (DS
1679. 1707).
En esta perspectiva, la práctica de la confesión se ha sentido frecuentemente
agobiada por la preocupación de tener que decir todos y cada uno de los pecados,
atendiendo a su distinta especie y gravedad.
A este respecto, conviene insistir en el verdadero significado de la confesión. Si ésta
ha cumplido en el pasado un papel muy positivo en orden a desarrollar la conciencia de
pecado entre los fieles, como reconocen los historiadores, ha caído también en grandes
abusos y exageraciones a causa de una preocupación obsesiva por detallar minuciosamente
todo lo que puede afectar a la gravedad del pecado.
ATENCIÓN: La confesión ha de dar importancia al arrepentimiento y que sea un
acto que contribuya a la paz y serenidad de consciencia.
Importa atender a lo esencial, que está en la sinceridad de las disposiciones del
penitente, sin olvidar que muchas veces el penitente necesita una orientación o aclaración
para la FORMACIÓN DE SU CONCIENCIA (TAREA URGENTE).
En general, la práctica de la confesión deberá estar principalmente atenta a lo
que el penitente quiere y puede hacer en orden a su conversión perfección. El análisis
de una situación de pecado puede ser útil y necesario en orden a conocer sus raíces y
causas, los condicionamientos que tiene el penitente, los efectos que se derivan en perjuicio
de otros; pero lo más importante en la confesión es que el penitente se reconozca pecador
desde lo profundo de su corazón y perciba la generosidad de la gracia que viene a su
encuentro....
La confesión deberá estar sobre todo inspirada en la dimensión positiva y progresiva
de la conversión... El mal se descubre mejor cuando se contempla a la luz del bien.
4. LA SATISFACCIÓN
La palabra "penitencia" va especialmente ligada a la obra externa, a la pena o
satisfacción que se impone por el pecado. En la primitiva concepción del sacramento, la
acción penitencial constituía efectivamente la parte más dura y "laboriosa", más duradera y
visible en el proceso de la reconciliación sacramental.
Actualmente, la satisfacción queda reducida con frecuencia a una acción puramente
simbólica. Entre las diversas partes del sacramento, es sin duda ésta la menos valorada y
aquella sobre la que se tienen ideas más confusas.
Lo primero que conviene aclarar respecto a la satisfacción es su significado e
importancia dentro de la estructura sacramental de la penitencia. El término
"satisfacción" hace referencia directa al pecado y a la necesidad de "pagar" por él. Nos
vemos precisados a aclarar inmediatamente que el perdón que Dios otorga es gratuito y no
depende en lo esencial de la satisfacción, sino de la sinceridad de la conversión.
Es un acierto el que la acción penitencial se haya pospuesto al acto de la
absolución....con ello quedó claro que la obra penitencial no es causa condicionante de la
reconciliación, sino signo del verdadero arrepentimiento.
La satisfacción entra dentro de esas exigencias, que afectan a lo interior o psíquico y
a lo exterior o corporal del ser humano, a la situación y compromiso del cristiano en el
plano individual o personal y a su relación con la Iglesia.
A lo largo de los siglos ha cambiado el sentido de la satisfacción: antigua disciplina
- penitencia 'tarifada' - doctrina escolástica - Concilio de Trento.
NOTA 20 (Cap. XV), DS 1689 Quizá no se ha profundizado suficientemente en el
concepto de "pena", teniendo en cuenta el contexto cristiano de la reconciliación.
La referencia al ejemplo de Cristo y al misterio pascual (muerte-resurrección)
favorece una interpretación de la "penitencia" (o satisfacción) como prueba de amor que
redunda en bien de los demás y como medio (no fin) que dispone a la salvación. Así lo
entienden en la práctica los santos y difícilmente el sacrificio y puede asumirse libre y
voluntariamente de otro modo.
Habría que intentar reconducir la idea de pena o castigo temporal (con marcado
acento pasivo e impositivo) hacia el concepto original de "penitencia", que apunta a las
exigencias íntimas de la conversión y encuentra mayor fundamento antropológico y bíblico
(Cfr. RP, n 83).
El documento de la Comisión Teológica Internacional sobre "La reconciliación y la
penitencia" (a 1982) dice que la penitencia cristiana no puede entenderse en primer lugar
"de un modo ético y ascético", sino "como un don" que ulteriormente impulsa al obrar ético
y ascético, B, II, 3 (Madrid 1984), 50
El significado de la satisfacción va, pues, relacionado fundamentalmente en la
enseñanza cristiana con la necesidad de que el penitente realice una acción seria,
comprometida y generosa que tienda a deshacer la obra del pecado y a rehacer la obra de la
gracia, esto es, a llevar adelante la obra de la conversión.
La necesidad de la satisfacción nace de la necesidad de llevar la conversión a la
realidad misma del hombre, de su espíritu y de su cuerpo, de su vida personal y de su
entorno eclesial y social.
La satisfacción tiene en cuenta que el ser humano, por una tendencia natural de su
cuerpo y de su espíritu, se deja seducir por las fuerzas del pecado y ofrece cierta resistencia
a la acción de la gracia.
La satisfacción se dirige a ahondar y prolongar las exigencias de la conversión en la
vida del cristiano, a preparar el cuerpo para la lucha y a correr hacia la meta de la
perfección, según dice San Pablo.
-Si en la satisfacción vemos el signo de la obra penitencial, en cuanto parte
integrante del sacramento, no podemos sin embargo considerarla como un acto aislado o
independiente del resto de los actos sacramentales. Todo el sacramento debe contemplarse
como una única acción penitencial, en la que todos y cada uno de sus elementos participan
de su significado penitencial.
En este sentido puede decirse que la práctica del sacramento es en su totalidad
"satisfacción", es decir, obra penitencial, y que, a través de los diversos actos que integran
el sacramento, expresa y realiza su significado y su alcance penitencial. En contrición, en la
confesión, en la humilde acogida de la absolución, al igual que en la aceptación de la
satisfacción, el penitente realiza una verdadera obra penitencial que no es solamente suya a
título personal, sino que es al mismo tiempo obra de la Iglesia.
¿Cómo hacer para que la obra satisfactoria de la penitencia sacramental tenga un
sentido práctico, que ayude a entender y a llevar a la práctico el compromiso cristiano de la
reconciliación?
La satisfacción puede ser sugerida por el penitente o considerada conjuntamente por
el penitente y el confesor
Sobre la recitación de oración se admite su valor, pero previene del peligro de
recurrir a ellas de modo rutinario.
La obra satisfactoria debería tener en primer lugar un valor significativo y
representativo de la actitud penitencial que el penitente ha de mantener después de la
celebración del sacramento.
Esta actitud puede ser muy distinta tratándose de un penitente ocasional y con faltas
graves, de un penitente que acude con cierta frecuencia (Encontrar la penitencia adecuada y
en miras a la actitud continua de conversión)
En teoría, las obras penitenciales pertenecen al tipo de obras que, según la Escritura
y la Tradición cristiana, tienen un carácter y un valor penitencial, como la oración, la
limosna, el ayuno, es decir, aquellas obras que son expresión de fe y culto a Dios, de
caridad y ayuda a los otros, de desprendimiento y austeridad de vida y que, en cuanto tales,
son medios de purificación y de libertad interior.
5. CAPÍTULO XVI LA GRACIA DEL SACRAMENTO DE LA
PENITENCIA
Según esto, la eucaristía opera el perdón de los pecados en el corazón del pecador
arrepentido gracias al valor de la eucaristía, que contiene al autor de la gracia y es signo de
comunión con Dios y con la iglesia, y en virtud del amor de caridad que ella misma infunde
en el pecador.
El concilio de Trento recoge esta doctrina, precisando también que la grandeza del
Sacramento impone que se den disposiciones especiales para acogerlo 'dignamente' (1Cor
11, 27-29), pues no se puede recibir teniendo consciencia de pecado grave (DS 1647. 1743)
NOTA 9: Las "Orientaciones" del Ritual español, después de aludir a la "costumbre
eclesiástica" recordada por el concilio de Trento, de "recurrir a la reconciliación
sacramental", "en caso de tener conciencia de haber cometido pecado mortal", contempla la
circunstancia de que el cristiano, "con una sincera urgencia espiritual de participar en la
eucaristia", no encuentre "ministros suficientes para la reconciliación".
En tal circunstancia, "puede acercarse a comulgar fructuosamente después de haber
hecho un acto de contrición perfecta", con "el propósito de celebrar el sacramento tan
pronto como sea posible".
Es lo que dice también el Código de Derecho Canónico (c916), refiriéndolo tanto al
sacerdote que debe celebrar la misa como al fiel que comulga.
El Catecismo de la Iglesia Católica recoge estas mismas normas (n 1457). Según el
mandamiento de la iglesia "todo fiel legado a la edad del uso de razón debe confesar a
menos una vez la año, los pecados graves de que tiene conciencia (CC 989 df DS 1683
1708) "Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no celebre la miso ni
comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental a no ser que
concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga
presente que está obligado a hacer un octo de contrición perfecto, que incluye el propósito
de confesorse cuanto antes" (CIC 916 of Cc. de Trente: DS 1647 1661 CIO 711). Los niños
deben acceder al sacramento de la penitencia antes de recibir por primera vez la sagrada
comunión (CIC 914). (Catecismo iglesia Catól 1457)
La Eucaristía es además una liturgia de purificación interior. Si atendemos tanto a
su estructura y composición como a su contenido y significado, descubrimos en ella una
referencia honda y persistente al pecado y a la obra de la reconciliación. Las oraciones
invocando el perdón de los pecados y las fórmulas de reconciliación son abundantes en los
textos litúrgicos más antiguos orientales y occidentales y en los ritos más modernos:
el acto penitencial al comienzo de la misa, que invita a los fieles a
reconocerse humildemente pecadores e invoca, a través de los santos, el
perdón;
las plegarias eucarísticas, que hacen frecuente referencia a la obra
reconciliadora de Jesucristo;
el Padrenuestro, que invoca el perdón de Dios y el perdón fraterno;
la invocación al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que sirve
de preparación inmediata a la comunión.
El perdón exige siempre el arrepentimiento sincero. La contrición sincera, movida
por la caridad, es signo de la gracia del perdón, como reconocen unánimemente los
teólogos. Por su propia naturaleza y estructura, la eucaristía está especialmente dotada para
mover al amor y a la contrición a quienes participan en ella, conscientes de lo que expresa y
significa.
En la práctica, la actual disciplina de la Iglesia dispone que todos los pecados
mortales deben confesarse, pero al mismo tiempo reconoce el valor purificador tanto de la
contrición como de la eucaristía.
Por lo que se refiere en especial a los pecados más corrientes de la vida cristiana,
aquellos que se derivan sobre todo de una tibieza en la fe, en la esperanza y en la caridad,
aquellos que están reclamando un acrecentamiento del fervor cristiano en el servicio a Dios
y a los hombres, la eucaristía debería considerarse un sacramento prioritario en orden a la
purificación de las faltas y a una progresiva perfección.
3. EL PERDÓN EN LOS DEMÁS SACRAMENTOS
También los demás sacramentos tienen que ver con el perdón de los pecados. Para
Santo Tomás, los efectos de los sacramentos son como 'medicinas diversas contra el
pecado.
La gracia de Jesucristo es una gracia encarnada en la naturaleza humana, dirigida a
robustecer su flaqueza y a disponer al creyente para realizar obras de justicia y santidad.
CONFIRMACIÓN: Tomar parte activa y valiente en la lucha contra el
pecado.
UNCIÓN DE LOS ENFERMOS: Fortalecer la esperanza del creyente
ORDEN SAGRADO: Servicio a la comunión eclesial, ejercicio del
sacerdocio de Cristo.
MATRIMONIO: Purificar y perfeccionar incesantemente el amor conyugal.
4. LA PENITENCIA Y LOS DEMÁS SACRAMENTOS
La relación del sacramento de la penitencia con los demás sacramentos, ya sea en
cuanto preparación para poder recibirlos digna y provechosamente o como medio para
desarrollar sus efectos, tal como se entiende en la actual orientación, normativa y práctica
eclesial, pone de relieve la prioridad que la Iglesia concede a este sacramento en la práctica
sacramental y en la vida espiritual y moral de los fieles.
Sin embargo, esta frecuente apelación a la importante función de la confesión, y en
especial de la confesión privada, puede a veces sonar a una medida convencional y no
suficientemente fundamentada.
Sería conveniente situar siempre la necesidad o utilidad de la penitencia sacramental
en el contexto preciso que en cada caso se contempla y presentar su celebración de forma
que ayude a descubrir su relación con el sacramento al que se une.
... es muy importante que el sacramento de la penitencia no se reduzca a una
práctica aislada del contexto de la conversión cristiana, o puramente instrumental o de paso
y condición para la recepción de otros sacramentos.