Clase El Sacramento de La Penitencia

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EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA....................................................................

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1. CAPÍTULO I. ACTUALIDAD DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA..................................2
Hacia una renovación de la práctica penitencial........................................................................2
La reconciliación en la iglesia y en el mundo de hoy..................................................................3
2. CAPÍTULO II FUNDAMENTO ANTROPOLÓGICO DE LA CONVERSIÓN...............................4
3. CAPÍTULO III- CONVERSIÓN Y RECONCILIACIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.............5
1. CONVERSIÓN, COMO LLAMADA DE DIOS...............................................................................6
2. EL PECADO EN EL MENSAJE DE LA CONVERSIÓN....................................................................6
MEDIOS PARA ALCANZAR EL PERDÓN:.......................................................................................7
CONFESIÓN, ARREPENTIMIENTO Y COMPASIÓN:......................................................................8
3. LA CONVERSIÓN, CAMINO DE SALVACIÓN.............................................................................8
4. CAPÍTULO XV ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA......9
1. PRESUPUESTOS.................................................................................................................9
2. CONTRICIÓN (obra interior)..................................................................................................10
3. LA CONFESIÓN (acto exterior)..............................................................................................12
4. LA SATISFACCIÓN..................................................................................................................13
5. CAPÍTULO XVI LA GRACIA DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA.................................15
1. LA RECONCILIACIÓN VIENE DE DIOS.....................................................................................15
2. LA GRACIA DE LA RECONCILIACIÓN EN EL HOMBRE.............................................................16
6. CAPÍTULO XVII LA PENITENCIA Y LOS DEMÁS SACRAMENTOS.....................................17
1. EL BAUTISMO, LA EUCARISTIA Y LA PENITENCIA..................................................................18
2. EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA EUCARISTIA.................................................................18
3. EL PERDÓN EN LOS DEMÁS SACRAMENTOS.........................................................................20
4. LA PENITENCIA Y LOS DEMÁS SACRAMENTOS......................................................................20
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

1. CAPÍTULO I. ACTUALIDAD DEL SACRAMENTO DE LA


PENITENCIA

Hacia una renovación de la práctica penitencial


Tema clásico y de vigencia permanente. El Vaticano II se ha preocupado de
promover una participación más consciente, activa y provechosa.
Descenso en la práctica (mirada desde España, pero aplicable a muchos lugares)
porque la influencia de la Iglesia ha mermado, p.e. en los colegios, el primer viernes, etc.
CAUSAS INTERNAS: La forma de entender el pecado y la reconciliación, de una
postura rigida (culpabilizadora) a una más laxa (exculpatoria) - No se acepta fácilmente la
mediación de la Iglesia, se propone más el valor del arrepentimiento interior.
CAUSAS SECULARES: Sociedad que sobre estima la voluntaria autonomía e
independencia del orden religioso y se resiste a aceptar sus modelos y prácticas (no a la
tradición)
Aunque se analizan muchos elementos de la 'crisis' del sacramento de la penitencia
y se han intentado dar propuestas de mejoramiento se ha evolucionado poco en lo que se
refiere al aspecto celebrativo (p.e. Ritual de la Penitencia)
¿Cómo conseguir que el sacramento de la reconciliación cumpla en la Iglesia la
función para la que está destinado?
¿Cuál es su función? La Reconciliación sacramental está destinada a liberar al
cuerpo de la Iglesia de todo aquello que impide y obstruye su caridad, en una acción
constante y perseverante que mira a la destrucción de las fuerzas del mal y del pecado. Esta
obra es permanente y continuada (como la Eucaristía)
El pecado, realidad que afecta a la humanidad ya todo ser humano, no desaparece en
virtud de la obra redentora de Cristo o de la acción bautismal. El poder del pecado sigue
actuando en el mundo y en las personas.
La incorporación a Cristo no es sólo gracia, sino también compromiso mediante el
cual el cristiano, a lo largo de toda una vida, va asumiendo en su propia existencia el
mensaje y la riqueza de la gracia... Para ello el sacramento de la penitencia es el
instrumento más acorde con la dinámica de la vida cristiana.
En el cristiano y en la comunidad creyente, la tensión y la lucha entre los deseos del
espiritu y de la carne, según san Pablo, quedan situados en un contexto de salvación (1Pe 9-
10; Ef. 2, 19-21; Rom 8, 14-17.28- 39).
Salvar significa acoger, ayudar a los pecadores a tomar consciencia de su dignidad
de hijos de Dios, del amor con que el Padre los llama y espera, a recuperar la paz y a volver
a una vida de santidad y comunión con Dios y los hermanos.
La penitencia es el instrumento con el que la Iglesia asegura a sus hijos que el
pecado nunca es algo decisivo en la vida del cristiano... Toda falta o infidelidad debe ser
confrontada con el sentido de la nueva vida de la gracia.
La reconciliación en la iglesia y en el mundo de hoy
Se ha vuelto constante el uso de la palabra 'reconciliación' (Vaticano II - Ritual de la
Penitencia - Exhortación de Juan Pablo II Reconciliación y Penitencia).
Se subraya el aspecto de don y manifestación de la misericordia divina, de
encuentro amoroso entre Dios y la persona arrepentida (Penitencia pone de manifiesto la
obra del penitente) - Por otra parte, pone de relieve el fin y resultado final y el alcance
profundo de un misterio que está inserto en la obra redentora de Cristo.
Término que tiene connotaciones bíblicas y teológicas: contexto de historia de la
salvación y la obra de Cristo - La reconciliación, esto es, la amistad y la paz entre Dios y la
humanidad, viene a través de Jesucristo, a quien el Padre envió y entregó a la muerte para
que expiara el pecado del mundo y redimiera a la humanidad.
Reconciliarse con Dios, con el Padre, significa entrar a formar parte de la familia
divina, pasando a ser un hijo de Dios y un hermano en la familia del Padre (Lucas 15,
11ss).
El pecado nos ha de referir las fuerzas destructoras que anidan en el corazón del ser
humano y que impiden la realización de una humanidad fraterna y solidaria.
Pecado es todo lo que lleva a la enemistad y al enfrentamiento entre unos y otros, lo
que nace de la insolidaridad y el rechazo de los demás, lo que no tiene en cuenta el bien
común y el orden justo que permite el libre desarrollo de todos y una convivencia
responsable.
El reconocimiento de la soberanía divina tiene mucho que ver con el bien de la
persona y de la convivencia humana... Dios no tiene intereses que puedan considerarse
ajenos a los intereses humanos. La 'verdadera religión' consiste en atender las necesidades
del prójimo (San Juan desarrolla esta idea con frases certeras: 1Jn 2, 7-11; 3, 11-18; 4,7-11;
Jn. 13,34-35).
La reconciliación cristiana tiene hondas repercusiones en las relaciones entre las
personas y los pueblos. No es solamente una gracia que Cristo otorga, sino que
constituye una de las tareas más esenciales de la Iglesia... ella es 'signo e instrumento de
la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano' (LG 1-UR 7.8; 2 Cor 5,
18-21)
Ella está llamada a demostrar al mundo que es posible vivir en unidad y amor, no
obstante las diferencias que pueda haber entre los hombres en base a la raza, el sexo, la
cultura, la clase social, los intereses económicos o cualquier otra realidad... En la Eucaristía
se celebra la unidad.
La realidad del pecado en la Iglesia debe ser asumida como una realidad que afecta
a todos los miembros de la Iglesia (Mt 6, 12; Lc 11, 4; GS 14).
Estamos continuamente necesitados de la misericordia de Dios... La cizaña debe
ser arrancada siempre, la herida curada, por eso el cristiano ha de permanecer vigilante y en
disposición de lucha.
El pecado se vence a medida que el cristiano se va haciendo mejor discípulo de
Jesús y más dócil a la acción del Espíritu, en la medida en que se siente más libre y
despojado de sí mismo para servir y hacer bien a los demás.
La evangelización cristiana implica un esfuerzo por liberar a las personas y pueblos
de los 'ídolos' que les esclavizan y de las 'fronteras' que impiden la comunicación, la
solidaridad, la aceptación de la fraternidad universal... Se recuerda también que en muchas
personas de 'buena voluntad, cristianos o no, hay una 'verdadera nostalgia de
reconciliación'.
2. CAPÍTULO II FUNDAMENTO ANTROPOLÓGICO DE LA
CONVERSIÓN
Todos los sacramentos parten de la realidad del ser humano, de su condición
corpóreo-espiritual y tienden a revelar algo que está más allá de los sentidos.
El sacramento de la reconciliación hunde sus raíces en las complejidades humanas
que le llevan a enfrentarse con los demás, consigo mismo y con las cosas que le rodean... se
descubre como un ser 'eminentemente conflictivo' (contrariado), se choca con los deseos e
intereses de los otros.
¿CAUSAS DE ESTA CONTRADICCIÓN? (frustraciones - arrepentimientos). La
dificultad de adecuarse a su entorno - Conflicto interior por tomar o asumir opciones que
vayan de acuerdo con sus deseos.
En el fondo de este drama antropológico está el problema de la LIBERTAD.
El hombre no está determinado (como los animales: fijos en su naturaleza), un
hombre nace y no se sabe lo que será... La persona se siente llamada a obrar de acuerdo con
sus propios imperativos de consciencia, así como asumir la responsabilidad de sus propias
acciones.
La condición conflictiva del ser humano se refleja sobre todo en el campo de las
relaciones humanas, el encuentro de varios intereses.
El ejercicio de la humana libertad no depende, esencialmente, de los impulsos o
deseos instintivos, sino que se basa principalmente en motivaciones conectadas al sentido
que cada uno da a su existencia y a la de los demás... Se entra aquí en el orden de los
valores, fruto de influencias culturales y espirituales.
Sin una tabla de valores éticos, que inspiren y protejan la convivencia humana,
difícilmente se podría llegar a construir una verdadera sociedad.
El mensaje de la reconciliación (personal o social) replica certeramente a esta
amenaza o tentación de discordia que se esconde en el corazón de cada persona y de cada
grupo humano... aunque se desea la paz y la amistad desde lo más profundo del ser, pero se
siente impedido frecuentemente por pequeñas trabas o grandes obstáculo que le alejan y
separan de los demás.
La reconciliación es una meta, un objetivo final que se hace más apremiante cuando
existe la desunión, la enemistad o el enfrentamiento... El ideal humano y social de
reconciliación implica una voluntad honda y decidida de paz... Es fruto de una obra interior
que afecta a los corazones.
La superación de situaciones de conflicto reclama la llamada a la conversión la cual
exige un cambio profundo en el interior de la propia persona, que ordinariamente sólo se
produce en virtud de un impulso religioso.
La conversión es una experiencia interior que capta las fuerzas intelectuales,
morales y aún corporales de la persona y las pone al servicio de la fe, de un proyecto
religioso de vida... Es una combinación de sensibilidad humana y apertura trascendente.
Algunos factores de conversión son: Consciencia de un pasado al que se quiere
poner fin - Asumir una forma de vida que se contempla llena de luz y de verdad.
El deseo de conversión y de cambio parte de la consciencia de haber errado, de
haber perdido la justa dirección y va unido a la necesidad de reorientar la vida en el justo
sentido... Tiene como supuesto que Dios está en el origen d la vida del hombre y que su
amor da su último sentido a la existencia.
La fe interviene de forma decisiva en este proceso... el creyente percibe (desde la
visión cristiana) un misterio de gracia, la comunicación de algo que se le revela y otorga de
forma inmerecida y privilegiada y le convoca a una nueva forma de vida.
Una problemática que se añade es la de la credibilidad (autenticidad), el
discernimiento de la sinceridad de la conversión, de la transformación interior.
El juicio que la conversión merece a los demás solamente puede fundarse en lo que
el converso dice haber visto y en la conducta que sigue a partir del momento: 'por sus frutos
los conocerán' (Mt 7, 15-20)... Es el testimonio más objetivo que puede dar razón de la
verdad y pureza de la conversión.
En el contexto bíblico y eclesial, la conversión tiene en general un sentido más
preciso. Dos formas de conversión: La bautismal - Fidelidad del creyente a Dios y sus
exigencias (derivada de la anterior).
BAUTISMAL: Incorporación a Cristo - victoria sobre el pecado - miembro de la
Iglesia - Vida nueva de hijo de Dios.
2ª CONVERSIÓN: Ayudar al bautizado a descubrir la riqueza y el compromiso de
la gracia recibida y superar los obstáculos - Estrecha vinculación con Dios y la Iglesia -
Acoger más hondamente la obra del Reino, del Evangelio.
3. CAPÍTULO III- CONVERSIÓN Y RECONCILIACIÓN EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO

1) La conversión como llamada de Dios


2) El pecado en el mensaje de la conversión.

1. Medios para alcanzar el perdón


2. Confesión, arrepentimiento y compasión
3) La conversión, camino de salvación
La experiencia de la conversión puede producirse por 'resortes íntimos', pero por lo
general es una experiencia religiosa, movida por una llamada divina.
En la Sagrada Escritura se la comprende como un modo del amor de Dios que
quiere salvar las personas. La conversión en la Biblia tiene dos referencias esenciales:
PECADO DEL HOMBRE Y PERDÓN DE DIOS. Ambas tienen como fuente común la
MISERICORDIA DEL PADRE y en LA ALIANZA.
1. CONVERSIÓN, COMO LLAMADA DE DIOS
Es una iniciativa divina, Dios manifiesta a las personas su deseo de vivir en paz y
comunión, esa es su voluntad.
Este amor tiene en la Biblia un doble fundamento: Dios es el creador del hombre
(origen) - Dios es supremo Señor y Padre de su pueblo (Alianza).
Las formas literarias con que se expresa el mensaje de la conversión en el A.T. son
variadas y pueden parecer contradictorias:
 ESPOSO: Ez 16, 59-63; Is 54, 4-8; 62, 3-5; Jer 3, 1-13
 PADRE: Is 55,7; 27,4-5; 57,19; Ez 34,25; Neh 9,17; Dan 9,9; 1 Crón 21,13;
Sal 86,5; 130,4; 2 Sam 24,14; Ex 34,6. Otras: Prov 3,12; Dt 8,5; Sal 27,10;
31,9; 103,13; Job 5,17-18.
 MADRE: Is 49, 15; Os 11, 1-9; Jer 31, 15-20; Sab 15,1-2; 16,6-7; Sal 130;
Is 38,10- 20.
2. EL PECADO EN EL MENSAJE DE LA CONVERSIÓN
El pecado es una categoría eminentemente religiosa, que SINTETIZA Y APROPIA
todo lo que hay de mal moral en el mundo y en el hombre.. Es un concepto útil y a la vez
confuso, pues abarca distintas valoraciones.
Se trata de una realidad muy relevante en la existencia humana (LA
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA SE MUEVE EN TRES EJES: Creación - Gracia -
Pecado).
Amenaza la libertad y afecta el destino mismo de la humanidad. El texto de Génesis
3 es paradigmático para describir la conducta que aleja al ser humano del paraíso donde
Dios le había colocado.
El rechazo de Dios significa el abandono de Aquel que es la fuente de todo bien y
constituye, por tanto, un mal trascendental... Dentro de una concepción teocrática de la
sociedad, la voluntad divina es el fundamento de toda ley o prescripción.
Se incluyen también otras dimensiones de la moralidad como las referidas a los
deberes para con el prójimo, principalmente de los más desprotegidos.
Gran número de normas giran en torno a la perfección externa del culto religioso y a
la pureza ritual (Ex 19,6; Lev 11,44; 19,2.).
Algunos pecados son señalados por su especial gravedad y se castigan muy
severamente, como la blasfemia, la idolatría, el adulterio y el homicidio (Ex 21,12-15; Lev
24,10-16; Dt 13,6; 17,2-7).
Con frecuencia se denuncian los pecados de modo general como infidelidad a Dios
y se acentúa así el carácter religioso del mismo, que fundamentalmente consiste en faltar a
las exigencias de la Alianza, a la fe y la confianza (Is 1,17; Os 4,2; Am 4,1; Miq 2,1).
Para el creyente judío, el pecado es la única realidad que puede desbaratar los
proyectos divinos sobre el triunfo y la prosperidad de Israel... hay una tendencia a
relacionar culpa y pecado con la desgracia (p.e. libros de los Jueces y Reyes).
• La terminología hebrea sobre el pecado es extraordinariamente rica y amplia. Los
especialistas en el tema destacan, entre los conceptos más afines a la realidad del pecado,
 los de "injusticia" (resha),
 rebelión (pesha),
 "extravío" (awon)
 y "transgresión" (hatta).
En la literatura judeo-palestinense, sobresale también el vocablo, hoba ("deuda"),
que llega incluso a absorber a los demás vocablos. De acuerdo con esta última
terminología, el pecado produce una "deuda" ante Dios, que solo Dios puede condonar o
"absolver".
PECADO: https://www.youtube.com/watch?v=Nt5vWY81H30
TRANSGRESIÓN: https://www.youtube.com/watch?v=CVFObknoeFA
INIQUIDAD: https://www.youtube.com/watch?v=CR8DEKQF1xw
MEDIOS PARA ALCANZAR EL PERDÓN:
Consisten principalmente en el reconocimiento y la confesión del pecado, la ofrenda
de sacrificios y las prácticas penitenciales (oraciones - ayunos - signos externos de dolor y
compunción - obras de caridad... Las abluciones y purificaciones rituales son también una
forma de práctica penitencial, Mc 7,1-15).
Más importancia tienen entre las prácticas penitenciales judías los sacrificios
expiatorios ofrecidos por los pecados personales o del pueblo. A semejanza de lo que se
hace en otros pueblos del entorno cultural hebreo, estos sacrificios son ofrecidos por el
supremo representante del pueblo, como puede ser el juez y profeta Samuel, el rey Josafat o
el sacerdote y escriba Esdras, encargado de la reconstrucción del templo de Jerusalén (1
Sam 7,5-9; 2 Crón 20,3-13; Esd 8,35; 9,1-15).
Entre estos sacrificios, destaca el GRAN DÍA DE LA EXPIACIÓN O YOM
KIPPUR, como una de las grandes festividades del pueblo.
Dirige la ceremonia el sumo sacerdote: con la sangre de un cabrito sacrificado, rocía
el santuario confesando las faltas del pueblo; luego, descarga con sus dos manos las faltas
sobre la cabeza de otro macho cabrío, que es conducido al desierto. Al final, el sumo
sacerdote bendice solemnemente al pueblo en el nombre de YHWH.
La fórmula de confesión, que no recoge el Levítico, debía tener un carácter
genérico, a juzgar por las fórmulas conservadas por la Mishna. La bendición final era
considerada como una especie de absolución, que requería ciertamente la conversión de
corazón (LEVÍTICO CAP. 16)
SACRIFICIO Y PROPICIACIÓN: https://www.youtube.com/watch?v=54xtkW
fl840
CONFESIÓN, ARREPENTIMIENTO Y COMPASIÓN:
Las CONFESIONES DE PECADOS y fórmulas varias que expresan verbalmente
la consciencia de culpa, la esperanza y el deseo del perdón, son en el A.T. el mejor y más
vivo ejemplo de lo que significa el verdadero arrepentimiento. Por ejemplo:
 2 Sam 12, 13 (David reconoce su pecado ante Natán)
 Nehemias cap. 9 (Confesión pública de los repatriados)
 Los Salmos son ejemplares fórmulas, algunas de carácter público otras
individual (6, 32, 38, 51, 102, 130 y 143).
El salmo Miserere es un modelo de confesión, que recoge lo mejor del
pensamiento hebreo sobre el espíritu de la conversión: junto a la conciencia de culpa, de
haber ofendido a Dios, el autor de este salmo expresa el deseo y la esperanza de
purificación, el gozo de una presentida reconciliación, la fe en el valor de un corazón
arrepentido, por encima de los sacrificios exteriores, la voluntad de rehacer la vida entera.
Literatura Sapiencial: Sir 21, 1; 4, 25.31; Prov 28, 13.
ARREPENTIMIENTO: El favor de Dios se hace sentir como realización de su
proyecto de salvación (Is 49,6 8; 52,7; Jer 23,6; Zac 9,9; Ez 36,29).
El pueblo espera la realización de las promesas divinas, los profetas son portadores
también de este anuncio de esperanza: corazón nuevo (Jer 24,7; 31,31-34; 32,40) - justicia
y salvación - cielos y tierra nuevos (Is 46,12; 62,1- 2; 65,17; 66,22) - salvación universal (Is
56,1-8; 60; 66,18-21; Zac 2,15; 8,20-23; 9,10).
COMPASIÓN: Si Dios se muestra misericordioso con su pueblo, los creyentes
judíos deberían sentirse misericordiosos unos para con otros. Pero no fue la actitud
frecuente, prevaleció la 'ley del talión'. Sin embargo hay referencias de una actitud diversa:
Abraham (Gen. 18) - Ex 23,4-5; Lev 19, 18; Prov 24, 17- 18; Sir 10, 6; David (1 Sam 26, 8-
11) - Sir 28, 2-3 (perdón a los enemigos)
3. LA CONVERSIÓN, CAMINO DE SALVACIÓN
La conversión, como respuesta humana, se describe con el verbo SHUB que indica
cambio de dirección o de ruta, un vuelta a Dios: ELEGIR EL CAMINO DE LA VIDA
(empleado más de mil veces y traducido por los LXX en 80 vocablos diferentes).
En la llamada a volver a Dios late el mensaje de que en Dios está el origen de la
vida del hombre, la fuente de todo bien y el principio de la salvación (Dt. 30, 15-16)... Sólo
hay dos caminos para el hombre, el que conduce a su destino de bien y el que aleja de
aquel.
Muerte y vida son dos conceptos bíblicos que reflejan perfectamente la
contraposición entre dos caminos, dos orientaciones de la conducta humana... que se amplía
a todos los órdenes humanos: moral - espiritual - trascendente.
Hay una visión eminentemente religiosa del ser humano, según la cual la existencia
en su totalidad deriva de Dios y solamente puede subsistir si se inserta en Dios mismo, en
su obra creadora y salvadora.
Esta inserción no puede producirse sin la fe, sin la adhesión confiada del hombre a
las promesas divinas, sin la libre aceptación de su voluntad.
La conversión, en último término, es una llamada y una advertencia que Dios dirige
al ser humano para que éste busque el camino de la felicidad.
4. CAPÍTULO XV ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS DEL SACRAMENTO
DE LA PENITENCIA

1. Presupuestos (examen)
2. La contrición (+ propósito de enmienda)
3. La confesión
4. La satisfacción
1. PRESUPUESTOS
La estructura del sacramento de la penitencia recoge los elementos esenciales de la
reconciliación (antropológicos y de fe).
Es indispensable el análisis de su fundamentación antropológica para determinar su
verdadero sentido e importancia (no desde la historia de las religiones).
Situación del cristiano: se siente pecador (infiel a la gracia) - desea retornar al Dios
misericordioso.
Partimos de una consciencia de pecado que va relacionada con la idea cristiana de
Dios Padre y con la fe del cristiano en su dignidad y vocación... Situación determinada por
unas verdades de fe y unas realidades de vida cristiana, desde las cuales el creyente percibe
el pecado y la necesidad de desprenderse de él.
El pecado en el cristiano no es una realidad univoca, pues tiene diferentes
significaciones. En el lenguaje corriente distinguimos entre dos tipos: el mortal (ruptura de
la amistad divina) y el venial (ofensa a Dios - infidelidad 'menor-disminución de caridad).
Esta referencia a Dios no se desentiende de los efectos del pecado, en relación con
las personas a las que se infiere una injuria o daño o con las cosas mal utilizadas.
Sobre la función que ejerce la práctica del sacramento de la penitencia en la vida del
cristiano se puede hacer una distinción desde la razón por la cual los creyentes lo practicas.
Podemos hablar de dos tipos de penitentes: los que preferentemente buscan recuperar la
gracia perdida, obtener el perdón de Dios, y los que principalmente desean perfeccionarse y
asumir con mayor fidelidad y generosidad las exigencias de la vocación cristiana.
Nos parece útil esta distinción, que no tiene aquí otras pretensiones, en orden a
liberar la práctica del sacramento de la penitencia de un exceso de orientación hacia lo que
se entiende simplemente por recibir o "recuperar" la gracia, y abrirla hacia una dimensión
más generosa y positiva que contempla desde la fe y el amor las exigencias de la vocación
cristiana.
El pecado y la conversión son dos experiencias correlativas, pero de signo distinto.
En cierto modo, la experiencia del pecado, como culpabilidad de tipo moral, sólo se percibe
dentro de la experiencia de la conversión... el mal se percibe como tal, una vez que se ha
comenzado a percibir el bien al que se opone.
El descubrimiento del pecado como tal forma parte de la obra de la fe y de la gracia
y es un paso necesario en el camino de la conversión.
La falta de conciencia de pecado del hombre de hoy, de la que con tanta frecuencia
se habla, va muy relacionada con la imagen acerca de Dios y de la gracia que el hombre
moderno tiene y puede percibir a través de las personas e instituciones que predican y
actúan en su nombre.
La percepción del pecado, lejos de alejar al hombre de Dios, le acerca a El y le
ayuda a descubrir mejor su amor y su gracia.
El pecado sólo puede percibirse como ofensa a Dios si Dios es para el pecador un
ser conocido. El pecador solamente podrá sentir dolor por su ofensa a Dios si ve en El a un
Dios amoroso y misericordioso.
La raíz de la conversión no está, pues, en el pecado en sí, sino en la percepción de
una relación entre el pecado y la gracia...
ESENCIAL PARA MOTIVAR EL EXAMEN DE CONSCIENCIA
2. CONTRICIÓN (obra interior)
El dolor de arrepentimiento está en relación con la gracia... El arrepentimiento no
penetra en el corazón del hombre sino cuando es conducido por la fe en el Dios de la gracia
y de la salvación.
La experiencia cristiana de la conversión parte del hecho de que el pecado no es
solamente un error humano, sino que afecta profundamente el interior del hombre (corazón)
La conciencia de pecado lleva al hombre a querer luchar contra él, a vigilar y
trabajar por extirpar sus raíces en uno mismo y en los demás, a tomar partido al lado del
reino de la gracia.
La contrición cristiana debe inspirarse sobre todo en la realidad de la gracia que ha
sido desperdiciada; en la dignidad del cristiano, hijo de Dios y miembro del cuerpo de
Cristo, que no se refleja en su conducta y en sus obras; en la riqueza de los dones recibidos
a través de la fe y de la vida de la Iglesia que el cristiano no ha llegado a descubrir y
aprovechar debidamente.
La contrición del cristiano está enraizada en la fe, parte del nuevo estado adquirido
por el bautismo, por el que se incorpora a Cristo, se muere al pecado y resucita en vida
nueva, se es hijo de Dios, templo del Espíritu Santo.
La contrición de corazón es el principio y fundamento de la conversión cristiana y
de ella depende su sinceridad y eficacia.
En el proceso de la conversión, la contrición es el acto más profundamente humano,
el que reconstruye en el interior mismo del hombre aquello que el pecado destruye... es la
fuerza que 'vuelve' el corazón humano hacia el amor del Padre, desviándole de los deseos
desordenados.
La contrición es signo y manifestación del amor de Dios, que despierta en el
corazón del hombre la conciencia de su pecado y el deseo de purificación y perfección.
No parte necesariamente de una falta grave que suponga una ruptura con Dios o una
pérdida de la amistad divina para poder manifestarse, sino que puede ser también
consecuencia de pequeñas faltas o infidelidades, de imperfecciones humanas vistas a la luz
del amor de Dios y de su gracia salvadora.
La contrición necesita adentrarse en la realidad concreta y personal del pecado para
poder ahondar en unas actitudes sinceras y eficaces de conversión, pero no se inspira en el
pecado, sino en la fe y en el amor de Dios, que mueven al cristiano a la conversión, a la
purificación interior y a la realización de la obra de la gracia en obediencia y fidelidad a la
voluntad del Padre, en el seguimiento generosa de los pasos del divino Maestro.
La 'penitencia interior' impregna todo el proceso penitencial y es el alma de la
reconciliación.
En el 'acto de contrición' la teología católica no ve simplemente la consciencia de
pecado, sino un movimiento interior de 'dolor y detestación del pecado cometido... El dolor
es producido por algo que se quiere rechazar en cuanto constituye un mal moral, una
injusticia, un pecado e incluye también una referencia a las personas ofendidas y
maltratadas.
En la apreciación humana del pecado y particularmente en el dolor a sentimiento de
culpabilidad, la referencia a alguien que ha sido afectado por la acción culpable-sea uno
mismo, sean los otros o el propio Dios- parece indispensable para poder sentir el pesar que
lleva consigo la contrición.
La culpabilidad se establece fundamentalmente en relación a seres personales,
sujetos de derechos, conscientes y libres, si bien tiene además una referencia objetiva a
aquello que es en sí mismo ordenado y justo.
A partir de estas consideraciones se ve la importancia de que el dolor de
contrición se inspire en motivaciones sinceras de amor a Dios y al prójimo... es la
contrición informada por la caridad' (DS 1677)... La dinámica cristiana de la conversión
postbautismal se caracteriza por situarse dentro de una relación paterno-filial entre Dios y
el hombre, que a su vez es el fundamento de la fraternidad humana.
Lo más importante en la contrición no son los "sentimientos" de dolor o de amor,
que pueden ser sin embargo signos y manifestaciones de arrepentimiento sincero, sino el
reconocimiento interior de la falta cometida, juntamente con la voluntad de corrección.
La contrición cristiana tiene además su fuente de inspiración en Dios, autor de la
gracia, y aspira en último término a alcanzar el bien supremo, que es Dios mismo.
En este sentido, no sólo está abierta a la esperanza en el perdón, sino que se siente
atraída por el deseo de una mayor unión a aquel que es la fuente de la verdad y del bien.
3. LA CONFESIÓN (acto exterior)
La confesión mira más directamente a la manifestación exterior de la culpabilidad...
se ordena a hacer manifiesto aquello que se ha rechazado como culpable en el interior de la
conciencia, pero tiene un significado propio que consiste en declarar la propia culpabilidad.
DOS ENFASIS:
Es necesario que EL PECADOR RECONOZCA EXPLÍCITAMENTE SU
CULPABILIDAD... El hombre no es un individuo aislado, sino que está integrado en una
comunidad dentro de la cual su conducta tiene determinadas repercusiones.
La confesión ES EL MEDIO A TRAVÉS DEL CUAL EL PECADOR SE
SOMETE A LA ACCIÓN PENITENCIAL DE LA IGLESIA (es una acción
eminentemente eclesial), ella ayuda, con la gracia de Cristo, para liberar al pecador (perdón
de los pecados).
La confesión libera a la contrición de su privaticidad y ocultamiento interior, para
convertirla en un acto eclesial, en un signo testimonial a través del cual el pecador
manifiesta que su pecado ha dado paso al arrepentimiento y a la conversión.
La confesión tiene un valor propio profundamente humano, que se manifiesta en el
hecho de que el penitente se presenta ante la iglesia como un pecador arrepentido... va
ligada a la necesidad de la contrición, es signo social y comunitario de ella... como un deseo
de paz, reconciliación y comunión con los hermanos, que se hace súplica ante la comunidad
(no se niega que incluye una cierta resistencia interior).
Aunque la manifestación del pecado puede servir en algunos casos de desahogo o
liberación de tipo psicológico, el acto religioso de la confesión requiere otros determinantes
basados fundamentalmente en la fe, esto es, en la creencia de que la confesión va dirigida a
Dios y a su Iglesia y constituye una forma de "penitencia", de obediencia y sumisión a la
voluntad y a la gracia divinas.
Además de este significado propio, en cuanto manifestación de arrepentimiento y
petición de perdón, la confesión tiene otros valores destacados por los monjes y maestros
de vida espiritual, los teólogos y los mismos documentos eclesiásticos.
La riqueza plurivalente de este acto penitencial explica el que haya tenido a lo largo
de la historia múltiples aplicaciones, dentro y fuera del sacramento de la penitencia.
Independientemente del sacramento de la penitencia, los valores ascéticos, espirituales y
pedagógicos de la confesión han sido bien conocidos y aprovechados en las diversas
experiencias de vida religiosa.
Como instrumento de vida espiritual y comunitaria, la confesión sirve de ayuda
para la guía y dirección de las almas y para la edificación de la comunidad, mueve al
perdón y a la reconciliación entre los hermanos, a la corrección de las faltas y a la
perfección de la vida religiosa y comunitaria.
La teología y la enseñanza cristiana han destacado principalmente en la confesión
dos aspectos: el que se refiere a la declaración de las faltas de parte del penitente y el que
tiene en cuenta la función del sacerdote en el ejercicio de este ministerio. Ambos aspectos
atienden a una misma necesidad o exigencia del sacramento, señalada de forma inequívoca
por el concilio de Trento, que es la obligada declaración de los pecados mortales (DS
1679. 1707).
En esta perspectiva, la práctica de la confesión se ha sentido frecuentemente
agobiada por la preocupación de tener que decir todos y cada uno de los pecados,
atendiendo a su distinta especie y gravedad.
A este respecto, conviene insistir en el verdadero significado de la confesión. Si ésta
ha cumplido en el pasado un papel muy positivo en orden a desarrollar la conciencia de
pecado entre los fieles, como reconocen los historiadores, ha caído también en grandes
abusos y exageraciones a causa de una preocupación obsesiva por detallar minuciosamente
todo lo que puede afectar a la gravedad del pecado.
ATENCIÓN: La confesión ha de dar importancia al arrepentimiento y que sea un
acto que contribuya a la paz y serenidad de consciencia.
Importa atender a lo esencial, que está en la sinceridad de las disposiciones del
penitente, sin olvidar que muchas veces el penitente necesita una orientación o aclaración
para la FORMACIÓN DE SU CONCIENCIA (TAREA URGENTE).
En general, la práctica de la confesión deberá estar principalmente atenta a lo
que el penitente quiere y puede hacer en orden a su conversión perfección. El análisis
de una situación de pecado puede ser útil y necesario en orden a conocer sus raíces y
causas, los condicionamientos que tiene el penitente, los efectos que se derivan en perjuicio
de otros; pero lo más importante en la confesión es que el penitente se reconozca pecador
desde lo profundo de su corazón y perciba la generosidad de la gracia que viene a su
encuentro....
La confesión deberá estar sobre todo inspirada en la dimensión positiva y progresiva
de la conversión... El mal se descubre mejor cuando se contempla a la luz del bien.
4. LA SATISFACCIÓN
La palabra "penitencia" va especialmente ligada a la obra externa, a la pena o
satisfacción que se impone por el pecado. En la primitiva concepción del sacramento, la
acción penitencial constituía efectivamente la parte más dura y "laboriosa", más duradera y
visible en el proceso de la reconciliación sacramental.
Actualmente, la satisfacción queda reducida con frecuencia a una acción puramente
simbólica. Entre las diversas partes del sacramento, es sin duda ésta la menos valorada y
aquella sobre la que se tienen ideas más confusas.
Lo primero que conviene aclarar respecto a la satisfacción es su significado e
importancia dentro de la estructura sacramental de la penitencia. El término
"satisfacción" hace referencia directa al pecado y a la necesidad de "pagar" por él. Nos
vemos precisados a aclarar inmediatamente que el perdón que Dios otorga es gratuito y no
depende en lo esencial de la satisfacción, sino de la sinceridad de la conversión.
Es un acierto el que la acción penitencial se haya pospuesto al acto de la
absolución....con ello quedó claro que la obra penitencial no es causa condicionante de la
reconciliación, sino signo del verdadero arrepentimiento.
La satisfacción entra dentro de esas exigencias, que afectan a lo interior o psíquico y
a lo exterior o corporal del ser humano, a la situación y compromiso del cristiano en el
plano individual o personal y a su relación con la Iglesia.
A lo largo de los siglos ha cambiado el sentido de la satisfacción: antigua disciplina
- penitencia 'tarifada' - doctrina escolástica - Concilio de Trento.
NOTA 20 (Cap. XV), DS 1689 Quizá no se ha profundizado suficientemente en el
concepto de "pena", teniendo en cuenta el contexto cristiano de la reconciliación.
La referencia al ejemplo de Cristo y al misterio pascual (muerte-resurrección)
favorece una interpretación de la "penitencia" (o satisfacción) como prueba de amor que
redunda en bien de los demás y como medio (no fin) que dispone a la salvación. Así lo
entienden en la práctica los santos y difícilmente el sacrificio y puede asumirse libre y
voluntariamente de otro modo.
Habría que intentar reconducir la idea de pena o castigo temporal (con marcado
acento pasivo e impositivo) hacia el concepto original de "penitencia", que apunta a las
exigencias íntimas de la conversión y encuentra mayor fundamento antropológico y bíblico
(Cfr. RP, n 83).
El documento de la Comisión Teológica Internacional sobre "La reconciliación y la
penitencia" (a 1982) dice que la penitencia cristiana no puede entenderse en primer lugar
"de un modo ético y ascético", sino "como un don" que ulteriormente impulsa al obrar ético
y ascético, B, II, 3 (Madrid 1984), 50
El significado de la satisfacción va, pues, relacionado fundamentalmente en la
enseñanza cristiana con la necesidad de que el penitente realice una acción seria,
comprometida y generosa que tienda a deshacer la obra del pecado y a rehacer la obra de la
gracia, esto es, a llevar adelante la obra de la conversión.
La necesidad de la satisfacción nace de la necesidad de llevar la conversión a la
realidad misma del hombre, de su espíritu y de su cuerpo, de su vida personal y de su
entorno eclesial y social.
La satisfacción tiene en cuenta que el ser humano, por una tendencia natural de su
cuerpo y de su espíritu, se deja seducir por las fuerzas del pecado y ofrece cierta resistencia
a la acción de la gracia.
La satisfacción se dirige a ahondar y prolongar las exigencias de la conversión en la
vida del cristiano, a preparar el cuerpo para la lucha y a correr hacia la meta de la
perfección, según dice San Pablo.
-Si en la satisfacción vemos el signo de la obra penitencial, en cuanto parte
integrante del sacramento, no podemos sin embargo considerarla como un acto aislado o
independiente del resto de los actos sacramentales. Todo el sacramento debe contemplarse
como una única acción penitencial, en la que todos y cada uno de sus elementos participan
de su significado penitencial.
En este sentido puede decirse que la práctica del sacramento es en su totalidad
"satisfacción", es decir, obra penitencial, y que, a través de los diversos actos que integran
el sacramento, expresa y realiza su significado y su alcance penitencial. En contrición, en la
confesión, en la humilde acogida de la absolución, al igual que en la aceptación de la
satisfacción, el penitente realiza una verdadera obra penitencial que no es solamente suya a
título personal, sino que es al mismo tiempo obra de la Iglesia.
¿Cómo hacer para que la obra satisfactoria de la penitencia sacramental tenga un
sentido práctico, que ayude a entender y a llevar a la práctico el compromiso cristiano de la
reconciliación?
La satisfacción puede ser sugerida por el penitente o considerada conjuntamente por
el penitente y el confesor
Sobre la recitación de oración se admite su valor, pero previene del peligro de
recurrir a ellas de modo rutinario.
La obra satisfactoria debería tener en primer lugar un valor significativo y
representativo de la actitud penitencial que el penitente ha de mantener después de la
celebración del sacramento.
Esta actitud puede ser muy distinta tratándose de un penitente ocasional y con faltas
graves, de un penitente que acude con cierta frecuencia (Encontrar la penitencia adecuada y
en miras a la actitud continua de conversión)
En teoría, las obras penitenciales pertenecen al tipo de obras que, según la Escritura
y la Tradición cristiana, tienen un carácter y un valor penitencial, como la oración, la
limosna, el ayuno, es decir, aquellas obras que son expresión de fe y culto a Dios, de
caridad y ayuda a los otros, de desprendimiento y austeridad de vida y que, en cuanto tales,
son medios de purificación y de libertad interior.
5. CAPÍTULO XVI LA GRACIA DEL SACRAMENTO DE LA
PENITENCIA

1. La Reconciliación viene de Dios


2. La Gracia de la Reconciliación en el hombre
El significado del sacramento de la penitencia se manifiesta en su efecto y fruto
último como es el PERDÓN DE LOS PECADOS
-LA RECONCILIACIÓN.
La RECONCILIACIÓN es un concepto que se inspira, siguiendo a San Pablo, en el
sentido salvifico de la obra de Cristo y que tiene hondas connotaciones antropológicas y
eclesiológicas.
El concepto PERDÓN apunta a un gracia que se da y se recibe, el de
RECONCILIACIÓN tiene más en cuenta la convergencia de voluntades-restauración de un
pacto roto.
1. LA RECONCILIACIÓN VIENE DE DIOS
El misterio de la reconciliación, tal como se percibe a través del sacramento de la
penitencia, parte del hecho de que el bautizado ha recibido la gracia de la reconciliación, en
virtud de la cual participa de los frutos de la obra redentora de Jesús, de la amistad y
filiación divina, es miembro del cuerpo de Cristo y está incorporado a su obra de
evangelización y santificación.
La reconciliación posbautismal está en íntima relación con la gracia del bautismo,
tiene en cuenta que el cristiano no ha sido fiel a sus exigencias y trata de profundizar en su
significado y alcance.
...el penitente descubre el amor del Padre que le ha llamado a formar parte de la
familia santa y que le espera siempre bondadosamente; se encuentra con Aquel que ha
venido a sacarle de las tinieblas de su egoísmo y destrucción y quiere guiarle hacia la luz y
la paz; se coloca bajo la influencia del Espíritu, que desea manifestar a través de él los
dones y las riquezas de la gracia de Dios.
La reconciliación penitencial quiere salvar en cada uno de los cristianos y en el
cuerpo de la Iglesia lo que Jesucristo ha realizado en favor de todos los hombres, la vuelta a
su original unidad con Dios y con la obra por él realizada.
Sin esa unidad, el hombre pierde el sentido de su existencia, de su convivencia con
los demás, de su presencia en el mundo y de su "superioridad" en relación con los demás
seres de la naturaleza.
INICIATIVA DEL PADRE: Tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento, el perdón se atribuye fundamentalmente a Dios, capaz de
compadecerse de su pueblo a pesar de sus continuas infidelidades, dispuesto siempre al
perdón del pecador arrepentido, autor de toda gracia y de todo consuelo, Padre de
Jesucristo.
JESUCRISTO ES EL MEDIADOR DE LA OBRA RECONCILIADORA DEL
PADRE: Sacerdote supremo - Victima - Intercesor-Buen Pastor. La Iglesia 'manifiesta' esta
victoria de Cristo sobre el pecado a través de los sacramentos y principalmente por el
bautismo, la eucaristía y la penitencia. La acción de Cristo en el sacramento de la
penitencia se hace especialmente presente por el ministro, quien reproduce la 'imagen
Cristo Pastor'.
• LA MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO: Lucha-Santifica-Llama a la fe- Mueve la
conversión - Actúa en los sacramentos-Ayuda a discernir.
La reconciliación no es sino una vuelta al Padre, que nos amó primero, a Cristo, que
se entregó por nosotros, y al Espíritu Santo, que ha sido derramado en nosotros (iniciativa
humana).
En el perdón obtenido por medio de la absolución se manifiesta la bondad del Padre,
que acoge al hijo que retorna a él, la solicitud de Cristo, que "toma sobre sus hombros a la
oveja perdida y la conduce nuevamente al redil", la fuerza del Espíritu Santo, que vuelve a
santificar o a perfeccionar a aquel que es templo suyo (iniciativa divina).
2. LA GRACIA DE LA RECONCILIACIÓN EN EL HOMBRE
La gracia de la reconciliación se inserta en la realidad del hombre, en la profundidad
de sus aspiraciones y deseos, de sus tensiones y contradicciones.
La reconciliación es una necesidad existencial de la naturaleza humana, que se
impone por encima de toda experiencia personal o colectiva de enemistad o ruptura:
NOSTALGIA DE RECONCILIACIÓN (p.e. Fratelli Tutti).
"La aspiración a una reconciliación sincera y durable es, sin duda alguna, un móvil
fundamental de nuestra sociedad como reflejo de una incoercible voluntad de paz, y-por
paradójico que pueda parecer-lo es tanto más fuerte cuanto más peligrosos son los factores
mismos de división" (Juan Pablo II).
La experiencia de esta necesidad de reconciliación presupone en la vida del hombre
la realidad de la existencia humana, que se constituye a partir de unas relaciones de tipo
biológico, psicológico y social con los otros y que se desarrolla en la dinámica de unas
tensiones entre las aspiraciones, derechos y libertades de unos y de otros.
En el lenguaje bíblico, el mensaje de la reconciliación tiene siempre una referencia
central a la realidad de una alianza que Dios ha establecido con su pueblo.
En el plano de las relaciones humanas, el deseo de reconciliación presupone
también la realidad previa de unos vínculos profundos que se consideran importantes para
el sentido de la propia vida.
La gracia de la reconciliación cristiana, que brota del costado de Cristo, herido por
el pecado del hombre y abierto para ofrecer a los hombres una nueva vida nacida del amor
del Padre, impulsa al cristiano a extender y dilatar las exigencias del amor fraterno a todos
los hombres, superando tantos prejuicios que estrechan y reducen las relaciones humanas
según categorías raciales, religiosas, geográficas, económicas, sociales o políticas.
El amor de Dios a todos los hombres, manifestado en la entrega que Jesús hace de
su propia vida para la reconciliación de la entera humanidad, ayuda al cristiano a descubrir
que la tarea de la unidad, de la paz y de la reconciliación entre los hombres merece todo
esfuerzo y sacrificio, que el amor es el camino para vencer las fuerzas del mal en uno
mismo y en los demás, que la meta de la historia humana está en Dios mismo y en su
proyecto de salvación.
En el sacramento de la penitencia, la reconciliación se hace signo específico y
determinado de una gracia que debe traducirse el ejemplo y testimonio de vida, en
manifestación efectiva de la caridad que el Espíritu derrama sobre la comunidad santa.
El sacramento no se limita simplemente a dejar constancia de la necesidad de que
los cristianos sean santos o coherentes en su vida con las exigencias de la gracia, sino que
está ordenado a liberar a la Iglesia del pecado, a ayudar a los cristianos a luchar contra
las fuerzas del mal y a proclamar con su vida la presencia del amor de Dios en el mundo.
SUBRAYANDO EL VALOR DE LA ABSOLUCION. La celebración de la
reconciliación en el seno de la Iglesia es signo de la victoria de Cristo sobre el pecado y del
poder que Cristo ha depositado en la Iglesia para luchar contra las fuerzas del mal. En ella
se afianza la fe de los cristianos en la abundancia y riqueza de la gracia de Cristo y se
alimenta la esperanza en la victoria final, en el reinado de Cristo en el mundo.
6. CAPÍTULO XVII LA PENITENCIA Y LOS DEMÁS SACRAMENTOS
1. El Bautismo, la Eucaristía y la Penitencia
2. El perdón de los pecados en la Eucaristía
3. El perdón en los demás sacramentos
4. La Penitencia y los demás sacramentos
La sacramentalidad en la Iglesia es una realidad unitaria y plural. El fundamento de
esta realidad está en Jesucristo, que es expresión viva del Dios invisible, el Verbo
encarnado, hecho hombre para manifestar y realizar la voluntad del Padre.
Por extensión, el Cuerpo de Cristo, que está constituido por los que creen en Él y
han sido bautizados en su nombre, participa de la sacramentalidad de Cristo, en cuanto
prolonga en el mundo y en la historia la presencia y la acción salvadora de Cristo.....
La sacramentalidad de Cristo y de la Iglesia se hace instrumento perceptible en unas
acciones, cada una de las cuales tiene un significado propio, sin dejar de tener relaciones
reciprocas y fines comunes.
1. EL BAUTISMO, LA EUCARISTIA Y LA PENITENCIA
Bautismo: Puerta de los sacramento - identidad con Cristo y la Iglesia - gracia de la
filiación divina.
Eucaristía: Especial preeminencia - Comunión con Cristo y su Cuerpo -Fuente de
gracia.
Todos los sacramentos tienen una especial relación con el bautismo y la Eucaristía,
se hace particularmente especial con la Penitencia y su comprensión desde la conversión
(metánoia).
Entre el bautismo y la eucaristía, el sacramento de la penitencia cumple una función
auxiliar extraordinariamente importante y necesaria, si tenemos en cuenta la condición del
hombre y la incidencia de este sacramento tanto en la obra cristiana de la conversión como
en la realidad de la comunión eclesial.
La conversión cristiana no es obra de un determinado tiempo o momento, sino una
realidad dinámica y compleja... implica la incorporación efectiva del creyente a la obra de
la gracia, al mensaje de la fe cristiana y al compromiso de una vida conforme al Evangelio
y al sentir de la Iglesia.
La tarea de la conversión no se realiza de una vez para siempre, sino que se
prolonga a lo largo de toda una vida en la que el cristiano deberá ir descubriendo,
interpretando y acogiendo la voluntad del Espíritu en el lugar y puesto que ocupa en la
Iglesia y en la sociedad.
Esta obra abarca y acompaña la entera acción pastoral de la Iglesia, ordenada a
conducir al cristiano por el camino de la fidelidad a las exigencias del Espíritu.
En el orden práctico, si queremos que el sacramento de la penitencia responda a esta
necesidad del cristiano en el actual contexto de la vida eclesial, tendremos que saber
adaptarlo a esta función y finalidad de servir a las exigencias permanentes de la conversión
cristiana.
2. EL PERDÓN DE LOS PECADOS EN LA EUCARISTIA
Es un efecto común en ambos sacramentos. Santo Tomás lo afirmaba y añadía que
se requieren las debidas disposiciones para poder recibir este efecto en la Eucaristía.

Según esto, la eucaristía opera el perdón de los pecados en el corazón del pecador
arrepentido gracias al valor de la eucaristía, que contiene al autor de la gracia y es signo de
comunión con Dios y con la iglesia, y en virtud del amor de caridad que ella misma infunde
en el pecador.
El concilio de Trento recoge esta doctrina, precisando también que la grandeza del
Sacramento impone que se den disposiciones especiales para acogerlo 'dignamente' (1Cor
11, 27-29), pues no se puede recibir teniendo consciencia de pecado grave (DS 1647. 1743)
NOTA 9: Las "Orientaciones" del Ritual español, después de aludir a la "costumbre
eclesiástica" recordada por el concilio de Trento, de "recurrir a la reconciliación
sacramental", "en caso de tener conciencia de haber cometido pecado mortal", contempla la
circunstancia de que el cristiano, "con una sincera urgencia espiritual de participar en la
eucaristia", no encuentre "ministros suficientes para la reconciliación".
En tal circunstancia, "puede acercarse a comulgar fructuosamente después de haber
hecho un acto de contrición perfecta", con "el propósito de celebrar el sacramento tan
pronto como sea posible".
Es lo que dice también el Código de Derecho Canónico (c916), refiriéndolo tanto al
sacerdote que debe celebrar la misa como al fiel que comulga.
El Catecismo de la Iglesia Católica recoge estas mismas normas (n 1457). Según el
mandamiento de la iglesia "todo fiel legado a la edad del uso de razón debe confesar a
menos una vez la año, los pecados graves de que tiene conciencia (CC 989 df DS 1683
1708) "Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no celebre la miso ni
comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental a no ser que
concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga
presente que está obligado a hacer un octo de contrición perfecto, que incluye el propósito
de confesorse cuanto antes" (CIC 916 of Cc. de Trente: DS 1647 1661 CIO 711). Los niños
deben acceder al sacramento de la penitencia antes de recibir por primera vez la sagrada
comunión (CIC 914). (Catecismo iglesia Catól 1457)
La Eucaristía es además una liturgia de purificación interior. Si atendemos tanto a
su estructura y composición como a su contenido y significado, descubrimos en ella una
referencia honda y persistente al pecado y a la obra de la reconciliación. Las oraciones
invocando el perdón de los pecados y las fórmulas de reconciliación son abundantes en los
textos litúrgicos más antiguos orientales y occidentales y en los ritos más modernos:
 el acto penitencial al comienzo de la misa, que invita a los fieles a
reconocerse humildemente pecadores e invoca, a través de los santos, el
perdón;
 las plegarias eucarísticas, que hacen frecuente referencia a la obra
reconciliadora de Jesucristo;
 el Padrenuestro, que invoca el perdón de Dios y el perdón fraterno;
 la invocación al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que sirve
de preparación inmediata a la comunión.
El perdón exige siempre el arrepentimiento sincero. La contrición sincera, movida
por la caridad, es signo de la gracia del perdón, como reconocen unánimemente los
teólogos. Por su propia naturaleza y estructura, la eucaristía está especialmente dotada para
mover al amor y a la contrición a quienes participan en ella, conscientes de lo que expresa y
significa.
En la práctica, la actual disciplina de la Iglesia dispone que todos los pecados
mortales deben confesarse, pero al mismo tiempo reconoce el valor purificador tanto de la
contrición como de la eucaristía.
Por lo que se refiere en especial a los pecados más corrientes de la vida cristiana,
aquellos que se derivan sobre todo de una tibieza en la fe, en la esperanza y en la caridad,
aquellos que están reclamando un acrecentamiento del fervor cristiano en el servicio a Dios
y a los hombres, la eucaristía debería considerarse un sacramento prioritario en orden a la
purificación de las faltas y a una progresiva perfección.
3. EL PERDÓN EN LOS DEMÁS SACRAMENTOS
También los demás sacramentos tienen que ver con el perdón de los pecados. Para
Santo Tomás, los efectos de los sacramentos son como 'medicinas diversas contra el
pecado.
La gracia de Jesucristo es una gracia encarnada en la naturaleza humana, dirigida a
robustecer su flaqueza y a disponer al creyente para realizar obras de justicia y santidad.
 CONFIRMACIÓN: Tomar parte activa y valiente en la lucha contra el
pecado.
 UNCIÓN DE LOS ENFERMOS: Fortalecer la esperanza del creyente
 ORDEN SAGRADO: Servicio a la comunión eclesial, ejercicio del
sacerdocio de Cristo.
 MATRIMONIO: Purificar y perfeccionar incesantemente el amor conyugal.
4. LA PENITENCIA Y LOS DEMÁS SACRAMENTOS
La relación del sacramento de la penitencia con los demás sacramentos, ya sea en
cuanto preparación para poder recibirlos digna y provechosamente o como medio para
desarrollar sus efectos, tal como se entiende en la actual orientación, normativa y práctica
eclesial, pone de relieve la prioridad que la Iglesia concede a este sacramento en la práctica
sacramental y en la vida espiritual y moral de los fieles.
Sin embargo, esta frecuente apelación a la importante función de la confesión, y en
especial de la confesión privada, puede a veces sonar a una medida convencional y no
suficientemente fundamentada.
Sería conveniente situar siempre la necesidad o utilidad de la penitencia sacramental
en el contexto preciso que en cada caso se contempla y presentar su celebración de forma
que ayude a descubrir su relación con el sacramento al que se une.
... es muy importante que el sacramento de la penitencia no se reduzca a una
práctica aislada del contexto de la conversión cristiana, o puramente instrumental o de paso
y condición para la recepción de otros sacramentos.

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